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 CONSTELACIONES LITERARIAS .................................................. PÁGS.

1-3

 TEORÍA LITERARIA ..................................................... PÁGS. 4-141

 TEXTOS DE LA LITERATURA UNIVERSAL…………………PÁGS. 142-231

 TRABAJOS OBLIGATORIOS……………………………………PÁGS. 232-243

 AUTORES DESTACADOS (ANEXO I)……………………….. PÁGS. 244-306


CONSTELACIONES DE LITERATURA UNIVERSAL

BLOQUE 1

1. IDENTIDADES PLURALES, DIVERSAS, MESTIZAS:


https://sites.google.com/view/constelaciones-
literarias/literatura-universal/identidades
2. IDENTIDADES ASESINAS, DE AMIN MAALOUF:
https://sites.google.com/view/constelaciones-
literarias/literatura-universal/identidades/identidades-asesinas
3. LEER TEXTO 1
4. EL PELIGRO DE LA HISTORIA ÚNICA, DE Chimamanda Ngozi
Adichie. https://sites.google.com/view/constelaciones-
literarias/literatura-universal/identidades/el-peligro-de-la-
historia-%C3%BAnica
5. TAREA: HACER FOTOLIBRO

BLOQUE 2

1. MAHABHARATA:
https://sites.google.com/view/mitosdeaquiydealla/mahabh%C3%A1
rata

1
BLOQUE 3

1. LA BIBLIA: https://sites.google.com/view/mitosdeaquiydealla/la-
biblia
2. TEXTO: EL SACRIFICIO DE ISAAC: ANTES DE LA LECTURA/
DESPUÉS DE LA LECTURA (2, 3.2)

BLOQUE 4

1. APROXIMACIÓN A LOS CLÁSICOS:


2. MITOLOGÍA GRECOLATINA:
https://sites.google.com/view/constelaciones-
literarias/literatura-universal/aproximaci%C3%B3n-a-los-
cl%C3%A1sicos-mapas-y-g%C3%A9neros/mitolog%C3%ADa-
grecolatina
3. MITOS DE AQUÍ Y DE ALLÁ:
https://sites.google.com/view/mitosdeaquiydealla
4. MITOLOGÍA GRIEGA:
https://sites.google.com/view/mitosdeaquiydealla/mitolog%C3%AD
a-griega
5. ACTIVIDADES: ANTES DE LA LECTURA/ DESPUÉS DE LA
LECTURA (2,4,5)
6. TAREA: RECREACIÓN PERSONAL DE UN MITO.

BLOQUE 5

1. EL TEATRO DE SHAKESPEARE:
https://sites.google.com/view/constelaciones-
literarias/literatura-universal/aproximaci%C3%B3n-a-los-
cl%C3%A1sicos-mapas-y-g%C3%A9neros/el-teatro-de-
shakespeare

(ver solo la teoría del principio)

2
BLOQUE 6

1. MUJERES Y LITERATURA:
https://sites.google.com/view/encerradas-
mujeresyliteratura/encerradas
2. TAREA A Y B: hacer un monólogo individual con algunas de las
escritoras de la literatura universal: https://academiaplay.es/30-
grandes-escritoras/

3
4
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858235 35 25358.
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529562942858 35 55/925
466 35465 35%942869986942942
9932359 29359595 85 5 58454
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56385 23285284542893 26.
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96869 969429232
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8235359$ 2925364 46228 4642942 26932669595 293694059
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4598599 22953562996234542359,1.658959,7.
58235 3598629 5635426623859635
123454236 75896

58235 3593253566232638596352369 5 69


588
5
945382353593253526353 2935 622 58!95
123454236 75896

22628294642858235354295336885 293646642846556
53523295369 66535 632 4235425452 2869269282269

829464285823535 69636 5 55"63 55454426 23692 28853


42869429
123454236 75896

66 42 85 5635 6 85 823535 92 4295336885 85 2 29 85


55454426 23692 2885342869429535 632 423869

5823535 62 2 545223 6 856854285652 2922932


123454236 75896

58235352925822 232856 545 6 85963563862 69


233 6 6238532584546854285652 2922932 5635
4223545

529335"858235 695"45 5653 6 2 54286296699#86 66


2352942 5962454
123454236 75896

6
01234566891 1618686892882846 44 89

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91816 98 824648 44821689691188 898
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46 464119466126419864160154698123456
  16924413 42468,1411691111
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19188591765 55 7155195316585 4  71765594 5
85 81747547175357817 84 571176878917951785 817
1974575195986157598 45575811555983 1615471

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TÓPICOS LITERARIOS

AMOR POST MORTEM (Amor más allá de la muerte):

Carácter eterno del amor, sentimiento que perdura después de la muerte física.

AMOR BONUS (Amor bueno):

Carácter positivo del amor espiritual.

AMOR FERUS (Amor salvaje):

Carácter negativo del amor físico, de la pasión sexual.

AMOR MIXTUS (Amor mixto):

Carácter complejo del amor físico y espiritual, cuando se dan conjuntamente.

BEATUS ILLE (Dichoso aquel):

Elogio de la vida campesina, rural, frente al ajetreo urbano y cortesano.

CARPE DIEM (Goza de este día):

Invitación al goce de los años de juventud (= día) y al aprovechamiento del


momento, antes de que el inevitable paso del tiempo nos conduzca a la vejez y a la
muerte.

Vid. Collige, virgo rosas y Fugit irreparabile tempus

COLLIGE, VIRGO, ROSAS (Coge, virgen, las rosas ...):

Carácter irrecuperable de la juventud y la belleza: invitación a gozar del amor


(simbolizado en la rosa) antes de que el tiempo robe nuestros mejores años.

Vid. Carpe Diem

CONTEMPTUS MUNDI (Desprecio del mundo):

Menosprecio del mundo y de la vida terrena que no son otra cosa que un valle de
lágrimas y de dolor.

DESCRIPTIO PUELLAE (Descripción de la joven):

Descripción física enumerativa-gradativa de una joven siguiendo un orden


descendente: cabeza, cuello, manos...

DUM VIVIMUS, VIVAMUS (Mientras vivimos, vivamos):

Concepción de la vida humana como algo pasajero e irrenunciable con la


consiguiente invitación a su goce y disfrute.

1 10
FUGIT IRREPARABILE TEMPUS (El tiempo pasa irremediablemente):

Carácter irrecuperable del tiempo vivido: evocación de la condición fugaz de la vida


humana.

FUROR AMORIS (El amor apasionado):

Concepción del amor como una enfermedad que niega todo poder a la razón.

HOMO VIATOR (El hombre viajero):

Carácter itinerante del vivir humano, considerada la existencia como "camino",


viaje o peregrinación.

Vid. Peregrinatio vitae

IGNIS AMORIS (El fuego del amor):

Concepción del amor como fuego interior.

LOCUS AMOENUS (Lugar agradable):

Carácter mítico del paisaje ideal, descrito bucólicamente a través de sus diversos
componentes (prado, arroyo, árbol...) y relacionado, casi siempre, con el
sentimiento amoroso.

MEMENTO MORI (Recuerda que has de morir):

Carácter cierto de la muerte como fin de la vida: advertencia aleccionadora.

MILITIA EST VITA HOMINIS SUPER TERRA (La vida de los hombres sobre la
tierra es lucha):

Carácter bélico de la vida humana, entendida como campo de batalla en el que se


desarrolla una continua lucha frente a todo: los hombres, la sociedad, el destino...

MILITIA SPECIES AMOR EST (El amor es un tipo de lucha):

Carácter bélico del sentimiento amoroso, visto como contienda o enfrentamiento


entre dos adversarios: los enamorados.

OMNIA MORS AEQUAT (La muerte iguala a todos):

Carácter igualitario de la muerte que, en su poder, no discrimina a sus víctimas ni


respeta jerarquías.

OCULOS SICARII (Ojos homicidas):

Carácter simbólicamente asesino de la mirada.

2 11
PEREGRINATIO VITAE (El viaje de la vida):

Carácter pasajero de la vida humana, entendida como "camino" que el hombre


debe recorrer.

Vid. Homo viator

QUOMODO FABULA, SIC VITA (Así como el teatro es la vida):

Carácter representativo de la vida humana: dramatización única e irrepetible de


nuestra existencia.

Vid. Vita-theatrum

QUOTIDIE MORIMUR (Morimos casa día):

Carácter determinante del tiempo en la vida humana, considerada como "camino"


que debe recorrerse hacia su meta: la muerte.

Según ello, cada momento de nuestra existencia es un paso hacia la muerte.

RECUSATIO (Rechazo):

Rechazo de valores y actitudes ajenas.

RELIGIO AMORIS (Culto al amor):

Carácter alienante del sentimiento amoroso, presentado como una enfermedad o


servidumbre de la que el hombre debe liberarse.

RUIT HORA (El tiempo corre):

Carácter efímero del tiempo y, por extensión, de la vida, que nos precipita hacia la
muerte irremediablemente.

SIC TRANSIIT GLORIA MUNDI (Así pasa la gloria mundana):

Carácter pasajero de la fortuna o reputación humana, condenada a verse


arrastrada por la muerte.

SOMNIUM, IMAGO MORTIS (El sueño, imagen de la muerte):

Carácter de muerte aparente que ofrece el cuerpo humano en actitud de reposo,


cuando el hombre duerme.

THEATRUM MUNDI (El teatro del mundo):

Carácter representativo del mundo y de la vida, entendidos como escenarios


dramáticos en que diversos actores -los hombres- representan los papeles de una
obra ya escrita.

Vid. Vita-theatrum

3 12
UBI SUNT (¿Dónde están?):

Carácter desconocido del más allá, de la otra orilla de la muerte, materializado en


interrogaciones retóricas acerca del destino o paradero de grandes hombres que
han muerto.

VANITAS VANITATIS (Vanidad de vanidades):

Carácter engañoso de las apariencias, que exige el rechazo o renuncia de toda


ambición humana, por considerarla vana.

VARIUM ET MUTABILE SEMPER FEMINA (Variable y mudable, siempre es la


mujer):

Carácter inestable de la mujer, presentada desde una perspectiva misógina como


ser cambiante e indeciso.

VENATUS AMORIS (Caza de amor):

La relación amorosa es presentada como cacería del ser amado.

VITA-MILITIA (La vida como lucha):

Carácter bélico de la existencia humana, entendida como lucha constante frente a


las adversidades y asechanzas externas.

VITA-FLUMEN (La vida como río):

Carácter fluyente de la existencia humana, equiparada a un río que avanza, sin


detenerse, hasta fundirse en el mar, su muerte.

VITA-SOMNIUM (La vida como sueño):

Carácter onírico de la vida humana, entendida como un sueño irreal, una ficción
extraña y pasajera.

VITA-THEATRUM (La vida como teatro):

Carácter representativo de la existencia humana, presentada como dramatización


única e irrepetible del propio papel vital.

Vid. Theatrum mundi y Quomodo fabula, sic vita

4 13
Actividades

Lee los siguientes poemas e identifica el tópico literario. Subraya los versos que te ayudaron a reconocerlo.
Dentro de algún tiempo estarás acabada, Mientras hablamos, huye el envidioso tiempo.
metida en tu casa, haciendo la colada. Aprovecha el día, y no confíes lo más mínimo en el
Nadie te dirá "muñeca, ven conmigo". mañana.
¿Dónde iras cuando no tengas un amigo? CARPE DIEM
COLLIGE, VIRGO, ROSAS
¡Oh campo, oh monte, oh río! Movióla el sitio umbroso, el manso viento,
¡Oh secreto seguro deleitoso! el suave olor de aquel florido suelo.
roto casi el navío, Las aves en el fresco apartamiento
a vuestro almo reposo vio descansar del trabajoso vuelo.
huyo de aqueste mar tempestuoso. LOCUS AMOENUS
BEATUS ILLE
Ved de cuán poco valor son las Se le apagó la luz, tembló
cosas tras que andamos y y no llega la camilla,
corremos, que, en este mundo luché buscando una salida
traidor, aunque primero que para ir a escuchar su corazón
muramos las perdemos. con las manos confundidas
CONTEMPTUS MUNDIS no me mantengo en pie
no llego hasta la niña de mi vida.
AMOR POST MORTEM
“La muerte es algo que no debemos temer porque, Así que no seáis tímidas, aprovechad el tiempo
mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, y mientras podáis, casaos:
nosotros no somos”. pues una vez que hayáis pasado la flor de la vida
MEMENTO MORI puede que esperéis para siempre.
COLLIGE, VIRGO, ROSAS
coged de vuestra alegre primavera "...y no halle cosa en que poner los ojos
el dulce fruto, antes que el tiempo airado que no fuera recuerdo de la muerte"
cubra de nieve la hermosa cumbre. MEMENTO MORI
CARPE DIEM
Pero mientras tanto huye, huye el tiempo ¿Qué se hizo Marilyn?
irremediablemente mientras nos demoramos atrapados Aquellos Beatles de antaño,
por el amor hacia los detalles ¿qué se hicieron?
TEMPUS FUGIT ¿Qué fue de tanto sinfín
de galanes que en un año
nos vendieron?
UBI SUNT?
A veces pienso y quisiera no haber ¡Qué descansada vida
Nacido nunca (por que) la del que huye el mundanal ruïdo
Las penas me hundieron enun mar que y sigue la escondida
Se desborda, y he tragado ya. senda por donde han ido
CONTEMPTUS MUNDIS los pocos sabios que en el mundo han sido!
BEATUS ILLE
Es un bien no estimado, de tal suerte Tantos duques excelentes,
Que todo lo que vale nuestra vida tantos marqueses y condes
Es porque tiene necesaria muerte y barones
OMNIA MORS AEQUAT como vimos tan potentes,
di, Muerte, ¿do los escondes
y traspones?
UBI SUNT?
Corrientes aguas puras, cristalinas, Esos reyes poderosos
árboles que os estáis mirando en ellas, que vemos por escrituras
verde prado de fresca sombra lleno, ya pasadas,
aves que aquí sembráis vuestras querellas, por casos tristes, llorosos,
hiedra que por los árboles caminas, fueron sus buenas venturas
torciendo el paso por su verde seno trastornadas;
LOCUS AMOENUS así que no hay cosa fuerte,
que a papas y emperadores
y prelados,
así los trata la muerte
como a los pobres pastores
de ganados
OMNIA MORS AEQUAT

5 14
Ya has muerto, Despierta mi alma diosa de mi edén,
ya te hemos enterrado, pues sin ella mi espíritu está durmiendo en algún frio lugar.
y mi corazón aquí has dejado destrozado. Allí donde me he hecho tan insensible,
AMOR POST MORTEM pues en tí está la razón de mi sentir.
RELIGIO AMORIS
Ay, amor tu eres mi religión, El tiempo no espera, y nos demoramos
tu eres luz, tu eres mi sol enfrascados en naderias.
abre el corazón, abre el corazón. TEMPUS FUGIT
RELIGIO AMORIS

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LITERATURA INDIA: Panchatantra
Los brahamanes y el león
En cierto pueblo había cuatro brahmanes que eran amigos. Tres habían alcanzado el confín de cuanto los hombres pueden
saber, pero les faltaba cordura. El otro desdeñaba el saber; sólo tenía cordura.
Un día se reunieron. ¿De qué sirven las prendas, dijeron, si no viajamos, si no logramos el favor de los reyes, si no ganamos
dinero? Ante todo, viajaremos.
Pero cuando habían recorrido un trecho, dijo el mayor:
- Uno de nosotros, el cuarto, es un simple, que no tiene más que cordura. Sin el saber, con mera cordura, nadie obtiene el
favor de los reyes. Por consiguiente, no compartiremos con él nuestras ganancias. Que se vuelva a su casa.
El segundo dijo:
- Mi inteligente amigo, careces de sabiduría. Vuelve a tu casa.
El tercero dijo:
- Ésta no es manera de proceder. Desde chicos hemos jugado juntos. Ven, mi noble amigo. Tú tendrás tu parte en nuestras
ganancias.
Siguieron su camino y en un bosque hallaron los huesos de un león. Uno de ellos dijo:
- Buena ocasión para ejercitar nuestros conocimientos. Aquí hay un animal muerto; resucitémoslo.
El primero dijo:
- Sé componer el esqueleto. CUESTIONES
El segundo dijo: 1. ¿Qué enseñanza pretende transmitir este relato?
- Puedo suministrar la piel, la carne y la sangre. 2. ¿En qué crees que se parece a una fábula?
El tercero dijo:
- Puedo darle vida.
El primero compuso el esqueleto, el segundo suministró la piel, la carne y la sangre. El tercero se disponía a infundir la vida,
cuando el hombre cuerdo observó:
- Es un león. Si lo resucitan, nos va a matar a todos.
- Eres muy simple -dijo el otro-. No seré yo el que frustre la labor de la sabiduría.
- En tal caso -respondió el hombre cuerdo- aguarda que me suba a este árbol.
Cuando lo hubo hecho, resucitaron al león; éste se levantó y mató a los tres. El hombre cuerdo esperó que se alejara el león,
para bajar del árbol y volver a su casa.

LITERATURA MESOPOTÁMICA: Código de Hammurabi


195: Si un hijo golpea a su padre, se le amputará la mano.
196: Si un señor destruye el ojo de otro, se destruirá su ojo.
197: Si rompe el hueso de otro, se le romperá su hueso.
198: Si un señor destruye el ojo de un plebeyo o le rompe un hueso, pagará una mina de plata (unos 500 gr.)
199: Si un señor o un plebeyo destruye el ojo o rompe el hueso de un esclavo, pagará a su dueño la mitad de su valor.
200: Si un señor desprende de un golpe un diente de otro señor, se le desprenderá de un golpe uno de sus dientes.
201: Si el diente desprendido pertenece a un plebeyo, pagará un tercio de mina de plata.
202: Si un plebeyo golpea la mejilla de un señor, será azotado en la asamblea sesenta veces con un látigo de cola de buey.
203: Si un señor golpea la mejilla de un plebeyo, pagará una mina de plata.
214: Si un hombre desea divorciarse de su mujer, le devolverá la dote y después puede divorciarse.
215: Si una mujer desea divorciarse, el consejo de su ciudad abrirá una investigación, y, si no se le halla ninguna falta, podrá
coger su dote e irse a casa de su padre.
216: Si no fue cuidadosa, sino callejera, por lo cual descuidó su casa, se arrojará a esa mujer al río atada a un peso.

CUESTIONES
3. Como ves, las penas y castigos previstos son muy severos. Sin embargo, el hecho de que las
leyes estuvieran escritas supuso un gran avance para la sociedad. ¿Por qué?
4. ¿Crees que todos los ciudadanos eran iguales ante la ley? Pon ejemplos.
5. ¿Cuál era la situación de la mujer con respecto al hombre?
1
143
LITERATURA CHINA: El arte de la guerra. SUN TZU
El supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar.
El desorden llega del orden, la cobardía surge del valor, la debilidad brota de la fuerza.
Las armas son instrumentos fatales que solamente deben ser utilizadas cuando no hay otra alternativa.
Los guerreros victoriosos primero ganan y después van a la guerra, mientras que los guerreros vencidos primero van a la
guerra y después buscan ganar.
Si haces que los adversarios no sepan el lugar y la fecha de la batalla, siempre puedes vencer.
Sólo cuando conoces cada detalle de la condición del terreno puedes maniobrar y luchar.
Aparenta inferioridad y estimula su arrogancia.
Nunca se debe atacar por cólera y con prisas. Es aconsejable tomarse tiempo en la planificación y coordinación del plan.
Que la velocidad sea la del viento, y el ser compacto como lo es un bosque.
El combatiente inteligente impone su voluntad en su enemigo, pero no permite que la voluntad de su enemigo le sea
impuesta.
El que sabe cuándo puede volar y cuándo no, será victorioso.
La rapidez es la esencia de la guerra.
Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo y podrás pelear en cien batallas sin un desastre.
No hay ejemplo de una nación que se beneficie de la guerra prolongada.
Pelear y conquistar en todas las batallas no es la suprema excelencia; la suprema excelencia consiste en romper la
resistencia del enemigo sin luchar.
No se puede obtener la verdad de los espías sin sutileza.
Las operaciones secretas son esenciales en la guerra; a través de ellas se basa el ejército para hacer todos sus
movimientos.

CUESTIONES
6. ¿Crees que estas frases de Sun Tzu tienen valor en la actualidad? Pon algún ejemplo.
7. Resume en cinco palabras las enseñanzas que quieren transmitir.

LITERATURA EGIPCIA: Himno a Atón


Apareces henchido de belleza en el horizonte del cielo,
Disco viviente, que das comienzo a la Vida.
Al alzarte sobre el horizonte de Levante
llenas los países con tu perfección.
Eres hermoso, grande, brillante, alto por sobre tu Universo.
Tus rayos cubren los países hasta el confín de lo que creaste.
Porque eres el Sol, los has conquistado hasta sus confines
y los sujetas para tu Hijo al que amas.
Por lejos que estés, tus rayos tocan la Tierra.
Estás ante nuestros ojos, pero Tu camino sigue siéndonos ignoto.
Cuando te ocultas en el horizonte de Poniente
el Universo se sumerge en las tinieblas y queda como muerto.
Los hombres duermen en sus moradas con la cabeza tapada
y ninguno puede ver a su hermano...
El mundo yace en silencio.
Es que Su Creador reposa tras el horizonte.
Pero, al alba, desde que te alzas en el horizonte CUESTIONES
y brillas, Disco del Sol, durante el día, 8. ¿A qué género literario pertenece este texto?
expulsas a las tinieblas e irradias tus rayos. 9. ¿Cuál es su tema e intención?
Entonces, el Doble País es una fiesta...
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LA BIBLIA: Génesis (1, 1-31 y 2, 1-3)
“La creación”
Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era soledad y caos y las tinieblas cubrían el abismo, pero el
espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas. Entonces dijo Dios: "Haya luz", y hubo luz. Vio Dios que la luz era
buena, y la separó de las tinieblas, y llamó a la luz día y a las tinieblas noche. Hubo así tarde y mañana: Día
primero.
Después dijo Dios: "Haya un firmamento entre las aguas, que separe las unas de las otras", y fue así. E hizo
Dios hizo el firmamento, separando por medio de él las aguas que hay debajo de las que hay sobre él. Y
llamó Dios al firmamento cielo. De nuevo hubo tarde y mañana: Día segundo.
Dijo luego Dios: "Reúnanse en un solo lugar las aguas inferiores y aparezca lo seco", y fue así. Dios llamó a
lo seco tierra y a la masa de las aguas llamó mares. Y Vio Dios que esto era bueno.
Dijo después Dios: "Produzca la tierra vegetación: plantas con semilla de su especie y árboles frutales que
den sobre la tierra frutos que contengan la semilla de su especie". Y fue así. La tierra produjo vegetación:
plantas con semilla de su especie y árboles frutales que contienen la semilla propia de su especie. Vio Dios
que esto era bueno. Hubo de nuevo tarde y mañana: Día tercero.
Después dijo Dios: "Haya luminares en el firmamento que separen el día de la noche, sirvan de signos para
distinguir las estaciones, los días y los años y luzcan en el firmamento del cielo para iluminar la tierra". Y fue
así. Hizo, pues, Dios dos luminares grandes, el mayor para gobierno del día, y el menor para gobierno de la
noche, y las estrellas.
Los colocó Dios en el firmamento del cielo para iluminar la tierra, regular el día y la noche y separar la luz
de las tinieblas. Y vio Dios que esto era bueno. Hubo de nuevo tarde y mañana: Día cuarto.
Después Dios dijo: "Pulule en las aguas un hormigueo de seres vivientes y revoloteen las aves por encima
de la tierra y cara al firmamento del cielo". Dios creó los grandes animales acuáticos y todos los seres
vivientes que se mueven y pululan en las aguas según su especie y el mundo volátil según su especie. Y vio
Dios que esto era bueno. Y Dios los bendijo diciendo: "Creced y multiplicaos y llenad las aguas del mar y
multiplíquense las aves sobre la tierra". Hubo de nuevo tarde y mañana: Día quinto.
Después dijo Dios: "Produzca la tierra animales vivientes según su especie: ganados, reptiles y bestias
salvajes según su especie". Y fue así. Hizo, pues, Dios las bestias de la tierra, los ganados y los reptiles
campestres, cada uno según su especie. Y vio Dios que esto era bueno.
Después dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra propia semejanza. Domine sobre
los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre las fieras campestres y sobre los
reptiles de la tierra". Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó, macho y hembra los creó.
Y Dios los bendijo diciendo: "Sed prolíficos y multiplicaos, poblad la tierra y sometedla; dominad sobre los
peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre cuantos animales se mueven sobre la tierra". Y añadió: "Yo
os doy toda planta sementífera sobre toda la superficie de la tierra y todo árbol que da fruto conteniendo
simiente en sí. Ello será vuestra comida. A todos los animales campestres, a las aves del cielo y a todo
cuanto se mueve sobre la tierra con ánima viviente yo doy para comida todo herbaje verde". Y fue así. Vio
Dios todo lo que había hecho y he aquí que todo era bueno. De nuevo hubo tarde y mañana: Día sexto.
Así fueron acabados el cielo y la tierra y todos sus elementos. Dios dio por terminada su obra el séptimo
día, y en este día descansó de toda su obra. Dios bendijo el día séptimo y lo santificó, porque en él había
descansado de toda la obra de su actividad creadora.

CUESTIONES
1. Señala las estructuras paralelísticas que emplea el texto.
2. Comenta la ordenación de los hechos que se narran el relato.
3. ¿Qué intención tiene este texto? ¿Por qué ha sido incluido en la Biblia?
4. Averigua qué es lo que crea Dios en el capítulo 2 del Génesis.
5. Explica por qué según la religión cristiana, el domingo es día festivo.

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145
Génesis. CRUMB, Robert. La Cúpula, 2009

2
146
CUESTIONES
3. ¿Qué te llama más la atención de los dibujos de Robert Crumb?
4. ¿Crees que se reproduce fielmente el texto del Génesis?
5. ¿Qué parte de estas páginas tiene los dibujos más abstractos?

LA BIBLIA: Cantar de los Cantares (5, 2-6)


Os conjuro, muchachas de Jerusalén. sus labios son lirios
Si encontráis a mi amado, que destilan mirra;
¿qué vais a contarle? sus brazos torneados en oro,
Que estoy enferma de amor […] incrustados de topacios;
Mi amado es entre rubio y moreno su vientre de marfil pulido
y descuella entre millares. con venzas de zafiros;
de oro macizo su cabeza; sus piernas, columnas de mármol
su melena, racimos de palmera; apoyadas en plintos de oro;
sus ojos, dos palomas su figura, como el cedro
junto a la acequia, más esbelto del Líbano;
bañadas en leche, su paladar dulcísimo.
posadas junto a la alberca; Todo en él es deseable.
sus mejillas, bancales de aromas, Así es mi amado, mi querido,
setos de perfumes; muchachas de Jerusalén.

CUESTIONES
6. ¿A qué poemas mozárabes recuerda este fragmento del Cantar de los Cantares?
7. Identifica al menos tres metáforas del poema y di qué valor tienen.
8. ¿Quién es la voz poética? ¿A quién se dirige? ¿Qué pretende? 3
147
CUESTIONES
LA BIBLIA: Cantar de los Cantares (4, 1-6) 9. Todo el poema tiene la misma estructura
con un mismo recurso literario. ¿Cuál?
He aquí que tú eres hermosa, amada mía,
10. Identifica al menos dos imágenes
he aquí que tú eres hermosa; referidas a elementos cromáticos.
tus ojos entre tus guedejas como de paloma, 11. ¿Quién es la voz poética? ¿A quién se
dirige? ¿Qué pretende?
tus cabellos como manada de cabras
que se recuestan en las laderas de Galaad.
Tus dientes como manadas de ovejas trasquiladas,
que suben del lavadero,
todas con crías gemelas,
y ninguna entre ellas estéril.
Tus labios como hilo de grana,
y tu habla hermosa.
Tus mejillas, como cachos de granada detrás de tu velo.
Tu cuello, como la torre de David, edificada para armería:
mil escudos están colgados en ella,
todos escudos de valientes.
Tus dos pechos, como gemelos de gacela,
que se apacientan entre lirios.
Toda tú eres hermosa, amada mía, CUESTIONES
y en ti no hay mancha. 12. ¿Qué ocurre cuando se rompe cada sello?
13. ¿Quién es el narrador de este fragmento?
14. ¿Quién es el único que puede romper los sellos?
LA BIBLIA: Apocalipsis (5 y 6, 1-8)
Vi también en la mano derecha del que está sentado en el trono un libro, escrito por el anverso y el reverso, sellado con
siete sellos. Y vi a un Ángel poderoso que proclamaba con fuerte voz: «¿Quién es digno de abrir el libro y soltar sus sellos?»
Pero nadie era capaz, ni en el cielo ni en la tierra ni bajo tierra, de abrir el libro ni de leerlo. Y yo lloraba mucho porque no se
había encontrado a nadie digno de abrir el libro ni de leerlo. Pero uno de los Ancianos me dice: «No llores; mira, ha
triunfado el León de la tribu de Judá, el retoño de David; él podrá abrir el libro y sus siete sellos.»
Entonces vi, de pie en medio del trono y de los cuatro Vivientes y de los Ancianos, un Cordero, como degollado; tenía siete
cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios, enviados a toda la tierra. Y se acercó y tomó el libro de la mano
derecha del que está sentado en el trono. Cuando lo tomó, los cuatro Vivientes y los veinticuatro Ancianos se postraron
delante del Cordero. Tenía cada uno una cítara y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos. Y
cantan un cántico nuevo diciendo: «Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos porque fuiste degollado y compraste para
Dios con tu sangre hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un Reino de
Sacerdotes, y reinan sobre la tierra.»
Y en la visión oí la voz de una multitud de Ángeles alrededor del trono, de los Vivientes y de los Ancianos. Su número era
miríadas de miríadas y millares de millares, y decían con fuerte voz: «Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la
riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.» Y toda criatura, del cielo, de la tierra, de debajo de la tierra
y del mar, y todo lo que hay en ellos, oí que respondían: «Al que está sentado en el trono y al Cordero, alabanza, honor,
gloria y potencia por los siglos de los siglos.»
Y los cuatro Vivientes decían: «Amén»; y los Ancianos se postraron para adorar. El Cordero rompe los siete sellos. Y seguí
viendo: Cuando el Cordero abrió el primero de los siete sellos, oí al primero de los cuatro Vivientes que decía con voz como
de trueno: «Ven». Miré y había un caballo blanco; el que lo montaba tenía un arco; se le dio una corona, y salió como
vencedor, y para seguir venciendo.
Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo Viviente que decía: «Ven». Entonces salió otro caballo, rojo; al que lo montaba
se le concedió quitar de la tierra la paz para que se degollaran unos otros; se le dio una espada grande. Cuando abrió el
tercer sello, oí al tercer Viviente que decía: «Ven». Miré entonces y había un caballo negro; el que lo montaba tenía en la
mano una balanza, y oí como una voz que decía: «Un litro de trigo por un denario, tres litros de cebada por un denario. Pero
no causes daño al aceite y al vino.» Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto Viviente que decía: «Ven». Miré
entonces y había un caballo verdoso; el que lo montaba se llamaba Muerte, y el Hades le seguía. Se les dio poder sobre la
cuarta parte de la tierra, para matar con la espada, con el hambre, con la peste y con las fieras de la tierra.
4
148
ÉPICA GRIEGA: La Odisea CUESTIONES
1. Haz un diagrama-esquema de los personajes principales
Información sobre la obra 2. Comenta el espacio de la obra y su final.
El tema principal de la obra es el 3. Organiza temporalmente los episodios del libro.
azaroso viaje de regreso de Ulises (también llamado Odiseo) a su isla natal, Ítaca, después de la guerra de Troya y los
acontecimientos que rodean su llegada. En esta obra ya aparecen dos elementos que van a nutrir tanto el tema como
la estructura de infinidad de obras posteriores: el viaje y la aventura.
El poema se divide en tres bloques fundamentales: la “Telemaquia” (cantos I–IV), en la que se nos presenta la
situación en la que se encuentra la casa y la familia del héroe ausente; los viajes de Ulises (cantos V-XII), relatados en
la corte de Alcínoo, y, finalmente, el regreso al hogar y la posterior venganza del héroe (cantos XIII-XXIV).
La historia se inicia transcurridos diez años desde la caída de Troya tras el asedio de las huestes griegas. Después
de que todos los jefes aqueos han regresado o han muerto, sólo Ulises se encuentra lejos de su patria, en la isla Ogigi
para ordenar a la ninfa la liberación de su prisionero. La misma diosa Atenea se presenta ante Telémaco, el hijo de
Ulises, bajo la apariencia de Mentes el tafio, para incentivarlo a que viaje, primero a Pilos y luego a Esparta, en busca
de noticias de su padre.
Mientras la fiel esposa de Ulises, Penélope, sigue confiando en que su marido se encuentra vivo, por lo que aún
no ha elegido un nuevo esposo entre los insidiosos pretendientes que aguardan su decisión y traman matar a
Telémaco cuando éste regrese de sus viajes. Penélope lleva aplazando su elección con el ardid de que debe acabar de
tejer un velo para su suegro Laertes; pero, en secreto, desteje de noche lo que ha tejido de día.
Telémaco se hace a la mar acompañado por la diosa Atenea y veinte hombres bravíos. Una vez en Pilos, se
entrevista con Néstor, quien le relata lo sucedido tras la batalla de Troya y le asigna a su hijo como compañero de
viaje. En Esparta, el joven Telémaco se entrevista con Menelao, esposo de Helena, quien le informa de que su padre se
encuentra en la isla Ogigia.
Finalmente, Ulises es liberado por la ninfa Calipso y se hace a la mar en una balsa en la que navega durante
diecisiete días hasta avistar Esqueria, la tierra de los feacios. Antes de desembarcar, el dios Poseidón, que odia a Ulises
desde que éste cegó a su hijo Polifemo desencadena una tempestad y lo hace naufragar. El héroe es socorrido por Ino
Leucótea y consigue llegar a nado hasta la costa, donde es rescatado por Nausícaa, hija del rey Alcínoo. Después de ser
conducido al palacio y agasajado por los monarcas, Ulises se entretiene con los cantos del aedo Demódoco. El
repertorio del aedo incluye, entre numerosas aventuras, la famosa disputa entre Ulises y Aquiles; el amor de Ares y
Afrodita, y la historia del caballo construido por Epeo, en cuyo seno se encontraban ocultos los guerreros que
tomarían por sorpresa Troya.
Emocionado tras el relato, Ulises revela su identidad y pasa a narrar sus aventuras desde que abandonó el sitio
de Troya: primero, su incursión contra los ciclones de Ismaro; a continuación, su visita a la tierra de los lotófagos y de
los cíclopes, donde se encontró con Polifemo; seguidamente, su demora en la isla flotante de Eolo, donde el dios le
regaló un odre que contenía los vientos adversos, y que sus compañeros, imprudentemente, desataron; luego relata
cómo la hechicera Circe convirtió a todos sus compañeros en cerdos, y cómo él se salvó gracias a la protección de
Hermes. La maga Circe, asombrada ante el poder de Ulises, compartió el lecho con él y liberó a sus compañeros del
hechizo. Ulises, siguiendo el consejo de la maga, descendió entonces hasta el Hades, el reino de los muertos, para
consultar al adivino ciego Tiresias sobre el camino que había de llevarlo de vuelta a su hogar. En el Hades, Ulises vio el
espectro de su madre Antilea y el de diversos héroes muertos.
A esta historia le sigue el episodio de las Sirenas, que seducían a los navegantes con sus cantos, haciéndolos
encallar en las rocas. Y finalmente, la llegada a Tinacria, donde, a pesar de las advertencias de Tiresias, sus compañeros
quebrantaron las leyes al matar el ganado del dios Helios, sacrilegio que provocó la definitiva destrucción del barco y
de la tripulación mediante un rayo de Zeus. Ulises, aferrado a un madero, fue el único que salió indemne y consiguió
llegar hasta la isla de Ogigia, donde la ninfa Calipso lo retuvo durante diez largos años.
Una vez que Ulises termina su largo relato, el rey Alcínoo le otorga hermosos regalos y un navío para que pueda
volver con Penélope y Telémaco. Durante un sueño, la diosa Atenea se le aparece y le relata el acoso a la que está
siendo sometida su esposa por parte de sus pretendientes, y le aconseja la mejor forma para vengarse de ellos. Para
ello Atenea transforma a Ulises en un viejo mendigo e invita a Telémaco a regresar a su hogar, para que padre e hijo se
encuentren en una cabaña y tramen la muerte de los pretendientes.
Ulises llega a Ítaca disfrazado de mendigo y sólo es reconocido por su anciana nodriza Euriclea, a la que ordena
mantener el secreto, y por su perro Argos, que muere de la alegría que le produce ver de nuevo a su amo. Penélope
incapaz de resistir por más tiempo el asedio de sus pretendientes, revela su decisión de casarse con el hombre que
logre tensar el arco de Ulises y dispare su flecha a través de doce cabezas de hachas. Ulises es el único que supera la
prueba y, con la ayuda de Telémaco y de algunos de sus fieles sirvientes, se deshace de los pretendientes. El poema se
cierra con la visita de Ulises a su padre Laertes, retirado de la vida pública, y el restablecimiento de la paz y la
normalidad en Ítaca.

149
ÉPICA GRIEGA: La Iliada. Canto XXII: Aquiles hiere de muerte a Héctor y ultraja su cadáver
Esto dicho, desenvainó la aguda espada, grande y fuerte, que llevaba al costado. Y encogiéndose, se arrojó como el águila de
alto vuelo se lanza a la llanura, atravesando las pardas nubes, para arrebatar la tierna corderilla o la tímida liebre; de igual
manera arremetió Héctor blandiendo la aguda espada. Aquiles le embistió, a su vez, con el corazón rebosante de feroz
cólera: defendía su pecho con el magnífico escudo labrado, y movía el luciente casco de cuatro abolladuras, haciendo
ondear las bellas y abundantes crines de oro que Hefesto colocara en la cimera. Como el Véspero, que es el lucero más
hermoso de cuantos hay en el cielo, se presenta rodeado de estrellas en la oscuridad de la noche; de tal modo brillaba la
pica de larga punta que en su diestra blandía Aquiles, mientras pensaba en causar daño al divino Héctor y miraba cuál parte
del hermoso cuerpo del héroe ofrecería menos resistencia. Este lo tenía protegido por la excelente armadura que quitó a
Patroclo después de matarle, y sólo quedaba descubierto el lugar en que las clavículas separan el cuello de los hombros, la
garganta, que es el sitio por donde más pronto sale el alma: por allí el divino Aquiles le cruzó con la pica a Héctor, que ya le
atacaba, y la punta, atravesando el delicado cuello, asomó por la nuca. Pero no le cortó el gaznate con la pica de fresno que
el bronce hacía ponderosa, para que pudiera hablar algo y responderle. Héctor cayó en el polvo, y el divino Aquiles se jactó
del triunfo, diciendo:
—¡Héctor! Cuando despojabas el cadáver de Patroclo, sin duda te creíste salvado y no me temiste a mí porque me hallaba
ausente. ¡Necio! Quedaba yo como vengador, mucho más fuerte que él, en las cóncavas naves, y te he quebrado las rodillas.
A ti los perros y las aves te despedazarán ignominiosamente, y a Patroclo los aqueos le harán honras fúnebres.
Con lánguida voz le respondió Héctor, el de tremolante casco:
—Te lo ruego por tu alma, por tus rodillas y por tus padres: ¡No permitas que los perros me despedacen y devoren junto a
las naves aqueas! Acepta el bronce y el oro que en abundancia te dará mi padre y mi veneranda madre, y entrega a los míos
el cadáver para que lo lleven a mi casa y los troyanos y sus esposas lo pongan en la pira.
Mirándole con torva faz, le contestó Aquiles, el de los pies ligeros:
—No me supliques, ¡perro!, por mis rodillas ni por mis padres. Ojalá el furor y el coraje me incitaran a cortar tus carnes y a
comérmelas crudas. ¡Tales agravios me has inferido! Nadie podrá apartar de tu cabeza a los perros, aunque me den diez o
veinte veces el debido rescate y me prometan más, aunque Príamo ordene redimirte a peso de oro; ni aún así, la venerable
madre que te dio a luz te pondrá en un lecho para llorarte, sino que los perros y las aves de rapiña destrozarán tu cuerpo.
Contestó, ya moribundo, Héctor, el de tremolante casco:
—¡Bien te conozco, y no era posible que te persuadiese, porque tienes en el pecho un corazón de hierro. Guárdate de que
atraiga sobre ti la cólera de los dioses, el día en que Paris y Febo Apolo te harán perecer, no obstante tu valor, en las puertas
Esceas.
Apenas acabó de hablar, la muerte le cubrió con su manto: el alma voló de los miembros y descendió al Hades, llorando su
suerte, porque dejaba un cuerpo vigoroso y joven. Y el divino Aquiles le dijo, aunque muerto le viera:
—¡Muere! Y yo perderé la vida cuando Zeus y los demás dioses inmortales dispongan que se cumpla mi destino.
Dijo; arrancó del cadáver la broncínea lanza y, dejándola a un lado, le quitó de los hombros las ensangrentadas armas.
Acudieron presurosos los demás aqueos, todos admiraron el aspecto y la arrogante figura de Héctor y ninguno dejó de
herirle. Y hubo quien, contemplándole, habló así a su vecino:
—¡Oh dioses! Héctor es ahora mucho más blando en dejarse palpar que cuando incendió las naves con el ardiente fuego.
Así algunos hablaban, y acercándose le herían. El divino Aquiles, ligero de pies, tan pronto como hubo despojado el cadáver,
se puso en medio de los aqueos y pronunció estas aladas palabras:
—¡Oh amigos, capitanes y príncipes de los argivos! Ya que los dioses nos concedieron vencer a ese guerrero que causó
mucho más daño que todos los otros juntos… ¡Vamos! Sin dejar las armas cerquemos la ciudad para conocer cuál es el
propósito de los troyanos: si abandonarán la ciudadela por haber sucumbido Héctor, o se atreverán a quedarse todavía a
pesar de que éste ya no existe. Pero… ¿por qué en tales cosas me hace pensar el corazón? En las naves yace Patroclo
muerto, insepulto y no llorado; y no le olvidaré, en tanto me halle entre los vivos y mis rodillas se muevan; y si en el Hades
se olvida a los muertos, aun allí me acordaré del compañero amado. Ahora, volvamos, entonando el grito de guerra, a las
cóncavas naves, y llevémonos este cadáver. Hemos ganado una gran victoria: matamos al divino Héctor, a quien dentro de
la ciudad los troyanos dirigían votos cual si fuese un dios.
Dijo; y para tratar ignominiosamente al divino Héctor, le agujereó los tendones de detrás de ambos pies desde el tobillo
hasta el talón; introdujo correas de piel de buey, y le ató al carro, de modo que la cabeza fuese arrastrando; luego,
recogiendo la magnífica armadura, subió y picó a los caballos para que arrancaran, y éstos volaron gozosos. Gran polvareda
levantaba el cadáver mientras era arrastrado: la negra cabellera se esparcía por el suelo, y la cabeza, antes tan graciosa, se
hundía en el polvo; porque Zeus la entregó entonces a los enemigos, para que allí, en su misma patria, la ultrajaran.

CUESTIONES
4. Averigua cómo muere Aquiles, a manos de quién y en qué circunstancias.
5. Explica quién es Príamo y qué le dice a Aquiles en el canto XXIV de La Iliada (último de la obra).
6. Localiza en el texto dos epítetos épicos referidos a los personajes.
7. ¿Por qué comienza la guerra de Troya? ¿Qué es la manzana de la discordia?

150
LÍRICA GRIEGA: Oda. Safo LÍRICA GRIEGA: Oda. Anacreonte
¿Para qué me instruyes en las reglas de la retórica?
Me parece igual de un dios, el hombre
Al fin y al cabo, ¿para qué tantos discursos
que frente a ti se sienta, y tan de cerca
que en nada me aprovechan?
te escucha absorto hablarle con dulzura
Será mejor que enseñes a saborear
y reírte con amor.
el néctar de Dionisios
Eso, no miento, no, me sobresalta y a hacer que la más bella de las diosas
dentro del pecho el corazón, pues cuando aún me haga digno de sus encantos.
te miro un solo instante, ya no puedo La nieve ha hecho en mi cabeza su corona;
decir ni una palabra, muchacho, dame agua y vino que el alma
[me adormezcan
la lengua se me hiela, y un sutil
pues el tiempo que me queda por vivir
fuego no tarda en recorrer mi piel,
es breve, demasiado breve.
mis ojos no ven nada, y el oído
Pronto me habrás de enterrar
me zumba, y un sudor
y los muertos no beben, no aman, no desean.
frío me cubre, y un temblor me agita
todo el cuerpo, y estoy, más que la hierba,
pálida, y siento que me falta poco
para quedarme muerta.
CUESTIONES
11. ¿Qué placeres de la vida exalta
CUESTIONES Anacreonte en este poema?
8. Resume lo que siente la persona que ama 12. ¿A qué refiere en el verso 5? ¿Qué es
cuanto está delante de la persona amada. “la nieve” del verso 8?
9. Localiza una antítesis en la tercera estrofa y
explica el valor que tiene en este poema.
10. Busca un título alternativo para este poema.

LÍRICA GRIEGA: Introducción a la Olímpica I. Píndaro. ”A Hagesidamo, vencedor en el pugilato”


Leedme en voz alta el nombre del vencedor olímpico,
el hijo de Arquéstrato, a ver en qué parte de mi espíritu
está escrito, pues se me había olvidado que le debía
un dulce canto. Musa, tú y la Verdad,
hija de Zeus, con la mano enderezadora,
rechazad la censura embustera
de que he faltado contra el huésped....
así también cuando un hombre, Hagesidamo,
que ha conseguido victorias llega al predio de Hades
sin ser cantado, con vana aspiración ha obtenido para su esfuerzo
placer breve; pero sobre ti la lira de grata voz
y la dulce flauta esparcen su encanto.
Yo he emprendido esta tarea con afán y me he posado
sobre el glorioso pueblo, para verter
miel sobre esta viril ciudad.
Al hijo seductor de Arquéstrato
he elogiado, pues le vi vencer con la fuerza de su puño
junto al altar de Olimpia
en aquella ocasión:
poseía esa mezcla de hermosura externa
y lozanía que antaño a Ganímedes1 CUESTIONES
libró de la muerte, que a nadie respeta 13. ¿Para qué escribió Píndaro este poema?
con la ayuda de la Cípride…

1
La Cípride es Afrodita, diosa del amor. El príncipe Ganímedes fue raptado por Zeus en plena adolescencia al enamorarse este del joven y
destinarlo a ser su copero con vida y juventud eternas. La equiparación del vencedor con Ganímedes no puede ser más elogiosa.

151
ARGUMENTO DE La Iliada. Homero.
Aquiles se enfada con el jefe del ejército griego, Agamenón, porque, abusando de su autoridad, le
ha quitado una esclava llamada Briseida, que le había correspondido en el reparto de un botín.
Lleno de ira, se retira del combate, por lo que los griegos son derrotados en varias ocasiones. Solo
regresa a la lucha, tras reconciliarse con Agamenón, para vengar a su amigo Patroclo, muerto a
manos del príncipe troyano Héctor, al que Aquiles mata en un duelo personal. (La obra se cierra con
los funerales de Patroclo en campamento aqueo y los de Héctor en la ciudad de Troya.)

DIFERENCIAS ENTRE La Iliada y La Odisea. Homero.


LA ILIADA LA ODISEA
Protagonistas Un hijo de dioses, Aquiles. Un hijo de rey, Ulises.
Guerrero, hábil y valeroso. Astuto, versátil, ingenioso.
Móvil: el honor, antes que la propia Móvil de sus actos: salvarse y regresar a casa.
existencia. [Ideal de vida: heroico] [Nuevo ideal de vida: práctico]
Personajes El poeta no muestra sus simpatías; las Existe una clara distinción entre quienes
reparte: no le es fácil buscar culpables o favorecen el regreso de Ulises y quienes se
inocentes. oponen a él.
Acción En la guerra (ambiente bélico). Tras la guerra (ambiente aventurero).
El centro es la gesta: hazañas del héroe, por El centro es la aventura, tramada por un dios y
impulso y con ayuda de la divinidad. con el auxilio de otra divinidad (Atenea).
Finaliza con la muerte del amigo y el Finaliza con la muerte de los pretendientes.
enemigo.
Proceso Lineal. Su desarrollo rectilíneo no facilita Con relieve y perspectivismo, en tramas
narrativo vueltas atrás. paralelas.
Con desenlace rápido, precipitado. Con inicio retardado, un centro esencial y final
convergente entre las dos tramas.
Tono Dramático, dinámico, combativo, emotivo. Más sosegado y maduro, centrado en lo
narrativo.
Ambiente Guerrero, centrado en las batallas o intrigas Variado: palaciego (de intrigas) y fantástico
bélicas entre los héroes griegos y troyanos. (con monstruos, elementos fabulosos,
La naturaleza solo es evocada en hechiceras...). Son recreados los paisajes y
comparaciones, sin espíritu abierto al tonalidades del bosque o del mar, sin que falte
paisaje. el “locus amoenus”.
Dioses Variedad de actuantes: Zeus, Hera, Apolo... Reducción de participantes (salvo en las
Ofrecen indiferencia ética en sus asambleas del Olimpo).
actuaciones: se guían por su capricho Protectora: Palas Atenea (también en figura
personal y no por imperativos morales. humana). Opositor: Poseidón.
Muy definidos en su designio ético.

EL PRINCIPIO DE La Iliada. Homero.


Canta, oh Musa, la cólera de Aquiles, el Pelida, la que funesta trajo innumerable dolor a los aqueos y sepultó
en el Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y de todas las aves —se
cumplía la voluntad de Zeus—desde que se separaron disputando el Atrida, rey de hombres, y el Aquiles el
divino.

EL PRINCIPIO DE La Odisea. Homero.


Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos senderos, que anduvo errante muy mucho después de
Troya sagrada asolar; vio muchas ciudades de hombres y conoció su talante, y dolores sufrió sin cuento en el
mar tratando de asegurar la vida y el retorno de sus compañeros. Pero no consiguió salvarlos, con mucho
quererlo, pues de su propia insensatez sucumbieron víctimas, ¡locas! de Hiperión Helios las vacas comieron,
y en tal punto acabó para ellos el día del retorno. Diosa, hija de Zeus, también a nosotros, cuéntanos algún
pasaje de estos sucesos.
152
TRAGEDIA GRIEGA: Medea. EURÍPIDES (aprox. 430 a.C.)
Fragmento I
MEDEA.– A mí este suceso que vino inesperado me ha destrozado el ánimo; estoy perdida, ya no tengo afición a la vida;
quiero morir, amigas. Porque mi esposo, el que era todo para mí, como él sabe muy bien, resulta ser el peor de los hombres.
De todas las criaturas que tienen mente y alma no hay especie más mísera que la de las mujeres. Primero han de acopiar
dinero con que compren un marido que se vuelva amo de sus cuerpos, lo cual es ya la cosa más dolorosa que hay. Y en ello
es fundamental el hecho de que sea buena o mala la compra, porque el divorcio no es honroso para las mujeres ni el rehuir
al cónyuge. Llega una, pues, a nuevas leyes y usos y debe hacerse adivina, pues nada de soltera aprendió sobre cómo
portarse con su esposo. Si tras tantos esfuerzos, se amolda el hombre y no protesta contra el matrimonio, vida envidiable es
ésta; pero, si no ocurre así, vale más morirse.
El varón, si se aburre de estar con la familia, pone fin en la calle al hartazgo de su ánimo; nosotras no tenemos a nadie más a
quien mirar. Y dicen que vivimos en casa una existencia segura mientras ellos combaten con la lanza, pero lo dicen sin razón:
yo preferiría tres veces formar con el escudo antes que parir una sola vez. El mismo lenguaje no me cuadra como a ti,
Corifeo1: tú tienes esta ciudad, la casa de tus padres, los goces de la vida, el trato con los amigos… y yo, en cambio, padezco
la ofensa de mi esposo, que me raptó de mi tierra bárbara, abandonada, sin patria, madre, hermanos, parientes en los
pudiera apoyarme ante este infortunio.
Sin embargo, en fin, yo quisiera de ti obtener sólo esto, que, si yo encuentro un medio o manera de vengar el mal que mi
marido me ha hecho, sepas estar callado, Corifeo. Pues la mujer es asustadiza y no puede disponerse al combate ni
contemplar las armas, pero, cuando la ofenden en lo que toca a sus afectos, nada hay en todo el mundo más sanguinario
que ella.

CUESTIONES
1. Resume en cinco líneas el argumento de esta tragedia.
2. ¿A qué se refiere Medea con “acopiar dinero” (línea 3-4)?
3. ¿Cómo y dónde se conocieron Medea y Jasón? ¿Dónde vivieron una vez casados? (línea 13)
4. ¿Qué mal es el que Jasón, marido de Medea, le ha hecho a esta? (Último párrafo)
5. Justifica por qué suele decirse que este es el primer texto feminista de la historia de la literatura.

Fragmento II
MEDEA.– Pero aquí paso a otro lenguaje y voy a gemir por el terrible acto que cometeré a continuación: porque mataré a mis
hijos, sin que ya nadie pueda salvarlos; y así, tras destruir la descendencia de Jasón, la muerte de mis amados hijos y mi
horrible crimen me obligarán a marchar de esta tierra; que no es tolerable, amigas2, que mis enemigos se rían de mí.
Veamos… ¿para qué quiero vivir si ya no tengo hogar ni patria ni protección contra el mal? Me equivoqué en los tiempos en
que dejé la casa paterna persuadida por las palabras de un griego que me las pagará si los dioses me ayudan. Porque ni verá
nunca más vivos a mis hijos ni podrá procrear a otros con la muchacha recién casada, que morirá forzosamente entre
dolores y sufrimientos por obra de mis drogas. […]
CORO.—¿De dónde sacarán tu mente, brazo y alma criminales el valor para ese espantosa atrevimiento? ¿Y cómo mirarás a
tus hijos sin llorar al ir a matarlos? Cuando supliquen a tus pies, no podrás manchar tus manos de sangre sin que te
desfallezca el ánimo.

CUESTIONES
6. ¿Qué busca Medea con la terrible decisión que anuncia en este fragmento?
7. Analiza la función del coro en este fragmento.
8. Busca información y explica quiénes eran estos otros personajes femeninos de tragedias griegas:
Hécuba, Electra, Antígona y Alcestis.

Fragmento III
MEDEA.– (Aparece encima de la casa, en un carro tirado por dragones alados, con los cadáveres de sus hijos.) ¿Por qué
sacudes la puerta e intentas levantar los pestillos, buscando los cadáveres y a mí que les he dado muerte? Cesa en tu
empeño. Si me necesitas, dilo, si algo quieres. Tal es el carro que nos ha dado el Sol, padre de mi padre, como baluarte
contra manos enemigas.
JASÓN.– ¡Oh ser odioso, oh mujer, lo más hostil para los dioses, para mí y para todo el linaje de los mortales! Tú, que te
atreviste a abatir la espada contra tus hijos, tras haberlos traído al mundo, y a mí me has aniquilado al dejarme sin hijos. ¿Y
aún después de haber llevado a cabo esto, contemplas el sol y la tierra, cuando te has atrevido a cometer el más impío
crimen? ¡Ojalá mueras! Ahora yo pienso con sensatez, no habiéndolo hecho antes, cuando te conduje a una casa griega

1
El Corifeo era el portavoz del coro, que solía interactuar con los personajes y hablar con ellos como si fuera su conciencia.
2
Se dirige aquí Medea al coro, que estaría formado por mujeres. 153
sacándote de tu casa y de una tierra extranjera, gran desgracia, traidora a tu padre y a la tierra que te crió. Los dioses han
lanzado contra mí tu genio vengador, pues ya habías dado muerte a tu hermano en el hogar cuando embarcaste en la nave
Argo de bella proa. ¡Comenzaste con tales hazañas! Te casaste con este hombre, y me diste unos hijos, a los que has
asesinado por causa de un lecho y una alcoba. No existe una mujer griega que se hubiera atrevido nunca a ejecutar esto; y
antes que con ellas preferí casarme contigo –fue una alianza odiosa y funesta para mí–; eres una leona, no una mujer. [...]
¡Vete en mala hora, canalla, manchada con la sangre de tus propios hijos! A mí solo me resta llorar mi propio destino, ya
que ni voy a disfrutar de mi nueva boda, ni voy a poder salvar a los hijos que engendré y crié, sino que los he perdido.
MEDEA.– Largamente me podría extender en replicar tus palabras, si el padre Zeus no supiera qué cosas has obtenido de mí,
y qué cosas me has hecho. No ibas a vivir tú, después de haber ultrajado mi lecho, una vida placentera, riéndote de mí. Ni
tampoco la princesa, ni Creonte, el que te procuró la boda, iba a expulsarme impunemente de este país. Ante esto, sí,
llámame leona si quieres [...]. A tu corazón, en efecto, he devuelto el golpe, como debía.
JASÓN.– También tú sufres y eres partícipe de estos males.
MEDEA.– Que lo sepas: el dolor me libera, con tal de que tú no rías.
JASÓN.– ¡Oh hijos, qué madre tan malvada os cayó en suerte!
MEDEA.– ¡Oh niños, cómo habéis perecido por la locura de vuestro padre!
JASÓN.– No fue mi brazo el que los mató.
MEDEA.– Pero sí tu insolencia y tu reciente boda.
JASÓN.– ¿Te atreviste darles muerte por causa de un lecho?
MEDEA.– ¿Crees que esto es un dolor pequeño para una mujer?
JASÓN.– Al menos para la que sea sensata. Para ti, en cambio todo es malo.
MEDEA.– Nuestros hijos ya no existen. Y esto te morderá las entrañas.
JASÓN.– Nuestros hijos sí existen, ¡ay de mí!, como vengadores de tu cabeza.
MEDEA.– Saben los dioses quién comenzó la desgracia.

CUESTIONES
9. Explica las diferencias expresivas entre las tres primeras intervenciones de los personajes y las del
resto del fragmento. ¿A qué crees que se deben?
10. Valora las actitudes humanas de los dos personajes. ¿Cómo crees que se siente cada uno de ellos?

COMEDIA GRIEGA: Lisístrata. Aristófanes (aprox. 414 a.C.)


LISÍSTRATA.- Voy a hablar ya. Porque el plan no debe quedar oculto. Nosotras, mujeres, si vamos a forzar a los hombres a
hacer la paz, debemos abstenernos...
CLEONICA.- ¿De qué? Dínoslo.
LISÍSTRATA.- ¿Vais a hacerlo?
CLEONICA.- Lo haremos, aunque tengamos que morirnos.
LISÍSTRATA.- Pues bien, debemos abstenernos del cipote3. ¿Por qué volvéis los ojos? ¿Dónde vais? Vosotras, ¿por qué
chistáis y fruncís las cejas? ¿Por qué se os ha cambiado el color del rostro? ¿Por qué os corren las lágrimas? ¿Lo vais a hacer
o no lo vais a hacer? ¿Por qué calláis?
CLEONICA.- No soy capaz de hacerlo: que la guerra continúe.
MIRRINA. - Ni yo, por Zeus: que la guerra continúe.
LISÍSTRATA.- ¿Eso dices ahora? Hace un momento aseguraste que ibas hasta a cortarte la mitad.
CLEONICA.- Otra cosa, otra, la que quieras. Si es preciso, estoy dispuesta a marchar por medio del fuego. Esto antes que el
cipote: no hay como él, querida Lisístrata.
LISÍSTRATA.- ¿Y tú?
MIRRINA.- Yo también prefiero caminar a través del fuego.
LISÍSTRATA.- ¡Oh, requeteputa toda nuestra raza! No en vano hacen de nosotras las tragedias: no somos otra cosa que
"Posidón y barcos"4. Pero, querida amiga -pues con que tú sola te pongas de mi parte, podemos salvar aún el asunto-, vota
conmigo".
LAMPITÓ.- Difícil, por los dos dioses, es que las mujeres duerman solas sin un miembro descapullado. Pero tendrá que ser a
pesar de todo: pues la paz nos hace mucha falta.
LISÍSTRATA.- Queridísima, eres de entre éstas la única mujer.
CLEÓNICA.- Y si nos abstuviéramos lo más del mundo de eso que tú dices -¡ojalá no sea así!-, ¿por eso va a haber más paz?
CUESTIONES
11. Resume en cinco líneas el argumento de esta comedia.
12. En este fragmento… ¿Cómo reaccionan sus compañeras a la propuesta de Lisístrata?
3
Se refiere a abstenerse de mantener relaciones sexuales con los hombres.
4
154
Quiere decir que la naturaleza de las mujeres es siempre la misma, como el mar que está habitado por el Dios Poseidón y barcos.
ÉPICA ROMANA: La Eneida. VIRGILIO (aprox. 20 a.C.)
La historia de amor de Dido y Eneas
Dido y Eneas son los personajes de los que se sirve Virgilio en la Eneida para justificar la eterna enemistad
existente entre las dos grandes potencias mediterráneas de la antigüedad, Cartago y Roma. Eneas era un príncipe
troyano, hijo de la diosa Venus, que huyó de su tierra tras el fin de la guerra de Troya por decisión de los dioses para
fundar una nueva Troya, Roma. Dido era la legendaria reina de Cartago, enamorada del héroe troyano por arte de
Venus para que éste consiguiera alcanzar su destino, fundar Roma.
Las penalidades del héroe romano surgen de la enemistad entre dos diosas, Venus, su madre, y Juno, esposa
de Júpiter y diosa del matrimonio; Juno se convirtió en enemiga de la estirpe troyana cuando Paris, secuestrador de
Helena, por quien se originó la guerra de Troya, ante una consulta sobre quién de las diosas era más hermosa, se
decidió por Venus. Tras andar errante Eneas por el mar durante siete años, parecía cercana la llegada a Italia, cuando
una tempestad suscitada por el dios Eolo incitado por la irascible Juno, lo llevó hacia la costa de Cartago, en África.
Dido estaba entonces inaugurando un templo dedicado a la diosa Juno; al ver a Eneas y sus compañeros, les invitó a su
palacio.
La diosa Venus puso en marcha otro plan para que Eneas pudiera llegar a Italia y simultáneamente descansar
durante un tiempo: ordenó a Cupido, dios del amor, que lanzase sus flechas de amor sobre Dido; de esta manera,
quedaría prendada por Eneas y él, sin embargo, no sentiría mucho en su corazón el día de la partida. Durante la cena
el corazón de Dido se iba llenando de amor por el héroe troyano. A pesar del temor a que el amado pudiera partir,
Dido se entrega a Eneas. Pero la felicidad no dura mucho para los amantes.
Iarbas, antiguo pretendiente de Dido y siempre despreciado por ella, presentó sus quejas a Júpiter, de quien
era descendiente. A su vez Venus le recordó que el destino de Eneas siempre había sido la fundación de la nueva Troya
en Italia. Estos dos hechos hicieron que de nuevo enviase a Mercurio a la tierra; pero en esta ocasión sus órdenes irían
dirigidas a Eneas: "has de olvidarte de Dido y salir con tus compañeros e hijo a Italia". Este mensaje le entristeció, pero
el sentido del deber, así como las palabras de sus compañeros, le convencieron.
Repararon las naves, pintaron sus cascos y las aprovisionaron de víveres. Estos trabajos no pasaron
desapercibidos a Dido, Eneas intentó convencerla de que no la dejaba por falta de amor, sino que lo hacía porque los
dioses así lo querían; pero todo fue en vano. Incluso le amenaza con su suicidio en una hoguera junto al palacio real. El
piadoso Eneas ordena, por incitación de Mercurio, que sus compañeros armen sus naves y se alejen de las orillas de
Cartago. Así lo hacen al amanecer. Dido ve la partida desde las altas murallas de la ciudad con inmenso dolor.
La historia de este amor acaba con el suicidio de la reina. Ante la ausencia de Eneas, preparó una pira y se
colocó encima de ella. De nada sirvieron las súplicas de su hermana y ciudadanos cartagineses. Tomó una antorcha, la
quemó y se suicidó. Toda la ciudad la lloró, los sacerdotes ofrecieron sacrificios por su alma, mientras a lo lejos Eneas,
entristecido, desde su nave contemplaba el fuego que hacía desaparecer su amor.
No fue esta la última vez que Eneas vio a Dido. En su bajada al Infierno la reconoció entre las almas que por allí
vagaban. De nuevo le explicó las razones que le llevaron a salir de Cartago: "no fue por mi voluntad, sino por la decisión
del padre de los dioses, Júpiter", pero ella ni lo miró ni le habló, a tanto llegaba su odio hacia la persona a la que tanto
había amado. Esta leyenda fue escrita después de que Roma acabara de raíz con su potencia enemiga, Cartago. Se
sabía que Aníbal, general cartaginés que estuvo a punto de vencer a Roma en la segunda guerra púnica, en sus años
jóvenes había jurado odio eterno a los descendientes de Eneas.
CUESTIONES
1. Haz un diagrama-esquema de los personajes principales involucrados en la historia de Dido y Eneas
2. ¿Cuál es el destino de Eneas?
3. Explica el final de la historia de Dido y Eneas y relaciónalo con el final del libro Werther de Goethe y
de Romeo y Julieta de Shakespeare. ¿A qué época pertenece cada uno de estos libros?

Fragmento I
Hacía ya rato que Dido lo miraba de reojo; lo recorre todo, de pies a cabeza, con sus ojos, en silencio, y, encendida de
ira, le habla así: –¿Qué disimulo o qué mayores ultrajes puedo esperar? ¿Acaso se lamentó de mi llanto?, ¿Acaso
volvió sus ojos hacia mí? ¿Acaso, con sufrimiento, ha llorado o se ha dolido por su amante? ¿Puede haber algo peor?
Ya la poderosa Juno y el hijo de Saturno y padre de los dioses no pueden mirar con buenos ojos estas cosas. En nada se
puede confiar con seguridad. Arrojado a la playa, careciendo de todo, yo lo recibí y, en mi locura, compartí el trono
con él; rehíce la flota que había perdido y salvé a sus compañeros de la muerte; ahora los augurios de Apolo, los
oráculos de Licia y Mercurio, el mensajero de los dioses, enviado por el propio Júpiter, traen a través de los vientos
estos horrendos mandatos. ¡Evidentemente, son las órdenes de los dioses las que turban su tranquilidad! No le
retengo; vaya, que siga a Italia bajo el influjo de los vientos, que parta hacia su nuevo reino a través de los mares.

155
CUESTIONES
4. ¿Cuáles son las quejas de la reina Dido? Indica dónde aparecen en el texto.
5. ¿Acepta el destino de Eneas? Señala en qué parte del texto aparece.

Fragmento II: El combate contra Turno (Final del libro)


Ya en la península italiana y tras varias batallas contra Turno, rey de los rútulos, a quien también se
había prometido en matrimonio a Lavinia, Eneas y él vuelven a verse las caras. Turno acepta
enfrentarse en duelo, según la propuesta de Eneas, y que la mano de Lavinia sea para el vencedor, pero
el pacto se rompe y antes de combatir, una flecha lanzada a traición hiere a Eneas en una pierna. El
héroe es curado milagrosamente por la diosa Venus y afronta el asalto final…

Mientras el gran Eneas acosa a Turno blandiendo su enorme y refulgente lanza y clama así con salvaje pecho:
– "¿Por qué te detienes ahora? ¿Por qué ¡Oh Turno! no acudes a la batalla? No es esta ocasión de correr, sino de
pelear de cerca con terribles armas. Toma cualquiera de ellas; echa mano de todos tus recursos, de tu valor e ingenio;
pide a los dioses que te den alas para remontarte a los astros o que te sepulten en los huecos de la tierra."
Meneando la cabeza, así le responde Turno:
– "No me aterran, feroz enemigo tus arrogantes palabras; me aterran los dioses, me aterra el enemigo Júpiter."
No dijo más, y mirando a su alrededor, vio una enorme piedra que por suerte estaba en el llano, y que era una marca
señalada desde la antigüedad al terreno para evitar disputas: doce hombres de los más forzudos que hoy produce la
tierra, escasamente hubieran podido sujetarla sobre sus cuellos. Turno la coge con mano temblorosa, la eleva cuanto
puede y corriendo precipitado la arroja contra su enemigo; pero es tal su turbación, que ni él mismo sabe si huye o
ataca, si levanta la enorme piedra con su mano y la arroja… Se doblan sus rodillas, la sangre helada se le cuaja en las
venas: así fue que la piedra, girando por el espacio vacío, ni cruzó todo el trecho que le separaba de Eneas, ni llegó a
herirle. […]
Entonces mil varias ideas se revuelven en el confuso pensamiento de Turno; tiende la vista a los Rútulos y a la ciudad,
pero el miedo le bloquea y se estremece ante el amago de la lanza de Eneas. No piensa cómo escapar, ni se siente con
energía para embestir a su enemigo, ni ve su carro, ni a su hermana, que antes le servía de auriga.
Eneas, aprovechándose de su indecisión, con mirada certera, apunta contra él su fatal lanza y se la arroja desde lejos
con toda su fuerza: jamás murallas de piedra batidas por el aire crujieron de tal manera; jamás estalló un rayo con tan
horrible estampido. Vuela como un negro nubarrón la mortífera lanza, y traspasando los bordes de la loriga y los siete
cercos del escudo, le entra rechinando por la mitad del muslo: dobladas las rodillas, cae en tierra herido el gigantesco
Turno. Prorrumpen los Rútulos en gemidos, retumba alrededor todo el monte, y los profundos bosques repiten el
estruendo con lejanos ecos. Él, humilde y suplicante, tendiendo a Eneas la vista y las manos desarmadas, le dice:
– "Merezco lo que me sucede; no te imploro, haz uso del derecho que te da la suerte; pero si alguna compasión puede
inspirarte un padre desventurado (y también fue el tuyo Anquises), yo te ruego que te compadezcas de la vejez de
Dauno, mi padre. Devuélveme a los míos, o a lo menos devuélveles mi cuerpo. Venciste, y ya mi pueblo y mis soldados
me han visto tenderte las manos, vencido: tuya es Lavinia; no vayan más allá tus rencores."
Se detuvo con esto el formidable Eneas, volviendo a una y otra parte los ojos, suspendido su brazo, indeciso sobre lo
que debía hacer. Ya las palabras de Turno empezaban a ablandarle cuando vio en el pecho caído de su rival el infausto
cinturón del joven Palante, reluciente con sus conocidos adornos de oro; […]. En cuanto Eneas devoró con la mirada
aquel botín de guerra, lo que le produjo un gran dolor, inflamado por las Furias y terrible en su cólera, exclamó:
– "¿De escaparte me hablas, cuando te veo vestido con estos despojos de los míos? Palante es quien te inmola con
esta herida, y derramando tu sangre criminal toma venganza."
Diciendo esto, le hundió, ciego de ira, la espada en el pecho; un frío de muerte desencajó los miembros de Turno, e
indignado su espíritu, huyó, lanzando un gemido, a la región de las sombras.

CUESTIONES
7. ¿Tiene piedad Eneas de Turno? ¿Por qué le pide clemencia la víctima?
8. ¿A quién teme más Turno y por qué en un primer momento rehúye el combate?
9. ¿Qué heridas recibe Turno y con qué armas?

156
LÍRICA ROMANA: Vivamos... Catulo LÍRICA ROMANA: Carminum I. Horacio
Vivamos, querida Lesbia y amémonos No pretendas saber, pues no está permitido,
Y las habladurías de los viejos puritanos el fin que a mí y a ti, Leucónoe,
nos importen todas un bledo. nos tienen asignados los dioses,
Los astros pueden salir y ponerse; ni consultes los números Babilónicos.
Nosotros, tan pronto acabe nuestra efímera vida Mejor será aceptar lo que venga,
tendremos que dormir en una noche perpetua. ya sean muchos los inviernos que Júpiter
Dame mil besos, después cien, te conceda, o sea éste el último,
luego otros mil luego, luego otros cien, el que ahora hace que el mar Tirreno
después hasta dos mil, después otra vez cien; rompa contra los abruptos acantilados.
luego, cuando lleguemos a muchos miles, No seas loca, filtra tus vinos
perderemos la cuenta para ignorarla y y adapta al breve espacio de tu vida
para que ningún malvado pueda dañarnos, una esperanza larga.
cuando se entere del total de nuestros besos. Mientras hablamos, huye el tiempo envidioso.
Vive el día de hoy. Captúralo.
CUESTIONES No fíes del incierto mañana.
10. ¿A qué anima Catulo a su amante?
CUESTIONES
11. Busca información sobre la Lesbia que
13. ¿Qué enseñanza pretende transmitir este
menciona el poeta. ¿Quién era?
poema? ¿A qué tópico latino corresponde?
12. ¿Cuál es esa “noche perpetua” del v. 6? 14. ¿En qué estación del año se escribió?

LÍRICA ROMANA: Las Metamorfosis (Píramo y Tisbe). Ovidio.


No pudiendo soportar más la separación a la que estaban obligados por sus CUESTIONES
padres, los jóvenes Píramo y Tisbe, hablando a hurtadillas a través de una pared, ¿Qué motiva la confusión de los amantes?
deciden huir durante la noche para reunirse fuera de la ciudad en un lugar
¿Qué opinión te merece el relato?
conocido por ambos, en el que había un sepulcro y había crecido un moral.

Hábilmente en medio de las tinieblas hace Tisbe girar la puerta en su quicio, sale, engaña a los suyos, con la cara tapada llega a la
tumba, y se sienta bajo el árbol convenido; el amor la hacía atrevida. He aquí que llega una leona con el hocico espumeante
embadurnado de sangre de unos bueyes que acaba de matar, con la intención de apagar su sed en las aguas de la vecina fuente.
Tisbe la vio de lejos, a los rayos de la luna, y con pasos asustados fue a una oscura cueva; y al huir, cayó de su espalda un velo que
dejó abandonado. Una vez que la feroz leona hubo aplacado su sed, al volver al bosque se encontró el velo sin su dueña, y con su
boca ensangrentada lo desgarró. Píramo salió más tarde, vio en el polvo huellas seguras de una fiera, y palideció su rostro; pero
cuando encontró la prenda teñida en sangre, dijo: “Una sola noche acabará con los enamorados; de los dos, ella era la más digna
de una larga vida, mientras que mi alma es culpable; yo he sido quien te he perdido, infortunada, yo que te he mandado venir de
noche a un lugar terrorífico, y no he venido aquí el primero. Despedazad mi cuerpo y devorad a fieros mordiscos estas vísceras
criminales, oh leones todos que habitáis bajo esta roca. Pero es de cobardes desear la muerte”. Coge del suelo el velo de Tisbe, lo
lleva consigo a la sombra del árbol de la cita, y después de dar lágrimas y besos a la conocida prenda, dice: “Recibe ahora también
la bebida de mi sangre”. Y hundió en su abdomen la espada que llevaba al cinto, y sin tardanza se la arrancó, moribundo ya,
quedando tendido en tierra boca arriba; la sangre salta a gran altura, como cuando en un tubo de plomo deteriorado se abre una
hendidura, que por el estrecho agujero que silba lanza chorros de agua y rasga el aire. Los frutos del árbol toman, por las cruentas
salpicaduras, un tinte oscuro, y la raíz, humedecida en sangre, matiza de color púrpura las moras que cuelgan.
He aquí que, sin estar libre de miedo todavía, pero para no hacer esperar a su amante, vuelve ella, busca al joven con los ojos y
con el alma, y arde en deseos de contarle el enorme peligro del que se ha librado; y aunque reconoce el lugar y la forma del árbol
que ha visto, le hace dudar el color del fruto; se queda perpleja y no sabe si será el mismo árbol. Mientras vacila, ve que unas
piernas temblorosas palpitan sobre el suelo ensangrentado; retrocedió, y con el semblante pálido se estremeció como el mar que
susurra cuando una leve brisa roza su superficie. Mas una vez que reconoció a su amor, se maltrata con sonoros golpes los brazos,
se arranca los cabellos, y abrazando el cuerpo del amado inunda de lágrimas sus heridas y mezcla su llanto con la sangre; y
estampando sus besos en el rostro helado gritó: “Píramo, ¿qué desventura me ha dejado sin ti? Píramo, respóndeme; es tu
adorada Tisbe quien te llama; escúchame y alza tu cabeza”. Al nombre de Tisbe levantó Píramo los ojos, sobre los que gravitaba ya
la muerte, y después de verla los volvió a cerrar. Cuando ella reconoció su prenda, y vio el marfil desprovisto de su espada,
exclamó: “¡Tu propia mano te ha dado muerte y tu propio amor, infortunado! Para esto sólo tengo yo también una mano fuerte, y
tengo también amor que me dará fuerzas para herirme. Iré tras de ti ya que has perecido, y de tu muerte se dirá que he sido yo
trágica causa y compañera; y tú, a quien sólo la muerte ¡ay! podía arrancarme, ni aún la muerte podrá arrancarte de mí. ¡Oh
infelicísimos padres mío y suyo, que a aquellos a quienes unió un fiel amor y la última hora, sean sepultados en la misma tumba. Y
tú, árbol que con tus ramas das sombra ahora al pobre cuerpo de uno sólo, pero pronto la darás a los de los dos, conserva las
señales de nuestra ruina, y ten siempre frutos negros y propios para el luto, en memoria de nuestra doble sangre”. Dijo esto y
colocando la punta de la espada bien por debajo de su pecho, se dejó caer sobre el hierro que aún estaba tibio de la otra sangre.
Sus súplicas conmovieron a los dioses y conmovieron a los padres; pues el color del fruto, una vez que está bien maduro, es
negruzco, y lo que resta de sus piras descansa en una única urna.

157
COMEDIA ROMANA: Anfitrión. PLAUTO (estrenada el 206 a.C.)
Esta es la única comedia en la que Plauto aborda un tema mitológico, pues expone los preliminares del
nacimiento de Hércules y en la acción participan dioses como Júpiter y Mercurio.
La obra nos cuenta cómo Júpiter, para seducir a Alcmena, esposa del general Anfitrión, se hace pasar por
éste adoptando mágicamente su aspecto. Júpiter suplanta a Anfitrión y pasa la noche con Alcmena. Por su
parte, Anfitrión desembarca de una victoriosa expedición y ordena a su esclavo Sosia que se encamine a
darle a su esposa la noticia de su regreso. Sin embargo, siguiendo órdenes de Júpiter el dios Mercurio
transformado en Sosia impide que este interrumpa el idilio de Júpiter. (Fragmento I)
Al amanecer, Júpiter se despide de Alcmena y le deja como recuerdo una copa de oro. Al poco tiempo,
Anfitrión quien no ha creído la historia que le ha contado su esclavo, llega su hogar. Esta situación produce
todo tipo de confusiones y enredos entre los dos suplantadores, Júpiter y Mercurio, y los verdaderos
personajes, el general Anfitrión y su criado Sosias.
Alcmena siente los primeros dolores del parto y Júpiter la asiste; entre tanto el verdadero Anfitrión cae
desmayado. Al volver en si una esclava le comunica la noticia: ha tenido dos niños: el primero, Hércules, de
un vigor extraordinario, es hijo de Júpiter; el segundo es Ificles, un niño normal, hijo de Anfitrión.
Finalmente Júpiter anuncia que Hércules es su hijo y rehabilita el honor de Aclmena.

