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ABANDONED MATE

SOUL MATES (LIBRO 5)

DIANA PERSAUD

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TRADUCIDO POR

VIVIRLEyENDO01@gMAIL.COM

TRADUCCIÓN HECHA gRATUÍTAMENTE, SIN FINES DE


LUCRO y SOLO PARA LECTURA PERSONAL y DE MIS
SEgUIDORES.
NO ES OFICIAL. POR LO TANTO NO AUTORIzO qUE SE
PUBLIqUE EN OTROS SITIOS.
SI PUEDES COMPRA EL LIBRO y APOyA A LOS AUTORES.

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CONTENIDO
SINOPSIS
PRÓLOGO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
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SINOPSIS

Por fin encuentra a su pareja...


El hombre lobo Alfa Rylan está encantado de haber
encontrado por fin a su pareja.
Se siente destrozado cuando descubre que está casada y
tiene hijos.
Anteponiendo la felicidad de ella a la suya propia, la deja
marchar y acepta que tendrá que pasar el resto de su vida
solo, sin amor y sin pareja.
Temeroso de que Rylan se convierta en Feral y dé caza a su
pareja, Ethan, Alfa de la manada de Hombres Lobo de
Second Chances, lo encarcela.
...entonces conoce a Evie, viuda, y a sus tres hijos.
Evie, que aún está de luto por la trágica muerte de su
pareja, se solidariza con el corazón roto de Rylan.
La compañía de Evie y sus encantadores hijos pronto
empiezan a aliviar el dolor de Rylan.
Al encontrar un rayo de esperanza en la amistad de Evie,
Rylan vuelve a su forma humana. Ya sin peligro de
convertirse en Feral, Rylan es liberado de su prisión.
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...y se entera de un terrible secreto: los humanos están
cazando Hombres Lobo.
Rylan y Evie se enteran del secuestro de Kane y de los
implantes encontrados en su cuerpo. Al darse cuenta de que
estas mismas personas podrían ser responsables de la
muerte de su compañero, el padre de Evie, Ethan, se
preocupa por su seguridad.
En deuda con Evie por salvarle la vida, Rylan decide
devolverle el favor protegiendo a su familia de los humanos
que cazan a los de su especie.
Por desgracia, la presencia de Rylan en la vida de Evie
atrae la atención del Trampero, el responsable de la muerte
de su compañero.
¿Podrá Rylan desbaratar a un retorcido enemigo que
pretende destruir su modo de vida?

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PRÓLOgO

Evie revisó a sus hijos una última vez antes de decidir


acostarse. A mitad de la escalera, oyó fuertes arañazos en
la puerta trasera.
¿Quién podría ser a estas horas de la noche? Se preguntó.
El visitante siguió rascando con ansiedad y Evie se detuvo
frente a la puerta de la cocina. Miró la gran abertura que
había en la parte inferior de la puerta de la cocina. Más
grande que una puerta estándar para mascotas, la Puerta
del Lobo era lo suficientemente grande como para dejar
entrar a un lobo. No había necesidad de asegurar la Puerta
del Lobo porque ningún lobo se atrevería a entrar en los
dominios de otro sin permiso.
El visitante tocó la Puerta del Lobo, arañando ligeramente,
pero no entró.

“¿Quién es?” –Preguntó Evie.

Evie oyó un gemido agudo y ansioso y gritó:

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“Entra despacio”.

La Puerta del Lobo se levantó lentamente mientras un lobo


gris oscuro empujaba cautelosamente la cabeza hacia
dentro. El lobo gimoteó mientras miraba fijamente a Evie.

“¿Serena?” –preguntó ella, sorprendida de ver a su amiga


en su puerta.

El lobo ladró suavemente, sacando a Evie de su shock


momentáneo.

“¡Entra, entra!” –insistió Evie.

Serena entró en la Puerta del Lobo y cambió a su forma


humana.
Desnuda, temblaba en la cocina.

“Tengo problemas, Evie. Remington…”

A Serena se le quebró la voz y empezó a llorar.


Incapaz de apartar a su amiga, Evie la abrazó mientras
lloraba. Cuando por fin se calmaron sus sollozos, Evie llevó
a Serena a su dormitorio.
Le dio algo de ropa y encendió un fuego acogedor.
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“¿Tienes hambre?”

“No he comido en todo el día” –confesó Serena.

“Realmente no creo que pueda retener nada”.

“Voy a hacer un poco de té de jengibre. Te ayudará a calmar


el estómago. Túmbate y volveré en unos minutos” –dijo Evie
con suavidad.

Evie preparó el té y se lo llevó a su habitación en una


bandejita. Serena estaba acurrucada en la cama, mirando el
fuego. Obligó a Serena a beberse media taza de té antes de
preguntarle:

“¿En qué lío te has metido, Serena?”.

“¡Oh, Evie! yo-“

Respiró hondo e hizo su confesión.

“Me escapé de Remington” –susurró.

Evie se quedó momentáneamente sin habla.

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“Se supone que debes ser apareada mañana, Serena”.

“Lo sé” –gritó.

Serena se cubrió la cara y sollozó un poco más. Evie se


sentó cerca de ella. Evie pasó el brazo por los hombros de
Serena y tiró de ella. Preocupada, le preguntó:

“Serena, ¿qué ha pasado? La mayoría de las mujeres se


sentirían halagadas de ser su pareja. Remington es un Alfa.
Es rico. Poderoso. Guapo… de una manera ruda. Conozco
al menos media docena de mujeres que te envidian”.

“Lo sé, Evie. Créeme, lo sé. Debería sentirme halagada de


que su padre me eligiera para ser su pareja”.

Serena moqueó mientras le hablaba a Evie.

“Entonces, ¿qué pasó, Serena? ¿Por qué huiste?”

“Es que… no puedo ser su pareja, Evie. Es tan…….”

Serena agachó la cabeza antes de continuar:

“Es tan agresivo. S-sexualmente”.


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“Oh” –dijo Evie, sorprendida por la respuesta de Serena.

“No somos verdaderos compañeros, Evie. No siento nada


por él. Ninguna atracción sexual. Aún no me ha tocado, pero
está tan….”.

Serena abandonó la cama y empezó a pasear frente al


fuego.

“Cada vez que está cerca de mí, cuando estamos solos, me


toca. Siempre me toca el culo, los pechos. Incluso me
toca…….no deja de….agarrarme… entre las piernas,
ahuecándome. Y eso no es lo peor, Evie. Dice cosas sobre
lo que me hará después de que nos apareemos. Cosas que
espera ….”

Serena se detuvo frente al fuego, de espaldas a Evie.

“No puedo ser su pareja, Evie. Los últimos cuatro meses


han sido horribles. Temo su contacto”.

Se volvió hacia Evie.

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“Tengo esta sensación, en lo profundo de mi estómago cada
vez que está cerca. No puedo vivir así el resto de mi vida,
Evie. No puedo”.

“Lo siento, Serena. Tener un compañero no debería ser una


tortura, aunque no sea tu verdadero compañero” –dijo Evie.

Evie se mordió el labio.

“Serena, espero que te des cuenta de que el Rastreador de


Tarchannen te cazará en cuanto la manada se dé cuenta de
que te has ido”.

“No es el Rastreador lo que me preocupa” –susurró Serena.

Temía que el propio Remington la buscara.

“Si me encuentra….”

Serena se negó a decir en voz alta la pena por su crimen.


Según la Ley de la Manada Tarchannen, Remington debía
elegir entre violarla, matarla o venderla a otra manada.
También podía elegir golpearla delante de su manada y
luego aparearse con ella, pero conociendo a Remington, su
ego nunca le permitiría aparearse con una loba que lo
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abandonó. Serena se estremeció y esperó que tuviera la
decencia de matarla, en lugar de venderla a otra manada.

“¿Qué vas a hacer, Serena?”

“Ya lo he hecho, Evie. He huido. Sólo tengo que seguir


huyendo”.

“Oh, Serena, ¿a dónde irás? No puedes buscar refugio en


otra manada. Cualquier alfa que encuentres se vería
obligado a devolverte a Remington”.

"Serena...."

Evie se levantó y se acercó a Serena. Sin saber qué decir, la


abrazó con fuerza.

"Haré lo que pueda para ayudarte, Serena".

Evie soltó a Serena y fue a su vestidor. Regresó unos


minutos después con un sobre grueso. Se lo entregó a
Serena. Desconcertada, Serena cogió el sobre y lo abrió.
Miró a Evie con lágrimas en los ojos.

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"Son diez mil dólares. No es mucho, pero suficiente para
que te vayas de aquí y, con suerte, salgas de su radar por
un tiempo".

"Evie."

Su voz se quebró.

"Gracias. Gracias. Gracias."

Abrazó a Evie y olfateó.

"Sé que estás corriendo un gran riesgo al ayudarme".

"Para eso están los amigos, Serena".

Evie le dio un apretón antes de soltarla.


Buscó en su habitación una pequeña bolsa que cupiera
alrededor del cuello de Serena. Cogió el sobre, lo metió en
la bolsa y cerró la cremallera.

"Será mejor que me vaya. Quiero adelantarme lo más


posible".

Serena se desnudó y cambió a su forma de lobo.


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Evie puso la bolsa alrededor del cuello de Serena-lobo y
caminaron hacia la Puerta del Lobo.
Evie le dio un último abrazo antes de que Serena-lobo
desapareciera por la Puerta del Lobo.

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CAPÍTULO 1

Dentro de Jack's, un restaurante local, Ethan, el Alfa de la


manada de hombres lobo Second Chances, rebosaba de
placer mientras leía el contrato.
Lucien, el Alfa de la Last Hope, sonrió a Ethan.
Este trato era incluso mejor de lo que habían esperado.
Siete meses atrás, cuando uno de los lobos de Lucien había
matado a Murdock, el Alfa de la manada Lost Souls, Lucien
se había impuesto como su nuevo líder.
Murdock había sido un tonto, manteniendo a su manada al
borde de la pobreza. Lucien absorbió a sus nuevos
compañeros de manada en su próspero pueblo y confiscó
sus tierras, como era su derecho como nuevo Alfa.
Necesitado de dinero para cuidar de sus nuevos
compañeros de manada, vendió las tierras de las Lost Souls
a Ethan. Ethan firmó los papeles y acercó uno al hombre de
negocios sentado frente a él.
Ethan dobló su copia del contrato y se la entregó a Travis.
Con una inclinación de cabeza, Travis cogió el contrato y
salió de Jack's.
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Después de entregar el contrato al abogado de la manada,
Travis salió de la ciudad con una misión para su Alfa.
Los cien acres de la antigua tierra de Lost Soul pertenecían
ahora a la pareja sentada frente a Ethan.
La pareja planeaba convertir su terreno en un centro de
aventuras de Paint ball al aire libre. Mientras modificaban el
terreno, su equipo de construcción necesitaría comida y
alojamiento. Aunque el terreno estaba más cerca del pueblo
de Lucien, Last Hope, estaba lo suficientemente cerca de
Second Chances como para que ambos pueblos
prosperaran.
Una vez terminada la construcción, los visitantes también
necesitarían los servicios de la ciudad. Los empleados a
tiempo completo también necesitarían casas permanentes.
Este acuerdo garantizaría el retorno del negocio para ambas
manadas. Ambos Alfas estaban extasiados ante la idea de
generar nuevos ingresos.
Ethan hizo un gesto con la cabeza a una de las camareras y
ésta trajo una costosa botella de champán y cuatro copas.
Las manadas sanas de hombres lobo solían producir varios
Alfas cada generación. Los Alfas eran machos dominantes,
líderes natos, agresivos y lo bastante fuertes como para
proteger a su manada. Los Alfas más exitosos eran también
muy inteligentes, lo que aseguraba que su manada
prosperara económicamente.
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Los Alfas aprendieron pronto que su fuerza provenía de la
solidaridad de la manada.
Tradicionalmente, el hijo del Alfa toma el relevo cuando el
Alfa mayor decide retirarse. Al alcanzar la mayoría de edad,
a los 18 años, el hijo de un Alfa comienza a entrenarse para
reemplazar a su padre. Con el tiempo, empieza a asumir
algunas de las funciones del Alfa. Finalmente, el título pasa
de padre a hijo. En cualquier momento, el Alfa puede ser
desafiado por su posición como líder de la manada. Una vez
que cumplen dieciocho años, los Alfas jóvenes se vuelven
demasiado agresivos para seguir al alfa existente.
Su exceso de confianza en sus habilidades suele empezar a
crear tensiones dentro de la manada. Cuando esto ocurre, el
joven Alfa lucha por su posición como nuevo Alfa o
abandona la manada. La lucha por el Alfa es a muerte.
Como la mayoría de los lobos jóvenes perderían contra un
Alfa más viejo y experimentado, muchos eligen irse. A estos
lobos se les llama Alfas Errantes porque vagan de manada
en manada, buscando pareja y un hogar propio.
La mayoría de los Alfas Errantes buscan empleo como
guardaespaldas de humanos adinerados. Sus poderosos
cuerpos, agilidad y fuerte sentido del olfato los convierten en
guardias perfectos. Se mantienen alejados de las manadas
establecidas hasta que su naturaleza lobuna les obliga a
volver para realizar breves visitas.
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Los Alfas errantes sólo pueden visitar manadas para
socializar. En otras palabras, sólo se les permite visitar una
manada cuando desean sexo o sienten la necesidad de
estar entre los suyos.
Rylan, un Alfa Errante, entró en Jack's, el mejor restaurante
de Second Chances. Jack's era famoso entre los hombres
lobo. Era el único restaurante que atendía exclusivamente a
hombres lobo.
Second Chances era originalmente una pequeña comunidad
humana al borde del colapso económico.
Cuando Ethan y sus lobos se mudaron, trajeron dinero y
estabilidad económica. Con el tiempo, Second Chances
empezó a florecer. Alrededor de la mitad de los negocios
estaban regentados por lobos. Aunque los humanos
trabajaban junto a los lobos, aún ignoraban su otro yo.
Los humanos aún no sabían que los hombres lobo existían.
Jack's tenía fama de ser un restaurante de lujo, por lo que la
mayoría de los humanos lo evitaban. Ocasionalmente algún
humano podía entrar, o podía estar presente si se trataba de
un asunto de la manada.
Al entrar en Jack's, los lobos siempre olfateaban el aire,
buscando el singular olor animal de los humanos. Tenían
que tener cuidado de no decir ni hacer nada que pudiera
levantar sospechas si había un humano presente.

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Rylan olfateó el aire y captó el olor de dos humanos. Uno de
los olores le intrigó. Giró la cabeza y encontró la fuente del
olor. Sentada en una mesa con los Alfas de dos manadas
diferentes había una mujer. Como si estuviera en trance,
Rylan se acercó a la mesa y se detuvo junto a la mujer.
Todavía sorbiendo su champán, ella se giró ante su
presencia y lo miró.

"Eres mía" –se oyó decir Rylan.

Se sorprendió al ver a su compañera sentada aquí, en casa


de Jack.
Ella lo miró confundida. Tanto Lucien como Ethan
maldijeron.

"¿Cariño? ¿Conoces a este hombre?" –preguntó el hombre


sentado a su lado mientras la rodeaba posesivamente con el
brazo.

Ella se volvió hacia él y negó con la cabeza.


Incapaz de soportar que otro hombre tocara a su
compañera, Rylan agarró la mano del hombre y la echó
hacia atrás, lejos de su compañera.
Tiró de su silla hacia atrás y la levantó en brazos,
acunándola. Se dirigió rápidamente al fondo del bar, al
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despacho, y cerró la puerta de una patada. La dejó en el
suelo el tiempo suficiente para darse la vuelta y cerrar la
puerta tras de sí. Cuando se dio la vuelta, su compañera
estaba contra la pared, aterrorizada.

"¡Déjame en paz! Te juro que si te acercas, mi marido te


matará".

Rylan se congeló.

"¿Marido?"

NO. No puede ser.


¿Después de todos estos años, finalmente encuentro a mi
pareja y ella está casada? ¿Cómo puede ser el destino tan
cruel? Se preguntaba Rylan.
A los treinta y seis, Rylan estaba cansado de estar solo.
Como era un Alfa Errante, no tenía manada, ni hogar propio.
Y ahora, parecía que nunca lo tendría.
Escuchó fuertes golpes en la puerta y gritos cuando Lucien
y Ethan le exigieron que abriera la puerta y liberara a la
mujer.

"Por...por...por favor, no me hagan daño. Tengo niños


pequeños. Me necesitan".
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Rylan olió el miedo de su compañera.
¿Cree que soy capaz de hacerle daño?
Sacudió la cabeza y afirmó con calma:

"Nunca te haría daño".

Sonja no le creyó. Lo observó atentamente, temerosa de


que la violara o la matara. Parecía capaz de ambas cosas.
Se estremeció y rezó para que su marido, Rick, llegara
pronto hasta ella.
El gigantesco hombre la observaba con gesto adusto.
Medía por lo menos dos metros y medio y llevaba el pelo
cortado muy pegado a la cabeza, lo que le hacía parecer
calvo. Tenía unos profundos ojos marrones que la miraban
atentamente. Una camisa negra abrazaba su musculoso
torso y sus pantalones de color canela se abrían por
delante, anunciando su erección.
Sonja jadeó y se le llenaron los ojos de lágrimas.

"Por favor" –suplicó, sacudiendo la cabeza.

"No te haré daño" –dijo él en voz más alta, con la esperanza


de atravesar su conmoción.

"Háblame de tu... marido".


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"¿Ricky?... Ricky es maravilloso. Es amable. Cariñoso. Es
un buen hombre y un padre maravilloso".

Tragó saliva y se obligó a continuar:

"Llevamos ocho años casados".

Rylan apretó la mandíbula y los puños. Todo su cuerpo


parecía tenso.

"¿Sus hijos? Háblame de ellos".

Ella asintió, recordando importantes consejos sobre


violaciones y secuestros que había oído a lo largo de los
años.
Haz que tu victimario te vea como una persona, no como
una víctima, y quizá no te haga daño. Quizá te dejen
marchar.
Por el bien de sus hijos, continuó:

"Tenemos una niña pequeña. Tiene cinco años. Es una


charlatana. Habla todo el tiempo".

Lo que daría por escuchar a su pequeña charlatana ahora


mismo.
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"Y tenemos un hijo, sólo tiene dos años. Corre por todas
partes".

Ella juró que nunca le gritaría de nuevo por correr, si tan


sólo pudiera verlo de nuevo.
Rylan sabía lo que tenía que hacer.
El dolor y el miedo de su compañera eran demasiado para
él. Ella amaba a su marido y a sus hijos.
Ella lo ama a él, no a mí, pensó con tristeza.
Caminó hasta colocarse a su lado y la miró fijamente,
memorizando su rostro. Tendría que durarle el resto de su
vida.
Lucien finalmente decidió derribar la puerta y entró,
exigiéndole que soltara a la mujer.

"Vete" –dijo Rylan en voz baja y luego se volvió hacia la


pared.

En el momento en que ella atravesó la puerta, dio un


puñetazo a la pared de cemento tan fuerte como pudo,
rompiéndose todos los huesos de la mano.
El dolor fue suficiente para que se quedara allí en lugar de
perseguir a su compañera.
Lucien maldijo y Ethan sacó a toda prisa a la pareja de
Jack's.
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Lucien ordenó a Nicolai que tranquilizara a Rylan y el mundo
se oscureció.

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CAPÍTULO 2

Rylan se despertó al día siguiente y miró a su alrededor.


No se molestó en levantarse del catre mientras observaba
su celda. Le habían escayolado la mano y ya notaba cómo
se le entretejían los huesos al curarse.
El dolor de su mano rota no era nada comparado con el
dolor de su pecho. Sentía como si le hubieran apuñalado
varias veces en el corazón. El dolor le recorría todo el
cuerpo y se irradiaba desde el corazón.
Incapaz de soportar el dolor, cambió a su forma de lobo y
aulló.

UNA SEMANA DESPUéS...

Ethan observó el recinto vallado que se había construido


en el límite del parque que lindaba con el bosque natural. La
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malla de alambre de acero inoxidable encerraba un área de
2.400 pies cuadrados con espacio suficiente para que un
lobo corriera o se escondiera entre los arbustos y los
árboles. Por sugerencia de Travis, Ethan había elegido este
material para albergar al lobo de Rylan.
Era flexible y prácticamente indestructible. La mayoría de los
lobos podían saltar unos tres metros de altura. Pero como
se había construido para alojar a un Alfa en busca de su
pareja, tenía 4,5 metros de altura con alambre de espino
alrededor de la parte superior, por si acaso el lobo Rylan era
capaz de saltar la extraordinaria distancia.
El material de la valla era resistente a los golpes y a la
fuerza, lo que significaba que Rylan-lobo no podría romperla
en su estado de locura.
Ethan lo creyó cuando vio a Rylan-lobo intentar romperla
embistiéndola por varios sitios. Aullaba de frustración
cuando era incapaz de liberarse.
Ethan se sintió ligeramente complacido. Al menos Rylan-
lobo no está aullando de dolor, lo que significa que se
estaba curando, pensó Ethan mientras inspeccionaba el
recinto. Por desgracia, Ethan estaba equivocado.
Ethan había advertido a los residentes humanos que se
mantuvieran alejados del recinto, ya que albergaba a un
lobo enfermo que podía ser peligroso. Sugirió a los
residentes humanos que el lobo estaba siendo estudiado y
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no aclaró nada sobre la situación. Omitió mencionar que él y
sus soldados estaban estudiando al lobo.
Cada día, dos de sus soldados patrullaban la zona,
asegurándose de que los humanos se mantuvieran lejos del
lobo Rylan.

DOS SEMANAS DESPUéS...

Evie dio un grito ahogado y casi dejó caer el plato cuando


oyó el desgarrador aullido. Era demasiado familiar, un
aullido angustioso nacido de un dolor insondable. Lo
conocía demasiado bien.
Enjuagó el plato y lo metió en el lavavajillas. Volvió a oír el
aullido.

"Papá, ¿quién es?"

Evie se volvió hacia su padre, Ethan, el Alfa de Second


Chances. Seguía sentado en la mesa de la cocina.

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Se acercó a él mientras Ethan suspiraba y sacudía la
cabeza. Se sirvió otra copa y compartió la dolorosa historia
de Rylan.

"¡Pobre hombre! ¿Encontrar a su pareja y luego tener que


renunciar a ella? Parece un hombre muy considerado. Es
una verdadera lástima. El destino puede ser tan cruel a
veces".

Sacudió la cabeza y preguntó:

"¿Cuánto tiempo dices que lleva en forma de lobo?".

"Desde hace tres semanas. Si no vuelve a cambiar pronto,


se volverá Feral y no tendré más remedio que destruirlo".

"Oh, papá, ¿no ha sufrido ya bastante el pobre hombre?"

Escucharon otro lamento lastimero.

"No quiero hacerlo, Sweet Pea, pero no tengo elección. No


podemos permitir que ande suelto si está fuera de control. Si
se convierte en Feral, el lobo toma el control por completo.
Cazará y matará al marido de su compañera. Incluso podría
matar a sus hijos. Ella también puede estar en peligro. No
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se sabe lo que un lobo Feral hará, o a quién dañará. Una
vez que un lobo se convierte en Feral, pierde la capacidad
de transformarse en su yo humano. Es como si el lobo
olvidara que una vez fue un hombre".

Ethan hizo una pausa, recordando algo de su juventud.

"Sucedió una vez, hace mucho tiempo. Yo era un niño y no


entendía lo que pasaba. Todo lo que recuerdo es que
dejaron libre al Feral y mató a varios aldeanos, incluidos
niños pequeños. Ese Feral nos puso a todos en peligro. No
puedo permitir que suceda lo mismo. Y lo más importante,
Rylan no querría que lo permitiéramos".

"¿Cuánto tiempo le darás?"

Otro aullido desgarrador resonó en el bosque.

"No lo sé. Supongo que otra semana. Si no fuera un Alfa, ya


lo habrían matado. Pero la compañera de Lucien, Lanie, me
rogó que le diera más tiempo. Está convencida de que
necesita tiempo para aceptar su pérdida. Me recordó que los
Alfas tienen una voluntad fuerte. Después de todo, él se
causó un gran dolor para evitar ir tras su pareja. Necesitó
mucho coraje y autocontrol para hacerlo. Lo menos que
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podemos hacer es darle tiempo para que sane su corazón
roto".

Evie se acercó y apretó la mano de su padre.


Como cada noche desde que se transformó, el lobo Rylan
aulló de dolor hasta que el cansancio lo obligó a dormir.

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CAPÍTULO 3

Evie se acercó al recinto de acero inoxidable y admiró su


construcción. Teniendo en cuenta que se había hecho con
tan poca antelación, no estaba tan mal.
Sacudió la cabeza, sintiéndose un poco angustiada por el
lobo desconsolado que estaba aprisionado dentro de la
estructura.

"¡Mami, cuidado!"

Demasiado tarde, la pelota golpeó su cabeza, rebotó y el


viento la ayudó a pasar por encima de la valla.
Se posó al otro lado y Gabby corrió hacia su madre,
llorando.

"¡Tienes que sacarla, mamá, POR FAVOR!".

Sollozaba y se aferraba a su madre.

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"Papá y yo jugábamos siempre con esa pelota. Por favor,
mamá"

Se le quebró la voz y lloró desconsolada.


Evie abrazó a su hija y se armó de valor contra el dolor.
Comprendió lo importante que era. No era sólo una pelota,
era una conexión con su padre.

Oculto en las sombras, el lobo observó y escuchó, olió el


dolor y la profunda pena que provenían de la mujer y su hija.
Miró la pelota, confundido. Es sólo una pelota. ¿No le
compraría su padre otra?
Pensó en el dolor que había olido, que aún podía oler.
Curioso, trotó hacia delante y olfateó.
La mujer tenía un aroma tentador. Le hizo recordar otro
aroma tentador, asociado al dolor. Un olor que le causaba
dolor. Pero el olor de esta mujer era diferente. Ella no le
causaba dolor, pero el aroma de su angustia lo agitaba.
¿Dolor por una pelota perdida? Puedo arreglar este dolor.
Con ese pensamiento, cambió repentinamente y Rylan-lobo
se transformó en su yo humano. Le dieron la espalda, así
que rápidamente recogió la pelota y la arrojó por encima de
la valla. Desnudo, se dio la vuelta y se alejó, volviendo a la
seguridad de los árboles.

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Evie vio la pelota rebotar detrás de Gabby y giró la cabeza.
Vio a un hombre desnudo que se adentraba en el bosque.

"Gracias" –dijo, apenas un susurro.

Él se detuvo y giró ligeramente la cabeza. Inclinó la cabeza


y siguió caminando hacia delante, hacia la sombra de los
árboles. Permaneció oculto, observando a la bonita mujer de
pelo castaño hasta los hombros jugar con su hija, una
versión en miniatura de la mujer.

Esa noche Evie le contó a su padre cómo había visto la


forma humana de Rylan.

"Supongo que el dolor de ella le llegó a algún nivel. O tal vez


fue el tuyo" –dijo Ethan pensativo.

Oyeron al lobo de Rylan aullar de dolor.

"Evie, ¿me harías un gran favor?".

Queriendo ayudar a la pobre criatura desconsolada, Evie


accedió.

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Los aullidos del lobo Rylan resonaron en el bosque. Olfateó
el aire y captó el débil olor de la mujer y su hija. Recordó lo
que había visto ese mismo día.
Concentrado en este recuerdo, se tranquilizó y se fue a
dormir.
Al día siguiente, Evie llevó a sus hijos al parque. Lobo Rylan
observó cómo la mujer del aroma tentador extendía una
manta y colocaba una nevera a un lado para darle peso.
Dio las gracias al Soldado que la ayudó y él se alejó,
volviendo a su patrulla.
La niña de ayer lanzó un frisbee a su hermano pequeño. La
mujer se sentó en la manta y observó a su hijo menor correr
y explorar la zona, deteniéndose de vez en cuando para
recoger una piedra o una hoja.
Gritaba orgulloso: "¡Piedras!" o "¡Leefas!", incluso cuando
recogía una ramita desnuda.
Rylan-lobo estaba agitado. Esta mujer está aquí sola con
sus tres hijos. ¿Dónde está su compañero? ¿Por qué no
está aquí con ellos? Curioso, trotó hacia donde ella estaba
sentada de espaldas a él. De repente sintió el impulso de
hablar con ella. Antes de darse cuenta, estaba de nuevo en
su forma humana.

"¡Mierda!" –dijo, dándose cuenta de que estaba desnudo.

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Se llevó las manos a la ingle.

Evie se puso rígida cuando se dio cuenta de que él estaba


detrás de ella en forma humana. No se giró, pero preguntó
en voz baja:

"¿Necesitas ropa?".

Sorprendido, asintió y se dio cuenta de que ella no podía


verle.

"Sí".

Evie se levantó y caminó hacia el carro que había arrastrado


hasta el recinto. Cogió una bolsa y caminó hacia atrás hasta
la valla.

"Aquí hay algo de ropa para ti. Espero que te queden bien.
No estaba muy segura de tu talla".

Su padre no se lo había dicho y a ella no se le había


ocurrido preguntar. Afortunadamente, antes de que llegaran,
recordó que estaría desnudo si decidía cambiarse.
Hizo una parada rápida y cogió algo que él pudiera ponerse.
Miró hacia la valla y dio un paso atrás, apuntó y lo tiró por
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encima. Naturalmente, sus ojos la siguieron y lo vio
atraparla. Sonrió y luego se ruborizo al darse cuenta de que
estaba mirando a un hombre desnudo.
Avergonzada, se dio la vuelta rápidamente.

Rylan se puso los horribles pantalones grises de gimnasia y


se sentó junto a la valla. La camiseta le quedaba demasiado
ajustada, así que la dejó en la bolsa.

"Soy Evie, la hija de Ethan".

"Hola, Evie".

Rylan tenía una voz de barítono profunda y rica que hizo


que su corazón diera un vuelco.

"¿Dónde está tu compañero, Evie?" –Rylan preguntó,


curioso por ella.

¿Había dejado a su compañero? ¿Le había roto el corazón?


Si fuera mi compañera, nunca la perdería de vista. Estaría
aquí con ella y nuestros hijos. Nada me alejaría de mi
familia si la tuviera.

"Él se ha ido. Murió hace casi dos años".


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El dolor chocó contra ella como una gran ola y se apartó de
él.

"Lo siento, Evie".

Ella asintió mientras tomaba profundas bocanadas de aire.

"Yo también”.

Parpadeó varias veces para evitar que se le formaran


lágrimas y siguió respirando hondo. Se sentó y dijo en voz
baja:

"Se hace más fácil con el tiempo. El dolor nunca


desaparecerá del todo, pero se hace soportable".

"Al menos tienes a tus hijos para consolarte. Yo no tengo


nada".

La amargura y la tristeza de su voz la angustiaron.


