Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
DERECHO DE SEGUROS - Ruben S. Stiglitz
DERECHO DE SEGUROS - Ruben S. Stiglitz
RUBÉN S. STIGLITZ
GABRIEL A. STIGLITZ
DERECHO DE SEGUROS
TOMO V
PARTE ESPECIAL
SEGUROS CONTRA LA RESPONSABILIDAD CIVIL
4ª edición, 2004.
4ª edición, 1ª reimpresión, 2005.
5ª edición, 2007.
© Rubén S. Stiglitz y Gabriel A. Stiglitz, 2016
© de esta edición, La Ley S.A.E. e I., 2016
Tucumán 1471 (C1050AAC) Buenos Aires
Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723
Todos los derechos reservados
Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida
o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio
electrónico o mecánico, incluyendo fotocopiado, grabación
o cualquier otro sistema de archivo y recuperación
de información, sin el previo permiso por escrito del Editor y el autor.
All rights reserved
No part of this work may be reproduced
or transmitted in any form or by any means,
electronic or mechanical, including photocopying and recording
or by any information storage or retrieval system,
without permission in writing from the Publisher and the author.
ISBN 978-987-03-3033-2 (Tomo V)
ISBN 978-987-03-3027-1 (Obra completa)
SAP 41942349
ARGENTINA
Stiglitz, Rubén Saúl
Derecho de seguros / Rubén Saúl Stiglitz.- 6ª ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: La Ley, 2016.
v. 5, 624 p.; 24 x 17,4 cm.
ISBN: 978-987-03-3033-2
1. Derecho. 2. Ley de Seguros. 3. Seguros. I. Título
CDD 346.086
2
CONTENIDO:
Derecho de Seguros 6a. Ed. - Tomo V
Preliminares
asegurativa
por el Damnificado
Animales
Bibliografía
3
RUBÉN S. STIGLITZ
Graduado de Abogado en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la
Universidad Nacional de La Plata, 1956. Graduado como Doctor en Derecho en
la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de
Buenos Aires, 1988. Profesor Titular Ordinario de Derecho Civil III "Contratos"
(por concurso), Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad
Nacional de La Plata (1989/ 1996). Profesor Titular Regular (por concurso
internacional) de "Contratos civiles y comerciales", de la Facultad de Derecho y
Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires, 1997. Profesor
Visitante de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid,
España, en el área de "Derechos y Obligaciones", 1990. Profesor Invitado de la
Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, España, 1990.
Profesor Invitado de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario,
Bogotá, Colombia, 1998. Profesor Visitante e Invitado de la Facultad de Ciencias
Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia, 1998.
Miembro Titular de la rama argentina de la Asociación Internacional de Derecho
de Seguros (A.I.D.A). Miembro Titular de la Asociación Argentina de Derecho
Comparado, "Premio Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de
Buenos Aires", año 1998, por decisión unánime del Jurado designado por la
Academia, otorgado a la mejor obra jurídica publicada en el bienio 1997/1998
("Derecho de Seguros"). "Profesor Titular Consulto" por decisión unánime del
Consejo Académico de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de
Buenos Aires, año 2000. Miembro del Instituto de Derecho Civil de la Academia
Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, 2001. Profesor Titular
de la materia "Contrato de seguro" en el Ciclo de Orientación Profesional de la
Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.
Libros publicados
— "Cargas y caducidades en el Derecho de Seguros", Librería
Jurídica, La Plata, 1972, con prólogo de Isaac Halperin.
— "Caracteres jurídicos del contrato de seguro", Astrea, Buenos
Aires, 1978, con prólogo de A. M. Morello.
— "El siniestro", Astrea, Buenos Aires, 1980.
— "El seguro contra la responsabilidad civil profesional de los
médicos" en co-autoría con F. A. Trigo Represas, Astrea,
Buenos Aires, 1983.
— "Contratos por adhesión, cláusulas abusivas y protección al
consumidor", en coautoría con Gabriel A. Stiglitz, Depalma,
Buenos Aires, 1985.
— "Contrato de seguro", en coautoría con Gabriel A. Stiglitz, La
Rocca, Buenos Aires, 1988.
— "Contratos. Teoría general" (Director y autor de obra colectiva
de Cátedra), Depalma, Buenos Aires, t. I, 1990 y t. II, 1993.
— "Seguro contra la responsabilidad civil", en coautoría con
Gabriel A. Stiglitz, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1991, 2ª ed.
1994 (actualizada).
4
— "Objeto, causa y frustración del contrato", Depalma, Buenos
Aires, 1992.
— "Autonomía de la voluntad y revisión del contrato", Depalma,
Buenos Aires, 1992.
— "Responsabilidad precontractual", en coautoría con Gabriel A.
Stiglitz, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1992.
— "Seguro automotor obligatorio", en coautoría con Gabriel A.
Stiglitz, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1993.
— "Comentarios a la Ley de Defensa del Consumidor, Ley 24.240",
Juris, Rosario, 1993.
— "Seguro y Mercosur", Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1994.
— "Reformas al Código Civil. Contratos. Teoría general", Abeledo-
Perrot, Buenos Aires, 1994.
— "Cláusulas abusivas en el contrato de seguro", Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1994.
— "Derechos y Defensa del Consumidor", en coautoría con
Gabriel A. Stiglitz, La Rocca, Buenos Aires, 1994.
— "Derecho de Seguros", Buenos Aires, 1997, dos tomos, 2ª edición actualizada, 1998
(Premio Academia Nacional de Derecho a la mejor obra publicada en el bienio
1997/1998), 3ª edición, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, marzo del 2001; 4ª ed. tres
tomos, actualizada y ampliada, La Ley, julio de 2004; 4ª edición, 1ª reimpresión,
febrero de 2005; 5ª edición ampliada, 4 tomos, 4º tomo en coautoría con el Dr. Gabriel
A. Stiglitz, La Ley, 2008.
5
Dedicatoria
A Kety,
que reúne la fuerza que nos habita,
que funda nuevos horizontes
para este fervor en común
6
ÍNDICE DE ABREVIATURAS
A.D.C.: Anuario de Derecho Civil
Adla: Anales de Legislación Argentina
AGB-Gesetz: Ley alemana sobre condiciones generales de la contratación
Assic.: Assicurazioni (Rivista di Diritto)
BGB: Código Civil alemán
BJC: Boletín Judicial de Córdoba
C.Cass.Francia: Corte de Casación de Francia
CCyCN: Código Civil y Comercial de la Nación
CSJN: Corte Suprema de Justicia de la Nación
Cód. Civ.: Código Civil
Cód. Com.: Código de Comercio
CPCCN: Código Procesal Civil y Comercial de la Nación
DJ: Doctrina Judicial
DJBA: Diario de Jurisprudencia de la Provincia de Buenos Aires
DT: Revista Derecho del Trabajo
ED: Revista jurídica El Derecho
GF: Gaceta del Foro
J: Revista jurídica Juris, Rosario
JA: Revista de Jurisprudencia Argentina
La Ley: Revista jurídica La Ley
LLBA: Revista La Ley de la Provincia de Buenos Aires
LLC: Revista La Ley de Córdoba
LLLitoral: Revista La Ley del Litoral
L.S.: Ley de Seguros
R.C. y S.: Revista de Responsabilidad Civil y Seguros
RDCO: Revista del Derecho Comercial y de las Obligaciones
R.D.P.: Revista de Derecho Privado
R.D.S.: Revista de Derecho de Seguros
R.G.A.T.: Revue Générale des Assurances Terrestres
R.S.F.: Revista de Santa Fe
R.S.S.N.: Resolución de la Superintendencia de Seguros de la Nación
SCBA: Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires
S.S.N.: Superintendencia de Seguros de la Nación
Z.: Revista jurídica Zeus, Rosario
7
CAPÍTULO LIV - DE ALGUNAS RESPONSABILIDADES
PROFESIONALES Y SU COBERTURA ASEGURATIVA
8
A continuación, habremos de examinar la responsabilidad civil profesional de
médicos y abogados y enunciaremos supuestos de aplicación referidos a la
procedencia y a la improcedencia de las acciones resarcitorias promovidas
contra ellos.
9
y, desde el punto de vista del damnificado, lograr el resarcimiento aminorando el
riesgo por la eventual insolvencia del obligado(3).
A ello se suma la muy importante tarea de prevención que puede realizarse a
poco de conocer cuáles son los riesgos más comunes a los que se expone el
profesional, incentivando la atención de éste a través de la imposición de cargas
específicas (acerca de cómo debe llevarse la historia clínica, documentar
debidamente el consentimiento informado, etc.), franquicias, incremento de las
primas, etc.
Ello importa reconocer en el seguro una connotación social y tuitiva(4).
No obstante tratarse de un foco de interés que ha sido transitado por la
doctrina, la actualidad del fenómeno, el incremento de los fallos y su difusión, la
escasez de las coberturas existentes y la insatisfacción de los asegurados en la
operatoria asegurativa y en su funcionamiento, justifican un tratamiento
específico.
Algunos de los interrogantes que hoy se plantean con relación a esta
herramienta son: (a) si el seguro contra la mala praxis profesional debe ser
obligatorio; (b) si debe propenderse a la instauración de fondos de garantía; (c)
si debe limitarse económicamente el reclamo de la víctima; (d) cuál debe ser el
factor de atribución de la conducta antijurídica del profesional; (e) si debe
admitirse la validez de las denominadas cláusulas "claims made"; (f) qué
prácticas deben quedar excluidas de la cobertura (por ej.: la responsabilidad por
los denominados riesgos del desarrollo); (g) cuál debe ser la cobertura que
contengan las condiciones particulares del contrato de seguro según las
modalidades que asuma la práctica profesional (jefe de equipo médico,
especialista, etc.); (h) si debe asegurarse la culpa grave del profesional.
10
En este sentido, se alega que el profesional no debe ni puede asegurar el
resultado de su prestación, la que depende en un cierto grado de la propia
evolución de la enfermedad del paciente, o de la actividad de terceros (la
contraparte, el juez, etc.) la que es distinta en cada caso.
En la actualidad, si bien se comprende que el profesional deberá asumir una
obligación de medios, ello no impide que se valore la prestación a su cargo con
el standard común de la culpabilidad apreciable con un criterio concreto y
objetivo a la vez(7). No hay lugar en la responsabilidad civil profesional, por ser
tal, para "culpas pequeñas". Ellas no se encuentran justificadas.
(b) A lo expuesto, se suma el particular fenómeno por el que ha atravesado
concomitantemente la teoría general de la responsabilidad civil: se ha modificado
la óptica del abordaje de su estudio pues hoy prevalece el examen de situación
desde el ángulo exclusivo del victimario hacia el del damnificado, aunque sin
excluir al primero.
En esta orientación, hoy se analizan, en primer lugar, las consecuencias
dañosas injustamente sufridas, antes que la injusticia existente en su causación.
Ello ha provocado no sólo la reparación de nuevos daños, sino también su
admisión en hipótesis en las que clásicamente se negaba la indemnización por
no resultar reprochable el accionar del ahora indicado como responsable(8).
(c) Una razón de gran predicamento es, sin duda, la revalorización que ha
merecido en la hora actual del Derecho, el contenido del contrato profesional,
esto es, la prestación de un servicio, necesario en el desarrollo de la vida
moderna y, muchas veces relacionado con la preservación de la salud, de la
integridad sicofísica del sujeto, de sus derechos económicos, todos ellos
derechos personalísimos que hoy se reconocen como amparados
constitucionalmente(9). Ello, a la vez que restringe el ámbito de actuación de la
autonomía privada, resulta de la conclusión que la mengua de esos derechos
subjetivos es económicamente indemnizable, dada su valorización para el
Derecho.
(d) También se deduce que el aumento de los juicios de mala praxis
profesional es una consecuencia de la masificación y burocratización del
servicio, que resta tiempo al estudio personalizado de la consulta del paciente o
cliente, imponiéndose al profesional la mecanización de una atención en serie,
lo que hace que se resienta el diálogo y la confianza necesarios entre el
profesional y el paciente o cliente. La mala comunicación, su escasa calidad o,
directamente, la ausencia de ella, derivan en situaciones de incomprensión del
paciente acerca de lo realmente acontecido y, su consecuente enojo, antecede
a la demanda de responsabilidad civil profesional(10).
(e) Indudablemente, unido a lo anterior, se advierte la jerarquía que se ha
asignado al deber de información como carga secundaria de conducta de la
prestación principal que ha asumido el profesional. Hoy se advierte que, donde
antaño se declaraba la falta de responsabilidad del profesional por inexistencia
de mala praxis, hoy se lo condena por defecto del deber de información acerca
de otros procedimientos alternativos disponibles y/o de los riesgos existentes en
el recomendado por el profesional(11). En ellos, la ausencia de consentimiento
informado del paciente o cliente derivará en la responsabilidad profesional, más
allá de la discusión acerca de la extensión de la reparación.
11
(f) Es claro, también, que el aumento de los reclamos por mala praxis
profesional tiene relación con la extensión del acceso a la justicia, conquista de
los derechos individuales que ha posibilitado mediante diversos mecanismos
procesales (juicios sumarios, amparo, beneficio de litigar sin gastos, etc.) que
una mayor cantidad de justiciables puedan acceder a la jurisdicción en reclamo
por verse afectados cualquiera de sus legítimos derechos. Esto es, se asiste en
nuestros tribunales a un aumento constante de la litigiosidad que no puede
justificarse sólo por la mayor complejidad de la vida moderna, sino que tiene
relación con el más amplio acceso por los particulares al conocimiento y ejercicio
de sus derechos ante los estrados del Tribunal.
Seguramente, hay otras razones que sumadas a las expuestas dan como
resultado la situación planteada: el incremento de demandas por mala praxis
profesional que amenaza, en forma constante, los bienes patrimoniales, así
como el equilibrio emocional (individual y familiar) y el libre ejercicio de la
profesión.
La tendencia es sin duda hacia un mayor incremento de esas demandas, al
amparo de un mayor acceso a la justicia, de la acentuación del conocimiento y
ejercicio de sus derechos por los particulares.
12
probatorias dinámicas, cuando el profesional se encuentra en mejores
condiciones de probar.
13
Se advierte en la actualidad, que las normas deontológicas reconocidas y
codificadas, coexisten con las disposiciones legales que consagran la
responsabilidad civil del profesional.
Se trata entonces de discernir cuál es el valor de esos deberes profesionales
a la hora de decidir la responsabilidad civil del profesional liberal en sede judicial.
El Proyecto de Código Civil unificado de 1998 en su artículo 1681 enumeraba
a las normas éticas entre las aplicables a los profesionales liberales para juzgar
la existencia de responsabilidad civil: Las actividades del profesional liberal están
sujetas a las reglas de las obligaciones de hacer. Sus alcances resultan de lo
convenido; de lo previsto por el inciso a) del artículo 726, salvo que se haya
comprometido cierto resultado concreto; de las disposiciones dictadas en
ejercicio del poder de policía; y de las normas de ética que regulan el ejercicio
de la profesión.
Mosset Iturraspe ha criticado esta solución señalando que las normas éticas
no son jurídicas, en consecuencia, resultan ajenas a un juicio de responsabilidad
por daños, culminan en una sanción al inmoral, pero son indiferentes para la
víctima del daño y ajenas a los Tribunales de Justicia(19).
En cambio, otros autores sostienen que la violación de aquéllas puede
constituir ilicitud, atribuyendo responsabilidad al profesional que ha incumplido
normas éticas(20). En este último sentido, se ha responsabilizado al odontólogo
que violó normas éticas "al valerse de publicidad engañosa para captar clientes
incautos, que sirvió para que la actora confiara en las "grandes Bondades" de
sus servicios profesionales lo que seguramente la condujo a hacer una gran
erogación en pocos días"(21).
De lo que no se duda y resulta compartible es que en la medida que la norma
deontológica se haya incorporado a la norma jurídica, su violación integra el
elenco de conductas antijurídicas(22).
Tampoco existe debate en cuanto a que cualquier reconocimiento jurídico de
una norma deontológica, encuentra límite en su confrontación con las normas
legales en sentido formal: si la primera colisiona con la segunda, ésta es la que
habrá de prevalecer.
En una posición distinta a las anteriores, se observa que los Códigos de Ética
gravitan cuando se trata de merituar la existencia de culpabilidad en la actuación
del profesional(23).
Para verificar si ha mediado culpa del médico resulta necesario confrontar su
obrar con la conducta correcta y ésta, en materia profesional, está desenvuelta
por las denominadas reglas del arte (lex artis)(24).
Entre esas reglas del arte se encuentran, justamente, las que determinan los
ordenamientos deontológicos.
Éste es el sentido de su reconocimiento por la Corte Suprema de Justicia de
la Nación cuando consideró que para valorar la actuación médica deben
ponderarse las reglas aceptadas por los colegios profesionales y, obviamente,
las normas jurídicas que a ellas se vinculan para juzgar el comportamiento del
profesional actuante... ya que tales directivas constituyen criterios idóneos e
14
imprescindibles para apreciar la diligencia debida, y la obligación de superior
rango axiológico, de obrar con prudencia y pleno conocimiento...(25).
Dicho criterio fue ratificado a posteriori, sosteniendo que no cabe restringir el
alcance o privar de toda relevancia jurídica a las normas éticas(26).
A esta altura, lo innegable es hoy su importancia para el Derecho. En este
sentido, se ha dicho que las normas deontológicas van adquiriendo una
creciente apariencia jurídica y los pilares jurídicos en que se asienta la
responsabilidad —fundamentalmente de origen jurisprudencial— toman a
menudo muy en cuenta consideraciones de procedencia axiológica(27).
Ello aconseja la necesidad de estudiar y no desatender los contenidos de los
códigos deontológicos, su permanente actualización y su sistematización o
armonización, atento su pluralidad, por la falta de regulación legal sobre cuál de
ellos debe ser tenido en cuenta en el ejercicio de las distintas profesiones, en
especial de la médica, en cuyo ámbito conviven no sólo los Códigos nacionales,
sino los internacionales y los correspondientes a cada especialidad médica(28).
Se ha considerado que su confección no sólo resulte de la intervención de los
profesionales de que se trate, sino que se integre en un debate abierto con
entidades representativas y con legisladores(29).
Por último, en la temática propuesta merece destacarse que la influencia que
pueden exhibir las decisiones de los Tribunales de Ética Profesional en el
proceso civil resulta ajena a lo que dispone el Código Civil y Comercial, referido
a la influencia de la sentencia penal.
Sin embargo, no cabe dudar que podrían ser valorados por el Tribunal a la
hora de decidir la responsabilidad civil del profesional, en el señalado sentido de
la acreditación de la configuración de la culpa por disconformidad de la conducta
obrada con la que era debida conforme la lex artis(30).
15
protegerlo, evitándole la producción de daños o de mayores daños que los
contractualmente previsibles. De allí que se sostenga en materia de
responsabilidad profesional médica, que "cabe responsabilizar a los médicos por
los daños provenientes de la intervención quirúrgica practicada a un paciente —
en el caso, fue sometido a una cirugía de hipospadías— pues, la ignorancia y el
desconocimiento de este último acerca de todos aquellos peligros derivados de
la práctica le privaron la oportunidad de analizar en profundidad el paso que
estaba por dar y al mismo tiempo de buscar asesoramiento para el abordaje de
otras variantes"(31).
Las reglas secundarias de conducta son manifestaciones de la buena fe
contractual y se constituyen en el carácter más saliente de esa buena fe pues,
como directiva de interpretación o como criterio de comportamiento, no se agotan
con la ejecución de las prestaciones principales o de las accesorias, sino que,
en su formulación, atrapan la conducta de cada parte como unidad, desde las
tratativas que preceden al perfeccionamiento del contrato hasta el período
poscontractual, inclusive(32).
Por ello mismo, se decidió, en relación al derogado Código Civil, que "el deber
del médico de informar de manera clara y adaptada al nivel cultural de cada
paciente acerca de los riesgos de la intervención quirúrgica, surge de los
principios de buena fe y confianza establecidos en el artículo 1198 del Cód.
Civil"(33).
La buena fe, la protección de la confianza y otros deberes de conducta, han
sido consagrados positivamente en el Código Civil y Comercial (arts. 9º, 961 y
concs., CCyCN), en el contexto de "un nuevo orden contractual"(34).
Estos deberes accesorios, en ocasiones, se fundan en un texto legal y, en
otras, carecen de fuente normativa, pero en todos los casos se sustentan
implícitamente en la buena fe y en lo que verosímilmente las partes entendieron
o pudieron entender obrando con cuidado y previsión.
Así, en el tramo anterior al perfeccionamiento del contrato, las partes
recíprocamente se deben consideración y lealtad en punto a sus mutuas esferas
de interés, evitándose errores, a cuyo efecto, tal vez, la regla sustancial en esa
etapa sea la de hablar claro(35).
El deber de información está consagrado en el artículo 1100, CCyCN.
El deber de informar, carece de formas. En ese sentido, se tiene decidido que
"si bien en las cirugías estéticas se adjudica particular relevancia al deber de
información médica, "el cual debe satisfacerse de manera clara y suficiente, ello
no significa que tenga que ser necesariamente instrumentado por escrito"(36).
El deber precontractual de información conceptualmente integra uno más
amplio, el de cooperación, aun cuando uno y otro sean derivados necesarios de
la buena fe debida. Si bien la colaboración se sitúa en todo el iter contractual,
desde los tramos preliminares hasta el período de ejecución la información cobra
especial relieve en las informaciones previas a la conclusión del contrato. De allí
que se sostenga —como regla secundaria de conducta— que la cooperación
debida por el galeno al paciente, requiere de un "denodado esfuerzo por emplear
un lenguaje llano, desprovisto de la terminología especializada, ya que lo que se
pretende es que, una persona común, pueda asimilar fácilmente lo
transmitido"(37).
16
El deber de información encuentra su fundamento final en la necesidad de
establecer o, en su caso, restablecer el equilibrio desde el inicio mismo de las
tratativas.
Lo expresado significa que el objeto contractual, la materia de que trata el
contrato y las circunstancias atinentes a ella deben ser conocidas por ambas
partes en etapa de tratativas, para preservar la relación de equivalencia al tiempo
del perfeccionamiento del contrato. Lo que presupone que, de no ser así, si el
que dispone de la información la oculta o la suministra falsamente o
erróneamente, el contrato se ha concluido en situación de desigualdad, de tal
relevancia que vicia el consentimiento. Es por ello que se tiene decidido que "la
errónea información brindada por el médico que intervino quirúrgicamente al
paciente que sufrió una secuela permanente como consecuencia de la
operación, equivale a no informar, siendo imposible que la víctima hubiese
prestado su consentimiento por esa posible lesión"(38).
En suma, el fundamento del deber de informar halla su fuente en la
desigualdad de los conocimientos sobre circunstancias relevantes de la materia
que será objeto del contrato.
La protección en favor del desinformado se sustenta en una suerte de
"presunción de ignorancia legítima"(39), que de ninguna manera importa un
derecho ganado a la pasividad, pues la condición de desinformado no lo legitima
a sustraerse del deber de colaboración consigo mismo. Para ello deberá recabar
información. Este deber porta el límite de su comprensión en concreto, como
sujeto desinformado y con relativas posibilidades para comprender qué es lo que
ignora y cuál es la información que precisa.
En efecto, el deber de informar —como máximo— se detiene y —como
mínimo— debe armonizarse con el deber de informarse, y ello según la aptitud
o idoneidad y en el marco de las posibilidades de quien alega la
desinformación(40).
Por lo demás, si la relación está basada en la confianza, el deber de
información se acentúa aún más.
17
Lo expresado presupone —en principio— que quien alega la reticencia
ignoraba la información o no se hallaba en condiciones de conocerla.
Esta circunstancia, como quedó expresado, perturba la declaración de
"voluntad común" al enrarecer la atmósfera contractual.
Pero el deber de información presupone que quien está obligado a
suministrarla dispone de ella y, por añadidura, conoce o debería conocer la
influencia que la aludida información ejercerá sobre la voluntad de consentir de
la otra parte. Contrariamente, no disponer de la información ni la posibilidad de
obtenerla comporta un primer límite al deber de informar.
Por lo demás, no es legítimo que alegue ser víctima de desinformación el
destinatario de la información, quien debía o se hallaba en condiciones de
conocerla, en razón de que estas posibilidades se asimilan —como presunción—
al conocimiento mismo(42). Lo expuesto implica una segunda restricción al deber
de informar.
Va de suyo que si, por principio, el deber de información recae sobre quien la
posee, y no puede ser invocado el incumplimiento de quien dispone de aquélla
o por quien debía conocerla, cabe como conclusión afirmar que si las partes que
intervienen en etapa de tratativas ignoran la información, ninguna de ellas se
halla obligada a informar a la otra(43).
La carga de la prueba referente al conocimiento de la información recae sobre
quien lo alegue. O sea que, en principio, incumbe al acreedor acreditar que la
contraparte conocía la información que le fue retaceada o falseada.
Pero si el deudor alega como defensa que el presupuesto de hecho
(información) era conocido por el acreedor, o las circunstancias por las que debía
conocerla, incumbirá a aquél la referida carga procesal (art. 377, CPCCN).
Para ello podrá valerse de todos los medios de prueba (art. 378, CPCCN), que
incluye el de presunciones.
18
aunque ningún contrato se hubiese firmado en concreto, ya que lo que está en
juego no es la simple obligación de no dañar sino el cumplimiento de una
obligación previa y distinta, como es la del médico de prestar debida, puntual y
responsable asistencia a quienes la precisan"(45).
El mismo puede ser de servicios cuando el profesional, compromete una
obligación de medios o de diligencia(46), o un contrato de trabajo, siempre y
cuando se hallen las notas dominantes de subordinación y estabilidad, o un
contrato de obra(47) cuando el profesional asume el logro de un resultado final,
en virtud del cual el último se obliga a satisfacer una prestación de hacer(48). La
obligación correspectiva del cliente consiste en el pago de un emolumento que
puede ser el honorario —en el caso de la locación— o un salario, en el supuesto
del contrato de trabajo.
El incumplimiento de esta obligación preexistente genera la responsabilidad
contractual del profesional frente al cliente/paciente.
Lo expuesto no es obstáculo para reconocer que habrá supuestos de
responsabilidad extracontractual cuando no medie aquel requerimiento del
servicio profesional, o cuando el daño sea ocasionado por el profesional a un
tercero ajeno al contrato (a modo de ejemplo, el médico que atiende una urgencia
respecto de quien carece de conciencia; o el abogado que traba un embargo en
forma errónea respecto de un inmueble ajeno al deudor).
"Pueden darse algunos casos de responsabilidad extracontractual, cuando el
facultativo presta sus servicios en ausencia de todo vínculo contractual, como
ocurre si acude espontáneamente a asistir a la víctima en un accidente
callejero"(49).
Todo ello sin perjuicio de la unificación de los regímenes de responsabilidad
contractual y extracontractual, emergente del Código Civil y Comercial de la
Nación.
Ahora bien, aceptada la relación contractual que media entre el profesional y
su cliente, cabe señalar que, en ese caso, el deber de resarcir será exigible en
todos los casos en que medie incumplimiento de una obligación preexistente
para con el paciente. En efecto, se afirma la existencia de un vínculo negocial en
razón de mediar habitualmente un previo contrato, por ejemplo, de prestación de
servicio médico asistencial entre el profesional y el cliente. En síntesis, la tesis
mayoritaria es aquella que concluye que se trata, predominantemente, de un
contrato de prestación de servicios profesionales(50), sin perjuicio de aceptarse
que "no pueden fundirse en una sola especie de contrato" y que las "excepciones
que podrían darse quedarían limitadas casi exclusivamente a aquellos casos en
que el paciente no pudiera dar su consentimiento para la intervención
profesional, sea directamente por sí o mediante un tercero que lo hiciese por él;
o incluso cuando esa intervención se hiciese contra la voluntad del asistido y por
obligación legal del médico"(51).
Reiteramos que el artículo 1768 CCyCN, establece: Profesionales
liberales. La actividad del profesional liberal está sujeta a las reglas de las
obligaciones de hacer.
19
Dentro del marco de las obligaciones de hacer, los profesionales liberales
pueden estar sometidos a contratos de obra o servicios. El propio Código Civil y
Comercial establece las pautas para deslindar ambos tipos contractuales:
Artículo 1251, CCyCN: Definición. Hay contrato de obra o de servicios cuando
una persona, según el caso el contratista o el prestador de servicios, actuando
independientemente, se obliga a favor de otra, llamada comitente, a realizar una
obra material o intelectual o a proveer un servicio mediante una retribución.
Artículo 1252, CCyCN: "Calificación del contrato. Si hay duda sobre la
calificación del contrato, se entiende que hay "contrato de servicios" cuando la
obligación de hacer consiste en realizar cierta actividad independiente de su
eficacia. Se considera que "el contrato es de obra" cuando se promete un
resultado eficaz.
En función de las referidas normas del Código Civil y Comercial de la
Nación, se desprende que en definitiva la diferencia entre ambas especies de
contratos, radica en que mientras en el contrato de obra el contratista se obliga
a ejecutar una obra material o intelectual, es decir se compromete a obtener un
"opus", en el contrato de servicios solo se obliga a proveer un servicio,
independientemente de la obtención de un resultado. Es por ello que se dice que
la obligación del contratista es una obligación de resultado, mientras que la del
proveedor de servicios es una obligación de medios(52).
20
La prestación de un servicio puede consistir:
a) en realizar cierta actividad, con la diligencia apropiada, independientemente
de su éxito. Las cláusulas que comprometen a los buenos oficios, o a aplicar los
mejores esfuerzos están comprendidas en este inciso;
b) en procurar al acreedor cierto resultado concreto, con independencia de su
eficacia;
c) en procurar al acreedor el resultado eficaz prometido.
En síntesis, las reglas generales del Código Civil y Comercial son las
siguientes:
• Los profesionales liberales se comprometen por obligaciones de
hacer;
• En principio, a través de contratos de servicios;
• Las obligaciones son de medios;
• La responsabilidad es subjetiva (por culpa).
Tal como ha señalado la Comisión de Reformas en los Fundamentos del
Anteproyecto (art. 1768), dichas bases coinciden con los criterios que ha
aplicado mayoritariamente la jurisprudencia y han sido defendidos por la
doctrina.
21
A los efectos de la prueba de la culpa, el Código Civil y Comercial de la Nación
establece una solución especial en materia de "cargas dinámicas", de enorme
impacto en la órbita de las responsabilidades profesionales, específicamente de
los médicos (historias clínicas, etc.).
Señala el artículo 1735, CCyCN: Facultades judiciales. El juez puede distribuir
la carga de la prueba de la culpa o de haber actuado con la diligencia debida,
ponderando "cuál de las partes se halla en mejor situación para aportarla".
22
su proceder ese especialista pone en práctica diversas prestaciones, ya que a la
par del deber de realizar la operación se encuentra el de hacerlo en forma
diligente según las reglas del arte médico"(55).
En cambio, la obligación de resultado entraña el compromiso de satisfacer al
acreedor el desenlace que pretende. En lo que concierne al tema que nos ocupa,
ni a los médicos les es factible comprometer la cura del paciente, ni al abogado
asegurar a su cliente un resultado favorable ya que, en ambos casos, el
compromiso contractual asumido solo se limita a una prestación diligente y
adecuada a los procedimientos técnicos idóneos para alcanzar el propósito
perseguido, sin suministrar seguridad de lograrlos(56).
A su turno, un minoritario sector doctrinario ha concluido que el profesional
liberal asume una obligación de resultado de la que derivaría su responsabilidad
objetiva(57).
Hay autores que sostienen que correspondería efectuar algunas distinciones
según la diversidad de tareas que desarrolla el profesional en el ejercicio de su
profesión(58).
En primer lugar, en cuanto al objeto del requerimiento como, por ejemplo, la
inscripción del instrumento autorizado por el escribano en el correspondiente
Registro, la redacción de un contrato por el abogado, etc., la obligación que
asume el profesional es de resultado.
En cambio, cuando no se trata del incumplimiento del deber de otorgar un acto
formalmente válido, o concurrir a una audiencia, o recurrir una sentencia
adversa, sino del incumplimiento de otros deberes en que está en controversia
la actuación prudente y diligente del profesional, para hacer nacer la
responsabilidad que se le imputa, resulta indispensable probar la culpa. A título
de ejemplo, cuando se le encomienda a un escribano la realización de un estudio
de títulos y éste resulta mal practicado, por cuanto ha sido errónea la apreciación
de los antecedentes o por negligencia en la compulsa de los mismos. La
prestación asumida en el caso por el escribano resulta de medios, por lo que
sólo será responsable si ha incurrido en culpa o negligencia. Lo mismo sucede
con el accionar del médico, del abogado o del odontólogo(59).
En el ámbito procesal, se ha introducido la teoría de la carga probatoria
dinámica, fundada en el principio de adquisición procesal, entendiendo que la
carga de la prueba incumbirá a quien se encuentre en mejores condiciones de
adquirirla(60). En el sentido indicado, se tiene decidido que de acuerdo al principio
de la carga de la prueba dinámica, el profesional siempre es quien se encuentra
en mejores condiciones para aportar la prueba tendiente a demostrar que de su
parte no hubo mala praxis médica, debido a sus conocimientos científicos y a la
posesión y disponibilidad material de los elementos probatorios
indispensables(61).
También se reconoce importancia en la cuestión a las reglas de res ipsa
loquitur y la prueba de presunciones(62). En el sentido indicado, se tiene resuelto
que "las dificultades probatorias que debe sortear con frecuencia un paciente
para acreditar la culpa del médico —en el caso, por la intervención quirúrgica
que realizó sobre un órgano equivocado—, determinan que debe conferirse a la
prueba de presunciones un elevado valor, por tanto, evidenciados por el paciente
23
ciertos datos empíricos, el juez debe deducir la culpa médica no probada en
forma directa"(63).
Más afinadamente en cuanto a la carga probatoria, se tiene decidido por la
Corte Suprema de la Nación que "tratándose de la responsabilidad médica, para
que proceda el resarcimiento de los perjuicios sufridos, debe acreditarse no sólo
que éstos han existido, sino la relación de causalidad entre el obrar negligente
de aquel a quien se imputa su producción y tales perjuicios"(64).
El hecho acaecido durante la vigencia material del contrato y que, por dañoso,
genera responsabilidad, técnica y jurídicamente, se denomina siniestro.
La sola producción de este último provoca un débito de responsabilidad que
surge ex lege, por el evento que produce daño (hecho acaecido) a terceros, ya
sea motivado en el incumplimiento de una obligación de naturaleza contractual
o el hecho lesivo en el marco de la responsabilidad extracontractual.
O dicho con otras palabras, el siniestro es el surgir de la responsabilidad en la
persona del asegurado como consecuencia inmediata y directa del suceso
dañoso.
A manera de síntesis podemos expresar que en el seguro contra la
responsabilidad civil (a) el siniestro se halla constituido por la aparición de un
débito de responsabilidad civil previsto en el contrato; (b) como consecuencia de
un hecho acaecido en el plazo convenido como de duración material del contrato;
(c) débito que nace con la comisión del ilícito dañoso; (d) que genera daño en el
patrimonio del asegurado pues importa, desde ese mismo momento, una
disminución del mismo; (e) patrimonio que deberá —con relación al débito de
responsabilidad— ser mantenido indemne por el asegurador, en virtud de la
obligación de indemnidad asumida; (f) obligación que se extiende a las costas y
gastos, judiciales o extrajudiciales, aun de pretensiones infundadas.
24
a) Los fundamentos expuestos
Las pólizas que amparan la responsabilidad civil de los médicos contienen,
desde la década del '90 una cláusula por la que se limita temporalmente la
cobertura.
Algunos de los fundamentos son: (a) la necesidad de preservar "una mejor
evaluación y constitución de sus reservas"; (b) no haberlas constituido
adecuadamente en sus balances; (c) la eventualidad de que se hallen
comprometidos contratos de seguro que amparen las consecuencias de
siniestros cubiertos por pólizas cuyo plazo de vigencia material ha fenecido, pero
cuyos efectos (obligaciones pendientes) se proyectan a manifestaciones tardías;
(d) la existencia de demandas deducidas dentro de dilatados plazos de
prescripción; (e) la incertidumbre que les genera la concepción que identifica el
siniestro con el hecho generador del daño(65).
Convergen, entonces, razones expuestas por los reaseguradores y
conformidad de ciertos aseguradores, los escasos que operan en el riesgo, en el
sentido que la finalidad de la cláusula que limita en el tiempo la garantía
asegurativa, tiene como propósito la decisión de no mantener técnicamente las
reservas (compromisos) por siniestros pendientes, por el plazo de la prescripción
vigente en cada legislación local, derivada del incumplimiento contractual(66).
25
c) La cláusula claims made y las sucesivas variantes
La cláusula precedente, con los años, ha reconocido variantes, aunque su
denominador común se hallaba (y se halla) en el abandono de
la disociación entre el reclamo del damnificado y la noción de siniestro,
equiparándolos.
(a) Por la primera variante (consagrada en una cláusula), el asegurador asume
la garantía siempre y cuando el daño y el reclamo de la víctima se sitúen
temporalmente durante el período de garantía, entendido como el de duración
material del contrato. Una de las críticas formuladas a esta especie consiste en
que disocia la responsabilidad civil cubierta y que debe prolongarse hasta la
prescripción de la pretensión del damnificado, con la cobertura asegurativa que
se la hace cesar con la extinción del plazo de duración del contrato.
(b) Una segunda variante, conocida como la de "retomar el pasado
desconocido" (reprise du passé inconnu), consiste en que el asegurador
garantiza las indemnizaciones reclamadas durante el curso del contrato aun por
daños verificados con anterioridad a la vigencia del contrato de seguro. Una de
las críticas que se le formula es el de la fragilidad de la cobertura, dada la
existencia de numerosas cláusulas que tienen por objeto deducir o interpretar el
"conocimiento" que tenía el asegurado, al tiempo del perfeccionamiento del
contrato, sobre los hechos dañosos por los que se reclama.
(c) La tercera variante se halla contenida en una cláusula por la que el
asegurador garantiza los reclamos ulteriores al vencimiento del contrato, hasta
un límite temporal (uno o dos años), si es que el daño se verificó durante su
vigencia. La crítica que se le formula es que el límite temporal de la garantía
asegurativa finaliza antes de la prescripción, dejando en la misma situación de
inseguridad al asegurado y a los damnificados.
26
(a) El hecho generador y el reclamo deben acaecer durante el plazo de
vigencia del contrato de seguro. La cobertura se extiende a la hipótesis en que
el reclamo se verifica durante el plazo de las sucesivas renovaciones del
contrato, aunque el hecho generador correspondiera a un contrato con plazo de
vigencia anterior a aquél en que se formula el reclamo, en cuyo caso se
considera que hay "retroactividad" hasta (desde) la fecha de inicio de la primera
cobertura que se renueva o se extiende con el mismo asegurado.
En rigor, tal retroactividad no es tal, sino el reconocimiento que el siniestro
(evento dañoso) es el hecho generador de la responsabilidad y no el reclamo del
tercero, a pesar de la previsión contractual en contrario.
(b) Otra variante de la cobertura es la que prevé que el reclamo del tercero se
produzca durante el denominado plazo de "extensión del período de denuncia
de siniestros", que es aquel que excede el del último contrato o renovación
suscripto entre las mismas partes, pero que requiere que el hecho dañoso
(siniestro) se verifique durante la vigencia del contrato o sus renovaciones
existentes entre las mismas partes.
(c) El período de extensión de denuncias no es automático, ya que hay que
contratarlo expresamente y hay que hacerlo notificando al mismo asegurador por
escrito entre 10 a 30 días antes que concluya la cobertura del último contrato
entre las partes. Alguna de las coberturas existentes ofrece la contratación de
este período extendido a la fecha de suscripción del primer contrato, siempre y
cuando lo sea con el mismo asegurador.
El precio de ese período de extensión de denuncias (rescate) es fijado
unilateralmente por el asegurador a la fecha en que se solicita y debe ser
cancelado por el asegurado al contado. Con relación a esa extensión, el
asegurado no puede solicitar que se modifique la suma asegurada ni el agregado
anual correspondiente al último período contratado.
El período de extensión de denuncias puede ser de dos, cinco o diez años o
bien no contener plazo, en cuyo caso la garantía se agota con el consumo de la
suma asegurada y/o del agregado anual.
(d) En alguna de las coberturas existentes, ese período de extensión de
denuncias es gratuito en caso de fallecimiento del asegurado, o incapacidad o
jubilación de éste.
En consecuencia, la actualidad de la cobertura "claims made", en cualquiera
de sus variantes genera las mismas controversias que en sus comienzos: el
asegurado sigue permaneciendo cautivo de una misma aseguradora, ya que
bastará que no renueve la cobertura, para verse compelido a contratar el período
de extensión de denuncias o hacerlo, en su caso, por un plazo de diez años y a
pagar al contado la prima adicional que fije el asegurador.
Por lo demás, cabe reiterar uno de los cuestionamientos a la limitación
temporal de la garantía asegurativa, tal como se pretende presentarlo en la
actualidad. Y que consiste en que, como el tiempo de la prescripción de la acción
civil supera el del reclamo predispuesto por la aseguradora, el médico
asegurado, en definitiva, se encuentra descubierto a pesar de haber contratado
el seguro o, en su caso, su extensión por diez años. Ello ocurrirá si el paciente
promueve el reclamo de daños con posterioridad a la fecha prefijada
arbitrariamente por el asegurador.
27
Y ello en razón que el paciente gozaban (en el Código Civil derogado) en
materia de responsabilidad contractual de una prescripción de diez años (art.
4023, del derogado Cód. Civ.), pero debiendo considerarse que el plazo se
computa desde que el damnificado conoce el daño. El Código Civil y Comercial
de la Nación unifica el plazo de prescripción de los reclamos por indemnización,
en el plazo de 3 años, comprensivo de la responsabilidad civil contractual y
extracontractual (art. 2561, CCyCN).
Si bien en la publicidad se expresa que incluye un "período extendido de
denuncias de siniestro por diez años" y se la denomina cobertura "base
ocurrencia", la realidad es que no es tal porque tampoco garantiza la totalidad
de la cobertura, ya que dicha fecha se computa desde la finalización del contrato,
mientras que la de la prescripción de la acción opera desde que se "conoce el
daño" por la víctima(67).
Claramente, se trata de una publicidad engañosa para el asegurado, porque
en ninguna de sus variantes la cobertura garantiza al asegurado la totalidad del
plazo de prescripción de la acción.
28
presencia de una norma imperativa es la interpretación filológica. Sobre esa base
afirmamos que el artículo 109, Ley de Seguros, es una norma imperativa, pues
dicho texto legal contiene elementos gramaticales de donde se deduce
inequívocamente su aplicación, pues la sola lectura de la norma afirma la
imposibilidad de que un precepto de autonomía se le anteponga.
Y desde un punto de vista lógico (funcional) se trata de una norma imperativa
pues regula el contenido esencial del tipo contractual.
(d) Como se advierte, se pretende redefinir el contrato de seguro contra la
responsabilidad civil como si ello fuera factible hacerlo en el marco de la
autonomía de la voluntad. La cuestión referida a las definiciones de procedencia
contractual tendría importancia, si de ellas resultara su compatibilidad con la
noción legal de seguro contra la responsabilidad civil. Pero acontece que el
concepto de seguro contra la responsabilidad civil es universal. En efecto, desde
el punto de vista que interesa a esta exposición, el objeto del contrato (la
operación jurídica de que se trata), y de él la obligación principal a cargo del
asegurador, es inalterable en la concepción continental. Por el seguro contra la
responsabilidad civil, la obligación de resultado que asume el asegurador
consiste en mantener indemne el patrimonio del asegurado por cuanto deba
pagar a un tercero en razón de la responsabilidad prevista en el contrato a
consecuencia de un hecho acaecido durante la duración material del contrato.
Las diferencias que pone de manifiesto el derecho comparado de raigambre
continental son ajenas a la noción y, por lo general, atañen (a) al reconocimiento
de un derecho propio en favor del damnificado sobre la indemnización debida
por el asegurador y consecuente ejercicio de una acción directa; (b) o a la
naturaleza de las defensas oponibles; (c) o al sujeto activo del pago efectuado
por el asegurador. En síntesis, cuestiones que no hacen al objeto del contrato y,
por tanto, a su definición.
(e) De donde el artículo 109, Ley de Seguros, importa un límite inherente a la
autonomía de la voluntad. Ello significa que la noción de seguro contra la
responsabilidad civil, en la Argentina, es la desenvuelta en los artículos 109 y
siguientes y no otra, por lo que, a través de reglas de autonomía (condiciones
generales predispuestas) no podrá disciplinarse ese tipo contractual,
contrariando la norma necesaria.
(f) Efecto inescindible de la conclusión precedente es que a las partes, a través
de sus preceptos de voluntad, les está vedado fijar el sentido o alcance de una
norma que integra el derecho necesario.
29
(b) De la misma definición surge que la causa (motivo determinante) del
contrato es la indemnización del daño que derive de la aparición de una deuda
de responsabilidad.
(c) La noción que suministra el artículo 109, Ley de Seguros, alude a un débito
del asegurado ("por cuanto deba [pagar] a un tercero en razón de la
responsabilidad prevista en el contrato"), que no es otro que aquel en el que
incurra, en el marco de las previsiones contractuales.
Y precisamente, de ese débito de responsabilidad civil en que incurra el
asegurado, lo debe mantener indemne el asegurador.
Por definición, en el seguro contra la responsabilidad civil no existe limitación
temporal, de tal suerte que la obligación de indemnidad asumida por el
asegurador se extiende más allá de la vigencia material del contrato de seguro.
La obligación del asegurador se prolonga hasta el momento en que ha extinguido
por pago el crédito del damnificado. Durante la vigencia material del contrato
debe producirse el hecho del que nace la responsabilidad civil del asegurado. El
asegurador asume su obligación hasta el límite de la garantía prevista en el
contrato, con total independencia de que el reclamo efectuado por el tercero se
concrete durante la duración material del contrato o ulteriormente, siempre que
lo sea en el marco de una pretensión que no se halle extinguida por prescripción.
(e) De donde el objeto de la obligación (prestación de dar sumas de dinero),
impuesta al asegurador, se desenvuelve (funcionalmente, en etapa de ejecución
negocial), hasta la instancia en que la deuda de responsabilidad se ha
extinguido.
(f) La definición legal (art. 109, L.S.), concluye reafirmando que el objeto del
contrato —la responsabilidad civil—, es la consecuencia del hecho acaecido en
el plazo convenido.
Es que el hecho acaecido si es dañoso y, por tanto, genera responsabilidad,
técnica y jurídicamente, se denomina siniestro.
(g) La sola producción de este último provoca un débito de responsabilidad
que surge ex lege, por el evento que produce daño (hecho acaecido) a terceros,
ya sea motivado en el incumplimiento de una obligación de naturaleza
contractual o el hecho lesivo en el marco de la responsabilidad extracontractual.
O, dicho con otras palabras, el siniestro es el surgir de la responsabilidad en
la persona del asegurado, como consecuencia inmediata y directa del suceso
dañoso.
30
dentro del período de vigencia material del contrato, sus renovaciones o dentro
del plazo del período de extensión de denuncia del siniestro.
Y a continuación se agrega, a título de interpretación convencional de un texto
legal imperativo, que "queda expresamente convenido que el 'hecho acaecido' al
que se refiere el artículo 109 de la ley 17.418, es el 'reclamo' y no el 'generador'
de la eventual responsabilidad".
(b) Consideramos que nos hallamos frente a una cláusula ilícita pues —entre
otras razones— desnaturaliza el objeto (riesgo) del tipo contractual.
En efecto, por definición, en el seguro contra la responsabilidad civil, la
obligación del asegurador (mantener indemne el patrimonio del asegurado) se
extiende hasta la cancelación del débito motivado en la responsabilidad civil
incurrida en un hecho acaecido en el plazo de vigencia material del contrato.
No se nos oculta que, una vez individualizado el riesgo, ello no significa que
pueda hallarse cubierto "en todo caso y para siempre, o sea, de todos modos,
en cualquier lugar o tiempo en que se verifique".
Precisamente por ello, un capítulo especial de la relación asegurativa lo
constituye la delimitación del riesgo que, en lo que nos interesa —la delimitación
temporal— es aquella por la cual cobra una especial significación la vigencia del
contrato, pues la garantía opera con relación a los siniestros acaecidos durante
la duración material del contrato. Lo que queremos significar es que la
delimitación temporal del contrato es una noción que atiende al tiempo (duración)
de exposición de un riesgo. Ello significa que el contrato se celebra por un plazo
y que la realización del riesgo (siniestro) sólo se halla cubierta si se verifica
durante la duración del contrato, aun cuando sus consecuencias dañosas recién
se manifiesten ya finalizada su vigencia material.
Lo que queremos significar es que el tema que nos hallamos examinando no
integra el capítulo de la delimitación causal temporal del riesgo sino el de la
limitación temporal de la garantía asegurativa. Se trata de cuestiones distintas
ya que, el primer caso, está referido a la duración (límites temporales) del
contrato, que presupone la garantía por las consecuencias dañosas de los
hechos acaecidos durante su vigencia material sin consideración a la fecha en
que sean reclamados y/o demandados judicialmente y, por tanto, atañe al objeto
del contrato. El segundo —el que nos interesa—, restringe en el tiempo la
cobertura asegurativa por lo que incide sobre los efectos (obligaciones)
"acordados", limitando abusiva e inequitativamente los de una de las partes.
32
Y finalmente en el artículo 119, Ley de Seguros, al reclamo se lo denomina
acciones o procesos.
33
De donde la cláusula "claims made" deberá tenérsela por no convenida, o lo
que es lo mismo, deberá decretarse de pleno derecho la nulidad (manifiesta)
parcial del contrato de seguro que la incluya, por la sola circunstancia que se
verifique su existencia, y sustituida por la norma legal aplicable, en el caso, el
artículo 109 de la Ley de Seguros.
34
además de implicar una violación a lo dispuesto por los artículos 109 y 158 de la
Ley de Seguros, permite tener por configurados los presupuestos previstos en
el artículo 37, incisos a) y b) de la ley 24.240 de "Defensa del Consumidor".
(e) La cláusula es abusiva pues limita los derechos del asegurado de contar
con la cobertura de su aseguradora, sin darle posibilidad de negociación ya que
es sabido que esta clase de contratos se encuentran ya redactados por las
aseguradoras en base a un "tipo de contrato".
(f) Por considerar la cláusula "claims made" ilícita y abusiva, debe tenérsela
por no escrita (art. 37, ley 24.240) y extenderse la condena recaída sobre el
médico, a su asegurador.
Los dos restantes integrantes de la Sala al votar por la inexistencia de mala
praxis, no fue menester que se pronunciaran por la invalidez peticionada por el
asegurado.
36
m) La cuestión constitucional. Un primer precedente: el tema en el
pensamiento de la Fiscalía General de la Cámara Civil de la Capital Federal
La cláusula "claims made" infringe el artículo 42 de la Constitución Nacional.
Y ello en razón que la relación entre el médico y el asegurador es una relación
de consumo y los consumidores y usuarios tienen derecho a la protección de sus
intereses económicos.
La cuestión primaria se halla constituida por la infracción a la libertad
contractual, lo que presupone suprimir del contrato todos aquellos contenidos
que tengan por objeto o por efecto crear situaciones de inferioridad o indefensión.
Un primer precedente, lo situamos en el dictamen producido por la Fiscalía
General de la Cámara Civil de la Capital federal(72). El codemandado Guevara
(médico), tachó de inconstitucional la cláusula "claims made", en virtud de la cual
la aseguradora declinó su responsabilidad. En la especie, la Fiscalía de Cámara
sostuvo, con acierto, luego de explicar en qué consiste la cláusula que, su
aplicación, empeora la posición del asegurado (médico) que celebró un contrato
anual que no lo cubre, por lo que "para permanecer bajo cobertura, deberá
renovar el contrato por el tiempo necesario hasta que termine la prescripción
decenal, puesto que siempre se considerará (como siniestro) la fecha del
reclamo". De allí —se agrega— por hipótesis, debería seguir haciéndolo
(contratando seguros) diez años después de acogerse a su jubilación, toda vez
que podría —aun— ser alcanzado por reclamos por hechos acaecidos durante
su último año de trabajo médico".
Así las cosas —prosigue— la Fiscalía, se pone en evidencia una perspectiva
que, teniendo en cuenta el interés del asegurado y de los eventuales
beneficiarios..." los enfrenta a una realidad calificable como de "no seguro".
En consecuencia y considerando que el artículo 109, L.S. "resulta ser una
norma imperativa por su texto y naturaleza, lo cual implica que las partes carecen
de legitimación para apartarse de lo que dispone la ley (vale decir, el mentado
artículo alude claramente a la "ocurrencia" del hecho y no cabe interpretarlo
ampliamente en el sentido de "reclamo" (como equivalente al) siniestro". Y si lo
han hecho —a través de la cláusula claims made— "es ilícita, pues contraviene
el texto de los artículos 109 y 158, L.S. e infringe el artículo 37 incisos a) y d) de
la ley 24.240.
A mayor abundamiento, la cláusula "viola el artículo 42 de la Constitución
Nacional. Ello así, en razón de que la relación entre el médico y el asegurador
es una relación de consumo y los consumidores y usuarios tienen derecho a la
protección de sus intereses económicos".
Y se añade: "...la cuestión primaria se halla constituida por la infracción a la
libertad contractual, lo que presupone suprimir del contrato todos aquellos
contenidos que tengan por objeto o por efecto crear situaciones de inferioridad o
indefensión, en nuestro caso los profesionales a instituciones médicas".
En consecuencia, se concluye que la cláusula "claims made" inserta en la
póliza..." resulta abusiva y, por lo tanto, repugnante a la letra y el espíritu de la
Constitución Nacional", por lo que el dictamen concluye que "corresponde
considerar (a la cláusula) ilícita y abusiva, debiéndosela tener por no escrita en
los términos del artículo 37 de la ley 24.240 de Defensa del Consumidor"... toda
37
vez que la misma limita temporalmente los derechos del asegurado... ampliando
inequitativamente los derechos del asegurador y restringiendo —de un modo no
previsto por la ley— los del asegurado".
Como se advierte, la Fiscalía, sin expresarlo en su dictamen, ha interpretado
que la cláusula "claims made" constituye una cuestión de derecho y, por tanto,
la interpretación del contrato "habrá de quedar equiparada lisa y llanamente a la
de la ley, con la implicancia práctica —al decir de Morello—, de que no habrá
controversia que no pueda llegar a ser resuelta en casación, con lo que los
límites procesales impuestos al instituto quedarán abiertamente
desbordados"(73).
n) Síntesis
De lo hasta aquí expuesto, surge evidente que, a pesar de las variantes
sucesivas proyectadas en los últimos tres lustros a la cláusula "claims made", las
mismas no han logrado dotarlas de algún contenido que se adecue a la Ley de
Seguros. Ello significa que la cláusula no ha logrado en su versión inicial ni con
las mudanzas subsiguientes, superar un "test" de legitimidad ni un "standard" de
legalidad. La dicción pasada, como la actual, sigue contrariando el orden jurídico.
Lo que acontece es que, cuando una cláusula nace ilícita y abusiva, el hecho de
redactarla de otro modo pero con el mismo designio, no logra legitimarla.
Por lo demás, y ahora desde una perspectiva programática (constitucional), la
cláusula "claims made", pone de manifiesto que los médicos y las instituciones
médicas, son sectores que se hallan discriminados en el mercado (arts. 14, 16 ,
18 y 43 de la Constitución Nacional) ya que, cualquiera sea la versión aplicable,
importa la afectación de un sistema de protección de los derechos económicos
(art. 42 de la Constitución Nacional) de quienes aspiran lograr una cobertura
asegurativa que les aporte sosiego.
Por lo que, visto desde una postura jurídica ajena a los resultados de una
concepción rigurosamente economicista, si la cláusula fue concebida en
consideración al derogado plazo de prescripción decenal, lo que parecía
aconsejable era:
• que sea el legislador quien, (a) abreviando los plazos de
prescripción (como lo hizo el Código Civil y Comercial de la
Nación, a tres años en los reclamos por responsabilidad civil);
• reafirme que (b) la cobertura temporal de los seguros contra la
responsabilidad civil no puede ser inferior al plazo de
prescripción de la responsabilidad que garantiza.
38
1748. DELIMITACIÓN CAUSAL: EL ASEGURAMIENTO DE
LA CULPA GRAVE
39
pueden ser calificadas como constitutivas de culpa grave (por ej.: óbito
quirúrgico). Por último, tal aseguramiento requiere de una redacción en términos
positivos por cuanto la ausencia de mención la excluye por aplicación de los
artículos 70 y 114 de la L.S.
40
Y, contrariamente, se ha llegado a sostener que "cuando está en juego la vida
de un hombre, la menor imprudencia, el descuido o la negligencia más leves,
adquieren una dimensión especial(78) que les confiere singular relevancia. No hay
cabida para culpas pequeñas"(79).
Uno de los inspiradores del Código Civil argentino (Freitas) sostenía que "la
ley exige a los hombres que sean prudentes, no prudentísimos; diligentes, no
diligentísimos".
41
y a cada deudor, según la categoría ideal en la que se lo emplaza, se lo juzgará
con arreglo a la diligencia media que a él quepa exigirle. Al especialista no se lo
juzga con exigencia por ser especialista, pues su conducta se ha de medir con
el patrón del especialista medio o normal.
Del mismo modo, el actuar de un médico corriente de guardia se ajustará al
común o medio que toca reclamar a los médicos de guardia, y no al estándar del
especialista. En definitiva, hay un solo modelo elástico que se corresponde con
la culpa leve: el profesional diligente medio que no es lo mismo que mediocre.
Va de suyo que la culpa del profesional no es la culpa del hombre común profano,
sino que se trata de una personificación del buen padre de familia en el perito o
experto. No hay entonces grados de culpa, como ser el médico común, el súper
médico. Lo que hay es una distinta integración de la diligencia en atención a las
circunstancias involucradas. En síntesis: la culpa profesional es la culpa común
o corriente. El tipo de comparación será el de un profesional diligente, prudente,
que corresponda a la categoría o clase en la cual quepa encuadrar la conducta
del deudor en cada caso concreto.