Fragmento I
SOSIA. — Permíteme que te hable en paz sin ser apaleado.
MERCURIO. — De acuerdo, pero sólo te concedo una breve tregua, si es que quieres decirme algo.
SOSIA. — Como con los puños puedes más que yo, solo hablaré una vez hecha la paz.
MERCURIO. — Di lo que quieras, no te haré daño.
SOSIA. — ¿Me puedo fiar de tu palabra?
MERCURIO. — Puedes fiarte.
SOSIA. — ¿Y si me engañas?
MERCURIO. — Entonces, que caiga sobre Sosia la ira del dios Mercurio.
SOSIA. — Escúchame, ahora puedo decirte libremente lo que quiero: yo soy Sosia, esclavo de Anfitrión.
MERCURIO. — ¿Otra vez con las mismas?
SOSIA. — Hemos hecho las paces, hemos hecho un pacto; digo la verdad.
MERCURIO. — Vete al cuerno.
SOSIA. — Puedes hacer lo que te dé la gana y como te dé la gana, que tus puños son más fuertes; pero, hagas lo que
hagas, esto es cierto, ¡por Dios!, que no me lo callo.
MERCURIO. — En tu vida conseguirás jamás que yo no sea Sosia.
SOSIA. —Ni tú, ¡pardiez!, me impedirás que yo sea yo mismo y pertenezca a mi dueño. Aparte de mí no hay en casa
ningún otro esclavo llamado Sosia que haya ido al ejército acompañando a mi señor, Anfitrión.
MERCURIO. — Este hombre está mal de la cabeza.
SOSIA. — Eso mismo que me echas en cara, es a ti a quien te pasa; demonio, ¿es que no soy yo Sosia, el esclavo de
Anfitrión? ¿No ha llegado esta noche nuestro barco aquí desde el Puerto Pérsico, el barco que me ha traído? ¿No me
ha mandado aquí mi amo? ¿No estoy yo ahora aquí delante de nuestra casa? ¿No tengo una linterna en mi mano? ¿No
hablo, no estoy despierto? ¿No acabo de recibir de éste una buena paliza? ¡Caray que no ha sido así, que todavía me
duelen las mandíbulas, pobre de mí! ¿A qué pues tantas dudas, o por qué no entro ya de una vez en nuestra casa?
MERCURIO. — ¿Cómo «nuestra» casa?
SOSIA. — Sí señor, nuestra casa.
MERCURIO. — No señor, todo lo que acabas de decir son mentiras: yo soy en realidad Sosia, el esclavo de Anfitrión;
esta noche zarpamos con nuestro barco del Puerto Pérsico donde conquistamos la ciudad en la que reinaba el rey
Ptérelas y nos hicimos por la fuerza de nuestras armas con las legiones telébolas y Anfitrión en persona mató al rey
Ptérelas en combate.
SOSIA.— (Aparte.) Al oírle hablar yo dudo de mí mismo. Está contando exactamente lo que ha ocurrido allí. (A
Mercurio) Pero, dime… ¿qué premio le han dado los telébolas a Anfitrión?
MERCURIO. — La copa de oro de la que solía beber el rey Ptérelas.
SOSIA. — (Aparte.) Así es como ha dicho. ¿Y dónde está ahora esa copa?
158
MERCURIO. — En una caja que está precintada con el sello de Anfitrión.
SOSIA. — ¿Y cómo es el sello?
MERCURIO. — Un sol naciente con su cuadriga… Quieres enredarme, ¿verdad, canalla?
SOSIA. — (Aparte.) Sus pruebas son convincentes, tengo que buscarme otro nombre, yo no sé desde dónde ha visto
éste todo esto. Pero ahora le voy a coger bien cogido, porque lo que he hecho yo estando solo, sin haber nadie
presente dentro de la tienda, eso de ninguna manera podrá decirlo. (A Mercurio) Si tú eres Sosia… ¿qué es lo que
hiciste en la tienda mientras las legiones estaban en lo más duro del combate? Si me lo dices, me doy por vencido.
MERCURIO. — Había allí un tonel de vino; llené de él una botella.
SOSIA. — (Aparte.) Va por buen camino.
MERCURIO. — Bebí el vino puro de aquella botella, tal como lo trajo al mundo la madre que lo parió.
SOSIA. — (Aparte.) Desde luego, así fue, que yo me tragué allí una botella de vino puro. Es asombroso; a no ser que
estuviese allí escondido dentro de la botella
MERCURIO. — Ahora ¿qué? ¿Te he dado suficientes pruebas de que tú no eres Sosias?
SOSIA. — ¿Dices que yo no lo soy?
MERCURIO. — ¿Cómo no lo voy a afirmar, si Sosia soy yo?
SOSIA. — Juro por Júpiter, que lo soy yo y que no digo mentira.
MERCURIO. — Y yo juro por Mercurio que Júpiter no te creerá; porque sé muy bien que él me creerá más a mí sin
jurar, que a ti jurando.
SOSIA. — Entonces, dime quién soy yo, si no soy Sosia…
MERCURIO. — Cuando yo no quiera ser Sosia, entonces puedes serlo tú, ahora, como lo soy yo, recibirás una paliza, si
no te largas, hombre sin nombre.
SOSIA. — (Aparte.) ¡Diablos!, la verdad es que, cuando le miro, reconozco mi figura, tal como yo soy (que me he
mirado muchas veces en el espejo); se me parece una barbaridad; tiene el mismo sombrero y la misma ropa; es
igualito que yo: las piernas, los pies, la estatura, el peinado, los ojos, la nariz y la boca, el corte de cara, la barbilla, la
barba, el cuello: todo. ¿Para qué más? Si es que hasta tiene la espalda llena de cicatrices, no hay dos cosas más
parecidas. Pero si recapacito, yo soy seguro el mismo que he sido siempre; conozco a mi amo, conozco nuestra casa;
tengo la cabeza clara y me doy cuenta de todo. No debo hacer caso de lo que dice. Llamaré a la puerta.
MERCURIO. — ¿A dónde vas?
SOSIA. — A mi casa.
MERCURIO. — Aunque salgas corriendo de aquí montado en el carro del mismo Júpiter, no podrás escapar a tu ruina.
SOSIA . — ¿No puedo decirle a mi ama lo que me ha encargado mi señor?
MERCURIO. — Díselo a la tuya, si quieres; a la nuestra, no permitiré que le hables. Y si me haces perder los nervios, te
vas a ir de aquí con las costillas hechas pedazos.
SOSIA. — Más vale que me vaya. ¡Válgame Dios! ¿Dónde me he buscado mi perdición? ¿Dónde he sido transformado?
¿Dónde he perdido la figura de antes? ¿Es que me he dejado yo a mí mismo olvidado allí sin darme cuenta? Porque es
que desde luego éste es una reproducción exacta de mi persona, según lo que yo era hasta lo presente, es un retrato
mío; nada, que se me hace ya en vida, lo que nadie me hará después de muerto. Me voy al puerto y le contaré al amo
lo que ha pasado; a no ser que él tampoco me reconozca. ¡Qué Júpiter me conceda hoy mismo, pelado y calvo, la
gracia de la libertad. (Se va.)
MERCURIO. — ¡Qué bien me ha salido la cosa! He conseguido alejar de la puerta al mayor impedimento para que mi
padre pudiera continuar en los brazos de Alcmena sin riesgo alguno. Cuando el otro encuentre a su amo Anfitrión, le
contará que el esclavo Sosia le ha impedido entrar en casa; Anfitrión pensará que le está mintiendo y no creerá que ha
venido aquí como él le había ordenado. Voy a llenar de embrollos y confusiones a estos dos hombres y a toda la
servidumbre de Anfitrión hasta que mi padre haya gozado hasta la saciedad de sus amores. Luego, por fin, todos
sabrán lo ocurrido.

CUESTIONES
1. Resume en cinco líneas el contenido de este fragmento.
2. Indica las actitudes de los dioses en esta obra. ¿Son las mismas que en una tragedia griega?
3. ¿Cómo caracteriza el autor al verdadero Sosia? ¿Se cree o no el engaño?
4. Selecciona alguna grase que sirva para destacar la duplicidad de los personajes en escena.
5. Busca en el diccionario qué significa “sosia”. ¿En qué importante obra teatral española aparece un
personaje del mismo nombre?
159
PROSA ROMANA. NARRATIVA: El asno de oro. APULEYO (s. II d.C.)
La novela describe de forma amena y humorística las andanzas del joven Lucio, que pertenece a la
aristocracia romana. El protagonista, cegado por sus pasiones, recurre a la magia para lograr el cumplimiento
de sus deseos, pero algo sale mal y termina convertido en un asno. Siguen luego sus peripecias como asno,
pasando de mano en mano en un viaje en el que el asno (Lucio) tiene ocasión de mostrarnos la corrupción y
la crueldad, la superstición y las tensiones del mundo mediterráneo de la época. Será testigo y víctima de las
miserias de los esclavos y desposeídos, reducidos —al igual que él— a poco más que bestias de carga debido
a su explotación a manos de ricos terratenientes. Finalmente, apiadándose de él, la diosa Isis le devuelve la
figura humana y lo inicia en sus misterios y en el culto a Osiris y a la propia Isis.

Capítulo XI. Apartado II (fragmento)


Ahora bien, el sacerdote1, aleccionado por el oráculo nocturno –como pude comprobar– y maravillado de ver las
circunstancias adaptarse con tanta precisión a la misión que se le había confiado, se detuvo de pronto y, alargando por su
propio impulso la mano derecha, colocó la corona al alcance de mi hocico. Yo, entonces, temblando de emoción, con el
pulso acelerado y el corazón palpitante, me tiré sobre aquella corona de frescas y llamativas rosas, y ansioso de ver
realizarse la promesa, las tragué de un bocado. No salí defraudado por la promesa celestial: al momento se esfumaron las
horribles apariencias de animal que me envolvían. Empezó por caérseme el basto pelambre; se eliminó luego la recia piel,
me desapareció la obesidad abdominal, los cascos de los pies dieron paso a unos dedos con uñas, mis manos ya no eran pies
y se prestaban a las funciones de miembros superiores, mi largo cuello recobró sus debidas proporciones, mi rostro y mi
cabeza se redondearon, mis enormes orejas volvieron a su reducido tamaño primitivo, aquellos dientes que parecían
cascotes recobraron proporciones humanas, y de aquella cola que antes era mi mayor suplicio... ¡no había ni rastro! El
pueblo estaba muy asombrado. Las almas piadosas adoran a la divinidad que ha manifestado tan claramente su supremo
poder y cuya grandeza iguala la fantasía de las visiones nocturnas; todos pregonan a voz en grito y sin discrepancias lo fácil
que ha sido la metamorfosis; todos tienden los brazos al cielo, como testigos del insigne favor de la diosa.
Yo, estupefacto, atónito, sin decir palabra e inmóvil, no podía con la felicidad tan repentina y tan completa que sentía. Ante
todos… ¿qué podría decir y cómo empezar? ¿De dónde sacaría un discurso para estrenar mi voz? ¿Qué palabras serían de
feliz anuncio con ocasión de haber recobrado el lenguaje? ¿Qué términos serían lo bastante elocuentes para expresar mi
agradecimiento a la augusta diosa2?
El propio sacerdote, bien enterado, por divina inspiración, de toda la serie de mis desgracias, aunque no por ello menos
conmovido él también ante el increíble milagro, mandó, por gestos, que en primer lugar me dieran un manto de lino para
cubrirme; pues en cuanto el asno me había quitado de encima su humillante envoltorio, yo me había encogido y aplicado las
manos estrechamente como velo natural para cubrir mi desnudez en la medida de lo posible. Entonces, uno de los que
integraban la piadosa escolta se quitó sin vacilar su túnica exterior y me la echó instantáneamente encima. Tras esto, el
sacerdote, extasiado en mi presencia y con gesto de iluminado y expresión verdaderamente sobrenatural, habló en los
siguientes términos:
“Después de tantas y tan variadas pruebas, después de los duros asaltos de la Fortuna y de las más terribles tormentas, por
fin, Lucio, has llegado al puerto de la Paz y al altar de la Misericordia. Ni tu nacimiento ni tus méritos o tu destacado saber te
han servido nunca de nada; la flor resbaladiza de una juventud ardiente te ha hecho caer en la esclavitud de la pasión, y has
cosechado la amarga recompensa de una desdichada curiosidad. Pero la Fortuna, con toda su ceguera y con la pretensión de
exponerte a los más graves peligros. En su imprevisora maldad, ha guiado tus pasos hacia la felicidad de nuestra religión.
Ahora la Fortuna ya se puede ir, ya puede dar libre curso a su furor y buscarse otra víctima para saciar su crueldad; pues las
vidas que la majestad de nuestra diosa ha tomado a su servicio ya no están al alcance de un golpe hostil. Salteadores, fieras,
esclavitud, idas y venidas por los más escabrosos caminos, amenazas diarias de muerte… ¿De qué ha servido todo ello a la
implacable Fortuna? Ahora ya estás bajo la tutela de una Fortuna, pero ésta es clarividente y hasta ilumina a los demás
dioses con su esplendorosa luz. Pon ya una cara más alegre, en consonancia con tus blancas vestiduras, y súmate con paso
triunfal al cortejo de la divinidad salvadora. Abran sus ojos los impíos, vean y reconozcan su error: ahí va, libre de sus
pasadas angustias por la providencia de la gran Isis, ahí va Lucio, feliz y triunfante vencedor de su destino. No obstante, para
mayor seguridad y garantía, alístate en esta sagrada milicia, para la cual hace pocas horas la diosa requirió tu juramento,
conságrate desde este instante al servicio de nuestra religión y sométete voluntariamente al yugo de ese ministerio. Pues,
cuando hayas entrado al servicio de la diosa, entonces sí que sentirás las dulzuras de tu libertad”.

CUESTIONES
6. ¿En qué persona está el narrador de este relato? ¿Qué tono tiene respecto a lo que cuenta?
7. ¿Qué hace el asno para recuperar su forma humana?
8. Resume la intervención final del Sacerdote de Isis… ¿Qué le dice al ya humano Lucio?
9. ¿Qué es lo que más preocupa a Lucio justo cuando recupera su apariencia humana?

1
Se trata de un sacerdote de la diosa Isis, por cuya intercesión recupera Lucio su apariencia humana..
2
Se refiere a Isis. El culto a esta diosa fue muy importante y popular en el Imperio en la época de Apuleyo
160
PROSA ROMANA. HISTORIOGRAFÍA: La guerra de las Galias. JULIO CÉSAR (año 51 a.C.)
Julio César escribió esta obra después de la conquista de las Galias, que él mismo llevó a cabo. La finalidad
del texto es doble: explicar esta campaña militar y, al mismo tiempo, justificar su política frente a quienes en
Roma le acusaban de haberse ensañado contra pueblos inofensivos por apetito de gloria.
La obra está formada por siete libros y abarca los sucesos de un año a partir del 58 hasta el 52 a.C. César
consigue una enorme densidad de exposición, caracterizada por su claridad, y un estilo único en su género,
esmerado y magistral. Introduce fragmentos en forma de "diario", escenas de gran contenido dramático e
incluso digresiones geográficas, etnológicas y técnicas. Como detalle estilístico peculiar, alude siempre a sí
mismo en tercera persona, con lo cual su relato gana en claridad y distanciamiento, y ofrece una impresión de
objetividad que difícilmente habría podido conseguir de otro modo.
XIII. En toda la Galia dos son los estados de personas de que se hace alguna cuenta y estimación. Los plebeyos son mirados
como esclavos, pues no emprenden nada por sí mismos, ni jamás se les pide consejo. La mayoría, viéndose adeudados o
apremiados por el peso de los impuestos o por la tiranía de los poderosos, se dedican al servicio de los nobles, y estos con
ellos ejercitan los mismos derechos que los señores con sus esclavos. De los dos estados, uno es el de los druidas, el otro el
de los caballeros. Aquellos atienden al culto divino, ofrecen sacrificios públicos y privados e interpretan misterios de la
religión. A su escuela asiste gran número de jóvenes a instruirse. El respeto que les tienen es grande. Ellos son los que
sentencian casi todos los pleitos del común y de los particulares; si se comete algún delito, si sucede alguna muerte, si hay
discusiones sobre herencias o sobre linderos3, ellos son los que deciden; determinan los premios y los castigos; cualquier
persona, ya sea privada o pública, que no acepte y cumpla su sentencia, es excomulgada, que para ellos es la pena más
grave. Los excomulgados están considerados como impíos y facinerosos; todos les dan de lado y rehuyen su encuentro y
conversación, por no contaminarse; además no se les hace justicia por más que la pidan, ni se les confía cargo alguno
honroso. A todos los druidas preside uno con autoridad suprema. Muerto este, le sucede quien aventaja a los demás en
riqueza y sabiduría. En caso de haber muchos iguales, se hace la elección por votos de los propios druidas, y más de una vez
se disputan la sucesión a mano armada. En cierta ocasión del año se congregan en un lugar sagrado: el país de los carnutes,
en el centro de toda la Galia. Aquí se reúnen todos los que tienen enfrentamientos y se dedican a resolver estos juicios y
tomar decisiones.

XIV. Los druidas no suelen ir a la guerra, ni pagan tributos como los demás, están exentos de la milicia y de toda clase de
obligaciones. Con el atractivo de tantos privilegios, son muchos los que se dedican a esta profesión, unos por inclinación
propia, otros por destino de sus padres y parientes. Se dice que allí aprenden gran número de versos. Así es que algunos
están hasta los veinte años en la escuela. No suelen escribir lo que aprenden, no obstante en casi todo los demás negocios
públicos y particulares utilizan caracteres griegos para escribir. Según pienso, los druidas han establecido esta costumbre
por dos causas: porque ni quieren divulgar su doctrina, ni tampoco que los estudiantes se fíen solo de los escritos y
descuiden el ejercicio de la memoria, lo que les suele pasar a muchos, que al tener a mano los libros aflojan en el ejercicio
de aprender y retener las cosas en la memoria. Se esmeran sobre todo en convencer de la inmortalidad de las almas y de su
transmigración de unos cuerpos a otros; consideran esta creencia un gran incentivo para el valor, pues deja aparte el temor
de la muerte. Además, los druidas enseñan a la juventud otras muchas cosas como los astros y su movimiento, la magnitud
de la esfera terrestre, la naturaleza de las cosas, el poder y soberanía de los dioses inmortales…

XV. El segundo estado es el de los caballeros. Todos estos salen a campaña siempre que lo pide el caso u ocurre alguna
guerra (y antes de la venida de César ocurría casi todos los años, ya fuese ofensiva o defensiva). Cuanto más noble y rico sea
un caballero, mayor acompañamiento llevará de dependientes y criados, lo cual será un distintivo de su grandeza y poder.

XVI. Toda la nación de los galos es muy supersticiosa y por esta causa los que padecen enfermedades graves y se hallan en
batallas y peligros, o sacrifican hombres o hacen promesa de sacrificarlos. Para estos sacrificios se guían por la sabiduría de
los druidas, convencidos de que la ira de los dioses inmortales no se puede aplacar para la conservación de la vida de un
hombre si no se hace ofrenda de la vida de otro ser humano; y por ley pública tienen ordenados sacrificios de esta misma
clase. Otros forman ídolos colosales con mimbres entretejidos, cuyo interior llenan de hombres vivos, pegan fuego a los
mimbres y así entregan su alma a los dioses gracias a las llamas. Los galos consideran que los sacrificios de ladrones,
salteadores y otros delincuentes son los más gratos a los dioses, pero no tienen problema en sacrificar a inocentes.

CUESTIONES
10. ¿Quiénes actúan como jueces en la Galia?
11. Según Julio César… ¿Por qué les interesa a los druidas difundir la inmortalidad de las almas?
12. Este fragmento que has leído es de temática… ¿Bélica, sociológica o antropológica? Justifícalo.
13. Localiza el único momento del fragmento en que se nombra a César en 3ª persona.
14. ¿Qué importante saga de cómics está basada en este libro de Julio César?

3
Límite de tierras.
161
LITERATURA MEDIEVAL: Beowulf. ANÓNIMO (aprox. año 1000)
Un guerrero danés conduce a Beowulf hasta el Hérot. (v. 229 – 319)
El vigía danés que en lo alto de un risco un cruel malhechor, oculto en la noche
la costa guardaba bien pudo ver lo ataca con furia y le causa quebranto,
que bajaban del barco equipados de cota pesares y muertes. A Ródgar pretendo
y brillantes escudos. El deseo sintió en buena amistad ofrecerle mi ayuda.
de saber al momento qué tropa era aquélla. Podrá de este modo vencer al maligno,
El guerrero de Ródgar presto a la orilla si es que el destino consiente que tengan
corrió en su caballo; blandía con fuerza sus males remedio, que le vuelva la paz
en su mano la lanza. Así les habló: y encuentre un alivio en sus muchas desgracias.
"Decid quiénes sois, oh gente equipada Sufrirá en otro caso constantes ultrajes,
con armas de guerra que en alto navío, violentas matanzas, en tanto se eleve
las olas surcando a través de los mares, y mantenga en el alto el hermoso palacio".
llegasteis acá. Por tiempo muy largo Allá en su caballo el osado vigía,
he guardado la costa, he oteado las aguas, el guardián, respondió: "El guerrero avisado
cuidando que nunca la tierra danesa que juzga prudente se forma opinión
atacada se viera por nave enemiga. atendiendo a lo dicho o también a los hechos.
Más que ninguno vinisteis aquí He oído que es ésta una tropa leal
de animosa manera, aunque poco sabéis al señor skildingo. ¡Pasad adelante
si os irá a recibir y aceptar en su tierra con armas y cotas! ¡Yo seré vuestro guía!
la gente skildinga. Está entre vosotros A los hombres que mando la orden daré
el hombre más fuerte, equipado guerrero, de que guarden a salvo de todo enemigo
que he visto jamás: no es un simple vasallo la nave que os trajo, el bien embreado
-le adornan sus armas- si es que no miente navío en la costa, hasta el día en que el leño
su digna apariencia. Ahora quiero saber de proa curvada de nuevo os devuelva
de qué gente venís, no vayáis a pasar a través de la mar al país de los wedras:
como astutos espías, siguiendo adelante al hombre animoso la suerte le ayuda,
a la tierra danesa. ¡Escuchad, extranjeros, salva la vida en la dura batalla".
oh gente de mar! ¡Atentos oíd Se pusieron en marcha. Firme quedaba,
mi sincero consejo: mucho os conviene amarrado con cuerdas, el amplio navío,
decir al instante de dónde venís!" sujeto en el ancla. Coronaban sus yelmos
Respuesta le dio el de rango más alto, brillantes verracos forjados en oro,
habló de este modo el que mando tenía: templados al fuego: protegían las vidas
"Somos nosotros intrépidos navegantes, de aquellos valientes. Tras rápida marcha
fieles vasallos del ínclito Híglak. -ceñida la tropa- alcanzaron a ver
Glorioso renombre le cupo a mi padre: la ensamblada mansión de dorados adornos.
príncipe era, llamábase Ekto; En la más excelente de todas las salas
tras vida muy larga -anciano en palacio- debajo del cielo el famoso vivía:
partió de este mundo. ¡Bien lo recuerdan su reflejo llegaba hasta muchas naciones.
los sabios varones que habitan la tierra! El guardián señaló la morada del rey,
Con buena intención al encuentro venimos la muy reluciente, de modo que a ella
del rey de tu pueblo, del hijo de Halfdan, pudiesen llegar. Entonces la vuelta
del bravo señor. ¡Condúcenos tú! se dio en su caballo y así les habló:
Alta misión al famoso nos trae, "Yo ahora me vuelvo. ¡Que Dios Poderoso
al notable monarca. No voy a ocultarte os conceda su gracia y haga que a salvo
el proyecto que tengo: tú sabes, vigía, salgáis de la empresa! Yo corro a la costa
-si es verdadero el relato que oímos- a guardarla de nuevo de gente enemiga".
que al pueblo skildingo un cierto enemigo,

CUESTIONES
1. Resume el contenido de este fragmento en tres o cuatro líneas.
2. Localiza en este fragmento intervenciones en estilo directo, típicas de los poemas épicos.
3. Recuerda la literatura que viste en 3º de la ESO… ¿Qué es ese triple espacio a mitad de verso?
4. Revisa los apuntes… ¿A cuál de las dos partes de Beowulf pertenece este fragmento? ¿Por qué?
5. ¿A qué ha ido Beowulf hasta Dinamarca? ¿Dónde se dice en el fragmento?
6. ¿Quiénes hablan en este fragmento? ¿Quiénes son los “skidlingos”?

162
LITERATURA MEDIEVAL: Tristán e Isolda. ANÓNIMO (aprox. s.XII). [Fragmento]
Llegado el tiempo de entregar a Isolda a los caballeros de Cornualles, su madre recogió hierbas, raíces y
flores, las mezcló con vino y compuso un poderoso brebaje. Acabado éste con ciencia y magia, lo vertió en un
frasco y dijo a Brangania.
—Hija mía, has de seguir a Isolda al país del rey Marés, ya que le profesas un amor fiel. Toma, pues, este
frasco de vino y recuerda mis palabras. Ocúltalo de manera que ningún ojo lo vea, ni ningún labio se le acerque.
Llegada la noche nupcial y en el instante en que quedan solos los esposos, verterás este vino de hierbas en una
copa y la presentarás al rey Marés y a la reina Isolda para que apuren su contenido entre los dos. Procura, hija
mía, que sólo ellos prueben este brebaje porque tal es su virtud que quienes lo beban juntos, se amarán con
todos sus sentidos, con todo su espíritu, para siempre, en la vida y en la muerte.
Brangania prometió a la reina que lo haría según su voluntad.
La nave se llevaba a Isolda, cortando las profundas olas. Cuanto más se alejaba de la tierra de Irlanda, más
tristemente se lamentaba la doncella. Sentada bajo la tienda donde se había encerrado con Brangania, su
sirvienta, lloraba de nostalgia; ¿Adónde la arrastraban aquellos extranjeros? ¿Hacia dónde la empujaba el
destino? Cuando Tristán se le acercaba y quería calmarla con dulces palabras, se irritaba, le rechazaba y sentía el
corazón henchido de odio. Había venido él, el raptor, el matador de Morolt; la había arrancando con astucia de su
madre y de su país y no se había dignado guardarla para sí. ¡La llevaba como un raro botín, a través de las olas,
hacia la tierra enemiga!
—¡Mísera! —decía ella—. ¡Maldita sea la mar que me lleva! ¡Más me valdría morir en la tierra donde nací
que vivir allá abajo!
Cierto día amainaron los vientos; las velas colgaban fláccidas, a lo largo del mástil. Tristán hizo tomar tierra en
una isla y, cansados del mar, los cien caballeros y los marineros bajaron a la playa. Sólo Isolda permanecía en la
nave con una pequeña sirvienta. Tristán se acercó hasta la reina tratando de apaciguar su corazón. Ardía un sol
de fuego, y abrasados ambos por la sed pidieron de beber. La pequeña buscó algún brebaje, hasta que descubrió,
escondido, el frasco confiado a Brangania por la madre de Isolda.
—¡He encontrado vino! —les gritó.
No, no era vino; era la pasión, era el bárbaro goce y la angustia sin fin; era la muerte. La muchacha llenó una copa
y la presentó a su ama. Bebió a grandes tragos y luego la tendió a Tristán, que también bebió.
En este instante entró Brangania y vio con asombro que se miraban calladamente con loco embeleso. Ante ellos
estaba la copa casi vacía. Cogióla, corrió a popa y la arrojó por la borda, gimiendo:
—¡Desgraciada! ¡Maldito sea el día en que nací y maldito el día que subí a esta nave! ¡Isolda, amiga, y vos,
Tristán, habéis bebido vuestra muerte!
De nuevo la nave se encaminaba a Tintagel. Le parecía a Tristán que una zarza viva de agudas espinas, de
olorosas flores hincaba sus raíces en la sangre de su corazón y con fuertes lazos ligaba el hermoso cuerpo de
Isolda a su cuerpo, a todo su espíritu y a todos sus deseos. Pensaba:
«Andret, Denoalén, Guenelón y Gondoíno, felones que me acusabais de codiciar la tierra del rey Marés, ¡ah!
¡Soy más vil todavía, y no es su tierra lo que codicio ya! Buen tío, que me habéis amado huérfano, aun antes de
reconocer la sangre de vuestra hermana Blancaflor; vos que me llorabais tiernamente mientras vuestros brazos
me llevaban a la barca sin velas ni remos, buen tío, ¿por qué desde el primer día no habéis arrojado lejos de vos
al niño errante venido para traicionaros? ¡Ah! ¿Qué he pensado? Isolda es vuestra mujer y yo vuestro vasallo.
Isolda es vuestra mujer y yo vuestro hijo. Isolda es vuestra mujer y no debe amarme»
Isolda le amaba y quería odiarle, sin embargo: ¿no la había desdeñado vilmente? Y se torturaba el corazón
por este amor más doloroso que el odio.
Brangania les observaba con angustia, más cruelmente atormentada aún, pues sólo ella sabía el daño que
había causado. Les espió durante dos días, les vio rechazar todo alimento, toda bebida y todo refrigerio, v
buscarse mutuamente como ciegos que caminan uno hacia otro. Infelices cuando languidecían separados, más
infelices todavía cuando, reunidos, temblaban ante el horror de la primera confesión.

CUESTIONES
7. Tristán acompaña a Isolda hasta Cornualles. Allí la joven debe casarse con el rey Marco, tío de
Tristán. Accidentalmente los dos jóvenes se enamoran, desafiando todas las normas del honor.
Busca en el texto ejemplos de las dudas y remordimientos de los protagonistas.
8. ¿Qué hacen los dos jóvenes para enamorarse? ¿Quién es la responsable del hecho accidental?
9. ¿Qué parentesco une a Brangania con alguno de los protagonistas?
163
LITERATURA MEDIEVAL: Los cuentos de Canterbury. G. CHAUCER (s.XIV).
El cuento de la comadre de Bath [Fragmento]
En los viejos tiempos del rey Arturo, cuya fama todavía pervive entre los naturales de Gran Bretaña, todo el reino andaba lleno
de grupos de hadas. La reina de los Elfos y su alegre cortejo danzaba frecuentemente por los prados verdes. Según he leído, ésta
es la vieja creencia; hablo de hace muchos centenares de años; pero ahora ya no se ven hadas, pues actualmente las oraciones y la
rebosante caridad cristiana de los buenos frailes llenan todos los rincones y recovecos del país como las motas de polvo centellean
en un rayo de sol, bendiciendo salones, aposentos, cocinas y dormitorios; ciudades, burgos, castillos, torres y pueblos; graneros,
alquerías y establos; esto ha ocasionado la desaparición de las hadas. En los lugares que frecuentaban los elfos, ahora andan los
frailes mañana y tarde, musitando sus maitines y santos oficios mientras rondan por el distrito. Por lo que, actualmente, las
mujeres pueden pasear tranquilamente junto a arbustos y árboles; un fraile es al único sátiro que encuentran, y todo lo que éste
hace es quitarles la honra. Pues bien, sucedió que en la corte del rey Arturo había un caballero joven y alegre. Un día que,
montado en su caballo, se dirigía a su casa después de haber estado dedicándose a la cetrería junto al río, se topó casualmente
con una doncella que iba sin compañía y, a pesar de que ella se defendió como pudo, le arrebató la doncellez a viva fuerza.
Esta violación causó un gran revuelo. Hubo muchas peticiones de justicia al rey Arturo, hasta que, por el curso de la ley, el
caballero en cuestión fue condenado a muerte. Y hubiese sido decapitado (tal era, al parecer, la ley en aquellos tiempos) si la reina
y muchas otras damas no hubieran estado importunando al rey solicitando su gracia, hasta que al fin él le perdonó la vida y lo
puso a merced de la reina para que fuese ella a su libre albedrío la que decidiese si debía ser ejecutado o perdonado. La reina
expresó al rey su profundo agradecimiento y, al cabo de uno o dos días, encontró la oportunidad de hablar con el caballero, al que
dijo […]: “Os concederé la vida si me decís qué es lo que las mujeres desean con mayor vehemencia. Os concederé el permiso de
ausentaros durante un año y un día para encontrar una solución satisfactoria a este problema”.
El caballero estaba triste y suspiró con mucha pena; sin embargo, no tenía otra alternativa. Al fin decidió partir y regresar al
cabo de un año con cualquier respuesta que Dios quisiese proporcionarle. Por lo que se despidió y se puso en marcha. Visitó todas
las casas y lugares en los que pensaba que tendría la suerte de averiguar qué cosa es la que las mujeres ansían más, pero en
ningún país encontró a dos personas que se pusiesen de acuerdo sobre el asunto. […] Cuando se dio cuenta de que no podía
descubrirlo –quiero decir lo que las mujeres queremos por encima de todo–, sintió una gran pesadumbre en el corazón; pero, con
todo, se puso en camino hacia casa, pues no podía esperar más. Había llegado el día en que debía regresar al hogar.
Mientras iba cabalgando lleno de tristeza pasó junto a un bosque y vio a veinticuatro damas o más, que bailaban; se acercó por
curiosidad esperando aumentar su sabiduría. Pero antes de llegar hasta donde estaban aquéllas, por arte de magia,
desaparecieron, sin que él tuviese la menor idea de hacia dónde habían ido. Excepto una sola anciana que estaba allí sentada
sobre el césped, no divisaba a un solo ser viviente. Por cierto que esta anciana, que era la persona más fea que uno pueda
imaginar, se levantó del suelo al acercársele el caballero y le dijo: “Señor, no hay camino que siga desde aquí. Decidme lo que
buscáis; será probablemente lo mejor; nosotros las ancianas sabemos un montón de cosas”.
–Buena mujer -replicó el caballero-, la verdad es que puedo darme por muerto si no logro poder decir qué es lo que las mujeres
desean más. Si me lo podéis decir, os recompensaré con largueza.
–Poned vuestra mano en la mía y dadme vuestra palabra de que haréis la primera cosa que os pida si está en vuestra mano -dijo
ella-, y antes de que caiga la noche os diré de qué se trata.
–De acuerdo –dijo el caballero–. Tenéis mi palabra.
Entonces ella le susurró su mensaje al oído, diciéndole que se animase y no tuviera más miedo.
Cuando llegaron a la corte, el caballero anunció que, de acuerdo con lo prometido, había regresado puntualmente y estaba
dispuesto a dar su respuesta. Más de una noble matrona, más de una doncella, y muchas viudas también (puesto que tienen
mucha sabiduría), se reunieron a escuchar su respuesta, con la mismísima reina sentada en el trono del juez. […] El caballero, lejos
de quedarse callado como un muerto, dio su respuesta enseguida. Habló con voz sonora para que todos pudiesen oírle:
–Mi soberana y señora –empezó-, en general las mujeres desean ejercer autoridad tanto sobre sus esposos como sobre sus
amantes y tener poder sobre ellos. Aunque con ello respondo con mi vida, éste es su mayor deseo. Haced lo que queráis; estoy
aquí a vuestra merced.
Ni una sola matrona, doncella o viuda en todo el tribunal contradijo tal afirmación. Todas declararon que merecía conservar la
vida. En aquel momento la anciana, a quien el caballero había visto sentada en el césped, se puso en pie de un salto y exclamó:
–¡Gracias, soberana señora! Yo di la respuesta al caballero, a cambio de lo cual él empeñó su palabra de que realizaría la
primera cosa que pudiera que estuviese en su poder hacer. Por consiguiente, señor caballero, os lo ruego ante todo este tribunal:
vieja, pobre y fea como soy, por todo el oro y todos los minerales que están enterrados bajo tierra o se encuentran en su
superficie, no quiero nada que no sea ser tu esposa y también tu amante.

CUESTIONES
10. El primer párrafo tiene bastantes referencias anticlericales (en contra de la Iglesia). Señálalas.
11. ¿Por qué el descubrimiento que hace el protagonista se vuelve en su contra?
12. ¿Por qué está en la cárcel el protagonista al principio del relato?
13. Averigua cómo acaba este cuento.

164
LITERATURA MEDIEVAL II: La muerte del rey Arturo. ANÓNIMO (INGL, s. XIII)
Batalla de Salisbury
Vuelve a entablarse un combate grande y digno de admiración; Galegantín el galés, que era caballero valiente y
esforzado, ataca a Mordret; Mordret, que estaba airado, le golpea con toda su fuerza, de manera que le hace volar la
cabeza: fue una gran desgracia, pues había sido muy leal para con el rey Arturo. Cuando éste ve a Galegantín en el
suelo, no le gusta y dice que si puede lo vengará; entonces vuelve a atacar a Mordret y, cuando iba a golpearle, un
caballero de Northumberland le coge de través y, a descubierto, le alcanza en el costado izquierdo: pudo herirle muy
gravemente, si la cota no fuera tan fuerte, pero resistió sin que se rompiera ninguna malla; sin embargo, le acomete
bien, derribándolo bajo el vientre del caballo. Cuando mi señor Yvaín, que estaba cerca, vio este golpe, exclama:
-¡Ay!, Dios, ¡qué dolor hay aquí, pues un caballero tan bueno es derribado tan vilmente!
Entonces ataca al jinete de Northumberland y le alcanza con una lanza gruesa y corta, de manera que, a pesar de la
armadura, le mete en el cuerpo el hierro y el asta; al caer, se rompe la lanza. Mi señor Yvaín se dirige a continuación al
rey y lo monta de nuevo, frente a todos sus enemigos. Mordret, que se encoleriza tanto que por poco pierde el
sentido al ver que el rey Arturo ha montado de nuevo, ataca a mi señor Yvaín, sujetando la espada con las dos manos;
el golpe fue duro y vino desde arriba: hiende el yelmo de mi señor Yvaín y la cofia de hierro, hasta los dientes; lo
derriba muerto: fue una dolorosa desgracia, pues en aquel entonces se tenía a mi señor Yvaín por uno de los buenos
caballeros que había en el mundo y como el más valiente.
Cuando el rey Arturo vio este golpe exclamó:
- ¡Ay! Señor, ¿por qué permitís lo que estoy viendo, que el peor traidor del mundo ha matado a uno de los más
valiosos caballeros del siglo?
Sagremor el Desmesurado le responde:
-Señor, ésos son los juegos de la fortuna; ahora podéis apreciar cómo os vende de caros los grandes bienes y los grandes
honores que recibisteis hace tiempo, quitándoos a vuestros mejores amigos; ¡Dios quiera que no nos vaya peor!
Mientras hablaban de mi señor Yvaín oyeron por detrás un gran griterío, pues los cuatrocientos caballeros de Mordret
comenzaron a gritar cuando ya estaban cerca del estandarte y los hombres del rey Arturo también. Al encontrarse
todos podíais ver quebrar lanzas y caer caballeros, pero los hombres del rey Arturo, que eran valientes y fuertes, los
recibieron bien, derribando más de cien a su llegada; por ambas partes se desenvainan las espadas y se golpean con
todas las fuerzas, matándose unos a otros cuanto pueden. Los hombres del rey Arturo que guardaban el estandarte
resistieron tan bien aquel ataque que de los cuatrocientos caballeros de Mordret no escaparon después del encuentro
más de veinte sin morir o ser muertos, antes de la hora de nona; si entonces estuvierais en el campo de batalla,
podríais ver todo el lugar repleto de muertos y con bastantes heridos; poco después de nona el combate estaba tan
acabado que, de todos los que se encontraron en la llanura, que eran más de cien mil, no quedaban con vida más de
trescientos; de los compañeros de la Mesa Redonda habían muerto todos menos cuatro, pues lucharon más al ver la
gran necesidad que tenían; de los cuatro que quedaron con vida, uno era el rey Arturo, otro, Lucán el Copero, el
tercero, Giflete y el cuarto era Sagremor el Desmesurado, que estaba tan herido en el cuerpo que apenas podía
sostenerse en la silla. Reúnen a sus hombres y dicen que prefieren morir a que el otro se lleve la victoria; Mordret se
lanza contra Sagremor y, a vistas del rey, le golpea con tal fuerza que hace que su cabeza vuele en medio del campo.
Cuando el rey ve este golpe, exclama apesadumbrado:
-¡Ay! Dios, ¿por qué dejáis que pierda todo el valor terreno? Por este golpe veo que aquí tenemos que morir o
Mordret o yo.
Toma una lanza gruesa y fuerte y, a todo el galope de su caballo, ataca a Mordret; éste, que se da cuenta de que el rey
no desea otra cosa sino matarle, no le rehúye, antes bien, le dirige la cabeza de su caballo; el rey, que viene con toda
su fuerza, le golpea con tal vigor que le rompe las mallas de la cota y le hunde en el cuerpo la punta de su lanza.
Cuenta la historia que, al sacar la lanza, atravesó la herida un rayo de sol, de forma tan clara que lo vio Giflete y los de
aquella tierra decían que había sido señal de la pena de Nuestro Señor. Cuando Mordret se ve herido, piensa que está
herido de muerte; da un golpe sobre el yelmo del rey Arturo, a quien nada pudo impedir que sintiera la espada en la
cabeza, e incluso, le hizo un corte en parte del cráneo; el rey Arturo se quedó aturdido por este golpe, cayéndose del
caballo, y lo mismo le ocurrió a Mordret; están los dos tan heridos que nadie puede hacer que se levanten y yacen el
uno al lado del otro.
Así mató el padre al hijo y el hijo hirió de muerte al padre. Cuando los hombres del rey Arturo lo vieron en el suelo, se
afligen tanto que no hay corazón humano que pueda imaginar la pena que tienen.

CUESTIONES
1. Ordena cronológicamente las muertes de este fragmento: Mordret, Yvaín, Arturo, jinete de
Northumberland y Galegantín. ¿Quién mata a cada uno de ellos?
2. Localiza una hipérbole en las últimas quince líneas del relato.
3. Subraya los episodios más sangrientos y descriptivos de las heridas de los guerreros.
165
LITERATURA MEDIEVAL II: El Decamerón. Giovanni BOCCACCIO (ITAL, aprox. año 1351).
El judío Melquisedech, con una historia sobre tres anillos
se salva de una peligrosa trampa que le había preparado Saladino.
Después de que, alabada por todos la historia de Neifile, calló ésta, como gustó a la reina, Filomena empezó a hablar así:
-La historia contada por Neifile me trae a la memoria un peligroso caso sucedido a un judío; y porque ya se ha hablado
tan bien de Dios y de la verdad de nuestra fe, descender ahora a los sucesos y los actos de los hombres no se deberá hallar
mal, y vendré a narrárosla para que, oída, tal vez más cautas os volváis en las respuestas a las preguntas que puedan
haceros.
Debéis saber, amorosas compañeras, que así como la necedad muchas veces aparta a alguien de un feliz estado y lo
pone en grandísima miseria, así aparta la prudencia al sabio de peligros gravísimos y lo pone en grande y seguro reposo. Y
cuán verdad sea que la necedad conduce del buen estado a la miseria, se ve en muchos ejemplos que no está ahora en
nuestro ánimo contar, considerando que todo el día aparecen mil ejemplos manifiestos; pero que la prudencia sea ocasión
de consuelo, como he dicho, os mostraré brevemente con un cuentecillo.
Saladino, cuyo valer fue tanto que no solamente le hizo llegar de hombre humilde a sultán de Babilonia, sino también
lograr muchas victorias sobre los reyes musulmanes y cristianos, habiendo en diversas guerras y en grandísimas
magnificencias suyas gastado todo su tesoro, y necesitando, por algún accidente que le sobrevino, una buena cantidad de
dineros, no viendo cómo tan prestamente como los necesitaba pudiese tenerlos, le vino a la memoria un rico judío cuyo
nombre era Melquisidech, que prestaba con usura en Alejandría; y pensó que éste tenía con qué poderlo servir, si quería,
pero era tan avaro que por voluntad propia no lo hubiera hecho nunca, y no quería obligarlo por la fuerza; por lo que,
apretándole la necesidad se dedicó por completo a encontrar el modo como el judío le sirviese, y se le ocurrió obligarle con
algún argumento verosímil. Y haciéndolo llamar y recibiéndole familiarmente, le hizo sentar con él y después le dijo:
-Hombre honrado, he oído a muchas personas que eras sapientísimo y muy avezado en las cosas de Dios; y por ello
querría saber cuál de las tres leyes reputas por verdadera: la judaica, la musulmana o la cristiana.
El judío, que verdaderamente era un hombre sabio, advirtió demasiado bien que Saladino buscaba cogerlo en sus
palabras para moverle alguna cuestión, y pensó que no podía alabar a una de las tres más que a las otras sin que Saladino
saliese con su empeño; por lo que, como a quien le parecía tener necesidad de una respuesta por la que no pudiesen
llevarle preso, aguzado el ingenio, le vino pronto a la mente lo que debía decir; y dijo:
-Señor mío, la cuestión que me proponéis es fina, y para poder deciros lo que pienso de ella querría contaros el
cuentecillo que vais a oír. Si no me equivoco, me acuerdo de haber oído decir muchas veces que hubo una vez un hombre
grande y rico que, entre las otras joyas más caras que tenía en su tesoro, tenía un anillo bellísimo y precioso al que,
queriendo hace honor por su valor y su belleza y dejarlo perpetuamente a sus descendientes ordenó que aquel de sus hijos
a quien, habiéndoselo dejado él, le fuese encontrado aquel anillo, que se entendiese que él era su heredero y debiese ser
por todos los demás honrado y reverenciado como a mayorazgo, ya que a quien fue dejado por éste guardó el mismo orden
con sus descendiente e hizo tal como había hecho su predecesor. Y, en resumen, este anillo anduvo de mano en mano de
muchos sucesores y últimamente llegó a las manos de uno que tenía tres hijos hermosos y virtuosos y muy obedientes al
padre por lo que amaba a los tres por igual. Y los jóvenes, que conocían la costumbre del anillo, deseoso cada uno de ser el
más honrado entre los suyos, cada uno por sí, como mejor sabían, rogaban al padre, que era ya viejo, que cuando sintiese
llegar la muerte, a él le dejase el anillo.
El honrado hombre, que por igual amaba a todos, no sabía él mismo elegir a cuál debiese dejárselo y pensó, habiéndoselo
prometido a todos, en satisfacer a los tres: y secretamente a un buen orfebre le encargó otros dos, los cuales fueron tan
semejantes al primero que el mismo que los había hecho hacer apenas distinguía cuál fuese el verdadero; y sintiendo llegar
la muerte, secretamente dio el suyo a cada uno de sus hijos. Los cuales, después de la muerte del padre, queriendo cada
uno posesionarse de la herencia y el honor, y negándoselo el uno al otro, como testimonio de hacerlo con todo derecho,
cada uno mostró su anillo; y encontrados los anillos tan iguales el uno al otro que cuál fuese el verdadero no sabía
distinguirse, se quedó pendiente la cuestión de quién fuese el verdadero heredero del padre, y sigue pendiente todavía.
Y lo mismo os digo, señor mío, de las tres leyes dadas a los tres pueblos por Dios padre sobre las que me propusisteis
una cuestión: cada uno su herencia, su verdadera ley y sus mandamientos cree rectamente tener y cumplir, pero de quién la
tenga, como de los anillos, todavía está pendiente la cuestión.
Conoció Saladino que éste había sabido salir óptimamente del lazo que le había tendido y por ello se dispuso a
manifestarle sus necesidades y ver si quería servirle; y así lo hizo, manifestándole lo que había tenido en el ánimo hacerle si
él tan discretamente como lo había hecho no le hubiera respondido. El judío le sirvió libremente con toda la cantidad que
Saladino le pidió y luego Saladino se la restituyó enteramente, y además de ello le dio grandísimos dones y siempre por
amigo suyo lo tuvo y en grande y honrado estado lo conservó junto a él.

CUESTIONES
4. ¿Qué simbolizan los tres anillos del cuento del judío Melquisedech?
5. Señala dónde ves el mecanismo de inserción (un cuento dentro de otro cuento) en este texto.
6. ¿Cuál es la profesión de los dos protagonistas del relato? Explica el final del relato.
166
LITERATURA MEDIEVAL II: Las mil y una noches. ANÓNIMO (Oriente; aprox. s.XIV).
El gesto de la muerte
Un joven jardinero persa dice a su príncipe:
—¡Sálvame! Encontré a la Muerte esta mañana. Me hizo un gesto amenazante. Esta noche, por milagro, desearía
estar en Ispahán.
El bondadoso príncipe le presta sus caballos. Por la tarde se encuentra en la plaza con la Muerte y le pregunta:
–Esta mañana, ¿por qué hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?
–No fue un gesto de amenaza –le responde– sino un gesto de sorpresa. Pues lo veía lejos de Ispahan y quería
recordarle que allí tenemos una cita esta noche.

CUESTIONES
7. ¿Qué moraleja se puede sacar de este relato? Justifícalo.
8. Este texto está considerado el primer microrrelato de la historia. Averigua, buscando en
internet, qué escritor francés lo popularizó y cuál se dice que es su verdadero origen.
9. En las 90 palabras del texto hay diálogos, pocos personajes, ausencia de descripciones y un
final sugerente. Demuéstralo señalándolo en el texto.

El hombre que soñó


Vivió cierta vez en Bagdad un hombre rico, que perdió todo su caudal y quedó tan desposeído que sólo
trabajando duramente podía ganarse la vida. Una noche se acostó a dormir, abatido y pesaroso, y vio en sueños a
un personaje que le decía:
—En verdad, tu fortuna está en El Cairo. Ve allá y búscala.
Y el hombre se puso en camino del Cairo. Pero a su llegada lo sorprendió la noche y se acostó a dormir en una
mezquita. Más tarde, por designio de Alá Todopoderoso, entró en la mezquita una banda de malhechores, que a
través de ella penetraron en la casa vecina. Pero los propietarios, alertados por el ruido de los ladrones,
despertaron y dieron la alarma. Y en seguida acudió en su ayuda, con sus hombres, el jefe de policía.
Huyeron los ladrones, pero el jefe de policía entró en la mezquita y encontrando allí dormido al hombre de
Bagdad, lo prendió y le hizo dar tantos azotes con varas de palma, que casi lo dejaron por muerto. Lo arrojaron
después a la cárcel, donde estuvo tres días. Cumplidos los cuales, el jefe de policía mandó buscarlo y le preguntó:
—¿De dónde eres?
Y el respondió:
—De Bagdad.
Dijo el Wali:
—¿Qué te trae al Cairo?
Respondió el de Bagdad.
—En un sueño vi a Uno que me decía: “Tu fortuna está en El Cairo. Ve a buscarla”. Sin embargo, cuando llegué al
Cairo, descubrí que la fortuna que me prometía eran los varazos que tan generosamente me habéis dado.
El Wali se rió hasta dejar a la vista sus muelas del juicio.
—Hombre de poco ingenio —dijo—, tres veces he visto yo en un sueño a alguien que me decía: “Hay en Bagdad
una casa, en tal barrio y de tal aspecto, y tiene un jardín en cuyo extremo hay una fuente, y bajo ella una gran
suma de dinero sepultada. Ve y tómala”. Pero yo no fui; en cambio tú, por tu poca cabeza, has viajado de un lado
a otro, dando crédito a un sueño que no era más que ocioso engaño de la fantasía.
Y le dio dinero, diciéndole: —Con esto, regresa a tu país.
Y el hombre tomó el dinero y emprendió el regreso. Pero la casa que el Wali le había descrito era la propia casa
que el hombre tenía en Bagdad. Y cuando estuvo en ella, el peregrino cavó bajo la fuente de su jardín y descubrió
un gran tesoro. Y así, por gracia de Alá, ganó una maravillosa fortuna.

CUESTIONES
10. ¿En qué se parece este relato al argumento de la novela El alquimista de Paulo Coelho?
11. ¿Qué tienen en común este relato y el anterior?
12. Comenta la importancia del destino en los dos relatos de esta página.

167
LITERATURA MEDIEVAL III: Carmina Burana. ANÓNIMO (aprox. s. XIII). [Poesía goliárdica]
O FORTUNA
O Fortuna Sors immanis Sors salutis
velut luna, et inanis, et virtutis
statu variabilis, rota tu volubilis, michi nunc contraria,
semper crescis status malus, est affectus
aut decrescis; vana salus et defectus
vita detestabilis semper dissolubilis, semper in angaria.
nunc obdurat obumbrata Hac in hora
et tunc curat et velata sine mora
ludo mentis aciem, michi quoque niteris; corde pulsum tangite;
egestatem, nunc per ludum quod per sortem
potestatem dorsum nudum sternit fortem,
dissolvit ut glaciem. fero tui sceleris. mecum omnes plangite.

¡Oh, Fortuna! Suerte monstruosa La Suerte en la salud


Como la luna y vacía, y en la virtud
variable de estado, tu rueda gira, está contra mí,
siempre creces perversa, me empuja
o decreces; la salud es vana y me lastra,
¡Qué vida tan detestable! siempre se difumina, siempre esclavizado.
ahora oprime sombrío En esta hora,
después alivia y velado sin tardanza,
como un juego, también a mí me mortificas; toca las cuerdas vibrantes,
a la pobreza ahora en el juego porque la Suerte
y al poder llevo mi espalda desnuda derriba al fuerte,
lo derritió como al hielo. por tu villanía. llorad todos conmigo.

CUESTIONES
1. Según este poema… ¿Quién guía la vida de las personas? ¿Con qué elementos se compara en el
poema?
2. ¿Qué músico alemán escribió una ópera con el título “Carmina Burana”?
3. ¿Qué dice la voz poética de este poema? ¿A quién se dirige? Localiza un apóstrofe en el poema.

OMITTAMUS ESTUDIA (“Dejemos los estudios”)


¡Dejemos los estudios, La primavera de la vida veloz discurre,
es un placer perder la cabeza nuestro invierno rápido avanza,
y las dulzuras aprovechemos la vida daño sufre, las cuitas de la carne ablandan.
de la tierna juventud! La sangre se seca, el corazón se para,
Empeñarse en las cosas graves los placeres menguan
asunto propio es de la senectud. ya la vejez nos espanta
La vida pasa presta con su familia de dolencias.
en el estudio detenida; La vida pasa presta
divertirse aconseja en el estudio detenida;
la juventud enternecida. divertirse aconseja
la juventud enternecida.
CUESTIONES
4. En este poema se manifiesta el desenfado y las ganas de diversión propias del mundo estudiantil.
Haz una lista con las cosas propias de la vejez, según dice la voz poética.
5. Localiza el estribillo en el poema.
6. ¿Qué simbolizan las estaciones del año que se citan en el poema?

168
LITERATURA MEDIEVAL III: Poesía trovadoresca (s. XII y XIII)
A) Bernart de Ventadorn (FRA. 1130-1190) B) Jaufré Rudel (FRA. 1113-1170)
Bien quisiera encontrarla sola Amor de tierra lejana
y que durmiera, o lo fingiese, por vos me duele todo el cuerpo;
para robarle un dulce beso y no puedo encontrar remedio
porque no valgo tanto para pedírselo. si no oigo vuestra llamada
Por Dios, señora, ¡que poco disfrutamos del amor! con reclamo de dulce amor
¡el tiempo pasa y nos perdemos lo mejor! en un jardín o tras una cortina
Deberíamos hablar con palabras de doble sentido con la compañera deseada.
y puesto que de nada nos sirve este atrevimiento,
¡ojalá nos valiera el ingenio! Mi voluntad me lleva hacia ella,
la noche y el amanecer sufriendo
En gozarse y quererse el uno al otro
por deseo de su cuerpo;
está el amor de los verdaderos amantes.
pero viene despacio y despacio me dice:
Nada puede salir bien
“Amigo, dice, celosos y malvados
si los dos no quieren lo mismo.
han armado tal jaleo
Y está loco de nacimiento
el que no hace lo que ella le pide que será difícil resolverlo
o alaba lo que no le gusta. y que ambos tengamos placer”.

CUESTIONES (cada letra corresponde al del poema)


A) Interpreta los dos últimos versos del poema teniendo en cuenta qué es el amor cortés.
La voz poética (amante) se considera inferior a la amada (“señora”). ¿Dónde se ve en el poema?
B) ¿En qué escenarios tiene lugar el amor cortés según Rudel?
¿Cómo acaban las pretensiones amorosas de la voz poética?

LITERATURA MEDIEVAL III: Poesía árabe y arábigo-andaluza (s. XI)


C) Ibn Zaydun (AL-AND. 1003-1071) D) Wallada (AL-AND. 994-1091)
Aquella muchacha de ojos bellos, ¿Acaso hay para nosotros,
de fragancia deliciosa, después de esta separación, una salida;
de aliento perfumado, de aroma penetrante. puede quejarse cada uno de nosotros
Me tendió su fina mano, y comprendí de lo que ha sufrido?
Pernoctaba yo en los tiempos
que era hermosa mujer de mirada seductora.
de nuestras visitas mutuas durante el invierno
Por su talle corre fresca savia juvenil;
sobre las brasas crepitantes por la pasión.
ungida está de almizcle por su muy clara virtud. ¿Cómo, pues, estando en la situación de este abandono,
Cuando me ofrece jazmines en la palma de su mano ha apresurado el destino lo que yo temía?
recojo estrellas brillantes de la mano de la luna. Giran las noches y no veo el fin.
De nuestro distanciamiento,
Tiene carácter dulce, ni la paciencia me libra
talle perfecto de la esclavitud de mi anhelo.
y una gracia como el aroma Riegue dios la tierra donde estés
o la euforia del vino. con toda clase de lluvias copiosas.
Me ofrece gustosa su charla
tan deleitosa Tengo celos de mis ojos, de mi toda,
como la unión amorosa de ti mismo, de tu tiempo y tu lugar.
lograda tras la ausencia. Aún grabado tú en mis pupilas,
mis celos nunca cesarán.
¡Ay, qué cerca estuvimos y hoy qué lejos!
Nos separó la suerte, y no hay rocío CUESTIONES
que humedezca, resecas de deseo, C) Interpreta lo que dice la voz poética en los v. 8 y 9.
mis ardientes entrañas; pero en cambio, D) ¿Con qué identifica Wallada la pasión en el poema?
de llanto mis pupilas se saturan. Busca algo de información sobre la historia de amor entre
Ibn Zaydun y Wallada. ¿Cómo acabó?

169
LITERATURA RENACENTISTA I: ITALIA. La Divina Comedia. DANTE ALIGHIERI (1321)
1) ENCUENTRO DE DANTE Y VIRGILIO: la obra se inicia cuando Dante tiene 35 años. Tras vivir en el pecado, decide
emprender el camino que lleva a la virtud. Encuentra en un páramo al poeta Virgilio, al que admira, y este le
anuncia su propósito de guiarle por el mundo de ultratumba hacia Dios.
2) APARICIÓN DE MATELDA Y PROCESIÓN ALEGÓRICA: Tras visitar el Purgatorio, Virgilio se despide, pues al no haber
vivido en la fe cristiana no puede acceder al Paraíso. Dante queda acompañado por Matelda, una virtuosa dama que
le explica cómo es el Paraíso. Mientras ven pasar una procesión simbólica de la Iglesia.
3) BEATRIZ Y EL PARAÍSO: en el Paraíso, Dante es guiado por su amada Beatriz, modelo de virtud. El lugar está
formado por nueve cielos, en los que hay progresivos grados de felicidad, y el empíreo, el lugar donde se sitúa
Dios. Dante accede de la mano de Beatriz y se deleita en la contemplación de Dios.
(1) Ellas subían ya que no eran vistas:
“Él de la bestia seguidor preciso sus formas, como de águila, eran de oro,
será hasta echarla en el profundo averno y blancas las demás, de rojo mixtas.
de do la envidia vomitarla quiso. Nunca en Roma de carro tal tesoro
Mas ahora por tu bien pienso y discierno lucir pudieron Escipión ni Augusto;
que debo ser tu guía y quien te lleve si aun el del sol le viera sin desdoro:
desde este sitio humilde hasta otro eterno, aquel de do Faetón cayó combusto,
do el clamor espantoso oirás que mueve: de la Tierra a las preces lastimeras,
la turba antigua de ánimas llorosas cuando fue Jove en sus arcanos justo.
que nueva muerte a demandar se atreve. Tres mujeres danzando van ligeras
a la derecha rueda: una es tan roja,
Y verás, las que en medio están llorosas
que entre el fuego su faz no distinguieras;
de fuego, porque aguardan que algún día
se unirán con las almas venturosas. otra el fulgor de la esmeralda arroja,
doquiera verde; y la postrera luce
Y si ver estas tu piedad ansía, cual nieve que en altura eterna aloja.
otra más digna habrás sombra ligera
a quien te deje partir por guía. Y la blanca o bermeja la conduce;
y el aire de su danza, al canto de esta,
Que aquel Emperador que arriba impera más rápido o más lento se produce.
que se abra a mí su casa no permite
porque su ley no supe verdadera. (3)
Con su reino sin fin nada compite; ¡Oh, grandeza de Dios, por quien yo vi
mas esa es su ciudad, trono y asiento, el alto triunfo en la región verace!
felices, ¡ay!, los que allí dentro admite." Dame fuerza a decir cómo le vi.

"Poeta –respondíle– oye mi acento Luz hay arriba que visible hace
y por Aquel que tú no has conocido, el Creador a aquella criatura
líbrame de este y de un mayor tormento; que solo en ver en él se satisface;

y a los que tristes tanto has referido la cual se extiende en circular figura
vamos, y en fe de la promesa tuya, tanto, que su caudal circunferencia
yo de Pedro el cancel mire querido." servir pudiera al sol de ancha cintura.

Y en esto echóse a andar, y yo en pos suya. Solo un rayo compone su apariencia,


y da del primer Móvil en la cima
(2) que de él toma la vida y la potencia.
Al centro de los cuatro se contiene Y cual collado en agua de su sima
carroza con dos ruedas, que arrastraba se despeja, cual por verse, cuando adorno
un grifo que del cuello uncido viene. de verdor y de flores le reanima,
El cual del centro a cada lado alzaba así en más de mil gradas que hacen torno,
un ala, y las demás entre las listas, viéndose estaban en la luz hermosa
ígneas; con que su lumbre no tapaba. los que de nos han hecho allí retorno.
CUESTIONES
¿Qué estrofa poética utiliza Dante en estos fragmentos?
1. ¿Quién es el «Emperador» del verso 16? ¿Y el «Pedro» del verso 27?
2. En el fragmento (2) hay diversas referencias grecolatinas. Indícalas.
3. Describe con tus palabras qué es lo que contempla la voz poética en el fragmento (3).

170
LITERATURA RENACENTISTA I: ITALIA. Cancionero. PETRARCA (1348)
II–INICIO Y PRESENTACIÓN XC–GLORIFICACIÓN DE LA AMADA CCCII –MUERTE DE LAURA
Porque una hermosa en mí quiso vengarse Al aura el pelo de oro vi esparcido, El pensamiento me hizo que subiera
y enmendar mil ofensas en un día, que en mil sedosos bucles lo volvía; con la que busco, y no encuentro en la tierra:
escondido el Amor su arco traía la dulce luz sobremanera ardía allí, entre los que el tercio cielo encierra,
como el que espera el tiempo de ensañarse. de aquellos ojos que hoy tanta han perdido; la vi más bella y menos altanera.
En mi pecho, do suele cobijarse, el rostro de cortés color teñido, Cogió mi mano, y digo: «En esta esfera
mi virtud pecho y ojos defendía no sé si es cierto o falso, ver creía: me encontrarás, si mi deseo no yerra:
cuando el golpe mortal, donde solía si en mi pecho amorosa yesca había, yo soy la que te ha hecho tanta guerra,
mellarse cualquier dardo fue a encajarse. ¿quién, porque ardió, se siente sorprendido? y acabó el día sin que noche fuera.
Pero aturdida en el primer asalto, No era su caminar cosa mortal, Mi bien no cabe en intelecto humano:
sentí que tiempo y fuerza le faltaba sino de forma angélica; y sonaba solo a ti espero, y al que tú has amado
para que en la ocasión pudiera armarme, su voz como no suena voz humana. y allá abajo quedó mi bello velo».
o en el collado fatigoso y alto A un celestial espíritu miraba, ¡Ah!, ¿por qué se calló y abrió la mano?
esquivar el dolor que me asaltaba, a un sol vivo; y si ya no fuese igual, Que, ante su casta voz, poco ha faltado
del que hoy quisiera, y no puedo, guardarme. porque distienda el arco no me sana. para que me quedase yo en el cielo.

CUESTIONES
¿Qué estrofa poética utiliza Petrarca en estos poemas?
4. Identifica elementos que permitan distinguir a Cupido en el poema II.
5. ¿Cómo está la voz poética al final del poema II?
6. En el poema XC, Petrarca retrata a su amada Laura como una “donna angelicata” (mujer
angelical) ¿Qué atributos posee? Localiza alguna expresión que demuestre que Petrarca ha
divinizado a esta mujer.
7. En el poema CCCII… ¿Dónde se encuentran Laura y la voz poética? ¿Qué le dice ella?

LITERATURA RENACENTISTA I: ITALIA. El Príncipe. MAQUIAVELO (1513)


CAPÍTULO IX. DEL PRINCIPADO CIVIL
En cualquier ciudad hay dos inclinaciones diversas, una de las cuales proviene de que el pueblo desea no
ser dominado ni oprimido por los grandes, y la otra de que los grandes desean dominar y oprimir al pueblo.
Del choque de ambas inclinaciones dimana una de estas tres cosas: o el establecimiento del principado, o el
de la república, o la licencia y anarquía.
En cuanto al principado, se promueve su establecimiento por el pueblo o por los grandes, según que
uno u otro de estos dos partidos tengan ocasión para ello. Cuando los magnates ven que ellos no pueden
resistir al pueblo, comienzan formando una gran reputación a uno de ellos, y dirigiendo todas las miradas
hacia él hacerlo después príncipe, a fin de poder dar, a la sombra de su soberanía, rienda suelta a sus
inclinaciones. El pueblo procede del mismo modo con respecto a uno solo, cuando ve que no puede resistir a
los grandes, a fin de que le proteja su autoridad.
El que consigue la soberanía con el auxilio de los grandes se mantiene con más dificultad que el que la
consigue con el del pueblo; porque siendo príncipe, se halla cercado de muchas gentes que se tienen por
iguales con él, y no puede mandarlas ni manejarlas a su discreción.
Pero el que llega a la soberanía con el favor popular se halla sólo en su exaltación; y entre cuantos le
rodean, no hay ninguno, o más que poquísimos a lo menos, que no estén prontos a obedecerle.
Por otra parte, no se puede con decoro, y sin agraviar a los otros, contentar los deseos de los grandes.
Pero contenta uno fácilmente los del pueblo, porque los deseos de éste tienen un fin más honrado que el de
los grandes, en atención pues los últimos quieren oprimir, y el pueblo limita su deseo a no ser oprimido.

CUESTIONES
8. Del enfrentamiento entre los grandes y el pueblo... ¿Qué tres posibles situaciones pueden darse?
¿A cuál de ellas equivaldría nuestra monarquía?
9. ¿Qué similitudes encuentras entre este texto de Maquiavelo y la realidad política actual?
10. Tras las explicaciones que da Maquiavelo… ¿Cuál crees que sería la forma ideal de que el príncipe
llegara al poder y lo mantuviese?

171
LITERATURA RENACENTISTA I: ITALIA. El Decamerón. BOCCACCIO (s. XII y XIII)
CUARTA JORNADA – NARRACIÓN NOVENA
Micer Guillermo de Rosellón da a comer a su mujer el corazón de micer Guillermo Cabestany, al que
había matado y a quien ella amaba; y al saberlo ella luego, se arroja de una alta ventana y muere,
y es sepultada con su amante1.
Habiendo terminado el cuento de Neifile no sin haber provocado gran compasión en todas sus
compañeras2, el rey, que no pretendía dañar el privilegio de Dioneo3, visto que no quedaba nadie por
contar, empezó a decir:
–Me ha venido a la memoria, compasivas señoras, un cuento que, dado que tanto os conmovéis con los
casos de amor desgraciados, os hará sentir no menos compasión que con el anterior, porque lo que diré
sucedió a gentes de más alta condición y con más atroces circunstancias que los que aquí se han contado.
Debéis pues saber que, según cuentan los provenzales4, en Provenza hubo hace tiempo dos nobles
caballeros, de los que cada uno castillos y vasallos tenía: uno tenía por nombre Guillermo de Rosellón y el
otro Guillermo de Cabestany. Y puesto que los dos eran hombres de pro con las armas, se armaban a
menudo y solían ir siempre juntos y con la misma divisa5 a todos los torneos, justas u otros hechos de
armas. Y aunque cada uno residía en su castillo y estaba el uno del otro a más de diez millas, sucedió sin
embargo que, como Guillermo de Rosellón tenía por esposa una mujer bellísima y atractiva, Guillermo
Cabestany, a pesar de la amistad y fraternidad que había entre ellos, se enamoró de ella fuera de toda
medida, y tanto hizo de una u otra manera que la señora se percató; y sabiendo que era un valerosísimo
caballero, le gustó, y comenzó a amarle hasta tal punto que no deseaba o amaba otra cosa que a él, y no
esperaba nada que no fuese el ser pretendida por él. Lo cual no tardó mucho tiempo en suceder, y juntos
estuvieron una vez y otra, amándose intensamente.
Y como cuando estaban juntos se comportaban poco discretamente, sucedió que el marido se dio
cuenta y fieramente se enfureció, mientras que el gran amor que tenía por Cabestany lo convirtió en odio
mortal, pero lo supo mantener oculto mejor que los dos amantes habían sabido esconder su amor; y
resolvió consigo mismo matarlo a toda costa. Ocurrió entonces que, estando el de Rosellón en este estado
de ánimo, se anunció en Francia un gran torneo; lo que el de Rosellón de inmediato comunicó al de
Cabestany, mandándole decir que, si quería, acudiese a donde él y juntos deliberarían si iban a ir y cómo. El
de Cabestany, contentísimo, respondió que sin falta iría al día siguiente a cenar con él. El de Rosellón, al oír
esto, pensó que había llegado el momento de poder matarlo, y al día siguiente montó armado a caballo
con algunos sirvientes, y alrededor de una milla lejos de su castillo se puso al acecho en un bosque por
donde debía pasar el de Cabestany6. Y tras esperarlo un buen espacio de tiempo, lo vio venir desarmado
con dos servidores también desarmados, como quien nada sospechaba de él; y apenas lo vio llegar en el
lugar que quería, enfurecido y lleno de rencor, con una lanza en la mano, le salió al paso gritando:
– ¡Traidor, date por muerto!
Y el decir esto y el clavarle con aquella lanza en el pecho fue una y la misma cosa; El de Cabestany, sin
poder defenderse en modo alguno y ni siquiera decir una palabra, cayó atravesado por aquella lanza, y
poco después murió. Sus sirvientes, sin haber reconocido al que había hecho aquello, dando la grupa de
sus caballos, huyeron hacia el castillo de su señor lo más rápido que pudieron. El de Rosellón, tras
desmontar, abrió con un cuchillo el pecho del de Cabestany y con sus propias manos le extrajo el corazón y
tras hacerlo envolver en el pendón de una lanza, ordenó a uno de sus sirvientes que se lo llevase; y tras

1
El rey de esta cuarta jornada es Filóstrato y su tema es «aquellos cuyos amores tuvieron final infeliz».
2
El cuento anterior, el octavo de la cuarta jornada, que acaba de narrar Néifile, cuenta los amores desgraciados de Girolamo y
Silvestra.
3
El privilegio de Dioneo consiste en narrar el último y en no tener que ajustarse al tema marcado para la jornada. El penúltimo que
narra, como sucede en este cuento, es el rey o reina de la jornada, que en este caso es Filóstrato.
4
Se refiere a los trovadores provenzales porque la principal fuente de este relato es la Vida del trovador Guillem de Cabestany.
5
El símbolo bajo el que combatían. Obsérvese el paralelismo entre los dos protagonistas: nombre, estamento, valentía, aficiones…
6
Las localidades de Cabestany y Castello Roselló, ambas en la comarca francesa del Rosellón, al sur de Francia, están separadas
por unos tres kilómetros
172
haber ordenado a todos que ninguno tuviese la osadía de decir una palabra de aquello, volvió a montar en
el caballo y siendo ya de noche, regresó a su castillo.
La señora, que había oído que el de Cabestany iba a estar esa noche en la cena y lo esperaba con
grandísimo deseo, al no verlo venir, se extrañó mucho y le dijo al marido:
–¿Y cómo es, señor, que el de Cabestany no ha venido?
A lo que el marido repuso:
–Señora, he sabido por él que no podrá llegar hasta mañana.
Por lo que la señora quedó un tanto confundida.
El de Rosellón, tras desmontar, hizo llamar al cocinero y le dijo:
–Toma este corazón de jabalí y prepara el mejor alimento y más gustoso comida que sepas; y cuando esté
lista, me la mandas a la mesa en una fuente de plata.
El cocinero, cogiéndolo y poniendo en ello todo su arte y toda su dedicación, troceándolo y
aderezándolo con muchas buenas especias, hizo con él un manjar exquisito. Guillermo de Rosellón, llegado
el momento, se sentó con su mujer a la mesa. Llegó la comida, pero él, con el pensamiento ocupado por la
maldad cometida, comió poco. El cocinero le mandó el manjar, que él hizo poner delante de la señora, y al
mismo tiempo que él se mostraba desganado aquella noche, se lo alabó mucho. La señora, que no estaba
desganada, comenzó a comerlo y le pareció delicioso, por lo que lo comió entero. Apenas hubo visto el
caballero que la señora lo había comido todo, dijo:
–Señora, ¿qué tal os ha parecido esta comida?
La señora repuso:
–Mi señor, a fe mía que me ha gustado mucho.
–Así me ayude Dios –dijo el caballero– que yo os creo, y no me maravillo de que muerto os haya gustado lo
que vivo os gustó más que nada.
La señora, al oír esto, quedó algo pensativa; luego dijo:
–¿Cómo? ¿Qué es esto que me habéis hecho comer?
El caballero respondió:
–Lo que habéis comido ha sido verdaderamente el corazón de Guillermo de Cabestany, al cual vos, como
esposa infiel, tanto amabais; y sabed con certeza que ha sido el suyo porque yo con mis propias manos se
lo he arrancado del pecho poco antes de venir.
No hay que preguntar si la señora, al oír esto sobre aquel a quien más que a nadie amaba, sintió dolor
lo, y al poco dijo:
–Habéis hecho lo que hace un caballero desleal y malvado caballero; porque si yo, sin forzarme él, lo había
hecho señor de mi amor y os había ofendido a vos con ello, no era él sino yo quien debía recibir el castigo.
Pero no quiera Dios que sobre tan noble comida como ha sido el corazón de tan valeroso y cortés caballero
Guillermo de Cabestany vaya nunca otra comida…
Y diciendo esto, se puso de pie y sin dudarlo un momento, se arrojó por una ventana que estaba tras
ella. La ventana estaba muy alta, por lo que al caer la señora no solamente murió, sino que quedó
destrozada. Guillermo de Rosellón, al ver esto, se alteró mucho, y le pareció haber obrado mal, y por temor
a los lugareños y al Conde de Provenza7, hizo ensillar los caballos y se marchó.
A la mañana siguiente, se supo por toda la comarca lo que había sucedido: por lo que la gente del
castillo de Guillermo de Cabestany junto con la gente del castillo de la señora recogieron los dos cuerpos
con grandísimo dolor y llanto, y en la iglesia del mismo castillo de la señora los pusieron en una misma
sepultura y sobre ella escribieron versos que decían quiénes eran los que estaban allí sepultados, y el modo
y la razón de su muerte.
CUESTIONES
11) ¿Qué semejanzas hay entre los dos Guillermos? Observa la nota 5 y concreta el paralelismo.
12) Uno de los dos rompe las normas de cortesía y generosidad ¿Quién y cómo lo hace?
13) ¿Cuál es el elemento y hecho simbólico que crea un efecto entre el horror y el asombro?
14) ¿Qué te parece más reprobable en el relato: la infidelidad o el crimen? ¿Quién o quiénes son las
víctimas del desenlace de este relato?

7
Seguramente lo temía porque era el señor feudal del que el propio Guillermo de Roselló era vasallo y podía castigarlo.
173
LITERATURA RENACENTISTA II: PORTUGAL. Os Lusíadas. LUIS DE CAMÕES (1572)
INICIO DEL POEMA
Las armas y varones distinguidos, CUESTIONES
que de Occidente y playa Lusitana 1. Según lo que se anuncia en la primera
por mares hasta allí desconocidos, estrofa de 1), ¿quién va a ser el
pasaron más allá de Taprobana; protagonista del poema, un héroe
individual o un pueblo entero? ¿Cuál era
y en peligros y guerra, más sufridos
el objetivo de Camões al escribir este
de lo que prometía fuerza humana, poema?
entre remota gente, edificaron
2. Camões se inspira en la épica antigua,
nuevo reino, que tanto sublimaron.
pero según lo que dice en estos versos…
¿considera que los héroes de la
Y también los renombres muy gloriosos Antigüedad son más nobles y más dignos
de los Reyes, que fueron dilatando de ser cantados que los de su época?
el Imperio y la Fe, pueblos odiosos
3. ¿Quiénes son “del sabio Griego” y “del
del África y del Asia devastando; Troyano” (verso 17)
y aquellos que por hechos valerosos
más allá de la muerte van pasando;
si el ingenio y el arte me asistieren,
esparciré por cuantos mundos fueren.

Callen del sabio Griego, y del Troyano,


los grandes viajes, conque el mar corrieron;
no diga de Alejandro y de Trajano
la fama las victorias que obtuvieron;
y, pues yo canto el pecho Lusitano,
a quien Neptuno y Marte obedecieron,
ceda cuanto la Musa antigua canta,
a valor que más alto se levanta.

LITERATURA RENACENTISTA II: FRANCIA. Soneto a Helena. PIERRE DE RONSARD (1574)


Cuando seas anciana, de noche, junto a la vela
CUESTIONES
hilando y devanando, sentada junto al fuego,
dirás maravillada, mientras cantas mis versos: 4. ¿Qué tópico literario aparece en este poema?
«Ronsard me celebraba, cuando yo era hermosa», 5. ¿Qué cambios tendrá Helena del pasado al
momento?
Ya no tendrás sirvienta que tales nuevas oiga 6. ¿Quién morirá antes de los dos y qué recuerdo
y que medio dormida ya por la labor le quedará al que esté vivo?
se despierte al oír el sonido de mi nombre, 7. Por su distribución (no por su métrica, porque
bendiciendo el tuyo con inmortal alabanza. es una traducción)… ¿Qué estrofa utiliza este
poema?
Yo estaré bajo tierra, y fantasma sin huesos
reposaré junto a la sombra de los mirtos,
y tú serás una anciana junto al hogar encogida,

Lamentando mi amor y tu desdén altivo.


Vive, créeme, no aguardes a mañana:
Coge desde hoy las rosas de la vida.

174
LITERATURA RENACENTISTA II. Elogio de la locura. ERASMO DE ROTTERDAM (1513)
¿Qué razón existe para no hablaros crudamente según mi vieja costumbre? Responded, ¿es la cabeza, el rostro, el
pecho, la mano, la oreja u otra parte cualquiera del cuerpo, de las llamadas honestas, la que tiene la virtud de
reproducir a los dioses y a los hombres? Si no estoy equivocado, me parece que no, y más bien es otra parte tan loca,
tan bufona, que no es posible nombrar sin reírse. Tal es el sagrado manantial de donde procede la vida con un poco
más de seguridad que del cuaternario de Pitágoras. Aquí entre nosotros ¿quién ofrecería su cabeza al yugo del
matrimonio si hubiera pensado juiciosamente, como deberían hacerlo los sabios, las desventajas de este estado?
¿Habría mujer que acogiera a su marido, si conociera los dolores del parto y los cuidados de la educación, o solamente
si reflexionara acerca de ellos?...
¿Cómo sería la vida, si le quitáramos el placer? veo que me aplaudís; ya sabía que ninguno de vosotros era lo
suficiente cuerdo, o mejor, lo suficiente loco -¡vaya, me equivoco!-, quiero decir, lo suficiente cuerdo para no ser de mi
opinión. Los mismos estoicos vuestros no desdeñan el placer aunque lo disimulen con cuidado; en público jamás dejan
de injuriarlo; mas no conviene ver en esto más que una hábil maniobra para alejar a los demás del pastel, con el fin de
que les corresponda mayor bocado. ¿Osarían sostener estos hipócritas que haya un sólo día en la vida que no sea
triste, monótono, insípido, lleno de enojos y de disgustos, salvo que el placer, es decir, la Locura, no concurra a poner
en él su granito de sal?...
Sin embargo, quiero ir más allá. Quiero demostraros que no existe una acción brillante que yo no inspire, ni artes
o ciencias que no sean de mi invención. ¿La guerra no es el teatro de los hechos más ensalzados y el tiempo donde se
crían los laureles? Y no obstante, ¿hay locura mayor que complicarse en una lucha muchas veces sin saber por qué,
aunque sin desconocer que ambos bandos han de perder más de lo que ganen? Los que mueren son como las gentes
de Megara: no se los puede contar. Cuando dos ejércitos se hallan frente a frente, cuando resuena el clarín ¿de qué
servirían esos filósofos gastados por el estudio y débiles hasta por sacar un suspiro de su sangre helada? ... los
proxenetas, los aldeanos, los estúpidos, los desarrapados, resumiendo: aquellos que se llaman la hez del pueblo, son
suficientes y hasta sobran para tomar los laureles que no alcanzarán los más eximios filósofos...
En resumen, si, como Menipo, pudieseis mirar desde la luna, el oleaje enorme del género humano, supondríais
estar viendo un enjambre de moscardones y mosquitos, peleando entre sí, luchando, tendiéndose lazos, robándose,
mofándose unos de otros, y, en fin, naciendo, enfermando y muriendo incesantemente. Nadie podría imaginar los
trastornos y las desdichas de que es capaz un animalillo tan pintoresco y vil y de vida tan efímera como es el hombre.
En un combate, o bajo el azote de una peste, se aniquilan y desaparecen en breve lapso millares de personas...
Y yo misma demostraría una locura suprema y me haría acreedora a las carcajadas de Demócrito, si pretendiese
contar todas las formas de necedad y de locura que son comunes al vulgo. Solamente, pues, quiero tratar de aquellos
mortales que gozan el concepto de sabios y han alcanzado los laureles de Minerva, según los que les rodean.
Se destacan entre todos los gramáticos... A la misma calaña pertenecen los escritorzuelos que corren tras de la
fama perenne, componiendo libros; mucho me deben todos ellos, en especial aquellos que emborronan el papel con
verdaderas majaderías, porque respecto de los otros, de los que escriben doctamente por resultar gratos a un corto
número de eruditos, y que no rechazarían para críticos suyos a Persio y Lelio, los creo más bien dignos de lástima que
acreedores a la envidia; viven en una perenne tortura; añaden, modifican, cortan, vuelven a poner, rehacen, insisten,
reservan nueve años su manuscrito, como dice Horacio, antes de resolverse en publicarlo, y, por último, ni siquiera así
están satisfechos por completo...
En cambio, el escritor que me pertenece por completo es mucho más feliz, porque ¿hay más dulce locura que la
suya, ya que sin trabajo y sin pasar las noches en claro escribe rápidamente todo lo que piensa, lo que acude a la punta
de su pluma y lo que sueña, sin otro gasto que un poco de papel? Perfectamente sabe él que cuantas más locuras
escriba más ensalzado será por la multitud, es decir, por los ignorantes y por los tontos. ¿Qué puede importarle que
tres o cuatro sabios le desprecien, si por casualidad aciertan a leerle? ¿Qué significa el parecer de estos hombres ante
el tributo de la multitud que lo aplaude?...
Pero veo que estáis esperando una conclusión, mas ¡qué archilocos sois si pensáis que me acuerdo de una sola
palabra de todo el fárrago que os acabo de soltar! Dice un viejo adagio: Odio al convidado que posee buena memoria.
Aquí tenéis uno nuevo: Aborrezco al oyente que recuerda todo. ¡Adiós, pues! ¡Continuad bien, aplaudid, vivid y bebed,
ilustres seguidores de la Locura!...

CUESTIONES
1. ¿Cuál es el sagrado manantial del que emana la vida? (Primer párrafo)
2. ¿Qué valor tiene la locura en la vida de una persona? (Segundo párrafo)
3. ¿Cuál es el tema del tercer y cuarto párrafo?
4. Diferencia entre cómo afecta la locura a un “escritorzuelo” (párrafo 6) y a un “escritor” (párrafo 7)
5. En el último párrafo… ¿Hay conclusión? ¿Cuál es?
6. ¿Quién habla en primera persona en muchos momentos del texto?

