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En la efímera estación de la juventud,

dos almas, cual estrellas, se encontraron.


Ella, fulgor dorado y mirada serena,
conquistó corazones, admirada y aclamada.

Él, un apuesto joven, valiente y gentil,


fue presa de su encanto, sin resistir.
Bajo el dulce influjo de la luna plateada,
sus labios, como versos, se entrelazaron.

Sus palabras, un torrente de poesía,


susurros que en el aire flotaban con melodía.
Entre risas y miradas furtivas,
nació un amor, cual llama viva.,

Mas en su romántico camino,


obstáculos y envidias surgieron sin tino.
El destino, cual villano implacable,
les tendió trampas, crueles e inquebrantables.

Pero ellos, firmes en su devoción,


desafiaron al destino, cual fiera sin razón.
Juraron amarse en la eternidad,
desafiando a los dioses con valentía.

En sus almas, la pasión arreciaba,


cada amanecer y anochecer, el mundo cesaba.
Solo quedaba espacio para su amor ardiente,
en la órbita de sus corazones, incandescente.

Así, en el lienzo del amor adolescente,


se tejió una historia, tierna y persistente.
Grabada en los pliegues de la eternidad,
una historia de amor, que nunca cesará.
En los vastos recovecos del tiempo,
la humanidad busca el significado sublime.
¿Qué propósito yace en nuestra existencia?
Un enigma envuelto en misterio, sin definición.

En la efímera danza de la vida,


se despliegan momentos de gozo y agonía.
De alegrías efervescentes y penas profundas,
se entrelaza la trama de nuestra travesía.

¿Es la vida un escenario de pruebas y desafíos,


donde forjamos nuestras almas con ahínco?
O tal vez, un lienzo donde pintar nuestras pasiones,
buscando la belleza en cada pincelada.

Quizás el propósito yace en el amor,


en compartir risas, lágrimas y abrazos.
En construir conexiones que perduren,
y en ser un faro de esperanza en los océanos oscuros.

La vida, un torrente de experiencias,


una sinfonía de emociones y aprendizajes.
A través del dolor, encontramos el crecimiento,
y en la alegría, saboreamos la dicha efímera.

Más allá de los horizontes terrenales,


hay un eco de eternidad que susurra al corazón.
Quizás, el verdadero significado de la vida,
reside en descubrir nuestro propósito interior.

En encontrar el don único que nos distingue,


y compartirlo con el mundo con generosidad.
En dejar huellas indelebles en las almas,
y trascender a través de nuestras acciones.

Así, en la exploración incesante de la existencia,


descubrimos que el significado de la vida,
radica en vivirla plenamente, con pasión,
y en dejar un legado de amor y transformación.
En el resquicio del atardecer, dos almas jóvenes se encontraron,
Un amor prohibido que sus corazones guardaron.
En la fragilidad de su edad, floreció un sentimiento oculto,
Un lazo intenso y puro, pero en la sombra envuelto.

Se miraban con pasión en cada encuentro furtivo,


Atrapados en un mundo donde su amor era esquivo.
Entre susurros y suspiros, compartían momentos fugaces,
En ese rincón prohibido, donde solo ellos eran audaces.

La sociedad dictaba reglas, normas que no entendían,


Pero ellos se aferraban, su amor no se extinguía.
En secreto, se tomaban de las manos bajo el manto estrellado,
Prometiendo, en cada latido, que su amor sería recordado.

Sus corazones adolescentes latían al mismo compás,


En cada mirada, se encontraba un universo capaz.
De desafiar todas las barreras y romper los prejuicios,
De vivir su amor en cada segundo, sin temor a los juicios.

Pero el amor prohibido no es fácil de sostener,


Las tormentas y los obstáculos pronto habrían de aparecer.
El destino les jugó una carta dura, los separó sin piedad,
En diferentes caminos, su amor quedó en la eternidad.

Aunque ahora sus almas vaguen en la tristeza,


El recuerdo de su amor les llena de fortaleza.
Aprendieron que la vida, a veces, es injusta y dolorosa,
Pero aquel amor prohibido dejó una historia hermosa.

En los pliegues de su memoria, su amor vive en silencio,


Como un fuego eterno que siempre arderá intenso.
Dos adolescentes valientes que amaron sin medida,
En el corazón de cada uno, quedó su historia tejida.

Y en el lienzo de la vida, donde los colores se difuminan,


El amor prohibido de esos dos adolescentes aún resplandecía,
Un recuerdo imborrable, un tesoro guardado en su ser,
En la eternidad, su amor florece, libre y sin temor a perecer.
En la sombra de la noche, un secreto amor florece,
Dos almas adolescentes, unidos por un lazo que crece.
Prohibido y oculto, pero imposible de ignorar,
Un sentimiento tan puro, que no deja de brillar.

