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Clase 1: La perspectiva y fundamentos de la ESI, aportes

para el abordaje de los embarazos, maternidades y


paternidades adolescentes (EMPA) en las escuelas.

Presentación

Estimadas y estimados colegas:

El propósito de esta clase es aproximarnos a la temática a fin de comenzar a construir una


mirada compartida en torno a los embarazos, maternidades y paternidades en la
adolescencia (EMPA) y su abordaje en las instituciones educativas desde el marco
conceptual y normativo que establece la Educación Sexual Integral (ESI). Haremos una
primera lectura en torno a los condicionamientos de estos procesos. La intención es que, a
partir de la visibilización de las diferentes dimensiones que se conjugan en estas
experiencias, podamos reflexionar acerca de los siguientes interrogantes:

● ¿Los EMPA constituyen situaciones problemáticas? ¿En qué sentido?


● ¿Qué los transforma en ejes de políticas públicas y específicamente de las
políticas educativas?
● ¿Qué procesos deberían promover quienes ejercen la docencia para
acompañar al estudiantado que atraviesa estos fenómenos desde una dimensión
amplia del cuidado?

Para arribar a estas reflexiones analizaremos la Ley Nacional 26150, de Educación Sexual
integral, su enfoque y fundamentos. Conocer el plexo normativo vigente es un punto
ineludible en tanto que estos documentos establecen aspectos consensuados socialmente
que nos orientan, en este caso, para la implementación de acciones tendientes a la

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promoción de los derechos sexuales y derechos reproductivos, la potenciación de procesos
de toma de decisiones autónomas, y la garantía del derecho a la educación, aspectos
centrales para el abordaje de los EMPA en las escuelas.
¡Comencemos entonces!

Embarazos, maternidades y paternidades adolescentes como eje de las


políticas públicas, puentes entre educación y salud

No siempre se visualizó a los EMPA como temáticas particulares ni como fuentes de


política pública. Al reflexionar acerca del lugar del Estado y de las instituciones escolares
sobre estas temáticas se presentan diferentes tensiones y preguntas. Los EMPA ¿son de
por sí situaciones problemáticas? ¿Por qué? ¿Qué es lo que nos lleva a pensar en la
necesaria intervención del Estado y sus políticas frente a estos procesos? ¿Por qué
abordarlos desde la ESI?

No siempre se visualizó a los EMPA como temáticas particulares ni como objeto de política
pública. Al reflexionar acerca del lugar del Estado y de las instituciones escolares sobre estas
temáticas se presentan diferentes tensiones y preguntas. Los EMPA ¿son de por sí situaciones
problemáticas? ¿Qué es lo que nos lleva a pensar en la necesaria intervención del Estado y sus
políticas frente a estos procesos? ¿Por qué abordarlos desde la ESI?

Comencemos por aproximarnos a qué procesos y a quiénes nos referimos con EMPA. En
reiteradas ocasiones se utiliza el concepto de “maternidad adolescente” para aludir a los EMPA.
Este concepto, que parece una simplificación del lenguaje o una costumbre, no deja de tener
efectos. En principio, en esta clase, podemos comenzar a decir que no es lo mismo material ni
subjetivamente estar atravesando un embarazo que la maternidad. Las posibilidades de estudiar,
de trabajar, de salir con amigos, la experiencia de la corporalidad, de la sexualidad, la
organización de los tiempos y los espacios, las preguntas sobre sí, los temores seguramente

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adquieran visos particulares según un estado u otro. Por otro lado, tampoco impacta del mismo
modo la experiencia social, laboral y escolar de la maternidad que la de la paternidad.

Así, podemos por ejemplo preguntarnos: ¿vivirá del mismo modo estos procesos una niña de 11
años que una adolescente de 18? ¿ Se generarán las mismas sensaciones en quienes llegan a ese
embarazo por decisión autónoma o por una situación de abuso o porque no se pudo optar por
otra posibilidad? ¿qué particularidades se expresarán en un espacio rural empobrecido, en una
clase media urbana o en barrios marginalizados? ¿Le sucederá lo mismo en torno a su
escolaridad a una adolescente embarazada que vive con su pareja que a una adolescente madre
que vive con un grupo familiar? ¿Serán similares las expectativas en torno a la continuidad
escolar y al empleo para una adolescente madre que para un padre adolescente?

En las posibles respuestas a estas preguntas puede identificarse que si bien ellos y ellas
atraviesan situaciones en las cuales algunas cuestiones se comparten, la experiencia no puede
pensarse como homogénea. La visibilidad de las diferentes experiencias que se generan en estas
circunstancias resulta un aspecto central al momento de plantear una política pública, acciones
institucionales, estrategias comunitarias y/o proyectos áulicos en relación a la temática. Sobre
este punto volveremos en la clase siguiente.

También es necesario aclarar que la utilización de la nominación “maternidad” para aludir a los
embarazos invisibiliza todos aquellos que no llegan a término por diferentes razones. Lo que no
sólo da cuenta de un error conceptual, sino también de una insistencia política que deja en las
sombras una situación íntimamente anudada a los embarazos, sus interrupciones. La reciente
sanción de la Ley 27610, que garantiza la opción de la Interrupción Voluntaria del Embarazo
durante las primeras semanas de gestación, se presenta como una oportunidad y un desafío
para que se instale también en los contextos institucionales - y específicamente los educativos-
una pregunta sobre la maternidad como destino naturalizado para las mujeres y el anudamiento
casi directo entre embarazo y maternidad.