175
CLASICISMO INGLÉS: SHAKESPEARE. Romeo y Julieta (1597) Acto III, escena II.
JULIETA (hablando a solas).-¡Romeo! ¡Romeo! ¿Por qué eres tú, Romeo?... Reniega de tu padre, adjura de tu
nombre, y si no quieres hacer eso, jura que me amarás, y yo cesaré de ser Julieta Capuleto.
ROMEO.-¿Debo continuar escuchándola, o debo hablarle?
JULIETA.-Tú no eres mi enemigo; lo es tu nombre, tu nombre solo. Tú eres tú y no eres un Montesco. ¿Qué es un
Montesco? Esos brazos, esa cabeza, esos cabellos, no componen un Montesco...Todo eso te compone a ti...
¡Cambia de nombre! ¡Un nombre no es nada! Demos a una rosa otro nombre, y no por ello dejará de agradarnos;
su perfume no será por eso menos suave. Si Romeo tuviese otro nombre, toda su gracia y su perfección
quedarían en él, que es a quien yo amo. ¡Borra tu nombre, oh Romeo, ese nombre que no es nada, ese nombre
que no constituye tu ser! ¡Bórralo y tómame a mí en cambio, a mí toda entera!
ROMEO (alto a Julieta).-Te cojo la palabra, Julieta. Dime tan solo: "¡Amado mío!", dame ese nuevo bautismo, y
nunca, ¡oh!, nunca volveré a ser Romeo.
JULIETA (mirando debajo del balcón).-¿Quién eres tú, que me escuchas? ¿Tú, a quien la noche envuelve y que
sorprende mis pensamientos más secretos?
ROMEO.-No me atrevo a decirte mi nombre; es un nombre que aborrezco, ¡oh mi adorada santa!... Le detesto
por ser enemigo de la que amo. ¡Si lo tuviese escrito Aquí, ante mis ojos, haría pedazos las letras que lo
componen!
JULIETA.-Has pronunciado pocas palabras, pero ninguna se ha escapado a mi oído, y he conocido también el
acento de tu voz.... ¿No eres tú Romeo...? ¿No eres un hijo de Montesco?
ROMEO.-Ni lo uno ni lo otro, ¡oh mi bella santa!, si lo uno y lo otro te desagrada.
JULIETA.-¿Cómo has llegado hasta aquí? ¿Para qué estás ahí? Dímelo. Los muros de este jardín son muy altos y
difíciles de escalar. Este sitio representa la muerte para ti, que eres un Montesco, si es que te encuentra alguno
de mis parientes.
ROMEO.-El amor me prestó sus alas, y desaparecieron todos los obstáculos. ¿Qué es para el amor una muralla de
piedra? A todo lo que quiere se atreve, y yo no temo la cólera de tus parientes.
JULIETA.-¡Si te viesen, te matarían!
ROMEO.-Hay para mí más peligro en tus ojos que en afrontar veinte espadas desnudas. Concédeme tan sólo una
dulce mirada, y eso me basta para desafiar el furor de todos.
JULIETA.- Yo daría un mundo porque no te descubrieran.
ROMEO.- De ellos me defiende el velo tenebroso de la noche. Más quiero morir a sus manos, amándome tú, que
esquivarlos y salvarme de ellos, cuando me falte tu amor.
JULIETA.- ¿Y quién te guió aquí?
ROMEO.- El amor que me dijo dónde vivías. De él me aconsejé, él guió mis ojos que yo le había entregado. Sin ser
navegante, te juro que navegaría hasta la playa más remota de los mares por conquistar joya tan preciada.
JULIETA.- Si el manto de la noche no me cubriera, el rubor de virgen subiría a mis mejillas, recordando las
palabras que esta noche me has oído. En vano quisiera corregirlas o desmentirlas... ¡Resistencias vanas! ¿Me
amas? Sé que me dirás que sí, y que yo lo creeré. Y sin embargo, podrías faltar a tu juramento, porque dicen que
Jove se ríe de los perjuros de los amantes. Si me amas de veras, Romeo, dilo con sinceridad, y si me tienes por
fácil y rendida al primer ruego, dímelo también, para que me ponga esquiva y ceñuda, y así tengas que rogarme.
Mucho te quiero, Montesco, mucho, y no me tengas por liviana, antes he de ser más firme y constante que
aquellas que parecen desdeñosas porque son astutas. Te confesaré que más disimulo hubiera guardado contigo,
si no me hubieses oído aquellas palabras que, sin pensarlo yo, te revelaron todo el ardor de mi corazón.
Perdóname, y no juzgues ligereza este rendirme tan pronto. La soledad de la noche lo ha hecho.
ROMEO.- Te juro, amada mía, por los rayos de la luna que platean la copa de estos árboles...
JULIETA.- No jures por la luna, que en su rápido movimiento cambia de aspecto cada mes. No vayas a imitar su
inconstancia.

CUESTIONES
1. ¿Dónde ocurre este fragmento?
2. ¿A qué peligros se enfrenta Romeo al ver a Julieta?
3. Averigua en qué ciudad está el balcón de los Capuleto y si es real o no.
4. ¿En qué se basó Shakespeare para escribir esta obra? Averigua las fuentes.
5. ¿Por qué crees que esta obra es tan conocida e influyente en la literatura universal?

176
CLASICISMO INGLÉS: SHAKESPEARE. Otelo (1597) Acto V, escena II.
OTELO: ¡Calla, calla!
DESDÉMONA: Sí, callaré. ¿Pero qué pasa?
OTELO: ¿Tú diste a Casio aquel pañuelo, regalo mío y que yo tanto apreciaba?
DESDÉMONA: ¡No, te lo juro por mi vida! Pregúntaselo a él.
OTELO: No jures en falso, amada mía, que ya estás en el tálamo de la muerte.
DESDÉMONA: ¿Tan pronto?
OTELO: En seguida. Confiesa, pues, tus culpas, una por una, que aunque las niegues con los más firmes
juramentos, no has de disminuir en un ápice mi firme convicción. De todas maneras, morirás.
DESDÉMONA: Entonces, Dios tenga compasión de mí.
OTELO: Así sea.
DESDÉMONA: Tú también tenla. No te ofendí jamás en esta vida. A Casio nunca amé; ni le di prenda alguna
de amor. Quísele sólo con la amistad que Dios aprueba.
OTELO: ¡Dios mío! ¡Y yo que he visto el pañuelo en sus manos! ¡Oh perjura! Mi pecho petrificas, y lograrás
que asesinato llame lo que quise que fuera sacrificio. El pañuelo vi yo.
DESDÉMONA: Lo hallo sin duda, jamás lo regalé. Que venga al punto y la verdad confiese.
OTELO: Ya la ha confesado.
DESDÉMONA: ¿Y qué confesó?
OTELO: Que alcanzó favores tuyos.
DESDÉMONA: ¿Indignamente?
OTELO: Sí.
DESDÉMONA: Falso. No lo repetirá delante de mí.
OTELO: No, porque Yago le ha cerrado la boca.
DESDÉMONA: ¡Ah! Tiemblo. ¿Casio ha muerto?
OTELO: ¡Ojalá hubiera tenido tantas vidas como cabellos; para que mi venganza las hubiera devorado una
por una!
DESDÉMONA: ¡Vendido fue, gran Dios, y yo perdida!
OTELO: ¡Infame! ¿Y te atreves a llorarle delante de mí?
DESDÉMONA: ¡Esposo mío, destiérrame de tu presencia, pero no me mates!
OTELO: Apártate, vil adúltera.
DESDÉMONA: Déjame vivir siquiera esta noche. Mátame mañana.
OTELO: ¿Aún te defiendes?
DESDÉMONA: Si quiera una hora de vida.
OTELO: La hora inevitable ha llegado.
DESDÉMONA: Deja que rece una oración.
OTELO: Es tarde ya. (La estrangula)
EMILIA: (Dentro). ¡Abrid, señor, abrid!
OTELO: ¿Quién llama? ¿Estará muerta? A pesar de todo le tengo lástima y no quiero alargar su agonía.
EMILIA: (Dentro) ¡Abrid, señor!
OTELO: ¿Quién es?
EMILIA: (Dentro) Señor, dejadme deciros dos palabras.
OTELO: Es Emilia. Voy a abrirle. Ya ha muerto Desdémona. ¿Vendrá Emilia a contarme la muerte de Casio?
Aquí era el ruido. Está inmóvil, quieta como la losa de un sepulcro. ¿Abriré? ¿Será una imprudencia? ¡Me
parece que se mueve! No es nada. ¿Qué haré? Si entra, preguntará por mi mujer. ¡Mi mujer, mi mujer! ¿Y
quién es mi mujer? Yo no la tengo. ¡Hora tristísima! ¡Ojalá hubiese ahora un eclipse de sol y de luna y se
abriese el centro de la tierra!

CUESTIONES
6. Averigua cuál es el tema central de esta tragedia de Shakespeare.
7. ¿Qué relación hubo entre Casio y Desdémona antes de esta escena?
8. Explica las sensaciones que tiene Otelo, según lo que dice en el último parlamento del fragmento.
9. ¿Qué le dice Desdémona a Otelo para tratar de defenderse de sus acusaciones?
10. ¿Qué elemento u objeto enciende las sospechas de Otelo y lo lleva a buscar venganza?
177
¿Escribió Shakespeare las obras de Shakespeare?
Santiago Posteguillo (en La noche que Frankenstein leyó el Quijote –2011–)
30 de mayo de 1593. Una posada en Deptford, junto al Támesis, a dieciséis millas de Londres. Cuatro
hombres comparten una cena. La cerveza ha sido abundante. Sin embargo hay pocas risas. Los hombres
hablan en voz baja. De pronto uno se levanta alterado.
—Prometiste que pagaríais vosotros.
—Siéntate, Marlowe, por Dios —le responde Ingram, uno de sus compañeros, cogiéndole del brazo, pero
Marlowe está fuera de sí. Ya entró nervioso en la taberna y a cada cerveza se había puesto más irascible aún.
—¡Malditos miserables! ¡Malditos mentirosos! —les espeta Marlowe con agresividad.
Robert y Nicholas cogen entonces a Marlowe por los brazos, mientras que Eleanor Bull, la viuda dueña del
alojamiento, desciende a toda prisa desde el piso superior. Marlowe se zafa del abrazo de sus compañeros y
esgrime una daga ante el perplejo rostro de su amigo Ingram.
—¡Sois todos unos traidores y pagaréis por ello como pagaréis esta maldita cuenta!—insiste un Marlowe
fuera de sí.
Ninguno parece entender por qué Marlowe reacciona con esa violencia.
—¡Señores, ésta es una casa honrada! —exclama Eleanor Bull aterrorizada, pero ya es tarde para todo.
Marlowe, borracho, embiste a Ingram con su daga. Ingram, no obstante, ha estado en mil reyertas de
taberna: coge la muñeca de Marlowe, la retuerce y el puñal desaparece de la vista de todos. Lo siguiente que
se oye es el grito de agonía de Marlowe a la vez que un gran charco de sangre empieza a salpicarlo todo. En
ese momento se abre la puerta. Danby, el juez de la reina, de paso por Deptford, ha oído los gritos de la
lucha y entra en el comedor.
—En nombre de la reina, ¿qué ocurre aquí?
Y todo se detiene.
A los pocos minutos, el cuerpo sin vida de Christopher Marlowe, poeta y autor de teatro isabelino, es puesto
en una carreta acompañando al cadáver de un recién ahorcado. Eleanor Bull y otros testigos están
declarando. Ingram es detenido por posible asesinato. Danby parte hacia Londres custodiando a Ingram y se
adelanta al grupo de sus hombres que conducen la carreta con los cuerpos sin vida de aquellos miserables. El
carromato, más despacio, con Robert y Nicholas velando al fallecido Marlowe, cruza Deptford con los dos
cadáveres, el de Marlowe y el del ahorcado. Justo a la salida del pueblo, el cuerpo sin vida de Christopher
Marlowe abre los ojos y se sienta.
—¿Qué mierda roja es ésta? —pregunta.
Ni Robert ni Nicholas ni el conductor del carro se sorprenden.
—Sangre de vaca —responde Robert en un susurro—, hemos usado sangre de vaca; y sigue tumbado, que
todavía no hemos dejado el pueblo. Aún conseguirás que nos maten a todos, pero esta vez de verdad.
Marlowe obedece y, aunque a regañadientes, maldiciendo el mal olor de aquella sangre, se recuesta de
nuevo en el carro. El cadáver del ahorcado tampoco hace muy grato el viaje.
En pocos minutos llegan a un muelle. Marlowe se cambia de ropa, sube a una barca que lo conduce a un
mercante anclado en medio del río y desaparece de Inglaterra con destino al continente. A todos los efectos,
Christopher Marlowe, autor de grandes obras del teatro isabelino como El doctor Fausto, El judío de Malta o
La masacre en París, ha muerto. El cuerpo del ahorcado sirve a sus compañeros para entregarlo en lugar del
suyo. El supuestamente malogrado escritor ha dejado de existir, al menos en Inglaterra.
Sin embargo, la vida de Marlowe sigue en Francia, Italia y otros países como agente secreto al servicio de la
corona inglesa, la misma institución que está detrás de su ficticio asesinato para evitar que fuera detenido e
interrogado bajo tortura y que sus posibles confesiones comprometieran a altos funcionarios de la corona
para los que había estado trabajando durante años. Marlowe, desde Europa, envía informes con regularidad
a Londres, pero también envía algo más. Y es que su vieja pasión, un extraño vicio que le reconcome las
entrañas, no le ha abandonado. De noche, cuando no puede dormir por el calor de algunos de los países

178
mediterráneos en los que deambula, o quizá en medio de un perenne insomnio motivado por las
preocupaciones, sigue escribiendo. Así nacen Hamlet, Otelo, Julio César, El mercader de Venecia, Romeo y
Julieta, Mucho ruido y pocas nueces, El sueño de una noche de verano, Antonio y Cleopatra, Macbeth y
tantas otras. Marlowe envía los manuscritos a Inglaterra, a su buen amigo Thomas Walsingham, primo de sir
Francis Walsingham, secretario de la reina Isabel. Thomas, admirado por la calidad de las obras, busca un
hombre, un joven actor, y le ofrece un pacto: que sea él el rostro conocido que firma esos nuevos escritos de
un Marlowe supuestamente muerto en una reyerta de taberna. Este joven actor, de nombre William
Shakespeare, acepta. No tiene nada que perder.
¿Es todo esto cierto o estamos ante un dislate? La corriente dominante en la historia de la literatura inglesa
sigue siendo la de considerar a Shakespeare como el autor de todas las grandes obras isabelinas que
habitualmente se le atribuyen, pero hay quien ha dudado de que Shakespeare, hombre sin formación
académica conocida, pudiera escribir semejantes obras maestras. Así Zeigler en 1895 y Webster en 1923
plantean sus dudas de forma rigurosa en diferentes publicaciones académicas. A esto se une que en 1925 se
descubre el documento sobre la investigación oficial sobre la muerte de Marlowe: Ingram recibió un indulto
de la reina cuatro semanas después de la supuesta muerte de Marlowe, alegándose defensa propia; los
testigos presentaban contradicciones extrañas en sus declaraciones y es curioso que el juez de la reina,
Danby, estuviera justo en el sitio del asesinato en el momento exacto en que supuestamente se produjo
aquella reyerta. En 1955 Calvin Hoffman y en 1994 A. D. Wright continuaron defendiendo con todo tipo de
argumentaciones literarias y policiales que Marlowe no murió en esa pelea y que era él y nadie más el
auténtico autor de las obras que firmaba el actor Shakespeare. Su argumentación cobra fuerza con el hecho
de que un tal Marlowe se paseara por Europa entre 1593, año de su supuesta muerte, y 1627, apareciendo
intermitentemente en diferentes ciudades como Padua, Rutland y hasta la hispana Valladolid. ¿Tenía
Hoffman razón en su teoría y es Marlowe el autor de obras tan memorables de la literatura universal como
Hamlet o Romeo y Julieta?
Es un hecho que prevalece que hay dudas sobre si Shakespeare fue o no el autor en cuestión de tales obras
maestras. Muy recientemente, en octubre de 2011, asistimos al estreno de la película Anonymous, en donde
se formula nuevamente la teoría de que Shakespeare no fue el autor de esas obras que normalmente se le
reconocen. La película no se postula a favor de Marlowe como el auténtico autor, sino que formula otra
hipótesis diferente que no desvelo por si desean ver el largometraje. En todo caso, el asunto de la muerte de
Christopher Marlowe sigue siendo enigmático.
De quien sí sabemos cuándo murió con exactitud es de Calvin Hoffman, en 1987, pero tal era la pasión de
este investigador del pasado por confirmar que fue Marlowe, en efecto, quien escribió las obras que firmaba
Shakespeare que el propio Hoffman decidió que el tema no quedaría zanjado con su propia muerte. Para ello
dejó un testamento con un premio de varios centenares de miles de libras esterlinas que deben ser
entregadas como recompensa al investigador o investigadora que sea capaz de demostrar sin ningún
margen de duda que fue Marlowe y no Shakespeare el que escribió las obras más famosas de la literatura
inglesa. Observarán que he dicho «deben ser entregadas» en presente. Y es que la fundación del King’s
College de Canterbury custodia los deseos y el dinero de Hoffman, que sigue esperando. El concurso sigue
abierto. Si tienen alguna idea, por favor, no lo duden y preséntenla a la fundación del King’s College.
Por cierto, el cadáver de Marlowe fue incinerado en menos de veinticuatro horas después de su supuesta
muerte. ¿Casualidad o alguien tuvo mucha prisa en que no fuera identificado? Ah, se me olvidaba:
curiosamente Shakespeare no publicó nunca nada antes de 1593, año de la muerte de Marlowe. Hay quien
cree en las casualidades. Hay quien no.

CUESTIONES
11. ¿Quiénes son los cómplices de Marlowe en el engaño?
12. Resume en qué consiste la conspiración para que desaparezca Marlowe.
13. ¿Quién fue el primero y en qué año planteó las dudas sobre la autoría de las obras de
Shakespeare?
14. ¿En qué se basó Shakespeare para escribir esta obra? Averigua las fuentes.
15. Busca en internet otros datos que abonen la teoría de que Shakespeare no fue el verdadero autor.
16. Explica el argumento de la obra El Doctor Fausto y analiza este mito literario. ¿Qué otros autores se
ocuparon de él?
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CLASICISMO INGLÉS: MILTON. El paraíso perdido (1646) [Diversos fragmentos.]
1) “Canta, Musa Celestial, la primera desobediencia del hombre y el fruto de aquél árbol prohibido, cuyo
gusto mortal trajo al mundo la muerte y todas nuestras desgracias, con la pérdida del Edén”…
2) “De una sola ojeada y atravesando con su mirada un espacio tan lejano como es dado a la penetración
de los ángeles, vio aquel lugar triste, devastado y sombrío; aquel antro horrible y cercado, que ardía por
todos lados como un gran horno. Aquellas llamas no despedían luz alguna; pero las tinieblas visibles
servían tan sólo para descubrir cuadros de horror, regiones de pesares, oscuridad dolorosa, en donde la
paz y el reposo no pueden habitar jamás, en donde no penetra ni aun la esperanza”.
3) “El abismo no tiene límites ni vacío, porque Yo soy el abismo; lo infinito está lleno de mí. Pero Yo, a
quien nada puede contener, me retiro y no extiendo por todas partes mi bondad, que es libre de obrar o
de no obrar: el Hado y la Necesidad en mí no influyen: mi voluntad es el Destino”.
4) “Faltaba la obra maestra, el fin de todo lo que se había hecho; un ser que no anduviese encorvado, ni
que fuera irracional como las demás criaturas, sino que, dotado de la santidad de la Razón, pudiera
erguir derecha su estatura, y elevar su frente serena… Hagamos ahora al Hombre a nuestra imagen y
semejanza, y tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo, y sobre las bestias, y
sobre toda la tierra”.
5) “El Enemigo, oculto bajo la apariencia de una serpiente, había salido de su retiro buscando el sitio donde
más probablemente pudiera encontrar a los dos únicos seres de la especie humana, y en ellos, a toda la
raza, que era su prometida presa”.
6) “No creas que, aunque el hombre no existiese, carecería el cielo de espectadores, y Dios de alabanzas;
mientras velamos, mientras dormimos, millones de criaturas espirituales marchan invisibles por el
mundo”.
7) “Los Dioses fueron los primeros que existieron, y se prevalen de esta ventaja para hacernos creer que
todo procede de ellos, pero lo dudo, porque, al paso que veo esta hermosa tierra que con el calor de los
rayos del sol produce tantas cosas, ellos no producen nada. Si lo producen todo, ¿quién ha encerrado la
Ciencia del Bien y del Mal en este árbol, de tal suerte que el que come de su fruto adquiere al momento
la sabiduría sin su permiso? ¿Cuál sería la ofensa del hombre por alcanzar este conocimiento?”.
8) “La Tierra tembló en sus entrañas, como si se renovasen sus tormentos, y la Naturaleza lanzó un
segundo gemido. El cielo se oscureció, dejó oír un trueno sordo y derramó algunas tristes lágrimas,
cuando se consumó el mortal pecado original”.
9) ¡Oh Vergüenza, hija del Pecado, cuánto has turbado a la raza humana, con apariencias de pureza! ¡Has
alejado de la vida del hombre su vida más dichosa, la sencillez y la inmaculada inocencia!
10) “Hijos míos, el Hombre es ya como uno de nosotros; conoce a la vez el Bien y el Mal desde que ha
gustado el fruto prohibido; pero sólo puede vanagloriarse de conocer el Bien perdido y el Mal ganado:
mucho más feliz sería si le hubiera bastado conocer el Bien por sí mismo, y de ningún modo el Mal”.
11) “En adelante sabré que sufrir por causa de la Verdad es elevarse con valor a la más alta victoria y que,
para el fiel, la Muerte es la puerta de la Vida… Asidos de las manos y con inciertos y lentos pasos,
siguieron a través del Edén su solitario camino”.

CUESTIONES
17. El inicio del libro (fragmento 1)… ¿A qué otra obra anterior de la literatura universal es idéntico?
18. ¿A qué enemigo y a qué episodio bíblico se refiere el fragmento 5?
19. ¿En qué fragmento se habla de la creación del mundo?
20. Tras la lectura de los fragmentos indica en qué espacio transcurre lo que se cuenta en ellos. ¿Cómo
lo describe el autor?
21. Señala en qué fragmentos se menciona “el fruto”. ¿A qué fruto se refiere?

180
CLASICISMO FRANCÉS: François MALHERBE (1555-1628). Poemas.
A) «"A DU TERRIER, GENTILHOMBRE DE AIX- B) «SOBRE LA MUERTE DEL HIJO DEL AUTOR»
EN-PROVENCE, EN LA MUERTE DE SU HIJA" Que mi hijo haya perdido su despojo mortal,
Tu dolor, Du Terrier, ¿habrá de ser eterno, Ese hijo que tan bravo fue y que yo amé tan fuerte,
y las tristes ideas No puedo imputarlo a la injusticia de la suerte,
que le dicta a tu mente el afecto de un padre Pues la finitud humana es cosa natural.
no tendrán nunca fin?
La ruina de tu hija, que a la tumba ha bajado Mas que de dos bellacos la sorpresa fatal
por la muerte común, Sus días terminaran con tan trágica muerte,
¿habrá de ser un dédalo que tu razón perdida En ello mi dolor no puede estar inerte,
de tu pie no desande? Mis sentimientos todos acuerdan con el tal.

Yo sé de los encantos que ilustraban su infancia; Oh mi Dios, mi Salvador, ya que ante mi razón
no creas que pretendo,
Turbada mi alma estando, aún sin curación,
infausto Du Terrier, mitigar tu congoja
Es un legítimo voto el voto de vindicta,
abajando su brillo.
Mas era de este mundo, que a la rara belleza Haz que con Tu ayuda sea yo fortificado:
no destina bondades; Ruego por los criminales la justicia estricta,
y, rosa, ella ha vivido lo que viven las rosas, ¡Hijos son de verdugos que Te han crucificado!
el tiempo de un albor.
Y aun dando por supuesto, conforme a tus plegarias,
que hubiera conseguido
con cabellos de plata acabar su carrera,
¿algo habría cambiado?
Aun ingresando anciana en la mansión celeste,
¿le cabía mejora?
¿No habría padecido el polvo funeral
y el verme de la tumba?

CUESTIONES
1. En el poema A… ¿Qué tipo de consuelo ofrece el poeta a un padre atormentado? ¿Se basa en un
sentimiento emotivo, religioso o basado en la razón?
2. En el poema A… ¿Cuántas preguntas se incluyen en el texto? ¿Qué objetivo crees que tienen?
3. En el poema A, se observa una métrica que se apoya en el pie quebrado. Señala algunos ejemplos
e indica el valor que tiene el uso de esta estrofa. ¿Qué autor español la había usado en el s. XV?
4. Este es el contexto real del poema B: “En 1627 el hijo de Malherbe, llamado Marc-Antoine, fue
asesinado. De nada le sirvió su prestigio como autor para lograr la justicia del rey pues los criminales
no fueron castigados. Pocos meses después moría el poeta sin que se hubiese hecho justicia”.
Responde ahora a estas preguntas:
a) ¿Qué estructura métrica emplea Malherbe en el poema B?
b) ¿Cuántos fueron los asesinos de su hijo?
c) ¿Qué pide la voz poética del autor y a quién se lo pide?
d) Explica qué significa el último verso del poema B.
5. Cyrano de Bergerac fue otro gran poeta del clasicismo francés…
a) ¿En qué año y quién fue el autor de una obra de teatro sobre este poeta?
b) También hay varias versiones cinematográficas sobre la obra… ¿En qué año se estrenó la
más famosa¿ ¿Quién interpretaba a Cyrano? Resume el argumento o la sinopsis de la obra.
c) ¿Cuál era el rasgo físico más característico de Cyrano? ¿Y su mayor habilidad?

1
181
CLASICISMO FRANCÉS: Jean LA FONTAINE (1621-1695)
(1621 1695). Fábulas.
LA RANA Y EL BUEY
Hace algún tiempo, vivía en una charca un grupo de ranas. Entre ellas había una que presumía de
ser el animal más grande de la Tierra. Era verdad que tenía un buen tamaño, algo superior al de sus
compañeras, pero como éstas no habían salido nunca de la charca,
charca, no podían decir si aquello era verdad
o no. Y un día tras otro tenían que soportar la vanidad de aquella rana presumida.
Pero he aquí que cierta tarde acertó a pasar por allí un buey y se acercó a la orilla a beber. Como
la rana presumida se encontraba ba en el fondo de la charca durmiendo la siesta entre el barro no pudo
verlo. Pero sí las otras ranas que, en cuanto se despertó y salió a la superficie, corrieron a decirle:
–Hemos
Hemos visto un animal, al que llaman buey, y es más grande que tú.
–¿Más grande que yo...? –se se sorprendió. Y comenzó a hinchar su pecho. –¿Estáis¿Estáis seguras de que era
más grande que yo?
–¡Seguro! ¡Mucho más grande! –chillaron
chillaron a coro las ranas.
Y la rana presumida se hinchó más y más. Tanto que parecía un globo
–No diréis ahora que yo no soy más grande que ese buey –les les dijo, casi sin poder hablar de lo hinchada
que estaba.
dijeron todas con malicia–
–Sentimos decírtelo –dijeron malicia pero el buey es mucho, muchísimo más grande que tú.
Y la presumida rana, furiosa, se hinchó y se hinchó y se hinchó…
hinchó… hasta que más que una rana
parecía una vejiga de cerdo, y reventó en mil pedazos. Dicen que desde entonces, al menos que se sepa,
ninguna rana ha querido ser más grande que el buey, y ni siquiera más grande que alguno de los patos
que suelen visitar la charca.

EL CUERVO Y EL ZORRO
El zorro salió un día de su casa para buscar qué comer. Era mediodía y no había desayunado. Al
pasar por el bosque vio al cuervo, que estaba parado en la rama de un árbol y tenía en el pico un buen
pedazo de queso. El zorro se sentó debajo del árbol, mirando todo el tiempo al cuervo, y le dijo estas
palabras:
–Querido
Querido señor cuervo, ¡qué plumas tan brillantes y hermosas tiene usted! ¡Apenas puedo creerlo!
Nunca he visto nada tan maravilloso. Me gustaría saber si su canto es igual igual de bonito, porque entonces
no habrá duda de que es usted el rey de todos los que vivimos en el bosque.
El cuervo, muy contento de oír esas alabanzas, y con muchas ganas de ser el rey del bosque,
quiso demostrarle a la zorra lo hermoso de su canto.
Abrió, pues, el pico y cantó así:
–¡Crrac! ¡Crrac! ¡Crrac!
El zorro se tapó las orejas, pero abrió bien el hocico para atrapar el queso que el cuervo dejó caer
al abrir el pico. Lo mordió,, lo masticó despacio, lo saboreó, se
se lo tragó y le dijo al cuervo:
–Mi buen señor, aprended que todo adulador vive a expensas de quién lo escucha. Esta lección bien vale
el queso.
Y el cuervo, avergonzado y confuso, juró, aunque un poco tarde, que jamás volverían a engañarlo.

CUESTIONES
6. La fábula es un género literario con larga historia en la
literatura. ¿Quién fue el autor más conocido en la Grecia
clásica? ¿Cómo se llamaban los dos fabulistas que
destacaron en España en el XVIII?
7. Se dice que las fábulas son un subgénero híbrido (mezcla
de dos o incluso tres géneros) ¿De cuáles?
8. Redacta una moraleja para la fábula «La rana y el buey».
9. Enuncia características de la fábula como género literario respecto a su narrador, personajes,
acción, objetivo, espacio, recurso literario predominante…
10. ¿Qué rasgo psicológico o de carácter suele asociarse al zorro?

2
182
CLASICISMO FRANCÉS: MOLIÈRE. Tartufo. (1664). [Acto IV]
[ORGÓN quiere casar a su hija con TARTUFO, que a su vez intenta seducir a su joven esposa ELMIRA].
ELMIRA.—Poneos debajo de esta mesa y esperad.
ORGÓN.—¿Cómo?
ELMIRA.—Escondeos bien; es muy necesario. […] No os escandalicéis en modo alguno, os lo ruego. Diga lo que
diga, todo me estará permitido. Voy, por medio de zalamerías, y puesto que se me obliga a ello, a desenmascarar
a ese alma hipócrita, a halagar los impúdicos deseos de su amor y a dar campo libre a su temeridad. Como es por
vos, y para perderle mejor, por quien yo voy a fingir corresponder a su amor, cesaré en cuanto estéis convencido,
y las cosas no llegarán más que hasta donde queráis. […] Aquí llega. Permaneced callado y tened cuidado que
nadie os vea. […]
(TARTUFO, ELMIRA y ORGÓN, debajo de la mesa).
TARTUFO.—Se me ha dicho que queríais hablarme en este lugar.
ELMIRA.—Sí. Tengo que revelaros unos secretos. Pero antes de empezar cerrad esa puerta para que os lo diga y
escudriñadlo todo por temor a que nos sorprendan (TARTUFO cierra la puerta y vuelve). […] Cuando yo misma os
forcé a rechazar la boda que mi esposo acababa de anunciar, ¿no debisteis al punto comprender el interés que
por vos existe y el pesar que habría de causar el que ese enlace decidido se realizara, al ver partido un corazón
que alguien ansía entero para sí?
TARTUFO.—Es, sin duda, señora, un goce indecible oír esas palabras de una boca amada; su miel derrama en
todos mis sentidos una dulzura jamás gustada. La dicha de agradaros es mi supremo afán, y mi corazón se extasía
en todos vuestros deseos. Pero mi corazón os pide en este instante que le concedáis la libertad de atreverse a
dudar un tanto de su felicidad. Podría yo creer que esas palabras son un honesto artificio para obligarme a
deshacer un enlace concertado; y si me permitís hablaros claramente, de tan dulces palabras me fiaré solo
cuando me otorguéis ciertos favores por los que suspiro y que vengan a confirmarme en todo cuanto aquellas
han podido expresarme, afirmando en mi alma una fe constante en las dulces bondades que conmigo tenéis.
ELMIRA.—(Tosiendo, avisando a su marido). ¿Cómo? ¿Queréis ir tan deprisa y agotar desde el primer instante la
ternura de mi corazón? Parece que sacrificarme en dulces confesiones no os basta… ¿No podéis sentiros
satisfecho sin llegar a los últimos favores? […]
TARTUFO.—Si mis homenajes miráis benévolamente, ¿por qué negarme ahora la prueba definitiva?
ELMIRA.—¿Y cómo consentir en lo que deseáis sin ofender a ese cielo que tanto os preocupa?
TARTUFO.—Si es solamente el cielo lo que se opone a mis deseos, apartar tal obstáculo es fácil para mí, y por ello
no debe contenerse vuestro corazón.
ELMIRA.—¡Pero nos atemorizan tanto con los decretos de la providencia!
TARTUFO.—Yo puedo disiparos esos temores ridículos, señora; conozco el arte de acallar los escrúpulos. El cielo
prohíbe, en verdad, ciertos goces; mas pueden realizarse con él algunas transacciones… Según las necesidades,
existe el arte de ensanchar los lazos de nuestra conciencia y de rectificar la maldad de los actos con la pureza de
nuestras intenciones. Ya se os iniciará, señora, en esos secretos: no tenéis más que dejaros guiar; satisfaced mis
deseos y no temáis; os respondo de todo y cargo con el pecado. (ELMIRA vuelve a toser). Toséis mucho, señora.
ELMIRA.—Sí, mucho. ¡Es mi cruz!
TARTUFO.—¿Queréis, para aliviaros, un poco de regaliz?
ELMIRA.—Es un catarro mal curado, sin duda; y seguro que no servirán de nada todos los regalices del mundo.
TARTUFO.—Es realmente molesto.
ELMIRA.—Sí, más de lo que puede suponerse.
TARTUFO.—En suma, vuestro escrúpulo es fácil de deshacer. Podéis estar segura del secreto absoluto: el mal no
está, señora, más que en su excesivo ruido. El escándalo social es el que origina la ofensa; pecar en silencio no es
pecar.
ELMIRA.—En fin: veo que es forzoso resignarse a ceder; que debo consentir en concedéroslo.
CUESTIONES
11. Tartufo está lleno de falsa religiosidad y de hipocresía. Copia las frases del texto que lo demuestren.
12. En este fragmento la tos de Elmira es un recurso de comicidad… ¿Por qué? ¿A qué obedece?
13. ¿Qué significa la palabra “tartuffe” en francés? ¿Por qué es simbólico este nombre?
14. Para lograr “los favores” que Tartufo pretende de Elmira, este cambia su concepto del pecado…
¿En qué sentido lo hace?
15. ¿Por qué esconde Elmira a Orgón al principio del fragmento?.
3
183
CLASICISMO FRANCÉS: Pierre CORNEILLE. EL CID. (1636). [Argumento]
Jimena y Rodrigo están enamorados. Don Diego, padre de Rodrigo, ha sido ascendido en su puesto,
por el rey de Castilla, Fernando. Don Diego en el pasado, (pues ahora es hombre viejo), fue un excelente
espadachín y defensor del reino. Por su parte, el Conde, padre de Jimena, está muy resentido por el reciente
puesto asignado a Don Diego.
Don Diego le va a presentar la oferta de Rodrigo al Conde para pedir la mano de su hija Jimena.
Ambos están complacidos con esta unión, sin embargo, los celos del Conde por el nombramiento de Don
Diego, hacen que aquél, en un estado de bravura inusitado, lo humille y le abofetee con algunos insultos
verbales. Don Diego por su vejez, no puede ya luchar, por lo que le pide a su hijo Rodrigo que salde su honor.
Así lo hace, y Rodrigo sale exitoso de tal combate tras matar con su espada al Conde.
Jimena desde entonces, exige al Rey Fernando una reprimenda, venganza contra su padre, pero ella
sabe que ama a Rodrigo y lucha encarnecidamente entre su amor y su honor. Rodrigo por otro lado, ha
matado al Conde sólo por defender el honor familiar y se ve sometido al mismo conflicto de perder el amor
de Jimena. Después lo envían a una misión contra los moros, retorna vencedor, y es aclamado por todo el
pueblo, que lo designa por su valor y entereza: “El Cid” (que significa «Señor»).
Finalmente, se propone un duelo entre Rodrigo y algún caballero que quiera casarse con Jimena. El
primero en acceder y ponerse a la orden para tal combate es Sancho, que está enamorado de ella pero no es
correspondido. No hay vencedor ni vencido, pues Rodrigo le perdona a la vida a Sancho. El rey decide que la
boda se posponga un año y mientras Rodrigo sigue sirviendo al monarca en países lejanos, Jimena vive su
luto.
CUESTIONES
16. Basándote en esta sinopsis de la obra, haz un esquema-diagrama de personajes.
17. ¿La acción de esta obra transcurre antes, durante o después de la del Cantar de mío Cid?
18. Tanto el hecho de que la obra se ambiente en una Sevilla cristiana en el s. XI como el hecho de
que el rey se llame Fernando son “anacronismos”. Explica en qué consiste este concepto y por qué
puede aplicarse a los hechos mencionados.
19. Esta obra es una tragedia. Explica por qué y qué te parece el final.

CLASICISMO FRANCÉS: François de LA ROCHEFOUCAULD. Máximas.


a) «El verdadero amor es como los espíritus: todos hablan de ellos, pero pocos los han visto».
b) «Tres clases hay de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que
no debiera saberse».
c) «Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera».
d) «La ausencia disminuye las pequeñas pasiones y aumenta las grandes, lo mismo que el viento apaga las
velas y aviva las hogueras».
e) «Ponemos más interés en hacer creer a los demás que somos felices que en tratar de serlo».
f) «La esperanza y el temor son inseparables y no hay temor sin esperanza, ni esperanza sin temor».
g) «La intención de no engañar nunca nos expone a ser engañados muchas veces».
h) «El mejor medio de conservar los amigos es no pedirles ni deberles nada».
i) «Los celos se nutren de dudas y la verdad los deshace o los colma».
j) «El mundo recompensa antes las apariencias de mérito que al mérito mismo».
k) «Cómo pretendes que otro guarde tu secreto si tú mismo, al confiárselo, no lo has sabido guardar».
l) «La verdadera prueba de que se ha nacido con grandes cualidades estriba en haber nacido sin envidia».
m) « A los viejos les gusta dar buenos consejos, para consolarse de no poder dar malos ejemplos».
n) « Cuando nuestro odio es demasiado profundo, nos coloca por debajo de aquellos a quienes odiamos».
o) « Si en las personas no aparece el lado ridículo, es que no lo hemos buscado bien».

CUESTIONES
20. Elige la máxima con la que estés más de acuerdo y explica por qué.
21. Elige la máxima con la estés más en desacuerdo y explica por qué.
4
184
Literatura del XVIII: Daniel DEFOE. Robinson Crusoe (1719).
Comencé a considerar seriamente mi condición y las circunstancias a las que me veía reducido y decidí poner
mis asuntos por escrito, no tanto para dejarlos a los que acaso vinieran después de mí, pues era muy poco probable
que tuviera descendencia, sino para liberar los pensamientos que a diario me afligían. A medida que mi razón iba
dominando mi abatimiento, empecé a consolarme como pude y a anotar lo bueno y lo malo, para poder distinguir mi
situación de una peor; y apunté con imparcialidad, como lo harían un deudor y un acreedor, los placeres de que
disfrutaba, así como las miserias que padecía, de la siguiente manera:
Malo
• He sido arrojado a una horrible isla desierta, sin esperanza alguna de salvación.
• Al parecer, he sido aislado y separado de todo el mundo para llevar una vida miserable.
• Estoy separado de la humanidad, completamente aislado, desterrado de la sociedad humana.
• No tengo ropa para cubrirme.
• No tengo defensa alguna ni medios para resistir un ataque de hombre o bestia.
• No tengo a nadie con quien hablar o que pueda consolarme.
Bueno
Pero estoy vivo y no me he ahogado como el resto de mis compañeros de viaje.
Pero también he sido eximido, entre todos los tripulantes del barco, de la muerte; y Él, que tan milagrosamente
me salvó de la muerte, me puede liberar de esta condición.
Pero no estoy muriéndome de hambre ni pereciendo en una tierra estéril, sin sustento.
Pero estoy en un clima cálido donde, si tuviera ropa, apenas podría utilizarla.
Pero he sido arrojado a una isla en la que no veo animales feroces que puedan hacerme daño, como los que vi en
la costa de África; ¿y si hubiese naufragado allí?
Pero Dios, envió milagrosamente el barco cerca de la costa para que pudiese rescatar las cosas necesarias para
suplir mis carencias y abastecerme con lo que me haga falta por el resto de mi vida.
CUESTIONES
1. ¿Quién es ese «Él» que aparece en la lista de lo bueno?
2. Relaciona este fragmento con la mentalidad del hombre del s. XVIII.
3. Averigua cómo se soluciona más adelante en la novela el último punto de la lista de lo malo.
4. Relaciona estos conceptos con el fragmento leído: sociedad, soledad, supervivencia y naturaleza.

Literatura del XVIII: Jonathan Swift. Los viajes de Gulliver (1726).


Me preguntó cuáles eran las causas o motivos más frecuentes que hacen que los países se declaren en guerra.
Le contesté que eran innumerables, pero que le mencionaría algunas de las principales. Unas veces la ambición de los
Príncipes, que piensan que nunca tienen tierra o gente suficiente sobre quienes mandar; otras veces, la corrupción de
los ministros, que comprometen a sus señores en una guerra, con intención de sofocar o disimular el clamor de sus
súbditos contra su mala administración.
Diferencias de opinión han costado miles de vidas; por ejemplo, si la carne era pan o el pan carne; si el jugo de
una determinada uva es sangre o vino; si silbar es un vicio o una virtud; si es mejor besar un poste o echarlo al fuego;
si el mejor color para un saco es el negro, blanco, rojo o gris, y si debía ser largo o corto, ancho o estrecho, sucio o
limpio, junto con muchas otras. Y que no había guerras tan furiosas o sangrientas, o de tan larga duración, como las
originadas por diferencias de opinión, sobre todo en cuestiones indiferentes.
A veces la pelea entre dos príncipes es para decidir cuál de ellos despojará a un tercero de sus dominios, sobre
los que ninguno de los dos puede invocar derecho alguno. A veces un príncipe disputa con otro, por miedo a que el
otro lo haga con él. A veces estalla una guerra porque el enemigo es demasiado débil, otras porque es demasiado
fuerte. A veces nuestros vecinos quieren las cosas que nosotros tenemos, o tienen las cosas que nosotros queremos, y
entonces ambos luchamos hasta que ellos toman lo nuestro o nos dan lo suyo. Es causa muy justificable para una
guerra el invadir un país cuyos habitantes han sido diezmados por el hambre, destruidos por una peste, o arruinados
por conflictos internos.
Se justifica entrar en guerra contra nuestros aliados más próximos si una de sus ciudades está ubicada en un
lugar que nos favorece, o un territorio que haga que nuestros dominios sean más redondos y compactos. Si un
príncipe envía tropas a una nación en que la gente es pobre e ignorante, puede dar muerte en forma legítima a la
mitad de ellos y, esclavizando al resto, rescatarlos de sus bárbaros sistemas de vida.
CUESTIONES
5. ¿Quién crees que es la voz de este fragmento? ¿A quién podría estar explicándole esto?
6. ¿Por qué motivo se producen las guerras más sangrientas?
7. A la luz de este fragmento… además de entretener ¿qué crees que pretende el autor?
8. Sintetiza con tus palabras cinco motivos que justifican la guerra, según el texto.
1
185
Literatura del XVIII: VOLTAIRE. Tratado sobre la tolerancia (1763).
No se necesita mucha elocuencia para demostrar que los cristianos deben tolerarse mutuamente. Más aún;
os digo que hay que mirar a todos los hombres como a hermanos nuestros.
¡Qué! ¿Hermano mío el turco? ¿Hermano mío el chino, el judío, el siamés?
Sí, sin duda alguna. ¿No somos todos hijos del mismo padre y criaturas del mismo Dios?
Pero esos pueblos nos desprecian, nos tratan como a idólatras. ¡Bueno! Les diré que no tienen razón. Me
parece que, por lo menos, asombraría a la orgullosa terquedad de un imán, o a la de un monje budista, si les
hablase más o menos de este modo:
«Este pequeño globo, que no es más que un punto, rueda en el espacio como los demás globos; estamos
perdidos en la inmensidad. El hombre, de unos cinco pies de altura, seguramente es muy poca cosa en la
creación. Uno de esos seres imperceptibles dice a cualquiera de sus vecinos, en Arabia o en la Cafrería:
“Oídme, porque el Dios de todos esos mundos me ha iluminado. Hay 900 millones de hormigas como
nosotros en la tierra; pero sólo es grato a Dios mi hormiguero; los demás los aborrece desde la eternidad; él
solo será dichoso, los demás serán eternamente infortunados”.»
Me detendrían y preguntarían: «¿Quién es el loco que ha dicho esa necedad?» Me vería obligado a
responderles: «Vosotros mismos». Trataría en seguida de apaciguarlos; lo que sería muy difícil».
CUESTIONES
9. ¿Cuál es la idea fundamental de este texto?
10. ¿Qué hay de sátira en este texto? Señala los recursos formales que emplea Voltaire al respecto.
11. Resume lo que dice el narrador entre comillas « ».

Literatura del XVIII: CHODERLOS DE LACLOS. Las amistades peligrosas (1782).


París, 4 de agosto de 17… CARTA III De Cécile Volanges a Sophie Carnay
Nada sé aún, mi querida amiga: mi madre tuvo ayer mucha gente a cenar. A pesar del interés que
tenía yo en observar particularmente a los hombres, me aburrí. Hombres y mujeres, todos me miraban
mucho, y después cuchicheaban. Veía que hablaban de mí, y esto me hacía saltar los colores a la cara; no lo
podía remediar. Bien lo hubiera querido, pues noté que, cuando miraban a las otras mujeres, ellas no se
sonrojaban; o tal vez el colorete que se ponen me impedía ver el que les daba su incomodidad, porque debe
de ser cosa bien difícil no ponerse colorada cuando un hombre nos mira de hito en hito.
Lo que más me inquietaba era no saber lo que pensaban de mí. Creo, sin embargo, haber oído dos o
tres veces la palabra «bonita», pero segurísimo he oído «torpe», y seguro que realmente soy así, porque la
señora que lo decía es parienta y amiga de mi madre, y me pareció que se hizo inmediatamente amiga mía.
Es la única que me ha dirigido algunas veces la palabra en toda la velada. Mañana debemos cenar en su casa.
Después de la cena he oído a un hombre que seguramente hablaba de mí, pues decía: es necesario
dejar madurar el asunto, veremos para el invierno. Quizá es el que debe casarse conmigo; pero entonces
esto no sería hasta dentro de cuatro meses, y bien quisiera saber lo que hay sobre el particular.
Acaba de llegar Joséphine, y dice que tiene prisa; sin embargo, quiero contarte una de mis tonterías.
¡Oh!, juzgo que esa señora tiene razón.
Se pusieron a jugar después de la cena, me coloqué al lado de mi madre, y no sé cómo fue, pero me
quedé dormida al instante. Una gran risotada me despertó. Ignoro si se reían de mí, pero me lo imagino. Mi
madre me dio permiso para retirarme, lo que me causó un gran placer. Figúrate que eran ya más de las
once.
Adiós, mi querida Sophie, ama siempre a tu Cécile. Yo te aseguro que el mundo no es tan divertido
como lo creíamos.
CUESTIONES
12. ¿Qué describe la escritora de la carta en este fragmento?
13. Caracteriza a la autora de la carta: posible edad, carácter, actitud, deseos e intenciones…
14. ¿Quién es la única persona que le hace algo de caso a Sophie en la velada que cuenta?
15. Señala algunos fragmentos que hagan referencia a técnicas de seducción.
2
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Literatura del XVIII: GOETHE. Las desventuras del joven Werther (1770).
CARTA FINAL A CARLOTA, POR WERTHER
Es cosa resuelta, Carlota: quiero morir y te lo participo sin ninguna exaltación romántica, con la cabeza
tranquila, el mismo día en que te veré por última vez.
Cuando leas estas líneas, mi adorada Carlota yacerán en la tumba los despojos del desgraciado que en los
últimos instantes de su vida no encuentra placer más dulce que el placer de pensar en ti. He pasado una noche
terrible: con todo, ha sido benéfica, porque ha fijado mi resolución. ¡Quiero morir!
Al separarme ayer de tu lado, un frío inexplicable se apoderó de todo mi ser; refluía mi sangre al corazón,
y respirando con angustiosa dificultad pensaba en mi vida, que se consume cerca de ti, sin alegría, sin esperanza.
¡Ah!, estaba helado de espanto.
Apenas pude llegar a mi alcoba, donde caí de rodillas, completamente loco. ¡Oh Dios mío!, tú me
concediste por última vez el consuelo de llorar. Pero ¡qué lágrimas tan amargas! Mil ideas, mil proyectos agitaron
tumultuosamente mi espíritu, fundiéndose al fin todos en uno solo, pero firme, inquebrantable: ¡morir! Con esta
resolución me acosté, con esta resolución, inquebrantable y firme como ayer, he despertado: ¡quiero morir! No
es desesperación, es convencimiento: mi carrera está concluida, y me sacrifico por ti. Sí, Carlota, ¿por qué te lo
he de ocultar? Es preciso que uno de los tres muera, y quiero ser yo. ¡Oh vida de mi vida! Más de una vez en mi
alma desgarrada ha penetrado un horrible pensamiento: matar a tu marido..., a ti..., a mí. Sea yo, yo solo; así
será.
Cuando al anochecer de algún hermoso día de verano subas a la montaña, piensa en mí y acuérdate de
que he recorrido muchas veces el valle; mira luego hacia el cementerio, y a los últimos rayos del sol poniente
vean tus ojos cómo el viento azota la hierba de mi sepultura. Estaba tranquilo al comenzar esta carta, y ahora
lloro como un niño. ¡Tanto martirizan estas ideas mi pobre corazón!
Tú no me esperas; tú crees que voy a obedecerte y a no volver a tu casa hasta la víspera de la Navidad...
¡Oh Carlota!..., hoy o nunca. El día de la Nochebuena tendrás este papel en tus manos trémulas y lo humedecerás
con tus preciosas lágrimas. Lo quiero..., es preciso. ¡Oh, qué contento estoy de mi resolución.
¡Oh! ¡Perdóname, perdóname! Ayer... aquél debió ser el último momento de mi vida. ¡Oh ángel! Fue la
primera vez, sí, la primera vez que una alegría pura y sin límites llenó todo mi ser.
Me ama, me ama... Aún quema mis labios el fuego sagrado que brotaba de los suyos; todavía inundan mi
corazón estas delicias abrasadoras. ¡Perdóname, perdóname! Sabía que me amabas; lo sabía desde tus primeras
miradas aquellas miradas llenas de tu alma; lo sabía desde la primera vez que estrechaste mi mano. Y, sin
embargo, cuando me separaba de ti o veía a Alberto a tu lado, me asaltaban por doquiera rencorosas dudas.
¿Te acuerdas de las flores que me enviaste el día de aquella enojosa reunión en que ni pudiste darme la
mano ni decirme una sola palabra? Pasé la mitad de la noche arrodillado ante las flores, porque eran para mí el
sello de tu amor; pero, ¡ay!, estas impresiones se borraron como se borra poco a poco en el corazón del creyente
el sentimiento de la gracia que Dios le prodiga por medio de símbolos visibles. Todo perece, todo; pero ni la
misma eternidad puede destruir la candente vida que ayer recogí en tus labios y que siento dentro de mí. ¡Me
ama! Mis brazos la han estrechado, mi boca ha temblado, ha balbuceado palabras de amor sobre su boca. ¡Es
mía! ¡Eres mía! Sí, Carlota, mía para siempre. ¿Qué importa que Alberto sea tu esposo? ¡Tu esposo! No lo es más
que para el mundo, para ese mundo que dice que amarte y querer arrancarte de los brazos de tu marido para
recibirte en los míos es un pecado. ¡Pecado!, sea. Si lo es, ya lo expío. Ya he saboreado ese pecado en sus delicias,
en sus infinitos éxtasis. He aspirado el bálsamo de la vida y con él he fortalecido mi alma. Desde ese momento
eres mía, ¡eres mía, oh Carlota! Voy delante de ti; voy a reunirme con mi padre, que también lo es tuyo, Carlota;
me quejaré y me consolará hasta que tú llegues. Entonces volaré a tu encuentro, te cogeré en mis brazos y nos
uniremos en presencia del Eterno; nos uniremos con un abrazo que nunca tendrá fin. No sueño ni deliro. Al borde
del sepulcro brilla para mí la verdadera luz. ¡Volveremos a vernos! ¡Veremos a tu madre y le contaré todas las
cuitas de mi corazón! ¡Tu madre! ¡Tu perfecta imagen!

CUESTIONES
16. ¿A qué conclusión ha llegado Werther? ¿Por qué?
17. ¿Cómo se llama el marido de Carlota?
18. Describe la personalidad y las sensaciones que parece tener Werther.
19. ¿Qué día recibe la carta la destinataria?
3
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POESÍA ROMÁNTICA. VARIOS AUTORES EUROPEOS
1) «Los dafodelos» WORDSWORTH 3) «El tigre» BLAKE, William
Erraba en soledad por valle y cumbre, ¡Tigre! ¡Tigre! Ardiente resplandor
como flota la nube por los cielos, en las selvas de la noche;
cuando vi de repente en muchedumbre ¿qué inmortal mano o qué ojo
un tropel de dorados dafodelos, pudo enmarcar tu temida simetría?
bajo la fronda, junto al agua lisa
¿En qué lejanos abismos o en qué cielos
del lago azul, bailando entre la brisa. ardía el fuego de tus ojos?
¿A qué alas osaba aspirar,
Continuos cual los astros que en la vía qué mano osó coger el fuego?
láctea titilan y arden hondamente,
su indefinida línea se extendía ¿Y qué hombros, y qué arte
por la margen de un abra transparente; pudieron retorcer los nervios de tu corazón?
mi mirada diez mil de un golpe alcanza, Y cuando tu corazón comenzó a latir,
cabeceando en jubilosa danza. ¿qué temible mano?, ¿y qué temidos pies?

¿Cuál fue el martillo?, ¿cuál la cadena?


Cerca el lago danzaba; mas al gozo ¿En qué fragua cayó tu cerebro?
del agua el de las flores excedía. ¿Cuál fue el yunque? ¿Qué temible abrazo
¿Cómo no recibir con alborozo osó sujetar sus terrores mortales?
un poeta tan jocunda compañía?
Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas,
Miré y miré; mas sin tener conciencia
y regaron el cielo con sus lágrimas,
del gozo atesorado en su presencia.
¿acaso sonrió al ver su obra?
¿Acaso quien creó el Cordero te creó a ti?
Pues a menudo, si en mi lecho pierdo
el tiempo en ocio y vida imaginaria, ¡Tigre! ¡Tigre! Ardiente resplandor
en íntima visión se abre al recuerdo en las selvas de la noche;
la beatitud del alma solitaria, ¿qué inmortal mano o qué ojo
y de júbilo llenan y de vuelos pudo enmarcar tu temida simetría?
de danza, al corazón, los dafodelos.
4) «A Diótima» BLAKE, William
Ven, gozo de las musas celestiales, que antaño reconciliabas
2) «La rosa enferma» BLAKE, William
a los elementos, y apacigua el caos de estos tiempos.
¡Oh Rosa, estás enferma! Sosiega las airadas discordias con celestes melodías de paz,
El gusano invisible hasta que en los mortales pechos lo divino se unifique,
Que vuela en la noche, hasta que aquella antigua naturaleza humana, grande y tranquila,
En la clamorosa tormenta, resurja, poderosa y más serena, de esta época agitada.
Vuelve al menesteroso corazón del pueblo, tú belleza viva,
Ha descubierto tu cama vuelve a la mesa hospitalaria, retorna a los templos.
Pues Diótima vive, cual las frágiles flores en invierno,
De alegría carmesí,
Y aún con tanta riqueza en el espíritu, busca también el sol.
Y su oscuro amor secreto
Pero el sol del espíritu, aquel mundo más bello, ha perecido,
destruye tu vida. Y en una helada noche combaten huracanes.

CUESTIONES (cada número se refiere al poema sobre el que se pregunta)


• Averigua la nacionalidad de los escritores que se incluyen en esta antología
1. ¿Cuál es el tema de este poema? ¿Quién es la voz poética?
2. Blake trata el motivo de la rosa, de larga tradición poética, de forma personal. ¿En qué sentido?
3. Escribe 5 adjetivos que caractericen al tigre; señala dos rasgos de estilo (estructura, oraciones…)
4. Averigua quién era Diótima para el autor. ¿Qué poder le atribuye en este poema?
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5) «El Khan Kubla» COLERIDGE 7) «Himnos a la noche» NOVALIS
En Xanadú, el Khan Kubla decretó Camino al otro lado,
alzar una solemne cúpula de placeres: y sé que cada pena
donde Alph, el río sacro, iba fluyendo va a ser el aguijón
por cavernas que el hombre nunca pudo de un placer infinito.
medir, hasta llegar a un mar sin sol. Todavía algún tiempo,
Así diez millas de terreno fértil y seré liberado,
se ciñeron de muros y de torres: yaceré embriagado
en brazos del Amor.
y hubo jardines con brillar de arroyos
La vida infinita
sinuosos, con árboles del incienso floridos;
bulle dentro de mí:
y había en las colinas viejos bosques
de lo alto yo miro,
envolviendo lugares de verdor soleado. me asomo hacia ti.
Pero ¡ah el profundo abismo romántico, bajando En aquella colina
al sesgo por la verde colina, entre los cedros! tu brillo palidece,
y una sombra te ofrece
¡Lugar silvestre! ¡Santo y encantado
una fresca corona.
como en el que una vez, bajo una luna vaga,
¡Oh, Bienamada, aspira
aguardó una mujer a su amante-demonio!
mi ser todo hacia ti;
De este abismo, en fermento siempre de torbellinos,
así podré amar,
como si en apretados y rápidos jadeos así podré morir.
alentara la tierra, una fuente surgía Ya siento de la muerte
poderosa, con fuerza: olas de juventud:
entre cuyo veloz brotar intermitente en bálsamo y en éter
grandes trozos de roca saltaban como en bóveda mi sangre se convierte.
de granizo, o el trigo que el trillador azota Vivo durante el día
con el mayal, quitándole su tamo; lleno de fe y de valor,
y entre esas rocas, siempre brusco y fuerte, y por la Noche muero
saltaba el sacro río. […] presa de un santo ardor.

6) «Ozymandias» SHELLEY, Percy B. 8) «Soneto 1» KEATS, John


Conocí a un viajero de un antiguo país Cuando me embarga el miedo de que puedo morir
que me dijo: hay en el desierto dos grandes piernas, sin que haya mi pluma cosechado los frutos de mi alma
ni mis libros se alcen apilados
sin tronco, de piedra. Cerca, medio hundido
como en el granero los granos ya maduros.
en la arena, yace un rostro destrozado. En su ceño,
en sus labios fruncidos, en su frío gesto de dominio y desprecio, Cuando contemplo, sobre el rostro estrellado de la noche,
selladas sobre estas cosas sin vida grandes símbolos nubosos de una alta leyenda,
bien leyó su escultor las pasiones que aún sobreviven y pienso que nunca viviré para trazar
a la mano y corazón de aquel que las tallaba. sus sombras con la mágica mano de la suerte;
Y aparecen en el pedestal estas palabras: y cuando siento, hermosa criatura de un instante,
"Me llamo Ozimandias, rey de reyes. que nunca más podré mirarte
Contempla mis obras, tú, poderoso y desespera." ni disfrutar del poder mágico
Nada permanece. Alrededor de la decadencia
de esta inmensa ruina, ilimitada y desnuda de un amor pasional..., entonces, a la orilla
del vasto mundo me quedo solo y pienso
se extiende lejana la arena solitaria.
hasta que el Amor y la Gloria en la nada se hunden.
CUESTIONES (cada número se refiere al poema sobre el que se pregunta)
5. Este poema tiene alguna paradoja, recurso habitual en poesías místicas. Señálala y explícala
6. ¿Cuál es la conclusión del poema? ¿Quién era Ozymandias? ¿Qué valor tienen las ruinas?
7. Señala rasgos que te parezcan propios de un lenguaje onírico. ¿Con qué se identifica la noche?
8. ¿A quién se refiere en el v. 10? (Pista: argumento de la película Bright star) ¿Cuánto vivió Keats?
2
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9) «Soneto 2» KEATS, John 11) «Versos grabados en una copa hecha
¿Por qué reí esta noche? Ninguna voz lo dice; con un craneo» Lord BYRON
ningún dios ni demonio de severa respuesta Ni te sobresaltes ni creas que mi espíritu huyó;
se digna replicar desde cielo o infierno. en mi contempla al único cráneo,
Así, a mi corazón humano me dirijo: del que, al revés de una viviente cabeza,
todo lo que fluye nunca es aburrido.
¡Corazón! Tú y yo estamos aquí tristes y solos; Viví, amé, bebí a grandes tragos como tú:
escúchame: ¿por qué reí? ¡Oh dolor mortal! morí: que la tierra renuncie a mis huesos;
¡Oh tiniebla, tiniebla! Siempre habré de gemir lléname: tú no puedes hacerme daño;
interrogando a Cielo, Infierno y Corazón. el gusano tiene labios más viles que los tuyos.

Mejor es contener a la uva burbujeante,


¿Por qué reí? Este plazo de ser que se me ha dado que criar la viscosa progenie del gusano terrestre,
lleva mi fantasía a sus más altas dichas; y rodear en la forma de la copa
pero acabar querría hoy mismo, a medianoche, a la bebida de los dioses, que no al alimento del reptil.

Cuando por casualidad una vez mi ingenio brilla,


viendo rotas las claras banderas de este mundo: en ayuda de los demás, deja que brille;
verso, fama y belleza son mucho, ciertamente, y cuando, ¡ay!, nuestros cerebros hayan desaparecido,
pero la muerte es más: el premio de la vida. ¿qué substituto más noble habrá que el vino?

Bebe a grandes tragos mientras puedas: otra raza


cuando tú y la tuya, como la mía, se haya perdido,
10) «Fantasía» NERVAL, Gerard de puede que te rescate del abrazo de la tierra,
Conozco una tonada por la que yo daría y rime y se deleite con los muertos.
todo Rossini y Mozart, todo Weber, un aire ¿Por qué no? Ya que mediante el breve día del vivir,
antiquísimo y lánguido, una tonada fúnebre nuestras cabezas efectos tan tristes engendran,
que solo para mí tiene encantos secretos. redimidas de los gusanos y de la arcilla desgastada,
esta posibilidad tienen de ser provechosas.
Y cada vez que vengo y la puedo escuchar
mi alma rejuvenece unos doscientos años… 12) «A sí mismo» LEOPARDI, Giacomo
Vivo cuando Luis XIII; y creo ver un cerro Reposarás por siempre,
cansado corazón. Murió el engaño extremo
verde que va ensanchándose en el pajizo ocaso.
que eterno yo creí. Murió. Bien siento,
de los engaños queridos,
Y un castel de ladrillos, con esquinas de piedra, no la esperanza, hasta el deseo ha muerto.
con vidrieras teñidas de colores rojizos, Reposa ahora por siempre.
rodeado por parques enormes, con un río Bastante ya latiste. Nada vale
que le baña los pies, mientras fluye entre flores. tu palpitar, ni es digna de un suspiro
la tierra. Hiel y tedio
Y luego una gran dama, en su alta ventana, la vida, nada más; y fango el mundo.
rubia, con ojos negros, y antiguas vestimentas, Para ya. Desespera
la última vez. A nuestra especie el hado
que ya he visto, tal vez, en mi otra existencia…
no dio sino el morir. Desprecio siente
y de la que me acuerdo.
por natura y por ti, por el horrendo
poder que, oculto, el común daño impera,
y la infinita vanidad del Todo.
CUESTIONES (cada número se refiere al poema sobre el que se pregunta)
9. Tema del poema: desdoblamiento de la identidad ¿Cómo se expresa? ¿Qué conclusión ofrece?
10. Resume lo que expresa el autor en esta poesía. ¿Qué tres visiones tiene?
11. Señala algún rastro autobiográfico en el poema. ¿Qué dos elementos repetidos están en el cráneo?
12. ¿El poema es pesimista u optimista? ¿Por qué? Comenta la relación entre la voz y el destinatario.
3
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Prosa romántica: Jane AUSTEN. Sentido y sensibilidad (1811).
La familia Dashwood llevaba mucho tiempo asentada en Sussex. Poseían una gran hacienda, y residían en Norland
Park, en el centro de sus propiedades, donde habían vivido durante muchas generaciones de una manera tan respetable
que, en general, se habían ganado la consideración de sus conocidos de la vecindad. El último propietario de estas tierras
fue un hombre soltero, que vivió hasta una edad muy avanzada, y que durante gran parte de su vida tuvo en su hermana
una constante compañera y ama de casa. Pero la muerte de ésta, que acaeció diez años antes de la suya propia, trajo
consigo grandes cambios; pues, para llenar su vacío, el caballero invitó y recibió en la casa a la familia de su sobrino, el
señor Henry Dashwood, el legítimo heredero de las tierras de Norland, y la persona a quien tenía intención de legarlas. En
compañía de su sobrino y sobrina, y de los hijos de éstos, pasó agradablemente sus días el venerable anciano. Creció su
apego a todos ellos. La atención constante que Henry Dashwood y su esposa dedicaban a sus deseos, no meramente por
interés, sino por bondad natural, le dispensó en todos los aspectos la estable comodidad que a su edad podía recibir; y la
alegría de los niños le hizo tomar gusto a su existencia.
De un matrimonio anterior, el señor Henry Dashwood tenía un hijo; de su actual esposa, tres hijas. El hijo, un joven
serio y formal, tenía el porvenir ampliamente asegurado gracias a la fortuna de su madre, que había sido ingente, y cuya
mitad se le había hecho efectiva al cumplir la mayoría de edad. Del mismo modo, su propio matrimonio, contraído poco
después, incrementó su caudal. No era, pues, en verdad, tan importante para él la sucesión a la heredad de Norland como
lo era para sus hermanas; pues la fortuna de éstas, independientemente de lo que pudiera tocarles en el caso de que su
padre heredara estas tierras, no podía sino ser pequeña. Su madre no tenía nada, y su padre sólo disponía de siete mil
libras; pues la otra mitad de la herencia de su primera mujer estaba también destinada a su hijo, y él únicamente podía
beneficiarse de ella en vida.
El anciano caballero murió; se leyó su testamento, y, como casi todos los testamentos, deparó por igual alegrías y
tristezas. No fue tan injusto, ni tan desagradecido, como para no dejar las tierras a su sobrino; pero lo hizo en tales
condiciones que el legado quedó reducido a la mitad de su valor. El señor Dashwood lo había deseado más por el bien de
su mujer y sus hijas que por el suyo propio o por el de su hijo: pero fue su hijo, y el hijo de su hijo, quien se benefició, de
tal manera que el mismo señor Dashwood se encontró con que no tenía poder para asegurar el futuro de quienes le eran
más queridos, y más necesidad tenían de ser asegurados, mediante el eventual recurso a un gravamen sobre las tierras o
a la venta de sus valiosos bosques. Todo había sido arreglado para el beneficio de aquel niño que, en visitas esporádicas a
Norland con sus padres, hasta este punto se había granjeado las simpatías de su tío, gracias a unos encantos de ningún
modo inusitados en los niños de dos o tres años de edad: un hablar imperfectamente articulado, un firme deseo de salirse
con la suya, muchas travesuras y monerías, y un montón de ruido, todo lo cual pesó más en el anciano que el valor de
todas las atenciones que, durante años, había recibido de su sobrina y de las hijas de ésta. No era su intención, pese a
todo, ser desconsiderado, y, como muestra de su afecto por las tres muchachas, les dejó mil libras a cada una. […]
Elinor, la hija mayor, cuyas advertencias habían sido tan efectivas, tenía una firmeza de entendimiento y una frialdad
de juicio que la hacían idónea para ser, aún a sus diecinueve años, la consejera de su madre, y por lo general la
capacitaban para contrarrestar la impaciencia de espíritu de la señora Dashwood, que la mayor parte de las veces tendía
a resolverse en imprudencia. Tenía un grandísimo corazón; era afectuosa por naturaleza, y de firmes sentimientos; pero
sabía cómo gobernarlos: un conocimiento que su madre aún tenía que aprender, y que una de sus hermanas había
decidido que nunca nadie le iba a enseñar.
Las facultades de Marianne eran, en muchos aspectos, completamente idénticas a las de Elinor. Era juiciosa e
inteligente, pero impaciente en todo; sus penas, sus alegrías, podían no conocer la moderación. Era generosa, amable,
interesante: lo era todo menos prudente. El parecido entre ella y su madre era de lo más pronunciado.
Elinor veía, con preocupación, el exceso de sensibilidad de su hermana; pero la señora Dashwood lo valoraba y
apreciaba. Ahora, en la violencia de su aflicción, se daban alas la una a la otra. El pesar y la agonía que se cernieron al
principio sobre ellas fueron voluntariamente renovados, perseguidos, creados y recreados. Se abandonaron totalmente al
dolor, buscando nuevas desdichas en cualquier pensamiento que pudiera originarlas, y se resolvieron igualmente a no
aceptar ningún consuelo en el futuro. También Elinor estaba profundamente afligida; pero aún podía luchar, podía hacer
un esfuerzo. Fue capaz de aconsejarse con su hermano, de recibir a su cuñada cuando llegó, y de tratarla con la debida
atención; y llegó a conseguir que su madre se animara a hacer un esfuerzo parecido, y a tener una paciencia parecida.
Margaret, la otra hermana, era una muchacha de buen talante y buena disposición; pero, como se había embebido
ya de buena parte de las fantasías de Marianne, sin tener gran parte de su juicio, no permitía, a sus trece años, concebir
esperanzas de igualar a ninguna de sus hermanas en una época más avanzada de la vida.

CUESTIONES
1. Haz un esquema diagrama de los personajes de la familia Dashwood.
2. ¿Qué hermana representa el sentido y cuál la sensibilidad? ¿La pequeña a cuál se parece más?
3. Explica a qué clase social pertenece la familia Dashwood y pon ejemplos que lo demuestren.
4. Explica la situación de la mujer en lo que a la herencia se refiere ¿Te parece justo? ¿Por qué?
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Prosa romántica: Mary SHELLEY. Frankenstein o el moderno Prometeo (1818).
Solía descansar por el día y viajar de noche, cuando la oscuridad me protegía de cualquier encuentro. Sin embargo, una
mañana, viendo que mi ruta cruzaba un espeso bosque, me atreví a continuar mi viaje después del amanecer; era uno de los
primeros días de la primavera, y la suavidad del aire y la hermosa luz consiguieron animarme. Sentí revivir en mí olvidadas
emociones de dulzura y placer que creía muertas. Medio sorprendido por la novedad de estos sentimientos, me dejé arrastrar
por ellos; olvidé mi soledad y deformación, y me atreví a ser feliz. Ardientes lágrimas humedecieron mis mejillas, y alcé los ojos
hacia el sol agradeciendo la dicha que me enviaba.
Seguí avanzando por las caprichosas sendas del bosque, hasta que llegué a un profundo y caudaloso río que lo bordeaba y
hacia el que varios árboles inclinaban sus ramas llenas de verdes brotes. Aquí me detuve, dudando sobre el camino que debía
seguir, cuando unas voces me impulsaron a ocultarme a la sombra de un ciprés. Apenas había tenido tiempo de esconderme,
cuando apareció una niña corriendo hacia donde yo estaba, como si jugara a escaparse de alguien. Seguía corriendo por el
escarpado margen del río, cuando repentinamente se resbaló y cayó al agua. Abandoné precipitadamente mi escondrijo, y, tras
una ardua lucha contra la corriente, conseguí sacarla y arrastrarla a la orilla. Se encontraba sin sentido; yo intentaba por todos
los medios hacerla volver en sí, cuando me interrumpió la llegada de un campesino, que debía ser la persona de la que, en
broma, huía la niña. Al verme, se lanzó sobre mí, y arrancándome a la pequeña de los brazos se encaminó con rapidez hacia la
parte más espesa del bosque. Sin saber por qué, lo seguí velozmente; pero, cuando el hombre vio que me acercaba, me apuntó
con una escopeta que llevaba y disparó. Caí al suelo mientras él, con renovada celeridad, se adentró en el bosque.
¡Esta era la recompensa a mi bondad! Había salvado de la destrucción a un ser humano y como premio ahora me retorcía
bajo el dolor de una herida que me había astillado el hueso. Los sentimientos de bondad y afecto que experimenté antes se
transformaron en diabólica furia y rechinar de dientes. Torturado por el daño, juré odio y venganza eterna a toda la humanidad.
Pero el dolor me vencía; sentí como se me paraba el pulso, y perdí el conocimiento.
Durante unas semanas llevé en el bosque una existencia mísera, intentando curarme la herida que había recibido. La bala
me había penetrado en el hombro, e ignoraba si seguía allí o lo había traspasado; de todos modos no disponía de los medios
para extraerla. Mi sufrimiento también se veía aumentado por una terrible sensación de injusticia e ingratitud. Mi deseo de
venganza aumentaba de día en día; una venganza implacable y mortal, que compensara la angustia y los ultrajes que yo había
padecido. Al cabo de algunas semanas la herida cicatrizó, y proseguí mi viaje. Ni el sol primaveral ni las suaves brisas podrían ya
aliviar mis pesares; la felicidad me parecía una burla, un insulto a mi desolación, y me hacía sentir más agudamente que el gozo
y el placer no se habían hecho para mí.
CUESTIONES
5. ¿Quién es el narrador de este fragmento? ¿Qué sentimientos le dominan?
6. Explica el papel de la naturaleza e identifica la oposición bondad-maldad en este fragmento.
7. Reflexiona sobre el peso del aspecto físico en la situación que vive el narrador.

Prosa romántica: Walter SCOTT. Ivanhoe (1820).


En la bella comarca de Inglaterra por la que el río Don discurre sus aguas, había antiguamente un frondoso bosque que
se extendía por la mayor parte de los hermosos valles y colinas que lindaban entre Sheffield y la linda ciudad de Doncaster.
Aun pueden verse los restos de una espesa selva en los dominios que allí poseen algunas de las más nobles y opulentas
familias de Inglaterra.
En esta selva se libraron algunas de las más descomunales batallas de la guerra civil de las dos Rosas, y allí también fue
donde, por su intrepidez, destacaron en tiempos pasados valerosos proscritos, cuyas hazañas inspiraron muchas canciones a
los jugadores de aquel tiempo. Y allí es, en fin, el teatro de los sucesos que componen esta narración, cuya época se
remonta a los últimos años del reinado de Ricardo I, cuando sus afligidos vasallos albergaban más deseos que esperanzas de
que regresarse a Inglaterra, después de tan largo cautiverio. Los nobles, cuyo poder se había acrecentado de un modo
extraordinario, habían recobrado y extendido su antiguo predominio, y no satisfechos con despreciar la autoridad, cada vez
más débil, del consejo de Estado de Inglaterra, no se ocupaban más que en fortificar sus feudos y castillos, en aumentar el
número de sus súbditos, en reducir a vasallaje a sus vecinos y en consolidar su poder por todos los medios que tenían a su
alcance, a fin de participar de una manera directa en las convulsiones intestinas que por doquier se fraguaban. [...]
Completando el paisaje antes descrito, tenemos dos figuras humanas que, por su traje y por su aspecto, correspondían
al carácter rústico y salvaje de aquellos tiempos y lugares. El más anciano poseía apariencia ascética. Imposible imaginar
nada más simple que su atavío, que se reducía a una zamarra con mangas, hecha de la piel de un animal, pero tan usada, tan
raída y remendada, que era difícil adivinar, por los fragmentos de que se componía, a qué animal había servido de pelaje. El
calzado consistía en unas sandalias, sujetas con correas, y unas piezas de cuero delgado atadas a las piernas [...] Poseía una
argolla de bronce, semejante a un collar de perro, pero sin abertura alguna y cerrada simplemente alrededor del cuello por
medio de una soldadura. Este singular adorno tenía una inscripción grabada con carácteres sajones que decía "Gurth, hijo de
Beowulf, vasallo de Cedric de Rotherwood".
CUESTIONES
8. Averigua a qué años corresponde el tiempo externo de esta novela.
9. Divide en partes el texto según lo que va explicando en este fragmento. ¿Ves el zoom narrativo?
10. ¿Qué referencias al Medievo que hay en el fragmento? ¿Qué mote tenía el rey que se menciona?
2
192
Teatro romántico: J. W. GOETHE. Fausto (1831). [Primera parte. Escena en el jardín de Margarita]
MARGARITA:–– Hace mucho tiempo que no oyes misa ni te confiesas. ¿Crees en Dios?
FAUSTO:–– Amada niña, ¿quién puede decir: yo creo en Dios? Pregunta a los sacerdotes y doctores; su respuesta
parece sólo burla de quien pregunta.
MARGARITA:–– Entonces, ¿no crees?
FAUSTO:–– ¡No me comprendas mal, mujer de tierna mirada! ¿Quién puede nombrarlo?, ¿quién puede confesar
que cree en Él?, ¿quién puede percibir y quién atreverse a decir: yo no creo? El que todo lo abarca, el que todo lo
sostiene, ¿nos abarca y sostiene a ti, a mí y a sí mismo? ¿No se aboveda el cielo sobre nosotros? ¿No está firme la
tierra aquí debajo? ¿No se asoman, mirándonos con simpatía, las estrellas eternas? ¿No te miro a los ojos y se
agolpa todo en tu corazón y en tu cabeza, flotando en un misterio eterno, visible e invisible, junto a ti? Llena tu
corazón en toda su grandeza, y si tu sentimiento es de alegría, llámalo como quieras. Llámalo felicidad, corazón,
amor, Dios. No tengo nombre para ello. Todo es sentimiento. Los nombres son un humo y un eco que envuelven
en niebla el fuego celestial.
MARGARITA:–– Todo eso está bastante bien y es bonito. El sacerdote dice más o menos lo mismo, pero con
diferentes palabras.
FAUSTO:–– Todos los corazones lo dicen en todas partes a la luz del día. Cada cual en su lengua. ¿Por qué no yo
en la mía?
MARGARITA:–– Cuando se oye eso no suena nada mal, pero hay algo que no casa del todo y es que no eres
cristiano.
FAUSTO:–– ¡Niña amorosa!
MARGARITA:–– Hace tiempo que me duele verte en tal compañía.
FAUSTO:–– ¿De quién?
MARGARITA:–– Odio desde lo más profundo al hombre que te acompaña. En mi vida nada me ha dañado más el
corazón que la horrible mirada de ese hombre.
FAUSTO:–– Querida muñeca, no sientas temor.
MARGARITA:–– Su presencia me agita la sangre. Con todos los demás suelo ser buena, pero lo mismo que me
gusta verte, siento un terror incomprensible ante ese hombre y además me parece un bribón. ¡Que Dios me
perdone si no lo juzgo bien!
FAUSTO:–– También tiene que haber gente extraña.
MARGARITA:–– ¡No me gustaría vérmelas con uno como él! En cuanto llega por la puerta tiene el mismo ademán
burlón, medio encolerizado. Se le nota que no le importa nada. Lleva escrito en la cara que no puede querer a
nadie. Me encuentro tan bien en tus brazos, tan libre y entregada; pero al verlo siento una opresión en mi
interior.
FAUSTO:–– Ángel lleno de presentimientos.
MARGARITA:–– Esta sensación se ha apoderado tanto de mí que, apenas se acerca a nosotros, empiezo a sentir
que ya no te quiero. Cuando él está delante no puedo rezar y eso me devora el corazón. Te tiene que pasar lo
mismo, Enrique.
FAUSTO:–– Sólo le tienes antipatía.
MARGARITA:–– Debo marcharme ya.
FAUSTO:–– ¿Jamás podré descansar una hora en tu seno, acercar pecho contra pecho y unir nuestras almas?
MARGARITA:–– Si durmiera sola, dejaría abiertos los cerrojos, pero mi madre tiene muy ligero el sueño y, si nos
sorprendiera, me moriría allí mismo.
FAUSTO:–– Ángel mío, por eso no te inquietes. Aquí hay un pequeño frasco. Sólo con tres gotas en su bebida la
Naturaleza la envolverá propicia en un profundo sueño.
MARGARITA:–– ¿Qué no haría por ti? Confío en que no le hará daño.
FAUSTO:–– ¿Te lo daría entonces, amada mía?
MARGARITA:–– Sólo al verte, amor mío, no sé qué me sujeta a tu voluntad; he hecho tanto por ti que no me
queda casi nada por hacer.
CUESTIONES
11. Deduce quién es esa inquietante compañía de Fausto. ¿En qué te basas?
12. Subraya las referencias a la religión católica en el discurso de Fausto. ¿Por su respuesta, te parece
que es creyente, ateo, agnóstico o ambiguo?
13. ¿Qué recurso le propone al final Fausto a Margarita para consumar su amor? ¿Qué valor tiene?
3
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Teatro romántico: Friedrich Von SCHILLER. Guillermo Tell (1804). [Acto III. Escena Tercera]
FRIESSHARDT:––Poderoso señor; soy uno de tus hombres de armas, centinela por tus órdenes de este
sombrero. He sorprendido en fragrante delito a este hombre, que rehusaba saludarlo. Intentaba llevarlo a la
cárcel, como tú mandaste, y el pueblo se preparaba a libertarlo.
GESSLER:––(Pausa) ¿Así desprecias al emperador, y a mí que ocupo su lugar, negándote a mostrar el respeto
debido a este sombrero que mandé colgar aquí para poner a prueba vuestra obediencia? Con esto das a
comprender tus malas intenciones.
TELL:––Perdonadme, señor; fue distracción, no desprecio, perdonadme. Como me llamo Tell; que no
sucederá otra vez.
GESSLER:––(Después de un momento de silencio.) Tell, eres maestro en el arco. Dicen que das siempre en el
blanco.
GUALTERIO TELL:––Cierto, señor; mi padre acierta una manzana a cien pasos.
GESSLER:––¿Es hijo tuyo, Tell?
TELL:––Sí; señor.
GESSLER:––¿Tienes muchos hijos?
TELL:––Dos, señor.
GESSLER:––¿A cuál de ellos amas con más cariño?
TELL:––Ambos son mis hijos del alma.
GESSLER:––Pues bien, Tell puesto que aciertas una manzana a cien pasos, es necesario que des una prueba
de tu puntería. Toma tu ballesta; precisamente la llevas contigo. Prepárate a acertar una manzana colocada
sobre la cabeza de tu hijo. Pero te aconsejo que apuntes bien y des en el blanco del primer flechazo, porque
si yerras, pagarás con la vida. (Todos manifiestan su horror.)
TELL:––Señor... ¿Qué monstruosidad exigís de mí?... que yo, en la cabeza de mi hijo... no, no, buen señor,
imposible que habléis formalmente... ¡Líbreme de ello Dios misericordioso!... ¡No podéis mandarlo en
vuestro juicio a padre alguno!
GESSLER:––Tirarás a una manzana, puesta en la cabeza de tu hijo... ¡lo deseo y lo ordeno!
TELL:––¿Que yo apunte con mi ballesta a la cabeza de mi querido hijo?... ¡Prefiero morir!
GESSLER:––¡O tiras, o mueres con tu hijo!
TELL:––¿He de ser yo el asesino de mi hijo?... Señor, sin duda no los tenéis, e ignoráis lo que sufrirá el
corazón de todo padre.
GESSLER:––¡Qué prudente te has hecho de improviso! Me han dicho que eres un visionario, y que te has
propuesto distinguirte de los demás hombres. Te agrada lo insólito... y he aquí por qué he escogido para ti
esta hazaña llena de azares. Otro reflexionaría... tú, cierra los ojos, y acométela con resolución.
BERTHA:––No os burléis, señor, de estas pobres gentes. ¡Veis cuánta es su palidez y cuánto su temblor!...
Tan poco acostumbrados están a considerar vuestras palabras como mero pasatiempo.
GESSLER:––¿Quién os ha dicho que hablo en son de burlas? (Coge una manzana del árbol, que está a su
alcance.) Aquí está la manzana. Despejad el lugar cuanto sea necesario; te concedo ochenta pasos... ni
menos, ni más... Se alaba de acertar a un hombre a los cien pasos. Tira ahora, y no yerres el blanco.