Lo miró. Estaba sentado con las rodillas dobladas. Apoyaba
los puños en las rodillas y todo su cuerpo estaba tenso por
la ira.

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"¡Leefa!" –dijo Max, sosteniendo con orgullo una ramita con
una hoja.

Ella se volvió para mirar a su dulce hijo y sonrió. Aceptó su


ramo de una sola ramita con una hoja parcialmente
mordisqueada. Le dio un beso en la mejilla y él la abrazó
con fuerza.

"¡Foo! Foo!" –exigió impaciente.

"Vale, mandón, te traeré algo de comer".

Lo dejó en la manta y se acercó al carro. Encontró unas


toallitas, se limpió las manos y empezó a preparar el picnic.
El olor a pollo frito impregnaba el aire. Rylan observó cómo
le daba a su hijo un trozo de mazorca de maíz. Se lo comió
desordenadamente y se manchó la cara, el pelo y el jersey
de maíz.
Max se volvió hacia Rylan y le ofreció su mazorca a medio
comer. Rylan sonrió y negó con la cabeza.

"No, gracias, hombrecito".

A Max le hizo gracia que le llamaran "hombrecito".


Evie se dio cuenta y los presentó.
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"Max, este es Rylan. Rylan, este es mi hijo menor, Max.
Tiene casi dos años".

Se dio la vuelta para llamar a sus otros hijos, pero el olor a


pollo frito ya había hecho el trabajo. Se dejaron caer sobre
la manta, con las caras sonrojadas por el juego.
Ella les limpió las manos y Rylan se preguntó si su marido
habría tenido la oportunidad de ver a su hijo menor antes de
morir. Frunció un poco el ceño al pensar en ella, sola con un
recién nacido y dos niños pequeños.
Su compañero debería haber estado allí para cuidarla, para
mimar a la mujer que le había dado tres hermosos hijos.
Yo habría estado allí.
Rylan deseaba haber tenido la oportunidad de ser padre. Le
encantaba la idea de mantener a su pareja y a su
descendencia.
Lástima que nunca tendré la oportunidad de ser padre,
pensó Rylan con tristeza.
Se levantó para dejarlos justo cuando Evie se dio la vuelta.

"Rylan, estos son mis otros dos hijos, Gabby y Finn. Gabby
acaba de cumplir siete años. Finn tiene... ¿cuántos años
tienes, Finn?".

Finn levantó con orgullo 5 dedos.


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"¡Tengo CINCO, mami!".

"Rylan, no tienes que irte, a menos que quieras".

"¿Estás segura?"

Ella asintió.

"No me importa la compañía. A veces es bueno tener un


adulto con quien hablar".

Era una de las cosas que echaba de menos de su difunto


marido, Luke. Siempre tenían las conversaciones más
estimulantes. A veces se quedaban despiertos hablando por
la noche. A veces daban un paseo por el bosque, sin decir
una palabra, simplemente disfrutando de la naturaleza y el
uno del otro.
Evie y sus hijos comieron y los niños siguieron jugando. Evie
se sentaba junto a la valla, al lado de Rylan, y veían jugar a
los niños. A veces hablaban, otras simplemente disfrutaban
de su mutua compañía en silencio.
Ella se marchó, prometiendo volver al día siguiente.
Esa noche oyeron a Rylan aullar varias veces antes de
echarse a dormir.

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Durante los cuatro días siguientes, Evie y sus hijos fueron al
parque a pasar tiempo con Rylan. Cada noche, el lobo
Rylan aullaba menos. A la cuarta noche, estaba
inquietantemente tranquilo.
Preocupado, Ethan envió a sus soldados a comprobar que
Rylan seguía vivo. Sus soldados trajeron noticias
emocionantes; Rylan estaba allí, sano y salvo. También
estaba en forma humana.
Por la noche. Ethan corrió hacia el recinto y habló con
Rylan. Rylan pidió ser liberado de su prisión. Ethan accedió,
pero sólo si Rylan se quedaba en su casa, así podría
asegurarse de que no iba tras su compañera.
Sabiendo que vería a Evie y a sus hijos en casa de Ethan,
Rylan aceptó.

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CAPÍTULO 4

Era cerca de medianoche cuando Rylan y Ethan


regresaron a su casa.
La maleta de Rylan ya había sido entregada y Ethan mostró
a Rylan su habitación.
Rylan se dio una larga ducha caliente y se fue a la cama.
A la mañana siguiente, se despertó con el tentador aroma
del café recién hecho. Había echado de menos el sabor
ligeramente amargo del café durante las últimas tres
semanas. No quería perderse el desayuno, así que se
duchó y se vistió rápidamente.
Entró en la cocina y vio a Evie en los fogones, friendo
beicon y huevos. Forzó la vista hacia la mesa, donde Ethan
estaba sentado observándole atentamente.
Su mujer, Ida, estaba sentada a su lado.

"Buenos días" –saludó Rylan a la pareja Alfa.

Evie levantó la cabeza al oír una voz de barítono grave que


le resultaba familiar.
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Se dio la vuelta, espátula en mano, y se quedó mirándolo.

"¿Qué haces aquí?" –preguntó, sorprendida de verlo.

"Ethan me trajo aquí anoche" –respondió Rylan con cautela.

¿Está decepcionada de verme? Creía que éramos amigos.


Tal vez me equivoqué.

"Oh. ¿Supongo que esto significa que estás bien entonces?


Quiero decir que no eres Feral, ¿verdad?".

Rylan asintió y ella sonrió.


Cuando Evie se volvió hacia la estufa, Rylan se quedó allí
un momento de más, mirándole la espalda. Ethan notó la
mirada de Rylan pero sabiamente no dijo nada.

"Por favor, siéntate. ¿Quieres café?" –preguntó Ida.

"Gracias, me encantaría una taza".

Ida sonrió y le sirvió una taza de café.

"¿Con leche? ¿Azúcar?"

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"No, gracias. Lo tomo solo".

Evie emplató los huevos revueltos y los llevó a la mesa,


colocándolos en el centro. Tostó un poco de pan y preparó el
bacon. Tomó un sorbo de café mientras esperaba a que
escurriera la grasa del tocino y volvía a tostar pan. Emplató
el bacon y lo llevó a la mesa. Sacó la última tostada del
horno tostador, la llevó a la mesa y volvió a llenar la taza de
café. Evie se sentó y bebió un sorbo de café.
Rylan levantó la ceja y la miró.

"¿Qué? Es mi taza de café del sábado por la mañana".

Era pleno verano y Evie bebía de su taza favorita. La taza


roja de Navidad tenía pingüinos por todas partes. También
era su taza de café de los domingos por la mañana, su taza
de cuando quiero sentirme bien y disfrutar de mi café.
Sacudió la cabeza con una sonrisa y dio un sorbo a su café.
Disfrutaron de un desayuno tranquilo. Hasta que los niños
se despertaron. Entraron corriendo en la cocina y vieron a
Rylan sentado allí.
Max corrió inmediatamente hacia él y le dio un abrazo.

"¡Don!" –ordenó Max, levantando los brazos.

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Sin pensarlo, Rylan sonrió y le corrigió.

"Arriba" –dijo mientras levantaba a Max, colocándolo en su


regazo.

Finn le dio un abrazo mientras Gabby se mantenía al lado


tímidamente. Soltó a Finn y mantuvo un brazo alrededor de
Max. Levantó el brazo libre y Gabby se acercó tímidamente
y le dio un rápido abrazo.
Rylan se sintió......feliz.
Su felicidad olía como un día soleado y el aroma
impregnaba la cocina.
Evie se alegró de ver feliz a Rylan. Era un buen hombre y no
merecía sentirse desgraciado.
Los niños desayunaron e hicieron un millón de preguntas.

"¿Vas a vivir con el abuelo y la abuela?".

"¿Esto significa que ya no tienes que vivir en esa jaula?"

"¿Qué hiciste para que te metieran en la jaula? ¿Te


portaste... mal?" –Preguntó Finn.

"¡Finn!" –amonestó Evie, ligeramente avergonzada por la


pregunta de Finn.
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Ethan respondió:

"No se sentía bien, Finn. Rylan solo necesitaba algo de


tiempo para pensar en algunas cosas".

"¿Qué cosas?" –inquirió Finn.

Rylan se inclinó hacia él y susurró:

"Cosas de adultos".

Finn dejó escapar un sonido de disgusto.

"Eso es aburrido" –dijo Finn, decepcionado con la respuesta


que recibió.

Rylan soltó una risita y despeinó a Finn, aunque eso no


cambiara mucho las cosas.
Después de desayunar, Ida y Evie ayudaron a los niños a
ducharse y vestirse. Durante ese tiempo, Ethan recibió una
inquietante llamada telefónica.
Ida llevó a los niños a ver a su tío, Donovan, a su pareja,
Teresa, y a sus tres hijos. Evie abrazó a sus hijos y cerró la
puerta tras ellos. Entró en el salón y se dirigió a su padre.

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"¿Querías verme?"

Ethan asintió y le indicó que se sentara junto a Rylan en el


sofá, frente a él.

"Hablé con Lucien hace un rato. Compartió algunas noticias


inquietantes. Al parecer, uno de sus soldados, Kane, había
sido secuestrado y torturado por humanos".

Evie jadeó:

"¿Kane?".

Ella lo conocía. Era un soldado poderoso.

"¿Está bien?"

Ethan asintió.

"Dadas las circunstancias".

Hizo una pausa y continuó.

"Le implantaron dos dispositivos en la nuca. Uno era para


causarle dolor. Usaron este dispositivo para controlarlo, para
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obligar a su lobo a salir a la superficie. El segundo era un
dispositivo de rastreo".

"¡Dios mío!"

Evie sacudió la cabeza, sin querer creer. No queriendo oír


que esto pudiera tener algo que ver con la muerte de Luke.

"Evie, yo... Tú vives en medio del bosque. Esta gente tiene


como objetivo a los lobos. Lo más probable es que sean los
responsables de la muerte de Lucas. Tu madre y yo no
podríamos soportar que te pasara algo a ti o a los niños.
Tienes que volver a casa, Evelyn".

Pensó en su querido compañero, en cómo lo habían


encontrado y el dolor fue abrumador. Le sacudió el cuerpo y
soltó un agudo grito de dolor.

Rylan se sorprendió por la intensidad de su dolor. No había


reaccionado así cuando le contó la muerte de su
compañero. Este dolor era tan profundo como el que él
sentía.
Rodeó a Evie con el brazo, acercándola y ofreciéndole
consuelo. Ella apoyó la cabeza en su pecho y lloró.
Él le acarició el pelo, tranquilizándola.
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"¿Qué ha pasado, Evie? ¿Qué te duele tanto?"

"Ellos... ¡lo diseccionaron!”

Se le quebró la voz y lloró. Enterró la cara en su enorme


pecho y sollozó. Lo abrazó con fuerza mientras él miraba a
Ethan conmocionado.
A Ethan se le humedecieron los ojos y asintió.
¿Lo diseccionaron? No podía imaginarse qué clase de
bastardo despiadado diseccionaría a un hombre.
¿Lo mataron porque era un lobo? ¿Se lo arrebataron a la
dulce Evie y a sus maravillosos hijos para satisfacer su
curiosidad?
Su cuerpo se tensó de rabia contra las personas que
causaron a Evie una angustia tan desgarradora. Se obligó a
centrarse en Evie, en calmar su dolor.
Abrazó a Evie hasta que se le pasaron los sollozos. Su
cuerpo se estremeció cuando respiró hondo.
Demasiado agotada por el llanto para moverse, permaneció
en sus brazos, apoyando la cabeza en su pecho.

"Aquí puedo protegerte. No tienes por qué vivir en esta


casa. Pero tienes que quedarte en el pueblo" –declaró Ethan
en voz baja.

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Su preocupación por su hija y sus nietos estaba justificada.

"No. No puedo dejar nuestra casa. Todos nuestros


recuerdos están allí. Los niños necesitan estar en el bosque,
en nuestra casa, para poder estar cerca de él. Lucas odiaba
vivir en la ciudad. Decía que un lobo debería poder vagar
libremente. No querría que los niños estuvieran enjaulados".

"Él querría que estuvieran a salvo. Evie, no puedo


permitirme que mis soldados te vigilen. Los necesitaré para
ayudar a proteger a la manada y averiguar quién le está
haciendo esto a los nuestros".

Ethan observó la forma en que Rylan sostenía a su hija, la


forma en que la consolaba. Algo se le ocurrió y esperaba
tener razón.

"Supongo que puedes quedarte allí si te apareas con


Remington, tu Alfa".

Evie se sentó y miró a su padre, sorprendida por su


sugerencia. Evie no parecía darse cuenta de que el brazo
de Rylan todavía estaba alrededor de ella.
Rylan se dio cuenta de que todavía sostenía a Evie y no
tenía ningún deseo de quitarle el brazo.
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Ethan se dio cuenta de que Rylan no quitaba el brazo de
Evie y que a ella no parecía importarle.

"¡Claro que no! Conozco a Serena. Es una persona


maravillosa. Sólo lo dejó porque no es su verdadera pareja.
Nunca le pediría a Remington que fuera mi pareja cuando
su verdadera pareja aún está ahí fuera. No lo condenaré a
una vida así".

"Necesitas un Alfa que te proteja" –insistió Ethan.

"No Remington".

Los dos discutieron una y otra vez y Rylan frunció el ceño


ante la idea de Evie apareada con alguien que no le
importaba. Cualquier macho que viva con Evie para
protegerla querrá follársela.
Invariablemente, ella estaría de acuerdo.
Evie no debería ser obligada a soportar el toque de un
hombre que no quería. Se merece algo mejor que eso.
Evie merece ser follada por alguien que se preocupe por
ella.

"Te protegeré" –dijo Rylan en voz baja.

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Evie y Ethan dejaron de discutir y se volvieron hacia Rylan.

"¿Q-Qué?"

Evie estaba segura de haber oído mal.


Ethan se mordió el interior de la mejilla para no sonreír.

"Necesitas un Alfa que te proteja. Yo soy un Alfa. No quieres


un Alfa sin pareja porque no quieres que te abandone si
encuentra a su pareja. No te abandonaré, Evie. No tengo
pareja, ni nunca la tendré".

"Rylan..."

"Necesito hacer esto, Evie. Si no fuera por tu bondad,


seguiría siendo Feral y tu padre tendría que matarme.
Necesito hacer algo, Evie. He pasado toda mi vida
esperando a mi compañera. Ahora que la he encontrado, no
puedo tener el tipo de vida que había planeado. Protegerte a
ti y a los niños me da un propósito. Déjame hacer esto por ti,
por los niños. Los mantendré a salvo".

Rylan tenía varios puntos válidos. Parecía que se


necesitaban mutuamente, así que Evie estuvo de acuerdo.

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"Vivimos en la ladera de una montaña y tenemos inviernos
muy fríos, así que tendrás que conseguir ropa más
abrigada. Podemos irnos el domingo, pasar por el centro
comercial de la ciudad y luego conducir hasta nuestra
cabaña”.

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CAPÍTULO 5

Como Rylan necesitaría ropa para soportar el frío invierno,


condujeron hasta el centro comercial. Cansados de estar
sentados después del largo viaje desde Second Chances,
los niños salieron del coche entusiasmados.
Mientras Evie desabrochaba a Max de su sillita, Gabby y
Finn se colocaron a ambos lados de Rylan. Finn cogió con
entusiasmo la mano de Rylan y la apretó con fuerza.
Sorprendido, Rylan enarcó una ceja y se volvió hacia Gabby.
Él asintió y ella deslizó su mano en la de él. Le dio un suave
apretón y fue recompensado con una tímida sonrisa.
Cuando Max salió del todoterreno, gritó:

"¡Rylan!" –y se estiró hacia él.

Como no quería que Max se lamentara, Rylan le dijo


suavemente:

"Max, cálmate. Te llevaré en un minuto".

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Miró a los niños que estaban a su lado. Se arrodilló y miró a
Gabby.

"Gabby, ¿puedes hacerme el favor de coger a tu madre de


la mano para que yo pueda llevar a Max?".

¿El Alfa quiere que le haga un favor?


Halagada, Gabby asintió y le soltó la mano.

"Gracias, Gabby".

Se enderezó y cogió a Max de Evie.

"Rylan, no tienes que..."

"No me importa, Evie" –respondió Rylan en voz baja.

No me importa en absoluto.
Juntos, entraron en el centro comercial, dirigiéndose a una
tienda de ropa para hombres.

Mientras subía por la escalera mecánica hasta el primer


piso, el Omega se sobresaltó al ver a Evie y a sus hijos
frente a él, en la escalera que subía.

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¿Quién coño es ese? se preguntó mientras miraba fijamente
al varón que llevaba al hijo menor de Evie.
Tropezó, estuvo a punto de caerse al llegar abajo y los
peldaños del ascensor lo empujaron. Corrió hacia el otro
lado y subió rápidamente por la escalera mecánica. Subió
rápidamente por la escalera mecánica y los siguió a poca
distancia, echando humo en silencio mientras observaba a
Evie y al desconocido. Percibió el olor del desconocido y se
puso rígido. ¿Un alfa? ¿Ahora se acuesta con un alfa?
Enfurecido, gruñó por lo bajo.

Dentro de una tienda, rodeado de gente y sonidos diversos,


Rylan no oyó el gruñido amenazador.
Los Omegas eran los miembros de menor rango y
físicamente más débiles de la manada.

Al darse cuenta de que no tenía ninguna posibilidad contra


un Alfa, el Omega se marchó.
De camino al aparcamiento, sonó su teléfono. Tras
comprobar el identificador de llamadas y reconocer el
número, contestó inmediatamente.

"Necesito otro" –exigió la voz.

"¿Y bien?"
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"Sí, señor. Ahora mismo me pongo a ello".

El Omega se alejó del territorio de Tarchannen. Su visita allí


había sido informativa. Verificó que la compañera del Alfa
había huido de él. Una loba, sola, sin la protección de una
manada.
Perfecto, pensó.
Aunque el Alfa de Tarchannen tenía más posibilidades de
encontrarla que él, el Omega añadió el nombre de Serena a
su lista mental de lobos, justo debajo de "el Alfa de Evie".
Varias horas después, el Omega se detuvo y aparcó en el
arcén de un camino de tierra. Sacó un paquete de seis de la
nevera que guardaba en el suelo, detrás del asiento del
conductor. Se dirigió hacia el campo, donde se había
reunido una multitud de hombres. Un numeroso grupo de
hombres, la mayoría vestidos con vaqueros, algunos con
trajes elegantes, formaban un estrecho círculo en el campo.
El Omega intentó sin éxito abrirse paso. Tras sobornar a
unos cuantos individuos con una botella de cerveza helada,
por fin consiguió llegar al interior del círculo.
Se habían colocado linternas LED en el suelo, creando un
círculo. Dos hombres luchaban dentro del círculo de luz,
dando puñetazos y patadas, cada uno decidido a ganar el
combate, ambos desesperados por el dinero del premio.
Marshall necesitaba el dinero para comprar medicinas para
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su hijo enfermo. Rafe necesitaba una botella de whisky.
Ambos medían un metro ochenta, eran delgados y
musculosos. Marshall estaba bien peinado y rondaba la
treintena. Rafe tenía una barba desaliñada y el pelo hasta
los hombros enmarañado. Aunque parecía tener la misma
edad que Marshall, sólo tenía veintisiete años.
Años de vida dura y de abusar de su cuerpo con el alcohol
le habían envejecido.
Los hombres se rodearon, con las manos en alto, buscando
cada uno la oportunidad de atacar.
Aburrida de su baile sin incidentes, la multitud de hombres
abucheó y silbó. Rafe necesitaba esa botella de whisky.
Deseoso de reclamar el dinero del premio y emborracharse
cuanto antes, Rafe amagó con un puñetazo a la derecha.
Marshall se inclinó ligeramente hacia atrás mientras
levantaba el antebrazo izquierdo para bloquear. Rafe dejó
que su cuerpo girara como si diera un puñetazo. En lugar de
extender el brazo, lo mantuvo protectoramente frente a él
mientras extendía la pierna, derribando a Marshall. Rafe giró
mientras Marshall caía. La multitud vitoreó.
Rafe pateó a Marshall tan fuerte como pudo en las costillas,
rompiéndole dos de ellas. Marshall se acurrucó en posición
fetal, respirando agitadamente, tratando de concentrarse en
otra cosa que no fuera el insoportable dolor de su costado.
Le vino a la cabeza la imagen de su mujer.
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Podía imaginarse la cara de decepción que pondría si volvía
a casa sin un céntimo.
Rafe casi podía saborear el suave ardor del whisky mientras
bajaba por su garganta. Volvió a patear. Esta vez Marshall
rodó y falló. Marshall se puso en pie y arremetió contra
Rafe, tirándolos al suelo. Con la ventaja de estar encima,
golpeó a Rafe en la boca, partiéndole el labio. La sangre
corría por todas partes. Marshall presionó su antebrazo
contra la garganta de Rafe, estrangulándole. Rafe jadeaba.
La multitud le vitoreaba, animándole. Marshall podía verse a
sí mismo entrando en su casa con la medicina para su hija
enferma. El amor y la gratitud en los ojos de su mujer y su
hija eran abrumadores. Rafe agarró los dedos meñique y
anular de Marshall y tiró de ellos hacia atrás tan fuerte como
pudo. Oyó un fuerte chasquido cuando los dedos de
Marshall se rompieron. Marshall gritó mientras se llevaba los
dedos rotos al pecho. Rafe resolló mientras aspiraba aire.
Rodó hacia un lado, respirando hondo. Mareado por la
entrada de oxígeno, Rafe luchó por mantenerse en pie.
Pensando sólo en su hijo enfermo, Marshall atacó. Con un
agudo grito de guerra, Marshall dio un pisotón en el costado
de la rodilla de Rafe, destrozando el hueso. El dolor en la
rodilla era tan intenso que Rafe fue incapaz de gritar.
Cayó al suelo.
La multitud sedienta de sangre coreaba:
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"¡Acabad con él! ¡Acabad con él!"

La multitud se vio recompensada cuando Marshall pateó la


cara de Rafe, rompiéndole la mandíbula y dejándole
inconsciente.
Rafe yacía boca abajo, inconsciente, en un charco de su
propia sangre.
A medida que Rafe recuperaba lentamente la conciencia,
era consciente de que yacía en la hierba, en la oscuridad,
con el cuerpo dolorido. Le dolía la cara de los puñetazos y
patadas que había recibido durante la pelea. Su labio
partido se había curado y sentía bien la mandíbula. La
rodilla, en cambio, seguía curándose.
Al darse la vuelta lentamente, gimió cuando un dolor agudo
le subió por la pierna. A juzgar por los dolores punzantes de
la rodilla, pasarán varios días antes de que pueda usar la
pierna.
Incapaz de andar y sin tener adónde ir, siguió tumbado en la
hierba, mirando las estrellas. Era otro recordatorio de lo
pequeño e insignificante que era. La multitud había
abandonado el campo tras reclamar sus premios.
¿Se habrá molestado alguien en comprobar si sigo vivo?, se
preguntó.
No es que a nadie le importara que estuviera muerto.

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El inconfundible sonido del tapón de una cerveza llamó su
atención. Se incorporó lentamente y se volvió para mirar al
lobo que avanzaba. El Omega dio un trago a su cerveza y le
ofreció a Rafe su última botella de cerveza.
Tal como sospechaba, a nadie le importa este lobo.
Dudo que alguien se dé cuenta de que se ha ido, pensó el
Omega.

"Parece que te vendría bien una cerveza" –dijo el Omega.

Mirando la botella de cerveza, Rafe asintió agradecido.


Abrió la botella y se bebió la mitad de un largo trago. El
Omega echó un vistazo al campo vacío. Sólo quedaba su
coche.

"¿Necesitas que te lleve a algún sitio?" –se ofreció.

"No tengo adónde ir" –respondió Rafe.

"Tengo una habitación de motel cerca. No es mucho, pero


puedes quedarte conmigo hasta que tu rodilla esté mejor".

Rafe estudió el Omega.


No existen los viajes gratis, se recordó a sí mismo.

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Desde que dejó a su abusivo Alfa, Murdock de la Manada de
las Lost Soul, Rafe había hecho lo que podía para sobrevivir
en la calle, a veces cambiando su cuerpo por una habitación
de hotel o una botella decente de whisky escocés.
Murdock quería que su manada de lobos dependiera de él,
así que los mantuvo ignorantes. No les enseñó ningún oficio
o habilidad que les permitiera sobrevivir fuera de la manada.
Habiendo crecido bajo la sádica autoridad de Murdock, Rafe
no era ajeno al dolor. Prefería luchar por dinero antes que
realizar actos sexuales con hombres.
Había tenido que tragarse su orgullo en un puñado de
ocasiones cuando había estado desesperado.
¿Por qué cuando más necesitaba ayuda, los peores seres
humanos parecían sentirse atraídos por él? Someterse a
esos hombres siempre le hacía sentirse barato y sucio. Le
llenaba de odio a sí mismo y acababa borracho con
cualquier licor que encontraba. Siempre en una espiral
descendente, Rafe iba de un pueblo de mala muerte a otro
buscando algo. O tal vez buscaba a alguien que pudiera
alejar su dolor y hacerle sentir digno.
El instinto de conservación le hizo considerar la oferta. No
podía estar a la intemperie con una pierna rota. Sería presa
fácil para los delincuentes. Incapaz de defenderse, podría
acabar en una situación peor. Al menos, si aceptaba la
oferta, sabía a lo que estaba accediendo.
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Rafe terminó su cerveza y aceptó agradecido que le
llevaran.
El Omega condujo su coche cerca de donde Rafe estaba
sentado en el campo. Ayudó a Rafe a subir a su coche.
Antes de marcharse, le ofreció a Rafe un frasco de pastillas.

"Para tu rodilla".

Rafe aceptó agradecido el frasco y se tragó dos pastillas.


Pocos minutos después de subir al coche, Rafe se quedó
profundamente dormido.
Cuando despertó ocho horas más tarde en una fría celda,
sólo era el principio de su pesadilla.

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CAPÍTULO 6

Rylan condujo con cuidado por la carretera de montaña,


atento a los animales salvajes que pudieran cruzarla.
Pasaron junto a varias señales de cruce de ciervos, pero no
vio ninguno. Al poco rato, se detuvo frente a la cabaña de
Evie. Los niños salieron ansiosos del todoterreno, felices de
estar en casa. Evie abrió la puerta de la cabaña y dejó
entrar a sus hijos mayores.
Max se había quedado dormido, así que Rylan lo levantó
con cuidado y lo llevó dentro.
El corazón de Evie se apretó con fuerza al ver a Rylan
cargando a su hijo menor.
Parece tan natural, como si....
Sacudió la cabeza, aclarando sus pensamientos.
Rylan está aquí para protegernos, nada más. Tiene el
corazón roto y necesita tiempo para recuperarse. No le
interesa nada más. No podría estar interesado en nadie
más, no mientras siga herido por el abandono de su
compañera.

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Rylan colocó a Max para que su cabeza descansara sobre
sus hombros y lo llevó a la cabaña de Evie. Entró y miró a
su alrededor. Desde el exterior, parecía una simple cabaña
de dos pisos. Por dentro, era un hogar acogedor. Al instante,
se sintió a gusto, se sintió bienvenido.
Si alguna vez tengo una casa, me gustaría que fuera
exactamente como ésta, pensó.
Era de planta abierta. Se encontraba en el salón. A su
izquierda había una enorme chimenea y dos cómodos
sofás. Dos mantas de ganchillo cubrían el respaldo del sofá.
Almohadas suaves y mullidas cubrían el sofá. Una gran
alfombra de felpa cubría la zona entre el sofá y la chimenea.
Un par de almohadas seguían en el suelo.
Rylan supuso que a los niños les encantaba tumbarse en el
suelo delante de la chimenea.
Un juego de mesa seguía sobre la mesita. Delante de él
estaba el comedor, y más allá, la cocina. A su derecha, el
dormitorio principal y una escalera que conducía al segundo
piso. Siguió a Evie por la escalera. En el segundo piso había
tres dormitorios y dos cuartos de baño. Evie le condujo a la
habitación de Max y Finn. Colocó suavemente a Max en su
cama para niños pequeños.
Evie le quitó los zapatos a Max y lo arropó. Finn y Gabby
estaban jugando en la habitación de Gabby, así que le
mostró a Rylan el tercer dormitorio.
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"Esta habitación tiene su propio cuarto de baño, así que
puedes tener algo de intimidad" –le informó.

Le enseñó la puerta de su cuarto de baño y se dio la vuelta.


Rylan la miraba fijamente. Aunque estaba quieto, su cuerpo
estaba tenso. Evie se mordió el labio. Estaban solos en un
dormitorio y sus pensamientos empezaron a divagar. Obligó
a sus pensamientos errantes a alejarse, tragó saliva y sonrió
alegremente.

"Dejaré que deshagas la maleta. Yo empezaré a cenar".

Ella pasó junto a él y Rylan luchó contra el impulso


repentino de detenerla.
Estaba aquí para protegerlos, se recordó a sí mismo.
Nada más.

"¿Evie? Evie, despierta. Viene un lobo".

La profunda voz de Rylan, llena de preocupación, irrumpió


en su sueño.

"¿Hmmm?" –preguntó somnolienta.

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"Estaba patrullando y me encontré con un Jeep que venía
hacia aquí. Levántate, Evie, llegará pronto".

Evie se incorporó, completamente despierta. Rylan estaba


junto a la puerta de su habitación, vestido sólo con unos
vaqueros. Oyó que un vehículo se detenía delante de la
casa.

"Enseguida salgo".

Rylan asintió con la cabeza, se puso una camiseta negra y


se dio la vuelta. Evie fue al baño, se lavó rápidamente los
dientes y se puso la bata morada.

Rylan se quedó junto a la puerta principal, tenso, listo para


proteger a Evie del lobo desconocido.
Un golpe seco desvió su atención de Rylan hacia la puerta
principal.

Concéntrate, Evie, se recordó a sí misma.


Con cautela, abrió la puerta.

"¿Remington? ¿Qué haces aquí?" –Preguntó Evie,


sorprendida de ver a su Alfa en su puerta.

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Remington, Alfa de la manada Tarchannen, apretó la
mandíbula. Ya avergonzado por su situación, no quería
aumentar su humillación discutiendo delante de otro Alfa.
Evie se volvió hacia Rylan.

"Está bien, Rylan. Este es Remington, mi Alfa".

Rylan relajó su postura y asintió cortésmente a Remington.

"Un honor conocerte, Remington" –dijo Rylan.

"Después de enterarse de la terrible experiencia de Kane,


papá estaba preocupado por nuestra seguridad. Rylan
accedió a quedarse con nosotros" –explicó Evie.

"Lo sé, Evelyn. Anoche hablé con tu padre. Estoy aquí por
Serena".

