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Discusión:

El propósito del presente capítulo es profundizar en la comprensión de la pro-


crastinación desde los aportes de la teoría de personalidad de Millon. Este mo-
delo resulta particularmente valioso pues caracteriza las diferencias
individuales a partir de la integración de los sistemas afectivos-motivacionales y
cognitivos, constructos que han demostrado poseer alta relevancia en el
entendimiento de la postergación disfuncional. A través de la investigación se
buscó así describir los estilos de personalidad asociados a la procrastinación
crónica. Para ello, fue necesario, en primer lugar, determinar las características
particulares de quienes se describen a sí mismos como constantes dilatores.
Se pudo observar que no existen diferencias significativas en los niveles de
procrastinación crónica entre población universitaria y población adulta general.
El contexto específico en el que se desarrollan predominantemente ambos
grupos no marca distinciones en las tasas de procrastinación crónica
resultante, lo cual concuerda con los postu- lados de Ferrari et al. (1995),
quienes al deslindar la procrastinación crónica de la situacional, señalan que la
postergación recurrente de tareas académicas no necesariamente involucra la
postergación en otras áreas de la vida. Se encuentra, sin embargo, que la edad
y el sexo sí marcan diferencias en la tendencia a la postergación, siendo los
más jóvenes y los hombres quienes presentan tasas más elevadas de
procrastinación.