De allí que se tenga expresado, que el médico debe actuar con la precaución,
dedicación personal e indelegable y con todos los recursos disponibles, y si se
viola este deber de cuidado, contribuyendo en tal forma a aumentar el riesgo
para la paciente, es responsable por el resultado lesivo a título de culpa(83).
Dicho de otro modo, en relación al derogado Código Civil: el compromiso
asumido por el médico de proceder con la diligencia propia de su especialidad y
de obrar conforme las reglas y métodos propios de su profesión —en el caso, se
responsabilizó a un cirujano que negligentemente realizó una histerctomía
total— debe examinarse a la luz de la directiva establecida en el artículo 902 del
Cód. Civ. y sin pasar por alto que cuando está en juego la vida de un ser humano,
la menor imprudencia, el descuido o la negligencia más leve, adquieren una
dimensión especial que le confiere una singular gravedad(84).
La culpa (art. 1724, CCyCN) consiste en la omisión de la diligencia debida
según la naturaleza de la obligación y las circunstancias de las personas, el
tiempo y el lugar. Comprende "la imprudencia, la negligencia y la impericia en el
arte o profesión".
Y el artículo 1725 CCyCN, establece pautas a los efectos de la valoración de
la conducta:
Cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de
las cosas, "mayor es la diligencia exigible al agente" y la valoración de la
previsibilidad de las consecuencias.
Cuando existe una "confianza especial", se debe tener en cuenta la naturaleza
del acto y las "condiciones particulares" de las partes.
Para valorar la conducta no se toma en cuenta "la condición especial, o la
facultad intelectual de una persona" determinada, a no ser en los contratos que
suponen una confianza especial entre las partes. En estos casos, se estima el
grado de responsabilidad, por la condición especial del agente.
42
1751. RESPONSABILIDAD DEL MÉDICO Y LAS
OBLIGACIONES DE MEDIO Y DE RESULTADO. CARGA
PROBATORIA
43
jurídicas— de aportarlas"(88). En síntesis, al médico le resulta suficiente probar
haber obrado correctamente(89).
O dicho de otro modo, para eximirse de responsabilidad le bastará con
acreditar que sus servicios han sido prestados acordes con el nivel que hace
presumir su título profesional y de acuerdo con las reglas de la ciencia.
A los efectos de la prueba de la culpa, el Código Civil y Comercial de la Nación
establece una solución especial en materia de "cargas dinámicas", de enorme
impacto en la órbita de las responsabilidades profesionales, específicamente de
los médicos (historias clínicas, etc.).
Señala el artículo 1735, CCyCN: Facultades judiciales. El juez puede distribuir
la carga de la prueba de la culpa o de haber actuado con la diligencia debida,
ponderando "cuál de las partes se halla en mejor situación para aportarla".
Las obligaciones de resultado constituyen una excepción: por ejemplo, la
cirugía estética no necesaria(90) para la salud(91) y los análisis. Y una vez más, la
importancia de la cuestión radica en la carga probatoria. Sobre el particular, se
tiene decidido que "la promesa de un resultado por el cirujano plástico importa
un desplazamiento de la carga de la prueba, ya que ante el incumplimiento del
"opus" propuesto y las secuelas post-operatorias, corresponde al profesional
acreditar su falta de culpa y, por lo tanto, el acaecimiento de un caso fortuito, que
no estaba en sus manos superar pese a la diligencia empleada en su labor"(92).
La responsabilidad es objetiva (excepcionalmente), conforme artículos 1722 y
1723 CCyCN, cuando el deudor debe obtener un resultado determinado.
Responde "aun sin culpa" (salvo causa ajena).
Las excepciones (hipótesis de responsabilidad profesional objetiva), se
verifican entonces:
• cuando se haya comprometido un resultado concreto,
• y asimismo cuando la obligación se preste con cosas que causen
un daño derivado de su vicio.
En esta última hipótesis, el sistema es el siguiente:
- Tratándose de daños derivados de cosas y actividades riesgosas, hay en
principio una remisión al régimen general (art. 1757, CCyCN);
- Sin embargo, tratándose de profesionales liberales, media una atenuación al
rigor en la aplicación del régimen de responsabilidad por riesgo o vicio de las
cosas o por actividades riesgosas o peligrosas. Los profesionales están
sometidos a una menor responsabilidad, en dos aspectos:
a) Sólo responden por vicio (defecto) de las cosas;
b) No responden por riesgo de las cosas,
c) Ni responden por actividad riesgosa o peligrosa.
44
1752. CULPA MÉDICA Y EL CONSENTIMIENTO
INFORMADO
45
Ninguna persona con discapacidad puede ser sometida a investigaciones en
salud sin su consentimiento libre e informado, para lo cual se le debe garantizar
el acceso a los apoyos que necesite.
Nadie puede ser sometido a exámenes o tratamientos clínicos o quirúrgicos
sin su consentimiento libre e informado, excepto disposición legal en contrario.
Si la persona se encuentra absolutamente imposibilitada para expresar su
voluntad al tiempo de la atención médica y no la ha expresado anticipadamente,
el consentimiento puede ser otorgado por el representante legal, el apoyo, el
cónyuge, el conviviente, el pariente o el allegado que acompañe al paciente,
siempre que medie situación de emergencia con riesgo cierto e inminente de un
mal grave para su vida o su salud. En ausencia de todos ellos, el médico puede
prescindir del consentimiento si su actuación es urgente y tiene por objeto evitar
un mal grave al paciente.
Y ya en la órbita de la responsabilidad civil, el Código Civil y Comercial de la
Nación establece las consecuencias del consentimiento del damnificado (art.
1720, CCyCN): Sin perjuicio de disposiciones especiales, el consentimiento
"libre e informado" del damnificado, "en la medida en que no constituya una
cláusula abusiva, libera de la responsabilidad por los daños" derivados de la
lesión de bienes disponibles.
46
constatada la violación del consentimiento informado. Pues la conducta dañosa
subsiste por la sencilla razón de que el paciente, a causa del déficit de
información no ha sido puesto en condiciones de asentir libre y voluntariamente
su tratamiento con plena y cabal conciencia de las posibles consecuencias
nocivas que éste le pueda acarrear. Una aplicación de lo expuesto se halla
constituida por el pronunciamiento donde se decidió que "se debe
responsabilizar al médico demandado por su omisión de informar en debida
forma a su paciente, a fin de que éste tomara una decisión razonada,
ponderando los graves riesgos generados por el cateterismo hemodinámico
sugerido en el que se le colocaría una prótesis correctora, y los beneficios
esperados, pues con las pruebas aportadas no logró acreditar que hubiera
obtenido un consentimiento válido en el que constara que el enfermo entendía y
se sometía voluntariamente a la intervención propuesta"(96).
Por consiguiente, en el plano del daño consecuencia, constatado el solo
empeoramiento de la salud e integridad física del paciente, es del todo indiferente
indagar acerca de la debida ejecución de la prestación terapéutica"(97).
La excepción se halla constituida, —entre otras—, en que la omisión médica
convalide indirectamente un suicidio indirecto. La intervención coactiva del
profesional quedaría convalidada si a pesar de la voluntad contraria del paciente,
el profesional supera esa resistencia evitando una forma ostensible o larvada de
suicidio como, por ejemplo, cuando un intoxicado se niega a ingerir una medicina
que opere como antídoto(98). De allí que se haya decidido que "cabe
responsabilizar al médico de guardia que omitió internar a una paciente que se
encontraba en grave estado de salud y luego falleció, pues la sola anotación en
el libro de guardia en la que se hizo constar que el enfermo se negaba a la
internación no es suficiente para tener por acreditada su libre voluntad y eximir
la comprometida responsabilidad del facultativo"(99).
47
importante habida cuenta que se trataba de un método de diagnóstico invasivo
con riesgo potencial de complicaciones graves(100).
Otra aplicación del deber de información se halla establecida por la ley
23.978 por la que se declara de interés nacional a lucha contra el sida. Sobre el
particular se tiene decidido que los familiares de quien falleció como
consecuencia del contagio de virus HIV por una transfusión de sangre no pueden
realizar el reclamo resarcitorio contra el médico demandado por falta de
notificación del resultado del test del virus pues según la ley, los médicos tienen
la obligación de informar el contagio sólo al paciente que tratan(101).
48
En este sentido, se agrega que la sola probabilidad estadística (que remite a
la teoría de la condictio sine qua non) no puede constituir base suficiente para
tener por establecida la conexión causal porque plantea el interrogante de la
clase de probabilidad que es requerida y la contestación, se caracteriza por su
vaguedad e imprecisión(104).
La misma preocupación por no dejar sin indemnización a la víctima cuando la
relación causal no se presenta con suficiente certeza, ha motivado que algún
sector sostenga las tachadas presunciones de causalidad, o la aplicación de una
causalidad "probable", que subyace seguramente tras el criterio propugnado por
un sector de la doctrina y jurisprudencia francesa, al que denominan "causalidad
virtual".
En este sentido, se ha concluido que La teoría de la causalidad virtual supone
tener por existente el elemento causa sin que se lo haya establecido y comporta,
por ello, consagrar la responsabilidad —aunque sea parcialmente— mediando
ausencia de uno de sus elementos (no es "causa" del daño una causa
"conjetural" o "hipotética")(105).
Por lo explicado, la teoría no ha tenido, acogida en la doctrina de nuestro
país(106).
Por el contrario, prevalece el criterio de admitir la procedencia de la demanda
si se ha acreditado "la existencia de una evidente relación de causalidad
adecuada"(107) "entre el tratamiento que se le dispensó y los daños patrimoniales
y extrapatrimoniales alegados"(108), o cuando existen circunstancias que
permiten deducir la culpa del profesional porque el hecho "no pudo explicarse de
otra manera que no fuese por ella, máxime si no aportó elemento probatorio
alguno tendiente a desbaratar las conclusiones a las que arriban las pericias y
los informes médicos(109).
Y, a su vez, se ha declarado "improcedente responsabilizar al oftalmólogo, que
practicó al actor una cirugía con láser, por los daños derivados del
desprendimiento de la retina de uno de sus ojos, pues el dictamen pericial
emitido por el Cuerpo Médico Forense niega la existencia de una relación causal
entre dicha patología y la intervención quirúrgica realizada por el demandado y
el actor no ha logrado acreditar un uso inadecuado de los conocimientos
científicos por parte del perito"(110).
En la misma línea de reflexión se tiene decidido que "cabe rechazar la acción
de daños y perjuicios fundada en la mala praxis médica en la que habría incurrido
el profesional demandado, pues si bien se comprobó cierto error técnico en la
intervención quirúrgica practicada, tal yerro no tuvo virtualidad suficiente para
ocasionar los posteriores padecimientos que la actora invoca como fundamento
de su pretensión"(111).
Sin perjuicio de lo expuesto, se ha tenido por acreditada la relación de
causalidad en alguna circunstancia calificada de "dudosa" en que "las graves
secuelas padecidas por el actor no aparecen explicadas de ninguna manera,
salvo por la sola existencia de una intervención quirúrgica inmediatamente
anterior, y de acuerdo a la razonabilidad de exigir del profesional médico la
acreditación de su falta de culpa o negligencia y con la utilización de la prueba
presuncional, debe concluirse que ha existido un nexo adecuado de causalidad
49
entre la conducta médica y las lesiones sufridas por el paciente en el período
pos-operatorio"(112).
50
- Cabe rechazar la demanda de indemnización de daños en tanto no se
acreditó que la crisis hipertensiva que padeció el paciente tenga vinculación
causal con la intervención quirúrgica ni con el postoperatorio(117).
- Es improcedente la acción de daños deducida contra un médico por la muerte
de un paciente a causa del contagio del virus HIV con fundamento en el
incumplimiento del deber del galeno de notificar fehacientemente el resultado del
test, pues la falta de comunicación del contagio no guarda relación adecuada
con el daño en tanto el deceso de la víctima se produjo por aplasia medular
severa que aquél padecía en conjunción con el virus del HIV(118).
51
- Demora en las medidas adoptadas a partir de la derivación de la paciente a
la unidad de terapia intensiva, pues si bien fueron adecuadas, resultaron tardías,
habida cuenta que se trataba de una paciente que presentaba un importante
cuadro infeccioso que necesitaba atención especial de carácter urgente(127).
- Haber omitido requerir el consentimiento informado respecto de la práctica a
efectuar —en el caso, se realizó negligentemente una punción
transparihohepática—, lo cual habría sido importante habida cuenta que se
trataba de un método de diagnóstico invasivo con riesgo potencial de
complicaciones graves(128).
- Cabe responsabilizar al obstetra codemandado por la muerte de un bebé
como consecuencia de la cesárea que se le realizó a la actora tardíamente — en
el caso, se hizo dicha intervención por sufrimiento fetal agudo por
desprendimiento de placenta e hipertonía uterina—, puesto que no hubo control
sobre los latidos de la persona por nacer en un tiempo más que suficiente y dicho
control debe efectuarse aun cuando no surgieran imprevistos,, ya que ello resulta
obligatorio como conducta permanente a adoptar por el profesional ante un
parto(129).
- El neonatólogo debe abonar una indemnización en concepto de daño moral
por la quemadura —en el caso, de una pierna— que sufrió una recién nacida
momentos después del parto, dado que incurrió en una comprobada falta de
diligencia en la observancia de un deber de conducta que le era exigible como
es la adecuada protección y cuidado del recién nacido, evitando producirle
daños(130).
- Es procedente la demanda de daños y perjuicios deducida contra la médica
que omitió realizar los análisis clínicos indispensables antes de emprender el
tratamiento de la paciente —en el caso, contra la obesidad—, en tanto actuó
culposa o negligentemente al recetar drogas que se potenciaron entre sí
dañando la salud de aquélla(131).
- Corresponde responsabilizar al médico por la extirpación de varios órganos
del paciente producida luego de haber sido dado de alta cuando aún presentaba
un cuadro infeccioso(132).
- Corresponde responsabilizar a los médicos accionados por la muerte de una
paciente, dado que actuaron negligentemente al omitir la realización de actos
quirúrgicos que hubieran posibilitado la sobrevida de la víctima(133).
- El anestesista que durante una intervención quirúrgica aplicó irregularmente
y en exceso un medicamento anestésico resulta responsable por el estado
vegetativo y posterior muerte del paciente(134).
- Carecer de datos en la historia clínica o la sospecha de que ha sido
confeccionada ex post facto y en miras al eventual juicio posterior importa una
violación al deber de colaboración procesal y conduce a un análisis desfavorable
de la conducta del médico, vale decir, representa una presunción en su
contra(135).
- Resulta procedente la demanda de daños y perjuicios incoada por los
familiares de quien falleció debido a una mala praxis médica efectuada durante
una cesárea, ya que se encuentra acreditado que el procedimiento de
conservación de útero, dada las características del acto quirúrgico, no fue el
52
aconsejable desde el punto de vista de la ciencia médica, como así también la
causa determinante del deceso(136).
- La médica obstetra demandada debe responder por la muerte de un feto,
pues se encuentra acreditado que brindó una atención negligente a la madre al
no tratarla como paciente de alto riesgo cuando el cuadro médico que presentaba
a sí lo exigía —elevada presión arterial— omitiendo su derivación a un centro de
mayor complejidad para interrumpir el embarazo, en tanto no existían motivos
para posponer el parto por tratarse de una gestación en término(137).
53
no tuvo virtualidad suficiente para ocasionar los posteriores padecimientos que
la actora invoca como fundamento de su pretensión(142).
- Respecto al derogado Código Civil: El cirujano no puede ser
responsabilizado en los términos del artículo 512 del Cód. Civ. por los daños que
causó la instrumentadora quirúrgica que colaboró con él, al aplicar erróneamente
una sustancia al paciente que debía ser intervenido —en el caso, debía aplicar
anestésico y aplicó antiséptico—, pues no puede pretenderse que verifique el
cumplimiento de cada integrante del equipo más allá de lo que queda al alcance
de sus sentidos, de la previsión o del cuidado que el caso requiera, no siendo
habitual que dicho profesional compruebe químicamente las drogas
requeridas(143).
- Cabe rechazar la demanda de daños y perjuicios por mala praxis deducida
contra el obstetra que asistió el parto en el cual una niña sufrió una distocia —en
el caso, parálisis braquial—, toda vez que de la pericia surge que las maniobras
de tracción efectuadas para extraer al feto eran necesarias para salvarle la
vida(144).
- Es improcedente la demanda por mala praxis médica incoada por una
paciente contra los radiólogos que le efectuaron estudios, al Instituto en que se
atendió y la Obra Social por la supuesta falta de diagnóstico en tiempo propio de
la enfermedad inmunológica que padece —en el caso, cáncer de mama—, pues
de los análisis efectuados no surgen imágenes que obligaran a realizar una
biopsia, por lo que la metodología de examen, los interrogatorios, el examen
clínico y la técnica utilizada fueron correctos(145).
- Corresponde rechazar la responsabilidad médica atribuida al profesional,
dado que el galeno, quien contaba con varias opciones admisibles
científicamente, eligió aquella que según su criterio resultó más apta para la
cardiopatía congénita que aquél padecía, decisión que fue avalada en forma
posterior en el informe del cuerpo médico forense, el cual manifestó que desde
el punto de vista técnico y hemodinámica el accionado había actuado
correctamente(146).
- La circunstancia de que el médico que realizó el implante de una prótesis
mamaria que presentó una fisura —en el caso, provocó que se desinflara—
hubiera incumplido su obligación de obtener el consentimiento informado de la
paciente, no genera per se responsabilidad, si al mismo tiempo no se configuran
—derivados de aquella omisión—, los restantes requisitos de la
responsabilidad(147).
- El médico que al realizar una laparotomía debido a que el paciente tenía
síntomas de padecer un cuadro de compromiso apendicular, no advirtió la
presencia de un tumor en el ángulo hepático del colon, no incurrió en mala praxis
médica porque de acuerdo a las circunstancias del caso, fácilmente pudo haber
ignorado su presencia en tanto el paciente no presentaba oclusión o suboclusión
intestinal que, evidentemente, hubiera indicado la presencia de la patología que
la motivaba y el lugar de tal obstrucción(148).
- El hecho de que el paciente hubiere incumplido total o parcialmente la
ejecución del plan terapéutico y las instrucciones indicadas por el médico —en
el caso, continuó fumando luego de una intervención quirúrgica— constituye una
54
situación fáctica que habilita la invocación y prueba de la culpa de la víctima
como eximente de responsabilidad(149).
- Cabe eximir de responsabilidad por el suicidio de un paciente, al médico
clínico que días antes le prescribió una droga antidepresiva, pues tanto la
medicación como las dosis indicadas resultaban adecuadas, no hubo tiempo
para evaluar la respuesta al tratamiento, y el paciente no manifestó alucinaciones
ni episodios maníaco-depresivos que pudieran alertar al demandado sobre una
conducta suicida(150).
55
b) Oblito y deber de seguridad
En otro precedente análogo, se sostuvo que dejar una gasa en el vientre luego
de una operación cesárea, constituyó un incumplimiento del deber de
seguridad(152).
Sin aludir específicamente al factor de atribución, se tiene decidido,
genéricamente, que el médico cirujano resulta responsable por los daños
provocados a un paciente como consecuencia del olvido de una aguja en su
vientre durante una intervención quirúrgica a la que fue sometido, puesto que el
cirujano tiene la obligación y responsabilidad de advertir que alguno de sus
elementos de trabajo no están o no están completos al finalizar su tarea ya que
aunque ésta sea una tarea del instrumentista, el responsable final de las tareas
delegadas es el galeno quien debe tener el control del instrumental que usa y la
forma en que lo devuelve(153).
56
omisión de la diligencia correspondiente a la naturaleza de su profesión, ya sea
por impericia, negligencia o imprudencia, falta a su obligación y se coloca en la
posición de deudor culpable"(156).
En la década del '60, había autores que se pronunciaron por la
irresponsabilidad del abogado "quien como auxiliar indispensable del magistrado
debe, beneficiarse con la misma impunidad de él", se señalaba que la
responsabilidad del letrado era más moral que jurídica(157).
Hoy se sostiene que "la responsabilidad profesional constituye pilar esencial
en la tarea de jerarquización de las profesiones jurídicas"(158) y que "abogados
jueces y abogados profesionales deben responder por los daños originados por
su obrar culposo"(159).
57
la de un "buen profesional" del derecho, en función del artículo 902 del Cód.
Civ."(161).
O dicho de otro modo, para apreciar si ha mediado culpa del abogado debe
compararse su comportamiento con el que habría seguido un profesional
prudente y munido del bagaje científico exigible, colocado en las mismas
condiciones(162).
58
obligación de hacer consiste en realizar cierta actividad independiente de su
eficacia. Se considera que el contrato es de obra cuando se promete un resultado
eficaz.
59
Tal como ha señalado la Comisión de Reformas en los Fundamentos del
Anteproyecto (art. 1768), dichas bases coinciden con los criterios que ha
aplicado mayoritariamente la jurisprudencia y han sido defendidos por la
doctrina.
b) Supuestos especiales
No obstante, los abogados pueden asumir obligaciones de resultado, tal como
sucede, si el abogado se compromete a redactar un contrato o un estatuto
societario, o a realizar una partición o actos procesales como ser la presentación
de escritos, asistir a las audiencias, interponer recursos contra toda sentencia
adversa o impulsar el procedimiento(168).
El Código Civil y Comercial establece que la
Responsabilidad es objetiva (excepcionalmente), en las hipótesis de
obligaciones de resultado, conforme los arts. 1722 y 1723 CCyCN, cuando el
deudor debe obtener un resultado determinado, responde aun sin culpa (salvo
causa ajena).
La misma excepción opera como hipótesis de responsabilidad profesional
objetiva (p.ej., de abogados), que se verifica entonces cuando se haya
comprometido un resultado concreto (art. 1768, CCyCN).
Cierta doctrina distingue —desde "el costado procesal"— diferencias entre la
actuación de un abogado como apoderado o como letrado patrocinante. Y en
este sentido, se enuncia como fundamental que cuando el abogado actúa como
letrado patrocinante, su obligación es de medios y no de resultado "cosa que así
ocurriría en caso de actuar como apoderado"(169).
En esa línea de reflexión se tiene decidido que el apoderado tiene una
obligación de resultado concreto en lo procesal, como ser, cumplimiento de
plazos, presentación de escritos asistencia a audiencias, seguimiento del
expediente, "mientras que el patrocinante tiene una obligación de "medios", por
lo que su deber consiste en poner todos los conocimientos, diligencia y
prudencia, con el fin de obtener un fallo, pero en ambos casos sin garantizar el
éxito del pleito"(170).
En el mismo sentido se ha resuelto que "la circunstancia de que el abogado
únicamente actúe en calidad de patrocinante no lo autoriza desentenderse de
las actuaciones judiciales, ya que su misión —aun en tal carácter—, no puede
ser únicamente la de preparar los escritos que deben llevar su firma, sino que
implica asumir la plena dirección jurídica del proceso, el cabal cumplimiento de
los deberes que ello comporta y el empleo de toda su diligencia para conducirlo
de la mejor manera posible hasta su terminación, o sea actividad y celo en el
desarrollo de la causa"(171).
Por otro lado, examinando el contenido de la prestación del abogado frente a
su cliente, se distingue según actúe como letrado apoderado o como
patrocinante, pues en el primer caso se afirma que compromete una obligación
60
de resultado con relación a los actos procesales como, por ejemplo, suscribir y
presentar los escritos, asistir a las audiencias, interponer recursos contra
sentencias adversas. En esos casos, el cliente se halla exento de probar la culpa
del profesional ya que la frustración del resultado esperado es objetiva.
En cambio, cuando el abogado actúa como patrocinante, consultor o asesor,
no representa al cliente, su obligación es de medios. En el sentido indicado, se
tiene resuelto que, "Sin acudir a la distinción entre obligaciones de medio y de
resultado, la doctrina dominante afirma que no existe responsabilidad del
abogado patrocinante, su responsabilidad no puede tenerse por configurada de
no haber prosperado en la litis la pretensión de su parte, siempre que la postura
técnica asumida tuviese razonable apoyatura en alguna de las fuentes del
Derecho vigente"(172).
61
En este sentido, puede ser discernido excepcionalmente por el sentenciante
que el abogado se encuentra en mejores condiciones de producir la prueba de
su no culpa en razón de su superioridad técnica(175).
A los efectos de la prueba de la culpa, el Código Civil y Comercial de la Nación
establece una solución especial en materia de "cargas dinámicas", de enorme
impacto en la órbita de las responsabilidades profesionales, específicamente de
los médicos (historias clínicas, etc.).
Señala el artículo 1735, CCyCN: Facultades judiciales. El juez puede distribuir
la carga de la prueba de la culpa o de haber actuado con la diligencia debida,
ponderando cuál de las partes se halla en mejor situación para aportarla.
b) Jurisprudencia
Sobre la base de las consideraciones expuestas en torno a la obligación de
medios del abogado y a su responsabilidad sustentada en su culpa, valen
algunas aplicaciones consistentes con lo ya precisado.
- Esperar para iniciar la acción judicial un lapso superior al término de la
prescripción(176);
- Dejar transcurrir el plazo previsto procesalmente para que opere la caducidad
de instancia(177), omitiendo renunciar al patrocinio por escrito en el expediente o
comunicando fehacientemente al actor para que este asumiera su defensa por
medio de otro profesional en tiempo oportuno(178);
- Limitarse a redactar el libelo inicial sin verificar y valorar los elementos
probatorios con los que cuenta a fin de acreditar los extremos invocados como
fundamento de su pretensión o defensa(179);
- Interponer una demanda de daños y perjuicios cuando ya había operado la
prescripción de la acción(180).
- Solicitar y obtener la quiebra de una persona que no era el deudor de su
mandante, sin extremar los recaudos necesarios ante la diferencia de los datos
de identidad suministrados por el actor y las del verdadero deudor, lo que no
compromete la responsabilidad del mandante, porque en materia de actos ilícitos
no puede haber representación debido a que la regla general es que los daños
extracontractuales deben ser reparados por su autor(181).
- Omitir la producción de una prueba —en el caso, pericial caligráfica—, dado
que ello frustró una altísima probabilidad de progreso de la defensa sometida a
consideración de la justicia(182).
- Omitir aconsejar al cliente que se abstenga de promover una acción,
interpuesta luego de producida la caducidad(183).
62
- Respecto al derogado Código Civil: Desconocer que el hecho invocado en la
acción no encuadraba en el marco normativo previsto en el artículo 1113 del
Cód. Civ.(184).
- No haber efectuado un juicio de valor previo acerca de la viabilidad de la
pretensión en concordancia con las pruebas con las que contaban(185).
- Omitir la producción de una prueba que frustró la probabilidad de progreso
de una defensa(186).
- Pérdida definitiva de toda posibilidad de cobro de la acreencia laboral
reclamada en un concurso preventivo, si su inactividad profesional derivó en la
caducidad de instancia del incidente de pronto pago promovido a tal efecto(187).
- El incumplimiento del letrado patrocinante que omitió realizar las diligencias
necesarias para cumplir con la intimación que le fue cursada en un proceso
laboral a los fines de que consignara correctamente el monto reclamado,
provocando con ello que se tuviera por no presentada la demanda, justifica el
otorgamiento de una reparación en concepto de daño moral, dadas las
aflicciones y angustias que debió provocar(188).
a) Antijuridicidad
Como principio general, cabe afirmar que la antijuridicidad consiste en el obrar
contrario al ordenamiento jurídico considerado en su plenitud.
Pero, también la ilicitud puede producirse por infracción a normas específicas
(deontológicas) relativas al ejercicio de la profesión de abogado.
Por ejemplo:
- abandonar intempestivamente la intervención en el juicio;
- patrocinar o asesorar simultánea o sucesivamente a ambos
litigantes en un mismo pleito;
- aceptar la defensa de una parte si ya hubiese asesorado a la
otra;
- asegurar el éxito en los juicios;
63
- habérsele acusado seis negligencias en la producción de prueba
y declarado cuatro(189);
- omisión en la toma de conocimiento personal y directo del
proceso y de recabar informes sobre su marcha(190);
- insistencia obstinada en intentar vías incorrectas(191);
- dejar de comparecer a una audiencia o dejar vencer un
término(192);
- omisión de interponer recursos o defensas autorizadas por la
ley(193);
- olvido de las reglas admitidas por todos como ciertas(194);
- ausencia de capacitación profesional en la ciencia jurídica(195);
- desconocimiento abierto de normas procesales elementales(196);
- falta de actualización de su potencia intelectual(197);
- conducta prolongada de desinformación e insuficiencia del
conocimiento de su ciencia(198);
- defraudación por apropiación indebida de fondos(199);
- falsificación de la firma del cliente(200);
- retención indebida de documentación original(201);
b) Relación de causalidad
Debe existir vinculación causal adecuada entre el proceder del abogado y el
perjuicio sufrido por el damnificado(203). Esto significa que el abogado no es
responsable si el perjuicio igualmente se hubiera producido(204). Tampoco lo
sería, si el mandato que le ha sido conferido fue revocado antes de la declaración
de caducidad de instancia, lo cual quiebra el nexo causal(205).
La prueba recae sobre el damnificado(206), salvo en los supuestos de
"presunción de causalidad", donde el sindicado como presunto responsable es
quien debe demostrar la inexistencia de vínculo causal para poder eludir tal
responsabilidad, es decir acreditar que el daño provino de otra causa ajena con
relación a él: por ejemplo, un caso fortuito, el hecho de un tercero extraño, el
comportamiento de la propia víctima(207).
Esto es lo que acontece en los distintos casos de responsabilidad objetiva y
en las denominadas "obligaciones de resultado".
64
c) El factor de atribución
Es necesaria la concurrencia de un factor de atribución, subjetivo u objetivo,
que la ley repute apto o idóneo para sindicar en cada caso quién habrá de ser el
sujeto responsable.
La responsabilidad del abogado lo es por su hecho propio o personal, razón
por la cual el factor de atribución ha de ser, en principio, subjetivo.
Existe culpa del abogado cuando no adoptó las diligencias adecuadas para
evitar la producción del daño.
La culpa puede presentarse bajo distintos rostros (arts. 1724 y 1725, CCyCN).
a) La negligencia consiste en la omisión de cierta actividad que habría evitado
el resultado dañoso: es decir, no se hace o se hace menos de lo debido(208).
b) La imprudencia, cuando se obra precipitadamente, sin prever las
consecuencias que podrían derivarse de obrar irreflexivo: se hace lo que no se
debe o, en todo caso, más de lo debido(209).
c) La impericia, es el desconocimiento de las reglas y métodos propios de la
profesión de que se trate(210).
Cuando se trata de apreciar la culpa profesional, será necesario recurrir al
arquetipo del "buen profesional" de la especialidad de que se trate(211).
O sea que, para apreciar si ha mediado o no culpa del letrado habrá que
comparar su comportamiento con el que habría tenido un profesional prudente,
munido del bagaje científico que era dable exigir en las mismas circunstancias.
65
sufrido por el actor en su patrimonio como consecuencia de resultar condenado
en costas por el rechazo de la demanda(213).
Por ello, el principio general, es que el resarcimiento sólo puede consistir en
la pérdida de la "chance" o posibilidad de éxito, cuyo mayor o menor grado de
probabilidad habrá de depender en cada caso de sus particulares circunstancias
fácticas, que tiene precio por sí misma, pero que nunca se identifica con el
perjuicio económico perseguido en el juicio frustrado(214).
En línea con lo expuesto, se tiene decidido que la chance entendida como
"pérdida de una posibilidad o expectativa de un determinado resultado de un
proceso, debe considerarse cierta si tiene un grado de verosimilitud tal como
para reputarlo prolongación de un daño actual ya producido, cuando representa
una probabilidad y no una simple posibilidad"(215).
El juez también deberá merituar la posibilidad real que tenía el damnificado de
percibir el monto de la condena, teniendo en cuenta las condiciones económicas
de la parte demandada(216).
En línea con lo expuesto precedentemente, se tiene decidido que
"corresponde otorgar una indemnización por pérdida de chance a quien fue
víctima de una mala praxis por parte de su letrado, ya que de haberse planteado
correctamente la demanda y dirigido la acción contra la entidad que
efectivamente resultara sujeto pasivo de la operación reclamada, aquél habría
tenido la posibilidad de cobrar el precio por el monto demandado"(217).
Ya más específicamente, se ha decidido que la existencia de un convenio de
honorarios entre el abogado y su cliente es otra de las circunstancias que debe
ser considerada por el magistrado, porque implica una renuncia de un porcentaje
o monto de la suma reclamada y, por ende, sería injusto que obtuviera una suma
superior a la que habría conseguido, según el curso normal y ordinario de las
cosas, de no haber mediado la culpa del profesional(218).
El incumplimiento del profesional podría causar, asimismo, un daño moral(219).
En este sentido es que se tiene resuelto que "cabe condenar a un letrado a
indemnizar el daño moral ocasionado a un cliente a raíz de haber omitido apelar
la sentencia que había rechazado su pretensión por cuanto, la consecuente
frustración de la esperanza que pudo albergar el actor acerca del resultado de
una eventual apelación de la sentencia que rechazaba su demanda, generó
padecimientos que han pasado de ser meras molestias..."(220). En línea con este
pronunciamiento, se tiene decidido que corresponde otorgar una indemnización
por daño moral derivado del incumplimiento contractual en que incurrieron los
demandados debido a la caducidad de instancia en la causa en la que
patrocinaban al actor, dada la frustración de las expectativas que el actor
ostentaba al haber iniciado el proceso que luego caducó y teniendo en cuenta
que ello incidió en su situación personal provocando afecciones en sus
sentimientos y generando el daño espiritual que reclama(221).
En el mismo sentido, se tiene decidido que el abogado debe ser condenado a
abonar una indemnización en concepto de daño moral debido a que el proceso
en el que lo patrocinara culminó con caducidad de instancia, ello en virtud del
padecimiento espiritual generado por la pérdida de la confianza y lealtad
depositadas en el profesional y por la actitud pasiva de éste frente a las medidas
66
cautelares decretadas contra su poderdante, cuando debía saber que resultaban
desacertadas porque se le había otorgado el beneficio de litigar sin gastos(222).
1767. EXIMENTES
67
La responsabilidad puede ser enervada por causales de justificación o
eximentes.
Una de ellas se halla constituida por la conformidad o consentimiento del
cliente que podría llegar a instrumentarse mediante una cláusula exonerativa.
Podría llegar a sostenerse la validez de una cláusula que limite ciertas
consecuencias de un incumplimiento culposo, pero no de una conducta dolosa
o motivada en la culpa grave del profesional actuante(228). También podrían ser
inválidas en los contratos por adhesión (arts. 988 y concs., CCyCN).
En otro orden, el abogado que pretende eximirse de responsabilidad por la
declaración de caducidad de la instancia en el juicio en el cual asistía a su cliente
como patrocinante, con fundamento en la falta de concurrencia a firmar un
escrito, debe acreditar su falta de culpa, ya que si bien no podía cumplir fielmente
su deber profesional en razón de la supuesta falta de colaboración, un actuar
diligente imponía tratar de resguardar su propia responsabilidad, renunciando
por escrito en el expediente o por comunicación fehaciente al actor que asuma
su defensa por medio de otro profesional en tiempo oportuno(229).
68
1769. LEGITIMACIÓN ACTIVA. REGLAS GENERALES
La acción civil resarcitoria hace valer una pretensión de derecho privado. El
interés en juego es el de la víctima, a diferencia de la acción penal, que hace
valer una pretensión represiva que se basa en el derecho público(1).
Esto es decisivo en punto al ejercicio de las acciones por daños y perjuicios:
la satisfacción del interés humano tutelado, requiere una petición del titular, de
la persona legitimada al efecto.
De modo que la efectiva aplicación de la sanción resarcitoria, la reacción del
ordenamiento jurídico civil, requiere, está condicionada, a una manifestación de
voluntad inicial y oportuna del titular del derecho, de la persona que ha sufrido el
daño(2).
La legitimación activa es la aptitud para el ejercicio de una acción, para ocupar
la calidad de actor, como titular de la pretensión formulada en la causa
(legitimatio ad causam). Ello, al margen de la existencia o no de capacidad
procesal (legitimatio ad processum), cuestión ajena a nuestra materia.
El nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, regula con suma prolijidad,
las distintas reglas generales e hipótesis especiales, en materia de legitimación
activa para el ejercicio de las acciones de responsabilidad civil:
(a) Acción preventiva (art. 1712, CCyCN)
(b) Consecuencias NO patrimoniales (daño moral), artículo 1741,
CCyCN.
A) Regla.
B) Muerte o gran discapacidad.
(c) Daño patrimonial
A) Reglas (arts. 1739 y 1772, CCyCN).
B) Muerte (art. 1745, CCyCN).
Al regular la función preventiva de la responsabilidad civil, y específicamente
la acción preventiva, el Código Civil y Comercial establece la regla en materia de
legitimación activa: Quienes acrediten un "interés razonable" en la prevención
del daño (art. 1712, CCyCN).
Y en torno a la indemnización del daño resarcible (arts. 1737 y 1738 CCyCN),
la regla general en materia de legitimación, surge del artículo 1739 CCyCN: a
favor del damnificado directo o indirecto. Pero en orden a consecuencias no
patrimoniales, la legitimación activa se limita en principio al damnificado directo
(art. 1741 CCyCN).
La solución es similar a la que regía durante la vigencia del Código Civil
derogado. Disponía sobre el particular el artículo 1079 Cód. Civ.: "La obligación
de reparar el daño causado por un delito existe, no sólo respecto de aquel a
69
quien el delito ha damnificado directamente, sino respecto de toda persona, que
por él hubiese sufrido, aunque sea de una manera indirecta".
De manera que la legitimación activa corresponde a quien ha sufrido el daño
resarcible: el damnificado (directo o indirecto), titular del derecho a la reparación.
En cuanto sin interés no hay acción, sólo quien fue menoscabado en aquél,
puede ejercer la acción resarcitoria destinada a restaurar su situación de
equilibrio vulnerado por el menoscabo.
Obviamente que sólo puede reclamar la reparación, quien haya sufrido la
lesión en un interés "propio". Ello significa que la calidad de damnificado requiere
la "personalidad" del daño, sin la cual no se es titular de la acción resarcitoria.
70
legitimación en favor de todo damnificado indirecto, aunque sólo ostente un
interés simple lesionado, mientras no sea contrario a derecho.
Los términos amplios del artículo 1079 del Cód. Civ. derogado imponían esa
interpretación amplia, ratificada por el artículo 29 Código Penal, el cual confiere
acción no sólo a la víctima, sino también a su familia y los terceros, de modo tal
que la disposición penal no ha introducido al sistema general de los legitimados
indirectos ninguna modificación(4).
El nuevo Código Civil y Comercial es contundente en el mismo sentido, al
definir al daño (art. 1737 CCyCN), como toda lesión a un derecho o un interés
no reprobado por el ordenamiento jurídico.
71
contenido esencial por la ley que lo reglamente a riesgo de traspasarse el límite
que el constituyente pone al legislador por medio del artículo 28"(6). En línea con
dicho pronunciamiento se ha establecido que es inconstitucional la limitación
establecida en el artículo 1078 del Cód. Civ. a la legitimación de los padres para
demandar el daño moral sufrido como damnificados indirectos por la incapacidad
absoluta que padece su hijo pues, dicha norma violenta el derecho a la
reparación integral del daño y vulnera el principio de igualdad al reconocerle sólo
la compensación del agravio material, más aun cuando el principio de protección
integral de la familia y resulta irrazonable, en tanto el daño que sufrió el menor
repercute necesariamente sobre sus progenitores(7).
II) Finalmente, reiteramos que el nuevo Código Civil y Comercial (art. 1741
CCyCN), otorga legitimación activa por daño moral (a los herederos forzosos y
convivientes) no sólo en caso de muerte, sino también, "por gran discapacidad
de la víctima".
La solución ya había sido brindada, antes del nuevo Código, por la Suprema
Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires: "Debe declararse
la inconstitucionalidad del artículo 1078 del Cód. Civil, en cuanto limita la
legitimación activa para reclamar el daño moral, y concederse una reparación
por dicho concepto a los padres de un menor que quedó cuadripléjico por una
mala praxis médica, dado que la norma en cuestión confronta materialmente con
el artículo 16 de la Constitución Nacional" (16/5/2007, "L. A. C. y otro c. Provincia
de Buenos Aires y otro", La Ley, 2007-E, 345, con nota de Matilde Zavala de
González).
Analizadas así las novedades que incorporó el nuevo Código Civil y Comercial
de la Nación, cabe recordar ciertas aplicaciones jurisprudenciales concretas
sobre la legitimación activa por daño moral, a través —entre otros— de
algunos pronunciamientos, referidos al Código Civil derogado:
A los fines de la indemnización de daño moral, debe entenderse que la
expresión "herederos forzosos" en los términos del artículo 1078 del Cód. Civ.
incluye a toda persona que revista calidad de legitimario potencial —en el caso
los nietos de la víctima—, que de hecho pueden quedar desplazados de la
sucesión por la concurrencia de otros herederos de mejor grado, pues la cuestión
debe dilucidarse con criterio obligacional y no sucesorio, sin que tenga
explicación, de lo contrario, que ante la ausencia de legitimarios no se permita el
ejercicio de la acción por parientes legítimos no legitimarios ni por el heredero
testamentario(8).
La circunstancia de que el actor sea abuelo de la menor fallecida en un
accidente de tránsito, no obsta a su legitimación para reclamar la indemnización
por daño moral, pues de acuerdo a la doctrina sentada por la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, la legitimación también se extiende a los herederos
forzosos con vocación eventual(9).
- En la misma línea se inscribe un fallo donde se decidió que la circunstancia
de que el actor sea abuelo de la menor fallecida en un accidente de tránsito, no
obsta a su legitimación para reclamar la indemnización por daño moral, pues de
acuerdo a la doctrina sentada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, la
legitimación también se extiende los herederos forzosos con vocación
eventual(10).
72
- En virtud de la vocación hereditaria actual de que goza el hijo concebido (art.
64, Cód. Civ.), puesto que el nacimiento con vida sólo consolida los derechos ya
adquiridos (art. 70 Cód. Civ.), reviste calidad de heredero forzoso y se hace
acreedor a la indemnización por daño moral por la muerte del padre(11).
El artículo 1º de la ley 23.952 otorga acción al damnificado para reclamar la
reparación del daño moral ocasionado por acto de discriminación(12).
- Es procedente resarcir el daño moral sufrido por los padres de una persona
fallecida, aun cuando no sean herederos forzosos —en el caso la víctima tenía
un hijo menor— toda vez que demandan en base a un derecho propio y no
hereditario y el artículo 1078 del Cód. Civ. se vale del sucesorio sólo para
circunscribir la legitimación de los legitimarios, mas no para desplazar un
heredero por tener otro un mejor derecho de acuerdo a las reglas del derecho
sucesorio(13).
Es procedente la reparación del daño moral cuando surge de las constancias
del expediente que como consecuencia del accidente de tránsito la actora
padeció lesiones, razón por la cual, a partir del evento tiene un crédito, que si se
produce su fallecimiento, se transmite a sus herederos(14).
- Cabe hacer lugar a la pretensión de la heredera de cobrar un crédito que
represente el daño moral sufrido por su causahabiente, si dicha reparación fue
solicitada en la demanda entablada en vida de aquél, por lo que es indiscutible
la legitimación de aquélla para perseguir la definición de este rubro y su posterior
cobro(15).
- La madre de un menor fallecido como consecuencia de una negligencia
médica posee legitimación para reclamar la indemnización del daño moral por
derecho propio, a la luz de lo dispuesto por el último párrafo del artículo 1078 del
Cód. Civ. dado que no está ejerciendo una acción que competía al fallecido, sino
que persigue la reparación del perjuicio sufrido por ella a raíz de la muerte de su
hijo(16).
- Corresponde indemnizar el daño moral reclamado por el actor a la empresa
constructora que se obligó a la entrega de la vivienda con llave en mano, debido
a los padecimientos sufridos por la demora en la reparación de la voladura de
chapas del techo, en tanto ello ha producido un daño a la paz espiritual y a la
tranquilidad de la familia sumado a las molestias propias de las reparaciones
efectuadas(17).
- A los fines de apreciar la entidad del daño moral sufrido por el trabajador que,
por ser portador de HIV, no fue incluido en el grupo de trabajadores transferidos
de una empresa a otra, debe tomarse en cuenta que el motivo de la pérdida del
trabajo, al impedírsele la continuidad laboral constituyó un acto discriminatorio
que, además de sumarse a los padecimientos espirituales que comúnmente
provoca la desocupación, afectó su cobertura de salud privándolo de la obra
social(18).
- Resulta inconstitucional el artículo 1078 del Cód. Civ., en cuanto limita la
legitimación activa a los herederos forzosos en caso de muerte de la víctima
pues, tratándose de un reclamo deducido por los hermanos del damnificado que
lo cuidaron desde niño ante la ausencia de sus progenitores, aquella norma
73
colisiona con el principio de igualdad ante la ley previsto en el artículo 16 de la
Constitución Nacional(19).
74
su capacidad jurídica está limitada por el principio de la especialidad y su
finalidad propia es la obtención de una ganancia, por lo que todo aquello que
pueda afectar su prestigio o buen nombre comercial o bien redunda en la
disminución de los beneficios o bien carece de trascendencia a los fines
indemnizatorios, ya que se trata de entes no susceptibles de sufrir padecimientos
espirituales(27).
- Los hermanos menores de un niño que falleció en un accidente de tránsito
no tienen legitimación para reclamar daño moral en virtud de lo dispuesto por el
artículo 1078 del Cód. Civ. sobre todo cuando no se ha probado la existencia de
un ataque a su integridad psicofísica tal como para declarar la
inconstitucionalidad de la norma, ni tampoco existen circunstancias
excepcionales que puedan llevar a una presunción del daño aludido(28).
- Estando el cónyuge separado de hecho y presumiéndose que el alejamiento
del hogar es voluntario y malicioso y, por ende, culpable salvo prueba en
contrario, la presunción del daño moral cesa, debiendo el cónyuge culpable de
la separación acreditar que la víctima subvenía a sus necesidades(29).
- Cabe desestimar el reclamo por daño moral incoado por la ex esposa de
quien falleciera en un accidente de tránsito, ya que la pretensora estuvo
separada de hecho del causante durante varios años —en el caso, por más de
quince años—, sin que se acrediten extremos extraordinarios que determinen su
procedencia(30).
- Los hermanos de la víctima fallecida, carecen de legitimación para reclamar
indemnización de daño moral pues de acuerdo a lo establecido por el artículo
1078 del Cód. Civ., ella compete a los herederos forzosos(31).
- Resulta improcedente el reclamo formulado a título de daño moral por una
empresa constructora por la resolución de un contrato de locación de obra, pues
las personas jurídicas carecen de sentimientos o estabilidad emocional, cuya
alteración es la base del daño moral y el objeto a reparar(32).
75
consideración a su irrazonabilidad, viola lo dispuesto por el artículo 28 de la
Constitución Nacional"(33).
76
1775. LEGITIMACIÓN ACTIVA POR DAÑO MORAL.
JURISPRUDENCIA EN EL ÁMBITO CONTRACTUAL
Si bien el Código Civil y Comercial unifica los regímenes de responsabilidad
contractual y extracontractual, también es útil rescatar la jurisprudencia
imperante durante la vigencia del derogado Código Civil, en caso de daño moral
derivado de la responsabilidad contractual:
- Es procedente el resarcimiento por daño moral reclamado por la
comodataria, derivado de la resolución intempestiva de un comodato por parte
de la Comuna toda vez que dicha acción, constitutiva de un ilícito contractual,
generó la privación efectiva de la vivienda para la comodataria quien debió
procurarse una solución alternativa inmediata para remediar la afligente
situación(37).
- Es procedente la reparación del daño moral reclamado por el cliente de un
banco que fuera incluido por éste erróneamente en la base de datos de
cuentacorrentistas inhabilitados por el Banco Central, pues si bien en el ámbito
del incumplimiento contractual el agravio moral debe ser juzgado estrictamente,
en el caso se trata de un contrato que tiene que ver con la seguridad económica
del actor, generando tal hecho un estado de incertidumbre respecto de su
situación financiera que debe ser resarcida(38).
- Es improcedente la indemnización del daño moral reclamada por los
herederos del titular de una caja de seguridad que fue objeto de robo, toda vez
que éste no inició acción alguna antes de su deceso, por lo que aquéllos no
resultan ser legitimados activos atento su falta de condición de damnificados
directos(39).
- Es improcedente la demanda por el daño moral sufrido por quien pretende el
cumplimiento del contrato por el cual los socios de una sociedad comercial le
cedieran una participación de los dividendos de la entidad pues, tratándose de
un perjuicio de origen contractual, el actor debía demostrar de forma concreta su
padecimiento moral y su perturbación espiritual, ya que no basta el mero
incumplimiento a las obligaciones contraídas(40).
77
También, en lo contractual, corresponde atender si se trata de
mancomunación activa simple o solidaria (arts. 825 a 828 y concs., CCyCN);
mientras que en lo extracontractual, no existe solidaridad activa.
En todos los casos, las distintas acciones resarcitorias pueden ser ejercidas
aislada o conjuntamente, sin efecto alguno entre sí.
En su caso, en el campo procesal, podrá originarse un estado consorcial
activo(41), y la acumulación de causas a fin de evitar sentencias contradictorias
sobre un mismo evento dañoso.
78
b) El derogado Código Civil
Es útil recordar el antiguo régimen, de los artículos 1084 y 1085 del derogado
Cód. Civ., que regulaban la legitimación activa para el ejercicio de la acción
resarcitoria, respecto al daño material por hechos ilícitos (delitos o cuasidelitos)
que tienen por resultado la muerte de una persona.
Las normas establecían la legitimación:
— De cualquiera que hubiera hecho los gastos de asistencia del muerto y del
funeral, para que le sean pagados (arts. 1084 y 1085, derogado Cód. Civ.).
— Del cónyuge sobreviviente y herederos necesarios del muerto, para que se
les indemnice lo que fuere necesario para subsistir (art. 1085, derogado Cód.
Civ.). El derogado artículo 1084 hablaba sólo de la viuda e hijos del muerto, en
aparente contradicción con el derogado 1085.
Sin perjuicio de ello, el artículo 1079 del derogado Cód. Civ., en cuanto
acordaba acción a toda persona que hubiere sufrido daño por el delito, aunque
sea de una manera indirecta, era también aplicable a los daños derivados de
homicidio (de todo fallecimiento de un sujeto por hecho ilícito).
Se trató de una interpretación amplia, que se compadece con el artículo 1079
del derogado Cód. Civ., sin contrariar lo dispuesto por los derogados artículos
1084 y 1085.
En otras palabras, si bien la nómina de damnificados indirectos por homicidio
era amplia, alcanzando a todo aquel que sufra por ese hecho un daño cierto
(derogado art. 1079, Cód. Civ.), la ley establecía una presunción iuris tantum de
daño patrimonial, que (a los sujetos de los derogados arts. 1084 y 1085 Cód.
Civ.) les eximía de la prueba concreta del perjuicio sufrido en torno a la
subsistencia material(42). Respecto a ellos, la muerte, por sí sola, es suficiente
para crear la presunción de que les ha ocasionado un perjuicio respecto a su
subsistencia material.
En el sentido indicado, se tuvo expresado que "la acción de indemnización en
caso de muerte está abierta a cualquier damnificado, sea o no heredero forzoso
de la víctima, sin perjuicios de que los herederos forzosos gozan de una
presunción iuris tantum en tanto los damnificados indirectos deben probar
concretamente el daño sufrido"(43).
Desde luego que el sistema de los artículos 1084 y 1085 del derogado Cód.
Civ. (compatibilizados con el derogado art. 1079) se refería exclusivamente al
ejercicio de la acción por daño patrimonial. La legitimación para accionar por
daño moral, estaba limitada a los herederos forzosos de la víctima del homicidio,
por el artículo 1078 del derogado Cód. Civ.
79
1778. APLICACIONES JURISPRUDENCIALES
FAVORABLES SOBRE LEGITIMACIÓN ACTIVA POR
HOMICIDIO. QUID DEL HIJO POR NACER
80
De un paneo sobre fallos desfavorables sobre legitimación activa por
homicidio, durante la vigencia del derogado Código Civil, resulta que:
- Si bien una recta interpretación del artículo 1079 del Cód. Civ. no exige que
el damnificado por la muerte de otro a causa de un acto ilícito, deba ser siempre
pariente ni que este parentesco sea de un grado tal que comporte un deber
alimentario recíproco, ni mucho menos que el accionante pertenezca a la
categoría de los herederos legitimarios del accidentado, sí resulta esencial para
la procedencia de la indemnización por daño patrimonial, demostrar que media
un daño cierto —en el caso se rechazó el reclamo de los padres de la víctima
que tenía un hijo—, lo cual se presenta cuando se acredita la ayuda que recibía
de la víctima con carácter estable y no accidental y en virtud de una razón de
orden lícito y moral(50).
- En esa línea de reflexión se tiene decidido que corresponde rechazar la
indemnización por valor vida de la suma reclamada por los hermanos de un
menor fallecido, pues lo que se indemniza en este rubro es la pérdida económica
que la desaparición de la víctima pudiera provocar, mientras que los reclamantes
no recibían ayuda económica alguna que cesara a raíz del fallecimiento de la
víctima(51).
- La mayoría de edad y plena capacidad de los hijos de una persona fallecida
no les permite invocar la "presunción iuris tantum" del carácter cierto del daño
prevista en el artículo 1084 del Cód. Civ., pues ella juega a favor de los hijos
menores de edad en tanto los mayores, según el curso ordinario de las cosas,
se independizan, forman otra familia y viven de su oficio o profesión(52).
- Ante el fallecimiento del padre, los hijos mayores deben probar
fehacientemente el daño material que tal acontecimiento les ha irrogado, dado
que los arts. 1084 y 1085 del Cód. Civ. no generan una presunción de dicho
perjuicio para todos los herederos forzosos del muerto, sino para la viuda e hijos
menores, debiendo tenerse en cuenta que la valoración de la vida humana
consiste en la medición de la cuantía del perjuicio que sufren aquellos que eran
destinatarios de todo o parte de los bienes que el extinto producía, desde que se
finiquita dicha fuente de aportes(53).
- El padre que reconoce a su hijo luego del fallecimiento de éste, carece de
legitimación para reclamar como supuesto "damnificado" —en el caso, la víctima
tenía 38 años al momento del accidente fatal y el reclamante lo reconoció como
hijo luego de transcurrir seis meses de su muerte—, pues dicho reclamante tenía
a su cargo probar las consecuencias dañosas que la muerte de su hijo había
provocado sobre su persona y no acreditó que existiera entre él y la víctima trato
alguno(54).
81
La calidad de damnificado sólo exige la certeza del daño derivado de la muerte
de la víctima.
Sin embargo, la tesis doctrinaria tradicional exigía, para reconocer
legitimación, que el damnificado acredite la afectación de un interés legítimo, un
derecho subjetivo o bien jurídicamente protegido, que haya sido menoscabado
por repercusión de la muerte de la víctima.
Otra postura de la doctrina moderna, niega la admisibilidad de dicha limitación.
Se es damnificado, ampliamente, en tanto medie un daño cierto, al margen que
el interés afectado esté jurídicamente protegido: este recaudo adicional no tiene
sustento en ninguna norma jurídica.
Sucede que también existen como prerrogativas de las personas, intereses
simples, que carecen de un medio jurídico de protección para asegurar su
satisfacción. Sin embargo, no se trata de intereses repugnantes al derecho. O
sea, su goce es lícito, aunque su pretensión no es exigible(55).
El derecho de daños no desenvolvería ampliamente su finalidad resarcitoria,
si deja sin reparación adecuada, perjuicios ocasionados por un hecho ilícito,
consistentes en la lesión a intereses no ilegítimos, no repudiados por el derecho.
El Código Civil y Comercial de la Nación dio solución a la cuestión, adoptando
la tesis amplia, cuando en su artículo 1737, define al daño como lesión a un
derecho o un interés "no reprobado por el ordenamiento jurídico".
La cuestión se había planteado especialmente en torno a la legitimación de la
conviviente para reclamar el resarcimiento de los daños derivados de la muerte
de su compañero. Y entonces, la tesis restrictiva que desconocía legitimación a
los titulares de intereses simples, en gran medida influida por este supuesto
particular, ha jugado también como una reacción moralista contra el concubinato.
Se trata de una postura tomada de la construcción dogmática de la Corte de
Casación francesa (criticada por los Mazeaud y Tunc) que ese tribunal recién
abandonó en 1970(56).
Sin embargo, contemporáneamente, la doctrina civilista se inclinó por la
resarcibilidad de los daños a intereses simples e incluso la legitimación de la
conviviente(57), fundada, predominantemente, en una relación estable y
prolongada, así como la existencia de daño cierto, configurado por la ayuda
económica que recibía de la víctima(58).
Y nuestra jurisprudencia comenzó a admitir la legitimación para accionar por
resarcimiento, en particular, en favor de las convivientes, por los daños derivados
de la muerte del compañero:
— La Cámara Nacional Civil, Sala C, rechazó la acción en 1977, pero por falta
de prueba sobre los daños, lo cual implica admitir que de haber sido acreditados,
hubieran sido indemnizados(59).
— La Cámara Federal de Tucumán admitió ya en 1971 la legitimación de la
concubina, destacando que la normativa aplicable (en el caso, el art. 184 Cód.
Com. pues la muerte acaeció durante un transporte por ferrocarril) no exige
condición o título alguno para ostentar la calidad de damnificado(60). En el mismo
sentido, el voto en minoría del doctor Pascual, de la Cámara Nacional Especial
Civil y Comercial, Sala V (1978) interpretando el artículo 1079 Cód. Civ.(61).
82
— La Cámara Nacional Federal Civil y Comercial (Sala II, 1983) admitió la
legitimación de la concubina, pese a señalar dogmáticamente que para ello
necesitaría ser titular de un interés legítimo, pero declaró la procedencia con
fundamento en la falta de oposición de la parte demandada(62).
— La Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Morón (1984) admitió
también la legitimación de la concubina, bastando la existencia de la unión y una
razonable expectativa de permanencia(63).
— La Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires (1991)
dispuso, en el mismo sentido, que la concubina se encuentra legitimada para
accionar por daños y perjuicios por la muerte de su compañero, estando esa
legitimación reglada dentro de los términos del artículo 1079 del Cód. Civ., el
cual debe ser interpretado en función de la amplitud que emerge de sus propios
términos(64).