Como estrellas en el cielo, se encuentran en lo alto,


Sus corazones cautivos, sin escapatoria ni salto.
En cada mirada furtiva, se esconde la pasión,
Un amor prohibido, lleno de emoción.

Se buscan en silencio, en un mundo dividido,


Donde el destino parece estar decidido.
Sin importar las barreras, luchan contra la adversidad,
Su amor adolescente, una fuerza de serenidad.

Es un fuego que arde, sin dar tregua ni cuartel,


Jugando con el peligro, sabiendo que es cruel.
Pero en la juventud, valientes son sus sueños,
Se aman en lo secreto, en sus propios extremos.

La vida los reta, con pruebas y desafíos,


Pero juntos resisten, en un amor sin atavíos.
En un mundo que juzga, ellos se encuentran unidos,
Dos corazones que laten, en un amor escondido.

Que perdure su amor, como un eterno suspiro,


Que en el futuro encuentren su destino sin martirio.
Y cuando el tiempo pase, que el amor prohibido,
Se convierta en la luz que los haya unido.
En un mundo que dicta lo que se debe sentir,
Dos almas adolescentes, en secreto descubrir.
Un amor prohibido, desafiando lo establecido,
Entre dos corazones que anhelan ser conocidos.

En la sombra de la noche, se entrelazan sus miradas,


Susurros en la oscuridad, sin importar las palabras.
Dos jóvenes valientes, en un viaje sin guía,
Rompiendo las cadenas de la sociedad.

El amor no entiende de géneros ni barreras,


Es un sentimiento puro, sin importar las fronteras.
En cada gesto furtivo, se enciende la pasión,
Un amor que florece en medio de la confusión.

En el laberinto de lo prohibido se adentran,


Con el corazón abierto, sin temor a lo que enfrentan.
Juntos, en su lucha, encontrando su verdad,
Desafiando estigmas y buscando libertad.

Aunque la sociedad los juzgue con dureza,


Su amor adolescente no conoce la tristeza.
Con valentía y fuerza, enfrentan la adversidad,
Enlazados por un lazo lleno de sinceridad.

Que florezca su amor, como un jardín en primavera,


Sin importar las palabras que digan o la espera.
Que su amor sea la guía en el camino a recorrer,
Luchando juntos por un mundo más comprender.

En un mundo que evoluciona, que aprende a aceptar,


Dos almas adolescentes, en su amor prosperar.
Que su historia inspire a otros a ser auténticos y libres,
Viviendo su amor prohibido, con pasión que nunca se esquive.
En la oscuridad más profunda se esconde,
El susurro de un alma angustiada y rota,
Sus versos se desvanecen en la nada,
Mientras su corazón se desmorona.

Sus lágrimas son ríos de desesperanza,


Que inundan su existencia en tormento,
Buscando una salida en la penumbra,
Enredada en un destino macabro y lento.

La noche susurra secretos sombríos,


Invitándolo a cruzar el umbral de la muerte,
La tristeza lo abraza con garras frías,
Mientras la esperanza se desvanece en su suerte.

En las sombras, las voces lo acechan,


Insinuando que la vida no tiene sentido,
Y él, atrapado en su propio abismo,
Busca en el vacío un final desprendido.

Pero oh, alma cansada y afligida,


Hay luz que aún brilla en la negrura,
Busca ayuda, encuentra tu salvación,
Libérate de la muerte, encuentra tu cura.

La vida es un laberinto de emociones,


Donde el dolor y la alegría se entrelazan,
Abraza el amor y la compasión en tu ser,
Y verás que las tinieblas se deshacen.

Amarra tu alma a la esperanza, valiente,


Abraza la vida con fuerza y determinación,
No permitas que la oscuridad te envuelva,
Pues tú eres más que un verso en sombras, eres una canción.
En el silencio frío de la noche eterna,
La sombra de la muerte se cierne sin tregua,
Un destino inevitable, que a todos espera,
Un suspiro final, el último aliento que se aleja.

La muerte es el abrazo que todo lo envuelve,


El fin de la danza, el telón que se cierra,
Un viaje sin retorno, hacia tierras desconocidas,
Donde la vida se desvanece y el alma se aferra.

En la oscuridad del sepulcro reposamos,


Somos polvo, somos recuerdo que se diluye,
La muerte es el susurro de lo efímero,
Un misterio que en cada esquina se insinúa.

La muerte es el contraste, la luz en la sombra,


Un recordatorio de la fragilidad humana,
Un reloj que avanza sin pausa ni demora,
Invocando preguntas que el tiempo no desgana.

Pero en el abrazo de la muerte también reside,


La calma, el descanso de las penas y el sufrimiento,
Es un cierre inevitable, un ciclo que se completa,
Donde el alma trasciende en su último aliento.