Considerando a la población adulta, las dos variables mencionadas muestran


su efecto en combinación con el estatus marital. Más específicamente, los
hombres jóvenes solteros presentan una mayor tendencia a la dilación crónica
que el resto de la muestra. Ello concuerda con lo encontrado por Harriott &
Ferrari (1996) quienes señalan que son los hombres entre 20 y 30 años, en
comparación con mujeres y adultos mayores, quienes tienden a puntuar
ligeramente más alto en las pruebas de procrastinación. Así mismo, entre la
población de mayor edad, los hombres casados o convivientes presentan una
mayor tendencia a la procrastina- ción crónica que las mujeres casadas,
aunque similar a la que presentan mujeres solteras de ese grupo de edad. Para
Ferrari et al. (1995) una posible explicación de las variantes con relación a la
edad, radica en la cualidad, complejidad e importan- cia de las tareas a realizar
en la adultez, que da cabida a postergar la consecución de metas, proceso
también llamado moratoria social. Para los adultos tempranos, se espera que
se involucren en buscar satisfacer fundamentalmente las necesidades de
conexión con los otros y delinear sus planes y proyectos de vida para alcanzar
sus metas posteriormente, mientras que los adultos medios van a ocuparse de
ser productivos, ya sea en el trabajo o en el cuidado y manutención de la
familia, así como desarrollar sus necesidades de éxito y estima (Erikson, 1993;
Stassen Berger & Ross, 1998; Lefrancois, 2001). Quedan aún por explorar los
factores que po- drían explicar los cambios encontrados en función al género y
condición marital pues no hay reportes de hallazgos similares en otros
estudios. En contraste con investigaciones previas que señalan que no se ha
encon- trado relación entre procrastinación y clase social o raza pero sí con
una baja instrucción (educación secundaria o menos) (Ferrari et al., 1995), en
la muestra peruana la procrastinación crónica no esta asociada a los niveles
socioeconómi- cos, así como tampoco a los de instrucción. Centrándonos en
los estudiantes universitarios, observamos que quienes re- piten cursos
presentan puntajes más altos de procrastinación, no solo en contex- tos
académicos sino también en diversas áreas de su vida. El hábito de posponer
conlleva como es obvio al fracaso y pérdida de oportunidades. En esta línea,
De Witte y Lens (2000) señalan que en ambientes académicos, la
procrastinación es útil para predecir notas bajas en el semestre. Por su parte,
Ferrari (1992; 2001) ha encontrado en los procrastinadores un desempeño más
pobre en relación con sus pares y colegas en el ámbito personal, social o
profesional, menor creatividad en sus proyectos y sentimientos negativos
relacionados al fracaso. Así mismo, quienes trabajan más presentan menos
procrastinación crónica, es decir, a mayor número de horas dedicadas al
trabajo, se presenta menos dilación. Es posible que la de- manda de tiempo y
esfuerzo que requiere el trabajar y estudiar al mismo tiempo, haga necesario
que las personas planifiquen y lleven a cabo las tareas sin demoras, de otra
manera perderían el poco tiempo que tienen. También es probable que quienes
mantienen un trabajo tengan características particulares que involucren la
capacidad para priorizar tareas, un manejo eficaz del tiempo y una fuerte
motiva- ción intrínseca por los estudios. Es importante explorar estas
diferencias y relacio- narlas con otras variables que puedan ser significativas en
estas personas. Un segundo objetivo de los estudios presentados consiste en
describir los esti- los de personalidad asociados a la procrastinación crónica. El
análisis de los datos ha permitido identificar no solo escalas fuertemente
asociadas a este fenómeno sino principalmente aquellas que presentan un
valor explicativo de la procrastinación. Millon (1997) señala que para explicar el
estilo distintivo que una persona exhibe en sus vínculos con sus contextos
cotidianos es necesario comprender e integrar los propósitos y metas
específicos que orientan su comportamiento; la manera en que busca, ordena,
internaliza y transforma la información sobre su entorno y sobre sí misma; y los
diferentes modos en que se relaciona con los demás. En el caso de la
procrastinación crónica, es posible pensar que son específicamente
determinadas características propias de la estructura de personalidad
subyacente las que poten- cializarán la instalación y adopción de estilos
crónicos de postergación. La escala sistematización, asociada significativa y
positivamente a la dimen- sión conciencia del modelo de los Cinco Factores de
Personalidad (Millon, 2002), se relaciona negativa y significativamente a la
procrastinación crónica y presenta el mayor peso explicativo de este fenómeno
en ambas poblaciones en estudio. La sistematización se define por el uso de
sistemas de memorias bien estructurados a los que se añaden nuevas
experiencias cognitivas. Los sistemati- zadores se caracterizan por tanto por un
alto grado de formalidad y coherencia y es común que se presenten
convencionales, ordenados, previsores, decididos, metódicos, exigentes,
disciplinados, meticulosos, firmes y leales. En contras- te, quienes presentan
procrastinación crónica se caracterizan por subestimar el tiempo necesario
para llevar a cabo una tarea, expresada en una dificultad para estructurar el
tiempo y los horarios y para desarrollar proyectos personales (Bur- ka & Yuen,
1983; Ferrari, Harriott, Evans, Lecik-Michna & Wenger, 1997; Specter & Ferrari,
2000). Además, ello se acompaña de una pobre autorregula- ción, que se
manifiesta en la dificultad para establecer prioridades, la tendencia a distraerse
en actividades secundarias y centrarse en la gratificación inmediata
(Vodanovich & Seib, 1997; Specter & Ferrari, 2000). Si bien la tendencia a
pocas habilidades de sistematización de la información es central en todos los
procrastinadores, los análisis empleados han permiti- do identificar que existen
estilos de personalidad diferenciales entre estudiantes universitarios y adultos
procrastinadores. En estudiantes, aquello que motiva y guía a quienes puntúan
alto en procrastinación crónica, está determinado pre- ferentemente por la
escala de preservación. Ella distingue a quienes manifies- tan una tendencia
significativa a concentrar la atención en posibles amenazas a su seguridad
emocional, manteniendo una actitud de vigilancia permanente pues prevén que
se expondrán a retroalimentación negativa, de modo que orientan su
comportamiento fundamentalmente a evitar posibles peligros y riesgos a costa
de limitar sus posibilidades de experimentar emociones positivas y placer.
Finalmente, su relación con los demás se encuentra fuertemente asociada a la
escala de insatis- facción, que refleja la tendencia a sentirse descontentos
consigo mismos como con los demás, a ver con disgusto el status quo y
mostrarse oposicionistas (Millon, 1994). Estas personas suelen sentir que
reciben un trato injusto, tienen la sensación de que los otros no valoran lo que