"Ah."

Evie se detuvo un momento y luego dijo:

"Pasa, Remington".

Remington entró y ella cerró la puerta.


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"Necesito café" –dijo mientras se dirigía a la cocina.

Remington y Rylan la siguieron.


Evie puso la cafetera y se volvió hacia Remington.
Remington tenía el ceño fruncido. Se había olvidado de
afeitarse aquella mañana y tenía la cara cubierta de una
barba oscura y espesa. Sacó una silla con brusquedad y se
sentó. Evie se dio cuenta de que estaba enfadado y miró a
Rylan.

"Rylan, ¿nos disculpas un momento?".

"Por supuesto. Seguiré patrullando fuera".

Salió por la puerta de la cocina, se desnudó y se transformó


en un gran lobo blanco.
Patrulló la zona exterior, manteniéndose lo suficientemente
lejos como para darles privacidad, pero lo suficientemente
cerca como para acudir en ayuda de Evie, en caso de que lo
necesitara.

Remington se recostó en su silla y observó a Evie. En


cuanto terminó de preparar el café, Evie sirvió dos tazas. Le
dio una a Remington y se sentó frente a él. Añadió nata y
azúcar y removió lentamente el café.
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Sin saber por dónde empezar, Remington se sentó y miró
fijamente a Evie. Sintiéndose incómodo bajo la mirada
directa de Remington, Evie finalmente dijo:

"¿Has mencionado algo sobre Serena?".

Remington apretó el puño ante la mención de su compañera


fugitiva.

"Sí" –dijo bruscamente.

"Sé que eran buenas amigas".

Hizo una pausa.

"¿Sabías que planeaba dejarme?" –preguntó.

Evie se movió incómoda.

"Remington, yo...”

"Sé que vino a verte, Evelyn. Seguí su olor hasta aquí


mientras no estabas".

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"Pasó por aquí la noche antes de la ceremonia de
apareamiento" –admitió Evie.

"¿Qué dijo, Evelyn? ¿Por qué me dejó?" –preguntó.

Evie ganó tiempo y bebió un sorbo de café.

"¿De verdad no lo sabes?"

"Evelyn."

"No erais verdaderos compañeros, Remington".

"¿Y qué? Que no fuéramos verdaderos compañeros no


significaba que no me la follaría como si fuera mía.
Planeaba tratarla como a mi pareja".

"Creo que ése era el problema, Remington" –dijo Evie con


suavidad.

Confundido, Remington preguntó:

"¿Qué quieres decir con que 'ese' era el problema?".

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"Eres un Alfa, Remington. Los Alfas son conocidos por su
agresividad. Creo que fuiste demasiado... sexualmente
agresivo con Serena, y eso la hizo sentir incómoda".

"Es una loba. El sexo forma parte de nuestra naturaleza".

"Sí, pero...."

Evie vaciló, sin saber cómo decirle a Remington que su


compañera no se sentía atraída por él.

"Nunca la engañé, Evelyn. Sabía exactamente lo que se


esperaba de ella".

"¿Te preocupas por ella, Remington?".

Remington parecía perplejo ante la pregunta.

"Ella es mi futura compañera, Evelyn."

"En realidad no respondiste a mi pregunta".

"Serena es una de mi Manada. Por supuesto que me


preocupo por ella".

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"Remington, las mujeres necesitan sentirse amadas.
Necesitan sentirse especiales".

Remington resopló.

"Serena fue elegida por encima de todas las demás para ser
mi compañera. ¿Qué más necesita para sentirse 'especial'?
La colmaba de atenciones siempre que estábamos solos".

Evie sacudió la cabeza con incredulidad. Tenía una idea de


lo que Remington entendía por "atención".

"Me aseguré de reservar tiempo todos los días para verla y


pasar tiempo con ella. Aunque ya había sido elegida como
mi pareja, seguí cortejándola, como es habitual en nuestra
situación."

"¿Alguna vez has hecho algo que no fuera 'habitual'?"–


preguntó Evie.

"Tenemos reglas por una razón, Evelyn. La ley de la manada


nos mantiene a salvo. Nos cohesiona. Es reconfortante
saber lo que se espera de ti y lo que puedes esperar de los
demás. ¿Quieres que haga alarde de las reglas como
Lucien de la Manada de Last Hope? Manchó nuestro linaje
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al aparearse con una humana y crear un hijo mestizo" –dijo
con disgusto.

Enfurecido, continuó:

"Los lobos somos famosos por nuestra fuerza. Cualquier


descendencia suya será débil debido a su herencia humana.
Los lobos como Lucien son una amenaza para nuestra
forma de vida al crear mestizos débiles".

Consternada por la estrechez de miras de Remington, Evie


no dijo nada.
Remington recordó algo más sobre Lucien y su reciente
reclamación.

"¿Por eso se fue, Evelyn? ¿Está Serena buscando a su


verdadera pareja para poder tener cachorros?"

"Ella no dijo nada de querer cachorros, Remington" –


respondió Evie con sinceridad.

"¿Hay alguien más? ¿Otro lobo?"

"No" –negó Evie.

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"¿Sabes a dónde fue?"

Evie negó con la cabeza.

"¿Hay algo que puedas decirme que me ayude a


encontrarla, Evelyn?".

Evelyn negó con la cabeza.

"Soy tu Alfa, Evelyn. Me debes lealtad" –le recordó.

"Realmente no sé a dónde fue, Remington".

La silla se deslizó hacia atrás cuando él se puso de pie de


repente.

"¿Qué harás cuando la encuentres, Remington?"

"Según la ley de la Manada..."

"¿Qué quieres, Remington?" –interrumpió ella.

"¿Qué quiero? Quiero a mi maldita compañera" –gruñó.

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CAPÍTULO 7

En cuanto Remington salió de su casa, Rylan se movió, se


vistió y llamó suavemente a la puerta de la cocina. Esperó
un segundo antes de abrirla y entrar en la cocina. Evie
seguía sentada a la mesa de la cocina, asustada por el
comportamiento de Remington y preocupada por la
seguridad de Serena.

"¿Evie?"

"Ya veo por qué huyó de él" –compartió Evie.

Ryan acercó una silla y se sentó junto a Evie.

"¿Quieres hablar de ello?" –ofreció.

"En realidad no hay mucho de qué hablar. Serena fue


elegida para ser la pareja de Remington. Ella no lo quería,
así que huyó. Ella está por ahí ...... todo solo ... sin la

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protección de una manada. No veo ninguna forma de que
puedas ayudar a Serena. No creo que nadie pueda".

Queriendo consolarla, Rylan se acercó y le cogió la mano.


La apretó suavemente. Ambos sabían que era imposible
para un lobo esconderse de un Alfa. Era sólo cuestión de
tiempo antes de que la encontrara.

"El ego de Remington ha sido aplastado y teme haber


perdido el respeto de su manada" –explicó Rylan.

"¿Qué le hará, Rylan?" –Preguntó Evie.

"No lo sé, pero será públicamente humillante. No conozco a


Remington lo suficiente como para hablar con él de esto.
¿Quizás otro Alfa?"

Evie negó con la cabeza. Los Tarchannen eran muy


reservados. Dudaba que otro Alfa pudiera convencer a
Remington.
La única que podría influir en él es su verdadera compañera,
pensó.
Oyó que los niños se movían arriba, así que se levantó y
empezó a preparar el desayuno.

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Rylan se sirvió una taza de café y observó cómo Evie
preparaba el desayuno. Sus ojos la siguieron por la
habitación mientras reunía ingredientes para hacer tortitas.
Puso una sartén en el quemador y encendió el fuego.
Mezcló la masa y luego cogió varios platos y una espátula y
los colocó en la encimera junto al fuego. Evie añadió a la
mesa un recipiente de mantequilla y una botella de jarabe
de arce. Luego buscó en un cajón y sacó un vaso medidor.
Añadió la masa a la sartén y Rylan cerró los ojos, inhalando
el dulce aroma de la masa de las tortitas.
Huele a... hogar, pensó.
Evie se quedó junto al fogón, volteando suavemente su
tortita, sacando cada una con cuidado una vez que estaba
lista. Le pareció extraño que emplatara cada tortita
individualmente. Antes de que pudiera preguntarle por qué,
los niños entraron corriendo.

"¡Panqueques!" –gritaron felices.

Corrieron hacia Rylan, dándole un cálido abrazo mientras lo


saludaban:

"¡Buenos días!".

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Max se subió al regazo de Rylan y se sentó feliz mientras
observaba a sus hermanos moverse por la cocina.
Finn abrió un cajón, sacó dos tazas y las puso sobre la
mesa. Gabby abrió la nevera y sacó el recipiente de leche.

"¿Puedes bajar la taza Sippy de Max?" –preguntó Gabby


tímidamente.

"Claro, cariño. ¿Dónde está?"

Gabby señaló un armario.


Rylan acomodó a Max para poder llevarlo hasta el armario.
Sacó un vasito y volvió a la mesa. Colocó a Max en su
trona, le llenó la taza y se la dio. Sirvió leche a los otros dos
niños y la devolvió al frigorífico. Cuando se dio la vuelta, vio
a Evie entregando a cada niño su tortita.
Chillaron encantados al leer las letras que había creado
para ellos.

“¡M! M!" –dijo Max con alegría.

Evie untó la tortita de Max con mantequilla y le añadió sirope


de arce. La cortó en trozos del tamaño de un bocado para
que Max pudiera alimentarse.

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"¿A mí también me dan una?" –le preguntó Rylan a Evie.

Ella lo miró, un poco sorprendida.

"Hmmm... Las 'erres' son un poco difíciles. Supongo que


podría intentarlo".

Volvió a la cocina y, unos minutos después, le puso un plato


delante.

"Si entrecierras los ojos y usas la imaginación" –sugirió.

"Parece una erre".

Rylan se rió.

"Es perfecto, Evie. Mucho mejor de lo que yo podría hacer"


–respondió con sinceridad.

Evie hizo unas cuantas tortitas más antes de sentarse a


desayunar con su familia. Una vez terminado el desayuno,
Evie llevó a los niños arriba para que pudieran ducharse.
Rylan limpió la cocina, preguntándose cómo se las
arreglaba Evie para cuidar ella sola de tres niños pequeños.

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Mientras devolvía el último plato al armario, oyó a Evie y a
los niños en las escaleras.

"Vayan a jugar al salón. Cuando termine con la cocina,


podemos salir un rato".

"¿Por qué no podemos salir solos?" –preguntó Gabby.

"Es demasiado peligroso, Gabby".

"Pero..." –Finn interrumpió.

"No, Finn" –Dijo Evie con severidad, poniendo fin a la


discusión.

Los niños corrieron al salón mientras Evie se dirigía a la


cocina.
Sorprendida de encontrar la cocina impecable, Evie dijo:

"Rylan, gracias por limpiar, pero no tenías que hacerlo".

"Es lo menos que podía hacer por un desayuno tan


elegante" –respondió él.

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"Sinceramente, puedo decir que nadie me había hecho
nunca unas tortitas así".

Necesitando mantener las manos ocupadas, se sirvió otra


taza de café.

"¿Quieres otra taza, Evie?".

"No, gracias. Rylan..."

Se detuvo un momento, considerando cuidadosamente sus


palabras. Se acercó para que los niños no la oyeran.

"¿Hice lo correcto, Rylan? ¿Estarán los niños seguros


aquí?"

"¿Dudas de mi capacidad para mantenerlos a salvo?" –


preguntó enarcando una ceja.

Al darse cuenta de que había insultado a Rylan, Evie soltó:

"Rylan, no quería decir que no pudieras...".

Rylan dejó la taza en el suelo y le puso un dedo en los


suaves labios, haciéndola callar.
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"Shhhh. Sé que no, Evie".

Retiró el dedo y se inclinó hacia ella.

"Te prometo, Evie, que os mantendré a ti y a los niños a


salvo de cualquier daño".

"¿Cómo? No sabemos nada de ellos."

"Sabemos lo suficiente. Ellos saben de nosotros. No saben


que sabemos que están cazando a los nuestros. Eso nos da
una ligera ventaja. Vives en el territorio de tu manada, que
es tierra privada. Ningún humano tiene nada que hacer en
esta zona. Con mi agudo sentido del olfato, su presencia
aquí sería detectada casi de inmediato. Planeo hacer
patrullas durante el día y la noche".

Evie seguía con el ceño fruncido, la preocupación por la


seguridad de sus hijos evidente en su expresivo rostro.
Rylan la estrechó entre sus brazos y la abrazó con
suavidad. Ella lo rodeó con los brazos, aceptando el
consuelo que le ofrecía.
Rylan cerró los ojos, recordándose a sí mismo que solo
estaba aquí para protegerlos.

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"Hiciste lo correcto, Evie. Tus hijos necesitan vagar libres
por el bosque, no estar encerrados en la ciudad".

Evie le dio un suave abrazo a Rylan antes de alejarse de él.

"Será mejor que vaya a cambiarme. Normalmente jugamos


fuera y luego salimos a correr. Pero es demasiado peligroso.
Prometo que nos quedaremos en el patio, cerca de casa".

"No hace falta, Evie. Iré contigo".

Los ojos de Evie se iluminaron ante su respuesta y sonrió


alegremente.

"Estaremos listos en cinco minutos, Rylan".

Evie se dirigió al salón, donde les dijo a sus hijos que se


desnudaran y se cambiaran. Fue a su dormitorio para poder
desnudarse en privado. Se transformó en lobo gris y volvió
al salón. Rylan salió, se desnudó y se transformó.
Esperó pacientemente a que Evie y sus cachorros se
reunieran con él.

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CAPÍTULO 8

Evie salió de la casa por la Puerta del Lobo y sus


cachorros la siguieron. Con las orejas pegadas a la cabeza
y la cabeza pegada al suelo, se acercó lentamente al gran
Alfa blanco. Siguiendo su ejemplo, sus cachorros hicieron lo
mismo. A medio metro del Alfa, se detuvo y bajó la cabeza.
Rylan-lobo se acercó a Evie-lobo, reconociendo su sumisión
a él y saludándola frotando su hocico contra el de ella. Le
acarició el cuello, aliviando parte de la incomodidad de su
lobo.
Dejó a Evie y se acercó a sus cachorros. Se bajaron al
suelo, casi inclinándose ante Rylan-lobo. Como hizo con
Evie, aceptó su sumisión y los saludó frotando su hocico
contra el de ellos. Como Evie-lobo estaba más familiarizada
con el área, Rylan-lobo dio un ladrido agudo, dándole
permiso para guiar. Evie-lobo respondió con un ladrido
suave y se puso en marcha. Los cachorros siguieron a Evie
y Rylan se quedó atrás.
Evie guiaba a su manada por el bosque. Saltó sobre raíces
de árboles y troncos caídos, corrió por valles inclinados y
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subió pequeñas colinas. Los condujo a un claro con una
pequeña cascada, donde sus cachorros podían descansar y
beber del fresco arroyo. Después de beber, los cachorros se
persiguieron alrededor de los árboles, saltando y dando
volteretas por el suelo cubierto de hojas.
Evie-lobo estaba de pie junto a Rylan-lobo, observando a
sus cachorros.
Rylan-lobo frotó suavemente su hocico contra el costado de
Evie-lobo, probándola.
Ella permaneció inmóvil, todavía vigilando a sus cachorros.
Se movió hacia su cuello, acariciándola con el hocico,
gimiendo suavemente.
Evie-lobo finalmente le devolvió la atención frotando su
hocico a lo largo de su cuello.
Lobo Rylan ladró suavemente, contento de montar guardia
mientras Evie se frotaba contra él. Se turnaban, cada uno
haciendo guardia mientras el otro lobo le acariciaba el
cuello.
Como si percibieran el creciente interés del Alfa por su
madre, los cachorros dejaron de jugar de repente y corrieron
hacia la pareja de lobos. Gabby y Finn se frotaron contra su
madre. Incapaz de alcanzar a Evie porque sus hermanos lo
bloqueaban por un lado y el Alfa por el otro, Max gimoteó
suavemente.

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Lobo Rylan se acercó a Lobo Max y lo empujó al lado de
Evie. La manada pasó unos minutos estrechando lazos, los
cinco lobos frotándose entre sí.
Satisfecha de que sus cachorros tuvieran tiempo suficiente
para recuperarse de la carrera, Evie-lobo ladró suavemente
y se puso en marcha a trote lento.
Su manada la siguió de vuelta a su cabaña.

Como todas las mañanas después del desayuno, se


cambiaron y Evie-lobo los llevó a correr por el bosque.
Aunque variaba la ruta, siempre acababan junto a la
cascada. Los cachorros bebían del arroyo y jugaban en la
orilla. Evie-lobo y Rylan-lobo estaban uno al lado del otro,
observando a los cachorros jugar. Como hacía siempre que
estaban en forma de lobo, frotó su hocico contra el de ella y
le acarició el cuello. Temeroso de ser cariñoso en su forma
humana, Rylan permitió que su lobo coqueteara y cortejara
a Evie. Disfrazado de comportamiento afectivo, cada día
Rylan-lobo se frotaba contra su cuerpo y la acariciaba con el
hocico. Cada día olfateaba el aire, esperando captar un
indicio de su excitación, y cada día se decepcionaba.
Aunque Evie-lobo permitía su comportamiento de cortejo,
incluso devolvía su afecto frotando su hocico contra el suyo,
gruñía una advertencia cada vez que él intentaba olfatear la
región de su cola.
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Rylan-lobo levantó la cabeza y olfateó el aire, esperando
que hoy pudiera oler la excitación de Evie-lobo.
Su nariz percibió un olor extraño y se puso rígido. Sus
orejas se enderezaron mientras escuchaba atentamente el
bosque circundante. Inhalando profundamente, volvió a
percibir el olor.
¡Humano!
Rylan-lobo ladró una advertencia y se fue.
Evie se lanzó hacia sus cachorros, con la esperanza de
sacarlos del claro y esconderlos en el bosque.
Oyó un ¡zas! segundos antes de sentir un dolor agudo en la
pata trasera. Dio un grito de sorpresa y el mundo se
desvaneció rápidamente ante sus ojos.
Los cachorros chillaron, aterrorizados al ver caer a su
madre. Empezaron a aullar, un aullido lastimero que resonó
en el silencioso bosque.
El agudo olfato de Rylan-lobo siguió el olor del humano. El
aroma de su miedo y excitación impregnó el aire, revelando
su escondite en un álamo maduro.
Rylan oyó los aullidos de dolor de sus cachorros de lobo y
gruñó con maldad. Incapaz de escalar el árbol en su forma
de lobo, se transformó y trepó al árbol.
El Procurador vio cómo el lobo se transformaba en hombre y
casi perdió el equilibrio. El cambio había sido instantáneo, a
diferencia de la anterior transformación de lobo que había
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presenciado en el laboratorio. Sacó una espada de su bota y
esperó a que el hombre lobo subiera.
En cuanto Rylan puso la mano en la rama del árbol que
había debajo del Procurador, éste bajó y le clavó la mano,
hundiendo la hoja cinco centímetros en la rama.
Rylan gruñó de dolor.

"Voy a matarte" –prometió Rylan con voz profunda y


malvada.

Rylan tiró de sus manos hacia su cuerpo. La hoja del


cuchillo cortó el resto de su mano hasta que quedó libre.
El Procurador empezó a asustarse y trepó más arriba del
árbol, lejos de los gruñidos amenazadores.
Estorbado por su palma rebanada, Rylan lo siguió
lentamente mientras ascendía por el álamo. Pronto el
Procurador estuvo fuera del árbol. Como no tenía adónde ir,
se agarró con fuerza a una rama.
Rylan extendió sus afiladas garras y golpeó las piernas del
Procurador. El gritó cuando las garras le cortaron la
pantorrilla. Sobresaltado por el ataque de Rylan, se movió,
el movimiento le hizo desequilibrarse y cayó por el árbol. El
Procurador gritó mientras caía por el árbol, agitando los
brazos en un intento de detener la caída.

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Al caer, chocó contra varias ramas, lo que frenó su caída.
Cayó al suelo, con el cuerpo destrozado por el dolor.
Rylan aulló de frustración mientras su presa se levantaba
temblorosa, se daba la vuelta y echaba a correr.
Rylan bajó rápidamente por el árbol. En cuanto llegó al
tronco principal, se transformó en lobo y corrió tras el
Procurador. El dolor abrasaba su cuerpo cada vez que su
pata delantera aterrizaba en el suelo. A estas alturas, Rylan-
lobo se dio cuenta de que sólo oía a sus cachorros aullando
de angustia. Ningún sonido provenía de Evie-lobo.
Enfurecido porque este humano de alguna manera había
lastimado a Evie, siguió adelante, ignorando el dolor.
El Procurador llegó a su campamento y se apresuró a coger
su pistola Sig Sauer. Se giró y disparó un tiro mientras el
gran lobo blanco saltaba. La bala pasó zumbando junto a la
oreja de Rylan-lobo mientras saltaba. Sus cuerpos se
conectaron cuando Rylan-lobo aterrizó sobre el Procurador.
Sabiendo que su vida dependía de ello, el Procurador
agarró con fuerza su Sig mientras caían.
Rylan cambió a su forma humana y se desplazó hacia la
derecha para bloquear el brazo derecho del Procurador. El
Proxeneta giró el brazo derecho, intentando apuntar a Rylan
con su arma. Rodaron y el Procurador acabó encima de
Rylan. Lucharon por la posesión del arma.

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Rylan transformó la cabeza y le espetó al Proxeneta.
Sorprendido por la repentina aparición de afilados dientes
de lobo, el Procurador soltó el arma y retrocedió
tambaleándose. Desconcertado, se quedó mirando cómo el
rostro de Rylan volvía a su forma humana. Rylan soltó el
cargador, lo extrajo y lo tiró a un lado. Expulsó el cartucho
antes de arrojar el arma lejos de su alcance.

"¿Para quién trabajas?" –Preguntó Rylan.

"¿Por qué estás cazando lobos?".

El Procurador negó con la cabeza, incapaz de hablar. Los


gritos lastimeros y desesperados de los cachorros llegaron
hasta él. Con un gruñido vengativo, Rylan se movió y saltó
sobre el Procurador. Con garras y dientes afilados como
cuchillas, el lobo Rylan atacó salvajemente al Procurador.
Con su sed de venganza saciada, Rylan-lobo se apresuró a
regresar a su manada.
Exhausto, con su pata palpitando dolorosamente, Rylan
finalmente llegó al claro. Evie yacía en el suelo, rodeada de
sus cachorros llorando. El corazón de Rylan-lobo se aceleró.
Vio la flecha clavada en su cuerpo y se lanzó hacia
adelante. Cambió a su forma humana y sacó la flecha del
cuerpo de Evie.
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Pasó la mano por su pelaje, acariciándola suavemente. Sus
costados se movían arriba y abajo, indicando que respiraba
con normalidad. Rylan comprobó sus ojos y suspiró aliviado.

"La han drogado. Sólo está dormida".

Los cachorros ladraron suavemente y se movieron alrededor


del cuerpo de Evie-lobo para frotarse contra Rylan.
Finn-lobo se lamió la mano herida mientras acariciaba a
Gabby-lobo y Max-lobo.

"Tenemos que tener cuidado mientras nos dirigimos a casa.


Gabby, Finn, tienen que avisarme si huelen algo".

Ladraron suavemente en respuesta.

"Max, tienes que quedarte con nosotros. Nada de correr y


perseguir animales, ¿de acuerdo?"

"¡Guau!" –Max-lobo respondió.

"Vamos."

Rylan recogió cuidadosamente a Evie-lobo y la llevó de


vuelta a su cabaña.
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Rylan colocó suavemente a Evie-lobo en su cama. Los
niños se cambiaron y vistieron antes de volver a la
habitación de Evie. Se tumbaron en la cama junto a ella.
Rylan se duchó y se vendó la herida de la mano.
Al anochecer, su herida estaría completamente curada.
Comprobó cómo estaban Evie y los niños antes de llamar a
Ethan, el Alfa de Second Chances. Rylan informó a Ethan
de su ataque y volvió a prometerle que mantendría a salvo a
Evie y a los niños. Después de asegurar a Ethan por tercera
vez que Evie le llamaría en cuanto se despertara, Rylan
finalmente colgó. Llamó entonces a Remington para
informarle del humano muerto en su bosque.

Evie ronroneó mientras la mano de Rylan acariciaba


suavemente su pelaje. Poco a poco se dio cuenta de que
estaba tumbada en su cama. En un instante, su memoria
regresó. El bosque. Un humano. Una flecha.
Se incorporó y se miró la pata trasera. La flecha había
desaparecido y su carne se había curado. El área donde
había sido golpeada hormigueaba ligeramente.

"Te drogaron, Evie" –le informó Rylan.

"Llevas dormida unas ocho horas".

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Evie ladró bruscamente, sorprendida.

"¿Estás lista para...?"

Rylan se dio la vuelta cuando Evie cambió a su forma


humana.

"¿Los niños?" –preguntó ansiosa, agarrándolo del brazo.

"Están bien, Evie. Están en la cocina" –la tranquilizó.

Evie cogió su bata morada y se la puso mientras se dirigía a


la cocina.
Max, Gabby y Finn estaban sentados a la mesa, comiendo
alegremente. Olieron a su madre al mismo tiempo y se
dieron la vuelta al unísono.

"¡Mamá!" –gritaron y corrieron hacia ella.

Max, atrapado en su silla, luchaba por liberarse. Rylan


rescató a Max de su trona y lo dejó en el suelo. Corrió hacia
su madre, apartando a sus hermanos del camino. Evie
abrazó a sus hijos con fuerza, aliviada de que estuvieran
ilesos. Satisfechos de que Evie estuviera bien, los niños
volvieron a su mesa.
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Rylan ató a Max mientras Evie examinaba su comida.

"¿Helado?" –preguntó.

"Era lo único que querían comer" –se disculpó Rylan.

Evie se acercó a él y lo abrazó. Rylan casi gimió cuando su


ingle se tensó dolorosamente.
Lo miró y le dijo:

"Gracias por ser tan buen amigo. Estaríamos perdidos sin


ti".

Apoyó la cabeza en su pecho, extrañada por la mirada de


decepción que cruzó su rostro.
Oh, genial. He sido Friend Zoned, Rylan pensó.
Rodeó a Evie con los brazos, sintiéndose reconfortado
mientras la consolaba.

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CAPÍTULO 9

Remington maldijo en voz alta después de su llamada con


Rylan. Su búsqueda de Serena tendría que esperar.
Había estado en un aeropuerto a unos trescientos
kilómetros de Tarchannen. Descubrió que Serena había
comprado varios billetes de avión para retrasar su
búsqueda. Remington estaba furioso y contento a la vez. Su
compañera seguía fuera de su alcance, pero admiraba su
inteligencia.
Es digna de ser mi compañera, pensó.
Una parte de él disfrutaba secretamente de la emoción de
esta persecución. Para él, eran los preliminares, y no podía
esperar a encontrar a su pareja y follársela.
Gruñendo de necesidad sexual insatisfecha, volvió a su jeep
y se dirigió a Tarchannen.
De camino, llamó a sus soldados y les ordenó que limpiaran
la zona, se deshicieran del cadáver y averiguaran todo lo
que pudieran sobre los hombres lobo cazadores de
humanos.

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Mientras conducía hacia Tarchannen, agarró el volante con
fuerza, gruñendo por lo bajo de frustración. La deserción de
Serena le había costado todo. No sólo estaba perdiendo el
tiempo buscándola, sino que había perdido la oportunidad
de asumir el cargo de Alfa. Su padre, Jordan, había
planeado renunciar como Alfa el día de su ceremonia de
apareamiento. Cuando Jordan se enteró de que Serena
había huido, no tuvo más remedio que seguir siendo Alfa.

"Lo siento, Remington. La manada nunca te aceptará como


Alfa hasta que traigas de vuelta a tu pareja. Te daré tiempo
para encontrarla".

Hizo una pausa mientras estudiaba a su hijo.

"¿Qué piensas hacer con ella?"

"La mantendré como mi compañera, Padre. Serena es


hermosa y obediente. No necesito nada más en una
compañera".

"¿La perdonarás por su traición?"

"Ella no me dejó por otro amante, Padre. Es joven y tiene


miedo de convertirse en la pareja de un Alfa. Puede que se
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haya sentido abrumada con sus nuevas obligaciones.
Debería haber estado más atento a sus necesidades. Una
vez que la encuentre, lo solucionaremos".

Ahora esta amenaza humana le obligaría a poner su


búsqueda en espera hasta que pudiera demostrar a su
manada que podía mantenerlos a salvo.
Un humano cazando lobos en su territorio era el mayor
insulto. Era un desafío a su autoridad como futuro Alfa.

En la ciudad de Tarchannen... Eran Tarchannen, orgullosos


de su linaje puro y de sus tradiciones. Mientras otras
manadas cambiaban, Tarchannen seguía siendo la misma.
Siglo tras siglo, Tarchannen permaneció aislada y dedicada
a la forma de vida de sus antepasados. Celebraban su
naturaleza lobuna, deleitándose en la naturaleza a veces
brutal de los lobos. Como ocurre con la mayoría de las
culturas puritanas aisladas, su cohesión se basaba, en
parte, en el miedo. El miedo al cambio y a las duras
repercusiones mantenía a raya a la mayoría de los lobos.
Desviarse de la norma significaba humillación y dolor, a
veces la muerte.
Cuando Serena abandonó a Remington, la manada
comenzó a dudar de su liderazgo. Se preguntaban: ¿Por
qué una loba, especialmente una tan obediente como
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Serena, huiría de su futura pareja? ¿Había descubierto algo
sobre Remington que la hizo negarse a convertirse en su
compañera? Si su propia pareja no podía aceptarlo, ¿por
qué deberían hacerlo ellos?
Sus pensamientos pronto se convirtieron en susurros. En la
seguridad de sus propios hogares, algunos susurros se
convirtieron en fuertes voces de disidencia. En una
acogedora casita, un grupo de lobos se reunió para hablar
libremente. Habían tanteado el terreno y cada lobo era
plenamente consciente de que sus palabras, más allá de la
disensión, rozaban la traición. La pena por traición era la
muerte a manos de su Alfa.
Descorridas las cortinas, se sentaron en la sala de estar,
evaluándose mutuamente.

"Nuestra forma de vida está siendo amenazada" –comenzó


un lobo.

"En primer lugar, ese Alfa, Lucien, de la Manada de la Last


Hope, eligió como compañera a una humana en lugar de a
una loba Tarchannen" –añadió un segundo.

"¡Qué insulto!"

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"¿Y qué hemos hecho al respecto?" –preguntó un tercer
lobo.

"Nuestro Alfa no hizo nada ante el insulto" –refunfuñó un


lobo.

"Entonces la deserción de Serena nos mostró lo débil que


se ha vuelto nuestro futuro Alfa" –dijo otro.

"Ni siquiera puede mantener a raya a su mujer".