El Código Civil y Comercial de la Nación adoptó la postura amplia, otorgando
específicamente legitimación activa a los convivientes, para accionar por daño
material en caso de muerte, reclamando lo necesario para alimentos (art. 1745,
inc. b], CCyCN).
83
Cabe hacer lugar a la demanda por daños y perjuicios incoada por la
concubina de quien falleció en un accidente de tránsito, pues si bien el artículo
1078 del Cód. Civ. limita la acción por daño moral únicamente a los herederos
forzosos, en el caso el rechazo indemnizatorio se parece más a la sanción de la
convivencia sin matrimonio que una adecuada respuesta en orden al derecho de
daños(68).
- Se encuentran legitimados los concubinos para reclamar la indemnización
del daño patrimonial ocasionado por la muerte de uno de ellos como
consecuencia de un hecho ilícito, en tanto no medie impedimento de ligamen(69).
- La concubina posee legitimación para reclamar daños y perjuicios por la
muerte de su compañero(70).
- La concubina de quien falleció como consecuencia de la golpiza que le
propinaron en una comisaría tiene legitimación para reclamar una indemnización
por los daños derivados de aquella muerte, ya que se encuentra acreditada la
relación de convivencia estable, prolongada en el tiempo, con alto grado de
certeza sobre su proyección futura, fruto de la cual nacieron dos hijos en
común(71).
- Es procedente indemnizar el daño patrimonial sufrido por la concubina de
quien falleciera en un accidente de tránsito pues debe presumirse con certeza
que el grupo familiar era mantenido económicamente por el occiso, dada la edad
de las hijas menores —en el caso, de tres años y de poco más de cuatro meses
de edad—, y desde que la relación concubinaria tenía solidez y proyección
futura(72).
- Es inconstitucional el artículo 1078 del Cód. Civ. en cuanto impide a la
concubina de quien perdiera la vida en un accidente de trabajo reclamar una
indemnización en concepto de daño moral ya que, negar de pleno, el derecho a
obtener una reparación, aun cuando se pueda invocar un perjuicio espiritual,
serio, grave y relevante, viola el principio de igualdad ante la ley y sólo parece
reposar en una concepción sacralizada de la institución matrimonial que no se
condice con los parámetros valorativos de la sociedad del tiempo que nos toca
vivir(73).
- Procede otorgar una indemnización en concepto de daño moral a la
concubina del causante con fundamento en una interpretación amplia del artículo
1079 del Cód. Civ., pues ha quedado acreditada su convivencia con la víctima(74).
84
no acreditó los elementos necesarios para tener por probado el concubinato:
cohabitación, singularidad y permanencia(75).
- No es descalificable el rechazo de la indemnización del daño moral
reclamada por el concubino de una persona fallecida, ya que tal indemnización
es privativa de los herederos forzosos según el artículo 1078, último párrafo del
Cód. Civ., cuya constitucionalidad no fue atacada por el recurrente(76).
- No existe respecto de la concubina, la presunción del daño por la muerte de
su compañero(77).
85
conceder acciones para reclamar por los daños ocasionados a la cosa. Se aplica
a toda clase de cosas, muebles e inmuebles(78);
— El poseedor es quien tiene la cosa con intención de someterla al ejercicio
del derecho de propiedad (art. 2351, derogado Cód. Civ.);
— El tenedor es quien detenta la cosa con posibilidad de ejercer sobre ella
actos de dominio, pero con la intención de poseerla en nombre de otro. La misma
norma del derogado artículo 1095 ejemplificaba con el locatario, comodatario y
depositario, quienes deben restituir la cosa en buen estado de conservación y
por lo tanto tienen derecho al resarcimiento por los daños que terceros provocan
a la misma, sin perjuicio de la afectación que los daños provocan a sus propios
derechos. Dentro de los tenedores debe incluirse también al usufructuario y al
usuario mencionados en el artículo 1110 del Cód. Civ. derogado, así como a todo
aquel que haya tenido la guarda jurídica de la cosa(79). En todos los casos, en la
medida que el detrimento irrogue perjuicio a su respectivo interés(80);
— El acreedor hipotecario. Si bien el dueño de la cosa (deudor hipotecario)
conserva el derecho de propiedad, está obligado a conservarla y no ejercer
ningún acto que disminuya su valor (art. 3157, Cód. Civ. derogado). Por ello el
acreedor hipotecario tiene acción contra él (y obviamente también contra los
terceros) cuando provocare un daño al inmueble hipotecado;
— El que tiene la cosa con obligación de responder de ella: se trata de daños
por los que el tenedor puede reclamar, pero no a título personal, sino por la
afectación que han producido en los derechos del propietario. Sólo les es
conferida en "ausencia del dueño", pues si éste se encuentra presente le deberá
ser comunicado el suceso dañoso para que accione en forma personal. Es una
especie de autorización legal para ejercer una acción resarcitoria como "medida
conservatoria" a título de gestor de negocios del dueño (81).
86
dicho precepto con el artículo 1079 del mismo ordenamiento, se advierte que
abarca a todos los afectados que en justicia sean merecedores de una
indemnización(82).
- Posee legitimación para reclamar por daños y perjuicios a quien destruye
bienes, no sólo el dueño o poseedor de los mismos, sino también el usuario
perjudicado —en el caso, el propietario de un inmueble a cuyo nombre no se
encuentra el dominio demandó a su vecino por los perjuicios causados en el bien
durante el tiempo que no lo habitó— en atención a lo normado por los artículos
1095 y 1110 del Cód. Civ., toda vez que se trata de acciones personales y no
reales que requieren título dominial del actor(83). En el mismo sentido, se tiene
decidido que el usuario debe alegar y probar la incidencia que en su patrimonio
tiene el daño causado a la cosa propiedad de un tercero, ya sea porque pagó él
las reparaciones o porque se encuentra obligado de alguna forma ante el
dueño(84).
- Debe revocarse la resolución que admitió la excepción de falta de
legitimación activa opuesta por la empresa prestadora del servicio de energía
eléctrica ante la demanda entablada por quien afirmó haber sufrido un daño
como consecuencia de un corte de suministro de energía eléctrica ocurrido en la
vivienda de un familiar mientras se encontraban en el lugar, pues se trata de
quien persigue la reparación de un daño propio y puede por ende reclamar en
carácter de damnificado directo (art. 1079 Cód. Civ.)(85).
- Están legitimados para accionar por los daños y perjuicios ocasionados en
las partes comunes del edificio donde poseen unidades funcionales, los
propietarios, que reclaman el reintegro de lo abonado en concepto de pago
proporcional por los daños sufridos en las partes comunes del consorcio(86).
- Ante la acreditación del carácter contaminante de una actividad y su
incidencia en la degradación del ecosistema —disposición de residuos a cielo
abierto— los habitantes afectados están legitimados para reclamar el
resarcimiento correspondiente por la alteración del ámbito donde desenvuelven
sus vidas, independientemente de la pretensión indemnizatoria que pueda
fundarse en la existencia de lesiones o secuelas psicofísicas(87).
- Quien figura en el "formulario 08" como comprador de un automotor, con
firma certificada de escribano público, se encuentra legitimado para demandar
por daños y perjuicios causados por el robo del automotor —en el caso ocurrido
en la playa de estacionamiento de un supermercado— siendo que se encuentra
debidamente acreditado el carácter de poseedor con ánimo de dueño en relación
al vehículo siniestrado y con ello su legitimación sustancial activa(88).
- Carece de legitimación activa para reclamar el resarcimiento material y moral
ocasionado por un accidente de tránsito, quien no acreditó el carácter de titular
dominial ni de poseedor animus domini, ni haber anticipado las erogaciones
inherentes a las reparaciones del vehículo dañado, pues la tenencia de la cédula
de identificación sólo acredita el derecho a usar el vehículo, máxime que de las
actuaciones policiales surgió que la accionante no lo conducía al momento del
siniestro(89).
87
1784. LEGITIMACIÓN ACTIVA POR DAÑOS A
CONSUMIDORES. EL ACCESO DEL CONSUMIDOR A LA
JUSTICIA. LOS MECANISMOS DE IMPLEMENTACIÓN DEL
DERECHO DEL CONSUMIDOR. RÉGIMEN DE LA LEY
24.240
1. Procedimientos administrativos
La existencia de un sistema efectivo de controles, procedimientos y sanciones
administrativas, es determinante para predisponer a los empresarios a actuar de
conformidad con las previsiones legales. A tal punto, que en muchos países (p.
ej., en el sistema de los países nórdicos, basado en la figura del ombudsman de
los consumidores), los procedimientos administrativos son el elemento central
en la regulación de las prácticas mercantiles abusivas(93).
La ley 24.240 instaura procedimientos administrativos específicos para la
solución de conflictos, con fuerte presencia de una instancia conciliatoria previa
y la atribución de la autoridad competente para aplicar sanciones en caso de
infracción y para remitir las actuaciones al juez competente si del sumario
surgiese la eventual comisión de un delito (arts. 45 a 51).
Constituyen organismos competentes la autoridad de aplicación nacional, y
además:
• concurrentemente, los organismos competentes locales
(provinciales y Ciudad de Buenos Aires), y
• eventualmente —por delegación— municipales (arts. 41 y 42)(94).
Por ejemplo, la Provincia de Buenos Aires, delegó las facultades
a los municipios, a través de la ley 13.133 ("Código de
implementación de los derechos de consumidores y usuarios");
• finalmente, las autoridades con competencias específicas en
determinadas materias (art. 43)(95).
Las facultades y atribuciones de la autoridad competente no se limitan al
desarrollo de procedimientos administrativos(96), sino que comprenden también
otras funciones(97).
Ahora bien, en lo atinente propiamente a las actuaciones administrativas, cabe
destacar que a través de ellas, no se trata de operar sobre la relación de derecho
privado entre consumidores y empresarios.
89
Ésa es una incumbencia excluyente del Poder Judicial, sobre la base de la
cual le compete aplicar las soluciones de fondo emergentes de la ley 24.240 y
de las otras normas que integran el sistema de protección jurídica del
consumidor, vale decir, entre otras decisiones:
— ordenar la ejecución forzada de las prestaciones (cumplimiento
del contrato), se trate de entrega de cosas o suministro de
servicios;
— establecer reparaciones de daños, sea en especie o dinerarias;
— disponer la nulidad del contrato o de cláusulas abusivas;
— la interpretación del contrato;
— la resolución o rescisión contractual;
— entender en las acciones redhibitorias o quanti minoris, y en
general por incumplimiento de garantías; etcétera.
Sobre estas cuestiones de fondo, propias de la relación de derecho privado
entre empresarios y consumidores, la autoridad administrativa no tiene
competencia, en cambio, para operar disponiendo las soluciones legales.
De modo notoriamente inconstitucional, la ley 26.361 incorporó, a través del
artículo 40 bis, la facultad de la autoridad de aplicación para fijar indemnizaciones
en sede administrativa (hasta un tope máximo), pero a través del Código Civil y
Comercial (anexo II) se modificó la norma, para limitarla efectivamente a los
"daños directos" (inferidos a los bienes objeto de la relación de consumo), y
adaptarla a los requisitos estrictos y excepcionales del caso "Ángel Estrada"
fallado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Lo que sí le está admitido a la autoridad de aplicación, es "mediar" en la
relación de derecho privado entre consumidores y empresarios, en el ejercicio
de las instancias administrativas de tipo conciliatorio, que permiten llegar a una
solución de fondo, por acuerdo de las partes, aunque a partir de la mediación e
intervención de la autoridad.
Se trata de una instancia —la conciliatoria— de suma utilidad, pues permite
lograr la satisfacción de los intereses del consumidor, a través de un
procedimiento más ágil, gratuito, y a la vez descongestiona la sobrecarga de
tareas del Poder Judicial.
Pero si la instancia conciliatoria fracasa, la solución para los intereses de los
consumidores sólo se puede obtener por vía judicial, pasando la competencia
administrativa (ya extraña al manejo de la relación de derecho privado entre
empresarios y consumidores), a quedar estrictamente ceñida al tratamiento de
la conducta del empresario como supuesta infracción legal. Los mismos hechos
serán juzgados por la administración para sancionar al infractor(98) y por la
justicia para atender los derechos del consumidor.
En ese contexto, el régimen de las actuaciones administrativas previsto por
la ley 24.240(99), es el siguiente:
a) Las actuaciones por infracción administrativa se inician de oficio o por
denuncia(100) de quien invocare un interés particular o actuare en defensa del
interés general de los consumidores (art. 45, párr. 1º)(101).
90
b) Con carácter previo, se desarrollará una instancia conciliatoria (art. 45, párr.
2º, parte 1ª)(102). Si existe acuerdo, el empresario debe cumplir las obligaciones
emergentes del mismo (art. 46, parte 2ª)(103). Si lo incumple, sin perjuicio de la
ejecución forzada, su conducta se considera infracción de la ley y pasible de las
sanciones previstas (art. 46, parte 1ª).
c) Si fracasa la instancia conciliatoria, se labrará un acta, con los siguientes
contenidos:
— constancia del hecho denunciado o verificado y la disposición
presuntamente infringida;
— agregación de la documentación acompañada;
— citación por cinco días al presunto infractor, para presentar
descargo escrito ofreciendo pruebas (art. 45, párrs. 2º y 3º)(104);
— la autoridad podrá ordenar como medida preventiva, el cese de
la conducta que se reputa infracción legal (párr. 8º)(105).
d) Si existen hechos controvertidos se admitirán las pruebas que no resulten
manifiestamente inconducentes(106). Se deberán producir dentro del plazo de
diez días (prorrogables cuando haya causas justificadas). Si no se producen
dentro de dicho plazo, por causa imputable al presunto infractor, se tienen por
desistidas (párr. 7º, in fine).
En la apreciación de las pruebas, el acta inicial y las comprobaciones técnicas
posteriores (párr. 4º, parte 1ª), constituirán demostración suficiente de los hechos
allí acreditados, salvo que resulten desvirtuados por otras probanzas (párr. 6º).
La autoridad podrá disponer medidas técnicas (párr. 10).
e) Concluidas las diligencias sumariales, se dictará la resolución dentro de los
veinte días siguientes hábiles (párr. 9º).
Si dispone sanciones, se podrá recurrir ante las cámaras federales de
apelaciones competentes (párr. 11)(107).
Si del sumario surgiese la eventual comisión de un delito, se remitirán las
actuaciones al juez competente (art. 51).
f) Las sanciones previstas (art. 47) son:
— apercibimiento;
— multa que se fijará en el triple de la ganancia o beneficio ilegal
obtenido por la infracción, entre $ 100 y $ 5.000.000;
— decomiso de las mercaderías objeto de la infracción;
— clausura del establecimiento o suspensión del servicio hasta
por treinta días;
— suspensión de hasta cinco años en los registros de proveedores
del Estado;
— pérdida de concesiones, privilegios, regímenes impositivos o
crediticios de que gozare.
Las sanciones se podrán aplicar independiente o conjuntamente, y en todos
los casos se impondrá, además, la publicación de la resolución condenatoria, a
91
costa del infractor, en el diario de mayor circulación de la jurisdicción donde se
cometió la infracción (art. 47).
En la aplicación y graduación de las sanciones se tendrá en cuenta (art. 49):
— el perjuicio que la infracción provocó al consumidor o usuario;
— la posición del infractor en el mercado;
— la cuantía del beneficio obtenido;
— el grado de intencionalidad;
— la gravedad de los riesgos o de los perjuicios sociales derivados
de la infracción, y su generalización;
— la reincidencia(108), y
— las demás circunstancias relevantes del hecho.
2. Reclamaciones extraoficiales
Dentro del movimiento hacia mecanismos alternativos en la solución de
conflictos de consumo, también se refleja una amplia experiencia en el
funcionamiento de técnicas conciliatorias privadas, desplegadas fuera de los
ámbitos administrativo y jurisdiccional.
Desde principios de la década del '70, los gobiernos de Austria y Alemania
estimulan a las asociaciones de consumidores y de empresarios, para la
constitución de oficinasencargadas de la solución de sus diferendos. Y en
España se han auspiciado sistemas de conciliación privada en el marco de
acuerdos entre las organizaciones de consumidores y de empresarios(109).
En muchos países, esos mecanismos se desarrollan con competencia limitada
a específicos sectores o ramos del mercado de consumo(110).
También la ley 24.240 de Defensa del Consumidor promueve el
desenvolvimiento de instancias privadas de conciliación, extrajudiciales y ajenas
también al ámbito de la administración y el arbitraje, para la solución de conflictos
de consumo.
Siempre en el contexto de los mecanismos alternativos, en defensa de los
derechos de los consumidores, la ley regula técnicas de solución de conflictos
dentro del ámbito de las empresas y de las asociaciones de consumidores.
En primer lugar, específicamente en materia de servicios públicos, la ley exige
a las empresas prestadoras la habilitación de registros para reclamos de los
usuarios, que deberán ser satisfechos en plazos perentorios que fijará la
reglamentación (art. 27).
Cumple de ese modo la ley con el postulado por el que se propicia
universalmente, la creación de procedimientos extraoficiales por las empresas,
92
para la recepción de reclamaciones y solucionar las controversias con los
consumidores (directrices de las Naciones Unidas, art. 29).
En segundo lugar, la ley autoriza a las asociaciones de consumidores a recibir
reclamos y promover soluciones amigables entre los consumidores y los
empresarios (art. 56, inc. d]).
El artículo 58 establece las reglas sobre la base de las cuales las asociaciones
de consumidores deben sustanciar esas reclamaciones(111):
— el reclamo será por escrito, firmado, adjuntándose la
documentación e información que obre en poder del
consumidor;
— la asociación invitará a las partes a reuniones conciliatorias,
para facilitar su acercamiento e intentar la solución del conflicto
a través de un acuerdo satisfactorio.
3. El arbitraje
También se ha propuesto la vía extrajudicial del arbitraje para la solución de
conflictos entre empresarios y consumidores. A diferencia de los procedimientos
de conciliación, que culminan con una propuesta sin otra fuerza obligatoria que
la derivada de la autoridad moral del órgano emisor y la amenaza de publicidad
de la actitud reticente, el arbitraje conduce a una decisión que sujeta
jurídicamente a las partes(112).
Por esto mismo, el desarrollo del arbitraje entre consumidores y empresarios
queda eventualmente acorralado por la sanción de invalidez de la cláusula
compromisoria, en la medida en que el órgano al cual se somete el litigio no
garantice un balanceamiento adecuado, para desenmarañar la discusión entre
un hombre habituado a la negociación y otro extraño a esos ejercicios(113).
La cuestión queda, sin embargo, superada si se encara globalmente una
planificación del arbitraje en materia de consumo, entre las organizaciones de
consumidores y empresarios, sobre la base de una composición paritaria de los
órganos no jurisdiccionales, eventualmente integrados también con
representantes expertos de la Administración.
93
actividad del poder jurisdiccional y al mismo tiempo —superando las alternativas
estrictamente conciliatorias— conduce a una decisión que sujeta jurídicamente
a las partes(115).
Las directivas supranacionales del Consejo de Europa (1973) y de la
Comunidad Económica Europea (1975) en materia de protección al consumidor,
recomiendan genéricamente la instauración de mecanismos alternativos de
arbitraje y acuerdo amigable para la composición de los intereses del público y
la empresa. Asimismo, auspician la integración de los órganos respectivos
mediante representantes de las agrupaciones que nuclean a unos y otros.
En particular, la normativa de la Comunidad Económica Europea sobre control
de las cláusulas abusivas en los contratos de consumo, fomenta en su artículo
12 la implantación de entes de naturaleza parajudicial conformados por
representantes de los consumidores y de las empresas, con competencia en
caso de transgresión por el predisponente de las directivas administrativas de
control preventivo(116).
La ley general española de defensa del consumidor del año 1984 confiere un
mandato a los poderes públicos para establecer un sistema arbitral informal, que
atienda y resuelva con carácter vinculante y ejecutivo para ambas partes, las
quejas y reclamaciones de los consumidores en materia de garantías y
responsabilidades. Dispone su artículo 31 que los órganos de arbitraje estarán
integrados —entre otros miembros— por representantes de las organizaciones
de consumidores y usuarios. Además, el sometimiento al sistema será voluntario,
y deberá constar expresamente por escrito.
En Francia han sido instituidas en 1976 las Commissions départementales de
conciliation para recibir (por correspondencia) las reclamaciones de los
consumidores, y, tras valorar los aspectos técnicos del problema, proponer las
soluciones más adecuadas, las cuales de ordinario son aceptadas por las partes.
El resultado de la mediación se obtiene en una audiencia única, ante una
comisión integrada por el director departamental competente, un representante
de los consumidores y otro de las organizaciones empresariales(117).
En Suecia y Dinamarca se destaca la experiencia del Public Complaint
Board (Consejo Público de Conflictos), órgano administrativo compuesto por un
juez profesional y un número idéntico de representantes del consumidor y de la
empresa, que recibe las instancias individuales de los consumidores(118).
5. Ley 24.240
El arbitraje en materia de consumo, tiene ahora carta de ciudadanía en la
Argentina, previsto por el artículo 59 de la ley 24.240, que insta a la autoridad de
aplicación a promover la organización de tribunales arbitrales, que actuarán,
según el caso, como amigables componedores o como árbitros de derecho, para
resolver las controversias que se susciten en la materia de la ley.
94
En cuanto a su composición, señala que se podrá invitar a las personas que
—en las condiciones que fije la reglamentación— sean propuestas por las
asociaciones de consumidores y cámaras empresariales, teniendo en cuenta las
competencias.
Regirá el procedimiento del lugar en que actúa el tribunal arbitral.
El sistema fue implementado a nivel nacional, pero (a diferencia, p. ej., de la
experiencia española), sin ningún suceso concreto, carece de trascendencia
práctica, escaso en jerarquía institucional, técnica y jurídica (déficits todos
atribuibles a la autoridad de aplicación, que no supo erigirlos adecuadamente).
Y en los pocos casos en que ha sido utilizado, condujo generalmente a la mera
homologación de conciliaciones (que bien podrían haber sido arribadas en
instancia administrativa), sin mayores laudos que favorecieran eficazmente los
intereses de los consumidores.
95
• pero principalmente un segundo nivel de derechos
instrumentales.
Este último es el ámbito de la implementación, apto para hacer efectivos los
derechos sustanciales; y que debe ser esencialmente diseñado con un matiz
preventivo y colectivo.
En efecto, para la eficacia del derecho y la justicia no es útil una acción
meramente individual y sancionatoria, por ej., contra un banco que emplea
cláusulas abusivas, o cobra cargos indebidos en las cuentas bancarias.
Por una acción judicial de esa índole se condenaría al banco a reintegrar los
montos obtenidos ilícitamente al cliente que inició el juicio.
Ésa sería una acción judicial individual y sancionatoria que dejaría el enorme
costo social de miles de consumidores víctimas de la misma situación, que no
encontrarían solución por no haber participado individualmente del proceso
judicial.
Y para el banco, cada condena individual sería tolerable, desde el análisis de
costos y beneficios, mientras ese sistema de acciones individuales y
sancionatorias le permita seguir abusando contra los miles de clientes que no
accedieron a la justicia.
En ese caso (o en otros análogos) la única respuesta eficaz del proceso
judicial la brindan esas acciones colectivas y preventivas autorizadas por la ley
24.240 y la Constitución Nacional.
En el ejemplo que venimos empleando las acciones judiciales colectivas y
preventivas tendrían resultados absolutamente diferentes de los tradicionales:
• los bancos serían obligados a omitir el cobro de cargos indebidos
(prevención);
• y a reintegrar colectivamente los montos cobrados ilícitamente a
todos los clientes.
Acciones colectivas de ese tipo, a través del ejercicio de una legitimación
activa amplia (art. 52, ley 24.240), han sido las que efectivamente ejerció el
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en casos como el ejemplificado, con
resultado favorable, a través de la Dirección General de Defensa y Protección
del Consumidor.
96
Porque era (y sigue siendo) un hecho que los consumidores, asediados por
las prácticas mercantiles ilegales o irregulares, no concretan, sin embargo, en
líneas generales, sus reclamos contra la empresa. No acuden a los tribunales.
Doctrinalmente se advierte una coincidencia acerca de los factores que
contribuyen a este comportamiento:
a) La soledad del consumidor. Aisladamente, el consumidor es un ser
desarmado. Todo concurre para quitarle coraje a fin de ingresar en los tribunales
para enfrentarse al responsable del acto lesivo(119). Esto es así, a su vez, por
varios motivos que pasamos a enunciar.
b) Los obstáculos de naturaleza psicológica. El consumidor está golpeado por
una suerte de inhibición, ligada a:
— la falta de conciencia sobre cuáles son sus derechos, cuándo
son vulnerados y sobre la posibilidad de accionar mecanismos
judiciales de defensa;
— a una ausencia de conocimientos técnicos y jurídicos que
contrasta con la complejidad de las cuestiones;
— a la reticencia en la consulta al abogado y, en fin, a invertir en
el conflicto su tiempo y su energía.
Viene conformado, en definitiva, un verdadero sentimiento de inferioridad que
conduce al consumidor a abstenerse de accionar, incluso por temor a salir
perdiendo, frente a un adversario dotado de una considerable fuerza política,
técnica, jurídica y económica(120).
c) La exigüidad de la lesión. La debilidad se acentúa cuando el asunto, por su
escasa importancia económica, no justifica, supuestamente, la superación de
aquel costo psicológico que implica la decisión de demandar. Ésta aparece como
una reacción excesiva con relación a la disminución patrimonial sufrida(121).
d) El carácter misterioso de la justicia. "También las formalidades y el
vocabulario misterioso del proceso —señala Perrot— corren el riesgo de
desalentar y desconcertar a los justiciables"(122).
e) La lentitud de la justicia. El derecho de acceso a la justicia resulta asimismo
desconocido cuando la maquinaria judicial actúa marcada por la lentitud. El factor
tiempo constituye uno de los problemas que más gravemente afectan a la
eficacia del proceso. En la mayor parte de los casos, una justicia lenta, aunque
esté bien administrada, es una justicia ineficaz(123).
f) Los gastos de la justicia. Finalmente, los obstáculos de orden económico
dominan a todos los otros. Frente a la magnitud de los gastos de la justicia, la
imposibilidad de acudir a los tribunales por escasez de recursos económicos
constituye la peor de las injusticias: lleva al consumidor a resignar la idea de
hacer reconocer sus derechos por las vías legales(124).
Va de suyo que el sistema constitucional (arts. 42 y 43) y legal (Ley de Defensa
del Consumidor 24.240, arts. 52 a 54), ha consagrado las soluciones normativas
tendientes a superar esos obstáculos: acciones colectivas, celeridad y gratuidad
del acceso a la Justicia, etcétera.
97
c) Acciones colectivas y legitimación para obrar
98
En última instancia, y en consideración a las dificultades insalvables para
hacer valer individualmente el reconocimiento de los intereses colectivos o
difusos, con esta innovación se trata de rescatar la virtualidad de algunas normas
constitucionales (y el mandato de "afianzar la justicia"), que legitiman provocar
el control judicial acerca de la violación de los límites a la iniciativa privada, en
resguardo de los principios de utilidad social, solidaridad, etcétera(126).
99
incidental, podrán éstos estimar y demandar la indemnización particular que les
corresponda.
De este modo la cosa juzgada en las acciones judiciales de los consumidores
adquiere dimensión colectiva, como siempre hemos postulado:
Una vez afirmada la legitimación de las agrupaciones de consumidores para
el ejercicio de las acciones de inhibición y nulidad de las cláusulas vejatorias, las
resoluciones judiciales pertinentes tendrán que superar, naturalmente, los
tradicionales límites subjetivos de la cosa juzgada.
La efectividad de la tutela jurisdiccional de los intereses super-individuales,
exige que las providencias que resuelvan este tipo de pleitos sean extensibles a
todos los integrantes de la categoría representada por el legitimado colectivo,
aun cuando no hubieran participado personalmente en el juicio(129).
Sustancialmente, el control toma en cuenta de este modo la típica dimensión
colectiva del fenómeno, recayendo ya no sobre "actos" sino más bien sobre la
actividad de la empresa: la genérica predisposición de cláusulas uniformes para
una serie indefinida y homogénea de relaciones contractuales(130).
Está en juego además la necesidad de garantizar la economía de los litigios y
evitar la contradicción de diversos pronunciamientos sobre una cuestión. Frente
a ello se erige otro principio básico del proceso: la garantía de defensa en juicio,
que se debe respetar, resguardando con suma cautela las condiciones mínimas
en que cada miembro del grupo pueda desarrollar, en concreto, una suficiente
actitud defensiva para el amparo de su fracción del interés colectivo o difuso(131).
Reiteramos que los intereses amenazados o afectados de los consumidores,
habitualmente revisten una naturaleza supraindividual (colectivos o difusos),
entonces, es lógico que las normas de defensa del consumidor han de aportar
soluciones colectivas o grupales.
En efecto, aparece incuestionable el carácter colectivo o difuso de los
intereses de los consumidores. Thierry Bourgoignie explica que por ello el
derecho del consumidor elimina la exigencia de un interés personal para
accionar, instrumentando modos colectivos de protección, procedimientos
grupales, etcétera(132), sin perjuicio del derecho individual que en ocasiones
puede cualquiera de ellos ejercer(133).
Reconocida la dimensión supraindividual de los intereses de los
consumidores, y los obstáculos que les dificultan acceder individualmente a la
justicia, las leyes del derecho comparado establecen sistemas de defensa del
consumidor en juicio, mediante acciones colectivas, expandiendo grupalmente
la legitimación activa (en favor de asociaciones de consumidores, el Ministerio
Público y órganos públicos especializados), y los efectos de la cosa juzgada.
El artículo 52 de la ley 24.240 dispone, en orden a la intervención procesal del
ministerio público:
— que cuando no intervenga en el proceso como parte, actuará
obligatoriamente como fiscal de la ley;
— que asumirá la legitimación activa en caso de desistimiento o
abandono de la acción por las asociaciones legitimadas.
100
El sistema de acción colectiva previsto por la ley 24.240, terminó frustrándose
originariamente, con motivo del veto presidencial al artículo 54, que establecía
efectos subjetivos expansivos de la cosa juzgada, que es una consecuencia
inescindible de la legitimación grupal(134). Esto conducía a la paradoja de que,
aun accionándose colectivamente (p. ej., a través de una asociación de
consumidores), la sentencia no llegue a beneficiar a todos los portadores de un
interés supraindividual (p. ej., perjudicados por una misma cláusula abusiva), si
no participaron directamente en el proceso. Y la misma cláusula abusiva,
anulada, podría sin embargo seguir siendo utilizada contra otros consumidores
no beneficiados, o por otros empresarios no demandados, en dicho proceso.
Sin embargo, la contradicción fue superada por la ley 26.361, que agregó al
artículo 54 pautas para establecer los efectos colectivos de la cosa juzgada.
101
b) El Ombudsman de los consumidores responde al problema con una mayor
especialización e independencia que el Ministerio Público.
Surgió en Suecia en 1971 (y luego en los restantes países nórdicos) para
realizar un control sobre las prácticas irregulares de comercialización y, en
particular, sobre las condiciones generales de los contratos irrazonablemente
perjudiciales para los consumidores(136).
Cuando la resolución de la controversia no resulta posible mediante sus
poderes de negociación con la empresa, el Ombudsman de los consumidores
puede accionar en defensa de los intereses colectivos de ellos ante un tribunal
especial, la Corte de Mercado (Marknadsdomstolen).
El acceso a la Corte de Mercado compete en vía exclusiva al Ombudsman de
los consumidores, pero se halla prevista subsidiariamente la legitimación de las
asociaciones de consumidores para el único supuesto de que el órgano
administrativo les hubiera denegado una iniciativa privada para demandar(137).
102
6. La representatividad de las Asociaciones de Consumidores
Ya nos hemos pronunciado en favor de la legitimación para obrar de las
asociaciones legalmente reconocidas que agrupan a los consumidores.
Las formaciones sociales o cuerpos intermedios aparecen invistiendo con la
mayor nitidez un ligamen objetivo con el interés comprometido de los miembros
del grupo o categoría. Esto es, reflejan la mayor aptitud para asumir una
adecuada representatividad, recaudo mínimo de la apertura legitimatoria.
Las circunstancias pertinentes quedan sujetas al análisis discrecional del juez
y son inherentes en definitiva a la seriedad y responsabilidad de la organización
que pretende obrar en defensa de los intereses colectivos de los consumidores.
Interesan, así, la previsión estatutaria de la defensa del consumidor como
finalidad exclusiva o concurrente, el ligamen territorial con el lugar de producción
de la situación lesiva, el número de miembros y la antigüedad de su
funcionamiento, requisitos que testimonian a la vez sobre la buena fe y la
competencia técnica, colocando a la agrupación en una posición diferenciada
dentro del contexto social(141).
En este cuadro, la presencia del recaudo de la adecuada representatividad de
la agrupación reafirma lo ya expuesto en el sentido de que el problema es de
fondo, y no se anida, por tanto, en un terreno estrictamente procesal. En efecto,
el interés colectivo o difuso del consumidor se juridiza en cabeza del ente
exponencial legitimado para obrar en juicio(142).
El sistema no obsta, por otra parte, al ejercicio de la acción
individual correspondiente, por parte del consumidor que opte por hacer valer de
ese modo la fracción del interés grupal que personalmente le compete.
Así, aun en el marco de un régimen de control de las cláusulas abusivas
basado en la legitimación de las asociaciones de consumidores, es necesario
resguardar la zona de reserva de la persona individual para que cada adherente
pueda recurrir a los tribunales, si quiere, en forma aislada y singular(143).
103
Ministerio Público, y siempre y cuando la institución tenga un fin ligado a la
defensa de los intereses de la categoría, un año de existencia efectiva y concreta
operatividad, y diez mil socios para actuar a nivel nacional, o un "número
suficiente" a nivel local. La previsión se refiere al ejercicio de la acción civil en el
proceso penal, pero su aplicación se ha extendido a toda suerte de infracciones
que atenten contra el interés colectivo de los consumidores(144).
En Alemania Federal, la ley AGB-Gesetz de 1977 otorga a las asociaciones
de consumidores el derecho de ejercer las acciones inhibitorias, de retractación
y de ineficacia, contra las cláusulas uniformes y abusivas de los contratos.
En Suecia, en caso de desestimación por el Ombudsman de los
consumidores, de una petición del grupo para que actúe en su nombre, se admite
el ejercicio de una acción autónoma por parte de las asociaciones de
consumidores, a fin de eliminar una concentración absoluta de los poderes de
iniciativa en cabeza del órgano público(145).
En Suiza, la Ley de Asociaciones Profesionales y Económicas de 1943,
aplicable a las ligas de consumidores según los términos del Mensaje del
Consejo Federal, las autoriza a defender los intereses de sus miembros,
intentando incluso acciones preventivas y de cesación(146).
En España, la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios
de 1984 faculta, en su artículo 20, a las asociaciones de consumidores y usuarios
legalmente constituidas y que tengan como finalidad la defensa de los intereses
de aquéllos, para representar a sus asociados y ejercer las correspondientes
acciones en su defensa, e incluso en defensa de los intereses generales de los
consumidores y usuarios.
En Portugal, la Ley de Defensa del Consumidor de 1981 legitima a las
asociaciones de defensa del consumidor para constituirse como parte acusadora
en los procesos relativos a las infracciones antieconómicas, y para intervenir
como parte asistente del Ministerio Público en las acciones civiles tendientes a
la protección de los intereses colectivos de los consumidores (art. 13, incs. g] y
h]).
105
o consumo común, ordinario y generalizado (art. 20, inc. 1º). También la ley
portuguesa de Defensa del Consumidor de 1981 dispensa al consumidor de los
gastos de justicia en las demandas por daños y perjuicios, y a las asociaciones
de consumidores para su intervención en juicio como parte acusadora o asistente
(arts. 10, inc. 1º, y 13, inc. i]).
Insistimos que la ley 26.361 (art. 53), recuperó para nuestro derecho positivo
la gratuidad de las acciones judiciales de los consumidores, prevista en la
redacción originaria de la ley 24.240, pero inicialmente frustrada por el veto
presidencial.
El decreto justificó el veto en la existencia del beneficio de litigar sin gastos,
legislado en los códigos procesales locales. Pero —como señalaban los propios
fundamentos del veto— esos sistemas no son automáticos, sino sometidos a los
requisitos establecidos en sus regímenes. Y la praxis judicial revela que la
complejidad de los procedimientos ordinarios caracteriza también al tradicional
incidente de litigar sin gastos (obtener testigos y lograr su concurrencia, aguardar
la fecha de la audiencia, las vistas —y sus eventuales evacuaciones—, otras
posibles pruebas, el tiempo que demanda la resolución, su notificación y firmeza
—incluidas posibles apelaciones—, etc.). Por ello el beneficio de litigar sin gastos
es un mecanismo insuficiente para la protección del consumidor, y el acierto de
la reforma del año 2008 (ley 26.361) al reincorporar la gratuidad automática, que
había sido originariamente sancionada, pero vetada.
Por otra parte, es menester trasladar al Estado la carga económica de
la asistencia jurídica de los pobres, reforzando así la función pública de la
abogacía y ubicando a los servicios letrados como una nueva forma de seguridad
social(150).
Este modelo de asistencia jurídica consiente la especialización en las técnicas
de protección de los derechos de grupos o categorías, y precisamente por ello
se ha fomentado la formación de servicios letrados en organismos estatales
(Defensoría del Pueblo, autoridad de aplicación), Colegios de Abogados,
Universidades y otras instituciones, e incluso dentro del cuerpo de las propias
asociaciones de consumidores, solución que al mismo tiempo neutraliza la
imposibilidad de libre elección del profesional, propia de los sistemas de
abogacía pública(151).
106
Se ha propiciado incluso la implementación de procedimientos especiales de
menor cuantía en materia de consumo(152), sustentados en la informalidad de la
demanda, el principio de la oralidad y concentración, la acentuación de los
poderes inquisitorios del juez, la eficacia provisionalmente ejecutiva de la
sentencia y la limitación de las vías recursivas(153).
El movimiento se podría integrar finalmente con la proliferación de órganos
judiciales especializados para la solución de litigios entre el consumidor y la
empresa.
Es destacable, en efecto, la experiencia desarrollada en Suecia, Finlandia y
Noruega, con la ya mencionada "Corte de Mercado", cuyas providencias inhiben
la prosecución de actividades violatorias de las leyes que regulan las relaciones
de mercado. El cumplimiento de ellas se garantiza mediante astreintes, y en caso
de transgresión las actuaciones pasan —para la condena al empresario al pago
de aquéllas— a las cortes ordinarias, que de este modo controlan la legitimidad
de las resoluciones de la Market Court. Las sentencias son inapelables, a
diferencia del sistema danés, en el cual no funciona un "Tribunal de Mercado",
sino una sección especial del Tribunal Comercial de Copenhague y se prevé el
recurso al Tribunal Supremo(154).
En nuestro país, a partir de 1993, la cuestión alcanzó solución: la Ley de
Defensa del Consumidor dispone la vigencia del procedimiento más abreviado
que rija en la jurisdicción del tribunal ordinario competente (art. 53)(155).
Según los casos, corresponderá el procedimiento sumarísimo (art. 321,
Códigos Procesales Civil y Comercial de la Nación y de la Provincia de Buenos
Aires); la acción de amparo (art. 43, CN); y en las provincias que regulan
acciones colectivas, el sistema respectivo (p. ej., ley 10.000 de Santa Fe), u otras
técnicas procesales de tutela urgente o anticipatoria (medidas autosatisfactivas,
etcétera).
Se trata de una solución correcta, pues deviene superadora de otro de los
principales obstáculos para el acceso del consumidor a la justicia, constituido
precisamente por la lentitud de los procedimientos judiciales.
De modo que la abreviación dispuesta por la ley es un mecanismo idóneo para
facilitar el efectivo ejercicio de los derechos en juicio.
También en la intención de abreviar el proceso y hacerlo más efectivo, el
último párrafo del artículo 54 de la ley 24.240, establecía que cuando la
sentencia acogiere la pretensión del consumidor, la apelación será concedida al
solo efecto devolutivo. Se trataba de una sabia solución, destinada a impedir que
las vías recursivas sean empleadas con propósitos dilatorios (y mientras tanto
se mantuviera la situación lesiva del consumidor). Desafortunadamente, también
por allí pasó el arrasador veto presidencial del año 1993.
En la misma dirección facilitadora, el segundo párrafo del artículo 53 dispone
que "quienes ejerzan las acciones previstas en esta ley, representando un
derecho o interés individual, podrán acreditar mandato mediante simple acta
poder". La norma persigue, por un lado, acelerar los trámites preparatorios
previos a la promoción de la demanda, y al mismo tiempo, evitar gastos
(notariales) a los consumidores accionantes.
107
e) Las acciones colectivas. Consideraciones finales
108
Los derechos colectivos propiamente dichos tienen la particularidad de ser
indivisibles, por lo que sólo pueden ser tutelados por medio de acciones
colectivas, como lo es, por ejemplo, el derecho a gozar de un medio ambiente
sano.
En cambio, los derechos individuales homogéneos son los mismos derechos
subjetivos tradicionales pero que, al pertenecer a varios sujetos por la misma
causa, pueden ser ejercidos tanto en forma individual como colectiva.
2. La legitimación colectiva
En las acciones colectivas aparece un nuevo concepto jurídico relativo a la
legitimación, que es el de la representatividad adecuada. Consiste en determinar
si el sujeto accionante representa apropiadamente al grupo en nombre del cual
entabla la demanda colectiva(157).
Este examen de representatividad debe realizarse al inicio del proceso, y en
caso de determinarse que el actor no es un representante adecuado para
defender el derecho colectivo de que se trate, corresponde el rechazo liminar de
la demanda.
En nuestra Constitución Nacional los legitimados activos para accionar por
amparo en defensa de derechos colectivos están enumerados en el artículo 43
y son el afectado, el Defensor del Pueblo y las asociaciones que propendan a la
defensa de esos intereses.
El Código Modelo de Procesos Colectivos para Iberoamérica contiene una
legitimación más amplia en su artículo 3º, que establece lo siguiente:
"Están legitimados concurrentemente para la acción colectiva:
1) toda persona física, para la defensa de intereses o derechos difusos de
personas ligadas por circunstancias de hecho;
2) cualquier miembro del grupo para la defensa de intereses de personas
ligadas por una relación jurídica de base y para la defensa de intereses
individuales homogéneos;
3) el Ministerio Público, el Defensor del Pueblo y la Defensoría Pública;
4) las personas jurídicas de Derecho Público interno;
5) las entidades y órganos de la Administración Pública, directa o indirecta,
aun aquellos sin personalidad jurídica, específicamente destinados a la defensa
de los intereses y derechos protegidos por este Código;
6) las entidades sindicales;
7) las asociaciones legalmente constituidas desde por lo menos un año y que
incluyan entre sus fines institucionales la defensa de los intereses y derechos;
8) los partidos políticos, para la defensa de derechos e intereses ligados a sus
finalidades institucionales".
109
Como podemos apreciar, la enunciación contenida en el Código Modelo es
más abarcativa.
110
4. Acciones colectivas de los consumidores
Las bases para un acceso eficaz del consumidor a la justicia son cuanto
menos:
a) la legitimación y cosa juzgada colectiva;
b) la prevención como objeto de la pretensión;
c) la celeridad del proceso;
d) la gratuidad del acceso.
Algunos de esos lineamientos han sido alcanzados a través de la ley
24.240 (arts. 52 y 53) y la Constitución Nacional (arts. 42 y 43(159)).
Otros, como la gratuidad (y los efectos expansivos de la cosa juzgada), fueron
originariamente frustrados a nivel nacional por el veto presidencial del año 1993
a varias normas de la ley 24.240, pero reincorporados en el año 2008, mediante
la reforma de la ley 26.361.
También fueron establecidos en la Provincia de Buenos Aires (año 2004),
mediante la sanción de la ley 13.133 (Código de Implementación de los Derechos
de los Consumidores y Usuarios), que ha logrado fortalecer y mejorar el sistema
de acceso del consumidor a la justicia, entre otras cuestiones locales reguladas
en esa normativa. Luego, en los mismos términos, por el análogo Código
sanjuanino (ley 7714).
La legitimación colectiva para las acciones judiciales de los consumidores ha
sido otorgada en la Constitución Nacional (art. 43) en favor del afectado, el
Defensor del Pueblo y las asociaciones de consumidores.
En la ley 24.240, en favor del Ministerio Público, las asociaciones de
consumidores, el Defensor del Pueblo y la autoridad de aplicación.
Son autoridades de aplicación, legitimadas para acceder colectivamente a la
justicia en representación de los consumidores:
• a nivel nacional, la Secretaría de Comercio;
• a nivel provincial, las respectivas Direcciones de Defensa del
Consumidor, o de Comercio, etc., y
• en la Provincia de Buenos Aires, los organismos municipales de
defensa del consumidor, que han recibido la delegación de esas
facultades por la ley 13.133.
De hecho, acciones colectivas de los consumidores han sido ejercidas por
todos los legitimados autorizados por dichas normas. Por ejemplo, entre otras:
- El Defensor del Pueblo y asociaciones de consumidores lograron
judicialmente la suspensión del incremento de tarifas de servicios públicos(160);
- El Defensor del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, por daños y perjuicios
por el corte de suministro de energía eléctrica contra Edesur(161);
- Asociación de consumidores, contra las empresas telefónicas para
imponerles la atención al público en locales comerciales(162);
- Asociación de consumidores, contra seguros compulsivos por robo en
cajeros automáticos;
111
- El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, contra bancos y empresas de
tarjetas de créditos, para prohibir y obligar al reintegro de cargos indebidos en
las cuentas bancarias y contra seguros impuestos compulsivamente como
conexos del contrato bancario.
Como contrapartida, se ha hecho notar en la praxis judicial la ausencia de
activismo de otros legitimados activos, por no utilizar la facultad otorgada por las
normas:
a) Del gobierno nacional y los gobiernos provinciales (autoridades de
aplicación legitimadas);
b) Del Ministerio Público. Ésta es seguramente la gran diferencia en el
funcionamiento del sistema judicial entre nuestro país y Brasil, que ejerce a gran
escala acciones colectivas de los consumidores a través de funcionarios
específicos del Ministerio Público (Promotores do Consumidor)(163).
Lamentablemente, una iniciativa similar en la Provincia de Buenos Aires, que
mediante el texto sancionado de la ley 13.133 creaba esa misma figura(164), fue
frustrada por el veto promovido por la Subsecretaría de Justicia de la Provincia
(año 2004), temerosa de agregar esa función al Ministerio Público provincial.
El principal desafío sería propagar el efectivo ejercicio de las acciones
colectivas de los consumidores, especialmente en el interior del país, donde han
escaseado.
Un paso importante podría consistir en la sanción de leyes provinciales de
implementación, redactadas sobre el modelo de la ley bonaerense 13.133 (como
ya lo ha hecho San Juan, ley 7714), con incentivos para las acciones colectivas
de los consumidores (gratuidad, cosa juzgada colectiva, etc.).
Un buen espejo es el modelo europeo, donde la eficacia del sistema de
protección del consumidor radica, entre otras claves —como veremos a
continuación—, en el ejercicio de acciones judiciales colectivas, por ej., en
materia de cesación de cláusulas abusivas.
112
A partir de la referida directiva se han sancionado por parte de los países
miembros de la Comunidad normativas nacionales, de las que sólo haremos
referencia por su trascendencia y sus diferencias a Italia y a España.
113
al contrato particular. De modo que la expresión utilización empleada en el
artículo 1469 sexies Cód. Civ. italiano no puede ser aplicada sólo a la hipótesis
de transcripción de la cláusula abusiva a un contrato en concreto, pues basta
con que se haya decidido su incorporación a los textos de los futuros contratos;
de allí que la referida expresión tolere una interpretación extensiva.
f) La legitimación activa de la pretensión inhibitoria colectiva les viene atribuida
a las asociaciones representativas de consumidores y de los profesionales, así
como a la Cámara de Comercio, Industria, Artesanato y Agricultura.
Como se advierte, se trata en todos los casos de entes colectivos,
entendiéndose que la legitimación se halla fundada en razones de interés
general, circunstancia que no desnaturaliza las normas y principios propios del
proceso (demanda, carga de la prueba, etc.)(168).
Ante la alternativa de que existan varias asociaciones representativas de
consumidores y frente al silencio del legislador en orden a la adopción de un
criterio de selección, la doctrina dominante opta porque sea el juez quien evalúe,
en cada caso, cuál de las peticionantes habrá de ejercer la representación.
g) En el sentido indicado precedentemente, habrá de tenerse presente que el
"peligro inminente" de continuación o de repetición de la utilización de una
cláusula abusiva es el fundamento del interés de actuar del legitimado activo. Al
punto de que el referido interés se extingue cuando, propuesta la pretensión, el
demandado exhibe un comportamiento tal que resulte inequívoco el cese del
peligro.
h) En cuanto a la modalidad para la comprobación de la vejatoriedad de la/s
cláusula/s habrá de estarse al mismo criterio legal aplicable a las acciones
individuales, que no es otro que una evaluación judicial que toma tres puntos de
referencia: 1) una cláusula abstractamente vejatoria, aunque examinada 2) en el
contrato singular sobre la base 3) de las circunstancias existentes al momento
de la conclusión del contrato y de sus otras cláusulas (art. 1469 ter).
i) Tratándose de una medida precautoria podrá ser concedida cuando haya
justos motivos de urgencia, pudiendo el juez disponer que el proveído sea
publicado en uno o más periódicos, de los cuales uno al menos sea de difusión
nacional. La publicación, como única sanción prevista, puede resultar eficaz
desde un perfil informativo cuyo propósito no es otro que tutelar al consumidor,
aunque en la práctica se duda de su eficacia per se en punto 1) al alcance del
conocimiento que de la sentencia obtengan todos los destinatarios pasivos del
comportamiento ilícito y 2) a la ausencia de medios coercitivos idóneos para
asegurar que el profesional cumpla con la obligación prevista en la sentencia(169).
j) En punto al silencio del legislador sobre la eficacia del pronunciamiento
inhibitorio pacíficamente se sostiene su aplicación a todos los consumidores,
suprimiéndose así el principio que se afirma en los límites subjetivos (entre los
litigantes individuales) de la cosa juzgada. De lo que se sigue que la sentencia
que condena al profesional a abstenerse de la utilización de una cláusula abusiva
extiende sus efectos a la totalidad de los futuros contratos en que el condenado
hubiese previsto la inclusión de la referida cláusula.
El expresado es el mecanismo apropiado con miras a la preservación de la
característica de generalidad de los pronunciamientos inhibitorios(170).
114
k) Por lo demás, en los hechos, la sentencia por la que se dispone la inhibición
para utilizar en futuros contratos una cláusula declarada abusiva importa para el
profesional una obligación incondicionada a su cargo, o, si se prefiere, una
prohibición de incluirla en los negocios a celebrar con todos los potenciales
destinatarios (consumidores) afectados. De donde y si a pesar de ello la sigue
"utilizando", como la cláusula ya ha sido declarada abusiva, su sola incorporación
la sitúa en conflicto (ineficacia derivada) con un pronunciamiento judicial
genérico y adverso que le sirve de antecedente. Se trataría, en la especie, de
una doble disconformidad jurídica de la que deriva, como sanción(171), la nulidad
parcial del contrato, ya que atañe a una parte del negocio(172), precisamente el
que se halla constituido por la cláusula abusiva.
115
f) Las acciones colectivas en el anteproyecto de Código Civil y Comercial
1. El Anteproyecto
El Anteproyecto redactado por la Comisión de Reformas, propuso la siguiente
regulación sobre derechos colectivos, daños colectivos y acciones colectivas:
116
2. El Proyecto del P.E.N. (Observaciones)
Eliminada por el Poder Ejecutivo (mediante sus observaciones al
Anteproyecto) toda la regulación pormenorizada de los derechos colectivos, sólo
se consigna la enunciación del tipo de derechos, incluyendo los de incidencia
colectiva, sin agregar nada a lo que ya dimana del art. 43 de la Constitución
Nacional.
Estableció el Proyecto sancionado como Código Civil y Comercial (en lo único
que ha dejado en pie el Poder Ejecutivo):
Art. 14.— Derechos individuales y de incidencia colectiva.— En este Código
se reconocen:
a) derechos individuales;
b) derechos de incidencia colectiva.
La ley no ampara el ejercicio abusivo de los derechos individuales cuando
pueda afectar al ambiente y a los derechos de incidencia colectiva en general.
118
a) Trasmisión de la acción por daño moral, "mortis causa"
El artículo 1741 del Código Civil y Comercial de la Nación, establece que la
acción por indemnización de las consecuencias no patrimoniales "sólo se
trasmite a los sucesores universales del legitimado, si es interpuesta por éste".
De modo que la regla es la intransmisibilidad de la acción resarcitoria por daño
moral, por causa de muerte. Sólo pasa a los herederos, cuando el propio
afectado la hubiese promovido en vida. La excepción se justifica pues una vez
ejercida la acción, adopta un contenido patrimonial(179).
La solución reproduce la que regía en función del artículo 1099 del derogado
Cód. Civ., que disponía: "Si se tratare de delitos que no hubiesen causado sino
agravio moral, como las injurias o la difamación, la acción civil no pasa a los
herederos y sucesores universales, sino cuando hubiese sido entablada por el
difunto".
a) Reglas generales
El problema de la legitimación pasiva en el marco del reclamo indemnizatorio,
importa analizar contra quién o quiénes, puede deducirse la acción por daños y
perjuicios.
Más adelante (Capítulo XLVI), nos ocuparemos detenidamente de las
modalidades de la intervención en el proceso, que cabe a la aseguradora del
demandado (autor-responsable), lo atinente a su citación en garantía (art. 118,
L.S.), etcétera, esto es, todo lo que hace a su condición de legitimada pasiva en
el proceso donde se ventila la pretensión resarcitoria.
Sin perjuicio de ello, cabe examinar la legitimación pasiva a la luz de las reglas
que el Código Civil y Comercial de la Nación establece para individualizar los
sujetos obligados al resarcimiento (con quienes el asegurador responde
concurrentemente, cfr., infra, nro. 1815 y sigs.).
Como regla general, puede ser demandado el autor del hecho, o sea el titular
de la conducta contraria a derecho, imputable y dañosa. Ello, tanto en órbita
extracontractual, como en el ámbito contractual.
El Código Civil y Comercial de la Nación, establece la regla general, en los
arts. 1716 y 1749:
• Quien viola el deber de no dañar a otro.
• Quien ocasiona un daño injustificado por acción u omisión.
• Quien incumple una obligación.
Y en los términos del artículo 2277 CCyCN: Los herederos.
120
Quedan comprendidas tanto las personas humanas como las jurídicas.
Estas últimas responden, "por los daños que causen quienes las dirigen o
administran, en ejercicio o con ocasión de sus funciones" (art. 1763 del Código
Civil y Comercial de la Nación, en los mismos términos del artículo 43, del
derogado Cód. Civ.).
También son legitimados pasivos, los herederos o sucesores universales del
agente, en cuanto continúan la persona del causante (art. 2277 CCyCN, en los
mismos términos de los arts. 3415, 3417 y conc., del derogado Cód. Civ.).
Por lo tanto, puede deducirse contra ellos la acción por indemnización de
daños (sea contractual o extracontractual), puesto que ni una ni la otra, son
inherentes a la persona.
Asimismo, es factible la legitimación pasiva de un sucesor singular a quien se
hubiera trasmitido la obligación de resarcir, por estar comprendida, por ejemplo,
en la cesión de un contrato o de un establecimiento comercial, etcétera(183).
En caso de pluralidad de responsables, si varias personas participan en la
producción del daño, el Código Civil y Comercial de la Nación (art. 1751)
distingue a los efectos de disponer el régimen aplicable:
• Si el daño tiene causa única: la obligación es solidaria.
• Si la pluralidad deriva de causas distintas: se trata de
obligaciones concurrentes.
En el derogado Código Civil, la obligación de reparar el daño pesaba
solidariamente sobre todos ellos (art. 1109, Cód. Civ. derogado).
En materia de incumplimiento contractual no se presume, sino que existe solo
excepcionalmente solidaridad, cuando ello surja inequívocamente de la ley, o del
título constitutivo de la obligación (arts. 827, 828 y concs. del CCyCN, conf. arts.
700 y sigs., del derogado Cód. Civ.).
Como principio puede afirmarse que, frente a la existencia de un ilícito, el
perjudicado puede accionar contra quienes considere responsables, no siendo
necesario que demande a todos los involucrados, en la medida en que no surjan
circunstancias que indiquen la existencia de un litisconsorcio necesario"(184).
121
continuador económico del primero, entre otros motivos por haberse valido de la
misma marca comercial, sanatorios y personal(185).
- El hospital es civilmente responsable por el contagio de una infección
hospitalaria sufrida por un paciente —en el caso debido a una intervención
quirúrgica— pues la obligación de prestar asistencia médica lleva implícita una
obligación tácita de seguridad de resultado(186).
- La omisión de pagar la prima del seguro obligatorio sin límite por persona
transportada —exigido por la ordenanza provincial 3946 para el transporte
público de pasajeros—, hace responsable al socio-gerente de la empresa de
transporte por los daños que ocasione —en el caso, la actora no pudo hacer
efectivo su crédito por los perjuicios derivados de un accidente—, pues el
incumplimiento de dicha obligación constituye una culpa grave del
transportista(187).
- Respecto al derogado Código Civil: Es responsable la Municipalidad —en los
términos del artículo 1112 del Cód. Civ.— por la falta de verificación de la
existencia del seguro obligatorio sin límite por persona transportada exigido por
la ordenanza provincial 3946 para el transporte público de pasajeros, pues
permitió que el ómnibus circulara sin dicho seguro y, al quebrar la empresa de
transporte, se tornó ilusorio el cobro del crédito de la actora reconocido en la
sentencia dictada en la demanda por daños y perjuicios iniciada
oportunamente(188).
122
b) Responsabilidad del principal por el hecho del dependiente
En tal carácter, la acción resarcitoria puede ejercerse contra el principal o
comitente, sea persona humana (art. 1753, CCyCN) o jurídica (art. 1763,
CCyCN), por los daños que causen sus dependientes.
Lo mismo ocurre en materia de incumplimiento contractual, cuando el deudor
recurre a un hecho del dependiente o auxiliar para ejecutar la prestación debida.
