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REVISTA DE CRÍTICA POÉTICA
Iª época nº 1 2007
PUERTO, nº 1 (2007)
Revista de crítica poética
E-mail: Revista_Puerto@hotmail.com
http://revistapuerto.blogspot.com
ISSN: 1886-3043
Depósito Legal: SE-5945-05
REVISTA DE CRÍTICA POÉTICA
Iª época nº 1 2007
Flota de amarre
Muelle de carga
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le llevan a esa región donde aún no se aboca a la pérdida, el tiempo que
había producido el sesgamiento, la devora a sus criaturas y las consume
ruptura entre la conciencia y el hasta depositarlas en la mudez irrevo-
mundo. Estoy convencido de que toda cable del olvido. Es, el de Vaquerizo,
poesía verdadera es fundamentalmen- un verbo contundente, vigoroso, pero
te elegíaca; si a veces se demora en la enormemente dúctil y carnal, sin
plenitud del instante para celebrarlo dejar nunca de ser melodioso. Al aso-
es justamente porque reconoce su marse a este poemario, el lector avan-
intrínseca labilidad. Es elegíaca en za hasta adentrarse en la pulpa del
tanto que la palabra siempre apunta a devenir. El libro se articula en siete
otra cosa, a algo más allá o más acá de secciones, que discurren una tras otra
sí misma, pero recóndito y distante hasta cerrar un círculo armonioso. La
que se nos descubre como carencia. primera de ellas, “Orígenes”, nos
De ahí su carácter intrínsecamente interna en la ilusión genésica de lo
simbólico. primordial, del tiempo sin tiempo
En Fiera venganza del tiempo, donde brotan los mitos. Al cabo los
Carlos Vaquerizo nos ofrece un mo- hombres somos puro devenir, porque
delo emblemático de cuanto llevo di- tenemos conciencia del discurrir de
cho. Ya el título del poemario (tomado, las horas en nuestra piel, porque
por cierto, de “Esta noche me embo- registramos parsimoniosamente el
rracho”, un tango de Carlos Gardel) es fluir de los instantes en el pálpito
suficientemente ilustrativo. Es este el abierto de nuestra sangre. Desde el
primer poemario publicado por Carlos remoto Heráclito de Éfeso, los poetas
Vaquerizo, y lo hace envuelto en la han subrayado el carácter transitorio y
aureola de haber obtenido el presti- versátil de nuestra naturaleza. La
gioso Premio “Adonais” en la convo- poesía, que bebe en los mismos man-
catoria del año 2005. Carlos Vaquerizo tiales del mito, como dijera Paul
es andaluz de Sevilla; pertenece a una Ricoeur, “da que pensar”. Tal vez sea
tierra luminosa y sensual donde las la poesía la manifestación más fide-
haya, un inagotable venero lírico. El digna del acontecer humano; la poesía
andaluz es persona proclive a lo ele- que siente y que piensa, pues que en
gíaco (a lo poético) y ello es ya mani- ella razón y emoción se confunden.
fiesto en el título de la obra que ahora Desde el Romanticismo inaugurado
comentamos. En Fiera venganza del por Johann Gottfried Herder hasta el
tiempo el devenir nos muestras sus momento actual (¿hemos, acaso,
múltiples facetas, su naturaleza pro- dejado de ser románticos?) hemos
teica. Es este el tiempo del origen, el sabido que el arte (Schopenhauer,
tiempo de la maravilla, el de los ojos Nietzsche, Zambrano…) y en especial
sorprendidos que confirman la reali- la poesía (y no la metafísica ni la cien-
dad, pero es también el tiempo que se cia) es la forma más rigurosa del pensar.