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Ahora bien, teniendo en cuenta estas distinciones también pueden establecerse algunas
continuidades e insistencias que señalan aspectos importantes al momento de plantear un
abordaje sobre la temática.

Acercarnos a ver cómo se comportan estos procesos en nuestro país, nos permitirá, por un lado,
tener más elementos para pensar estrategias que permitan abordar estos fenómenos. Por otro,
nos ayudará a poner en tensión algunas afirmaciones que refuerzan la estigmatización. ¿Se
presenta un incremento de la fecundidad adolescente en nuestro país? ¿Qué desigualdades se
presentan en su ocurrencia? ¿Cuáles son sus consecuencias? ¿Cómo se comportan estos
procesos según las edades?

En Argentina el porcentaje de recién nacidos de madres adolescentes (entre 10 y 19 años),


respecto al total de nacimientos, se mantiene estable desde hace 20 años en valores cercanos al
15%. Los datos estadísticos miden la fecundidad adolescente que expresa la cantidad de
hijos/hijas nacidos/as vivos/as de mujeres entre los 10 y 19 años, no se incluyen en estas cifras
los embarazos ya que no contamos con datos estadísticos al respecto dado que hasta el año
pasado el aborto en nuestro país.

Las estadísticas muestran que, si bien la fecundidad adolescente en la Argentina no se ha


incrementado sustantivamente, es relativamente alta respecto de la fecundidad total, con una
importante disminución en la fecundidad de las mujeres adultas. Lo que constituye un problema
es su estrecho vínculo con las desigualdades sociales. Como primera expresión de la desigualdad
se observa una mayor frecuencia de casos en las provincias y jurisdicciones con mayores niveles
de necesidades básicas insatisfechas. A quienes les interese profundizar en este aspecto le
recomendamos la lectura del material “El embarazo y la maternidad en la adolescencia en la
Argentina. Datos y hallazgos para orientar líneas de acción” incluido como ampliatorio para esta
clase.

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Ahora bien, que los EMPA se presente con mayor prevalencia en los sectores populares no nos
lleva a concluir que sean fenómenos exclusivos de los sectores populares ni tampoco que sean
procesos inherentes a la pobreza sino que los embarazos, las maternidades y las paternidades a
estas edades se vinculan a desigualdades previas que impactan en su expresión según el acceso a
los recursos y a las instituciones y en contextos de mayor vulneración de derechos.

De acuerdo con el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA, 2013), el 69% de los
embarazos adolescentes no fueron planificados. Es decir que los embarazos se imponen, la
mayoría de las veces, como una resolución en la cual la posibilidad de decidir autónomamente
sobre el propio cuerpo quedó obturada. El acceso a la información, el conocimiento sobre el
propio cuerpo, las relaciones de género que se juegan al momento del cuidado anticonceptivo, el
acceso al aborto, constituyen, entre otros factores, algunos de los elementos que impactan —de
muy distinto y desigual modo— al momento de poder decidir sobre el propio cuerpo, la
sexualidad, la continuidad o no de un embarazo.

Según el informe de UNICEF ya mencionado, “en 2011, 36 adolescentes menores de 20 años


fallecieron en Argentina por causas vinculadas al embarazo o el parto, lo cual representa casi el
12% de la mortalidad materna en nuestro país” (UNICEF, 2013, p.2). Investigaciones más
profundas del campo de las ciencias sociales (Romero, Ábalos y Ramos, 2010; Gogna y col, 2008)
alertan sobre el hecho de que la alta frecuencia de embarazos no planeados en la población
adolescente aumenta el riesgo de exposición a un aborto inseguro, de abandono escolar, y de
limitaciones de acceso al mercado laboral, lo que condiciona las perspectivas de desarrollo
personal, especialmente en las adolescentes de menores recursos.

Respecto de los embarazos, los estudios muestran una distinción importante entre los que
ocurren entre los 10 y 14 años de los que se dan entre los 15 y 19/20 años de edad. La distinción
entre estos grupos resulta un dato sustantivo en varios sentidos. Por un lado, diferentes trabajos
señalan que en los embarazos de menor edad se presentan mayores vulnerabilidades para la
salud de la madre y de su hija o hijo. También podemos decir que la situación subjetiva para

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afrontar estas situaciones no es igual en una niña de 10 años que en una adolescente de 17. Por
ello resulta necesario tener precaución en ciertas consideraciones que surgen con insistencia y
que totalizan los embarazos y maternidades entre los 10 y los 19 años de edad y que aluden a
niñas madres indistintamente.

Por otro lado, se sabe que los condicionamientos que se anudan a un caso y a otro suelen ser
diferentes. El aumento de la cantidad de nacimientos en niñas madres cercanas a los 10 años
señala indirectamente la precocidad de la edad del comienzo de las relaciones sexuales. A esas
edades, el inicio de las relaciones sexuales es, la gran mayoría de las veces producto de relaciones
forzadas o no consentidas, algunas de las cuales terminan en embarazos. Donde además la
detección tardía por el silenciamiento o por las violencias que lo rodean impiden el acceso al
derecho a la interrupción de esos embarazos, lo que profundiza la desigualdad y la imposibilidad
de una toma de decisiones autónomas.