CUESTIONES
14. ¿Por qué surge el conflicto entre Gessler y Tell?
15. Caracteriza con tres adjetivos a cada uno de los dos protagonistas del fragmento.
16. Justo después de este fragmento e inmediatamente antes de tirar, Tell carga su ballesta con dos
flechas… ¿Por qué?
17. Averigua buscando información en internet estos datos:
• ¿En qué país transcurre la historia?
• ¿Qué cargo tiene Gessler?
• ¿Cuántos actos tiene esta obra teatral?
• ¿Qué importante músico italiano hizo una ópera de esta obra teatral? ¿En qué año?
4
194
REALISMO: FRANCIA. Madame Bovary. FLAUBERT, GUSTAVE (1857) Parte III, capítulo VIII
Cuando Charles, trastornado por la noticia del embargo, entró en casa, Emma acababa de salir. Gritó, lloró,
se desmayó, pero Emma no volvía. ¿Dónde podía estar? Mandó a Félicité a casa de Homais, a casa de
Tuvache, a la de Lheureux, al "Lion d'Or", a todos los sitios; y, en las intermitencias de su angustia, veía su
consideración aniquilada, su fortuna perdida, el porvenir de Berthe roto. ¿Por qué causa?..., ¡ni una palabra!
Esperó hasta las seis de la tarde. Por fin, no pudiendo aguantar más, e imaginando que ella había salido para
Rouen, fue por la carretera principal, anduvo media legua, no encontró a nadie, aguardó un rato y regresó.
Emma había vuelto.
Se sentó ante su escritorio y escribió una carta que cerró despacio, añadiendo la fecha del día y la hora.
Después dijo con un tosco aire solemne:
-La leerás mañana; hasta entonces, te lo ruego, no me hagas ni una sola pregunta:
-Pero...
-¡Oh, déjame!
Y se acostó a todo lo largo de su cama.
Un sabor acre que sentía en su boca la despertó. Entrevió a Charles y volvió a cerrar los ojos.
Se espiaba curiosamente para comprobar si no sufría. Pero ¡no!, nada todavía. Oía el tic tac del péndulo, el
ruido del fuego, y a Charles que respiraba al lado de su cama.
"¡Ah, es bien poca cosa, la muerte! -pensaba ella- ; voy a dormirme y todo habrá terminado."
Bebió un trago de agua y se volvió de cara a la pared.
Aquel horrible sabor a tinta continuaba.
-¡Tengo sed!, ¡oh!, tengo mucha sed -suspiró.
-¿Pues qué tienes? -dijo Charles, que le ofrecía un vaso.
-¡No es nada!... Abre la ventana... ¡me ahogo!
Y le sobrevino una náusea tan repentina, que apenas tuvo tiempo de coger su pañuelo bajo la almohada.
-¡Recógelo! -dijo rápidamente- ; ¡tíralo!
Charles la interrogó; ella no contestó nada. Se mantenía inmóvil por miedo a que el menor movimiento la
hiciese vomitar.
Entretanto, sentía un frío de hielo que le subía de los pies al corazón.
-¡Ah!, ¡ya comienza esto! -murmuró ella.
-¿Qué dices?
Movía la cabeza con un gesto suave lleno de angustia, al tiempo que abría continuamente las mandíbulas,
como si llevara sobre su lengua algo muy pesado. A las ocho reaparecieron los vómitos.
Charles observó que en el fondo de la palangana había una especie de arenilla blanca pegada a las paredes
de porcelana.
-¡Es extraordinario!, ¡es raro! -repitió. Pero ella dijo con una voz fuerte:
-¡No, te equivocas!
Entonces, delicadamente y casi acariciándola, le pasó la mano sobre el estómago. Emma dio un grito agudo.
Charles se retiró todo asustado.
Después empezó a quejarse, al principio débilmente. Un gran escalofrío le sacudía los hombros, y se ponía
más pálida que la sábana donde se hundían sus dedos crispados. Su pulso desigual era casi insensible ahora.
Unas gotas de sudor corrían por su cara azulada, que parecía como yerta en la exhalación de un vapor
metálico. Sus dientes castañeteaban, sus ojos dilatados miraban vagamente a su alrededor, y a todas las
preguntas respondía sólo con un movimiento de cabeza; incluso sonrió dos o tres veces. Poco a poco sus
gemidos se hicieron más fuertes, se le escapó un alarido sordo; creyó que iba mejor y que se levantaría
enseguida. Pero presa de grandes convulsiones, exclamó:
-¡Ah!, ¡esto es atroz, Dios mío!
Charles cayó de rodillas ante su lecho.
-¡Habla!, ¿qué has comido? ¡Contesta, por el amor de Dios!
Y la miraba con unos ojos de ternura como ella no había visto nunca.
-Bueno, pues allá..., allá... dijo con una voz desmayada.
Charles saltó al escritorio, rompió el sello y leyó muy alto: "Que no acusen a nadie." Se detuvo, pasó la mano
por los ojos, y volvió a leer.

1
195
-¡Cómo!... ¡Socorro!, ¡a mí!
Y no podía hacer otra cosa que repetir esta palabra: "¡Envenenada!, ¡envenenada!" Félicité corrió a casa de
Homais, quien repitió a gritos aquella exclamación, la señora Lefrançois la oyó en el "Lion d'Or", algunos se
levantaron para decírselo a sus vecinos, y toda la noche el pueblo estuvo en vela.

CUESTIONES
1º) Sitúa el fragmento seleccionado en el argumento de la obra.
2º) ¿Qué indicios hay en la primera página de que la protagonista ha podido tomar veneno?
3º) Consulta la trama de la novela y explica por qué se suicida la protagonista.
4º) ¿Quién es Charles? ¿Y Felicité?

NATURALISMO: FRANCIA. Germinal. ZOLA, EMILÈ (1885)


–Pues yo soy de Montsou, y me llamo Buenamuerte.
–¿Será un apodo? –preguntó Esteban admirado.
El viejo hizo un movimiento de satisfacción, y señalando la mina, contestó:
–Sí, sí por cierto... Me han sacado de allí dentro, tres veces medio muerto; una vez, con la piel de la espalda
destrozada; otra, de entre los escombros de un hundimiento, y la tercera medio ahogado... Al ver que no
reventaba nunca, me llamaron en broma Buenamuerte.
Y redobló su jovialidad, un chirrido de polea mal engrasada, que acabó degenerando en un violentísimo
acceso de tos. El reflejo del brasero de carbón alumbraba en aquel instante su cabeza enorme, cubierta por
escaso cabello completamente blanco, y su cara achatada, pálida, casi lívida y salpicada de algunas manchas
moradas. Era de baja estatura, tenía un cuello enorme como el de un toro, las pantorrillas salientes, y los
brazos tan largos, que sus manazas caían hasta más abajo de las rodillas. Además, pareciéndose en esto a su
caballo, guardaba tal inmovilidad, a pesar del viento, que cualquiera hubiera creído que era de piedra al ver
que no le hacía mella ni el frío intenso, ni las terribles rachas del vendaval.
Esteban le miraba.
–¿Hace mucho tiempo –le preguntó– que trabaja usted en las minas?
Buenamuerte abrió los brazos, exclamando:
–¿Mucho tiempo?... ¡Ya lo creo!... Mire, no había cumplido ocho años, cuando bajé por primera vez
precisamente a ésa, a la Voreux; y tengo ahora cincuenta y ocho. Conque, eche un cálculo... Ahí dentro he
hecho de todo: fui aprendiz, después arrastrador, cuando tuve fuerzas para ello; luego, cortador de arcilla
durante dieciocho años; más tarde, a causa de estas pícaras piernas, que se empeñaron en no funcionar
como es debido, me pusieron en la brigada de barrenos; después fui barrendero; me dedicaron también a
las composturas del material, hasta que se vieron precisados a sacarme de abajo, porque el médico decía
que me quedaría allí. Entonces, hace cinco años de esto, me dedicaron a carretero... Conque, ¿qué tal? ¡No
es poco cincuenta años de mina, y de ellos cuarenta abajo, en el fondo!
Y mientras hablaba, algunos pedazos de hulla inflamada que caían del brasero iluminaban de vez en cuando
su pálido semblante con un reflejo sangriento.
–Me dicen que descanse –continuó–. Pero yo no les hago caso; no soy tan idiota como ellos se figuran. Sea
como sea, he de aguantar los dos años que me faltan para llegar a sesenta, a fin de atrapar la pensión de
ciento ochenta francos. Si me despidiese hoy, se apresurarían a concederme la de ciento cincuenta. ¡Si serán
bribones!... Además, estoy todavía fuerte, excepción hecha de las piernas, y eso a causa de tanta agua como
me entró en el pellejo cuando trabajaba en las galerías. Hay días que no puedo mover una pata sin dar
gritos.

CUESTIONES
5º) ¿A qué clase social pertenece Buenamuerte?
6º) ¿Qué detalles se dan a conocer sobre su salud?
7º) ¿Cómo son las condiciones laborales de los mineros, según se deduce de sus palabras?
8º) Reflexiona sobre tus respuestas anteriores… ¿Consideras que el fragmento es realista y
objetivo?
2
196
REALISMO: FRANCIA. Eugenie Grandet. BALZAC, HONORE DE (1833) [Inicio de la novela]
La señora Grandet se ponía invariablemente un vestido de seda de color verdoso que se había
acostumbrado a que le durara casi un año; llevaba una gran pañoleta de algodón blanco, un sombrero de
paja muy rica y, casi siempre, un delantal de tafetán negro. Como no salía apenas, gastaba poco calzado. En
fin, nunca quería nada para ella.
A veces Grandet, presa de los remordimientos, al recordar el tiempo transcurrido desde el día en que
había entregado seis francos a su mujer, estipulaba un plus adicional para alfileres cuando vendía las
cosechas del año.
Los cuatro o cinco luises regalados por el holandés o el belga que le compraba las cosechas a Grandet,
constituían la parte más segura de los ingresos anuales de la señora Grandet.
Pero cuando ya había recibido los cinco luises, su marido solía decirle, como si tuviesen la bolsa en
común: «¿Me puedes prestar algunos céntimos?». Y la pobre mujer, sintiéndose feliz de poder hacer algo
por un hombre a quien su confesor le presentaba como señor y dueño, le devolvía, en el transcurso del
invierno, algunos escudos del dinero para alfileres.
Cuando Grandet se sacaba del bolsillo la moneda de cinco francos otorgada mensualmente a su hija para
los pequeños gastos de hilo, agujas y atavío, no dejaba nunca, tras abrocharse el bolsillo del chaleco, de
preguntar a su mujer:
– Y tú, mamá, ¿Quieres algo?
– Amigo mío –respondía la señora Grandet animada por un sentimiento de dignidad maternal–, ya
veremos.
¡Sublimidad inútil! Grandet creía ser muy generoso con su mujer.
CUESTIONES
9º) Resume en dos o tres líneas el contenido del fragmento.
10º) ¿Cuál es la principal preocupación del señor Grandet?
11º) ¿Crees que el narrador está de acuerdo con la situación de la mujer? Señala dónde se ve.
12º) Caracteriza a la señora Grandet con cuatro adjetivos.

NATURALISMO: FRANCIA. Bola de sebo. MAUPASSANT, GUY DE (1880)


La mujer que iba a su lado, una de esas llamadas "galantes", era célebre por su precoz obesidad, que le
valió el apodo de "Bola de Sebo". Bajita, gordezuela toda ella, hecha un cebón, con unos dedos abotargados,
estrangulados en las falanges y parecidos a una sarta de salchichas pequeñas, de piel reluciente y tersa, y
unos pechos enormes que abultaban bajo el ropaje, continuaba no obstante siendo apetecible y solicitada
por lo mucho que seducía su frescor. Su semblante parecía una manzana colorada, un capullo de peonía a
punto de florecer; y allá dentro, arriba, abríanse dos magníficos ojazos negros, sombreados por largas cejas
espesas que proyectaban sombra hacia el interior. Más abajo, una boca encantadora, apretada, húmeda
para el beso, enriquecida por unos dientecillos relucientes y microscópicos.
Poseía también -a juicio de algunos- ciertas cualidades muy estimadas.
En cuanto la reconocieron las señoras que iban en la diligencia, comenzaron a murmurar; y las frases
“vergüenza pública”, “mujer prostituida”, fueron pronunciadas con tal descaro, que le hicieron levantarla
cabeza. Fijó en sus compañeros de viaje una mirada, tan provocadora y arrogante que impuso de pronto
silencio; y todos bajaron la vista excepto Loiseau, en cuyos ojos asomaba más deseo reprimido que disgusto
exaltado.
Pronto la conversación se rehízo entre las tres damas, cuya recíproca simpatía se aumentaba por
instantes con la presencia de la moza, convirtiéndose casi en intimidad. Creíanse obligadas a estrecharse, a
protegerse, a reunir su honradez de mujeres legales contra la vendedora de amor, contra la desvergonzada
que ofrecía sus atractivos a cambio de algún dinero; porque el amor legal acostumbra ponerse muy fosco y
malhumorado en presencia de una semejante libre.
CUESTIONES
13º) El primer párrafo es una detallada descripción de la protagonista… ¿Qué quiere destacar
el narrador? Subraya los comentarios que revelen subjetividad en la descripción.
14º) ¿Cómo reacciona la protagonista ante la mirada de los demás?
15º) ¿Dónde transcurre esta escena?
3
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REALISMO: EE.UU. Moby Dick. MELVILLE, HERMAN (1851) Inicio de la novela / «Espejismos»
Llamadme Ismael. Hace unos años -no importa cuánto hace exactamente-, teniendo poco o ningún dinero en el
bolsillo, y nada en particular que me interesara en tierra, pensé que me iría a navegar un poco por ahí, para ver la
parte acuática del mundo. Es un modo que tengo de echar fuera la melancolía y arreglar la circulación. Cada vez que
me sorprendo poniendo una boca triste; cada vez que en mi alma hay un nuevo noviembre húmedo y lloviznoso; cada
vez que me encuentro parándome sin querer ante las tiendas de ataúdes; y, especialmente, cada vez que la
hipocondria me domina de tal modo que hace falta un recio principio moral para impedirme salir a la calle con toda
deliberación a derribar metódicamente el sombrero a los transeúntes, entonces, entiendo que es más que hora de
hacerme a la mar tan pronto como pueda. […]
Aquí está, pues, la ciudad insular de los manhattoes, rodeada de muelles como las islas indígenas por los arrecifes
de coral. El comercio la ciñe con su oleaje. A la derecha e izquierda, las calles llevan hacia el mar. En la punta extrema
de la ciudad está el fuerte, augusta mole refrescada por brisas y bañada por aguas que, pocas horas antes, eran
invisibles desde la tierra. Miren ustedes la multitud que contempla las olas.
Recorran ustedes la ciudad en la tarde soñolienta de un sábado. Vayan desde Corlears Jock hasta Coenties Slip y
desde allí, pasando por Whitehall, hacia el norte. ¿Qué ven ustedes?
Apostados como centinelas silenciosos en torno a la ciudad toda, hay millares y millares de mortales perdidos en
divagaciones oceánicas. Algunos apoyados contra los pilotes; otros sentados en las escolleras; otros mirando más allá
de las amuradas de naves llegadas desde China; otros en lo alto de los aparejos, como empeñados en obtener una
vista aun más amplia del mar. Pero todos son hombres de tierra firme: durante la semana, están encerrados entre
cuatro paredes, atados a mostradores, clavados en bancos, pegados a escritorios. ¿Qué ha ocurrido? ¿Han
desaparecido las verdes praderas? ¿Qué hacen aquí estos hombres?
Pero ¡miren ustedes! Llega aun más gente. Todos avanzan hacia el agua y parecen resueltos a zambullirse. ¡Qué
extraño! Nada los contentaría tanto como el límite extremo de la tierra; no les basta vagabundear a la sombra de los
depósitos que rodean el puerto. No. Tienen que acercarse todo lo posible al agua, sin caer en ella. Y ahí se quedan,
inmóviles, en una extensión de millas, de leguas. Todos hombres de tierra adentro: afluyen por sendas y callejas, por
calles y avenidas... Desde el norte, el este, el sur, el oeste. Y sin embargo, aquí se reúnen todos. Díganme ustedes:
¿acaso los atrae el poder magnético de la aguja de las brújulas de todas esas naves?
Y esto no es todo. Supongamos que se encuentren ustedes en algún paraje elevado, donde abunden los lagos.
Tomen cualquier sendero que se les antoje: casi siempre irán a dar, a través de un valle, a un estanque formado por la
corriente. Hay en ello algo mágico. Elijamos al más distraído de los hombres sumergido en su más honda ensoñación;
pongámoslo en pie y nos llevará, infaliblemente, hacia el agua, si hay agua en esa región. Y si alguna vez están ustedes
sedientos en el gran desierto norteamericano, hagan este experimento, si es que por casualidad hay un profesor de
metafísica en la caravana. En efecto: como todos sabemos, agua y meditación siempre han estado unidas.
Pero tomemos a un pintor. Quiere pintar el paisaje romántico, más soñador, más umbroso, más apacible, más
hechicero de todo el valle del Saco. ¿Cuál es el principal elemento que emplea? Allí están sus árboles, cada uno con el
tronco hueco, como si guardara en su interior a un ermitaño y un crucifijo; y aquí duerme su pradera, allí duerme su
rebaño. Más allá, desde esa cabaña, serpea un humo soñoliento. Un sendero se hunde sinuoso entre los bosques
distantes y llega hasta las estribaciones superpuestas de las montañas bañadas por el azul de sus laderas. Pero aunque
la escena esté sumida en semejante éxtasis y el pino deje caer suspiros, como hojas, sobre la cabeza del pastor, todo
sería inútil si el pastor no tuviera fijos los ojos en la corriente mágica que pasa frente a él. Visiten ustedes las praderas
en junio, caminen millas y millas hundidos hasta las rodillas entre lirios atigrados... ¿cuál es el encanto que falta? El
agua: ¡allí no hay una sola gota de agua! Si el Niágara fuera una cascada de arena, ¿viajarían ustedes tantas millas para
verlo? ¿Por qué será que el pobre poeta de Tennessee, al recibir de improvisto dos puñados de plata, dudó entre
comprarse el abrigo que le hacía tanta falta o invertir su dinero en un viaje a pie a la playa de Rockaway? ¿Por qué será
que cualquier muchacho robusto y saludable, que tenga dentro de sí un espíritu robusto y saludable, en un momento
dado se enloquece por darse a la mar? ¿Por qué será que durante el primer viaje que hicieron ustedes como
pasajeros, sintieron un estremecimiento místico al enterarse de que ni el buque ni ustedes ya no podían ser vistos
desde tierra? ¿Por qué será que los antiguos persas consideraban sagrado al mar? ¿Por qué será que los griegos le
destinaron una deidad especial, un hermano de Jove? Sin duda, todo eso no carece de sentido. Y es aun más profundo
el significado del mito de Narciso que, al no poder ceñir la imagen exquisita y atormentadora que veía en la fuente, se
arrojó a ella y se ahogó. Pero todos nosotros vemos esa misma imagen en nuestros ríos y en nuestros océanos. Es la
imagen del inasible fantasma de la vida. Y ésta es la clave de todo.
CUESTIONES
1º) Las ocho primeras líneas son el inicio de la novela. ¿Qué narrador tiene? ¿Es protagonista?
2º) ¿Qué tipología textual (narración, diálogo, descripción, argumentación…) predomina desde la línea 9?
Justifícalo con ejemplos tomados del texto
3º) ¿Cuál es la idea principal que transmite el autor en el último párrafo del fragmento?
1
198
REALISMO: RUSIA. Crimen y castigo. DOSTOIEVSKY, FIODOR (1866) Parte V
Porfirio Petrovitch fue a encargar el té.
La mente de Raskolnikof era un hervidero de ideas. El joven estaba furioso.
«Lo más importante es que ni disimulan ni se andan con rodeos. ¿Por qué, sin conocerme, has
hablado de mí con Nikodim Fomitch, Porfirio Petrovitch? Esto demuestra que no ocultan que me
siguen la pista como una jauría de sabuesos. Me están escupiendo en plena cara.»
Y al pensar esto, temblaba de cólera.
«Pero llevad cuidado y no pretendáis jugar conmigo como el gato con el ratón. Esto no es noble,
Porfirio Petrovitch, y yo no lo puedo permitir. Si seguís así, me levantaré y os arrojaré a la cara toda la
verdad. Entonces veréis hasta qué punto os desprecio.»
Respiraba penosamente.
«¿Pero y si me equivoco y todo esto no son más que figuraciones mías? Podría ser todo un
espejismo, podría haber interpretado mal las cosas a causa de mi ignorancia. ¿Es que no voy a ser
capaz de mantener mi bajo papel? Tal vez no tienen ninguna intención oculta... Las cosas que dicen
son perfectamente normales... Sin embargo, se percibe tras ellas algo que... Cualquiera podría
expresarse como ellos, pero sin duda bajo sus palabras se oculta una segunda intención... ¿Por qué
Porfirio no ha nombrado francamente a la vieja? ¿Por qué Zamiotof ha dicho que yo me había
expresado como un hombre "prudente"? ¿Y a qué viene ese tono en que hablan? Sí, ese tono...
Rasumikhine lo ha presenciado todo. ¿Por qué, pues, no le ha sorprendido nada de eso? Ese majadero
no se da cuenta de nada... Vuelvo a sentir fiebre... ¿Me habrá guiñado el ojo Porfirio o habrá sido
simplemente un tic? Sin duda, sería absurdo que me lo hubiera guiñado... ¿A santo de qué? ¿Quieren
exasperarme...? ¿Me desprecian...? ¿Son suposiciones mías...? ¿Lo saben todo...? Zamiotof se muestra
insolente... ¿No me equivocaré...? Debe de haber reflexionado durante la noche. Yo presentía que
estaría aquí... Está en esta casa como en la suya. ¿Puede ser la primera vez que viene? Además, Porfirio
no le trata como a un extraño, puesto que le vuelve la espalda. Están de acuerdo; sí, están de acuerdo
sobre mí. Y lo más probable es que hayan hablado de mí antes de nuestra llegada... ¿Sabrán algo de mi
visita a las habitaciones de la vieja? Es preciso averiguarlo cuanto antes. Cuando he dicho que había
salido para alquilar una habitación, Porfirio no ha dado muestras de enterarse... He hecho muy bien en
decir esto... Puede serme útil... Dirán que es una crisis de delirio... ¡Ja, ja, ja...! Ese Porfirio está al
corriente con todo detalle de mis pasos en la tarde de ayer, pero ignoraba que había llegado mi
madre... Esa bruja había anotado en el envoltorio la fecha del empeño... Pero se equivocan ustedes si
creen que pueden manejarme a su antojo: ustedes no tienen pruebas, sino sólo vagas conjeturas.
¡Preséntenme hechos! Mi visita a casa de la vieja no prueba nada, pues es una consecuencia del estado
de delirio en que me hallaba. Así lo diré si llega el caso... Pero ¿saben que estuve en esa casa? No me
marcharé de aquí hasta que me entere... ¿Para qué habré venido...? Pero ya me estoy sulfurando: esto
salta a la vista... Es evidente que tengo los nervios de punta... Pero tal vez esto sea lo mejor... Así
puedo seguir desempeñando mi papel de enfermo... Ese hombre quiere irritarme, desconcertarme...
¿Por qué habré venido?»
Todos estos pensamientos atravesaron la mente de Raskolnikof con velocidad cósmica. Porfirio
Petrovitch llegó momentos después. Parecía de mejor humor.

CUESTIONES
4º) Este es uno de los ejemplos más conocidos del uso del monólogo interior. Explica en qué
consiste y para qué lo utiliza aquí el autor.
5º) ¿En qué contexto y momento se encuentra Raskolnikof para que afloren sus pensamientos?
6º) ¿Quién es “la vieja” a la que se refiere Raskolnikof?
7º) Señala en que líneas aparece el narrador en tercera persona.
8º) ¿Qué tipo de oraciones predominan en el discurso del protagonista? ¿Por qué crees que es?
9º) Averigua quién es Porfirio Petrovich y qué importancia tiene en la novela.
2
199
REALISMO: INGLATERRA. Oliver Twist. DICKENS, CHARLES (1839) Capítulo XV
—¡Pero qué diablos es esto! —gritó un hombre, saliendo bruscamente de una cervecería, seguido por un perro blanco—.
¡Toma! ¡Pero si es Oliver! ¡Anda! ¡Vete con tu pobre madre, granuja! ¡A casa inmediatamente!
—¡No es verdad... no les conozco!... ¡Socorro! ¡Socorro! —gritó Oliver intentando soltarse de la poderosa zarpa de aquel
hombre.
—Socorro, ¿eh? —repitió el intruso—. ¡Yo te socorreré, pillete! ¿Qué libros son ésos? ¿Dónde los has robado? ¡Tráelos aquí!
Mientras así increpaba al muchacho, le arrebató el paquete de libros y con el mismo le golpeó la cabeza.
—¡Así se hace! —gritó un hombre desde una ventana—. No hay mejor forma de meter en cintura a esos granujillas.
—¡El Evangelio! —terció un carpintero dirigiendo una mirada de aprobación al de la ventana.
—Eso le servirá de lección provechosa —dijeron dos mujeres.
–¡Y se lo tiene merecido! -replicó el hombre, propinándole otro golpe y sujetando a Oliver por el pescuezo-. ¡Vamos, pillo,
maleante! ¡Ven, Dardo, ocúpate de él! ¡Vamos!
Debilitado a causa de la reciente enfermedad, atontado por los golpes y por lo inesperado de la agresión, aterrorizado
por los feroces gruñidos del perro y la brutalidad del hombre, y abrumado por la convicción con que los transeúntes le
consideraban en efecto un sinvergüenza consumado, como se había dicho que era, ¿qué podía hacer el pobre chiquillo?
Había oscurecido; estaba en un barrio sórdido; nadie de por allí podía ayudarle; era inútil resistirse. En un instante le
arrastraron por un laberinto de callejuelas estrechas y oscuras y le obligaron a caminar por ellas a un ritmo que rápidamente
convirtió en ininteligibles los pocos gritos que todavía se atrevía a emitir. Además importaba bien poco que fueran
inteligibles o no, ya que no había nadie para prestarles atención, aunque se hubieran escuchado claramente.
Se encendieron las farolas de gas. La señora Bedwin esperaba con ansiedad junto a la puerta abierta; la criada se había
recorrido la calle veinte veces para ver si encontraba algún rastro de Oliver; y los ancianos caballeros continuaban sentados
en el salón oscuro con el reloj situado entre ambos.
CUESTIONES
10º) Explica cómo retrata Dickens la gente alrededor de Oliver.
11º) Este es el final del capítulo XV… ¿Qué valor tiene este final? ¿Qué tiene que ver con el folletín?
12º) ¿Cómo se siente Oliver? Relaciónalo con la caracterización de la ciudad.

REALISMO: INGLATERRA. Cumbres borrascosas. BRONTË, EMILY (1847)


—Quiere usted al señorito Edgar porque es guapo, joven, alegre y rico y porque está enamorado de usted. Pero esto último
no es razón; podría quererle lo mismo aunque él no la quisiera y también no quererle si él, aunque la quisiera, careciese de
los otros cuatro atractivos.
—Eso es verdad. Si fuera feo y además un patán solamente conseguiría darme pena, y hasta puede que le llegase a odiar.
—Pero hay en el mundo muchos otros hombres jóvenes guapos y ricos, posiblemente más que él. ¿Qué inconveniente
habría para que se enamorase de uno de ellos?
—Si existen, yo nunca me los he topado. Jamás he conocido a nadie como Edgar.
—Pero lo puede conocer. Y además guapo y joven no va seguirlo siendo siempre, y a lo mejor incluso tampoco rico.
—Lo es ahora, y para mí lo único que cuenta es el presente. A ver si hablas con un poco más de sentido común.
—Está bien, si lo único que cuenta para usted es el presente, eso dirime la cuestión: cásese con el señor Linton.
—No necesito para nada tu permiso, me pienso casar con él. Pero, a todo esto, no me has dicho aún si hago bien o no.
—Perfectamente bien, en la medida en que puede estar bien no atender más que al presente por parte de alguien que se va
a casar. Y ahora vamos a ver, ¿por qué se siente desgraciada? A su hermano le dará una alegría, la señora y el señor Linton
no creo que tengan nada que objetar, saldrá usted de una casa caótica y sin comodidades para entrar en otra rica y
respetable, Edgar la ama y usted a él. Todo parece ir como sobre ruedas, ¿dónde está el problema?
—¡Pues aquí y aquí! —contestó Catherine, golpeándose la frente con una mano y el pecho con la otra—. Dondequiera que
se albergue el alma. ¡Porque en el fondo de mi alma y de mi corazón estoy convencida de que hago mal!
—¡Qué cosa más rara! No lo puedo entender.
—Es un secreto, pero si no te burlas de mí te lo voy a contar. Explicártelo muy claro no podré, pero sí darte una idea de lo
que siento.
Se volvió a sentar a mi lado y la expresión del rostro se le puso más seria y grave. Las manos cruzadas le temblaban.
—Dime, Nelly —preguntó de improviso, tras algunos minutos de reflexión—, ¿tú nunca has soñado cosas raras?
—Pues sí, de vez en cuando —contesté.
—Yo también. He tenido algunos sueños en mi vida que se me han quedado dentro para siempre y han cambiado
totalmente mi forma de pensar; se han ido metiendo cada vez más hondo en mi ser, como el vino cuando se mezcla con el
agua, y me han teñido el alma de otro color.
CUESTIONES
13º) ¿Qué valora la protagonista en un hombre para casarse con él?
14º) ¿Quiénes dialogan aquí? ¿Sobre quién? ¿Quién es el narrador? Escribe sus nombres.
3
200
REALISMO: TEATRO. La señorita Julia. STRINDBERG, AUGUST (1888)
JUAN. ¿Cómo es posible? ¿Vamos a llevar la jaula también? ¿Está usted loca? ¡Deje ahí ese pájaro!
JULIA. Lo único que me llevaba de casa, ¡el único ser que me quiere desde que Diana me fue infiel! ¡No seas
exigente! Deja que me lo lleve.
JUAN. No, no. Déjelo usted ahí; y no hable tan alto, que Cristina puede oírnos.
JULIA. Pues no, no quiero abandonarlo en manos extrañas. Mejor es que lo mates.
JUAN. Dámelo ya; le retorceré el cuello.
JULIA. Bueno, pero no le hagas daño. No puedo, no.
JUAN. Venga aquí, que yo sí puedo.
JULIA. (Saca el pajarito de la jaula y lo besa). Es mi chiquitín. ¿Vas a morir a manos de tu propia amita?
JUAN. Vamos; haga el favor de no hacer escenas. ¿Es que vale su vida, su felicidad, este pájaro? Venga enseguida.
(Se lo arranca de la mano, lo lleva al tajo de la carne y coge un cuchillo. Julia se vuelve de espaldas). Si hubiese
usted aprendido a matar pollos en lugar de disparar al blanco con la pistola (Corta el cuello al pájaro), unas
gotitas de sangre no le harían desmayarse.
JULIA. (Exaltada). ¡Mátame a mí! ¡Mátame, si puedes matar a un animalito inocente sin que te tiemble la mano!
¡Ah! Te odio y me repugnas. ¡Hay sangre entre nosotros! ¡Maldita la hora en que te vi! ¡Maldita la hora en que he
nacido!
JUAN. ¿De qué sirven ahora sus maldiciones? Vamos.
JULIA. (Aproximándose al tajo como a su pesar). No, aún no quiero irme; no puedo, debo ver... ¡Calla, calla! Por
ahí pasa un coche. (Presta oídos, con los ojos fijos en el tajo y en el cuchillo). ¿Crees que no puedo ver sangre?
¿Crees que soy tan débil? ¡Ay! ¡Así pudiera ver tu sangre y tus sesos sobre el tajo! ¡Así pudiera ver a toda tu casta
nadando en un lago como ése! Creo que podría beber en tu cráneo, pisotear tus despojos y comerme tu corazón.
¿Crees que soy débil, crees que te quiero, crees que deseo llevar tu mala casta bajo mi corazón nutriéndola con
mi sangre, crees que daré a luz un hijo tuyo y que podré llevar tu apellido? ¡Dímelo! ¿Cómo te llamas? Jamás oí tu
apellido: no debes tenerlo. Yo quería convertirme en la «señora mayordomo» o en «madama fregona»... Perro
que llevas soldado mi collar, siervo que llevas mi blasón en los botones, ¡iba yo a rivalizar con mi cocinera, a
compartirte con mi fregaplatos! ¡Me creías cobarde, creías que iba a fugarme! No, no; me quedo, y que luego
estalle la tormenta. Vuelve mi padre a casa, halla forzado el bargueño, sustraído todo el dinero... Tira de la
campanilla para llamar a los criados, avisa al juez, y luego... yo se lo cuento todo. ¡Todo! ¡Es bonito eso de buscar
un final emocionante; si así se pudiese acabar! Luego le da una apoplejía y se muere... Y toda esta historia llega a
su fin y sobreviene la paz y el silencio. ¡El silencio eterno! Después el blasón se derrumba sobre el féretro, la
estirpe se acaba y el hijo del siervo crece en un orfanato, conquista sus laureles en un albañal y termina sus días
en presidio... ¡Ayúdame, Cristina! ¡Líbrame de este hombre!
CRISTINA. (Impasible y fría). ¡Qué locuras son ésas en un día de fiesta! (Se fija en el tajo). ¿Qué porquería ha
puesto usted ahí? ¿Qué significa esto? ¿Por qué grita y por qué alborota usted?
JULIA. Cristina, tú eres mujer y amiga mía: ¡guárdate de ese bribón!
JUAN. (Algo evasivo y confuso). Si las señoras tienen que hablar, aprovecharé la ocasión para ir a afeitarme.
(Desaparece por la derecha).
JULIA. Escúchame. Tú me entenderás, Cristina.
CRISTINA. No, no; yo no entiendo nada de todos estos subterfugios. ¿Qué hace usted vestida de viaje y él con el
sombrero puesto? ¿Qué quieren ustedes? ¿Qué?
JULIA. Óyeme, Cristina, óyeme. Te lo contaré todo.
CRISTINA. No quiero saber nada.
JULIA. Debes oírme.
CRISTINA. ¿El qué? ¿Sus tonterías con Juan? Ya lo ve usted: no me preocupa lo más mínimo, porque no quiero
complicar las cosas. Pero si usted intenta animarle para que se fugue, entonces sabré cortarles el camino.

CUESTIONES
15º) ¿Qué van a hacer Juan y Julia en esta escena? ¿De qué acusa Juan a Julia?
16º) Señala las líneas en las que Juan demuestra que es un criado.
17º) Explica con tus palabras y al completo el final que se imagina Julia en su arrebato.
4
201
POSROMANTICISMO: BAUDELAIRE (1821-1867). Las flores del mal (1857)
A) EL ALBATROS C) EL AMOR Y EL CRÁNEO
Por distraerse, a veces, suelen los marineros El amor está sentado en el cráneo
dar caza a los albatros, grandes aves del mar, de la Humanidad,
que siguen, indolentes compañeros de viaje, y desde este trono, el profano
al navío surcando los amargos abismos. de risa desvergonzada,
sopla alegremente redondas pompas
Apenas los arrojan sobre las tablas húmedas, que suben en el aire,
estos reyes celestes, torpes y avergonzados, como para alcanzar los mundos
dejan penosamente arrastrando las alas, en el corazón del éter.
sus grandes alas blancas semejantes a remos.
El globo luminoso y frágil
Este alado viajero, ¡qué inútil y qué débil! toma un gran impulso,
Él, otrora tan bello, ¡qué feo y qué grotesco! estalla y exhala su alma delicada,
¡Éste quema su pico, sádico, con la pipa, como un sueño de oro.
aquel, mima cojeando al planeador inválido! Y oigo el cráneo a cada burbuja
rogar y gemir:
El Poeta es igual a este señor del nublo, —Este juego feroz y ridículo,
que habita la tormenta y ríe del ballestero. ¿cuándo acabará?
exiliado en la tierra, sufriendo el griterío,
sus alas de gigante le impiden caminar. Pues lo que tu boca cruel
esparce en el aire,
B) EL ENEMIGO monstruo asesino, es mi cerebro,
¡mi sangre y mi carne!
Mi juventud no fue sino un gran temporal
atravesado, a rachas, por soles cegadores;
D) EL GATO
hicieron tal destrozo los vientos y aguaceros
que apenas, en mi huerto, queda un fruto en sazón. Ven, mi hermoso gato, cabe mi corazón amoroso;
retén las garras de tu pata,
He alcanzado el otoño total del pensamiento, y déjame sumergir en tus bellos ojos,
y es necesario ahora usar pala y rastrillo mezclados de metal y de ágata.
para poner a flote las anegadas tierras Cuando mis dedos acarician complacidos
donde se abrieron huecos, inmensos como tumbas. tu cabeza y tu lomo elástico,
¿Quién sabe si los nuevos brotes en los que sueño, y mi mano se embriaga con el placer
hallarán en mi suelo, yermo como una playa, de palpar tu cuerpo eléctrico,
el místico alimento que les daría vigor? veo a mi mujer en espíritu. Su mirada,
como la tuya, amable bestia,
-¡Oh dolor! ¡Oh dolor! Devora vida el Tiempo, profunda y fría, corta y hiende como un dardo,
y el oscuro enemigo que nos roe el corazón, y, de los pies hasta la cabeza,
crece y se fortifica con nuestra propia sangre. un aire sutil, un peligroso perfume,
flotan alrededor de su cuerpo moreno.
CUESTIONES
1. En el poema A… ¿Qué tipo puntos de unión tiene el poeta con el albatros? ¿Cómo vive y es
tratado uno y otro en tierra firme por el resto de personas? ¿Qué simboliza el vuelo del albatros¿
¿Qué los marineros y su actitud?
2. En el poema B… Localiza algún símbolo en las dos primeras estrofas e indica su valor. Identifica el
tema y el enfoque que da el autor al asunto de este poema. ¿Quién es el «enemigo»?
3. En el poema C… ¿Qué visión del amor ofrece Baudelaire aquí? ¿Qué simboliza el “cráneo de la
humanidad”?
4. En el poema D… ¿Con quién identifica al gato la voz poética? ¿Por qué características se produce
esta identificación? Localiza en la poesía un apóstrofe, tres bimembraciones y dos sinestesias.

1
202
POSROMANTICISMO FRANCÉS: Varios autores
E) EL ÚLTIMO DESEO. GAUTIER, T. G) SERENATA. VERLAINE, P.
Hace ya tanto tiempo que te adoro, Como la voz de un muerto que canta
dieciocho años son muchos instantes. desde el fondo de su sepulcro,
Eres de color rosa, yo soy pálido, amante, escucha subir hasta tu retiro
yo soy invierno y tú la primavera. mi voz agria y falsa.

Lilas blancas como en un camposanto Abre tu alma y tu oído al son


en torno de mis sienes florecieron, de mi mandolina:
y pronto invadirán todo el cabello para ti he creado, para ti, esta canción
enmarcando la frente ya marchita. cruel y fantástica.

Mi sol descolorido que declina Cantaré tus ojos de oro y de ónix,


al fin se perderá en el horizonte, limpios de toda sombra,
y en la colina fúnebre, a lo lejos, cantaré el Leteo de tu seno, luego el
contemplo la morada que me espera. de tus cabellos oscuros.

Deja al menos que caiga de tus labios Como la voz de un muerto que canta
sobre mis labios un tardío beso, desde el fondo de su sepulcro,
para que así una vez esté en mi tumba, amante, escucha subir hasta tu retiro
en paz el corazón pueda dormir. mi voz agria y falsa.

F) EL DURMIENTE DEL VALLE. RIMBAUD, A. Después alabaré, convenientemente,


esta bendita carne,
Es un claro del bosque donde canta un río, cuyo voluptuoso perfume evoco
cuelgan enloquecidamente de las hierbas harapos en las noches de insomnio.
de plata; donde el sol de la orgullosa montaña
luce: un pequeño valle espumoso de luz. Y para acabar cantaré el beso
de tu labio rojo
Un soldado, joven, atónito, cabeza desnuda y tu dulzura al torturarme,
la nuca bañada en el suave azul, ¡Mi ángel, mi vida!
duerme; está tumbado en la hierba, bajo el cielo,
pálido en su verde lecho donde llueve el día. Abre tu alma y tu oído al son
de mi mandolina:
Los pies en los gladiolos, duerme. Sonriendo como para ti he creado, para ti, esta canción
sonreiría un niño enfermo, descansa: cruel y fantástica.
Naturaleza, mécelo cálidamente: tiembla.

Ya no le estremecen los perfumes;


duerme en el sol, la mano sobre el pecho,
en calma. Se ven dos agujeros rojos en el costado
derecho.

CUESTIONES
5. En el poema D… ¿En qué situación se halla la voz poética? Justifica porque se dice que este es un
poema de carácter gótico. ¿Qué desea la voz poética y por qué?
6. En el poema E… Explica el contraste que existe entre el espacio y la persona que se describen y los
dos últimos versos del poema.
7. En el poema F… Una serenata es un tipo de canción… Subraya el estribillo. Rodea los adjetivos que
NO dan una visión idealista ni bella. Localiza una antítesis en las tres últimas estrofas. ¿Qué valor
tiene el símil que aparece al principio del poema?

2
203
POSROMANTICISMO EN EE.UU.
H) OH, CAPITÁN, MI CAPITÁN. WHITMAN, W. I) [XXXII, Life]. DICKINSON, E.
I La esperanza es el ser con plumas
¡Oh Capitán! ¡Mi capitán! Nuestro espantoso viaje ha que anida en el alma,
concluido; y canta una melodía sin palabras,
El barco ha enfrentado cada tormento, el premio que
y nunca concluye del todo,
buscamos fue ganado;
El puerto está cerca, las campanas oigo, toda la gente
y la canción más dulce en ráfagas se oye;
regocijada, pues debe estar molesta la tormenta
Mientras los ojos siguen la firme quilla de la severa y que logra abatir al pájaro
osada nave: que nos mantenía cálidos.
Pero ¡oh corazón! ¡Corazón! ¡Corazón! La escuché en la gélida tierra,
Oh las sangrantes gotas rojas, y en el más extraño mar;
Cuando en la cubierta yace mi Capitán aunque, jamás, en los confines
Caído, frío y muerto. pidió una astilla de mí.
II
¡Oh Capitán! ¡Mi capitán! Levántate y escucha las
campanas; J) PORQUE NO PUDE… DICKINSON, E.
Levántate —por ti se ha arriado la bandera— por ti trinan Porque no pude detenerme ante la muerte,
los clarines; amablemente ella se detuvo ante mí;
Por ti ramos y coronas con cintas— por ti una multitud en
el carruaje solo nos encerraba a nosotros
las riberas;
y a la inmortalidad.
Por ti ellos claman, el oscilante gentío, sus ansiosos
rostros a ti se vuelven;
¡Arriba Capitán! ¡Querido padre! Condujimos lentamente, ella no sabe de apuros;
Este brazo bajo tu cabeza; y por su cortesía debí abandonar mis labores e
Es tan sólo un sueño aquél en la cubierta, incluso mis ratos de ocio.
Tú has caído frío y muerto.
Pasamos por la escuela donde jugaban los niños
III Sus lecciones apenas concluidas;
Mi Capitán no responde, sus labios están pálidos y
pasamos frente a los campos de pastoreo
quietos;
y ante el sol que se ponía,
Mi padre no siente mi brazo, no tiene pulso ni voluntad;
El barco se encuentra anclado sano y salvo, su viaje
concluido y terminado; Nos detuvimos ante una casa que parecía
De una horrorosa travesía, el barco vencedor, viene con una hinchazón de la tierra;
un objeto conquistado; su techo, solo visible,
¡Regocíjense, oh riberas y repiquen, oh campanas! su cornisa, apenas un montículo.
Pero yo, con lúgubre andar
Camino la cubierta donde yace mi Capitán, Desde entonces han pasado siglos;
Caído, frío y muerto. pero cada uno parece más corto
que el día en que anuncié por vez primera
que las cabezas de los caballos
apuntaban hacia la eternidad.

CUESTIONES
8. En el poema H… Averigua a quién dedicó este poema Whitman. ¿Qué contraste de sensaciones se
da en la estrofa III? Explica el valor de los símbolos “viaje o travesía” y “capitán”.
9. En el poema I… ¿Qué relación tiene la voz poética con la esperanza? ¿Cómo aparece
simbolizada esta última?
10. En el poema J… ¿Qué simbolizan los lugares que visita la voz poética junto a la Muerte? Señala una
paradoja que aparece en la primera estrofa.

3
204
POSROMANTICISMO EN IRLANDA Y ALEMANIA
K) EL TRIUNFO DE ELLA. YEATS, W.B. M) 1ª ELEGÍA DE DUINO (fragmento). RILKE, R.Mª
Hice lo que el dragón quiso hasta que apareciste. ¿Quién si yo gritase me escucharía
Porque creía que el amor era una fortuita entre la jerarquía de los ángeles?
improvisación, o un juego establecido Y aún cuando en su corazón
que dura mientras dura la caída de un pañuelo. alguno lo hiciera, yo sucumbiría
Lo mejor de todo eran las alas que tenía un minuto ante su existencia más fuerte. Pues la belleza
y si luego había ingenio es que hablaban los ángeles; no es sino el comienzo de lo terrible
entonces surgiste entre los anillos del dragón. que apenas soportamos. Y si la admiramos
Me burlé, ofuscado, pero tú lo venciste, es porque por desdén no nos destruye.
rompiste la cadena y liberaste mis tobillos Todo ángel es terrible.
como un Perseo pagano o un San Jorge; Así me contengo y ahogo
y ahora vemos atónitos el mar el llamado de un oscuro sollozo. Ah,
y un ave milagrosa grazna mientras nos mira. ¿A quién recurrir? Ni a los ángeles
ni a los hombres; los animales
L) CANTO DE AENGUS EL VAGABUNDO. YEATS, W.B. por instinto se percatan
Fui al bosque de avellanos, de nuestro inseguro y vacilante mundo interpretado.
porque sentía un fuego en mi cabeza, Acaso nos queda
y corté y pelé una rama de avellano, al pie de la ladera, un árbol
y enganché una baya en el hilo; al cual volver cada día; nos queda el camino de ayer
y mientras volaban las polillas blancas, y la morosa fidelidad de una costumbre
y estrellas como polillas titilaban, que se complació a nuestro lado
solté la baya en el arroyo y afincó en nosotros su morada.
y atrapé una pequeña trucha dorada.

Cuando la hube dejado en el suelo N) XVI SONETO A ORFEO. RILKE, R.Mª


fui a avivar las lenguas fuego, Una y otra vez por nosotros abierto, rasgado,
pero algo susurró en el suelo, el dios es el lugar que cura.
y alguien me llamó por mi nombre: Tenemos un filo, pues queremos saber,
se había convertido en una joven de sutil resplandor pero él es alegre, sereno y disperso.
con flores de manzano en su cabello Hasta la ofrenda pura, consagrada,
que me llamó por mi nombre y corrió él de otro modo no la acoge en su mundo,
y se desvaneció en el claro aire. inmóvil oponiéndose
Aunque ya estoy viejo de vagar al libre acabamiento.
por tierras bajas y tierras montañosas, Tan sólo el muerto bebe
descubriré dónde se ha ido, de la fuente que escuchamos aquí
y besaré sus labios y tomaré sus manos; cuando el dios, silencioso, le hace señas al muerto.
y caminaré por la larga hierba de colores,
y aferraré hasta el fin de los tiempos A nosotros se nos ofrece sólo el ruido.
las plateadas manzanas de la luna, Y el cordero pide su esquila
las doradas manzanas del sol. desde su instinto callado.

CUESTIONES
11. En el poema K… Resume en dos líneas la leyenda que se narra en este poema. Trata de explicar
qué pude simbolizar el dragón.
12. En el poema L… ¿Por qué vaga el protagonista de este poema? El tema del poema está tomada
de la mitología celta… ¿Qué tipo de criatura mítica puede ser ella según su origen?
13. En el poema M… ¿A qué ser vivo se muestra más próxima y cercana la voz poética? ¿Cómo se
siente la voz poética frente al mundo que le rodea?
14. En el poema N… Averigua quién era Orfeo. ¿Cómo se nos presenta al dios en este poema?

4
205
MANIFIESTO FUTURISTA. MARINETTI, FILIPPO T. (1909) Publicado en el periódico francés «Le Figaro».
1. Queremos cantar el amor al peligro, el hábito de la energía y de la temeridad.
2. El coraje, la audacia, la rebelión, serán elementos esenciales de nuestra poesía.
3. La literatura exaltó, hasta hoy, la inmovilidad pensativa, el éxtasis y el sueño. Nosotros queremos exaltar el
movimiento agresivo, el insomnio febril, el paso de corrida, el salto mortal, el cachetazo y el puñetazo.
4. Nosotros afirmamos que la magnificencia del mundo se ha enriquecido con una nueva belleza, la belleza de
la velocidad. Un coche de carreras con su capó adornado con gruesos tubos parecidos a serpientes de
aliento explosivo... un automóvil rugiente, que parece correr sobre la ráfaga, es más bello que la Victoria de
Samotracia.
5. Queremos ensalzar al hombre que lleva el volante, cuya lanza ideal atraviesa la tierra, lanzada también ella
a la carrera, sobre el circuito de su órbita.
6. Es necesario que el poeta se prodigue, con ardor, boato y liberalidad, para aumentar el fervor entusiasta de
los elementos primordiales.
7. No existe belleza alguna si no es en la lucha. Ninguna obra que no tenga un carácter agresivo puede ser una
obra maestra. La poesía debe ser concebida como un asalto violento contra las fuerzas desconocidas, para
forzarlas a postrarse ante el hombre.
8. ¡Nos encontramos sobre el promontorio más elevado de los siglos!... ¿Por qué deberíamos cuidarnos las
espaldas, si queremos derribar las misteriosas puertas de lo imposible? El Tiempo y el Espacio murieron
ayer. Nosotros vivimos ya en el absoluto, porque hemos creado ya la eterna velocidad omnipresente.
9. Queremos glorificar la guerra –única higiene del mundo– el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor
de los libertarios, las bellas ideas por las cuales se muere y el desprecio de la mujer.
10. Queremos destruir los museos, las bibliotecas, las academias de todo tipo, y combatir contra el moralismo,
el feminismo y contra toda vileza oportunista y utilitaria.
11. Nosotros cantaremos a las grandes masas agitadas por el trabajo,
por el placer o por la revuelta: cantaremos a las marchas
multicolores y polifónicas de las revoluciones en las capitales
modernas, cantaremos al vibrante fervor nocturno de las minas y
de las canteras, incendiados por violentas lunas eléctricas; a las
estaciones ávidas, devoradoras de serpientes que humean; a las
fábricas suspendidas de las nubes por los retorcidos hilos de sus
humos; a los puentes semejantes a gimnastas gigantes que
husmean el horizonte, y a las locomotoras de pecho amplio, que
patalean sobre los rieles, como enormes caballos de acero
embridados con tubos, y al vuelo resbaloso de los aeroplanos,
cuya hélice flamea al viento como una bandera y parece aplaudir
sobre una masa entusiasta. Es desde Italia que lanzamos al
mundo este nuestro manifiesto de violencia arrolladora e
incendiaria con el cual fundamos hoy el FUTURISMO porque
queremos liberar a este país de su fétida gangrena de profesores,
de arqueólogos, de cicerones y de anticuarios. Ya por demasiado
tiempo Italia ha sido un mercado de ropavejeros. Nosotros
queremos liberarla de los innumerables museos que la cubren por
completo de cementerios.
CUESTIONES
1º) Los postulados futuristas llegan a confundirse con ideologías
fascistas y nazis. ¿Por qué? Señala estas polémicas ideas.
2º) ¿Por qué crees que el movimiento creado por Marinetti se
llamó futurismo? ¿A qué se opone el movimiento futurista? ¿En
qué encuentra el movimiento futurista la belleza?
3º) ¿Qué idea tiene de Italia el autor del manifiesto?
4º) Subraya las polémicas afirmaciones sobre la mujer que hace
el manifiesto. ¿Qué opinión te merecen?
1
206
CUBISMO. APOLLINAIRE, GUILLAUME
Reconócete (1915)
Este poema fue dedicado
a la musa y amada del
poeta, llamada Louise de
Coligny-Châtillon. Su título
original es "Reconnais-toi"
y reproduce con los versos
la silueta de su amada
luciendo uno de los
sombreros de paja, tipo
canotier, que una tal
Gabrielle “Coco” Chanel
había puesto de moda, un
par de años antes. Para
realizarlo, el poeta se basó
en la foto que aquí ves.
La transcripción del texto es: «Reconócete Esta adorable
persona eres tú. Bajo el gran sombrero Canotier Ojo Nariz
Tu boca Este es el óvalo de tu rostro Tu cuello exquisito un
poco más abajo está tu corazón que late Y esta es en fin,
la imperfecta imagen de tu busto adorado visto como a
través de una nube».

La paloma apuñalada y el surtidor (1916)

2
207
CUESTIONES
5º) Se dice que los poemas de Apollinaire son “vacíos y concretos; pero auto representativos”. ¿Qué
crees que significa esto? Demuéstralo con los poemas de la página anterior.
6º) ¿Qué valor simbólico puede tener el surtidor o fuente? Pista: lee el texto del poema.
7º) En “Reconócete” señala sobre el poema las palabras referidas a partes del cuerpo humano y
observa que aparecen en la misma zona donde están en la realidad.

DADAÍSMO. Para hacer un poema dadaísta. TZARA, TRISTAN (1920) Revista Litterature nº20
• Tome un diario.
• Un par de tijeras.
• Elija en ese diario un artículo cuya dimensión tenga la extensión
que desea darle a su poema.
• Corte el artículo. Corte después con cuidado las palabras que
forman ese artículo y pónganlas en una bolsa.
• Agiten suavemente.
• Saquen luego un recorte después del otro.
• Copien en una hoja de papel las palabras en ese orden.
• El poema se parecerá a usted.
• Ahora usted es “un escritor infinitamente original y de una
sensibilidad encantadora, incomprendido por el público vulgar”.
CUESTIONES
8º) Relaciona la técnica que se explica en el texto con el
concepto de “collage” en el mundo del arte.
9º) Suele señalarse el azar y lo lúdico como elementos
fundamentales del dadaísmo. ¿Por qué?
10º) ¿Te parece que la última frase entrecomillada es irónica?
¿En qué sentido?
SURREALISMO. Francia. VV.AA.
Me dicen que allá las playas son negras… Poeta negro
BRETÓN, André (1924) ARTAUD, Antonin (1925)
Me dicen que allá las playas son negras Poeta negro, un seno de doncella
De lava encaminada a la mar te obsesiona
Y se extienden al pie de un inmenso pico humeante de nieve poeta amargo, la vida bulle
Bajo un segundo sol de canarios salvajes y la ciudad arde,
Cuál es pues ese lejano país y el cielo se resuelve en lluvia,
Que parece extraer todo su esplendor de tu vida y tu pluma araña el corazón de la vida.
Tiembla muy vivo en la punta de tus pestañas
Suave a tu tez como un paño inmaterial Selva, selva, hormiguean ojos
Recién salido del arca entreabierta de las eras en los pináculos multiplicados;
Detrás de ti cabellera de tormenta, los poetas
Lanzando sus últimos fuegos sombríos entre tus piernas montan sobre caballos, perros.
El suelo del paraíso perdido
Vidrio de tinieblas espejo de amor Los ojos se enfurecen, las lenguas giran
Y más abajo hacia tus brazos que se abren el cielo afluye a las narices
Es prueba por la primavera como azul leche nutricia;
DESPUES estoy pendiente de vuestras bocas
La inexistencia del mal mujeres, duros corazones de vinagre.
Todo el manzano en flor de la mar.

CUESTIONES
11º) Responde a la pregunta que hace Breton en el verso 5 del poema. ¿A qué lugar de España
podría referirse el poema?
12º) Indica alguna imagen onírica que aparezca en el poema de Artaud.
13º) Explica cómo la naturaleza y el ser humano se funden en ambos poemas. Pon ejemplos de ello.
3
208
VANGUARDISMO EN EE.UU. VV.AA.
Esto es sólo para decirte CARLOS WILLIAMS (1923) Calor DOOLITTLE, Hilda (1922)
que me comí Oh viento, desgarra el calor,
las ciruelas abre el calor
que estaban en hazlo jirones.
la nevera
Los frutos no caen
y que en este aire espeso-
probablemente los frutos no caen en el calor
guardabas que golpea y aplasta
para el desayuno
las puntas de las peras
Perdóname y hace redondas las uvas.
estaban deliciosas
tan dulces Corta el calor-
tan frías. ábrete paso a través de él,
y déjalo correr a cada lado
Un pacto POUND, Ezra (1923) de tu camino.
Yo hago un pacto contigo, Walt Whitman-
Te he detestado lo suficiente. Intermedio LOWELL, Amy (1922)
Vengo a ti como un niño crecido Cuando haya horneado blancos pasteles
Que ha tenido a un padre con cabeza de cerdo; y rallado almendras verdes para cubrirlos;
Yo estoy suficientemente viejo ahora para hacer amigos. cuando haya quitado los verdes rabitos de las fresas
Era que tú habías roto la nueva madera, y las haya apilado en una fuente azul y amarilla,
Ahora es un tiempo para esculpir. cuando haya alisado las arrugas de la mantelería
Nosotros tenemos una savia y una raíz-
en la que he estado trabajando…
Permitámosles que haya comercio entre nosotros.
¿entonces, qué?
La tierra baldía (inicio) ELIOT, T.S. (1922) Mañana será lo mismo:
Abril es el mes más cruel: engendra pasteles y fresas,
lilas de la tierra muerta, mezcla y agujas dentro y fuera de la tela.
recuerdos y anhelos, despierta Si el sol es hermoso sobre los azulejos y los estaños,
inertes raíces con lluvias primaverales. cuánto más hermosa es la luna,
El invierno nos mantuvo cálidos, cubriendo reclinándose en las rizadas ramas del ciruelo;
la tierra con nieve olvidadiza, nutriendo la luna,
una pequeña vida con tubérculos secos. ondulando en un lecho de tulipanes;
Nos sorprendió el verano, la luna
[precipitóse sobre el Starnbergersee inmóvil,
con un chubasco, nos detuvimos bajo los pórticos,
sobre tu rostro.
y luego, bajo el sol, seguimos dentro de Hofgarten,
y tomamos café y charlamos durante una hora.
Tú brillas, Amada,
Bin gar keine Russin, stamm'aus Litauen, echt deutsch. tú la luna.
Y cuando éramos niños, de visita en casa del archiduque, ¿Pero cuál es el reflejo?
mi primo, él me sacó en trineo. El reloj está dando las once.
Y yo tenía miedo. Él me dijo: Marie, Pienso que cuando cerremos la puerta,
Marie, agárrate fuerte. Y cuesta abajo nos lanzamos. oscura será la noche
Uno se siente libre, allí en las montañas. afuera.
Leo, casi toda la noche, y en invierno me marcho al Sur.
CUESTIONES
14º) Williams. Señala las similitudes entre el poema y una nota que uno podría dejar en la nevera de su
casa. ¿Qué tono tiene? ¿Quién la dejaría? ¿A quién?
15º) Pound. ¿Cómo es la relación del poeta con Whitman? ¿Qué valora de este? ¿Qué idea quiere
transmitir en los últimos dos versos: conciliadora o enfrentada?
16º) Eliot. ¿Quién es la voz poética del poema? ¿Cómo se llama? ¿Qué crees que nos cuenta?
17º) Doolittle. ¿Quién es el destinatario de este poema? ¿Qué le pide la voz poética?
18º) Lowell. Contrasta las referencias al interior (y las tareas que se realizan) y al exterior (y a uno de sus
elementos simbólicos). ¿Crees que tiene importancia que la autora sea una mujer? ¿Por qué?
4
209
POESÍA POSTERIOR A LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
A) El cementerio marino. VALERY, Paul (1920) C) Vendrá la muerte. PAVESE, Cesare (1950)
Ese techo tranquilo -campo de palomas- Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
palpita entre los pinos y las tumbas. esta muerte que nos acompaña
El meridiano sol hace de fuego de la mañana a la noche, insomne,
el mar, el mar que siempre está empezando... sorda, como un viejo remordimiento
¡Es recompensa para el pensamiento o un vicio absurdo. Tus ojos
una larga mirada a la paz de los dioses! serán una palabra vana,
¡Qué pura luz en su esplendor consume un grito acallado, un silencio.
tantos diamantes de impalpable espuma Así los ves cada mañana
y qué paz entonces se concibe! cuando te inclinas sola ante el espejo.
Cuando sobre este abismo un sol reposa ¡Oh, querida esperanza
-trabajo puro de una eterna causa- también nosotros aquel día
refulge el tiempo y soñar es saber. sabremos que eres la vida y eres la nada!
Firme tesoro y templo de Minerva,
La muerte tiene una mirada para todos.
mole grandiosa y visual reserva,
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
agua siempre encrespada, ojo que ocultas
será como abandonar un vicio,
con un velo de llama tanto sueño.
¡Oh, mi silencio! Edificio del alma como ver que emerge de nuevo
pero cubierto con mil tejas de oro. un rostro muerto en el espejo,
como escuchar un labio cerrado.
¡Templo del tiempo que un suspiro asume! Descenderemos, mudos, al abismo.
Yo subo a su pureza y acostumbro
mi marina mirada al rodearme.
Como a los dioses en mejor ofrenda D) Dedicatoria. AJMATOVA, Anna (1952)
dejo que el agua rutile sembrando Las montañas se doblan ante tamaña pena
un desdén soberano en las alturas. y el gigantesco río queda inerte.
Pero fuertes cerrojos tiene la condena,
Como la fruta se deshace en goce
detrás de ellos sólo "mazmorras de la cárcel"
y su ausencia en delicia se convierte
y una melancolía que es la muerte.
mientras muere su forma en una boca,
mi futura humareda aquí respiro, Para quién sopla la brisa ligera,
y el cielo canta al alma consumida para quién es el deleite del ocaso
el cambio de la orilla y del rumor.
– Nosotras no sabemos, las mismas por doquiera,
sólo oímos el odioso chirriar de llaves carceleras
B) Nacidos muertos. PLATH, Sylvia (1958) y del soldado el pesado paso.
Estos poemas no viven: el diagnóstico es triste.
Los dedos de manos pies crecieron bastante, Nos levantamos como para la misa de madrugada,
Sus pequeñas frentes se abombaron por la concentración. caminábamos por la ciudad incierta,
Si no caminaron por ahí como personas para encontrar una a la otra, muerta, inanimada,
No fue por falta de amor materno. bajo el sol o la niebla del Neva más cerrada,
pero la esperanza a lo lejos canta cierta...
¡No puedo entender qué les ocurrió!
Tienen la forma, el número, los miembros precisos. La sentencia... y las lágrimas brotan de repente,
¡Se ven tan bien ahí en su líquido de adobo! ya de todo separada,
Sonríen, sonríen, sonríen, me sonríen a mí. como arrancan la vida al corazón, dolorosamente,
Pero los pulmones no se hinchan y el corazón no bombea. como si hacia atrás la derribaran brutalmente,
pero marcha... vacila... aislada...
No son cerdos, ni siquiera peces,
Aunque tienen un cierto aire de cerdo y de pez, ¿Dónde están ahora aquellas compañeras del azar,
Sería mejor que estuvieran vivos, y así es como estaban. de mis años de infierno desnudo?
Pero están muertos, y su madre, casi muerta de ¿En la borrasca siberiana cuál es su soñar,
Enajenación, qué imaginan en el círculo lunar?
Y miran como estúpidos, y no hablan de ella. A vosotras os envío mi adiós y mi saludo
1
210
CUESTIONES
1. En el poema A… Describe el espacio y el tiempo en el que se encuentra la voz poética.
2. En el poema B… ¿Con qué identifica la voz poética a los propios poemas? Localiza en el texto
aquellos versos que se refieren al estado mental de Sylvia Plath.
3. En el poema C la voz poética se refiere a la muerte… ¿Identificándola con qué partes del cuerpo
humano? ¿Qué sensaciones te transmite esta poesía?
4. En el poema D la autora recoge su experiencia y la de otras madres al llegar a la puerta de la
cárcel en la que estan sus hijos. ¿Cuáles son sus sensaciones? Subraya frases que lo demuestren.

Fuga de muerte. CELAN, Paul (1950)


Leche negra del alba la bebemos de tarde
la bebemos de ocaso y de mañana la bebemos de noche
bebemos y bebemos
cavamos una tumba entre los aires allí se yace cómodo
Vive un hombre en la casa que juega con serpientes él escribe
escribe cuando cae la noche en Alemania tu cabello dorado Margarete
lo escribe y luego sale de la casa y brillan las estrellas le silba a su jauría
le silba a sus judíos pide que caven una tumba en tierra
nos ordena tocar hasta bailar
Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos de día y mediodía te bebemos de tarde
bebemos y bebemos
Vive un hombre en la casa que juega con serpientes él escribe
escribe cuando cae la noche en Alemania tu cabello dorado Margarete
tu cabello cenizo Sulamit cavamos una tumba entre los aires allí se yace cómodo
Él grita claven hondo los otros canten toquen
él empuña el acero del cinturón lo blande sus ojos son azules
ustedes claven hondo con las palas los otros continúen tocando hasta bailar
Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos de ocaso y de mañana te bebemos de tarde
bebemos y bebemos
vive un hombre en la casa tu cabello dorado Margarete
tu cabello cenizo Sulamit juega con las serpientes
Él grita toquen más melodiosa la muerte la muerte es un maestro de Alemania
él grita toquen más oscuro los violines entonces subirán al aire como el humo
entonces una tumba tendrán entre las nubes allí se yace cómodo
Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos ahora a mediodía la muerte es un maestro de Alemania
te bebemos de tarde y por el día bebemos y bebemos
la muerte es un maestro de Alemania sus ojos son azules
te alcanza con su proyectil de plomo te alcanza con su buena puntería
vive un hombre en la casa tu cabello dorado Margarete
le silba a su jauría nos concede una tumba sobre el aire
él juega con serpientes y sueña ya despierto la muerte es un maestro de Alemania
tu cabello dorado Margarete
tu cabello cenizo Sulamit
2
211
CUESTIONES
5. Como indica el título del poema su estructura se asemeja a la de la fuga como composición
musical. Así, un tema presentado al inicio es repetido con variaciones, y enfrentado con otros,
dotando al poema de un marcado ritmo. ¿Qué poderosa imagen aparece al principio? ¿Qué
otros motivos se repiten en el poema? ¿A qué crees que se refiere ese “cabello cenizo” de Sulamit?
6. El autor estuvo en un campo de concentración y cuenta que obligaban a un grupo de músicos
judíos a tocar mientras se ejecutaba a muchos de los presos. Subraya los versos que tengan
referencias musicales.

Aullido. GINGSBERG, Allen (1957)


He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, histéricos famélicos muertos de hambre
arrastrándose por las calles, negros al amanecer buscando una dosis furiosa, cabezas de ángel abrasadas por la antigua
conexión celestial al dínamo estrellado de la maquinaria de la noche, quienes pobres y andrajosos y con ojos
cavernosos y altos se levantaron fumando en la oscuridad sobrenatural de los departamentos con agua fría flotando a
través de las alturas de las ciudades contemplando el jazz.
Quienes expusieron sus cerebros al Cielo, bajo El y vieron ángeles mahometanos tambaleándose en los techos de
apartamentos iluminados.
Quienes pasaron por las universidades con ojos radiantes y frescos alucinando con Arkansas y la tragedia luminosa de
Blake entre los estudiantes de la guerra.
Quienes fueron expulsados de las academias por locos por publicar odas obscenas en las ventanas del cráneo.
Quienes se encogieron sin afeitar y en ropa interior, quemando su dinero en papeleras y escuchando el Terror a través
de las paredes.
Quienes se jodieron sus pelos púbicos al volver de Laredo con un cinturón de marihuana para New York.
Quienes comieron fuego en hoteles coloreados o bebieron trementina en Paradise Alley, muerte, o purgaron sus
torsos noche tras noche con sueños, con drogas, con pesadillas despiertas, alcohol y verga y bolas infinitas, ceguera
incomparable; calles de nubes vibrantes y relámpagos en la mente saltando hacia los polos de Canadá y Paterson,
iluminando todas las palabras inmóviles del Tiempo, sólidos peyotes de los vestíbulos, amaneceres en el cementerio
del árbol verde, ebriedad del vino en los tejados, puestos municipales el neón estridente luces del tráfico
parpadeantes, vibraciones del sol, la luna y los árboles en los bulliciosos crepúsculos de invierno de Brooklyn,
estrepitosos tarros de basura y una regia clase de iluminación de la mente.
Quienes se encadenaron a sí mismos a los subterráneos para el viaje infinito desde Battery al santo Bronx en
benzedrina hasta que el ruido de las ruedas y niños empujándolos hacia salidas exploradas estremecidas y desiertos
golpeados de cerebros absolutamente secos de esplendor en la melancólica luz del Zoo.
Quienes se hundieron toda la noche en la luz submarina de Bickford's emergidos y sentados junto a la añeja cerveza
después del mediodía en el desolado Fugazzi's, escuchando el crujido del destino en la caja de música de hidrógeno.
Quienes hablaron setenta horas seguidas desde el parque a la barra a Bellevue al museo al Puente de Brooklyn,
batallón perdido de conversadores platónicos bajando de espaldas las escaleras de escape de los alfeizares del Empire
State lejos de la luna, gritando incoherencias, vomitando susurrando hechos y recuerdos y anécdotas y patadas en la
bola del ojo y traumas de hospitales y cárceles y guerras, intelectos enteros disgregados en amnesia por siete días y
noches con ojos brillantes, carne para la Sinagoga arrojada al pavimento.
Quienes se desvanecieron en ninguna parte de Zen New Jersey dejando un reguero de ambiguas postales ilustradas de
Atlantic City Hall, sufriendo sudores orientales y artritis Tangerianas y jaquecas de China bajo la basura en las salas sin
muebles de Newark.
Quienes dieron vueltas y vueltas en la medianoche por el patio de trenes preguntándose adónde ir, y fueron, sin dejar
corazones rotos.
Quienes prendieron cigarrillos en vagones traqueteando por la nieve hacia granjas solitarias en la noche del abuelo.
Quienes estudiaron a Plotino, Poe, San Juan de La Cruz, telepatía y cábala debido a que el cosmos instintivamente
vibraba en sus pies en Kansas.
Quienes solos por las calles de Idaho buscaban ángeles indios visionarios que fueran ángeles indios visionarios.
Quienes pensaban que sólo estaban locos cuando Baltimore destellaba en éxtasis sobrenatural.
Quienes saltaron a limusinas con el Chinaman de Oklahoma impulsados por la lluvia de los pequeños pueblos a la luz
callejera de la medianoche del invierno.
CUESTIONES
7. Indica la anáfora más evidente y constante en este poema. ¿Qué campos semánticos se repiten?
8. Ginsberg opta por el versículo como forma poética. ¿Por qué? Explica en qué consiste.
9. Subraya las referencias geográficas que se mencionan. ¿De qué país son?
3
212
No entres dócilmente en esa buena noche. THOMAS, Dylan (1952)
No entres dócilmente en esa buena noche,
que al final del día debería la vejez arder y delirar;
enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz.

Aunque los sabios entienden al final que la oscuridad es lo correcto,


como a su verbo ningún rayo ha confiado vigor,
no entran dócilmente en esa buena noche.

Llorando los hombres buenos, al llegar la última ola


por el brillo con que sus frágiles obras pudieron haber danzado en una verde bahía,
se enfurecen, se enfurecen ante la muerte de la luz.

Y los locos, que al sol cogieron al vuelo en sus cantares,


y advierten, demasiado tarde, la ofensa que le hacían,
no entran dócilmente en esa buena noche.

Y los hombres graves, que cerca de la muerte con la vista que se apaga
ven que esos ojos ciegos pudieron brillar como meteoros y ser alegres,
se enfurecen, se enfurecen ante la muerte de la luz.
CUESTIONES
10. ¿Qué simboliza la noche en este poema? ¿Con qué otra expresión se refiere Thomas a la noche?
11. ¿Qué cuatro tipos de personas “no entran dócilmente en esa buena noche”?
12. Relee el poema y desentraña la estructura paralelística del mismo. Divídelo en partes de manera
coherente.

Prospecto. SZYMBORSKA, Wislawa (1993)


Soy un tranquilizante. A qué esperas,
Funciono en casa, confía en la piedad química.
Soy eficaz en la oficina,
me siento en los exámenes, Eres todavía un hombre (una mujer) joven,
Comparezco ante los tribunales, deberías sentar la cabeza de algún modo.
pego cuidadosamente las tazas rotas: ¿Quién ha dicho
sólo tienes que tomarme, que la vida hay que vivirla arriesgadamente?
y disolverme bajo la lengua,
tragarme, Entrégame tu abismo,
sólo tienes que beber un poco de agua. lo cubriré de sueño,
me estarás agradecido (agradecida)
Sé qué hacer con la desgracia, por haber caído de pies.
cómo sobrellevar una mala noticia,
disminuir la injusticia, Véndeme tu alma.
iluminar la ausencia de Dios, No habrá más comprador.
escoger un sombrero de luto que quede bien con
[una cara. Ya no hay otro demonio.
CUESTIONES
13. Justifica el título de este poema en relación con su contenido. ¿Quién es la voz poética? ¿A quién
se dirige? ¿Por qué y en qué situación se halla?
14. Justifica por qué el poema tiene un tono irónico y propone una solución para todos los problemas.
4
213
RENOVACIÓN NARRATIVA. En busca del tiempo perdido. PROUST, MARCEL (1913)
Hace ya muchos años que, de mi infancia en Combray, solo existía para mí la tragedia cotidiana de
acostarme. Un día de invierno, al volver a casa, mi madre, viendo que yo tenía frío, me propuso tomar,
contra mi costumbre, un poco de té. Dije que no, primero, pero luego, no sé por qué, cambié de opinión.
Mandó a comprar uno de esos bollos pequeños y rollizos que se llaman magdalenas, y que parecen haber
sido moldeados en las valvas con ranuras de una concha de Santiago. Pronto, maquinalmente, agobiado por
el día triste y la perspectiva de otro igual, me llevé a los labios una cucharada de té en la que había dejado
reblandecer un trozo de magdalena. Pero, en el instante mismo que el trago de té y migajas de bollo
llegaban a mi paladar, me estremecí, dándome cuenta de que pasaba algo extraordinario. Me había
invadido un placer delicioso, aislado, sin saber por qué, que me volvía indiferente a vicisitudes de la vida, a
sus desastres inofensivos, a su brevedad ilusoria, de la misma manera que opera el amor, llenándome de
una esencia preciosa; o, más bien, esta esencia no estaba en mí sino que era yo mismo. Y no me sentía
mediocre, limitado, mortal. ¿De dónde podía haberme venido esta poderosa alegría? Me daba cuenta de
que estaba unida al gusto del té y del bollo, pero lo sobrepasaba infinitamente, no debía de ser de la misma
naturaleza. ¿De dónde venía? ¿Qué significaba? ¿Cómo apresarla? [...]
Y, de repente, el recuerdo aparece. Ese gusto es el del trocito de magdalena que el domingo por la
mañana en Combray (porque ese día yo no salía antes de la hora de misa), cuando iba a decirle buenos días
a su habitación, mi tía Leonie me daba, después de haberlo mojado en su infusión de té o de tila. La vista de
la pequeña magdalena no me había recordado nada, antes de probarla; quizá porque, habiéndolas visto a
menudo después, sin comerlas, sobre las mesas de los pasteleros, su imagen había dejado esos días de
Combray para unirse a otros más recientes. ¡Quizá porque de esos recuerdos por tanto tiempo abandonados
fuera de la memoria, no sobrevive nada y todo se va disgregando! ¡Las formas externas también aquélla tan
grasamente sensual de la concha, con sus dobleces severos y devotos, adormecidas o anuladas, habían
perdido la fuerza de expansión que las empujaba hasta la conciencia. Pero cuando nada subsiste ya de un
pasado antiguo, cuando han muerto los seres y se han derrumbado las cosas, solos, más frágiles, más vivos,
más inmateriales, más persistentes y más fieles que nunca, el olor y el sabor perduran mucho más, y
recuerdan, y aguardan, y esperan, sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su impalpable
gotita el edificio enorme del recuerdo.
En cuanto reconocí el sabor del pedazo de magdalena mojado en tila que mi tía me daba (aunque todavía
no había descubierto y tardaría mucho en averiguar el porqué ese recuerdo me daba tanta dicha), la vieja
casa gris con fachada a la calle, donde estaba su cuarto, vino como una decoración de teatro a ajustarse al
pabelloncito del jardín que detrás de la fábrica principal se había construido para mis padres, y en donde
estaba ese truncado lienzo de casa que yo únicamente recordaba hasta entonces; y con la casa vino el
pueblo, desde la hora matinal hasta la vespertina y en todo tiempo, la plaza, adonde me mandaban antes de
almorzar, y las calles por donde iba a hacer recados, y los caminos que seguíamos cuando hacía buen
tiempo. Y como ese entretenimiento de los japoneses que meten en un cacharro de porcelana pedacitos de
papel, al parecer, informes, que en cuanto se mojan empiezan a estirarse, a tomar forma, a colorearse y a
distinguirse, convirtiéndose en flores, en casas, en personajes consistentes y cognoscibles, así ahora todas
las flores de nuestro jardín y las del parque del señor Swann y las ninfeas
del Vivonne y las buenas gentes del pueblo y sus viviendas chiquitas y la
iglesia y Combray entero y sus alrededores, todo eso, pueblo y jardines,
que va tomando forma y consistencia, sale de mi taza de té.
CUESTIONES
1º) Averigua en cuál de las siete partes de esta novela aparece
este fragmento tan conocido. ¿Cuál es el título de esa parte?
2º) ¿Qué puede simbolizar la famosa “magdalena de Proust” que
aparece en el texto? ¿A qué sentido apela principalmente este
recuerdo del narrador?
3º) Subraya la pregunta y la exclamación que aparecen en el
texto y que mejor condensan el espíritu de la obra de Proust

1
214
RENOVACIÓN NARRATIVA. Ulises. JOYCE, JAMES (1922) Fragmento del monólogo de Molly – Fin del libro
[…] O pero se me olvidaba esta lata de sangre puufff una no sabe si llorar o reír estamos hechas tal
batiburrillo no tendré que ponerme mis cosas viejas tanto mejor será más picante nunca sabrá si lo hizo o no
ahí tienes te basta con cualquier cosa vieja luego me lo refregaré como una caca su omisión luego saldré y lo
tendré mirando el techo dónde se habrá ido hacer que me desee es el único medio pasadas las y cuarto vaya
hora intempestiva supongo que ahora se acaban de levantar en China peinándose las coletas para todo el día
pronto tendremos a las monjas tocando el ángelus ellas no tienen a nadie que venga a interrumpirles el sueño
menos algún que otro cura para los oficios nocturnos o el despertador de al lado con el canto del gallo
echándose fuera los sesos a golpes vamos a ver si puedo echar una cabezada 12 3 4 5 qué clase de flores son
esas que inventaron como las estrellas el papel de empapelar en Lombard street era mucho más bonito el
delantal que él me dio era como algo así sólo que yo sólo me lo puse dos veces mejor que baje la lámpara e
intente otra vez para poder levantarme temprano iré a la frutería Lambe ahí junto a Findlater y mandaré que
me envíen algunas flores para poner por la casa por si lo trae a casa mañana hoy quiero decir no no los viernes
son día de mala suerte lo primero que quiero hacer es arreglar la casa de alguna manera el polvo se acumula
por todos lados creo mientras estoy dormida luego podemos tener algo de música y cigarrillos puedo
acompañarle primero tengo que limpiar las teclas del piano con leche qué me puedo poner me pondré una rosa
blanca o esos pasteles encantadores de Lipton me gusta el olor de una gran tienda llena de cosas ricas a 7 y 1/2
la libra o los otros con cerezas dentro y el azúcar rosado 11 peniques un par de libras de eso una planta bonita
para el centro de la mesa ésa la sacaría más barata en espera dónde está eso las vi no hace mucho me encantan
las flores me encantaría tener toda la casa inundada de rosas Dios del cielo no hay nada como la naturaleza las
montañas agrestes después el mar y las olas precipitándose después la campiña maravillosa con los campos de
avena y trigo y toda clase de cosas y todo el hermoso ganado moviéndose a sus anchas le haría a uno mucho
bien ver ríos y lagos y flores de todas las formas y olores y colores brotando hasta de las cunetas prímulas y
violetas es la naturaleza como para que digan que no hay Dios yo no daría un duro por toda su sabiduría por
qué no van y crean algo a menudo le preguntaba a los ateos o comoquiera que ellos se llamen que vayan y se
quiten la roña de encima primero luego van berreando a por un cura cuando mueren y por qué por qué porque
tienen miedo del infierno por su mala conciencia ah sí ya lo creo que los conozco bien quién existió en el
universo antes de que existiera nadie que lo hizo todo quién ah eso no lo saben pues yo tampoco así que ahí
tienes también podrían muy bien intentar que el sol dejara de salir mañana el sol brilla para ti dijo él el día que
estábamos echados entre los rododendros en el promontorio de Howth con el traje de paño gris y su canotié el
día que hice que se me declarara sí primero le di de mi boca el trocito de torta de alcaravea y era un año
bisiesto como ahora sí hace 16 años Dios mío después de aquel largo beso casi me quedo sin respiración sí dijo
que yo era una flor de la montaña sí que somos flores todas el cuerpo de mujer sí fue la única verdad que dijo
en su vida y el sol brilla para ti hoy sí por eso me gustaba porque vi que entendía o sentía lo que es una mujer y
yo sabía que siempre le podía buscar las vueltas y le di todo el placer que pude invitándole hasta que me pidió
que dijera sí y yo no quería contestar al principio sólo miré a lo lelos el mar y al celo pensaba en tantas cosas
que él no sabía en Mulvey y Mr Stanhope y en Hester y en padre y en el viejo capitán Groves y en los marineros
jugando a antón pirulero y a las prendas y a mear alto como ellos lo llamaban en el malecón y el centinela
delante de la casa del gobernador con aquella cosa alrededor del casco blanco pobre diablo achicharrado y las
muchachas españolas riendo con sus mantillas y sus peinetas y la subasta por la mañana los griegos y los judíos
y los árabes y quién sabe Dios quién más de todos los rincones de Europa y Duke Street y el mercado de aves
todas cloqueando delante de Larby Sharon y los pobres burros sueltos medio dormidos y aquellos hombres
imprecisos en sus capas dormidos a la sombra en los escalones y las grandes ruedas de las carretas de bueyes el
viejo castillo con miles de años sí y aquellos guapos moros todos de blanco y con turbantes como reyes
invitándote a que te sentaras en sus pequeñas tiendas y Ronda con las viejas ventanas de las posadas 2 ojos que
miran una celosía oculta para que el amante bese la reja y los ventorrillos medio abiertos por la noche y las
castañuelas y la noche que perdimos el barco en Algeciras y el sereno de un sitio para otro sereno con su farol y
O aquel abismal torrente O y el mar el mar carmesí a veces como fuego y las puestas de sol gloriosas y las
higueras en los jardines de la Alameda sí y todas aquellas callejuelas extrañas y las casas de rosa y de azul y de
amarillo y las rosaledas y los jazmines y los geranios y las chumberas y el Gibraltar de mi niñez cuando yo era
una Flor de la montaña sí cuando me ponía la rosa en el pelo como hacían las muchachas andaluzas o me
pondré una roja sí y cómo me besaba junto a la muralla mora y yo pensaba bien lo mismo da él que otro y
entonces le pedí con la mirada que me lo pidiera otra vez sí y entonces me preguntó si quería sí decir sí mi flor
de la montaña y al principio le estreché entre mis brazos sí y le apreté contra mí para que sintiera mis pechos
todo perfume sí y su corazón parecía desbocado y sí dije sí quiero sí.
2
215
CUESTIONES
4º) Este es uno de los ejemplos más conocidos del uso del monólogo interior. Explica en qué consiste y
para qué lo utiliza aquí el autor.
5º) ¿En qué contexto y momento se encuentra Molly para que afloren así sus pensamientos?
6º) ¿Por qué crees que el autor renuncia a utilizar signos de puntuación? ¿Hay coherencia y
progresión temáticas? ¿Por qué?