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“En el principio la bondad del que la poesía es gnosis, desciframien-
ser”, leemos en el verso que principia to, desnudamiento de lo que se
el poemario, y continúa: “la voluntad encuentra anudado: “El movimiento
del ser sobre las dudas”. Vaquerizo, todo es retroceso / deseo sin regreso
como poeta verdadero que es, sacrali- hacia el origen” [17]; el alma se sabe
za lo primigenio, lo personifica iden- vástago de una edad pretérita a la que
tificando ser y bien. Somos productos se vuelve y, que como Moisés, no
del Ser, metamorfosis, máscaras del logra alcanzar sino mediante la argu-
Ser. Reconocemos aquí una suerte de cia de los signos. La poesía se nutre
monismo lírico que se reúne la varie- de la infancia, y aún de más atrás,
dad de las cosas existentes en el ger- como sugiriera Georg Groddeck. Para
men único de donde surgieron. Es el poeta lo real es real cuando se nom-
puro inicio pero, asimismo, potencia bra, cuando es consagrado por la
insofocable de posibilidades inusita- fuerza epifánica que reside en la voz.
das. “Para existir no hay más razón Hágase, suelen decir los dioses, y la
que el sueño”, en este verso contun- realidad aparece.
dente nos encontramos in nuce el En la sección tercera, “Infancia”,
tema que habrá de desarrollarse en el se asiste al paulatino desarrollo de la
resto del poemario; verso éste en ver- conciencia-mundo. El tiempo se
dad pleno de belleza y de sentido. Los ensancha y la conciencia madura del
elementos -lluvia, fuego, aire…- se poeta repta “hacia la luz” [22], gravi-
concilian y en su agitación se inicia el ta hacia el deslumbramiento, hasta la
Pleroma, la larga cadena del ser. inicial confusión entre el alma y el
“La herencia” es el título de la mundo… aspirando a alcanzar “la
sección segunda. Todo cuanto paula- forma de aquel niño” [29] que fue. El
tinamente va emergiendo es herencia. poeta francés, Jean Tardieu, escribió
Todos somos herederos, “(…) prolon- en unos versos imponentes, que era:
gaciones de otros seres y cosas” [15], “Un hombre que simula envejecer /
frutos de esas potencias contrarias aprisionado en su infancia”. El filóso-
que son la luz y la tiniebla: “proyecta- fo y el poeta coinciden en esto (y en
mos su luz, pero también lo oscuro”, mucho más), de ahí que ya desde los
se lee en el mismo poema. La palabra, románticos carece de sentido separar
el sonido, el símbolo, se desovilla Filosofía de Poesía. Como a Odiseo, a
para rescatar lo originario (“el camino los humanos nos reclaman melodías
devuelve a las raíces” [17]). La made- anteriores, que nos urgen regresar al
ja de Ariadna se despliega y en su hilo corazón del laberinto, al informe
se urden los hombres en el vaivén de núcleo de los mundos, hasta dar en las
la pasión y el logos, de Apolo y de fauces de Minotauro.
Dioniso… Carlos Vaquerizo conoce, Fiera venganza del tiempo va
lo sugerimos antes con otras palabras, jalonando una fase tras otra para asis-
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tir, gozosamente (hegelianamente El tiempo en travesía es la sec-
también), al desarrollo del ser, del ción quinta. El poeta se reconoce
espíritu, de la conciencia. La sección ahora viajero, peregrino. Carga sobre
siguiente se titula “La belleza”. Lo sus hombros el bagaje de la experien-
bello, con su enigma de esfinge, como cia de lo terrible que le ha sido reve-
sentenciara Rilke (un referente funda- lado en la belleza. Es este el cami-
mental en Vaquerizo), es “el inicio de nante nietzscheano, y también es su
lo terrible”. La belleza emerge, cierta- sombra. Todos somos romeros (“ser
mente, desde la conciencia de esci- en la vida romero, sólo romero”,
sión que nos encara a lo otro, a lo cantó León Felipe) que deambulamos
ajeno que amenaza confundirnos, por la trama de senderos que se des-
para regresarnos a aquel estado primi- pliegan ante nuestros pasos: “Camina
tivo que añoramos y a la vez tememos imperceptible, como gota / de nieve
porque nos abole. Con rotunda exac- salpicando en la blancura” [50]. Ante
titud lírica lo expresa Carlos la mirada del viajero van desfilando
Vaquerizo cuando dice: “mientras miríadas de seres: árboles, aves,
sientes que dejas de existir” [35]. Ese nubes… Caminar no es un mero pase-
estado suspenso, de abandono, de ar (“Si eres un hombre libre, entonces
comunión (adermia me gusta a mí estás listo para echar a andar”, escri-
decir) donde la piel parece diluirse: bió Thoreau), es más, también es un
“Acuíferos y aves translúcidas me demorarse, un hermanarse con cuanto
habitan” [37]. Y, brevemente, nos es nos encontramos en nuestra andadura.
