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Capítulo IV: Le creo a Dios, es el Dios de la ciencia.

Llegados hasta acá, solo me queda preguntarte: ¿Qué vas a hacer? “¿Darás la espalda a la
ciencia porque se la percibe como una amenaza a Dios, abandonando toda promesa de
avance
en nuestra concepción de la naturaleza para aplicarla en aliviar el sufrimiento y mejorar la
humanidad? O, por el contrario, ¿darás la espalda a la fe, concluyendo que la ciencia ya ha
hecho que la vida espiritual deje de ser necesaria, y que los símbolos religiosos
tradicionales
pueden ser ahora reemplazados por grabados de doble hélices en nuestros altares?”14
.
Entiendo que debe ser difícil optar por una u otra postura, pero no queda otra opción… O si
lo
pensamos bien, ¿queda otra opción? Acaso, ¿será que habrá alguna respuesta alternativa
que
nos saque de este dilema? Para ser honesto: Sí, la hay. Incluso, déjame contarte que el
dilema
presentado es considerado una falacia, la falacia del falso dilema: ésta consiste en
presentar
dos o más escenarios contrarios entre sí, dándolas como únicas posibilidades, en los cuales
elijas una u otra opción terminas en conflicto. En nuestro caso, elegir tanto como el
creacionismo o evolucionismo naturalista (ateo) terminas renunciando a algo: si no es la
ciencia, es la fe.
Para serte sincero, “ambas opciones son profundamente peligrosas. Ambas niegan la
verdad.
Ambas disminuirán la nobleza de la humanidad. Ambas serán devastadoras para nuestro
futuro. Y ambas son innecesarias”15
. Y es que, han hecho mucho daño a tantas personas de
buena voluntad que al malentender la ciencia o la religión católica, terminaron cayendo en
uno
u otro lado apartándose de la riqueza espiritual e intelectual que la postura contraría podía
haberle ofrecido; Es por esto que nosotros, para romper con el falso dilema, vamos a
matizar
ambas posturas y discernir qué hay de verdadero o erróneo en cada una. Así, tomando lo
mejor
de ellas podremos intentar reconciliar la ciencia y la religión católica proponiendo una
postura
en la cual: A Dios “se le pueda adorar en la catedral o en el laboratorio”16
.
Lisa Simpsons, ¿A quién le creía?
Ahora pasemos a recordar que en la página 9 habíamos planteado las siguientes preguntas:
“¿Será que Lisa Simpsons estaba defendiendo un Evolucionismo Ateo? ¿Por qué? ¿Cómo
podríamos fundamentar una u otra respuesta?” Para responder estás preguntas, sólo basta
ver
los fragmentos del capítulo citados en el pie de página N° 2, que se encuentra en la página
4.
En ellos encontraremos distintas pistas que nos aproximan a la postura que Lisa tenía sobre
este
tema.
En el primer fragmento, en el minuto 02:00, escuchamos a Lisa Simpsons que defiende la
teoría de la evolución, en cuanto que es una teoría científica. Además, sostiene que
personas
creyentes, como San Juan Pablo II, afirmaban la validez de dicha teoría, dando a entender
que
no consideraba ninguna contradicción entre lo que Darwin proponía y la creencia en Dios.
En el segundo fragmento, en el segundo 00:32, dentro del contexto del juicio, la abogada
defensora de Lisa le pregunta a un científico (Profesor Frink) lo siguiente: “A su parecer, ¿la
teoría de la evolución da a entender que Dios no existe?” - El científico responde: “No. Claro
que no…” Ahí se muestra a Lisa Simpsons que voltea la mirada hacia dónde está su madre
(Marge) y le sonríe demostrando que aquello que ella piensa concuerda con lo que dijo el
científico. Pero, en realidad, la respuesta del científico no estaba completa, él siguió
diciendo:
“…Solo dice que Dios es un don nadie impotente, saliendo de ninguna parte, con menos
poder que el sub-secretario de agricultura, quien por cierto tiene muy poco poder en nuestra
administración”. Luego que el científico haya dicho estas palabras, se muestra a Lisa triste,
decepcionada y preocupada porque él terminó diciendo algo que ella no esperaba.