RENOVACIÓN NARRATIVA. Una habitación propia. WOOLF, VIRGINIA (1929) Fragmentos


Para empezar, tener una habitación propia, ya no digamos una habitación tranquila y
a prueba de sonido, era algo impensable aun a principios del siglo XIX, a menos que
los padres de la mujer fueran excepcionalmente ricos o muy nobles. Pero si las
dificultades materiales eran grandes, peores aún eran las inmateriales. La indiferencia
del mundo, que Keats, Flaubert y otros han encontrado tan difícil de soportar, en el
caso de la mujer no era indiferencia, sino hostilidad.
.......................................................
Como escriben las mujeres, no como escriben los hombres. De todos los miles de
mujeres que escribieron novelas en aquella época, sólo ellas desoyeron por completo
la perpetua amonestación del eterno pedagogo: escribe esto, piensa lo otro.
......................................................
Por encima de todo, debes iluminar tu propia alma, sus profundidades y frivolidades,
sus vanidades y generosidades, y decir lo que significa para ti tu belleza y tu fealdad, y
cuál es tu relación con el mundo siempre cambiante y rodante de los guantes, y los zapatos, y los chismes que se
balancean hacia arriba y hacia abajo entre tenues perfumes que se evaden de botellas de boticario y descienden
por entre arcos de tela para vestidos hasta un suelo de mármol fingido.
........................................................
(...) Démosle una habitación propia y quinientas libras al año, dejémosle decir lo que quiera y omitir la mitad de lo
que ahora pone en su libro y el día menos pensado escribirá un libro mejor.
.....................................................
(...) Las mujeres siempre han sido pobres, (...) desde el principio de los tiempos. Las mujeres han gozado de
menos libertad intelectual que los hijos de los esclavos atenienses. Las mujeres no han tenido, pues, la menor
oportunidad de escribir poesía. Por eso he insistido tanto sobre el dinero y sobre el tener una habitación propia.
..............................................................
Debería imploraros que recordéis vuestras responsabilidades, la responsabilidad de ser más elevadas, más
espirituales; debería recordaros que muchas cosas dependen de vosotras y la influencia que podéis ejercer sobre
el porvenir. (...) Sólo se me ocurre decir, breve y prosaicamente, que es mucho más importante ser una misma
que cualquier otra cosa. No soñéis con influir a otra gente, os diría, si supiera hacerlo: vibrar con exaltación.
Pensad en las cosas en sí.
..............................................................
Porque yo creo que si vivimos aproximadamente otro siglo –me refiero a la vida común, que es la vida verdadera,
no a las pequeñas vidas separadas que vivimos como individuos– y si cada una de nosotras tiene quinientas libras
al año y una habitación propia; si nos hemos acostumbrado a la libertad y tenemos el valor de escribir
exactamente lo que pensamos; si nos evadimos un poco de la sala de estar común y vemos a los seres humanos
no siempre desde el punto de vista de su relación entre ellos, sino de su relación con la realidad; si además
vemos el cielo, y los árboles, o lo que sea, en sí mismos; si tratamos de ver más allá (...), porque ningún humano
debería limitar su visión; si nos enfrentamos con el hecho, porque es un hecho, de que no tenemos ningún brazo
al que aferrarnos, sino que estamos solas, y de que estamos relacionadas con el mundo de la realidad y no sólo
con el mundo de los hombres y las mujeres, entonces, llegará la oportunidad (...). Extrayendo su vida de las vidas
de las desconocidas que fueron sus antepasadas, (...), nacerá. (...) yo sostengo que vendrá si trabajamos por ella,
y que hacer este trabajo, aun en la pobreza y la oscuridad, merece la pena.
CUESTIONES
7º) ¿Qué son las dos cosas que Woolf insiste qué debe tener un mujer? ¿Por qué?
8º) Resume en un par de líneas cuál ha sido la relación de la mujer con el mundo que la rodea a lo
largo de la historia y referida a los aspectos inmateriales, según indica la autora.
9º) Reflexiona sobre qué género literario han escrito menos las mujeres. ¿Cuáles crees que más? ¿Con
qué intención? ¿De qué clase social o estamento eran las mujeres que escribían antiguamente?
3
216
RENOVACIÓN NARRATIVA. La montaña mágica. MANN, THOMAS (1924)
–No es una ilusión. En invierno los días se alargan y cuando llega el más largo, el veintiuno de junio, a principios
de verano, se vuelven a acortar, se van reduciendo mientras se avanza hacia el invierno. Te parece natural, pero
si lo consideramos desde otro punto de vista, puede uno sentirse poseído de la angustia del momento y estar
dispuesto a agarrarse a cualquier cosa. Es como si el bromista de Till Eulenspiegel dispusiera las cosas de este
modo para que a principios del verano, el otoño... Uno se siente arrastrado por un círculo con la esperanza de
algo que es de nuevo un punto de inflexión. No se hace más que girar. Todos esos puntos de inflexión de los que
se compone el círculo no tienen extensión, el punto de inflexión no puede ser medido, no hay por tanto rumbo
de continuidad, y la eternidad no es una "línea recta", sino un "carrusel".
–¡Basta!
–Fiesta de solsticio –dijo Hans Castorp–. ¡Solsticio de verano! Fiesta de San Juan, los corros, los bailes en torno a
las hogueras. Nunca lo he visto, pero parece que es así como los hombres celebraban la primera noche de verano
con que comienza el otoño, ese mediodía y esa cúspide anual que empieza luego inmediatamente a descender.
Bailan y giran y están alegres. ¿De qué se alegran en su sencillez primitiva? ¿Puedes comprenderlo? ¿Por qué
están tan contentos? ¿Porque ya se desciende hacia las tinieblas o porque se había ido subiendo hasta llegar al
instante, al inevitable punto solsticial, la medianoche de verano, la cúspide melancólica en su presuntuoso exceso
de fuerza? Lo digo tal como es, con las palabras que se me van ocurriendo. Es un orgullo melancólico y una
melancolía orgullosa lo que les hace bailar, lo hacen positivamente por desesperación, si así puede decirse, en
honor al movimiento circular y de repetición eterna sobre la línea de dirección en la que todo se repite.
–Yo no puedo decir eso –murmuró Joachim–, haz el favor de no suponer lo que pienso. Creo que te ocupas de
cosas muy difusas cuando por las noches permaneces tendido en el balcón.
CUESTIONES
10º) ¿Qué idea filosófica sobre el tiempo expresa Hans Castorp en este diálogo?
11º) ¿Qué relación hay entre las estaciones y los bailes en torno a las hogueras?

RENOVACIÓN NARRATIVA. Demian. HESSE, HERMANN (1922)


Y me contó la historia de un muchacho enamorado de una estrella. Adoraba a su estrella junto al mar,
tendía sus brazos hacia ella, soñaba con ella y le dirigía todos sus pensamientos. Pero sabía o creía saber,
que una estrella no podría ser abrazada por un ser humano. Creía que su destino era amar a una estrella sin
esperanza; y sobre esta idea construyó todo un poema vital de renuncia y de sufrimiento silencioso y fiel que
habría de purificarle y perfeccionarle. Todos sus sueños se concentraban en la estrella. Una noche estaba de
nuevo junto al mar, sobre un acantilado, contemplando la estrella y ardiendo de amor hacia ella. En el
momento de mayor pasión dio unos pasos hacia adelante y se lanzó al vacío, a su encuentro. Pero en el
instante de tirarse pensó que era imposible y cayó a la playa destrozado. No había sabido amar. Si en el
momento de lanzarse hubiera tenido la fuerza de creer firmemente en la realización de su amor, hubiese
volado hacia arriba a reunirse con su estrella. (...)
Las cosas que vemos son las mismas cosas que llevamos en nosotros. No hay más realidad que la que
tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos viven tan irrealmente; porque creen que las
imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser
muy feliz así, pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría. (...)
Acostumbramos a trazar límites demasiado estrechos a nuestra personalidad. Consideramos que
solamente pertenece a nuestra persona lo que reconocemos como individual y diferenciador. Pero cada uno
de nosotros está constituido por la totalidad del mundo; y así como llevamos en nuestro cuerpo la
trayectoria de la evolución hasta el pez y aún más allá, así llevamos en el alma todo lo que desde un principio
ha vivido en las almas humanas. Todos los dioses y demonios que han existido, ya sea entre los griegos,
chinos o cafres, existen en nosotros como posibilidades, deseos y soluciones. Si el género humano se
extinguiera con la sola excepción de un niño medianamente inteligente, sin ninguna educación, este niño
volvería a descubrir el curso de todas las cosas y sabría producir de nuevo dioses, demonios, paraísos,
prohibiciones, mandamientos y Viejos y Nuevos Testamentos.
CUESTIONES
12º) ¿Qué enseñanza puede sacarse de la historia del muchacho y la estrella?
13º) Se dice que esta es una novela de aprendizaje con ciertos elementos de autoayuda. Explica esta
idea y demuéstrala con ejemplos del texto.
4
217
NARRATIVA ANTERIOR A LA IIGM. El gran Gatsby. SCOTT FITZGERALD, F. (1925) Inicio
Cuando era más joven y más vulnerable, mi padre me dio un consejo en el que no he dejado de
pensar desde entonces.
«Siempre que sientas deseos de criticar a alguien —me dijo—, recuerda que no a todo el mundo
se le han dado tantas facilidades como a ti.»
Eso fue lo único que dijo, pero como siempre nos lo hemos contado todo sin renunciar por ello a
la discreción, comprendí que su frase encerraba un significado mucho más amplio. El resultado es
que tiendo a no juzgar a nadie, costumbre que ha hecho que me relacione con muchas personas
interesantes y me ha convertido también en víctima de bastantes pelmazos inveterados. Las
personalidades peculiares descubren enseguida esa cualidad y se aferran a ella cuando la
encuentran en un ser humano normal, y por eso en la universidad se me llegó a acusar injustamente
de hacer política, porque estaba al tanto de las penas secretas de jóvenes alborotadores que eran
un misterio para otros. Yo no buscaba casi nunca aquellas confidencias: con frecuencia fingía
dormir, o estar preocupado, o adoptaba una actitud hostilmente irónica cuando algún signo
inconfundible me hacía prever que una revelación de carácter íntimo se perfilaba en el horizonte;
porque las confidencias de los jóvenes, o al menos los términos en los que las expresan, suelen ser
plagios y estar viciadas por evidentes supresiones. Suspender el juicio conlleva una esperanza
infinita. Todavía temo perderme algo si olvido que, como mi padre sugería de manera un tanto
esnob, y yo repito aquí con el mismo espíritu, la conciencia de las normas básicas de conducta se
reparte de manera desigual al nacer.
Por lo que, después de haber presumido de mi tolerancia, he de confesar que esta tiene un
límite. El comportamiento puede estar fundado sobre roca o en terreno pantanoso, pero más allá de
cierto punto me da lo mismo cuál sea su base. Cuando volví de la costa Este el otoño pasado noté
que deseaba vestir al mundo de uniforme para que adoptara de una vez por todas algo así como
una «posición de firmes» moral; no deseaba más desenfrenadas excursiones con privilegiados
vislumbres del alma humana. Tan solo Gatsby, el hombre que da título a este libro, quedaba al
margen de aquella reacción mía: Gatsby, que representaba todo aquello que desprecio
sinceramente. Si la personalidad es una serie ininterrumpida de gestos que tienen éxito, no hay
duda de que había algo espléndido en él, cierta exaltada sensibilidad ante las promesas de la vida,
como si estuviera conectado a uno de esos complicados mecanismos que registran terremotos
producidos a quince mil kilómetros de distancia. Esa sensibilidad no tiene nada que ver con la floja
impresionabilidad a la que se procura ennoblecer llamándola «temperamento creador»: el de
Gatsby era un don extraordinario para la esperanza, una disponibilidad romántica como nunca he
hallado en otra persona y no es probable que vuelva a encontrar. No; Gatsby demostró su valía al
final; fue lo que se cebó en él, el sucio polvo que levantaron sus sueños lo que provocó durante
algún tiempo mi desinterés por las penas infructuosas y las alegrías alicortas de los seres humanos.
Durante tres generaciones mi familia ha sido una de las más distinguidas y acomodadas de esta
ciudad del Medio Oeste. Los Carraway tienen algo de clan, y existe la tradición de que descendemos
de los duques de Buccleuch, pero el verdadero fundador de nuestra rama de la familia fue el
hermano de mi abuelo, que llegó aquí en 1851, mandó a un sustituto a la Guerra Civil, e inició el
saneado negocio de ferretería que mi padre regenta en el día de hoy.
CUESTIONES
1º) ¿Qué caracteriza al narrador en su relación con los demás, según los primeros párrafos?
2º) ¿Cómo se apellida el narrador? ¿Cuál crees que es su situación económica y posición social?
3º) ¿Qué relación crees que mantiene el narrador con Gatsby? ¿Lo desprecia o lo admira?
Subraya las frases que demuestren tus afirmaciones.

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218
NARRATIVA ANTERIOR A LA IIGM. Regreso a Howards End. FORSTER, E.M. (1910)
Margaret saludó a su prometido con peculiar ternura aquella mañana. Aunque ya era un
hombre maduro, ella le ayudaría a construir el arco iris, el puente que une en nuestro interior la
prosa con la pasión. Sin ese puente somos fragmentos sin sentido, mitad monos, mitad bestias,
piezas inconexas que no logran formar un hombre. Con el puente, nace el amor, brilla en su cénit,
luminoso frente al gris, austero frente al fuego. Feliz el hombre que ve bajo los dos aspectos la
belleza de estas alas desplegadas. Los caminos de su alma están libres y él y sus amigos
encontrarán la ruta fácil.
La ruta era difícil por los caminos del alma de Mister Wilcox. Desde la infancia los había
despreciado. «No soy hombre que se preocupe de su interior». Por fuera había sido alegre,
honrado y valiente, pero en su interior todo era caos, un caos gobernado, si es que existía
gobierno alguno, por su ascetismo incompleto. Tanto cuando era muchacho como cuando era
marido o viudo, había alimentado la tortuosa creencia de que la pasión corporal es mala, una
creencia que solo es útil cuando se mantiene apasionadamente. La religión le había confirmado
en su certidumbre. Las palabras que el domingo le leían en voz alta a él y a otros hombres
respetables eran las palabras que en su día habían encendido las almas de Santa Catalina y de San
Francisco en el odio a todo lo carnal. Mister Wilcox no era un santo, no era capaz de amar lo
infinito con amor seráfico, pero sí lo era de avergonzarse de amar a su mujer. «Amabat, amare
timebat». Y ahí era donde Margaret confiaba en ayudarle.
No parecía difícil. No era necesario agobiarle con la entrega de sí misma. Se limitaría a
señalarle la salvación, cuya raíz se hallaba latente en su propia alma, en el alma de todos los
hombres. ¡Solo construir el puente! Ese era todo el sermón. Solo construir un puente entre la
prosa y la pasión y ambas resurgirían y el amor humano brillaría en su cima. No más vida
fragmentaria. Solo construir el puente y la bestia y el mono, alejados del aislamiento que les da
vida, morirían.
El mensaje no era difícil de dar. No era preciso que revistiera la forma de una buena «charla».
Por medio de leves indicaciones se construiría el puente y sus vidas se cubrirían de belleza.
Pero fracasó. Porque había una cualidad en Henry que siempre la pillaba desprevenida por
mucho que intentara tenerla presente: la necedad. No entendía las cosas, y contra eso no había
nada que hacer. Nunca se enteró de que Helen y Frieda le eran hostiles, ni de que a Tibby no le
interesaban las plantaciones de uvas pasas; nunca vislumbró las luces y sombras que existen en la
más neutra de las conversaciones, los postes indicadores, los mojones, las colisiones, los espacios
ilimitados. Una vez —en otra ocasión— Margaret le reprendió por ello. Él se quedó
desconcertado, pero replicó con una carcajada: «Mi lema es: concentración. No tengo la menor
intención de desperdiciar mis energías en estas cosas». «No se trata de desperdiciar energías —
protestó Margaret—, sino de ampliar el campo en el que puedas emplearlas». Y él contestó: «Eres
una mujercita muy lista, pero mi lema es: concentración». Y aquella mañana se concentró más de
lo normal en la venganza.
Se encontraron en los rododendros de la noche anterior. A la luz del día los arbustos eran
insignificantes y el sendero brillaba al sol matutino. Margaret estaba con Helen, que permanecía
agoreramente tranquila desde que el asunto quedó decidido.

CUESTIONES
4º) Describe con tus palabras cuál es el carácter de Mister Wilcox.
5º) ¿Cuál es el “puente” al que se refiere constantemente este fragmento de texto?
6º) ¿Qué se propone Margaret al inicio del fragmento? ¿Y al final?
2
219
NARRATIVA ANTERIOR A LA IIGM. Rebelión en la granja. ORWELL, G. (1945)
Luego Snowball (que era el que mejor escribía) tomó un pincel entre los dos nudillos de su pata
delantera, tachó «Granja Manor» de la traviesa superior del portón y en su lugar pintó «Granja Animal». Ése
iba a ser, de ahora en adelante, el nombre de la granja. Después volvieron a los edificios, donde Snowball y
Napoleón mandaron traer una escalera que hicieron colocar contra la pared trasera del granero principal.
Entonces explicaron que, mediante sus estudios de los últimos tres meses, habían logrado reducir los
principios del Animalismo a siete Mandamientos.
Esos siete Mandamientos serían inscritos en la pared; formarían una ley inalterable por la cual deberían
regirse en adelante, todos los animales de la «Granja Animal». Con cierta dificultad (porque no es fácil para
un cerdo mantener el equilibrio sobre una escalera), Snowball trepó y puso manos a la obra con la ayuda de
Squealer que, unos peldaños más abajo, le sostenía el bote de pintura. Los Mandamientos fueron escritos
sobre la pared alquitranada con letras blancas, y tan grandes, que podían leerse a treinta yardas de
distancia. La inscripción decía así: LOS SIETE MANDAMIENTOS
1. Todo lo que camina sobre dos pies es un enemigo.
2. Todo lo que camina sobre cuatro patas, o tenga alas, es un amigo.
3. Ningún animal usará ropa.
4. Ningún animal dormirá en una cama.
5. Ningún animal beberá alcohol.
6. Ningún animal matará a otro animal.
7. Todos los animales son iguales.
CUESTIONES
7º) Averigua qué quiere decir que esta novela es una “alegoría contra el estalinismo. ¿Por qué?
8º) Según los mandamientos… ¿Con quién no quieren tener nada que ver los animales?
NARRATIVA ANTERIOR A LA IIGM. Diario de un cura rural. BERNANOS, G. (1936)
No... no me callaré, señora. Los sacerdotes hemos callado demasiado y quisiera suponer que por
lástima. Pero la verdad es que somos cobardes. Una vez sentado el principio, dejamos seguir.
¿Qué es lo que han hecho ustedes del infierno? Una especie de prisión perpetua análoga a las suyas. En
ella encierran, de antemano, a la caza humana que la policía persigue desde el principio de la Creación: los
enemigos de la sociedad. Y añaden, quizás, a los blasfemos y los sacrílegos. ¿Qué espíritu, santo, qué
corazón orgulloso aceptaría sin asco, sin repugnancia, semejante imagen de la justicia de Dios?
Cuando esa imagen les molesta, les resulta muy fácil eliminarla. Juzgamos el infierno según las medidas
de este mundo. No pertenece a este mundo y aún menos al mundo cristiano. Es un castigo eterno, una
eterna expiación. El único milagro es que nos sea posible formarnos una idea de él aquí abajo, cuando
apenas la falta ha salido de nosotros, y basta una simple mirada, una señal, una muda llamada para que el
perdón baje sobre nosotros, desde lo alto de los cielos, como un águila. Y es que el más mísero de los
hombres vivientes, aunque crea haber dejado de amar, conserva todavía el poder de hacerlo. Y hasta
nuestro mismo odio deslumbra, resplandece y el menos torturado de los demonios florecería en lo que
nosotros llamamos la desesperación, igual que en una luminosa y triunfal aurora.
El infierno, señora, es haber dejado de amar. Estoy seguro de que estas palabras, “haber dejado de
amar”, suenan en sus oídos como una expresión familiar. Pero para un hombre vivo esto significa querer
otras cosas, amar menos. Y si esa facultad, que parece inseparable de nuestro ser, que semeja nuestro
mismo ser, comprender es también una manera de amar, ¿llegará a desaparecer? Dejar de amar, dejar de
comprender, y vivir sin embargo... ¡Oh, prodigio! Nuestro error común es atribuir a esas criaturas
abandonadas algo de nosotros, de nuestra perpetua movilidad, cuando ellas están fuera del tiempo, fuera
de todo movimiento, inmóviles para siempre. Si Dios nos condujera de la mano a una de esas cosas
dolorosas que hubiera sido antes el amigo más querido, ¿qué lenguaje le hablaríamos? Si un hombre vivo,
nuestro semejante, al último de todos, vil entre los viles, fuera echado a esas lindes ardientes, yo
compartiría su suerte, iría a disputárselo al verdugo. Compartir su suerte... la desgracia, la inconcebible
desgracia de esas piedras ardientes que fueron hombres es que no tienen nada que compartir entre sí.
CUESTIONES
9º) ¿Qué echa en cara el cura y narrador a la mujer narrataria del texto en el párrafo 2 y 3?
10º) Según el narrador… ¿Se puede seguir viviendo sin amar?
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220
NARRATIVA ANTERIOR A LA IIGM. El extranjero. CAMUS, ALBERT (1942)
Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: «Falleció su madre. Entierro
mañana. Sentidas condolencias.» Pero no quiere decir nada. Quizá haya sido ayer.
El asilo de ancianos está en Marengo, a ochenta kilómetros de Argel. Tomaré el autobús a las dos y
llegaré por la tarde. De esa manera podré velarla, y regresaré mañana por la noche. Pedí dos días de licencia
a mi patrón y no pudo negármelos ante una excusa semejante. Pero no parecía satisfecho. Llegué a decirle:
"No es culpa mía". No me respondió. Pensé entonces que no debía haberle dicho esto. Al fin y al cabo, no
tenía por qué excusarme. Más bien le correspondía a él presentarme las condolencias. Pero lo hará sin duda
pasado mañana, cuando me vea de luto. Por ahora, es un poco como si mamá no estuviera muerta. Después
del entierro, por el contrario, será un asunto archivado y todo habrá adquirido aspecto más oficial.
Tomé el autobús a las dos. Hacía mucho calor. Comí en el restaurante de Celeste como de costumbre.
Todos se condolieron mucho de mí, y Celeste me dijo: «Madre hay una sola.» Cuando partí, me
acompañaron hasta la puerta. Me sentía un poco aturdido pues fue necesario que subiera hasta la
habitación de Manuel para pedirle prestados una corbata negra y un brazal. Él perdió a su tío hace unos
meses.
Corrí para alcanzar el autobús. Me sentí adormecido sin duda por la prisa y la carrera, añadidas a los
barquinazos, al olor a gasolina y a la reverberación del camino y del cielo. Dormí casi todo el trayecto. Y
cuando desperté, estaba apoyado contra un militar que me sonrió y me preguntó si venía de lejos. Dije "sí"
para no tener que hablar más.
El asilo está a dos kilómetros del pueblo. Hice el camino a pie. Quise ver a mamá en seguida. Pero el
portero me dijo que era necesario ver antes al director. Como estaba ocupado, esperé un poco. Mientras
tanto, el portero me estuvo hablando, y en seguida vi al director. Me recibió en su despacho. Era un viejecito
condecorado con la Legión de Honor. Me miró con sus ojos claros. Después me estrechó la mano y la retuvo
tanto tiempo que yo no sabía cómo retirarla. Consultó un legajo y me dijo: "La señora de Meursault entró
aquí hace tres años. Usted era su único sostén". Creí que me reprochaba alguna cosa y empecé a darle
explicaciones. Pero me interrumpió: "No tiene usted por qué justificarse, hijo mío. He leído el legajo de su
madre. Usted no podía subvenir a sus necesidades. Ella necesitaba una enfermera. Su salario es modesto. Y,
al fin de cuentas, era más feliz aquí". Dije: "Sí, señor director". El agregó: "Sabe usted, aquí tenía amigos,
personas de su edad. Podía compartir recuerdos de otros tiempos. Usted es joven y ella debía de aburrirse
con usted".
Era verdad. Cuando mamá estaba en casa pasaba el tiempo en silencio, siguiéndome con la mirada.
Durante los primeros días que estuvo en el asilo lloraba a menudo. Pero era por la fuerza de la costumbre. Al
cabo de unos meses habría llorado si se la hubiera retirado del asilo. Siempre por la fuerza de la costumbre.
Un poco por eso en el último año casi no fui a verla. Y también porque me quitaba el domingo, sin contar el
esfuerzo de ir hasta el autobús, tomar los billetes y hacer dos horas de camino.
El director me habló aún. Pero casi no le escuchaba. Luego me dijo: «Supongo que usted quiere ver a su
madre.» Me levanté sin decir nada, y salió delante de mí. En la escalera me explicó: «La hemos llevado a
nuestro pequeño depósito. Para no impresionar a los otros. Cada vez que un pensionista muere, los otros se
sienten nerviosos durante dos o tres días. Y dificulta el servicio.» Atravesamos un patio en donde había
muchos ancianos, charlando en pequeños grupos. Callaban cuando pasábamos. Y reanudaban las
conversaciones detrás de nosotros. Hubiérase dicho un sordo parloteo de cotorras. En la puerta de un
pequeño edificio el director me abandonó: "Le dejo a usted, señor Meursault. Estoy a su disposición en mi
despacho. En principio, el entierro está fijado para las diez de la mañana. Hemos pensado que así podría
usted velar a la difunta. Una última palabra: según parece, su madre expresó a menudo a sus compañeros el
deseo de ser enterrada religiosamente. He tomado a mi cargo hacer lo necesario. Pero quería informarle a
usted". Le di las gracias. Mamá, sin ser atea, jamás había pensado en la religión mientras vivió.
CUESTIONES
11º) Describe cómo reacciona el narrador y protagonista de la novela ante la muerte de su
propia madre. ¿Qué relación ha mantenido este con ella?
12º) ¿Dónde transcurre la escena de este fragmento? ¿Cómo se apellidan madre e hijo? ¿Qué
otros personajes aparecen en el fragmento?

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NARRATIVA POSTERIOR A LA IIGM. El talento de Mr. Ripley. HIGHSMITH, P. (1955)
Finalmente, esperó hasta que dieron las ocho, ya que sobre las siete las entradas y salidas de la casa
eran más numerosas que durante el resto del día. A las ocho menos diez bajó a la planta baja para
asegurarse de que la signora Buffi no estuviese trajinando por allí y tuviese cerrada la puerta; además,
quería estar completamente seguro de que no hubiese nadie en el coche de Freddie, aunque, horas
antes, ya había bajado a comprobar que efectivamente el coche fuera el de Freddie. Arrojó el abrigo del
muerto sobre el asiento de atrás. Volvió a subir al apartamento y, arrodillándose, colocó uno de los
brazos del cadáver alrededor de su cuello, apretó los dientes, y tiró hacia arriba. Dio varios traspiés al
intentar apoyarse mejor en la espalda el cuerpo inerte de Freddie. También horas antes había ensayado
la operación del traslado, sin apenas lograr dar un paso debido al peso del cadáver, y en aquellos
momentos el cadáver pesaba exactamente lo mismo que antes, pero había una diferencia: ahora tenía
que sacarlo. Dejó que los pies de Freddie se arrastrasen, y de este modo consiguió aligerar un poco el
peso, y se las arregló para cerrar la puerta con el codo. Luego empezó a bajar las escaleras. A mitad del
primer tramo, se detuvo al oír que alguien salía de un apartamento del segundo piso. Se quedó
esperando a que quien fuese hubiera salido a la calle, y entonces reanudó su lento y vacilante descenso.
Había encasquetado uno de los sombreros de Dickie en la cabeza del muerto, para ocultar el pelo
sucio de sangre. Durante la última hora, había estado bebiendo una mezcla de ginebra y Pernod con el
fin de alcanzar un estado de ebriedad perfectamente calculada y que le permitiera convencerse a sí
mismo de que era capaz de moverse con cierto aire de indiferencia y, al mismo tiempo, conservar el
valor, incluso la temeridad, suficiente para arriesgarse sin pestañear. El primer riesgo, lo peor que podía
pasarle, era que el peso de Freddie le hiciese caer antes de llegar al coche y meter el cadáver dentro.
Tom cumplió lo que se había jurado a sí mismo: no detenerse a descansar mientras bajaba las escaleras.
Tampoco salió nadie más de alguno de los pisos, ni entró ningún vecino procedente de la calle. Durante
las horas pasadas en el piso, Tom se había estado imaginando los posibles contratiempos que se
encontraría al salir: la signora Buffi o su esposo saliendo de su vivienda en el preciso instante en que él
llegaba al final de las escaleras; un desmayo que haría que le encontrasen tumbado en el suelo junto al
cadáver; la posibilidad de que, habiendo dejado el cuerpo en el suelo para descansar, luego no pudiera
volver a alzarlo. Se lo había imaginado todo con tal intensidad, que ahora el simple hecho de haber
llegado abajo sin que se confirmara uno solo de sus temores le daba la sensación de estar protegido por
alguna fuerza mágica que le hacía olvidarse del enorme peso que transportaba en el hombro.
Echó una ojeada a través de las cristaleras de la puerta. La calle parecía normal. Un hombre pasaba
por la acera de enfrente, aunque siempre pasaba alguien por una de las aceras. Abrió la primera puerta
con el pie y la cruzó arrastrando a Freddie. Antes de cruzar la otra puerta, cambió el peso de hombro,
agachando la cabeza bajo el cadáver, y sintiéndose orgulloso de su propia fuerza, hasta que el dolor del
brazo que había quedado libre le hizo volver a la realidad. Tenía el brazo demasiado cansado siquiera
para rodear la cintura de Freddie. Apretó más los dientes y dando tumbos bajó los cuatro peldaños que
daban a la acera, no sin golpearse una cadera contra la columna de piedra del final de la balaustrada.
Un hombre que venía por la acera aflojó el paso como si fuera a detenerse, pero prosiguió su
camino sin hacerlo. Tom decidió que si alguien se le acercaba, le arrojaría tal vaharada de Pernod al
rostro que no necesitarían preguntarle qué le pasaba. Mentalmente, Tom iba soltando maldiciones
contra los transeúntes que cruzaban por su lado. Pasaron cuatro personas pero sólo dos le miraron. Se
detuvo un momento para que pasara un coche, luego, dando unos pasos rápidos y empujando, metió la
cabeza de Freddie por la ventanilla del coche y empujó lo bastante para que le bastara apoyar el cuerpo
en el cadáver a fin de que no cayera mientras tomaba un respiro. Miró alrededor, bajo la luz del farol al
otro lado de la calle, hacia las sombras que había frente a su casa.

CUESTIONES
1º) ¿Qué se describe en este fragmento? ¿Cómo acaba la acción del protagonista?
2º) Explica la actitud y condiciones del protagonista en la acción que lleva a cabo.

1
222
NARRATIVA POSTERIOR A LA IIGM. Memorias de Adriano. YOURCENAR, M. (1951)
Anulé los privilegios, prohibí que los oficiales gozaran de licencias demasiado frecuentes; mandé que se
suprimieran en los campamentos las salas de banquetes, las casas de reposo y sus costosos jardines, aquellos edificios
inútiles pasarían a ser enfermerías y hospicios para veteranos. Hasta ahora reclutábamos nuestros soldados antes de
que tuvieran edad suficiente y los guardábamos hasta que eran demasiado viejos, todo lo cual era tan poco económico
como cruel. Cambié ese estado de cosas. La Disciplina Augusta tiene el deber de participar en la humanidad del siglo.
Somos funcionarios del Estado, no Césares. Razón tenía aquella querellante a quien me negué cierto día a escuchar
hasta el fin, cuando me gritó que si no tenía tiempo para escucharla, tampoco lo tenía para reinar. Las excusas que le
presenté no eran solamente de forma. Y sin embargo me falta tiempo: cuanto más crece el imperio, más tienden a
concentrarse los diferentes aspectos de la autoridad en manos del funcionario en jefe; este hombre apremiado tiene
que delegar parte de sus tareas en otros; su genio consistirá cada vez más en rodearse de un personal de confianza. El
gran crimen de Claudio o de Nerón fue el de permitir perezosamente que sus libertos o sus esclavos se apoderaran de
la función de agentes, consejeros y delegados del amo. Parte de mi vida y de mis viajes ha estado dedicada a elegir los
jefes de una burocracia nueva, a adiestrarlos, a hacer coincidir lo mejor posible las aptitudes con las funciones, a
proporcionar posibilidades de empleo a la clase media de la cual depende el Estado. Veo el peligro de estos ejércitos
civiles y puedo resumirlo en una palabra: la rutina.
CUESTIONES
3º) ¿Cuál es el genio de un gobernante ante la falta de tiempo? ¿Y el peligro de la burocracia?
4º) ¿A qué otros emperadores romanos nombra Adriano en el fragmento? ¿Qué error cometieron?

NARRATIVA POSTERIOR A LA IIGM. Crónicas marcianas. BRADBURY, R. (1950)


NOVIEMBRE DE 2005. LA TIENDA DE EQUIPAJES
Cuando aquella noche el dueño de la tienda de equipajes escuchó la noticia, transmitida directamente desde la Tierra
en una onda de luz- sonido, le pareció algo muy remoto.
Una guerra iba a estallar en la Tierra.
El dueño de la tienda de equipajes se asomó a la puerta y miró el cielo.
Sí, allá estaba la Tierra, en el cielo nocturno, descendiendo como el sol detrás de las colinas. Las palabras de la radio y
aquella estrella verde eran lo mismo.
–No lo creo –dijo el dueño de la tienda.
–Porque usted no está allá –dijo el padre Peregrine, que se había detenido para entretener la velada.
–¿Qué quiere decir, padre?
–En mi infancia era lo mismo –explicó el padre Peregrine–. Nos decían que había estallado una guerra en China y no lo
creíamos. China estaba demasiado lejos. Y moría demasiada gente. Imposible. No lo creíamos ni al ver las películas.
Bueno, así es ahora. La Tierra es China. Está tan lejos que parece irreal. No está aquí. No se puede tocar. No se puede
ver. Es sólo una luz verde. ¿En esa luz viven dos billones de personas? ¡Increíble! ¡Una guerra! No oímos las
explosiones.
–Ya las oiremos –dijo el dueño de la tienda–. No puedo olvidarme de todos los que iban a venir a Marte en esta semana.
¿Cuántos eran? Unos cien mil en un mes, más o menos. ¿Qué hará esa gente si estalla la guerra?
–Supongo que volverán. Los necesitarán en la Tierra.
–Bueno –dijo el dueño–. Será mejor que sacuda el polvo de las maletas. Sospecho que en cualquier momento habrá
aquí un tropel de clientes.
–¿Cree usted que si es esta la Gran Guerra de la que tanto se ha hablado las gentes de Marte volverán a la Tierra?
–Es curioso, padre; pero sí, creo que volverán, todos. Ya sé que hemos venido huyendo de muchas cosas: la política, la
bomba atómica, la guerra, los grupos de presión, los prejuicios, las leyes; ya lo sé. Pero nuestro hogar está aún allá
abajo. Espere y verá. Cuando la primera bomba atómica caiga en los Estados Unidos, la gente de aquí arriba
comenzará a pensar. No han vivido aquí bastante tiempo. No más de un par de años. Si hubieran pasado aquí cuarenta
años, todo sería distinto; pero allá abajo están sus parientes, y los pueblos donde nacieron. Yo ya no puedo creer en la
Tierra; apenas puedo imaginármela. Pero yo soy viejo. No cuento. Podría quedarme aquí.
–Lo dudo.
–Sí, tiene usted razón.
De pie, en el porche, contemplaron las estrellas. Al fin el padre Peregrine sacó algún dinero del bolsillo y se lo dio al
propietario.
–Ahora que lo pienso, mejor que me dé una maleta nueva. La que tengo está muy estropeada...
CUESTIONES
5º) ¿Dónde transcurre esta conversación? ¿Qué ha ocurrido en la Tierra?
6º) ¿Por qué crees que el protagonista dice la última frase?

2
223
NARRATIVA POSTERIOR A LA IIGM. El barón rampante. CALVINO, ITALO. (1952)
Había un gran silencio. Sólo se alzó un vuelo de pequeñísimos reyezuelos gritando. Y se oyó una
vocecita que cantaba: Oh lálálá. La balançoire. Cosimo miró hacia abajo. Colgado de la rama de un gran
árbol cercano se balanceaba un columpio, con una niña sentada de unos diez años.
Era una niña rubia, con un alto peinado algo ridículo para una chiquilla, un vestido azul también
demasiado de persona mayor, con una falda que ahora, levantada por el columpio, rebosaba puntillas.
La niña miraba con los ojos entornados, altiva, como si tuviera la costumbre de hacerse la dama, y comía
una manzana a mordiscos, doblando cada vez la cabeza hacia la mano que debía al tiempo sostener la
manzana y agarrarse a la cuerda del columpio, y se daba impulso clavando la punta de los zapatitos en el
suelo cuando el columpio llegaba al punto más bajo de su trayectoria y escupía con fuerza los trozos de
piel de manzana mordida y cantaba: Oh lálálá La balançoire…, como una muchachita a la que ya no le
importa nada, ni el columpio, ni la canción ni (aunque algo más) la manzana, y tiene otras cosas en qué
pensar.
Cosimo desde la cima de la magnolia había bajado hasta la horcadura más baja, y ahora estaba con
los pies plantados uno aquí y otro allá en dos horquetas y los codos apoyados en una rama delante de
él, como en un antepecho. Los vuelos del columpio le traían a la niña justo bajo su nariz.
Ella no estaba atenta y no se había dado cuenta. De pronto los vio allí, erguido en el árbol, con
tricornio y polainas.
–¡Oh!–dijo.
La manzana se le cayó de la mano y rodó al pie de la magnolia. Cosimo desenvainó el espadín, se
inclinó desde la última rama, alcanzó la manzana con la punta del espadín, la ensartó y se la tendió a la
niña, que entre tanto había hecho un recorrido completo con el columpio y estaba allí de nuevo.
–Cójala, no se ha manchado, sólo está un poco magullada por un lado.
La niña rubia se había arrepentido ya de haber mostrado tanto asombro por aquel muchacho
desconocido aparecido allí en la magnolia y había recobrado su aire afectado y altivo. –¿Sois un ladrón? –
dijo.
–¿Un ladrón? –dijo Cosimo, ofendido; después se lo pensó mejor: sobre la marcha la idea le había
gustado–. Yo sí –dijo, calándose el tricornio sobre la frente–, ¿Algo en contra?
–¿Y que habéis venido a robar?
Cosimo miró la manzana que había ensartado en la punta del espadín, y se le pasó por la cabeza que
tenía hambre, que casi no había probado bocado en la mesa. –Esta manzana–dijo, y empezó a mondarla
con la hoja del espadín, que tenía, a pesar de las prohibiciones familiares, afiladísima.
–Entonces sois un ladrón de fruta–dijo la niña.
Mi hermano pensó en las pandillas de niños pobres de Umbrosa, que saltaban tapias y setos y
saqueaban los frutales, una ralea de muchachos que le habían enseñado a despreciar y eludir, y por
primera vez pensó lo libre y envidiable que debía ser aquella vida. Eso es; quizá podía convertirse en
alguien como ellos, y vivir así a partir de ahora. Sí–dijo. Había cortado en gajos la manzana y se puso a
masticarla.
La niña rubia estalló en una carcajada que duró todo un vuelo del columpio, arriba y abajo. –¡Qué
va! ¡Conozco a los chicos que roban frutan! ¡Son todos amigos míos! ¡Y van descalzos, en mangas de
camisa, despeinados, no con polainas y peluquín!
Mi hermano se puso rojo como la piel de la manzana. El que le tomaran el pelo no sólo por la peluca
empolvada, que no le gustaba, sino también por las polainas, que le gustaban muchísimo, y el ser
juzgado de aspecto inferior a un ladrón de fruta, a aquella ralea despreciada hasta un momento antes, y
sobre todo el descubrir que aquella damisela que hacía de ama del jardín de los De Ondariva era amiga
de todos los ladrones de fruta pero no amiga suya, todas esas cosas juntas le llenaron de despecho,
vergüenza y celos.
CUESTIONES
7º) ¿Qué relación hay entre el/la narrador/a y el protagonista del relato?
8º) ¿Dónde están los dos personajes que aparecen en el relato?

3
224
NARRATIVA POSTERIOR A LA IIGM. Lolita. NABOKOV, VLADIMIR. (1955)
Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua
emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes.
Lo. Li. Ta.
Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, cuando estaba derecha, con su metro cuarenta y ocho de
estatura, sobre un pie enfundado en un calcetín. Era Lola cuando llevaba puestos los pantalones. Era
Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos fue siempre Lolita.
¿Tuvo Lolita una precursora? Naturalmente que sí. En realidad, Lolita no hubiera podido existir para
mí si un verano no hubiese amado a otra niña iniciática. En un principado junto al mar. ¿Cuándo? Aquel
verano faltaban para que naciera Lolita casi tantos como los que yo tenía entonces. Pueden contar en
que la prosa de los asesinos sea siempre elegante, vaya que lo sé.
Señoras y señores del jurado, la prueba número uno es lo que los serafines, los mal informados e
ingenuos ángeles de majestuosas alas, envidiaron. Contemplen esta maraña de espinas.
CUESTIONES
9º) ¿Quién es el narrador? Averigua cuál es su nombre y la relación con Lolita
10º) ¿Quién es el narratario? ¿En qué situación crees que está el narrador?

NARRATIVA POSTERIOR A LA IIGM. El guardián entre el centeno. SALINGER, J.D. (1951)


Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo
fue todo eso de mi infancia, que hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás idioteces, estilo
David Copperfield; pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero, porque es un aburrimiento,
y segundo porque a mis padres les daría un infarto si yo me pusiera acá a hablar de su vida privada. Para
esas cosas son especiales, sobre todo mi padre. Son buena gente, no digo que no, pero a quisquillosos
no les gana nadie.
Además, no se crean que voy a contarles mi autobiografía con todos los detalles. Sólo voy a
hablarles de una cosa loca que me pasó la última Navidad, antes que me quedara tan débil que tuvieran
que mandarme acá a reponerme un poco. A D.B. tampoco le he contado mucho más, y eso que es mi
hermano. Vive en Hollywood. Como no está muy lejos de este antro, me viene a ver casi todos los fines
de semana. El será quien me lleve a casa cuando salga, quizás el mes que viene. Acaba de comprase un
'Jaguar', uno de esos cacharros ingleses que levantan a doscientas millas por hora como si nada. Como
cuatro mil dólares le ha costado. Está lleno de plata, el tipo. Antes no. Cuando vivía en casa era
solamente un escritor común y corriente. Por si no saben quién es, le diré que escribió El pececito
secreto, que es un libro de cuentos de primera. El mejor de todos es el que se llama igual que el libro. Se
trata de un niño que tiene un pez y no se lo deja ver a nadie porque se lo ha comprado con su dinero. Es
una historia buenísima. Ahora D.B. está en Hollywood prostituyéndose. Si hay algo que odio en el
mundo es el cine. Ni me lo nombren.
Empezaré por el día en que salí de Pencey, que es un colegio que hay en Agerstown, Pennsylvania.
Habrán oído hablar de él. En todo caso, seguro que han visto la propaganda. Se anuncia en miles de
revistas siempre con un tío de muy buena facha montado en un caballo y saltando una valla. Como si en
Pencey no se hiciera otra cosa que jugar todo el santo día al polo. Por mi parte, en todo el tiempo que
estuve allí no vi un caballo ni por casualidad. Debajo de la foto del tío montando siempre dice lo mismo:
«Desde 1888 moldeamos muchachos transformándolos en hombres espléndidos y de mente clara.»
Tontadas. En Pencey se moldea tan poco como en cualquier otro colegio. Y allí no había un solo tío ni
espléndido, ni de mente clara. Bueno, sí. Quizá dos. Eso como mucho. Y probablemente ya eran así de
nacimiento.
CUESTIONES
11º) Averigua cómo se llama el narrador y protagonista de esta novela y descríbelo.
12º) ¿Cuál es el estilo y la forma de hablar del narrador? ¿Por qué?

4
225
TEATRO EN EL S. XX. Madre Coraje y sus hijos. BRECHT, BERTOLT. (1938).
Esta quizá sea la obra teatral más famosa de Brecht. En ella el autor reflexiona sobre la guerra a
través del personaje de una mujer, Madre Coraje, para la que la guerra es el estado natural, el deseable, el
que le permite ganar su sustento, pero no se da cuenta de que la contienda le arrebata mucho más de lo
que gana. Ambientada en la Guerra de los 30 años, la protagonista trabaja con una carreta como
vendedora ambulante, acompañada de sus tres hijos (Catalina, Eilif y Requesón) y de Capellán, un
predicador que le ayuda.
Madre Coraje intenta evitar que su hijo Eilif sea reclutado para lo que habla con el Sargento
Fragmento I Mayor y el Reclutador, que han venido a buscarlo.

MADRE CORAJE: ¡Nosotros vendemos honestamente lienzos y jamones y somos gente pacífica!
SARGENTO MAYOR: Por tu cuchillo se ve lo pacíficos que sois. Vergüenza tendría que darte, bruja. ¡Guarda ese
cuchillo! Antes has confesado que vives de la guerra, pues, ¿cómo vivirías sino, eh? ¿De qué? ¿Y cómo puede
haber guerra si no hay soldados?
MADRE CORAJE: No tienen por qué ser los míos.
SARGENTO MAYOR: ¿Ajá? ¿Quieres que tu guerra se coma la semilla y tire la ciruela? ¿Que tus críos engorden
con la guerra sin que tú le rindas tu diezmo? Que ella se arregle sola, ¿eh? Coraje te llamas, ¿eh? ¿Y temes la
guerra, que te da de comer? Tus hijos no la temen, bien lo sé yo.
EILIF: Yo no temo guerra alguna.
SARGENTO MAYOR: ¿Por qué habrías de temerla? Mírame a mí, ¿te parece que me perjudicó la vida de soldado?
Empecé a los diecisiete años.
MADRE CORAJE. Pero setenta aún no tienes.
SARGENTO MAYOR: Puedo llegar.
MADRE CORAJE: Sí, bajo tierra ya lo creo.
SARGENTO MAYOR: ¿Quieres ofenderme y me dices que moriré?
MADRE CORAJE: ¿Y si fuese verdad? ¿Y si yo viese que ya estás marcado? ¿Y si ya tuvieses el aspecto de un
muerto que camina, eh?
REQUESÓN: Ella puede ver el más allá. Todos lo dicen. Te predice el futuro.
SARGENTO MAYOR: No creo en esas cosas.
MADRE CORAJE: Dame el casco. (Él se lo da).
SARGENTO MAYOR: Vale menos que atacar a campo abierto. Se lo doy para reírme un rato.
MADRE CORAJE: (Coge un pergamino y lo rasga). Eilif, Requesón y Catalina: así hemos de ser rasgados si nos
metemos en la guerra. (Al SARGENTO MAYOR). Excepcionalmente se lo haré gratis. Dibujo una cruz sobre esta
tirita. Negra es la muerte.
REQUESÓN: Y en la otra no dibuja nada, ¿viste?
MADRE CORAJE: Y aquí las pliego, y ahora las sacudo bien y las mezclo —como estamos mezclados todos, desde
que salimos del vientre de nuestra madre— y ahora sacas una y sabes todo. (El SARGENTO MAYOR titubea). […]
SARGENTO MAYOR: (Hurgando en el casco). ¡Tonterías! ¡Puros disparates!
REQUESÓN: Mirad, sacó una cruz negra. Ahora está listo está. […]
SARGENTO MAYOR: (Con voz ronca). Me engañaste.
MADRE CORAJE: Tú mismo te engañaste, el día que te volviste soldado. Y ahora sigamos adelante. No todos los
días hay guerra y no puedo perder el tiempo.
SARGENTO MAYOR: Por todos los demonios del infierno, no me dejo enredar por ti. Tu bastardo irá con
nosotros, será soldado.
EILIF: Me gustaría mucho, madre.
MADRE CORAJE: Tú cierra el pico, hijo

CUESTIONES
1. Indica en el texto aquellos fragmentos en los que se evidencia que Coraje se beneficia de la
guerra pero, por otro lado, no quiere mezclarse con ella. ¿Por qué crees que es así?
2. ¿Qué es lo que quiere Eilif? ¿Qué le exigen los soldados a Coraje?
3. Coraje parece tener poderes de adivinación… Explica en qué consisten.

1
226
Fragmento II (Escena VI)
CAPELLÁN: Coraje, muchas veces pensé que tras su apariencia fría y ruda se oculta una naturaleza ardiente. ¿No
ha experimentado nunca la necesidad de sentir un poco de calor a su lado, como toda criatura humana?
MADRE CORAJE: Tendré calor cuando usted se decida a partir la leña que hace falta para no helarse en esta
tienda.
CAPELLÁN: Usted esquiva el tema. Le hablo en serio, Coraje, más de una vez pensé en lo que podría ser nuestra
vida si estrecháramos más los lazos que nos unen. El torbellino de estos años de guerra nos ha acercado
extrañamente.
MADRE CORAJE: Me parece que nuestros vínculos son ya bastante estrechos. Yo le preparo la comida y usted me
devuelve ese favor cortando leña.
CAPELLÁN: (Se le acerca). Cuando hablo de estrechar vínculos, no me refiero a cosas materiales como preparar
comida, partir leña u otros viles menesteres. Deje que hable su corazón, no sea arisca.
MADRE CORAJE: Sea razonable, capellán. Usted me resulta simpático, no me obligue a reñirlo. ¿No comprende
que lo único que deseo es sobrevivir, yo y mis hijos, con esta carreta que ni siquiera es mía? Mi cabeza no está
para romances; en este momento he comprado mercancía y corro un gran riesgo. El Mariscal imperial ha muerto
y en todas partes se habla de paz. ¿Qué sería de usted si yo perdiera todo lo que poseo? ¿Ve? Ni usted mismo lo
sabe. Vaya, córteme un poco de leña. Por lo menos no pasaremos frío esta noche: eso ya es mucho decir en estos
tiempos. ¿Qué ocurre? (Se levanta. Llega Catalina, sin aliento, con una herida abierta en la frente que le llega
hasta el ojo. Arrastra toda clase de cosas: fardos, arreos, un tambor…). ¿Te atacaron? ¿Cuándo volvías? ¡La
asaltaron a la vuelta! ¡Apostaría a que fue aquel soldado de infantería que se emborrachó en la cantina! ¡No debí
dejar que fueras sola! Suelta todo eso. No es grave, un rasguño nada más. Te pongo una venda y en una semana
estarás curada. ¡Son peores que las bestias! (Le venda la herida).
CAPELLÁN: ¡Qué se les puede reprochar! Cuando había paz vivían en sus hogares y no ultrajaban a nadie. La culpa
la tienen los que traman las guerras, los que trastornan a la humanidad y erigen el vicio en virtud. […]
(Catalina se refugia en la carreta).
CAPELLÁN: Con tal que no quede desfigurada...
MADRE CORAJE: Le quedará una cicatriz. Ya no tendrá que desear la paz.
CAPELLÁN: Se defendió bien. No se dejó robar las cosas.
MADRE CORAJE: Quizá no debí decirle que se defendiera. ¡Quién sabe lo que pasa ahora en su cabeza! Una vez,
una vez sola, no volvió a casa por la noche. Después de eso siguió yendo y viniendo como siempre, pero trabajaba
aún más que antes. ¡Nunca llegué a saber lo que sucedió aquella noche! (Toma las mercancías que trajo Catalina
y las clasifica, furiosa). ¡Esto es la guerra! ¡Una hermosa manera de ganarse la vida!
(Se oyen varios cañonazos).
CAPELLÁN: Están enterrando al Mariscal. Es un momento histórico.
MADRE CORAJE: Han herido a mi hija en el rostro. Para mí, este es el momento histórico. Me la han desfigurado,
no podrá encontrar marido, no podrá tener hijos, ella que se vuelve loca por los niños. También su mudez debe
agradecérsela a la guerra; de pequeña un soldado le metió bosta1 en la boca. A Requesón no lo veré nunca más, y
Eilif, Dios sabe dónde está. ¡Maldita sea la guerra!

CUESTIONES
4. ¿Desea Madre Coraje el fin de la guerra? ¿Por qué?
5. ¿Quién tiene, para el Capellán, la responsabilidad moral última de lo que le ha ocurrido a
Catalina?
6. La protagonista recuerda una ocasión en la que Catalina “no volvió a casa por la noche” ¿Qué
crees que le ocurrió? Justifica tu respuesta.
7. Compara el distinto sentido de la palabra “calor” en las dos primeras intervenciones de este
fragmento.
8. Reconoce una ironía en la penúltima intervención de Madre Coraje. ¿Por qué crees que la usa?
En la última intervención se oponen la historia (los grandes acontecimientos) y la intrahistoria (lo
que les sucede a las personas comunes) ¿Qué es más importante para la madre? ¿Por qué?

1
Bosta: excremento del ganado.
2
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TEATRO EN EL S. XX. Arte. REZA, YASMINA. (1994). Fragmento I: Inicio de la obra
Una aparente pero carísima nadería, la compra de un cuadro, sirve de detonante para que,
en cuestión de una semana, tres amigos – el resabiado Sergio, el colérico Marcos y el pusilánime
Iván – hagan saltar por los aires una relación de quince años y se comporten como naciones de
guerra: alianzas secretas, pactos rotos y, sobre todo, tolerancia cero. Marcos no puede soportar
que Sergio deje de ser su discípulo y Sergio no puede soportar que Marcos insista en seguir siendo
su maestro. Pero, paradójicamente, ni Marcos ni Sergio pueden soportar que Iván, testigo
impotente de las hostilidades, siga siendo lo que siempre ha sido: un país neutral.
El salón de un apartamento. Un solo decorado. Lo más austero posible, lo más neutro. Las escenas se
desarrollarán sucesivamente en casa de SERGIO, IVÁN y MARCOS. Nada cambia, excepto el cuadro expuesto.
MARCOS (solo en el escenario): Mi amigo Sergio se ha comprado un cuadro. Es una tela de aproximadamente un
metro sesenta por un metro veinte, pintada de blanco. El fondo es blanco y si entornamos un poco los ojos,
podemos percibir unas finísimas líneas blancas transversales. Mi amigo Sergio es amigo mío desde hace tiempo.
Es un muchacho que ha triunfado, es médico dermatólogo y ama el arte. El lunes fui a ver el cuadro que Sergio
había adquirido el sábado pero que ya codiciaba desde hacía varios meses. Un cuadro blanco con unas líneas
blancas.
En casa de SERGIO. Colocada a ras del suelo, una tela blanca, con unas líneas blancas transversales. SERGIO mira,
satisfecho, su cuadro. MARCOS mira el cuadro. SERGIO mira a MARCOS mirando el cuadro. Larga pausa.
MARCOS: ¿Caro?
SERGIO: Cinco.
MARCOS: ¿Cinco?...
SERGIO: Handtington se lo vuelve a quedar por cinco quinientas.
MARCOS: ¿Quién es?
SERGIO: ¡¿Handtington?!
MARCOS: No le conozco.
SERGIO: ¡Handtington! ¡La galería Handtington!
MARCOS: ¿La galería Handtington se lo vuelve a quedar por cinco quinientas?...
SERGIO: No, la galería no. Él. Handtington, él personalmente. Para él.
MARCOS: ¿Y por qué no lo ha comprado Handtington?
SERGIO: Porque a toda esa gente lo que le interesa es vender a particulares. El mercado tiene que circular.
MARCOS: Ya...
SERGIO: ¿Entonces?
MARCOS: ...
SERGIO: No estás bien situado. Míralo desde aquí. ¿Distingues las líneas?
MARCOS: Cómo se llama el...
SERGIO: ...pintor. Antrios.
MARCOS: ¿Conocido?
SERGIO: Muy. ¡Muy! (Pausa)
MARCOS: Sergio, ¿no habrás pagado cinco millones de pesetas por este cuadro?
SERGIO: Chico, es el precio. ¡Es un ANTRIOS!
MARCOS: ¡No habrás pagado cinco millones de pesetas por este cuadro!
SERGIO: Sabía que no lo apreciarías.
MARCOS: ¡¿Has pagado cinco millones de pesetas por esta mierda?!
SERGIO (como si estuviera solo): Mi amigo Marcos, que es un muchacho inteligente, un muchacho al que aprecio
desde hace tiempo, ingeniero aeronáutico, muy bien situado, forma parte de esos nuevos intelectuales que no se
contentan sólo con ser enemigos de la modernidad, sino que además se enorgullecen de ello. Desde hace poco
existe, entre los nostálgicos de los felices viejos tiempos, una arrogancia que le deja a uno estupefacto.
Los mismos. El mismo cuadro. El mismo sitio.
SERGIO: (Después de una pausa.)... ¿Cómo puedes decir «esta mierda»?
MARCOS: ¡Sergio, un poco de sentido del humor! ¡Ríe..., hombre, ríe! ¡Es alucinante que te hayas comprado este
cuadro! (MARCOS ríe. SERGIO, de piedra.)

3
228
SERGIO: Que encuentres esta adquisición alucinante, muy bien, que te haga reír, mejor, pero me gustaría saber
qué entiendes por «esta mierda».
MARCOS: ¡Me estás tomando el pelo!
SERGIO: En absoluto. ¿«Esta mierda» con relación a qué? Cuando se dice que tal cosa es una mierda, es que se
tiene un criterio de valor para apreciar esa cosa.
MARCOS: ¿Con quién hablas? ¿Con quién hablas en este momento? ¡Eh! ¡Eh!
SERGIO: A ti no te interesa la pintura contemporánea, jamás te ha interesado. No tienes ningún conocimiento en
ese campo, ¿cómo puedes afirmar que tal objeto, obedeciendo a unas leyes que ignoras, es una mierda?
MARCOS: ... Es una mierda. Lo siento.
SERGIO (solo): No le gusta el cuadro. Bueno... Ninguna delicadeza en su actitud. Ningún esfuerzo. Ninguna
muestra de ternura en su crítica. Sólo una risa pretenciosa, pérfida. Una risa que lo sabe todo mejor que nadie.
Odio esa risa.
MARCOS (solo): Que Sergio se haya comprado ese cuadro me supera, me inquieta, me provoca una angustia
indefinida. Al salir de su casa, tuve que tomarme tres gránulos de Gelsenium 9 CH que Paula me había aconsejado
-entre paréntesis, me dijo: ¿Gelsenium o Ignatia? ¿Prefieres Gelsenium o Ignatia? ¡¡Y yo qué sé!!-. No consigo
entender cómo es posible que Sergio, que es amigo mío, haya podido comprarse ese cuadro. ¡Cinco millones! Un
muchacho que no es millonario. Desahogado sí, confortablemente desahogado, pero sin más. ¡Se ha gastado
cinco millones en una tela blanca! Tengo que contárselo a Iván, que es nuestro amigo común, hablaré con Iván.
Aunque Iván es un muchacho tolerante, y eso en materia de relaciones humanas es el peor de los defectos. Iván
es tolerante porque pasa de todo. Si Iván tolera que Sergio se haya gastado cinco millones en esa mierda blanca,
es que Iván pasa de Sergio. Está claro.
CUESTIONES
9. Analiza los momentos del texto en los que las acotaciones indican “solo”… ¿Qué crees que
significan en la obra en comparación con los diálogos? ¿Qué valor tienen para el público?
10. El valor de una marca en la sociedad de consumo actual… ¿Dónde aparece en este fragmento?
11. ¿Es Marcos demasiado sincero con Sergio? ¿Criticarías a tus amigos/as por algo que se compraran
y que a ti no te gustara y te pareciera una locura? ¿Qué límite tiene la amistad?
12. ¿Crees que el mundo del arte contemporáneo es como se relata aquí?
13. Analiza la parte subrayada del texto. ¿Es positivo lo que Marcos dice de Iván?

TEATRO EN EL S. XX. Esperando a Godot. BECKETT, SAMUEL. (1953). Acto II


El sol se pone; sale la luna. VLADIMIR permanece inmóvil. ESTRAGÓN se despierta, se descalza, se levanta con los
zapatos en la mano y, los pone ante la batería; va hacia VLADIMIR y lo mira.
ESTRAGÓN.- ¿Qué te pasa?
VLADIMIR.- No me pasa nada. Cuando Pozzo y Lucky se marchan, un
ESTRAGÓN.- Me voy. muchacho anuncia a Vladimir y Estragón que
VLADIMIR.- Yo también. (Silencio.) Godot no vendrá esa noche, sino al día siguiente.
ESTRAGÓN.- ¿He dormido mucho? Oscurece bruscamente y termina el primer acto.
VLADIMIR.- No sé. (Silencio.) El segundo se desarrolla en el mismo escenario,
solo que el árbol ha florecido. Pozzo y Lucky
ESTRAGÓN.- ¿Adónde iremos?
vuelven desgastados por el tiempo, que ha
VLADIMIR.- No muy lejos.
pasado sin que se sepa cómo. El amo se ha
ESTRAGÓN.- ¡No, no, vámonos lejos de aquí! quedado ciego y el criado mudo. Cuando se
VLADIMIR.- No podemos. marchan, el muchacho del primer acto anuncia
ESTRAGÓN.- ¿Por qué? un nuevo aplazamiento de la cita.
VLADIMIR.- Tenemos que volver mañana.
ESTRAGÓN.- ¿Para qué?
VLADIMIR.- Para esperar a Godot.
ESTRAGÓN.- Es cierto. (Pausa.) ¿No ha venido?
VLADIMIR.- No.
ESTRAGÓN.- Y ahora ya es tarde.
4
229
VLADIMIR.- Sí, es de noche.
ESTRAGÓN.- ¿Y si lo dejamos correr? (Pausa.) ¿Si lo dejamos correr?
VLADIMIR.- Nos castigaría. (Silencio. Mira el árbol.) Solo el árbol vive.
ESTRAGÓN.- (Mirando el árbol.) ¿Qué es?
VLADIMIR.- El árbol.
ESTRAGÓN.- Sí, pero ¿de qué clase?
VLADIMIR.- No sé. Un sauce.
ESTRAGÓN.- Ven a ver. (Lleva a VLADIMIR hacia el árbol y quedan parados ante él. Silencio.) ¿Y si nos
ahorcáramos?
VLADIMIR.- ¿Con qué?
ESTRAGÓN.- ¿No tienes un trozo de cuerda?
VLADIMIR.- No.
ESTRAGÓN.- Entonces no podemos.
VLADIMIR.- Vayámonos.
ESTRAGÓN.- Espera, tenemos mi cinturón.
VLADIMIR.- Es demasiado corto.
E5TRAGÓN.- Tú me tiras de las piernas.
VLADIMIR.- ¿Y quién tira de las mías?
ESTRAGÓN.- Es verdad.
VLADIMIR.- De todas formas, déjame ver. (ESTRAGÓN se desata la cuerda que sujeta su pantalón. Este,
demasiado ancho, se le cae hasta los tobillos. Miran la cuerda.) Creo que puede servir. Pero ¿resistirá?
ESTRAGÓN.- Vamos a ver. Toma. (Cada uno agarra un extremo de la cuerda, y tiran. La cuerda se rompe. Están a
punto de caer.)
VLADIMIR.- No vale. (Silencio.)
ESTRAGÓN.- ¿Dices que tenemos que volver mañana?
VLADIMIR.- Sí.
ESTRAGÓN.- Entonces nos traeremos una buena cuerda.
VLADIMIR.- Eso es. (Silencio.)
ESTRAGÓN.- Didi.
VLADIMIR.- ¿Qué?
ESTRAGÓN.- No puedo seguir así.
VLADIMIR.- Eso es un decir.
ESTRAGÓN. ¿Y si nos separásemos? Quizá sería lo mejor.
VLADIMIR.- Mañana nos ahorcaremos. (Pausa.) A no ser que venga Godot.
ESTRAGÓN.- ¿Y si viene?
VLADIMIR.- Estaremos salvados. (VLADIMIR se quita su sombrero -el de LUCKY- , mira en el interior, pasa la mano,
lo sacude y se lo vuelve a poner.)
CUESTIONES
ESTRAGÓN.- Entonces, ¿nos vamos?
14. Indica las soluciones que proponen los
VLADIMIR.- Súbete los pantalones.
personajes para salir de su situación y por
ESTRAGÓN.- ¿Qué? cuál de ellas optan. ¿Qué piensas que harán
VLADIMIR.- Súbete los pantalones. al día siguiente? ¿Qué significado tiene para
ESTRAGÓN.- ¿Que me quite los pantalones? ti Godot?
VLADIMIR.- ¡Que te los subas! 15. Indica algunos rasgos de humor que hayas
encontrado en los tres fragmentos.
ESTRAGÓN.- Es verdad. (Se sube los pantalones. Silencio.)
16. Entre las conversaciones banales se deslizan
VLADIMIR.- ¿Qué? ¿Nos vamos? algunos pensamientos profundos. Extrae unas
ESTRAGÓN.- Vamos. (No se mueven.) muestras de los fragmentos leídos.
TELÓN
5
230
TEATRO EN EL S. XX. Muerte de un viajante. MILLER, HENRY. (1949). Acto II (al final)
(Linda se aparta de ellos y se cubre el rostro con las manos.)
WILLY: ¡Y supongo que yo soy el culpable!
BIFF: ¡Desde que salí del instituto, me han echado de todos los empleos por robar!
WILLY: ¿Y quién tiene la culpa?
BIFF: ¡Y nunca he llegado a ninguna parte porque me llenaste tanto la cabeza de pájaros que no puedo aceptar órdenes de
nadie! ¡Ya ves de quién es la culpa!
WILLY: No me puedo creer lo que estoy oyendo.
LINDA: ¡Basta, Biff!
BIFF: ¡Ya era hora de que lo oyeses! Tenía que ser un pez gordo en quince días, para satisfacción del jefe. Pues bien, ¡eso se
acabó!
WILLY: ¡Entonces ahórcate! ¡Por odio, ahórcate!
BIFF: ¡No! ¡Nadie va a ahorcarse, Willy! Hoy he bajado corriendo once pisos con una pluma en la mano. Y de repente me
detuve, ¿me oyes? En medio de aquel bloque de oficinas, ¿sabes?, me detuve y vi… el cielo. Vi las cosas que amo en este
mundo. El trabajo, la comida y tiempo para sentarme y fumar. Y miré la estilográfica y me pregunté para qué diablos la
había robado. ¿Por qué trataba de convertirme en lo que no quiero ser? ¿Qué estoy haciendo en una oficina, como un necio
despreciable que pide limosna, cuando todo está ahí fuera, esperando el momento en que yo diga que sé quién soy? ¿Por
qué no puedo decir eso, Willy? (Intenta lograr que Willy le mire a la cara, pero Willy se aparta y va hacia la izquierda.)
WILLY (con odio, en tono amenazador): ¡La puerta de tu vida está abierta de par en par!
BIFF: ¡Soy un don nadie, papá, lo mismo que tú!
WILLY (volviéndose hacia él sin poder dominarse): ¡Yo no soy un don nadie! ¡Soy Willy Loman, y tú eres Biff Loman!
(Biff se acerca a Willy, pero Happy se interpone. Enfurecido, Biff parece a punto de atacar a su padre.)

CUESTIONES
17. Interpreta la relación entre Willy y Biff, teniendo en cuenta que son padre e hijo.
18. ¿Quién crees que es Linda? ¿Cómo reacciona ante la situación? ¿Por qué?

TEATRO EN EL S. XX. La colección. PINTER, HAROLD. (1962).


BILL: ¿De qué tienes miedo?
JAMES: (alejándose): ¿Qué es eso?
BILL: ¿Qué?
JAMES: Creía que era un trueno.
BILL (a él): ¿Por qué tienes miedo de agarrar este cuchillo?
JAMES: No tengo miedo. Sólo estaba pensando en el trueno de la semana pasada, cuando tú y mi esposa estabais en Leeds.
BILL: Oh, no empecemos otra vez. Creía que habíamos dejado atrás todo eso. ¿No es cierto? No me digas que todavía te
preocupa.
JAMES: Oh, no. Sólo es nostalgia.
BILL: Verdaderamente cuando te enteras de la verdad toda herida sana, ¿no es cierto? Quiero decir, cuando se confirma la
verdad. Yo habría pensado que es así.
JAMES: Por supuesto.
BILL: ¿Qué es lo que queda por pensar? Es algo lamentable que nunca debería repetirse. Sin pasado, sin futuro. ¿Entiendes
lo que digo? Eres un tipo que estuvo casado durante dos años. ¿No eres feliz? Existe un lazo de hierro entre tu mujer y tú.
No puede ser quebrado por algo tan trivial como esto. Me disculpé, ella se disculpó. Honestamente, ¿qué más puedes
esperar?
(Pausa... James lo mira. Bill sonríe. Harry aparece por la puerta de entrada, la abre y la cierra silenciosamente, y permanece
en el hall, sin ser detectado por los otros.)
JAMES: Nada.
BILL: Toda mujer puede tener tarde o temprano un arrebato de... salvaje sensualidad. Por lo menos a mí me parece. Es parte
de su naturaleza. Aunque fuese el tipo de sensualidad que tú mismo nunca tuviste la suerte de experimentar. ¿Qué? (Se ríe.)
Supongo que es el destino de todo marido. Creo que es el sistema el que tiene la culpa, no tú. Tal vez ella nunca más
necesite hacerlo, quién sabe.
(James se levanta, se acerca a la frutera, y agarra el cuchillo de la fruta. Pasa su dedo a lo largo de la hoja.)

CUESTIONES
19. ¿Cómo crees que se siente James respecto a Bill? ¿Por qué?
20. Interpreta el final del fragmento y aventura cómo podría continuar.
6
231
232
LITERATURA UNIVERSAL – TRABAJO 1ª
evaluación: OTRAS LITERATURAS
 Individual o por parejas.
 Extensión: entre 3 y 5 páginas (sin contar la portada)
 A ordenador.
 Época: XIX y XX
 Contenido: características, corrientes, principales autores y obras,
premios…
 Entrega en papel y exposición ante la clase.

Posibles temas:
1. Literatura japonesa.
2. Literatura coreana.
3. Literatura india.
4. Literatura yiddish.
5. Literatura turca.
6. Literatura finlandesa.
7. Literatura islandesa.
8. Literatura marroquí.
9. Literatura búlgara.
10.Literatura rumana.
11.Literatura neerlandesa.
12.Literatura húngara.
13.Literatura checa.

14.Literatura de los Balcanes.


15.Literatura polaca.
16.Literaturas caribeñas poscoloniales de países no hispanohablantes.
17.Literatura canadiense.

18.Literatura nigeriana.
19.Literatura sudafricana.
20.Otras literaturas africanas (sin Egipto, el Magreb, Nigeria ni Sudáfrica).
21.Literatura persa (iraní).

233
LITERATURA UNIVERSAL – TRABAJO 2ª
evaluación: MUJERES ESCRITORAS ACTUALES
 Individual.
 Extensión: mínimo 5 páginas (no hay máximo).
 A ordenador. Con portada e índice.
 Época: 2ª mitad s. XX e inicios del XXI
 Contenido: biografía (formación, año de debut, género literario más
habitual, profesiones…), premios literarios, corriente o movimiento literario
al que pertenece, obras y estilo… Posibilidad de incluir anexo con un
fragmento de alguna de las obras de la autora en cuestión.
 Etapas del trabajo:
 Entrega en papel.
 Preparación y envío de Power Point.
 Exposición ante la clase.

Nómina (representan a diferentes países y culturas).


1. Arundhaty ROY (India). 14. Anne HOLT (Noruega).
2. Margaret ATWOOD (Canadá). 15. Liza MARKLUND (Suecia).

3. Sofi OKSANEN (Finlandia). 16. Edna O´BRIEN (Irlanda).


4. Joyce Carol OATES (EE.UU.). 17. Teesa de LOO (Holanda).
5. Hertha MÜLLER (Alemania). 18. Olga TOKARCZUK (Polonia).
6. Svetlana ALEXIEVICH (Bielorrusa). 19. Siri HUSTVEDT (EE.UU. y Noruega).
7. Elfriede JELINEK (Austria). 20. Zadie SMITH (Inglaterra).
8. Nélida PIÑÓN (Brasil). 21. Fred VARGAS (Francia).
9. Amelie NOTHOMB (Bélgica). 22. Amy TAN (EE.UU. y China).

10. Yoko OGAWA (Japón). 23. Alice SUN-CUA (Filipinas).


11. Elena FERRANTE (Italia). 24. Ken BUGUL (Senegal).
12. Kate MORTON (Australia). 25. Buchi EMECHETA (Nigeria).

13. Ludmila ULITSKAIA (Rusia). 26. Ama Ata AIDOO (Ghana).

234
LITERATURA UNIVERSAL – TRABAJO 3ª
evaluación: BIOPICS SOBRE ESCRITORAS Y ESCRITORES
 Individual. Extensión: mínimo 5 páginas (no hay máximo).
 A ordenador. Con portada e índice. Época: películas de los últimos 30 años
 Contenido: ficha completa de la película (año, director/a, nacionalidad, duración, intérpretes
y papeles, premios…), sinopsis de la película, época de la vida del autor/a que se retrata
(tiempo interno), espacio, rasgos físicos y de carácter que se destacan del escritor,
contextualización del escritor/a (nacionalidad, época, corriente o movimiento literario,
formación, año de debut, género literario más habitual, profesión/es, premios literarios,
obras más destacadas…), opinión personal y crítica de la película (parte más importante del
trabajo) Posibilidad de incluir algún anexo con cualquier otra información que se considere
de interés.
 Etapas del trabajo:
 Entrega en papel.
 Preparación y envío de Power Point.
 Exposición ante la clase.

Lista de títulos de películas (año): escritor/a del que hablan.


1. Iris (2001): Iris Murdoch.
2. Las horas (2002): Virginia Woolf.
3. La joven Jane Austen (2007): Jane Austen.
4. Sylvia (2003): Sylvia Plath.
5. Descubriendo Nunca Jamás (2004): J.M. Barrie.
6. Shakespeare in love (1998): William Shakespeare.
7. Cyrano de Bergerac (1990): Cyrano de Bergerac.
8. Capote (2005): Truman Capote.
9. Howl - Aullido (2010): Allen Ginsberg.
10. Las aventuras amorosas del joven Molière (2007): Molière.
11. El secuestro de Michel Houellebecq (2014): Michel Houellebecq.
12. Historia de una pasión (2016): Emily Dickinson.
13. Las hermanas Brontë (1979): Anne, Emily y Charlotte Brontë.
14. Memorias de África (1985): Isak Dinesen.
15. Remando al viento (1988): Byron y Shelley.
16. Tierras de penumbra (1993): C.S. Lewis.
17. Los diarios del ron (2011): Hunter S. Thompson.
18. Factótum (2005): Charles Bukowski.
19. Violette (2013): Simone de Beauvoir.
20. Pasolini (2014): Pier Paolo Pasolini.
21. Wilde (1997): Oscar Wilde.
22. Vidas al límite (1995): Verlaine y Rimbaud.
23. Mishima. Una vida en cuatro capítulos (1985): Yukio Mishima.
24. Miss Potter (2006): Beatrix Potter.
25. La última estación (2009): León Tolstoi.
26. Set fire to the stars (2014): Dylan Thomas.
27. Quills (2000): Marqués de Sade.
28. Bright Star (2009): John Keats.

235
TROYA, LITERATURA UNIVERSAL

Preguntas generales de comprensión:

1. ¿Dónde se sitúan los acontecimientos?

2. ¿Por qué abandona Helena a su marido?

3. Según lo que has visto ¿Agamenón quiere


recuperar a Helena o sus intenciones al ir a
Troya son otras?

4. ¿Por qué acude Aquiles a Troya en lugar de quedarse en su patria?

5. ¿Por qué se niega a continuar el combate Aquiles?

6. Las películas, con la intención de mantener la atención del espectador,


tergiversan y cambian algunos acontecimientos del pasado o toman elementos
prestados de otras historias. A continuación te ofrecemos un resumen del
argumento de La Ilíada, teniendo en cuenta este resumen di qué parte de la
película no coincide con los relatos de dicho poema épico.

La obra narra un suceso que tiene lugar el último año de los diez que llevan
peleando los griegos y los troyanos, el suceso es la cólera de Aquiles provocada por
un enfrentamiento con el jefe de la expedición: éste se ha negado a liberar a su
esclava Criseida, hija de un sacerdote de Apolo y esta negativa a provocado la
peste entre los griegos, conocido el motivo, el jefe griego se ve obligado a devolver
su esclava, pero toma en sustitución de ésta a Briseida, que en principio había
correspondido a Aquiles. Por ello el héroe se niega a luchar.

Se nos narran diversos enfrentamientos entre los ejércitos troyano y griego,


cuando los troyanos atacan las naves griegas, Patroclo, el mejor amigo de Aquiles,
le pide permiso para tomar su armadura y acudir en ayuda de los demás griegos y
tomando las armas de Aquiles muere a manos de Héctor. Este suceso hace que
Aquiles y Agamenón hagan las paces y que Aquiles entre en combate nuevamente y
que en el transcurso de una nueva batalla, tras luchar con diversos héroes mate a
Héctor (hijo de Príamo); el cadáver de este último es ultrajado, pero finalmente
Aquiles accede a las súplicas de Príamo y permite que éste se lleve a su hijo para
enterrarlo.

7. Ya hemos visto cómo se nos representa en dos escenas de la película la


costumbre de incinerar a los muertos. En ambas se colocan sendas monedas en los
ojos antes de encender el fuego. Lee el siguiente fragmento sobre los ritos
funerarios en la Grecia antigua.

236
TROYA, LITERATURA UNIVERSAL

RITOS FUNERARIOS

Para las griegos la entrada al reino de Hades (dios de los muertos) se encontraba
en el Ténaro, un umbrío promontorio de Laconia, más allá se encuentra la tenebrosa
laguna Estigia o el río Aqueronte, según las versiones, donde Caronte recogía las
almas de los muertos para su último viaje. Como la travesía no era gratis, los
griegos debían poner en la boca de los cadáveres una moneda para pagar al terrible
Caronte.

Una vez en la otra orilla los muertos eran recibidos por un espantoso portero, el
Can Cerbero, monstruo dotado de tres cabezas, cola de dragón y toda clase de
serpientes en el lomo. Luego el muerto es juzgado antes de enfrentarse a su
destino, de tal manera que los condenados son enviados al Tártaro donde sufren
toda clase de desgracias y los bienaventurados viven felices en los Campos Elíseos.

Cuando se producía un fallecimiento se lavaba el cadáver, se le vestía con tres


mantos blancos y luego era expuesto con los pies orientados a la puerta de la casa.

En la boca del difunto se colocaba un óbolo, el precio que cobraba Caronte por
conducir un alma a través de la laguna Estigia al mundo de los muertos. Junto a la
cabeza del difunto se colocaba un jarrote aceite y en su mano una tarta funeraria.
En cuanto a la práctica de inhumar o incinerar los cuerpos, ambas costumbres
existieron en Grecia, aunque dependiendo de los periodos históricos o incluso los
lugares se practicaba una y otra.

a) Compara el texto que acabas de leer con lo que se presenta en la película,


¿qué costumbre se ve en ella que no coincide con lo que has leído?