Murmuraron de acuerdo.

"Si su mujer no le teme, ¿por qué deberían temerle otras


manadas?" –preguntó un lobo.

"Ahora tenemos humanos que nos amenazan" –dijo con


desprecio.

"Imagínense. Un humano encontrado en nuestros bosques.


¿Crees que se atreverían a cazar lobos en territorio
Hoyden?"

"No."

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"¡Nunca!"

"Por supuesto que no" –respondieron varios lobos a la vez.

La reputación de Aleksandr era bien conocida entre los


lobos.

"Jordan es viejo... pero Remington es un lobo fuerte" –dijo


un lobo, observando atentamente a los demás.

"Sin embargo, ha perdido el respeto de la manada. Como


todos sabemos, el poder de un alfa proviene del respeto, la
lealtad y la obediencia de su manada. Cuando Jordan
muera, la manada seguirá a Remington por deber ciego,
pero podrían seguir a otro con la misma facilidad".

"¿Qué quieres decir con 'cuando'?" –preguntó una voz


suave.

En lugar de responderle, el lobo que habló se limitó a


sonreír socarronamente e inclinarse más cerca.
Susurró su plan y todos asintieron.

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Más tarde esa noche, el lobo Rylan patrulló cuidadosamente
el bosque, buscando cualquier señal de presencia humana.
No encontró ninguna. Regresó al campamento.
Los lobos de Remington ya habían limpiado el campamento
humano. Aparte del débil olor a sangre, no había indicios de
que se hubiera producido allí una muerte violenta.
El humano esperó en el Cottonwood, sabiendo que mi
manada regresaría a la cascada. Debía estar
observándonos. Pero nunca olí a un humano en el área.
¿Cómo es posible?
El lobo Rylan se tomó su tiempo mientras viajaba por una de
sus rutas. Se detenía periódicamente para olfatear el aire y
echar un vistazo a los árboles. Se quedó mirando la
pequeña luz roja que brillaba intensamente en un pino.
Desconcertado, Rylan se movió y alcanzó el objeto.

Era casi medianoche cuando Rylan regresó a la cabaña.


Evie ya se había metido en la cama cuando oyó un suave
golpe en la puerta. Sabiendo que Rylan había vuelto, abrió
la puerta y encontró a Rylan con el ceño fruncido.

"¿Rylan? ¿Qué pasa?"

"Tengo que enseñarte algo. Ven" –le ordenó mientras se


dirigía a la mesa de la cocina.
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Rylan levantó un objeto de aspecto extraño y se lo mostró a
Evie.

"¿Es una cámara de vigilancia?" –preguntó Evie, inquieta.

Rylan asintió.
Echó un vistazo a las siete cámaras de vigilancia que había
sobre la mesa de la cocina.

"¿Es...?"

"Le he quitado las pilas, así que ahora mismo no está


grabando".

"¿Dónde? ¿Cómo? ¿Qué?"

Evie tenía tantas preguntas que no sabía por dónde


empezar.

"Los encontré en uno de nuestros senderos. Alguien los


puso allí para espiarnos".

Evie sacudió la cabeza con incredulidad.

"¿Cuánto tiempo crees que estuvieron allí?"


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"No mucho. Algún tiempo después de que regresáramos".

Rylan hizo una pausa.

"¿Quién sabía que ibais a volver?".

Evie levantó la cabeza.

"No es posible que pienses..."

"Huele la cámara, Evie".

Ella frunció el ceño y olfateó de mala gana la cámara que él


le tendía.

"No es posible" –negó.

Tenía el inconfundible olor de un lobo.

"¿Quién sabía que veníamos aquí?" –Rylan exigió.

"Es posible que toda mi manada lo supiera. La manada de


las Second Chances también. No puedes pensar que un
lobo podría estar involucrado".

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"Evie, quien puso esas cámaras allí lo hizo para poder
rastrear nuestros movimientos. Se enteraron de que cada
día parábamos en la cascada y descansábamos allí".

Se sentía culpable, sabiendo que se quedaban allí


demasiado tiempo, sólo porque utilizaba ese tiempo para
dejar que su lobo cortejara a Evie.

"Nos tendieron una emboscada y asumo toda la


responsabilidad".

Incapaz de enfrentarse a ella, dejó la cámara en el suelo,


dándole la espalda.

"Evie, podrías haber sido..."

Percibiendo su angustia, Evie se acercó y le acarició


suavemente el hombro.

"Rylan, no te atrevas a cargar con la culpa de esto. Tú nos


protegiste" –afirmó.

Volviéndose, Rylan confesó:

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"Nunca me lo perdonaría si os pasara algo a ti o a los
niños".

Evie levantó la mano y le acarició la mejilla. Rylan cerró los


ojos, saboreando su tierno contacto.
Reuniendo el valor suficiente para besar finalmente a Evie,
Rylan abrió los ojos y la miró. Antes de que pudiera
moverse, sonó el teléfono, interrumpiéndolos.

"¿Quién puede estar llamando a estas horas de la noche?"


–preguntó Evie a Rylan mientras se giraba hacia el teléfono.

Curiosa, contestó.

"¿Papá?"

"Siento haber llamado tan tarde, Sweet Pea. Quería


disculparme con Rylan. No es que no tuviera fe en él. Es
que estaba tan preocupada por ti. Sé que fue una tontería..."

"Papá, ¿de qué estás hablando?" –interrumpió Evie,


confundida por las divagaciones de su padre.

"Sé que encontró las cámaras de vigilancia, Evie".

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"¿Cómo sabes...?".

Perpleja, Evie frunció el ceño.

"Hice que Travis instalara unas cámaras de vigilancia


inalámbricas unos días después de que volvieras a la
cabaña" –confesó.

"¿Que hiciste qué?"

"Necesitaba saber que estabas a salvo, Evie. Necesitaba


verlo por mí mismo. Lo siento, Sweet Pea".

Aturdida, Evie le pasó el teléfono a Rylan.


Ethan confesó lo de las cámaras y se disculpó profusamente
con Rylan.

"Entiendo tu preocupación, Ethan. Me alivia saber que fuiste


tú quien mandó instalar las cámaras. Temía que un lobo
estuviera trabajando con los cazadores humanos".

"¿Por qué pensaste eso?" –preguntó Ethan.

"Nunca olí a un humano en la zona, sin embargo el cazador


sabía dónde esconderse para poder emboscarnos. Hay
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muchos lugares a lo largo del arroyo donde podríamos parar
a beber. ¿Cómo sabía que nos detendríamos en ese lugar
específico? No fue suerte, Ethan".

Ethan frunció el ceño mientras consideraba la idea de Rylan.

"Tienes razón, Rylan. Parece que los humanos deben haber


encontrado una manera de intervenir las cámaras de
vigilancia inalámbricas. Travis me aseguró que era seguro.
Me disculpo por ponerlos en peligro a todos".

Sabiendo que Ethan amaba a su hija y a sus nietos, Rylan


aceptó con gracia sus disculpas.
Mientras colgaba el teléfono, Rylan se preguntó:

"¿Cómo averiguaron exactamente los humanos lo de las


cámaras inalámbricas?".

Avergonzada por el comportamiento de su padre, Evie se


sentó en silencio a la mesa de la cocina.
Rylan devolvió el teléfono inalámbrico a su soporte y acercó
una silla a Evie.

"No puedo decir que yo no hubiera hecho lo mismo" –


admitió Rylan.
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"¿Cómo puedes perdonarle tan fácilmente? Insultar a un
Alfa de esa manera podría llevar fácilmente a una guerra de
manadas".

"No tengo una manada, Evie. No tengo a nadie" –le recordó


Rylan.

Alcanzando su mano, ella la apretó suavemente.

"Eso no es cierto, Rylan. Nos tienes a nosotros".

Encantado por su respuesta, Rylan sonrió.


Su lobo tenía ganas de aullar.
Pensar en lo cerca que estuvo de perderlos le hizo
reflexionar.
Sus ojos de lobo brillaron mientras juraba:

"No dejaré que nada os pase a ti o a los niños, Evie".

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CAPÍTULO 10

Era el final de la tarde cuando Rylan entró en la cocina, sin


camiseta y cubierto de sudor.
Había pasado las últimas horas podando ramas de árboles y
cortando leña para el próximo invierno. Su pecho musculoso
brillaba y sus bíceps sobresalían mientras se secaba el
sudor de la frente con la camiseta que llevaba en la mano.
Evie aspiró mientras su cuerpo cobraba vida.
Sus ojos se dilataron y sintió agudas punzadas de placer-
dolor recorrer su abdomen mientras su vientre se contraía.
Sintió un torrente entre las piernas y su largo canal vacío se
contrajo de necesidad. Casi se le doblaron las rodillas ante
la intensidad y lo inesperado de su excitación.
Rylan se congeló cuando su nariz percibió el poderoso
aroma de su excitación. Sus ojos marrones resplandecieron
de amarillo cuando su lobo salió a la superficie.

"Lo siento. Lo siento mucho. Yo... ha pasado tanto tiempo...


......Yo... Lo siento..." –balbuceó Evie avergonzada.

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Evie se avergonzaba de su excitación. Su deseo sexual
había muerto cuando lo hizo su compañero. No había
sentido deseo desde la última vez que se acostó con Luke.
Por supuesto, desde que él murió, ella no había estado
cerca de ningún macho soltero, especialmente uno tan viril.
Rylan estaba tratando de superar la pérdida de su
compañera. Lo último que necesitaba oler era una hembra
excitada. Sólo le recordaría su pérdida.
Gruñó, un sonido bajo de advertencia, y Evie retrocedió
gradualmente fuera de la cocina. En cuanto salió de la
cocina, corrió a su dormitorio, cerrando la puerta tras de sí.
La cerró con llave y se metió en la ducha.
Se lavó a fondo, tratando de eliminar toda evidencia de su
excitación. Se vistió de la forma más conservadora posible y
fue al comedor a poner la mesa.
Los niños entraron y ella los mandó a ducharse. Después de
poner la mesa, le dio a Max una ducha rápida y todos se
reunieron en la mesa del comedor.
Rylan entró, recién duchado, y ocupó su lugar en la
cabecera de la mesa. Evie se negó a mirarlo.
Seguía avergonzada por la inesperada reacción de su
cuerpo ante él.
Cenaron en silencio. Incluso los niños parecían notar que
algo iba mal.

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Después de cenar, Rylan se ofreció a recoger la mesa
mientras ella le daba otro baño rápido a Max.
Era un comilón desordenado y de alguna manera se las
había arreglado para mancharse el pelo de puré de patatas.
Y entre los dedos de los pies. Evie incluso vio una pequeña
cantidad en su nariz.
Rylan se quedó en la cocina, lavando los platos y guardando
los restos de comida. Se sentía como un cobarde por evitar
a Evie y su tentador aroma.
Después de limpiar la cocina, salió a correr, necesitaba
liberarse de su frustración.

Evie leyó a sus hijos y luego los acostó. Les dio un beso de
buenas noches y se fue a su dormitorio. Cerró la puerta, se
desnudó y se acostó. Se revolvió en la gran cama mientras
volvía su necesidad. Su excitación perfumó toda la
habitación y finalmente cedió a su necesidad.
Tal vez si me ocupo yo misma, no sentiré ningún deseo por
Rylan cuando lo vea mañana, pensó.
Se acarició los pechos, apretándolos suavemente como
solía hacer Lucas. Acarició sus pezones tensos y los
pellizcó, echando de menos la sensación de su boca
caliente en sus pechos. Gimió y deslizó la mano por el
vientre hasta las bragas. Jugó con su clítoris, frotándolo en
lentos círculos mientras su cuerpo se retorcía en la cama.
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Se sentía tan vacía, tan necesitada. Introdujo un dedo en su
canal satinado y se mordió un gemido mientras movía el
puño hacia delante y hacia atrás.
Respiraba entrecortadamente mientras su orgasmo crecía.
Pensó en su compañero, negándose a pensar en Rylan,
aunque el recuerdo de su pecho reluciente volvía una y otra
vez a su mente mientras se introducía los dedos en el
interior, emitiendo sonidos húmedos y descuidados.
Se apretó un pecho y luego se pellizcó el pezón. Gimió con
fuerza cuando su dedo se deslizó hasta su clítoris, que frotó
vigorosamente. Pensó en los suaves ojos marrones de
Rylan y en sus labios carnosos. Instantes después, el
orgasmo se apoderó de ella y se mordió la mano, ahogando
su fuerte gemido.

Rylan volvió de correr, fatigado e insatisfecho. La carrera


había calmado temporalmente su deseo y subió en silencio
las escaleras. A mitad de camino, pudo oír la respiración
suave y uniforme de los niños, lo que indicaba que estaban
profundamente dormidos. De repente se dio la vuelta y
volvió a bajar. Se encontró frente a la puerta del dormitorio
de Evie. Se quedó helado cuando oyó su respiración
entrecortada. Olió su excitación cuando pasó por debajo de
la puerta y lo envolvió. Su lobo salió a la superficie, con los
ojos amarillos brillando en la oscuridad.
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Oyó que algo se deslizaba en sus pliegues resbaladizos y
húmedos, oyó los sonidos descuidados del sexo y apoyó la
cabeza en la puerta mientras recuperaba la erección.
Apoyó las manos en el marco y empezó a jadear, intentando
calmar a su lobo. Sabía que Evie estaba sola en su
dormitorio. Tocándose íntimamente, deslizando los dedos en
su interior. Masturbándose en lugar de pedirle que la follara.
Estuvo a punto de tirar la puerta abajo y exigirle que se
sometiera a él cuando oyó sus gemidos ahogados mientras
alcanzaba el clímax. Su respiración se hizo más lenta y se
obligó a caminar rígidamente hacia su habitación.
Rylan se desnudó y se metió en la ducha fría. Utilizó el
jabón para enjabonarse la polla dolorosamente dura. Gimió
mientras se acariciaba rápidamente. Su polla palpitaba de
necesidad insatisfecha y le dolía cada vez que se la
acariciaba. Si bajaba el ritmo, era peor, ya que su pene
parecía arder y quemarle por dentro.
Maldijo a su compañera y maldijo a Evie por estar tan
tentadoramente cerca y, sin embargo, fuera de su alcance.
Evie aún ama a su pareja. Nunca me querrá como hombre.
Nunca me pedirá que me la folle.
Cerró la mano en un puño y golpeó la baldosa, rompiéndola
y cortándose la parte superior de la mano por varios sitios.
Maldijo en voz alta por su comportamiento destructivo y se
obligó a calmarse.
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Evie lo echaría de casa si no podía controlar su
temperamento cerca de sus hijos.
Pensó en sus dulces hijos y eso le ayudó a calmarse.
El agua fría cayó sobre su cara respingona, se deslizó por
su enorme pecho, por su vientre y sobre su polla
completamente erecta. El dolor había remitido lo suficiente
como para que pudiera tocarse sin hacer muecas.
Cerró los ojos y se acarició lentamente mientras pensaba en
Evie. Normalmente se recogía el pelo en una coleta y a él
siempre le apetecía soltárselo y pasar los dedos por él.
Pensó en su boca, su sonrisa y su risa sincera. Sus ojos se
oscurecieron al imaginarla de rodillas, con la boca abierta
para recibir su polla. Imaginó que la deslizaba lentamente
dentro de su caliente caverna y casi perdió su semilla al
pensar en la boca de ella encerrada en su polla. Imaginó a
Evie, de rodillas, chupándole la cabeza, metiéndosela aún
más en la boca, hasta el fondo de la garganta.
¿Podría llevarse la larga polla hasta el fondo de la garganta
o se ahogaría?
¿Subiría y bajaría la cabeza sobre su polla y gemiría de
placer mientras la adoraba con su boca sexy?
Imaginó que lo haría y su cuerpo se tensó mientras su saco
se tensaba y derramaba su semilla en la boca de ella.
Sus caderas se sacudieron mientras derramaba copiosas
cantidades de su semilla por toda la cabina de ducha.
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Cayó de rodillas, debilitado por la fuerza de su eyaculación.
Tardó unos instantes en recuperarse y levantarse.
Terminó la ducha y se secó, llegando a duras penas a la
cama.
A los pocos segundos de tumbarse en la cama, se quedó
profundamente dormido.

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CAPÍTULO 11

Al día siguiente, Evie le evitó todo lo que pudo. Preparó el


desayuno, se lo sirvió a él y a los niños y luego desapareció,
alegando que tenía que ocuparse de la colada. Se fue hasta
que terminaron de desayunar.
A él le gustaba pasar tiempo con los niños, pero echaba de
menos la presencia de Evie. Cuando terminaron de
desayunar, ella volvió y limpió. Rylan le explicó que tenía
que ir al pueblo por material para arreglar una baldosa rota
de su cuarto de baño. Dejando a los niños en casa con Evie,
Rylan condujo hasta Tarchannen. Era un pueblo pintoresco
compuesto por viejas casas victorianas de distintos tamaños
intercaladas con fachadas de tiendas más modernas.
Aunque la mayoría de los edificios eran victorianos, estaban
recién pintados y no mostraban signos de deterioro. El
contraste entre edificios antiguos y modernos parecía
funcionar para Tarchannen, creando un aspecto extraño
pero cohesionado. Quizá fuera porque compartían colores
similares.

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Rylan se detuvo frente a la ferretería y aparcó el todoterreno
de Evie. Entró en la ferretería, sin saber que la mitad del
pueblo ya estaba cotilleando su llegada. Una loba estaba
reponiendo provisiones en un pasillo. Se volvió cuando
Rylan entró y lo saludó con una sonrisa.

"¿En qué puedo ayudarle hoy?"

Una mirada extraña apareció en su rostro al reconocer el


olor de un Alfa. Bajó los ojos en señal de sumisión,
esperando su respuesta.

"Necesito suministros para arreglar un azulejo roto del


baño".

Levantó un trozo del azulejo que había roto la noche


anterior.

"¿Tienes un azulejo como éste?".

Kainda levantó la vista. Estudió el azulejo que tenía en la


mano y asintió.

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"Sí, señor. Tenemos algunas en stock. Puedo enseñarle
dónde guardamos los suministros. Puedo arreglarle la
baldosa, señor, si me dice dónde vive".

"¿Gracias ah...?"

Esperó a que le dijera su nombre.

"Kainda."

"Gracias, Kainda, pero no es necesario. Puedo arreglarlo yo


mismo".

Rylan estaba acostumbrado a estar solo y cuidar de las


cosas por sí mismo. Había olvidado lo que era ser tratado
como un Alfa. Los miembros de menor rango de la manada
se encargaban de todas las tareas aburridas para que el
Alfa pudiera centrarse en tareas más importantes, como
follarse a su pareja y mantener la manada a salvo.
La puerta se abrió y entró un grupo de lobas. No se
molestaron en ocultar su interés en Rylan. En cuestión de
minutos estaba rodeado por las mujeres. El aroma de su
lujuria llegó a sus fosas nasales.
Una rubia alta y esbelta habló primero.

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"Un Alfa siempre es bienvenido en nuestra ciudad, ¿verdad
señoritas?" –preguntó Celeste mientras bajaba los ojos en
señal de sumisión.

Todas la siguieron.

"Ciertamente sabemos cómo tratar a un Alfa. Todo lo que


desees será tuyo" –ronroneó seductoramente.

Rylan, inseguro de lo que ofrecía exactamente, enarcó una


ceja. La mujer se acercó y se arrodilló frente a él.

"Puedo darle placer aquí mismo, señor. A menos que


prefiera otro lugar".

Se relamió seductoramente.

"O con otra persona" –añadió otra mujer, que también se


arrodilló.

"Estamos dispuestas a ser compartidas, Alfa" –le dijo otra


mujer mientras también caía de rodillas.

"Miró a Kainda. Ella permanecía en silencio, observándolo.

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"No me gustaría ofender a su Alfa, señoras ..." –comenzó
Rylan.

"¿Ofenderlo? Es nuestro deber mantenerte, Alfa. ¿Quizás


elijas a una de nosotras como tu Perra Alfa?".

Ya veo, pensó Rylan.

"Soy un Alfa Errante señoritas. No tengo manada".

Hicieron pequeños sonidos de decepción.

"Bueno, siempre puedes luchar contra otro Alfa por su


manada" –sugirió Celeste.

Las otras mujeres se callaron.


Celeste no estaba preocupada. Había elegido sus palabras
con mucho cuidado. En ningún momento sugirió que luchara
contra Remington. Eso podría considerarse traición. Si era
lo suficientemente inteligente, entendería exactamente lo
que estaba diciendo.

"No estoy interesado en liderar una manada. Simplemente


estoy aquí para proteger a Evie y a sus cachorros".

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"¿Eres tú?"

Se levantaron, todavía interesados en él. Olfatearon


ruidosamente. Al no encontrar el olor de Evie en su cuerpo,
se acercaron más, rozándolo. Al menos dos mujeres
diferentes le agarraron el culo y él estaba seguro de sentir la
delicada mano de Celeste en la parte delantera de sus
vaqueros, acariciándolo suavemente.

"Si necesitas... compañía, llámame" –dijo Celeste con una


última caricia.

"Estaré encantada de complacerte, en cualquier momento."

Lo soltó y se alejó, contoneando las caderas


seductoramente. Las otras mujeres lo soltaron e hicieron
ofertas similares antes de seguir a la primera mujer fuera de
la tienda.
Rylan sacudió la cabeza con incredulidad. Ojalá Evie le
propusiera algo así.
Suspirando, se giró y vio que Kainda lo miraba. Rylan ladeó
la cabeza, preguntándose por qué parecía molesta con él.
¿Quizá conocía a Evie?

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"Espera un minuto, yo no las alenté en lo más mínimo" –
protestó.

"Las provisiones están aquí, señor" –respondió ella mientras


lo guiaba por el pasillo.

Se detuvo y señaló el estante que contenía lechada y


mortero.

"¿Son siempre tan ... amable con los extraños?" –Rylan


preguntó.

"Necesitarás una paleta" –añadió mientras señalaba un


estante que contenía paletas de diferentes tamaños y
formas.

"¿Por qué te enfadas conmigo?"

Se preguntó por qué no se lanzaba por él, no es que le


interesara nadie más que Evie.

"También necesitarás dos cubos. Uno para mezclar la


lechada y otro para mezclar el mortero" –continuó.

"Kainda".
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Al oír la advertencia en su voz, finalmente se enfrentó a
Rylan. Abrió la boca para contestar, recapacitó y volvió a
cerrarla.

"Puedes hablar libremente, Kainda".

"Remington está cortado por el mismo patrón que su padre,


Jordan. Ambos tienen sus costumbres. Viejas costumbres".

"¿Con qué 'viejas costumbres' estás insatisfecha, Kainda?"

"Mis talentos están siendo desperdiciados. Estoy obligada a


trabajar en esta tienda, como cajera".

"¿Y qué te gustaría ser, Kainda?"

Ella dudó.

"No me reiré, Kainda."

"Quiero ser la Rastreadora de la manada" –admitió.

"¿Sabes rastrear?" –preguntó él.

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"Soy mucho mejor que el actual. Puedo rastrear cualquier
cosa".

"¿Entonces por qué no eres la Rastreadora?"

"Porque soy hembra. Los Alfas de esta manada piensan que


el valor de una hembra sólo está entre sus piernas" –dijo
mientras se daba la vuelta.

Rylan frunció el ceño a su espalda mientras ella se alejaba


de él. La siguió por el pasillo. Ella había reanudado sus
tareas de reposición.

"No soy de esa mentalidad, Kainda. ¿Por qué te enfadas


conmigo? No tengo control sobre cómo tus Alfas dirigen su
manada".

Le dirigió una mirada cómplice. Rylan negó con la cabeza.

"Quise decir lo que dije antes. No tengo ningún interés en


convertirme en Alfa de esta manada. Sólo me interesa una
cosa".

Evie, pensó en silencio.

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"Entonces estaré atrapado aquí hasta que el Alfa decida que
es hora de que tenga un compañero. Entonces tendré que
ser lo que mi compañero decrete" –dijo con disgusto.

"¿No temes que te acusen de traición?"

"Mi lealtad es hacia mi Alfa y mi manada" –dijo mientras se


ponía de pie.

"Quiero lo mejor para la manada. Alentar a un retador,


alguien que beneficiará a esta manada, no es traición. Yo
nunca haría nada para socavar mi Alfa. Celeste quiere ser la
Perra Alfa y está dispuesta a follarse a cualquiera que le dé
ese estatus. Yo simplemente quiero una oportunidad para
probarme a mí misma".

Incluso suena como una Rastreadora, poniendo la


necesidad de la manada primero, pensó Rylan.
Lo que dijo tenía algo de mérito. Los Alfas pueden ser
desafiados en cualquier momento. Un Alfa no apto podía
esperar ser desafiado a menos que pudiera demostrar que
era el mejor líder para la manada.

"Lo siento, Kainda. Tengo que proteger a Evie y a sus


cachorros. No tengo interés en convertirme en tu Alfa. Hay
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muchos Alfas Maravillosos por ahí. Tal vez uno de ellos lo
desafíe y gane. Pero hay un peligro inherente en tener un
forastero, Kainda. Podría ser peor que tu Alfa actual".

Dejándola con ese pensamiento, Rylan regresó al pasillo


anterior para recoger las herramientas que necesitaría para
arreglar la baldosa rota.
Cuando Rylan regresó a la cabaña, los niños salieron
corriendo a saludarlo. Sonriendo por su cálida bienvenida,
les preguntó si querían ayudarle a arreglar la baldosa.
Felices de ser incluidos, le ayudaron a llevar sus suministros
al cuarto de baño.
Cuando Evie les llamó para comer, el azulejo roto de la
ducha había sido sustituido por uno nuevo.
La hora de comer fue una repetición del desayuno. Evie les
sirvió la comida en la mesa de picnic exterior y luego
desapareció en la casa en lugar de unirse a ellos.
Cada vez que ella estaba cerca de él, él podía oler el más
leve rastro de excitación. Eso enloquecía a su lobo. Si los
niños no estuvieran allí, sabía que su lobo ya se la habría
follado. Comprensiblemente, dudaba en pedirle que fuera a
su cama, ya que aún amaba a su compañero.
Su lobo quería enterrarse entre sus piernas. Necesitaba
sentir su apretado canal envuelto alrededor de su dura polla.

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Su lobo encontraría una manera de convencerla de que lo
aceptara como su amante.

"¿Rylan?" –Gabby preguntó suavemente.

Rylan tragó su comida y se volvió hacia Gabby. Olió su


preocupación y preguntó:

"¿Qué pasa, cariño?".

"¿Mamá está enfadada contigo?"

Los ojos de Rylan se abrieron de par en par y se tomó un


momento para pensárselo antes de contestar con mucho
cuidado.

"Creo que tu mami... no está acostumbrada a tener a otro


adulto cerca".

"Cuando mamá se enfada conmigo le doy un abrazo y un


beso y ya no se enfada conmigo. Quizá deberías hacer eso"
–sugirió Finn.

Rylan sonrió ante su sugerencia.

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Si me dejara, haría mucho más que darle un abrazo y un
beso, pensó Rylan.

"Gracias, amigo, pero no creo que tu madre me deje


abrazarla o besarla. Sigue queriendo a tu papá".

"Mamá dice que siempre hay sitio en tu corazón para la


gente a la que quieres. Nosotros queremos a papá y
también te queremos a ti" –dijo Gabby alegremente.

A Rylan se le empañaron los ojos y se le hizo un nudo en la


garganta. Miró a Finn y a Max. Asintieron y sonrieron felices.
¿Me quieren?
Parpadeó rápidamente y miró hacia la casa.
Si ella sintiera lo mismo.......
Comieron en un cómodo silencio mientras él pensaba en
cómo convencer a Evie de que lo aceptara como amante.

"Tal vez podrías comprarle un regalo" –sugirió Finn.

"Es una gran idea, Finn. ¿Qué crees que le gustaría?".

Finn se encogió de hombros.

"¿Quién sabe? Es una niña, y las niñas son raras".


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Rylan sonrió ante la respuesta del niño de cinco años.

"Gabby, ¿tienes alguna idea de lo que le gustaría a tu


mamá?".

Gabby negó con la cabeza.

"Hmm. Creo que necesitamos ayuda profesional para esto.


¿Qué tal si vamos al centro comercial? Seguro que allí
alguien podría ayudarnos" –sugirió Rylan.

Llevaron los platos al interior y encontraron a Evie en el


salón, haciendo algunos arreglos ligeros. Rylan le dijo que
iba a ir a la ciudad y que los niños querían ir con él. Le
aseguró que no estorbarían y ella no se opuso. Se ducharon
y se vistieron para el viaje. Evie le dio la bolsa de pañales de
Max y se dirigieron al centro comercial.
En el centro comercial, los hijos de Rylan y Evie se
dirigieron directamente al mostrador de joyería. Una
especialista en joyería fina les saludó con una sonrisa.

"¿En qué puedo ayudarles hoy?".

Antes de que pudiera responder, Finn soltó:

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"Mamá está enfadada con Rylan y tenemos que comprarle
un regalo para que deje de estarlo".

Un poco avergonzado, Ryan sonrió con desgana.

"Buscamos un regalo para... su madre" –enmendó Rylan.

"¿Tenían algo específico en mente?" –preguntó ella.

"La verdad es que no. Esperaba que tuvieras alguna idea" –


confesó.

"Háblame de ella. ¿Qué tipo de joyas lleva? ¿Pendientes?


¿Anillos?"

Pensó en Evie. Ella siempre llevaba un pequeño par de


delicados pendientes de oro y diamantes.

"Lleva pendientes".

"Entonces veamos algunos pendientes".

La especialista en joyería le mostró varios pendientes.

"¿Cuál es su piedra de nacimiento?" –preguntó.


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Rylan la miró sin comprender.

"¿En qué mes nació?”

Rylan miró a los niños.

"El cumpleaños de mamá es en abril" –contestó Gabby.

"¡Ah, diamantes!" –replicó la especialista en joyería fina.

"Ya lleva un par de pendientes de diamantes" –dijo Rylan,


un poco decepcionado.