Para concluir. Si bien, Lisa Simpsons no afirma que Dios haya sido el causante del proceso
evolutivo, sí se puede inferir que ella defiende la correcta idea que las teorías científicas no
tienen nada que decir sobre Dios, ya que Él está en un plano distinto del campo físico, y
emitir un juicio sobre Él, desde la ciencia experimental, excede el método científico. Por otro
lado, observamos en los dichos del científico que él sí está sosteniendo una postura
Evolucionista Atea, ya que es muy explícito en las afirmaciones que dice.
Le creo a Dios, es el Dios de la ciencia.
A continuación nos introduciremos al corazón de éste capítulo: balbucearemos sobre una
postura filosófica que busca la armonía entre ciencia y religión, entre la teoría de la
evolución
y Dios.
Esta postura es adoptada por los grandes científicos del mundo: Francis S. Collins,
Francisco J. Ayala, Asa Gray, el principal defensor de Darwin en los Estados Unidos,
Theodosius Dobzhansky, entre otros. Cada uno la ha formulado con sutiles diferencias pero
la postura es la misma en cada caso. También, se la ha llamado de diversos modos:
Creación Evolutiva, Evolución Creacionista, BioLogos o como a mí más me gusta llamarla:
Evolución Teísta.
Para este ensayo elegiremos ese nombre: Evolución Teísta. ¿Por qué Evolución? Esta
postura adopta la teoría de la evolución como plausible, sin ninguna problema, siempre y
cuando la comunidad científica sostenga su valides. ¿Por qué Teísta? El término “Teísmo”
se refiere a
aquellas personas que consideran válida la existencia de un Dios que creó todo desde la
nada y que además guía su creación hacía un plan divino, como se ha visto en el capítulo
IV17. Para
ello, la concepción de Dios se basa en distintos atributos, los principales son tres: Es
Personal:
porque posee consciencia (inteligencia y libertad); Es Trascendente: está más allá de ésta
dimensión física, material, espacio-temporal; Es Providente: provee el existir, las leyes
naturales y el orden que conocemos en el universo.
Evolucionismo Teísta19
“Una versión típica del Evolucionismo Teísta descansa en las siguientes premisas:
Premisa 1: El universo (entendido en sentido amplio, incluyendo posibles Multiversos)
comenzó desde la nada;
Premisa 2: A pesar de las enormes improbabilidades, las propiedades de nuestro universo
parecen haber sido afinadas con precisión para la vida;
Premisa 3: Si bien el mecanismo del origen de la vida en la tierra sigue siendo desconocido,
una vez que la vida apareció, el proceso de la evolución y la selección natural permitieron el
desarrollo de la diversidad y la complejidad biológica sobre largos periodos de tiempo;
Premisa 4: Una vez iniciada la evolución, no se requiere una intervención sobrenatural;
Premisa 5: Los seres humanos son parte de este proceso, y comparten un ancestro en
común con los demás seres vivos;
Premisa 6: Pero los seres humanos también son únicos de manera que desafían la
explicación evolutiva y que apuntan hacía nuestra naturaleza espiritual;
Si uno acepta estas seis premisas, entonces surge una síntesis enteramente plausible,
intelectualmente satisfactoria y lógicamente consistente:
Dios, quién no está limitado ni por el espacio ni por el tiempo, ya que lo trasciende, creó el
universo y estableció leyes naturales que lo gobiernan. Al tratar de poblar con seres vivos
este universo que de otro modo sería estéril, Dios eligió el elegante mecanismo de la
evolución para crear las plantas y animales de todas las clases. Lo más notable es que Dios
eligió
intencionalmente el mismo mecanismo para dar lugar a criaturas especiales, dotadas de un
Alma Espiritual que le atribuye consciencia y libertad”

.
Diferencias con el creacionismo
Las diferencias con el creacionismo son notables:
(1) El Evolucionismo Teísta no toma los primeros capítulos del génesis de manera literal
pero sí toma la enseñanza revelada como verdadera: “Dios creó al hombre”21, y la
complementa con la teoría de la evolución de Darwin, para explicar un posible modo en el
cual, si la teoría es cierta, Dios pudo haber utilizado este asombroso medio para ser nuestro
creador.