Leamos algunos pasajes de entrevistas a adolescentes madres que viven en contextos de


marginalización urbana realizadas en el marco de una investigación desarrollada por Paula Fainsod
(2011). En ellos se exponen algunas de las experiencias en torno al modo en el cual llegan a sus
embarazos y a la continuidad de los mismos.

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R: Yo sé que lo hice con él, que no me cuidé. Pero no pensé que iba a llegar el momento en que
yo iba a estar embarazada. Siempre le decía a todas mis hermanas: “yo no voy a tener hijos, yo
no quiero saber nada de hijos”. El error lo cometí yo en no cuidarme. En las relaciones que tuve
con él nunca me cuidaba.
Raquel. 15 años de edad, vivía con su madre y asistía a la escuela al momento de su primer
embarazo.

D: Te cuento desde el principio. Yo estaba de novia y me quedé embarazada, pero sin darme
cuenta. Él se habrá dado cuenta, pero es más tonto que no me avisó nada [se ríe]. Pero yo no me
di cuenta, que sé yo, era re pendeja, no sabía, pensé que el sí.
Delia. 15 años de edad, vivía con su tía y no asistía a la escuela al momento de su primer
embarazo.

K: Yo tenía quince años, estudiaba lo más bien. Después me empezó a gustar un chico y bueno…
nos hicimos novios. Y bueno, estuvimos juntos, sin cuidarnos porque no sabíamos nada… yo
creía que él sabía.
Karen. 15 años de edad, vivía con su madre y asistía a la escuela al momento de su primer
embarazo.

A: Tenía diecisiete, ni enterada estaba. Después de cuatro meses, fui al médico. Me hizo un test y
me dio positivo. Igual, lindo, porque iba a tener un bebé. No caía, no podía creer que pudiera
estar embarazada.
Alejandra. 17 años de edad, vivía con su madre y asistía a la escuela al momento de su primer
embarazo.

R: Le dije a mi hermana, le comenté a mi hermana y mi hermana le comentó a mi mamá. Mi


mamá no me hablaba mucho, se enojó conmigo cuando se enteró que yo estaba embarazada.
E: ¿Por qué pensás que se enojó?
R: Porque me dice que perdió la confianza en mí.
E: Pero vos, ¿por qué pensás que ella estaba enojada, más allá de lo que te decía?
R: Se ponía mal, me hablaba, y cuando me habló me dijo: “bueno, ahora ya es tarde”, “ya está,
cometiste el error vos y ahora, bancatela.”.
Raquel. 15 años de edad, vivía con su madre y asistía a la escuela al momento de su primer
embarazo.

E: ¿Y por qué no le querías contar a tu tía?


D: Porque era muy estricta, era muy recta, no le conté más que nada porque como que me iba a
decir que lo aborte y quizá yo por un momento sí pensé, pero por otro no quería. Por un lado, sí,
te digo que sí, yo quería abortarlo, yo quería hacer tantas cosas… Pero una chica me ayudó
mucho, más que nada porque me dijo: “sí, yo también aborté, me pasó esto, pero no sabés lo
que te puede llegar a pasar” y quizás eso me hizo pensarlo más.
E: Fue más por temor a lo que podría pasar.

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D: A lo que podría pasarme a mí, porque era así. Me decía que ella se puso la pastilla y paró en el
hospital y obvio que se dieron cuenta y le dijeron que no la iban a denunciar. Me acuerdo que yo
era chica [se ríe], me dieron turno y me atendió un ginecólogo, un hombre grande. Yo le dije que
yo estaba, que parecía que estaba embarazada y que yo no quería tener el bebé. Me dijo:
“¿cómo que no querés tener el bebé? ¿y a qué venís? ¿Vos pensás que acá te vamos a dar una
solución, que te vamos a sacar a tu bebé? No, acá venís acá para controlarte”.

E: ¿Y vos qué sentiste cuando te dijeron eso?


D: Ah... nunca más [se ríe], no quise venir nunca más a atenderme acá, me hice los controles en
la otra salita. Me acuerdo que me fui y dije: “no, no quiero un hombre que me atienda”.
Delia. 15 años de edad, vivía con su tía y no asistía a la escuela al momento de su primer
embarazo.

Los pasajes de los testimonios exponen parte de lo que venimos trabajando. El acceso a los
métodos anticonceptivos, a la información, la experiencia y el saber sobre el propio cuerpo, la
posibilidad de la toma de decisiones autónomas, las desigualdades y violencias de género, las
posibilidades diferenciales de decidir si continuar o no un embarazo, exponen parte de los
condicionantes de los EMPA. En tal sentido y como parte de una anticipación de lo que seguiremos
trabajando en el curso, señalamos que: los embarazos, las maternidades y las paternidades en la
adolescencia no resultan un problema en sí mismos por la edad en la cual transcurren, sino que
se transforman en problemáticos cuando se anudan a desigualdades, a la imposibilidad de
decidir autónomamente, a violencias y avasallamiento de derechos que también indican el
acceso a las instituciones y las formas en ellas acompañan.