Pensó en otras piedras preciosas, pero le parecieron


demasiado ostentosas, demasiado chillonas. Evie tenía
clase. Necesitaba algo sofisticado pero atemporal.
Caminó por el mostrador de joyería y algo le llamó la
atención.
Es perfecto, pensó.
Encantado con su compra en la joyería, Rylan y los niños
deambularon por el centro comercial. Pasaron por delante
de un quiosco que vendía helados Dipping Dots. Rylan
cedió rápidamente y les compró un helado a cada uno. Se
sentaron en un banco frente a una tienda y él dio de comer
a Max.
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Observaron cómo un empleado recogía el expositor y
retiraba los maniquíes. Otro empleado se unió a él y
empezaron a montar un nuevo expositor. Colocaron algunas
rocas falsas y añadieron césped verde. Ella extendió una
manta roja a cuadros sobre el césped y él la ayudó a colocar
los nuevos maniquíes sobre la manta. Media hora más
tarde, la escena del picnic estaba completa, con una cesta
de picnic y comida falsa.
Un picnic. Inocente pero romántico. Esto es lo que necesito
para hacer mía a Evie, pensó Rylan.
Limpió la cara cubierta de helado de Max y entraron en la
tienda. Poco después de hacer su compra, Max tuvo un
pequeño accidente. Rylan, armado con su bolsa de pañales,
los condujo a un baño familiar cercano. Finn y Gabby
ayudaron a Rylan sacando las toallitas y un pañal nuevo.
Rylan casi se desmaya mientras cambiaba el pañal.
¿Cómo se las arregla Evie para hacer esto? ¿Cómo lo hace
cualquier mujer? se preguntó.
Limpió a Max lo más rápido que pudo y le puso un pañal
limpio. Vistió a Max y se lavó las manos. Esperó fuera con
dos de los niños mientras el tercero iba al baño.

"¿Os apañáis para ir al supermercado?".

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Disfrutando de su tiempo con él, respondieron con
entusiasmo:

"¡Sí!".

Era casi la hora de cenar cuando regresaron a casa. Evie


abrió la puerta en cuanto llegaron.

"¡Mamá!" –gritaron Finn y Gabby entusiasmados mientras


saltaban del coche y corrían a abrazarla.

Rylan sacó a Max del asiento del coche y se lo llevó a Evie.


Max se acercó a Evie y ella lo cogió de las manos de Rylan.

"¿Nos has echado de menos, Evie?" –preguntó Rylan en


voz baja.

Evie se sonrojó y apartó la mirada. Rylan pudo oler su


repentina excitación y su lobo ronroneó.

"Sí, ¿nos has echado de menos, mami?".

"¿Sí? ¿De verdad?"

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"¿Nos has echado de menos?" –preguntaron los tres niños
a la vez.

Evie sonrió y contestó:

"Claro que sí. Ahora entrad. La cena está casi lista".

Mientras preparaba a los niños para cenar, Rylan


desembaló el todoterreno.
Durante la cena, los niños le contaron entusiasmados su
excursión al centro comercial. Rylan parecía un poco
culpable cuando mencionaban el helado. Parecían
especialmente entusiasmados con el expositor de picnic.

"Rylan dijo que podemos ir de picnic mañana. ¿Podemos,


mamá? ¿Por favor?" –suplicó Gabby.

"¿Por favor?" –suplicó Finn.

"¿Pofi?" –suplicó Max.

"¿Un picnic? Supongo que puedo ir a la tienda por la


mañana temprano".

"No tienes que hacerlo, mami. Rylan ya lo ha hecho".


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"¿Lo hizo?"

Se volvió hacia Rylan.

"Me ocuparé de todo mañana, Evie" –prometió Rylan.

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CAPÍTULO 12

Al día siguiente, Rylan preparó la cesta de picnic mientras


Evie jugaba con los niños.
Una hora antes de comer, salieron. Rylan conocía el lugar
perfecto para el picnic. Caminaron por el sendero, a paso
tranquilo. Al poco rato, oyeron el suave chapoteo de una
cascada. Entusiasmados, los niños corrieron hacia el
merendero.

"¡No os acerquéis al agua!" –gritó Rylan.

Rylan y Evie caminaron solos durante unos minutos antes


de llegar al claro en la cima de una pequeña colina. Era
impresionante. Justo delante de ellos, podían ver una
pequeña cascada que caía por un corto desnivel hasta un
pequeño arroyo. Había varias rocas esparcidas por la hierba
verde y la colina descendía gradualmente hacia el pequeño
arroyo. Evie se sentó en una roca a sotavento de Rylan,
observando cómo preparaba el picnic.
El viento cambió de repente y Rylan se congeló.
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El aroma de su excitación le rodeó y sus ojos de lobo
brillaron con intensidad.

"Ven aquí, Evie" –exigió bruscamente.

Evie miró a su alrededor. Los niños jugaban junto al


pequeño arroyo, buscando peces y otros animales
pequeños.
Evie tragó saliva nerviosa y contestó:

"Debería ir...".

"¡Ahora, Evie!"

Sabiendo que no tenía elección, se acercó y se arrodilló en


la manta frente a él. Con el corazón acelerado, le miró a la
cara. Sus ojos se abrieron de par en par al ver que sus ojos
de lobo la estudiaban atentamente.
Cerró los ojos e inhaló. Oyó el gruñido de su lobo y sintió un
momento de pánico.

"Rylan, los niños..."

Abrió los ojos y se acercó.

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"¿Rylan?" –Susurró ella.

"Esta noche, Evie" –prometió con una voz apenas


reconocible.

"Esta noche."

Incapaz de encontrar su voz, Evie asintió en silencio.


Su lobo temporalmente satisfecho, Rylan silbó fuerte y los
niños vinieron corriendo. Sabiéndose a salvo de los avances
de Rylan mientras los niños estuvieran cerca, Evie se relajó
y disfrutó del picnic.
Comieron deliciosos manjares y se rieron de las historias de
Rylan sobre su descarriada juventud. Mientras Evie
limpiaba, Max anunció de repente:

"¡Feliz cumpleaños, mamá!".

"¡Max!" –amonestaron sus hermanos.

Dirigiendo a sus hijos una mirada confusa, Evie dijo:

"No es mi cumpleaños, cariño".

"¡Rylan, de-galo!" –Exigió Max.


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"¡Sí, señor!" –Dijo Rylan mientras metía la mano en el
bolsillo.

Sacó una pequeña caja y se la dio a Max. Con una gran


sonrisa, Max le dio la caja a Evie y dijo:

"¡Feliz cumpleaños a mamá!".

Evie cogió la caja y dijo:

"Gracias, cielo".

Abrió la caja y encontró dentro un medallón en forma de


corazón. Miró a Rylan, que parecía un poco ansioso. Sacó
el medallón de la caja y lo abrió. Dentro había una pequeña
foto de sus tres hijos. Se le llenaron los ojos de lágrimas. Le
dio la vuelta y leyó la inscripción del reverso.
Decía: "Para siempre".

"¿Te gusta, mamá?" –preguntó Finn.

Evie asintió mientras se le caían las lágrimas.

"¡Me encanta!"

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Se abalanzaron a sus brazos y Evie los abrazó con fuerza,
besando a cada niño en la parte superior de la cabeza.

"¿Podemos ir a jugar ya?" –preguntó Finn.

Evie asintió y los niños se fueron. Se secó las lágrimas y


moqueó. Rylan le quitó suavemente el medallón de la mano
y se lo puso en el cuello.

"Gracias, Rylan" –dijo Evie en voz baja.

"Es muy considerado".

Cuando se volvió hacia él, Rylan se inclinó y la besó.


Presionó suavemente sus labios contra los de ella,
saboreando su sabor único. Se apartó ligeramente, dándole
la oportunidad de apartarse de él. Evie le acarició la mejilla y
él cerró los ojos, saboreando su tierno contacto. Le cogió la
mano y le besó la palma antes de colocársela en el pecho,
sobre el corazón palpitante.
Se miraron en silencio durante unos instantes antes de que
ella retirara lentamente la mano. Se acercó a él y se giró
para poder ver a sus hijos. Rylan le pasó el brazo por el
hombro y tiró de ella para acercarla. Evie suspiró satisfecha
mientras se apoyaba en él.
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Se sentaron juntos en un cómodo silencio mientras veían a
sus hijos jugar junto al arroyo.

Rylan se paró frente a la puerta del dormitorio de Evie y


cerró los ojos. La excitación de ella pasó por debajo de la
puerta y lo envolvió como un capullo.
Llamó con fuerza a la puerta. No aceptaría su negativa, no
esta noche. La oyó al otro lado, caminando nerviosa.

"Abre la puerta y déjame entrar, Evie".

Su voz profunda atravesó la puerta y fue directa a su


vientre, haciendo que se contrajera. Casi gime de necesidad
insatisfecha. Podía oír la determinación en su voz, sabía
que derribaría la pesada puerta de madera a patadas si no
accedía. Rylan era todo un Alfa y no se le negaría.
Con dedos temblorosos, desbloqueó la puerta y la abrió. Dio
un paso atrás y le dio la espalda, negándose a mirarlo. Entró
en su habitación, cerró la puerta y echó el pestillo tras de sí.

"Lo siento, Rylan. Después de todo lo que has pasado, sé


que no necesitas esto. No sé qué me ha pasado. Ha pasado
tanto tiempo desde que yo... Creo que por eso he estado
tan...."

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Rylan apretó su cuerpo contra el de ella y le rodeó la cintura
con el brazo. Evie aspiró aire cuando sintió su erección
presionada contra ella. Se mordió el labio y gimió. Evie lo
deseaba tanto que empezó a temblar de necesidad. Los
ojos de lobo de Rylan brillaron en respuesta a la reacción de
su cuerpo.

"Nunca te disculpes por tu deseo. Los dos somos adultos,


Evie. Sé que echas de menos a Lucas y que preferirías que
estuviera aquí para follarte, pero no está. Estoy yo. Tu olor
es casi imposible de resistir. No puedo controlarme mucho
más, Evie. Necesito follarte. Déjame, Evie. No nos
atormentes a los dos".

Evie tembló ante sus palabras.

"¿Qué pasa con tu... compañera?" –susurró.

"Para mí está como muerta, Evie. No me quería y nunca me


querrá".

Cerró los ojos y frotó la mejilla contra su cabeza.

"Sé que nunca sustituiré a Lucas en tu corazón, pero seguro


que allí también hay sitio para mí".
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Evie oyó la esperanza en su voz y asintió.
Rylan no merece pasar el resto de su vida solo, sin amor,
sin ser tocado. Me quiere a mí y yo le quiero a él. Tiene
razón. Los dos somos adultos y yo soy la única razón por la
que no estamos ya en la cama.
Ella se giró lentamente en sus brazos y levantó la cabeza,
asintiendo. Él se agachó y la levantó. La llevó a la cama y la
tumbó con cuidado. Se desnudó rápidamente, su lobo
ansioso por unirse a ella.
Cuando vio el tamaño de su erección, Evie se sobresaltó.
Se echó hacia atrás en la cama en un débil intento de
alejarse de él.

"Eres demasiado grande. No... no puedo".

Ella negó con la cabeza.

"No me lo niegues, Evie, por favor".

Rylan respiró hondo para calmar a su lobo.

"Seré amable contigo, Evie, te lo prometo".

Confiando en él, asintió con la cabeza y se relajó


ligeramente mientras él se unía a ella en la cama.
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Rylan estiró su cuerpo sobre el de ella, cubriéndola por
completo. Ella acomodó las piernas a ambos lados de las
caderas de él. Su erección la presionó y sus ojos de lobo
brillaron cuando sintió una poderosa contracción en su
vientre. Se apoyó en los antebrazos que tenía a ambos
lados de la cabeza. Bajó la cabeza y apretó los labios contra
los de ella. Sus piernas se volvieron gelatinosas cuando su
boca se movió sobre la suya, sus suaves labios presionando
contra los suyos, su lengua exigiendo entrar. Incapaz de
resistirse, abrió la boca y dejó que la lengua de él entrara,
rozando la suya. Sus lenguas se batieron en duelo mientras
ella deslizaba los brazos por los bíceps de él hasta su
cabeza. Él rompió el beso y ella giró la cabeza,
permitiéndole acceder a su cuello. Le besó el cuello, se lo
mordió y luego lo chupó con rudeza. Dejaría una marca y
cualquiera que la viera sabría que él la había puesto allí. Su
lobo gruñó de satisfacción. Rylan se deslizó más abajo,
frotando la cara sobre sus pechos, sobre sus pezones
tensos. Mordisqueó uno y Evie soltó un suspiro mientras le
sujetaba la cabeza. Tenía el pelo demasiado corto para tirar
de él y sus dedos se clavaron ligeramente en su cuero
cabelludo. Se incorporó, sujetó la parte superior de su
camisón y tiró, abriéndolo de un tirón. Bajó la cabeza hasta
su pecho, colocó su boca caliente sobre el pezón y tiró.

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"Aaahhh" –se oyó gemir Evie.

El aire frío golpeó su húmedo pezón mientras él se movía


hacia el otro. Lo mordió suavemente antes de chuparlo con
rudeza. Evie sintió que una de las manos de Rylan bajaba
por su cuerpo, pasaba por su cadera y se detenía en su
muslo. Le subió el camisón por encima de las caderas
mientras seguía mordiéndole y chupándole los pezones. El
placer y el dolor de su boca en los pezones la hacían sentir
dolor por él. Su vientre se contrajo y sintió fuertes punzadas
que le recorrían todo el abdomen. Impaciente, tiró con
fuerza de las bragas y se las arrancó. Las tiró a un lado y le
metió la mano entre las piernas. Sabiendo que estaba fuera
de control y que le metería el dedo con fuerza, le detuvo la
mano.

"¡Espera, espera!" –Protestó.

Rylan se calmó.

"No lo he hecho desde antes de que naciera Max" –confesó


ella.

"¡Joder!" –dijo mientras golpeaba la cama con el puño.

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Se quitó a Evie de encima y se tumbó a su lado.

"No puedo controlarme, Evie. Te deseo demasiado. Seré


duro contigo".

Sabiendo lo que tenía que hacer, ella le puso la mano en el


pecho, acariciándolo suavemente. Él le agarró la mano,
deteniéndola.

"No, cariño. No podré parar".

"Shhhh. Cuidaré de ti, Rylan" –prometió suavemente.

Le soltó la mano y ella la bajó hasta su erección. Se tomó su


tiempo acariciándolo, acariciando su larga longitud. Sus
manos se sentían bien en su polla palpitante. Tan suaves y
delicadas que lo calmaban y lo hacían sentir dolor al mismo
tiempo. No estaba preparado para sentir su boca caliente en
la cabeza de su polla.

"¡Evie!" –consiguió jadear antes de que su boca lo dejara sin


habla.

Vio cómo le lamía la raja de la cabeza y luego se metía la


corona en la boca y chupaba.
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Tenía una mano alrededor de la base de la polla y la otra le
acariciaba suavemente la bolsa. Subió y bajó la cabeza y
luego la lamió desde la punta hasta la base y luego volvió a
subir. Pasó la lengua por la cresta y luego lo deslizó entre
sus labios. Subió y bajó la cabeza mientras se lo metía más
profundamente en la boca. Era grande y sólo consiguió
introducirse la mitad. Movió el cuerpo para poder lamerle el
resto de la polla y las manos de él se dirigieron a su cabeza.
Le masajeó el cuero cabelludo mientras ella seguía
moviendo su boca caliente arriba y abajo por su polla,
bombeando el puño todo el tiempo.
Esto es mejor que cualquier fantasía, pensó Rylan mientras
veía su polla desaparecer en su boca.
La visión de sus labios en su polla le empujó al borde y
apenas salió una advertencia, "Evie ...," antes de que él
gimió mientras eyaculaba en su boca.
Ella tragó parte de su semilla, pero era demasiado. Levantó
la cabeza y él acabó sobre sus brazos, sus muslos y sobre
la cama. Ella se sorprendió de la cantidad de su liberación.
Era casi el doble que la de su compañero.
Se preguntó si sería porque era un Alfa.
Rylan se quedó momentáneamente aturdido mientras Evie
se quitaba el camisón y lo doblaba cuidadosamente antes
de dejarlo en el borde de la cama. Se tumbó a su lado,
apoyando la cabeza en su enorme pecho.
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Se acurrucó contra él mientras su respiración volvía a la
normalidad. Su excitación los envolvió, haciéndole
cosquillas en la nariz.

"Evie..."

"Está bien, Rylan. Sé que necesitas tiempo para


recuperarte".

Rylan la puso boca arriba y la besó suavemente. Sin prisa,


besó su camino por el cuello, alrededor de sus pechos. Se
detuvo a mordisquear y chupar sus pezones antes de bajar
por su vientre. Ella se asustó cuando se dio cuenta de hacia
dónde se dirigía.

"Rylan, no."

Rylan se detuvo y la miró, desconcertado.

"Yo... está bien, no tienes que hacer eso. Podemos tener


sexo cuando estés listo".

"¿No quieres que lo haga? Me muero por probarte, Evie".

Incrédula, negó con la cabeza.


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"Está bien, sé que no quieres. No pasa nada. De verdad".

Rylan se sentó y se colocó sobre ella. Sujetándole la cara


con las manos, la obligó a mirarlo. Olió su dolor, oculto bajo
su excitación.

"¿Qué pasa, cariño?" –le preguntó en voz baja.

"Nada”.

Ella apretó los labios, reacia a decirlo.


Rylan estudió su rostro.

"¿Por qué crees que no querría lamerte? ¿Saborearte?"

Sabiendo que él no la dejaría ir, ella cerró los ojos y


contestó:

"A Lucas nunca le gustó... odiaba hacerlo".

Sintió un dolor agudo en el corazón.


Ella amaba a su compañero pero él nunca disfrutó
haciéndole eso. Ella sabía que no era sexy, a diferencia de
otras mujeres que él había conocido. Lo había hecho con
sus ex amantes. Había oído al menos a una de sus ex
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amantes presumir de sus habilidades orales. No era tonta.
Sabía que si el lobo de Lucas no la hubiera reconocido
como su pareja, nunca la habría elegido. Era demasiado
sencilla, a diferencia de sus hermosas ex amantes.
Su corazón sintió otra puñalada aguda y Rylan olió su
creciente dolor. El tentador aroma de su excitación había
desaparecido, sustituido por el penetrante olor de su dolor.
Evie estaba llena de dudas y se sentía avergonzada por
practicarle sexo oral a Rylan. Temía que él se sintiera
obligado a corresponderle y que, al igual que Lucas,
también lo odiara. Probablemente no volvería a tocarla,
pensando que ella querría que lo hiciera todo el tiempo.
Se juró que no se lo pediría, igual que nunca se lo pidió a
Lucas, aunque él de vez en cuando le pedía que le diera
placer oral.
Rylan se sorprendió de que su compañero no hubiera
disfrutado dándole placer oral.
Colocó su cuerpo a sus pies, le abrió las piernas y la lamió.
Evie jadeó y protestó. No olía a miedo, así que él ignoró sus
protestas e introdujo la lengua en su canal satinado.
Su compañero era un tonto, pensó mientras saboreaba a su
deliciosa Evie.
Su sabor era potente y se sintió embriagado mientras
hundía su lengua más profundamente dentro de ella.

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"Mmmmm."

El sonido retumbante de su placer provocó vibraciones


placenteras y su clítoris hormigueó. Evie sabe como debe
saber una mujer, con sus jugos naturales, no diluidos por
jabones perfumados. Evie es hija de una pareja Alfa.
¿Quizás su potencia sólo podía ser apreciada por un Alfa?
Dejó de pensar y disfrutó de los sonidos de placer de Evie.
Hambriento de su sabor, Rylan la devoró.
Evie sintió que la tensión crecía mientras su lengua
acariciaba sus paredes internas y su pulgar acariciaba su
clítoris. Pronto su boca estaba en su clítoris, chupándolo
suavemente, lamiéndolo con rudeza mientras su dedo se
deslizaba dentro de ella.

"Oohhhhh" –gimió Evie.

Rylan deslizó el dedo dentro y fuera cada vez más rápido y


de repente lo sustituyó por la lengua. Presionó su lengua tan
profundo como pudo, follándola con su lengua como lo haría
con su polla. Evie jadeaba cada vez más y se sentía como si
estuviera cabalgando una ola.
Rylan lamió su clítoris y luego volvió a meter la lengua en su
canal húmedo. Le frotó el clítoris con más fuerza y aumentó
el ritmo de la lengua mientras la penetraba.
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La ola crecía, alcanzaba su cresta y se desplomaba cuando
ella llegaba al orgasmo.

"¡OOHHHHH!" –gimió.

Evie se agarró a las sábanas mientras arqueaba la espalda,


el cuerpo convulsionándose mientras su canal se contraía
una y otra vez.
Rylan levantó la cabeza para poder contemplar su orgasmo
mientras deslizaba los dedos en su interior. Su suave canal
se convulsionó alrededor de sus dedos, masajeándolos
suavemente. Su respiración se hizo más lenta y su rostro se
sonrojó. Él se colocó encima de ella y empezó a besarla
suavemente. Ella saboreó sus potentes jugos y se sonrojó.

"Yo... no sabía que era tan fuerte... no tienes que..."

"Shhhh" –ordenó Rylan mientras presionaba su dedo sobre


sus labios.

"Lo disfruté, mi deliciosa Evie. Planeo hacerlo a menudo. No


me negarás ese placer, ¿verdad Evie?"

¿Cómo podía resistirse a aquella voz tan profunda y sexy?


Sin palabras, negó con la cabeza.
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Nunca rechazaría a su Alfa, nunca se lo negaría.
Complacer a Evie lo había excitado y estaba de nuevo
completamente erecto. Se movió y apretó su erección contra
ella. Evie abrió más las piernas y él se deslizó dentro de ella
sin prisas. Suspiró cuando él la penetró por completo.
Rylan se retiró, centímetro a centímetro, y regresó con la
misma lentitud. Movió las caderas a un ritmo pausado,
dejando que la tensión aumentara. Con una mano bajo su
cabeza, le acarició la pantorrilla y el muslo mientras la
besaba suavemente. La lengua de Rylan recorrió sus labios,
adentrándose en su boca.
Evie lo rodeó con los brazos, acariciándole el brazo
musculoso y la espalda. Una mano se deslizó entre ellos y
jugueteó con su pezón, frotándolo y pellizcándolo.
Rylan aumentó el ritmo, bombeando las caderas cada vez
con más fuerza. Evie empezó a gemir. Rylan levantó la
cabeza y rompió el beso.

"Soy el único que te follará, Evie".

Bombeó sus caderas con fuerza y rapidez.


Ella asintió y echó la cabeza hacia atrás.

"Qué bien me siento. No pares, Rylan. Por favor, no pares".

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Necesitaba oírla decirlo. Él bombeó más fuerte, más rápido,
haciendo que la cabecera se estrellara contra la pared.
¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!

"Dilo, Evie. Di que soy el único que te follará".

Su lobo no aceptaría nada menos.

"Sí, Rylan, Sí. Sólo tú, Sólo tú, ¡OOOOOHHHHHH!"

Evie lo abrazó con fuerza mientras mecía sus caderas


contra las de él y un placer inimaginable se extendía por
todo su cuerpo.
Las estrellas estallaron tras sus ojos y sintió que su canal
apretaba la polla de él una y otra vez.
De repente, él bombeó con más fuerza y ella supo que se
había vaciado dentro de ella.
Rylan miró a Evie, disfrutando de la expresión de saciedad
de su rostro. Sonrió y la besó antes de deslizarse
suavemente fuera de ella y tumbarse de espaldas a su lado.
Evie se dio la vuelta y apoyó la cabeza en su pecho,
colocando una pierna sobre la de él. Le rodeó la espalda
con el brazo izquierdo y le pasó el derecho por debajo de la
cabeza.
Rylan se sentía... contento... feliz.
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Incluso su lobo estaba contento.
Mi mujer por fin está saciada y cómodamente tumbada en
mis brazos, donde debe estar.

"¿Cariño?" –preguntó en voz baja mientras su mano


acariciaba su espalda sin prisa.

"¿Hmmm?"

Evie estaba agotada de hacer el amor. Apenas podía


mantener los ojos abiertos.

"¿Quieres que los niños sepan lo nuestro? ¿O vas a


obligarme a dejar nuestra cama?"

Él contuvo la respiración, esperando que ella no se


avergonzara de reclamarlo como su amante.
Evie bostezó y contestó:

"Creo que será mejor que te pongas algo de ropa..." –y


enseguida se quedó dormida.

Rylan le besó la frente y se acomodó.


La puerta del dormitorio estaba cerrada, así que su cuerpo
desnudo no supuso ningún problema.
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Se durmió desnudo, bajo su mujer.

Por la mañana temprano, Rylan se despertó, con necesidad


de ir al baño. Hizo sus necesidades y volvió al dormitorio. Se
puso los calzoncillos y abrió la puerta del dormitorio.
En algún momento de la noche, Evie se había despertado y
había recogido su ropa, dejando la de él en el banco a los
pies de la cama. Se había puesto un camisón nuevo y había
vuelto a la cama.
Rylan se metió en la cama y se acomodó junto a Evie,
acurrucándola.
Olfateó su pelo, disfrutando del aroma afrutado de su
champú.
En algún momento se quedó dormido con su amante bien
arropada contra él.

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CAPÍTULO 13

gabby, Finn y Max se despertaron y bajaron las escaleras.


Ni Rylan ni su madre estaban en la cocina. No habían olido
el desayuno y era demasiado temprano para que Rylan
estuviera fuera trabajando. Preguntándose dónde estaba, se
dirigieron a la habitación de su madre para preguntarle.
Gabby abrió la puerta y parpadeó al ver a Rylan,
profundamente dormido junto a su madre.
Finn le sonrió y los tres corrieron hacia la cama. Ella ayudó
a Max y él se subió a la cama. Finn y ella se unieron a Max
en la cama. Max empujó a Rylan. Como no se despertó, le
dio una bofetada.

"¡MIERDA!" –maldijo Rylan al despertarse con un dolor


punzante en la cara.

Max le sonrió feliz y Rylan negó con la cabeza.

"No pegues, Max".

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Cogió al niño en brazos y le dio un fuerte abrazo.
Sintiéndose excluidos, los otros dos también se le echaron
encima. Rylan se alegró de tener los brazos largos, lo
suficiente para abrazar a sus hijos.

Evie sintió un fuerte codazo clavándose en su espalda.


Soñolienta, se volvió y encontró a Gabby dormida en la
cama, a su lado. Max estaba junto a Gabby, acurrucado
contra Rylan. Finn roncaba suavemente al otro lado de
Rylan. Incluso dormido, Rylan mantenía un brazo seguro
alrededor de Finn, impidiendo que se cayera de la cama.
Su corazón se estrujó con fuerza al ver a su familia en
brazos de Rylan.
Se merece una oportunidad de ser feliz. Todos la
merecemos.
Decidida a preparar el desayuno, Evie dejó a su familia
dormida en la cama mientras se dirigía a la cocina.

Durante las siguientes semanas, su rutina no cambió


mucho. Como cada mañana, Evie preparaba el desayuno.
Cuando Rylan y los niños se despertaron, comieron y
salieron a correr. El resto del día, Rylan mantenía a los
niños fuera, permitiéndoles jugar en forma de lobo.
A veces los llevaba al bosque y les enseñaba a rastrear un
animal.
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Otras veces luchaban en forma de lobo y él les enseñaba a
atacar.
Seguía patrullando el bosque cuando Evie tenía a los niños
a salvo en casa. Por la noche, una vez que los niños
estaban profundamente dormidos, Rylan y Evie se dirigían a
su dormitorio.
Una noche, mientras Rylan llevaba a Evie a la cama, sonó el
teléfono. Frunciendo el ceño, Rylan la dejó suavemente en
la cama y ella cogió el teléfono. Era un número desconocido
de Tarchannen.

"¿Hola?"

"¿Evie? Soy Kainda. ¿Puedo hablar con el Alfa?"

Desconcertada, le pasó el teléfono a Rylan.

"Soy Kainda".

Él le cogió el teléfono y respondió:

"Soy Rylan".

"¿Me recuerdas de la ferretería?"

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"Sí."

"¿Recuerdas de lo que hablamos?" –preguntó ella en voz


baja.

"Sí".

"Tenemos un problema. Nuestro Alfa, Jordan, ha sido


asesinado. Remington es ahora nuestro Alfa".

"¿Qué?"

Rylan se sentó en la cama junto a Evie.

"Espera un segundo. Voy a ponerte en altavoz".

Pulsó el botón mientras se volvía hacia Evie.

"Evie, cariño, Jordan ha sido asesinado".

Escucharon como Kainda compartía lo que sabía.


Esa noche, Remington estaba en su camarote mirando a
sus lobos. Acababa de recibir una actualización de su
Rastreador y Soldados. En las dos semanas transcurridas
desde el asesinato del cazador humano, habían encontrado
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muy poca información. El hombre no llevaba identificación
en el cuerpo. Ni carné de conducir ni tarjeta de crédito. No
se había encontrado ningún vehículo en la propiedad de
Tarchannen. Eso significaba que fue abandonado. El
Rastreador buscó en la zona y encontró huellas de
neumáticos, pero no pudo seguirlas una vez que condujeron
a la carretera principal. Cualquiera podría haber dejado al
hombre. No había forma de averiguar la identidad de su
cómplice. Se habían deshecho del cadáver en una fosa
poco profunda. Todo su equipo de acampada había sido
llevado a una zona frecuentada por vagabundos. En pocas
horas, todo había sido desvalijado. La pistola y el cargador
estaban a buen recaudo en la sala de pruebas del
Departamento de Policía de Tarchannen. Uno de sus
policías había buscado en la base de datos de personas
desaparecidas a alguien que coincidiera con la descripción
del hombre. No se había encontrado ninguna coincidencia.
Estaban en un callejón sin salida.
Frustrado, Remington quería aullar. Entonces, uno de los
soldados de su padre irrumpió y le dio una noticia
impactante: Jordan Tarchannen estaba muerto.
Había sido asesinado por un humano. Remington corrió a la
Casa Alfa. Encontró el cuerpo de su padre, desplomado
junto a su escritorio. Tenía una pequeña herida en la nuca.
Su rostro yacía encima del escritorio, en un gran charco de
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sangre y materia cerebral. El Dr. Preston levantó la vista
cuando entró Remington.

"Lo siento, Remington. Nadie podía haber hecho nada.


Murió al instante".

Preston señaló la ventana que había detrás de la silla de


Jordan. Los ojos de Remington se centraron en un pequeño
agujero, rodeado de varias grietas.

"Rifle de francotirador. El rastreador de tu padre ya está a la


caza".

Entumecido por la sorpresa, Remington asintió en silencio.


Su compañera se había ido. Su padre estaba muerto.
Ahora era el Alfa de una manada que no lo respetaba.
Lo primero que tenía que hacer era asegurar a su manada
que estaban a salvo de los humanos. Como Remington
siempre había hecho, dejó de lado sus propias necesidades
para cuidar de su manada. Se permitió un momento de
pena, dejando escapar un largo aullido de dolor. Luego
enterró su pena y se volvió hacia sus Soldados y su
Rastreador de manada que lo habían seguido hasta la Casa
Alfa. Era hora de que tomara el control.