hacen y que uno es culpado por faltas que no ha cometi- do y en ocasiones
tienen el deseo de no afrontar sus responsabilidades tan bien como podrían.
Millon (2002) encuentra que ambas escalas están asociadas significativa y
positivamente a la dimensión de neuroticismo y la escala de insatisfacción
correlacio- na además negativa y fuertemente con el factor agradabilidad. Por
tanto, las escasas habilidades de orden, método y disciplina para organizar la
información que recogen del medio, tendrán un efecto decisivo específicamente
en estudiantes con temor a obtener resultados negativos, posiblemente
desconfia- dos con respecto a sus propias capacidades y que mantienen la
creencia de vivir en un mundo injusto, desagradable, donde no se es valorado
como debiera. Esto último posiblemente se sustente en el escaso
reconocimiento de su autopercepción de ineficacia para modificar su ambiente
o luchar por sus propias metas así como de su falta de organización y
ambivalencia. El efecto de mediación de la escala de sistematización sobre la
relación entre la meta motivacional de acomodación y la procrastinación
crónica, sugiere que la tendencia a una actitud de adaptación pasiva y escasa
iniciativa para modificar los acontecimientos se agudiza a causa de las escasas
habilidades para la organización y cohesión. Para los adultos limeños, además
de la preponderancia de falta de orden y planificación, que se traduce en
indisciplina, informalidad y duda, son los esti- los de interrelación los que
identifican al procrastinador. La escala vacilación, a su vez relacionada
positivamente a la dimensión neuroticismo (Millon, 2002) describe en los
procrastinadores atributos de inseguridad y falta de confianza en uno mismo,
tendencia a minimizar las capacidades, a experimentar ansiedad y duda y,
sensibilidad a la indiferencia y rechazo social. Esta polaridad se contra- pone a
la osadía, ambición, confianza en uno mismo y liderazgo. En segundo lugar, la
escala comunicatividad, asociada fuerte y negativamente a la dimensión
neuroticismo y positivamente al factor extraversión (Millon, 2002) posee un
peso explicativo, aunque menor, de la tendencia a la postergación disfuncional.
La escala determina características de gregarismo, deseos de popularidad, de
influir en los demás y cautivarlos y de ser el centro de atención, así como una
orienta- ción hacia las actividades sociales, en contraste con la tendencia al
aburrimiento y pérdida de interés por actividades rutinarias y repetitivas. Esta
escala se opone a la polaridad retraimiento, que describe personas que
disfrutan de su soledad, gustan de trabajar solas y sin ayuda, tienden a trabajar
en silencio, lenta y metódicamente, siendo poco probable que lo que suceda a
su alrededor las distraiga. Observamos que al igual que en los estudiantes
universitarios, los factores motivacionales parecen poseer un rol indirecto con
respecto a la tendencia a la dilación de tareas significativas en la población
adulta. La escala de acomodación, mediada aquí también por las dificultades
en la organización de la información (sistematización), reforzaría una
orientación general de prudencia, de inercia ante los acontecimientos al dejar
que las cosas sucedan para luego acomodarse a ellas. Por su parte, la escala
apertura, cuya relación inversa con la procrasti- nación crónica se encuentra
mediada por la propensión a sentir inseguridad y dudas y a actuar con cautela
en situaciones novedosas, sobre todo de carácter social (vacilación), nos
indicaría la presencia subyacente de una escasa tendencia general a orientar el
comportamiento hacia nuevas experiencias y a enfrentar desafíos vigorizantes.
Por ultimo, la tendencia motivacional que supone una orientación general
fundamentalmente hacia sí mismo, en contraposición hacia el interés por los
demás, mostraría su efecto sobre la procrastinación crónica a través de la
comunicatividad, lo cual indicaría que el vínculo con los otros bus- caría
fundamentalmente satisfacer las propias necesidades. Quizás la necesidad de
un refuerzo constante dadas las dudas sobre la autoeficacia, conduzcan a estar
personas a alejarse de sus metas, centrarse en sí mismos, buscar estar
rodeado de otros, como si con ello reparasen su autoestima y mejorasen
ilusoriamente su percepción de eficacia para cumplir sus metas y proyectos
personales. Como conclusión, podemos decir que estos resultados concuerdan
con in- vestigaciones previas respecto a personalidad y motivación en otros
contextos culturales. El modelo de personalidad de Millon ha permitido
identificar que aquellos estilos de personalidad que reflejan procrastinación
crónica están mar- cados fundamentalmente por dificultades en la organización
de la información y pobres estrategias cognitivas (sistematización),
características asociadas a la dimensión conciencia de los Cinco Factores de
Personalidad. Por otra parte, los estilos relacionales de los procrastinadores
reflejarían inconformismo general y oposición al sistema establecido
(insatisfacción) en estudiantes universitarios y dudas acerca del valor personal
(vacilación) y preferencia por contextos sociales reforzadores en contraste con
actividades que supongan la consecución de sus metas y obligaciones
(comunicatividad) en población adulta. Las dos primeras estarían asociadas al
factor neuroticismo y el último al factor agradabilidad. Las tendencias
motivacionales parecen poseer en términos generales un efecto indirecto sobre
la postergación disfuncional. Ello significa que la inclinación a acep- tar
pasivamente las circunstancias (acomodación), la necesidad de protegerse
contra los acontecimientos (preservación), la escasa búsqueda de nuevas
experiencias y retos (apertura) y una orientación hacia sí mismo
(individualismo) constituirían los motivos básicos que subyacen a los estilos
cognitivos y cualidades relacionales particulares de los procrastinadores
crónicos. Estas diferentes escalas muestran una pauta de correlaciones con el
factor neuroticismo. En general, el perfil identificado para aquellos que
muestran una tendencia cró- nica a postergar tareas y obligaciones importantes
con un costo emocional y mate- rial, corresponde a lo que Millon (1994)
denomina patrón general de inadaptación. Las diferencias en los perfiles
hallados para estudiantes universitarios y población adulta podrían
corresponder a los patrones de cambio de personalidad que se dan en distintos
grupos de edad, ello si consideramos que la concepción de Millon supone que
las variaciones en la personalidad dependen del balance entre las
características del sujeto y la situación o contexto donde se desarrolla y
desenvuelve (Davis & Mi- llon, 1994). Esto último abre toda una nueva línea de
investigación.

Herrera, D. (2013). Teorías contemporáneas de la motivación: una perspectiva aplicada. Lima,


Peru: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Recuperado de
https://elibro.net/es/ereader/utpbiblio/79339?page=212.

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