Los personajes.

1.¿Quién dirías tú que es el héroe de la película?

2.¿Y quién dirías que es el antihéroe, el “malo”?

3. En literatura se llama antagonista al personaje que se enfrenta al héroe. ¿quién


crees que es el antagonista de Aquiles: Héctor o Agamenón?

4. Menciona los personajes principales de la película indicando las relaciones que


hay entre ellos y dando un adjetivo que los califique.

5. Algunos de los personajes de la película se relacionan de forma diferente a los


de la epopeya. En este sentido, destacan Patroclo y Briseida. ¿En qué difiere su
relación con Aquiles respecto a la que se presenta en La Iliada?

6. ¿Qué semejanzas y diferencias encuentras entre Aquiles y Héctor?

237
Trabajo evaluación

El nombre de la rosa
1. 1. Umberto Eco había pensado como título para su
novela: La abadía del crimen. Lo desechó porque le
parecía que era dar demasiada importancia a la trama de
misterio. ¿Qué título te gusta más? ¿Qué título le
hubieras puesto tú?
2. 2. ¿Cómo interpretas el título del libro? ¿Qué
significa El nombre de la rosa?
3. El nombre de la rosa como novela de misterio: hay un detective Guillermo de
Baskerville (que, además, se apellida como el título de una de las novelas de Sherlock
Holmes); una especie de Watson (el ayudante de Holmes), que es Adso de Melk; un
asesino “psicópata” (Jorge de Burgos); asesinatos con “método” (como en Seven, por
ejemplo), venenos, incendios, laberintos… ¿Podría Quentin Tarantino haber hecho una
película a su estilo con este material?
4. Adso, el joven ayudante de Guillermo, decide, al final, seguir a su maestro antes de
quedarse con la chica que conoció en la abadía. ¿Por qué lo hace? ¿Qué vida hubiera
tenido si se hubiera quedado con ella? ¿Qué hubieras hecho tú?
5. Describe la vida en la abadía.
6. Muchos monjes se dedicaban a copiar libros. ¿Por qué lo hacían? ¿Cómo lo hacían?
¿Existía la imprenta en esta época? ¿Y el papel?
7. En la película, uno de los monjes que dibujaban las miniaturas en los libros es
asesinado. ¿Por qué este trabajo era tan importante? (Recuerda que en esta época no
había tele, ni fotos…)
8. El “malo” de la Inquisición muere al final de la película de una forma brutal, pero eso
no aparece en el libro. ¿Por qué crees que en la película sí?
9. ¿Qué sabes de la Inquisición?
10. En la película, discuten los que creen que la Iglesia debe tener poder y riqueza y los que
creen que debe renunciar a todo y defienden la pobreza absoluta. ¿Quiénes crees que
tienen razón?
11. Intenta imaginar cómo sería la vida de los personajes principales más allá de lo que
cuenta la película. ¿A qué se dedicaron después? ¿Qué fue del abad? ¿Y de la chica?
¿Qué fue de Guillermo de Baskerville?
12. En la película sale gente muy… fea. ¿Es que en la Edad Media eran más feos que
ahora?
13. Toda la trama de la película gira en torno a un libro de Aristóteles. ¿Quién fue
Aristóteles? ¿En qué época vivió? ¿Por qué es tan importante ese libro de Aristóteles?
¿Por qué el monje ciego, Jorge de Burgos, quiere evitar que alguien lo lea y siga con
vida?

238
Trabajo evaluación

14. Por cierto, si Jorge de Burgos no quiere que se lea el libro de Aristóteles conservado en
la abadía, ¿no sería más fácil destruirlo? ¿No será que Jorge odia ese libro, pero también
lo ama, conoce su valor, y por tanto no quiere que desaparezca para siempre?
15. En la película aparecen varios temas: Homosexualidad, ambición, fanatismo, odio,
amistad, amor a la cultura, sexo, violencia… ¿Podrías poner un ejemplo de cada uno de
ellos?
16. Si te dieran a escoger entre todos los personajes de la película, ¿con cuál te quedarías?
¿Por qué?
17. Hay una escena en la que Guillermo está manejando unos extraños instrumentos en su
habitación y, cuando llega el abad, los esconde rápidamente. ¿Por qué hace esto? ¿De
qué tiene miedo Guillermo?
18. ¿Te has dado cuenta de que los monjes se sorprenden cuando Guillermo saca una
especie de gafas? ¿Por qué?
19. Guillermo está a punto de morir tras el incendio de la biblioteca. Sin embargo, cuando
consigue salir y Adso le abraza… resulta que se había entretenido en guardar bajo su
manto unos cuantos libros. ¿No te parece esto una demostración del amor que tenía
Guillermo por los libros? ¿Por qué son tan importantes los libros (y más en esa época)?
20. En la película hay una referencia al Beato de Liébana. ¿Qué es?
21. ¿Se puede prohibir la lectura de un libro? (Bueno, poder sí se puede, pero ¿se
debe?) ¿Se puede prohibir una película, o un programa de televisión? ¿Alguien tiene
derecho a decir qué libros, película o programa de televisión se pueden leer y ver y
cuáles no?
22. Los libros, en esta época, estaban escritos en latín. ¿Por qué?
23. ¿Has leído la novela de Umberto Eco? ¿Te gusta más la novela, o la película? Si has
visto la película antes de leer la novela, ¿no te apetece leerla ahora?

239
Literatura Universal. Literatura del Renacimiento

EL CLUB DE LOS POETAS MUERTOS

1. Una de las expresiones más repetidas en

la película es la de Carpe Diem. Indica 5

momentos en los que aparece.

2. ¿Qué diferencias hay entre el modelo

de enseñar del profesor Keating y el del

resto de profesores? ¿Qué pretende conseguir cada uno de estos

modelos de sus alumnos?

3. ¿Cómo es la relación de los alumnos con sus propias familias? Cita

momentos de la película que justifiquen tu respuesta.

4. En toda la película, el profesor reivindica la importancia de las

humanidades, y en concreto de la poesía frente a la ciencia y la

técnica. Explica y analiza cómo se plantea, en diferentes momentos

de la película, dicha reivindicación.

5. ¿Qué significa el hecho de subirse encima de la mesa en clase?

6. ¿Qué personaje evoluciona más a lo largo de la novela? Justifica tu

respuesta.

240
Trabajo evaluación

Shakespeare in love

INDICACIONES PARA EL TRABAJO:

 El trabajo debe contener una portada, donde figure


el título, tu nombre y apellidos, la asignatura y el curso.
 El trabajo (excepto la portada, si quieres) debe
estar escrito a mano. Copia los enunciados de las
preguntas. A una sola cara.

a) Preguntas generales:

 ¿Qué reina inglesa aparece en la obra? ¿Favorece el teatro o no?

Justifica tu respuesta. El Maestro de Festejos es un cargo de la

Corte ¿qué responsabilidades le son propias?

 Christopher Marlowe es otro personaje real de la película. Busca

información sobre él ¿Se corresponde con lo que se dice de él en

la película? ¿Por qué muere Marlowe?

 ¿Quién y cómo descubre la verdadera identidad de Thomas

Kent?

b) La trama

 Esta película básicamente es una historia amorosa de enredo,

ambientada en una época pasada, por tanto podemos decir que

participa de la comedia, del cine histórico y romántico.Señala

escenas de la película que encajen en cada uno de estos géneros:

 ¿Por qué el amor de los protagonistas es imposible?

 ¿Por qué motivo se suspenden las representaciones?

c) Los personajes

241
Trabajo evaluación

 Enumera los personajes y clasifícalos en protagonistas y secundarios.

 Viola de Lesseps.

- ¿Cómo definirías el carácter de este personaje?

- ¿Qué quiere conseguir y qué se lo impide?

- ¿Por qué se casa con Wessex?

- Entre Viola y Will, ¿cuál de los dos personajes te parece menos

estereotipado, es decir, cuál es más complejo, tiene más matices,

actúa de forma más inesperada…?

- ¿Te parecen verosímiles las aventuras de Viola dada su condición de

mujer noble y sometida a todo tipo de cortapisas?

 En la película aparecen varios personajes relacionados con el mundo

del teatro. Nómbralos señalando cuál es la tarea de cada uno.

 Elige un personaje secundario y coméntalo.

242
TRABAJO EVALUACIÓN SOBRE MADAME BOVARY

MADAME BOVARY
FLAUBERT

1. Comienza la película con la presentación de los


dos personajes principales, Charles y Emma Bovary:
explica qué se dice de cada uno, cómo ha sido su vida
antes de conocerse, en qué situación se conocen…
2. Flaubert procede de una familia muy vinculada a la medicina y los avances
científicos ¿En qué se nota esto en la película?
3. Explica qué diferencias hay entre el primer encuentro entre Charles y
Emma y la relación que ambos mantienen después de casarse.
4. El matrimonio Bovary se traslada de residencia ¿Hacia dónde se dirigen?
¿Por qué razón?
5. ¿Quién es Rodolphe? ¿Cómo conoce a Emma? Resume brevemente la relación
que existe entre ambos. ¿Cómo se comporta Rodolphe con Emma? ¿Crees
que la ama? Razona tu respuesta.
6. Hay una interesante escena en la que se alterna la conversación entre Emma
y Rodolphe con un discurso político ¿Qué datos ofrece el orador sobre la
sociedad francesa?
7. Emma vive un intenso romance con León. ¿Quién es este personaje? Para
poder visitar a su amante en la ciudad, la protagonista urde un engaño que le
permite viajar regularmente a Rouen con el consentimiento de su marido
¿Qué excusa inventa?
8. Los caros gustos de Emma se intensifican de tal manera que llegan a ser
insostenibles. Encuentra en la película ejemplos de su despilfarro.
9. ¿En qué momento empieza a sospechar Charles que Emma lo engaña?¿Cómo
reacciona?¿Descubre finalmente toda la verdad?
10. ¿Cómo muere Emma? Describe el comportamiento de Charles en este
momento.
11. ¿Cuál es el tema central de la obra ¿Por qué está frustrada la protagonista?
12. Busca la definición de bovarismo y explica su relación con la obra de
Flaubert.

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LITERATURA UNIVERSAL

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LITERATURA UNIVERSAL

Homero
Vida
Homero es el nombre con el que conocemos al autor de los dos grandes
poemas épicos de la literatura griega: la Ilíada y la Odisea. Sin embargo, con-
tamos con muy pocos datos fiables sobre este personaje, en el que se fun-
den la historia, la tradición literaria e incluso la mitología.
Al parecer, se trata de un autor nacido en el siglo VIII a. C., aunque no se ha de-
terminado con exactitud la cronología ni el lugar de su nacimiento. Según la
tradición, este aedo («poeta») era ciego y a él se le atribuye la composición de
la Ilíada, la Odisea, los Himnos homéricos y algunos textos de obras fragmenta-
rias o perdidas. Sin embargo, otras teorías defienden la posibilidad de que Ho-
mero no fuera más que el nombre que se dio a un grupo de aedos griegos
que componían y recitaban poemas épicos, en vez del de un único autor.

Obra
La obra de Homero es, eminentemente, épica. Sus dos textos más importan-
tes son la Ilíada y la Odisea, ambos centrados en dos momentos distintos
–y consecutivos– de la guerra de Troya (Ilion, en griego), suceso que funciona como nexo entre
los dos poemas.
En la Ilíada, se relata el origen de la guerra –el rapto de Helena, esposa de Menelao– y el desarrollo
de la contienda; en la Odisea, sin embargo, el autor se centra en el retorno del héroe griego Odi-
seo a su tierra natal, Ítaca, donde lo aguardan su esposa, Penélope, y su hijo, Telémaco.
Cada poema presenta un personaje heroico sobre el que recae el protagonismo de la acción: Aqui-
les, en la Ilíada; Odiseo, en la Odisea. Ambos héroes poseen, a su vez, rasgos peculiares que los huma-
nizan y diferencian entre sí:
• Aquiles representa la furia, el valor guerrero y la visceralidad. Así, por ejemplo, el estallido de su
temible cólera, tras la muerte de su amigo Patroclo a manos del príncipe troyano Héctor, es la
clave argumental de la segunda parte de la Ilíada.
• Odiseo simboliza la astucia, el ingenio e incluso la mentira. Sus hazañas (como su plan del caballo de
Troya) no son fruto de su fortaleza ni de sus cualidades como guerrero, sino que nacen de su capa-
cidad para engañar a sus enemigos, e incluso a sus amigos, tal y como hace con el propio Aquiles, a
quien convence de que participe en la guerra de Troya mediante una sutil estratagema.
Ambas obras constituyen la cima de la poesía épica griega, género de transmisión y difusión oral
que alcanza en estos dos poemas sus mayores cotas artísticas y literarias. Desde el punto de vista
métrico, en ambos se emplea el llamado hexámetro dactílico. De este modo, cada verso está for-
mado por seis unidades o pies. Los primeros cinco pies eran dáctilos (una sílaba larga seguida de
dos sílabas breves) y el último podía ser un espondeo (dos sílabas largas) o un troqueo (una sílaba
larga y otra breve). También es un rasgo característico de la poesía épica el empleo de fórmulas y
epítetos que facilitaban la memorización –e incluso la improvisación del texto– por parte de los
aedos.
En cuanto a su estructura, los dos poemas presentan un inicio in medias res. En el caso de la Ilíada, el
poema se abre con el estallido de la peste en el campamento griego tras nueve años de guerra entre
griegos y troyanos. En cuanto a la Odisea, el relato comienza con la Telemaquia (cantos I al IV), en la
que se cuenta el sufrimiento de Penélope y su hijo, Telémaco, ante la prolongada ausencia de Odiseo.
En su conjunto, la obra de Homero recoge algunos de los mitos más célebres de la cultura griega,
dotándolos de una cohesión y una homogeneidad sin precedentes. Además, sus historias y perso-
najes –las sirenas, el cíclope Polifemo, la maga Circe…– permanecen vivos en nuestra memoria co-
lectiva y han ejercido una influencia fundamental en la literatura universal de todos los tiempos.

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Odiseo y Polifemo
En su largo regreso a Ítaca, Odiseo es acogido por el rey Al- –A Nadie me lo comeré el último, después de sus com-
cínoo, a quien relata parte de sus aventuras. Entre ellas, pañeros, y a todos los demás antes que a él: tal será el
Odiseo cuenta cómo consiguió escapar del temible cíclope don hospitalario que le ofrezca.
Polifemo gracias a su astucia. Dijo, tirose hacia atrás y cayó de espaldas. Así echado,
Echada en el suelo del establo veíase una gran clava1 de dobló la gruesa cerviz y venciole el sueño, que todo lo
olivo verde, que el cíclope había cortado para llevarla rinde: salíale de la garganta el vino con pedazos de car-
cuando se secase; nosotros, al contemplarla, la compa- ne humana, y eructaba por estar cargado de vino. En-
rábamos con el mástil de un negro y ancho bajel de tonces metí la estaca debajo del abundante rescoldo
transporte que tiene veinte remos y atraviesa el dilatado para calentarla, y animé con mis palabras a todos los
abismo del mar: tan larga y tan gruesa se nos presentó a compañeros: no fuera que alguno, poseído de miedo,
la vista. Acerqueme a ella y corté una estaca como de se retirase. […] Ellos, tomando la estaca de olivo, hincá-
una braza, que di a los compañeros mandándoles que la ronla por la aguzada punta en el ojo del cíclope, y yo, al-
puliesen. No bien la dejaron lisa, agucé uno de sus ca- zándome, hacíala girar por arriba. Del modo que cuando
bos, la endurecí pasándola por el ardiente fuego, y la un hombre taladra con el barreno el mástil de un navío,
oculté cuidadosamente debajo del abundante estiércol otros lo mueven por debajo con una correa que asen
esparcido por la gruta. Ordené entonces que se eligie- por ambas extremidades, y aquel da vueltas continua-
ran por suerte los que, uniéndose conmigo, deberían mente, así, nosotros, asiendo la estaca de ígnea2 punta,
atreverse a levantar la estaca y clavarla en el ojo del cí- la hacíamos girar en el ojo del cíclope y la sangre brota-
clope cuando el dulce sueño le rindiese. Cayoles la suer- ba alrededor del caliente palo. […] Dio el cíclope un
te a los cuatro que yo mismo hubiera escogido en tal fuerte y horrendo gemido, retumbó la roca, y nosotros,
ocasión, y me junté con ellos formando el quinto. Por la amedrentados, huimos prestamente, mas él se arrancó
tarde volvió el cíclope con el rebaño de hermoso vellón, la estaca, toda manchada de sangre, arrojola furioso le-
que venía de pacer, e hizo entrar en la espaciosa gruta a jos de sí, y se puso a llamar con altos gritos a los cíclopes
todas las pingües reses, sin dejar a ninguna dentro del que habitaban a su alrededor, dentro de cuevas, en los
recinto, ya porque sospechase algo, ya porque algún ventosos promontorios […].
dios se lo ordenara. […] Entonces llegueme al cíclope y, –¿Por qué tan enojado, ¡oh, Polifemo!, gritas de seme-
teniendo en la mano una copa de negro vino, le hablé jante modo en la divina noche, despertándonos a to-
de esta manera: dos? ¿Acaso algún hombre se lleva tus ovejas mal de
–Toma, cíclope, bebe vino, ya que comiste carne huma- tu grado? ¿O, por ventura, te matan con engaño o con
na, a fin de que sepas qué bebida se guardaba en nues- fuerza?
tro buque. Te lo traía para ofrecer una libación en el caso Respondioles desde la cueva el robusto Polifemo:
de que te apiadases de mí y me enviaras a mi casa, pero
tú te enfureces de intolerable modo. ¡Cruel! ¿Cómo ven- –¡Oh amigos! «Nadie» me mata con engaño, no con
drá en lo sucesivo ninguno de los muchos hombres que fuerza.
existen, si no te portas como debieras? Y ellos le contestaron con estas aladas palabras:
Así le dije. Tomó el vino y bebióselo. Y gustole tanto el –Pues si nadie te hace fuerza, ya que estás solo, no es
dulce licor que me pidió más: posible evitar la enfermedad que envía el gran Zeus; pe-
–Dame de buen grado más vino y hazme saber inme- ro ruega a tu padre, el soberano Poseidón.
diatamente tu nombre para que te ofrezca un don hos- Apenas acabaron de hablar, se fueron todos, y yo me reí
pitalario con el cual te huelgues. […] en mi corazón de cómo mi nombre y mi excelente artifi-
cio los habían engañado.
LITERATURA UNIVERSAL

Así habló, y volví a servirle el negro vino: tres veces se lo


presenté y tres veces bebió incautamente. Y cuando los HOMERO
vapores del vino envolvieron la mente del cíclope, díjele Odisea
con suaves palabras:
–¡Cíclope! Preguntas cuál es mi nombre ilustre y voy a 1
clava: palo toscamente labrado.
2
decírtelo; pero dame el presente de hospitalidad que ígnea: de fuego.
me has prometido. Mi nombre es Nadie, y Nadie me lla-
man mi madre, mi padre y mis compañeros todos.
Así le hablé, y enseguida me respondió con ánimo cruel:

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LITERATURA UNIVERSAL

Sófocles
Vida
Sófocles (Colona, cerca de Atenas, h. 495 a. C. - Atenas, 406 a. C.) es uno de los
tres grandes autores trágicos de la literatura griega, junto con su predecesor,
Esquilo, y su sucesor, Eurípides.
Perteneciente a una acomodada familia de artesanos, lo que le permitió re-
cibir una completa educación, Sófocles comenzó su labor como dramatur-
go en el 468 a. C., año en el que venció a Esquilo en los certámenes teatra-
les que se celebraban anualmente en Atenas. A partir de este momento,
el joven autor se convirtió en uno de los dramaturgos más celebrados del
teatro griego, llegando a componer un centenar de tragedias, de las cuales
solo se han conservado siete obras completas.
A pesar de no manifestar un gran interés en cuestiones políticas, fue elegido
en dos ocasiones como estratego para dirigir las operaciones militares e inclu-
so participó en la expedición ateniense contra Samos, tal y como nos cuenta
Plutarco en sus Vidas paralelas.

Obra
La obra de Sófocles constituye una de las cimas de la literatura grecolatina y, en especial, supone
un hito dentro del nacimiento y el desarrollo del género teatral.
Sófocles toma como punto de partida la obra de su antecesor, Esquilo, pero aporta novedades de
enorme alcance para la evolución de la tragedia. Entre ellas, podemos destacar las siguientes:
• Se presenta por primera vez a un tercer personaje en escena, dando así mayor complejidad al
diálogo y aumentando sus posibilidades dramáticas.
• Se enriquecen las cuestiones técnicas, tales como el vestuario y la escenografía.
• Se dota a los protagonistas de una mayor entidad ética e individual, profundizando en sus crisis
y alejándose del estilo estatuario y colectivo del teatro de Esquilo.
De las más de cien tragedias que compuso solo hemos conservado siete: Antígona, Edipo rey, Áyax,
Las traquinias, Filoctetes, Edipo en Colono y Electra. En todas ellas destaca el tratamiento de un con-
flicto que obsesionaba a su autor: el enfrentamiento entre la ley humana y la ley natural, lucha que
conduce a los personajes a la agonía y, finalmente, a un desenlace trágico.
Este conflicto es el tema, por ejemplo, de una de sus tragedias más célebres, Antígona, en la que la
protagonista no puede dar sepultura a su hermano rebelde –la ley natural o ley de la sangre–, ya
que las normas de la ciudad –la ley humana, representada en el gobernador Creonte– prohíben el
entierro de aquel que se haya levantado contra las autoridades.
Formalmente, las obras de Sófocles se caracterizan, entre otros rasgos, por el hábil empleo de la
ironía trágica. Esta ironía consiste en que los personajes hacen afirmaciones a lo largo de la obra
sin ser conscientes del verdadero significado de sus palabras. En Edipo rey, que es posiblemente su
obra más conocida, el personaje de Edipo alude continuamente al culpable de la muerte de Layo,
antiguo rey de Tebas, sin ser consciente de que se está mencionando a sí mismo. Este procedi-
miento teatral consigue que el desenlace resulte mucho más trágico y desgarrador, de manera
que se refuerza la catarsis final que perseguía toda tragedia griega.
En cuanto a las fuentes, Sófocles toma como punto de partida muchos de los mitos propios de la
cultura griega. Sin embargo, no se conforma con relatarlos, sino que busca en ellos la posibilidad
de representar de manera simbólica actitudes o comportamientos desde una perspectiva eminen-
temente ética. De este modo, sus héroes y heroínas –Edipo, Electra, Antígona…– se convierten en
paradigmas con los que el autor reflexiona sobre las relaciones entre el individuo y la sociedad.

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Edipo descubre la verdad


Edipo, en un cruce de caminos, mata a un hombre al que YOCASTA. El país se llama la Fócide, y el lugar exacto del
no conoce. Después, llega a la ciudad de Tebas y contrae suceso está donde viene a coincidir la bifurcación
matrimonio con Yocasta. Con el paso del tiempo, descubre de caminos de Delfos y de Daulia.
que, sin saberlo, ha matado a su padre –el rey Layo– y se ha EDIPO. ¿Y qué tiempo ha transcurrido desde entonces?
casado con su madre.
YOCASTA. Se transmitió esa noticia a la ciudad un poco
EDIPO. Te diré respecto a Creonte1 (pues te tengo, esposa antes de aparecer tú haciéndote cargo del mando
mía, en más que a estos) qué maquinaciones ha tra- de esta tierra.
mado y continúa tramando contra mí.
EDIPO. ¡Oh Zeus! ¿Qué has decidido hacer conmigo?
YOCASTA. Explícate, si en tus acusaciones has de referirte
a la disputa con demostraciones claras. YOCASTA. ¿Qué significa, Edipo, ese tu desánimo?
EDIPO. Asegura que yo me confirmo como asesino de EDIPO. No me hagas preguntas todavía, sino que, respecto
Layo. a Layo, aclárame qué aspecto tenía y en qué momen-
to de su edad se hallaba.
YOCASTA. ¿Lo asegura basándose en un conocimiento
particular o en una información recibida de otro? YOCASTA. Era alto y acababa de empezar a encanecer la
florida cabellera de su cabeza y no distaba mucho
EDIPO. Lo asegura presentando a un adivino, ¡un canalla!, de tu mismo aspecto.
porque, ¡claro!, la responsabilidad personal deja libre
de toda sospecha su pico de oro. EDIPO. ¡Ay, cuitado de mí! Parece que no me enteraba de
que hace un instante me precipité a mí mismo en
YOCASTA. Si es así, descuídate de las cuestiones a las que te espantosas maldiciones. […] ¿Iba solo, sin darse im-
estás refiriendo, escúchame a mí y entérate de que no portancia, o acompañado de muchos hombres de
hay ningún mortal que domine la profesión de la adi- escolta como hombre que dirige un gobierno?
vinación. Y te voy a mostrar una prueba concisa de
esta afirmación, a saber: llegó un día un oráculo a La- YOCASTA. Eran cinco en total, y en este número estaba el
yo, no diré naturalmente del propio Febo sino de sus heraldo. Y un único carro de mulas llevaba a Layo.
servidores, en el sentido de que había de alcanzarlo el EDIPO. ¡Ay, ay! Esto es ya de clara evidencia. […] Y te acla-
destino de morir a manos del hijo, uno que naciera de raré, esposa, la verdad. Cuando en mi camino estaba
su unión conmigo. Y a él, al menos si nos atenemos a llegando cerca de esa triple confluencia de caminos,
los rumores, lo asesinaron en su día unos extranjeros, ahí mismo toparon de frente conmigo un heraldo y
unos bandidos, en una bifurcación de caminos, y, en un hombre del aspecto que aseguras, montado en
cambio, no habían acabado de cumplirse tres días de un carro tirado por unas potras. Y tanto el guía como
la vida del niño y ya él, tras juntarle las articulaciones el propio viejo intentaron por la fuerza echarme fue-
de ambos pies, lo había arrojado, a manos de terce- ra del camino. Entonces yo le golpeo con toda mi
ros, al fondo de un monte inaccesible. Y en eso Apolo furia al que intentaba desviarme, al conductor. Y el
ni le cumplió que llegara a ser asesino de su padre ni viejo, acechándome, cuando observa que estoy so-
a Layo el temor que tenía, morir a manos de su hijo. brepasando el carruaje, me alcanzó de lleno la cabe-
Tal fue el alcance preciso de la voz del oráculo, a nada za con dos golpes. Te aseguro que no solo actuó de
de lo cual prestes atención, pues aquello cuya reali- igual manera, sino que en un instante cae al punto
dad persiga el dios con facilidad lo denunciará él solo. boca arriba rodando desde la caja del carro tras ha-
EDIPO. ¡Qué confusión de espíritu y conmoción de alma ber sido golpeado con el bastón por esta mi mano, y
me embargan, esposa, según acabo de oírte! mato a todos sin excepción. Y si al extranjero ese le
une algún lazo familiar con Layo, ¿quién hay ahora
LITERATURA UNIVERSAL

YOCASTA. ¿Qué preocupación te envuelve para expresar- más desgraciado todavía que este hombre que os
te así? habla? ¿Qué hombre podría haber más aborrecido
EDIPO. Me pareció haberte oído esto: que Layo había sido de los dioses?
asesinado junto a una bifurcación de caminos. SÓFOCLES
YOCASTA. En efecto, ese era el comentario que se hacía y Edipo rey
que continúa sin haber cesado todavía.
EDIPO. ¿Y dónde está el lugar ese donde ocurrió este su-
ceso? 1
Creonte: hermano de Yocasta, cuñado y a la vez tío de Edipo.

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LITERATURA UNIVERSAL

Virgilio
Vida
Publio Virgilio Marón (Andes, actual Pietole, 70 a. C. - Brindes, actual Brindisi,
19 a. C.), conocido tradicionalmente como Virgilio, fue –junto con Ovidio– el
poeta más importante de la literatura romana.
A pesar de nacer en el seno de una familia campesina, Virgilio pudo gozar de
una notable y completa educación. Pronto se trasladó a Roma, donde entró
a formar parte de un círculo de autores conocidos bajo el nombre de los poe-
tae novi (poetas nuevos). Posteriormente, viajó a Nápoles, donde pasó gran
parte de su vida. Entre sus amistades destaca su relación con autores como
Horacio y con personajes como Octavio, con quien ya mantenía una estre-
cha amistad antes de que se convirtiese en Augusto.
En el año 29 a. C. comenzó a escribir su poema más ambicioso, la Eneida,
obra a la que dedicó el resto de su vida. Inseguro de su texto, antes de morir
le pidió al emperador que lo destruyera, pero Octavio se opuso y, gracias a su
negativa, esta genial obra ha llegado hasta nuestros días.

Obra
En la obra de Virgilio destacan tres títulos: Geórgicas, Bucólicas y Eneida. Las dos primeras pertene-
cen al género de la poesía bucólica, si bien en cada una de ellas se desarrollan aspectos diferentes,
pues las Geórgicas se centran en la descripción y el canto de las labores agrícolas, mientras que en
las Bucólicas predomina la descripción del paisaje –presentado bajo el tópico del locus amoenus–
y la narración de mitos relativos a diversos elementos naturales.
Sin embargo, la obra por la que Virgilio ha pasado a la posteridad es, sin duda, la Eneida, el poema
épico en el que se narra la fuga de Eneas del incendio de Troya y su fundación, ya en Italia, de la
ciudad de Alba Longa (la futura Roma). La obra posee una finalidad claramente propagandística,
ya que a través del emparentamiento con Eneas –a quien se presenta como hijo de la diosa Venus
y del mortal Anquises– se pretende divinizar a Octavio Augusto.
El texto consta, aproximadamente, de diez mil hexámetros divididos en doce cantos. Se puede
afirmar que este extenso poema posee una estructura que aglutina, de forma extremadamente
inteligente, los dos grandes poemas épicos de la literatura griega:
• Los seis primeros cantos de la Eneida recuerdan el argumento y la estructura de la Odisea, ya
que en ellos se relata la fuga de Eneas y las penalidades que sufrió en su búsqueda de la ciudad
que, según los dioses, estaba destinado a fundar. En esta primera parte destaca la historia de
amor entre Eneas y Dido, reina de Cartago, quien acoge al héroe troyano y a sus hombres tras
una tormenta. El abandono de Eneas, que debe cumplir con su destino y con la voluntad de los
dioses, empuja a Dido al suicidio en uno de los cantos más conmovedores de todo el poema.
A su vez, la maldición de Dido se convierte, dentro del texto, en la explicación mítica de las gue-
rras púnicas entre romanos y cartaginenses.
• Los seis últimos cantos, sin embargo, recuerdan el aliento épico y, sobre todo, el tono bélico de
la Ilíada. En ellos se narra la llegada de Eneas a Italia y sus enfrentamientos armados con Turno,
rey de los rútulos, a quien debe vencer antes de instalarse definitivamente allí. Tras la victoria,
Eneas fundará la ciudad de Alba Longa, la futura Roma.
La Eneida constituye, por tanto, un esfuerzo consciente por parte de su autor de dotar de esencia
mítica a la historia de su ciudad y de su Imperio. La obra ha tenido una enorme trascendencia en
la literatura universal y, debido a sus valores éticos y morales, durante la Edad Media el persona-
je de Eneas fue mucho mejor valorado que el de Odiseo, a quien se acusaba de mentiroso e inclu-
so de traidor. Así, por ejemplo, en la Divina comedia, de Dante, el acompañante del narrador es Vir-
gilio, mientras que Odiseo aparece condenado en uno de los círculos infernales.

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Eneas abandona a Dido


En su periplo, Eneas naufraga con sus hombres en las cos- en un todo semejante a Mercurio, por la voz, por el co-
tas de Cartago, donde es recibido con hospitalidad por su lor, por su rubio cabello y juvenil belleza, y de nuevo se
reina, Dido. Ambos se enamoran y viven un intenso roman- le figuró que le hablaba así:
ce que se ve bruscamente interrumpido por la intervención
«Hijo de una diosa, ¿y puedes dormir en este trance?,
de los dioses, quienes recuerdan a Eneas que ha de seguir su
¿no ves los peligros que para lo futuro te rodean? ¡Insen-
viaje para cumplir con su heroico destino. El héroe obedece
sato!, ¿no oyes el soplo de los céfiros bonancibles? Re-
y abandona a Dido, quien –despechada– acaba suicidán-
suelta a morir, Dido revuelve en su mente engaños y
dose.
maldades terribles y fluctúa en un mar de iras. ¿No preci-
Era la noche, y los fatigados cuerpos disfrutaban en la pitas la fuga mientras puedes hacerlo? Pronto verás la
tierra apacible sueño; descansaban las selvas y los terri- mar cubrirse de naves y brillar amenazadoras teas; pron-
bles mares. Era la hora en que llegan los astros a la mitad to verás hervir en llamas toda la ribera si te coge la auro-
de su carrera, en que callan los campos y en que los ga- ra detenido en estas tierras. ¡Ea, ve!, ¡no más dilación! La
nados y las pintadas aves, y lo mismo los animales que mujer es siempre voluble». Dicho esto, se confundió con
habitan en los extensos lagos que los que pueblan los las sombras de la noche.
montes, entregados al sueño en el silencio nocturno,
Aterrado Eneas con aquellas repentinas sombras, se
mitigaban sus cuidados y olvidaban sus faenas. No así la
arranca al sueño y hostiga a sus compañeros, dicién-
desventurada Dido, a cuyos ojos nunca llega el sueño, a
doles: «Despertad al punto, remeros, y acudid a vuestros
cuyo pecho nunca llega el descanso; antes la noche au-
bancos. ¡Pronto, tended las velas! Por segunda vez un
menta sus penas y reanima y embravece su amor, mien-
dios, enviado desde el alto éter, me insta a acelerar la fu-
tras su corazón fluctúa en un mar de iras. Párase al fin, y
ga y a cortar los retorcidos cables. Quienquiera que seas,
hablando consigo misma, revuelve en su mente estos
poderoso dios, ya te seguimos, y por segunda vez obe-
pensamientos:
decemos jubilosos tu mandato. ¡Oh!, ¡asístenos propicio
«¿Qué debo hacer?, ¿he de exponerme a que se burlen y haz brillar para nosotros en el cielo astros favorables!».
de mí mis antiguos pretendientes, solicitando enlazar- Dijo, y desenvainando la fulmínea espada, corta de un
me con alguno de esos reyes nómadas a quienes tantas tajo las amarras. Su ardor cunde en todos al mismo ins-
veces desdeñé por esposos? ¿Seguiré por ventura la ar- tante; todos se apresuran y se precipitan, todos abando-
mada troyana y me someteré cual esclava a las órdenes nan las playas; desaparece la mar bajo las naves; a fuerza
de los teucros1? ¡A fe que debo estar satisfecha de haber- de remos levantan olas de espuma y barren los cerúleos
les dado auxilio, y que guardan buena memoria y grati- llanos.
tud insigne de los favores recibidos! Pero ¿me lo permi- VIRGILIO
tirían acaso aun cuando yo quisiera?, ¿me recibirían en Eneida
sus soberbias naves siéndoles aborrecida? ¿Ignoras, ¡ay!,
¡miserable!, no conoces todavía los perjurios de la raza 1
teucros: troyanos.
de Laomedonte2? ¿Qué debo hacer, pues? ¿Acompaña- 2
Laomedonte: antiguo rey troyano.
ré sola y fugitiva a esos soberbios mareantes o me uniré 3
tirios: de Tiro.
a ellos seguida de mis tirios3 y de mis pueblos todos? 4
Ana, la hermana de Dido, aviva –sin proponérselo– el amor
¿Expondré de nuevo a los azares del mar, de nuevo man- de la reina cartaginense hacia el héroe troyano.
daré dar al viento la vela a los que con tanto afán arran- 5
Siqueo: primer esposo de Dido, asesinado por Pigmalión,
qué de la ciudad sidonia? ¡No!, muere más bien, como rey de Tiro.
6
mereces, y aparta el dolor con el hierro. ¡Tú la primera, numen: aparición divina.
hermana4; tú, vecina de mis lágrimas y de mi ciega pa-
LITERATURA UNIVERSAL

sión, me has traído estas desgracias y me has entregado


a mi enemigo! ¡Pluguiera a los dioses que, inocente y li-
bre, hubiera vivido, como las fieras, sin probar tan crueles
angustias! ¡Ojalá hubiese guardado la fe prometida a las
cenizas de Siqueo5!». Tales lamentos lanzaba Dido de su
quebrantado pecho.
Decidido ya a partir, y todo dispuesto, durmiendo esta-
ba Eneas en su alta nave, cuando vio la imagen del mis-
mo numen6 que ya antes se le había aparecido; imagen

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LITERATURA UNIVERSAL

Ovidio
Vida
Publio Ovidio Nasón (Sulmona, 43 a. C. - Tomis, actual Constanza, 18 a. C.) es,
junto con Virgilio, el máximo poeta de la literatura latina.
Perteneciente a una familia acomodada, recibió una esmerada educación
en Roma que, posteriormente, completó con estudios en Grecia. Sin em-
bargo, su juventud se vio empañada por la muerte de su hermano cuando
él tenía diecinueve años. Además, Ovidio nunca contó con el apoyo de su
padre en su quehacer literario y tuvo que compaginar su vocación poética
con la carrera política, que abandonaría años más tarde.
Fue un hombre enamoradizo y contrajo matrimonio en tres ocasiones. Con su
tercera mujer vivió una época tranquila y feliz que se vio interrumpida por su des-
tierro por causas que jamás han sido desveladas. En su poema Tristes, el autor confie-
sa haber cometido un «error», que –tradicionalmente– se ha identificado con su obra Ars
amandi (Arte de amar), cuyo fuerte tono erótico pudo ser la causa del castigo.
A pesar de que Ovidio pidió clemencia en numerosas ocasiones, jamás le fue concedido el perdón.

Obra
Ovidio compuso, fundamentalmente, poesía lírica de tono elegíaco y poesía épica; a este último
género pertenece su obra más importante: Metamorfosis, uno de los textos de mayor relevancia
de la literatura clásica occidental.
Entre los demás títulos que escribió, podemos destacar los siguientes:
• Amores: una serie de poemas elegíacos de tema sentimental agrupados en cinco libros, que
posteriormente volverá a editar como tres únicos libros.
• Heroidas: un conjunto de epístolas escritas por personajes femeninos de la mitología clásica
–Dido, Penélope, Calipso…– que profundizan en sus sentimientos amorosos y eróticos.
• Ars amandi: una colección de consejos sobre cómo se debe seducir y enamorar a una mujer cuya
crudeza erótica pudo valerle el destierro.
• Tristes: obra en la que el autor expresa la melancolía y la añoranza que siente en su destierro.
Las Metamorfosis, compuesta en hexámetros, es una obra formada por doscientas cincuenta his-
torias, mitos y leyendas, distribuidas en quince libros y agrupadas en diferentes periodos que co-
mienzan con la formación del mundo y de la humanidad (libros I y II), siguen con etapas como la
guerra de Troya (libros XI y XII) o la fundación mítica de Roma por Eneas (libros XIII y XIV), y, por últi-
mo, finalizan con la muerte y apoteosis de César (libro XV).
El autor, por tanto, sigue un criterio cronológico para organizar toda la materia mitológica de la que
dispone, intercalando diversos episodios y leyendas –como si de cajas chinas se tratase– para no trai-
cionar su intención de continuidad y, sin embargo, dar cabida al mayor número posible de relatos mí-
ticos. Por todo ello, a pesar de los esfuerzos de Ovidio por constituir ciclos ordenados en cada uno de
los libros de su gran epopeya, la obra funciona casi como un enorme mosaico literario y mitológico.
En cuanto a su argumento, todos los relatos tienen en común el hecho de que se trata de trans-
formaciones mágicas o sobrenaturales de diversos personajes. Este nexo permite a Ovidio hilvanar
con enorme acierto la mayoría de los mitos populares de la cultura griega y romana, valiéndose
para ello de fuentes como la Teogonía, de Hesíodo, o la Odisea, de Homero, entre otros muchos.
La pervivencia de las Metamorfosis es innegable. Su trascendencia ha sido enorme tanto en la lite-
ratura como en las artes plásticas, inspirando con sus historias y personajes a literatos, artistas y
creadores de todos los tiempos.

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Tiresias. Narciso y Eco


Cuentan que un día Júpiter, eufórico por el néctar, había Así pues, cuando Eco vio a Narciso que vagaba por tie-
olvidado sus graves ocupaciones y discutía jocosamen- rras apartadas y se enamoró de él, empezó a seguirle
te con Juno, también ella ociosa y despreocupada, y le furtivamente, y cuanto más le seguía, más se abrasaba
dijo: «Sin duda vuestro placer es mayor que el que al- en la llama de su amor, como se incendia el fogoso azu-
canzan los hombres». Ella lo negó. Entonces decidieron fre que se unta en la punta de las antorchas cuando se
preguntarle su parecer al experimentado Tiresias, pues le acerca el fuego. ¡Ah, cuántas veces quiso acercársele
él conocía ambos aspectos del amor1. […] con dulces palabras y dirigirle tiernas súplicas! Su natu-
Elegido, pues, como árbitro de la amistosa disputa, con- raleza se opone a ello, y no le permite tomar la iniciativa;
firmó la opinión de Júpiter. Juno, según dicen, se dolió pero lo que sí le permite es esperar atentamente los so-
más de lo debido y más de lo que el asunto merecía, y nidos, a los que responde con sus palabras.
condenó a los ojos del que había sido su juez a una eter- Casualmente, el joven, que se había separado del gru-
na oscuridad. Pero el padre omnipotente (puesto que po de sus fieles compañeros, exclama: «¿Hay alguien?»;
ningún dios puede anular lo que otro ha hecho), a cam- Eco responde «¡Alguien!». Él se asombra, y volviendo la
bio de la vista perdida, le concedió la facultad de conocer mirada a todas partes, grita con voz potente: «¡Ven!»;
el futuro, aliviando así su pena con ese honor. Así que Ti- ella le llama a él, que la llama. Él mira tras de sí, y al ver
resias se hizo famosísimo en las ciudades de Aonia, y da- que sigue sin venir nadie, pregunta: «¿Por qué huyes de
ba su responso infalible a quienes iban a consultarle. mí?», y todas sus palabras vuelven a él. Él insiste y, de-
La primera en recibir una prueba fiel de la veracidad de fraudado, al no poder ver la imagen de esa voz, dice:
sus palabras fue la azulada Liríope, a quien tiempo atrás «¡Aquí reunámonos!», y Eco, que nunca había respondi-
había atrapado el Cefiso entre los meandros de su río, y do a un sonido con más placer, repite: «¡Unámonos!», y
apresándola entre sus olas la había violado. La bellísima secundando sus propias palabras, sale del bosque y se
ninfa había dado a luz un bebé que ya entonces era dig- dirige hacia él para rodear con sus brazos el ansiado
no de ser amado, al que llamó Narciso. Al ser consultado cuello. Él huye, y huyendo le dice: «¡Quita tus manos, no
sobre si el niño llegaría a ver los años de una avanzada intentes abrazarme! ¡Antes moriría que entregarme a
vejez, Tiresias el adivino respondió: «Solo si no se cono- ti!»; ella no contesta sino: «¡Entregarme a ti!». Desprecia-
ce a sí mismo»2. […] da, se oculta en los bosques, y avergonzada esconde su
rostro tras las ramas, y desde entonces habita en caver-
En efecto, el hijo del Cefiso ya sumaba un año a los quin- nas solitarias. No obstante, el amor permanece clavado
ce y podía parecer tanto un adolescente cuanto un jo- en ella, y el dolor por el rechazo sigue creciendo: la an-
ven. Muchos jóvenes y muchas muchachas lo desearon, gustia que no la abandona va consumiendo sus miem-
pero era tan dura la soberbia que había en su tierna be- bros demacrados, la delgadez arruga su piel, y los hu-
lleza que ningún joven, ninguna muchacha lo pudo to- mores vitales de su cuerpo se pierden en el aire; solo
car nunca. Un día, mientras espantaba a los asustados quedan de ella la voz y los huesos. La voz permaneció,
ciervos hacia las redes, le vio una ninfa habladora, que, pero dicen que sus huesos se convirtieron en piedras.
sin embargo, ni podía estar callada mientras otro habla- Desde entonces se oculta en los bosques, pero no se la
ba, ni podía hablar ella en primer lugar: era la resonante ve en ningún monte, aunque todos la oyen: es el soni-
Eco. Hasta entonces, Eco no había sido solo voz, sino do, que vive en ella.
también un cuerpo; sin embargo, el uso que podía ha-
cer de su parlanchina boca no era distinto del que tiene OVIDIO
Metamorfosis
ahora, puesto que lo único que podía hacer era repetir,
de entre muchas palabras, solo las últimas.
1
Tras golpear a dos serpientes, Tiresias se convirtió en mujer.
Aquello había sido obra de Juno, porque en numerosas
LITERATURA UNIVERSAL

Ocho años después, volvió a encontrarse con los dos reptiles


ocasiones en que había estado a punto de sorprender a y, tras un nuevo golpe, recuperó su sexo masculino.
alguna ninfa yaciendo con su Júpiter en un monte, Eco, 2
Narciso se enamoró de sí mismo al ver su imagen en un estanque
que lo sabía, había entretenido a la diosa con sus largas y, loco de amor, murió ahogado al intentar besarse.
3
pláticas, dando tiempo a las ninfas para huir. Cuando la la Saturnia: Juno.
Saturnia3 se dio cuenta, dijo: «Poco poder tendrás sobre
esta lengua que se ha burlado de mí, y muy escaso uso
de la voz», y confirmó sus amenazas con hechos: Eco ya
solo duplica los sonidos cuando alguien termina de ha-
blar, y reproduce las palabras que oye.

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LITERATURA UNIVERSAL

Las mil y una noches


Las mil y una noches es una colección de cuentos populares en lengua árabe
que no se fijó por escrito hasta el siglo XV, a pesar de que muchos de sus rela-
tos se difundieron oralmente durante toda la Edad Media e influyeron de
manera decisiva en las colecciones de cuentos europeas.
La versión más conocida de Las mil y una noches es la que nos ha llegado a
través de la traducción que Antoine Galland hizo en el siglo XVIII, a pesar de
que la influencia de esta compilación de cuentos sea evidente en nuestra li-
teratura anterior, lo que demuestra que se difundió por otros cauces a lo lar-
go de la Edad Media y los Siglos de Oro.
La obra presenta un marco narrativo –probablemente añadido en el siglo XIV–
que funciona como nexo entre el heterogéneo material de naturaleza folclóri-
ca que aglutina la obra. Este nexo en el que se insertan los relatos es muy sen-
cillo y puede resumirse del siguiente modo. El sultán persa Shahriyac manda
estrangular a su esposa por haberle sido infiel y, a partir de ese momento, to-
ma cada noche una nueva mujer que ordena asesinar al amanecer. Una de
estas mujeres es Scherezade, quien consigue despertar el interés del sultán
contándole un cuento que interrumpe a la llegada del alba, con el propósito
de alargar así su vida y evitar la sentencia de muerte. Esta situación se repite a lo largo de mil y una
noches, momento en el que el sultán decide perdonar la vida a Scherezade.
La técnica que se sigue para presentar los diferentes cuentos puede definirse como una técnica de
cajas chinas, tal y como la describe el novelista Mario Vargas Llosa, ya que en muchos de los cuen-
tos aparece un personaje que se convierte, a su vez, en eje de una nueva historia; de este modo,
los relatos se van engarzando entre sí, proporcionando cierta cohesión al conjunto.
Los cuentos que se incluyen son muy diversos entre sí. En Las mil y una noches se recogen fábu-
las y cuentos de animales, relatos piadosos, historias eróticas, episodios cómicos y paródicos,
narraciones con final trágico, novelas de caballerías (como la Historia de Achib, Garib y Sahim al-
Layl ), novelas esotéricas (como la Historia de Hasib Karim al-Din), novelas didácticas (como la His-
toria de la esclava Tawaddud, que posteriormente inspiraría La doncella Teodor, de Lope de Vega)
e incluso novelas picarescas inspiradas en la literatura egipcia (como la Historia de Alí al-Zaybaq
al-Misrí ).
Entre los cuentos que se incluyen en Las mil y una noches destacan tres largos relatos que han pa-
sado a ocupar un lugar preponderante tanto en la cultura oriental como en la occidental: Aladino
y la lámpara maravillosa, Simbad el marino y Alí Babá y los cuarenta ladrones. El caso de Aladino y de
Alí Babá es especialmente complejo, ya que ambas historias fueron añadidas a la compilación en
el siglo XVIII, gracias a la intervención del traductor francés Antoine Galland, quien afirmó haberlas
escuchado de un cuentista de Alepo en Siria.
En cuanto a los personajes, en los relatos se mezclan los personajes cotidianos y realistas que pro-
tagonizan muchos de los cuentos de ingenio con los seres mágicos y fantásticos de los cuentos
maravillosos. En el caso de los cuentos con fin ejemplarizante y didáctico resulta curioso compro-
bar que a menudo se opta por protagonistas animales a los que se dota de rasgos antropomórfi-
cos. Asimismo, se menciona a diversos personajes históricos e incluso se alude a la intervención
directa de Dios en muchos de los cuentos, especialmente en aquellos que tratan de explicar o de
defender algunos de los preceptos de la religión islámica.
Las mil y una noches son, sin duda, una de las colecciones de cuentos más importantes de la li-
teratura universal. Inspirada en fuentes como el Panchatantra hindú, entre otras, presenta una
compilación de historias y relatos que han sido la base de muchos de los textos de nuestra li-
teratura, convirtiéndose en un imprescindible eslabón literario entre la cultura oriental y la oc-
cidental.

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Relato en que se demuestra la virtud y la utilidad de la limosna


«Se cuenta que un rey dijo a las gentes de sus dominios:
–He de cortar la mano a aquel de mis súbditos que dé li-
mosna.
Todos los habitantes se abstuvieron de dar limosna y
ninguno de ellos podía hacer limosna a otro. Cierto día
un pobre, muerto de hambre, se acercó a una mujer y
le dijo:
–¡Dame algo de limosna!»
Scherezade se dio cuenta de que amanecía e interrum-
pió el relato para el cual le habían dado permiso.
Cuando llegó la noche trescientas cuarenta y ocho,
refirió:
«Me he enterado, ¡oh rey feliz!, de que la mujer le
replicó:
–¿Cómo he de darte una limosna si el rey corta la mano
de todo aquel que la hace?
–¡Te ruego, por Dios (¡ensalzado sea!), que me des algo
de limosna! –le insistió.
La mujer, al ser rogada en nombre de Dios, se apiadó de
él y le dio dos mendrugos. La noticia llegó al rey, quien
la mandó comparecer y cuando la tuvo delante mandó La madre se sentó a llorar amargamente la pérdida de
que le cortaran las dos manos. su hijo. Mientras lloraba pasaron dos hombres que le di-
Más tarde, el rey dijo a su madre: jeron:
–Quiero casarme. Cásame con una mujer bonita. –¿Por qué lloras?
Le contestó: –Llevaba a mi hijo en el cuello –les contestó– y se ha
caído al agua.
–Entre nuestras siervas hay una que no tiene par. Pero
tiene un defecto grave. –¿Desearías que te lo sacásemos?
–¿Cuál es? –Sí.
–Tiene amputadas las dos manos. Los dos invocaron a Dios (¡ensalzado sea!) y el mucha-
cho volvió a su lado sin daño alguno. Le preguntaron:
–Quiero verla.
–¿Te gustaría que Dios te devolviese las manos?
Se la llevaron y al contemplarla se enamoró, se casó con
ella y consumó el matrimonio. La mujer era la que había –Sí.
dado los dos mendrugos al pedigüeño, por lo cual le ha- Ambos invocaron a Dios (¡gloriado y ensalzado sea!) y
bían cortado las dos manos. Una vez casada las concubi- sus dos manos reaparecieron más hermosas de lo que
nas le tuvieron envidia y escribieron al rey diciéndole habían sido. Le dijeron:
que ella era una libertina y que ya había dado a luz un
LITERATURA UNIVERSAL

–¿Sabes quiénes somos?


muchacho. El rey escribió a su madre una carta man-
dándole que abandonase a su mujer en el desierto re- –¡Dios es el más sabio!
gresando ella después. La madre lo hizo así: la acompa- –Nosotros somos los dos mendrugos de pan que diste
ñó al desierto y después de abandonarla, regresó. La como limosna al pordiosero. Tu limosna fue la causa de
mujer se puso a llorar y a sollozar amargamente por lo que perdieses las manos. ¡Alaba a Dios (¡ensalzado sea!)
que le ocurría. Mientras caminaba llevando al niño en el que te ha devuelto las manos y a tu hijo!
cuello pasó junto a un río y se arrodilló para beber, pues
estaba sedienta por lo fatigoso de la marcha y por la La joven alabó a Dios (¡ensalzado sea!) y lo glorificó.»
mucha pena. Al bajar la cabeza cayó el niño en el agua. Las mil y una noches (Adaptación)

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LITERATURA UNIVERSAL

Cantar de Roldán
El Cantar de Roldán es el cantar de gesta más antiguo de la literatura francesa.
La versión del Cantar que los críticos consideran más perfecta es la que se ha-
lla contenida en un manuscrito de la Biblioteca Bodleiana de Oxford, escrita
en un dialecto del antiguo francés y fechada en el siglo XII.
La obra, de autor desconocido como todos los grandes poemas épicos me-
dievales, fue copiada por un clérigo que, al parecer, no se limitó a transcribir
la versión, sino que llevó a cabo una refundición de las versiones previas con
intención claramente artística y literaria, hecho que permitiría explicar la no-
table calidad técnica y literaria del Cantar. De este clérigo solo sabemos que
se llama Turoldo, tal y como aparece en el último y enigmático verso del poe-
ma: «Ci falt la geste que Turoldus declinet» («Aquí acaba la gesta de Turoldo»)
en el que no queda claro el significado de declinar, ya que puede aludir tanto
a «componer» como a «transcribir».
El argumento del Cantar de Roldán se centra en la derrota sufrida por Carlo-
magno en tierras hispánicas a causa de la traición de Ganelón, un noble de
su ejército. En la batalla entre las tropas de Carlomagno y los sarracenos
muere toda la retaguardia de los francos y algunos de los mejores jefes militares, entre ellos su so-
brino Roldán, que da título al poema.
A pesar de la base histórica de este argumento, el autor reelabora y selecciona algunos datos, alte-
rando la veracidad de los hechos del modo que considera más conveniente para la eficacia narra-
tiva de su relato. Así, por ejemplo, se presenta la Península Ibérica en el año 778 totalmente domi-
nada y controlada por los musulmanes, con el fin de dotar de mayor aliento épico a la gesta de las
tropas francas.
Desde el punto de vista métrico, el Cantar está compuesto por versos decasílabos –por tanto, de
medida regular–, de rima asonante y repartidos en laisses o tiradas de longitud desigual. Así pues,
se combinan elementos de la métrica culta con rasgos de la métrica popular.
En cuanto a los personajes del Cantar, los protagonistas están claramente caracterizados, siguien-
do técnicas propias de los cantares de gesta, como el empleo habitual de epítetos épicos o la aso-
ciación simbólica de los héroes con sus espadas y corceles. Entre los personajes destacan los si-
guientes:
• Carlomagno, que aparece caracterizado como un anciano sabio y paternalista, que se preocupa
por el bienestar de su sobrino y recibe diversas visiones de naturaleza religiosa que le alertan de
los futuros peligros.
• Roldán, quien se comporta como un joven valeroso y un buen guerrero. Sin embargo, su exce-
siva temeridad y su soberbia serán dos de los rasgos que conducirán a las tropas francas a su te-
rrible derrota final.
• Oliveros, compañero fiel y leal de Roldán que trata de frenar al joven en sus impulsos más des-
medidos. A lo largo del Cantar representa el buen juicio y la sensatez que, sin embargo, se verán
vencidos por la temeridad de Roldán.
• Turpín, arzobispo que encarna los valores de la religión y que se comporta como un gran solda-
do en el campo de batalla. Constituye el ejemplo más evidente de la presencia de la religión
cristiana en este cantar de gesta.
• Ganelón, el antagonista del Cantar y al que se caracteriza como un personaje envidioso, hipócri-
ta y traidor, responsable de la derrota final.
El Cantar de Roldán tuvo una enorme influencia en la literatura épica europea y, en el caso de Es-
paña, sirvió de inspiración para el ciclo basado en el personaje de Fernán González y su sobrino
Bernardo del Carpio, que recuerdan –en algunos de sus rasgos, como el parentesco– la relación
de Carlomagno y Roldán en este primer cantar de gesta de la literatura europea.

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La soberbia de Roldán
El caballero Oliveros intenta persuadir a Roldán de que toque el olifante1, de manera
que Carlomagno acuda con sus tropas para ayudarlos en el combate. Roldán, conven-
cido de su valor y su fortaleza, se niega a pedir auxilio alguno.

LXXXIII LXXXV
Allí dice Oliveros: «Los paganos son muchos, «Compañero Roldán, tañed el olifante,
y de nuestros franceses me parece haber pocos. así, Carlos lo oirá, que aún está por los puertos.
Compañero Roldán, tañed, pues, vuestro cuerno: Y os juro yo que todos los franceses vendrán.»
cuando Carlos lo oiga, con la hueste vendrá». «¡No lo permita Dios», le responde Roldán,
Le responde Roldán: «Haría como un necio, «que haya un hombre en el mundo que pudiera decir
pues en la dulce Francia perdería mi fama. que a causa de paganos haya tañido el cuerno!
Con Durandarte ahora yo daré grandes golpes, Por eso, mis parientes reproche no tendrán.
saldrá llena de sangre hasta el oro del pomo. En cuanto que me encuentre en esta gran batalla,
Los malvados paganos morirán en los puertos, en ella asestaré mil setecientos golpes:
os juro yo que todos tienen la muerte cierta». veréis de Durandarte su acero ensangrentado.
Los franceses son buenos, lucharán con valor
LXXXIV y de esos españoles ninguno escapará.»
«Compañero Roldán: tañed el olifante;
cuando Carlos lo oiga, con la hueste vendrá LXXXVI
y del rey y de sus nobles seremos socorridos.» Allí dice Oliveros: «No hay deshonor en eso:
Le responde Roldán: «¡No lo permita Dios, sarracenos de España muchos he visto yo.
que toda mi familia sufra afrenta por mí, Son tantos que han cubierto los valles y montañas,
ni que la dulce Francia caiga en el deshonor! han cubierto laderas y han cubierto llanuras.
Haré que Durandarte hiera continuamente, Muy grandes son las huestes de esa gente extranjera
esa mi buena espada que ciño en mi costado: y nosotros tenemos pequeñísima tropa».
¡todos veréis su hoja ensangrentada toda! Le responde Roldán: «Mi valor se acrecienta.
Los malvados paganos por su mal se han juntado: ¡No sea la voluntad de Dios ni de sus ángeles
os juro yo que a todos la muerte les espera». que por mí se perdiera de Francia la valía!
¡Más quiero yo morir que deshonor me venga!
1
Cuanto más golpeemos, más Carlos nos querrá».
olifante: instrumento de viento tallado en un colmillo de elefante,
empleado por los caballeros medievales como señal de aviso. Cantar de Roldán

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LITERATURA UNIVERSAL

Cantar de los nibelungos


Autoría y orígenes del Cantar de los nibelungos
El Cantar de los nibelungos es, sin duda, el poema épico más importante de la
literatura medieval germánica. Se trata de una obra del siglo XIII dividida en
39 cantos que, a su vez, pueden agruparse en dos núcleos narrativos. El pri-
mer bloque comprende los cantos I a XIX (el poema de Sigfrido) y el segundo
abarca desde el canto XX hasta el final (la venganza de Krimilda).
Se desconoce el nombre del autor de esta obra, aunque se cree que se trató
de un caballero austriaco. El texto ha sido transmitido en más de treinta ma-
nuscritos. Formalmente, el Cantar de los nibelungos se diferencia de los canta-
res de gesta castellanos en el empleo de una estrofa regular de cuatro versos
de arte mayor que riman de dos en dos. En cuanto a su contenido, el Cantar
recoge numerosos elementos propios de leyendas e historias de la mitología
y la cultura germánicas.

Personajes y argumento
En lo que respecta a los personajes del Cantar de los nibelungos, destacan dos rasgos fundamenta-
les: la importancia de los protagonistas femeninos (Krimilda y Brunilda), que funcionan como mo-
tor interno de la acción, y la evolución psicológica de los personajes de mayor relieve, entre los
que destaca el cambio que experimenta Krimilda a lo largo del Cantar.
El argumento de este extenso poema se inspira en dos ciclos de leyendas orales surgidas entre los
siglos VIII y XI. El autor supo aunar ambos ciclos y buscó su nexo de unión: Krimilda. Este personaje
se convierte, en el canto XX, en el vínculo entre las dos grandes partes del Cantar y permite que el
poema adquiera una mayor cohesión. Resulta curioso, además, que el título de la obra remita a un
episodio anterior a los hechos del poema, una gesta del héroe (Sigfrido), que tan solo se mencio-
na en uno de sus cantos. El argumento de los dos grandes bloques temáticos del Cantar puede
resumirse como sigue:

Poema de Sigfrido (cantos I al XIX)


Esta primera parte gira en torno a Sigfrido, hijo del rey Sigmundo y héroe épico del poema. Se tra-
ta de un personaje dotado de cualidades sobrenaturales, ya que todo su cuerpo –salvo una zona
de su espalda– es invulnerable gracias a haber sido bañado en la sangre de un dragón milenario.
También se nos cuenta cómo conquistó el tesoro de los nibelungos y se hizo, más tarde, con una
capa que le permite volverse invisible.
Arrogante y decidido, Sigfrido acude a la corte de Worms con el deseo de casarse con Krimilda,
hermana del rey burgundio Gunter. Allí conquista el amor de Krimilda y se convierte en vasallo del
rey Gunter, ayudándolo a seducir a la princesa de Islandia, la temible Brunilda. Gunter, incapaz de
dominar a su nueva esposa, recurre a Sigfrido, quien –gracias a su capa mágica– consigue some-
ter a Brunilda y entregársela a su señor. Brunilda, al enterarse tiempo después de esta afrenta y sin-
tiéndose agraviada, planea el asesinato de Sigfrido, valiéndose para ello de la envidia que de él tie-
nen los caballeros de la corte, como el valeroso Hagen. La muerte de Sigfrido desata el
sentimiento de venganza en Krimilda y, con él, da comienzo la segunda parte del Cantar.

Venganza de Krimilda (cantos XX al XXXIX)


Esta segunda parte se inicia con una elipsis de trece años, en los que Krimilda se ha casado con el
rey de los hunos, Atila, con la intención de vengar la muerte de Sigfrido. Para ello, convoca a todos
los burgundios a su corte. Allí, tras una sangrienta lucha, Krimilda mata a Hagen –que, a su vez, ha-
bía decapitado al hijo de Atila y Krimilda– y a su propio hermano Gunter. Finalmente, un vasallo
–Hildebrando– acaba con la vida de Krimilda como castigo por su crueldad.

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Canto III. De cómo Sigfrido fue a Worms


Sigfrido, que ha oído hablar de la belleza sin igual de Kri- Sigfrido, además, mató a los dos príncipes. Pero luego
milda, emprende viaje hacia el reino de Burgundia para Alberico lo puso en grave peligro. Este quiso tomar
conocer a la que será su esposa. Los caballeros de Worms, pronta venganza de la muerte de sus señores, pero hu-
la corte burgundia, y su rey Gunter le ven aproximarse. In- bo de sufrir el enorme poder del brazo de Sigfrido.
trigados, se preguntan de quién se trata. Hagen, el más No podía hacerle frente el vigoroso enano y como leo-
destacado de ellos, explica a todos quién es Sigfrido. nes salvajes ambos corrieron hacia la montaña. Aquí el
Y así habló Hagen: «Aunque en verdad no he visto a Sig- héroe se apoderó del manto mágico de Alberico. Así
frido jamás, yo me atrevería a creer, sin saber por qué, quedó dueño del tesoro Sigfrido, el temible guerrero.
que lo es [arrogante] ese caballero que allí avanza tan Quienes allí osaron presentar batalla, todos yacían muer-
apuesto. tos. El héroe mandó llevar luego el tesoro adonde lo ha-
Él nos trae importantes nuevas a este país. Él es el que bían cogido antes los hombres de Nibelungo. De su cus-
derrotó con su brazo a los valientes nibelungos Schil- todia, como tesorero, encargó a Alberico.
bungo y Nibelungo, hijos poderosos del rey. Con su tre- El enano hubo de prestar juramento de que iba a servir-
menda fuerza luego realizó hazañas maravillosas. le como criado. En toda clase de menesteres le prestó
Cuando solo y sin ayuda cabalgaba una vez el héroe, en- servicio cumplido». Así habló Hagen de Trónege: «Esto
contró, según me han dicho, al pie de una montaña y es lo que ha hecho Sigfrido. Jamás hubo un guerrero
cerca del tesoro de Nibelungo, a muchos hombres vale- que poseyera fuerza semejante.
rosos. Hasta aquel momento no los había visto, pero en- Todavía puedo contar otro lance que he sabido de él.
tonces se percató de ello. A un dragón lo mató con su propia mano, luego se ba-
Todo el tesoro de Nibelungo había sido sacado de una ñó en la sangre y la piel tomó la dureza de un cuerno, de
cueva. Y ahora oiréis cómo los dos nibelungos querían suerte que no hay arma alguna que pueda atravesarla,
repartirlo. Esto lo vio el guerrero Sigfrido y de ello empe- como se ha demostrado muy a menudo».
zó a asombrarse.
Cantar de los nibelungos
Se acercó tanto que, igual que él los veía, ellos le veían a
él, y uno le dijo: “Aquí viene el esforzado Sigfrido, héroe
de los Países Bajos”. Singulares aventuras corrió él en
tierra de los nibelungos.
Ambos, Schilbungo y Nibelungo, acogieron con agrado
al caballero. De común acuerdo, los nobles y jóvenes
príncipes rogaron con empeño al formidable mozo que
les repartiera el tesoro entre ellos. El héroe prometió ha-
cerlo así.
Se cuenta que él vio tantas piedras preciosas que cien
carros de carga no las hubieran podido transportar, ade-
más del oro del país nibelungo. Todo esto tenía que re-
partirlo el animoso Sigfrido.
Como pago del favor le dieron la espada del rey nibe-
lungo, pero mal les resultó el servicio que iba a prestar-
les Sigfrido, el héroe cumplido. Este no lo pudo llevar a
LITERATURA UNIVERSAL

cabo, porque ellos se enfurecieron.


Tenían allí entre sus amigos doce hombres esforzados,
forzudos gigantes, pero ¿de qué les valían? A estos los
aniquiló colérico el brazo de Sigfrido, y además sometió
a setecientos guerreros del país nibelungo con la for-
midable espada llamada Balmung. Muchos jóvenes
guerreros, a causa del terrible pavor que les infundía la
espada y el animoso héroe, le entregaron sus tierras y
fortalezas.

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LITERATURA UNIVERSAL

Dante Alighieri
Vida
Dante Alighieri (Florencia, 1265 - Rávena, 1321) fue el poeta italiano más im-
portante de su época. Su obra maestra, la Divina comedia, constituye una de
las cimas de la literatura universal.
Perteneciente a una familia aristocrática, Dante comenzó su actividad literaria
desde muy joven y se inició en el cultivo de la lírica siguiendo el estilo que él
mismo bautizaría como dolce stil nuovo, expresión con la que alude a la poesía
italiana que, en la segunda mitad del siglo XIII, evita los tópicos de la poe-
sía cancioneril y busca una expresión dulce –más sencilla y cercana– del senti-
miento amoroso para adaptarse a los gustos de la pujante clase burguesa.
Siendo aún muy joven se enamoró de Beatriz Portinari, cuya muerte en 1290 lo
marcaría profundamente. Dante hace un homenaje a Beatriz en la Divina co-
media, además de tomarla como inspiración para su obra Vida nueva (1292).
Dante intervino como miembro de los güelfos blancos en las luchas entre los
partidarios del Imperio y del Papado. A consecuencia de sus actividades públi-
cas como miembro del Consejo de los Ciento, fue desterrado de Florencia. En el exilio, Dante defen-
dió apasionadamente los derechos del emperador y la necesidad de reconstruir el antiguo Imperio,
idea que no abandonó hasta su muerte.

Obra
La obra más importante de Dante es la Divina comedia, poema alegórico imprescindible para la
cultura y la literatura europea, tanto medieval como prerrenacentista, ya que su texto abre nuevas
puertas y caminos creativos que marcarán la evolución del arte en las siguientes décadas.
La Divina comedia es un poema épico escrito en dialecto toscano que se divide en tres grandes
partes: Infierno, Purgatorio y Paraíso. A su vez, cada una de estas partes se subdivide en cantos
compuestos por tercetos.
Desde el punto de vista de su construcción literaria, la obra de Dante está llena de elementos sim-
bólicos, entre los que destaca la importancia del número tres. Esta cifra, que alude a la trinidad
cristiana, está presente en toda la obra: tres son las partes que la componen, tres los versos de ca-
da una de sus estrofas y tres los personajes principales, dotados –a su vez– de significado alegóri-
co: Dante (que representa al ser humano), Beatriz (alegoría de la fe) y Virgilio (alegoría de la razón).
La obra posee, por tanto, un complejo sentido alegórico y trascendente. Desde el punto de vista
de su argumento, cada una de sus tres partes puede resumirse como sigue:
• Infierno: en esta primera parte, Dante recorre, acompañado de Virgilio, los nueve círculos inferna-
les. En cada círculo observan a un grupo de condenados por diversos pecados, incluyendo perso-
najes literarios, mitológicos e históricos a los que se juzga y valora por sus acciones y cualidades.
Cada uno de los castigos descritos se ajusta al pecado cometido y se repite eternamente.
• Purgatorio: Dante y Virgilio llegan al Purgatorio. Siguiendo con la imagen de los círculos con-
céntricos del Infierno, el Purgatorio se presenta como una montaña con laderas escalonadas y
redondas, simétricas a los círculos infernales. En cada uno de los escalones, Dante se redime de
uno de sus pecados. Hacia el final de esta parte, Dante y Virgilio deben despedirse, ya que los
paganos –como Virgilio– no pueden acceder al Paraíso. Esta despedida constituye una de las
escenas más conmovedoras de toda la obra
• Paraíso: Dante, al fin, llega al Paraíso, descrito como una rosa en la que cada uno de los pétalos
es un alma. Allí es donde el poeta se encuentra con su amada muerta, Beatriz.
La Divina comedia se convirtió en el modelo de la poesía alegórica de los siglos XIV y XV. Su enorme
influencia ha seguido viva hasta la actualidad.

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El segundo círculo. Los lujuriosos


Bajé desde el primero hasta el segundo Cuando llegan delante de la ruina,
círculo, que menor trecho ceñía son los gritos, el llanto y el lamento;
mas dolor, que me apiada, más profundo. allí maldicen la virtud divina.
Minos1 horriblemente allí gruñía: Entendí que merecen tal tormento
examina las culpas a la entrada aquellos pecadores que, carnales,
y juzga y manda al tiempo que se lía. […] someten la razón al sentimiento.
Allí multitud de almas se revuelve; Cual estorninos, que en los invernales
una tras otra a juicio van pasando; tiempos vuelan unidos en bandada,
dicen y oyen, y abajo las devuelve. acá, allá, acullá, por vendavales
«¡Oh tú que al triste hospicio estás llegando», la turba de almas malas es llevada,
dijo al fijarse en la presencia mía, sin esperanza –que les preste aliento–
el importante oficio abandonando, de descanso o de pena aminorada.
«ve cómo entras y en quién tu alma confía; Y cual grullas que cantan su lamento,
no te engañe la anchura de la entrada!» formando por los aires larga hilera,
«¿Por qué así gritas?», replicó mi guía, se acercaron así, con triste acento,
«no impedir quieras su fatal jornada: sombras que aquel castigo allí trajera;
así se quiso allá donde es posible dije entonces: «Maestro, ¿quiénes son
lo que se quiere, y no preguntes nada.» víctimas de este viento?». «La primera
Ahora empieza mi oído a ser sensible de estas almas, que ves, de perdición»,
a las dolientes notas, ahora llego me respondió, «la emperatriz ha sido
donde me alcanza un llanto incontenible. de muchas hablas de distinto son.
En lugar de luz mudo me vi luego, Presa de la lujuria, ha confundido
que mugía cual mar tempestuosa la libido y lo lícito en su ley
a la que un viento adverso embiste ciego. por huir del reproche merecido:
La borrasca infernal, que no reposa, Semíramis2 se llama; fue del rey
rapazmente a las almas encamina: Nino la sucesora, y fue su esposa,
volviendo y golpeando las acosa. donde se asienta del sultán la grey.
La otra3 al suicidio se entregó amorosa
y las siqueas cenizas traicionó;
detrás va Cleopatra lujuriosa;
mira a Helena4, que al tiempo convocó
de la desgracia a Aquiles esforzado,
que por amor, al cabo, combatió.
Ve a Paris, a Tristán5.» Y así ha nombrado
de aquellas almas un millar corrido,
que amor de nuestra vida ha separado.
DANTE ALIGHIERI
Divina comedia
LITERATURA UNIVERSAL

1
Minos: rey mitológico de Creta.
2
Semíramis: reina de Babilonia.
3
Alude aquí a Dido, reina mítica de Cartago, viuda de Siqueo
y amante de Eneas, que se suicidó tras verse abandonada
por el héroe troyano.
4
Helena: Helena de Troya; su secuestro por Paris dio lugar
a la mítica guerra de Troya.
5
Tristán: héroe medieval enamorado de Isolda, la esposa
del señor de quien él era vasallo.

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LITERATURA UNIVERSAL

Francesco Petrarca
Vida
Francesco Petrarca (Arezzo, 1304 - Arquà, Padua, 1374) fue uno de los poetas
italianos más importantes del siglo XIV. Su obra constituye el inicio de la co-
rriente literaria que lleva su nombre, el petrarquismo, y que se convirtió en la
tendencia poética fundamental del Renacimiento italiano y español.
Petrarca comenzó sus estudios en Aviñón y, más tarde, cursó la carrera de Le-
yes en Montpellier y Bolonia, compaginando sus estudios académicos con la
lectura de los poetas provenzales, a los que admiraba y cuyo lenguaje e idea-
rio poético revolucionaría tiempo después.
En 1326 regresó a Aviñón y un año después se enamoró de Laura, la mujer a
la que dedicó muchas de sus poesías. En 1348 obtuvo un cargo eclesiástico
en Parma y posteriormente vivió en Milán, Padua, Venecia y Arquà. También
estuvo en Florencia, donde mantuvo un importante encuentro con Boccac-
cio, ya que ambos coincidían en su espíritu humanista. Su amistad supuso un
importante motor para la evolución y la difusión del humanismo.

Obra
Petrarca compuso algunas obras eruditas en latín, como la colección de semblanzas biográficas
De viris illustribus o la compilación Rerum memorandum libri. Sin embargo, el escritor debe su fama
a su obra en italiano y, muy especialmente, a su Cancionero, que supuso una auténtica revolución
en las tendencias poéticas de su tiempo.
El Cancionero de Petrarca está compuesto por una colección de trescientos sesenta y seis poemas
entre los que destacan sus trescientos diecisiete sonetos; forman parte también del poemario trein-
ta canciones, nueve sextinas y diversas baladas y madrigales. Su principal novedad reside en la or-
ganización coherente y cohesionada del material lírico, que presenta los poemas como un conjun-
to organizado, ordenado cronológica y temáticamente.
Así pues, el Cancionero se presenta como una autobiografía ficticia y poética en la que su autor
expresa los diversos estados de su pasión amorosa. Dedicado a su amada Laura, la obra se abre
con un soneto-prólogo, en el que Petrarca se dirige a los lectores y reflexiona sobre sus experien-
cias amorosas pretéritas. A partir de ese momento, en el poemario se suceden los diversos esta-
dos del amor: la ilusión, la pasión, el desengaño…
El tema del Cancionero es el amor –tal y como afirma Petrarca– «e non solo». En este sentido, pode-
mos observar tres directrices temáticas fundamentales: el amor por Laura, el amor por la fama y el
amor hacia Dios. El primero y último son dos motivos –amor humano y amor divino– ya existentes
y presentes en la literatura medieval; en cuanto al amor por la fama, se trata de un rasgo propio
del pensamiento humanista.
El Cancionero de Petrarca tuvo una enorme influencia en la poesía europea. Con su obra, Petrarca
sentó las bases de los futuros poemarios amorosos y dio forma definitiva a una serie de tópicos
que se convertirían en habituales en la poesía de los siglos XV, XVI y XVII. Entre algunas de sus in-
fluencias podemos destacar las siguientes: composición de un soneto-prólogo inicial; tratamiento
del tema amoroso vinculado a tópicos de la literatura clásica, como el locus amoenus o el carpe
diem; empleo de imágenes mitológicas y presencia de las fuentes literarias grecolatinas, como las
Metamorfosis, de Ovidio; simplificación estilística con respecto a la poesía provenzal y cancioneril;
creación de un nuevo canon de belleza (la amada petrarquista es rubia, de ojos claros y tez muy
blanca); empleo del soneto como forma máxima de expresión poética…
Además del Cancionero, Petrarca también es recordado por sus Triunfos, una serie de poemas ale-
góricos en los que el autor italiano desplegó gran parte de la erudita formación intelectual que
había alcanzado.

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Sonetos de amor
I XVII
Vosotros que escucháis en sueltas rimas Lluévenme amargas lágrimas del rostro
el quejumbroso son que me nutría con un viento angustioso de suspiros,
en aquel juvenil error primero cuando vuelvo hacia vos los ojos míos,
cuando en parte era otro del que soy, por quien solo del mundo yo me aparto.
del vario estilo en que razono y lloro Es cierto que la dulce mansa risa
entre esperanzas vanas y dolores, aún apacigua mis deseos ardientes,
en quien sepa de amor por experiencia, y me sustrae del fuego de martirios,
además de perdón, piedad espero. mientras atento y fijamente os miro.
Pero ahora bien sé que tiempo anduve Pero luego el aliento se me hiela
en boca de la gente, y a menudo cuando veo al partir que mis estrellas
entre mí de mí mismo me avergüenzo; esos gestos suaves de mí apartan.
de mi delirio la vergüenza es fruto, Librada al fin con amorosas llaves
y el que yo me arrepienta y claro vea sale del pecho el alma por seguiros;
que cuanto agrada al mundo es breve sueño. y tras mucho pensar de allí se arranca.

XIII LXI
Cuando de tanto en tanto entre las otras Bendito sea el día, el mes, y el año,
se muestra Amor en el semblante de ella, y la estación, la hora, y el instante,
cuanto menos le siguen en belleza y el país, y el lugar donde fui preso
crece más el afán que me enamora. de los dos bellos ojos que me ataron;
Y bendigo el lugar como el instante y bendito el afán dulce primero
que mis ojos tan alto vislumbraron, que al ser unido con Amor obtuve,
y digo: «Da las gracias, alma mía, y el arco, y las saetas que me hirieron,
que llamada a tal honra fuiste entonces. y las llagas que van hasta mi pecho.
De ella te viene el dulce pensamiento, Benditas cuantas voces esparciera
que al seguirlo te lleva al bien supremo, al pronunciar el nombre de mi dueño,
si en poco tienes lo que muchos quieren; y el llanto, y los suspiros, y el deseo;
de ella te viene esa animosa gracia y sean benditos los escritos todos
que al cielo te conduce rectamente, con que fama le doy, y el pensar mío,
de modo que ya gozo en la esperanza». que pertenece a ella, y no a otra alguna.
FRANCESCO PETRARCA
Cancionero
LITERATURA UNIVERSAL

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LITERATURA UNIVERSAL

Giovanni Boccaccio
Vida
Giovanni Boccaccio es uno de los autores italianos más importantes del si-
glo XIV. De su biografía sabemos que nació en 1313, probablemente en Cer-
taldo, una pequeña villa cercana a Florencia. Al parecer, Boccaccio fue hijo
ilegítimo de un agente comercial al servicio de los Bardi, una de las familias
de banqueros más poderosas de toda Italia. Gracias al éxito mercantil e inclu-
so político de su padre, Boccaccio pudo disfrutar de una infancia acomodada
y de una esmerada educación. Cuando contaba catorce años, se trasladó con
su familia a Nápoles.
En 1340 Giovanni Boccaccio regresó a Florencia. Allí, frente al esplendor de la
corte napolitana, descubrió la crisis económica que, desde 1345, atravesaba
la ciudad. Esta crisis, agravada en 1348 a causa de la peste negra, causó una
honda impresión en el autor, quien justo un año después comienza la redac-
ción de su gran obra, el Decamerón.
Concluido el Decamerón en 1351, Boccaccio compaginó su actividad literaria
con el estudio filológico y la realización de diversas tareas diplomáticas. El 21
de diciembre de 1375 el autor fallecía en la villa de Certaldo.

Obra
La obra de Boccaccio puede dividirse en dos grandes grupos de composiciones: textos literarios
en toscano y textos eruditos en latín. Los primeros fueron compuestos, en su mayoría, antes de
1345 –con la excepción del Decamerón–, mientras que los segundos ocuparon prácticamente la
totalidad de su vida en Florencia.
Boccaccio compuso poemas mitológicos (Caccia di Diana), alegóricos (Amorosa visione), pastoriles
(Ninfale fiesolano), etc. Sin embargo, su obra más célebre es, sin duda, la colección de cuentos del
Decamerón. Su título, que significa «diez días», nos da el primer dato importante sobre su estructu-
ra interna: se trata de una colección de cien cuentos distribuidos en diez jornadas y explicados por
diez narradores (siete mujeres y tres hombres). El marco narrativo de esta obra se corresponde
con el estallido de la peste negra de 1348, hecho que obliga a los diez personajes a refugiarse en
una mansión campestre, donde deciden comenzar con la narración de relatos para amenizar el
tiempo que han de pasar allí encerrados. Por este motivo, cada día, un rey o una reina de la reu-
nión propone un tema sobre el que cada uno de los compañeros relatará un cuento. En este sen-
tido, el marco narrativo del Decamerón supone una clara evolución frente a las colecciones de
cuentos medievales, como Las mil y una noches, en las que el hilo conductor de todas las historias
solía ser mucho más débil.
Entre los temas que se abordan a lo largo de la obra, destacan los asuntos y motivos propios de la
sociedad burguesa y mercantil coetánea del autor. Boccaccio retrata con agudeza los rasgos más
característicos del mundo social de su tiempo y elabora retratos psicológicos sencillos y, a la vez,
eficaces, de los personajes que intervienen en los relatos.
Los cuentos pueden clasificarse en grandes grupos de acuerdo con el tema central que desarro-
llan. De este modo, podemos diferenciar cuentos sobre la astucia y el ingenio, de inspiración clara-
mente popular y folclórica; cuentos que exaltan los ideales cortesanos, admirados por Boccaccio
gracias a sus vivencias napolitanas; cuentos en los que se advierte sobre los peligros del amor y los
engaños de la mujer, donde se recogen muchos de los tópicos más habituales de la misoginia
medieval; y, por último, cuentos en los que se idealiza el sentimiento amoroso como una de las
emociones más naturales y necesarias del ser humano.
La influencia del Decamerón en la literatura universal posterior es innegable; en el marco de la lite-
ratura española, sirvió para sentar las bases de la novela breve del Siglo de Oro.