En tal sentido, los EMPA son temáticas que interpelan y comprometen a las instituciones, a los
Estados a fin de generar las condiciones necesarias para que los y las adolescentes puedan contar
con los medios para decidir con autonomía sobre sus cuerpos y promover acciones para que las
particularizaciones de las experiencias adolescentes no devengan en la profundización de
desigualdades que lejos de ser naturales, inevitables y propias de los fenómenos que aquí

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analizamos se vinculan con procesos institucionales que pueden y deben revisarse y modificarse a
fin de garantizar los derechos de todos y todas.

Argentina dispone de un marco legislativo y programático favorable para garantizar el derecho de


las y los adolescentes a acceder al sistema de salud en forma autónoma, sin obligación de
acompañamiento de un adulto y en el marco del respeto de la confidencialidad (Ley 26.061 y Ley
25.673). También cuenta con instrumentos que promueven el derecho a la educación en las y los
adolescentes durante el embarazo, maternidad, paternidad y lactancia (Leyes 25.808 y 25.273). La
implementación del programa de Educación Sexual Integral en las escuelas (Ley 26.150) también se
orienta a garantizar esos derechos. A este marco normativo se suman leyes recientemente
sancionadas en nuestro país. Las leyes 27.610 de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) y
27.611 de Atención y Cuidado de la Salud Integral durante el Embarazo y la Primera Infancia,
conocida como “ley de los 1000” días”, en ambos casos ellas formalizan derechos que venían siendo
demandados por gran parte de la sociedad.

Así, desde el campo de la educación y de la salud, se cuenta con dispositivos que pueden potenciar
el abordaje de estas situaciones en la búsqueda por restituir y promover los derechos sexuales y
reproductivos de los y las adolescentes.

La ESI como marco para el abordaje de los EMPA

Desde sus inicios las escuelas participan en la producción de los cuerpos sexuados. En ellas circulan
prácticas más o menos explícitas que los condicionan: la formación en dos filas separadas por
géneros, las expectativas diferenciales de rendimiento escolar y por motivos de género, los
reiterados cuentos y novelas de príncipes azules que rescatan a princesas desvalidas y las salvan y
protegen, y tantos otros ejemplos que conforman lo que se ha dado en llamar el “currículum
oculto”.

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Las escuelas transmiten también contenidos explícitos ligados a la sexualidad. Graciela Morgade
(2011) ha sistematizado diferentes tradiciones de educación sexual, presentes a lo largo de la
historia en las instituciones escolares. En su análisis señala que aún con las diferencias encontradas
entre ellas, el énfasis generalmente estuvo centrado en la reproducción y en la prevención de
situaciones consideradas riesgosas.
Uno de los modelos con mayor fuerza y presencia en los espacios educativos es el modelo
bio-médico, que se centra, únicamente, en la necesidad de transmisión de información científica
sobre la anatomía de la reproducción y sobre los métodos anticonceptivos como medios para evitar
situaciones “no esperadas”. Generalmente, sus contenidos son transmitidos por personas
consideradas expertas: profesionales de la salud, profesores de biología y, por qué no, agentes de
algún laboratorio (subestimando a veces la capacidad de docentes). Desde esta perspectiva, a partir
de séptimo grado, se incluyen en el diseño curricular algunos pocos contenidos vinculados a las
sexualidades, en las materias de ciencias naturales o biología.
Así, desde sus orígenes, a través del currículum oculto y del explícito, las escuelas participan
activamente en la producción de las sexualidades. Dejan marcas subjetivas y materiales que
impactan en los modos de concebir y vivir los cuerpos, las identidades sexo-genéricas, las relaciones
sexuales, las prácticas de cuidado, y también las maternidades y paternidades.
La Ley 26.150 de Educación Sexual Integral, sancionada en el año 2006, marca un hito significativo.
Por un lado, estipula una referencia normativa que establece derechos para los estudiantes y
responsabilidades para el Estado. Por otro lado, brinda una mirada particular, es decir, nos aporta
unas lentes desde dónde nombrar, trabajar y abordar estas temáticas en la escuela: la perspectiva
integral.

Las y los invitamos a leer la Ley Nacional 26150 de Educación Sexual Integral:
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/120000-124999/121222/n
orma.htm

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Las leyes son instrumentos que expresan la voluntad soberana sobre lo que está prohibido, lo que
está permitido y/o lo que es una obligación. En tal sentido, esta normativa, de alcance nacional,
adscribe a las normas vigentes en nuestro país que prohíben la discriminación hacia las diversas
experiencias sociales y sexuales.

En relación a la temática que aquí se aborda, la Ley Nacional 26.150 guarda sintonía con la Ley
Nacional 25.584, que sanciona la discriminación de alumnas embarazadas y alumnas madres. A
su vez, forma parte de un conjunto de leyes que enfatizan la voluntad del Estado de ampliar
derechos a mujeres, niños, niñas y adolescentes.

Además, las leyes obligan a realizar determinadas acciones: así, por ejemplo, esta normativa
establece la responsabilidad del Estado Nacional y de los Estados Provinciales en garantizar la ESI
en todos los niveles y modalidades del sistema educativo de gestión pública y privada, según las
orientaciones del Programa Nacional de ESI y sus adaptaciones provinciales. Y también se enlaza
con la Ley Nacional 25.273, que establece un régimen de inasistencias justificadas para alumnas
embarazadas.