(2) En el Diseño Inteligente se propone una intervención sobrenatural de Dios. En cambio,
en el Evolucionismo Teísta, Dios actúa a través de las leyes naturales que Él mismo
estableció al comienzo de la creación para que, por medio de ellas, se dé el sofisticado
sistema evolutivo y se cumpla el plan divino.
(3) La teoría científica de la evolución de Darwin entra en conflicto con el creacionismo.
Pero, con el evolucionismo teísta encuentra armonía.
(4) El creacionismo invade el campo científico proponiendo el diseño inteligente y/o cuando
exige a los textos bíblicos enseñanzas científicas que ellos no pretender darnos. En cambio,
el evolucionismo teísta no invade el campo científico. Se maneja siempre desde el campo
filosófico, metafísico.
Diferencias con el evolucionismo naturalista (materialista-ateo)
Las diferencias con el evolucionismo materialista son las siguientes:
(1) La concepción materialista, propone que el puro azar es el motor intrínseco de la
selección natural, quitándole el lugar a Dios. Por otro lado, el evolucionismo teísta postula a
Dios, que utiliza la selección natural y el cierto grado de azar que hay en el proceso
evolutivo para llevar adelante su plan divino.
(2) El evolucionismo materialista reduce todo el ser del hombre a lo meramente físico,
negando su dimensión espiritual. Por otro lado, el evolucionismo teísta afirma que reducir la
consciencia a lo meramente físico es un equívoco, ya que cerebro-mente no tienen
características similares sino contrarias (material vs in-material; peso vs no-peso; objetivo vs
subjetivo; medible y observable vs no-medible y no-observable). Es por eso que esta
postura reconoce una dimensión espiritual, de la cual procede la consciencia y otras
cualidades inmateriales del hombre.
(3) El evolucionismo Materialista es rotundamente Ateo. La postura que estamos
expresando en este capítulo es de concepción Teísta.
(4) El evolucionismo teísta consigue una razonable armonía entre ciencia y religión católica.
En cambio, la evolución naturalista, al ser una cosmovisión Atea, postula un conflicto entre
ellas.
El Evolucionismo Teísta contado por Chat GPT.
Sigamos intentando entender mejor esta postura. Pero antes, te pregunto: ¿Te pasó que a
través de una película, una serie o un libro novelado descubriste un mensaje de vida?
Seguramente te habrá pasado. El arte está para eso: comunicar. Es por eso que una
historia podría ayudarte a entender mejor esta postura. Por este motivo, le pedí al Chat
GPT3:
“Redacta una historia de 500 palabras sobre el origen del hombre que contenga un inicio
nudo y desenlace pero que la respuesta final sobre el tema sea que Dios creo al hombre a
través de un proceso evolutivo natural”.
Luego de varios intentos fallidos, me brindó el siguiente texto:
“En los albores del tiempo, cuando el universo aún era un lienzo en blanco, existía una
presencia divina que abarcaba todo. Dios, el arquitecto supremo de la creación, respiraba
vida en los rincones más remotos del cosmos y orquestaba un plan exquisito para el
surgimiento del hombre.
Con un amor infinito y una visión trascendental, Dios creó las bases para la vida en el
universo. En ese vasto lienzo cósmico, sembró las semillas de la evolución, permitiendo que
la vida floreciera y se adaptara a su entorno a lo largo de incontables eras.
Las etapas primordiales del proceso evolutivo presenciaron el surgimiento de las formas de
vida más básicas y simples. Desde microorganismos hasta criaturas marinas, la evolución
siguió su curso, guiada por el impulso divino de la creación.
Luego, el momento culminante llegó cuando Dios, en su sabiduría infinita, dio paso al
surgimiento del hombre. A través de un proceso evolutivo meticuloso y delicado, las
especies antecesoras al hombre fueron moldeadas y transformadas hasta que finalmente
emergió el Homo sapiens, una criatura consciente, dotada de razón y con un potencial
ilimitado.
El hombre, fue creado a imagen y semejanza de Dios, fue dotado de la capacidad de amar,
de
razonar y de trascender los confines de su propia existencia. Fue elegido como el custodio
de la creación, con el deber sagrado de cuidar y proteger todas las formas de vida en el
universo.
