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21 de Agosto de 2023
Buscar los textos para interpretarlos desde una forma instrumental, en la que se
obtiene una lectura de trabajo que conlleva a conocer, debatir, rumiar, descifrar y
separarse del hombre moderno que vive en la precipitación del tiempo; es lo que dice
Estanislao Zuleta. Para leer se necesita dedicación, contemplación, búsqueda, goce,
placer, claridad, atención. Así, cada texto se convierte en un desafío para resolver
dificultades, donde el autor proporciona las respuestas en el desarrollo del texto, esto
es, descifrar el código, lo que impone el texto, lo que implica el mensaje y en lo
sucesivo se encuentra lo que él define como “lector fácil”. El diálogo del autor con los
demás autores invita a leer, como un ejercicio que va más allá de la unión de las
letras, sin caer en la lectura “del estudiante” que lo hace por cumplir un objetivo
únicamente académico. La lectura debe recogerse con la musicalidad del texto para
poder simplemente leer, disfrutar e interpretar. Esa concepción instrumentalista
aborda la trascendentalidad del compromiso con las obras. Para conocer lo que se
contiene en cada una.
Poco o nada se sabría del mundo académico y científico de no ser por los médicos,
ingenieros, arquitectos, abogados, y todo los demás profesionales en las áreas del
conocimiento. El mundo no podría concebirse como una unidad si no existiera quien
eduque a las personas para sanar, acompañar, defender y construir.
Hay que ver que muchos jóvenes de esta “época” pasan muchas horas en sus
dispositivos móviles, es posible que muchas personas adultas quisieran ver a los
jóvenes con un libro en la mano, pero se desconocen las múltiples formas y formatos
de lectura. ¿Qué tal los jóvenes que pasan tanto tiempo en sus dispositivos si están
leyendo? ¿Ha notado la sociedad “adulta” que los jóvenes son consumidores de
noticias y post en blogs y redes sociales?.
Es posible que muchos jóvenes solo lean lo que se les impone en las escuelas y
colegios, y que muchos necesitan ser dirigidos en la lectura, algunos dirán que no
entienden o que no tienen los elementos necesarios para leer y comprender lo que
leen, otros en cambio, no necesitan de esa dirección para iniciar su proceso lector,
sin embargo, como lo menciona Jurado, esta dirección para iniciar la lectura es
importante, pero lo es aún más que los jóvenes lean por voluntad propia.
Por eso, se puede observar que ahora es un error afirmar que los jóvenes no leen,
tal vez se crea que por no leer lo que se les sugiere, no lo hacen, pero al compartir
con los jóvenes e indagar un poco más en sus conductas se tiene en cuenta que si
leen, y que posiblemente leen más que los mismos que aseguran con tanta
vehemencia que cada vez leen menos.
Jurado citado en Camacho y Pérez Medina (2013), plantea que no tenemos un déficit
en la lectura, sino un déficit en la dirección de la lectura hacia los jóvenes. Se puede
ver como desde las Redes Sociales cada vez se invita más a los jóvenes a participar
de clubes y encuentros de lectura, talleres de escritura y de lectura donde los niños y
jóvenes están aprendiendo a leer textos y formas diferentes a las que se les enseña
en el colegio. Sin embargo, eso es lo que se puede disfrutar desde la sociedad
citadina. Para los jóvenes de municipios y veredas la realidad es diferente. Muchas
bibliotecas no tienen acceso a libros de literatura en óptimas condiciones y muchos
menos cuentan con libros catalogados como “recientes”, muchos niños y jóvenes que
viven en sitios lejanos de las ciudades principales o cascos urbanos han leído tantas
veces el mismo libro viejo y dañado que ya ni se acercan a la biblioteca a ver que
tienen de nuevo o menos malo para leer, muchos ni siquiera tienen acceso a la
internet y no saben lo que está pasando en el mundo, por esa desigualdad es que los
jóvenes pierden el gusto por la lectura.
Ser consciente de la abundancia que tienen las personas de las ciudades y las
necesidades de las personas de los pueblos y veredas cierra un poco la brecha
educativa y social que se tiene, así mismo, puede ser una sociedad que comparte sus
saberes, ¿Cómo serían de bien recibidos en escuelas rurales alguien que vaya a
hacer lecturas y acompañar esos procesos de lectura y formación donde difícilmente
hay acceso a buenos libros para leer?, ¿Cómo sería de bien recibido en las zonas
rurales alguien que vaya a enseñarles a leer y escribir a los campesinos que nunca
tuvieron educación y siempre quisieron aprender?. Las brechas serían menores, la
ignorancia y el desconocimiento se podrían superar y realmente podríamos ser una
mejor sociedad.
El cambio de las rutinas, los desvelos y los distractores como el cine y los centros
comerciales cerrados dieron paso a retomar la lectura desde la crítica y el
razonamiento y entendimiento de lo que se tenía en la mano, si bien muchas personas
también se volcaron a ver televisión e invertir más tiempo a sus redes sociales, donde
también se empezó a ver la importancia de leer.
Las redes sociales dieron paso a clubes de lectura virtual, donde no solo la gente se
reunía a leer, sino también a hacer una crítica y a reflexionar acerca de lo que se leía.
El lector se convirtió en parte importante del libro, al compartir su sentir acerca de lo
que leía.
El confinamiento ayudó a los lectores a darse cuenta de para qué estaban entrenados,
si la educación que habían recibido les permite hacer una lectura crítica acerca de lo
que leen o si dicha educación recibida les permite realizar una lectura más rápida de
los sucesos. El lector siempre estará en continua formación y transformación, siempre
y cuando sea capaz de hacer un análisis profundo de las lecturas realizadas.
El periodo del confinamiento dejó como lección la importancia de leer, hacer una
lectura crítica de lo que se tiene a la mano, hacer una importante reflexión del por qué
y para qué de eso que se está leyendo, cómo se puede transformar y aplicar a la vida
de quien lo lee, pero también darle sentido a través de las conversaciones acerca de
lo que se leyó y de lo que se aprendió de esa lectura.
El confinamiento permitió que los clubes de lectura, las redes sociales y todo lo que
apoyaba la lectura tomará fuerza a pesar del distanciamiento social, así mismo el
confinamiento permitió en el lector el desarrollo de un gusto por el espacio y
tiempo en su soledad con los libros y con quienes tenían el mismo gusto que él. No
obstante, muchos medios de comunicación reportaron que el sector que más ventas
tuvo durante el periodo de la pandemia del Covid. 19 fue el de las librerías.
Bibliografía.
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