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Como Alfa, ordenó a su Rastreador que ayudara al
Rastreador de su padre. Sus Soldados reemplazarían ahora
a los Soldados bajo el mando de su padre.
Remington tuvo que prepararse para el funeral de su padre
y luego dirigirse a los Ancianos de su manada. Luego tenía
que encontrar la manera de detener a los humanos que
estaban cazando lobos.
Al salir de la Casa Alfa, se encontró con los Soldados de su
padre. Les ordenó patrullar el bosque. Por la mañana,
reunirían voluntarios que talarían árboles para la pira
funeraria de su padre. Esos lobos tardarían casi todo el día
en cortar los árboles y construir la pira. Al anochecer de la
noche siguiente, quemarían el cuerpo de su padre.
De camino a ver a los Ancianos, se detuvo en la ferretería.
Los lobos que iban a construir la pira funeraria necesitarían
suministros en la tienda de Kainda, como hachas y
motosierras. Quería asegurarse de que tenía suficientes
suministros en stock.

"Remington, déjame ayudar a buscar al asesino de Jordan".

Remington se burló de su oferta.

"Eres una mujer, Kainda. ¿Qué vas a hacer, follarte a todos


los humanos hasta que uno confiese?"
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Kainda contuvo un gruñido y bajó los ojos. Se concentró en
no apretar los puños. Cualquier signo de agresividad y
Remington atacaría. Ya en una posición precaria, no
toleraría ningún signo de falta de respeto por parte de sus
lobos.
Remington salió de la ferretería y se dirigió a la Sala de los
Ancianos, a las afueras del pueblo. Enclavada entre grandes
álamos, la Sala ofrecía a los Ancianos privacidad durante las
reuniones y deliberaciones. Los cinco ancianos ya se habían
reunido y esperaban la llegada de Remington.
Remington saludó a los ancianos con una cortante
inclinación de cabeza.

"Te ofrecemos nuestras condolencias, Remington. Tu padre


fue un gran Alfa".

"Gracias, Reginald."

"El momento es... desafortunado".

Remington entrecerró los ojos mientras estudiaba al Anciano


que hablaba.

"Somos conscientes de que todavía estás buscando a tu


pareja, Remington. Hemos discutido el asunto y asumiremos
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la carga de liderar la manada mientras continúas tu
búsqueda".

Aunque las palabras eran educadas y cuidadosamente


elegidas, seguían siendo ofensivas para Remington.
Un Alfa nunca debería tardar tanto en encontrar a su pareja.
A las veinticuatro horas de su partida, debería haber
encontrado a Serena y haberla traído de vuelta. Estaban
cuestionando su habilidad para encontrar a su pareja. Y
parecía que estaban insinuando su incapacidad para liderar.

"Eso no es necesario, Emmanuel. Tengo la intención de


cumplir con todos mis deberes" –declaró.

"El problema más acuciante es el de los humanos. Nadie


parece ser capaz de averiguar nada sobre ellos. El
rastreador y los soldados de mi padre no han tenido mucha
suerte para encontrarlos. Tampoco los míos" –admitió.

"¿Cómo piensas encontrar a los humanos, Remington?" –


preguntó Gwendolyn en voz baja.

"Voy a empezar con el lobo que fue liberado. Kane, de la


manada Second Chances".

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Dado que Remington parecía tener un plan para encontrar a
los humanos, los Ancianos no podían oponerse a su papel
como Alfa. Se dirigieron a él como Alfa y aceptaron la
responsabilidad de ocuparse de los detalles del funeral de
Jordan.

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CAPÍTULO 14

El día siguiente fue un torbellino de actividad en


Tarchannen. Poco después del amanecer, los Soldados se
dirigieron al centro de la ciudad, donde se había reunido la
mayoría de los jóvenes. Los dividieron en dos grupos. Un
grupo cortaría madera para la pira y el otro la construiría.
Recogieron sus provisiones y se dirigieron al bosque.
Los soldados de Jordan, agotados por la patrulla de la
noche anterior, siguieron adelante. Tendrían mucho tiempo
para descansar después del funeral de Jordán, pues ya no
serían Soldados de Tarchannen.
Los Soldados de Remington los desplazaron cuando
Remington se convirtió en Alfa. Esa misma mañana,
Remington se había adentrado en el bosque en busca de un
lugar ideal para el funeral de su padre. Encontró un lugar
con vistas a un arroyo y marcó la zona cortando varios
árboles con sus afiladas garras. Abandonó la zona y regresó
a Tarchannen. Sus soldados no tendrían problemas para
rastrear su olor fresco y encontrar los árboles marcados.

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El grupo de lobos siguió el rastro de su Alfa hacia el bosque
y comenzó su trabajo. Necesitarían entre veinticinco y
treinta árboles maduros para la pira funeraria. También
tendrían que limpiar la zona de árboles y maleza seca para
que el fuego no se extendiera y quemara todo el bosque.
Mientras los hombres estaban ocupados en el bosque, las
mujeres preparaban comida y agua para los trabajadores
del bosque, así como para los lobos que asistirían al funeral
de Jordan esa misma noche.
Los Ancianos habían avisado a todos los Alfas vecinos y se
esperaba que asistieran. No sólo presentarían sus respetos
al difunto Alfa, sino que también reconocerían la condición
de Remington como nuevo Alfa de Tarchannen.
Una vez terminado el funeral, cualquier lobo podría desafiar
a Remington por su posición como Alfa. La presencia de
otros Alfas ayudaría a mantener el evento lo más pacífico
posible. El retador y Remington tendrían que luchar
limpiamente bajo la atenta mirada de los Alfas visitantes.
Esto no sólo aseguraba que un retador tuviera la
oportunidad de luchar contra Remington, sino que también
aseguraba que no hicieran trampas haciendo que varios
lobos le atacaran a la vez.
Poco después del mediodía, Gwendolyn encontró a
Remington en el estudio de su padre, mirando fijamente su
escritorio ensangrentado.
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"Remington, las provisiones están aquí" –le dijo en voz baja.

Remington asintió. Salió de la Casa Alfa y se dirigió a la


morgue. Los suministros ya habían sido entregados. Los
Ancianos esperaron en silencio a que Remington
comenzara el ritual. Como era costumbre, Remington lavó el
cuerpo de su padre. Ignoró el enorme agujero que solía ser
la cara de su padre. Limpió la sangre seca y la masa
encefálica de la cabeza antes de pasar al resto del cuerpo.
Una vez limpio el cuerpo, cogió dos hojas de albahaca santa
de Gwendolyn y las colocó en la boca de su padre.
Reginald se puso a su lado con una botella de aceite de
clavo. Vertió una pequeña cantidad de aceite de clavo en las
manos de Remington y éste empezó a ungir el cuerpo de su
padre con el aceite. Como los cuerpos no son inflamables
por naturaleza, tuvo que añadir un acelerante, el aceite de
clavo. Remington se tomó su tiempo para cubrir el cuerpo
de su padre con el aceite de clavo, asegurándose de cubrir
cada centímetro. Unas horas más tarde, la primera parte del
ritual estaba completa. Cubrió la cara de su padre con un
pañuelo bordado con el símbolo de Tarchannen, un lobo
enseñando los colmillos. El resto del cuerpo yacía desnudo
sobre la camilla de madera.
Emocional y físicamente agotado, Remington regresó a su
camarote.
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Celeste le esperaba delante de su cabaña. Su ajustada
camisa se ceñía a sus curvas y los cuatro primeros botones
estaban desabrochados, dejando al descubierto la tersa piel
de sus pechos. A juzgar por los pezones que sobresalían, se
había olvidado de llevar sujetador. Sus shorts Daisy Duke
dejaban poco a la imaginación y Remington decidió que
también se había olvidado de las bragas.
Al ver su seductor atuendo, dijo bruscamente:

"No estoy de humor, Celeste".

Ella hizo un mohín.

"Nunca lo estás. Tienes que comer, Remington. Déjame


alimentarte. Deja que te cuide..." –suplicó.

"Celeste, no te estoy jodiendo. Deja la comida y vete".

Pasó junto a ella y entró en su camarote, cerrando la puerta


tras de sí.

"Pero..."

Mirando la puerta cerrada, apretó los dientes.

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Uno de estos días, Remington, haré que te arrepientas de la
forma en que me tratas, pensó mientras dejaba la cesta de
comida delante de la puerta.
Remington no deseaba otra cosa que emborracharse y
olvidarse de todo durante unas benditas horas. Sabiendo
que no podía permitirse tal lujo, se paseó por el suelo de su
salón. Un golpe seco en la puerta de la cabaña le hizo
gruñir. Listo para la pelea, abrió la puerta.

"¿Kainda? ¿Qué haces aquí?”

"La manada está preocupada. No has comido en todo el día


...."

Ella levantó otra cesta de comida.

"No tengo mucho apetito".

"Piensa que es tu deber, Alfa" –dijo mientras daba un paso


adelante.

Remington enarcó una ceja ante su determinación.


Suspirando, se hizo a un lado y le permitió entrar en su
camarote. Se preguntó distraídamente por qué la habían

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elegido a ella para llevarle la comida, en lugar de a un
Anciano o a uno de sus machos.
Kai entró en la cocina y preparó la comida de su Alfa.
Odiaba ponerse en el típico papel femenino, pero no tenía
muchas opciones. Él necesitaba comer y las otras mujeres
tenían demasiado miedo de llevarle la comida.
Esperaba tener otra oportunidad de hablar con él sobre su
papel. Esperaba poder convencerle de que le diera la
oportunidad de demostrar que era una Rastreadora capaz.
Después de emplatar, se volvió hacia él.

"¿Mesa o salón?"

Se dirigió a la mesa y se sentó, sintiéndose hosco.


Es agradable tener a una mujer en mi cocina,
atendiéndome. Lástima que no sea mi compañera.
En un breve momento de debilidad, pensó en follarse a
Kainda en la mesita de la cocina. Sabiendo que su
compañera se enteraría de esa indiscreción, alejó sus
pensamientos.
Cuando te encuentre, Serena, vas a tener que
compensarme por esto.
Se la follaría hasta que ninguno de los dos pudiera moverse,
juró en silencio.

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La idea de enterrarse en su compañera lo tranquilizó un
poco y alejó su fugaz deseo por Kainda.
Suspirando pesadamente, se obligó a comer. A mitad de la
comida, le interrumpió otro golpe seco en la puerta de su
camarote.

"Yo abro, Alfa" –se ofreció Kai.

Abrió la puerta. Era Galen, el rastreador de Remington. Se


hizo a un lado para que Remington pudiera dirigirse a él.
Remington simplemente asintió y entró. Haciendo caso
omiso de Kai porque era una mujer insignificante, Galen le
dijo a Remington lo que había encontrado.

"He encontrado el lugar donde estaba el asesino,


Remington. Revisé toda la zona. Incluso encontré un
casquillo".

Sacó el casquillo del calibre 308 y lo colocó sobre la mesa.


Era un gran casquillo de latón de casi cinco centímetros de
largo. Remington recogió el casquillo, sumido en sus
pensamientos.

"Eso no es todo, Remington. No he encontrado ningún


rastro humano. Ni uno solo".
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Remington le miró, sorprendido.

"Eso no es posible".

"Olí un lobo, Remington".

Kai contuvo un grito de sorpresa.

"No" –negó.

“Un lobo no..."

Sacudió la cabeza, intentando comprender la situación.

"¿Quién?”

"Aún no lo sé. Es débil. Voy a volver y rastrear el olor. Sólo


quería que lo supieras".

Remington asintió, despidiendo a Galen.

"¿Señor? Tengo que irme..."

Sumido en sus pensamientos, Remington apenas la


reconoció.
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Decidiendo que no la echaría de menos, Kai se marchó
hacia el bosque. Encontró un lugar aislado y se transformó
en su lobo. La loba Kai trotó hacia el bosque, siguiendo el
fresco aroma de Galen. Siguió su olor hasta un pequeño
claro, donde el asesino había disparado el tiro mortal.
Olfateó la zona. Galen tenía razón. No había indicios de que
un humano hubiera pisado esta zona. Kai-Lobo comprobó a
fondo y recogió dos olores diferentes, uno más débil que el
otro. Olfateó la zona. Galen-lobo había seguido el débil olor.
Volvió a olfatear. ¿Adónde había ido el otro olor?
Una piña cayó sobre su nariz y levantó la vista. El árbol.
Levantó el cuerpo, las patas delanteras a varios metros del
suelo y se apoyó en el tronco. Comprobó todos los árboles y
finalmente lo encontró. Se concentró, cambió a su forma
humana y trepó al árbol. Una vez encaramada al árbol,
olfateó de nuevo. Su olfato humano no funcionaba tan bien
como su olfato lobuno y no pudo cambiar de forma en el
árbol. Sin embargo, aún podía oler al segundo lobo. Era un
olor extrañamente familiar.
Kai bajó del árbol y se concentró. Era agotador cambiar de
nuevo, pero estaba decidida a averiguar dónde había ido
Galen. Corrió por el bosque, siguiendo su rastro. Se tomó su
tiempo, asegurándose de permanecer fuera de su vista y a
favor del viento.

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Finalmente, su olor la condujo a una cabaña. Inspeccionó
los alrededores. La puerta de la cocina se abrió y Galen
salió con un rifle. Se quedó en silencio, esperando a alguien.
Esto está mal, pensó Kai-lobo.
Retrocedió lentamente y corrió hacia Tarchannen. Tenía que
encontrar a Remington.
Kai regresó a Tarchannen justo antes del anochecer.
Encontró su ropa, se cambió y se vistió. Los lobos
empezaban a dirigirse hacia la pira funeraria. Los siguió,
esperando tener la oportunidad de hablar con Remington.
Todos los lobos de Tarchannen estaban reunidos en el claro
y en el bosque.
Evie y Rylan estaban con sus hijos junto a un gran álamo.
Los alfas de las manadas vecinas estaban en semicírculo
alrededor de la pira. Conociendo el odio de la manada
Tarchannen hacia los humanos, Lucien había venido solo.
A su derecha estaba Ethan, el Alfa de Second Chances. A
su izquierda, Aleksandr Hoyden, Alfa de la manada Hoyden.
Stefan, Jacob, Grayson y Jared, Alfas de otras manadas de
la zona, completaban el semicírculo.
Los ancianos de la manada Tarchannen formaron un
semicírculo al otro lado de la pira. La multitud enmudeció y
se separó para dejar pasar al cortejo fúnebre.
Remington sujetaba una esquina de una camilla de madera,
el Rastreador de Jacob y dos de sus Soldados sujetaban las
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otras esquinas. Caminaron lentamente hacia la pira
funeraria. Levantaron la camilla de madera sobre la pira y la
depositaron con cuidado. Remington se volvió hacia los
Ancianos y cogió un tronco de sándalo de Emmanuel. Lo
colocó en la base de la pira. Margaret, otra anciana, le dio
un tallo de albahaca que colocó a media altura de la pira.
Uno de los ancianos encendió una antorcha y se la ofreció a
Remington. Sin decir una palabra, tomó la antorcha y la
acercó a la base de la pira. La leña seca prendió
rápidamente. Caminó alrededor de la pira, tocando
periódicamente la base y prendiendo fuego a más leña. Una
vez completado el círculo, arrojó la antorcha a la base de la
pira y se apartó. Remington permaneció inmóvil mientras las
llamas del fuego calentaban su cuerpo.
El fuego ardió durante varias horas. Todos permanecieron
en silencio mientras veían arder el cuerpo de su antiguo
Alfa. Una vez que su cuerpo quedara reducido a cenizas, el
viento lo dispersaría por el bosque, completando así el ritual.
Cuando el fuego empezó a apagarse, se encendieron varias
antorchas y se dispersaron entre la multitud.
Remington se enfrentó a la multitud de lobos, dispuesto a
defender su título. Asintió a sus Soldados y dos de ellos se
abrieron paso entre la multitud para colocarse detrás del
retador.

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"Como todos sabéis, mi padre, Jordan Tarchannen, fue
asesinado por un cobarde" –dijo en voz alta, dirigiéndose a
la multitud.

"Mi Rastreador ha encontrado a ese cobarde y no es un


humano" –reveló.

Se oyeron gritos de sorpresa y murmullos entre la multitud.


Remington les dio un momento para que asimilaran la
información. Hizo un gesto a Galen y éste se adelantó,
sosteniendo un Remington M24 negro con mira de
francotirador. Levantó el rifle por encima de su cabeza para
que la manada pudiera verlo.

"Esta es el arma utilizada para asesinar a mi padre. La han


recuperado hoy mismo" –gruñó, controlando a duras penas
su rabia.

Los ojos dorados de Remington brillaron con intensidad.

"En lugar de retarle a un combate, este cobarde le disparó


en la nuca".

La multitud exigía saber quién era el responsable, exigía su


carne.
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"¡RYLAN!" –Remington gritó, saliva volando de su boca.

Rylan estaba de pie junto a Evie, con el brazo alrededor de


su cintura. Cuando oyó que Remington le llamaba por su
nombre, reaccionó al instante, soltando a Evie y
colocándose de forma protectora frente a ella y los niños.
¿Qué coño está pasando? se preguntó mientras los
soldados se acercaban.

"¡Tráiganmelo!" –exigió Remington.

Rylan relajó su postura y caminó hacia la pira funeraria. Se


detuvo a varios metros de Remington.

"No sé nada de ese rifle, Remington. No tengo problemas


contigo ni con tu manada".

"¿Entonces por qué mataste a mi padre?" –Preguntó


Remington.

"No lo hice" –negó Rylan.

"Evelyn" –llamó Remington.

Ella se adelantó para dirigirse a su Alfa.


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"Él no lo hizo, Remington. Rylan es inocente".

"¿Dónde estaba ayer, Evelyn? ¿Entre la hora del almuerzo y


el atardecer?"

Evelyn se negó a responder.

"¿Estaba contigo?"

"No" –admitió en voz baja.

"Estaba de patrulla".

La multitud rugió y los Soldados rodearon a Rylan para


protegerlo de la enfurecida manada de lobos.

"Él no hizo esto, Remington. No tiene motivos para hacerlo"


–suplicó Evie.

"Rylan ha cometido un acto de traición. La pena es la


muerte".

La multitud vitoreó su sentencia.


Evie miró preocupada a su padre, Ethan.

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"Será ejecutado mañana por la tarde, Rylan. Llévenlo a la
cárcel" –ordenó.

Rylan permitió que los Soldados lo escoltaran hasta la


cárcel del pueblo y lo encerraran en una celda. Podría haber
luchado contra los Soldados y escapar, pero una vida sin
Evie y sus hijos era poco atractiva.
Estaba seguro de que, a la luz del día, Remington vería que
no podía haber planeado el asesinato de Jordan.
La demostración de poder de Remington hizo mucho para
renovar la fe de su manada en él. Satisfecho de que estaba
en camino de reclamar lo que era su derecho de nacimiento,
salió del bosque y se dirigió a su cabaña.
Kai permanecía ansiosa a unos metros de Evie, observando
cómo su padre la consolaba. Varios de los otros Alfas
rodearon a Ethan y Evie, protegiéndolos de las miradas
desagradables de los lobos cercanos.
Los hijos de Evie estaban de pie con los padres de su padre
al borde del claro.
Kai reconoció a Aleksandr Hoyden. Según los rumores,
Aleksandr tenía una mujer soldado. Sintiendo que su mejor
oportunidad era acercarse a Aleksandr, Kai respiró hondo y
dio un paso adelante.

"¿Señor?"
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Aleksandr apenas oyó la suave voz entre el ruido de la
multitud. Se giró para encontrar a una joven lobo de pie
junto a él.

"Señor, no creo que Rylan haya hecho esto, señor".

"¿Y por qué no?" –preguntó mientras se giraba para


prestarle toda su atención.

Lucien y Stefan escucharon su declaración y se giraron para


escuchar también.

"Yo-"

Miró a su alrededor nerviosa.


Tal vez fue una mala idea. No conozco a estos lobos.
¿Usarían esta información para humillar a Remington o para
ayudar a Rylan?
Los sollozos desgarradores de Evie finalmente la
convencieron de compartir lo que sabía.

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CAPÍTULO 15

La manada se había dispersado y Kai se quedó a unos


metros de distancia mientras los Alfas discutían su plan.
Los padres de su compañero habían insistido en que Evie y
los niños se quedaran con ellos. Como quería quedarse en
la ciudad, cerca de Rylan, aceptó.
Se fueron, dejando a Kai solo con los Alfas. Todos entendían
la posición de Remington. Tenía una tremenda carga sobre
sus hombros y ninguna compañera para consolarlo.
Además de ser terco, como la mayoría de los Alfas,
convencer a Remington de que estaba equivocado iba a ser
un reto.

"Lucien, no creo que debas hablar con él. Tiene problemas


con que tu compañera sea humana" –reveló Ethan.

"Supongo que podría hacerlo" –ofreció Stefan.

"La mujer vino a Aleksandr" –señaló Grayson.

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"Creo que debería hablar con Remington".

Aleksandr asintió con la cabeza y se volvió hacia Kai.

"Llévame a la casa de tu Alfa".

Ella asintió y le indicó el camino.


A Kai se le hizo un nudo en el estómago.

"No te pongas nerviosa, Kainda".

La voz profunda de Aleksandr era reconfortante.

"No puedo evitarlo, señor".

Aleksandr sonrió satisfecho.


Me recuerda a Izzy.

"Puedo ocuparme de tus nervios" –se ofreció Aleksandr.

Kai se detuvo y se dio la vuelta, sorprendida por la oferta del


Alfa.

"¿Y bien, Kai? ¿Quieres que te folle o no?".

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Aleksandr era conocido por su franqueza. Ella no sabía que
también lo era en la intimidad.
Asintió con la cabeza y se acercó a él.

"Desnúdate" –le ordenó mientras empezaba a desvestirse.

Kai se quedó desnuda delante de Aleksandr. Aunque no era


una virgen tímida, no estaba segura de cómo proceder con
un Alfa.
Aleksandr la estrechó suavemente entre sus brazos y la
besó.

"Siento que no tengamos tiempo para follar como es debido.


Tendrá que ser rápido".

"Me encantan los polvos rápidos por la mañana" –dijo ella


con una amplia sonrisa.

Aleksandr los movió hacia su izquierda, presionando


suavemente a Kai contra el tronco de un árbol. La áspera
corteza contra su suave espalda era sorprendentemente
estimulante. Aleksandr deslizó la mano entre ellas,
masajeándole los pechos antes de besarla profundamente.
Sus dedos bajaron hasta sus rizos y encontraron fácilmente
su clítoris hinchado.
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Jugueteó con él, provocándole un gemido. Bajó aún más los
dedos y deslizó uno en su sedoso canal. Cuando la vio lista,
retiró el dedo y la levantó, abriéndole las piernas.
Kai rodeó el cuello de Aleksandr con una mano y metió la
otra entre los dos. Agarró su gruesa polla y la introdujo en
ella.

"Aleksandr" –suspiró mientras él la llenaba.

Le acarició el pecho y los pezones mientras le besaba


suavemente el hombro y el cuello.
Aleksandr movió las caderas, empujando a Kai con
movimientos cortos y rápidos. Luego cambió de ritmo.
Empujaba lenta y profundamente, disfrutando de la
sensación de su canal apretado y sedoso envuelto alrededor
de su polla. Poco a poco fue aumentando el ritmo, sin dejar
de empujar profundamente.
Aleksandr gruñó al sentir la sedosa funda de Kai agarrar su
polla. Kai clavó las uñas en los hombros de Aleksandr
mientras su cuerpo se tensaba de repente.
Con un fuerte gemido, se subió a la ola creciente de su
orgasmo. Su cuerpo se estremeció al estallar la ola. Con un
fuerte gruñido y una última embestida, Aleksandr vació su
semilla dentro de ella.

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No tenía que preocuparse por dejarla embarazada. No era
su pareja, así que no era posible.
Se retiró de ella casi de inmediato, dejándola suavemente
en el suelo. Con un suave beso, se apartó de ella y se vistió.
Saciada y ya sin nervios, Kai se vistió rápidamente y
condujo a Aleksandr al camarote de Remington.

Remington estaba sentado en su sofá, bebiendo un whisky


doble. Hacía girar el vaso distraídamente. Sumido en sus
pensamientos, de vez en cuando daba un sorbo antes de
volver a girar el vaso. Cuando notó unas gotas de agua y
nada de whisky, dejó el vaso sobre la mesita y se sirvió otra
generosa ración de whisky.
Un suave golpe en la puerta no le hizo detenerse mientras
servía el whisky.

"Adelante" –llamó.

La puerta se abrió y Aleksandr siguió a Kai al camarote.

"Tengo que hablar contigo, Alfa" –empezó Kai.

Remington olfateó el aire. El olor a sexo se aferró a ellos y


gruñó.

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Mi compañera debería haber estado aquí para consolarme.
Para follarme.
Aleksandr tiró de Kai detrás de él, dispuesto a protegerla de
su irritable Alfa.

"¿Deseas seguir siendo Alfa?" –Aleksandr exigió.

"¿Me estás desafiando?" –ladró Remington mientras se


levantaba.

"Tengo mi propia manada de la que preocuparme. No


necesito la tuya" –afirmó Aleksandr.

"¿Entonces por qué estás aquí?"

"Estoy aquí para evitar que hagas el ridículo".

Los ojos dorados de lobo de Remington brillaron.

"¿Cómo te atreves...?"

"Cierra la boca y escucha de una vez, Remington" –ordenó


Aleksandr.

Antes de que pudiera protestar, Aleksandr continuó:


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"Detente y piensa. Rylan está aquí para proteger a Evie y a
sus cachorros. Se la está follando. ¿De verdad crees que
querría renunciar a eso para convertirse en Alfa?".

Aleksandr sabía de primera mano la carga que suponía ser


Alfa.

"Rylan vino a la ciudad recientemente y fue abordado por un


grupo de sus hembras. Buscaban convertirse en Perra Alfa.
Según Kai, Rylan insistió en que no estaba interesado".

Remington se burló.

"Por supuesto que diría eso si estuviera planeando..."

"Otro lobo es responsable de la muerte de Jordan,


Remington. Su olor está en la escena" –interrumpió
Aleksandr.

"¿Otro lobo? ¿De qué estás hablando? Galen, mi


Rastreador nunca mencionó a otro lobo".

"Eso es porque no pudo averiguar adónde fue el lobo" –


añadió Kai en voz baja.

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Remington centró su mirada en Kai. Ella se paró derecha,
enfrentando valientemente a su iracundo Alfa.
Esto es por el bien de la manada, se dijo a sí misma
mientras su corazón comenzaba a acelerarse.

"¡Tú! ¿Estás insinuando que mi Rastreador es


incompetente?"

Kai sabía que estaba en problemas. Remington estaba


tomando esto como un ataque personal. Desde que eligió al
Packer, cualquier incompetencia por su parte se reflejaría
mal en Remington.

"El lobo era astuto, señor" –dijo Kai en un intento de calmar


el ego de Remington.

"¿Por qué no lo determinas tú mismo, Remington? Después


de todo, tú eres el Alfa y debes demostrar que eres más
astuto que tu enemigo" –replicó Aleksandr.

Remington consideró la excusa que le dio Aleksandr. El lobo


era un enemigo astuto que sólo él podía descubrir. Cogió su
vaso y se lo bebió de un trago.

"Vamos" –exigió con un gruñido.


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Kai los condujo a través del bosque, deteniéndose en el
claro donde se había encontrado el casquillo.

"Olí dos lobos, un olor más tenue que el otro. El olor más
fuerte pareció desaparecer, por eso Galen se centró en el
olor más antiguo. Ese olor es el olor de Rylan. Ha estado
patrullando estos bosques durante semanas. No es
sorprendente que su olor esté aquí".

Se acercó a un álamo maduro y señaló una rama.

"Allí arriba. El lobo disparó a Jordan y luego saltó hasta


aquí. Desde allí, sospecho que se mantuvo en los árboles
hasta que estuvo a una distancia segura. Luego volvió al
suelo y abandonó la zona. En algún momento se las arregló
para meter el rifle en el dormitorio de Rylan. Sería fácil
entrar en su casa por la Puerta del Lobo".

Remington se desnudó y se movió. Olfateó la zona y captó


el olor de cuatro lobos diferentes, Galen, Kai y dos olores
débiles. Uno de ellos era el de Rylan. El otro era débil y
extrañamente familiar.
Se movió y trepó al árbol. Moviendo sólo la cabeza, olfateó
la zona. Al reconocer el olor, gruñó una advertencia en voz
baja.
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Traidor.
Pensando en lo que Kai había deducido, siguió los olores
hasta otros árboles, y finalmente encontró el lugar donde el
lobo asesino volvió al suelo.
Kai recogió la ropa de Remington antes de que ella y
Aleksandr lo siguieran mientras saltaba de un árbol a otro.
Aleksandr se movió y olfateó la zona donde estaba
Remington. También podía oler al otro lobo. Sería capaz de
identificarlo si alguna vez entraban en contacto.

"Quienquiera que plantara el arma como prueba habría


dejado su olor en la casa. Evie, Rylan y los niños han estado
en la ciudad desde primera hora de la mañana" –reveló Kai.

"Entonces vamos a la cabaña" –gruñó Remington.

Remington corrió hacia la cabaña de Evie. Aleksandr se


sentó en el asiento del copiloto mientras Kai se sentaba solo
en el asiento trasero. Aparcó y salió de su Jeep, sus
compañeros iban sólo dos pasos por detrás de él. Entró en
la cabaña por la puerta trasera que Galen había dejado sin
cerrar. Volvió a mover la cabeza y olfateó la Puerta del Lobo.
Podía oler al lobo traidor.
Se desnudó y se movió completamente. Siguió el olor
escaleras arriba, hasta el dormitorio de Rylan.
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El arma había sido metida apresuradamente debajo de la
cama.
Ese bastardo traidor.
Remington aulló de rabia.

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CAPÍTULO 16

Necesitado de descargar su rabia, Remington se quedó en


forma de lobo y se largó.
Una carrera por el bosque enfriaría su temperamento y
podría ocuparse del traidor.
Kai recogió la ropa de Remington, la dobló ordenadamente y
la llevó de vuelta al jeep. Aleksandr los llevó de vuelta a la
cabaña de Remington y estacionó su Jeep.

"Hiciste lo correcto, Kai".

"Entonces, ¿por qué todavía me siento mal del estómago?"

"Estás preocupada tanto por Remington como por la


manada" –respondió Aleksandr.

"Y las repercusiones de lo que descubriste".

Aleksandr se acercó a ella y le apretó la mano con ternura.

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"Si estás preparada para que te folle como es debido, suelta
la ropa y llévame a tu camarote".

"¿Siempre eres tan directo?" –preguntó Kai.

"¿Prefieres que pierda el tiempo siendo vago?" –replicó.

Ella negó con la cabeza. Ser directa ahorra mucho tiempo,


estuvo de acuerdo Kai.
Corrió hacia la puerta, dejó la ropa de Remington en un
paquete ordenado y volvió corriendo hacia Aleksandr.
Le cogió de la mano y le llevó a su camarote. Finalmente
llegaron a su cama.