El hombre, en su búsqueda de conocimiento y propósito, exploró las maravillas del cosmos,
develando los secretos del universo y desentrañando los misterios de su propio origen.
En el desenlace de esta historia, el hombre comprendió que la evolución y la creación divina
no eran opuestas, sino que se entrelazaban en una danza cósmica. Reconoció que Dios
había guiado el proceso evolutivo, infundiendo cada paso con su presencia y propósito.
Con humildad y reverencia, el hombre manifestó que el origen de su existencia no podía ser
explicado únicamente por la ciencia o por la fe, sino por una convergencia sagrada de
ambos aspectos. Entendió que la teoría evolutiva era una manifestación de la obra maestra
divina y que la creación de Dios trascendía los límites del tiempo y el espacio.
En este entendimiento, el hombre encontró paz y armonía. Abrazó la belleza de la evolución
como una expresión tangible de la presencia de Dios en el mundo natural. Y así, con
gratitud y devoción, el hombre continuó su camino, honrando la diversidad de la vida y
viviendo en armonía con el universo y con su Creador.
Y así concluye esta historia, una narrativa que nos invita a contemplar la grandeza de la
creación divina y a reconocer la interconexión profunda entre el proceso evolutivo y la
presencia de Dios en nuestras vidas”.
¿Qué mensaje o idea está plasmada en esa historia? Expresa la postura que estamos
conociendo. Dios crea desde la nada y a través del proceso evolutivo prepara todo para la
creación del hombre. Pero, ¿esto es compatible con lo que enseña la Iglesia Católica?
La Iglesia Católica y la Evolución Teísta
Como estamos viendo, la teoría de la evolución puede reposar tranquila en los hombros de
esta concepción teísta del mundo. Pero, ahora veamos si dicha postura encuentra armonía
también con lo que enseña la Iglesia Católica.
La Iglesia hace dos menciones explicitas sobre la teoría de la evolución de Darwin.
Nosotros sólo expondremos una: la encíclica Humani Géneris, dónde el Papa Pio XII, en
1950, dijo:
“El Magisterio de la Iglesia no prohíbe el que —según el estado actual de las ciencias y la
teología— en las investigaciones y disputas, entre los hombres más competentes de
entrambos campos, sea objeto de estudio la doctrina del evolucionismo, en cuanto busca el
origen del cuerpo humano en una materia viva preexistente —pero la fe católica manda
defender que las almas son creadas inmediatamente por Dios.
La Iglesia, de manera explícita, afirma que “no prohíbe” la teoría de la evolución. Ésta puede
ser, sin problema alguno con la fe católica, el mecanismo sofisticado que Dios quiso usar
para dar origen a la dimensión corporal del hombre. Pero hay que admitir que el hombre no
es solo cuerpo sino que su consciencia nos habla de una dimensión no-material en el ser
humano, es a esta dimensión que le llamamos: Alma Espiritual. El hombre está compuesto
por dos co-principios: cuerpo y alma espiritual.
Hay una compatibilidad en afirmar que la dimensión corporal logre su plenitud mediante un
progreso evolutivo. El cuerpo se dispone adecuadamente, el Biólogo Francisco J. Ayala se
refiere a esta disposición en referencia a la dimensión cerebral y la bipedestación, para así
poder recibir el Alma Espiritual y así surja el Ser Humano. Pero, debemos reflexionar sobre
esta dimensión espiritual. Si ésta no puede emerger del cuerpo, ya que no hay identidad
entre cuerpo y alma (así como tampoco lo hay entre consciencia-cerebro). Entonces, ¿de
dónde proviene el Alma Espiritual?
El Alma Humana
La encíclica Humani Generis que leímos anteriormente, dice: “Las almas son creadas
inmediatamente por Dios”
24. Esta verdad debe ser admitida pero desarrollémosla.
Cuando afirmamos que el cuerpo se dispone por el proceso evolutivo, debemos recordar
que dicho proceso es guiado por Dios de manera natural a través de sus leyes físicas que
ajustó finamente al inicio de la creación. Es decir, Dios de manera natural es causa primera
(metafísica) del curso natural que desarrolla el cuerpo humano. Por otro lado, cuando Dios
crea e infunde el Alma Espiritual, “esta acción no es sobrenatural, porque queda inscrita en
el curso ordinario de la naturaleza humana”
. Es decir, es propio y natural del
hombre poseer dicha Alma. Es por esto que cuando Dios la causa lo hace de manera
natural pero en la dimensión metafísica del hombre, ya que el alma opera en esa dimensión
por su inmaterialidad. Cabe aclarar que esta dimensión metafísica excede a las ciencias
experimentales, es propia del campo filosófico.