Entonces, que la muerte sea un llamado a la vida,


A aprovechar cada instante, a amar con pasión,
A dejar un legado que trascienda las eras,
Y recordar que en el final, hay un nuevo comienzo en la canción.
Oh, morada final, insidiosa y cruel,
La Muerte, soberana de este escenario,
Tu espada afilada, en mano, esfiel,
Cobras tributo en cada acto mortuorio.

Tu faz sombría, que oculta el rostro del destino,


Engarzada en el misterio, enigmas profundos,
Tu llegada inexorable, sin aviso, sin tino,
Sepulta la esperanza en negros segundos.

En tus garras impías, toda vida sucumbe,


Reyes y mendigos, igual destino encuentran,
Tu paso indolente, el latir del mundo adormece,
El teatro de la existencia a la nada se deshace.

Oh, qué siniestra danza es la que ejecutas,


Invocando tristeza en los corazones vivos,
Concibes silencio en las notas más agudas,
Tu presencia inunda, el vacío derivo.

Y sin embargo, en tu sombrío abrazo,


Un llamado resuena, un eco en la penumbra,
Recordatorio de que el tiempo es escaso,
De vivir con plenitud antes de la tumba.

Pues si bien eres el final, oh Muerte oscura,


Eres también musa para la reflexión,
Tu sombra efímera nos insta a vivir con bravura,
A abrazar cada instante, sin distorsión.

Así, temerosos de tu llegada ineludible,


Apreciemos la vida en su fugaz resplandor,
Y en el eterno juego del destino intrincado,
Sepamos que en tu sombra, nace un renuevo de amor.
En la aurora del tiempo, resurge la juventud,
Como el sol radiante, llenando de energía y plenitud.
Renace el espíritu, vigoroso y temerario,
Cual flores en primavera, desplegando su brillo necesario.

Juventud, efímero tesoro en nuestras manos,


Tiempo de sueños, de descubrimientos tempranos.
Tu llama arde intensa, encendiendo corazones,
Impulsando el anhelo de alcanzar nuevas emociones.

En tus ojos resplandece la curiosidad,


Explorando el mundo con ímpetu y tenacidad.
La pasión late en cada latido de tu pecho,
Dispuesto a abrazar lo desconocido, sin derecho.

Eres el verso fresco, la melodía vibrante,


La fuerza que impulsa, la esperanza constante.
Tu risa contagiosa, una sinfonía de alegría,
Inyectando vida en cada rincón de la vía.

Oh, juventud, dulce etapa de sueños y anhelos,


Donde las oportunidades se tiñen de destellos.
Aprovecha cada instante, cada paso y experiencia,
Forja tu camino con valentía y coherencia.

Pero recuerda, joven audaz y entusiasta,


La vida es un viaje, una travesía vasta.
El tiempo es un río que fluye sin detenerse,
Aprovecha el presente antes de que se pierda.

Así, que el rincón de la juventud sea eterno,


En el espíritu vibrante, en el corazón tierno.
Que la llama de la pasión nunca se desvanezca,
Y que tu espíritu renazca, una y otra vez, en nobleza.
En la penumbra de la noche, en el susurro del viento,
Se despierta la pasión, en un ardiente momento.
Tu cuerpo, lienzo de deseo, en el baile de la seducción,
Eres la musa que enciende, provocando mi obsesión.

Tus labios carmesí, tentación irresistible,


Invitan al pecado en un beso inconfundible.
Las manos entrelazadas, explorando sin medida,
Despertando sensaciones, dejando huella perdida.

Tu piel, suave terciopelo, bajo mis dedos se estremece,


El deseo se enciende, y el corazón enloquece.
Entre suspiros y gemidos, la pasión se desata,
Un vaivén de placer, en esta danza encendida y vibrante.

Nuestros cuerpos entrelazados, en un vaivén erótico,


Desatando fuego y éxtasis, en un abrazo frenético.
Cada roce, cada caricia, es un suspiro de deleite,
Un éxtasis compartido, en un placer sin límite.

Oh, dulce tentación, tu cuerpo me consume,


En el éxtasis del deseo, en la lujuria se resume.
La pasión nos envuelve, en una danza prohibida,
Donde el fuego arde intenso, sin tregua ni medida.
En un mundo de ensueño, en un amor irreal,
Donde las estrellas suspiran y los sueños se entrelazan.
Dos almas perdidas, buscando su destino,
Conectadas en un vínculo que parece divino.

Un amor etéreo, que desafía la lógica y la razón,


Donde el tiempo se detiene, sin ninguna distorsión.
Un lazo que trasciende las barreras del espacio,
Un encuentro cósmico que desafía cualquier abrazo.

En este amor irreal, los corazones se entrelazan,


Un fuego inextinguible que en las almas se abrasa.
Una química mágica, que parece inalcanzable,
Un amor que se sostiene en un mundo intangible.