Por último, las regulaciones normativas, además de obligar a realizar determinadas acciones, y
prohibir otras, brindan una orientación general para saber desde qué lugar debemos actuar. De este
modo, la Ley 26.150 establece como enfoque el de la Educación Sexual Integral, “que articula
aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos” (Art. 1). Por tanto, reconoce una
forma de entender la sexualidad como un entramado complejo que implica mirarla no ya desde una
sola dimensión, sino desde un conjunto de dimensiones.

De este modo, la ESI presenta un marco mucho más amplio, que replantea los modos de entender
la prevención, el cuidado del propio cuerpo y del cuerpo de los otros, sin rechazar las dimensiones
biológicas y médicas, pero sin reducirse tampoco a ellas. El cuerpo, la afectividad, los deseos y
temores se constituyen en aspectos fundamentales para que haya una ESI que también hable de los
deseos, los vínculos afectivos, el placer, la plenitud, y no sólo de enfermedades y peligros.

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En tal sentido, la concepción de integralidad nos remite, entre otras cosas, a que no alcanza con
transmitir información pertinente y actualizada sobre sexualidad (que es un derecho y un insumo
muy importante para la toma de decisiones). Además, y fundamentalmente, debe promoverse la
capacidad crítica para un ejercicio consciente, autónomo y responsable de esa información que
acompañe el desarrollo integral de la sexualidad.

Todos estos aspectos que aporta la ESI estipulan un marco sistemático de mucha potencia en el
trabajo en torno a los EMPA. Profundicemos ahora en su enfoque para aproximarnos mejor a esta
normativa.


El Enfoque de la ESI, una nueva perspectiva en torno a las
sexualidades

La ESI se erige sobre algunos ejes que constituyen los pilares de su enfoque:
● el enfoque de derechos,
● el enfoque de género,
● el respeto por la diversidad, la valoración de la afectividad, y
● el cuidado del cuerpo.

Enfoque de derechos

La ESI se ancla en la perspectiva de los derechos humanos y reconoce a sus destinatarias y


destinatarios como sujetos de derechos.
Se enmarca en antecedentes como la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de
Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés), sancionada en 1979, y la
Convención sobre los Derechos del Niño, de 1989. Estos dos tratados son significativos en tanto
visibilizan a las mujeres, niñas, niños y adolescentes como sectores vulnerables, a la vez que los
designa como sujetos de derecho.

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El antecedente nacional más directo e influyente de la ESI es mucho más reciente: se trata de la Ley
Nº 25.673 sancionada en 2003, que crea al Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación
Responsable. Esta norma, que representa una conquista fundamental de los movimientos de
derechos humanos, de promotores de salud y de mujeres en materia de derechos sexuales y
reproductivos, encomienda, entre otros aspectos, la tarea de desarrollar contenidos y capacitar a
los y las docentes para la tarea de informar, dentro de un contexto sanitario, sobre cuidados
integrales para la vida sexual.
También contamos con una serie de normativas vinculadas específicamente a los EMPA, que
abordaremos en próximas clases, y que junto a la Ley Nacional 26.150 componen el plexo
normativo desde el cual la escuela se instituye como promotora del derecho a la educación sexual,
los derechos sexuales y reproductivos y el derecho de todas y todos a acceder a la educación libre
de discriminaciones y violencias.

Enfoque de género

Este enfoque es sin duda uno de los que más aportes ha brindado a la construcción del abordaje
integral. Constituye una propuesta inspirada en las demandas de los organismos de derechos
humanos, los feminismos, los movimientos disidentes (LGBTIQ+).
Este enfoque busca develar la trama de relaciones sociales en las que se encuentran inmersos los
cuerpos humanos, y visibilizar que el uso, el disfrute y el cuidado del mismo (las prácticas en las que
lo comprometemos) están fuertemente condicionados por el sector socioeconómico y educativo de
pertenencia, las costumbres y valores del grupo social que la integran, y particularmente, por las
identidades sexo-genéricas y las relaciones entre ellas.
Presta especial atención al trabajo que podemos realizar en la escuela para desnaturalizar lo que
hacemos cotidianamente, particularmente aquellas acciones que promueven las inequidades entre
las identidades sexo-genéricas y la vulneración de derechos. Por ejemplo, cuando decimos que las
niñas deben realizar juegos “suaves”, con poco contacto físico, porque son “delicadas” y “frágiles”,

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mientras los varones no deberían participar de ellos, porque son más bien brutos y que eso es
“natural”, estamos reproduciendo un orden de género injusto y desigual. A su vez, aludimos a la
naturaleza para justificar diferencias sexo-genéricas que lejos de ser naturales se vinculan a un
proceso de socialización diferencial. En este caso insistentemente se generan prácticas —sutiles e
invisibilizadas— que estimulan diferencialmente la suavidad o la fuerza, que luego son leídos como
atributos naturales ligados a cierta anatomía genital.

¿Cuáles serán los efectos de estas formas diferentes de socializar según el


sexo-género sobre los modos de vivir la corporalidad, la sexualidad, los proyectos
posibles de imaginar?
¿Qué desigualdades, injusticias y violencias producirán estas formas de
socialización diferencial?