Más tarde, Aleksandr, Kai y los demás Alfas se reunieron en


la cárcel de Tarchannen. Rylan seguía en la celda. Estaba
de pie detrás de las barras de metal, con la frente
presionando contra los barrotes mientras buscaba a Evie.

"Lo siento, cariño" –se disculpó de nuevo mientras le secaba


las lágrimas.

"No tienes nada que lamentar" –respondió Evie entre


hipidos.

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Ella sabía que Rylan no tenía nada que ver con la muerte de
Jordan.

"No te preocupes, Rylan. Estoy seguro de que Remington


entrará en razón" –dijo Aleksandr tranquilizador.

No quería explicar lo que Kai había encontrado porque era


el deber de Remington revelar la identidad del traidor.
Rylan iba a ser ejecutado al anochecer.
Cuando la luz del día comenzó a desvanecerse lentamente,
Remington entró en la cárcel, con sus soldados y rastreador
detrás de él. Galen miró a Kai. Ella se negó a acobardarse
ante su mirada.

"La zona es segura, señor" –informó uno de sus soldados


tras realizar un registro exhaustivo.

"Seca tus lágrimas, Evelyn. No voy a ejecutar a tu amante".

Aliviada, un nuevo conjunto de lágrimas fluyó por el rostro


de Evie mientras se volvía hacia Rylan.

"Libera a Rylan" –ordenó.

Uno de sus soldados abrió la celda y Rylan salió.


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Inmediatamente se acercó a Evie, la abrazó y la besó.

"Rylan, yo..."

A Remington pareció cerrársele la garganta al intentar


disculparse. Respiró hondo y volvió a intentarlo.

"Por las pruebas que mi Rastreador encontró al principio,


parecía que tú eras el culpable".

Rylan se volvió hacia Remington, manteniendo su brazo


firmemente alrededor de Evie.

"Kainda encontró nuevas pruebas. El traidor será tratado en


breve".

Al darse cuenta de que esto era lo más cercano a una


disculpa que obtendría de Remington, Rylan asintió.
Estaba en su derecho de exigir una disculpa formal frente a
la manada, así como desafiar a Remington a una pelea para
restaurar su honor. También podía reclamar su derecho a
ejecutar al lobo que lo incriminó. Ninguna de esas acciones
haría nada para restaurar la fe de la manada en Remington.
De hecho, debilitaría aún más su autoridad.

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A Rylan no le importaba nada más que llevar a Evie a casa y
a su cama.
Los Alfas en la sala esperaron la respuesta de Rylan.

"Kai es ... un activo valioso, Remington" –comenzó Rylan.

Aleksandr asintió con la cabeza.


Galen resopló.

"¿También te folló a ti?" –se mofó.

Rylan gruñó en respuesta y Galen tragó saliva.


Bajó los ojos sumisamente ante el enfurecido Alfa.

"Ese tipo de idiotez es... perjudicial para tu manada. Te


sugiero que elijas tus palabras con más cuidado".

Para beneficio de Evie, así como de Kai, añadió:

"No, no me follé a Kai. No necesito follármela para ver que


es una Rastreadora con talento".

Los ojos de Kai se iluminaron ante el cumplido de Rylan.


Rylan se volvió hacia Remington.

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"Tienes una gran deuda con Kai, Remington, al igual que yo.
Fuiste manipulado a causa de tu ego. Espero que no dejes
que vuelva a ocurrir".

Remington asintió secamente.


Todo lo que decía Rylan era verdad y le enfurecía aún más
estar en deuda con una hembra.

"Kai, gracias" –dijo sinceramente.

Asintiendo a los otros Alfas de la sala, cogió a Evie de la


mano y la sacó de la cárcel de Tarchannen.

"Remington, si necesitas ayuda..." –Lucien comenzó.

"No necesito tu ayuda" –espetó Remington.

Los ojos de Lucien brillaron durante un instante antes de


calmarse.

"Tu ira está mal dirigida, Remington. Como no necesitas mi


ayuda, me despido de ti".

Se dio la vuelta y se marchó.

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Los otros Alfas no se molestaron en ofrecerse. Se quedarían
a presenciar el castigo del traidor de Tarchannen.
Remington atravesó Tarchannen, dirigiéndose al centro de
su ciudad. Sus Soldados y Rastreador le siguieron.
Los Alfas caminaban detrás de ellos. Se había montado un
gran escenario improvisado en el centro de la ciudad. Los
Ancianos se situaron en el escenario mientras el resto de la
manada lo rodeaba. Subieron los escalones del escenario y
Remington se volvió hacia su manada. Sus Soldados se
colocaron detrás de los Ancianos.

"Rylan fue incriminado por el lobo que asesinó a mi padre" –


dijo Remington en voz alta.

"Este lobo, este astuto lobo logró ocultar su olor de mi


Rastreador. Galen siguió el rastro falso cuidadosamente
trazado hasta Rylan, donde encontró pruebas
incriminatorias, el rifle M64. Aunque era astuto, este lobo no
pudo engañarme. Encontré su olor donde se hizo el disparo,
así como en la casa de Evelyn".

"Reginald, te acuso de traición" –declaró.

Los lobos de la multitud soltaron un gran rugido.


¿Un Anciano asesinó a su Alfa?
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Los orgullosos lobos Tarchannen exigieron sangre.
Exigían venganza.
El cuerpo de Remington estaba tenso. Estaba listo para
luchar. Toda la rabia que sintió las últimas semanas estalló y
atacó. Reginald corrió hacia la izquierda, suplicando por su
vida. Ignorando sus súplicas, Remington se desnudó y se
transformó en un gran lobo negro de ojos dorados.
Reginald se quitó rápidamente la ropa y se transformó en un
lobo gris. Gimoteó y adoptó una postura sumisa, con la
cabeza apoyada en las patas y las traseras levantadas.
Tenía la cola metida entre las patas y gemía.
Remington ladró ferozmente mientras avanzaba. Con un
golpe de su enorme pata, acuchilló el hocico y la nariz de
Reginald-lobo. La sangre salpicó el escenario y el pecho y
las patas delanteras de Remington. Remington siguió
ladrando al sumiso lobo, desafiándolo a atacar.
Remington quería desatar su furia contra el lobo, pero le
parecía cobarde hacerlo mientras pedía clemencia.
La manada de lobos empezó a cantar en voz baja. Era un
canto de muerte. El ritmo del canto aumentó, al igual que el
volumen. Pronto el canto estaba en su sangre y la sed de
sangre se apoderó de él. Remington-lobo gruñó. La saliva
goteaba de sus colmillos mientras avanzaba, chasqueando
y gruñendo. Tumbado en el escenario, Reginald-lobo se
tapó los ojos con las patas para protegerlos.
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Nunca esperó que Remington descubriera su artero plan.
Había sido tan cuidadoso, tan astuto en su preparación y
ejecución. Sin embargo, de alguna manera Remington lo
había descubierto.
Reginald se dio cuenta de repente de que había
subestimado al Alfa. Y pagaría por ello con su vida.
Era un pequeño consuelo para él que Remington no hubiera
descubierto a sus cómplices, que no sospechara que había
más de un traidor entre ellos.
Lobo Reginaldo había cometido un crimen imperdonable.
Había asesinado a su Alfa. Nadie se atrevería a protegerlo.
Nadie podría protegerlo.
Rezó para que la muerte fuera rápida. No fue así.
Remington-lobo atacó el costado de Reginald-lobo. Le dio
un tajo en el costado con una garra afilada, lo
suficientemente profundo como para exponer las costillas. El
lobo gritó de dolor, lo que pareció encantar a la manada.
Rodeó a Reginaldo y repitió el ataque por el otro lado. De
nuevo gritó de dolor. Los cánticos continuaron, haciéndose
más intensos a medida que afloraba su sed de sangre.
Lobo-Remington atacó a continuación sus cuartos traseros,
arrancando un gran trozo de carne. Lo llevó hasta el borde
del escenario y lo arrojó a la multitud.
Gritaron de alegría por su recompensa y luego se
reanudaron los cánticos.
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Remington-lobo extrajo más carne y la arrojó a la multitud.
Siguió atacando y dispersando la carne del traidor, tomando
suficiente carne para causarle un dolor insoportable
mientras lo dejaba aún con vida.
Pasaron varias horas hasta que la pérdida de sangre hizo
que Reginald-lobo perdiera el conocimiento.
Remington-lobo arrastró el cadáver y lo arrojó por el borde
del escenario, permitiendo que sus lobos se vengaran. Se
puso de pie en el borde del escenario y aulló. Sus soldados
se colocaron detrás de él y empezaron a aullar.
Una vez terminado el frenético ataque contra el cadáver de
Reginald, el resto de la manada se movió.
Aullaron al unísono, una manada unida.
Remington había hecho justicia de acuerdo con la ley de la
manada. Como Alfa, tenía deberes que lo mantendrían
ocupado en Tarchannen durante los próximos meses.
Una vez que estuviera satisfecho de que su manada
estuviera segura y todo funcionara sin problemas,
continuaría la caza de su pareja, Serena.

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CAPÍTULO 17

HACE SEIS MESES...

Después de salir de la cabaña de Evie, Serena corrió por


el bosque, ansiosa por volver a su vehículo. Una vez que
llegó a su Toyota RAV4 plateado, cambió de marcha y se
quitó la bolsa de dinero que colgaba de su cuello.
Se vistió rápidamente y se encerró en el todoterreno
compacto. Sacó mil dólares y los metió en el bolso. Se metió
unos cuantos billetes en el sujetador y luego escondió la
pequeña bolsa de Evie en el bolso de lona. Condujo lo más
segura que pudo y se alejó a toda velocidad del territorio de
Tarchannen. Conociendo al Rastreador y temiendo que el
propio Remington la persiguiera por la mañana, tenía que
alejarse lo más posible de Tarchannen.
Condujo casi trescientos kilómetros hasta una gran ciudad.
Condujo hasta una zona concurrida de la ciudad y aparcó el
RAV4.
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Remington había comprado el RAV4 como regalo de bodas
para ella y se sintió un poco culpable al abandonarlo.
Dejó el todoterreno abierto, con las llaves a la vista en el
asiento del copiloto, como si se le hubiera olvidado.
Con suerte alguien robará este todoterreno y Remington
perderá el tiempo rastreando al ladrón en vez de a mí, rezó
Serena.
Entró en un restaurante y llamó a un taxi. Al cabo de una
hora, el taxi la había dejado en un concurrido aeropuerto
internacional.
Esto está lo bastante lejos de Tarchannen como para que
Remington no tenga poder aquí, pensó.
Como no tenía pasaporte, no podía coger un vuelo
internacional. Compró su billete con el dinero que Evie le
había dado. Su plan era simple. Pasaría las próximas horas
yendo de una gran ciudad a otra. Incluso compró varios
billetes para diferentes destinos en distintos mostradores,
para que si Remington llegaba al aeropuerto, no supiera
adónde había ido.
Veinticuatro horas después de que Serena huyera de su
compañero, entró en una pequeña habitación de motel y se
desplomó en la cama.
Agotada mental y emocionalmente, durmió casi doce horas.
Cuando despertó, se dio una larga ducha caliente y se vistió
con unos cómodos vaqueros.
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Tras haber gastado casi la mitad de su dinero en falsas
pistas, Serena se dio cuenta de que tendría que buscarse
un trabajo para mantenerse. Había elegido esta ciudad
porque no tenía vínculos con los hombres lobo, así que
estaría a salvo de los de su especie.
Se dirigió a una cafetería cercana y pidió el almuerzo. De
vuelta al motel, cogió varios periódicos con la esperanza de
encontrar un trabajo en los clasificados. Serena pensó en el
tipo de trabajo que la mantendría a salvo.
Quería permanecer invisible. Sabiendo que, por mera
casualidad, alguien podría verla u olerla mientras ella estaba
desprevenida, prefería un trabajo que la mantuviera alejada
de la esfera pública. Camarera y cajera estaban tachadas
de su lista mental. No tenía la formación necesaria para ser
profesional de la medicina, así que esos trabajos también
fueron tachados de su lista. Finalmente, encontró un
anuncio que se adaptaba perfectamente a ella: Auxiliar de
guardería.
Entusiasmada, anotó la información y consultó el mapa que
había recogido en recepción ese mismo día. Encontró la
guardería en el mapa. Estaba a dos manzanas. Se mordió el
labio. ¿Y si alguien la veía de camino al trabajo? Comprobó
el mapa, buscando otras rutas de ida y vuelta a la guardería.
Encontrar rutas alternativas calmó a su loba y empezó a
prepararse para la entrevista.
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Al día siguiente, llamó a la guardería y concertaron una
entrevista para el día siguiente. Serena estaba encantada
cuando la contrataron. Tras haber cuidado a niños de la
manada en Tarchannen, Serena se sentía cómoda con los
pequeños humanos de la guardería. La encargada le dijo
que en cuanto comprobara sus antecedentes, podría
empezar a trabajar. Serena le dio las gracias y deseó
desesperadamente poder llamar a Evie para darle la buena
noticia. Sabiendo que no podía arriesgarse a que Remington
rastreara la llamada, decidió escribir un diario.

Los meses siguientes pasaron volando y Serena empezó a


bajar la guardia.
Debe de haber renunciado a mí, pensó esperanzada.
Después de todo, no soy su verdadera pareja. Tal vez
decidió que estaba mejor sin mí. Estoy segura de que ha
recibido ofertas de una docena de lobas encantadas de
ocupar mi lugar a su lado.
Aunque a Serena le ofendía la naturaleza abiertamente
sexual de Remington, otros lobos, lobos hambrientos de
poder, lo aguantarían con gusto por la oportunidad de
convertirse en la Perra Alfa. Dinero y poder eran dos
poderosos incentivos para aparearse con Remington.
Serena no deseaba ni lo uno ni lo otro. Se conformaba con
ser libre.
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A pesar de estar encantada de haber eludido a Remington y
al Rastreador durante más de seis meses, su lobo estaba
agitado. Habiendo crecido en Tarchannen, siempre había
estado rodeada de lobos. Su situación vital era ahora
opuesta al extremo: estaba rodeada de humanos.
Necesitaba el contacto con otro lobo, el consuelo de los
suyos, y se sentía inquieta.

Una noche, Serena decidió soltar a su lobo en un parque


cercano. Como vivía en una gran ciudad, lejos de cualquier
bosque, su único refugio era el parque local.
Esperó hasta medianoche, se desnudó y se transformó en
su lobo. Saltó por la ventana del motel y se escabulló por las
calles desiertas hasta llegar al parque. Olfateó el aire,
buscando humanos y lobos. El parque estaba desierto.
Corrió por el parque, esquivando árboles, esprintando,
ladrando suavemente mientras su lobo disfrutaba de su
libertad. Corrió durante horas, recorriendo el parque varias
veces antes de decidirse a volver al motel.
Cada noche, Serena volvía al parque, dejando que su lobo
corriera libre.

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17 DE DICIEMBRE...

Maldiciendo a su Alfa por décima vez, el Omega atravesó


la ciudad humana. Su alfa le había ordenado ir a una
populosa ciudad humana y explorar la zona en busca de
establecimientos de moda. Su Alfa quería atender a los
humanos ricos que visitarían su ciudad en un futuro
próximo. El Omega sabía lo que los humanos realmente
querían: sexo. Pero dudaba que su Alfa construyera
burdeles para los hombres ricos que visitarían su creciente
ciudad.
Por el rabillo del ojo, el Omega vio a un lobo gris lanzarse
entre los árboles. Detuvo el coche y volvió a mirar, pero el
lobo había desaparecido. Condujo hasta encontrar un
aparcamiento. Con cautela, regresó a la zona donde creía
haber visto al lobo. Se adentró en el parque y se dirigió a un
lugar oscuro entre los árboles. Se desnudó, se cambió de
ropa y empezó a buscar. En pocos minutos encontró su olor.
Lo siguió por el parque y por las calles laterales.
El rastro terminó en la ventana de una habitación de motel.
Se quedó atrás, observando cómo se encendía la luz y ella
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se duchaba. Trotó con cuidado hasta la entrada del motel y
encontró un cartel con el nombre Good Nite.
Volvió corriendo al parque, se cambió y se vistió. Corrió de
vuelta a su coche, excitado.
Una loba. Sola en medio de una ciudad humana.
Tiene que ser ella.
El Omega condujo hasta un motel cercano y alquiló una
habitación. Se duchó y se acostó, poniendo el despertador a
las cinco de la mañana. Cuando sonó el despertador, se
duchó de nuevo, con la esperanza de eliminar todo el olor a
lobo posible. Se vistió, condujo hasta un restaurante de
comida rápida para comprar algo de comida y condujo hasta
el motel Good Nite. Aparcó a una manzana de distancia,
colocando su vehículo de forma que pudiera ver la fachada
del motel. Como era una semana antes de Navidad, los
compañeros humanos de Serena celebraban una fiesta
navideña después del trabajo.
Para encajar, Serena se vistió con una blusa roja festiva y
una falda negra neutra. Su manada no celebraba la
Navidad. Le parecía extraño que los humanos talaran
árboles y los decoraran. Parecían disfrutar de la naturaleza
matándola. Se recogió el pelo en un moño y lo sujetó con
unas horquillas. Se maquilló un poco y se puso los zapatos,
lista para otro día con sus jóvenes pupilos.

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A las siete en punto, la vio. Vio cómo Serena salía del motel
y empezaba a caminar hacia él. Arrancó el coche y pasó
junto a ella. Aparcó el coche y vio cómo ella avanzaba por la
manzana. Cuando se acercaba al final de la manzana,
arrancó el coche y dio media vuelta. Condujo lentamente
calle abajo y giró a la izquierda en otra calle.
Aparcó y observó mientras ella seguía caminando. Una vez
más, llegó al final de la calle. Esta vez cruzó la calle y entró
en un edificio. El Omega pasó por delante del edificio y se
fijó en el nombre, "Wee Care Day Care".
Pensando que debía de trabajar allí, el Omega se marchó.
Perfeccionó su plan y volvió a la guardería esa misma tarde.
Esperó durante horas, observando en silencio cómo los
padres recogían a sus hijos. Cuando no la vio salir, empezó
a dudar. ¿Se había equivocado? Cuando se dio cuenta de
que no había visto salir a ninguno de los demás
trabajadores, pensó que todos debían de seguir dentro del
edificio. Decidió esperar a ver qué pasaba.
Por fin, vio a varias mujeres salir del edificio. Caminó junto a
varias mujeres y decidió mover su coche para que ella no le
viera. Aparcó en una calle oscura y salió del coche.
Serena cruzó la calle, sola, y él corrió tras ella.
Serena oyó el golpeteo de los pasos detrás de ella y su
corazón empezó a acelerarse. Su lobo sintió el peligro y
empezó a correr. Corrió a ciegas, pensando:
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"Oh, no, me ha encontrado".

Me ha encontrado.
Temiendo que Remington la hubiera encontrado, Serena
entró en pánico. Sin saber hacia dónde correr, vaciló un
segundo. El Omega saltó, abordándola por detrás. Cayeron
al suelo. Ella luchó por zafarse de él. Sacó una jeringuilla y
la apuñaló en la pierna. Liberó la droga y, en cuestión de
segundos, Serena quedó inconsciente.
El Omega miró a su alrededor. La calle estaba desierta.
Nadie había presenciado el ataque. Satisfecho consigo
mismo, el Omega sonrió. Tiró la jeringuilla a un lado y cogió
a Serena. La llevó a su coche y la colocó en el asiento
trasero. Se subió a su lado y cerró la puerta.
Una loba hembra. La compañera de un Alfa, pensó.
Sus ojos recorrieron su cuerpo. Deslizó la mano por la
pierna cubierta de medias. Siguió subiendo por la pierna, se
deslizó bajo la falda y le acarició el muslo. Le pasó los
dedos por las bragas, acariciándola suavemente.
Completamente erecto y dolorosamente constreñido por sus
pantalones, estaba a punto de liberar su polla hinchada
cuando sonó su teléfono móvil.
El singular tono de llamada indicaba que era su Alfa.
Maldijo, respiró hondo y contestó.

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"¿Sí, señor?"

Escuchó un momento cómo su Alfa le daba una nueva


orden. Emocionado ante la perspectiva de volver a verla,
respondió con neutralidad:

"Sí, señor. Estaré allí por la mañana".

Miró a la loba inconsciente a su lado. No era nada


comparado con el lobo que realmente quería.
Llamó al laboratorio y les habló de su última adquisición.
Hizo arreglos para dejarla en el laboratorio y luego planeó
tomar un avión a su próximo destino.

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CAPÍTULO 18

Justo antes de medianoche, el Omega se detuvo en el


aparcamiento de Génesis 23. Aparcó cerca de la entrada. Al
salir del coche, tres Halcones Azules se acercaron, uno de
ellos empujando una silla de ruedas.
Los Halcones Azules, un equipo de seguridad, habían sido
contratados para proteger a los lobos que les llevaba. El
Omega abrió la puerta trasera y Tomas metió la mano.
Levantándola por debajo de los brazos, sacó a Serena del
coche y la colocó en la silla de ruedas.
Evan silbó.

“Está buena. Para ser una loba”.

Se volvió hacia el Trampero.

“Doc está muy emocionado por tener una hembra” –dijo


mientras le daba al Trampero un sobre sencillo.

El Trampero no se molestó en abrir el sobre.


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Simplemente se lo metió en el bolsillo de la chaqueta. No
capturaba ni entregaba lobos por dinero, aunque estaba
bien tener un extra de vez en cuando. Tenía planes mucho
más ambiciosos.
Tomas empujó la silla de ruedas hacia la puerta y entró. Ted
y Evan se quedaron fuera con el Trampero.

“¿Cuándo vas a compartir tu secreto con nosotros,


Trampero?”

“¿Y compartir la recompensa?” –respondió moviendo la


cabeza.

“Hay mucho dinero que ganar, amigo mío” –dijo Evan.

“¿Por qué no vamos a tomar algo para celebrar la captura


de esa zorra?” –Sugirió Evan.

Como tenía una hora que matar antes de su vuelo, aceptó.

“Una copa y luego me voy al aeropuerto”.

El Omega les siguió hasta un bar situado a diez minutos.


Entraron en el bar y se sentaron en una mesa. Mientras
pedían sus bebidas, se fijó en dos lobos sentados en la
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barra, charlando con un par de hembras humanas. Mientras
los observaba, Evan y Ted empezaron a acribillarle a
preguntas sobre su habilidad para atrapar hombres lobo.

“Danos una pista, tío” –insistió Ted.

“¿Qué es lo que buscas? ¿El exceso de pelo?” –sugirió


Evan.

Ted soltó una carcajada y Evan se rió de su bromita.


El Omega suspiró y dio un sorbo a la bebida que la
camarera acababa de traer a la mesa.

“Es difícil de explicar. Sólo sé que son ellos".

"¿Cómo un sexto sentido?” –preguntó Ted.

“Supongo.”

Hizo una pausa.

“Hay dos lobos sentados en el bar”.

Describió a los hombres y terminó su bebida.

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Cansado de su compañía, los dejó en el bar y se dirigió al
aeropuerto. Tenía asuntos más importantes de los que
ocuparse.

18 DE DICIEMBRE …

Rylan estaba cómodamente tumbado en el regazo de Evie


mientras veían las noticias de la noche. Los niños se habían
acostado y pronto se dormirían. Cuando se durmieran,
llevaría a Evie a su cama y se la follaría hasta que por fin
admitiera que era suya…
Sonrió y echó un vistazo al árbol de Navidad, al regalo que
había escondido debajo. La mañana de Navidad le hacía
más ilusión que a los niños. No podía esperar a ver la cara
de ella cuando abriera su regalo.
Ella sabría exactamente cuánto significaba para él, nunca
dudaría de su amor o de su devoción por ella.
Una semana más, pensó Rylan.
¿Llegaría a Navidad o se derrumbaría y se lo daría antes?
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"¡Qué horror!"

La angustia de Evie sacó a Rylan de sus pensamientos.

"¿Qué pasa?" –Preguntó Rylan mientras se giraba para


mirar a Evie.

"Esa pobre mujer. Ella y su marido estaban celebrando su


noveno aniversario de boda cuando un conductor borracho
chocó contra su coche, matando a su marido. Se rompió las
dos piernas. Estará en el hospital durante meses, y justo
antes de Navidad. Qué tragedia".

Sacudió la cabeza, compadecida.


Rylan se volvió para mirar las noticias y respiró hondo. El
tiempo pareció ralentizarse mientras se sentaba mirando la
imagen en la pantalla.

"¡No, no, NO!"

Evie se volvió para mirar a Rylan, confusa por su reacción.


Parecía pálido mientras miraba la pantalla, negando con la
cabeza.
¿Conocía a esa mujer?
La forma en que estaba actuando....
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No.
No podía ser.
Ella no, por favor, ella no.
Evie se dio cuenta y sintió que el pecho se le contraía
dolorosamente.

"¿Es... tu compañera?" –preguntó en un susurro, odiando


cómo le temblaba la voz.

Rylan parpadeó, se volvió hacia ella y asintió.


Vio el dolor en sus ojos. Por supuesto que estaría
disgustado. Su compañero estaba sufriendo.
Evie intentó ignorar el dolor punzante que sentía en el
corazón. Era insoportable. No podía evitar que las lágrimas
fluyeran. Rylan olió su dolor. Era más fuerte que cuando le
había hablado de la disección de su marido.
Se acercó a ella, pero ella se movió de repente y su lobo
gris le gruñó, mostrando sus afilados colmillos.
Saltó del sofá, corrió hacia la puerta de la cocina y se coló
por la Puerta del Lobo. Se adentró en el bosque a gran
velocidad, corriendo hasta que no pudo aguantar más. Se
detuvo y aulló. Fue un sonido desgarrador que le recordó a
Rylan su propio dolor hace casi seis meses. Y él lo había
causado.
Evie aulló hasta quedar exhausta.
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Se quedó dormida en el bosque, sin importarle que
estuviera cubierta por la nieve que caía suavemente.
Rylan esperó a que cesaran sus aullidos, se vistió
rápidamente y cogió su pequeño petate. Salió y olfateó.
Tenía que moverse rápido antes de que la nieve cubriera su
olor.
Una hora más tarde encontró a Evie, profundamente
dormida en el suelo, medio cubierta de nieve.

"¿Evie?"

Ella levantó la cabeza y le gruñó en señal de advertencia.

"Cariño, está nevando. No puedes quedarte así a la


intemperie. Deja que te lleve a casa, por favor. Los niños se
enfadarán si no estás allí por la mañana".

Demasiado cansada para luchar, demasiado cansada para


moverse, Evie-lobo apoyó la cabeza en sus patas y lo
observó. Le gruñó cuando él dejó la bolsa y sacó una
manta. La cubrió y la levantó. La llevó en brazos hasta su
casa. Una vez en casa, la dejó frente al fuego. Se quitó el
grueso abrigo y las botas y los dejó junto a la puerta. Subió
a ver cómo estaban los niños. Después de comprobar que
estaban bien, volvió a bajar.
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Ella seguía junto a la chimenea.
Fue al dormitorio y encendió el fuego. Cuando la habitación
estaba caliente, la cogió en brazos y la llevó a la cama. En
cuanto la dejó en el suelo, ella le gruñó y saltó de la cama.
En la puerta, se volvió y le gruñó, enseñándole los colmillos.
Volvió al salón y se dejó caer frente a la chimenea. Rylan se
quedó junto a la puerta del dormitorio hasta que ella se
durmió, y luego fue cautelosamente al salón y se tumbó en
el sofá. Si ella no quería dormir en su cama, él dormiría
cerca de ella en el salón. Se negaba a separarse de ella.

Evie estaba segura de que había muerto y se había ido al


infierno.
Se despertó junto a la chimenea y los terribles sucesos de la
noche anterior se abatieron sobre ella. Se armó de valor
contra el dolor que irradiaba por todo su cuerpo, pero eso no
impidió que las lágrimas siguieran cayendo. Como no quería
que los niños la vieran, consiguió levantarse y caminar hasta
su dormitorio. Rylan estaba en la cocina preparando el
desayuno. Le oía moverse y percibía el aroma inconfundible
del beicon frito. Cerró la puerta de la habitación y se tumbó
desnuda en la cama, acurrucada en posición fetal, y lloró
hasta que se le acabaron las lágrimas.

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Rylan podía oler su dolor, incluso desde la cocina. Se obligó
a quedarse en la cocina y ocuparse del desayuno. Los niños
se levantarían pronto y habría que darles de comer.
Antes de terminar de pensar en ello, los oyó bajar corriendo
las escaleras. El sabroso aroma del tocino les llamó a la
cocina. Parecían sorprendidos de verle a él preparando el
desayuno en lugar de a Evie.

"¿Dónde está mamá?" –preguntó Gabby mientras ponía la


mesa.

"Cariño, mamá... ah... no se encuentra bien. Tenemos que


darle la oportunidad de... descansar. Después de desayunar,
necesito que te quedes con tus hermanos arriba, ¿vale?
Puedes ver la tele en la habitación de invitados. ¿Crees que
puedes hacer eso por mí?"

Gabby sonrió mientras asentía, feliz de ayudar a Rylan. Se


inclinó y le besó la parte superior de la cabeza.

"¿Qué le pasa a mamá?" –preguntó Finn.

No queriendo engañar a sus hijos, confesó:

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"Yo... está enfadada conmigo, Finn. Sólo necesito algo de
tiempo para asegurarme de que ya no está enfadada
conmigo, ¿vale?".

Los ojos de Finn se abrieron de par en par.


¿Mamá estaba enfadada con Rylan?
Rylan abrazó a Max y lo sentó en su trona. Sirvió el
desayuno a los niños y bebió su café mientras comían.
Tenía el estómago hecho un nudo, así que no comió nada.
Después de desayunar, Rylan subió a Max y le dio un baño
rápido. Esperó a que Finn y Gabby terminaran de ducharse
para dejarlos con Max. Volvió a la cocina, se aseó y se
dirigió al dormitorio. Giró el picaporte y se sorprendió al ver
que estaba cerrada. Llamó suavemente a la puerta, pero
Evie se negó a abrirle.

"Evie, cariño, abre la puerta, por favor".

Ella siguió negándose a abrir. Él maldijo en voz baja y tiró la


puerta abajo. Evie estaba tumbada en la cama, hecha un
ovillo, con los ojos rojos e hinchados de llorar.
Rylan no sabía lo que sentía mientras observaba a Evie.
Lo único que sabía era que tenía que detener su dolor. Se
arrodilló frente a ella, alargó la mano para acariciarle la cara
y ella se apartó de él.
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Su rechazo le atravesó como un cuchillo.

"Evie...."

"No."

Su voz era apenas un susurro.

"Ella no significa nada para mí, Evie. Ella no me quería,


¿recuerdas?"

"Ella es tu pareja. No tienes otra opción que ir con ella. Tu


lobo no te dejará dejar a tu compañera. Ella es libre ahora.
Tardará algún tiempo en llorar a su marido, pero sé que se
enamorará de ti".