El artículo 1753 CCyCN disciplina la responsabilidad del principal por el hecho
del dependiente, en los siguientes términos:
El principal responde objetivamente por los daños que causen los que están
bajo su dependencia, o las personas de las cuales se sirve para el cumplimiento
de sus obligaciones, cuando el hecho dañoso acaece en ejercicio o con ocasión
de las funciones encomendadas.
La falta de discernimiento del dependiente no excusa al principal. La
responsabilidad del principal es concurrente con la del dependiente.
123
Los padres no se liberan, aunque el hijo menor de edad no conviva con ellos,
si esta circunstancia deriva de una causa que les es atribuible.
Los padres no responden por los daños causados por sus hijos en tareas
inherentes al ejercicio de su profesión o de funciones subordinadas
encomendadas por terceros. Tampoco responden por el incumplimiento de
obligaciones contractuales válidamente contraídas por sus hijos.
Artículo 1756.— Otras personas encargadas. Los delegados en el ejercicio de
la responsabilidad parental, los tutores y los curadores son responsables como
los padres por el daño causado por quienes están a su cargo.
Sin embargo, se liberan si acreditan que les ha sido imposible evitar el daño;
tal imposibilidad no resulta de la mera circunstancia de haber sucedido el hecho
fuera de su presencia.
El establecimiento que tiene a su cargo personas internadas responde por la
negligencia en el cuidado de quienes, transitoria o permanentemente, han sido
puestas bajo su vigilancia y control.
En el sistema del Código Civil derogado, las responsabilidades indirectas
estaban reguladas del siguiente modo:
— Contra los padres, por los daños causados por sus hijos
menores (se aplicaba a mayores de diez años, pues con menos
de diez, era responsabilidad exclusiva de los padres) regulada
por los artículos 1114 a 1116, del derogado Cód. Civ.
— Responsabilidad de los tutores y curadores por los hechos de
las personas a su cargo (art. 1114, del derogado Cód. Civ., texto
según ley 24.830).
124
d) Pluralidad de responsables (directos e indirectos). Concurrencia
El Código Civil y Comercial de la Nación, establece la solución en materia de
legitimación pasiva, para el caso de pluralidad que se presenta, en caso de
concurrencia de responsables: directos e indirectos (art. 1773 CCyCN): El
legitimado tiene derecho a interponer su acción, conjunta o separadamente,
contra el responsable directo y el indirecto.
De modo que en todos los casos, la víctima puede exigir el resarcimiento
contra el autor material del daño o contra el tercero civilmente responsable (conf.,
art. 1122, del derogado Cód. Civ.), o contra ambos conjunta o sucesivamente,
hasta el pago íntegro de lo debido, con lo que la responsabilidad de cada uno es
plena, e in solidum (concurrente).
Según disponía el artículo 1123 del derogado Cód. Civ., respecto a los
comitentes (aplicable a los demás responsables indirectos), cuando quien
pagaba era el obligado reflejo, podía repetir lo que hubiese pagado contra el
autor directo del hecho que lo hubiere causado por su culpa o negligencia.
Finalmente cabe destacar que, en los casos en que la acción resarcitoria es
ejercida en el fuero penal conforme lo autoriza el artículo 29 Código Penal (y
1774 CCyCN), no puede aquélla ser dirigida contra el tercero civilmente
responsable en cuanto carece de la posibilidad de defenderse en el juicio penal,
porque no reviste calidad de parte. De modo que a su respecto, la acción civil
será independiente de la acción penal dirigida contra el autor directo del hecho,
tramitando la primera ante la justicia civil conforme lo dispone el mismo artículo
1774 del CCyCN.
126
- Es responsable el concedente del incumplimiento contractual del
concesionario —en el caso, de automotores— frente a su cliente, toda vez que
el contrato de concesión son la buena fe y la lealtad las que imponen a la
empresa concedente el deber secundario de evitar todo aquello que pueda
frustrar el fin de la convención o perjudicar indebidamente a la otra parte (art.
1198 Cód. Civ.)(196).
- El Estado nacional es responsable por el daño causado por un alumno de
una escuela estatal a otro —en el caso, le arrojó un pedazo de tiza, lo cual le
provocó la pérdida de la visión de un ojo—, por aplicación del artículo 43 del Cód.
Civil, aún cundo al momento en que ocurrieron los hechos no estuviera vigente
el nuevo texto del artículo 1117 del Cód. Civ.(197).
- La Municipalidad demandada es responsable en los términos del artículo
1074 del Cód. Civ. por los daños ocasionados al propietario de un inmueble
debido a la construcción clandestina efectuada por otro vecino en el lecho de un
arroyo —en el caso el angostamiento del cauce provoca anegamientos— en
tanto omitió ejecutar los actos administrativos necesarios para efectivizar la
remoción de la construcción(198).
- La obra social co-demandada debe responder por los servicios negligentes
otorgados por el prestador contratado por ella —en el caso, los servicios de
emergencia que contrató cumplieron sus obligaciones tardíamente—, pues
aquélla se compromete a que la atención médica se lleve a cabo de tal manera,
que el beneficiario no sufra daño alguno como consecuencia de una prestación
deficiente por parte de las clínicas o facultativos en quienes derivó el
cumplimiento de su obligación principal, conforme a la obligación accesoria y
tácita de seguridad que le compete(199).
- Es procedente la excepción de falta de legitimación para obrar opuesta por
el demandado en carácter de guardador de una persona declarada inimputable
por el hecho ilícito cuya reparación se reclama —en el caso, lesiones graves—,
pues la circunstancia de que aquél sea su apoderado y le facilite dinero, no
prueba que estuviera a cargo (art. 908 Cód. Civ.) al momento del evento
dañoso(200).
- El vínculo que torna procedente la responsabilidad del principal por los
hechos del dependiente —artículo 1113, párr. 1º Cód. Civ.— es un concepto de
carácter amplio que no supone necesariamente la existencia de un contrato
válido ni subordinación económica y social, siendo indiferente que el trabajo sea
ocasional, transitorio o permanente, que el subordinado haya sido elegido o no
por el principal ni que posea conocimientos especiales ajenos a este último(201).
- El principal no es responsable por el hecho ilícito del dependiente cometido
en una ocasión por completo ajena a la labor específica de cualquier empleado
y sin utilizar elementos imprescindibles para el cumplimiento del desempeño
laboral(202).
- La responsabilidad del principal en los términos del artículo 1113 del Cód.
Civ., no queda obstaculizada por la circunstancia de que el dependiente haya
abusado de sus funciones —en el caso el chofer de un colectivo mata a un
pasajero que intentaba viajar sin abonar pasaje— si el daño se produjo con
motivo de las mismas, en tal caso la responsabilidad indirecta del principal, surge
127
aun cuando el empleado haya obrado sin órdenes del patrón o abusando de sus
funciones(203).
128
La responsabilidad es objetiva. No son eximentes la autorización
administrativa para el uso de la cosa o la realización de la actividad, ni el
cumplimiento de las técnicas de prevención.
Artículo 1758.— Sujetos responsables. El dueño y el guardián son
responsables concurrentes del daño causado por las cosas. Se considera
guardián a quien ejerce, por sí o por terceros, el uso, la dirección y el control de
la cosa, o a quien obtiene un provecho de ella. El dueño y el guardián no
responden si prueban que la cosa fue usada en contra de su voluntad expresa o
presunta.
En caso de actividad riesgosa o peligrosa responde quien la realiza, se sirve
u obtiene provecho de ella, por sí o por terceros, excepto lo dispuesto por la
legislación especial.
Artículo 1759.— Daño causado por animales. El daño causado por animales,
cualquiera sea su especie, queda comprendido en el artículo 1757.
Cuando el daño es causado por animales, el régimen del derogado Código Civildisponía:
129
Artículo 1762 CCyCN: Actividad peligrosa de un grupo. Si un grupo realiza una
actividad peligrosa para terceros, todos sus integrantes responden
solidariamente por el daño causado por uno o más de sus miembros. Sólo se
libera quien demuestra que no integraba el grupo.
130
garrafa, contra la empresa que la comercializaba si se encuentra acreditado que
la misma sucedió por fisuras que presentaba el envase y que no cumplía con las
normas de Gas del Estado su llenado, pues, la demandada no sólo no cumplió
con la carga procesal de acreditar la culpa de la víctima, sino que, por el
contrario, de las probanzas colectadas surgen evidentes los vicios que tenía la
cosa y que la tornaban de extrema peligrosidad(209).
- El fabricante o elaborador de soda, que pretende eximirse de la
responsabilidad extracontractual que le cabe por los daños causados a la actora
—en el caso, por la pérdida de su ojo izquierdo— frente al estallido de un sifón
de su propiedad, debe acreditar la culpa de la víctima o de un tercero por quien
no debe responder (art. 1113 Cód. Civ.)(210).
- Corresponde responsabilizar al fabricante de una cosa viciosa por los daños
producidos como consecuencia del vicio —en el caso lesiones producidas por la
explosión de un gasógeno—, por cuanto la causalidad jurídica y la autoría se
remontan a aquél que puso ese defecto potencialmente dañoso en la cosa
introduciéndola en el mercado en esas condiciones, en tanto antes de hacerlo
debió asegurarse de que estaba libre de defectos y prever que de lo contrario se
podría llegar a ese resultado disvalioso(211).
a) Extinción. Reglas
En torno a la extinción de la acción resarcitoria, en el Código Civil derogado,
ofrecían ciertas particularidades, las hipótesis de renuncia y transacción.
Señalaba el derogado Código Civil:
1. Renuncia
La renuncia del damnificado extingue la acción resarcitoria (art. 1100 del
derogado Cód. Civ.). Reiteraba innecesariamente lo genéricamente dispuesto
por el artículo 872 del derogado Cód. Civ. respecto a todos los derechos privados
patrimoniales.
131
2. Transacción
En materia de transacción también mediaba una específica disposición
normativa. El artículo 842, 1ª parte del derogado Cód. Civ., establecía que "la
acción civil sobre indemnización del daño causado por un delito, puede ser objeto
de las transacciones".
La solución devenía también de las reglas generales: estando en juego el solo
interés particular del damnificado, puede él convenir con el responsable una
solución conciliatoria.
En razón que ambas disposiciones específicas eran mera aplicación de las
reglas generales, el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación prescinde de
ellas, y tanto en materia de renuncia como transacción, rigen aquellas en el
marco de las acciones por responsabilidad civil:
• En torno a renuncia, los arts. 944 y sigs. CCyCN: "Toda persona
puede renunciar a los derechos conferidos por la ley cuando la
renuncia no está prohibida y sólo afecta intereses privados".
• Respecto a transacción, los arts. 1644 y conc., CCyCN: puede
transigirse sobre derechos renunciables y en los que no está
comprometido el orden público.
b) Prescripción
1. Unificación
El Código Civil y Comercial de la Nación, al unificar el régimen de
responsabilidad civil, contractual y extracontractual, fija un plazo único para el
ejercicio de las acciones: tres años (art. 2561, CCyCN).
El reclamo de la indemnización de daños derivados de la responsabilidad civil
prescribe a los tres años.
Este plazo rige para la responsabilidad contractual como extracontractual. Tal
como han señalado Zavala de González y González Zavala, "el motivo dirimente
para establecer un plazo similar de prescripción deriva de la unidad de la función
132
resarcitoria, traducida en una obligación de reparar el daño cualquiera sea el
hecho generador"(212).
Excepcionalmente existen acciones de responsabilidad civil con un plazo
especial, como el reclamo de los daños derivados del contrato de transporte de
personas o cosas, que prescribe a los dos años (art. 2562, inc. d], CCyCN).
2. Régimen derogado
De este modo el nuevo Código supera la diversificada regulación del derogado
Código Civil, en cuyo ámbito la acción resarcitoria emergente del incumplimiento
contractual, prescribía en el plazo de diez años, por aplicación de la normativa
genérica prevista por el artículo 4023 del derogado Cód. Civ. respecto a las
obligaciones (acciones personales), ya que no se hallaba regulada en el Código
Civil con un plazo diferente.
En cuanto a la acción resarcitoria por responsabilidad extracontractual,
emergente de un acto ilícito, prescribía a los dos años (art. 4037, del derogado
Cód. Civ.).
133
4. Curso de la prescripción
Finalmente, el curso de la prescripción, en las acciones de responsabilidad
civil, está sometido a las causales de suspensión e interrupción genéricamente
disciplinadas por el nuevo Código y, asimismo, al sistema de dispensa de la
prescripción cumplida (arts. 2539 a 2550, CCyCN).
El Código Civil y Comercial de la Nación derogó la causal de suspensión de la
prescripción (de específica virtualidad respecto al curso de la acción resarcitoria),
que derivaba en el Código derogado, de la promoción por la víctima de un acto
ilícito, de una querella criminal contra el autor del hecho. El artículo 3982 bis del
derogado Cód. Civ. disponía: si la víctima de un acto ilícito hubiere deducido
querella criminal contra los responsables del hecho, su ejercicio suspende el
término de prescripción de la acción civil, aunque en sede penal no hubiere
pedido el resarcimiento de los daños. Cesa la suspensión por terminación del
proceso penal o desistimiento de la querella.
134
corresponde al ámbito de la responsabilidad contractual y está regida, en razón
de ello, por el plazo de prescripción decenal del artículo 4023 del Cód. Civ. aun
cuando entre las partes no haya mediado contrato escrito, pues la realización de
tareas por parte del accionado con el consentimiento tácito del comitente y la
actitud del primero antes del litigio, al no cuestionar el reclamo, impiden ubicar la
situación planteada en el ámbito de la responsabilidad extracontractual(217).
- La acción de daños y perjuicios interpuesta por el propio paciente contra el
hospital donde alega haber contraído una infección hospitalaria, tiene naturaleza
contractual, razón por la cual resulta aplicable el plazo de prescripción previsto
en el artículo 4023 del Cód. Civ.(218).
- Toda vez que la actora admitió que no mantenía relación contractual con el
Banco demandado al tiempo de los hechos que refiere como lesivos —en el caso
sostuvo que sufrió daños a causa de recepción de comunicaciones sobre
rechazo de cheques sin que fuera titular de ninguna cuenta en el Banco—
corresponde aplicar el plazo de prescripción bianual establecido en el artículo
4037 del Cód. Civ.(219).
- Ante la duda que suscita la normativa de mediación para suspender la
prescripción, debe dejarse sin efecto la decisión que admitió dicha excepción
planteada por la empresa de transporte demandada en una acción de daños y
perjuicios, pues la prescripción es de interpretación restrictiva(220).
- La mediación iniciada con la demandada en un proceso por daños y
perjuicios interrumpe el plazo de prescripción, aún para la citada en garantía,
aunque ésta haya sido convocada a la audiencia con posterioridad que se
produjera la extinción de la acción —en el caso en la primera audiencia el
demandado denunció a su aseguradora— pues la citada en garantía es llamada
a juicio para cumplir con la prestación debida, es decir mantener indemne al
asegurado, sin que el actor tuviera una acción expedita autónoma respecto de
aquél(221).
- La disposición que contiene el artículo 28 del dec. 91/1998 en cuanto
establece que la notificación fehaciente de la audiencia de mediación sólo
suspende el curso de expiración de la acción contra el requerido, no puede
interpretarse en forma parcial y con independencia de las normas sustanciales
involucradas, por lo cual si la prescripción fue debidamente suspendida con
relación al asegurado en la forma que exige la disposición mencionada, la citada
en garantía no puede invocarla como defensa en la acción posteriormente
iniciada contra ella(222).
- La suspensión del plazo de prescripción por presentación del formulario de
mediación —artículo 29, ley 24.573— cesa cuando se pone fin a dicho trámite,
pues si bien el artículo 3986 del Cód. Civ. dispone que la suspensión se
suspende por una vez al constituirse en mora al deudor, durante un año o el
término menor que pudiere corresponder de la acción en cuestión, no debe
olvidarse que la mediación persigue solucionar problemas mediante la
autocomposición, por lo que si no hay acuerdo o las partes manifiestan su
intención de no proseguirla, el trámite se da por concluido y la acción judicial
queda expedita(223).
- Tratándose de una acción de daños y perjuicios derivados del erróneo
asiento registral de un embargo, que posibilitó la venta de un bien del deudor —
135
en el caso el registrador confundió el número de inscripción con el número de
partida y anotó el embargo en otra matrícula—, debe tomarse como punto de
partida para el cómputo del plazo de prescripción bienal el momento en que el
actor tomó conocimiento de la providencia que hizo lugar a la inscripción
definitiva de la escritura de compraventa del inmueble, toda vez que sea ése el
momento en que la responsabilidad existe y ha nacido la consiguiente acción
para hacerla valer(224).
- El plazo de prescripción bienal de la acción de la acción de daños y perjuicios
que el actor interpuso contra la editorial que publicó sin su consentimiento una
fotografía suya en distinto ejemplares, comienza a computarse desde la primera
publicación —en el caso, se hizo lugar a la excepción de prescripción y se revocó
la sentencia que había condenado a la demandada—, pues debe contarse desde
el perjuicio inicial, en tanto las sucesivas publicaciones no constituyen distintos
ilícitos porque conforman un hecho único generador de responsabilidad, y la
prescripción se computa a partir de la fecha de ocurrencia del daño cuya
reparación se persigue, salvo que el damnificado se haya enterado después de
la existencia del mismo, y esto no ha sido acreditado en el caso(225).
- Tratándose de un contrato celebrado entre una Obra Social y un Hospital
para que este último otorgue servicios médicos a todo el personal afiliado a
aquélla, corresponde que al crédito derivado de tales prestaciones se le aplique
el plazo de prescripción decenal previsto por el artículo 4023 del Cód. Civ. pues
si bien su origen es la atención médica, no se trata de la relación individual entre
un médico y su paciente(226).
- Quien invoca la defensa de prescripción tiene a su cargo la prueba del
momento en que comenzó a correr el término(227).
- Corresponde considerar que no se cumplió el plazo de prescripción de la
acción civil intentada en razón de la suspensión del curso prescriptivo operada
por la presentación como particular damnificado del actor. Dicha presentación en
ejercicio de las facultades que le confiere el artículo 87 del CPPPBA, debe
equipararse en cuanto a sus efectos a la querella criminal mencionada en el
artículo 3982 bis del Cód. Civ. El artículo 3982 bis del Cód. Civ. no exige el pedido
de resarcimiento de daños en sede penal y siendo la presentación como
particular damnificado reveladora de la voluntad inequívoca del titular de la
acción civil de no dejarla perecer, corresponde considerar comprendida en tal
norma la presentación del mismo en los términos del artículo 87 del CPPPBA y
acordarle efectos suspensivos del curso de la prescripción(228).
- Si bien la demanda de constitución de actor civil en el proceso penal no
constituye una demanda en términos formales, tiene efectos interruptivos a los
fines del cómputo de la prescripción de la acción civil, pues permite inferir con
total claridad la intención de quien se dice titular del derecho a ser indemnizado,
patentizando la clara e inequívoca voluntad de ejecutar o conservar su
derecho(229).
- La prescripción se interrumpe por el reconocimiento expreso o tácito que el
deudor o el poseedor hace del derecho de aquel contra quien prescribía(230).
- Interrumpe el curso de la prescripción de la acción la demanda por daños y
perjuicios iniciada contra quienes resultasen ser los propietarios del lugar donde
el hecho ocurrió —en el caso, el fallecimiento de la víctima—, aunque no se haya
136
especificado, en ella sus nombres y apellidos pues, de la doctrina del artículo
3986 del Cód. Civ. se extrae que para interrumpir el curso de la prescripción
basta una manifestación de voluntad suficiente que desvirtúe la presunción de
abandono del derecho por parte del interesado y esta última puede
exteriorizarse, tanto a través de la demanda, como de cualquier otro acto jurídico
que demuestre tal circunstancia(231).
- La responsabilidad solidaria entre ambos codemandados derivada de la
calidad de coautores de la injuria civil que lesionó el honor de la actora (arts.
1081, 1109 y concs. Cód. Civ.) implica que la interpelación que realice el
acreedor respecto de cada uno de ellos propaga sus efectos hacia los restantes,
en consecuencia la interrupción de la prescripción operada por la interposición
de medidas preparatorias contra uno de los obligados, haciendo además
mención la actora que promoverá demanda contra quien resulte corresponsable,
resguardó su crédito respecto de los restante co-deudores solidarios (arts. 713 y
3994 del Cód. Civ.)(232).
- A efectos de computar el plazo de prescripción transcurrido en una acción de
daños y perjuicios —en el caso causados por el accidente sufrido en oportunidad
de ascender el actor por la escalera mecánica de una estación de subterráneo—
, debe tomarse en cuenta la suspensión del término desde el día en que se
remitieron las cartas-documento suscriptas por el mediador interviniente
notificando la primer audiencia de mediación hasta la finalización del trámite,
toda vez que el plazo de prescripción se reanuda a partir del momento en que el
reclamante quede habilitado para iniciar la demanda(233).
- Corresponde reconocer el derecho que tiene el actor de interponer la
demanda ante el magistrado que considere competente al solo fin de interrumpir
la prescripción de su derecho, por lo cual el Juez deberá tenerla por interpuesta
a ese fin, sin perjuicio de no haberse agotado el trámite de la mediación previa
impuesto por la ley 24.573, el que será necesario en caso que el accionante
pretenda continuar con el trámite de las actuaciones.
El rechazo de la demanda interpuesta al mero fin de interrumpir la prescripción
por no encontrarse cumplido el trámite de mediación previa impondría una
caducidad procesal que puede perjudicar una prerrogativa que otorga el derecho
de fondo, recortando derechos tutelados por lo dispuesto en los artículos 3986 y
39878 del Cód. Civ.(234).
- La carta documento enviada por el asegurado a fin de que la compañía de
seguros demandada reconsidere el rechazo del siniestro —en el caso
destrucción del vehículo asegurado—, bajo apercibimiento de iniciar las acciones
judiciales correspondientes, configura requerimiento de pago en los términos del
artículo 3986 del Cód. Civ., 2º párrafo, y por ende resulta idónea para suspender
el curso de la prescripción normada por el artículo 58 de la ley 17. 418.
La causal de suspensión de prescripción consagrada en el artículo 3986 2º
párrafo del Cód. Civ., resulta aplicable en materia comercial, sin que obste a ello
lo previsto en el artículo 845 del Cód. Com. en el sentido de que los términos
corren contra todo acreedor inactivo, pues ambos preceptos no excluyen ni
contraponen, en tanto cada uno tiene su ámbito de aplicación propio relativo a la
actividad del acreedor en el primer caso y a su inactividad en el segundo(235).
137
- Si la prescripción sólo corre cuando el interesado —en el caso demanda a
una Compañía de Seguros— tiene expedita su acción y la posibilidad de
ejercerla, y si no puede hacerlo antes de concluir el trámite de mediación
obligatoria, parece lógico y necesario juzgar que la suspensión dura lo que el
trámite de mediación, es decir, el curso de la prescripción se reanuda al concluir
dicho trámite(236).
- Resulta inaplicable el plazo de prescripción previsto en el artículo 58 de la ley
17.418 a la demanda entablada contra una Municipalidad en virtud del
incumplimiento por su parte de la obligación de mantener asegurados a sus
empleados, ya que no se trata de una acción derivada de la existencia de un
contrato de seguro, sino por el contrario el reclamo tiene su razón de ser en la
inexistencia de dicha relación jurídica(237).
- No corresponde extender los efectos de la suspensión de los plazos de
prescripción de la acción civil que establece el artículo 3982 bis del Cód. Civ. a
todos los demandados a los se les atribuye responsabilidad civil, aun a los que
no fueron querellados o no son susceptibles de serlo(238).
- El texto claro de los arts. 3981 y 3982 bis del Cód. Civ. lleva a concluir que
la suspensión de la prescripción de la acción civil causada por la querella
criminal, sólo aprovecha a quien la dedujo y sólo perjudica a la persona contra
quien se dirige(239).
- La posesión otorgada con motivo de un boleto de compraventa tiene
idoneidad suficiente para mantener en suspenso la prescripción de la acción de
escrituración del inmueble poseído por el comprador(240).
- La suspensión de la prescripción contemplada en el artículo 3986, 2ª parte
del Cód. Civ., es aplicable en el ámbito del derecho mercantil, ya que tiene en
consideración una actividad del acreedor: un acreedor que interpela y requiere
de pago; una conducta positiva, no prohibida por el artículo 845 Cód. Com., sino
recepcionada por el artículo 844 Cód. Com., que deja en pie la posibilidad de
completar los casos no previstos con las disposiciones del Código Civil y que
escapan al ámbito de aplicación del artículo 845 Cód. Com. que rige las causales
que implican inactividad(241).
En atención a que las obligaciones prescriptas revisten calidad de naturales a
partir del vencimiento del plazo de prescripción, no puede presumirse la renuncia
del deudor a prevalerse de esta defensa si la opuso en la primera presentación
en juicio (art. 3962 Cód. Civ.)(242).
- Corresponde aplicar la prescripción anual del artículo 855, inc. 1º del Cód.
Com. a la acción indemnizatoria deducida por el pasajero a raíz del
incumplimiento del contrato de transporte por parte de la empresa
demandada(243).
- Tratándose de un accidente ocurrido en las inmediaciones del subterráneo y
luego que el actor pasara los molinetes de la estación —en el caso, cayó en un
pozo destapado—, lo cual implica que había pagado el cospel, el plazo de
prescripción aplicable es el del artículo 855 del Cód. Com. al quedar configurado
el contrato de transporte (art. 184 Cód. Com.)(244).
- La prescripción de la acción de la pasajera de un colectivo contra la empresa
de transporte urbano y su aseguradora, a raíz de las lesiones sufridas por el
138
accidente de tránsito en el que el vehículo se vio involucrado, se rige por lo
dispuesto por el artículo 855 del Cód. Com. y no por el artículo 4037 del Cód.
Civ., en virtud que la relación que une a la actora con el transportista se
encuentra determinada por el artículo 184 Cód. Com.(245).
- Debe aplicarse el plazo de prescripción del artículo 30 de la ley 19.918, a la
acción resarcitoria interpuesta contra la empresa organizadora de un viaje, por
quien sufrió un accidente mientras era transportado hacia una excursión en el
ómnibus de una compañía contratada por aquélla —en el caso el automotor cayó
al vacío al cruzar un puente—, pues los arts. 184 y 855 del Cód. Com. no pueden
ser aplicados ya que la cuestión no puede encuadrarse en el marco de un
contrato de transporte(246).
- Siendo aplicable el término anual de prescripción previsto en el artículo 58 de
la ley 17.418 al cobro de primas de un seguro de caución, el plazo debe correr
desde el momento inicial de cada uno de los lapsos asegurativos, por lo que en
la especie corresponde declarar prescripta la acción debido a que la obligación
de pagar que pesa sobre la tomadora y sus garantes quedó fijada en el último
de los períodos pretendidos, y desde éste hasta el inicio de la demanda
transcurrió el referido plazo(247).
- Corresponde confirmar la resolución que rechazó la defensa de prescripción
opuesta por la aseguradora demandada ante la pretensión de cumplimiento de
la póliza que amparaba el robo o hurto de un vehículo, toda vez que la
designación de liquidador efectuada ante la denuncia del asegurado, interrumpió
el plazo de prescripción del artículo 58 de la Ley de Seguros, no pudiendo
determinarse con posterioridad ningún acto que haya implicado la reanudación
del cómputo inicial de dicho plazo(248).
- Corresponde aplicar el plazo de prescripción bienal previsto en el artículo 44
inc. 1º de la Ley de Riesgos del Trabajo a la acción que la aseguradora inició
contra el responsable del siniestro laboral, con el fin de reembolsar la suma de
dinero que pagó a la víctima del infortunio, pues no se trata de una acción
subrogatoria típica de las reguladas en el Código Civil, ya que el título en función
del cual se reclama es autónomo y nació en cabeza propia a partir del efectivo
desembolso realizado a favor del trabajador damnificado(249).
Si la actora demandó a una Compañía de Seguros por los daños y perjuicios
que le habría ocasionado ésta al rechazar el siniestro sufrido con su automóvil
alegando que la cobertura se hallaba suspendida por falta de pago, aun cuando
invoque la ley 24.240 es improcedente aplicar el plazo de prescripción allí
previsto toda vez que sus derechos estuvieron suficientemente protegidos y no
obstante no pagó la cuota de la prima, por lo que el plazo de prescripción de la
acción se regulará por el artículo 58 de la Ley de Seguros(250).
- Corresponde declarar prescripta la acción de cumplimiento de contrato y
cobro de seguro pues al realizarse la denuncia de acaecimiento del siniestro por
el beneficiario a la aseguradora ya había transcurrido el plazo de un año
determinado en el artículo 58 de la ley 17.418, sin que esté alegado, ni probado
que se haya configurado alguna causal de suspensión o interrupción del curso
de tal prescripción(251).
- El curso de la prescripción de la acción de daños y perjuicios —en el caso
por un accidente de tránsito—, se interrumpe por la promoción del beneficio de
139
litigar sin gastos, pues el término demanda inserto en el texto del artículo 3986
del Cód. Civ. no tiene el sentido estricto con que se utiliza en derecho procesal,
sino uno más amplio que comprende todas aquellas peticiones judiciales que
importan una clara manifestación de voluntad del acreedor de mantener vivo su
derecho(252).
- No resulta interruptivo del curso de la prescripción la presentación del
formulario previsto en el artículo 4º de la Ley de mediación 24.573 pues tal acto
sólo provoca la suspensión del plazo prescriptivo(253).
- A los fines del artículo 3986 del Cód. Civ., el término demanda no está
tomado en sentido procesal técnico sino que comprende toda actividad o
diligencia judicial —en el caso la constitución del actor civil en el proceso penal—
encaminada a la defensa del derecho invocado por la parte interesada(254).
- Corresponde considerar interrumpido el curso de la prescripción a los fines
del cobro de un siniestro, en un contrato de seguro, si la peticionante cursó notas
a la aseguradora y a partir de ellas se iniciaron tratativas entre las partes para
llegar a un acuerdo, pues estas reuniones demuestran que no existió inactividad
del acreedor, en tanto estuvieron enderezadas inequívocamente a mantener
intacto su crédito. Debe considerarse entonces interrumpida la prescripción de
la acción del asegurado, tendiente a obtener el pago de un siniestro por su
aseguradora, si aquél envió notas a ésta —en el caso, se alegaba que se trataba
de reclamos informales y no podía considerárselos como auténticos y
coercitivos— haciendo el correspondiente reclamo, pues cuando el artículo 3986
del Cód. Civ. requiere la forma auténtica debe ser interpretado en el sentido de
manera o modo y no como solemnidad que deba revestir a determinados actos
jurídicos(255).
- Por demanda como acto interruptivo de la prescripción, no sólo debe
entenderse la que es tal en sentido técnico procesal, sino todo acto judicial que
demuestre en forma inequívoca la "causa petendi", la intención del accionante
de hacer valer su derecho, de no abandonarlo, siempre que —para que el efecto
interruptivo se produzca—, se trate de actos procesales relevantes, no
meramente formales, rituales o de pura apariencia procesal.
Conforme los términos del artículo 3986 de Cód. Civ., no configura "demanda"
una medida preliminar solicitada por la víctima de un accidente de tránsito, que
no contenía ninguna pretensión, sino solamente un pedido de informes al
municipio sobre la existencia de obras en una calle, y habida cuenta que
posteriormente al demandarlo omite hacer mención a obra alguna, limitándose a
señalar que había un bache y que la policía de control de las calles es
responsabilidad municipal, es decir, se lo demanda por hecho completamente
distinto al de aquella medida(256).
140
a) Juez competente
1. Normas aplicables
Si bien el Código Civil y Comercial de la Nación, ha unificado los regímenes
de responsabilidad civil, contractual y extracontractual, hay cuestiones que
excepcionalmente están sometidas aún a diferencias técnicas.
Una de ellas es la atinente a competencia territorial, en razón que las reglas
generales están reguladas en los Códigos Procesales, de competencia local.
O sea que la competencia territorial (disciplinada en el Código Procesal) no
queda alcanzada por la unificación del nuevo Código, de los regímenes de
responsabilidad civil contractual y extracontractual.
Los Códigos de forma establecen las pautas a los efectos de definir la
competencia territorial, y autorizan en principio los pactos de prórroga de la
competencia. También el Código Civil y Comercial de la Nación (art. 78).
Algunas leyes nacionales, sin embargo, establecen límites en relación al
contenido de ciertos contratos, invalidando excepcionalmente algunas hipótesis
de prórroga de la competencia territorial, como p. ej., la ley 24.240 de defensa
del consumidor (arts. 36 y concs.), y el Código Civil y Comercial de la Nación
(art. 1109).
2. Reglas generales
El Código Civil y Comercial de la Nación establece que "el domicilio determina
la competencia de las autoridades en las relaciones jurídicas" (art. 78 CCyCN).
Dicha regla debe interpretarse en "diálogo de fuentes", con aquellas
específicas previstas en los Códigos Procesales en torno a competencia
territorial.
En ese contexto, el sistema vigente sería el siguiente:
I. Cuando se trata de acciones resarcitorias nacidas del incumplimiento
contractual, es juez competente, el del lugar en que debía cumplirse la
obligación. Como se trata de una acción personal, se aplica la previsión que, con
141
carácter general, establecen en ese sentido los Códigos Procesales en lo Civil y
Comercial de la Nación y la Provincia de Buenos Aires (art. 5º, inc. 3º).
II. A falta de lugar de pago convenido, es juez competente, a elección del actor,
el del domicilio del demandado o el del lugar del contrato, siempre que el
demandado se encuentre en él, aunque sea accidentalmente, en el momento de
la notificación (art. 5º, inc. 3º, CPCC).
III. Cuando se trata de acciones resarcitorias por responsabilidad
extracontractual, nacidas de delitos o cuasidelitos, es juez competente el del
lugar del hecho, o el del domicilio del demandado, a elección del actor (art. 5º,
inc. 4º, CPCC).
IV. Pero si la acción civil se deduce en jurisdicción penal, la competencia
territorial se determina inexorablemente por el lugar de comisión del hecho
(donde tramita la acción penal a la que habrá de acumularse la pretensión
resarcitoria).
V. Tanto en materia de responsabilidad contractual como extracontractual, si
son varios los legitimados pasivos, la opción por la competencia del juez del
domicilio del demandado, puede recaer sobre el de cualquiera de ellos (art. 5º,
inc. 5º, CPCC).
VI. Si se cita en garantía al asegurador del demandado-responsable civil,
puede elegirse también la competencia territorial del juez del lugar del domicilio
del asegurador (art. 118-2, ley 17.418)(257). Se entiende por domicilio del
asegurador, el correspondiente a la casa central o sucursal que emitió la póliza.
142
• Contratos paritarios.
• Contratos por adhesión y de consumo.
• Contratos de crédito para el consumo.
• Contratos de consumo a distancia y comercio electrónico.
I. En los contratos "paritarios" (aquellos que no son "por adhesión" ni "de
consumo"), los pactos de prórroga de la competencia son válidos (art. 5º, Cód.
Procesal). Desde luego están sometidos a las reglas generales, sobre límites
inherentes a la autonomía de la voluntad (buena fe, abuso del derecho, etc.).
II. En un segundo nivel de control, los jueces pueden anular las cláusulas de
prórroga de la competencia territorial, previo análisis sobre su abusividad, en las
siguientes hipótesis:
a. En los contratos celebrados por adhesión a condiciones generales (arts.
984 a 989 CCyCN), aunque no sean "de consumo";
b. En los contratos de consumo, aunque la cláusula de prórroga de la
competencia no sea predispuesta unilateralmente por el proveedor, y aunque
estuviera aprobada administrativamente por la autoridad de control (arts. 1117 a
1122 CCyCN y arts. 37 a 39, ley 24.240 de Defensa del Consumidor).
En estas dos hipótesis, en principio, los pactos de prórroga de la competencia
son válidos, pero (además de estar sometidos genéricamente a los límites
inherentes a la autonomía de la voluntad), los jueces pueden anularlos,
específicamente, cuando analizando las cláusulas concluyan que son abusivas,
por configurar renuncia de derechos de la parte débil o ampliación de derechos
de la parte fuerte.
III. Hay un tercer y cuarto nivel de control, dentro del campo de los contratos
de consumo, en los cuales específicamente, los pactos de prórroga de
competencia territorial son nulos de pleno derecho, sin necesidad de análisis
judicial sobre su abusividad.
Uno de ellos, emerge del artículo 36 de la ley 24.240 de defensa del
consumidor, que en materia de créditos para el consumo establece: En los casos
en que las acciones sean iniciadas por el proveedor o prestador, "será
competente el tribunal correspondiente al domicilio real del consumidor, siendo
nulo cualquier pacto en contrario"(259).
IV. Finalmente, también son nulos de pleno derecho, sin necesidad de análisis
judicial sobre su abusividad, los pactos de prórroga de competencia territorial "en
los contratos celebrados fuera de los establecimientos comerciales a distancia y
con utilización de medios electrónicos o similares".
En estos contratos, el lugar donde el consumidor recibió o debió recibir la
prestación, se considera lugar de cumplimiento y fija la competencia territorial. Y
la cláusula de prórroga de la jurisdicción se tiene por no escrita (art. 1109
CCyCN)(260).
143
1796. APLICACIONES JURISPRUDENCIALES SOBRE JUEZ
COMPETENTE
144
El Código Civil y Comercial de la Nación consagra la regla general: La carga
de la prueba, en el campo de la responsabilidad civil, incumbe a quien
alega (arts. 1734, 1736 y 1744, CCyCN).
La regla se aplica en todos los ámbitos:
• Los factores de atribución y las eximentes,
• La relación de causalidad y la causa ajena,
• El daño.
Dispone en tal sentido el Código Civil y Comercial de la Nación:
Artículo 1734.— Prueba de los factores de atribución y de las eximentes.
Excepto disposición legal, la carga de la prueba de los factores de atribución y
de las circunstancias eximentes corresponde a quien los alega.
Artículo 1736.— Prueba de la relación de causalidad. La carga de la prueba
de la relación de causalidad corresponde a quien la alega, excepto que la ley la
impute o la presuma. La carga de la prueba de la causa ajena, o de la
imposibilidad de cumplimiento, recae sobre quien la invoca.
Artículo 1744.— Prueba del daño. El daño debe ser acreditado por quien lo
invoca, excepto que la ley lo impute o presuma, o que surja notorio de los propios
hechos.
Sobre la base de dichas normas, conforme explica Daniel Pizarro, rige el
principio conforme al cual quien pretende el derecho a la indemnización derivado
de un hecho ilícito o de un incumplimiento obligacional o contractual, debe
acreditar todos los extremos que constituyen dicha relación jurídica
(antijuridicidad, daño, relación causal y factor de atribución)(263).
El propio Código Civil y Comercial de la Nación establece una serie
de excepciones a la regla general en materia de carga de la prueba:
a) Hechos notorios: quien invoca el daño no tiene la carga de acreditarlo,
cuando surja notorio de los propios hechos (art. 1744, CCyCN).
b) Presunciones.
c) Cargas dinámicas: Artículo 1735.— Facultades judiciales. No obstante, el
juez puede distribuir la carga de la prueba de la culpa o de haber actuado con la
diligencia debida, ponderando cuál de las partes se halla en mejor situación para
aportarla. Si el juez lo considera pertinente, durante el proceso debe comunicar
a las partes que aplicará este criterio, de modo de permitir a los litigantes ofrecer
y producir los elementos de convicción que hagan a su defensa.
Como señalan Zavala de González y González Zavala, de este modo, la
necesidad de probar un presupuesto resarcitorio o una eximente, no pesa tanto
sobre el litigante que los alega, sino sobre quien mejor pueda probar, siempre
que el otro litigante se encuentre en desventaja para intentarlo(264).
El Código Civil y Comercial recoge así una de las principales innovaciones
incorporadas desde el ámbito procesalista, y se ha introducido la teoría de las
cargas probatorias dinámicas, la que postula que la carga de la prueba recaerá
en definitiva sobre quien se encuentre en mejores condiciones de producirla(265).
En síntesis, el régimen vigente sobre carga de la prueba, respecto a los
distintos elementos de la responsabilidad civil (y sus eximentes) es el siguiente:
145
Acción u obrar antijurídicos: La carga de la prueba corresponde al actor, en el
proceso resarcitorio. Debe demostrar la autoría del demandado y la
contradicción del hecho, con el ordenamiento jurídico (el comportamiento ilícito,
o el incumplimiento de la obligación contractual).
El demandado, para exonerarse, debe probar la falta de autoría, o la ausencia
de infracción al orden jurídico: existencia de causas de justificación (art. 1718
CCyCN), etcétera.
146
I) Si la obligación es de resultado, el actor no soporta la carga de probar la
culpabilidad del demandado, y es éste quien debe acreditar un factor de
causación que le sea extraño.
Cuando de las circunstancias de la obligación, o de lo convenido por las
partes, surge que "el deudor debe obtener un resultado determinado, su
responsabilidad es objetiva".(Artículo 1723, CCyCN).
II) En las obligaciones de medios, en el campo de los factores subjetivos de
atribución, el actor debe probar la culpabilidad además del incumplimiento. Pero
cuando existe una presunción de culpa, se invierte la carga de la prueba y
entonces basta al actor probar el incumplimiento y el deudor-demandado debe
acreditar su falta de culpa. Así surge de la regla y excepción disciplinados por el
nuevo Código:
Artículo 1734.— Prueba de los factores de atribución y de las eximentes.
Excepto disposición legal, la carga de la prueba de los factores de atribución y
de las circunstancias eximentes corresponde a quien los alega.
III) En materia de otras responsabilidades objetivas (al igual que en las
obligaciones de resultado), por ejemplo en los casos de daños derivados del
hecho de las cosas y actividades riesgosas, la solución es la misma.
Pesa sobre el demandado, para eximirse de responsabilidad la carga de
probar un factor de causación que le sea extraño (culpa de la víctima o de un
tercero, caso fortuito o fuerza mayor). Así lo dispone el artículo 1722,
CCyCN: Factor objetivo. El factor de atribución es objetivo cuando la culpa del
agente es irrelevante a los efectos de atribuir responsabilidad. En tales casos,
"el responsable se libera demostrando la causa ajena", excepto disposición legal
en contrario.
La solución se aplica al régimen de daños derivados del hecho de las cosas y
actividades riesgosas establecido en el nuevo Código (arts. 1757 y 1758
CCyCN):
Responsabilidad derivada de la intervención de cosas y de ciertas actividades
Artículo 1757.— Hecho de las cosas y actividades riesgosas. Toda persona
responde por el daño causado por el riesgo o vicio de las cosas, o de las
actividades que sean riesgosas o peligrosas. La responsabilidad es objetiva. No
son eximentes la autorización administrativa para el uso de la cosa o la
realización de la actividad, ni el cumplimiento de las técnicas de prevención
Artículo 1758.— Sujetos responsables. El dueño y el guardián no responden
si prueban que la cosa fue usada en contra de su voluntad expresa o presunta.
Era, en términos similares, el sistema de daños derivados del riesgo o vicio de
la cosa (del derogado art. 1113, 2º párrafo, 2ª parte, Cód. Civ.).
147
1800. APLICACIONES JURISPRUDENCIALES SOBRE
PRUEBA DEL FACTOR DE ATRIBUCIÓN
148
1801. ASPECTOS PROCESALES (CONT.). PRUEBA DEL
DAÑO
149
- Es improcedente la indemnización por daño moral solicitada si no se ha
logrado acreditar que la situación provocada por el demandado —en el caso
retención de primas de seguro que no fueron depositadas— ha excedido las
molestias del mero incumplimiento contractual(279).
- Cuando el daño moral tiene un origen contractual debe considerárselo con
rigor. Así quien lo reclama debe probarlo, sin que sea suficiente la prueba del
incumplimiento contractual(280).
- Es improcedente el reclamo de daño y perjuicios derivados del
incumplimiento de un contrato de compraventa de maquinarias que el actor
afirma no le fueron entregadas, toda vez que no probó el daño que tuvo que
afrontar por la nueva compra de maquinarias como tampoco el lucro cesante que
se configuraría por no poder inaugurar el negocio al cual estaban destinadas(281).
- Debe rechazarse la acción de daños y perjuicios iniciada por los vecinos de
una fábrica, pues no han demostrado que los ruidos que atribuyen a la actividad
allí desplegada exceden de la normal tolerancia, pues la determinación de dicho
extremo es relativa, debiendo acreditarse de modo objetivo por los aparatos que
miden los ruidos y careciendo de trascendencia la prueba testimonial al
respecto(282).
- Para el Derecho, la prueba del daño es capital: un daño no demostrado
carece de existencia(283).
- Ante un ilícito resulta necesario establecer los límites de la obligación de
reparar no bastando la prueba de que existió culpa o imprudencia por omisión
de deberes legales, siendo menester además demostrar que existió daño y
relación de causalidad(284).
- La prueba de la existencia del daño es indispensable para que prospere la
demanda por indemnización. En cambio la prueba de la cuantía del daño puede
ser suplida por la prudente estimación judicial, conforme los artículos 165, 500 y
501 del CPCC, que admiten claramente que la sentencia condene al pago de
una suma ilíquida(285).
- El daño moral no es susceptible de prueba directa, pues se infiere a partir del
vínculo que el reclamante tenía con el extinto y de los demás datos objetivos que
puedan aportarse a la causa(286).
150
interrogante de la clase de probabilidad que es requerida y la contestación, se
caracteriza por su vaguedad e imprecisión(287).
Corresponde al demandado, si pretende exonerarse de responsabilidad,
demostrar que la causación del daño se debió a un factor que le es extraño:
interrupción del nexo causal. Esto es, la culpa de la víctima o de un tercero por
quien no se debe responder, o el caso fortuito o fuerza mayor: en estos casos,
no hay relación de causalidad adecuada (conf., art. 1726, CCyCN).
Cabe señalar que en los casos de incumplimiento de obligaciones de
resultado, o de responsabilidad extracontractual objetiva, sólo la interrupción del
nexo causal es factor excluyente de la responsabilidad civil del demandado, no
bastándole demostrar su falta de culpa.
El precedente sistema sobre prueba de la causalidad y sus eximentes, ha sido
adoptado por el Código Civil y Comercial de la Nación:
Artículo 1736.— Prueba de la relación de causalidad. La carga de la prueba
de la relación de causalidad corresponde a quien la alega, excepto que la ley la
impute o la presuma. La carga de la prueba de la causa ajena, o de la
imposibilidad de cumplimiento, recae sobre quien la invoca.
Artículo 1722.— Factor objetivo. El factor de atribución es objetivo cuando la
culpa del agente es irrelevante a los efectos de atribuir responsabilidad. En tales
casos, "el responsable se libera demostrando la causa ajena", excepto
disposición legal en contrario.
151
- En los supuestos de responsabilidad objetiva, es a cargo del accionante
acreditar la relación de causalidad entre la actuación de la cosa riesgosa y el
daño por el cual reclama, debiendo analizarse esa relación en toda su génesis y
no sólo en el punto en que la cosa tuvo contacto con la víctima provocando dicho
daño. Esto último bastará para atribuir responsabilidad al dueño y guardián
cuando en el escrito de demanda no se haya invocado una secuencia causal de
origen anterior a ese contacto e integrativa de los hechos invocados, y en el
proceso no existan elementos que permitan reconstruir lo sucedido en su
integridad. En cambio, cuando estos dos supuestos se dan, la relación causal
deberá ser examinada en toda su extensión, y la prueba de los hechos invocados
en la demanda, incluido el que dio origen a esa relación, estarán a cargo de la
accionante pues en ellos se funda el derecho que pretende(290).
- Para que surja responsabilidad de alguien, sea en el área contractual o
extracontractual, es menester que exista conexión causal jurídicamente
relevante entre el hecho de aquel que es autor, y el daño sufrido por quien
pretende su reparación; y al damnificado corresponde probar la existencia de la
relación de causalidad, que pueda mediar entre el daño que ha sufrido, y el
hecho originario de la responsabilidad que intenta hacer valer, la cual es la
prueba referente a la ocurrencia de los hechos y la conexión entre ellos que cabe
rendir por cualquier medio(291).
- El hecho de tratarse de una obligación de medios, no desplaza la necesaria
relación de causalidad que debe existir entre la negligencia imputada y el
resultado dañoso cuya reparación se reclama, siendo en todos los casos a cargo
del pretensor la prueba de ese nexo causal. La apuntada negligencia, tratándose
de una relación contractual, podrá dar derecho a la contraparte para ejercer la
acción resolutoria o para oponer la "exceptio non adimpleti contractus" frente a
un reclamo de pago por parte del prestador, pero para generar la obligación de
reparar un daño deberá, en todos los casos, acreditarse que él es consecuencia
inmediata de esa omisión(292).
- Respecto al Código Civil derogado: La prueba de la relación causa a efecto
incumbe al acreedor o víctima como simple derivación de la carga establecida
en el artículo 375 CPCC. La causalidad no se presume, el pretensor debe
demostrar siempre la conexión entre el hecho y un cierto resultado, y en los
casos del artículo 1113 Cód. Civ. siempre deberá acreditarse que existió
contacto material entre la cosa o actividad y la consecuencia(293).
- Ante la existencia indubitable de un artefacto con desperfectos tal como
surge de la causa penal, el daño configurado por la muerte de quien se
encontraba usándolo y la relación de causalidad adecuada que verosímilmente
ha existido entre tales hechos, era carga del fabricante la demostración de que
el evento dañoso obedeció a otra causa y no a la que lógicamente cabe inferir
de tales circunstancias. De modo tal que las sospechas, apreciaciones y
conclusiones a que arriba el recurrente no son suficientes para suplir la falta de
producción de prueba cierta que pesaba sobre él, si su intención era la de
encontrar responsabilidad en un tercero o en la víctima(294).
- Se configura el requisito de extraneidad que caracteriza al caso fortuito o
fuerza mayor liberador de la responsabilidad de la propietaria de un comercio en
el que falleció un agente de policía que custodiaba el lugar, porque el deceso fue
152
causado por un tercero extraño a ella y durante un suceso violento generado por
una banda de asaltantes mediante la utilización de armas de fuego(295).
153
pruebas y control de las actuaciones, no habría respecto a la aseguradora
"debido proceso legal" por lo cual la condena civil no le es extensible.
Y por lo demás, la cosa juzgada de la indemnización fijada en sede penal
(solución que presupone la existencia de condena criminal), impide al
damnificado reclamar en lo civil (eventualmente, contra el asegurador del
responsable civil) otro resarcimiento por los mismos daños.
Asimismo, si pese a existir condena penal se rechaza la indemnización (por
ejemplo, por ausencia de daño o de relación causal), la pretensión
indemnizatoria no se puede renovar en lo civil.
Pero en cambio, si se rechaza la indemnización por no existir condena penal
(por ejemplo, por ausencia de tipicidad del ilícito, requisito no exigido en lo civil),
no hay cosa juzgada que impida plantear nueva demanda resarcitoria en sede
civil, incluso obviamente citando en garantía al asegurador, en cuanto lo relativo
al resarcimiento del daño no haya sido juzgado, por obstar a ello, precisamente,
la falta de condena(297).
154
c. Las cuestiones prejudiciales: hipótesis excepcionales de influencia de lo civil
sobre lo penal (arts. 1104 y 1105, del derogado Cód. Civ.).
Cabe aclarar que aquella influencia de lo penal sobre lo civil, o sea, la prioridad
del juicio y ulterior predominio de la sentencia, presuponían que la acción criminal
preceda a la civil o al menos haya sido intentada estando aún pendiente ésta.
Por el contrario (disponía el art. 1106 del derogado Cód. Civ.) que si en el juicio
civil adviene sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada, ella conserva todos
sus efectos y ni el juicio ha de retrotraerse, ni la decisión modificarse, por el
hecho que recaiga ulteriormente sentencia sobre la acción criminal, cualquiera
sea el sentido de ésta.
155
a) la prueba de la verdad del hecho reputado calumnioso;
b) en los delitos contra la vida, haber sido coautor o cómplice, o no haber
impedido el hecho pudiendo hacerlo.
Artículo 1780.— Sentencia penal posterior. La sentencia penal posterior a la
sentencia civil no produce ningún efecto sobre ella, excepto en el caso de
revisión. La revisión procede exclusivamente, y a petición de parte interesada,
en los siguientes supuestos:
a) si la sentencia civil asigna alcances de cosa juzgada a cuestiones resueltas
por la sentencia penal y ésta es revisada respecto de esas cuestiones, excepto
que derive de un cambio en la legislación;
b) en el caso previsto en el artículo 1775 inciso c) si quien fue juzgado
responsable en la acción civil es absuelto en el juicio criminal por inexistencia del
hecho que funda la condena civil, o por no ser su autor;
c) otros casos previstos por la ley.
156
Modernamente la jurisprudencia entiende que también el sobreseimiento
provisional, hace cesar la suspensión para el dictado de la sentencia civil. Ahora
el Código Civil y Comercial se refiere genéricamente a la conclusión del proceso
penal.
• Excepciones
Pero el principio de paralización de la sentencia civil por la existencia de un
proceso penal aún no concluido, no es absoluto.
El propio artículo 1101 del derogado Cód. Civ., establecía dos excepciones.
El nuevo Código Civil y Comercial avanza con enorme amplitud.
El artículo 1775 CCyCN, establece nuevas excepciones, en comparación con
las que regían durante la vigencia del derogado Código Civil:
Inc. b) La dilación del procedimiento penal, que provoque en los hechos, una
frustración efectiva del derecho a ser indemnizado.
Inc. c) La acción civil de reparación del daño, que esté fundada en factores
de responsabilidad objetiva.
Esta evolución del nuevo Código, sigue el camino de la legislación y
jurisprudencia, que venían ampliando las excepciones a la paralización del
dictado de la sentencia civil:
- Otros supuestos de paralización temporaria o definitiva del proceso penal:
por ejemplo, amnistía, indulto, prescripción de la acción penal(299).
- El instituido por la ley 24.316 (art. 76 bis, ter y quater del Código Penal), al
que se denomina "probation" y constituye la suspensión del juicio a prueba. Si el
Tribunal declara admisible la probation, la víctima puede continuar y obtener
sentencia en el juicio civil iniciado o que inicie persiguiendo la reparación del
perjuicio(300).
- La propia "espera indefinida de la condenación penal", que ya había sido
considerada como excepción por la jurisprudencia anterior al nuevo Código,
pues no hallaba justificación en la aplicación del artículo 1101 del derogado Cód.
Civ.(301).
• La excepción prevista por el Código Civil y Comercial para los
casos de responsabilidad objetiva
La motivación del artículo 1775 inciso c), CCyCN, es la siguiente:
- El juez civil, puede condenar civilmente por responsabilidad objetiva, sin
esperar la sentencia penal, porque resultan indiferentes las consideraciones del
Juez penal sobre la culpa del imputado demandado.
- Pues la responsabilidad objetiva se atribuye por el juez civil, aun sin
culpa, independientemente de la culpabilidad que estime el juez penal.
Distinto sería, si la sentencia penal decidiera que no existió el hecho o la
autoría. Ésta ya no es una cuestión de culpabilidad: se trata de constataciones
penales ahora sí vinculantes para el juez civil (art. 1777 CCyCN). Y por ende si
la sentencia penal hubiera recaído con anterioridad, absolviendo por aquellos
motivos, el juez civil no hubiera podido condenar, ni siquiera por responsabilidad
objetiva.
157
¿Qué ocurre entonces si el juez civil condenó (sin necesidad de esperar la
sentencia penal), y luego ésta, determina la inexistencia del hecho o
autoría? Procede la revisión de la cosa juzgada (a petición de parte), si quien fue
condenado civilmente por responsabilidad objetiva (sin aguardar la sentencia
penal), es luego absuelto en el juicio criminal, por inexistencia del hecho o de
autoría (art. 1780 CCyCN). El riesgo de esta solución es el de revisar algún caso
(extremadamente excepcional). Pero prevalece la solución = terminar con la
demora (en infinidad de casos).
158
curso— que establece el Código Civil en sus artículos 1101 y siguientes. El
artículo 1101 del Cód. Civ. "requiere que la acción criminal haya precedido a la
acción civil o se la intente pendiente ésta". No basta pues, la simple posibilidad
de instar la acción penal, no es suficiente que dicha acción exista en potencia,
sino que es necesario se encuentre en actual desarrollo. Esta regla rige tanto
para el damnificado como para el Juez Civil, si éste se encuentra frente a un
posible delito dictará la sentencia civil, sin perjuicio de dar intervención al fuero
penal si así correspondiere, pero no puede paralizar el dictado de su fallo(306).
159
b) La sentencia penal condenatoria
De acuerdo a la normativa, la sentencia penal condenatoria hace cosa
juzgada respecto a sus constataciones sobre dos cuestiones esenciales:
1º La existencia del hecho principal que constituya el delito; y
2º La culpa del condenado (art. 1776 CCyCN).
De modo que mediando condena en lo penal, la sentencia civil no puede
desconocer la existencia de la acción y la autoría. También son irreversibles las
decisiones penales condenatorias, en cuanto a las demás circunstancias
referentes al "hecho principal", como lugar y tiempo en que se produjo, etcétera,
y en cuanto a la calificación que del mismo efectúa el juez penal (homicidio, etc.).
Nuestra doctrina y jurisprudencia añaden:
- Si existe condena penal por un tipo que no exige la configuración de daños,
entonces el juez civil puede rechazar la demanda en caso que no quede
acreditada la existencia de perjuicios a la víctima, en la sede civil.
- Finalmente, la condena penal impide revisar la existencia de culpa del
condenado. Pero nada se opone a considerar en sede civil la existencia de culpa
concurrente de la víctima (pues su conducta no ha estado incluida en el
juzgamiento del "hecho principal" por el juez penal). Vale decir, aunque exista
condena penal, puede rechazarse parcialmente la demanda en lo civil, cuando
el análisis de la relación causal revela una concurrencia de culpas u otra
modalidad de co-causación de los daños (p. ej., caso fortuito).
160
culpa de su autor, razón por la cual está habilitado para estimar si ha mediado
culpa concurrente del damnificado y ello aun cuando hubiese sido descartada
por el Juez Penal para calificar el hecho delictivo, así como apreciar en qué
medida la culpa de la víctima ha de influir en la indemnización en su favor(308).