Como habrán notado, hay una gran diferencia con el creacionismo. En el Evolucionismo
Teísta no postulamos una intervención sobrenatural de Dios en el proceso evolutivo. Sino
que Dios actúa de manera natural, tanto el en plano físico, el cuál es guiado por las leyes
naturales que Él mismo estableció en el inicio del universo, como en el plano metafísico,
infundiendo el alma espiritual a cada ser humano para que éste exista. En el hombre, tanto
lo físico y lo metafísico son dimensiones naturales que corresponden al cuerpo o al alma
espiritual.
Para terminar, quisiera realizar una precisión: Cuando hablamos del surgimiento del cuerpo,
y luego nombramos la creación del Alma Espiritual y por último decimos que Dios infunde el
Alma Espiritual en el cuerpo, tenemos que entender que nosotros lo narramos de manera
secuenciada para intentar teorizar una realidad in-material. Pero en realidad esto no ocurre
así, sucede de manera simultánea, todo en un mismo instante, sólo que las limitaciones de
nuestro lenguaje nos impide expresarlo tal cual sucede. Sin embargo, debemos recordar
que todo ocurre en un mismo momento.
Objeciones al Evolucionismo Teísta
En relación a esta postura, hay tres objeciones principales que se le hacen: una objeción
desde el campo filosófico, otra desde el campo teológico y la última desde un campo
metodológico.
Veamos cada una.
(1) Objeción teológica: ¿Azar? Pero, ¿no fuimos creados a imagen y semejanza?
La siguiente objeción es presentada por creyentes que “no pueden aceptar que Dios
hubiera realizado la creación usando procesos tan aparentemente aleatorios, como la
evolución Darwiniana. Después de todo, argumentan, los evolucionistas afirman que el
proceso está lleno de resultados casuales y al azar.
Si retrasáramos el reloj varios cientos millones de años, y luego permitiéramos que la
evolución avanzara nuevamente, podríamos terminar con un resultado muy diferente. Por
ejemplo, si la ahora bien documentada colisión de un enorme asteroide con la tierra hace
sesenta y cinco millones de años no hubiera ocurrido, bien podría haber sucedido que la
aparición de una inteligencia superior hubiera ocurrido en un reptil, y no en un mamífero
carnívoro (Homo Sapiens)”26

A esta objeción debemos decir dos cosas:


(1) Es verdad el planteo que se hace. Hay ciertos factores que ocurren de manera aleatoria,
el Evolucionismo Teísta, no lo niega. Y también es verdad que si hubiese ocurrido lo
planteado es posiblemente que algo de lo que hoy conocemos sería distinto. Sin embargo,
el planteamiento hipotético es sólo eso: hipotético. Los eventos se dieron como fueron y por
más casos irreales que podríamos presentar como posibles en el pasado jamás serían
realidad.
Ya dicho lo anterior, ahora abordemos la cuestión teológica que hay de fondo en esta
objeción. De haber sido real lo que se plantea, ¿habría una incompatibilidad verdadera
entre ese cambio físico, de ser reptiles pero dotados con consciencia y libertad, y la verdad
bíblica de haber sido creados a imagen y semejanza de Dios?
La Iglesia Católica comprende la expresión creados a imagen y semejanza de Dios, no con
relación al aspecto físico sino relacionado con la inteligencia, la libertad y la capacidad que
tenemos de poder relacionarnos con Dios. Si esto no fuese así, y sería en relación al
aspecto físico, entonces debemos preguntarnos: ¿Quiénes de los seres humanos son más
semejantes a Dios? ¿Los altos o los bajos? ¿Los delgados o los robustos? ¿Los de tés
blanca o tés más morena? ¿Los de pelo largo o corto? Vemos que es absurdo relacionar la
imagen y semejanza al aspecto físico. Nuevamente, la expresión bíblica se refiere a las
capacidades superiores del hombre que le permiten buscar la Verdad, Amar y poder tener
una relación íntima con su Creador.