Para la temática que estamos abordando en el curso, ¿cuáles serán los efectos de un discurso que
refuerza procesos de feminización de ciertos cuerpos que insisten en la pasividad sexual, en la
maternidad como destino y procesos de masculinización que estipulan como mandato "ser"
proveedores, potentes, fuertes y protectores? Volveremos en otras clases sobre estos aspectos.
El enfoque de género constituye una lente crítica para ver y analizar desde una mirada histórica
cultural las relaciones sociales, los prejuicios y estereotipos en relación con aquello que se considera
exclusivamente masculino o exclusivamente femenino. Se instituye como una perspectiva inherente
a la ESI en tanto estimula la capacidad crítica que pone en relación las experiencias sexuales con lo
social, desnaturalizando aquellas prácticas que refuerzan las discriminaciones, desigualdades y
violencias por razones de género.

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Respeto por la diversidad

La ESI se sustenta en la enseñanza del respeto por todas las formas de identidad, su reconocimiento
y valoración, y más específicamente, en la diversidad sexual. En relación a los EMPA, nos invita a
reflexionar sobre el lugar que tienen las diversas experiencias adolescentes en las instituciones
escolares.
Ciertas imágenes como las de muñecas rotas, las infancias y adolescencias perdidas suelen utilizarse
insistentemente para ilustrar estos procesos. Como un recurso diferente, eufemístico o que va en el
mismo sentido, estas experiencias a veces se presentan como lo exótico.
Estas imágenes consolidan una mirada que presenta a los EMPA como desvíos, como situaciones
“anormales”, como el reverso o la contracara de “una” adolescencia que se propone como un
proceso normal, universal y natural.
El concepto de diversidad que estamos empleando rechaza la existencia de un modelo único frente
al cual todo aquello que se aleja, se lee como “lo diverso”, una desviación del ideal. En cambio,
supone un abordaje que, desde una perspectiva crítica, reconoce todas las diversas formas de
identidad sin jerarquías, sin ubicar en el centro a ninguna de ellas para justificar su supremacía. En
tal sentido, esta perspectiva nos invita a revisar insistencias, equivalencias que pueden estar
provocando discriminación, silenciamiento, violencia y desigualdades frente a los plurales modos de
transitar estas experiencias, frente a las diversas identidades sexo-genéricas.
Por ejemplo, ¿qué invitaciones nos sugiere el concepto cuerpos gestantes para aludir a los cuerpos
en los cuales se atraviesa un embarazo; qué posibilidades se despliegan cuando se reconocen
diferentes posibles modos de resolución de un mismo proceso?

No hay que perder de vista que en contadas ocasiones, las escuelas representan para quienes por
ellas transitan un espacio de afecto, contención y referencia que puede ser difícil de encontrar en
otros ámbitos. Por eso, los ejes de la ESI constituyen un planteo que une el derecho a ser tratado y

La ESI en la escuela: Embarazos, Maternidades y Paternidades en la Adolescencia (EMPA)

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valorado en igualdad y en el respeto a la diversidad: que la escuela sea una experiencia inclusiva y
positiva para todas y todos.
En tal sentido, se trata de reconocer las diversas experiencias; identificar las desigualdades que se
producen en torno a ellas, para encontrar mecanismos que atenúen las injusticias y estimulen
relaciones de mayor respeto e igualdad.

La valoración de la afectividad

La ESI considera a la afectividad como un eje que debe ser tenido en cuenta tanto en la interacción
cotidiana como en las propuestas educativas. La escuela debe ser un espacio para el
reconocimiento del mundo emocional, para la expresión y la comunicación. Nos estamos refiriendo
a la posibilidad de darle un espacio a la expresión y al análisis de las emociones y los sentimientos
de todas las personas involucradas en el hecho educativo: alumnas, alumnos, familias y docentes.
Se trata de valorar la afectividad como una dimensión emocional de las experiencias que vivimos,
de estimular reflexiones, de analizar críticamente la dimensión social de las emociones y no
tratarlas como situaciones individuales, naturales e inevitables. Así, por ejemplo, para el caso de los
EMPA podemos poner en tensión la noción insistente del amor romántico en los textos literarios y
películas: aquel que propone una feminidad pasiva que espera ser rescatada y después tutelada por
un varón que la cobijará y decidirá lo mejor para ella. Otro ejemplo podría ser interrogarse sobre la
noción del amor incondicional de las mujeres, especialmente hacia sus hijas y/o hijos.

El cuidado del cuerpo

La experiencia de la sexualidad incluye una experiencia de la corporalidad. Tratamos al cuerpo de un


determinado modo, lo valoramos, lo sentimos, lo disfrutamos o padecemos. Y no lo hacemos en
soledad, sino en relación con otras y otros, en función de, por ejemplo, las imágenes de belleza que