Pero, oh, amor irreal, ¿qué nos deparará el destino?


¿Es acaso un sueño efímero o un eterno camino?
Un amor que solo vive en el reino de la fantasía,
Quizás destinado a desvanecerse en la melancolía.

Pero mientras dure, dejémonos envolver,


En esta danza celestial, en la que el tiempo parece no correr.
Aunque sea efímero, disfrutemos de su esplendor,
Este amor irreal, que nos hace soñar con ardor.

Y cuando se desvanezca, en el amargo adiós,


Guardaremos en nuestros corazones lo vivido con voz.
Un tesoro de recuerdos en el rincón más profundo,
De un amor irreal que nos llevó a lo más profundo.
En el suave abrazo de la noche estrellada,
Un niño sueña con un mundo de fantasía encantada.
Donde los juguetes cobran vida en su habitación,
Y la imaginación se convierte en su bendición.

En sueños, el niño vuela por el cielo azul,


Montado en un dragón de colores, sin ningún tabú.
Explora tierras lejanas, donde los sueños se hacen realidad,
Donde las hadas y los duendes le acompañan en su andar.

En su mundo onírico, el niño es un valiente guerrero,


Luchando contra monstruos y villanos con esmero.
Con una espada de cartón y un escudo de ilusión,
Defiende a los inocentes con determinación.

En su imaginación, los animales hablan,


Los árboles le susurran secretos y risas emanan.
Un mundo mágico, lleno de color y felicidad,
Donde los sueños del niño se vuelven realidad.

Pero al despertar, la magia se desvanece,


El niño despierta en su habitación, con tristeza crece.
Aunque su sueño de un mundo encantado terminó,
Guarda en su corazón la chispa de la ilusión que encontró.

Y así, cada noche, el niño cierra los ojos con ilusión,


En busca de nuevos sueños, de nuevas emociones.
Porque en los sueños de un niño, el poder de imaginar,
Puede crear un universo mágico que nunca dejará de brillar.
En la penumbra de una alcoba clandestina,
Dos cuerpos ansiosos se encuentran en danza divina.
Las miradas se entrelazan en un juego de deseo,
Mientras el aire se carga con pasión y fuego.

Sus manos se deslizan con delicadeza y fervor,


Explorando cada rincón, cada curva con ardor.
La piel erizada, vibrante y sedienta,
Ansía el contacto, la caricia, la tormenta.

Los labios se encuentran en un beso apasionado,


Mordiscos juguetones en un lenguaje desatado.
Las lenguas se entrelazan, buscando placer,
Un baile de saliva, un éxtasis que se va a encender.

El roce de sus cuerpos despierta una llama intensa,


El vaivén de caderas, una danza que trasciende.
Gemidos entrelazados, susurros al oído,
El éxtasis se acerca, desatado, sin sentido.

Las sábanas se convierten en testigos silenciosos,


De sus cuerpos unidos en un vaivén ardoroso.
El sudor empapa la piel, el calor se intensifica,
En este escenario íntimo donde el placer se multiplica.

Cada movimiento es un deleite, una sinfonía de goce,


Se entregan sin reservas, sin ninguna noche en despoce.
El clímax se acerca, una explosión inminente,
Y juntos se elevan en un éxtasis plenamente ferviente.
En las miradas esquivas y los suspiros entrecortados,
En los abrazos fugaces y los labios sellados.
Se dibuja en el aire una tensión palpable,
Un amor no correspondido, una historia inquebrantable.

En los gestos que evitan el contacto prolongado,


En las palabras que se vuelven un eco apagado.
Se entreteje un hilo invisible de desencuentro,
Un sentimiento oculto, que despierta el desaliento.

En los encuentros llenos de silencios incómodos,


En los momentos que parecen desvanecerse en lodos.
Se vislumbra una conexión que no encuentra cauce,
Una distancia emocional, un amor sin la suficiente audacia.

En los gestos de cariño que se tornan frágiles,


En los deseos que se pierden en los umbrales.
Se insinúa en el vacío de las palabras no dichas,
Un amor que se desvanece, sin dejar huellas fijas.

En los susurros de complicidad que se vuelven débiles,


En los encuentros que parecen estar llenos de escollos inaccesibles.
Se siente en el latir acelerado de los corazones,
Un amor que se intuye, pero no encuentra sus razones.

En los sueños que se desvanecen sin dejar rastro,


En los destinos que se bifurcan, tomando otro trazo.
Se percibe en el eco de los "qué hubiera sido",
Un amor que se percibe, pero no se consume en el olvido.

Es un baile de insinuaciones, de palabras no dichas,


Un amor entre líneas, lleno de sombras y añoranzas ricas.
Se siente en cada encuentro, en cada despedida,
Un amor que se sugiere, pero que no encuentra cabida.

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