- En relación al derogado Código Civil: En función de lo estatuido por el
artículo 1102 del Cód. Civ., no puede reeditarse en el proceso civil —en el caso,
daños y perjuicios originados en un accidente de tránsito— el debate sobre la
culpabilidad del imputado condenado en sede penal, pero tal limitación se
circunscribe sólo a ello, ya que en modo alguno veda el abordaje de los demás
partícipes del hecho, lo que implicaría oponerle a esta última o a los legitimados
activos en sede civil, las conclusiones de un juicio en el que no fue parte y en
que no tuvo oportunidad de defenderse(309).
- La condena penal —en el caso, por lesiones culposas— no impide invocar
en sede civil la culpa concurrente de la víctima pues, no pudiendo computarse
concurrencia de culpa en sede penal, el análisis de la conducta de la víctima, no
vinculada por imputación alguna al proceso punitivo, escapa como regla al
juzgamiento del magistrado de ese fuero, encontrándose el juez civil con total
libertad para valorar dicha culpa o corresponsabilidad en el seno del proceso de
daños y perjuicios, sin ataduras a lo callado o meramente previsto en terreno de
hipótesis por el juez penal(310).
- En relación al derogado Código Civil: La prejudicialidad penal regulada en el
artículo 1102 del Cód. Civ., incluye la relación de causalidad entre hecho y daño,
y la evaluación de reprochabilidad de la conducta, los cuales no pueden ser
nuevamente discutidos en sede civil, pero sí permite revisar la existencia de
algún grado de reprochabilidad en el accionar de la víctima que haya contribuido
a la producción del hecho dañoso(311).
162
- Aun en los supuestos en que los preceptos de los artículos 1102 y 1103 no
son aplicables, las conclusiones alcanzadas en la jurisdicción criminal, en los
términos de los artículos citados, no son discutibles en la causa civil sobre la
base los mismos elementos de juicio contemplados en el proceso penal, y en el
caso y ninguna prueba relevante se ha agregado a la causa civil que permita
fallar en forma distinta a lo decidido por el magistrado penal que consideró que
las colectadas no poseían el grado de convicción suficiente para considerar al
imputado culpable del hecho delictuoso(317).
- Con los mismos elementos de prueba, se puede absolver al demandado por
no haberse probado su responsabilidad penal en un accidente de tránsito y
adoptarse una decisión inversa en orden a la responsabilidad civil del mismo, ya
que la responsabilidad penal y la civil no se confunden, porque se aprecian con
criterio distinto y por consiguiente puede afirmarse la segunda aunque se haya
establecido la inexistencia de la primera(318).
- Absuelto el acusado en la jurisdicción criminal por no haberse acreditado la
existencia del hecho que se le imputa, no puede ser objeto de un nuevo juicio
civil, fundándose en que cometió el hecho, porque sería volver sobre la cosa
juzgada y exponerse al escándalo jurídico de dos decisiones contrarias. Si en el
proceso penal se tuvo por no acreditado el hecho principal investigado, dicho
pronunciamiento tiene el alcance que le atribuye el artículo 1103 del Cód. Civ.
toda vez que desde el punto de vista jurídico procesal un hecho existe o no según
se lo haya acreditado. La circunstancia de que la conclusión de inexistencia haya
derivado de la duda carece de relevancia porque en virtud del principio lógico de
identidad, resulta imposible que un hecho pueda ser y no ser al mismo
tiempo(319).
163
1813. APLICACIONES JURISPRUDENCIALES SOBRE LA
INFLUENCIA DEL SOBRESEIMIENTO
164
- En ese caso, la responsabilidad será examinada conforme la legislación
común y sin consideración del ofrecimiento a los fines de la obtención de la
probation(326).
Damnificado
165
1816. OBLIGACIONES CONEXAS O CONCURRENTES
Junto a las obligaciones mancomunadas existen, en efecto, otras que no
pertenecen a ese género, conocidas como "simplemente mancomunadas",
"conexas" o "concurrentes", en las cuales dos o más sujetos aparecen obligados
con respecto a un mismo acreedor(3), por una misma prestación, pero en virtud
de distintas fuentes jurídicas, de forma tal que las diversas deudas son
independientes entre sí, pese a existir entre ellas la conexión resultante de estar
referidas a un idéntico objeto(4).
Precisamente, como ejemplo típico de esta clase de obligaciones
"mancomunadas", "conexas" o "concurrentes", se ha mencionado entre nosotros
la obligación de indemnizar que tendrían, en la hipótesis de un incendio
provocado, el incendiario y el asegurador de la víctima, aunque el primero la
deba a raíz del acto ilícito por él cometido y el segundo en virtud del contrato de
seguro precedentemente celebrado con el damnificado(5).
Este tipo de obligaciones, son las que en el derecho francés se conocen con
el nombre de "obligaciones in solidum"(6), con lo cual el planteamiento del
problema nos remonta hasta el derecho romano. En éste ya se distinguía entre
dos tipos de "solidaridad": la perfecta u obligaciones "correales", y la imperfecta
u obligaciones in solidum. La aludida distinción se fundaba en estas ideas
sustanciales: las primeras provenían de una estipulación y daban origen a una
solidaridad perfecta o plena en sus efectos; las segundas constituían un
fenómeno jurídico ajeno a toda idea de convención, consistente en el deber de
reparar el daño causado por varios sujetos, a cargo de cada culpable "por el
todo, porque la responsabilidad de cada uno debe disminuirse en razón de la
falta de los demás"(7); asimismo en la solidaridad perfecta cada deudor respondía
por el todo, existiendo entre los varios coobligados una recíproca representación,
de forma tal que lo obrado por cualquiera de ellos extendía o propagaba sus
efectos a los demás, en tanto que en la solidaridad imperfecta o in solidum sólo
se daría únicamente el primero de esos dos elementos, mas no la
representación(8). No obstante, se ha señalado que aun los romanistas que
admiten la distinción entre las obligaciones solidarias e in solidum no se han
puesto de acuerdo acerca del criterio para diferenciarlas, ni sobre su naturaleza,
ni sobre las fuentes de una y otra(9).
Luego, ese entendimiento traspasado a través del antiguo derecho francés a
los primeros exégetas del Código Napoleón(10) sufre, sin embargo, una
trascendente rectificación a partir de la obra de Demolombe, quien vino a
sostener que la ley sólo ha instituido una única forma de solidaridad, y que si
ésta existe ella debe ser perfecta y producir todos los efectos previstos por la
norma jurídica, los que no pueden ser restringidos por el intérprete: "Es necesario
—dice este autor—, cuidarse de confundir la obligación solidaria con la simple
166
obligación in solidum... La solidaridad es una derogación del derecho común; es
una cierta cualidad que se agrega, accidental y excepcionalmente, a una
obligación por lo demás perfecta en sus elementos constitutivos. Y, como ella
es, por lo mismo, una calidad accidental y excepcional, se comprende que es
necesario que sea agregada especialmente, sea por la voluntad de las partes
sea por la ley. Muy distinta es la mera obligación in solidum. ¿Por qué es in
solidum? Es tal cual es por ella misma, por su propia naturaleza constitutiva; es
como una manera de ser, es así y no de otra forma. No existe en ella ninguna
derogación del derecho común, ninguna cualidad accidental y excepcional... Así,
no es necesario que una estipulación especial de las partes o un texto legal,
intervengan para que cada uno de los deudores se hallen ligados entre sí y sean
tenidos como obligados por el todo, puesto que en esto, precisamente, consiste
dicha obligación. La obligación in solidum tiene lugar independientemente de
toda disposición de la ley, nace por la fuerza misma de las cosas, impuesta por
la necesidad de las circunstancias que rodean su nacimiento, cuando en efecto,
de ella surge una obligación en la que varias personas deben, cada una de ellas,
el todo(11).
Por ello, afirma Busso(12), es que la teoría de la solidaridad imperfecta, se
derivó a la de las obligaciones in solidum, como tipo distinto aunque paralelo al
de las obligaciones solidarias.
También entre nosotros, así como se rechaza en general la existencia de una
solidaridad imperfecta, que produzca consecuencias menos amplias(13), se
admite en cambio la de otra categoría de deudas conjuntas, en las cuales cada
deudor lo es por el todo (in totum), aunque no medie solidaridad entre los varios
obligados.
168
a. La obligación de resarcir del autor directo del daño y del tercero civilmente
responsable, en cuyo caso la víctima tiene derecho a requerir la indemnización
sea conjuntamente contra ambos o, sucesivamente, por existir a cargo de cada
uno de ellos una responsabilidad plena o integral por las consecuencias del
hecho ilícito(21).
b. La de reparar el perjuicio ocasionado con una cosa ajena que pesa sobre
el autor, culpable del hecho ilícito, y sobre el propietario de la cosa que fue
instrumento del daño causado, quienes también aparecen frente a la víctima
como responsables in solidum por la totalidad de la indemnización(22).
c. O en los casos de daños y perjuicios emergentes de un incumplimiento
contractual, cuando éste se produce con la intervención de un tercero cómplice
—el tan corriente de las cesiones o sublocaciones prohibidas—, en los cuales la
responsabilidad de este último es extracontractual, mientras que la del
cocontratante incumplidor reviste naturaleza contractual(23).
170
Desde la sanción de la ley 17.418 en torno a la interpretación del artículo 118
se ha debatido si el procedimiento consagrado ha sido una acción directa
(autónoma o no autónoma) o auténticamente una citación en garantía. Para
alcanzar una respuesta se hace preciso, en primer lugar, examinar el concepto
de acción directa, su utilidad, la excepcionalidad de su reconocimiento, su
fundamento, las condiciones para su ejercicio, sus efectos y aplicaciones. Ello
servirá a los fines de verificar si nos hallamos frente a una de ellas.
Para luego, gradualmente, examinar los antecedentes tenidos en
consideración al tiempo de la sanción de la Ley de Seguros, como ser el Proyecto
Halperin, los trabajos de la Comisión Asesora, Consultiva y Revisora, los de la
Comisión designada en 1967, las opiniones vertidas por sus integrantes,
etcétera. Luego nos detendremos en el análisis de la naturaleza asignada al
seguro contra la responsabilidad civil, tal como ha sido concebido en la Ley de
Seguros y, finalmente, el examen de la figura (citación en garantía) que desató
la polémica.
171
1823. LA UTILIDAD DE LA ACCIÓN DIRECTA
La acción directa confiere al acreedor la ventaja de proceder contra el obligado
de su deudor, sin usar las acciones conferidas a éste, ya que por precepto de la
ley lo hace iure proprio(36), permite la satisfacción del crédito en forma inmediata,
sin que el beneficio pase a la masa, sin que el demandante deba soportar la
concurrencia de otros acreedores sobre la garantía colectiva, como habría
acontecido si el bien hubiese ingresado al patrimonio del deudor común(37).
Hay un enlace directo entre el titular activo y el deudor de su deudor, cuya
génesis se halla en la ley, que es quien confiere a través de la acción directa un
derecho propio al acreedor demandante, quien no corre el riesgo de la
insolvencia de su deudor, ni de la concurrencia de sufrir el concurso con otros
acreedores de éste, pues el objeto de la acción directa penetra al patrimonio de
quien la ejercita, sin pasar previamente por el patrimonio del deudor.
172
1825. FUNDAMENTO DE LA ACCIÓN DIRECTA
El mismo autor al aludir a la explicación doctrinaria ensayada en torno al
instituto en examen, y luego de hacer una relación de las distintas tesis
expuestas, cree que el fundamento está dado en motivos de orden práctico que
simplifican los procesos(40). Para Llambías la razón de las acciones directas
reside en el enriquecimiento sin causa. Afirma que habría que juzgar que se
enriquecería injustamente el deudor a costa del acreedor, si se permitiera a aquél
quedarse con el producto de un crédito a su favor originado en el hecho de su
propio acreedor. Y en otras ocasiones, halla el fundamento de la acción directa
en la interpretación de la voluntad de los contratantes y como ejemplo típico
señala el supuesto de la estipulación en favor de tercero previsto en el artículo
1027, CCCN(41).
173
1827. EFECTOS DE LA ACCIÓN DIRECTA
Deducida la prestación por la vía de la acción directa, se generan las
siguientes consecuencias:
a. Permite al acreedor que la ejercita, apropiarse el valor obtenido por ella
hasta el importe de su crédito, sin tener que compartirlo con los demás
acreedores y sin que la prestación exigida al demandado pase por el patrimonio
del acreedor inmediato de este último(48). Se produce así lo que Llambías califica
como salto del valor respectivo, que se desplaza del patrimonio de una a otra de
las partes del juicio, pese a no haber relación jurídica sustancial que las vincule,
por la sola virtualidad de la acción directa autorizada por la ley(49). De esta forma,
el demandante resulta ser el único y exclusivo beneficiario de la prestación
obtenida(50).
b. Es tan enérgica la protección que constituye el ejercicio de la acción directa,
que la notificación de la demanda promovida contra el tercero bloquea el crédito
en favor del titular de la acción. En consecuencia, con la notificación de la
demanda, se opera el embargo del crédito en favor del accionante (art. 738, inc.
a], CCCN), por lo que el demandado en caso de satisfacer su crédito al deudor
principal o sea a su acreedor, no elude la oposición que el titular de la acción
directa, puede deducir contra dicho pago en razón de no ser válido ni la
pretensión legítima a un nuevo pago, ahora a su favor(51).
c. El pago efectuado por el tercero al demandante, libera al primero frente al
titular del crédito, deudor del accionante, aunque no hubiera sido convocado al
proceso. Lo expuesto es consecuencia de que, supuesta la legitimidad sustancial
de la pretensión deducida, el demandado no puede eludirla. Satisfecha su
prestación, se subroga en los derechos del accionante desinteresado y, como
tal, se halla legitimado para oponer la compensación entre el crédito cedido y la
deuda que tenía frente a su propio acreedor.
Obviamente el pago del tercero, libera al deudor principal ante el titular de la
acción directa(52).
d. El importe de la pretensión deducida, debe prosperar sólo hasta la
concurrencia entre el crédito del accionante y la deuda del tercero demandado,
la que sea menor, sin perjuicio de las acciones de regreso en función de pagos
efectuados en exceso, por aplicación de los principios comunes.
e. El subdeudor o demandado puede oponer tanto las excepciones o defensas
que habría podido hacer valer contra su propio acreedor, como las que tenga
contra el demandante. Respecto de las primeras es obvio que así sea, puesto
que las ventajas de la acción directa no impiden que el demandado, ejercitando
su derecho de defensa, oponga al progreso de la acción que se le deduce, las
excepciones y defensas que tenga contra quien no es necesariamente parte
procesal. Y con relación a las opuestas contra el accionante, habrá que tener
presente que la legitimidad de las mismas, halla su fundamento en la
circunstancia de que quien ejerce la acción directa lo hace a nombre propio, sin
invocar título alguno del deudor, revistiendo condición de acción principal pues
no se halla sujeta a ningún tipo de constatación previa. De allí que el demandado
pueda oponer al titular de la acción, la compensación resultante de un crédito
contra éste(53).
174
f. La acción directa no desnaturaliza la relación jurídica sustancial entre
accionante y deudor principal. Esta subsiste, pendiente la acción directa contra
el subdeudor. Existe una prestación y dos obligados: el deudor principal u
originario que no queda desobligado frente a su acreedor hasta tanto el
demandado no satisfaga su deuda con el primero; y el subdeudor o tercero,
sujeto pasivo de la acción directa. El pago realizado por éste libera al deudor
principal por lo menos hasta la concurrencia del débito del demandado. Y el pago
efectuado por el deudor, desobliga al tercero de la acción directa deducida(54).
175
1829. CRITERIOS JURISPRUDENCIALES ANTERIORES A
LA SANCIÓN DE LA LEY DE SEGUROS EN TORNO A LA
ACCIÓN DIRECTA DE LA VÍCTIMA
176
monto del seguro en interés de la víctima eventual de un accidente, es lo que
asigna al contrato el carácter de una estipulación en beneficio del damnificado;
d. El contrato de seguro de responsabilidad civil, por importar una ventaja en
favor de un tercero, escapa al principio de la relatividad de los contratos, a que
se refieren los artículos 1195 y 1199 del Código Civil.
177
aseguradores la organización de la defensa judicial en todo el país, lo que
repercutirá gravemente sobre el costo de este seguro, en perjuicio de las
empresas aseguradoras pequeñas y medianas".
Como se advierte, expresamente la Comisión afirma que se aparta del
anteproyecto Halperin y que lo hace por razones vinculadas al costo que
implicaría organizar la defensa judicial de las aseguradoras en todo el país.
La afirmación es enigmática, dado que el anteproyecto Halperin no impedía
que el damnificado promoviera su pretensión sólo contra el responsable, ni
declaraba que el crédito de aquél sólo era factible de ser extinguido, accionando
necesariamente contra el asegurador. Ello significa que la "defensa judicial de
las aseguradoras" debía organizarse únicamente cuando la víctima promoviera
una acción directa.
Si así son las cosas, no advertimos diferencia con el régimen proyectado por
la Comisión que, en lo que nos interesa, es el vigente. En efecto, ahora tampoco
es imprescindible citar en garantía al asegurador, pues al damnificado puede
resultarle suficiente accionar sólo contra el responsable civil.
Y en cuanto al juez competente, en el anteproyecto Halperin, como en el que
redactó la Comisión de 1961, se fijó el mismo criterio: el del lugar del hecho o el
del domicilio del asegurador.
En consecuencia, con un sistema o con otro, el costo que deben afrontar los
aseguradores para proveerse de asistencia judicial, es el mismo.
En efecto, accionando directamente contra el asegurador (sistema Halperin),
o citándolo en garantía (sistema de la Comisión) en su domicilio, no advertimos
que exista diferencia alguna que explique un mayor costo en el primer caso(59).
Como quedó expresado, desde entonces y hasta 1967 no fue objeto de
consideración, y es recién a principios de ese año que se constituye una
Comisión integrada por Gervasio Colombres, Rodolfo O. Fontanarrosa y
Guillermo Michelson, a fin de colaborar en la reforma, la que se concreta con
la ley 17.418 dictada el 30 de agosto de 1967 y vigente a partir del 1º de julio de
1968.
178
Y en el artículo 118, que en lo pertinente establece:
"El crédito del damnificado tiene privilegio sobre la suma aseguradora y sus
accesorios, con preferencia sobre el asegurado y cualquier acreedor de éste,
aun en caso de quiebra o de concurso civil.
El damnificado puede citar en garantía al asegurador hasta que se reciba la
causa a prueba. En tal caso, debe interponer la demanda ante el juez del lugar
del hecho o del domicilio del asegurador.
La sentencia que se dicte hará cosa juzgada respecto del asegurador y será
ejecutable contra él en la medida del seguro. En este juicio o la ejecución de la
sentencia, el asegurador no podrá oponer las defensas nacidas después del
siniestro.
También el asegurado puede citar en garantía al asegurador en el mismo
plazo y con idénticos efectos".
Como se advierte, la simple lectura del artículo 118 de la ley 17.418 es
suficiente para concluir que ha mediado expreso apartamiento de la acción
directa introducida en el artículo 121 del anteproyecto Halperín, apartamiento
que reconocía como antecedente nacional inmediato el anteproyecto de 1961(60).
179
Lo expuesto es absolutamente coherente con el contenido de la Exposición de
Motivos del anteproyecto de la Comisión Asesora, Consultiva y Revisora elevada
el 10 de junio de 1961 al Poder Ejecutivo Nacional. En efecto, con relación al
tema que nos ocupa se dice textualmente: "La función económica del contrato,
como resulta del alcance de la cobertura precisada en el artículo 109, impone
lógica y jurídicamente que el asegurado quede desobligado de afrontar el
proceso civil que pueda promover el tercero. De ahí la acción directa contra el
asegurador, consagrada por diversas legislaciones. Su aplicación lisa y llana
impondría a todos los aseguradores la organización de la defensa judicial en todo
el país, lo que repercutirá gravemente sobre el costo de este seguro, en perjuicio
de las empresas aseguradoras pequeñas y medianas. El régimen proyectado en
los artículos 118 y 119 obvia este inconveniente, a la vez que establece en favor
del damnificado las siguientes ventajas prácticas: a. Privilegio absoluto sobre la
suma asegurada, aun en caso de quiebra o concurso civil; b. Citación en garantía
del asegurador, supuesto en que la sentencia hará cosa juzgada contra éste; c.
Cuando hubiera pluralidad de damnificados, las causas se sustanciarán ante el
mismo juez y la indemnización se distribuirá a prorrata".
Fontanarrosa, el segundo de los integrantes de la Comisión redactora del
anteproyecto base de la Ley de Seguros, que emitió juicio sobre la materia en
examen, afirma que la idea de la acción directa desde un punto de vista material
es la que corresponde a un derecho que nace originariamente en cabeza del
acreedor y que éste puede ejercer contra su deudor sin intermediarios; por
consiguiente, sin necesidad de recurrir a trámites de cesión de derechos o de
sustitución de personas titulares de los derechos. Se pregunta si esta noción es
aplicable a la situación contemplada en el artículo 118 de la ley general de
seguros y responde que no habría dudas respecto de la afirmativa si, como
ocurre en el caso de otras leyes, el texto fuera suficientemente claro en tal
sentido. Y agrega, que la ley argentina en su artículo 118 introduce una noción
que no es de derecho material, sino procesal, y que consiste en que, partiendo
de la base de que el damnificado debe demandar al asegurado —productor del
daño—, le concede además, la facultad de citar en garantía al asegurador,
facultad extensiva al asegurado. Agrega Fontanarrosa, que es evidente que el
damnificado no puede demandar solamente al asegurador, con exclusión del
asegurado, ante todo porque la estructura y economía de la sección XI (seguro
de responsabilidad civil) llevan implícito el presupuesto de que la demanda haya
sido dirigida contra el asegurado, y que éste actúa a su vez contra el asegurador.
En segundo lugar —prosigue—, la misma expresión "citar en garantía" tiene un
significado procesal preciso, que denota la intervención de un tercero. Y en tercer
lugar —finaliza— porque el apartado 3º del artículo 118 al disponer que la
sentencia "...que se dicte hará cosa juzgada respecto del asegurador y será
ejecutable contra él en la medida del seguro" está indicando con toda claridad
que se refiere a la eficacia de la sentencia que ha de dictarse contra el obligado
principal, que es el asegurado causante del daño(63).
180
1833. DIFERENCIAS ENTRE EL TEXTO PROYECTADO POR
LA COMISIÓN REVISORA (1961) Y EL DE LA LEY 17.418
181
Artículo 157: "Por la prestación que le corresponde recibir del asegurado, el
tercero puede pretender una satisfacción privilegiada sobre la indemnización
debida al mismo si el patrimonio del asegurado está en estado de quiebra".
El artículo 127 de la ley austríaca del 23/12/1917, establece:
"1) El tercero tiene por su pretensión contra el asegurado, un derecho de
prenda sobre el crédito de éste resultante de la indemnización derivada del
contrato de seguro.
2) El derecho de prenda puede hacerse valer también contra los demás
acreedores y contra la masa de la quiebra o concurso del asegurado".
La ley francesa del 13/7/1930 establece en su artículo 53:
"El asegurador no puede pagar a otro que no sea el tercero dañado, todo o
parte de la suma debida, mientras éste no haya sido indemnizado, hasta el
importe de dicha suma, por las consecuencias pecuniarias del hecho perjudicial
que haya ocasionado la responsabilidad del asegurado".
El artículo 1917 del Código Civil italiano, a nuestro juicio, auténtico precedente
de los artículos 109 y 118 de la ley 17.418, establece:
"En el seguro de responsabilidad civil el asegurador está obligado a mantener
indemne al asegurado de cuanto éste, como consecuencia del hecho acaecido
durante el tiempo del seguro, deba pagar a un tercero, con sujeción a la
responsabilidad deducida en el contrato. Quedan excluidos los daños derivados
de hechos dolosos.
"El asegurador tiene facultad, previa comunicación al asegurado, de pagar
directamente al tercero perjudicado la indemnización debida, y está obligado al
pago directo si el asegurado lo reclama.
"Los gastos soportados para resistir la acción del perjudicado contra el
asegurado son a cargo del asegurador dentro de los límites del cuarto de la suma
asegurada. Sin embargo, en el caso en que se deba al perjudicado una suma
superior al capital asegurado, las costas judiciales se reparten entre asegurador
y asegurado en proporción del respectivo interés.
"El asegurado, demandado por el perjudicado, puede llamar en causa al
asegurador".
Efectuada la transcripción de las disposiciones correspondientes a las leyes
enunciadas como antecedentes considerados por la Comisión, cabe, desde ya
señalar que, con las leyes suiza, alemana y austríaca, el único punto de contacto
está referido al privilegio (que dichas leyes lo expresan como prenda) que
ostenta el damnificado sobre la suma asegurada. Con la francesa, ninguno.
Y en cuanto al Código civil italiano, afirmamos que la definición del artículo
109 de nuestra Ley de Seguros es una transcripción casi literal del artículo 1917-
1 del Código Civil.
La diferencia está señalada por la circunstancia que, con buen criterio, la ley
argentina omite toda referencia a la facultad o, en su caso, la obligación del
asegurador, consistente en pagar directamente al damnificado. Estimamos que
dicha cuestión se halla prevista en la teoría general de las obligaciones (arts.
182
726, 729 del Cód. Civ.), por lo que era sobreabundante repetirlo en una ley
especial.
Y en cuanto a la previsión contenida en el artículo 118-2 y 3 de la Ley de
Seguros, consideramos que guarda correspondencia con el artículo 1917-4 del
Código Civil italiano.
En síntesis, la Comisión Asesora, Consultiva y Revisora, ha guardado fidelidad
literal y conceptual, al artículo 1917 del Código Civil italiano.
183
Quienes argumentan que la Ley de Seguros ha consagrado la acción directa,
afirman que la naturaleza de la prestación del asegurador revela que, a través
del seguro, se ha pactado una obligación a su cargo que, en su faz concreta —
indemnizatoria—, sólo puede cumplirse con el tercero damnificado. Se añade
que por la propia índole de la obligación del asegurador, se ha pactado una
ventaja a favor del tercero, tornándose aplicable el artículo 1027, CCCN(67).
A nuestro juicio, la estipulación en favor de tercero y el seguro contra la
responsabilidad civil, carecen de todo punto de contacto, a saber:
I. El seguro contra la responsabilidad civil, es un contrato celebrado por cuenta
y en favor del asegurado(68), por lo que no constituye una estipulación en favor
de tercero(69).
Por definición, es un contrato que celebra el asegurado, con la finalidad de
que el asegurador lo mantenga indemne(70) de cuanto deba a un tercero en razón
de la responsabilidad incurrida(71).
El damnificado es un tercero ajeno al contrato de seguro(72), por lo que no
ostenta condición de acreedor del asegurador, ni de beneficiario de una
estipulación en su favor(73).
En cambio, en la estipulación en favor de tercero, la ventaja constituida en
favor de este último, se halla expresamente contenida en una regla de autonomía
sustentada siempre en un texto legal y se eleva a categoría de causa-fin
contractual.
II. El damnificado (tercero), es acreedor del responsable (autor directo o
reflejo), de fuente contractual o extracontractual. Situación que no se altera por
la circunstancia de que el agente del daño haya tomado un seguro que ampare
el riesgo. Queremos decir, que la existencia de un asegurador, no le añade a la
víctima un nuevo deudor (salvo el supuesto previsto por el art. 118-3, L.S.), pues
el primero sigue siendo obligado de su único acreedor: el asegurado(74).
En cambio, la estipulación en favor de un tercero, pone en evidencia un
mecanismo por el cual el derecho del beneficiario es creado (nace) por un
contrato celebrado entre otros, y recién desde entonces es acreedor bajo
condición suspensiva negativa (que no se le revoque).
III. El objeto del crédito del damnificado es la reparación de un daño. El débito
del responsable nace desde el momento mismo de la comisión del ilícito o desde
que inejecuta la obligación(75).
Por el contrario, el crédito del beneficiario ha sido estipulado en su favor con
la finalidad, en ocasiones, de procurarle un provecho patrimonial que no
computaba como propio, por ejemplo el seguro de vida o la donación con cargo,
en ambos casos, en favor de un tercero.
IV. En el seguro contra la responsabilidad civil, el crédito del damnificado
contra el asegurado, prospera total o parcialmente o es desestimado. Pero
cuando nace (con el ilícito lato sensu), no requiere ser aceptado(76), y cuando es
afirmado, por reconocimiento extrajudicial o por sentencia de condena, no es
factible de ser revocado por el titular pasivo del débito.
En cambio, la estipulación en favor de tercero, puede ser revocada mientras
no haya sido aceptada.
184
V. En el seguro contra la responsabilidad civil, existe un único acreedor
(invariable) al débito de responsabilidad: la víctima o sus causahabientes(77).
La estipulación en favor de tercero tolera que, antes de ser aceptada pueda
ser revocada, en cuyo caso puede designarse otro acreedor (el beneficiario o el
propio estipulante).
VI. El seguro contra la responsabilidad civil es un contrato que agota sus
efectos entre las partes de la relación negocial, rigiendo a su respecto lo
dispuesto por el artículo 1022, CCyCN(78).
En cambio, a la estipulación en favor de tercero, universalmente se la examina,
como hipótesis de extensión de los efectos subjetivos del contrato.
VII. El seguro contra la responsabilidad civil se hace operativamente
ostensible en el proceso promovido por el damnificado contra el responsable,
siempre y cuando haya sido citado en garantía el asegurador de este último(79).
Por el contrario, la estipulación en favor de tercero resulta de una cláusula
accesoria que, ineludiblemente, deben acordar estipulante y promitente, sin que
ninguno de ellos pueda permanecer oculto al beneficiario.
VIII. En el seguro contra la responsabilidad civil, el crédito del damnificado
tiene privilegio sobre la suma asegurada y sus accesorios, con preferencia sobre
el asegurado y cualquier acreedor de éste (art. 118-1, L.S.)(80). Y ello acontece
desde la comisión del ilícito (lato sensu).
Ello significa que la suma asegurada (asiento del privilegio) deberá
destinársela, con carácter preferente (art. 2582, inc. f], CCyCN), a satisfacer el
débito de responsabilidad en que ha incurrido el asegurado.
Pero el reconocimiento de un privilegio, no importa la apropiación por el
damnificado de la suma asegurada, ni que se altere la naturaleza del contrato(81).
Por caso, su derecho deberá ser declarado judicialmente, y recién entonces el
asegurador deberá extinguir su obligación de indemnidad para con el asegurado,
depositando en juicio o pagándole directamente al tercero.
En cambio, en la estipulación en favor de tercero, en cualquiera de sus
aplicaciones, no le viene reconocido al crédito del beneficiario, privilegio alguno.
Y constituye un mecanismo que hace que el último se apropie de la ventaja (una
vez irrevocable), sin necesidad (ni posibilidad) alguna de convocar al proceso al
estipulante.
IX. En el seguro contra la responsabilidad civil, el asegurador sólo puede
oponer al tercero las excepciones anteriores al siniestro(82).
En la estipulación en favor de tercero, el obligado (promitente) puede oponer
al beneficiario todas las excepciones que dispone contra el estipulante, nacidas
del contrato en que se concertó la ventaja.
X. En el seguro contra la responsabilidad civil, el incumplimiento por el
asegurador de la obligación de indemnidad a que lo someten los artículos 109,
110 y 111 de la Ley de Seguros, faculta al asegurado a promover una pretensión
por cumplimiento de la que, salvo el supuesto de un proceso judicial en que el
primero se halle citado en garantía y condenado in solidum, se halla excluido el
damnificado.
185
Por el contrario, en la estipulación en favor de tercero, la inejecución por el
promitente de la obligación asumida en favor del beneficiario aceptante,
consiente una pretensión deducida por éste y contra aquél, su único obligado.
XI. En el seguro contra la responsabilidad civil, tal como se halla concebido y
legislado en Argentina, no le viene normativamente reconocido al damnificado
un derecho propio sobre la suma asegurada.
En cambio, en la estipulación en favor de tercero, el derecho propio del
beneficiario, por tratarse de un supuesto de extensión de los efectos subjetivos
del contrato, se sustenta siempre en un texto legal que así lo reconoce(83).
186
el incumplimiento del deudor puede causar un menoscabo patrimonial, y puede
pagar contra la oposición individual o conjunta del acreedor y deudor". e acreedor
(damnificado) está obligado a recibir el pago de un tercero (asegurador), siempre
que el pago consista en la prestación debida, y el tercero pagador sea persona
capaz(85).
El acreedor sólo podría excepcionalmente oponerse, si el que paga es tercero-
no interesado, y con razones fundadas(86).
No es nuestro caso, pues tercero interesado es quien tiene un interés lícito en
el cumplimiento de la obligación(87), y el asegurador porta un interés lícito, pues
eventualmente pueden repercutir, con detrimento para sus derechos, las
consecuencias del "incumplimiento del deudor"(88).
Para ello no habrá de desatenderse la circunstancia que, de convocárselo al
proceso, la sentencia que se dicte será ejecutable contra él en la medida del
seguro (art. 118-3, L.S.). En síntesis, el tercero interesado puede pagar siempre
(aun contra la voluntad conjunta de acreedor y deudor), y el acreedor está
obligado a recibir el pago(89).
Con relación a la segunda cuestión, la limitación a que se ve sometido el
asegurador, consistente en que no puede oponer al damnificado las excepciones
nacidas con posterioridad al siniestro, es tema que no prueba la ligazón del
tercero con el contrato de seguro, sino tan sólo expone un impedimento de fuente
legal, cuyo fundamento se halla constituido por el criterio de política legislativa
que seleccione el legislador. A punto tal que, de haber sido acogido el
anteproyecto Halperin, el asegurador se habría hallado imposibilitado de oponer
al damnificado "ninguna defensa nacida del contrato o de la ley, anterior o
posterior al hecho...". La diferencia estriba en un régimen procesal más o menos
severo de protección al damnificado, como destinatario final de la suma
asegurada, para el caso que se afirme la responsabilidad del asegurado,
amigable o judicialmente(90).
Se trata de una disposición incorporada a una ley material, pero de contenido
procesal, y que hace al vínculo adjetivo entre actor y citado. En suma, configura
una cuestión absolutamente ajena al contrato que relaciona al asegurado con el
asegurador.
187
En cambio, se ha renovado la polémica en torno a la naturaleza de la acción
del damnificado que tenga el mismo propósito anterior(92).
Hay quienes sostienen que el artículo 118 de la ley 17.418 ha consagrado la
acción directa de la víctima.
Halperin, abanderado de la tesis, afirma que cuando el damnificado cita al
asegurador, lo compele a intervenir como adversario suyo, por lo que en ese
caso el texto legal citado no empleó la expresión "citar en garantía" en sentido
técnico procesal(93). El mencionado autor agrega, que el artículo 118 en su primer
párrafo emplea una frase para integrar el derecho de la víctima del daño, que da
idea cabal de la extensión del amparo que quiso darle la ley.
Cuando se dispone: "El crédito del damnificado tiene privilegio sobre la suma
asegurada y sus accesorios, con preferencia sobre el asegurado y cualquier
acreedor de éste, aun en caso de quiebra o de concurso civil", lo que en esencia
se ha reconocido al damnificado es un derecho propio sobre la indemnización
debida por el asegurador, ya que le asigna un derecho "con preferencia sobre el
asegurado", esto es, del acreedor mismo. Aclara así su idea: no se trata de
establecer un privilegio mejor entre los acreedores del asegurado, sino respecto
de este mismo y con relación al débito por indemnización que pesa sobre el
asegurador. El alcance de la norma —continúa— es el desplazamiento del
asegurado en el crédito contra el asegurador y su reemplazo por el damnificado;
de ahí que tampoco le afecte el concurso del asegurado.
Otro argumento que emplea Halperin para fundar su postura, lo extrae
del artículo 110, inciso a), ley 17.418 en cuanto establece: "...Cuando el
asegurador deposite en pago la suma asegurada y el importe de los gastos y
costas devengados hasta ese momento, dejando al asegurado la dirección
exclusiva de la causa, se liberará de los gastos y costas que se devenguen
posteriormente...".
Sostiene al respecto, que el depósito en pago no puede serlo en favor del
asegurado sino de la víctima porque:
a. Lo contrario chocaría con el privilegio que el artículo 118 reconoce en favor
del damnificado;
b. Si lo fuera en favor del asegurado, importaría una contradicción con la
actitud de éste en el proceso donde sostiene no ser responsable;
c. El artículo 118, apartado 1, desplaza al asegurado frente al asegurador
quien sólo puede pagar válidamente a la víctima;
d. Si la ley hubiera querido someter el depósito del asegurador, al
reconocimiento ulterior en el juicio del derecho de la víctima, habría debido
aplicar la norma del depósito en consignación (art. 757, inc. 4º, Cód. Civ.) o
someter ese depósito a embargo(94).
188
1839. EL PROCEDIMIENTO CONSAGRADO POR LA LEY
DE SEGUROS. LA TESIS DE HALPERIN SOBRE EL
DEPÓSITO EN PAGO
189
Nuestra crítica la sustentamos en que, en la elucidación del tema que nos
ocupa —alcance del artículo 110, inciso a)— no podemos apartarnos del
propósito de la disposición, consistente en lograr, con la condición de la
observancia de ciertos presupuestos, la limitación de la extensión de la
obligación a cargo del asegurador, limitación restringida a las costas y gastos
ulteriores al depósito. La finalidad no ha sido otra que crear un mecanismo
acordado en el exclusivo interés del asegurador(96).
Queremos decir que el objeto perseguido ha sido eliminar la posibilidad de
extender o hacer más onerosa la obligación indemnizatoria del asegurador,
director del proceso, especialmente "...si estimase que las probabilidades de
éxito de las defensas opuestas... son magras y que un veredicto condenatorio
de la acción de daños agravaría el quantuma su cargo"(97).
Pero de la aludida finalidad no podemos inferir otra, y mucho menos la
extinción definitiva, por el asegurador, de su obligación principal a través del
depósito en pago, cuando esa obligación indemnizatoria opera en función de una
obligación determinada o de un resultado que le sirve de antecedente: mantener
indemne al asegurado por cuanto deba a un tercero. Mientras el débito de
responsabilidad no esté determinado, ¿qué obligación debe extinguir el
asegurador?
A ello añadimos un interrogante: frente a la eventual posibilidad de que se
desestime la pretensión del damnificado, o que el proceso finalice por alguno de
los medios anormales aludidos en los Códigos rituales, como ser desistimiento
del derecho, o caducidad de instancia, esos fondos "depositados en pago", ¿qué
obligación extinguirían?
Pensamos que el depósito en pago aludido en el artículo 110, inciso a), ley
17.418 es el pago por consignación previsto en el artículo 904, inciso b, CCyCN.
Como sostiene Salvat, la consignación constituye propiamente una forma o
modo especial de pago; existe en ella un verdadero pago, aunque sea un pago
sometido a modalidades de carácter especial(98).
Y la modalidad de carácter especial a que está sometido el pago en
consignación que examinamos, está referida al derecho dudoso del acreedor(99).
Busso adiciona un elemento esencial en la caracterización conceptual de la
consignación: la inseguridad del deudor de ejecutar su obligación. Y este
elemento es fundamental en el análisis del artículo 110, inciso a), pues todo lo
que pretende el asegurador al ejercitar su derecho, consiste, como director del
proceso, en poner un límite a la extensión de su obligación resarcitoria,
obligación que se extingue por la declaración de la deuda de responsabilidad y
el pago ulterior.
Hasta entonces, el deudor tiene derecho a obtener su liberación en
condiciones razonables de seguridad. Hasta la sentencia de condena es dudoso
el derecho del acreedor(100). Y es en función de esa "dudosidad" que el
asegurador deposita en consignación(101). Por lo demás, el depósito en
consignación no se efectúa en favor del asegurado ni de la víctima, sino a la
orden del juez, y como perteneciente al juicio de consignación que se sigue y no
a la orden, ni en favor de las partes(102).
190
La "dudosidad" está referida al derecho mismo del acreedor, y es la duda
razonable sobre tal derecho del acreedor, que abre la vía de la consignación(103).
El depósito en pago por consignación lo efectúa el asegurador, en su calidad
de tercero jurídicamente interesado (art. 881, CCyCN), habiéndose definido a la
persona interesada en el pago, como aquella que recibe un beneficio lícito en
razón de él(104). Y el beneficio lícito que obtendrá el asegurador, consistirá en la
limitación de la extensión de su obligación en la medida que cumplimente
acabadamente con los extremos previstos en el artículo 110, inciso a), ley
17.418 y, al cabo, en la extinción de su débito contractual.
El tránsito argumental de Halperin, en favor de la acción directa, que según
este autor habría consagrado el artículo 118, concluye con un elemento que
extrae del primer párrafo de la citada disposición: "El crédito del damnificado
tiene privilegio sobre la suma asegurada y sus accesorios, con preferencia sobre
el asegurado y cualquier acreedor de éste, aun en el caso de quiebra o de
concurso civil". Sostiene que la ley, ha reconocido al damnificado un derecho
propio sobre la indemnización debida por el asegurador, ya que le asigna un
derecho "con preferencia sobre el asegurado", esto es del acreedor mismo.
Agrega que no se trata de establecer un privilegio mejor entre los acreedores
del asegurado, sino respecto de este mismo y con relación al débito por
indemnización que pesa sobre el asegurador: el alcance de la norma —
sostiene— es el desplazamiento del asegurado en el crédito contra el asegurador
y su reemplazo por el damnificado(105).
Por nuestra parte, pensamos que el poder jurídico reconocido al damnificado
no lo es sobre la indemnización debida por el asegurador, ni que el privilegio más
que ello importe una exclusión del asegurado de la indemnización debida por el
asegurador. Para sustentar nuestra réplica recordemos que en el seguro contra
la responsabilidad civil, el asegurador toma a su cargo el perjuicio efectivo que
sufre el asegurado en razón de una pretensión resarcitoria deducida por el
damnificado. Dicho seguro tiene una función reparadora, pero para distinguirlo
del seguro de cosas, debe adicionarse a lo expuesto que se trata además de un
seguro de deuda, de pasivo y, como afirman Picard y Besson, el daño contra el
cual el asegurado pretende protegerse resulta del nacimiento de un débito de
responsabilidad, de una obligación resarcitoria, que grava su patrimonio(106).
La obligación que asume el asegurador consiste en mantener indemne al
asegurado por "...cuanto deba a un tercero..." (art. 109, L.S.). El contrato con
aquél lo celebra el asegurado en su condición de "eventual responsable"(107).
El riesgo asegurado es el surgimiento de un débito de responsabilidad. De allí
que el damnificado al carecer, como quedó expuesto, de un derecho propio sobre
la prestación resarcitoria a cargo del asegurador, en razón de que tal prestación
es el objeto de la relación jurídica que vincula al asegurador con el asegurado,
sí, en cambio, dispone de un crédito a su favor: el que genera el hecho lesivo,
pero solamente contra el obligado principal, o sea el asegurado.
A manera de resumen subrayamos que, la propia definición del seguro contra
la responsabilidad civil, exhibe como elementos esenciales un hecho lesivo del
que resulta responsable el asegurado; una pretensión del damnificado; un débito
efectivo de responsabilidad a cargo del asegurado lo que importa afirmar su
exigibilidad y, finalmente, la asunción por el asegurador de su obligación de
191
indemnidad que podrá expresarse mediante el suministro de fondos al
asegurado antes de que lo haya hecho a la víctima, el depósito en juicio o el
pago directo.
Lo expuesto viene a cuenta de que el privilegio especial (constituido desde el
ilícito lato sensu consagrado en el primer párrafo del artículo 118 L.S.) —para
hacerlo valer judicialmente— será uno de los efectos necesarios que obtendrá el
damnificado cuando el asegurador se halle citado.
En este caso, de acogerse favorablemente la pretensión resarcitoria deducida
por la víctima, nace en su favor, un crédito contra el asegurado que goza, como
sostuvimos, de un privilegio especial.
Privilegio especial que se asienta sobre la suma asegurada y sus accesorios,
expresiones estas últimas, que deben ser entendidas como la indemnización a
cargo del asegurador cuando revista condición de exigible.
O sea que, el privilegio del damnificado, opera sobre la indemnización debida
por el asegurador al asegurado, una vez que el crédito de este último sea exigible
al segundo.
La indemnización contractualmente adeudada por el asegurador equivale,
hasta su concurrencia, a la suma asegurada y sus accesorios (art. 118-1, L.S.).
Lo expuesto importa afirmar que, citado en garantía el asegurador, el
damnificado verá reforzado su crédito y asegurado su cobro(108), pero de ninguna
manera lo expuesto importa el reconocimiento en su favor de un derecho propio
sobre la indemnización debida por el asegurador, deudor sólo de su deudor, ni
un desplazamiento del asegurado en el crédito contra el asegurador y su
consiguiente reemplazo o sustitución. A manera de síntesis, podemos afirmar,
que Argentina carece de una disposición que atribuya a la víctima acción en
sentido sustantivo, como expresión sinónima de derecho o indicativa de la
facultad tendiente a exigir o pretender del asegurador la prestación a su
cargo(109). Una expresión de lo expuesto es que se tiene decidido, que la
aseguradora citada en garantía no puede verse alcanzada por la sentencia si el
asegurado fue expresamente desvinculado de la litis como consecuencia del
desistimiento de la acción efectuada a su respecto por el tercero
demandante(110).
192
contrario, y ya emplazados en la esfera del seguro contra la responsabilidad civil,
nos proporciona —en el ámbito de la legislación comparada—, el texto de la ley
mexicana que en su artículo 147 dispone: "El seguro contra la responsabilidad
civil atribuye el derecho a la indemnización directamente al tercero dañado, quien
se considerará como beneficiario del seguro desde el momento del siniestro",
principio textualmente reproducido por el artículo 1211 del Código de Comercio
de Honduras de 1950, y por el artículo 986, apartado 2º del Código de Comercio
de Guatemala de 1971. Por su parte, El Salvador cuenta con el artículo 1428 de
su Código de Comercio de 1971 que establece: "El seguro contra la
responsabilidad civil atribuye el derecho a la indemnización directamente al
tercero dañado, quien se considerará como beneficiario del seguro desde el
momento en que se origine la responsabilidad del asegurado".
Este texto fue literalmente tomado por Fontanarrosa al redactar el proyecto de
Código de Comercio encomendado por el Gobierno de Nicaragua y que sirvió de
fuente al artículo 1219(111).
En cambio —prosigue Fontanarrosa—, la ley argentina introduce una noción
que no es de derecho material sino procesal. Justamente aquí, pensamos, es
donde debe confrontarse la noción de acción directa, las razones invocadas
como excepcionales para su reconocimiento, las condiciones de su ejercicio y
los efectos que ello trae aparejado(112). En efecto, en una primera aproximación
cabe afirmar que el damnificado es titular de un poder jurídico contra el
responsable civil, condición que halla su fuente en la ley.
Pero para que el objeto del derecho subjetivo —el crédito generado por el
ilícito— sea canalizable a través de una medida de conservación o de garantía,
ejercitable directamente contra el asegurador del responsable civil, será
menester su admisión expresa por el ordenamiento legal(113).
Argentina carece de una disposición que atribuya a la víctima, acción en
sentido sustantivo, como expresión sinónima de derecho o indicativa de la
facultad tendiente a exigir o pretender del asegurador la prestación a su
cargo lisa y llanamente. El artículo 118 de la Ley de Seguros, que regula
específicamente la situación, establece presupuestos de ineludible observancia
pero que asumen el rol de deberes procesales, como ser la exigencia de deducir
previa o simultáneamente la pretensión contra el responsable civil, la facultad de
citar en garantía al asegurador de éste, la oportunidad para hacerlo, las reglas
de competencia, excepciones oponibles.
O sea que, los recaudos aludidos son deberes formales atinentes a las
condiciones de admisibilidad del llamado al asegurador al proceso y, con ello, de
la obtención de dos efectos fundamentales:
a. Hacer operativo el privilegio (ya nacido con la producción del ilícito lato
sensu) en favor del damnificado sobre la suma asegurada y sus accesorios, con
preferencia sobre el asegurado y cualquier acreedor de éste, aun en caso de
quiebra o de concurso civil;
b. La extensión al asegurador de los efectos de la sentencia dictada contra el
asegurado.
193
1842. NATURALEZA DE LA PRETENSIÓN DEDUCIDA
CONTRA EL ASEGURADOR DEL RESPONSABLE CIVIL
(CONT.). NUESTRA ADHESIÓN A LA CITACIÓN EN
GARANTÍA
194
El artículo 118 de la Ley de Seguros estructura un procedimiento, el de la
citación en garantía, y cuando la Exposición de Motivos alude a la preocupación
tenida en vista para que esa estructura "...lo sea acorde con las modalidades del
sistema procesal argentino...", no nos cabe duda de que la referencia que se
hace lo es con relación al capítulo que el Código Procesal Civil y Comercial de
la Nación contiene sobre la intervención de terceros en el proceso, o sus
similares regulaciones provinciales.
Y así lo entiende nuestra jurisprudencia, pues al indagar sobre la esencia de
la "citación en garantía", concluye sosteniendo que cuando la aseguradora es
citada, se está en presencia de una intervención coactiva, obligada o provocada,
en el sentido que comparecer configura una carga procesal desde que, concurra
o no, le alcanzarán los efectos de la sentencia que se dicte(118).
De ningún modo puede admitirse que la acción directa corresponda a una de
las modalidades del sistema procesal argentino, porque la noción de "acción
directa" no es procesal sino material(119); su reconocimiento se genera en una
disposición sustancial.
La Ley de Seguros, ley sustancial, emplazó como mecanismo procesal el de
la citación en garantía, procedimiento acorde con las modalidades del sistema
procesal argentino, si se tiene en cuenta que aquélla es sólo un supuesto de
intervención coactiva de terceros, instituto con raigambre en la legislación
adjetiva argentina y, obviamente, en la doctrina y jurisprudencia universales. De
allí que la Ley de Seguros, enuncie el cauce por el que se habrá de ejercitar el
poder jurídico de incorporar al asegurador al proceso, potestad de la que,
indistinta y voluntariamente, son titulares el damnificado y el asegurado; que
establezca la oportunidad procesal para hacerlo; la necesidad de deducir previa
o simultáneamente la pretensión contra el obligado principal, las excepciones
oponibles y, finalmente, reglas de competencia(120).
Se trata de directivas especialmente consagradas con validez nacional y cuya
legitimidad es incuestionable(121), directivas que deben articularse o armonizarse,
con las modalidades procesales locales que regulen el supuesto en análisis(122).
195
b) La facultad o potestad de citar en garantía al asegurador del responsable,
elimina la posibilidad que al litisconsorcio que conforma con el asegurado, se lo
califique de necesario(128);
c) La oportunidad para hacerlo se identifica con el auto de apertura a prueba
o, más específicamente, cuando éste se halle firme;
d) Reglas de competencia: el juez del lugar del hecho o del domicilio del
asegurador(129);
e) Defensas oponibles, constituidas sólo por las existentes con anterioridad al siniestro(130);
196
De allí que quepa afirmar que, en línea de principio, el límite de la eficacia del
contrato lo constituyen las partes otorgantes del acto.
Y precisamente ello es lo que se enuncia como "efecto relativo de los
contratos".
Y sujetos o partes del contrato son aquellos que manifiestan su consentimiento
para crear, regular, modificar, transferir o extinguir relaciones jurídicas
patrimoniales (art. 957, CCyCN).
Son quienes participan (concurren) a la formación del consentimiento y al
perfeccionamiento y ejecución del contrato en carácter de titulares —activos o
pasivos— de los efectos que nacen del contrato.
En este caso habremos de aludir a la eficacia "interpartes".
El expresado, constituye un principio general: el contrato es "un acto valedero
para todos... por lo que los efectos contractuales se producen frente a todos... y
son oponibles a los terceros" en la medida de que sean jurídicamente válidos(137).
O dicho de otro modo, el contrato, como acto de autonomía privada sólo puede
producir efectos para el autor o para los autores del acto y no respecto de los
terceros(138).
Lo expresado de modo alguno significa que la eficacia contractual sea
irrelevante para los terceros. Por el contrario, el texto mismo del artículo 1022,
CCyCN, aunque se trate de excepciones al principio general, enuncia una serie
de supuestos que pueden llegar a incidir en la situación jurídica de sujetos
extraños al contrato.
Cuando los efectos del contrato se extienden a terceros, con motivo de
relaciones nacidas entre las partes de aquél, nos hallamos en presencia de lo
que se enuncia como eficacia refleja o indirecta. En ese supuesto aludiremos a
la eficacia del contrato "respecto de terceros".
197
Si ello es así, el fundamento está dado por la circunstancia que el contrato es
el precipitado del desenvolvimiento que implica la autonomía privada que, en el
marco negocial, supone que las partes se hallan habilitadas para la creación de
normas o preceptos de autonomía que habrán de regir sólo su propia esfera
jurídica. Por el contrario, aceptar que la eficacia del contrato se extienda a
terceros, importaría lo mismo que consentir una irrupción en la esfera jurídica
ajena.
Es por ello que el artículo 1022, CCyCN, que el contrato no hace surgir
obligaciones a cargo de terceros(140), ni los terceros tienen derecho a invocarlo
para hacer recaer sobre las partes obligaciones que éstas no han convenido,
excepto disposición legal.
Que el contrato no pueda oponerse a terceros significa que los otorgantes no
pueden en sus preceptos de autonomía crear derechos u obligaciones en cabeza
de terceros. Y que el contrato no puede ser invocado por los terceros implica que
éstos no pueden aducir derechos contra las partes otorgantes.
198
inspirado en el pensamiento de Aubry y Rau quienes, sobre el particular,
sostienen que se debe considerar como terceros, en el sentido de esta regla, a
las personas que no han figurado personalmente en una convención y en la cual
no han estado representadas ni por su autor ni por un mandatario ni por un gestor
de negocios(141).
En consecuencia, el principio general que se extrae de la lectura de la doctrina
clásica francesa, fuente de la nuestra, es que los contratos tienen fuerza de ley
entre las partes. No producen efecto respecto de terceros (arts. 1134 y 1165,
Cód. Civ.).
En síntesis, la doctrina francesa —cuya influencia en la redacción de nuestro
Código Civil fue ostensible—, afirma, en función de los preceptos enunciados,
que nadie puede sin su consentimiento, ser deudor de una obligación que no le
haya sido impuesta por la ley, ni tampoco obligarse a la prestación de un servicio
o a la entrega de un valor, sin haberlo querido(142).
En esta misma línea de reflexión, se tiene expresado que, en cuanto se rebasa
el círculo contractual, a tenor del artículo 1165 del Código Civil francés, fuente
de nuestro artículo 1022, CCyCN, las convenciones no perjudican ni aprovechan
a terceros. Y se agrega: la regla "res inter alios acta" nunca quiso decir que las
convenciones no ejerzan repercusión sobre los terceros, sino solamente que no
pueden hacer nacer un derecho en contra o en favor de un tercero, esto es, que
carecen de aptitud para convertir a una tercera persona en acreedora, deudora
o propietaria; solución —se añade— perfectamente racional.
Acontece que si el contrato es una ley, es una ley entre las partes. Los
contratantes, a diferencia del legislador, se supone que carecen de facultades
para hablar en nombre de otros, no están investidos de ninguna delegación.
Desde este punto de vista, el contrato se parece a una sentencia más que a una
ley; al lado del principio de la relatividad de la cosa juzgada, figura el de la
relatividad de las convenciones. Y se concluye: nadie podría convertirse
contractualmente en deudor o acreedor sin haberlo querido. En síntesis, el
principio general que emana del artículo 1195 del Código Civil, se aplica a lo que
se ha dado en denominar los "verdaderos terceros", que son "jurídica y
definitivamente extraños a las partes contratantes"(143). Se trata de una categoría
residual, también llamados terceros absolutos o extraños(144) entre los que se
incluye al damnificado en el seguro contra la responsabilidad civil.
Carbonnier participa de la misma opinión cuando señala que, en tanto la ley
estatal se singulariza por su generalidad, la ley contractual no pasa de ser un
reglamento particular destinado al reducido número de personas que hayan
intervenido en el otorgamiento(145). En una primera aproximación, podríamos
afirmar que el artículo 1022, CCyCN hace referencia a aquellos terceros que no
sólo no han sido parte en el contrato sino quienes "no han tenido jamás relación
jurídica con los contratantes" por lo que "no pueden a título alguno desempeñar
el papel de acreedor o de deudor en una relación jurídica concertada entre otras
personas"(146). Y precisamente la expuesta, es la situación en que se halla el
damnificado en el seguro contra la responsabilidad civil: es un extraño al
contrato.
199
1848. LA DETERMINACIÓN DEL RIESGO Y SU
OPONIBILIDAD A TERCEROS. LA CUESTIÓN EN EL
SEGURO CONTRA LA RESPONSABILIDAD CIVIL
a) En razón de que los contratos no pueden ser invocados por terceros (art.
1022, CCyCN), le son oponibles al tercero damnificado todas las cláusulas
delimitativas del riesgo o de exclusión o suspensión de la cobertura o las que
determinen la medida del seguro(147). En el sentido indicado, se tiene expresado
por la Corte Suprema de la Nación que no hay razón legal para limitar los
derechos del asegurador prescindiendo de los términos del contrato de seguro,
que la ley reconoce como fuente de la obligación y al que se halla circunscripto
el alcance de su responsabilidad(148).
b) La cuestión examinada predominantemente se asienta en el seguro contra
la responsabilidad civil. En efecto, sobre la cuestión se tiene decidido que si bien
el seguro de responsabilidad civil prevé la reparación del daño producido a
terceros, ésta nunca puede superar la cuantía o medida del seguro.
Por tanto, le son oponibles al tercero o, si se prefiere, le afectan o se halla
enmarcado, por determinadas estipulaciones negociales, aunque haya sido
ajeno a la celebración del negocio(149) o, precisamente, por haber sido extraño al
mismo.
Ya más específicamente, en el sentido indicado en el texto, se ha pronunciado
la Corte Suprema de la Nación, al decidir que "es oponible a terceros la cláusula
contractual de exoneración de responsabilidad por la cual la aseguradora no
toma a su cargo los siniestros ocurridos por infracción a las leyes y reglamentos
sobre seguridad e higiene y sobre el régimen legal de trabajo de mujer y
menores"(150).
