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Se trata de una enfermedad genética que lamentablemente no tiene cura. Los equinos no
pueden ser montados y tampoco son aptos para crías futuras.
El síntoma más reconocido se describe al presentar una piel que se convierte muy
elástica y luego empiezan a presentarse lesiones que normalmente se ven en la zona
posterior del equino.
A su vez, esta es una enfermedad que normalmente se suele aparecer a la edad de los dos
años, observándose lesiones en la cruz, la zona lumbar, el abdomen y en los cuartos
traseros.
Cuando los síntomas se presentan, la piel empieza a perder fuerza de tensión. Algo que se
suele observar normalmente después de cualquier herida por golpes leves, lo que sucede
normalmente en la etapa en la que se trabaja con el equino.
Normalmente, dichos signos tienen su origen en el desorden de las fibras del colágeno
cuando las heridas empiezan a cicatrizar, lo que provoca las famosas cicatrices de estrella.
Estos son síntomas altamente ligados con desencadenar en la muerte del equino cuando
el desarrollo de dichos síntomas se presenta muy rápido, junto al hecho de que el
tratamiento no sea llevado a cabo a tiempo.
En la gran mayoría de casos, los potros que se ven afectados mueren rápidamente por
alguna infección grave a nivel cutáneo.