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Historia de Chichibio
Conrado Gianfigliazzi […] fue siempre en nuestra ciu-
dad noble ciudadano, liberal y magnífico, viviendo a lo
caballero, deleitándose siempre con sus perros y azores
[…]. Un día, Perétola, un halcón suyo, cazó una grulla
muy gorda y joven, y él la mandó a un buen cocinero
suyo, que era veneciano y se llamaba Chichibio, dicién-
dole que para la cena la asase y aderezase bien. Chichi-
bio, que era, y lo parecía, un gran mentecato, preparó la
grulla, púsola al fuego y comenzó solícitamente a cocer-
la. Y estando ya casi cocida y despidiendo fuerte aroma,
ocurrió que una mujercilla del barrio, llamada Brunita,
de la que estaba Chichibio muy enamorado, entró en la
cocina. Y advirtiendo el olor de la grulla, y viéndola, rogó
a Chichibio que le diese una pata. Chichibio, cantando,
le dijo:
–No la tendréis de mí, doña Brunita, no la tendréis de mí,
os lo aseguro.
Y ella, amoscada, le dijo:
–Pues a fe que, si no me la das, nunca recibirás de mí co-
sa que te agrade.
Y, en suma, hubo muchas palabras. Al fin, Chichibio, por
no enojar a su amada, cortó una de las patas de la grulla
y se la dio.
buen grado hubiera huido si hubiese podido. Ora mira-
Puesta, pues, ante Conrado y algunos forasteros la grulla ba a un lado, ora a otro, y todo lo que veía le parecían
sin pata, maravillose Conrado e hizo llamar a Chichibio, y grullas de dos patas. Pero, ya cercanos al arroyo, vieron
Ie preguntó qué se había hecho de la otra pata de la sobre la orilla hasta doce grullas, todas sobre una pata,
grulla. A lo que el embustero veneciano respondió: como hacen cuando duermen. Y, mostrándolas viva-
–Señor, las grullas no tienen más que una pata. mente Chichibio, dijo:
Conrado, muy mohíno, dijo: –Bien podéis ver, señor, que ayer tarde os dije la verdad
al afirmar que las grullas no tenían más que una pata, y,
–¿Cómo diablos no tienen más que una pata? ¿No he
si no, mirad esas.
visto yo nunca más grulla que esta?
–Espera un momento y te mostraré que tienen dos –di-
–Es lo que yo os digo, señor, y cuando os plazca os lo
jo Conrado.
haré ver en las vivas –ofreció Chichibio.
Y, acercándose algo, gritó: «¡Oh, oh!», ante lo cual las
–Ya que pretendes hacérmelo ver en las vivas, quiero
grullas bajaron la otra pata y comenzaron a huir. Volvio-
verlo mañana y seré contento. Pero te juro por el cuerpo
se, pues, Conrado a Chichibio y Ie dijo:
de Cristo que, si de otro modo es el caso, de tal forma te
trataré que mientras vivas te acordarás de mi nombre. –¿Qué te parece, bergante? ¿Tienen dos patas, o no?
Y por aquella tarde concluyó las palabras. Y al día si- Chichibio, abrumado, repuso:
LITERATURA UNIVERSAL

guiente, al amanecer, Conrado, a quien la ira no había –Sí, señor, mas vos no gritasteis «¡Oh, oh!» a la de ayer;
dejado dormir, levantose muy enojado todavía y mandó que si así hubieseis gritado, a buen seguro que ella hu-
que le trajesen caballos, e hizo montar a Chichibio en un biera sacado la otra pata, como estas.
rocín y le llevó hacia un arroyo en cuya orilla solían verse Tanto plugo a Conrado esta respuesta, que toda su ira
grullas, y dijo solemnemente: se trocó en risa y algazara, y dijo:
–Pronto veremos quién mintió ayer tarde: tú o yo. –Razón tienes, Chichibio: de esta suerte debí hacerlo.
Chichibio, viendo que aún duraba la ira de Conrado y Y así se reconciliaron criado y señor.
que le convenía acreditar su mentira, sin saber cómo ha- GIOVANNI BOCCACCIO
cerlo, cabalgaba medrosísimo junto a Conrado, y de Decamerón

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LITERATURA UNIVERSAL

François Rabelais
Vida
François Rabelais (Chinon, h. 1494 - Maudon, 1553) fue un escritor, médico y
humanista francés, conocido también por el seudónimo de Alcofibras Nasier,
anagrama de su nombre real.
Fue fraile franciscano y, más tarde, benedictino. Estudió Medicina en Mont-
pellier y mostró desde joven una enorme curiosidad hacia el humanismo ita-
liano. Animado por sus maestros, leyó a los autores clásicos y mantuvo co-
rrespondencia con célebres humanistas de su tiempo, avivando así su pasión
por la literatura y por la creación artística.
En 1532 se instaló en Lyon, donde comenzó a trabajar como médico y publi-
có diversos tratados científicos en latín. Ese mismo año publica bajo seudóni-
mo su primer libro, Pantagruel, obra en la que cuenta las hazañas humorísti-
cas de un gigante glotón e insaciable. Dos años después publicó el segundo
libro, Gargantúa, donde se relata la biografía ficticia del padre de Pantagruel.
Durante la década de los cuarenta, pasa largas temporadas en Italia, hasta su
regreso a Francia en 1547, para trabajar como médico del cardenal de París.
En estos años escribe el tercer libro, el cuarto libro y el inconcluso quinto li-
bro de la serie.
Obra
Rabelais es conocido en la historia de la literatura universal por su obra Gargantúa y Pantagruel, en
la que expone de forma humorística y mordaz muchas de sus ideas humanistas sobre la naturale-
za y la personalidad del ser humano. La publicación de esta obra, escrita en cinco libros y realizada
bajo seudónimo debido a su fuerte contenido sexual y escatológico, comenzó con la aparición de
Pantagruel (1532), a la que siguió Gargantúa (1534), supuesto padre de Pantagruel; el tercer libro
(1546), el cuarto libro (1548-1552) y el quinto libro (1564), incompleto y con muchos pasajes de
autenticidad dudosa, completarían la obra.
El argumento de Gargantúa y Pantagruel está claramente inspirado en fuentes populares y folcló-
ricas que el autor reelabora desde su pensamiento humanista imitando el estilo y hasta la estruc-
tura de las crónicas y las novelas de caballerías. A pesar del tamaño desmesurado y de su rudeza,
Pantagruel y su padre, Gargantúa, no son dos ogros feroces, sino dos gigantes glotones que pro-
vocan risa y ternura a un tiempo en el lector.
La visión de la realidad de los dos protagonistas da lugar a situaciones llenas de humor que, a su
vez, permiten hacer una continua crítica de muchas de las costumbres de su tiempo. Asimismo,
la glotonería de ambos personajes hace que el libro esté lleno de escenas de festines monstruo-
sos (de esta obra procede el adjetivo pantagruélico), así como de momentos claramente escatoló-
gicos, en los que el autor emplea la hipérbole y los juegos de palabras para provocar la risa en el
lector.
Las referencias sexuales y escatológicas explícitas son numerosas a lo largo de todo el texto, y re-
cuerdan algunos de los episodios de la novela picaresca española. En este caso, Rabelais plantea la
glotonería de los gigantes como una parodia grotesca y desmesurada del ansia intelectual de los
humanistas que, como los protagonistas de su obra, también devoran todo cuando pueden. De
este modo, Gargantúa y Pantagruel consigue fundir la tradición popular con la erudición humanis-
ta de su autor, que emplea la risa –a la que alude en el prólogo de su obra– como mecanismo di-
dáctico.
Gargantúa y Pantagruel es, por todo ello, una de las obras más provocadoras y transgresoras del
siglo XVI.

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De cómo Gargantúa se comió a seis peregrinos en ensalada


La historia requiere que contemos lo que aconteció a tan contento; luego bebió un extraordinario trago de vino
seis peregrinos que volvían de San Sebastián, cerca de «pinot», y [ambos] esperaron a que dispusieran la cena.
Nantes. Para pasar la noche, se habían agazapado, por Los romeros así devorados evitaron lo mejor que pudie-
temor a los enemigos, en el huerto, sobre las matas de ron las trituradoras de sus dientes y pensaban que los
habichuelas, entre las coles y las lechugas. Gargantúa se habían echado a alguna mazmorra de una cárcel y,
sintió algo alterado y preguntó si le podían conseguir cuando Gargantúa se bebió el gran trago, creyeron aho-
unas lechugas para hacer una ensalada; al oír que las ha- garse en su boca, y el torrente de vino casi los arrastra al
bía y de las más hermosas y grandes del país, pues eran precipicio de su estómago; sin embargo, saltando con
tan grandes como ciruelos o nogales, quiso ir a buscar- sus bordones, como hacen los miguelotes, se pusieron a
las él mismo y cogió con sus manos lo que le pareció salvo junto a los dientes. Mas, por desgracia, uno de
bien. Con ellas se llevó a los seis peregrinos, tan muertos ellos, tanteando con su bordón el país para saber si esta-
de miedo que no se atrevían ni a hablar ni a toser. ban a seguro, golpeó con violencia en el agujero de una
Primero las lavó en la fuente y entretanto los peregrinos muela picada, dando en el nervio de la mandíbula, lo
se decían unos a otros, en voz baja: «¿Qué podemos ha- que produjo a Gargantúa un fortísimo dolor y se puso a
cer? Nos vamos a ahogar aquí, en medio de estas lechu- gritar del daño que le hacía. Así que, para aliviar su mal,
gas. ¿Decimos algo? Pero si decimos algo, nos matará hizo traer su mondadientes y, saliendo hacia donde el
como a espías». Y, mientras ellos así deliberaban, Gar- nogal cornejero, os sacó, señores romeros, de vuestro
gantúa los puso con sus lechugas en un plato de la casa, escondite. Pues a uno lo enganchaba por las piernas, al
tan grande como la cuba de Citeaux, y se puso a comér- otro por los hombros, al tercero por las alforjas, al cuarto
selos, con aceite, vinagre y sal, para retomar fuerzas an- por la faltriquera y al último por la faja, y al pobre diablo
tes de la cena. Ya había engullido a cinco de los peregri- que le había herido con el bordón, lo agarró por la bra-
nos, el sexto quedaba en el plato, escondido bajo una gueta; pese a todo fue una gran suerte para él, porque
lechuga, salvo el bordón que sobresalía. Al verlo, Gran- le perforó un bulto chancroso1 que le martirizaba desde
gaznate le dijo a Gargantúa: el tiempo en que pasaron Ancenis2.
–Me parece que ahí hay un cuerno de caracol. No lo Así huyeron los peregrinos descubiertos a través de los
comáis. viñedos jóvenes, corriendo como descosidos, y se le cal-
–¿Por qué? –dijo Gargantúa–. Están buenos todo este mes. mó el dolor a Gargantúa.
Tiró del bordón y con él vino el peregrino y se lo comió En ese momento Eudemón lo llamó para cenar, pues ya
estaba todo dispuesto.
–Me voy, pues, a mear mi desgracia –dijo.
Meó tan copiosamente que la orina cortó el camino a
los romeros, de forma que se vieron obligados a atrave-
sar la gran acequia. De ahí, siguiendo por la vera de un
bosquecillo, en medio del camino cayeron todos, ex-
cepto Hallatrucos, en una trampa preparada para cazar
lobos con red, de la que escaparon gracias a la industria
del mencionado Hallatrucos, quien rompió las ataduras
y los cordajes. Salidos de allí, pasaron el resto de la no-
che en una cabaña cerca de Coudray, y ahí fueron re-
confortados en su desgracia por las buenas palabras de
uno de sus compañeros, llamado Hartodir, quien les
LITERATURA UNIVERSAL

mostró que esta desventura estaba ya anunciada en el


salmo de David.
FRANÇOIS RABELAIS
Gargantúa

1
chancroso: ulceroso.
2
Ancenis: ciudad francesa situada cerca de Nantes a orillas del Loira.

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LITERATURA UNIVERSAL

Luís Vaz de Camões


Vida
La biografía de Luís Vaz de Camões sigue siendo un enigma a pesar de los es-
fuerzos de los estudiosos por desvelar muchos de sus interrogantes. Al pare-
cer, nació en 1524 o 1525 en Lisboa, aunque hay quienes creen que es oriun-
do de Coímbra, Santarém o Alenquer. Hijo de Simão Vaz, de ascendencia
gallega, y de Ana de Sá, tampoco hay certeza sobre su filiación, si bien sí se
sabe que procedía de un estrato plebeyo y de una familia más bien modesta.
Cursó estudios en Coímbra y es probable que allí asistiera a la Universidad. En
1550 se encontraba ya en Lisboa, donde se convirtió en un habitual de los
ambientes cortesanos así como de los barrios más populares y de peor repu-
tación. En 1552 hiere en una pelea callejera a don Gonçalo Borges, personaje
de la casa real, y es encarcelado por ello. Camões sale de la cárcel con la con-
dición de embarcarse al servicio del rey.
Alistado por tres años, en 1553 partió hacia la India. Participó en diversas ex-
pediciones a la costa de Malabar y al estrecho de Meca. Se asentó en la ciu-
dad de Goa, donde escribió gran parte de su obra. Años después, sufrió un
naufragio a la entrada del Golfo de Siam en el que consiguió salvar su vida y el manuscrito de su
gran obra: Los lusíadas.
En 1570 regresó a Portugal, donde dos años después publicó Los lusíadas. A pesar de la populari-
dad del poema, Camões vivió en la miseria hasta su muerte en 1580.

Obra
En la obra de Camões destacan diversas muestras de poesía lírica, algunas obras dramáticas y, so-
bre todo, su gran poema épico, Los lusíadas. En vida del autor, solo se publicó esta obra y algunos
poemas de circunstancias. El resto de sus composiciones aparecieron de manera póstuma.
En Los lusíadas, Camões intenta crear una epopeya nacional portuguesa siguiendo los modelos de
la épica grecolatina. Desde el punto de vista de su estructura interna, la obra sigue el canon de la
Eneida de Virgilio, si bien introduce una novedad esencial con respecto a los modelos que toma
como punto de partida: frente al héroe individual de la épica clásica, Camões plantea un gran
poema épico con protagonista colectivo, tal y como se observa en el mismo título de la obra. Este
título hace alusión al origen mítico de los portugueses, a quienes Camões presenta como hijos de
Luso, descendiente a su vez de Baco (dios romano del vino). A pesar del enorme relieve de la figura
histórica de Vasco de Gama en el texto, el protagonismo del poema es, como decimos, colectivo, de
manera que el pueblo portugués se convierte en el centro de la narración.
El texto comienza, como era habitual en el género épico, in medias res. A lo largo de la narración, el
autor alterna con habilidad pasajes narrativos, descriptivos y dialogados, además de diversas ana-
lepsis (o flash-backs), que completan los datos omitidos al inicio, y prolepsis con valor profético
que anuncian la futura fama de los héroes mencionados.
Formalmente, la obra se divide en diez cantos con número variable de estrofas, de las cuales la
mayoría son octavas, que siguen el esquema métrico ABABABCC. A lo largo de cada uno de estos
cantos se combinan pasajes históricos y bélicos –como la llegada a Mozambique–, con otros líri-
cos y también mitológicos, como la escena en que Venus premia a los marineros con la estancia
en una isla paradisiaca.
Los lusíadas es, sin duda, una de las cimas de la épica europea renacentista. Además, la oscura y
compleja biografía de su autor hizo que los escritores románticos reivindicasen su figura en el si-
glo XIX y se interesaran de nuevo por su obra.

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Llegada a Mozambique

Los vientos mansamente los llevaban, Aún no bien ancorados, ya la gente


como a quien tiene el cielo por amigo; extranjera a las naves se subía,
sereno el aire y tiempo se mostraban, al rostro alegres van, y humanamente
sin temor de suceso ya enemigo. el nuestro capitán los recibía.
El promontorio Praso, en fin, pasaban, Mesas manda poner en continente4,
en la etíope costa nombre antiguo, del licor que Lieo5 plantado había
cuando el mar descubriendo les mostraba hinchen vasos de vidrio, y de lo que echan
nuevas islas, que en torno cerca y lava. los que abrasó Faetón nada desechan.
Vasco de Gama, el fuerte y valeroso Comiendo alegremente preguntaban
capitán que a una empresa tal se ofrece, en arábiga lengua de dó vienen,
de altivo corazón, presuntuoso, quién son, y de qué tierra, y qué buscaban,
a quien Fortuna siempre favorece, o qué partes del mar corrido tienen.
para allí estar (no ve razón) ocioso, Los fuertes lusitanos les tornaban
que inhabitada tierra le parece, las discretas respuestas, que conviene:
adelante pasarse determina, «Los portugueses somos de Occidente;
mas no le sucedió como imagina. vamos buscando tierras del Oriente».
Veis que luego parece compañía LUÍS VAZ DE CAMÕES
de pequeños bateles1, que de aquella Los lusíadas
isla más junta a tierra parecía
cortando el mar con vela larga y bella. 1
batel: barco pequeño.
La gente se alboroza y de alegría 2
Según la mitología clásica, Faetón pidió a su padrastro –el Sol– que
solo sabe mirar la causa della: le dejase llevar su carro un amanecer. Los caballos se desbocaron
y Faetón cayó sobre las tierras africanas.
«qué gente esta será» –entre sí decían–, 3
añafil: trompeta recta morisca.
«qué costumbres, qué ley, qué rey tendrían». 4
en continente: inmediatamente.
5
Al parecer, las barcas y manera Lieo: uno de los nombres de Baco, dios romano del vino.
eran largas, estrechas, y seguidas;
las velas con que vienen son de estera,
de unas hojas de palma bien tejidas,
de la color la gente es verdadera
que Faetón2 en las tierras encendidas
al mundo dio con su demanda necia,
el Po lo sabe y siéntelo Lampecia.
De paños de algodón vienen vestidos,
que son de mil colores variados,
unos alrededor de sí ceñidos,
otros so el brazo con donaire echados.
Desde la cinta arriba sin vestidos,
de venablos y dagas bien armados,
con toca en la cabeza y navegando,
añafiles3 sonoros van tocando.
LITERATURA UNIVERSAL

Con los paños y brazos señas daban


a nuestras gentes, para que esperasen;
mas ya proas ligeras se inclinaban
porque junto a las islas amainasen;
la gente y marineros trabajaban,
como si los trabajos se acabasen,
cogen velas y amainan la verga alta;
del corvo hierro el mar herido salta.

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LITERATURA UNIVERSAL

William Shakespeare
Vida
William Shakespeare (Stratford-on-Avon, 1564 - 1616) es, sin duda, el drama-
turgo inglés más célebre de todos los tiempos.
Existen muy pocos datos biográficos confirmados sobre este autor, del que
sabemos que pronto se instalaría en Londres, donde comenzó a trabajar co-
mo actor en los teatros del Globo y Blackfriars. Con solo dieciocho años se ca-
só con Anne Hathaway, con quien tuvo tres hijos. Tras su matrimonio, apenas
hay testimonios sobre la vida de Shakespeare, más allá de los relativos a los
bautizos de sus hijos y a su labor teatral. El 23 de abril de 1616 William Sha-
kespeare fallecía días antes de cumplir los cincuenta y dos años. Ese mismo
día fallecía también Miguel de Cervantes, efemérides que hoy recordamos
en la celebración, cada 23 de abril, del Día del Libro.

Obra
La obra de William Shakespeare revolucionó el teatro inglés de su tiempo. En
su época, el teatro inglés –que recibe el nombre de teatro isabelino– se
representaba en el patio interior de las posadas, lugar que resultaba inapropiado e insuficiente
para las representaciones dramáticas. Por este motivo, comenzaron a construirse los primeros
teatros estables, como The Rose (‘la rosa’) y The Globe (‘el globo’). Este último fue el preferido por
Shakespeare y su compañía para representar sus textos.
En cuanto a la obra de Shakespeare, puede dividirse en tres grandes grupos: las tragedias, las co-
medias y los dramas históricos.
• Tragedias. Shakespeare plantea obras trágicas centradas, normalmente, en el infortunio de un
personaje que acaba sufriendo un desenlace desgraciado. Para conseguir una mayor empatía
entre el público y el argumento de la obra, el autor suele crear un personaje imperfecto y com-
plejo, de manera que el público pueda entender su conducta e incluso identificarse con él en
determinados momentos de la trama. Casi todos sus grandes héroes trágicos representan una
cualidad cuyo exceso –inspirado en la hybris o soberbia de la tragedia griega– acaba condenán-
dolos. Este es el caso de tragedias como Hamlet (la duda), Macbeth (la ambición) u Otelo (los ce-
los). Otras tragedias fundamentales de Shakespeare son Romeo y Julieta, en la que recrea el mito
de Píramo y Tisbe, Julio César y El rey Lear.
• Comedias. Las comedias de Shakespeare alternan la comicidad con un sentido mucho más
profundo del texto y de los personajes que en él aparecen. En su obra encontramos comedias
de enredo e ingenio, en las que el humor nace de un lenguaje sofisticado e incluso cortesano,
como Mucho ruido y pocas nueces, Como gustéis o Trabajos de amor perdidos; comedias en las
que se introducen elementos mágicos propios de la literatura popular, como El sueño de una
noche de verano; comedias en las que se parodian ciertos temas y conductas, como Las alegres
comadres de Windsor o La fierecilla domada; y comedias de trasfondo trágico, en las que el final
feliz queda oscurecido por la gravedad del tema tratado, como El mercader de Venecia, en la que
se plantea el problema de la convivencia interracial.
• Dramas históricos. Shakespeare se inspiró en diversos sucesos de la historia reciente de Ingla-
terra para componer estas obras en las que se alternan rasgos propios del drama y de la trage-
dia. Entre sus títulos destacan Enrique IV, Enrique V, Ricardo II o Ricardo III.
El teatro de Shakespeare se considera, de manera unánime, como uno de los hitos de la literatura
universal. El autor escribió diálogos memorables en los que penetró con agudeza en las pasiones
más profundas del alma humana, construyendo personajes eternos –el príncipe Hamlet, los enamo-
rados Romeo y Julieta, el travieso Puck, el malvado Yago…– y creando obras que aún hoy siguen re-
presentándose con enorme éxito en los teatros de todo el mundo.

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Hamlet acusa a su madre


Claudio, hermano del rey de Dinamarca, envenena al mo- REINA. ¿Qué he hecho yo para que os atreváis a usar
narca y contrae matrimonio con la esposa de su hermano, vuestra lengua contra mí con palabras tan brutales?
la reina Gertrudis. El príncipe Hamlet es visitado por el fan- HAMLET. Un acto, señora, que ofusca la gracia y hace son-
tasma de su difunto padre, quien le exige que vengue su rojar a la modestia. Un acto que hace hipócrita a la
asesinato. En esta escena, Hamlet se enfrenta a su madre virtud y arrebata la rosa de la frente del amor más
sin saber que Polonio, el chambelán, se oculta tras los tapi- puro, poniendo una llaga en su lugar; un acto que
ces del cuarto. convierte los votos de nupcias en juramentos de
HAMLET. ¿Qué es ello, madre? tahúr. Un acto que ata el alma de la sagrada unión, y
REINA. Habéis ofendido gravemente a vuestro padre, hace de lo más elevado melopea1 de palabras y que
Hamlet. incluso el rostro de los cielos se inflame. Sí, y esta
tierra firme y compacta de dolorido aspecto, como
HAMLET. Madre, vos habéis ofendido gravemente al mío.
si del juicio final se tratara, se avergüenza del acto.
REINA. Vamos, vamos, respondéis con indolencia.
REINA. ¡Ay de mí! ¿Qué acto es ese cuya antífona2 truena
HAMLET. Venga, venga, preguntáis con mordacidad. con tales rugidos?
REINA. ¿Qué es ello, Hamlet? HAMLET. Mirad este retrato, y aquel otro. La imagen mis-
HAMLET. ¿Qué es ello, madre? ma de dos hermanos. Ved qué nobleza de rostro: ri-
zos como los de Hiperión3, frente como la del mis-
REINA. ¿Olvidáis quién soy?
mo Júpiter, ojos como los de Marte […]. ¿Por qué
HAMLET. ¡No, por la cruz de Cristo! ¡No! Sois la reina, la abandonasteis los pastos de aquella cima para pacer
mujer del hermano de vuestro marido. Y –¡ojalá no en la ciénaga? ¿Tenéis, en verdad, ojos? […] ¡Ver-
fuera así!– también sois mi madre. güenza! ¿Por qué no te sonrojas? Infierno rebelde, si
REINA. Yo os enviaré a quienes puedan y sepan hablaros. así puedes amotinarte en los huesos de una matro-
HAMLET. ¡Ea! Sentaos. No habréis de moveros. No os deja- na, haz que la virtud sea para los jóvenes fogosos co-
ré ir hasta que ponga ante vos un espejo donde po- mo la cera que se derrite en su fuego. Haz callar al
dáis ver hasta el fondo de vuestro ser. oprobio si la pasión con violencia embiste, pues que
hasta el hielo arde vivamente y la razón queda so-
REINA. ¿Qué os proponéis? ¡Queréis asesinarme! ¡Socorro, metida al deseo de la carne.
socorro! ¡A mí!
REINA. ¡No más palabras, Hamlet! Hacéis que mis ojos mi-
POLONIO. ¡Socorro, socorro! ren hasta el fondo de mi alma, donde veo manchas
HAMLET. ¡Vaya, vaya! ¿Una rata? ¡Muerto! ¡Un doblón a negras y profundas, y no puedo borrarlas.
que está muerto! HAMLET. Sin embargo, vivís en el hedor de un lecho de
Mata a POLONIO. sudor infecto, en una ciénaga de corrupción, go-
POLONIO. ¡Me han matado! zándoos y haciendo el amor entre inmundicias.
REINA. ¡Ay de mí! ¿Qué habéis hecho? REINA. ¡No me habléis así! Vuestras palabras se clavan co-
mo dagas en mi oído. ¡Basta, mi dulce Hamlet!
HAMLET. No sabría decirlo… ¿Es el rey?
HAMLET. ¡Un asesino! ¡Un miserable! Un esclavo que no
REINA. ¡Oh, acción sanguinaria y violenta!
vale ni la milésima parte de vuestro primer esposo.
HAMLET. ¿Sanguinaria? Oh, mi buena madre, casi tanto ¡Un rey de bastos! Un quitabolsas de este imperio y
como matar al rey y desposar a su hermano. de sus leyes que hurtó de las vitrinas una preciosa
REINA. ¿Como matar al rey? diadema y la metió en su bolsillo.
LITERATURA UNIVERSAL

HAMLET. Esas fueron mis palabras, señora. ¡Adiós, pobre REINA. ¡Basta, basta!
idiota, miserable, temerario, adiós! Os tomé por al- WILLIAM SHAKESPEARE
guien de más rango. Acepta tu suerte. He aquí lo Hamlet (versión adaptada)
que sucede con quien se ocupa en demasiados
asuntos. ¡Dejad de retorceros las manos! Os lo rue- 1
melopea: canto monótono.
go, sentaos, que yo os retorceré el corazón –¡ya lo 2
antífona: verso u oración cantado o rezado antes de los salmos
creo!– si está hecho de materia penetrable, y si la en la liturgia.
costumbre del mal no lo ha endurecido y dejado a 3
Hiperión: en la mitología griega, uno de los titanes nacidos
prueba de todo sentimiento. de Geo y Urano.

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LITERATURA UNIVERSAL

Jean-Baptiste Poquelin, «Molière»


Vida
Jean-Baptiste Poquelin, conocido como Molière (París, 1622 - 1673), es uno de los
dramaturgos más importantes de la historia del teatro europeo. La carrera teatral
de Molière, además, comprendió todas las facetas de la escena, ya que además
de autor, también fue actor, director y empresario.
Nacido en el seno de una familia burguesa, con solo veinte años se integró en
una troupe teatral, el Illustre Théâtre de los hermanos Béjart, abandonando su
anterior vida acomodada y abrazando su verdadera vocación.
Durante quince años se dedicó al teatro ambulante, hasta que en 1653 ob-
tuvo la protección del príncipe de Conti. En este año representó su primera
creación teatral propia. Años más tarde, pierde la protección del príncipe de
Conti y busca el amparo del hermano del rey Luis XIV, gracias al cual consigue
representar con su troupe ante el público cortesano.
Ya instalado en París, y con buenas relaciones en la corte, Molière comienza a estre-
nar algunas de sus obras en uno de los teatros estables de la capital, el Palais Royal. En
1662 contrae matrimonio con Armande Béjart, también actriz. Un año más tarde, aparece la prime-
ra edición colectiva de sus obras. Finalmente, en 1664, el éxito de Molière hace que el rey Luis XIV
manifieste su deseo de que su troupe sea conocida como la troupe del rey.
En 1673 Molière murió durante la cuarta representación de su comedia El enfermo imaginario. A su
muerte, la troupe se dividió en dos salas y mantuvo vivo el repertorio de Molière.

Obra
En todas sus obras, Molière suele plantear un tema de naturaleza moral en torno al que gira la acción
del texto. No se trata, sin embargo, de una visión ascética o meramente didáctica, sino de un análisis
ameno y, sobre todo, muy agudo de los comportamientos humanos. Por este motivo, el autor culti-
vó fundamentalmente el género de la comedia, que le permitía divertir al público a la vez que satiri-
zaba algunos de los vicios de su tiempo. Su hábil captación del alma humana sumada a su talento
en la construcción de los diálogos y de las situaciones dramáticas hacen que sus obras trasciendan
los límites de su época y sigan resultando divertidas e incluso modernas en la actualidad.
Entre las fuentes que emplea para componer sus obras destaca la presencia de la commedia dell’arte,
forma teatral surgida en Italia y consistente en improvisaciones a partir de una serie de personajes
prototípicos como Arlequín, Colombina, el viejo Pantaleón… Molière se inspira en estos persona-
jes para construir algunas de sus más célebres comedias de figurón. Reciben este nombre las come-
dias en las que la trama gira en torno a un personaje que representa un vicio de manera exagerada e
incluso ridícula. Entre estas comedias podemos destacar títulos como El avaro (crítica de la usura y la
avaricia), El enfermo imaginario (crítica de la hipocondría) o Tartufo (crítica de la hipocresía).
También se inspira en materiales folclóricos, como el mito de don Juan, al que dio forma en su ex-
celente Don Juan, una de sus obras más importantes.
En algunas de sus comedias recogió los tópicos misántropos de su tiempo, como en Las mujeres
sabias o Las preciosas ridículas, y compuso una obra de difícil clasificación que sigue siendo una de
las más discutidas y polémicas en cuanto a su naturaleza y su sentido, El misántropo.
Entre los rasgos formales propios de la obra de Molière destaca el empleo cómico del teatro dentro
del teatro, de manera que los personajes se convierten –dentro de la escena– en pequeños directo-
res o en actores improvisados que juegan con los demás para desvelar sus más ocultos vicios.
Considerado tradicionalmente el padre de la comédie française, Molière sigue siendo hoy en día el
autor teatral francés más representado.

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La trampa de Elmira
Tartufo, un individuo moralista e hipócrita, se hospeda en Si he de hablaros con franqueza, no fiaré yo de pala-
casa de su amigo Orgón, a quien da toda suerte de conse- bras tan lisonjeras. A menos que vuestros favores,
jos sobre cómo debe comportarse con su familia. Elmira –la que tanto ansío, me dieran la prueba de ser cierto lo
esposa de Orgón– decide desenmascarar a este farsante que dais a entender y afianzaran en mi alma la fe en
aprovechándose del deseo que Tartufo siente hacia ella. cuantas encantadoras bondades para conmigo es-
Para ello, pide a su marido que se oculte bajo una mesa y táis teniendo.
observe el comportamiento de su amigo cuando crea estar
ELMIRA. (Tose para avisar a su marido.) ¿Cómo? ¿Tan aprisa
a solas con ella.
pretendéis ir?, ¿tan ansiosamente saborear ya la ter-
TARTUFO. Me han dicho que me queríais hablar aquí. nura de un corazón? Se esmera una en haceros una
declaración de lo más tierno y no os basta aún, que
ELMIRA. Sí, tengo algunos secretos que revelaros. Mas an-
no os daréis por contento si no se llega a los últimos
tes entornad esa puerta para que os los diga y mirad
favores.
bien por todos lados, no sea que nos sorprendan.
(Tartufo va a cerrar la puerta y vuelve.) ¡Lo que nos ha- TARTUFO. Cuanto menos merecemos un bien, menos
cía falta ahora era una contrariedad como la de hace osamos esperar que nos sea concedido. Nuestros
poco! ¡Cómo nos sorprendieron! ¡Nunca se vio cosa anhelos difícilmente se satisfacen con buenas razo-
igual! Damis me dio, por vuestra culpa, un susto tre- nes. Vislumbramos apenas un porvenir colmado de
mendo y ya visteis qué empeño puse en estorbar sus ventura y ya queremos alcanzarlo, sin creer todavía
intenciones y en serenar su cólera. La turbación, bien que pueda ser cierto. Yo, que por tan poco merece-
es cierto, se apoderó de mí de tal suerte que ni se me dor me tengo de vuestros favores, poco espero de
ocurrió desmentirlo. Mas gracias a Dios todo ha sali- mi osadía. Así que nada podré creer si no conseguís
do mejor desde entonces y las cosas están ahora convencer antes a mi corazón con realidades.
más seguras. La gran estima en que os tienen ha disi-
ELMIRA. ¡Santo cielo! ¡Cuán tirano se muestra vuestro
pado la tormenta y mi marido no puede recelar de
amor! ¡En qué rara turbación sume a mi alma! ¡Qué
vos. Para mejor hacer frente a los juicios temerarios
despótico imperio ejerce sobre los corazones! ¡Qué
de la gente, pretende que estemos juntos a todas
vehemente porfía pone en ir tras lo que desea! ¿Có-
horas. Por ello puedo, sin miedo a las habladurías, ha-
mo? ¿No podré defenderme de vuestro asedio? ¿No
llarme aquí encerrada a solas con vos y puedo abriros
me concederéis el menor respiro? ¿Es acaso decoro-
un corazón que no está sino demasiado dispuesto a
so mostrar un rigor tan extremado y exigir, sin dar
sufrir vuestros ardores.
tregua, cuanto se solicita; abusar así con vuestros
TARTUFO. Esas palabras son harto difíciles de entender, apremios de la inclinación que por vos siento?
señora, que de forma bien distinta hablabais hace
TARTUFO. ¿Mas si con ojos benignos miráis mis galanteos,
poco.
por qué negarme una prueba definitiva? […]
ELMIRA. ¡Ah! ¡Si estáis enojado por mi negativa, qué mal
ORGÓN. (Deteniéndole.) Despacio, amigo, que os dejáis
conocéis el corazón de la mujer! ¡No sabéis lo que
llevar demasiado por vuestros ardores y no debierais
quiere dar a entender cuando tan débilmente se le
abandonaros así a las pasiones. ¡Así que, hombre vir-
ve defenderse! Nuestro recato hace que nos resista-
tuoso, me pretendéis deshonrar! ¡Cómo sucumbe
mos siempre a los dulces sentimientos que podrían
vuestra alma a las tentaciones! ¡Os casabais con mi
hacer despertar en nosotras. Aunque aprobemos la
hija, cuando estabais deseando a mi mujer! Mucho
pasión que nos embarga, siempre sentimos algún
me ha costado creer que estuvieseis hablando en
rubor en dar muestras de ella. […]
serio, que no podía dejar de pensar que de un mo-
LITERATURA UNIVERSAL

TARTUFO. ¡Cuán dulce es oír esas palabras en los labios mento a otro ibais a cambiar de tono. Mas ya está
que uno ama! Su miel hace correr a raudales por mis bien de pruebas. Con las que tengo me basta y no
sentidos un bálsamo nunca hasta ahora gustado. La quiero más.
dicha de agradaros es mi supremo anhelo. Vuestra MOLIÈRE
inclinación hace la bienaventuranza de mi corazón. Tartufo
Mas ese mismo corazón os pide ahora la licencia de
dudar un poco de su propia felicidad: yo podría
creer que esas palabras son un sutil ardid para obli-
garme a deshacer las bodas que se han concertado.

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LITERATURA UNIVERSAL

Jonathan Swift
Vida
Jonathan Swift (Dublín, 1667 - 1745) es el autor de una de las obras más ca-
racterísticas de la Ilustración europea, Los viajes de Gulliver, en la que plantea
una acerada crítica de la sociedad de su tiempo y, desde una perspectiva
más filosófica, del propio ser humano.
Huérfano de padre, Swift vivió una infancia humilde y difícil. Cursó estudios
de Teología en Dublín y, en 1695, fue ordenado sacerdote de la Iglesia angli-
cana. Cinco años más tarde consiguió el vicariato de Lasacor y posteriormen-
te fue nombrado capellán de Lord Berkeley, hecho que le permitió pasar lar-
gos periodos en Dublín, así como realizar diversos viajes a Londres. Durante
toda su vida su interés por la política le llevó a escribir polémicos panfletos
bajo seudónimo. En 1745 Swift fallecía en su ciudad natal.

Obra
Entre los títulos escritos por Jonathan Swift destacan obras como La batalla entre los libros antiguos
y modernos (1699), Cuento de una barrica (1704), El comportamiento de los aliados (1713) o Una mo-
desta proposición (1729). Pero la obra que convirtió a Swift en uno de los grandes nombres de la li-
teratura universal es, sin duda, su novela Los viajes de Gulliver (1726).
En esta obra, de naturaleza crítica y satírica, se plantea una narración en primera persona en la que
el personaje protagonista –el doctor Lemuel Gulliver– relata y describe minuciosamente sus viajes
y su contacto con diferentes y extrañas criaturas. La obra se presenta como un verdadero tratado
de viajes, de forma que su autor parodia el aparato documental que solía acompañar este tipo de
obras, e incluye tanto un retrato del viajero como unos mapas apócrifos de las tierras imaginarias
visitadas. A lo largo de toda la novela, se mantendrá esta sutil tensión entre la fantasía de los he-
chos narrados y el afán de verosimilitud de Swift, que consigue hacer parecer creíble y científico
su tratado de ficción.
La obra se divide en cuatro partes, de acuerdo con los viajes que realiza su protagonista:
• Primera parte: viaje a Liliput.
• Segunda parte: viaje a Brobdingnag.
• Tercera parte: viaje a Laputa, Balnibarbi, Glubbdubdrib, Luggnagg y Japón.
• Cuarta parte: viaje al país de los Houyhnhnms.
En las dos primeras partes, el autor recurre a la descripción de personajes fantásticos con los que en-
tabla una relación muy distinta en función de su tamaño: seres diminutos (en Liliput) y gigantes (en
el caso de Brobdingnag).
En la tercera parte, sin embargo, aparecen instituciones y seres humanos claramente reconoci-
bles, si bien se presentan unas criaturas fantásticas: los inmortales.
Por último, en la cuarta parte, el autor plantea una sociedad utópica y perfecta formada por una
raza de caballos que simboliza los ideales de paz y convivencia que defiende Swift.
La obra, por tanto, recoge los temas más característicos del pensamiento ilustrado: defensa de la
necesidad de instruir al pueblo, pacifismo e importancia de la diplomacia en las relaciones inter-
nacionales, denuncia de las supersticiones y de las falsas creencias, apología de la ciencia y de la
investigación, crítica de los vicios habituales y de las costumbres que impiden el progreso, etc.
Los viajes de Gulliver ha sido interpretado en muchas ocasiones como un relato para niños. Sin em-
bargo, la agudeza de su prosa y la profundidad de los temas que aborda lo convierten en uno de
los análisis más ácidos y agudos que se hayan hecho jamás de la naturaleza humana.

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Los habitantes de Liliput


Aunque me propongo dejar la descripción de este Im- percibe el inocente una cuádruple recompensa por la
perio para un tratado especial, me complace mientras pérdida de tiempo, el peligro que corrió, las penalidades
tanto satisfacer al curioso lector con algunas ideas ge- de su prisión y todos los gastos que le costó la defensa.
nerales. Siendo la estatura normal de los habitantes de Y si aquellos fondos resultaran insuficientes, la Corona
algo menos de quince centímetros, existe una exacta los reintegra generosamente. Asimismo, el Emperador
proporción entre todos los demás animales y plantas; lo honra con alguna señal pública de su favor, y un ban-
por ejemplo, los caballos y bueyes más altos levantan do proclama su inocencia por toda la ciudad.
entre diez y doce centímetros, las ovejas cuatro centí-
El fraude lo consideran un delito más grande que el ro-
metros más o menos, los gansos abultan aproximada-
bo y por consiguiente pocas veces dejan de sancionarlo
mente lo que un gorrión, y así todo lo demás en dismi-
con la muerte, pues afirman que la precaución, la vigi-
nución sucesiva hasta llegar a los seres más pequeños,
lancia y el mínimo sentido común pueden guardar los
que a mis ojos eran invisibles. Pero la naturaleza ha
bienes de un hombre de los ladrones, pero la honradez
adaptado los ojos de los liliputienses en relación con
es indefensa ante una astucia superior y, como es nece-
todos los objetos dentro de su perspectiva: pueden ver
sario que existan permanentemente unas relaciones de
con gran precisión pero no a gran distancia. Como ilus-
compraventa y el negociar a crédito, que es donde el
tración de la agudeza de sus ojos sobre objetos cerca-
fraude se consiente o se le hace la vista gorda, o no hay
nos baste decir que he tenido el gran gusto de obser-
ley que lo castigue, resulta que el negociante honrado
var a un cocinero desplumando a una alondra que no
sale siempre perdiendo mientras que el sinvergüenza se
era más grande que una mosca común y a una mucha-
lleva el provecho. Recuerdo que una vez intercedí ante
chita enhebrando una aguja invisible con seda invisi-
el soberano por un delincuente que había agraviado a
ble. Los árboles más altos tienen dos metros y pico de
su amo sobre una gran suma de dinero, que había reci-
altura; me refiero a algunos en el gran Parque Real, a
bido por cheque, y con la cual escapó. Y como dijera yo
cuyas cúspides podía justamente llegar con la mano
a Su Majestad, a título de atenuante, que se trataba solo
cerrada. El resto de las plantas está en la misma propor-
de un abuso de confianza, el Emperador respondió que
ción, pero esto lo dejo a la imaginación del lector.
era monstruoso por mi parte alegar como defensa lo
No diré mucho ahora de su cultura, que ha florecido du- que era el agravante más grande del delito, y a decir ver-
rante muchos siglos en todas sus ramas, pero su manera dad poco pude decir en respuesta más que la común
de escribir es muy particular, pues no es ni de izquierda afirmación de que en cada tierra el su uso 2, pues confie-
a derecha como la de los europeos, ni de derecha a iz- so que me encontraba sinceramente avergonzado.
quierda como la de los árabes, ni de arriba abajo como JONATHAN SWIFT
la de los chinos, ni de abajo arriba como la de los casca- Los viajes de Gulliver
gianos1, sino al sesgo, de una esquina del papel a la otra,
como la de nuestras damas en Inglaterra. 1
cascagianos: pueblo imaginario.
Entierran a sus muertos verticalmente con la cabeza pa- 2
en cada tierra el su uso: máxima que indica que cada pueblo
ra abajo porque, según sus creencias, dentro de once o comunidad tiene sus costumbres.
mil lunas todos ellos resucitarán, y en este tiempo la Tie-
rra (que ellos imaginan ser plana) se dará la vuelta, de
modo que al resucitar se encontrarán listos y en pie. Los
más sabios de ellos confiesan lo absurdo de esta doctri-
na, pero la práctica continúa por transigir con el vulgo.
Hay algunas leyes y costumbres muy peculiares en este
LITERATURA UNIVERSAL

Imperio, y si no fueran tan directamente opuestas a las


de mi querido país, me sentiría tentado a decir algo por
justificarlas. Uno no puede desear otra cosa sino que es-
tas se ejecutaran tan bien como aquellas. La primera
que mencionaré se refiere a los delatores. Todos los deli-
tos contra el Estado se castigan con la máxima severi-
dad, pero si el acusado consigue probar claramente su
inocencia en el juicio, el acusador recibe inmediatamen-
te la muerte más ignominiosa, y de sus haberes o tierras

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LITERATURA UNIVERSAL

Voltaire
Vida
François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire (París, 1694 - 1778), fue
un escritor y filósofo francés que difundió el pensamiento ilustrado del si-
glo XVIII.
Voltaire fue instruido en París, en el colegio jesuita Louis Le Grand. Al gra-
duarse, comenzó a cursar Derecho, pero pronto abandonó estos estudios
para dedicarse de lleno a la literatura. Sus primeros textos fueron piezas
teatrales como su tragedia Edipo o su drama Marianne.
En 1717 fue encarcelado en la Bastilla por sus opiniones políticas, expre-
sadas abiertamente en unos versos satíricos contra el duque de Orleans.
A partir de este momento comienza a firmar sus textos con el seudónimo
de Voltaire.
En 1726 es nuevamente encarcelado y ese mismo año se exilia a Inglaterra, don-
de permanece tres años, en los que conoce y estudia en profundidad las nuevas ideas
de la filosofía inglesa. A su regreso a Francia, Voltaire comenzó la difusión de estas nuevas
ideas, que dejaron una honda impronta en su pensamiento filosófico y político, tal y como se obser-
va, por ejemplo, en sus Cartas filosóficas (1734).
Tras la publicación de sus Cartas, Voltaire tuvo que refugiarse en Cirey, donde vivió hasta 1749.
Posteriormente se instaló en Prusia y Suiza. En esta época escribe algunas de sus obras más céle-
bres y contribuye a la difusión de las ideas ilustradas por toda Europa. En 1778 regresa a París, don-
de fallece ese mismo año.

Obra
Dentro de la obra literaria de Voltaire se pueden distinguir fundamentalmente textos de carácter
ensayístico, como sus Cartas filosóficas (1734) o El siglo de Luis XIV (1751); relatos, como Zadig
(1748); obras teatrales, como sus tragedias Zaire (1734) o Tancredo (1760); poemas, como Juana de
Arco (1755); y novelas cortas, como su célebre Cándido o el optimismo (1759).
Todos los textos de Voltaire tienen en común su carácter reflexivo y su intención didáctica. Tal y
como corresponde a los preceptos del arte ilustrado, la finalidad del autor no es la invención de
tramas sorprendentes o de ficciones apasionantes, sino la presentación amena de temas de amplio
alcance social, político y religioso.
Tanto en sus ensayos como en sus obras narrativas y teatrales, recoge sus ideas sobre cómo es y
cómo ha de ser la sociedad europea. En el caso de su novela más conocida, Cándido, crea una
sencilla estructura narrativa para dar pie a un relato que se articula como un mosaico de diferentes
comportamientos y tipos sociales.
En esta obra, Cándido es un personaje que, como su nombre indica, representa la ingenuidad y
la inocencia. Acompañado por Martín, un filósofo en el que Voltaire vuelca muchas de sus ideas
personales, Cándido se convierte en observador de la realidad en un viaje que tiene mucho de
alegórico y que recuerda a los testimonios del personaje de Gulliver en la obra de Jonathan
Swift.
Como el novelista inglés, Voltaire defiende en sus obras ideas típicamente ilustradas, tales como la
libertad de cultos religiosos o el papel educador y edificante del arte.
El estilo claro y sencillo de sus obras hace que el mensaje resulte nítido y eficaz, de manera que en la
actualidad sus ideas siguen teniendo vigencia como una clara y necesaria defensa de los derechos
humanos fundamentales.

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De lo que les aconteció en Francia a Cándido y a Martín


Cándido estuvo en Burdeos solo el tiempo necesario para acechan a los extranjeros, les cuentan la historia escan-
vender algunos pedruscos y comprar un buen carruaje dalosa de la villa y les ofrecen todo tipo de diversiones.
de dos asientos, porque ya no podía pasarse sin su buen Llevó a Cándido y Martín al teatro, en donde se repre-
filósofo Martín. Lamentó tener que separarse de su último sentaba una tragedia nueva. Cándido se halló situado
carnero y lo regaló a la Academia de Ciencias de Burdeos, entre algunos hombres de ingenio, lo que no impidió
la cual propuso como tema para el premio de aquel año que llorase en algunas escenas ejecutadas a la perfec-
demostrar por qué la lana de ese carnero era roja. El pre- ción. Uno de los razonadores le dijo en un entreacto:
mio se lo llevó un sabio del norte, quien demostró por A, –Hacéis mal en llorar, esta actriz es muy mala; el actor
más B, menos C, dividido por Z, que el carnero era rojo que la acompaña es más malo aún; la pieza es peor que
porque sí y que moriría de moquillo. todos los actores juntos; porque el autor no tiene ni idea
A todo esto, cada pasajero con quien Cándido se topa- de lo árabe y, sin embargo, sitúa la acción en Arabia.
ba en las posadas del camino repetía: «Nosotros vamos Además, es un hombre que no cree en las ideas innatas;
a París». Este latiguillo general despertó en él un vivo de- mañana os traeré veinte artículos que se han escrito
seo de conocer la capital francesa, no muy separada del contra él.
camino a Venecia. Entró por el arrabal de Saint-Marceau –¿Cuántas obras teatrales tenéis en Francia? –preguntó
y creyó encontrarse en la más mísera aldea de Westfalia. Cándido al abate.
Apenas habían encontrado un hospedaje, cuando se –Cinco o seis mil aproximadamente –respondió el cura.
sintió atacado por una ligera enfermedad causada por
las fatigas de los viajes realizados. Como llevaba en el –Muchas son –replicó Cándido–; ¿cuántas hay realmen-
dedo índice un diamante enorme y se habían dado te buenas?
cuenta de que una cajita que acompañaba a su equipa- –Quince o dieciséis –replicó el otro.
je pesaba en demasía, tuvo a su lado de inmediato dos
–Muchas son –dijo Martín.
médicos que no había solicitado, algunos amigos ínti-
mos que no se separaban de él y dos beatas que calen- Cándido quedó encantado con una actriz que hacía de
taban los caldos. Martín decía: reina Isabel en una notable tragedia que se representa-
ba algunas veces.
–Me acuerdo que cuando yo estuve en París también
caí enfermo, pero como era más pobre que una rata, no –Esta actriz –dijo a Martín– me gusta mucho porque se
tuve a mi lado ni amigos, ni médicos, ni beatas, y, sin parece un poco a la señorita Cunegunda 2. Me agradaría
embargo, recobré la salud. saludarla.
A fuerza de tanto mejunje y sanguijuela, Cándido se El abate se prestó gustoso a presentársela, y Cándido,
agravó. Un sacristán vino a solicitarle un billete pagade- criado en Alemania, quiso conocer la etiqueta y el trato
ro al portador en el otro mundo, Cándido no quiso sa- que se les daba en Francia a las reinas de Inglaterra.
ber nada del asunto y las beatas le aseguraron que era –En París –dijo el cura– se las respeta cuando son bellas,
una moda nueva. El joven respondió que él era un anti- y cuando mueren se las arroja a un muladar.
cuado, mientras que Martín quiso tirar por la ventana al
sacristán. El clérigo juró que no enterrarían a Cándido, y –¡Las reinas en un muladar! –exclamó Cándido.
Martín le juró, a su vez, que a quien iban a enterrar si –Naturalmente –dijo Martín–, el señor abate tiene razón.
continuaba importunando era a él. La pelea se encres-
VOLTAIRE
pó, Martín lo cogió por los hombros y lo echó a empe- Cándido
llones, causando por ello un gran revuelo y organizando
por su conducta un proceso.
LITERATURA UNIVERSAL

1
perigordiano: originario de Périgord, comarca al sudoeste
Cándido se curó y en su convalecencia tuvo abundante de Francia.
compañía, principalmente en la mesa de juego, en don- 2
Cunegunda: enamorada de Cándido.
de todo el mundo apostaba muy fuertemente. El joven
estaba admirado porque no conseguía jamás ningún as,
pero Martín no se sorprendía lo más mínimo.
Entre los concurrentes se destacaba un abate perigor-
diano1, una de esas personas diligentes, atentas y servi-
ciales, descarado, cariñoso, acomodaticio, de los que

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LITERATURA UNIVERSAL

Laurence Sterne
Vida
Laurence Sterne (Clonmel, Irlanda, 1713 - Londres, 1768) es uno de los escritores
europeos más originales del siglo XVIII. Su obra más célebre, La vida y opiniones del
caballero Tristram Shandy, es –sin duda– una de las narraciones más innovado-
ras de su tiempo, ya que en ella se adelanta a muchos de los procedimientos
de la futura novela de vanguardia, anticipando el empleo del monólogo inte-
rior que, siglo y medio después, aparecerá en el Ulises de James Joyce.
Nacido en el seno de una familia tradicional irlandesa, Sterne cursó estudios
en Cambridge, donde se graduó en el año 1736. Dos años más tarde fue orde-
nado sacerdote y obtuvo la vicaría de Sutton-in-the-Forest. En 1741 contrajo
matrimonio con Elizabeth Lumley.
Ya en 1759, Sterne se instaló definitivamente en Londres y publicó su primer tex-
to literario, un panfleto satírico titulado Una fábula política que provocó un nota-
ble escándalo. Tras este opúsculo, sacó a la luz los primeros volúmenes de su gran
obra, La vida y opiniones del caballero Tristram Shandy.
En 1760 obtuvo el vicariato de Coxwold con carácter vitalicio y continuó con la publicación de
los volúmenes III y IV de Tristram Shandy, obra que siguió apareciendo por entregas hasta 1767.

Obra
Como ya se ha dicho, la obra más relevante de Laurence Sterne, quien comenzó su actividad lite-
raria a los cuarenta y seis años de edad, es La vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, más co-
nocida como Tristram Shandy.
Se trata de una novela narrada en primera persona en la que, con un tono humorístico e incluso
picaresco, se plantea la supuesta autobiografía del narrador. Este, sin embargo, no cumple con el
propósito inicial de su relato –que no abarca más que una semana en la vida de una familia–, si
bien sí retrata de forma aguda e irónica a un grupo de personajes relacionados con él.
Entre las novedades de esta novela destaca su ruptura del orden temporal, ya que los capítulos
–de extensión variable y muy diferente entre sí– no aparecen hilvanados a partir de un criterio
cronológico, sino siguiendo las asociaciones de ideas que hace el narrador. En este sentido, se ha
considerado que Sterne se adelanta al futuro monólogo interior que será tan característico de la
revolución de la novela a fines del siglo XIX y principios del siglo XX.
La novela, por tanto, no posee una auténtica trama, y ni siquiera se sabe con certeza si se trata de
una obra acabada, ya que sus nueve volúmenes solo aluden a la infancia del personaje de Tristram,
hecho que puede ser intencionado por parte de su autor –como una parodia consciente del género
de las biografías– o que, según otros estudiosos, podría revelar su voluntad de continuar la historia.
En cualquier caso, la importancia del texto no radica en su argumento, sino en su estilo literario y
en su inteligente pintura de tipos y situaciones, que recuerda –por su sentido del humor– algunos
pasajes de Cervantes o Rabelais, autores de los que Sterne era declarado admirador.
Además, el autor emplea técnicas que, ya en el siglo XX, serán características de los movimientos
de vanguardia, como los juegos con la presentación gráfica del texto.
La obra incluye numerosos pasajes digresivos en los que el novelista diserta de manera crítica, y
habitualmente sarcástica, sobre temas muy diversos. Entre las digresiones destacan los momen-
tos en los que el narrador reflexiona sobre su propia tarea (pasajes metaliterarios).
En conclusión, Tristram Shandy es una de las obras más peculiares de su tiempo, tanto por su no-
vedad como por su capacidad de anticipación de algunas de las técnicas que revolucionarían la
novela dos siglos después.

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Sobre el amor
Capítulo decimoprimero la mañana que estar sentado junto al fuego e inventar
platos ardientes para dárnoslos. No lo tocaría yo por na-
Puesto que la viuda Wadman estaba enamorada de mi
da de este mundo.
tío Toby y mi tío Toby no estaba enamorado de la viuda
Wadman, a la viuda Wadman no le quedaba más reme- –¡Oh Tristram, Tristram!, lloraba Jenny.
dio que seguir queriendo a mi tío Toby u olvidarse de –¡Oh Jenny, Jenny!, replicaba yo. Y así llegamos al capí-
todo el asunto. tulo doce.
Pero la viuda Wadman no hizo ni una cosa ni otra.
Capítulo decimosegundo
¡Cielo santo! Me estaba olvidando de que yo coincido un
poco con la manera de ser de la viuda, pues cuando lle- Dije que no la tocaría por nada del mundo.
ga la ocasión –cosa que suele suceder normalmente en Señor, ¡cómo se ha caldeado mi imaginación con esta
los equinoccios– de que alguna diosa terrenal me haga metáfora!
pensar en esto o en lo otro y se me quiten las ganas de
desayunar mientras que a ella le importa un bledo que Capítulo decimotercero
yo desayune o no…
Pero ¡al diablo con ella!, y sin más, la envío a Tartaria, y Todo lo cual pone de manifiesto, digan lo que digan
de allí a la Tierra de Fuego y de allí al mismísimo demo- vuestras mercedes y vuestras reverencias (pues puestos
nio, es decir, que no encuentro nicho infernal a donde a pensar, los que lo hacen terminan pensando siempre
confundir y arrojar a la tal divinidad. muy parecido), que el AMOR es –al menos hablando alfa-
béticamente– algo de lo más
Pero, como el corazón es blando y las pasiones suben y
bajan en cuestión de minutos, enseguida vuelvo a reco- A gotador
gerla y, como yo no me ando con medias tintas, la sitúo B rujo
en mitad de la Vía Láctea. C onfuso
¡Tú, la más brillante de las estrellas! Derrama tu influen- D iabólico. Y de lo más
cia sobre alguna de ellas.
E najenante
Que se vayan al infierno ella y su influencia, pues esa pa-
F útil
labra me hace perder la paciencia. ¡Que le aproveche!
¡Por cuanto haya de más hirsuto y espantoso!, exclamo G randilocuente
quitándome mi gorra de piel y doblándola sobre mi de- H edonístico
do. ¡No daría ni seis peniques por una docena como ella!
I rritante (no hay nada con K)
Pero es una gorra excelente (y me la vuelvo a poner en
L írico. Y al mismo tiempo de lo más
la cabeza apretándola contra mis orejas) y es tibia y sua-
ve sobre todo si uno se la cala como es debido. Pero ¡ay! M artirizante
nunca me será dada tanta fortuna (con lo que, de nue- N ecio
vo, mi filosofía vuelve a naufragar). O bstaculizador
No. Nunca meteré el dedo en esa tarta (y con esto aca- P ragmático
bo con las metáforas).
S oliviantador
Corteza y miga.
R idículo. Aunque, dicho sea de paso, la R debería ha-
Lo de dentro y lo de fuera. ber ido antes.
LITERATURA UNIVERSAL

Lo de arriba y lo de abajo. La detesto, la odio, la repudio,


LAURENCE STERNE
me asquea solo verla. Tristram Shandy
Esto es pimienta
ajo
estragón
sal, y
mierda de diablos, cocinada por el archicocinero de los
cocineros que no hace otra cosa, pienso, de la noche a

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LITERATURA UNIVERSAL

Johann W. von Goethe


Vida
Johann Wolfgang von Goethe (Frankfurt am Main, 1749 - Weimar, 1832) es
uno de los escritores más importantes de la literatura alemana.
Hijo de un abogado, Johann Caspar Goethe, fue instruido directamente por
su padre, que alentó en él su enorme curiosidad intelectual, uno de los ras-
gos que marcarían a Goethe a lo largo de toda su vida.
En 1765 inició sus estudios de Derecho en Leipzig; sin embargo, se vio obliga-
do a interrumpirlos a causa de una grave enfermedad. Dos años más tarde re-
tomó sus estudios en Estrasburgo, donde conoció al filósofo Johann Gottfried
von Herder, uno de los autores que más influyeron con sus textos en el naci-
miento y el desarrollo del Romanticismo alemán.
En el año 1774 volvió a Frankfurt, donde escribió su célebre novela Las des-
venturas del joven Werther, inspirada en su amor no correspondido por Char-
lotte Buff. Esta novela se convertiría en una de las obras más célebres del
nuevo movimiento literario que Goethe apadrinaría junto al dramaturgo ale-
mán Schiller y el propio Herder: el Sturm und Drang (Tempestad y empuje). En
este movimiento se funde el espíritu del Romanticismo con la lectura apasionada de los clásicos y
el ansia intelectual de sus autores, que rechazan los modelos literarios precedentes.
En 1775 aceptó la invitación del heredero de Sajonia-Weimar para formar parte de la corte de Wei-
mar, donde desempeñó diversos cargos públicos. Allí comienza sus investigaciones científicas en
materias tan diversas como la Óptica, la Geología o la Química. Además, conoció a personajes tan
notables de la cultura de la época como Beethoven o el propio Schiller.
Ya en 1787 comienza la redacción de su obra magna, Fausto, texto dramático que revisaría tras el
regreso de su viaje por Italia (1786-1788).

Obra
La obra de Goethe destaca por su complejidad y su continua evolución. Sus primeros textos, es-
pecialmente su célebre Werther, forman parte del Sturm und Drang, y están impregnados del tono
romántico de la literatura y el pensamiento de la época. En el caso de Werther, Goethe presenta
una novela epistolar en la que se narran los amores desgraciados de su protagonista, quien, deses-
perado, acaba suicidándose. El personaje central se convirtió en símbolo de la sensibilidad román-
tica y muchas de las situaciones presentadas en esta breve novela pasaron a ser tópicas en la lite-
ratura europea del primer tercio del siglo XIX.
Sin embargo, Goethe evoluciona desde este Romanticismo inicial hacia un mayor clasicismo, ya
totalmente presente en sus textos de madurez, entre los que cabe destacar la novela Las afini-
dades electivas.
Esta evolución puede observarse nítidamente en Fausto, donde se concilian ambas tendencias en
la que es, sin duda, una de las obras más importantes de la literatura universal. En esta obra teatral
difícilmente representable, publicada en dos partes (1808 y 1833), se presenta la historia de Faus-
to, un hombre obsesionado con la posesión del conocimiento total y absoluto que acabará ven-
diendo su alma al diablo –Mefistófeles– a cambio de la sabiduría.
En compañía del diablo recorrerá la sociedad de su tiempo y, en la segunda parte, el mundo de la An-
tigüedad clásica, y conocerá –desde un punto de vista privilegiado– la verdadera esencia de la natura-
leza humana, así como los efectos del amor y la pasión, representados en el personaje de Margarita.
Fausto se inspira en una leyenda perteneciente al folclore alemán. Goethe, sin embargo, supo
construir a través de ese material una obra mucho más compleja y polisémica, componiendo una
de las creaciones inmortales de la literatura de todos los tiempos.

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La visita de Mefistófeles
Cuarto de estudio. FAUSTO y MEFISTÓFELES. FAUSTO. Por lo visto, te complaces en el espionaje.
MEFISTÓFELES. No soy omnisciente, pero sí sé muchas co-
FAUSTO. ¡Están llamando! ¡Adelante! ¿Quién vendrá a mo- sas. […] Cesa, pues, de jugar con tu pena, que, al
lestarme de nuevo? modo de un buitre, te recome la vida; la compañía
MEFISTÓFELES. Soy yo. peor te hace sentir que eres un hombre entre los
FAUSTO. ¡Adentro! hombres. Mas no creas, sin embargo, que pretende-
mos lanzarte en medio del barullo. No soy yo de los
MEFISTÓFELES. Tienes que decirlo tres veces.
grandes; pero si, unido a mí, quieres abrirte paso en
FAUSTO. ¡Adentro, pues! la vida, de muy buen grado me avendré a ser tuyo
MEFISTÓFELES. ¡Así me gusta! ¡Espero que haremos buenas desde ahora. Tu compañero soy yo, y si te agrada,
migas! Pues para quitarte tus manías, me presento seré tu criado, tu escudero.
en facha de noble caballero, con traje rojo, guarneci- FAUSTO. ¿Y qué tendré yo que hacer en pago?
do de oro el capotillo1 de recia seda, mi pluma de
MEFISTÓFELES. Para eso tienes mucho tiempo por delante.
gallo en el chambergo 2 y mi largo y buido 3 estoque
al cinto, y te aconsejo, sin más ni más, que también FAUSTO. ¡No! ¡No! Egoísta es el demonio, y nada hace por
tú te vistas así, para que, suelto y libre, aprendas a tu bella cara. Explica claro las condiciones, que un
conocer la vida. criado así resulta peligroso en una casa.
FAUSTO. En cualquier traje que me ponga habré de sen- MEFISTÓFELES. Yo me comprometo aquí a servirte, a mo-
tir igual el dolor de esta menguada vida terrenal. verme sin tregua ni descanso a una seña tuya; si lue-
Harto viejo soy ya para retozar y harto joven para go nos volvemos a encontrar allá arriba, tú me paga-
no tener deseos. ¿Qué es lo que puede ofrecerme a rás con la misma moneda.
mí el mundo? ¡Privarte debes! ¡Privaciones debes FAUSTO. Sin cuidado me tiene el allá arriba. En reducien-
imponerte! Esta es la eterna cantilena que suena do tú a escombros este mundo, que el otro surja
en los oídos de todos, la que todo a lo largo de luego en hora buena. De esta tierra es de donde ma-
nuestra vida ha de vibrar para nosotros a todas las nan mis goces, y este sol es el que mis dolores alum-
horas, y solo con empacho despierto yo por la ma- bra; luego que yo los deje a ambos, que pase lo que
ñana, y ganas me entran de llorar amargamente al pasar quiera y pueda. De eso no quiero oír hablar
ver el día que en su carrera no ha de satisfacerme más, ni tampoco de si allí también se odia y se ama,
ni un solo deseo, ni uno siquiera, y que hasta el ba- ni de si hay también allí arriba y abajo.
rrunto de cada placer aminora con egoístas recon- MEFISTÓFELES. Siendo así, puedes arriesgarte. Compromé-
comios y con miles de esperpentos de la vida cohí- tete, pues; con júbilo verás en estos días mis artes;
be la creación de mi fogoso pecho. Yo también, yo te daré lo que hombre alguno podría darte. […]
cuando la noche cae, he de tenderme angustiado
FAUSTO. ¡Venga esa mano! ¡Direle al momento: aguarda!
en el petate, y ni aun allí gozo descanso alguno, que
¡Eres tan bello! ¡Luego podrás cargarme de cadenas
bárbaras pesadillas vienen a llenarme de espanto.
y yo me iré justo a pique! ¡Cuando doblen por mí las
Puede el dios que en mi pecho anida excitar profun-
campanas, quedarás libre de tu servidumbre; cuan-
damente lo más íntimo de mi ser; pero el que sobre
do el reloj se pare y caiga el minutero, se habrá aca-
todas mis energías impera nada puede mover hacia
bado el tiempo para mí!
el exterior, y así es para mí la existencia una carga,
apetecible la muerte y odiosa la vida. JOHANN W. VON GOETHE
Fausto
MEFISTÓFELES. Y, sin embargo, nunca es la muerte hués-
LITERATURA UNIVERSAL

ped del todo grato.


1
capotillo: capa que llegaba hasta la cintura.
FAUSTO. ¡Oh, feliz aquel a quien en medio del esplendor 2
chambergo: sombrero de ala ancha levantada por un lado.
de la victoria ciñe ella en torno a las sienes los laure- 3
buido: afilado, aguzado.
les cruentos, aquel a quien va a encontrar, tras leve, 4
deliquio: éxtasis.
rauda danza, en brazos de una moza! ¡Oh, si arroba-
do en deliquio 4 ante la fuerza del espíritu excelso
hubiese caído yo exánime!
MEFISTÓFELES. Y, sin embargo, alguien ha habido que cier-
ta noche se atrevió a apurar un mosto oscuro.

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LITERATURA UNIVERSAL

Friedrich von Schiller


Vida
Johann Christoph Friedrich von Schiller (Marbach am Neckar, 1759 - Weimar,
1805) es, junto con Goethe, uno de los dramaturgos más importantes del
Sturm und Drang (Tempestad y empuje) alemán, que se considera el preceden-
te más inmediato del Romanticismo, corriente de la que, en ocasiones, resulta
difícil distinguirlo por la semejanza de muchos de sus temas y motivos.
Hijo de un oficial alemán, entre 1773 y 1780 es instruido en una escuela mili-
tar, donde cursa estudios de Medicina. A partir de 1781 comienza a trabajar
en Stuttgart como médico militar. En estos años publica sus primeras obras,
Odas a Laura y Los bandidos. Esta última se estrena con gran éxito en enero
de 1782. Su contenido, sin embargo, disgusta a las autoridades, que prohí-
ben a Schiller que escriba nada más. El autor alemán huye del ducado de
Württemberg y comienza a trabajar en una de sus obras teatrales más impor-
tantes, su Don Carlos.
A partir de 1787 comienza su estancia en Weimar, donde conoce, entre otros, a Herder, uno de los
máximos ideólogos y filósofos del Romanticismo alemán. En 1790 es nombrado consejero en la
corte de Weimar, donde contrae una grave enfermedad de la que nunca se recuperará por com-
pleto. En Weimar escribe gran parte de sus obras fundamentales, como su conocido Guillermo Tell,
y allí tendrá su residencia hasta su muerte en 1805.

Obra
La obra de Schiller comprende, fundamentalmente, dos géneros: la lírica y el teatro. En ambos ma-
nifestó su espíritu culto y romántico, haciéndose eco de las ideas del movimiento conocido más
tarde como Sturm und Drang, en el que los autores reivindicaban la fuerza creadora y la originali-
dad como el principal motor de la creación literaria.
Como autor lírico compuso una de las piezas más célebres de la poesía alemana: el Himno a la ale-
gría, incorporado posteriormente por Beethoven a su novena sinfonía. En esta pieza se combinan
de manera armónica y original el aliento romántico y los gustos estéticos clasicistas.
Dentro de la obra teatral de Schiller destacan dos piezas: Don Carlos (adaptado por Verdi en su
ópera Don Carlo) y Guillermo Tell. En ambas, y como ya hiciera en su primera obra –Los bandidos–,
el autor plantea la posibilidad de la rebelión ante la injusticia y el poder ejercido desde la tiranía y
la crueldad. Se trata, por tanto, de argumentos transgresores y típicamente románticos, ya que el
dramaturgo emplea elementos de la historia europea (Don Carlos) y del folclore (Guillermo Tell) pa-
ra reflexionar sobre temas como la opresión y la libertad.
En Don Carlos se recrea uno de los motivos de la llamada leyenda negra española: la muerte del
príncipe Carlos a manos de su propio padre, Felipe II, por haberse enamorado de su madrastra,
Isabel de Valois. La obra posee una estructura claramente trágica y conduce a un desenlace des-
garrador, en el que los personajes no son capaces de torcer la crueldad de su triste destino.
En el caso de Guillermo Tell, Schiller plantea de nuevo las relaciones entre el ser humano y el poder
establecido, si bien en este caso ambienta la historia en Suiza y en la época medieval, otra de las
etapas predilectas de los autores románticos. En esta ocasión, la opresión es sufrida por los súbdi-
tos del gobernador Gessler, quien exige pleitesía a todos ellos y ejerce el poder desde el más cru-
do de los despotismos.
La obra de Schiller, por tanto, preconiza un nuevo modelo de sociedad que se aleja del Antiguo
Régimen y en el que se condena el absolutismo. Se defiende, por el contrario, la razón, la instruc-
ción del pueblo y la necesidad de una justicia humanizada y acorde con los derechos de los indivi-
duos de cada comunidad.

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Una cruel sanción


Un cazador llamado Guillermo Tell pasea junto a su hijo no a una rama que cuelga por encima de él.) Aquí está
Gualterio por la plaza de Altdorf, en la que se encuentra el la manzana. Haced sitio… Que tome la distancia
sombrero del despótico gobernador Gessler. Por orden de acostumbrada… Ochenta pasos le doy… Ni más ni
Gessler, todos los hombres y mujeres que pasen junto al menos… Él se gloriaba de acertar a su enemigo a
sombrero deben hacer una reverencia. Tell, distraído por cien pasos… ¡Ahora, cazador, acierta y no falles el
la conversación con su hijo, olvida hacerla y es detenido blanco! […]
por ello. Tell en terrible lucha consigo mismo, le tiemblan las manos,
GESSLER. Tú eres un maestro de la ballesta, Tell. Dicen que sus ojos desorbitados se dirigen unas veces al gobernador y
no hay cazador que pueda competir contigo. ¿Es otras al cielo. De pronto echa mano al carcaj, toma otra fle-
verdad? cha y se la mete entre el jubón y el pecho. El gobernador ob-
GUALTERIO. Ya lo creo que es verdad, señor… Mi padre te serva todos estos movimientos.
atraviesa una manzana que cuelgue de un árbol a GUALTERIO. (Bajo el tilo.) Padre, dispara, no tengo miedo.
cien pasos. TELL. ¡No hay más remedio! (Se domina y apunta.) […]
GESSLER. ¿Es ese tu hijo, Tell? STAUFFACHER1. (Grita.) ¡La manzana ha caído!
TELL. Sí, caro señor. RÖSSELMANN. ¡El chico vive!
GESSLER. ¿Tienes más hijos? MUCHAS VOCES. ¡Ha dado en la manzana!
TELL. Tengo dos chicos, señor. BERTA. ¡El chico vive! ¡Serenaos, buen padre!
GESSLER. ¿Y cuál es el hijo al que más quieres? GUALTERIO. (Viene corriendo con la manzana.) Padre, aquí
TELL. Señor, a mis dos hijos los quiero igual. está la manzana… Ya sabía yo que tú no ibas a herir
GESSLER. ¡Bien, Tell! Como tú atraviesas una manzana a tu hijo. ( TELL ha estado con el cuerpo inclinado hacia
que cuelgue de un árbol a cien pasos, tendrás que delante, como si quisiera seguir la flecha… La ballesta
acreditar tu arte delante de mí… Toma la ballesta… se le cae de las manos… Al ver venir al chico corre ha-
En tu misma mano la llevas… Y prepárate a atrave- cia él, con los brazos extendidos, y le alza hasta su cora-
sar una manzana puesta sobre la cabeza de tu hi- zón con vehemente emoción; en esta postura de des-
jo… Pero mira, te aconsejo que apuntes bien y que ploma sin fuerzas. Todos están conmovidos.)
aciertes a dar en la manzana del primer disparo, BERTA. ¡Oh bondad del cielo!
pues si fallas, habrás perdido tu cabeza. (Todos ha- FRIEDRICH VON SCHILLER
cen gestos de espanto.) Guillermo Tell (Adaptación)
TELL. Señor… ¿Qué cosa tan inaudita exigís de mí?…
¿Yo… sobre la cabeza de mi hijo?… No, que no, 1
Un soldado.
caro señor, no es eso lo que queréis decir… Impí-
dalo el Dios misericordioso… ¡Eso no podéis exigír-
selo en serio a un padre!
GESSLER. Tirarás a la manzana colocada sobre la cabeza
del chico… Lo exijo y lo quiero.
TELL. ¿Voy a apuntar con mi ballesta a la querida cabeza
de mi propio hijo?… ¡Antes me muero!
GESSLER. Dispararás o morirás con tu hijo.
LITERATURA UNIVERSAL

TELL. ¿Voy a ser yo el asesino de mi hijo? Señor, vos no


tenéis hijos… No sabéis cómo se siente un corazón
de padre.
GESSLER. ¡Ah, Tell, muy sensato te has vuelto de pronto!
Me habían dicho que eres un soñador y que te apar-
tas de la manera de ser de los demás hombres. Amas
lo extravagante… Por eso he escogido ahora algo
especialmente arriesgado para ti. […] (Alarga la ma-

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LITERATURA UNIVERSAL

Henri Beyle, «Stendhal»


Vida
Stendhal, seudónimo de Henri Beyle (Grenoble, 1783 - París, 1842), es consi-
derado unánimemente como el padre del Realismo, movimiento fundamen-
tal en la novela europea de la segunda mitad del siglo XIX, del que este narra-
dor fue el primer exponente.
Nacido en una familia burguesa, cursó sus estudios primarios en la escuela
de Grenoble; en 1799 se marchó a París para ingresar en la Escuela Politéc-
nica, aunque no pudo hacerlo debido a una enfermedad. Gracias a la ayuda
de un primo suyo, en 1800 se alistó en el ejército al servicio de Napoleón y,
a partir de ese momento, desempeñó diversos cargos públicos dentro de
la Administración napoleónica.
Tras la caída del Imperio en 1815, se exilió a Milán y viajó por toda Italia, país
por el que sintió una auténtica devoción a lo largo de toda su vida. Allí entró
en contacto directo con la literatura y el pensamiento italiano. En 1821 fue
expulsado de Milán y tuvo que regresar a París. Stendhal atravesó un periodo
de cierta precariedad económica hasta que en 1830 fue nombrado cónsul en
Trieste. En 1831 se trasladó a Civitavecchia.
Acusado de espionaje, fue expulsado y volvió a París, donde murió en 1842.

Obra
Stendhal escribió numerosas obras de tipo ensayístico, entre las que destacan sus biografías y sus
libros de viajes. A este grupo pertenecen títulos como Vidas de Haydn, Mozart y Metastasio (1815),
Historia de la pintura en Italia (1817), Sobre el amor (1822), Vida de Rossini (1823), Paseos por Roma
(1829) o Recuerdos de un turista (1838).
Sin embargo, su fama se debe sobre todo a su labor como novelista y, en especial, a dos grandes
novelas que marcaron el inicio de la nueva narrativa decimonónica: Rojo y negro (1830) y La cartu-
ja de Parma (1839). En ambas obras Stendhal sienta las bases del Realismo, que alcanzará su máxi-
mo esplendor dentro de la literatura francesa gracias a la obra de Balzac, quien siguió fielmente
los presupuestos técnicos y literarios de Stendhal.
En Rojo y negro, el autor retrata con notable acierto la sociedad francesa de la Restauración. El ar-
gumento de la novela se centra en los intentos de un joven estudiante, Julián Sorel, para seducir a
la mujer del alcalde. La torpeza del muchacho acaba, sin embargo, dando sus frutos en una céle-
bre escena en la que la alcaldesa cede ante la ternura que le provoca su inexperto galán. La anéc-
dota argumental es mínima, ya que el autor se ocupa fundamentalmente de hacer una elaborada
pintura social de su tiempo. Es, precisamente, en esta novela donde Stendhal expresa una de las
definiciones más repetidas de la técnica realista al comparar el género de la novela con «un espe-
jo que se pasea a lo largo de un camino».
La cartuja de Parma, narración que compuso y acabó en tan solo dos meses, es su otra gran nove-
la. En esta obra el argumento está más elaborado que en Rojo y negro, a pesar de que la historia re-
sulta algo más densa por la continua adición de personajes e historias al asunto principal. En este
caso, Stendhal narra la historia del joven patricio italiano Fabrizio del Dongo, centrándose en sus
aventuras durante los últimos años del dominio napoleónico en Europa. La cartuja de Parma fue
alabada en su momento por Balzac, quien la consideró la mejor novela francesa de su tiempo y
destacó su carácter cercano y casi espontáneo.
La influencia de Stendhal en la novela europea es innegable, ya que sus obras marcaron los rasgos
más esenciales de la nueva tendencia realista. Autores como el propio Balzac, Galdós o Tolstoi
mostraron la influencia stendhaliana en sus novelas.