Lo propio se tiene resuelto con relación a la cláusula que, en el riesgo
automotor, excluye de cobertura los daños producidos por el vehículo afectado
a un uso expresamente prohibido en la póliza —en el caso, servicio de remís—,
no admitiendo dicha estipulación margen alguno de interpretación, pues la
garantía de aquél no puede superar la medida del seguro, resultando oponibles
a terceros las exclusiones de cobertura(151).
200
el asegurador citado en garantía. Pero ello no puede constituirse en óbice para
decidir sobre la esencia misma de la oponibilidad y de su legitimidad, tema
normativamente regulado por el artículo 118-3, L.S.
Lo expresado pone de manifiesto la necesidad que Argentina tiene de un
seguro obligatorio automotor regulado por ley del Congreso, ya que en ese
ámbito las defensas anteriores al siniestro son escasas e inoponibles.
De allí que sea trascendente comprender que la cuestión que abordamos lo
es en el ámbito del seguro voluntario automotor, donde la situación del
damnificado es la que queda expuesta pues, como quedó expresado, su
fundamento es normativo.
Precisamente por ello, viene a cuento una reciente sentencia dictada por la
Cámara Nacional Civil, Sala G, donde el Tribunal considera específicamente la
cuestión que sirve de título al presente parágrafo y que contiene un párrafo de
elevado calado ético y profunda transparencia y que, por tanto merece ser
reproducido íntegramente: "Es cierto que para la víctima la consecuencia es muy
seria, por cuanto el acogimiento favorable por parte del juzgador hará que no
pueda contar con la posibilidad de ejecutar la sentencia contra la citada en
garantía. Mas como ha sostenido el Superior Tribunal de Justicia de Misiones,
'la función social que posee el contrato de seguro no configura argumento
suficiente para omitir considerar la existencia de una cláusula de exclusión de la
cobertura, como lo es la carencia de habilitación para conducir, máxime cuando
la exigencia de carné habilitante configura una obligación de origen legal de
obligatoria vinculación para el conductor' (conf. STJ Misiones, 13/4/1998,
LLLitoral 1999-884)"(152).
Una última reflexión: cuando el contrato de seguro contra la responsabilidad
civil simultáneamente lo sea de consumo, la situación del damnificado sigue
siendo la misma, la de un extraño al contrato. Su vínculo con la del asegurado
y/o conductor embistente es de naturaleza extracontractual. Lo propio acontece
con el asegurador contra quien se halla habilitado para convocarlo al proceso de
daños como legitimado pasivo de una obligación concurrente (art. 118-3, L.S.).
201
Se trata, entonces, de un seguro contratado por el asegurado en su favor, ante
la eventualidad de un débito de responsabilidad contractualmente previsto. De
ello se deduce que el contrato no se celebra en favor de la víctima y en
consecuencia ésta no adquiere como resultas del contrato un derecho propio
contra el asegurador. El damnificado es un tercero ajeno a la relación
aseguradora, lo que implica, por lo demás, que no se ha estipulado en su favor.
Las partes de la relación jurídica son el asegurado y el asegurador. El primero
como titular activo de un poder jurídico, se halla legitimado para exigir del
asegurador la ejecución de una obligación de resultado: mantenerlo indemne de
cuanto deba a un tercero en los términos de los artículos 109, 110, 111 y
concordantes de la ley 17.418.
El damnificado, es extraño al contrato, y en dicho carácter no le es posible
invocarlo (art. 1022, CCyCN). Por ende, del mismo no se genera derecho alguno
en su favor.
Distinta es su situación cuando deduce su pretensión contra el responsable
civil, pues en ese caso, la ley lo faculta a citar en garantía al asegurador. En ese
supuesto el ordenamiento legal (art. 118-1), le reconoce un privilegio especial
sobre la suma asegurada y sus accesorios y, por lo demás, la sentencia que se
dicte alcanza (se extiende) al asegurador, con la autoridad de la cosa juzgada, en
la medida del seguro (art. 118-3).
Pero, valga la repetición, aquel poder jurídico y este último efecto no emergen
del contrato, negocio en el que el damnificado no es parte sustancial.
Lo expuesto viene a cuenta de que si bien es cierto que el concepto de
legitimación para obrar no nos orientará en la determinación de quiénes son las
partes del proceso(154)pues ésta es una noción que se adquiere con abstracción
de toda referencia al derecho sustancial, lo cierto es que por lo menos nos
señalará quiénes lo son legítimamente pues, como acertadamente señala Devis
Echandía, cuando falte esa legitimación se habrá concurrido al proceso sin tener
derecho a obtener una sentencia de fondo sobre la relación jurídica sustancial
materia de las pretensiones formuladas en la demanda, pero de todas maneras
se habrá tramitado el juicio y se habrá tenido en él la situación de parte(155).
Consecuencia de lo expuesto será que el damnificado que accione en forma
directa contra el asegurador del responsable civil, asumirá la condición de parte
procesal pero, de oponérsele una excepción de falta de legitimación sustancial
para obrar, a considerarse como de previo y especial pronunciamiento, en la
oportunidad y con los efectos previstos en los artículos 346 y siguientes del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, la misma deberá ser estimada,
pues con relación al asegurador, la víctima carecerá de lo que Colombo enuncia
como cualidad emanada de la ley para requerir una sentencia favorable respecto
del objeto litigioso(156).
202
1851. PROCEDIMIENTO CONSAGRADO POR LA LEY DE
SEGUROS. UNA CRÍTICA AL TEXTO LEGAL
Pensamos que los desarrollos precedentes, facilitan la réplica a la tesis de
quienes sustentan que la Ley de Seguros ha emplazado una acción directa.
Cuando el artículo 118-2, L.S. admite la posibilidad de que el damnificado cite
en garantía al asegurador, la expresión usada por el legislador ha sido poco
afortunada, pues lo real es que la víctima convoca al proceso al asegurador para
que intervenga como adversario suyo y no en garantía. Pero es obvio que la
finalidad perseguida normativamente, ha sido la de crear en favor del
damnificado las siguientes posibilidades:
a. Incorporar al proceso al asegurador, e integrar voluntariamente
la litis con quien, eventualmente, de prosperar su pretensión,
deberá afrontar el pago de la indemnización "hasta el límite de
la suma asegurada";
b. Hacer valer judicialmente el privilegio que ostenta, desde (o por)
el ilícito, sobre la suma asegurada y sus accesorios, con
preferencia sobre el asegurado y cualquier otro acreedor de
éste;
c. Que la sentencia que se dicte haga cosa juzgada respecto del
asegurador y sea ejecutable contra él en la medida del
seguro(157).
La omisión por el damnificado en citar en garantía al asegurador, lo priva de
los efectos precedentemente enunciados.
En suma, la crítica que se formula al segundo párrafo del art. 118, en cuanto
que la expresión "citación en garantía", no ha sido empleada en sentido técnico
jurídico, esencialmente no conduce a un resultado provechoso.
Más bien provoca una innecesaria e inconducente contienda terminológica en
que, como afirma Fontanarrosa, la seducción de las palabras hace perder de
vista el contenido de los conceptos y el sentido de las instituciones(158).
En efecto, la aludida disposición legal debe interpretarse "...acorde con las
modalidades del sistema procesal argentino", y éste consagra y regula la citación
al proceso de aquél a cuyo respecto considerare —quien cita—, que la
controversia es común (art. 94, CPCCN).
203
Como ya lo hemos anticipado, lo constituye el artículo 1917-4 del Código Civil
italiano, que establece: "...El asegurado, demandado por el perjudicado, puede
llamar en causa al asegurador".
Esta norma ha sido preceptivamente identificada como relativamente
inderogable (art. 1932, Cód. Civ. Italia). Ello significa que son nulas las cláusulas
de póliza por las que se establece la prohibición al asegurado de llamar en
garantía al asegurador, o revelar su nombre al damnificado(159).
El sentido que se atribuye, por la doctrina italiana, a la citación en garantía
consiste en que, en caso de conflicto entre asegurado y asegurador, la
convocatoria al proceso al último, tendrá la ventaja de resolver, en un único
pronunciamiento, todas las cuestiones materia de debate.
En efecto, en una misma sentencia, se resolverá la pretensión de daños
deducida por el damnificado contra el responsable y, eventualmente, las
defensas opuestas por el asegurador, nacidas del contrato, inherentes a la
relación asegurativa(160).
Se le atribuye a la norma (art. 1917-4, Cód. Civ. Italia) contenido procesal, y
se coincide en que se trata de una acción de garantía impropia, en razón de
faltarle la conexión funcional entre la pretensión del tercero respecto del
garantizado, y la de éste respecto del garante(161).
Y con relación a la citación en garantía, se sostiene que sólo se la comprende
para el caso que el asegurador no asuma la dirección del proceso, pues en ese
caso el asegurado tiene motivos para temer desinterés por parte del asegurador,
por lo que la citación lo constriñe a cumplir con la gestión de la litis(162).
Pero se señala que el instituto de la citación en causa al asegurador, obstruye
implícitamente la acción directa del damnificado contra el asegurador del
responsable(163).
204
La citación en garantía —agrega— contiene en sí la proposición de una nueva
demanda del garantizado contra el garantizador(165) y sus efectos son los
siguientes: por una parte, sirve para poner a este último (asegurador) en
condiciones de intervenir como parte en la causa principal, pero de otra, para el
supuesto que el garantizado haya de salir vencido frente a su adversario, pide
que el garantizador sea condenado a indemnizarle de esa derrota.
Y finaliza: en virtud del llamamiento en garantía, se encuentran reunidas ante
el mismo juez, dos causas, una de ellas —la principal—, sustanciada entre las
partes principales, en la cual puede ocurrir que también el llamado en garantía
tome parte en la forma antedicha; y la segunda, la de garantía, entre el
garantizado actor y el garantizador demandado(166),(167).
Con palabras de Volpe Putzolu, el asegurado con fundamento del art. 1917-4
está legitimado a llamar en causa al asegurador.
La disposición considerando el texto y la fuerza del art. 1932 es inderogable.
La función de tal regla es la de obtener una sentencia que, asegurando la
responsabilidad del asegurado y cuantificando el daño hace estado también en
contra del asegurador.
A los fines de la llamada en causa del asegurador por acción del abogado
defensor del asegurado, la jurisprudencia unánimemente sostiene que el mismo
abogado debe estar provisto de poder expreso en tal sentido.
La facultad de llamar en causa al asegurador no está subordinada a la validez
de la demanda del dañado.
La orientación dominante define la especie en examen como "llamada en
garantía impropia" en cuanto "aun subsistiendo una obligación indemnizatoria la
vinculación de la relativa relación es con lo concerniente a la causa principal y
no denota una conexión objetiva sino es meramente ocasional y extrínseca".
La coherencia con tal asunto se reputa que no pueda ser dispuesta por la
sentencia de condena del asegurador al pago directo de la indemnización al
dañado(168).
205
pues lo real (en los hechos) es que la víctima convoca al proceso al asegurador
para que intervenga como adversario suyo y no en garantía(171).
En consecuencia, tanto el damnificado como el asegurado pueden citar en
garantía al asegurador hasta que se reciba la causa a prueba.
Lo expuesto importa admitir que, de no convocarse al asegurador al proceso,
ostentará condición de tercero con interés en su resultado, pues una eventual
sentencia de condena afectaría su esfera de interés contractual en razón de
ser parte en (de) la relación jurídica sustancial (contrato de seguro) que lo vincula
al demandado (autor responsable-asegurado). El interés propio del asegurador
es por ello originario y subordinado o indirecto, por cuanto para liberarse de su
obligación de indemnidad, previamente es menester que la obtenga el
asegurado (estructura funcional de la relación material)(172).
Pero de disponerse su convocatoria al proceso por la vía de la citación en
garantía, asumirá desde entonces condición de parte procesal(173). Es
justamente la intervención forzada o voluntaria, el instituto que puede convertir a
quien era tercero, en parte(174). O dicho de otro modo, una vez que la
incorporación del tercero es admitida en el proceso, adquiere calidad de
parte(175).
206
normales de la cosa juzgada, tal como ocurre con cualquier demandado que se
niegue a comparecer después de ser notificado en forma legal(179).
207
En cambio, en la hipótesis prevista por el art. 89 del CPCN, la citación se halla
determinada "por una razón de necesidad"(185). Se trata de una exigencia de
fuente preceptiva.
208
que el tercero, con su pretensión, origina una nueva relación procesal, con
economía en cuanto elimina la eventual acción de regreso del asegurado, se
traduce en favor del asegurador, en el reconocimiento de una cabal y
propialegitimación procesal.
Aunque obvio, cabe añadir que la incompatibilidad de las pretensiones
deducidas por el asegurado y el asegurador, tolera —para el caso que nos
ocupa—, en el marco de una absoluta legitimación procesal, la ejecución por el
asegurador de actos procesales incompatibles con los del asegurado (son dos
esferas de interés simultáneamente engarzadas pero con independencia de
destino).
d. Comparecer al proceso para oponer defensas nacidas con posterioridad al
siniestro (v. gr. falta de denuncia del siniestro, infracción a la carga de dirección
del proceso, etc.). También en este caso el asegurador accede al proceso como
parte procesal, con las características propias que incumben al interviniente
principal en cuanto pone en juego un derecho propio incompatible con las
pretensiones del asegurado.
La diferencia con la hipótesis anterior, radica en que las excepciones nacidas
después del siniestro no podrán ser opuestas (art. 118-3, L.S.). La ley no formula
distinción alguna, por lo que la inoponibilidad se hace extensiva al actor
(damnificado) y al o a los demandados (entre otros, el asegurado).
Se hace menester interpretar el texto legal funcional y no literalmente. En
efecto, en rigor de verdad, la frase "no podrán ser opuestas" lo que significa es
que la oponibilidad por el asegurador de defensas nacidas con posterioridad al
siniestro, carece de eficacia en el proceso donde han sido deducidas, de modo
tal que su invocación y prueba no serán (no podrán ser) contenido de la
sentencia.
Pero ello no impide que sean deducidas, asignándoles el tratamiento de una
reserva formulada para hacerlas valer en juicio ulterior, pues de incurrir el
asegurador en silencio, o sea omitir enunciar, por dar algunos ejemplos, que el
asegurado no ha denunciado el siniestro (arts. 46, 47 y 115, L.S.), o que ha
infringido la carga de salvamento (arts. 72 y 73, L.S.) o la de dirección del proceso
(arg. art. 110, L.S.), podría ser interpretado como una renuncia tácita del
asegurador a invocar las caducidades derivadas de las referidas inobservancias
de cargas, bloqueándole la viabilidad de una acción de regreso.
209
legitimación procesal. La posibilidad del desplazamiento de la dirección del
proceso en favor del asegurado, en la mayor cantidad de ocasiones halla su
fundamento en la decisión del asegurador de limitar la garantía comprometida
(arg. art. 110 inc. a], L.S.) o en eliminar eventuales acciones de responsabilidad
civil cuando es notoria la diferencia entre la suma asegurada y el monto
demandado por el que tiene que asistir al asegurado.
210
Si se reconoce autonomía funcional a los protagonistas de la controversia en
análisis, de manera que cada uno tenga competencia plena para ejercer los
derechos, responsabilidades y cargas que le competen en el litigio, no parece
recomendable en lo procesal forzar a una situación límite como lo constituye el
litisconsorcio necesario si, a través del litisconsorcio facultativo, las metas
perseguidas se logran de manera eficaz. Creemos haber demostrado, y las
derivaciones jurisprudenciales lo confirman, que alojar el tema dentro de ese
marco ha permitido obtener logros positivos para el conjunto de los intereses
involucrados.
Entonces, para qué cambiar una técnica que, en la práctica, se ha mostrado
útil.
211
el damnificado puede citar en garantía al asegurador. Y en su apartado 4º, el
texto señala que de la misma atribución ex lege participa el asegurado. Como se
advierte, es facultativo convocar al proceso al asegurador, de donde se deduce
que no nos hallamos frente a una hipótesis de litisconsorcio necesario, pues el
juez no se halla precisado a integrar la litis mediante la participación del
asegurador con fundamento en que el proceso habrá de carecer de utilidad
práctica(195).
f) Desde otra perspectiva, pero en convergente conclusión, cabe recordar que
el seguro contra la responsabilidad civil, ha sido concebido en Argentina, como
contrato celebrado en favor del asegurado, lo que implica que no se ha
estipulado en miras de un eventual tercero beneficiario (damnificado), sino por
cuenta y en favor del potencial responsable (asegurado). De donde la obligación
principal del asegurador —mantener indemne al asegurado de cuanto deba
pagar al tercero, según lo previsto en el contrato—, emplaza la hipótesis negocial
en una relación que sustancialmente vincula al responsable y a su garante.
De suerte tal que el tercero (damnificado) carece de legitimación material no
sólo por no ser parte del contrato (seguro), sino además porque, por añadidura,
el texto legal no tolera que se le extiendan los efectos del contrato celebrado
entre asegurado y asegurador, lo que implica que no puede invocarlo a su favor
(art. 1022, CCyCN).
g) A mayor abundamiento, señalamos que, por aplicación del artículo 158-1,
Ley de Seguros, la definición legal que del instituto suministra el artículo 109 del
mismo cuerpo legal, ya sea por su letra o naturaleza, es inmodificable(196).
Ello significa que, ex lege, se atribuye a la definición del seguro contra la
responsabilidad civil, categoría de norma imperativa. Y ella porta esa eficacia
cuando, por su letra (criterio filológico) o por su naturaleza (criterio funcional),
impide a las partes hacer prevalecer sus reglas de autonomía. De donde, por
ejemplo, no podrían (negocialmente) estipular en favor del damnificado, lo que
significa —en conclusión— que el tercero no adquiere, por efecto del contrato
(del que no es parte), un derecho propio contra el asegurador.
h) Argumento visceral a los fines de sostener la inexistencia de litisconsorcio
necesario, lo constituye el "contenido complejo del proceso de daños" promovido
por el damnificado con participación de la aseguradora.
La estructura compleja del litigio se pone en evidencia al tiempo que
comprendamos la existencia de una pluralidad de relaciones sustanciales. En
efecto, el tercero (víctima) es titular de una pretensión resarcitoria contra el
responsable del daño (asegurado). La fuente de su legitimación activa halla
soporte en la acción u omisión antijurídica dañosa.
Por su parte, citado el asegurador al proceso —ya sea por su asegurado, por
el damnificado o por ambos a la vez—, su intervención no se funda en el deber
general de reparar el daño causado, sino en la obligación que le viene
preceptivamente impuesta (art. 109, L.S.) y contractualmente asumida en favor
del asegurado, y que consiste en mantener indemne el patrimonio de este último
de cuanto deba pagar al tercero.
Como se advierte, en un único e inescindible proceso, se generan dos
pretensiones funcionalmente distintas: (a) la del tercero contra el asegurado, de
212
responsabilidad y (b) la dirigida contra el asegurador, de garantía y que,
operando en planos superpuestos (hasta el límite de la superposición de
prestaciones), se refunden en un pago extintivo de dos acreencias de distinta
fuente(197).
En síntesis, al ser distintas las relaciones sustanciales que vinculan al tercero
con el responsable y a éste con su asegurador, queda descartada toda
posibilidad de subsumir este supuesto en un litisconsorcio necesario que, por
naturaleza, requiere de una forzosa unidad de relación sustancial.
213
De tal suerte que, razones de conexidad existentes entre el contrato de seguro
celebrado por el responsable y el asegurador, y la citación en garantía al último,
en el proceso promovido contra el primero, hacen incuestionable la necesidad
de que en un único pronunciamiento se resuelvan todas y cada una de las
cuestiones propuestas, con relación a cada una de las partes principales, aun
coadyuvantes, que intervienen en el proceso, lo que incluye defensas,
excepciones o recursos deducidos por todos o algunos de los sujetos del litigio
(ver art. 34, inc. 5º, aps. "a" y "e", CPCCN).
Lo que queremos señalar es que, si bien es cierto que en el litisconsorcio
pasivo voluntario que conforman asegurado y asegurador, subyace la suerte
común derivada de un vínculo contractual antecedente, ello es operativo en el
marco de una relación jurídica sustancial que no es objeto de debate en el
proceso.
Tanto no lo es, que cada litisconsorte pasivo, asegurado o asegurador, aun
cuando ambos se hallen representados por un único profesional, el designado
por el asegurador, mantienen funcionalmente frente a su adversario (actor-
damnificado), autonomía, de modo que deben ser considerados en sus
relaciones con la contraparte como litigantes distintos y los actos de uno, en
principio, no aprovechan ni perjudican a los demás, salvedad hecha de lo que
expondremos adelante.
En otras palabras, si bien el litisconsorcio voluntario pasivo, constituido por
asegurado-asegurador, conforman una relación procesal única con pluralidad de
partes principales, cada una de ellas actúa autónomamente.
De allí que, a título de ejemplo, si el asegurado no opone determinadas
defensas, el asegurador puede igualmente hacerlo; y si el asegurado resulta
condenado y consiente dicho pronunciamiento, el asegurador, de todos modos,
se halla habilitado para recurrir contra el fallo. Podrá acontecer en este caso que,
por sentencia firme de Primera Instancia, resulte condenado el asegurado y que
la Alzada desestime la demanda contra el asegurador, aun en la hipótesis de
que —repetimos—, ambos sean asistidos por el mismo profesional designado
por el último en su condición de director del proceso(201).
A las razones expuestas en párrafos anteriores —desde la perspectiva de un
contenido litigioso en general homogéneo pero con áreas diferenciables—que
habilitan al asegurador a recurrir, aun cuando no lo haya hecho el asegurado,
agregamos las siguientes:
a. Si el asegurador, al igual que el asegurado, es legitimado con autonomía
procesal, la situación del segundo no puede retrogradar los derechos y defensas
recursivas del primero, ni desmantelar sus posibilidades procesales.
b. No puede afirmarse que, de consentir el asegurado la sentencia, ello hace
inexcusable la garantía del asegurador, cuando siendo este último parte procesal
y no teniendo otra restricción que no sea la oposición de defensas ulteriores al
siniestro, se halla habilitado para acreditar un factor atributivo de la
responsabilidad de la víctima o la existencia de un hecho exógeno a su radio de
previsibilidad.
c. La condición de parte que ostenta el asegurador y su condición de
litisconsorte autónomo, lo habilita para agotar jurisdiccionalmente la esfera
214
procesal de la prueba. Nada impide al asegurador demostrar, por las suyas, la
inexistencia de los presupuestos de la responsabilidad civil atribuida al
asegurado.
d. No puede construirse la inexcusabilidad de la garantía del asegurador sobre
la negligencia procesal del asegurado, su abandono del juicio o de los recursos.
El asegurador no garantiza la actividad procesal del asegurado(202). Se advierte
con claridad el juego armonizante de los principios entremezclados, todos
respetables, que se van calibrando en razón de sus respectivos niveles y fines.
215
1863. NATURALEZA DEL LITISCONSORCIO
CONFORMADO POR ASEGURADO Y ASEGURADOR
(CONT.). EL INTERÉS EN IMPUGNAR. HIPÓTESIS DE LA
SENTENCIA DE CONDENA CONSENTIDA POR EL
ASEGURADO Y RECURRIDA POR EL ASEGURADOR
216
estéril) de hacerse cargo de las diferencias que en el contenido de la sentencia
de mérito corresponden a cada uno de esos centros de intereses y, obviamente,
a la energía que el segundo de ellos suministra a su titular para, autónomamente,
alzarse contra el fallo e impugnar la condena(208).
Aceptada la calidad de parte procesal que ostenta el asegurador citado en
garantía, va de suyo que tal condición no es factible de ser recortada, pues ello
importaría menoscabar la garantía de defensa, y este valor —a través de una
interpretación armonizante—, es el que reviste un grado subordinante(209).
Especialmente vale lo expresado al tiempo de que no pase desapercibido que
una sentencia de condena que incluya al asegurador, obliga a éste
concurrentemente (no solidariamente) con el asegurado, lo que implica —en el
marco regulatorio de las obligaciones conexas— la inexistencia de relaciones
internas de contribución. Al cabo, si se halla obligado a soportar íntegramente lo
debido, no es racionalmente atendible amputar su condición genuina, cabal y
plena de parte procesal.
Si el asegurador es legitimado con autonomía procesal, al igual que el
asegurado, la situación en el proceso de este último en cuanto consintió la
sentencia de condena, lo que lo torna deudor en firme, no puede subordinar el
ejercicio de los derechos recursivos del primero, frustrando sus expectativas en
el proceso.
Por lo demás, la inexcusabilidad de la garantía del asegurador no es posible
edificarla con fundamento en la negligencia procesal del asegurado, como lo
sería el dejar de recurrir una sentencia de condena, pues si algo no garantiza el
asegurador es la ordinaria diligencia de litis del asegurado.
217
1865. EFECTOS DEL LITISCONSORCIO FACULTATIVO
PARA EL CASO EN QUE LA SENTENCIA DE CONDENA,
APELADA SÓLO POR EL ASEGURADO (DIRECTOR DE LA
LITIS), SEA REVOCADA EN ALZADA
Otro supuesto digno de ser examinado está vinculado a los efectos del
litisconsorcio facultativo de asegurador y asegurado cuando el primero declina la
gestión del proceso en favor del segundo, recae sentencia condenatoria para
ambos, sólo apela el asegurado y la Alzada revoca el pronunciamiento con
relación al apelante.
Por una pluralidad de razones estimamos que la sentencia de Segundo grado
en cuanto revoca la condena al asegurado, propaga sus efectos al
asegurador(210).
a. Una razón de orden material se halla vinculada al contrato de seguro contra
la responsabilidad civil: ha sido concebido por cuenta y en favor del asegurado,
asumiendo el asegurador la obligación de mantener indemne sólo a su
cocontratante del débito de responsabilidad civil en que haya incurrido. Si la
Alzada revoca el pronunciamiento y rechaza la demanda es porque ha quedado
demostrada la inexistencia del presupuesto esencial de una demanda por daños:
la responsabilidad civil del asegurado. En consecuencia para el asegurador
desaparece la "causa" de garantizar; al no resultar condenado el asegurado, su
patrimonio permanece tan incólume como se hallaba antes de verificado el
siniestro, por lo que rechazada la demanda, cesan los efectos del siniestro.
En efecto, la sentencia de Alzada declara la inexistencia de daño.
Entonces, al establecerse que el asegurado nada debe al damnificado, por
conexidad, el asegurador nada debe al asegurado.
Y sustancialmente, tampoco debe nada al damnificado, con quien no tiene
relación contractual alguna.
b. Ninguna razón procesal habilita al damnificado, para hacer valer frente al
asegurador, una sentencia condenatoria firme. Es que, como ya quedó
expresado, uno de los efectos a considerar en el litisconsorcio facultativo es
que los "hechos comunes" deben ser considerados con relación a todos y cada
uno de los litisconsortes. La defensa opuesta por el asegurado consistente en la
inexistencia de responsabilidad civil —hecho común— y de importancia decisiva
para todos los circuitos en examen, motivará que el rechazo de la demanda
contra el asegurado comunique sus efectos al asegurador.
Acontece que en el proceso de daños, asegurado y asegurador, integran un
litisconsorcio facultativo fundado —en el caso que examinamos—, en la
adhesión formulada por el asegurador, en favor del asegurado, con motivo de la
pretensión que contra éste dedujo el damnificado(211).
Y la adhesión lo es en punto a la inexistencia del hecho común: la
responsabilidad civil.
218
Sobre el particular, se ha afirmado que "el resultado favorable de la estimación
de las pruebas rendidas por el asegurado, que realizó la Alzada, favorecen al
asegurador (212)toda vez que el examen de aquéllas, en punto a la inexistencia
de responsabilidad civil, reviste carácter general o común respecto de la totalidad
de los litisconsortes". Se trata de actuaciones en interés común, cumplidas por
el asegurado y que benefician al asegurador. Ocurre que la actividad procesal
del asegurado habrá de analizarse como sujeto pasivo de una obligación
sustancial (responsable civil) y no como la de un simple litisconsorte.
En ese caso, su conducta en la litis beneficiará al asegurador, no por efecto
propio de la relación procesal, sino como consecuencia de la relación material
(contrato de seguro). En este último caso, los vínculos existentes entre
asegurado y asegurador no subsisten aislados ni son independientes entre sí.
Se hallan coligados y convergen en la estructura unitaria de la obligación.
Desmembrarla sería una ficción deformante de la realidad y de los principios
aplicables.
219
que deriva la independencia de los actos de cada litisconsorte, es lo cierto,
asimismo que, por necesidad algunos efectos son comunes a todos, como por
ejemplo, el resultado de las pruebas(216).
Resta por añadir, que puede suceder que el asegurado asuma la dirección del
proceso, lo que presupone la designación de un profesional por él seleccionado
(de su privativa elección).
Siempre situados en la hipótesis que hemos identificado como aquella en que
el asegurador comparece al litigio sin oponer defensas nacidas con anterioridad
al siniestro, queda claro que nos hallamos ante un litisconsorcio pasivo
facultativo, por lo que ambos demandados conservan autonomía procesal. Cada
uno ostenta condición de parte y, como tal, se halla legitimado para oponer todas
las defensas y excepciones de que disponga, y cada uno asimismo habilitado
para deducir recursos.
La situación de adherente o coadyuvante que exhibe el asegurador, sólo se
halla limitada en punto a la articulación de actos procesales perjudiciales al
asegurado.
El supuesto examinado en el presente apartado nos ubica frente al caso en
que, declinada por el asegurador la dirección del proceso, la asuma el
asegurado. Si la gestión procesal es conducida regular y funcionalmente, se
hace operativo en plenitud, y sin reservas o cortapisas, lo dispuesto por el
artículo 118-3: "...La sentencia que se dicte hará cosa juzgada respecto del
asegurador y será ejecutable contra él..." (es un efecto impuesto,
racionalmente, ex lege).
En cambio, si la dirección del proceso ha sido ejercida abusivamente, si bien
es cierto que igualmente y frente al damnificado la sentencia de condena será
ejecutable contra ambos litigantes vencidos, una vez satisfecho el crédito del
damnificado por el asegurador, éste tiene derecho a una pretensión de reintegro
de lo abonado a deducir contra el asegurado (aquí cobran acabadas tonalidades
las dos órbitas y sus márgenes que no pueden dejar de respetar los límites de
razonabilidad y buena fe, que también, es obvio, rigen en el proceso, art. 34, inc.
5º, aps. "c" y "d").
Y ello sería así en tanto exista efectivamente una relación causal adecuada
entre la defectuosa gestión de litis ejercida por el asegurado y la condena
indemnizatoria cumplida por el asegurador. De modo que si resulta que, aun
cuando el asegurado hubiera adoptado una actitud procesal análoga a la del
asegurador, la sentencia habría sido condenatoria según el curso normal y
ordinario de las cosas, entonces no existiría derecho alguno al reintegro(217). En
220
todo caso, podría existir un nexo de causalidad entre la defectuosa gestión de la
litis ejercida por el asegurado y el daño cierto que para el asegurador implicaría
la pérdida de la chance de ser eximido del deber de indemnizar.
En cuanto al fundamento de la obligación de reintegrar, que en la hipótesis
gravaría al asegurado por el daño ocasionado al asegurador en virtud de una
antifuncional o irregular gestión de la litis, reposa en la idea del ejercicio abusivo
del derecho asumido al dirigir el proceso.
Efectivamente, la dirección del proceso ejercido por el asegurado, implica un
derecho que se desenvuelve en etapa de ejecución contractual. Se trata
entonces de un derecho relativo; tiene una "misión que desempeñar" y que en lo
esencial consiste en no contrariar los fines que la ley tuvo en mira al reconocerlo
(art. 10, CCyCN).
De manera pues que el asegurado puede incurrir en responsabilidad cuando,
al desenvolver su derecho de dirigir el proceso, asume una conducta de litis que
sea causa adecuada de perjuicios al patrimonio del asegurador.
Al cabo, la conducta omisiva del asegurado, en tanto ello implique ejercicio
declinante o abusivo del derecho asumido de gestionar la litis, le obliga a reparar
los perjuicios que sean consecuencia de ese proceder. Porque esa conducta es
contraria al ordenamiento jurídico, ya que la libertad de abstenerse, no permite
crear el riesgo de dañar a la contraparte, so pretexto de no existir una
estipulación expresa que imponga la carga de actuar.
221
Resta resolver la cuestión material, o sea, la derivada del contrato de seguro.
En este caso, el asegurador deberá alegar y probar la gestión abusiva, el daño
y la relación causal adecuada entre la dirección irregular del proceso y la
condena indemnizatoria contra el asegurado si es que resuelve resistirse en
ejecutar su obligación de indemnidad.
222
1870. LA CITACIÓN EN GARANTÍA Y SU MECÁNICA EN EL
PROCESO
223
a reparación pecuniaria alguna, no existe obligación para su asegurador de
mantenerlo indemne porque su patrimonio no sufre ninguna agresión"(224).
3) Sentido y alcance del privilegio consagrado en el art. 118-1, Ley de Seguros
El privilegio especial (constituido desde el ilícito lato sensu consagrado en el
primer párrafo del artículo 118 L.S.) —una vez hecho valer judicialmente— será
uno de los efectos necesarios que obtendrá el damnificado cuando el asegurador
se halle citado.
En este caso, de acogerse favorablemente la pretensión resarcitoria deducida
por la víctima, nace en su favor, un crédito contra el asegurado que goza, como
sostuvimos, de un privilegio especial.
Privilegio especial que se asienta sobre la suma asegurada y sus accesorios,
expresiones estas últimas, que deben ser entendidas como la indemnización a
cargo del asegurador cuando revista condición de exigible.
O sea que, el privilegio del damnificado, opera sobre la indemnización debida
por el asegurador al asegurado, una vez que el crédito de este último sea exigible
al segundo.
4) Competencia
Del juego armónico de los artículos 5º, inciso 4º, Código Procesal y 118,
apartado 2º, Ley de Seguros, resulta que para conocer de las acciones derivadas
de hechos ilícitos, cuando también se cita en garantía al asegurador del presunto
responsable, son competentes (a) el juez del lugar del hecho, (b) el del domicilio
del demandado o (c) el del domicilio del asegurador.
I) La acción entablada ante la sede de una sucursal debe estar referida a la
ejecución de obligaciones por ella contraídas, por los agentes locales de la
sociedad, en el ámbito de su jurisdicción(225). En el sentido indicado, se tiene
expresado que el art. 118, L.S. se refiere al domicilio estatutario que la
aseguradora tiene registrado ante la autoridad societaria competente o donde
funcione su dirección y administración, y en caso de que posea distintas
sucursales rige el art. 90 inc. 4 del Código Civil en cuanto prevé que en ese
supuesto tienen su domicilio especial en el lugar de dichas sucursales, pero solo
para la ejecución de las obligaciones allí contraídas por los agentes locales de la
sociedad(226).
Ello también en función de lo dispuesto por el artículo 90, inciso 4º del Código
Civil. E incumbe al damnificado invocar y acreditar que el contrato de seguro fue
celebrado en la jurisdicción donde ha promovido el juicio, lo que no significa otra
cosa que probar el extremo que torna viable el desplazamiento de la
competencia que admite el artículo 118, L.S. (por lo demás, de interpretación
restrictiva)(227).
La cuestión referida a qué es lo que se entiende por sucursal de la empresa
aseguradora, está regulada por la Resolución de la S.S.N. 1591 del 3 de mayo
de 1949. Se la define como "la representación de las compañías argentinas de
seguros facultadas para contratar en forma directa operaciones de seguros,
emitiendo pólizas y demás documentos necesarios a la perfección de los
contratos de seguros y a la atención, liquidación y pago de las obligaciones
emergentes de los mismos".
224
En consecuencia, será juez competente el del domicilio de la sucursal de la
empresa aseguradora, siempre y cuando el siniestro por el que se acciona, se
halle cubierto por una póliza emitida por aquélla. El expuesto, es el criterio
adoptado por los Principios de Unidroit (art. 1.10): "Cuando una de las partes
tiene más de un establecimiento, el "establecimiento" relevante será el que
guarde la relación más estrecha con el contrato y su cumplimiento, habida cuenta
de las circunstancias conocidas o contempladas por las partes antes de la
celebración del contrato o en ese momento".
II) En contra, se tiene decidido que "no cabe establecer diferencias entre los
distintos domicilios comerciales del asegurador: casa matriz, agencias,
delegaciones, a los efectos del ejercicio de la facultad conferida al damnificado
por el art. 118-2, L.S. ya que dicha norma ha sido consagrada inequívocamente
para posibilitar a la víctima el cobro de indemnización en forma fácil y rápida de
tal manera que, ajena como es a la relación de seguro, no tiene porqué saber en
cuál de los diferentes domicilios del asegurador del responsable se celebró el
contrato, ni tiene porqué ser obligada a realizar una compleja investigación para
determinar cuál de las distintas representaciones del asegurador debe
intervenir"(228).
5) Condición de parte procesal del asegurador citado en garantía
El asegurador citado en garantía reviste en el juicio carácter de parte
procesal(229), lo que lo habilita para la realización de la totalidad de los actos
procesales(230). Cuando su intervención en el proceso obedece a la convocatoria
que, indistinta o conjuntamente, le efectúan la víctima y/o asegurado —insistimos
en destacarlo— será coactiva (arts. 94, 95 y 96 del CPCCN y 118, aps. 2º y
4º, ley 17.418). Se halla, en tal caso, legitimado para el ejercicio de su derecho
de defensa con la debida amplitud(231) y con la sola limitación de no poder oponer
aquellas excepciones nacidas con posterioridad al siniestro (art. 118-3, L.S.). La
sentencia que se dicte le alcanza con la autoridad de la cosa juzgada, en la
medida del seguro(232)y en el mismo proceso. Deberá ser citado en la forma
dispuesta por los artículos 94 y 338, Código Procesal. Su no comparecencia no
lo sustrae de las consecuencias que le puede ocasionar el fallo que recaiga(233).
6) Oportunidad hasta la cual puede efectuarse la citación en garantía
La víctima y el asegurado pueden citar en garantía al asegurador hasta el
momento en que se halle firme el auto de apertura a prueba. Mientras no se halla
precluida la etapa postulatoria y las partes no se hayan introducido en la
instructoria, tienen derecho a citar(234).
7) Pronunciamiento del asegurador en torno a los derechos del asegurado
El asegurado debe pronunciarse en torno a los derechos del asegurado en el
plazo previsto por el art. 56, L.S. Dicho pronunciamiento debe efectivizarse aun
cuando se funde en exclusiones o suspensiones de cobertura o inobservancia
de cargas(235). En el pronunciamiento a efectuar, el asegurador debe indicar con
claridad las razones del rechazo. El plazo previsto por el art. 56, L.S. se computa
desde la recepción de la denuncia del siniestro o desde la recepción de la última
de las informes complementarias que haya recibido.
8) Condena al asegurador en el proceso seguido sólo contra el conductor no
asegurado
225
Se tiene expresado, acertadamente, que para condenar al asegurador en los
términos del artículo 118 de la ley 17.418, no es menester integrar la litis con
quien ha contratado el seguro, pues basta haberlo hecho con quien conducía el
rodado con su autorización(236). De allí que se tenga decidido que "corresponde
hacer extensiva la condena a la aseguradora del automotor, cuando el
asegurado no integró la litis, resultando suficiente haber incoado la acción contra
el conductor del rodado que contaba con autorización al efecto y al que le había
sido delegada la guarda del mismo"(237). En la misma línea de reflexión, se ha
decidido la procedencia de la citación en garantía, aunque se encuentre
prescripta la acción deducida contra la empresa transportadora por los daños y
perjuicios sufridos por un pasajero a causa de un accidente de tránsito, mientras
la acción dirigida contra el conductor del vehículo se mantenga viva(238). Aun
predispuesto, es el texto contractual quien asimila la figura del asegurado con la
del conductor, obviamente siempre y cuando se halle autorizado para conducir
el automotor en que se asienta el riesgo.
9) Condena al asegurador en el proceso seguido contra un asegurado a quien
resulta jurídicamente imposible notificarle la demanda
También se ha resuelto que si la actora debe demandar al asegurado y ello se
torna jurídicamente imposible, no puede sino obviarse en el caso dicha acción y
tener por bien dirigida la pretensión directamente contra la aseguradora, última
responsable, en definitiva —ya que por acción directa o directa no autónoma no
debe eludir sus obligaciones—, pues lo contrario repugna a los valores que
justamente ha de tener en cuenta el juzgador: en el caso, revistiendo el
asegurado la calidad de diplomático, era necesario para traerlo a juicio la
conformidad de su Gobierno (art. 24, inc. 1º, decreto-ley 1285/58) autorización
que éste denegó(239).
10) Oportunidad a partir de la cual el asegurador ostenta condición de parte
procesal. Efectos
Una vez citado, el asegurador ostenta condición de parte procesal(240) en
calidad de litisconsorte pasivo y voluntario ya que su presencia en el proceso no
es indispensable para la eficacia de la sentencia(241).
En el sentido indicado, se tiene expresado que "la citación solicitada y
ordenada respecto del asegurador lo transforma en parte en el juicio, pudiendo
oponer todas las excepciones que hagan a su derecho y ser condenado"(242).
Como tal, puede oponer al tercero damnificado las defensas nacidas con
anterioridad al siniestro(243), entre ellas, "las atinentes al hecho motivador de la
responsabilidad"(244); pudiendo recurrir de la sentencia, aun cuando no lo haya
hecho el asegurado(245).
11) Naturaleza del litisconsorcio conformado por el asegurador y el asegurado
Se trata de un litisconsorcio voluntario.
Es aquel que presupone una acumulación subjetiva simple o voluntaria en una
relación procesal única(246), en consideración a distintos litigantes vinculados por
pretensiones que resultan conexas en virtud de la causa o del objeto o de la
causa y del objeto, y en virtud de una decisión libre y voluntaria.
226
En este supuesto, las partes procesales actúan con independencia entre sí, lo
que implica, en principio, que los actos de uno no aprovechan ni perjudican a
otros como, por ejemplo, la rebeldía del asegurado no habilita la traba de una
medida precautoria contra el asegurador; que a cada litisconsorte se le reconoce
legitimación autónoma, lo que presupone asumir condición de parte con plenitud
de atribuciones(247).
12) El asegurador citado en garantía no puede oponer al damnificado las
defensas nacidas con posterioridad al siniestro
Así, son inoponibles la denuncia tardía del siniestro(248); la falta de denuncia
del mismo(249); la inobservancia por el asegurado de la carga de informar la
existencia del proceso civil(250); o hacerlo fuera de término(251); y en general todas
aquellas basadas en la inobservancia por el asegurado de cargas informativas o
de transmisión, ulteriores al siniestro, todo ello sin perjuicio del derecho del
asegurador de deducir una pretensión de regreso, por la vía que
corresponda(252). La limitación a las defensas oponibles por el asegurador no
importa una restricción a su derecho de defensa, pues el artículo 118-3, L.S.,
simplemente deja a salvo el derecho del damnificado, frente a eventos que se
hayan producido después de nacido su derecho por el daño sufrido(253).
13) El asegurador citado en garantía sólo puede oponer las defensas nacidas
con anterioridad al siniestro
El principio general, es el expuesto: quien responde a la citación en garantía
(art. 118, L.S.) sólo puede oponer al damnificado las defensas que hacen a su
legitimación pasiva, es decir, aquellas anteriores al siniestro y resultantes del
contrato de seguro, que demuestren al momento del siniestro no existía
cobertura o, en su caso, las limitaciones que ésta tenía(254).
A contrario sensu, el asegurador citado en garantía puede oponer las defensas
nacidas con anterioridad al siniestro y resultantes del contrato de seguro(255).
Con mayor precisión importa afirmar que las defensas nacidas con
anterioridad al siniestro, deben fundarse en la inexistencia de contrato de seguro,
o existiendo el contrato, en que el mismo no incluye el riesgo motivo de proceso,
o que lo excluye (expresa o implícitamente), o que habiéndose cubierto el riesgo,
el siniestro no se halla garantizado por alguna hipótesis de delimitación causal
subjetiva, como podría ser el dolo(256) o la culpa grave del asegurado(257) o en fin,
que nos hallemos frente a una hipótesis de suspensión de cobertura (arts. 31-1
y 39, L.S.), reticencia, existencia de franquicia(258), etcétera.
Queda expresado que las defensas oponibles son aquellas nacidas antes del
siniestro, de suerte tal —se tiene decidido—, que si el empleador (tomador)
omitió la denuncia del siniestro o tergiversó la fecha del accidente con el único
fin de que éste quedara alcanzado por la cobertura, esta defensa no puede ser
alegada por el asegurador respecto del tercero damnificado por ser posterior al
siniestro, sin perjuicio de los derechos que puedan hacerse valer entre los
contratantes del seguro(259).
En el caso que el asegurador oponga defensas anteriores al siniestro,
"despliega una actitud adversa no solo al actor sino al propio demandado,
poniendo en juego un derecho propio incompatible con las pretensiones de las
partes principales persiguiendo, como finalidad, evitar que la sentencia a
pronunciarse entre las partes principales le afecte"(260).
227
14) Presupuesto de admisibilidad para la oposición de excepciones
Constituye presupuesto de admisibilidad de la excepción opuesta por el
asegurador de exclusión de cobertura, que previamente se haya pronunciado
adversamente a los derechos del asegurado en el plazo previsto por el art. 56,
L.S, ya que si recién lo hace al contestar la citación en garantía, la referida
excepción será calificada de extemporánea(261).
La excepción a este principio está dada por el conocimiento ulterior tomado
por el asegurador.
15) Prueba del contrato y de las excepciones
En principio, y tratándose de la citación en garantía efectuada por el tercero
damnificado, la prueba de la existencia del contrato de seguro de responsabilidad
civil recae sobre aquél(262).
En cuanto a la prueba de las excepciones, también en principio, se aplica el
criterio de distribución en torno a la carga probatoria contenida en el art. 377-2
del CPCCN. En efecto, incumbe al asegurador que invoca una defensa anterior
al siniestro, como ser suspensión o exclusión de cobertura(263), reticencia o
agravación del riesgo, la carga de la prueba del presupuesto de hecho de la
norma o normas que invoque como fundamento de su defensa o excepción.
Hoy, los principios a los que hemos hecho referencia, se hallan relativizados
por reglas que atienden a una visión más flexible y funcional, colocando el acento
en la necesidad de que se satisfaga el deber de colaboración que incumbe a
cada una de las partes en función de la postura adoptada en la relación y en el
conflicto en concreto a dilucidar. De allí que hoy se postule una visión más
solidarista y dinámica de la carga de la prueba, abandonándose los criterios
clásicos caracterizados por su rol estático en el proceso(264).
En esta línea de reflexión se tiene expresado que el asegurador está en
mejores condiciones técnicas, profesionales o fácticas para producir la prueba
sobre la existencia y vigencia o no del contrato de seguro, aplicándose el
principio de las cargas probatorias dinámicas en donde la distribución de éstas
se debe colocar en cabeza de la parte que se encuentra en mejores condiciones
para producirla(265).
16) La sentencia dictada contra el asegurado en juicio seguido por el
damnificado, hace cosa juzgada respecto del asegurador y deviene ejecutable
contra él en la medida del seguro
La aseguradora citada en garantía se encuentra alcanzada por los efectos de
la sentencia y en la medida del seguro, por lo que el monto de la cobertura
contratada, lo que incluye la franquicia, marcará el límite de la obligación
indemnizatoria de aquélla(266).
La "medida del seguro" es un hecho que debe ser alegado y acreditado por el
asegurador, al punto que se tiene decidido que si no se puede determinar el
alcance del seguro por haberse omitido acompañar la póliza en ningún tramo del
proceso, a la aseguradora citada en garantía, le corresponde la condena en su
totalidad(267). Se trata de un hecho invocado como eximente (art. 377, CPCCN).
Como quiera que sea, de ordinario, los límites que convencionalmente han
acordado las partes como ser franquicias, descubiertos, topes, etc., son
228
expuestos al contestar demanda (escrito postulatorio), pero dicha carga debe
extenderse hasta la etapa de liquidación.
O dicho de otra manera, si la citada en garantía es deudora de su asegurado
dentro de los límites emergentes del contrato de seguro que los vinculó (arts.
116 y 118, L.S.), tal prestación encauzada finalísticamente a satisfacer al tercero
damnificado no puede verse agravada por el mayor valor de la indemnización
que exceda los límites convenidos en la póliza. Caso contrario, importaría una
violación inadmisible del principio resarcitorio sustentado en la Ley de Seguros.
En esa línea de reflexión se tiene expresado que el artículo 118 de la Ley de
Seguros ratifica que la cuantía de la obligación del asegurador sólo puede
extenderse hasta el límite del seguro y nunca más allá de lo acordado en el
vínculo contractual, o sea de la suma garantizada por responsabilidad civil; la
fórmula mentada, "en la medida del seguro", es útil, pues comprende el capital
debido, los importes proporcionales por las costas, gastos judiciales y
extrajudiciales e intereses correspondientes, cuya amplitud podrá conocerse
recién al tiempo de la liquidación, con la limitación que impone la suma
asegurada en la póliza(268). Otra aplicación de la frase "en la medida del seguro"
se halla en la franquicia la que, a su vez, es oponible al tercero damnificado(269),
en un marco de razonabilidad.
17) La extensión de la condena. La frase "en los límites del seguro"
La responsabilidad se extiende al pago de los gastos y costas judiciales (art.
110, inc. a]) y está sometida a la regla proporcional (art. 111-2). En efecto, la
garantía del asegurador comprende el pago de los gastos y costas judiciales
efectuados para resistir la pretensión del tercero incluyéndose, bajo ciertas
circunstancias, los honorarios del abogado designado por el asegurado(270). Esas
circunstancias pueden estar motivadas (a) en una autorización prestada por el
asegurador para que el asegurado se vea asistido por un profesional de su
confianza, o (b) en el hecho que el asegurador al haber declinado su garantía,
haya motivado que el asegurado se haga asistir por un abogado contratado al
efecto y que, al cabo, la sentencia definitiva haya desestimado las razones
expuestas por el asegurador.
El cumplimiento de la condena debe hacerse dentro de los plazos
procesales(271).
Una razón de política jurídica fundada en el principio de economía procesal,
es la que sustenta la directiva consistente en que, una vez integrado el proceso
con todos los interesados, se dicte una única sentencia(272). Lo expuesto importa
evitar la actividad jurisdiccional múltiple y la promoción de juicios que, en
definitiva, pasarán a ser resueltos en una sentencia única, dándose a los terceros
la oportunidad de ser oídos, en resguardo de la garantía constitucional de
defensa en juicio, produciendo la cosa juzgada pleno efecto en relación a todos
los interesados(273).
La frase "en la medida del seguro" está referida al alcance o extensión de la
obligación del asegurador, la que se determina por la medida del daño
efectivamente sufrido y el monto asegurado(274), salvo las limitaciones
contractuales y legales. En efecto, "además del límite máximo de la
indemnización —que fija la suma asegurada— en algunos seguros se establece
229
el requisito que exceda de un mínimo: es la franquicia. Pero si ésta no ha sido
pactada, el asegurador debe indemnizar también los daños minúsculos"(275).
Lo expresado significa que la extensión de la obligación resarcitoria "se
desplaza pendularmente hacia uno u otro extremo", en el sentido que lo debido
por el asegurador, si bien viene sustentado sobre la base de dos presupuestos:
(1) el efectivo perjuicio o destrucción del interés por el siniestro y (2) por el límite
de la suma asegurada o medida en que la cobertura fue asumida por el
asegurador, existen hipótesis de delimitación objetiva de fuente legal (vicio
propio y lucro cesante) y otras de fuente contractual (franquicia o descubierto
obligatorio). Todo lo expresado se traduce en la frase: "en la medida del seguro".
Lo que significa que esta última no significa sólo "tope máximo" sino, además,
"piso mínimo". Lo hasta aquí expuesto puede sintetizarse expresando que
"cualquiera sea el alcance de la sentencia dictada en una acción de daños y
perjuicios, su ejecución contra el asegurador citado en garantía no puede
exceder el límite de la cobertura, pues el art. 118, L.S., sólo reconoce el derecho
de ejecutar la sentencia a su respecto en la medida del seguro, efecto limitado
que rige también en el supuesto en que la citación sea pedida por la víctima,
como que lo sea por el propio asegurado"(276).
18) La citación en garantía y el Código Procesal
La citación suspende el procedimiento hasta que comparezca el citado, o
hasta que venza el plazo que se le hubiere señalado para comparecer (art. 95,
CPCCN). La convocatoria al proceso deberá efectuarse mediante el traslado (art.
338, CPCCN) y en el plazo que corresponda conforme la naturaleza del juicio,
que se le haya asignado (art. 319, CPCCN).
Si el asegurador no comparece al proceso, la sentencia lo afectará como a los
litigantes principales (art. 96, CPCCN).
19) La citación en garantía se precluye con la efectuada por el damnificado o
por el asegurado
La citación a la que se hace referencia en el art. 118 L.S., indistinta o
conjuntamente la pueden efectuar el damnificado y el asegurado. Pero una vez
que el asegurador es notificado de la citación por uno de ellos (por ejemplo, el
damnificado) y no comparece, se precluye el derecho de citar, de manera que
es improcedente el intento del otro (por ejemplo, el asegurado) para realizar una
nueva notificación(277).
20) La carga probatoria
A cada parte incumbe la carga de probar los hechos que sirven de presupuesto
a la norma que consagra el efecto jurídico perseguido por ella, ya sea el
fundamento de su pretensión, excepción o defensa(278), de tal suerte que la
prueba de la existencia del contrato de seguro, en caso de negarse la relación
jurídica sustancial, corre por cuenta del citante; y la prueba de las defensas
oponibles, las anteriores al siniestro, por cuenta del citado en garantía(279).
21) Viabilidad de la excepción de falta de acción opuesta por el asegurador
demandado directamente por el tercero
Tanto quienes sostienen, que el artículo 118 de la Ley de Seguros, ha
emplazado auténticamente la figura de la citación en garantía, como aquellos
230
que afirman que se trata de una acción directa "no autónoma", coinciden en que
es procedente la excepción de falta de acción interpuesta por el asegurador ante
la demanda incoada en su contra en forma directa, ya que el artículo 118,
apartado 2º, sólo autoriza a citarla en garantía cuando previa o simultáneamente
se ha demandado al responsable(280).
231
expresamente y ello es así desde que los mismos pueden asumir actitudes
disímiles en el desarrollo del pleito (v.gr. la aseguradora podría apelar la
sentencia aunque ella esté consentida por el asegurado)(287).
Por lo demás, negarle al asegurador el derecho de recurrir, "importará violar
su derecho de defensa en juicio, atento que conforme al régimen previsto en la
Ley de Seguros la sentencia puede serle ejecutada"(288).
232
progreso de la excepción de falta de legitimación para obrar, por lo que cabe
imponérsele las costas"(291).
27) Costas a cargo del asegurado cuando designa su propio abogado sin
consentimiento del asegurador
En una acción de daños que finalizó con una transacción, las demandadas
deben asumir exclusivamente los gastos de su defensa si ello hizo a la relación
contractual asegurada-aseguradora y ese acuerdo, conocido antes del juicio,
establece que no son asumidas por la aseguradora cuando el asegurado ejerce
su propia defensa(292).
28) El estado de liquidación del asegurador citado en garantía ejerce fuero de
atracción sobre el proceso de daños(293)
La cuestión aparece resuelta por el art. 133 de la Ley de Quiebras 24.522 en
tanto establece que "Si una entidad aseguradora hubiera sido citada en garantía
y se hubiera dispuesto su liquidación de conformidad a lo establecido en la ley
20.091, el proceso continuará ante el tribunal originario, con intervención del
liquidador de la entidad o de un apoderado designado al efecto. La sentencia
podrá ejecutarse contra las otras partes intervinientes en el proceso que
resultaren condenadas a su cumplimiento, sin perjuicio de solicitarse la
verificación del crédito ante el juez que intervenga en el proceso de liquidación".
La solución legal pone de manifiesto que, entre asegurado y asegurador, no
existe litisconsorcio pasivo necesario pues, de haber sido así, "inexorablemente
la pretensión resarcitoria habría debido continuarse ante el juez que dispuso la
liquidación"(294).
29) El concurso del asegurado y la extensión del débito del asegurador
Con relación al asegurador, siempre y cuando haya habido sentencia de
condena en un proceso donde se le citó, acontece que, en razón que también es
obligado concurrente en favor del damnificado, deberá afrontar el pago de la
suma a la que resultó condenado en los límites de la suma asegurada y, con
deducción de lo que el damnificado haya percibido o esté percibiendo en el
concurso del asegurado. Y si en lo inmediato paga el total, se halla legitimado
para ejercer la acción de pago con subrogación.
Ello se explica en razón que la fuente (causa) de su obligación nace de la
sentencia de condena que constituye un título distinto y autónomo de la
obligación del asegurado. Por ello, el asegurador deberá afrontar el pago total
(sin quitas) de la suma a la que resultó condenado en los límites de la suma
asegurada.
Lo expresado precedentemente, es aplicable al curso de los intereses cuya
suspensión sólo operaría a favor del concursado (art. 19, Ley de Concursos y
Quiebras). En cuanto al asegurador, los adeuda por los mismos fundamentos
por los que debe el capital, en el marco de la suma asegurada y sus accesorios.
30) La intervención del asegurador en el proceso penal promovido contra el
responsable civil
Sobre el particular, se tiene decidido que "tratándose de una pretensión
resarcitoria —en el caso, por los daños derivados de un accidente—, promovida
en el juicio penal, la sentencia que admita el reclamo civil hará cosa juzgada
233
respecto del asegurador del civilmente responsable y será ejecutable contra él
en la medida del seguro". Y se agrega: "El asegurador citado en garantía no
puede ser condenado como demandado civil en el proceso penal y la sentencia
—en el caso, por los daños derivados de un accidente de tránsito— dictada en
éste, que será ejecutable en sede civil, sólo hace cosa juzgada en su contra
respecto de su condición de garante del civilmente responsable, en los términos
y límites de su obligación contractual (art. 61, ley 17.418), consistente en pagar
el resarcimiento fijado"(295).
31) Condena a deudores concurrentes. Supuesto
Si no es posible individualizar con certeza qué cuota del daño causado en la
persona de los actores por la instalación de una torre de telefonía y de una
antena para la recepción de comunicaciones entre teléfonos se produjo en cada
período de tiempo cubierto por dos compañías aseguradoras distintas que han
sido citadas en garantía, la condena resarcitoria debe dividirse en igual
proporción entre ambas(296).