posible ser sólo mundo y un esca- En Psique y el tiempo, la sección
lofrío nos desvela nuestra fragilidad, penúltima, discurrimos por los rega-
y nos sabemos formas inermes, vila- tos de la conciencia. Porque más que
nos que se sostienen en la brisa, y se cuerpo somos conciencia, memoria,
deshacen; y nos aferramos a una pala- un yo que diría Descartes, pero ese yo
bra, a “un verso que nos descifre el no es sólo el yo lógico (tampoco lo
mundo” [38]. Más adelante nos topa- consideró así el pensador francés)
mos con estos dos reveladores versos: sino, sobre todo, emotivo y, aún más,
“La tibia lentitud con que se abre / la inconsciente (o semi-inconsciente),
herida de lo hermoso”[43]. El ende- como aquel otro yo becqueriano que
casílabo y el heptasílabo nos sitúan en habitaba entre las brumas de la vigilia
la entraña más profunda del poeta que y el sueño. Al final, nuestra sustancia
es Carlos Vaquerizo; “la herida de lo se nos descubre sueño: “Desciendo
hermoso”, como aquella otra herida, hasta el sendero más íntimo del
“luminosa”, de la que hablara aquel sueño”, escribe Carlos Vaquerizo en
otro imponente poeta que fue Josep el poema “Regresión”; descenso
Maria Sagarra. hasta el territorio inextenso e incons-
ciente, en donde se genera nuestra
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conciencia. “Regresión. Regresión. En la poesía de Carlos Vaquerizo
Solamente raíces”. Se vuelve así hay un aliento intenso, una visión
urgente la vuelta por los caminos íntima del universo, que a veces
informes de la conciencia, por ese río recuerda a la poesía presocrática grie-
amniótico que desemboca en el mar ga. Imposible dejar de recordar los
del sueño, en el rutilar onírico de sus versos axiomáticos de Empédocles de
espejeos (“Se vuelca el tiempo en el Agrigento. Le asiste a Carlos idéntica
espejo” [67]). No es anecdótico que certidumbre que al poeta siciliano, la
un poema de esta sección se titule de que todo cuanto existe proviene de
“Soñada vigilia” y otro “Canción una partícula inicial y que la multitud
órfica” (¿No desandó Orfeo el dédalo de seres que de ella brotaron a ella
de las sombras hasta tornarse sombra han de regresar; el principio es el fin:
él también?). En el poema “Reden- “Todo se deteriora y todo nace”,
ción” nos encontramos con este escribe Carlos Vaquerizo en el poema
imponente y bellísimo endecasílabo: “A modo final”. Sin esta rara conjun-
“Se derrama la arena de una flor”. ción entre sentimiento y pensamiento,
Fiera venganza del tiempo con- entre imagen y concepto, entre sueño
cluye en Eros. Todos los caminos y vigilia, no existiría la poesía.
parecen desembocar en ese enorme
océano que es el amor. El amor es MIGUEL FLORIÁN
mundo desanudado, es esfinge desci-
frada y abolida… En la amada el
amante se completa; no en vano es
ella uno de los disfraces de la madre
primordial (Démeter, Cibeles,
Isis….), de la materia (madre) inau-
gural de donde partió el viajero (“De
la madre a la madre; no llegamos a
ninguna parte. Y todo el peregrinaje
tiene lugar en la madre”, Norman O.
Brown). El poema que inicia esta últi-
ma sección es “Amada” donde lee-
mos estos tres versos, contenidos y
reveladores: “Estás aquí. / Elemental./
Tus manos bastan”. En el amor,
decíamos, todo confluye; en él se
reúne (símbolo) cuanto se disgregó
como en el andrógino platónico, y
que ahora se esfuerza por reintegrase
en si unidad primigenia.
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Muelle de carga
J.G.G.
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No tengo ruiseñores Mar de Praga
en el dedo José Luis García
Eduardo Chirinos Herrera
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J.G.G.
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Bazar
Ritual
de circunstancias
(1968-2003)
Rafael Alcalá
Francisco Peralto