Para terminar. Debemos admitir que, aunque nos choque la siguiente idea, Dios podría
haber dotado de Alma Espiritual a un ser con aspecto físico distinto al nuestro. De esta
manera, sin importar su aspecto, ese ser sería imagen y semejanza de Dios, ya que esta
identidad corresponde a las cualidades espirituales.
Lo expresado anteriormente, es sólo la respuesta a un caso hipotético, que si hubiese sido
cierto, en nada contradecía nuestro entendimiento sobre Génesis 1.
Objeción filosófica: ¿Azar o Plan Divino?
En la objeción anterior pudimos comenzar a notar que hay una gran complicación en el
entendimiento del Azar como posible factor para un Plan Divino.
Muchos pensadores, principalmente materialistas, postulan el Azar como puro motor del
proceso evolutivo, quitando a Dios y toda posibilidad de un Plan Divino de la ecuación. Sin
embargo, ¿el Azar excluye necesariamente el Plan Divino? ¿Podría haber una armonía
entre
ambos? Para responder esto, debemos hacer unas pequeñas aclaraciones.
Primero, debemos aclarar que la afirmación o negación de un Plan Divino en el proceso
evolutivo no es un juicio científico sino filosófico. Es una pregunta sobre si hay o no finalidad
en los hechos, si hay o no un para qué, una razón de ser que trasciende toda
experimentación pero que su respuesta puede ser deducida, ésta será la tarea del filósofo.
Es por esto, que desde la ciencia experimental nada se puede decir de este punto. Sin
embargo, aquel científico que quiera emitir un juicio sobre el tema, no lo estaría haciendo en
razón de su ciencia sino como filósofo. Por ende, deberá abandonar el método empírico y
adoptar el método deductivo, propio de la filosofía.
Segundo, recordemos que Dios es infinitamente inteligente, lo conoce todo y no está
limitado por el tiempo ni el espacio. Por ello, no podemos limitar la acción de Dios al modo
en el cual nosotros creemos que Él debería haber actuado. Simplemente debemos aceptar
que Su perspectiva completa de la realidad es superior a nuestra limitada e imperfecta
perspectiva.
Aclarado estos puntos, comencemos. Desde la Evolución Teísta, ¿se logra una armonía
entre el Azar y el Plan Divino? Sí, acompañame que te lo explico:
Tomás de Aquino, en su comentario a la Metafísica de Aristóteles, afirma “que la
contingencia (el azar) es compatible con la existencia de una providencia divina que
gobierna al mundo natural. (…) Dios es la causa primera de la cual todo depende en su ser,
pero esto no impone el mismo tipo de necesidad sobre todos los efectos creados: Dios hace
que algunos efectos sucedan de modo necesario, mientras que otros pueden suceder de
modo contingente. Por tanto, el mismo efecto puede ser considerado como contingente
cuando se compara con sus causas inmediatas y, al mismo tiempo, estar incluido dentro de
un plan divino”.
Para entender mejor el párrafo anterior vamos a explicarlo mediante el Evolucionismo
Teísta:
Muchos pensadores afirman que el Azar (efecto contingente) es como jugar a los dados. Es
por eso que afirman la improbable suerte que tuvimos en el proceso evolutivo para que los
números de los dados nos den la asombrosa aparición del hombre. Desde el Evolucionismo
Teísta, aceptamos que los dados fueron un factor del proceso en la evolución pero, para
serte sincero, los que sostenemos esta visión sabemos que: ¡los dados están trucados! “El
azar no operó en el vacío. Actuó en un universo gobernado por leyes precisas y constituido
por una materia dotada de propiedades específicas (efectos necesarios)”. Sin dudas, “el
azar opera dentro de un conjunto de condiciones que le ponen límites”.