Una visión comparatista del tema, aunque lo sea, sólo referida a un puñado
de países, nos va a ser útil para verificar una pluralidad de soluciones normativas
que exhibe el Derecho Comparado. En primer lugar, habremos de reseñar cómo
se regula el seguro contra la responsabilidad civil y, a continuación, las
modalidades que adopta este riesgo en consideración a distintas variantes que
habremos de ir formulando.
a) Quebec
(a) Se establece que el monto del seguro está afectado exclusivamente al
pago a favor de los terceros lesionados (art. 2500).
(b) El tercero lesionado puede hacer valer su derecho de accionar contra el
asegurado o el asegurador o contra uno y otro. La elección hecha por el tercero
a ese respecto no importa renuncia a sus otros recursos (art. 2501).
(c) El asegurador puede oponer al tercero lesionado las defensas que él habría
podido hacer valer contra el asegurado al día del siniestro, pero no puede oponer
las relativas a hechos sobrevenidos con posterioridad al siniestro. El asegurador
dispone, respecto de éstas de una acción recursoria contra el asegurado (art.
2502).
234
(d) El asegurador está obligado a asumir la defensa del asegurado en toda
acción dirigida contra el mismo. En ese caso, los gastos que resulten de la acción
contra el asegurado, comprendidos los de la defensa, así como los intereses
sobre el monto del seguro son a cargo del asegurador, aunque superen el monto
del seguro (art. 2503).
(e) No es oponible al asegurador ninguna transacción concluida sin su
consentimiento (art. 2504).
c) Suiza, Ley del 2 de febrero de 1904, con las reformas del 3 de octubre del
2000
Art. 60 b: Prenda legal del tercero lesionado
En caso de seguro contra las consecuencias de la responsabilidad legal, los
terceros lesionados tienen, hasta la concurrencia de la indemnización que les es
debida, un derecho de prenda sobre la indemnización debida al tomador del
seguro. El asegurador puede pagar directamente.
235
d) España, ley 50/1980
Art. 73: Por el seguro de responsabilidad civil, el asegurador se obliga a cubrir
el riesgo del nacimiento a cargo del asegurado de la obligación de indemnizar a
un tercero los daños y perjuicios causados por un hecho previsto en el contrato
de cuyas consecuencias sea civilmente responsable el asegurado.
Art. 76: El perjudicado o sus herederos tendrán acción directa contra el
asegurador para exigirle el cumplimiento de la obligación de indemnizar, sin
perjuicio del derecho del asegurador a repetir contra el asegurado, en el caso de
que sea debido a la conducta dolosa de éste, el daño o perjuicio causado a
tercero. La acción directa es inmune a las excepciones que puedan corresponder
al asegurador contra el asegurado. El asegurador puede, no obstante, oponer la
culpa exclusiva del perjudicado y las excepciones personales que tenga contra
éste.
236
indemnización debida por el asegurador es adquirida por la persona lesionada,
con exclusión de otros acreedores del asegurado.
Art. 87-2: ...El asegurador no puede oponer a la persona lesionada sino las
excepciones, nulidades y caducidades derivadas de la ley o del contrato y que
encuentren su causa en un hecho anterior al siniestro.
Art. 89: Intervenciones en el procedimiento.
Ninguna sentencia le es oponible al asegurador, al asegurado o a la persona
lesionada sino cuando ellos han estado presentes o han sido llamados a la
causa. Sin embargo, la sentencia dictada en una instancia entre la persona
lesionada y el asegurado es oponible al asegurador si se establece que él ha
asumido la dirección del proceso.
237
Para ello se hace menester operativamente que el último proponga contra el
garante (asegurador) una demanda de garantía o de regreso "que contiene en
sí la proposición de una nueva demanda del garantizado contra el garantizador".
i) Francia
Art. 124-1: En el seguro de responsabilidad civil, el asegurador no es tenido
como tal sino cuando, como resultado de un hecho dañoso previsto en el
contrato, una reclamación amistosa o judicial es hecha al asegurado por un
tercero.
Art. 124-2: El asegurador puede estipular que ningún reconocimiento de
responsabilidad, ninguna transacción, ajena a su intervención, le son oponibles.
La confesión de la materialidad de un hecho no puede ser asimilado al
reconocimiento de una responsabilidad.
Art. 124-3: "El asegurador no puede pagar a otro que no sea el tercero
perjudicado todo o parte de la suma por él debida, mientras dicho tercero no
haya sido resarcido, hasta la concurrencia de dicha suma, de las consecuencias
pecuniarias del hecho perjudicial que ha acarreado la responsabilidad del
asegurado".
La inmovilización de la indemnización del seguro en manos del asegurador en
beneficio de la víctima implica necesariamente, la atribución a ésta mientras no
haya sido indemnizada, del crédito del asegurado contra el asegurador.
238
La ley no menciona la acción directa y el hecho que no haya reglamentado
dicha acción con respecto a numerosos puntos, llevó a la jurisprudencia a llenar
las lagunas del legislador.
Durante un tiempo se sostuvo que la acción directa se funda en el contrato de
seguro y reposa en una estipulación a favor de tercero. Al mismo tiempo que
tendría como objetivo resguardarse contra las consecuencias de su
responsabilidad, el asegurado estipularía a favor de las víctimas eventuales, las
que, de tal manera, como beneficiarios, podrían valerse normalmente de los
derechos emergentes del contrato. Aunque no fuera expresamente formulada
por el asegurado, se incluiría tácita y obligatoriamente en una estipulación en el
contrato de seguro.
No es exacto que la acción directa tenga por fundamento el contrato de
seguro. Al asegurarse, el asegurado actúa únicamente en su propio interés y de
ninguna manera piensa en estipular en beneficio de las víctimas eventuales: por
su parte el asegurador se compromete contractualmente, no con las víctimas,
sino únicamente con el asegurado.
Si la víctima fuera beneficiaria de una estipulación a favor de tercero, su
derecho tendría como modelo el del asegurado que estipula y el asegurador
podría oponerle todas las excepciones oponibles al tomador. Sin embargo, el
asegurador no puede valerse con respecto a la víctima de las caducidades en
que ha incurrido el asegurado.
La acción directa se funda, así como la acción de la víctima contra el
responsable, en el hecho perjudicial causado por este último. Es en la lesión de
su derecho que la misma basa, el recurso contra el asegurador del responsable.
Y es la ley la que le atribuye el crédito del asegurado contra el asegurador y
le acuerda contra éste una acción directa, con el fin de gozar con exclusividad
de la indemnización del seguro y de poseer así una garantía especial para la
reparación de su perjuicio.
La acción directa tiene pues la misma naturaleza que la acción de la víctima
contra el responsable.
La acción directa constituye el ejercicio del privilegio instituido por la ley sobre
la indemnización del seguro en beneficio de la víctima.
El privilegio y la acción directa prácticamente se confunden y son inseparables:
el acreedor ejerce su privilegio persiguiendo directamente al deudor de su deudor
pues, estando determinado el valor de su prenda, el privilegio produce
inmediatamente sus efectos y de tal manera produce por sí mismo la atribución
al acreedor privilegiado.
La víctima posee algo más que un derecho de preferencia: dispone de un
derecho exclusivo sobre la indemnización del seguro.
Esta atribución exclusiva de la víctima del crédito del asegurado contra el
asegurador es la consecuencia de la inmovilización o del bloqueo —ordenado
por la ley— de la indemnización en manos del asegurador y el mecanismo que
la realiza es, en el fondo, el de la retención en manos del tercero.
239
1872. LOS SISTEMAS LEGALES DE SEGUROS CONTRA LA
RESPONSABILIDAD CIVIL. LAS DIFERENCIAS SE
SUSTENTAN SOBRE LA CUESTIÓN A LA QUE SE LE
ASIGNA MAYOR TRASCENDENCIA
a) Primer sistema
Se hace prevalecer el reconocimiento a favor del damnificado de un derecho
propio. Ese derecho propio se ejercita a través del reconocimiento de una acción
directa.
Suiza, Francia, México, Quebec y Bélgica, en ese orden, han optado por
establecer que el monto indemnizatorio se halla afectado al pago de la
indemnización en favor de la víctima.
En Suiza, se afirma que la indemnización constituye una prenda a favor del
tercero (art. 60 b).
En Francia, se establece que el asegurador no puede pagar a otro que no sea
el damnificado, lo que ha sido interpretado como una atribución del crédito (l.
124-3).
En México como una atribución a favor del damnificado a quien se lo identifica
como beneficiario (art. 147).
En Bélgica, la ley atribuye al lesionado un derecho propio contra el
asegurador... con exclusión de otros acreedores del asegurado (art. 86).
En Quebec, se establece que el monto del seguro está afectado
exclusivamente al pago a favor de los terceros lesionados (art. 2500).
240
Es el adoptado por Alemania, parág. 149, ley del 30 de mayo de 1908; Austria,
parág. 120, ley del 23 de diciembre de 1917; Italia, art. 1917; España, art. 73;
Cuba, art. 85; Argentina, art. 109; Bolivia, art. 1087.
Segundo criterio: se concibe al seguro contra la responsabilidad civil como una
estipulación a favor de tercero.
Es lo que establecen los arts. 1127 y 1133 de Colombia.
En el caso, bajo el rótulo de estipulación a favor de terceros, se alude al tercero
damnificado como beneficiario de la indemnización
c) Tercer sistema
Se basa en el modo seleccionado por el legislador para intervenir en el
proceso promovido por el damnificado.
Son dos: la acción directa o la citación en garantía.
La acción directa es aceptada expresa o tácitamente o por creación de la
jurisprudencia.
Tácitamente es aceptada por México (art. 147) y por Bélgica (art. 86).
Expresamente por España (art. 76); Cuba (art. 95); Bolivia (art. 1090) y
Colombia (art. 1133), entre otros.
Por creación de la jurisprudencia, citamos a Francia.
241
1873. OBSERVACIONES DE POLÍTICA LEGISLATIVA
SOBRE LA INTERVENCIÓN DEL ASEGURADOR EN EL
PROCESO DE DAÑOS
Sección XIV
Seguro contra la responsabilidad civil. Concepto
Artículo 200.— El asegurador se obliga a mantener indemne al asegurado de
cuanto deba pagar a un tercero, en razón de la responsabilidad prevista en el
contrato, a consecuencia de un hecho dañoso acaecido en el plazo convenido.
Dirección del proceso. Carga de transmisión de piezas
Artículo 201.— Si el damnificado hace valer judicialmente su derecho contra
el asegurado, éste tiene la carga de transmitir al asegurador las piezas que le
hayan sido notificadas en el plazo que se convenga.
Opciones del asegurador
242
Artículo 202.— En ese caso, el asegurador tiene el derecho de asumir la
dirección del proceso promovido por el damnificado, con independencia de si el
monto reclamado excede o no la garantía prevista en el contrato.
Si el asegurador declina la dirección del proceso, son aplicables lo dispuesto
en los artículos 201, 202 y 203.
Deber del asegurado
Artículo 203.— Constituye carga del asegurado cooperar con el asegurador
en lo que éste requiera en punto a la dirección de la litis, en la medida de la
razonabilidad de sus posibilidades.
Extensión de la garantía. Costas en el proceso civil
Artículo 204.— Si el asegurador asume la dirección del proceso, la garantía
comprende el pago de los gastos y las costas extrajudiciales y judiciales para
resistir la pretensión del tercero.
Renuncia inicial a la dirección del proceso. Costas e intereses
Artículo 205.— Si el asegurador renuncia a la dirección del proceso en favor
del asegurado, se aplica el artículo anterior.
Renuncia a la dirección del proceso luego de asumida
Artículo 206.— Cuando el asegurador deposite en pago la suma asegurada y
el importe de los intereses, gastos y costas devengados hasta ese momento,
dejando al asegurado la dirección exclusiva del proceso, se liberará de las costas
y de los intereses que se devenguen posteriormente.
Costas en la causa penal
Artículo 207.— Cuando el asegurador asuma la defensa del asegurado en el
proceso penal, su obligación se extiende al pago de las costas.
Obligación del asegurador. Medida
Artículo 208.— El pago de los gastos y costas los debe el asegurador en la
medida que fueren necesarios.
Regla proporcional
Artículo 209.— Si el asegurado debe soportar una parte del daño, el
asegurador reembolsará los gastos y costas en la misma proporción.
Instrucciones del asegurador
Artículo 210.— Si se devengaron en causa civil mantenida por decisión
manifiestamente injustificada del asegurador, éste debe pagarlos íntegramente.
Rechazo de la demanda
Artículo 211.— Las disposiciones de los artículos 201 a 205 se aplican
aun cuando la pretensión del tercero damnificado sea desestimada.
Penas
Artículo 212.— La indemnización debida por el asegurador no incluye las
penas aplicadas por autoridad judicial o administrativa.
Responsabilidad personal directivo
243
Artículo 213.— El seguro de responsabilidad por el ejercicio de una industria
o comercio, comprende la responsabilidad de las personas con funciones de
dirección.
Delimitación subjetiva del riesgo
Artículo 214.— El asegurado no tiene derecho a ser indemnizado cuando
provoque el siniestro por dolo, dolo eventual, culpa grave o culpa con
representación del que nace su responsabilidad. En el seguro automotor la
precedente exclusión se extiende al conductor asegurado.
Denuncia del siniestro
Artículo 215.— El asegurado, debe denunciar el hecho del que nace su
eventual responsabilidad dentro de los cinco días de producido si es conocido
por él o debía conocerlo, o desde la reclamación del tercero si antes no lo
conocía. La denuncia también podrá ser efectuada por el damnificado. Quienes
se halla gravados con la carga de denunciar el siniestro, deben dar noticia
inmediata al asegurador cuando el tercero haga valer judicialmente su derecho.
Cumplimiento de la sentencia
Artículo 216.— El asegurador cumplirá la condena judicial en la parte a su
cargo en los términos procesales.
Reconocimiento de responsabilidad
Artículo 217.— El asegurado no puede reconocer su responsabilidad ni
celebrar transacción sin conformidad del asegurador.
Cuando esos actos se celebren con intervención del asegurador, éste pagará
en los límites de la suma asegurada, pudiendo hacerlo entregando los fondos al
asegurado o directamente al damnificado o depositando en juicio, en el término
acordado convencionalmente o fijado judicialmente.
Allanamiento
Artículo 218.— El allanamiento a la pretensión judicial de la víctima efectuada
por el asegurado o por el conductor autorizado, sin intervención del asegurador,
es inoponible a éste.
Reconocimiento judicial de los hechos
Artículo 219.— El asegurado, en el interrogatorio judicial de los hechos, podrá
reconocer aquellos de los que derive su responsabilidad.
Contralor de actuaciones
Artículo 220.— El asegurador puede examinar las actuaciones administrativas
o judiciales motivadas o relacionadas con la investigación del siniestro y
constituirse en parte civil en la causa criminal.
Privilegio del damnificado
Artículo 221.— El crédito del damnificado tiene privilegio sobre la suma
asegurada y sus accesorios, con preferencia sobre el asegurado y cualquier
acreedor de éste, aún en caso de quiebra o de concurso civil.
Citación al asegurador. Plazo. Parte procesal. Medida del seguro.
Citación coactiva al asegurador por el damnificado. Plazo
244
Artículo 222.— El damnificado puede solicitar la citación al asegurador hasta
que se reciba la causa a prueba. En tal caso, debe interponer la demanda contra
el asegurado ante el juez del lugar del hecho, o del domicilio del asegurador.
Citación en garantía del asegurador por el asegurado. Plazo
Artículo 223.— El asegurado puede citar en garantía al asegurador hasta que
se reciba la causa a prueba.
Condición de parte procesal del asegurador
Artículo 224.— Una vez convocado el asegurador al proceso, adquiere
condición de parte con plena autonomía procesal, salvo lo que se dispone en el
inciso siguiente.
Defensas oponibles
Artículo 225.— En este juicio, el asegurador sólo podrá oponer a la víctima o
a sus derecho-habientes las defensas nacidas con anterioridad al siniestro.
En cambio, no podrá oponer las defensas nacidas después del siniestro, sin
perjuicio de la ulterior repetición de lo pagado contra el asegurado.
Cosa juzgada
Artículo 226.— La sentencia que acoja favorablemente la pretensión del
damnificado condenando concurrentemente al asegurado y al asegurador, sólo
será ejecutable contra éste en la medida del seguro.
Pluralidad de damnificados
Artículo 227.— Si existe pluralidad de damnificados, la indemnización debida
por el asegurador se distribuirá a prorrata. Cuando se promuevan dos o más
acciones, se acumularán los diversos procesos para ser resueltos por el juez que
previno.
245
importante que abrasa algo que no estaba destinado a arder" o a consumirse por
el fuego(1).
Este criterio es el seguido por la Ley de Contrato de Seguro de España, cuyo
artículo 45 establece que "...Se considera incendio la combustión y el
abrasamiento como llama, capaz de propagarse, de un objeto u objetos que no
estaban destinados a ser quemados en el lugar y momento que se produce".
Si ello es así, no constituye incendio (a) el calentamiento excesivo de una cosa
que produzca su pérdida total o deterioro ya que, en el caso, no hay
abrasamiento ni combustión. Es lo que se establece en el artículo L. 122 del
Code en Francia: "...No obstante, (el asegurador) no responderá, salvo convenio
en contrario, de los daños ocasionados por la sola acción del calor... si no ha
habido incendio ni comienzo de incendio...". Tampoco constituye incendio (b),
aunque exista llama, las cosas quemadas por el fuego en un hogar, estufa o
chimenea, cuando aquéllas no están destinadas a ser quemadas; Lo propio
acontece (c) con la autocombustión o fermentación no seguida de incendio,
porque falta la llama(2), (d) ni el fuego que produzca daños involuntarios, como
es el caso de chamuscarse o quemarse ropa colocada cerca de una estufa u
hogar porque no constituye incendio ya que, "para que exista incendio es
necesario que el fuego abandone su hogar y queme cosas que no estaban
destinadas a quemarse"(3), o cosas caídas en una chimenea u hogar por mero
descuido.
En cuanto a la noción legal, es la que surge de la previsión contenida en el
artículo 85, L.S. Como se advertirá, en la misma no se define el incendio ni se
menciona a la combustión y el abrasamiento con llama que dan vida al proceso
de ignición o inflamabilidad.(4) Sólo se menciona el alcance de la cobertura
asegurativa: la indemnización de los daños causados por la acción del fuego, las
medidas para extinguirlo, las de demolición, evacuación u otras análogas. Como
se advierte sólo se alude a las causas que lo provocan.
Como se advierte, la disposición precedente es descriptiva de un enunciado
de daños cubiertos o factibles de ser cubiertos por el incendio, al que no se define
pues, posiblemente, se consideró que es tema reservado a la consideración de
la doctrina o al precepto de autonomía incorporado a la póliza(5). Se trata del
mismo método que, como principio general, ha sido empleado en el Derecho
Comparado. Así, la ley alemana establece que "en caso de incendio el
asegurador deberá resarcir el daño derivado de la destrucción o del deterioro de
las cosas aseguradas, siempre que dicha destrucción o deterioro dependan de
la acción del fuego o sean una consecuencia inevitable del incendio. El
asegurador habrá de indemnizar igualmente el daño ocasionado durante el
incendio por los desprendimientos, demoliciones o desescombro; lo propio
procede respecto a un daño derivado de la pérdida de la cosa durante el
incendio..." (parág. 83). La ley belga con la reforma introducida en 1994 opta por
hacer una referencia inicial al ámbito de cobertura que extiende a los bienes
dañados por estragos causados por el incendio, el polvo, la explosión y la
implosión (art. 61). El reciente texto ordenado de México (2006) opta por
equiparar el seguro contra incendio al de explosión, fulminación "o accidentes de
naturaleza semejante" (art. 122).
246
La excepción al principio al que ya hemos aludido de "falta de definición", se
halla constituida, a título de ejemplo por la Ley de Contrato de seguro vigente en
España:
"...Se considera incendio la combustión y el abrasamiento como llama, capaz
de propagarse, de un objeto u objetos que no estaban destinados a ser
quemados en el lugar y momento en que se produce" (art. 45, L.C.S.). Lo propio
acontece, con el texto del artículo L. 122-1 del Código de Seguros de Francia:
"El asegurador contra el incendio responde de todos los daños causados por
conflagración, abrasamiento o simple combustión..."
El artículo 85, L.S. enuncia daños originados en la acción directa e indirecta
del fuego.
Estas últimas son las derivadas de las acciones humanas tendientes a
combatirlas y de los actos de salvamento, tales como el rescate y traslado de
bienes, apuntalamiento de inmuebles, privación del uso del bien dañado por el
incendio, el extravío de objetos "durante las operaciones tendientes a combatir
el fuego(6).
En cuanto a las causas del incendio, la ley no formula distinción entre causas
que provienen de la acción humana o de causas objetivas. En consecuencia, el
seguro contra incendio cubre las consecuencias derivadas de incendio
cualquiera sea la causa. Y lo hace a través de una norma imperativa por su texto,
aunque admite la extensión de la garantía asegurativa:
Daño indemnizable
Artículo 85.— El asegurador indemnizará el daño causado a los bienes por la
acción directa o indirecta del fuego, por las medidas para extinguirlo, las de
demolición, de evacuación, u otras análogas.
La indemnización también debe cubrir los bienes asegurados que se extravíen
durante el incendio.
247
fermentación(9). Esta última presupone una instancia previa a la combustión, por
lo que no son nociones equivalentes. De allí que se halle excluida de cobertura.
Se afirma que el fuego debe ser imprevisto lo que significa que debe hallarse
fuera de lo que se considere normal como lo constituye alcanzar una cosa
(mueble o inmueble) que, por su naturaleza y su uso, no se hallaba destinado a
ser destruida de ese modo.
Las pólizas aluden a los daños materiales causados a los bienes objeto del
seguro por la acción directa o indirecta del fuego, rayo o explosión. Entre los
daños indirectos se hallan los derivados de acciones tendientes a combatirlo o
extinguirlo, los comprendidos en la denominada carga de salvamento(10).
Uno de los caracteres definitorios del incendio alude a que los bienes dañados
no estaban destinados a ser quemados en el lugar y momento en que se
produce. Lo expresado se opone a la noción de "fuego utilitario" que es aquel
que es provocado voluntariamente con una finalidad predeterminada como, por
ejemplo, la cocina o la chimenea donde arden materias combustibles o la quema
de rastrojos en un campo.(11) Lo que significa que las cosas dañadas por el fuego
utilitario se hallan excluidas de la noción de incendio y, por tanto, de garantía
asegurativa.
248
mismos es útil al asegurador a los fines de identificar el alcance de la garantía
que asume, aunque cabe reconocer que la determinación de los mismos no
siempre es fácil. En efecto, cuando el objeto del contrato se halla constituido, por
ejemplo, por mercaderías no hay modo de designarlas individualmente, en
especial por la velocidad de cambio (reemplazo) de las mismas, hipótesis que
se resuelve a través de una "mención en conjunto de la especie de objetos que
constituyen el giro comercial, determinándose por aproximación, la cantidad y el
valor de los objetos", por lo que el contrato se establece por una suma
determinada sobre las existencias del comercio(15).
249
1879. RETICENCIA
La carga precontractual consistente en la declaración inicial, recae sobre los
elementos objetivos del riesgo (lo que se conoce como "azar-físico"), como
también, sobre los elementos subjetivos (lo que se enuncia como "azar-moral"),
todo ello condicionado a que el contenido de la declaración guarde pertinencia
(relación) con el riesgo objeto del contrato y se trate de una circunstancia
conocida por el tomador o el asegurado. Se afirma que existe pertinencia que
obliga a declarar, por ejemplo, en el seguro de incendio, todo incendio anterior
"sobre todo si es atribuible a la negligencia del tomador", comprendiendo aquel
que afecte otro edificio distinto al siniestrado, "ya que la mala suerte o la
despreocupación no se vinculan a un inmueble en particular".(18) Claro que si el
cuestionario omite interrogar al asegurando sobre incendios que afectaron a
otros inmuebles distintos del bien a asegurar, la carga estará sólo limitada al
siniestrado. Recae sobre el asegurador la carga de la prueba relativa a la
pertinencia existente entre las circunstancias omitidas o declaradas falsamente,
con la apreciación del riesgo. En el marco de un enunciado convencional sobre
circunstancias pertinentes con el riesgo de incendio, cabe añadir algunas otras
que se hallan incluidas en las pólizas que circulan en el mercado asegurador: (a)
si el tomador contrata por cuenta propia o a favor de un tercero o, dicho de otro
modo cuál es el interés económico lícito por el actúa; (b) si es propietario
exclusivo o condómino y, en general en qué carácter o interés actúa; (c) si se
trata de un inmueble, destino del edificio; si está edificado en terreno propio o
ajeno; si existen bienes asegurados que se hallan almacenados; (d) existencia
de mercaderías peligrosas por inflamables y explosivos; (e) si existen otros
seguros que cubran los mismos riesgos (f) sobre la existencia y destino de
inmuebles linderos; (g) existencia de siniestros anteriores a la celebración del
contrato.
250
responsabilidad con respecto al cumplimiento del contrato de seguro de
incendio(19).
El objeto debe hallarse determinado con referencia a bienes concretos en la
póliza o, cuando menos, determinable. Puede asegurarse el interés propio del
contratante (seguro por cuenta propia) como el interés de un tercero, conocido o
no, lo que constituye, según el caso, seguro por cuenta de un tercero o de quien
corresponda. Los bienes susceptibles de aseguramiento son todos aquellos
factibles de ser dañados por el incendio. Titular del interés asegurable lo será
cualquier poseedor que tenga interés en la conservación de los bienes o
responsabilidad por la conservación de la cosa entre otros, los acreedores(20).
1881. EL SINIESTRO
El siniestro es el incendio. Supone llamas, una gran quemazón que produce
perjuicios más o menos considerables que no pueden tener lugar sin la
combustión(21). Causa daños y pérdidas materiales provocados por la acción
directa del fuego y por las consecuencias inevitables del mismo(22). Los daños y
pérdidas materiales y directas ocasionadas por el incendio de los bienes muebles
e inmuebles presuponen la indicación de los mismos en la póliza(23). El incendio
debe tener su origen causal en un caso fortuito o sea, producido por
"malquerencia" de extraños o propiciado por negligencia propia o de las
personas por las que se responde civilmente(24). Implica un fuego importante que
abrasa algo que no estaba destinado a arder. La cosa dañada no estaba
destinada a ser objeto del fuego. Sin abrasamiento o combustión por causa de
las llamas no hay incendio y, por tanto, siniestro. El incendio debe ser capaz de
propagarse.
Con fundamento normativo (art. 85-1 y 2, L.S.), el asegurador responde por
los daños derivados de las operaciones de salvamento ("medidas para
extinguirlo, las de demolición, de evacuación, u otras análogas"). A su vez, deben
cubrirse (art. 158-1, L.S.), las cosas extraviadas.
251
la caída de cosas en una chimenea. (c) Lo propio acontece con la
autocombustión o fermentación no seguida de incendio, porque falta la llama(25),
(d) o la combustión de cosas en su lugar apropiado como es la leña o el carbón.
Tratándose el incendio como objeto de un seguro de daños, le es aplicable la
exclusión de cobertura derivada del dolo o culpa grave del asegurado (art. 70,
L.S.). Como en ambos casos, se trata de delimitaciones causales subjetivas, el
asegurador no responde por la culpa grave y/o dolo provocado por personas por
quienes el asegurado se sirve y por quienes responde civilmente.
Finalmente, tampoco se halla cubierto el daño que ese siniestro provoque a
terceros, pues no participa de la esencia de un seguro contra la responsabilidad
civil(26).
En cuanto a las exclusiones de cobertura previstas en la póliza en un extenso
enunciado, se destaca el vicio propio de la cosa, regulado en el artículo 66, L.S.
como un supuesto de delimitación objetiva del riesgo, pero como norma
supletoria lo que, en los hechos, significa que las partes pueden pactar su
cobertura. Se excluyen de cobertura los daños o pérdidas sufridas por terremoto,
erupción volcánica o granizo. Con relación a esta última, vale acotar que se trata
de un riesgo autónomo que conlleva su propia cobertura asegurativa. El elenco
de exclusiones prosigue con la combustión espontánea, salvo que produzca
fuego, la quemadura, chamuscado o cualquier deterioro que provenga de
contacto o aproximación a fuentes de calor, salvo que produzcan incendio, la
falta o deficiencia en la provisión de energía aún cuando fuera momentánea, la
paralización del negocio, pérdida de clientela, privación de alquileres u otras
rentas.
Finalmente, quedan excluidos de cobertura, salvo pacto en contrario, moneda
(papel o metálico) oro, plata, metales preciosos, perlas, piedras preciosas no
engarzadas, manuscritos, acciones, bonos, explosivos, y los bienes asegurados
específicamente con pólizas de otras ramas. Lo propio acontece con los "daños
eléctricos" por los que el asegurador no responde por los daños y desperfectos
que sufran los aparatos eléctricos y sus accesorios por una causa inherente a su
funcionamiento. En cambio, sí responde por los daños causados a los demás
objetos asegurados a los que se hubiere propagado el incendio que proceda de
dichos aparatos o accesorios como asimismo de los daños ocasionados en los
aparatos eléctricos y sus accesorios por un incendio iniciado fuera de los
mismos(27).
252
Vivante muy gráficamente lo sintetiza así: "debe hacerlo como si no estuviera
cubierto por el seguro". Se trata de una carga y, por tanto, no es exigible por el
asegurador, quien de acreditar su incumplimiento por culpa grave o dolo del
asegurado, se libera de su obligación resarcitoria en la misma medida del daño
que pudo o debió ser menor (art. 72, L.S.). La carga deriva de la ley y la póliza
la reproduce y salvo que el asegurado afronte una parte del riesgo, en cuyo caso
contribuirá proporcionalmente a soportar los gastos de salvamento o que éstos
sean manifiestamente desacertados, pueden exceder la suma asegurada(29), en
razón de que habiéndose efectuado en interés del asegurador, es de justicia que
éste los restituya en su totalidad y aún cuando el objetivo de las tareas de
salvamento no se hayan logrado(30). El mismo fundamento justifica que los daños
materiales ocasionados por los medios de salvamento deban ser asimilados a
los daños mismos debidos al siniestro y, por consiguiente, comprendidos en la
garantía.
Las pólizas que predominantemente circulan en el mercado asegurador las
denomina daños indirectos y se hallan cubiertos únicamente los daños
materiales causados por (a) cualquier medio empleado para extinguir, evitar o
circunscribir la propagación del daño, (b) salvamento o evacuación inevitable a
causa del siniestro, (c) la destrucción y/o demolición ordenada por autoridad
competente, (d) las consecuencias del fuego y demás eventos amparados,
ocurridos en las inmediaciones.
Y se añade: la indemnización por extravíos durante el siniestro, comprende
únicamente los que se produzcan en ocasión del traslado de los bienes objeto
del seguro con motivo de las operaciones de salvamento.
253
gas, de aparatos de vapor). Se halla excluido de cobertura el terremoto y los
movimientos telúricos en general como ser, los torbellinos.
Se trata de una norma imperativa por su texto y función y dice así:
Artículo 86.— El asegurador no responde por el daño si el incendio o la
explosión es causado por terremoto. Los daños causados por explosión o rayo
quedan equiparados a los de incendio.
254
b) Para las mercaderías producidas por el mismo asegurado, según el costo
de fabricación; para otras mercaderías, por el precio de adquisición. En ambos
casos tales valores no pueden ser superiores al precio de venta al tiempo del
siniestro;
c) Para los animales por el valor que tenían al tiempo de siniestro; para
materias primas, frutos cosechados y otros productos naturales, según los
precios medios en el día del siniestro.
d) Para el moblaje y menaje del hogar y otros objetos de uso, herramientas y
máquinas, por su valor al tiempo del siniestro. Sin embargo, podrá convenirse
que se indemnizará según su valor de reposición.
255
absoluta, debiendo conformarse con la verdad formal, es decir, con aquélla por
la que se entiende probado un hecho cuando su existencia es lo suficientemente
probable para autorizar a obrar como si existiera realmente(39).
En esa línea de reflexión, se tiene decidido que cabe presumir que los efectos
asegurados existían, tal como acontece en condiciones normales,
correspondiendo a la aseguradora acreditar el hecho contrario(40).
256
le alcancen, agrega a la cobertura del seguro ordinario la del demérito por uso y
vetustez. De esta forma, el asegurado recibe el valor de la cosa sin dicha
deducción. Como consecuencia de ello y para que esta cobertura no dé lugar a
enriquecimiento indebido, se establece que el asegurado tiene la obligación de
invertir la indemnización en la reconstrucción y reposición del bien dañado,
dentro de un plazo contractualmente acordado. Así, el asegurador se protege
contra siniestros provocados por el asegurado, al cual, en determinado
momento, le podría convenir el cobro de la indemnización por la inclusión de ese
plus. Por ello, el pago de la diferencia entre el valor con demérito y el valor a
nuevo se pospone hasta que la reconstrucción o reposición se concluya. Por tal
motivo también la suma asegurada —que en el seguro ordinario, para que exista
seguro pleno debe alcanzar el valor depreciado de los bienes— en el seguro de
valor a nuevo debe incluir el mayor valor de reconstrucción y reposición(43). La
Ley de Seguros admite la contratación de seguros de incendio con la cláusula
valor a nuevo. Lo hace con relación a edificios "cuando se convenga la
reconstrucción" (art. 87, inc. a]). Lo propio acontece para el moblaje y menaje del
hogar y otros objetos de uso, herramientas y máquinas pues, en esos, casos,
podrá "convenirse que se indemnizará según su valor de reposición (art. 87, inc.
d]).
257
por su valor al tiempo del siniestro En este caso, podrá convenirse que se
indemnizará según su valor de reposición. (c) Si las mercaderías son producidas
o fabricadas por el asegurado, se indemnizará según el costo de fabricación.
Para las restantes mercaderías, por el precio de adquisición. En ningún caso, los
valores podrán superar el precio de venta al tiempo del siniestro. (d) Las materias
primas, frutos cosechados y otros productos generales según los precios medios
en el día del siniestro, que viene a ser el precio corriente al día del incendio(45).
258
1890. DEFINICIÓN DE LOS BIENES ASEGURADOS
Las pólizas contienen una cláusula por la que se definen los bienes
asegurados. Así, a título de ejemplo, (a) por "edificios o construcciones" se
entienden los adheridos al suelo en forma permanente sin exclusión de parte
alguna; (b) por "contenido general" se entiende las maquinarias, instalaciones
mercaderías, suministros y demás efectos correspondientes a la actividad del
asegurado; (c) por "mercaderías" se entiende las materias primas y productos
de elaboración o terminados, correspondientes a los establecimientos
industriales y las mercaderías que se hallen a la venta, exposición o depósito;
(d) por "mobiliario" se entiende el conjunto de cosas muebles que componen el
ajuar de la casa particular del asegurado, ropas, provisiones y demás efectos
personales de éste, de sus familiares, invitados y domésticos.
259
Artículo 88.— Cuando en el seguro de incendio se incluye el resarcimiento del
lucro cesante, no se puede convenir su valor.
Cuando respecto del mismo bien se asegura el daño emergente con un
asegurador, y con otro asegurador por el lucro cesante u otro interés especial
expuesto al mismo riesgo, el asegurado debe notificarles sin demora los diversos
contratos.
260
reconstrucción y el pago de esos costos de reconstrucción por la aseguradora,
etcétera.
Vigente la regulación del contrato de seguro en el Código de Comercio, la
reconstrucción se caracterizaba por (a) el reconocimiento a favor del asegurador
de exigir que la suma que debía pagarse se destine realmente a aquel objeto, en
un tiempo establecido, pudiendo la Compañía exigir que el asegurado afiance su
obligación; (b) en segundo lugar, que mediando tal acuerdo, el monto de la suma
asegurada en ningún caso podía exceder de las tres cuartas partes de los
gastos.
Hoy, la Ley de Seguros reguló la cuestión referente a la reconstrucción para
el seguro de incendio (art. 89, L.S.). En la práctica, es inherente al valor de
reconstrucción de un edificio deducir su vetustez, de tal manera que se estima el
valor real de la reconstrucción al día en que se verificó el siniestro y se deduce
la pérdida por antigüedad, deducción que en los hechos no se realiza cuando el
siniestro ha ocasionado daños poco significativos.
Aparece como legítima la conducta del asegurador que tiene como propósito
verificar que la indemnización ha sido destinada al pago de la reconstrucción.
El fundamento del resarcimiento in natura radica en evitar las consecuencias
de una incorrecta valuación del daño. Frente a esa hipótesis, la reparación en
especie brinda al asegurado una compensación integral. Llega a percibir los
mismos bienes que los siniestrados, y de ese modo el seguro realiza
adecuadamente su objetivo o finalidad de cobertura o garantía.
Los mismos propósitos se persiguen a través del instituto de la reconstrucción.
Guarda semejanza con la forma de reparación en especie, ya que se condiciona
el pago de la indemnización, precisamente, a la circunstancia de que el
asegurado reconstruya o reemplace la cosa siniestrada.
En realidad, el compromiso del asegurador recae en la entrega de una suma
de dinero. Pero la efectivización de esa prestación, para evitar eventuales
abusos del asegurado, queda condicionada a la realización de la reconstrucción
o reemplazo dentro del plazo y con las garantías pactadas por las partes, o en
su defecto en los términos normados por los artículos 87 y 89, Ley de Seguros.
Se trata de una norma supletoria, redactada en los siguientes términos:
Garantía de reconstrucción
Artículo 89.— Cuando se conviene la reconstrucción o reposición del bien
dañado, el asegurador tiene derecho a exigir que la indemnización se destine
realmente a ese objeto y a requerir garantías suficientes. En estas condiciones
el acreedor hipotecario o prendario no puede oponerse al pago, salvo mora del
deudor en el pago de su crédito.
261
Para el caso de incumplimiento, se tiene decidido que habiéndose acreditado
que el inmueble asegurado no se encontraba como vivienda habitable,
corresponde que la aseguradora demandada abone el actor una indemnización
por gastos de alquiler desde el siniestro hasta la fecha de la sentencia, en tanto
de las cláusulas predispuestas surge que esa obligación se encontraba a su
cargo.
Por lo demás la aseguradora demandada debe abonar una indemnización por
los sufrimientos que padeció la actora a raíz del incendio del inmueble
asegurado, pues la destrucción de su única vivienda, la imposibilidad de
habitarla, el traslado a otro lugar para vivir, la desintegración familiar, la pérdida
de los bienes muebles, así como también el tiempo transcurrido desde el
incendio hasta la sentencia —más de cinco años—, son cuestiones productoras
de daño moral que obliga a su resarcimiento por parte del sujeto activo.
Finalmente, se sostuvo "que una aseguradora que, luego del incendio del
edificio asegurado, demoró más de cinco años en abonar la indemnización debe
pagar una multa en concepto de daño punitivo en los términos del artículo 52 bis
de la ley 24.240, pues esa conducta implica incumplimiento contractual ilegal que
derivó en un grave menosprecio a los derechos del consumidor, ya que no
garantizó las condiciones de atención, trato digno y equitativo colocando al
asegurado en una situación vejatoria, máxime cuando se discutía sobre el monto
debía haber realizado un pago en consignación"(53).
262
defensas y no influye la conducta del asegurado. En rigor, el último párrafo de la
disposición, la referida a "cualquier riesgo que los pueda dañar", ha sido
calificado de irrealizable, "por la magnitud de esos riesgos y por la dificultad para
reunir los antecedentes estadísticos y de investigación meteorológica, etc.,
necesarios para realizar los cálculos de probabilidades que constituyen la base
de la organización del seguro". De allí que, en la práctica, se alude al granizo,
porque es el único que por sus características permite la organización técnica
correspondiente(1).
Antes se afirmaba que no se hallaban cubiertos los daños derivados de otros
eventos meteorológicos, aunque vayan acompañados de granizo como ser,
huracán, lluvia, inundación. Hoy ya no es así y, como veremos, las pólizas que
circulan en el mercado asegurador, cubren los daños que sufran por granizo los
frutos y productos asegurados, "aun cuando concurra con otros fenómenos
meteorológicos". El daño refiere a la disminución cuantitativa, pero no a la
cualitativa, salvo que las partes acuerden lo contrario. De allí que, a nuestro
juicio, resulte abusiva una cláusula que circula en alguna/s póliza por la que se
establece como carga del asegurado, la de "denunciar dentro de las 96 horas de
acaecido el daño sufrido por las sementeras por causa de helada, sequía, fuego
u otro factor cualquiera durante la vigencia de esta póliza... con constancia de la
reducción de la suma asegurada que resultare", dado que el artículo 91, L.S.
alude a la garantía asegurativa causada por el granizo "aun cuando concurra con
otros fenómenos meteorológicos" como lo constituyen la helada y/o la sequía. A
lo que cabe agregar que la citada disposición legal enuncia el objeto del contrato,
la que lo sitúa en la categoría de norma imperativa por su texto y naturaleza y,
por tanto, inmodificable.
En otro orden, existen pólizas que cubren al asegurado contra los
accidentes in itinere. Sobre el particular, se tiene decidido que si bien la póliza
de seguro de accidentes de trabajo agrícola excluye de la cobertura los
accidentes in itinere, cabe considerar cubierto por el seguro en cuestión el
accidente que provocó la muerte del asegurado, si éste se produjo en
circunstancias en que aquél se trasladaba de un campo a otro en el desempeño
de sus tareas —en el caso, en busca de ciertos repuestos para una
cosechadora— en plena jornada laboral(2).
En la Ley de Seguros, se ha incorporado una norma supletoria en la que se
enuncia la posibilidad de limitar (convencionalmente) los daños que sufra el
asegurado. La restricción puede referirse a (a) una etapa cualquiera de la
explotación agrícola, (b) a todos o algunos de los productos que integran la
explotación y (c) referirse a cualquier riesgo factible de producir daño y lo hace
a través de la siguiente disposición:
Principio general
Artículo 90.— En los seguros de daños a la explotación agrícola la
indemnización se puede limitar a los que sufra el asegurado en una determinada
etapa o momento de la explotación, tales como la siembra, cosecha u otros
análogos, con respecto a todos o algunos de los productos, y referirse a cualquier
riesgo que los pueda dañar.
263
1896. GRANIZO. NOCIÓN. SINIESTRO
Se advierte, una vez más que, el legislador al aludir al riesgo lo hace sólo en
consideración a la extensión de la cobertura asegurativa, lo que significa que no
existe una noción legal de lo qué es el granizo. En efecto, el artículo 91, L.S.
establece: "El asegurador responde por los daños causados exclusivamente por
el granizo a los frutos y productos asegurados, aun cuando concurra con otros
fenómenos meteorológicos".
Doctrinariamente, el granizo ha sido definido como la caída de agua congelada
que, en ocasiones, asume las características de desastre natural(3). En el pasado
se afirmaba que el seguro sólo cubría el daño causado por el granizo, pero no
los daños provocados por la lluvia que acompaña, preceda o siga al granizo, ni
las inundaciones, ni la destrucción de la cosecha por la acción de los fuertes
vientos que preceden o siguen a la caída del granizo.
En la actualidad se expresa del seguro de helada, que cubre los productos del
campo contra el riesgo del pedrisco, es decir contra las precipitaciones
atmosféricas de agua helada en masa (granizo).
Se afirma que el seguro de pedrisco cubre los daños que sufran las cosechas
al ser golpeadas por el pedrisco, mientras estén los frutos en la planta sin
recolectar y aquélla se halle arraigada en el suelo sin recolectar.
Hoy cubren los daños causados directamente por el granizo, aun cuando
concurra con otros fenómenos meteorológicos.
En rigor, participa de la naturaleza de un seguro de ganancia esperada porque
se indemniza una cosecha no madura, que quizá nunca hubiera madurado.
En efecto, se afirma de él que parece más bien un seguro de cosa futura, pero
si se analiza con detenimiento la póliza, "lo que se asegura no es el fruto en sí
mismo y en el momento del contrato, que puede estar en germen todavía, sino
la cosecha futura".
El siniestro se halla constituido por la caída de la piedra(4).
265
que pueden aplicarse y el valor que tienen después del daño. El asegurador
pagará la diferencia como indemnización".
A esos fines, se lo regula a través de una norma imperativa.
Como se verá, se indemniza el daño que sufra la planta. Y de ella el valor que
tendría el producto sin el siniestro, al tiempo de su cosecha, con deducción de
los gastos que hubieren sido necesarios para la recolección, teniendo en cuenta
el estado del cultivo al tiempo del siniestro. La valuación de los daños queda
subordinada a lo que acuerden las partes. La cifra indica el monto total si el daño
es total. Si el daño es parcial, habrá de estarse al prorrateo. Se incluye una
franquicia en todas las pólizas constituida por un porcentaje, de modo que el
daño la debe exceder. Si la excede, la indemnización por afrontar es por el total
del daño. La franquicia tiene por objeto evitar los gastos de inspección y tasación
de los perjuicios de escasa importancia (siniestros de escaso volumen).
En cuanto a la frase contenida en el texto legal como "el valor que habrían
tenido los frutos y productos al tiempo de la cosecha", las pólizas que circulan
en el mercado asegurador, la traducen como "el término medio del rendimiento
general de las plantaciones más inmediatas a las dañadas que no hubieran sido
perjudicadas por el granizo".
No se halla cubierto el lucro cesante.
En cuanto al procedimiento establecido en alguna/s póliza que circula en el
mercado, se establece que "recibido el aviso del siniestro, el asegurador
mandará (sic) el o los expertos a inspeccionar las sementeras dañadas, quienes
establecerán de acuerdo con el asegurado o representante debidamente
autorizado, la importancia del daño, labrando acta por duplicado, dejando copia
en su poder que servirá como comprobante para reclamar la liquidación definitiva
del siniestro una vez aprobado por el asegurador". Curiosamente, la/s misma
póliza señala que "en el supuesto que la sementera inspeccionada no diere lugar
a indemnización por no existir el daño o no alcanzar el porcentaje mínimo... el
asegurado abonará los gastos incurridos al asegurador, los que deberán ser
hechos efectivos dentro del plazo de cinco días de recibida la comunicación...",
cláusula que se halla en contradicción con lo dispuesto por el artículo 76, L.S. en
tanto establece que "los gastos necesarios para verificar el siniestro y liquidar el
daño indemnizable son a cargo del asegurador en cuanto no hayan sido
causados por indicaciones inexactas del asegurado..." A esos fines, vale señalar
que el art. 76, L.S. es norma imperativa por su texto y naturaleza, por lo que la
cláusula en comento sería abusiva y, por tanto nula (art. 37, ley 24.240 modificada
por ley 26.361). El texto legal constituye una norma de derecho necesario:
Cálculo de la indemnización
Artículo 92.— Para valuar el daño se calculará el valor que habrían tenido los
frutos y productos al tiempo de la cosecha si no hubiera habido siniestro, así
como el uso a que pueden aplicarse y el valor que tienen después del daño. El
asegurador pagará la diferencia como indemnización.
266
1900. LA DENUNCIA DEL SINIESTRO
El texto legal alude a tres temas: (a) al destinatario de la denuncia, (b) el plazo
y (c) la posibilidad de que las partes acuerden un plazo mayor. Como se advierte
se trata de una norma supletoria ya que el mismo texto tolera que las reglas de
autonomía mejoren la posición contractual del asegurado.
Sin embargo, las pólizas mantienen el plazo de denuncia en tres días y se
añade —innecesariamente a nuestro juicio, pues lo establece el artículo 46-1,
L.S.— que el término referido se computa desde que el asegurado ha tomado
conocimiento del siniestro.
La novedad consiste en que a la denuncia del siniestro, debe anexársele una
declaración firmada por el asegurado escrita en un formulario, "en el cual deberá
constar el daño sufrido y demás pormenores". Como se advierte, la cláusula de
la póliza exorbita el texto del artículo 46, L.S. en tanto exige al asegurado "que
haga constar el daño sufrido". Se trata de un precepto carente de función pues,
en la práctica, no vincula al asegurador.
Precisamente sobre el contenido de la denuncia del siniestro hemos afirmado
que está referido a un conocimiento veraz(6), cierto, completo(7), preciso y
concreto que tenga del siniestro el sujeto sobre quien recae la carga. Esto no
supone ni importa realización por aquél de investigaciones en torno al siniestro.
De allí que, acaecido el siniestro cubierto, "el asegurado debe denunciar todo
lo que sabe sin cometer errores que le puedan ser imputables". Pero el
asegurador, así como no puede obligarlo a realizar investigaciones
especiales(8) a los fines de suministrarle información, no debe permanecer
impasible a la espera del aporte de los datos que decida reclamar, por cuanto
entre los derechos y deberes de las partes existe un delicado equilibrio que
ambos deben mantener, aunque la entidad, para actuar dentro de su propio
ámbito profesional, lo hará responsable en mayor medida de alcanzar tal logro.
Por tanto, el asegurador no puede alegar inexistencia del hecho, de los daños o
de su extensión si no realizó las investigaciones que pudo haber concretado per
se. De modo que no podrá conformarse con la versión brindada y acreditada por
el interesado, sino que intentará concretar aquella que sea lo más acorde posible
con la realidad de lo acontecido"(9).
De lo hasta aquí expuesto cabe afirmar, que la cláusula de la póliza que exija
al asegurado "hacer constar el daño sufrido", aparenta ser un límite ulterior a la
determinación de mayores daños que los denunciados y con ella cabría su
descalificación por abusiva. En efecto, si ello es así, la condición general que lo
estipule estaría provocando un desequilibrio significativo entre los derechos y
obligaciones de las partes, por lo que devendría en nula (art. 37, ley
24.240, modificada por ley 26.361). La norma legal, supletoria por cierto, ya que
las partes pueden acordar un plazo mayor para efectuar la denuncia del siniestro,
es la que sigue:
Denuncia de siniestro
Artículo 93.— La denuncia del siniestro se remitirá al asegurador, en el término
de tres días, si las partes no acuerdan un plazo mayor.
267
1901. POSIBILIDAD DE POSTERGAR LA LIQUIDACIÓN DEL
SINIESTRO. GASTOS
268
pisoteados por los animales. Si el asegurado infringe la carga, se halla sujeto a
la caducidad prevista en el artículo 72-2, L.S. Y se lo establece a través de una
norma imperativa:
Cambios en los productos afectados
Artículo 95.— El asegurado puede realizar antes de la determinación del daño
y sin consentimiento del asegurador, sólo aquellos cambios sobre los frutos y
productos afectados que no puedan postergarse según normas de adecuada
explotación.
1904. HELADA
El texto legal hace remisión expresa a las disposiciones relativas a los seguros
de agricultura y granizo. Como quiera que sea, se trata de un riesgo "que
depende fenómenos o circunstancias climáticas"(10). Etimológicamente se la
define como la "congelación de los líquidos producida por la frialdad del tiempo".
Helada. Régimen
Artículo 97.— Los artículos 90 a 96 se aplican al seguro de daños causados
por helada.
269
1905. SEGURO DE ANIMALES. OBJETO DEL CONTRATO
El objeto del contrato (la materia de que trata) es la vida o la salud de los
animales asegurados. El seguro puede ser individual en cuyo caso la suma
asegurada se halla constituida por una suma fijada por anticipado(11). También
es posible que el seguro se extienda a una pluralidad de animales (arg. art. 99,
L.S.), en cuyo caso se establece como suma asegurada un valor por cada pieza
de ganado. Por dar un ejemplo, en la cobertura para vacas de cría se asegura
cada una de las vacas de manera individual "para poder brindarle la cobertura
exacta en caso de posibles pérdidas". El riesgo asegurado —muerte del
animal— requiere que al comienzo del seguro los animales deben estar sanos y
sin ningún tipo de incapacidad física. En ese sentido, cabe señalar que, de
ordinario, antes de la conclusión del contrato, se realice un examen
veterinario(12). En punto a la cobertura, La Ley de Seguros es suficientemente
abarcativa:
Principio general
Artículo 98.— Puede asegurarse cualquier riesgo que afecte la vida o salud de
cualquier especie de animales.
271
a) Derivados de epizootia o enfermedades por las que corresponda al
asegurado un derecho a indemnización con recursos públicos, aún cuando el
derecho se hubiera perdido a consecuencia de una violación de normas sobre
policía sanitaria;
b) Causados por incendio, rayo, explosión, inundación o terremoto;
c) Ocurridos durante o en ocasión del transporte, carga o descarga.
Subrogación
Artículo 101.— En la aplicación del artículo 80, el asegurador, se subrogará
en los derechos del asegurado por los vicios redhibitorios que resulten
resarcidos.
272
1910. SALVAMENTO
Se trata de una medida de salvamento que tiene por objeto impedir un mayor
daño. Son de aplicación lo dispuesto por el artículo 72 y sigs., L.S. Esta
disposición debe ser articulada con lo que dispone el artículo 105, L.S. y que
debe entenderse que si el asegurado omite dar intervención al asegurado en
caso de enfermedad o accidente del animal, su conducta debe ser interpretada
como descuido doloso o por culpa grave. La carga, establecida a través de una
norma imperativa establece lo que sigue:
Asistencia veterinaria
Artículo 104.— Cuando el animal asegurado enferme o sufra un accidente, el
asegurado dará inmediata intervención a un veterinario, o donde éste no exista,
a un práctico.
Sobre este riesgo se ha expresado que existe culpa grave y "descuido grave"
en los términos de los artículos 70 y 105, Ley de Seguros:
Si el caballo de carrera sobre el cual recaía el interés asegurado falleció, no
por una lesión o dolencia repentina e ignorada, sino que de diversos
antecedentes surgían numerosos indicios sobre afecciones cardíacas, y se tenía
conocimiento de que en razón de las mismas podía el animal ser retirado de un
hipódromo, ya que se trataba de una dolencia grave e irreversible que imponía
la exclusión de toda carrera y esfuerzo consiguiente, pese a lo cual se lo sometió
a entrenamiento, durante el cual sufrió un síncope cardíaco que determinó su
muerte(14).
La culpa o dolo del asegurado puede traducirse en el maltrato o descuido
grave (falta de cuidado o de alimentación) y se suministra una hipótesis de fuente
legal si en caso de enfermedad o accidente no recurrió a la asistencia veterinaria
(art. 104, L.S.). La excepción al principio estaría dada por la circunstancia que la
conducta del asegurado "no haya influido en la producción del siniestro si sobre
la medida de la prestación del asegurador".
Maltrato o descuido graves del animal
Artículo 105.— El asegurado pierde el derecho a ser indemnizado si maltrató
o descuidó gravemente al animal, dolosamente o por culpa grave, especialmente
si en caso de enfermedad o accidente no recurrió a la asistencia veterinaria (art.
104), excepto que su conducta no haya influido en la producción del siniestro ni
sobre la medida de la prestación del asegurador.
273
1912. SACRIFICIO DEL ANIMAL
El sacrificio del animal se halla subordinado al consentimiento del asegurador
salvo que la autoridad ordene la cremación inmediata por razones sanitarias o
cuando las circunstancias sean tan urgentes —determinada por veterinarios—
que no pueda notificar al asegurador. La negativa del asegurado al sacrificio
dispuesto por el asegurador opera como un plazo de caducidad. Si el asegurado
no lo permite, pierde el derecho a la indemnización en consideración al mayor
daño causado por esa negativa. La carga, establecida en una norma imperativa
dice así:
Sacrificio del animal
Artículo 106.— El asegurador no puede sacrificar al animal sin consentimiento
del asegurador, excepto que:
a) Sea dispuesto por la autoridad.
b) Según las circunstancias sea tan urgente que no pueda notificar al
asegurador. Esta urgencia se establecerá por dictamen de un veterinario, o en
su defecto, de dos prácticos.
Si el asegurado no ha permitido el sacrificio ordenado por el asegurador,
pierde el derecho a la indemnización del mayor daño causado por esa negativa.
274
1914. EXTENSIÓN TEMPORAL DE LA COBERTURA
ASEGURATIVA
275
llegado a destino como, por ejemplo, la descarga o la entrega al destinatario. La
expresada extensión es la prevista en las pólizas que circulan en el mercado
asegurador para cuando el transporte lo realice un transportista, donde se
expresa bajo el título de "Principio y fin de la cobertura": "Cuando el transporte
lo realice un transportista, la cobertura comienza en el momento en que éste
recibe los bienes objeto del seguro, se mantiene durante el curso ordinario del
transporte, incluidas las detenciones, estadías y trasbordos normales y termina
cuando los entrega en el destino final indicado en la póliza, sin exceder los 15
días desde la llegada al depósito del transportista".
277
Las mercaderías deben hallarse debidamente embaladas y acondicionadas
para su transporte, en envases adecuados a la mercancía de que se trate.
En las pólizas que preferentemente circulan en el mercado asegurador se
incluye una fórmula: en el transporte terrestre, el asegurador indemnizará las
pérdidas y averías que tengan por causa: choque, vuelco, desbarrancamiento o
descarrilamiento del vehículo transportador; derrumbe, caída de árboles o
postes, incendio, explosión; rayo, huracán, ciclón, tornado, inundación, aluvión o
alud.
278
como lo preveía la póliza de seguros, hasta que éste se detuvo debido a la
pinchadura de un neumático provocada por un disparo de arma de fuego"(9).
279
transportador no fuese de ese tipo o llevase un acoplado. Cuando por otra parte,
las condiciones particulares especifican transportes por camión semirremolque
furgón, camión tanque y/o bateas de automóviles, el asegurador no se hará
cargo de siniestro alguno en el caso que el vehículo transportador fuese un
semirremolque no furgón, un acoplado o llevase un acoplado.
280
viajen el asegurado y/o dependientes del mismo, no pudiendo ser extendida a
seguros contratados por los dueños que transporten bienes en vehículos propios
o por intermedio de fleteros que no entreguen una carta de porte, ni tampoco a
los seguros contratados por transportistas.
1924. DESAPARICIÓN
La cobertura puede extenderse a la desaparición de los bienes transportados.
A esos fines, las pólizas establecen que el asegurador extiende su garantía a
cubrir los riesgos por falta de entrega de uno o más bultos cuando medie
desaparición o falta de noticias del conductor o cuando el mismo esté implicado
en el hecho. La cobertura queda sujeta a un descubierto a cargo del asegurado
del 5% del monto indemnizable el que no podrá ser amparado por otro seguro,
bajo pena de nulidad del primero.
