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AL AMPARO DE LO COLECTIVO

Es inexplicable, cómo un país tan rico como Colombia, con climas, geografías, etnias,
paisajes y seres tan diversos es un territorio tan violento. La línea que divide la crueldad del
respeto, es tan fina que suele perderse en nuestra vida cotidiana. Nuestra poca consciencia
ante la diferencia del otro ha construido un capítulo de nuestra historia permeado por la
violencia, el crimen y el terror. Nos hemos matado por ideas, llevado hasta el punto más
descabellado nuestras opiniones y doctrinas, allí donde alguna vez hubo sino paz al menos
tranquilidad hemos puesto el estandarte de la guerra, la diferencia del otro se nos ha
convertido en una burla, constantemente hacemos mofa y enterramos en las más profundas
catatumbas de la memoria colectiva: al otro, sin el cual irónicamente yo no existo.

Por eso en tiempos donde nadie escucha a nadie, en tiempos en que todos contra
todos, como dice el tema, la creación colectiva es una actitud de rebeldía organizada que
democratiza, no solo el conocimiento del arte teatral sino también su método. Aquí se trata
de quitar el velo que cubre la gran pregunta para el director, actores y actrices: ¿Cómo se
crea una obra de teatro? Desde donde se desglosa -como cada vez que uno se mete en líos-
un mar de preguntas con necesidad y urgencia de que nademos en sus conflictos y
complejidades para poder responderlas.

El teatro es un encuentro de seres humanos, una sociedad a pequeña escala que se


junta conscientemente para crear. El negro, el blanco, el amarillo, el gris, el rojo, el verde,
son trastocados por los mismos horizontes: La obra de arte, para crearla conjuntamente,
analizarla, improvisarla y compartirla y en este ir y venir de ideas y argumentos las
individualidades crecen y se nutren porque no hay colectivo sin esas intimidades, sin el
rostro del otro que se nos presenta cubierto por una dulce niebla. En la creación colectiva se
esconde un texto, un discurso, voces, cuerpos, objetos, luces y música aún por descubrirse,
con una personalidad única e irrepetible

Bertolt Brecht decía que “El arte no es un espejo para reflejar la realidad sino un
martillo para darle forma” y también estamos llamados, no solo ha crear obras de arte sino
a crear esa obra aún más grande llamada Colombia, que históricamente ha sido fabricada
por las manos de una creación individualista y que poco a poco, nos ha llevado a nuestra
destrucción colectiva.

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