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circulan en nuestra sociedad, de lo que se considera “saludable”, de lo que se considera “correcto”,
etcétera.
La sociedad impone sentidos respecto de cuál es un cuerpo “normal”, un cuerpo “bello”, un cuerpo
“sano” ... Sentidos que consumimos, imágenes de lo ideal con las que a veces nos comparamos.
Este eje sobre el cuerpo constituye un núcleo fundamental de la enseñanza y del aprendizaje en el
área de ESI: aprender a respetar el propio cuerpo y el de las y los demás desde el nivel inicial;
comprender lo que es la intimidad y su respeto. Así, este marco normativo estimula experiencias
educativas que promueven la toma de decisiones autónomas sobre el propio cuerpo. Para poder
cuidarse en el encuentro de cuerpos sexuados, la información científica es un elemento necesario,
aunque no suficiente.
Habrá que identificar qué otros aspectos se ponen en juego al poner en acción esa información.
¿Cómo operarán allí los mitos en torno al funcionamiento del propio cuerpo? ¿Cómo operan las
relaciones entre los sexos-géneros, la posibilidad o no de prever, de proyectar, las posibilidades de
asumir prácticas sin presiones? Y cuando se trata de un embarazo constatado y no intencional,
¿cómo operan los condicionantes sociales, familiares y propios a la hora de decidir sobre la
continuidad del embarazo en situaciones que conllevan riesgos para la salud integral de las jóvenes?
¿Hasta qué punto tienen habilitado ponerse en primer lugar en un contexto cultural que entroniza
la maternidad como destino femenino?

Los fundamentos de la ESI: soportes desde donde generar


abordajes de los EMPA

Promoción de la salud

Desde el enfoque de la ESI, se entiende a la promoción de la salud como aquello que las sociedades
generan a través de las condiciones biológicas, sociales, económicas, culturales, psicológicas,

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históricas, éticas y espirituales, y que, así juntas, influyen en la posibilidad de estar más sano o más
enfermo, en lo que llamamos el proceso (y no “estado”) de salud-enfermedad-cuidado.
En consecuencia, la promoción de la salud implica más que la prevención de los riesgos. Promover
salud requiere movilizar los recursos individuales y comunitarios (como la capacidad de organizarse
para buscar soluciones o demandarlas a quien corresponda, de sentirse y reconocerse como
ciudadano que tiene algo para decir, participar, reclamar, aportar, etc.), para mejorar las condiciones
materiales e institucionales de acceso al sistema sanitario, a la educación, a la cultura, de modo que
permitan un desarrollo integral en ambientes que tiendan al bienestar, y que contribuyan a la
autoestima y a la autodeterminación de personas y grupos.

Así entendida, la salud es un asunto colectivo y un derecho social.

Las personas involucradas como sujetos de derechos

La ESI reconoce a niños, niñas y adolescentes la posibilidad de decidir autónomamente sobre su


cuerpo, su sexualidad. El paradigma de derechos genera una ruptura conceptual importante que
trae aparejada una transformación de las prácticas institucionales hacia este grupo. Desde esta
mirada, niños, niñas y adolescentes ya no son considerados legalmente como personas de menor
rango, “menores” que el Estado debe “tutelar” y controlar, sino como sujetos cuya voz debe ser
escuchada, buscando siempre su “interés superior”, su bienestar, y mejores condiciones de
crecimiento y desarrollo.

La atención de lo complejo del hecho educativo

Atender a lo complejo del hecho educativo en relación a la ESI implica reconocer la particularidad
de la escuela. Se trata de una política educativa específica y obligatoria para la escuela, que conlleva
obligaciones para las y los profesionales de la educación, con preparación para la tarea pedagógica.

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No se trata de suplantar a las familias ni a las instituciones de salud, sino de asumir el lugar de
responsabilidad que tiene la escuela desde su especificidad como institución del campo cultural. En
este sentido, la ESI es una oportunidad para fortalecer la atención hacia las particularidades y las
diferentes experiencias y trayectorias de niñas, niños y adolescentes; de hacer que las instituciones,
a través de las y los docentes, tutores/as, preceptores/as, coordinadores/as, autoridades y personal
administrativo, atiendan a la necesidad de afrontar el desafío de la inclusión como un mandato
ético y político.

La integralidad del enfoque de la ESI y sus implicancias

Propiciar espacios de enseñanza que, desde el reconocimiento de las diferentes dimensiones de la


sexualidad (biológica, social, cultural, psicológica, ética, afectiva) , potencien experiencias acordes
con los intereses y necesidades de quienes allí se encuentren promoviendo saberes y habilidades
para la toma de decisiones responsables, críticas y autónomas.

Desafíos ante los EMPA en el marco de la ESI. Comenzando a


delinear posibilidades para su abordaje
Los propósitos de la ESI brindan algunas orientaciones para comenzar a pensar el abordaje de los
EMPA en las escuelas desde la perspectiva que brinda este marco normativo. Así, entre algunos de
sus propósitos vinculados a esta temática podemos destacar:
• Ofrecer oportunidades de ampliar el horizonte cultural desde el cual cada niño, niña o
adolescente desarrolle plenamente su subjetividad, reconociendo sus derechos y responsabilidades
y respetando y reconociendo los derechos y responsabilidades de las otras personas.
• Expresar, reflexionar y valorar las emociones y los sentimientos presentes en las relaciones
humanas en relación con la sexualidad, reconociendo, respetando y haciendo respetar los derechos
humanos.