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El canto del gallo


Julián Sorel, joven preceptor de la casa del alcalde en la ciu- Algunas horas después, cuando Julián salió de aquella ha-
dad francesa de Verrière, desea seducir a la mujer del alcalde, bitación, se hubiera podido decir –hablando como en las
la señora de Rênal. Ante el continuo desdén de ella, decide novelas– que ya no tenía nada que desear. En efecto, de-
sorprenderla una noche en su dormitorio. bía su victoria al amor que había inspirado y a la impre-
sión inesperada que en él habían producido unos encan-
De muy mal humor y muy humillado, Julián no consi-
tos seductores, victoria que no hubiera logrado ni con
guió conciliar el sueño. Estaba a mil leguas de la idea de
toda su habilidad, en el fondo, bastante desafortunada.
renunciar a su proyecto, al fingimiento, y de vivir al día
con la señora de Rênal, contentándose como un niño con No obstante, hasta en los momentos más dulces, víctima
la felicidad que podía aportarle cada día. de un extraño orgullo, pretendió seguir desempeñando
el papel de un hombre acostumbrado a subyugar a las
No hacía más que darle vueltas a la cabeza para inventar
mujeres. Hizo los más increíbles esfuerzos para estropear
alguna sabia maniobra; un instante después, lo encon-
lo que había de amable en él. En vez de estar atento a los
traba todo absurdo. En una palabra, se sentía enorme-
arrebatos que su amor provocaba y a los remordimien-
mente desgraciado cuando dieron las dos en el reloj de
tos que realzaban su intensidad, la idea del deber no de-
la mansión.
jaba de estar presente a sus ojos. Temía sentir un espan-
Aquel ruido lo despertó como el canto del gallo desper- toso remordimiento y hacer el ridículo si se apartaba del
tó a San Pedro. Había llegado el momento de acometer modelo ideal que se había propuesto seguir. En una pa-
lo más penoso. No había vuelto a pensar en su proposi- labra, lo que hacía de Julián un ser superior fue precisa-
ción impertinente desde el momento en que la había mente lo que le impidió gozar debidamente de la felici-
hecho; ¡había sido tan mal recibida! dad surgida bajo sus pies. Era como una jovencita de
«Le dije que iría a su habitación a las dos –dijo para sí le- dieciséis años, con unos colores encantadores y que, sin
vantándose–. Puede que yo no tenga ninguna expe- embargo, para ir al baile se da colorete.
riencia, que sea un grosero como corresponde al hijo de Mortalmente asustada por la aparición de Julián, la se-
un aldeano –la señora Derville ya me lo ha dado a en- ñora de Rênal fue luego presa de las más crueles zozo-
tender–, pero, por lo menos, no seré un cobarde.» bras. El llanto y la desesperación de Julián la turbaban
Julián tenía razón al aplaudirse por su valentía; nunca se profundamente.
había impuesto algo tan penoso. Al abrir la puerta, tem- Incluso cuando ya no tuvo nada que negarle, rechazaba
blaba de tal forma que se le doblaban las rodillas y tuvo primero a Julián con auténtica indignación, para luego
que apoyarse contra la pared. arrojarse en sus brazos. No había hipocresía en aquella
Iba descalzo. Se puso a escuchar a la puerta del señor de conducta. Se creía condenada sin remisión y trataba de
Rênal, y distinguió su ronquido. Le disgustó mucho. Ya olvidar el infierno colmando a Julián de tiernas caricias.
no tenía ningún pretexto para no ir a verla, pero ¡Dios En una palabra, nada hubiera faltado a la felicidad de Ju-
mío! ¿Y qué iba a hacer, una vez allí? No tenía ningún lián, ni siquiera la ardiente sensibilidad de la mujer que
proyecto y, aunque lo hubiera tenido, era tal su turba- acababa de gozar, si hubiera sabido aprovecharla. Cuan-
ción que no hubiera podido llevarlo a cabo. do Julián se marchó, no por eso cesaron los arrebatos
que la agitaban a pesar suyo, ni su lucha con los remor-
Por fin, sufriendo mil veces más que si caminara hacia la dimientos.
muerte, se metió por el pasillo que conducía a la habita- STENDHAL
ción de la señora de Rênal. Abrió la puerta con mano Rojo y negro
temblorosa y haciendo un ruido espantoso.
Había luz: una lamparilla encendida debajo de la chi-
LITERATURA UNIVERSAL

menea; no se esperaba aquel nuevo contratiempo. Al


verlo entrar, la señora de Rênal salió precipitadamente
de la cama. «¡Desgraciado!», le gritó. Hubo algún de-
sorden. Julián olvidó sus inútiles proyectos y recobró
su naturalidad. No gustarle a una mujer tan encanta-
dora le pareció la mayor de las desdichas. Respondió a
sus reproches arrojándose a sus pies, abrazándole las
rodillas. Al oír que le hablaba con extremada dureza, se
echó a llorar.

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LITERATURA UNIVERSAL

Heinrich Heine
Vida
Christian Johann Heinrich Heine (Düsseldorf, 1797 - París, 1856) es uno de los
máximos representantes del Romanticismo alemán.
En cuanto a su biografía, hay dudas sobre el año exacto de su nacimiento, ya
que no hay ningún documento oficial al respecto. En algunos de sus textos,
Heine se llama a sí mismo «el primer hombre del siglo», pues afirmaba haber
nacido el 1 de enero de 1800. En otras fuentes, sin embargo, cita el año 1797
como la fecha de su nacimiento.
Nacido en el seno de una familia burguesa y judía (su padre era comerciante
de tejidos), asistió al liceo de Düsseldorf, donde recibió una instrucción inspi-
rada en los valores y los métodos de la Ilustración. En esos años comenzó a
escribir sus primeros poemas y ya en 1814 abandonó el liceo para inscribirse
en una escuela mercantil, donde –siguiendo la tradición familiar– había de
recibir una formación comercial.
En 1815 y 1816 fue testigo por primera vez de la opresión que el gobierno
ejercía en Frankfurt sobre el barrio judío. En 1816, pasó a formar parte de la
empresa bancaria de su tío Salomón Heine, en Hamburgo, quien apadrinó a su sobrino y lo ayudó
económicamente hasta su muerte.
Debido a su interés escaso por los asuntos comerciales y económicos, Salomón Heine decidió
permitir a su sobrino que continuase con sus estudios fuera de Hamburgo. Heine se instaló en
Bonn, donde asistió a una conferencia del pensador August Wilhelm Schlegel –uno de los princi-
pales ideólogos del movimiento romántico alemán– sobre la historia de la lengua y la poesía ale-
manas. El pensamiento de Schlegel influyó notablemente en la trayectoria intelectual de Heine.
En 1835 publicó su ensayo La escuela romántica, en el que analiza los rasgos fundamentales de la
cultura alemana. Ese mismo año, sin embargo, se prohibieron todas sus obras en Alemania y el au-
tor fue condenado al exilio a causa de los versos satíricos que había incluido en su poemario Ale-
mania, un cuento de invierno. A partir de este momento, Heine viviría en Francia, donde tampoco
llegaría a sentirse plenamente integrado.
Tras su muerte (1856), aparecieron de manera póstuma sus Últimos poemas.

Obra
En su obra destaca, fundamentalmente, su producción poética. Sus poemas alternan el lirismo in-
timista, la melancolía típicamente romántica, el escepticismo ante la sociedad y las costumbres
humanas, y la sátira de la realidad circundante.
La importancia de Heine reside en que no solo fue uno de los mayores poetas del Romanticismo
alemán y europeo, sino que también fue capaz de superarlo, abandonando el recargado retoricis-
mo de los poemas típicamente románticos y persiguiendo la desnudez verbal y la expresión ínti-
ma del sentimiento.
Para ello, llevó a cabo una auténtica renovación del léxico poético, dando cabida al registro colo-
quial y aportando una visión mucho más cotidiana a cada uno de sus poemas, en los que se pro-
fundiza en la emoción a partir de gestos y objetos dotados, con frecuencia, de significado y senti-
do simbólico. La musicalidad, asimismo, se convirtió en otro elemento fundamental en sus textos.
Entre sus principales libros destacan obras como Intermezzo lírico (1823), El mar del Norte (1825-
1826), Cuadros de viaje (1826-1830) y Romancero (1851).
La influencia de Heine contribuyó de manera decisiva a la evolución de la lírica europea. En el caso
de la literatura española, los poetas posrománticos –Bécquer y Rosalía de Castro– llevaron a cabo
una depuración del lenguaje poético inspirada en el modelo propuesto por Heine.

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Pensamientos nocturnos
El autor recuerda con melancolía su tierra natal y a su familia desde su exilio
parisino, al que se vio condenado debido al tono polémico de sus poemas y
sus artículos.

Si pienso en Alemania por la noche,


no puedo conciliar el sueño,
y de mis ojos, que no puedo ni cerrar,
brotan ardientes lágrimas.
¡Los años vienen y pasan!
Desde que no he visto a mi madre,
doce han transcurrido ya;
mi añoranza y mi anhelo se acrecientan.
Se acrecientan mi añoranza y mi anhelo.
La viejecita me ha embrujado,
siempre pienso en ella,
viejecita, ¡que Dios la proteja!
La viejecita me ama tanto,
y en las cartas que me ha escrito
veo cómo temblaba su mano,
cuán conmovido estaba su corazón de madre.
Siempre la tengo en el pensamiento.
Doce largos años han transcurrido,
doce largos años han pasado,
sin poderla estrechar entre mis brazos.
No ansiaría tanto ir a Alemania,
Alemania persistirá eternamente, si no estuviera allí mi madre;
es un país profundamente sano; la patria nunca perecerá,
con sus robles y sus tilos, mas la viejecita puede morirse.
volveré a encontrarlo siempre.
Desde que abandoné el país,
tantos han bajado ahí al sepulcro,
a los que yo amé –si los recuento
se me desgarra el corazón–.
Y debo recontarlos –con el número
se va acrecentando mi dolor,
siento como si sus cadáveres se aplastaran
sobre mi pecho–. ¡Loado sea Dios! ¡Se retiran!
¡Loado sea Dios! Por mis venas penetra
la luz del día, clara y francesa;
llega mi mujer, bella como el alba,
LITERATURA UNIVERSAL

y su sonrisa espanta las penas alemanas.


HEINRICH HEINE
Nuevos poemas

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LITERATURA UNIVERSAL

Honoré de Balzac
Vida
Honoré de Balzac (Tours, 1799 - París, 1850) es uno de los novelistas franceses
más importantes del siglo XIX y constituye uno de los máximos ejemplos de
la corriente realista de la narrativa europea.
Hijo de un campesino, Balzac tuvo una infancia solitaria y difícil. En 1814 se
instaló en París, donde comenzó unos estudios de Derecho que no llegaría a
concluir. En 1825 puso en marcha diversas empresas editoriales con las que
no solo no obtuvo el éxito esperado, sino que acabó endeudado.
Aún acuciado por las deudas, en 1829 acaba su primera novela, El último
Chuan, y ya en 1831 obtiene sus primeros éxitos literarios con la publicación
de La piel de zapa y, poco después, con Papá Goriot. A partir de este momen-
to, Balzac no tardará mucho en ser uno de los autores más prolíficos y mejor
valorados de toda Francia.
En 1842 Balzac se inspira en la Divina comedia de Dante para dar título al con-
junto de sus novelas, que decide bautizar como La comedia humana. Se trata
de un magno proyecto compuesto por ciento treinta y siete novelas, de las cuales cincuenta queda-
ron finalmente incompletas.
En 1832, Balzac conoció a la condesa polaca Eveline Hanska, con quien contrajo matrimonio en
marzo de 1850, meses antes de la muerte del escritor.

Obra
Como novelista, Balzac concibió un ambicioso proyecto que decidió llamar La comedia humana.
Este ciclo está formado por más de ochenta novelas en las que retrata con precisión la sociedad
de su tiempo. Muchos de los personajes de cada una de esas novelas aparecen, sucesivamente,
en otros títulos, de modo que el conjunto resulta cohesionado y, sobre todo, verosímil, como si de
un microcosmos narrativo se tratase. En este sentido, Balzac se veía como algo más que un simple
novelista, pues no le bastaba con contar historias, sino que perseguía crear un mundo propio que
fuera tan real y creíble como la sociedad de su época.
Por este motivo, el ambiente es un elemento fundamental en sus novelas, ya que el marco narra-
tivo –el tiempo y el espacio– constituye el auténtico nexo entre todas las obras que componen el
vasto fresco de La comedia humana. Por este escenario circulan miles de personajes que, en oca-
siones, saltan de una novela a otra, pero no son realmente ellos quienes originan la unidad del
conjunto, sino el denso tejido social y urbano al que pertenecen.
Entre sus múltiples habilidades como narrador, destaca el enorme talento de Balzac para profun-
dizar en la psicología de sus personajes, mediante la transcripción directa de sus pensamientos,
así como gracias al uso de técnicas típicas de la narración realista, como el estilo indirecto libre.
En cuanto a su obsesión por la verosimilitud y la captación precisa de la realidad, Balzac desarrolló
una gran habilidad para la descripción del detalle, de manera que en todas sus novelas se presta una
enorme atención a los hechos minúsculos y cotidianos, a partir de los cuales se construye la ver-
dad tanto del personaje como del ambiente en el que se encuentra.
En este sentido, en La comedia humana Balzac intenta conjugar su afán historicista (incluso socio-
lógico) con su voluntad estilística, de modo que las novelas que componen este ambicioso pro-
yecto resulten fieles espejos de la realidad que narran y, a su vez, presenten la calidad literaria que
persigue y busca su autor. Ese afán realista fue uno de los aspectos más criticados por los estudio-
sos de su tiempo, que consideraban que Balzac abusaba de la documentación en sus novelas.
La comedia humana sigue siendo uno de los conjuntos narrativos más ambiciosos de todos los
tiempos y su influencia ha pervivido en la novela desde el siglo XIX hasta nuestros días.

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Las diversiones juveniles de Rastignac


En Papá Goriot Balzac realiza un complejo retrato de la so- llaban periódicamente sus pretensiones, ¿no había que
ciedad de su tiempo. La historia gira en torno al personaje pagarle un mes a su patrona y comprar muebles para su
de Goriot, un ex comerciante que vive con escasos medios apartamento de dandi? Eso era siempre lo imposible. Si
en una pensión burguesa. Ante el abandono de sus hijas, para procurarse el dinero necesario para el juego, Ras-
por las que se ha desvivido a lo largo de toda su vida, será tignac sabía comprar en una joyería relojes y cadenas de
cuidado solo por dos personajes: Bianchon y Rastignac. Es- oro pagadas muy caras con sus ganancias y que luego
te último –un joven ambicioso que se debate entre la ética llevaba al monte de piedad, el sombrío y discreto amigo
y su deseo de ascenso social– es uno de los personajes más de la juventud, se hallaba sin inventiva, como sin auda-
importantes y redondos de la novela. cia, cuando se trataba de pagar su alimentación, su alo-
Pasaron muchos días durante los cuales Rastignac llevó jamiento o de comprar los útiles necesarios para la ex-
la vida más disipada. Cenaba casi todos los días con la plotación de su vida elegante. Una necesidad vulgar,
señora de Nuncingen, a la que acompañaba en socie- unas deudas contraídas por las necesidades ya satisfe-
dad. Volvía a las tres o a las cuatro de la mañana, se le- chas dejaban de inspirarle. Como la mayor parte de los
vantaba a mediodía, se aseaba, iba a pasear con Delfina, que han conocido esta vida de azar, esperaba hasta el
cuando hacía buen tiempo, derrochando así su tiempo, último momento para saldar cuentas, sagradas a los
sin darse cuenta de su precio y aspirando a todas las en- ojos de los burgueses, como hacía Mirabeau, que no pa-
señanzas, a todas las seducciones del lujo, con el ardor gaba su pan más que cuando se le pasaba al cobro en la
que experimentaba el impaciente cáliz de una palmera forma draconiana de letra de cambio. Por esta época,
hembra por las fecundadoras partículas de su himeneo. Rastignac había perdido su dinero y se había endeuda-
Jugaba fuerte. Perdía o ganaba mucho y terminó por do. El estudiante comenzaba a comprender que le sería
habituarse a la vida exorbitante de las personas jóvenes imposible continuar con aquella vida, sin tener recursos
en París. fijos. Pero, aun gimiendo con las punzantes acometidas
de su precaria situación, se sentía incapaz de renunciar a
De sus primeras ganancias había enviado mil quinientos
los placeres excesivos de aquella vida, y quería prose-
francos a su madre y a sus hermanas, acompañando su
guirla a cualquier precio. Las casualidades sobre las que
restitución de bellos presentes. Aunque hubiera avisado
había asentado su fortuna se hacían quiméricas, y los
de su intención de dejar la casa Vauquer, estaba todavía
obstáculos reales se hacían cada vez más grandes. Al ir
allí en los últimos días del mes de enero, y no sabía có-
iniciándose en los secretos domésticos de los señores
mo salir de allí. Los jóvenes están sometidos todos a una
de Nuncingen se dio cuenta de que, para hacer del
ley, en apariencia inexplicable, y que viene de su propia
amor un instrumento de fortuna, tenía uno que haberse
juventud y de la especie de furia con que se entregan al
comido toda la vergüenza y renunciar a las nobles ideas
placer. Ricos o pobres, nunca tienen dinero para las co-
que son la absolución de los pecados de juventud. Esta
sas de primera necesidad, mientras lo encuentran siem-
vida aparentemente espléndida, pero corroída por to-
pre para sus caprichos. Pródigos con todo lo que se ob-
das las tenias de los remordimientos, y cuyos fugitivos
tiene a crédito, son avaros de todo lo que hay que pagar
placeres eran costosamente expiados por persistentes
en efectivo en el momento de la compra, y parecen
angustias, la había desposado él, y se revolcaba en ella
vengarse de lo que no tienen gastándose lo que podrán
haciéndose, como el distraído de La Bruyère, un lecho
tener. Así, para decirlo más claramente, un estudiante tie-
con el fango de la cuneta, en el que hasta ahora solo se
ne mucho más cuidado con su sombrero que con su tra-
manchaba el traje.
je. La enormidad de la ganancia hace que el sastre sea
principalmente acreedor, mientras que lo módico de la HONORÉ DE BALZAC
Papá Goriot
suma hace del sombrerero uno de los seres más intrata-
bles entre aquellos con los que se ve forzado a parla-
LITERATURA UNIVERSAL

mentar. Si el joven sentado en el balconcillo de un tea-


tro ofrece a los prismáticos de la joven unos chalecos
apabullantes, no es seguro que lleve calcetines; el mer-
cero es otro de los gorgojos de su bolsillo. Rastignac es-
taba ahora en esa situación. Siempre vacía para la seño-
ra Vauquer, siempre llena para las exigencias de la
vanidad, su bolsa tenía reveses y triunfos lunáticos, en
desacuerdo con los pagos más naturales. Antes de
abandonar la pensión apestosa, innoble, donde se humi-

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LITERATURA UNIVERSAL

Victor Hugo
Vida
Victor Hugo (Besançon, 1802 - París, 1885) fue uno de los principales repre-
sentantes del movimiento romántico francés.
Hijo de un general de Napoleón, Victor Hugo pasó parte de su infancia acom-
pañando a su padre en sus viajes por Italia y España. A pesar de haber sido
educado por prestigiosos tutores e instructores privados, no obtuvo grandes
resultados académicos, si bien mostró una temprana inclinación hacia el culti-
vo de la literatura. Con solo diecisiete años consiguió su primer premio gracias
a un poema y fundó, junto con sus hermanos, un periódico literario.
A partir de 1820 comienza a publicar sus primeros libros de poemas y, tam-
bién en estos años, se interesa por la vida política, llegando a formar parte de
la Asamblea constituyente francesa. Dos años más tarde contrajo matrimo-
nio con Adèle Foucher, con quien llegó a tener cinco hijos antes de que ella
lo abandonara definitivamente en 1831.
En 1827 escribe Cromwell, un drama en cuyo prólogo se rebela contra las tres
unidades del teatro clásico: la unidad de tiempo, la unidad de espacio y la
unidad de acción. Este manifiesto supone toda una afirmación de las ideas de libertad artística
propias del Romanticismo. Su siguiente gran estreno, Hernani (1830), significó la consagración de
ese ideario romántico.
En la década de los treinta, Victor Hugo publica su primera gran novela, Nuestra Señora de París
(1831), con la que cosecha un gran éxito como narrador. A partir de este momento, compagina
tres facetas creativas: dramaturgo (El rey se divierte, Ruy Blas…), poeta (Las hojas de otoño, Las con-
templaciones…) y novelista (Los miserables, Los trabajadores del mar…).
En 1851, tuvo que exiliarse a la isla de Guernsey debido al golpe de Estado de Napoleón III.
En 1870, tras la proclamación de la III República, Victor Hugo regresó de su exilio y se instaló en Pa-
rís, donde moriría quince años más tarde.

Obra
La obra de Victor Hugo abarca muy diversos géneros: novela, teatro, poesía, discursos políticos y
textos epistolares. Sin embargo, el género por el que más se le recuerda es, sin duda, el narrativo,
ya que compuso dos de las novelas más importantes del Romanticismo europeo: Nuestra Señora
de París y Los miserables.
• Nuestra Señora de París. Escrita por Victor Hugo en 1831, se trata de una novela compuesta de
once libros en la que se narra la historia de Esmeralda, una joven gitana, y Quasimodo, un joro-
bado que vive escondido en un campanario, en la Francia del siglo XV. La novela recoge gran
parte de los tópicos de la literatura romántica, tales como el amor imposible, la presencia de an-
tihéroes y personajes marginales, el final trágico y desgraciado, la evasión hacia épocas históri-
cas remotas, los ambientes lúgubres y tenebrosos… Nuestra Señora de París obtuvo un gran éxi-
to de crítica y público desde su primera edición y, desde entonces, ha sido adaptada en
numerosas ocasiones al cine y al teatro.
• Los miserables. Publicada en 1862, esta novela de protagonista colectivo retrata la vida en la Fran-
cia de la primera mitad del siglo XIX. La narración está construida en torno al antagonismo de dos
personajes que, a su vez, poseen un claro valor simbólico: el héroe romántico Jean Valjean y el
policía Javert. Jean Valjean es un delincuente convicto víctima de un destino aciago y de una so-
ciedad injusta; Javert, por su parte, es el policía que lo persigue y representa el orden establecido.
Sin embargo, el maniqueísmo aparente del texto se hace cada vez más complejo, ya que ambos
personajes se ven reflejados en su oponente y Javert sirve como punto de partida para un con-
flicto muy del gusto romántico: la ley humana frente a la ley natural.

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Jean Valjean
Jean Valjean era de una pobre fa- severamente a los delincuentes. Pe-
milia de la Brie. No había aprendi- ro Jean Valjean, brusco y gruñón,
do a leer en su infancia; y cuando pagaba, sin que Juana lo supiera, la
fue hombre, tomó el oficio de po- pinta de leche a María Claudia, y los
dador en Faverolles. Su madre se niños evitaban así el castigo.
llamaba Jeanne Matieu y su padre Jean Valjean ganaba en la estación
Jean Valjean o Vlajean, mote y con- de la poda dieciocho sueldos dia-
tracción probablemente de «ahí es- rios y después se empleaba como
tá Jean1». segador, como peón de albañil, co-
Jean Valjean tenía el carácter pen- mo mozo de bueyes y como jorna-
sativo, aunque no triste, propio de lero. Hacía todo lo que podía. Su
las almas afectuosas. Su naturale- hermana también trabajaba por su
za estaba algo adormecida, era al- parte. Pero ¿qué habían de hacer
go indiferente, en apariencia a lo con siete niños? Aquella familia era
menos. Perdió de muy corta edad un triste grupo rodeado y estrecha-
a su padre y a su madre. Esta mu- do poco a poco por la miseria. Lle-
rió de una fiebre láctea mal cuida- gó un invierno cruel; Jean no tuvo
da. Su padre, podador como él, se trabajo. La familia no tuvo pan. ¡Ni
había matado de una caída de un un bocado de pan y siete niños!
árbol. Jean Valjean se encontró sin
Un domingo por la noche Maubert Isabeau, panadero
más familia que una hermana de más edad que él, viuda
de la plaza de la Iglesia en Faverolles, se disponía a acos-
y con siete hijos entre varones y hembras. Esta hermana
tarse cuando oyó un golpe violento en la puerta y en la
había criado a Jean Valjean, y mientras vivió su marido
vidriera de su tienda. Acudió, y llegó a tiempo de ver pa-
tuvo en su casa a su hermano. El marido murió cuando
sar un brazo al través del agujero hecho en la vidriera
el mayor de los siete hijos tenía ocho años y el menor
por un puñetazo. El brazo cogió un pan y se retiró. Isa-
uno. Jean Valjean acababa de cumplir veinticinco años.
beau salió apresuradamente; el ladrón huyó a todo co-
Reemplazó al padre, y mantuvo a su vez a su hermana
rrer, pero Isabeau corrió también y le detuvo. El ladrón
que le había criado. Hizo esto sencillamente, como un
había tirado el pan, pero tenía aún el brazo ensangren-
deber, y aun con cierta rudeza.
tado. Era Jean Valjean.
Su juventud se gastaba, pues, en un trabajo duro y mal
Esto pasó en 1795. Jean Valjean fue acusado ante los tri-
pagado. Nunca le habían conocido «novia» en el país.
bunales de aquel tiempo como autor de un «robo con
No había tenido tiempo para enamorarse.
fractura, de noche y en casa habitada». Tenía en su casa
Por la noche entraba cansado en su casa y comía su so- un fusil del que se servía como el mejor tirador del mun-
pa sin decir una palabra. Mientras comía, su hermana, la do; era un poco aficionado a la caza furtiva y esto le per-
tía Jeanne, tomaba con frecuencia de su escudilla lo me- judicó. […]
jor de la comida, el pedazo de carne, la lonja de tocino,
Jean Valjean fue declarado culpable. Las palabras del có-
el cogollo de la col, para dárselo a alguno de sus hijos. Él,
digo eran terminantes. Hay en nuestra civilización mo-
sin dejar de comer, inclinado sobre la mesa, con la cabe-
mentos terribles, y son precisamente aquellos en que la
za casi metida en la cena, con sus largos cabellos espar-
ley penal pronuncia una condena. ¡Instante fúnebre
cidos alrededor de la escudilla, y ocultando sus ojos, pa-
aquel en que la sociedad se aleja y consuma el irrepara-
recía que nada observaba; y dejaba hacer. Había en
LITERATURA UNIVERSAL

ble abandono de un ser pensador! Jean Valjean fue con-


Faverolles, no lejos de la choza de Valjean, al otro lado de
denado a cinco años de presidio.
la calle, una lechera llamada María Claudia; los hijos de
Jeanne, casi siempre hambrientos, iban muchas veces a VICTOR HUGO
Los miserables (Adaptación)
pedir prestada a María Claudia en nombre de su madre
una pinta de leche, que bebían detrás de una enramada
1
o en cualquier rincón de la calle, arrancándose unos a ahí está Jean: en francés, voilà Jean.
otros el vaso, y con tanta precipitación que las niñas
pequeñas la derramaban en su delantal y en su cuello. Si
la madre hubiera sabido este hurtillo, habría corregido

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LITERATURA UNIVERSAL

Edgar Allan Poe


Vida
Edgar Allan Poe (Boston, 1809 - Baltimore, 1849) es un escritor romántico esta-
dounidense al que se considera tradicionalmente como el padre del relato cor-
to contemporáneo, así como de los cuentos de terror psicológico y de la llama-
da novela gótica.
Huérfano de padre y madre cuando solo tenía dos años de edad, Poe fue
adoptado por una familia acomodada con la que se trasladó a Inglaterra en
1815. Allí permaneció hasta 1820, año en el que regresó a Estados Unidos con
la intención de estudiar en la Universidad de Virginia. Sin embargo, su mala
conducta y su afición al alcohol hicieron que fuera expulsado y le impidieron
acabar sus estudios.
Tras distanciarse de su familia adoptiva a causa de su vida desordenada, decidió
alistarse en el ejército en 1827. En 1831 ingresó en la academia militar de West
Point, de donde también fue expulsado a causa de su comportamiento rebelde.
A partir de este momento se dedicó al periodismo, actividad profesional que alternó con la publi-
cación en prensa de sus célebres relatos, entre los que se cuentan narraciones tan conocidas co-
mo La caída de la casa Usher, El pozo y el péndulo o La máscara de la muerte roja.
Estos textos no fueron publicados de manera conjunta hasta 1840 y 1845, fechas en las que se
editaron los dos volúmenes de sus Narraciones extraordinarias. También fue en estos años cuando
vio la luz el poema más conocido de Poe, El cuervo.
En cuanto a su vida sentimental, contrajo matrimonio con su joven prima Virginia en 1836. La
muerte de Virginia en 1847 afectó enormemente al poeta, hecho que se sumó a su dependencia
jamás vencida del alcohol y el láudano. Solo dos años después del fallecimiento de su esposa, y
tras un ataque agudo de delírium trémens, Poe moría en Baltimore a la edad de cuarenta años.

Obra
Poe ha pasado a la historia de la literatura universal, fundamentalmente, por sus relatos breves. Po-
see, no obstante, especial importancia su poema El cuervo, donde recoge muchos de los motivos
que acabarán convirtiéndose en recursos tópicos de la literatura de terror. Además, las imágenes y
el lenguaje del poema anteceden algunos de los rasgos de la futura poesía simbolista de principios
del siglo XX.
En cuanto a sus relatos, Poe creó una nueva forma de narración que suponía toda una revolución
en este género. Sus cuentos están llenos de símbolos y elementos metafóricos cuyo significado
solo se desvela gracias a la intervención activa del lector, que debe colaborar con el narrador a la
hora de interpretar cada uno de los hechos y situaciones que se presentan.
El autor dosifica la información demostrando un dominio perfecto del ritmo y selecciona con ha-
bilidad el punto de vista de cada uno de sus cuentos, de manera que la perspectiva elegida sea la
más eficaz para inquietar y desasosegar al lector. Este es el caso de relatos como El corazón delator,
donde la hipotética locura del narrador-protagonista constituye un rasgo fundamental para in-
quietar a los lectores a lo largo de cada una de las líneas del texto.
El terror de sus relatos no nace, por tanto, de la descripción burda y simplista de situaciones maca-
bras, sino de la plasmación de una atmósfera asfixiante y de su enorme capacidad para provocar si-
tuaciones de terror claramente psicológico. En todos sus cuentos destaca la economía de medios y
recursos empleados para componer esa atmósfera fantasmal en la que tienen lugar los hechos.
Entre sus mejores narraciones se encuentran títulos como El pozo y el péndulo, El barril de amonti-
llado, La máscara de la muerte roja o El corazón delator.

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La noche del crimen


¡Es cierto! He sido y soy terriblemente nervioso, ¿pero En ese momento llegó a mis oídos un sonido impercep-
por qué van a decir que estoy loco? La enfermedad me tible, débil y rápido, como el que produce un reloj en-
ha aguzado los sentidos, no los ha destruido ni embota- vuelto en algodón. Yo conocía demasiado bien ese so-
do. El oído era, de todos ellos, el más agudo. Oía todas nido: era el latido del corazón del viejo. Aumentó mi
las cosas del cielo y de la tierra. Oía muchas cosas del in- furia, de la misma manera que el redoble de un tambor
fierno. ¿Cómo puede ser entonces que esté loco? ¡Escu- aumenta el valor de un soldado.
chen y observen con qué calma y con qué sano juicio Pero aún me contuve y permanecí inmóvil. Apenas respi-
puedo contarles toda la historia! raba. Sostuve el farol sin moverme. Traté por todos los
Me resulta imposible decir cómo se me ocurrió la idea medios de mantener el rayo firme sobre el ojo, mientras el
por primera vez, pero, una vez concebida, me obsesionó latido endemoniado del corazón aumentaba. Se volvió
de día y de noche. No había ningún motivo, tampoco cada vez más rápido y más fuerte, ¡más fuerte! ¡El terror del
pasión. Yo amaba al viejo. Nunca me había hecho daño, viejo debió de haber sido extremo! El latido de su corazón
jamás me había insultado. Tampoco quería quedarme se hacía más fuerte a cada instante. ¿Se dan cuenta? Les
con su dinero. ¡Creo que fue su ojo! ¡Sí, eso fue! Uno de dije que era nervioso, y lo soy. Y en ese momento, en las
sus ojos parecía el ojo de un buitre: un ojo azul pálido horas muertas de la noche, en medio de un terrible silen-
cubierto por una membrana. Cada vez que me miraba, cio en la vieja casa, un sonido tan extraño como ese gene-
se me helaba la sangre. Entonces, gradualmente, muy raba en mí un terror incontrolable. Aun así me contuve
gradualmente, decidí quitarle la vida al viejo para librar- durante unos minutos más y permanecí inmóvil. Pero el
me de ese ojo para siempre. latido se volvía cada vez más fuerte, ¡más fuerte! Creí que
Esa es la cuestión. Ustedes me creen loco pero los locos el corazón iba a estallar. Y entonces me invadió una nueva
no razonan. ¡Deberían haberme visto! Deberían haber vis- ansiedad: algún vecino podría oír el sonido. ¡La hora del
to con qué astucia procedí, con qué cuidado, con qué viejo había llegado! Profiriendo un alarido, abrí completa-
perspicacia y con qué disimulo puse manos a la obra. mente el farol y salté adentro del cuarto. Él gritó una vez,
Nunca fui tan amable con el viejo como la semana ante- solo una. En un instante lo arrastré por el piso y lo aplasté
rior al asesinato. Y todas las noches, alrededor de las doce, con la pesada cama. Entonces sonreí con satisfacción por-
giraba el picaporte de su puerta y la abría ¡tan suavemen- que el hecho estaba casi consumado. Pero durante varios
te! Y cuando la abertura era suficiente como para pasar la minutos el corazón siguió latiendo con un sonido sordo y
cabeza, introducía un farol tapado, completamente tapa- ahogado. Esto, sin embargo, no me molestó; no podían
do para que ninguna luz se filtrase dentro de la pieza, y oírlo del otro lado de la pared. Por fin, cesó. El viejo había
entonces metía la cabeza. […] muerto. Corrí la cama y examiné el cadáver. Sí, estaba tie-
so, duro como una piedra. Coloqué la mano sobre su co-
La octava noche fui aún más cuidadoso al abrir la puer-
razón y la dejé allí unos minutos. No había pulsaciones. El
ta. Las agujas del reloj se movían mucho más rápido que
viejo estaba muerto. Su ojo no me atormentaría más.
mis manos. Nunca antes de esa noche había advertido
el poder de mi fuerza, de mi sagacidad. Apenas podía Si todavía me creen loco, no seguirán creyéndolo cuan-
reprimir la emoción de mi triunfo. Pensar que allí estaba yo, do les describa las sabias precauciones que tomé para
abriendo la puerta poco a poco y que él ni siquiera ima- ocultar el cadáver. La noche declinaba, así que tuve que
ginaba mis actos o mis pensamientos secretos. […] trabajar rápidamente, en silencio. Primero descuarticé el
cuerpo: le corté la cabeza, los brazos y las piernas.
Después de esperar un largo rato, con mucha paciencia,
sin haberlo oído recostarse, resolví abrir una hendija pe- Luego levanté tres listones del piso de la habitación y
queña, muy pequeña en el farol. Entonces la destapé deposité todo entre los maderos. Volví a colocar las ta-
–¡no pueden imaginarse ustedes con cuánta cautela!–, blas con tanta habilidad e inteligencia que ningún ojo
LITERATURA UNIVERSAL

hasta que, por fin, un único y débil rayo de luz, delgado humano, ni siquiera el suyo, hubiera podido advertir al-
como la tela de una araña, salió de la hendija y cayó so- go fuera de lugar. No había nada que lavar. Ninguna
bre el ojo de buitre. mancha, ninguna gota de sangre. Había sido muy pre-
Estaba abierto –bien, bien abierto– y la furia me invadió cavido para evitarlas y había recogido todo con una pa-
al verlo. Pude distinguirlo perfectamente: todo de un langana. ¡Ja, ja!
azul pálido con un velo odioso por encima que me hela- Cuando terminé todas estas tareas eran las cuatro y to-
ba hasta la médula de los huesos. […] davía estaba tan oscuro como si fuera medianoche.
¿Acaso no les he dicho que lo que ustedes llaman locu- EDGAR ALLAN POE
ra es solamente una hipersensibilidad de los sentidos? «El corazón delator»

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LITERATURA UNIVERSAL

Charles Dickens
Vida
Charles Dickens (Portsmouth, 1812 - Gadshill Place, 1870) fue uno de los no-
velistas ingleses más célebres del siglo XIX. En su obra retrató con acierto los
rasgos más notables de la Inglaterra victoriana, conjugando elementos cómi-
cos y dramáticos para esbozar una crítica aguda y sutil de la sociedad.
Dickens disfrutó de una infancia tranquila y feliz que, sin embargo, pronto se
vio truncada por la fatalidad. A los doce años su vida sufrió un giro inesperado.
Su padre fue encarcelado por deudas y Charles tuvo que empezar a trabajar en
una fábrica, donde cumplía con jornadas de hasta diez horas diarias. Con el di-
nero que ganaba, debía pagar por su hospedaje y ayudar a su familia. Esta eta-
pa de su vida marcó profundamente al futuro escritor, que después la plasma-
ría en novelas como David Copperfield, considerada por la crítica como su obra
más autobiográfica.
En 1827 Dickens se colocó en un despacho de abogados, profesión que pronto
sustituiría por el periodismo, donde se sentía mucho más cómodo. En 1832 co-
menzó a trabajar como reportero en la Cámara de los Comunes y se publican
sus primeros artículos. En esa época, además, escribe sus primeras novelas por entregas, como Los pa-
peles póstumos del Club Pickwick, con la que se inicia su fama como autor.
En 1836 contrajo matrimonio con Catherine Thompson Hogarth, con quien tuvo diez hijos, y se
estableció en Bloomsbury.
A partir de este momento, Dickens sigue aumentando su prestigio como narrador gracias a la pu-
blicación de su novela Oliver Twist (1838). En 1842 viaja a Estados unidos, donde tomó nuevas ideas
para sus novelas y relatos.
Considerado el gran novelista social en lengua inglesa de su tiempo, continuó con su exitosa tra-
yectoria literaria hasta su muerte en 1870.

Obra
Dickens gozó de gran éxito tanto en vida como después de su muerte, ya que sus obras siguen
siendo leídas por público de todas las edades, lugar y condición. Además, durante el siglo XX, mu-
chas de ellas han sido llevadas con éxito al cine en diferentes versiones y adaptaciones.
La obra narrativa de Dickens se caracteriza por su facilidad para combinar elementos trágicos y có-
micos dentro de una misma novela. El humor –sutil e ingenioso– le permite al autor suavizar la
dureza de los cuadros costumbristas que nos presenta, además de constituir en sí mismo un efi-
caz instrumento de crítica social.
Asimismo, los pasajes dramáticos están especialmente cuidados para evitar tanto la sensiblería co-
mo la frialdad expositiva. Se busca emocionar al lector y conseguir su total empatía con los he-
chos narrados. Esto resulta especialmente evidente en alguna de sus novelas de mayor éxito, co-
mo Oliver Twist, donde los personajes infantiles juegan ese doble papel: arrancar la sonrisa del
lector con sus actos pícaros y emocionarle en las escenas trágicas con su desarmante ternura.
Además, Dickens poseía una gran habilidad para construir personajes redondos, es decir, indivi-
duos de personalidad compleja que se convierten en prototipos para la literatura posterior. En es-
te grupo se pueden incluir figuras tan célebres como su Mr. Scrooge de Cuento de Navidad o el
viejo avaro Fagin de Oliver Twist.
Muchas de las novelas de Dickens fueron publicadas por entregas, de ahí que cada capítulo persiga
crear y mantener la intriga y el suspense para incentivar la curiosidad y el interés del lector. Entre
sus títulos más célebres destacan novelas como Tiempos difíciles, Historia de dos ciudades, David
Copperfield, Grandes esperanzas o la ya anteriormente mencionada Oliver Twist.

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El secreto de Fagin
En Oliver Twist, Charles Dickens narra las desventuras de nunca al viejo Fagin! Y ¿por qué habían de hacerlo? Con
un huérfano que, tras su salida del hospicio, es acogido en eso no habrían aflojado el nudo corredizo, ni hubiesen
una banda de pequeños delincuentes juveniles, adiestrados conservado la tarima puesta un minuto más. ¡No, no, no!
y manipulados por un anciano avaro llamado Fagin. ¡Son buenos chicos! ¡Buenos chicos!
Iba muy avanzada la mañana cuando se despertó Oli- Tras murmurar estas y otras reflexiones de índole pareci-
ver de su profundo y prolongado sueño. En la habita- da, el judío depositó una vez más el reloj en lugar segu-
ción no se encontraba más que el viejo judío hirviendo ro. Sacó luego, por lo menos, otra media docena de la
un poco de café en una cacerola para el desayuno y sil- caja, y los contempló con idéntico gozo; así como varios
bando suavemente mientras lo removía, gira que gira, anillos, broches, pulseras y otras alhajas, de materiales
con una cuchara de hierro. De vez en vez se detenía a tan magníficos y suntuosos que Oliver desconocía hasta
escuchar si llegaba algún ruido de abajo, y, tras conven- sus nombres. […]
cerse de lo contrario, continuaba silbando y removien- […] Sus brillantes ojos negros, que miraban estúpida-
do como antes. mente al vacío, se posaron sobre el rostro de Oliver. Te-
Aun cuando Oliver se había despabilado de su sueño, nía el muchacho sus ojos inmóviles en su muda curiosi-
no estaba totalmente despierto. Existe un estado de so- dad, y, a pesar de que fue solo un instante –el menor
por, entre el sueño y la vigilia, en el que se sueña más en espacio de tiempo imaginable–, fue lo suficiente para
cinco minutos con los ojos entreabiertos, semiincons- demostrarle al viejo que había sido visto. Cerró la tapa
ciente de todo cuanto pasa en derredor, que en cinco de la caja de un golpe, y, cogiendo el cuchillo del pan
noches con los ojos herméticamente cerrados y los sen- que estaba sobre la mesa, se levantó furioso. Tanto tem-
tidos envueltos en una absoluta inconsciencia. En esos blaba que Oliver, aun en medio de su espanto, pudo ver
momentos comprende el ser mortal algo de cuanto ela- que el cuchillo se estremecía en el aire.
bora su espíritu, lo suficiente para formarse una vaga –¿Qué es eso? –exclamó el judío–. ¿Por qué me vigilas?
idea de sus poderosas facultades y de cómo se desliza ¿Por qué estás despierto? ¿Qué es lo que has visto? ¡Ha-
de la tierra, despreciando el tiempo y el espacio, una vez bla, muchacho! ¡Pronto! ¡Pronto, si no quieres perder
liberado de la carga de su ser corpóreo. la vida!
Oliver se hallaba precisamente en ese estado. Con los –No podía dormir más, señor –respondió Oliver humil-
ojos entornados vio al judío, oyó su leve silbar y distin- demente–. ¡Siento mucho haberle interrumpido, señor!
guió el ruido de la cuchara arañando los costados de la
cacerola. Y, sin embargo, esos mismísimos sentidos ha- –¿No estarías despierto hace una hora? –dijo el judío,
llábanse mentalmente empeñados, al mismo tiempo, mirándole con ira.
en una incesante actividad con respecto a casi todos –No…, no, en verdad.
aquellos personajes que hasta entonces conociera.
–¿Estás seguro? –gritó el judío, más feroz que antes su
Una vez hecho el café, retiró el judío la cacerola de la re- mirada y en actitud amenazadora.
pisa interior. Permaneció luego en actitud indecisa du-
–Os doy mi palabra de que no, señor –contestó Oliver
rante unos minutos, como si no supiese de qué ocupar-
con firmeza –. De verdad que no, señor.
se, y, volviendo la cara, miró a Oliver y le llamó por su
nombre. Este no contestó, ya que, al parecer, estaba –¡Bueno, bueno, hijo! –murmuró el judío volviendo sú-
dormido. bitamente a su pasada actitud y jugando un poco con el
cuchillo antes de dejarlo, para hacer creer que lo había
Después de haberse convencido de ello, el judío se diri-
cogido por pura distracción–. Ya lo sé, querido. Solo
gió despacio hacia la puerta y la cerró. Extrajo luego, se-
quería asustarte. Eres un valiente. ¡Ja, ja, ja! ¡Eres un va-
LITERATURA UNIVERSAL

gún creyó ver Oliver, de una trampa del suelo, una cajita,
liente, Oliver!
que colocó con cuidado sobre la mesa. Centellearon sus
ojos al levantar la tapa y mirar su interior. Acercando una CHARLES DICKENS
silla vieja a la mesa, se sentó, y de la arqueta sacó un Oliver Twist
magnífico reloj de oro, reluciente de piedras preciosas.
–¡Ajá! –exclamó el judío, encogiendo los hombros y
contrayendo sus facciones con una horrible mueca–.
¡Chicos listos! ¡Chicos listos! ¡Fieles hasta lo último! Ja-
más le dijeron al párroco dónde vivían. ¡Ni delataron

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LITERATURA UNIVERSAL

Gustave Flaubert
Vida
Gustave Flaubert (Ruán, 1821 - Croisset, 1880) es uno de los escritores más
importantes del siglo XIX. Su obra Madame Bovary constituye una de las cum-
bres del Realismo decimonónico y es uno de los antecedentes más notables
del Naturalismo que, poco después, abanderará el novelista Émile Zola.
Hijo de un médico, Flaubert cursó sus estudios elementales en Ruán, su ciu-
dad natal. Siendo aún un adolescente, se enamoró de la también joven Elisa
Schlesinger, que dejó una honda impronta en la biografía emocional del fu-
turo escritor.
En 1840 Flaubert se trasladó a París con la intención de matricularse en la
Universidad de Derecho, carrera que no llegó a concluir debido a sus conti-
nuos problemas de salud. A su regreso de París, decidió dedicarse por com-
pleto a la literatura y se instaló con su madre en la casa de campo que tenía
su familia en la pequeña villa de Croisset.
Entre 1846 y 1855 vivió una compleja relación amorosa con la escritora Louise
Colet, con quien nunca llegó a casarse. También durante estos años realizó numerosos viajes,
entre los que destaca su recorrido por tierras orientales, que lo dejó fuertemente impresionado. A
su regreso, volvió a instalarse en Croisset y comenzó la composición de su obra magna, Madame
Bovary, publicada por primera vez en 1857. Tras su aparición, las autoridades iniciaron acciones
legales contra la editorial y el autor, a quien acusaban de haber atentado contra la moralidad. Fi-
nalmente, Flaubert fue declarado inocente.
La salud de Flaubert empeora rápidamente a partir de 1870 y muy especialmente tras la muerte
de su madre en 1872. En 1880 fallece, a la edad de cincuenta y ocho años, a causa de una hemo-
rragia cerebral.

Obra
Flaubert fue, junto con Balzac, el máximo representante del Realismo francés. Cronológicamente,
vivió en la misma época que el poeta Charles Baudelaire y, como él, su obra literaria también su-
puso una enorme transgresión de la estrecha moral de su tiempo. Ambos, por motivos diferentes
y en dos géneros distintos, contribuyeron a la renovación de las formas literarias en la segunda mi-
tad del siglo XIX.
Dentro de la obra de Flaubert destacan especialmente dos novelas que son, a su vez, dos hitos de
la narrativa europea decimonónica: Madame Bovary y La educación sentimental. En ambas, Flau-
bert lleva a cabo un firme y vibrante retrato de la sociedad y la mentalidad de su tiempo, ahon-
dando en la psicología de los personajes y construyendo tipos y situaciones universales que influi-
rán en la literatura posterior.
En Madame Bovary, Flaubert sentó las bases de uno de los temas y argumentos más reiterados en
la novela realista y naturalista: la insatisfacción femenina. En este caso, se nos cuenta la historia de
Emma, una joven mujer casada con un médico, Charles Bovary, al que no ama y que representa su
única opción de escapar del pequeño pueblo en el que vive. Ya casada con él, conoce a sus dos
grandes amores, dos hombres a los que idealiza a pesar de su mezquindad: León, un joven que re-
cuerda en su torpeza y simplicidad al Julián Sorel de Rojo y negro; y Rodolfo, un experimentado y
vil donjuán que acabará seduciéndola. La protagonista, atrapada entre la mediocridad de su vida
conyugal y la de sus amantes, acaba suicidándose.
Madame Bovary es el antecedente de algunas de las mejores novelas europeas del siglo XIX, como
La Regenta, de Clarín, en España; Ana Karenina, de Tolstoi, en el caso de Rusia; o Effie Briest, de Theo-
dor Fontane, en la literatura alemana.

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La soledad de Emma
Emma está casada con el médico Charles Bovary y es ma- Lo que la exasperaba era que Carlos no parecía ni sospe-
dre de una niña. Lleva una vida apacible en Yonville, una char su suplicio. La convicción que tenía el marido de
pequeña villa francesa, pero se siente infeliz y desdichada. hacerla feliz le parecía un insulto imbécil, y su seguridad
Allí conoce al joven León, de quien se enamora. de esto, ingratitud. ¿Por quién era ella honrada? ¿No era
Cuando León salía desesperado de casa de Emma, no él el obstáculo a toda felicidad, la causa de toda miseria
sabía que esta se levantaba detrás de él para verle en la y como la puntiaguda hebilla de aquella compleja co-
calle. Le seguía los pasos, trataba de leerle en la cara; in- rrea que la ataba por todas partes?
ventó toda una historia con el fin de hallar un pretexto Y concentró en él solo el odio numeroso que resultaba
para ver su habitación. Consideraba que la mujer del bo- de sus hastíos, y todo esfuerzo por amortiguarlo no ha-
ticario tenía una gran suerte por dormir bajo el mismo cía sino exacerbarlo; pues este empeño inútil se suma-
techo; y sus pensamientos se abatían continuamente ba a otros motivos de desesperación y contribuía más
sobre aquella casa, como las palomas del Lion d’or que aún al alejamiento. Hasta su dulzura misma le infundía
iban a meter en los canalones sus patas rosadas y sus rebeliones. La mediocridad doméstica la impulsaba a
alas blancas. Pero cuanto más cuenta se daba de su fantasías lujosas, el cariño matrimonial a deseos adúlte-
amor, más lo reprimía, para que no se notara y para dis- ros. Hubiera querido que Carlos le pegara, para poder
minuirlo. Habría querido que León lo percibiera; e ima- odiarle con más justicia, vengarse de él. A veces se
ginaba casualidades, catástrofes que lo facilitaran. Sin asombraba de las atroces conjeturas que le venían al
duda, lo que la retenía era la pereza o el miedo, también pensamiento; ¿y había de seguir sonriendo, oír cómo le
el pudor. Pensaba que le había rechazado demasiado le- repetían que era feliz, hacer como que lo era, hacer creer
jos, que ya no era tiempo, que todo estaba perdido. que lo era?
Después el orgullo, la satisfacción de decirse: «Soy vir- Pero esta hipocresía le repugnaba a veces. Tentaciones
tuosa», y de mirarse en el espejo adoptando unas postu- le daban de fugarse con León, de irse con él a alguna
ras resignadas la consolaba un poco del sacrificio que parte, muy lejos, para intentar un destino nuevo; pero
acababa de hacer. enseguida se abría en su alma un abismo vago, lleno de
Entonces, los apetitos de la carne, las codicias de dinero oscuridad. «Además –pensaba–, León ya no me ama;
y las melancolías de la pasión, todo se confundió en un ¿qué va a ser de mí? ¿Qué ayuda esperar, qué consuelo,
mismo sufrimiento; y en vez de desviar su pensamiento, qué alivio?»
más se agarraba a él, excitándose en el dolor y buscan- Y se quedaba destrozada, jadeante, inerte, sollozando
do en todo las ocasiones de sufrirlo. Se irritaba por un sordamente y bañada en lágrimas.
plato mal servido o por una puerta mal cerrada, se la-
–¿Por qué no se lo dice al señor? –le preguntaba la cria-
mentaba del terciopelo que no tenía, de la felicidad que
da, cuando entraba durante estas crisis.
le faltaba, de sus sueños demasiado elevados, de su casa
demasiado estrecha. –Son nervios –contestaba Emma–; no le digas nada, le
darías pena.
–¡Sí, sí! –insistía Felicidad–, usted es como la Guérina, la
hija del tío Guérin, el pescador de Mollet, que la conocí
en Dieppe antes de venir a esta casa. Estaba tan triste,
tan triste, que al verla de pie en la puerta de su casa, pa-
recía un paño de entierro tendido allí. Resulta que su
mal era así como una niebla que tenía en la cabeza, y
los médicos no podían hacer nada, ni el cura tampoco.
LITERATURA UNIVERSAL

Cuando le daba muy fuerte, se iba sola a la orilla del


mar, y cuando el teniente de la aduana iba a hacer la
ronda, a veces la encontraba acostada boca abajo y llo-
rando sobre las piedras. Dicen que después de casarse
se le pasó.
–Pero a mí –replicaba Emma– es después de casarme
cuando me ha dado.
GUSTAVE FLAUBERT
Madame Bovary

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Fiodor M. Dostoyevski
Vida
Fiodor Mijáilovich Dostoyevski (Moscú, 1821 - San Petersburgo, 1881) es uno
de los novelistas rusos más importantes del siglo XIX. Su obra, encuadrada
dentro del Realismo europeo, se caracteriza por su agudo análisis de la psico-
logía humana y su acertado retrato de la sociedad rusa de su tiempo.
La infancia de Dostoyevski estuvo marcada por la difícil relación que mantu-
vo con su padre, un hombre de carácter fuertemente despótico y depen-
diente del alcohol. A los diecisiete años ingresó en una escuela militar en San
Petersburgo.
Al acabar sus estudios superiores comenzó a dedicarse a la literatura y al poco
tiempo publicó su primera novela, Pobres gentes (1846), con la que no cose-
chó el éxito que habría deseado. Durante estos años comenzó a relacionarse
con un grupo de jóvenes escritores con los que se reunía periódicamente pa-
ra poner en común sus ideas artísticas y políticas, prestando especial atención
a las novedades que llegaban desde Francia. En 1849, el grupo fue delatado
por uno de sus miembros y Dostoyevski fue arrestado y condenado a muerte.
Justo cuando iba a ser fusilado obtuvo una conmutación de su pena, de modo que se vio obligado
a partir a Siberia, donde habría de prestar cuatro años de trabajos forzosos. Estos durísimos años de-
jaron una honda huella en el autor, quien los reflejó más tarde en su obra Apuntes de la casa de los
muertos.
Recobró su libertad en 1854, año en el que se alistó de nuevo en el ejército y fue enviado a Mon-
golia. Tres años más tarde contrajo matrimonio con Maria Dmítrivna Isáyeva, y en 1859 ambos re-
gresaron a San Petersburgo, donde Dostoyevski se volcó de lleno en su quehacer literario.
En 1864 su esposa murió a causa de la tuberculosis. Dostoyevski, acuciado por las deudas, consi-
guió un préstamo de un editor a cambio de los derechos de una nueva novela. Esta narración se-
rá su primer gran título, El jugador (1866), con la que empieza a afianzar su prestigio narrativo. Gra-
cias a El jugador conoce a su segunda mujer, la mecanógrafa Anna Grigórievna, a quien dicta
íntegro el contenido de la obra.
A partir de este momento, Dostoyevski se consagró a la escritura de sus novelas más célebres y re-
conocidas: Crimen y castigo, El idiota, Los hermanos Karamazov, Los endemoniados.
El narrador ruso falleció el 9 de febrero de 1881 en San Petersburgo.

Obra
Las novelas de Dostoyevski constituyen una compleja exploración de la psicología y el pensamiento
del ser humano. En ellas se retrata la sociedad de la Rusia de su tiempo y, a su vez, se profundiza en
los comportamientos de los protagonistas y se indaga en el porqué de cada una de sus reacciones.
Entre sus novelas, dos son las que mayor influencia han tenido en la literatura posterior: Los her-
manos Karamazov y Crimen y castigo.
En ambas se estudia el carácter y la psicología de los protagonistas, ahondando en temas como la
locura, el idealismo, la miseria o la posibilidad del ser humano para decidir su propio destino y
oponerse a la influencia determinista del medio.
En las obras de Dostoyevski se conjuga el dilema moral con la crudeza de las acciones que se na-
rran, tal y como sucede en Crimen y castigo, donde el episodio del crimen que da título a la obra
constituye una de las cimas de la literatura de todos los tiempos, por su capacidad para fundir la
truculencia del suceso con las dudas y la vacilación del personaje protagonista, incapaz de impo-
ner su ética a sus necesidades materiales.

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El crimen
Raskolnikov, el protagonista de Crimen y castigo, planea limitándose a sujetarla con la mano derecha por debajo
robar y asesinar a su vecina Alena Ivanovna, una anciana de la ropa.
prestamista sin escrúpulos. Una flojedad terrible invadía sus miembros, sintiendo
De la misma manera que en su precedente visita, Ras- que por momentos se le entorpecían más. Temía que
kolnikov vio que la puerta se entreabría poco a poco, y sus dedos dejaran escapar el hacha… De pronto sintió
que por la estrecha abertura se fijaban en él dos ojos bri- que su cabeza empezaba a darle vueltas.
llantes con expresión de desconfianza. Su sangre fría le –Pero ¿qué ha metido usted aquí dentro? –exclamó en-
abandonó en aquel instante y cometió una falta que es- colerizada Alena Ivanovna. E hizo un movimiento hacia
tuvo a punto de estropearlo todo. Raskolnikov.
Temiendo que Alena Ivanovna tuviera miedo por en- No había un instante que perder. Sacó el hacha por com-
contrarse sola con un visitante cuyo aspecto debía de pleto de debajo de su paletó, la levantó en el aire mante-
ser poco tranquilizador, sujetó la puerta y tiró de ella niéndola con ambas manos, y, con un movimiento sua-
hacia sí para que la vieja no pudiera cerrarla. La usurera ve, casi automáticamente, porque ya no tenía fuerzas, la
no lo intentó, pero no soltó el tirador de la cerradura, dejó caer sobre la cabeza de la vieja; pero apenas hubo
aunque le faltó poco para caer cuando Raskolnikov tiró dado el golpe, renació en él la energía física.
de la puerta hacia él. Como la vieja continuase en pie
en el umbral y se obstinara en no dejarle libre el paso, Alena Ivanovna, conforme a su costumbre, llevaba la ca-
avanzó resueltamente hacia ella. Asustada, la vieja dio beza descubierta. Sus grises cabellos, escasos y untados
un paso hacia atrás y quiso hablar, pero no pudo pro- de aceite como siempre, se reunían en una delgada tren-
nunciar ni una palabra, y miró al joven abriendo desme- za de las llamadas cola de rata, sujeta sobre la nuca con
suradamente los ojos. un trozo de peine de asta. El tajo le llegó hasta la coroni-
lla, a lo que contribuyó la escasa estatura de la víctima.
–Buenos días, Alena Ivanovna –comenzó con el tono Apenas si dejó escapar un débil grito, y, rápidamente, se
más tranquilo que pudo afectar, pues en vano trataba dobló y cayó sobre el suelo; sin embargo, aún tuvo fuer-
de parecer despreocupado, y su voz era entrecortada y zas para levantar ambos brazos hacia su cabeza. En una
temblona–. Le traigo… una cosa…, pero entremos… de sus manos seguía sujetando la «prenda». Entonces
para que forme juicio acerca de ella, hay que verla a Raskolnikov, cuyo brazo había recuperado todo su vigor,
la luz… le asestó dos hachazos más en el occipucio 2. La sangre
Y sin esperar a que le invitaran, entró en el aposento. La salió a borbotones y el cuerpo se derribó pesadamente
vieja se le acercó apresuradamente; su lengua se sintió sobre la tierra. El joven retrocedió en el momento de la
desembarazada: caída; pero apenas vio que la vieja yacía sobre el suelo, se
–¡Señor…! Pero ¿qué desea usted? ¿Quién es usted? inclinó para contemplarla: estaba muerta. Los ojos des-
¿Qué desea? mesuradamente abiertos parecían querer salir de sus ór-
bitas; las convulsiones de la agonía dieron a su rostro una
–¡Vaya, Alena Ivanovna…! Ya me conoce usted… Soy expresión grotesca.
Raskolnikov… Tome, le traigo el objeto de que le hablé
FIODOR M. DOSTOYEVSKI
el otro día… Crimen y castigo
Y le alargó el paquete. […]
1
–¿Qué es lo que me trae aquí? –preguntó la vieja. paletó: gabán de paño grueso.
2
occipucio: parte de la cabeza por donde esta se une
–Una buena pieza…; una pitillera… de plata…, véala. con las vértebras del cuello.
LITERATURA UNIVERSAL

–Espere, ¡cualquiera diría que esto es de plata…! ¡Vaya si


viene bien atada!
Mientras que Alena Ivanovna se esforzaba en deshacer
el paquete habíase acercado a la luz (todas las ventanas
estaban cerradas a pesar del calor asfixiante); en aquella
posición le daba la espalda a Raskolnikov, y durante
unos segundos se desentendió por completo del joven.
Este se desabrochó el paletó1 y descolgó el hacha del
nudo corredizo, pero sin sacarla todavía completamente,

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Charles Baudelaire
Vida
Charles Baudelaire (París, 1821 - 1867), considerado como el poeta maldito
(poète maudit) de la literatura francesa, fue uno de los principales responsa-
bles de la renovación de la lírica en la segunda mitad del siglo XIX.
La infancia de Baudelaire está marcada por la temprana muerte de su padre,
que falleció cuando su hijo contaba solo seis años de edad. Al poco tiempo,
su madre contrajo matrimonio con el coronel Jacques Aupick, con quien el
poeta mantuvo siempre una compleja y difícil relación.
Por expreso deseo de su padrastro, Charles Baudelaire fue internado en el
Colegio Real de Lyon, donde permaneció hasta que cumplió los dieciocho
años, momento en que fue definitivamente expulsado del centro por su in-
disciplina y su mala conducta.
A los diecinueve años comenzó a frecuentar el ambiente bohemio del Barrio
Latino de París, donde conoció a una joven judía llamada Sarah, a quien
menciona en alguno de sus poemas. El coronel Aupick, alarmado ante la li-
bertina conducta de su hijastro, decidió enviarlo a Calcuta. Sin embargo, Bau-
delaire aprovechó una escala del barco en la isla de Reunión para quedarse allí durante una tem-
porada. Esa estancia en las Antillas le marcó enormemente y se percibe su influencia en muchos
de sus posteriores poemas. En 1842, ya de regreso en Francia, se instaló de nuevo en París, donde
continuó con su vida libertina y bohemia.
En 1857 se publicó su obra magna, Las flores del mal, libro que provocó una enorme polémica en
torno a su ya controvertida persona. La obra fue considerada una terrible ofensa contra la moral
pública y Baudelaire fue juzgado y condenado por ello.
En 1864 viajó a Bélgica, donde residió hasta 1866, año en que regresó a Francia. La sífilis, que había
contraído años atrás, acabó con su vida solo un año después.

Obra
La obra más importante de Baudelaire es su poemario Las flores del mal. El sustantivo mal del títu-
lo posee, en este caso, un doble significado: por una parte alude al estilo del poema y, por otra, a
su contenido.
• Formalmente, son flores (poemas) del mal, en tanto que no respetan el estilo ni los recursos de
la poesía precedente. Al contrario, Baudelaire compone una lírica desnuda de artificios en la
que eleva el lenguaje coloquial, e incluso vulgar, a la categoría poética. Tampoco respeta las ri-
mas ni los esquemas acentuales más comunes, sino que juega con los ripios e incluso con las
cacofonías. Años más tarde, Manuel Machado emularía a Baudelaire en su obra El mal poema,
donde emplea la palabra mal en este mismo sentido.
• Temáticamente, son flores del mal porque se abordan temas marginales y sórdidos, alejados de
la moral convencional burguesa. Entre otros asuntos, destacan la visión descarnada del erotismo,
el retrato de los grupos marginales (delincuencia y prostitución) o las alusiones al alcohol, las
drogas y el juego.
En Las flores del mal Baudelaire defiende la teoría de las correspondencias, según la cual todo ob-
jeto, ser o sensación es símbolo –correspondencia– de otra realidad. Esta visión mistérica y casi
mágica de la realidad se convertirá, años más tarde, en uno de los preceptos básicos de la poesía
simbolista, que tomará a Baudelaire como modelo.
Además, en esta obra Baudelaire creó el tópico del poeta maldito y rechazado por la sociedad,
que se inspira en el modelo del antihéroe romántico. Esta visión bohemia y asocial será clave en el
Modernismo hispano.

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El crepúsculo de la tarde Te adoro como adoro la bóveda nocturna…


He aquí la noche, amiga del criminal desvelo; Te adoro como adoro la bóveda nocturna,
viene a paso de lobo como un cómplice; el cielo ¡oh vaso de tristeza, o grande taciturna!
se cierra lentamente, cual si una alcoba fuera, Y tanto más te amo, cuanto más me reproches,
y todo hombre impaciente se cambia un poco en fiera. porque tú sola eres el lujo de mis noches.
Se pudiera añadir aún, irónicamente,
¡Oh noche!, amada noche, tranquila, deseada
más que hay de mí a los cielos, aunque es irreverente.
por aquellos que pueden decir: «Hoy la jornada
Al ataque me lanzo con furores insanos
ha sido de trabajo». La noche es quien serena
como sobre un cadáver un coro de gusanos,
las almas devoradas por indecible pena,
y –¡oh mi cruel enemiga, oh mi bestia implacable!–
al sabio que se obstina inclinando su pecho,
hasta esa frialdad te hace más adorable.
y al obrero cansado que va en busca del lecho.
CHARLES BAUDELAIRE
Los demonios malsanos, a favor del ambiente, Las flores del mal
como hombres de negocios, despiertan torpemente,
y aleros y ventanas golpean al volar.
A través de las luces, que el viento hace temblar, Correspondencias
se enciende la prostitución en las aceras;
en sucios callejones abre sus madrigueras; Naturaleza es templo donde vivos pilares
para todos ofrece un oculto camino dejan salir a veces una palabra oscura;
–incluso para quien nos acecha ladino–, entre bosques de símbolos va el hombre a la ventura,
y se agita en el lodo de la ciudad podrida símbolos que lo miran con ojos familiares.
como un verme1 que al hombre robara su comida.
Aquí y allá se oyen las cocinas silbar, Igual que largos ecos lejanos, confundidos
los teatros gañir, las orquestas roncar; en una tenebrosa y profunda unidad,
las verdes mesas donde el juego hace primores, vasta como la noche y cual la claridad,
con corte de rameras, chulos y estafadores; se responden perfumes, colores y sonidos.
y pronto van también a empezar los ladrones Así hay perfumes frescos cual mejillas de infantes,
su trabajo que no conoce vacaciones, verdes como praderas, dulces como el oboe,
forzando dulcemente las cajas escondidas y hay otros corrompidos, estridentes, triunfantes,
para vivir un tiempo y vestir sus queridas.
de una expansión de cosas infinitas henchidos,
Recógete, alma mía, en tan grave momento como el almizcle, el ámbar, el incienso, el aloe,
y cierra tus oídos a ese desbordamiento. que cantan los transportes del alma y los sentidos.
Es la hora en que todos los enfermos se agravan.
CHARLES BAUDELAIRE
La noche les aprieta la garganta; así acaban
Las flores del mal
de una vez sus fatigas, y hacia el abismo van;
el hospital solloza… Ya nunca volverán
algunos a buscar la sopa perfumada
junto al fuego, de noche, cerca de un alma amada.
¡Aunque la mayor parte jamás han conocido
el calor de un hogar y jamás han vivido!
CHARLES BAUDELAIRE
Las flores del mal
LITERATURA UNIVERSAL

1
verme: gusano.

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León Tolstoi
Vida
León Nikoláyevich Tolstoi (Yásnaia Polaina, 1828 - 1910) es, junto con Dosto-
yevski, el mayor novelista realista de la literatura rusa del siglo XIX y uno de los
grandes autores de la literatura universal.
Hijo de un terrateniente noble, Tolstoi quedó huérfano de padre y madre a
los nueve años. En ese momento tuvo que trasladarse junto con sus her-
manos a Kazán, donde fueron tutelados por familiares paternos. Tolstoi co-
mienza los estudios de Derecho en la Universidad de Kazán y los concluye
en San Petersburgo.
Finalizados sus estudios, se alistó en el ejército, donde entró en contacto con
los cosacos y participó en la guerra contra Turquía. Tras sus experiencias mili-
tares, regresó a San Petersburgo, donde se instaló de nuevo para continuar
con su vida anterior. Cuando su mujer cae gravemente enferma, Tolstoi
abandona definitivamente la vida pública.
A partir de este momento se dedica intensamente a la literatura y escribe sus
novelas más importantes, como Los cosacos (1863), Ana Karenina (1867) o
Guerra y paz (1869).

Obra
Tolstoi es uno de los máximos representantes de la novela realista del siglo XIX. En sus narraciones
realiza un retrato sutil y verosímil de la sociedad de su tiempo, además de penetrar hábilmente en
el alma y la psicología de sus personajes.
En Ana Karenina, elabora su propia versión de la materia novelesca creada por Gustave Flaubert en
Madame Bovary. En este caso, Ana se diferencia de Emma en que la primera llega a abandonar el
hogar conyugal para vivir su apasionada historia de amor con el conde Vronsky, desafiando de es-
te modo todas las convenciones de su época. Sin embargo, este desafío es impensable en su
tiempo y acabará conduciendo a Ana a tomar una terrible decisión: suicidarse tirándose a las vías
de un tren que pondrá fin a su vida y a su continuo sufrimiento. Al parecer, Tolstoi se inspiró en
una mujer real –María Hartung, la hermana de Pushkin– para componer el personaje central de su
novela.
En Guerra y paz, Tolstoi creó una novela mucho más coral, con un protagonista que podríamos
considerar colectivo. En esta novela, el autor retrata las vicisitudes de un grupo de personajes du-
rante cincuenta años de la historia reciente rusa, desde las contiendas napoleónicas hasta 1850
aproximadamente. En la trama de la novela se entrelazan las historias de cuatro familias y, a su vez,
dentro de cada una de ellas destaca la presencia de un personaje principal:
– la familia Bezhukov, a la que pertenece el personaje de Pierre;
– la familia Volkonsky, a la que pertenecen el príncipe Andrei y la princesa María;
– la familia Rostov, a la que pertenecen Natasha y Nikolai;
– la familia Kuraguin, a la que pertenecen Elena y Anatoly.
Además, junto con los personajes de ficción, también aparecen numerosos personajes históricos
cuya psicología está mucho menos definida, ya que su presencia cumple un doble objetivo: afian-
zar la verosimilitud de los hechos narrados y desempeñar pequeños roles actanciales o funciona-
les. Entre estos personajes históricos destacan nombres como el emperador Napoleón I o el zar
ruso Alejandro I.
Otras obras importantes de Tolstoi, además de la mencionada Los cosacos, son La muerte de Iván
Ilich, La sonata a Kreutzer y Resurrección.

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Los pensamientos de Ana


Ana Karenina visita a su hermano y a su cuñada en Moscú, mismo tiempo, precisamente en este punto de sus re-
donde conoce casualmente al joven conde Vronsky. Ella es- cuerdos, la sensación de vergüenza aumentó, como si
tá casada y se mantiene fiel a su esposo; sin embargo, en su una voz interior le dijera cuando pensaba en Vronsky:
regreso en tren a San Petersburgo, no consigue dejar de «Te ha sido muy agradable, te ha sido muy agradable».
pensar en el conde. «Bueno, ¿y qué? –se preguntó con decisión–. ¿Qué sig-
«¡Gracias a Dios, todo ha terminado!», fue lo primero que nifica esto? ¿Acaso temía enfrentarme con una cosa así?
pensó Ana Arkadievna cuando se despidió por última ¿Es posible que entre ese oficial tan joven y yo existan o
vez de su hermano, el cual permaneció en el andén, im- puedan existir otras relaciones que las que tengo con
pidiendo la entrada al vagón, hasta que sonó por terce- cualquier conocido?» Sonrió con desprecio, abriendo de
ra vez la campana. Ana se sentó en su asiento al lado de nuevo el libro; pero ahora le era completamente impo-
Anushka, examinando todo en torno suyo, a la media sible entender lo que leía. Pasó la plegadera por el cris-
luz del coche cama. «¡Gracias a Dios, mañana veré a Se- tal, después apoyó en su mejilla la superficie lisa y fría y
riota y a Alexey Alexandrovich y reanudaré mi agradable poco le faltó para echarse a reír: tal fue la alegría que la
vida habitual!» invadió de pronto. Notó que los nervios se le ponían ca-
da vez más tensos, como cuerdas enrolladas en unas
[…] Al principio no pudo leer. Le molestaba el ajetreo y anillas. Y sintió que los ojos se le abrían cada vez más, los
el ir y venir de la gente; cuando el tren se puso en mar- dedos de sus manos y de sus pies se movían inquietos,
cha fue imposible no prestar atención a los ruidos; lue- algo la ahogaba en su interior y todo lo que veía y oía en
go se distrajo con la nieve que caía, azotando la ventani- aquella penumbra la impresionaba extraordinariamen-
lla izquierda, el revisor que pasaba, bien abrigado y te. A cada momento la asaltaban las dudas: ¿avanzaba el
cubierto de nieve, y los comentarios respecto de la bo- tren, retrocedía o estaba parado? ¿Era a Anushka a quien
rrasca que se desencadenaba. Más adelante seguía repi- tenía a su lado o a una persona extraña? «¿Qué hay en
tiéndose lo mismo, el traqueteo, la nieve en la ventanilla, aquella percha? ¿Un gabán de pieles o un animal? ¿Soy
los bruscos cambios de temperatura, pasando del calor yo o es otra persona?» Temía entregarse a aquel estado
al frío, y viceversa; los mismos rostros en la penumbra y de inconsciencia. Pero algo la arrastraba a él, a pesar de
las mismas voces; pero Ana leía ya, enterándose del ar- que podía entregarse o no según su voluntad. Se levan-
gumento. […] Ana se enteraba de lo que leía, pero tó para recobrarse, separó la manta y se quitó la capa.
aquella lectura le resultaba desagradable, es decir, le Por un momento volvió en sí, comprendiendo que el
molestaba el reflejo de la vida de otras personas. Tenía hombre delgado del abrigo largo, al que le faltaba un
demasiados deseos de vivir ella misma. Si la protagonis- botón, era el encargado de la calefacción y que había
ta de la novela cuidaba a un enfermo, sentía deseos de entrado para mirar el termómetro, que el viento y la nie-
andar con pasos silenciosos en la habitación de aquel; si ve habían penetrado tras de él por la puerta; pero des-
un miembro del Parlamento había pronunciado un dis- pués, todo se confundió de nuevo…
curso, deseaba pronunciarlo ella; si lady Mary cabalgaba
LEÓN TOLSTOI
tras de su jauría, exacerbando a su nuera y asombrando Ana Karenina
a todos con su audacia, Ana sentía deseos de galopar.
Pero no había nada que hacer, y Ana daba vueltas a la
1
plegadera1 entre sus pequeñas manos, tratando de se- plegadera: instrumento a manera de cuchillo
con el que se pliega o corta papel.
guir leyendo.
El héroe de la novela estaba ya a punto de conseguir lo
que constituye la felicidad inglesa: el título de barón y
una finca, y Ana deseó ir allí con él, cuando de pronto
LITERATURA UNIVERSAL

creyó que aquel hombre debía de sentir vergüenza y


ella la sintió también. Pero ¿por qué sentía vergüenza?
«¿De qué me avergüenzo?», se preguntó, asombrada y
resentida. Dejó el libro y se recostó en la butaca, apre-
tando la plegadera entre las manos. No había nada ver-
gonzoso. Repasó todos sus recuerdos de Moscú. Todos
eran buenos y agradables. Recordó el baile, a Vronsky,
con su rostro sumiso de enamorado, y el trato que tu-
viera con él: no había nada para avergonzarse. Pero al

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LITERATURA UNIVERSAL

Émile Zola
Vida
Émile Zola (París, 1840 - 1902) es considerado el máximo escritor naturalista
europeo del siglo XIX.
Hijo de un ingeniero de origen italiano, Zola se instaló con su familia en Aix-
en-Provence, hasta que en 1858 regresó a París, donde pronto abandonó los
estudios para dedicarse por completo a la literatura.
Tras su breve paso por una editorial, trabajó como periodista y colaboró en
las columnas literarias de diversos periódicos. En 1865 publicó su primera no-
vela destacable, Thérèse Raquin, y a partir de 1871 comienza la creación de su
compleja saga Los Rougon-Macquart, donde establece las principales directri-
ces de la narrativa naturalista.
En 1870 contrajo matrimonio con Alexandrine Mélay. Durante los años si-
guientes, continuó con la publicación de las novelas del ciclo de Los Rougon-
Macquart, que le hicieron ganar un creciente prestigio como autor. Además,
a lo largo de toda su vida, Zola manifestó un evidente compromiso social y
político.
En el año 1898, tomó partido en el caso Dreyfus, en el que el oficial judío Alfred Dreyfus fue acusa-
do de traidor de forma injusta en un proceso que no era más que una muestra del antisemitismo
reinante en Francia. Zola publicó su Yo acuso en el periódico L’Aurore. Tras la publicación de este
artículo, Zola vivió un año desterrado en Londres.
En 1902, ya de regreso a París, fallecía asfixiado en su casa sin que se haya aclarado la razón de su
muerte.

Obra
Zola es, sin duda, el mejor representante del Naturalismo decimonónico. Su intención como narra-
dor consiste en presentar los hechos desde una óptica científica cercana a la medicina e incluso a la
fisiología. Según su teoría literaria, los personajes deben presentarse de acuerdo con su genealogía,
sus características físicas y el medio en el que viven. Se trata, por tanto, de una novela en la que los
personajes aparecen sometidos al entorno, que ejerce sobre ellos un determinismo del que resulta
imposible escapar.
Su proyecto más ambicioso consistió en crear una saga de veinte novelas, el mencionado ciclo de
Los Rougon-Macquart, en el que pretendía probar la influencia del medio y de la herencia genética
en el individuo. Para ello, se inspiró en el modelo de La comedia humana de Balzac y se propuso
relatar la historia de una familia bajo el Segundo Imperio.
Este vasto proyecto se inicia con la novela La fortuna de los Rougon (1871) y se cierra con El doctor
Pascual (1893). A este extenso ciclo novelesco pertenecen algunas de sus mejores novelas, como
Naná o La taberna, en las que aborda problemas sociales tan graves y acuciantes como el alcoho-
lismo, las precarias condiciones de trabajo del proletariado, los accidentes laborales, la mendici-
dad o la prostitución.
Siguiendo los presupuestos propios del Naturalismo, Zola lleva a cabo una minuciosa descripción
de los ambientes más sórdidos de París, en los que transcurren sus tramas, así como de las esce-
nas violentas que protagonizan sus personajes. En este sentido, sus novelas transmiten una visión
pesimista del ser humano, que aparece dominado tanto por sus instintos como por el medio so-
cial y natural en el que se encuentra.
La estética de Zola influyó en autores españoles como Clarín, Emilia Pardo Bazán y Vicente Blasco
Ibáñez.

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La lucha por la supervivencia


En La taberna, Zola lleva a cabo un duro retrato de la vida había mujeres esperando de pie. Permanecían largo
del proletariado y los grupos sociales más desfavorecidos tiempo inmóviles, pacientes, erguidas como los delga-
en la segunda mitad del siglo XIX. Gervaise, protagonista de dos, pequeños plátanos; después, lentamente, se movían,
esta obra colectiva, contrae matrimonio con Coupeau, un arrastrando sus chanclas por el pavimento helado, da-
obrero que cae en el alcoholismo tras sufrir un grave acci- ban diez pasos y se paraban de nuevo, como pegadas al
dente laboral. Acuciada por la miseria y las deudas, Gervaise suelo. Había una, de un enorme tronco, con los brazos y
se ve condenada a prostituirse. las piernas de un insecto, desbordante y andarina, que
vestía un andrajo de seda negra y llevaba un pañuelo
Gervaise […] estaba decidida. Entre robar y hacer eso,
amarillo en la cabeza; había otra, alta y seca, con la cabe-
prefería hacer eso, porque al menos no causaría nin-
za descubierta y un delantal de criada; y todavía más,
gún daño a nadie. No estaba dispuesta a coger nunca
viejas pintarrajeadas y jóvenes muy sucias, tan sucias y
nada que no fuera suyo. Sin duda, no era decente lo
asquerosas que no las hubiera recogido ni un trapero.
que pensaba hacer; pero lo decente y lo indecente se
Gervaise, sin embargo, no sabía, intentaba aprender, las
confundían ahora en su chola1; cuando se muere uno
imitaba. Una emoción de niña pequeña le oprimía la
de hambre, no hay que perder el tiempo en filosofías,
garganta; no estaba segura de sentir vergüenza, le pare-
hay que comer el pan que se presente más a mano.
cía estar en una pesadilla. Durante un cuarto de hora se
Había subido hasta la carretera de Clignancourt. No
quedó de pie, quieta. Los hombres pasaban sin volverse.
acababa de anochecer. Mientras esperaba, anduvo por
Al fin, se movió ella también y osó acercarse a un hom-
la ronda, como una señora que da un paseo antes de ir
bre que silbaba con las manos metidas en los bolsillos,
a cenar. […]
murmurando con voz ahogada:
Perdida en el bullicio de la ancha acera, a lo largo de los
–Oiga, señor…
pequeños plátanos, Gervaise se sentía sola y abandona-
da. La vista de aquellas avenidas hacía que sintiera un El hombre la miró de soslayo y se fue silbando más
vacío todavía mayor en el estómago; ¡y pensar que en- fuerte.
tre aquel tropel, donde había a la fuerza gente acomo-
Gervaise se envalentonaba. Y se olvidaba de sí misma,
dada, no había ni un solo cristiano que adivinara su si-
pendiente de aquella difícil caza, husmeando, con el es-
tuación y le pusiera en la mano cincuenta céntimos! Sí,
tómago vacío, la cena que pasaba corriendo. Durante
aquello era demasiado grande, demasiado bonito; la
un buen rato anduvo de un lado para otro, sin saber ni
cabeza le daba vueltas y las piernas le flaqueaban bajo
la hora ni el camino. A su alrededor, las mujeres, calladas
aquel desmesurado lienzo del cielo gris desplegado
y oscuras, se movían bajo los árboles con el vaivén regu-
por encima de un tan vasto espacio. El crepúsculo tenía
lar de los animales enjaulados. Salían de las sombras con
ese sucio color amarillento de los crepúsculos parisinos,
la vaga lentitud de las apariciones; pasaban por el halo
un color que hace que le entren a uno ganas de morir-
de la luz de una farola, donde se destacaban claramente
se en el acto, tan repulsiva resulta la vida en la calle. Em-
sus pálidas máscaras; y se hundían de nuevo en las som-
pezaba a oscurecer, y la lontananza se revestía de unas
bras, balanceando la blanca franja de sus enaguas, en-
tonalidades cenagosas. Gervaise, cansada a más no po-
trando de nuevo en el escalofriante encanto de las tinie-
der, se encontró de lleno inmersa entre los obreros que
blas que cubrían las aceras. […] Y Gervaise, por mucho
regresaban del trabajo. Las señoras con sombrero y los
que se apartara, veía aquellas caras de mujeres espacia-
señores bien vestidos, que vivían en las casas nuevas, se
das en la noche, como si de un extremo a otro hubieran
mezclaban ahora con el pueblo, procesiones de hom-
plantado mujeres.
bres y mujeres todavía pálidos por el aire viciado de los
talleres. […] ÉMILE ZOLA
La taberna
LITERATURA UNIVERSAL

Había, pues, llegado la hora. Tenía que armarse de valor


y mostrarse amable, si no quería reventar en medio del 1
chola: cabeza.
alborozo general. Sobre todo porque ser testigo de los
hartazgos que se daban los demás no le llenaba la tripa.
Aminoró más el paso, y miró a su alrededor. Bajo los ár-
boles había una sombra más espesa. Apenas pasaba na-
die, solo gente presurosa, que cruzaba el bulevar sin
perder tiempo. Y, en aquella acera, oscura y desierta,
donde se apagaban las alegrías de las calles vecinas,

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