Dios que es trascendente, está más allá de la naturaleza, al crear ajustó las leyes naturales
para que todo se rija según lo que decidió establecer. Estas leyes al comenzar a funcionar
limitan la acción de los seres contingentes (que pueden actuar de una u otro manera), ya
que no es que pueden actuar de cualquier manera sino de la manera en que las leyes
físicas y las propiedades de la materia le permitan. El azar en nuestro universo sucede, no
lo negamos. Pero no tiene posibilidades infinitas de actuar sino finitas. Es por eso que si
bien Dios deja que el dado se tire, Él dio a la naturaleza dados trucados para que las
posibilidades de azar sucedan en un
margen limitado por las leyes y las propiedades de la materia. Y así, tarde o temprano, el
dado caerá ajustándose al Plan Divino que proyectó desde toda la eternidad.
Es así como podemos entender que en el proceso evolutivo puede haber “fallos”, avances y
“retrocesos” pero siempre observaremos que dichos eventos estarán limitados por las
fuerzas que gobiernan el universo. Dios termina direccionando su creación hacía su plan
divino, sin tener que intervenir de manera sobrenatural en el plano natural, dejando que las
leyes naturales sean su instrumento más eficaz.
“Podemos concluir, que la evolución puede ser combinada con un plan divino aunque el
proceso de la evolución incluya progreso y fallos, porque no hay motivo para caracterizar el
plan divino como necesariamente lineal y siempre progresivo. Y por otra parte, podemos
añadir que la existencia de sucesos azarosos en la cadena evolutiva es compatible con la
existencia de direccionalidad en la evolución”

.
Objeción metodológica: Entonces, ¿en qué momento y cómo fue que surgió el primer ser
humano?
La siguiente objeción es presentada tanto por creyentes y no-creyentes que exigen al
Evolucionismo Teísta una explicación metodológica sobre el cómo y cuándo fue que surgió
el primer ser humano: ¿Cómo sucedió? ¿Dios infundió el Alma Espiritual a un ser vivo? ¿Lo
infundió en el momento de la concepción en el vientre de la madre de un homínido
no-humano? Entonces, ¿el primer ser humano tuvo padres no-humanos? ¿Cuándo sucedió
esto?
Estas son algunas de las preguntas que ésta objeción presenta.
Lo primero que debemos decir al respecto de este tema es que la respuesta a esta objeción
excede el objetivo del ensayo, ya que el objetivo del mismo fue la defensa razonable de una
compatibilidad entre ciencia y religión, entre la teoría de Darwin y Dios. Objetivo
razonablemente logrado con todo lo expuesto anteriormente.
Lo segundo, daremos una respuesta inferida con todo lo visto durante el ensayo. Sin
embargo, será limitada por no ser el objetivo del mismo. Para ordenar la respuesta a dicha
objeción, habría que discriminar las preguntas principales que son: ¿cuándo y cómo se
originó el primer ser humano? Comencemos a balbucear. ¿Cuándo surgió? Esta pregunta
es propia del campo científico, ya que es el encargado de responder en relación al
espacio-tiempo físico. Sin embargo, la ciencia no sabe muy bien cuándo sucedió. Lo único
que logra deducir es que en un momento de la historia, hace aproximadamente dos millones
de años, comenzó a haber signos de inteligencia, de vida humana: Arte en las cavernas,
cualidad propia de un ser consciente, por ser esto signo de Trascendencia; Herramientas
(lanzas y puntas) que, al no ser útiles en el momento de la fabricación, son hechas con una
cierta previsión de ser útiles en el futuro. La previsión del futuro es un signo propio de un ser
consciente; Es por esto que la ciencia solo tiene una aproximación muy imprecisa del
cuándo sucedió, de la cual podría cambiar rotundamente con futuros descubrimientos.
¿Cómo surgió? Teniendo en cuenta la teoría evolutiva, la ciencia actualmente afirma que el
cuerpo de los homínidos no-humanos, del cual descenderíamos, primero sufrió la
bipedestación (comenzaron a trasladarse en dos patas). Esto les dejó las manos libres lo
cual permitió la adaptación para manipular objetos, cada vez con un mayor desarrollo de
motricidad fina. Especulan que esto permitió un crecimiento cerebral cada vez mayor, el
cual pudo haber sido disposición física necesaria para que el ser de la generación siguiente
pueda poseer consciencia.