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• Propiciar el conocimiento del cuerpo humano, brindando información básica sobre la dimensión
anatómica y fisiológica de la sexualidad pertinente para cada edad y grupo escolar.
• Promover hábitos de cuidado del cuerpo y promoción de la salud en general, y de la salud sexual y
reproductiva en particular, de acuerdo con la franja etaria de los educandos.
• Propiciar aprendizajes basados en el respeto por la diversidad y el rechazo por todas las formas de
discriminación. (Fuente: Lineamientos Curriculares de la ESI)

A lo largo de la clase hemos comenzado a aproximarnos a una perspectiva en torno a los EMPA, y
nos adentramos en el marco de la ESI en tanto mirada para su abordaje en las escuelas. Los ejes y
fundamentos de la ESI, así como sus propósitos y puertas de entrada nos brindan dimensiones
desde donde comenzar a plantear posibles líneas de trabajo en nuestras instituciones. Los ejes de la
ESI como así también sus puertas de entrada se resignifican en contextos de pandemia. Los EMPA
nos desafían a generar desde los Ejes de la ESI, formas de acompañar estos procesos que en esta
coyuntura particular seguramente nos convoca a reinventar algunas estrategias.
En los próximas encuentros iremos desplegando contenidos y propuestas a partir de las cuales
esbozar abordajes institucionales y áulicos que tiendan a efectivizar los derechos sexuales y
reproductivos de todas y todos los que transitan por las escuelas, así como el derecho a la
educación, especialmente de quienes atraviesan situaciones de EMPA.

Actividades

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Abrimos este primer espacio de intercambio en el que esperamos sepamos
conseguir ricos debates. Como en todo inicio la idea es empezar a conocernos.

La propuesta es que hagan una intervención en dos tiempos:

En primer lugar un breve párrafo en el que incluyan: su nombre, dónde


trabajan, en qué jurisdicción, qué rol cumplen en la institución y si se
desarrollan acciones en línea con la ESI y los embarazos, maternidades y
paternidades en la adolescencia (EMPA) específicamente.
Les proponemos que se detengan en la imagen que sigue y presten atención a
las sensaciones e impresiones que les genera.

Les dejamos una serie de preguntas a modo orientativo que quizás puedan
colaborar en la producción de este segundo párrafo.

Cuando miran la foto, ¿Qué ven? ¿Qué emociones, sentimientos, ideas


despierta? ¿ Qué se ve en la imagen y qué construyen nuestros sentidos
previos? ¿Cómo creen que serán sus experiencias sociales, escolares a partir
de este hecho? ¿Pudieron reconocer alguna idea previa que la lectura de la
clase les haya cuestionado?¿Cuál?

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Y ajustando un poco el foco, a partir de los contenidos de la clase 1, y desde el
marco que la ESI propone, ¿Cómo deberían acompañar las instituciones y el
mundo adulto ante estas situaciones? ¿Cómo lo venimos haciendo? ¿Qué
podríamos modificar?

Esperamos que la reflexión nos sirva para empezar a profundizar la lectura


crítica y las articulaciones con la práctica pedagógica que queremos y el día a día
de nuestras escuelas.

¡Nos leemos en el Foro!

Material de lectura

Material de lectura ampliatoria


● El embarazo y la maternidad en la adolescencia en la Argentina. Datos y hallazgos para
orientar líneas de acción. Plan ENIA, 2019:
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/dt.5_el_embarazo_y_la_maternidad_en_la
_adolescencia.pdf
● Serie Cuadernos de ESI. Contenidos y propuestas para el aula. (Ver págs. 6 a 11) . Programa
Nacional de Educación Sexual Integral.
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/cuadernillo_esi_secundaria_i.pdf
● Niñas y Adolescentes menores de 15 años embarazadas. Programa Nacional de la Salud
Integral de la Adolescencia, 2018:
https://bancos.salud.gob.ar/sites/default/files/2020-09/atencion-embarazo-adolescente-21-
9-2020_1.pdf

Bibliografía de referencia

La ESI en la escuela: Embarazos, Maternidades y Paternidades en la Adolescencia (EMPA)

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● Fainsod, P. (2011). Experiencias sociales y escolares de las adolescentes madres que viven en
contextos de marginalización urbana. En Fainsod, P., Tesis de Doctorado en Educación por la
Facultad de Filosofía y Letras-UBA.
● Fernández, A. (2005). Adolescencias y embarazos: hacia la ciudadanía de las niñas. En:
Buenos Aires, UBA FEIM (s/f) EMBARAZO Y MATERNIDAD ADOLESCENTE.
● Gogna, M. y col. (2008). Reproductive Health Matters. Temas de salud reproductiva.
Sexualidad, derechos humanos y salud sexual, número 6, Págs. 74 a 86.
● Morgade, G. (2011). Toda educación es sexual. Buenos Aires: La Crujía. Cap. I
● Romero, M., Abalos, E., Ramos, S. (2010). La situación de la mortalidad materna en
Argentina y el Objetivo de Desarrollo del Milenio. Observatorio de salud sexual y
reproductiva, número 1.
● UNICEF (2013) Situación del embarazo adolescente en Argentina, en el día mundial de la
población. Argentina.
● UNFPA (2013) Maternidad en la niñez. Enfrentar el reto del embarazo en adolescentes.

Créditos

Autor/es: Programa Nacional de Educación Sexual Integral


Programa Nacional de Educación Sexual Integral (2022). Clase Nro. 1: La perspectiva y fundamentos
de la ESI, aportes para el abordaje de los EMPA en las escuelas. La ESI en la escuela: Embarazos,
maternidades y paternidades en la adolescencia. Buenos Aires: Ministerio de Educación.

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