Se le quebró la voz y se apartó de él.


Rylan olió la fuerza de su dolor y habría caído de rodillas si
no estuviera ya allí.

"Evie..."

"Vete, Rylan. Ve con tu... compañera".

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"No voy a dejarte, Evie. Pertenezco aquí, contigo, con los
niños".

El timbre sonó y Rylan maldijo. Lo último que necesitaba en


este momento era un huésped no invitado.
Abrió la puerta, sorprendido de encontrar a uno de los
compañeros de manada de Ethan de pie en la puerta.

"¿Por qué estás aquí?" –preguntó irritado por la interrupción.

"Ethan me dijo que tenías que irte de repente y quería que


vigilara a Evie y a los niños".

Ethan también debía de haber visto el reportaje.


Rylan se sintió enfadado e insultado de que Ethan pensara
que abandonaría a Evie porque su compañera estaba libre
de repente.
Abrió la boca para discutir cuando oyó a Evie junto a la
puerta de su habitación.

"Gracias por venir, Travis. Rylan se irá pronto".

Se dio la vuelta y entró en su dormitorio. Rylan la siguió al


dormitorio, cerrando la puerta tras de sí. Evie estaba
sentada en la cama, con la bata púrpura ceñida a su cuerpo.
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"¿Me estás echando?"

A Rylan le dolía que Evie le abandonara a él también.

"No puedes resistirte a tu pareja, Rylan. No es posible".

Rylan recordó lo que Evie le había dicho a su padre sobre


Remington: Nunca le pediría a Remington que fuera mi
pareja cuando su verdadera pareja aún está ahí fuera. No le
condenaré a una vida así.
¿Cree Evie que me sentiría casado con ella?
Tendré que demostrarle que ella es la única que me importa.
Amo a Evie, no a Sonja.

"Bien. Iré a verla. Pero volveré".

Se acercó al armario, cogió la bolsa y empezó a llenarla de


ropa. Cerró la cremallera y salió furioso del dormitorio.
Los niños bajaron, vieron la bolsa y notaron el enfado en su
cara.

"¿Nos dejas?"

Gabby empezó a llorar. Max vio llorar a Gabby y empezó a


llorar también.
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"¿Tan enfadada está mamá contigo, Rylan? Sólo dale un
abrazo y un beso, ya no estará enfadada, no tienes que irte.
Bésala de una vez" –le suplicó Finn.

El corazón de Rylan estaba a punto de romperse al ver a


sus hijos llorando por él.
Dejó caer la mochila y se arrodilló junto a ellos. Se
precipitaron a sus brazos y los abrazó con fuerza.

"Tengo... un recado que hacer. En cuanto termine, volveré.


Voy a pasar las Navidades aquí, con mi familia, con
vosotros" –prometió.

Les dio un suave apretón y los soltó.


Cuanto antes se fuera, antes volvería.
Sin decir nada más a Evie ni a Travis, se marchó.

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CAPÍTULO 19

A media tarde, Rylan había llegado al hospital. Se detuvo


frente a la habitación de su compañera y se quedó
mirándola, tumbada en la cama, con las dos piernas
escayoladas, suspendidas del techo. Respiró hondo y entró
en la habitación. Ella se volvió para mirarle y el
reconocimiento iluminó sus ojos.
Ella lo buscó y él se acercó, le cogió la mano y supo que lo
que Evie había dicho era cierto. No podía resistirse a su
compañera. Su lobo nunca se lo permitiría.

Cuando Rylan se marchó, Evie sintió un fuerte impulso de


terminarse su botella medio llena de Johnny Walker Etiqueta
Negra. Pero se sentía incómoda dejando a los niños solos
con Travis. Lo conocía, había crecido con él, pero hacía más
de una década que no lo veía. Ahora era prácticamente un
desconocido para ella.
Se duchó y bebió un poco de café, obligándose a comer un
poco del beicon que Rylan había preparado para desayunar.
Su estómago protestó y decidió tomarse el café.
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Se sentó a la mesa e inconscientemente tocó el medallón
que Rylan le había regalado mientras tomaba un sorbo de
café.
El día transcurrió lentamente. Se acurrucó con los niños en
su cama, viendo la televisión mientras Travis patrullaba la
zona. Se sentía deprimida, aletargada. Si no fuera por sus
hijos, estaría acurrucada en la cama, revolcándose en su
propia miseria. Lo único que lamentaba era que sus hijos
sufrieran por su falta de autocontrol. Si se hubiera negado a
dejar entrar a Rylan en su cama, no se habría enamorado
de él. Ellos no se habrían enamorado de él.
Se les rompería el corazón cuando se dieran cuenta de que
no iba a volver.
Evie se obligó a levantarse de la cama y empezar a cenar.
Se mantuvo ocupada en la cocina, concentrándose en
cualquier cosa menos en la ausencia de Rylan y en el vacío
y doloroso agujero de su corazón.
Gabby puso la mesa en silencio, dejando el cubierto en la
cabecera. Travis se unió a ellos para cenar y comieron en
silencio. El olor a tristeza y dolor era palpable y Travis se
sintió asfixiado.
¿Tanta emoción por un Alfa que se había ido a hacer un
recado?
Sacudió la cabeza y comió.

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Después de cenar, los niños se sentaron en el salón con
Evie, jugando a un juego de mesa. Travis empezó a
pasearse impaciente. Había recibido una llamada y lo que le
habían dicho le había enfadado.
Evie olió su enfado y decidió mandar a los niños a la cama.

"¿Cuándo va a volver el Alfa?" –preguntó Travis de repente.

Evie le lanzó una mirada de advertencia y mandó a los niños


a la cama. Cuando pasaron junto a Travis, éste agarró a
Max y lo estrechó contra su pecho, con la mano en la cara.
Max forcejeó para zafarse, pero Travis no lo soltó.

"¿Qué haces? Bájalo ahora mismo".

Evie se puso en pie mientras exigía a Travis que soltara a su


hijo.

"¡Contéstame, zorra!"

Evie estaba atónita.


¿Qué le pasa a Travis? ¿Por qué actúa así?

"¿CUÁNDO VOLVERÁ?" –gritó Travis.

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Evie sacudió la cabeza con tristeza.

"No va a volver. Fue a reclamar a su compañera".

Le dolía tanto el corazón que apenas podía mantenerse en


pie.

"Necesito al Alfa. Vale mucho dinero".

Evie miró horrorizada a Travis mientras caía en la cuenta.

"¿Tú... tú fuiste quien les entregó a Lucas? ¿Por dinero?"

Olas de dolor la golpearon y sus rodillas cedieron.


Cayó al suelo, demasiado conmocionada para llorar.

"Conseguí mucho dinero por Lucas, pero lo habría hecho


gratis" –se mofó Travis.

"Quería que se fuera para tenerte a ti".

"¿Qué?"

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"Te he deseado desde que tengo uso de razón, pero nunca
te interesaste por mí. Entonces conociste a Lucas y después
de un día, te entregaste a él".

"¡Él era mi compañero!" –le recordó ella.

"Después de que él se fue, pensé que entonces tendría una


oportunidad. Pero te encerraste en esta... choza. Entonces
vienes a visitar a tu padre y después de una semana, una
semana, te llevas a este Alfa a casa y ¡te lo follas!"

Travis estaba tan furioso que empezó a apretar a Max. Al


ver y oler el dolor de su hermano, Finn se transformó en
lobo y atacó a Travis. Travis vio a Finn-lobo saltar y
balanceó su brazo. Su puño conectó con Finn-lobo y éste
salió volando hacia atrás. Finn-lobo cayó al suelo,
inconsciente.

"¡Finn!"

Evie consiguió arrastrarse hasta Finn-lobo, comprobando


rápidamente si tenía heridas.
Respiraba con normalidad y había un poco de sangre en el
suelo, donde su cabeza chocó con la madera.
Se abrazó a Finn y lo estrechó contra ella.
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Se volvió hacia Travis y le gruñó, con ojos de lobo que
prometían venganza por haber herido a su cachorro. Como
él seguía sujetando a Max, no se atrevió a atacarle.
Necesitó cada gramo de autocontrol para evitar que su lobo
se alzara y buscara venganza por su compañero y sus
cachorros.

"Si no puedo tener al Alfa, entonces les daré a ti y a tus


cachorros. Pero primero, voy a tomar lo que es mío. Ven
aquí y desnúdate. Todos los demás te follan, ¿por qué yo
no?".

Travis la miró lascivamente, escupiendo saliva por su boca.

"Suelta a Max y lo haré".

"El chico se queda conmigo hasta que estés desnuda y de


rodillas".

Sabiendo que no tenía elección, accedió.


Evie se apartó de Travis para dejar a Finn-lobo suavemente
en el suelo, por lo que se perdió la repentina expresión de
sorpresa en su rostro cuando Evie captó un olor familiar.
Miró a Gabby, le llamó la atención y sacudió ligeramente la
cabeza.
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Los ojos de Gabby se abrieron de par en par al percibir el
olor y le devolvió el saludo a Evie con la cabeza.

"Gabby, ven a quedarte con Finn" –ordenó Evie.

Gabby se movió y se sentó cerca de su hermano


inconsciente. Evie se obligó a levantarse y se acercó a la
chimenea. Travis se volvió para mirarla, de espaldas a Finn
y Gabby. Ella se paró frente a la chimenea y contempló a
Travis, mirándolo directamente a los ojos.
Evie le pasó las manos sin prisa por los muslos, el vientre y
los pechos. Los apretó suavemente y Travis empezó a
jadear. La parte delantera de sus pantalones se tensó a
medida que su erección crecía.
Lentamente, Evie empezó a desabrocharse la blusa. Travis
estaba tan embelesado con su cuerpo y el aroma de su
creciente excitación que no percibió el olor del lobo que
había entrado por la Puerta del Lobo.
El gran lobo blanco se acercó sigilosamente por detrás de
Travis y le mordió con fuerza en el culo. De repente, unos
dolores agudos irradiaron del culo de Travis y éste dejó caer
a Max sorprendido mientras gritaba de dolor.
Evie cogió rápidamente a Max y se apartó de su alcance. El
gran lobo blanco mordió con más fuerza y Travis consiguió
balancear la mano, golpeando al lobo en el hocico.
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Lo soltó y se transformó en Rylan.

"¡Cómo te atreves a golpear a mi hijo! Pagarás por


aterrorizar a mi familia".

Enfurecido, Rylan se puso en pie, con los puños cerrados,


listo para luchar, listo para matar.
Evie se quedó atónita al ver a Rylan de pie en su casa. Su
mente ni siquiera procesó completamente lo que le dijo a
Travis.

"No puedes matarlo, Rylan. Ha traicionado a mi padre, a


nuestra manada. Ha estado vendiendo lobos a la gente
que...."

No pudo terminar la frase. Rylan asintió. Lo necesitarían


vivo para averiguar quién había comprado los lobos y
cuántos se habían llevado. Pero no lo necesitaban ileso.
Sintiendo el peligro, Travis se transformó en un lobo gris y
atacó a Rylan. Rylan se transformó al instante en su lobo y
se apartó de un salto. Se dio la vuelta y se rodearon,
gruñendo y enseñando los colmillos.
Evie se alejó de ellos, sujetando a Max.
Se dirigió hacia Gabby y Finn. Sospechaba que Travis
podría intentar atacarlos. No dejaría que se acercara a sus
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hijos. Dejó a Max en el suelo y se desnudó, se transformó
en su lustroso lobo gris y se puso en guardia frente a ellos
mientras Travis y Rylan seguían rodeándose, gruñendo
fuerte y abalanzándose el uno contra el otro, de vez en
cuando dando manotazos al otro lobo con una pata afilada.
Una vez que Evie estuvo a salvo frente a los niños, Rylan-
lobo atacó. Se reunieron en el centro de la habitación, de pie
sobre las patas traseras mientras sus patas superiores se
daban espadazos. Mientras bailaban, cada lobo intentaba
morder el cuello del otro para asestarle un golpe mortal.
El lobo Rylan era un Alfa y estaba furioso con Travis por
atacar a su familia. Travis era más pequeño, pero luchaba
por su vida. La batalla continuó mientras cada lobo atacaba
al otro, mordiéndose en el lomo, la pata trasera, en cualquier
lugar donde se posaran sus afilados dientes.
Rylan terminó de jugar con Travis y se abalanzó sobre él,
derribándolo. En un instante estaba sobre Travis-lobo, con
las mandíbulas bien apretadas sobre su cuello, mordiendo
con fuerza suficiente para clavarse en su carne.

“¡No lo mates, Rylan, por favor! Lo necesitamos vivo”.

Evie había vuelto a su forma humana. Se vistió rápidamente


mientras Rylan y Travis volvían a sus formas humanas.
Rylan golpeó a Travis en el estómago, luego en la cara y lo
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dejó inconsciente. Como estaba desnudo, no se dio la
vuelta, sabiendo que Gabby seguía en la habitación.
Maniobró para bloquear el cuerpo desnudo de Travis de su
vista.

“¿Tienes cuerda, algo para atarlo?”

“Sí. Vuelvo enseguida”.

Evie corrió a la puerta trasera, fuera del pequeño cobertizo


de jardinería. Encontró un trozo de cuerda y corrió de vuelta
a la casa. Fuera de la puerta trasera encontró la pila de ropa
de Rylan, la recogió y la llevó dentro. Le dio la cuerda a
Rylan y ató a Travis con las manos y los pies a la espalda.
Se fue a buscar material médico para atender a Finn.
Se puso los calzoncillos y se acercó a los niños. Gabby y
Max corrieron a sus brazos y él los abrazó con fuerza,
contento de que ambos estuvieran ilesos.
Evie volvió con un cuenco de agua caliente, unos trapos y
un pequeño botiquín. Rylan levantó con cuidado a Finn y lo
llevó al sofá. Se sentó con Finn en su regazo, levantándole
la cabeza para que Evie pudiera examinarlo.
Mojó el trapo y le limpió la cabeza empapada de sangre.
Había mucha sangre, pero sólo encontró un pequeño corte.

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Puso un poco de antiséptico en la herida y el dolor punzante
hizo que Finn abriera los ojos.

“¿Rylan?”

Finn abrió los ojos de par en par y se incorporó de golpe.


Abrazó a Rylan, apretándolo con fuerza.

“¡Has vuelto!” –gritó Finn aliviado.

Rylan le devolvió el abrazo y contestó:

“Claro que sí. Te prometí que lo haría, ¿no?”.

Finn asintió y se apartó para poder mirar a Rylan. Evie frotó


la espalda de Finn, agradecida de que estuviera despierto.
Rylan observó a Evie con atención. Extendió la mano y le
cogió la cara. Ella se apartó de él, bajando los ojos para que
él no pudiera ver sus lágrimas.
Dejó caer la mano, apoyándola en la pierna de Finn.

“Evie, fui a verla, como me ordenaste. ¿Quieres saber lo


que pasó cuando llegué allí?”

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Ella negó con la cabeza, no quería oír hablar de la reunión
de Rylan con su compañera.

“Estaba tumbada en la cama del hospital, con las dos


piernas escayoladas. Tenía un aspecto lamentable. La cogí
de la mano y supe que decías la verdad".

Extendió la mano y le sujetó la barbilla, obligándola a


mirarle.

“Mi lobo se enfureció conmigo por tocar a otra mujer, Evie.


Mi lobo no la quería, no quería que tocara a nadie más que
a ti.”

Evie se quedó con la boca abierta. No tenía palabras. Su


mente parecía confusa.
¿Estaba Rylan diciendo lo que ella pensaba o simplemente
esperaba que lo dijera?

"Mi lobo y yo estamos de acuerdo. Evie, eres mía".

Los ojos de Evie se iluminaron y su corazón se sintió lleno,


casi estallando de alegría.

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"Pero eso es imposible. Ella es tu pareja. ¿Cómo puede tu
lobo rechazarla?"

"Mi lobo te eligió, Evie. Yo también".

Él deslizó su mano alrededor de su nuca, acercándola. La


besó tierna y apasionadamente, y sólo rompió el beso
cuando oyó a Finn exclamar:

"¡Qué asco!".

Ambos rieron entre dientes, aliviados al oír el comentario de


Finn, sabiendo que significaba que estaba perfectamente
bien.

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CAPÍTULO 20

Evie llevó a los niños arriba y los acomodó para pasar la


noche. Volvió abajo y escuchó la conversación de Rylan con
su padre, Ethan.
Ethan y algunos de sus soldados llegarían por la mañana
temprano para ocuparse de Travis. Ethan llamó a Lucien
para compartir lo que había aprendido, que un lobo los
había traicionado. Ethan también se enteró de que Lucien
tenía bajo custodia al que podría ser el cabecilla, Steven
Ellis.

"Por la forma en que Travis actuaba, creo que esperaba que


otros aparecieran esta noche".

Rylan consideró esta información y formuló un plan. Evie se


quedaría arriba en forma de lobo. Si algún humano se le
escapaba, ella lo atacaría y mataría antes de que llegara a
los niños.
Rylan se quedaría patrullando afuera en forma de lobo.
Nada sería capaz de pasar su lobo.
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Las horas pasaron y la noche dio paso al amanecer. Fue
una noche tranquila y Evie había logrado tomar varias
siestas cortas. Volvió a su forma humana, se vistió y se
dirigió a la cocina a preparar café. Su padre y los soldados
no tardarían en llegar y empezó a preparar el desayuno.
Travis seguía atado en el salón, amarrado y desnudo.
Rylan lo había atado de tal manera que aunque se
transformara en su lobo, quedaría atrapado el tiempo
suficiente para que lo alcanzaran antes de que pudiera
escapar.
Dos todoterrenos negros se detuvieron frente a la cabaña.
Rylan los observó desde el bosque, aullando un saludo
cuando reconoció a Ethan y a un par de sus soldados.
Salió trotando del bosque, subió los escalones y se
transformó en humano. Ethan le saludó con una inclinación
de cabeza y llamó a la puerta principal.
Un minuto después, Evie les hizo pasar. Evie abrazó a su
padre y le aseguró que los niños estaban bien. Ethan miró a
su alrededor, observando las reveladoras gotas de sangre
en el salón y la puerta rota del dormitorio, y enarcó una ceja.

"¿Travis...?"

De camino a su dormitorio para vestirse, Rylan oyó la


pregunta de Ethan y se detuvo.
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Se dio la vuelta y contestó:

"Le di una patada a la puerta".

Ethan esperó, esperando una explicación de por qué habían


pateado la puerta de la habitación de su única hija.
Rylan se encogió de hombros.

"Cerró la puerta y no quiso abrirla".

Ethan abrió los ojos sorprendido y se volvió hacia Evie.


Rylan se dio la vuelta y entró en su dormitorio, vistiéndose
rápidamente antes de volver a la sala de estar.
Ethan olfateó a Evie, percibiendo el débil olor de Rylan en
ella.

"Lo tomaste como amante. Aún puedo sentir su olor en ti. Lo


siento, Evie. Esperaba que ...."

Ethan sacudió la cabeza con tristeza, incapaz de continuar.


Rylan salió del dormitorio y Ethan se volvió hacia él, con
tristeza en los ojos.

"Ahora que estamos aquí, puedes ir con tu pareja, Rylan".

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Rylan sonrió.

"Esperaba que dijeras eso".

Se acercó a Evie y la estrechó entre sus brazos. La besó


apasionadamente.

"¿Qué estás haciendo? Tienes una compañera. ¿Cómo


puedes tocar a otra?"

Ethan se horrorizó al ver a un hombre con pareja besando a


su hija. Incluso los soldados se quedaron boquiabiertos.
Rylan terminó su beso, manteniendo sus brazos alrededor
de Evie y miró por encima de su cabeza a Ethan.

"Evie es mi pareja. Mi lobo y yo la elegimos antes del...


desafortunado accidente de Sonja".

"¿Pero no fuiste a ver a Sonja?".

"Sí, Evie me hizo ir a verla. Cuando llegué allí, me di cuenta


de que mi lobo ya había aceptado a Evie. Volví tan pronto
como pude. Recogí unos clavos en el camino y dos de mis
neumáticos estaban pinchados. Anoche corrí el resto del
camino hasta casa".
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Rylan sacudió la cabeza.

"Si no hubiera tenido dos neumáticos pinchados, habría


conducido y el plan de Travis se habría hecho realidad".

"¡Bueno, que me aspen! Nunca pensé que algo así fuera


posible".

Ethan se frotó la barbilla pensativo.


¡Las posibilidades! Imagínate, parejas que eligen a su pareja
en lugar de tener que esperar a que intervenga el destino.
Quizá, después de todo, se pueda arreglar el declive de
nuestra población.
Ethan sonrió de repente y tendió la mano a Rylan.
Manteniendo un brazo firmemente alrededor de Evie, Rylan
se la estrechó mientras Ethan decía:

"Bienvenido a la familia, hijo".

Los niños corrieron escaleras abajo a los brazos de su


cariñoso abuelo.
Evie los condujo a todos a la cocina, donde les esperaba el
desayuno y el café caliente. Los soldados arrastraron a
Travis al bosque para interrogarlo. Uno de ellos se marchó
para ocuparse de los pinchazos del vehículo de Rylan.
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Más tarde esa noche, mucho después de que Ethan y sus
soldados se hubieran marchado con Travis y los niños
estuvieran instalados en la cama, Rylan y Evie se sentaron
en el sofá, mirando el fuego.
Rylan estaba ansioso, no podía esperar más. Fue bajo el
árbol, cogió un pequeño regalo y se acercó a Evie.
Volvió al sofá y se sentó junto a Evie, con el regalo en la
mano. Evie lo miró desconcertada:

"Aún no es Navidad, Rylan".

"Lo sé, cariño. Si te lo hubiera dado antes, habría evitado


cualquier malentendido".

Se pasó los dedos por la cabeza.

"Siento no ser romántico, Evie. Yo... toma".

Le dio el regalo y la observó con impaciencia. Aparte de


cuando le había dado a Evie su medallón, nunca le había
dado un regalo a una mujer.
¿Le gustaría? Debería haber hecho algo más romántico
para Evie. Ella se merecía algo romántico, no su torpe
intento de declararle su amor.

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Confundido, estuvo a punto de devolver el regalo, pero ella
ya lo había desenvuelto y abierto la caja. Contuvo la
respiración, esperando su reacción.
Evie sacó las alianzas de oro a juego y leyó la inscripción:

"Evelyn y Rylan, 25/12/2013".

Volvió a leerla, insegura de haberla leído correctamente la


primera vez.

"¿Rylan?"

Evie levantó la cabeza, sorprendida y un poco confusa.

"Quería hacerlo oficial, para que supieras que yo era tuyo,


que tú eras mía".

"Pero, ¿cuándo te...."

"Hace semanas, Evie".

"¿Semanas? ¡Oh, Rylan!"

Se inclinó hacia él y lo besó.

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"Fui tan tonta. ¿Cómo pude pensar...?"

"Shhhh..."

Rylan cubrió sus labios con el pulgar, silenciándola.

"Ya no importa, Evie. Lo único que importa es que sepas


que soy tuyo".

Le quitó el anillo y se lo puso en la mano izquierda. Ella


colocó su anillo en su mano izquierda y le sonrió, su alegría
evidente.

"Siento que la fecha esté ahora mal, pero es que no podía


esperar, Evie".

Ella negó con la cabeza, sonriendo.

"No importa, Rylan. Me enamoré de ti hace semanas y te


habría reclamado de no ser por Sonja".

"Te perdonaré por mandarme lejos con una condición".

Ella enarcó una ceja. Él se inclinó y le susurró algo perverso


al oído y ella se sonrojó hasta los dedos de los pies
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"¡Rylan!"

"Somos compañeros, ¿no?"

Todavía sonrojada, asintió.


Rylan sonrió y la levantó, llevándola directamente a su
cama. Cerró la puerta y empujó una silla contra ella.
La silla evitará que nuestros hijos nos interrumpan, pensó
con una sonrisa mientras se volvía hacia su compañera.
Rylan se quedó de pie junto a la cama mientras la
observaba desnudarse. Lentamente, se desabrochó la
camisa y la tiró sobre la cama. Se quitó el sujetador y lo tiró
junto a la camisa. Se dirigió a su armario, abrió la puerta y
buscó un vestido. Encontró su vestidito negro, se lo puso y
volvió hacia Rylan. Se dio la vuelta, le dio la espalda y él le
subió la cremallera.
Él le tendió un paquete perfectamente envuelto y ella lo
cogió, ruborizándose. Se sentó en la cama y lo abrió,
sacando un par de gruesas medias negras hasta el muslo.
Cogió una y se la puso en el pie, deslizándola lentamente
por la pantorrilla hasta el muslo.
Rylan cogió la otra media y se la puso. Ella levantó el pie
hacia él y él deslizó la media sobre su pie, acariciándole la
pierna mientras la deslizaba hasta el muslo.

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Una mano sujetaba el pie de ella contra su pecho mientras
la otra seguía deslizándose por su muslo.

"¿No te olvidas de algo?" –le preguntó.

Sonrojada, ella asintió y él le quitó las bragas, deslizándolas


y olfateándolas antes de tirarlas al suelo detrás de ellos.
Sus ojos brillaron mientras deslizaba una mano por la pierna
cubierta de medias. Sus dedos rozaron los rizos y los
empujaron para acariciarle el clítoris una vez.
Evie se estremeció ante su contacto. Retiró la mano y le
acarició el muslo mientras bajaba por la pierna. Dejó el pie
de Evie en el suelo y se volvió hacia su bolso.
Sacó una caja de zapatos y se la dio a Evie. Evie abrió la
caja y sacó unos brillantes zapatos de tacón negro. Se los
calzó y se puso en pie, vacilando ligeramente. Poco
acostumbrada a llevar tacones, temía caerse con ellos.
Rylan se colocó frente a ella y le puso las manos sobre los
hombros mientras él le sujetaba la cintura. La sostuvo
mientras daba sus primeros pasos con sus nuevos tacones
de aguja.
Rylan colocó suavemente a Evie entre sus brazos y bailaron
lentamente. Una mano se deslizó por su cintura hasta
agarrarle el culo. Le dio un apretón antes de atraerla
posesivamente contra él.
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"No querrás que me vista así cuando salgamos a cenar,
¿verdad, Rylan?" –preguntó Evie nerviosa.

"Mmmm... me encantaría llevarte a cenar vestida así, Evie.


Me encantaría tenerte sentada en la mesa de un restaurante
elegante con este vestidito tan sexy y esas medias,
sabiendo que estás desnuda debajo" –le susurró al oído.

"Me aseguraría de que tuviéramos una mesa en una


esquina, con poca luz, para poder deslizar mis dedos dentro
de ti durante la cena".

Evie jadeó ante la imagen que había creado. Se sonrojó


furiosamente. Ella nunca ....¡en público!

"Bailaría contigo, Evie. Te abrazaría mientras bailo contigo


en una esquina para poder hacer esto ...."

Su mano se metió bajo su vestido corto y su palma acarició


su trasero desnudo varias veces.

"Apuesto a que alguien disfrutaría viendo ese culito tan sexy


que tienes".

"Rylan..." –protestó ella.


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Rylan la besó, distrayéndola mientras la colocaba en
posición. Nunca permitiría que otro hombre viera el cuerpo
desnudo de Evie.
Le dio la vuelta para que se enfrentara al espejo de pie. Sus
manos se deslizaron por la parte delantera de su muslo y
subieron por debajo del vestido mientras le acariciaba la
cara interna del muslo. Le subió el vestido hasta que su
coño quedó totalmente al descubierto.

"Qué sexy" –susurró mientras le mordisqueaba la oreja.

Sus dedos buscaron entre sus rizos y encontraron su


clítoris. Frente al espejo, acarició su clítoris, frotando
lentamente mientras observaba su cara.
Evie no podía apartar los ojos de sus manos. Empezó a
jadear suavemente mientras él aumentaba el ritmo. Sus
caderas empezaron a girar lentamente, frotando su trasero
contra la gruesa erección de él.
Cuando él deslizó sus dedos en su interior, ella gimió.

"A partir de ahora, nada de bragas, Evie. Te quiero desnuda


para mí en todo momento. Quiero poder verte, tocarte,
saborearte, siempre que quiera. ¿Puedes hacer eso por mí,
Evie?"

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Ella asintió enérgicamente mientras sus ojos se encontraban
con los de él en el espejo.
Sus dedos siguieron penetrándola lentamente.

"Si fuéramos a cenar así, Evie, sabes que estaría listo para
follarte en cuanto saliéramos del restaurante. ¿Me dejarías
inclinarte sobre el coche y follarte?".

Evie se sonrojó, no estaba segura de poder responderle.


¿Sexo en público? Era demasiado tímida.

"¿Qué tal en el coche, Evie? ¿Te sentarías en el asiento


trasero y me dejarías follarte allí?".

Todavía sonrojada, asintió lentamente.


Mientras nadie la viera.
El canal de Evie delató su excitación. Estaba más mojada
que nunca.

"¿De camino a casa me chuparías la polla, Evie?"

"Rylan" –suplicó.

Sus rodillas se sintieron débiles y se agarró a sus muslos.


Su canal se apretó con fuerza alrededor de sus dedos y ella
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gimió. Estaba presa de una necesidad casi dolorosa. Rylan
le dio la vuelta y la levantó. La llevó hasta la cama y la
colocó en el borde. Se desabrochó los pantalones y bajó la
cremallera. Se bajó los pantalones y los calzoncillos y se
sujetó la erección. Le abrió las piernas y penetró a Evie con
fuerza. Evie gimió cuando Rylan la penetró rápidamente.
Sus pezones erectos rozaban el interior de su vestido.
Necesitando alivio, se masajeó los pechos, para deleite de
Rylan. Rylan se detuvo de repente, quedándose quieto
mientras observaba a Evie. Sus ojos de lobo brillaron y se
inclinó sobre ella, apoyando las manos a ambos lados de su
cabeza.

"Dilo, Evie. Dime que eres mía" –le pidió en voz baja.

"Soy tuya, Rylan. Para siempre".

Se inclinó hacia ella y la besó suavemente.


Sus caderas empezaron a moverse a un ritmo lento.
Evie le rodeó con las piernas mientras él aumentaba
gradualmente la velocidad.
Rylan marcó a su compañera con un suave mordisco de
amor en el cuello.
Evie suspiró mientras él penetraba más profundamente.

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Fuera de su acogedora cabaña, la nieve empezó a caer
ligeramente.

FIN

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TRADUCIDO POR

VIVIRLEyENDO01@gMAIL.COM

TRADUCCIÓN HECHA gRATUÍTAMENTE, SIN FINES DE


LUCRO y SOLO PARA LECTURA PERSONAL y DE MIS
SEgUIDORES.
NO ES OFICIAL. POR LO TANTO NO AUTORIzO qUE SE
PUBLIqUE EN OTROS SITIOS.
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