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Mí querido ahijado:
Doy contestación a la afectuosa carta de fecha 18 de diciembre del año ppdo., en la cual
me pones en conocimiento de tu viaje a Nigeria, África, donde se te entregó a Olofin por
el Obá de Osogbo.
Sobre este particular, como tu padrino, tengo que darte mi opinión sincera sin andar con
remilgos y rodeos: NO ESTOY DE ACUERDO.
Todos sabemos que los conocimientos de las religiones africanas en Cuba, son
consecuencia del oprobioso robo de negros del África traídos para acá, vendidos en
calidad de esclavos. Estos se agruparon religiosamente de acuerdo con sus respectivos
orígenes, tanto durante la Colonia como en la República.
Fue Ogunda Tetura, Ifaomí, mi abuelo en Ifá, quien trajo los fundamentos y secretos de
la Religión Yoruba. Debido a ello, estamos nutridos de antecedentes, conocimientos y
elementos profundamente de tronco y raíces africanas, absolutamente originarias, no
inventadas.
Por tanto, lo básico, tronco y raíz de los cubanos, está aquí en Cuba y es de
obligatoriedad mantenerse [fieles] a ellos con el debido cariño y respeto, y la más
estrecha cohesión y responsabilidad, para no caer en el desorden, inquietudes, rumores
a subterráneos, indisciplina, inconformidad y defraudación.
El cubano que haya hecho Ifá en Cuba, tiene aquí su tronco y raíz religiosa. Y es aquí
donde tiene que hacerse las demás ceremonias y recibir sus secretos, amplios y
verídicos.
Por este medio, mi ahijado, quiero hacerte constar que no he autorizado a Ubaldo Porto,
para que entregue a Olofin.
Estoy dispuesto a ayudar a cualquiera que me lo solicite o que se haga llegar hasta mí.
Yemi Elebuibon, la credencial de su padrino Fagbemi Anajaku, Obá de Lagos, donde
éste hace constar que lo había coronado babalao.
Antes de irse dejó un libro escrito por babalaos africanos que contradice lo expresado
por él. El libro exterioriza que las mujeres no podían recibir todos los secretos de la
adivinación.