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Dicen que se arrastra con las manos, que terminan en largos dedos, con garras
capaces de cortar carne como si de mantequilla se tratara, se desplaza con sus zarpas
haciendo un ruido muy desagradable.
Pero llegó el día en que una de las burlas acabó peor de lo esperado.
Aprovechando que era temporada de cigarras, unos malnacidos tenían preparada una
broma, colocarle uno de esos bichos encima para reírse de ella mientras trataba de
quitársela.
Cuando ella notó que algo se movía a su lado y vio al insecto, saltó y se sacudió
intentando quitársela de encima, pero resbaló y cayó a las vías.
Los agresores estaban demasiado distraídos riéndose como para darse cuenta de que
el tren estaba a punto de llegar.
Antes de que ninguno se diera cuenta, el tren cruzó la estación a toda velocidad.
En ese momento escucharon un grito que los enmudeció. Asustados se acercaron a las
vías y allí estaba el cuerpo desmembrado de la joven que ya no gritaba, ya no se
movía.
–Ella era una chica muy rara, una depresiva, todos creerán que se cansó de vivir y se
tiró delante del tren.– Pensaron ellos y así fue. Todo el mundo pensó que la pobre niña
se había suicidado.
Una noche en la que los chicos se reían de lo ocurrido mientras iban de vuelta a casa,
empezaron a escuchar unos ruidos extraños por las calles cercanas.
Con cada esquina que cruzaban el sonido era más fuerte. Hasta que uno de ellos que
ya no aguantaba más, echó a correr.
Pensó que se había librado. Miró hacia atrás para asegurarse de estar a salvo, pero; al
volver la vista, sus compañeros lo escucharon gritar desde lejos.
Al atravesar la última calle allí estaba la chica muerta, sin sus piernas, mirándolos
fijamente.
Quisieron huir pero estaban paralizados por el terror. No podían creer lo que veían.
Entonces; el espíritu sacó una afilada y pequeña guadaña y los asesinó partiéndolos
por la mitad.
Desde entonces; el Teke-Teke vaga por las estaciones solitarias, en busca de más
víctimas para así calmar su ira.
Pero no se confíen; existen historias que también sitúan al Teke-Teke en otros lugares
además de cerca de las vías.
Ha llegado a nuestros oídos la historia que salió una noche cualquiera muy tarde del
instituto.
Estaba en la calle cuando se dio cuenta de que había olvidado las llaves de casa en el
edificio.
Cuando se giró para volver, una de las ventanas todavía tenía luz. El chico pudo
vislumbrar en ella una preciosa muchacha que lo estaba mirando. Se quedó fascinado
y entonces; la chica saltó por la ventana, lanzándose en el aire hacia él.
Quiso gritar pero no pudo, quiso moverse pero no pudo, se quedó completamente
petrificado de terror. Ya sabía que se trataba del Teke-Teke.
Antes de que pudiera gritar, el ferrocarril pasó a toda velocidad y le sesgó las piernas.
Esto no la mató al instante, pasó un buen rato rogando por ayuda, pero nadie apareció.
Finalmente murió desangrada.
Ahora ronda por los baños de las estaciones de tren, especialmente en las noches más
oscuras.