Es oportuno recordar que la consciencia no es reducible a la pura materialidad cerebral sino
que es cualidad propia de quién posee un Alma Espiritual, recibida directamente por Dios de
manera natural en la dimensión metafísica del hombre. Es por eso que la evidencia de Arte
en las cavernas y de la invención de herramientas, ya nos grita que la vida humana para
ese entonces existía. Esos seres que inmortalizaban sus dibujos en aquellas cavernas e
inventaban herramientas para protegerse ya poseían Alma Espiritual. El hecho del
surgimiento del primer ser humano es anterior a esas evidencias.
Volviendo a la pregunta, ¿cómo surgió el primer ser humano? De ser cierto el proceso
evolutivo y lo que la ciencia moderna especula sobre el surgimiento del hombre, diremos
desde el campo filosófico: si afirmamos que Dios ha infundido el Alma Espiritual a un ser ya
vivo, digamos adulto o infante, sería un acto sobrenatural, más coherente con el Diseño
Inteligente que con el Teísmo que estamos sosteniendo, que intenta defender un modo
natural en el actuar de Dios.
Es por eso que podemos inferir que el primer ser humano fue hijo de un homínido
no-humano, del cual el salto ontológico (paso de homínido no-humano a ser humano)
depende esencialmente que el hijo (primer hombre), en el vientre de la madre, al momento
de la concepción, recibió de parte de Dios un Alma Espiritual que los padres no poseían.
Entonces, ¿cuándo recibió el Alma Espiritual? En el vientre de su madre, en el momento de
la concepción, al comienzo de su existencia. Por lo tanto, ¿el ser humano descendería de
un ser que no era ser humano? Siguiendo la inferencia, responderíamos que sí.
Igualmente, puedo entender que la respuesta anterior podría hacernos mucho ruido porque
podemos preguntarnos: “¿Cómo puede ser que Dios haya actuado así, pudiendo actuar de
otra manera: tal vez, más simple o más comprensible para nosotros?” Sin embargo,
yéndonos a la Teología: ¿No es Dios aquel que generalmente hace las cosas de maneras
en las que nosotros jamás hubiésemos pensado? ¿No es Él el que para traernos la
Salvación, siendo Dios se hizo hombre, asumiendo nuestras miserias, yendo en contra de
toda lógica humana? ¿No es aquel que nos enseña a Amar a nuestros enemigos, cuando
pensamos en odiarlos? ¿A poner la otra mejilla, cuando pensamos en devolver el golpe? ¿A
morir para vivir, cuando queremos ganar la vida sin donarnos? ¿No es Él que siendo rico se
hizo pobre para enriquecernos con su pobreza? ¿A dar para recibir, cuando sólo queremos
que nos den? ¿A ser servidor de nuestros hermanos, cuando sólo buscamos que nos
sirvan? ¿A dejar todo para recibirlo todo, cuando no queremos renunciar a nada? Acaso,
este Dios que rompe con todos nuestros esquemas de actuar y que rompe con todos los
moldes en los que queremos hacer que encaje su modo de proceder, ¿no es el mismo Dios
de la evolución (si es que ésta fuese verdad)?
Así como dispuso a un pueblo elegido para que vaya, progresivamente, conociéndolo hasta
el culmen de Revelarse en Su Hijo Único. Tal vez, ¿no pudo haber dispuesto la materia para
que vaya transformándose, según su plan divino, y así en un momento infundirle el Espíritu,
para llegar al culmen de su creación: el ser humano, “única criatura en la tierra a la que Dios
ha amado por sí misma”? Dejaré que la respondas vos…
Esta inferencia filosófica basada en la especulación científica sobre el origen del hombre,
seguramente despierte más preguntas que respuestas, y está bien que así sea. Debemos
admitir que la respuesta a esta objeción sigue siendo desconocida y seguramente muchos
de los aspectos mencionados siempre lo serán. Sin embargo, no encontramos contradicción
en lo planteado.
Dejemos esta objeción de lado y volvamos a la tesis inicial: En ella notaremos que a través
del Evolucionismo Teísta podemos encontrar una armonía entre ciencia y religión. El ensayo
logra su objetivo: el creyente que adopta el Evolucionismo Teísta puede adorar a Dios tanto
en la Santa Misa como en el laboratorio, en el servicio al Prójimo como en el observatorio
astronómico porque sabe bien que el Dios en el que cree, es el Dios de la
ciencia.

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