Esta cobertura sólo tendrá validez en los seguros a favor de dueño que hagan
transportar sus mercaderías por transportistas y siempre que en el vehículo no
viajen el asegurado y/o dependientes del mismo, no pudiendo ser extendida a
seguros contratados por los dueños que transporten bienes en vehículos propios
o por intermedio de fleteros que no entreguen una carta de porte, ni tampoco a
los seguros contratados por transportistas.
Con relación a los seguros cubriendo mercaderías Clase B, el asegurador
extiende la garantía que queda sujeta a un descubierto del 20% del monto
indemnizable.
283
1928. EL SINIESTRO. CARGA DE LA PRUEBA
El siniestro se halla constituido por el daño que sufran las mercaderías
transportadas con motivo o en ocasión del transporte. El daño habrá de
traducirse en el deterioro, en la destrucción o en la desaparición del objeto
dañado. Pero si el daño se debió a la naturaleza intrínseca o vicios propios de la
mercadería transportada, el asegurador no responde, salvo pacto en contrario
(art. 66, L.S.).
No es necesario que medie relación causal entre el daño y el transporte. O
dicho de otro modo, no es preciso que los daños se hayan producido a
consecuencia o por causa del transporte. Es suficiente que los daños se hayan
producido en ocasión del mismo.
La carga de la prueba de la existencia del siniestro y de la sustracción de la
carga transportada recae sobre el tomador. Para ello es suficiente que, al tiempo
de pronunciarse, el asegurador niegue el acaecimiento del hecho y/o niegue la
existencia de la carga transportada (art. 377, CPCCN)(14).
1932. EL ABANDONO
El abandono, parcialmente constituye una aplicación de lo dispuesto por el
artículo 74, L.S., el cual prohíbe el abandono de los bienes afectados, salvo pacto
en contrario. En nuestro caso, la norma, tal como se halla expresada, suprime la
285
indemnización a cargo del asegurador por daños parciales y la provocación
dolosa del siniestro. El abandono sólo es factible en caso de pérdida total y lo
será a favor del asegurador si así se hubiese pactado. En ese caso, el asegurado
tiene derecho a la percepción del total de la indemnización. El texto legal no
prevé el abandono de las mercaderías transportadas.
En algunas de las pólizas que circulan en el mercado asegurador se establece
"que el asegurado no puede hacer abandono de los bienes afectados por el
siniestro", de modo que constituyen una infracción al principio contrario al
establecido por el artículo 124, L.S., norma imperativa por su texto y naturaleza,
en tanto admite el abandono del vehículo de transporte terrestre "si existe
pérdida total efectiva". En cuanto a las pólizas en uso, se establece que "el
asegurado no puede hacer abandono de los bienes afectados por el siniestro",
lo que constituye una aplicación de lo dispuesto por el artículo 74, L.S. que
específicamente se trata de una norma supletoria pues admite pacto en
contrario.
Abandono
Artículo 124.— Cuando se trate de vehículos de transporte terrestre, el
abandono sólo será posible si existe pérdida total efectiva. El abandono se hará
en el plazo de 30 días de ocurrido el siniestro. Para los medios de transporte
fluvial y de aguas interiores se aplican las reglas del seguro marítimo.
286
como modo de proporcionar sólo el medio de traslado, permaneciendo los
efectos bajo la custodia del asegurado, quien envió a sus dependientes para
realizar la entrega material(20).
Amplitud de la responsabilidad del transportador
Artículo 125.— Cuando el seguro se refiere a la responsabilidad del
transportador respecto del pasajero, cargador, destinatario o tercero, se entiende
comprendida la responsabilidad por los hechos de sus dependientes u otras
personas por las que sea responsable.
287
En cuanto a la indemnización por extravío, se tiene decidido que las
limitaciones restrictivas que surgen de la resolución 212/2002 de la Secretaría
de Transporte, en cuanto regula la indemnización por extravío, sólo tiene eficacia
supletoria para el supuesto de que el incidentista no logra probar el contenido y
la significación económica del equipaje extraviado, pues en caso de demostrarse
tales extremos, la obligación del transportador se rige por el artículo 179 del Cód.
Com.(23). Esta disposición establece que la indemnización será la tasación
efectuada por peritos según el valor que tendrían los efectos en el tiempo y lugar
de la entrega y con arreglo a la designación que de ellos se hubiese hecho en la
carta de porte.
Cálculo de la indemnización. Mercaderías
Artículo 126.— Cuando se trate de mercaderías, salvo pacto en contrario, la
indemnización se calcula sobre su precio en destino, al tiempo en que
regularmente debieron llegar. El lucro esperado sólo se incluirá si media
convenio expreso.
Medio de transporte.
Cuando se trate de vehículo de transporte terrestre la indemnización se calcula
sobre su valor al tiempo del siniestro. Esta norma no se aplica a los medios de
transporte fluvial o por aguas interiores.
288
Culpa o negligencia del cargador o destinatario
Las partes pueden convenir que el asegurador no responde por los daños
causados por simple culpa o negligencia del cargador o destinatario.
289
1937. PARTES DEL CONTRATO. EL RIESGO
El tomador, suscriptor o contratante es la parte en el contrato de seguro de
vida la que se compromete respecto del asegurador y que paga las primas. Debe
ser capaz de contratar. Puede ser una persona física o una persona moral.
El asegurado es en cabeza del cual pesa el riesgo. En la materia que nos
ocupa, una vicisitud de su vida (deceso-sobrevivencia) es lo que sirve de
referencia al riesgo: la expresión cabeza asegurada es a ese respecto
ciertamente gráfica, pues es siempre una persona física.
El beneficiario es la persona física o moral, que es llamada a recibir el
beneficio del contrato.
Según las modalidades muy diversas de contratos de seguro sobre la vida,
estas tres calidades pueden confundirse o ser disociadas.
En los seguros sobre la vida el riesgo se halla constituido por la posibilidad
(probabilidad) de la muerte, lo que nos conduce al interrogante sobre cuándo se
pagará la indemnización y extinción de la obligación del pago de las primas. Se
afirma la licitud del contrato de seguro sobre la vida de un tercero, siempre que
medie consentimiento por escrito de ese tercero o de su representante legal.
290
1939. EL DEBER DE INFORMACIÓN EN ETAPA
PRECONTRACTUAL. FUNDAMENTO
291
ha concluido en situación de desigualdad, de tal relevancia que vicia el
consentimiento.
En suma, el fundamento del deber de informar halla su fuente en la
desigualdad de los conocimientos sobre circunstancias relevantes de la materia
que será objeto del contrato.
La protección en favor del desinformado se sustenta en una suerte de
"presunción de ignorancia legítima", que de ninguna manera importa un derecho
ganado a la pasividad, pues la condición de desinformado no lo legitima a
sustraerse del deber de colaboración consigo mismo. Para ello deberá recabar
información. Este deber porta el límite de su comprensión en concreto, como
sujeto desinformado y con relativas posibilidades para comprender qué es lo que
ignora y cuál es la información que precisa.
En efecto, el deber de informar —como máximo— se detiene y —como
mínimo— debe armonizarse con el deber de informarse, y ello según la aptitud
o idoneidad y en el marco de las posibilidades de quien alega la desinformación.
Por lo demás, si la relación está basada en la confianza, el deber de
información se acentúa aún más.
De allí que la información deba ser confiable, ello entendido en el sentido de
que quien recibe la información espera de quien la suministra que actúe de
buena fe satisfaciendo así las expectativas del receptor. Este último tiene la
esperanza que la información que recibe será veraz.
Como se advierte, la veracidad de la información recibida por el destinatario
de la misma, genera confianza en favor de la persona que la emite. De allí que
las partes de la relación negocial esperan confiada y recíprocamente de la otra,
información verídica y sincera. Es lo que los anima a creer en el otro.
292
Acontece que cuando el contrato exhibe a dos partes en situación de
equiparación formal como, por ejemplo, un negocio celebrado entre
profesionales conocedores de su ciencia, arte o técnica, cada uno aparece como
"guardián de sus propios intereses y debe en consecuencia informarse a sí
mismo".
Pero el ejemplo precedente, en la actualidad sólo constituye una excepción.
Por el contrario, la regla general es la inversa y se halla constituida por la
obligación del informante consistente en hablar y abstenerse de abusar de la
ignorancia de la contraparte evitando incurrir en reticencia, dolosa o culposa.
Del referido deber es titular pasivo quien conoce la información, a quien no se
le oculta la importancia que a la misma le asigna o le asignaría el interlocutor,
por ejemplo, dada su incidencia en el consentimiento. En ese caso, informar
importa una prestación positiva.
Por lo demás, la obligación legal de información también consiste en
abstenerse de afirmar absolutamente nada sin estar seguro de lo que se informa
a los fines de evitar inducir en error al contratante. El expresado, constituye un
clásico fundamental como regla moral: el de no mentir.
Sucede que principios morales como la buena fe, la lealtad, la honestidad en
el obrar, la cooperación, la sinceridad, el auxilio y la protección al débil o al
vulnerable son todas directivas que, con sustento ético, aparecen recibidas por
el Derecho como deberes positivos, accesorios a los efectos principales, por lo
que constituyen deberes jurídicos. Con el mismo criterio, los principios
enumerados precedentemente operan como fundamento de una obligación
negativa que, genéricamente, podría enunciarse como la de no engañar o
abstenerse de comportamientos dañosos.
Como el contrato es un instrumento que exhibe inocultablemente la
desigualdad formal que ostentan las partes, se hace preciso acudir a la regla
moral y a los principios jurídicos tradicionales o modernos, como ser el de la
protección de la parte débil, para evitar que se constituya en un instrumento de
opresión en favor de quien concentra el poder de negociación.
293
Si bien median ciertas distinciones en punto al alcance o grado de exigencia
de la obligación entendemos que, en lo que atañe a la teoría general del contrato,
interesa la obligación de información pura y simple o stricto sensu, cuya finalidad
consiste en que un contratante comunique a otro el alcance, medida o entidad
de las obligaciones que habrá de afrontar.
A su vez, la puesta en guardia (mise en garde) comporta una advertencia
dirigida a la contraparte sobre los riesgos materiales o jurídicos que habrán de
derivar de la conclusión del contrato como, por ejemplo, el contenido de ciertas
cláusulas predispuestas, especialmente aquellas que constituyen la categoría de
sorpresivas.
El tema relevante al que el Derecho Privado ha desviado la atención en el
período precontractual, no es otro que el de la obligación de informar.
El fundamento del enunciado deber, está dado por la desigualdad que
presupone que una de las partes se halle informada y la otra desinformada sobre
un hecho que gravite o ejerza influencia sobre el consentimiento de la última, de
tal suerte que el contrato no hubiera llegado a perfeccionarse o lo habría sido en
condiciones más favorables. Por lo demás, la persona que por su profesión,
notoriamente dispone de información, no puede ignorar la importancia que ella
tiene para su potencial cocontratante.
De donde la omisión en el cumplimiento de la obligación de informar no es
sancionada de forma autónoma, sino cuando entraña un vicio del
consentimiento.
Acontece que el informado se halla en situación de ventaja con relación al
desinformado, circunstancia que provoca una desnaturalización de la relación de
equilibrio deseada.
294
sea útil al acreedor a los fines de una toma de decisión libre e independiente. Lo
expresado significa que el acreedor a la información no puede pretender que el
obligado a ella se sustituya en la toma de la decisión sobre la oportunidad y
conveniencia en la celebración del contrato.
La relevancia del deber apunta a que la decisión tomada en los dominios del
derecho de las obligaciones y que puede llegar a traducirse en el consentimiento
contractual, sea consecuencia de una información suministrada previamente con
claridad. El propósito consiste en que, a través de una información adecuada y
veraz, el contrato celebrado se corresponda con las expectativas recíprocas que
tenían las partes antes de su perfeccionamiento.
De lo hasta aquí expresado podríamos afirmar que la importancia de informar
es de tal entidad, que puede llegar a incidir en la formación y perfeccionamiento
de un contrato.
295
En rigor, la información que interesa al asegurador a los fines de decidir en
orden al perfeccionamiento del contrato, la obtiene —entre otros medios—
mediante un examen médico que realiza en profesional de su confianza.
Con relación a las enfermedades preexistentes, se tiene decidido que la
aseguradora no puede invocar ex post facto, vale decir, luego de producido el
fallecimiento del asegurado, una estipulación contractual que excluía el riesgo
de muerte por enfermedades preexistentes al inicio de la cobertura —en el caso,
se trataba de un seguro de vida e invalidez, que estaba destinado a cancelar una
hipoteca en caso de fallecimiento—, pues la ausencia de una determinación
previa de su estado de salud tornaba ininvocable la preexistencia en sí misma,
de modo que tal comportamiento implicó claramente dejar de lado ese extremo,
creando ante el beneficiario del seguro la apariencia de que el riesgo de
fallecimiento, más allá de la preexistencia o no de su causa, se encontraba
cubierto(4).
En sentido contrario al expuesto, se ha decidido que "toda vez que con
carácter previo a la contratación de un seguro de vida, el asegurado no había
sido diagnosticado de la enfermedad terminal que le causó la muerte y que los
síntomas de dicha patología podían tener otros posibles orígenes, no puede
tenerse por configurada una reticencia en los términos del art. 5º de la ley
17.418"(5).
296
1946. LA OBLIGACIÓN DE INFORMARSE PARA
INFORMAR. PRESUPUESTOS DEL DEBER DE
INFORMACIÓN
297
mutualización de los riesgos que facilite la "venta del producto" a un costo
matemáticamente consistente con el riesgo que presenta el asegurando(6).
Lo hasta aquí expresado pone en evidencia el conflicto entre los aspectos
técnicos y comerciales del seguro con todo tipo de consideraciones sociales y
humanitarias, conflicto que se dirime en favor de la empresa con fundamento en
el principio de libertad de contratación y que sólo puede ser factible de superar
(a) a través de un contrato forzoso o necesario sustentado en razones de interés
social o público o (b) a partir de la Seguridad Social.
298
1949. EL SINIESTRO
Si el riesgo es definido como la eventualidad prevista en el contrato, a manera
de avance es factible afirmar que el siniestro es la realización del riesgo tal como
ha sido determinado contractualmente.
La Ley de Seguros no suministra una definición unitaria del siniestro, ni
definiciones de siniestros en cada rama. Ello está reservado al texto de la póliza,
a la tarea docente en el aula, al autor en el texto, a la doctrina de los jueces,
etcétera.
Así, en materia de seguro de vida, si se trata de un seguro de vida por la
supervivencia del asegurado, el siniestro se halla constituido por haber
alcanzado una edad determinada. En cambio, en el seguro de vida en caso de
muerte, el siniestro se halla constituido por la muerte, cualquiera sea la causa de
la misma.
299
1952. LOS SEGUROS EN CASO DE VIDA (CONT.). EL
SEGURO DE CAPITAL DIFERIDO
300
1955. SEGURO EN CASO DE MUERTE O SEGURO
ORDINARIO DE VIDA
301
En rigor, no se trata de un seguro mixto sino de dos seguros yuxtapuestos. La
muerte del asegurado actúa como condición resolutoria del seguro en caso de
vida y como condición suspensiva del seguro en caso de muerte.
II) Dotal a doble capital
Si el asegurado vive al vencer el plazo convenido, percibe determinada suma
y continúa asegurado por una suma igual para el caso de muerte, a favor del
beneficiario.
Si fallece antes del plazo, el asegurador solo abona el seguro en caso de
muerte.
III) Dotal a término fijo
El asegurador se obliga a pagar cierta suma al terminar el período fijado en el
contrato, sea al asegurado si vive en esa fecha (seguro en caso de vida), sea al
beneficiario si fallece en el transcurso del período, es decir, que cualquiera sea
la fecha, dentro del plazo, en que se produzca el fallecimiento, el beneficiario
sólo percibe la suma asegurada al vencer el mismo.
A veces se estipula que con posterioridad a la muerte y hasta la entrega del
capital, el beneficiario tiene derecho a una renta mensual, generalmente el uno
por ciento.
IV) Seguro de vida doble o en conjunto (sobre dos o más cabezas)
Dos personas o más se aseguran recíprocamente, es decir que, en caso de
fallecer una de ellas la otra u otras, como beneficiarias, perciben la suma
convenida.
Suelen realizarlo los esposos y los miembros de sociedades comerciales, en
este último supuesto, por una suma equivalente al capital aportado por ellos, de
tal manera que ocurrido el fallecimiento de uno de los socios, sus herederos
reciben, directamente o por intermedio de la sociedad, la suma asegurada, como
devolución del capital, y los socios sobrevinientes continúan con la sociedad
repartiéndose el capital del fallecido.
Genéricamente el art. 33-2, ley 20.091 establece que "los aseguradores que
tengan obligaciones nacidas de los contratos de seguros y reaseguros a pagarse
en moneda extranjera, deben constituir las reservas técnicas correspondientes
en las mismas monedas o en otras permitidas que establezca la autoridad de
control".
Pues bien, sobre el particular se tiene decidido que la obligación del
asegurador, consistente en mantener las reservas técnicas en la moneda de
302
póliza gravita naturalmente en su situación respecto de la asegurada. Sobre todo
si se repara en el genérico deber de previsión que es dable exigir al asegurador
(art. 1725, CCyCN). Y se agrega: "...en cuanto al derecho transitorio o de
emergencia, más allá de la verdadera anarquía que se advierte en la sucesión
interminable de normas que se han ido dictando al respecto... es posible detectar
ciertas directivas orientadas a sustraer el régimen de los seguros de retiro a la
conversión impuesta por el decreto 214/02. A tal tesitura parece adscribirse
el decreto 905/02 del 31/5/2002".
Esa norma, en cuanto a lo que aquí interesa estableció que "la prerrogativa de
cancelar valores de rescate o retiros totales o parciales mediante pago en
bonos..., no será de aplicación respecto de aquellas pólizas pactadas en moneda
extranjera y en las cuales la póliza hubiera sido garantizada expresamente al
tomador por la casa matriz del exterior, en cuanto al mantenimiento de la
solvencia de la entidad emisora local. En este caso, las obligaciones de los
aseguradores emergentes de la póliza deberán cancelarse según los términos
originalmente acordados entre las partes" (art. 9º, último párrafo)(9).
a) Acción de amparo
a.1. Un criterio sostiene que el amparo no es la vía adecuada para reclamar
el retiro en moneda extranjera:
Ello así siguiendo el criterio de la Corte Suprema de Justicia de la Nación(10).
Lo decidido fue categóricamente ratificado por la mayoría de la Corte, en su
nueva composición en un reciente fallo(11), al señalar que "por evidentes razones
metodológicas, corresponde en primer lugar examinar el cuestionamiento
formulado por el recurrente respecto de la aptitud de la vía del amparo para
plantear y decidir el problema sometido a decisión judicial. A ese respecto, son
aplicables los fundamentos expuestos en el voto del juez Belluscio en las causas
"Peralta", de Fallos: 313:1513, y en la disidencia de los jueces Belluscio,
Boggiano y Maqueda en la causa "Provincia de San Luis", de Fallos: 326:417,
sustancialmente análoga a la presente, cuyos fundamentos pertinentes se dan
303
por reproducidos" (considerando 5), agregando a continuación que "...esas
razones serían suficientes para descalificar la sentencia impugnada...".
Y también lo ha hecho la Excma. Cámara del Fuero Comercial, a través de su
Sala E(12), al expresar: "...contrariamente a lo sostenido por la a quo, la Sala
considera que no puede ser admitida la vía elegida por el accionante... (pues)...
resulta indispensable para la admisión del amparo que quien solicita la
protección judicial acredite, en debida forma, la inoperancia de las vías
procesales ordinarias a fin de reparar el perjuicio invocado, lo cual fue incumplido
en la especie... Acótese que la pretensión del actor de que se le entregue —en
la moneda de origen— lo invertido en una póliza de seguro individual de retiro
podría repercutir —entre otras variables— sobre la relación jurídica que tienen
otros asegurados con la demandada, aspecto que además exigiría un examen
más extenso de la cuestión, con debido debate y prueba, mediante el
procedimiento propio de un juicio ordinario... Por otro lado, son aplicables los
fundamentos expuestos por la CSJN respecto de esta particular cuestión en el
precedente Bustos del 26/10/04, en tanto los supuestos de hecho resultan
sustancialmente análogos al presente y, por ende, sus conclusiones en relación
a la viabilidad del amparo, son aplicables a este caso".
a.2. Otro criterio es partidario de la admisibilidad de la acción de amparo.
Sobre el particular, se sostiene que "resulta procedente la vía del amparo a fin
de obtener la devolución del seguro de retiro pactado en dólares y su rescate
anticipado, toda vez que no se advierte la utilidad de disponer la sustanciación
de otro proceso, pues por la naturaleza de la cuestión planteada, no se
aportarían más elementos a los fines de la dilucidación de la litis"(13).
304
Otro criterio, el que predomina, condena a las aseguradoras de retiro a
devolver los dólares estadounidenses(15), sosteniendo que "...Corresponde
sustraer de la conversión impuesta por el decreto 214/02 del Poder Ejecutivo
Nacional y normas complementarias, la suma asegurada en concepto de seguro
individual de retiro, si en la póliza respectiva se convino que la moneda de pago
sería el dólar estadounidense, en función del genérico deber de previsión que es
dable exigir a la aseguradora, por el cual tenía la obligación de efectuar y
mantener las reservas técnicas en aquella moneda". Últimamente se añadió que
"la finalidad de pactar un seguro de retiro en divisas estables es que el
asegurador garantice al asegurado la prestación en la misma moneda,
permitiéndole conservar el valor de sus ahorros, cumpliendo estrictamente lo
pactado". Por lo demás, se tiene expresado que "la aseguradora no puede
incumplir lo pactado pues si bien el riesgo de devaluación puede no ser propio
del contrato de seguro, dicho riesgo fue asumido por el predisponente de las
cláusulas del contrato celebrado en moneda extranjera"(16). En ese sentido, se
tiene decidido que "ante la posibilidad de contratar en pesos o en dólares, (la
aseguradora) lo hizo en esta última moneda, lo cual le impuso prever la
posibilidad de una devaluación de la moneda nacional y, como consecuencia,
asumir su riesgo"(17). Otro argumento utilizado, alude "a la alta especialización
profesional del asegurador (que) le imponía prever la posibilidad de una
devaluación de la moneda nacional, lo que importó asumir dicho riesgo"(18).
Este criterio, también ha sido sustentado, sobre la base de la publicidad
efectuada por la empresa aseguradora, afirmando ser parte de un "grupo
internacional" —el Citigroup Inc. de los Estados Unidos— y que sus principales
accionistas son el Citibank y Argentaria, lo que "permitiría a la aseguradora
planificar y concretar sus proyectos, garantizándole el mejor respaldo para su
dinero". En la especie, el Tribunal sostuvo que "tales circunstancias obligan al
oferente y se tienen por incluidas en el contrato con el consumidor por así
disponerlo el art. 8º de la ley 24.240 y deviene de ello, que estas garantías de
solvencia del grupo internacional vertidas en la publicidad... por necesidad, han
de haber sido determinantes al momento de la decisión por lo que constituyen el
supuesto de excepción previsto en el último apartado del art. 9º del decreto
905/02"(19).
305
La misma Excma. Cámara Comercial, en su Sala A, ha considerado,
recientemente, con el voto de la Dra. Miguez que "...la moneda pactada, si bien
constituye un elemento fundamental de éste, no fue —o mejor dicho no debió
haber sido nunca— un riesgo para el asegurador, por cuanto el art. 33 de la ley
20.091 exige a los aseguradores que tengan obligaciones nacidas de dichas
pólizas a pagarse en moneda extranjera, que constituyan las reservas técnicas
en la misma moneda. En otras palabras, la propia ley obliga a los aseguradores
a que los activos que respaldan los compromisos asumidos con sus asegurados,
estén denominados en la misma moneda pactada en el contrado de seguro...
Sostiene que lo que ningún asegurador pudo razonablemente prever, es que los
activos en que por ley debía invertir sus reservas, y que originalmente estaban
denominados en dólares estadounidenses, fueran de un día para otro
convertidos en pesos a una paridad cambiaria inferior a la vigente en el mercado
libre de cambios... En el sub judice es inequívoca la existencia de hechos
extraordinarios que se apartan del curso natural y normal de las cosas —art. 901
interpretado a contrario sensu— e imprevisibles, es decir, cuando las partes no
lo han podido prever aun empleando la debida diligencia..."(21).
306
que dicha cláusula reproduce, no se aplica a los seguros de personas por la
naturaleza previsional que éstos exhiben"(23).
1961. CAPACIDAD
El art. 128-2, L.S. dispone lo siguiente:
Menores mayores de 18 años
Los menores de edad mayores de 18 años tienen capacidad para contratar un
seguro sobre su propia vida sólo si designan beneficiarios a sus ascendientes,
descendientes, cónyuge o hermanos, que se hallen a su cargo.
Sancionada la ley 26.579, ha quedado suprimida la categoría de "menores de
edad mayores de 18 años". De ahora en más los mayores de 18 años poseen
plena capacidad para la contratación de seguros sobre su propia vida con total
libertad para la designación de beneficiarios. Lo expresado se ve fortalecido por
lo que establece el art. 25, CCyCN.
307
En cambio, el beneficiario —sin ser parte contractual—, debe observar ciertas
cargas sustanciales como, por ejemplo, la denuncia del siniestro o la de
suministrar informaciones complementarias.
308
tercero, pues se interpreta que el mismo presupone un reconocimiento del
tercero sobre el interés moral o afectivo (love and afection) del tomador sobre la
vida ajena expuesta al riesgo.
En la actualidad, cuando el contrato se celebra sobre la vida de un tercero a
favor de un beneficiario, pacíficamente se exige el consentimiento por escrito del
primero.
Regulaciones anteriores a la ley argentina, así lo establecen. A título de
ejemplo, vale citar los artículos 1919-2, Código civil italiano y el art. 132-2 del
Code des assurances vigente en Francia.
El fundamento dado por la doctrina italiana para justificar el contenido de la
norma se halla constituido por una razón de orden público: para unos, la
exigencia de proteger la vida del tercero; para otros, la de garantizar la existencia
de un interés del contratante al seguro.
La opinión prevaleciente en Italia sostiene que el previo consentimiento del
tercero es requerido no ya como simple prueba del interés del estipulante a la
prolongación de la vida, sino por la muy importante necesidad de evitar que el
seguro sobre la vida de un tercero se traduzca en un incentivo al homicidio del
portador del riesgo.
Finalmente afirman que la exigencia del consentimiento del tercero, no podrá
contravenirse sin incurrir en la absoluta nulidad del contrato.
A su turno, la doctrina francesa hace valer las mismas consideraciones,
cuando señalan que el art. L- 132-1 del Code des assurances establece el
principio general según el cual la vida de una persona puede ser asegurada por
ella misma o por un tercero. Disposición completada por una ley de 1981 cuando
afirma: "Varias personas pueden contratar un seguro recíproco en cabeza de
cada unas de ellas por un solo y mismo acto". Y se agrega: Sólo el suscriptor
(tomador) es parte del contrato con el asegurador. No obstante el art. L. 132-2
hace intervenir al asegurado que no es sino un tercero, a la conclusión del mismo
a los fines que suministre su consentimiento por escrito con indicación del capital
o de la renta inicialmente garantizad, todo ello bajo pena de nulidad del contrato.
Estas precauciones se imponen por razones de orden público, de modo que la
sanción consiste en una nulidad absoluta, que puede ser invocada por todo
interesado y no es susceptible de confirmación(24).
309
El mismo constituye una declaración unilateral de voluntad por la cual el
tercero confiere al tomador la facultad de asegurar su vida para el caso de
muerte. Esta expresión de voluntad puede instrumentarse en la propuesta, en la
póliza o autónomamente, por instrumento público o privado y su contenido debe
hacer referencia al tipo contractual, a la duración del contrato, a la persona del
beneficiario y a la suma asegurada.
En cuanto a la forma el consentimiento debe ser probado por escrito a partir
de la dificultad de probarlo por otros medios. El consentimiento escrito muy
frecuentemente consiste en hacer suscribir al tercero la propuesta, pero puede
resultar también de un acto separado siempre que esté claramente referido a
aquél determinado contrato.
310
a) En primer lugar, porque el tomador es sólo estipulante, contratante o
promisario pero, en el caso, no reviste condición de asegurado pues, al no ser
titular del interés cubierto, tampoco ostenta derecho al resarcimiento o a la
prestación convenida.
b) En segundo lugar, en razón de que, una vez determinado el asegurado-
beneficiario, su derecho a obtener la prestación se funda en el hecho de ser
titular de un interés asegurable que le viene derivado de un contrato básico y de
un seguro celebrado en su favor.
Lo propio acontece en el seguro de vida en favor de tercero (artículo 143, L.S.),
donde éste no es parte del contrato aun cuando se halle determinado al tiempo
de su conclusión, y sólo lo son el tomador y el asegurador.
Otra hipótesis, la que interesa a nuestro análisis, es la que suministra el seguro
sobre la vida, donde a la figura del (a) asegurador se añade la del (b) tomador,
quien puede celebrar un contrato en consideración a la vida de un (c) tercero
(art. 129, L.S.), y, finalmente, un (d) beneficiario.
De modo que, en la especie, la relación sustancial contrato de seguro se
constituye entre el asegurador y el tomador. La importancia de esta cuestión
radica en que la validez del contrato, en punto a la capacidad para consentir y la
existencia de vicios de la voluntad, estará referida al tomador con quien queda
perfeccionado el vínculo.
En síntesis, las partes contractuales son el tomador y el asegurador. Sólo ellos
concluyen el contrato de seguro de vida.
Por el contrario, el tercero en consideración a quien se celebra el contrato y el
beneficiario, al no ser partes contractuales, son terceros. En instancia
precontractual, el primero deberá someterse a un cuestionario médico o a
estudios. Ninguno de ellos, en etapa funcional, asume obligaciones principales
ni accesorias. En el caso del beneficiario, titular del interés asegurable, producido
el siniestro, porta el derecho a la "prestación convenida" (art. 1º, Ley de Seguros).
Por lo tanto, el perfeccionamiento del contrato no requiere del consentimiento
ni del tercero ni del beneficiario.
1967. RETICENCIA
Si bien las normas generales sobre reticencia se hallan ubicadas en la Sección
II de la Ley de Seguros la que contiene dos disposiciones específicas sobre
seguro de vida (arts. 6-2 y 7, L.S.), vale señalar que la imprecisa referencia al
"conocimiento y la conducta del contratante y del tercero" inciden sobre el
instituto.
A su turno, el art. 130, L.S. al regular el principio de incontestabilidad, refiere
expresamente al plazo en que es factible invocar la reticencia (tres años desde
la celebración del contrato) "excepto cuando fuere dolosa". Se trata de un plazo
de caducidad(25), de donde transcurrido el mismo, decae el derecho del
311
asegurador para invocarla en lo sucesivo, salvo dolo del contratante o del tercero
(arg. art. 129). El plazo previsto por el art. 130, L.S. es de aquellos factibles de
ser modificados en favor del asegurado (art. 158-3).
Corresponde, en consecuencia, hacer remisión al comentario
efectuado supra a los artículos 5 a 10, L.S. Sin perjuicio de lo cual, cabe añadir
a lo allí expuesto que en los supuestos de reticencia no dolosa factible, con
carácter general, de habilitar una pretensión de anulabilidad, alcanza en el
seguro de vida una excepción consistente en la revisión del contrato ("reajuste")
cuando la nulidad "fuere perjudicial para el asegurado". Para ello (para
establecer la procedencia del reajuste) se hace menester acudir a una prueba
legal: juicio de peritos (art. 6-2, L.S.).
Conexa con la hipótesis anterior —reticencia de buena fe—, alegada por el
asegurador en el plazo del art. 5º, L.S., verificado un siniestro, la prestación a la
que se halla obligado el asegurador "se reducirá si el contrato fuese reajustable
conforme al art. 6".
De allí que se tenga expresado que el art. 130, L.S. distingue dos períodos en
los seguros de vida: el de la contestabilidad del contrato, que funciona aun en
los casos de reticencia de buena fe y el de la incontestabilidad, en el cual la
impugnación del asegurador se limita únicamente al supuesto en que haya
mediado dolo, circunstancia que deberá probar(26).
Específicamente para el seguro de vida se ha decidido que representa un
derecho del asegurador el conocer el conjunto de circunstancias que determinan
en cada caso la mayor o menor probabilidad de que acaezca el siniestro, que se
conoce como "estado de riesgo" al momento de la celebración del contrato. Es
por ello que la información reticente o falsa vicia el consentimiento del
asegurador quien al aceptar la propuesta deja perfeccionado el contrato con
base en un riesgo distinto del verdadero(27).
312
quirúrgica para reemplazarle la cadera toda vez que dicho proceder constituye
reticencia del asegurado(30).
b) Incurre en reticencia el solicitante del seguro que, al contestar el
interrogatorio del asegurador, manifiesta no haber padecido de enfermedades
gastrointestinales, no obstante padecer de úlcera y otros trastornos gástricos que
expuso detalladamente en el hospital en el que estuvo internado(31).
c) Importa reticencia que puede autorizar la anulación del contrato la
ocultación de una propuesta anterior de seguro que fuera rechazada, o la
denegación maliciosa de haber sufrido determinada enfermedad(32).
d) La ocultación de su enfermedad por el asegurado es suficiente para declarar
la nulidad del contrato si la pericia aprecia que tal ocultación ha sido trascendente
para la celebración del contrato(33).
e) Existe reticencia si el asegurado contesta falsamente la pregunta del
asegurador sobre si le había sido cancelada o rechazada por cualquier
aseguradora una propuesta de contrato de seguro o renovación de póliza
similares a la que se trata de contratar(34).
f) Incurrió en reticencia el asegurado que afirmó la propia buena salud,
silenciando recientes consultas médicas, aunque ignorase la gravedad de su
tumor cerebral protegido psicológicamente por una "mentira piadosa"(35).
g) Si el seguro entra nuevamente en vigencia por su rehabilitación, esta última
circunstancia tiene, en el caso, decisiva importancia, porque la misma fue pedida
después de que su empleado había sido internado por la enfermedad por la que
luego falleció y, sin embargo, no hizo saber esto a su aseguradora en aquella
solicitud. La rehabilitación se equipara, en gran medida, a la entrada en vigencia
de un seguro, y aparece sin justificativo razonable que, al solicitarla, la actora
silencie la situación en que se encuentra su empleado. Una omisión de la índole
examinada constituye reticencia y produce los efectos previstos para tal caso en
el artículo 498, Código de Comercio(36).
h) La asegurada incurre en reticencia dolosa y de mala fe cuando contesta
escuetamente el cuestionario de una nueva solicitud, carente de todas las
circunstancias detalladas en la anterior, redactada en otra ciudad (Mar del Plata),
con mención de distintos números de identidad (cédula de identidad-libreta de
enrolamiento), diferencias que, atento al archivo de la primera solicitud, pasaron
inadvertidos a la aseguradora, quien aceptó la misma. Si el diagnóstico inicial de
la enfermedad (tumor cerebral), causa eficiente del fallecimiento, se tradujo en
hechos y padecimientos que el extinto no pudo ignorar, tales circunstancias
debieron ser puestas en conocimiento de la aseguradora, aunque no se tuviera
conocimiento científico de la índole diagnóstica y pronóstica de la enfermedad(37).
i) Obra con falsedad, el asegurado, médico de profesión, que oculta la
sintomatología que presentaba desde tiempo atrás y persiste en el silencio tras
conocer la grave enfermedad que padecía(38).
j) Existe reticencia si el asegurado ocultó sus múltiples internaciones y su
diagnóstico, no pudiendo ignorar la gravedad de su patología y la incidencia en
el riesgo asegurable(39).
313
k) Se tiene declarada la reticencia dolosa en el caso en que "el
derechohabiente de un asegurado, muerto después de una larga enfermedad,
haya reconocido los informes médicos concernientes al asegurado y no haya
invocado la violación del secreto médico en la apelación, y haya omitido
agraviarse de que los jueces de fondo se hayan pronunciado en vista de un
certificado médico cuya irregularidad no invocaron. Es por una apreciación
soberana de las respuestas dadas por el asegurado al cuestionario de salud al
tiempo del perfeccionamiento del contrato, que el Tribunal de Apelaciones ha
deducido la existencia de una falsa declaración intencional que entraña la nulidad
del contrato de seguro desde que ella había tenido por efecto cambiar el objeto
del riesgo o disminuir la opinión que del mismo tenía el asegurador"(40).
l) Constituye reticencia dolosa haber ocultado toda referencia a la intervención
quirúrgica a la que fue sometido el asegurado, mediante la cual se le había
extirpado un pulmón, toda vez que dicha circunstancia agravaba el riesgo
asegurado, posibilitando a la compañía no asegurarlo o aumentar el costo de la
prima(41).
a) Si del dictamen del perito surge que por la enfermedad que el asegurado
omitió mencionar existe muy bajo porcentaje de mortandad, resulta por demás
evidente que la reticencia o falsa declaración, de haber existido, no fue la causa
determinante del contrato. De allí que no quepa sancionar el incumplimiento del
deber de informar aquello que la aseguradora no considera un elemento
alterante del estado del riesgo(42).
b) Si del dictamen pericial surge que el asegurado ignoraba su afección al
momento del perfeccionamiento del contrato(43).
c) No puede el asegurador invocar la reticencia —salvo dolo—, si ella no
influyó en el siniestro ni en la medida de la prestación(44).
d) Toda vez que con carácter previo a la contratación de un seguro de vida, el
asegurado no había sido diagnosticado de la enfermedad terminal que le causó
la muerte y que los síntomas de dicha patología podían tener otros posibles
orígenes, no puede tenerse por configurada la reticencia"(45).
Conocimiento y conducta del tercero
Art. 129.— En el seguro de vida de un tercero se tomará en cuenta el
conocimiento y la conducta del contratante y del tercero.
Incontestabilidad
Art. 130.— Transcurridos tres años desde la celebración del contrato, el
asegurador no puede invocar la reticencia, excepto cuando fuere dolosa.
314
1970. DENUNCIA INEXACTA DE LA EDAD. FALSA
DECLARACIÓN
315
Art. 132.— Solo se debe denunciar la agravación del riesgo que obedezca a
motivos específicamente previstos en el contrato.
Se trata de una aplicación de lo dispuesto por el art. 38, L.S., de modo que la
carga prevista en cabeza del asegurado tiene un límite: el asegurado no puede
denunciar ninguna otra agravación del riesgo que no se halle enunciada en la
póliza. En efecto la denuncia de la agravación del riesgo, sólo está referida a
hipótesis taxativamente enunciadas por el asegurador que es quien al
predisponer el texto de la póliza enumera anticipadamente las hipótesis que
considera agravantes. No constituyen agravación del riesgo, los hechos que
puedan considerarse normalmente previsibles como, por ejemplo, la vejez, las
enfermedades preexistentes, los accidentes, etc. En el seguro de vida a favor de
tercero, las agravaciones deben referirse a este último.
1973. RESCISIÓN
El principio general se halla constituido por la libertad del asegurado de
rescindir el contrato "después del primer período de seguro". Ello se deduce
316
literalmente de la frase "sin limitación" lo que significa que tal vicisitud sólo debe
ser invocada sin que sea preciso alegar la causa que la motiva. La disposición
incluye un supuesto de rescisión ex lege,motivado en la falta de pago de la prima
en los términos convenidos. De ello resulta la inaplicabilidad a la especie de lo
dispuesto por el art. 31-1, L.S. Claro está que el principio sufre una excepción: el
tercero beneficiario a título oneroso se halla facultado para pagar la prima y el
asegurador se halla obligado a percibirla (arts. 762-2 y 727 a 729, Cód. Civ.). Si
el asegurador se niega a percibirla queda colocado en mora creditoris. A su
turno, puede rescindir por cualquier causa transcurridos tres años desde la
celebración del contrato (art. 140), aplicándose a ese supuesto la previsión
contenida en el art. 9º, L.S.
Cabe rechazar el pedido de devolución de las primas pagadas durante la
vigencia del contrato de seguro de vida que fue unilateralmente rescindido por
culpa de la aseguradora, puesto que la rescisión cumple efectos ex nunc(46).
El tema se halla regulado por la Ley de Seguros del siguiente modo:
Rescisión
Art. 134.— El asegurado puede rescindir el contrato sin limitación alguna
después del primer período de seguro. El contrato se juzgará rescindido si no se
paga la prima en los términos convenidos.
Pago por tercero
El tercero beneficiario a título oneroso, se halla facultado para pagar la prima.
317
En cambio, en los seguros por accidentes personales basta, para liberar al
asegurador de su obligación principal, la provocación dolosa o por culpa grave
del accidente o cuando lo sufre en empresa criminal (art. 152, L.S.).
320
1979. CARGA DE LA PRUEBA DEL SUICIDIO EN PERÍODO
DE CARENCIA. CARGA DE LA PRUEBA DE LA FALTA DE
LA VOLUNTARIEDAD DEL SUICIDIO
Recae sobre el asegurador que invoca (a) el suicidio voluntario del asegurado,
(b) en etapa de carencia y para excusar su garantía, la prueba del acaecimiento
del hecho bajo esas dos circunstancias, en razón de que el mismo importa el
presupuesto fáctico de la norma articulada como defensa (art. 377, CPCCN)(52).
En consecuencia, el asegurador debe acreditar que el suicidio se ha verificado
en etapa de carencia.
A su vez, incumbe a quien lo alegue la prueba de que el suicidio no ha sido un
hecho voluntario, pues la falta de voluntariedad opera en el proceso ya sea como
afirmación de un hecho controvertido o como presupuesto de la pretensión
invocada (art. 377, CPCCN)(53).
En efecto, recae sobre el beneficiario que invoca la existencia del suicidio
involuntario como causa constitutiva de la garantía, la prueba de un nivel de
perturbación suficiente para excluir la libre determinación.
321
1981. OPERATIVIDAD DE LA EXCLUSIÓN
Reunidos los elementos enunciados precedentemente, se hace operativa la
exclusión de cobertura. No obstante, la exclusión legal porta un límite temporal
de tres años. Para ello, el contrato debe haberse hallado en vigor
ininterrumpidamente durante el referido lapso. Si se llegara a acreditar que el
suicidio no ha sido voluntario o que no ha sido consciente o que se ha verificado
vencido el plazo precedentemente indicado, la garantía del asegurador es
debida(54).
Dicho de otro modo, el suicidio inconsciente se halla cubierto desde el
perfeccionamiento del contrato. Se trata de hipótesis en que "el asegurado ha
cedido a impulsos que han dominado su voluntad y alterado su libre arbitrio". Ello
acontece, por ejemplo, cuando la muerte es autoocasionada por error (por
ejemplo, quien ingiere una dosis excesiva de un fármaco) o por negligencia (por
ejemplo, quien se expone excesivamente en una ventana o en un balcón). La
muerte así autoocasionada involuntariamente no es debida a suicidio sino a
infortunio (accidente).
Otro aspecto que debe ser considerado es que cuando la póliza prevé una
causa específica de exclusión —por caso, abuso de alcohol o drogas—, debe
interpretarse que los presupuestos de hecho que acabamos de aludir, se refieren
al motivo directo del deceso(55).
322
Muerte del asegurado por el beneficiario
Pierde todo el derecho el beneficiario que provoca deliberadamente la muerte
del asegurado con un acto ilícito.
323
La suspensión de la cobertura se traduce concretamente en la supresión de
la garantía asumida por el asegurador, ya se trate de la falta de pago o del pago
fuera de la oportunidad prevista, o sea con atraso (mora)(59).
En otras palabras, se priva de eficacia al contrato mientras dura la mora(60). En
ese lapso, la aseguradora —sujeto pasivo del pago—, se halla liberada de su
obligación principal(61).
Sobre el particular se ha expresado que existe suspensión de cobertura del
seguro cuando el asegurado no ejecuta, en el curso del contrato, una obligación
determinada (la principal y única) que le es impuesta; se le retira la garantía hasta
el día en que se coloca nuevamente en las condiciones del seguro(62).
Mediando la suspensión, el asegurador se desliga de la garantía, cuando el
asegurado deba las primas vencidas y las que venzan en el futuro. Es decir,
funciona como una verdadera pena privada que depende de aquél hacer cesar.
De manera que si ocurre el siniestro durante la suspensión, el asegurado no
puede exigir el cumplimiento de la prestación debida o el resarcimiento(63). Y, por
ende, en el seguro de vida es oponible al beneficiario(64).
De allí que se haya podido afirmar que durante el plazo de suspensión
producida por el incumplimiento del asegurado a una de sus obligaciones, queda
suspendida la garantía al quedar el período al descubierto y hasta tanto fuese
rehabilitada para el futuro con el pago —ya que el período cesante de garantía
no puede ser rehabilitado— o se anulase el contrato(65).
El instituto funciona hasta tanto el tomador regularice su situación, cumpliendo
sus obligaciones. A esos efectos cabe reiterar que, sin perjuicio de la suspensión
de cobertura, aquél adeuda aún las primas vencidas antes del inicio de los
efectos suspensivos, y también las devengadas con ulterioridad, durante toda la
vigencia de la suspensión misma(66). A manera de síntesis, la suspensión de la
cobertura asegurativa se constituye, dentro de un amplio espectro de
consecuencias jurídicas, en el efecto específico que se predica del
incumplimiento de la obligación del asegurado de pagar la prima y que surge
expresamente del art. 31 de la Ley de Seguros(67).
Se advierte entonces que nos hallamos ante uno de los efectos que genera el
contrato bilateral(68), como lo es el contrato de seguro. Así, el efecto sancionatorio
de la suspensión se concreta desde la perspectiva de la obligación del
asegurador, pues éste deja de garantizar el riesgo desde que se produce el
incumplimiento y hasta que la cobertura sea rehabilitada mediante la satisfacción
de las primas vencidas al tiempo de la mora, "por tratarse de una penalidad
324
impuesta al asegurado por su conducta remisa", y las que adeude
ulteriormente(69).
Se trata, en rigor, de un supuesto de aplicación de la exceptio non adimpleti
contractus, por efecto de la inejecución del pago de la prima por parte del
asegurado(70).
De modo que se hace elocuente la función sancionatoria de la suspensión de
cobertura. Es, al cabo, una manifestación de control social. Opera creando
tendencias conducentes a la conformidad con las normas jurídicas y dictados de
la cultura.
Es, en síntesis, un mecanismo que constriñe externamente al individuo (el
tomador) en sus relaciones con otro (la aseguradora)(71), y al que recurre el
ordenamiento jurídico, como siempre que quiere compeler a los sujetos a la
obligación de conducirse de una determinada manera: relacionando la sanción
con la conducta contraria(72).
325
1987. LA MORA EN EL SEGURO DE PERSONAS
Merece especial consideración lo relativo a los efectos de la mora en el seguro
de personas pues la Ley de Seguros le dedica un tratamiento especial.
Comencemos señalando que el régimen legal se halla incorporado al Capítulo
III de la Ley de Seguros, bajo la denominación genérica de seguro de personas
y en la Sección I, específicamente referida al seguro sobre la vida. Allí, la referida
sección contiene cuatro artículos, de donde se desprende que, "transcurridos
tres años desde la celebración del contrato (de seguro) y hallándose el
asegurado al día en el pago de las primas, podrá en cualquier momento exigir,
de acuerdo con los planes técnicos aprobados por la autoridad de contralor que
se insertarán en la póliza:
a) La conversión del seguro en otro saldado por una suma reducida o de plazo
menor (seguro saldado);
b) La rescisión, con el pago de una suma determinada" (rescate) (art. 138,
L.S.).
El seguro saldado ha sido definido como aquel que extingue la obligación de
pagar la prima, pero mantiene la del asegurador de pagar el capital o la renta,
aunque reducida. El contenido restante del contrato se conserva inalterado.
Si en la hipótesis precedente, el asegurado incumple con su obligación
principal ("interrumpe el pago de las primas"), "sin manifestar opción entre las
soluciones consignadas dentro de un mes de interpelado por el asegurador, el
contrato se convertirá automáticamente en un seguro saldado por una suma
reducida" (art. 139, L.S.).
La reducción que conlleva el seguro o póliza saldada es factible de ser
rehabilitada. Ello presupone "restituir el contrato a sus términos originarios",
siendo presupuesto de admisibilidad "el pago de las primas correspondientes al
plazo en el que rigió la reducción, con sus intereses al tipo aprobado por la
autoridad de contralor de acuerdo a la naturaleza técnica del plan y en las
condiciones que determine" (art. 142, L.S.).
1988. EXCEPCIONES
Una excepción a la mora del asegurado por falta de pago de la prima, se halla
constituida por la excepción de incumplimiento, o si obedece al sistema
implementado para el cobro o si media fuerza mayor (Halperin). Otra excepción
326
es la prevista por el art. 141-2, L.S. Finalmente, consideramos aplicable al seguro
de vida el supuesto de renuncia tácita que se traduce, por dar un ejemplo, en
aceptar el pago de las sucesivas primas a pesar de que al tiempo de formación
del contrato el causante había superado los 65 años edad fijado por el
asegurador para acceder al seguro(74).
Lo hasta aquí expuesto resulta de los textos legales que se expresan del
siguiente modo:
Art. 138.— Transcurridos tres años desde la celebración del contrato y
hallándose el asegurado al día en el pago de las primas, podrá en cualquier
momento exigir, de acuerdo con los planes técnicos aprobados por la autoridad
de contralor que se insertarán en la póliza:
Seguro saldado
a) la conversión del seguro en otro saldado por una suma reducida o de plazo
menor;
Rescate
b) la rescisión, con el pago de una suma determinada
Conversión
Art. 139.— Cuando en el caso del artículo precedente el asegurado interrumpa
el pago de las primas sin manifestar opción entre las soluciones consignadas
dentro de un mes de interpelado por el asegurador, el contrato se convertirá
automáticamente en un seguro saldado por una suma reducida.
327
El otorgamiento del préstamo tiene por objeto evitar el "rescate" que extingue
el contrato o la "reducción" que reduce la prestación. Tiene un doble
condicionamiento: (a) que el asegurado se halle al día en el pago de las primas
y (b) que hayan transcurrido tres años desde la celebración del contrato (art. 141,
L.S.). Su monto resulta de lo dispuesto en la póliza cuyo importe se calculará en
función de la reserva correspondiente a dicho contrato, "de acuerdo a los planes
técnicos del asegurador aprobados por la autoridad de control".
Es factible acordarlo como de "otorgamiento automático" para el pago de las
primas no abonadas en término y, por tanto, exigibles.
En cuanto a la esencia jurídica del "préstamo" entendemos que se trata de un
anticipo de la prestación a la que se obliga el asegurador. Constituye una
ejecución anticipada y provisional de las obligaciones del asegurador.
Finalmente, cabe señalar que es factible "volver" a los términos originarios del
contrato, a cuyo efecto el asegurado debe restituir las primas correspondientes
al plazo en el que rigió la reducción con más los intereses fijados por la autoridad
de aplicación en consideración a la naturaleza técnica del plan y en las
condiciones que fije. Lo hasta aquí expresado, surge de los siguientes textos:
Art. 141.— Cuando el asegurado se halla al día en el pago de las primas tiene
derecho a un préstamo después de transcurridos tres años desde la celebración
del contrato; su monto resultará de la póliza. Se calculará según la reserva
correspondiente al contrato, de acuerdo a los planes técnicos del asegurador
aprobados por la autoridad de contralor.
Préstamo automático
Se puede pactar que el préstamo se acordará automáticamente para el pago
de las primas no abonadas en término.
Rehabilitación
Art. 142.— No obstante la reducción prevista en los artículos 138 y 139, el
asegurado puede, en cualquier momento, restituir el contrato a sus términos
originarios con el pago de las primas correspondientes al plazo en el que rigió la
reducción, con sus intereses al tipo aprobado por la autoridad de contralor de
acuerdo a la naturaleza técnica del plan y en las condiciones que determine.
328
El seguro de vida para el caso de muerte es un contrato que tiene en miras a
un tercero a quien se lo identifica como beneficiario. No es parte del contrato.
Debe sobrevivir al contratante y hallarse determinado o factible de serlo al tiempo
del evento. La designación puede serlo a título oneroso o gratuito. En este último
caso su designación puede ser revocada. La designación de beneficiario debe
hacerse en personas determinadas aunque no se hallen identificadas por
nombre y apellido, pues lo que prevalece es que su identificación sea inequívoca
(que la persona sea determinable) (art. 143-1).
Cuando no se haya designado beneficiario (art. 145-4, L.S.), cualquiera sea la
causa, "se entiende que designó a los herederos". De allí que se haya decidido
que en un juicio donde el actor reclama el cobro del seguro de vida de su cónyuge
fallecida, debe admitirse que se integre la litis con la hija del actor y de la
asegurada, toda vez que si aquélla fuera la beneficiaria de la suma asegurada el
accionante no tendría derecho a reclamo alguno(75).
b) Definición
De conformidad con el texto precedente, podemos afirmar que el seguro de
vida en beneficio de tercero es el contrato por el cual el asegurador se
compromete respecto del suscriptor, mediante una prima, a entregar una suma
determinada al beneficiario designado, dependiendo la ejecución de su
obligación de la duración de la vida del asegurado.
De ello cabe deducir que el seguro de vida no integra el acervo hereditario, no
pasa de la persona muerta a la que sobrevive, sino que el hecho del fallecimiento
da origen al derecho a favor del beneficiario(76). Dicho de otro modo, si los
herederos resultan ser los titulares del derecho a percibir el monto del seguro en
caso de muerte del asegurado, dicho crédito deviene de su condición de terceros
beneficiarios y no de su calidad de herederos.
329
Excepto el caso en que la designación sea a título oneroso, el contratante
puede revocarla libremente aun cuando se haya hecho en el contrato (Vivante).
Cuando la designación lo haya sido a título gratuito, es revocable (art. 143-3)
libremente. En el caso, se presume que la revocación implica la desaparición de
las razones fundantes del beneficio. En esta hipótesis, el contratante se halla
habilitado para la designación de otro beneficiario (art. 143-1) o, si no media otra
designación, es aplicable lo dispuesto por el art. 145-4). El derecho a revocar es
personalísimo.
Por sus fundamentos, Halperin lo identifica al acto de última voluntad.
330
Como se advierte de lo expresado, es posible afirmar que existe una
clasificación de los seguros en consideración al titular del interés asegurable: (a)
seguro por cuenta propia, que es aquel en que el provecho estipulado será, de
realizarse el siniestro, en beneficio del tomador, titular del interés asegurable (y,
por ende, asegurado); (b) seguro por cuenta ajena, que tiene por característica
que se lo contrata en nombre propio y en el interés de un tercero(77).
331
cuando se oculta un acto de liberalidad en fraude de los herederos. La colación
se refiere a "las primas pagadas" por el tomador contratante.
En caso de no existir o sobrevivir el beneficiario, ya hemos anticipado que los
sujetos activos del pago al que se halla obligado el asegurador son los herederos
del contratante. Cuando la póliza haga referencia a los hijos, se entiende a los
ya nacidos, a los concebidos o sobrevivientes al tiempo del evento. Si se designó
a la esposa, se entiende por tal no sólo la sobreviviente al tiempo del evento sino
aquella con la que se consolidó el beneficio en su favor, aun cuando haya vuelto
a contraer matrimonio. Sobre el particular, se tiene decidido que "resulta
razonable el requerimiento efectuado por la aseguradora dirigido al cónyuge
supérstite, consistente en la presentación de la declaratoria de herederos, toda
vez que, si bien resulta incuestionable que la demandante es beneficiaria del
seguro de vida mediante esa declaración, la aseguradora —quien tiene un
interés legítimo, puesto que es ella quien debe atender el pago de la
indemnización—, puede obtener certeza sobre las personas con quienes debe
cancelar su obligación y, de este modo, efectuar el pago en forma correcta,
salvando su responsabilidad ante un eventual reclamo de otro heredero con el
mismo derecho"(78).
La designación de beneficiario participa de la naturaleza jurídica de una
declaración unilateral de voluntad, por lo que no requiere el consentimiento del
asegurador. Se trata de un acto personalísimo, factible de ser manifestado en la
póliza o en un documento separado. Puede ser anterior a la celebración del
contrato lo que sitúa a la propuesta como asiento de la designación de
beneficiario o posterior. La forma debe ser escrita (art. 146, L.S.). El asegurador
debe ser notificado y ello es factible hacerlo luego del evento. Lo que significa
que lo trascendente es que el asegurador de un modo u otro tome conocimiento.
Para el supuesto de sustitución de beneficiario, se tiene decidido el rechazo
de la demanda incoada a fin de cobrar un seguro de vida por parte del hijo del
tomador que originariamente no figuraba como beneficiario pues, si bien está
probado que la designación de beneficiario fue modificada y que lo importante
es que el asegurador conozca la designación, aunque fuera notificado luego de
producido el evento, no se acreditó la existencia de una constancia escrita
conforme lo exige el art. 146 de la Ley de Seguros, más allá de la no exigencia
de formalidades establecidas, a los fines de la seguridad jurídica tanto para el
que tiene la obligación de pagar como para el tercero originariamente investido
como beneficiario(79).
Colación o reducción de primas
Art. 144.— Los herederos legítimos del asegurado tienen derecho a la colación
o reducción por el monto de las primas pagadas.
Designación sin fijación de cuota aparte
Art. 145.— Designadas varias personas sin indicación de cuotaparte, se
entiende que el beneficio es por partes iguales.
Designación de hijos
Cuando se designe a los hijos se entiende los concebidos y los sobrevivientes
al tiempo de ocurrido el evento previsto.
332
Designación de herederos
Cuando se designe a los herederos, se entiende a los que por ley suceden al
contratante, si no hubiere otorgado testamento; si lo hubiere otorgado, se tendrá
por designados a los herederos instituidos. Si no se fija cuota parte, el beneficio
se distribuirá conforme a las cuotas hereditarias.
No designación o caducidad de ésta
Cuando el contratante no designe beneficiario o por cualquier causa de la
designación se haga ineficaz o quede sin efecto, se entiende que designó a los
herederos.
Forma de la designación
Art. 146.— La designación de beneficiario se hará por escrito sin formalidad
determinada, aún cuando la póliza indique o exija una forma especial. Es válida
aunque se notifique al asegurador después del evento previsto.
333
como para que se le haga aplicable lo establecido por el art. 36 inc. b) de la Ley
de Seguros.
En cambio, una interpretación sistémica y armonizante —como la que
intentaremos en el parágrafo que sigue e insinuaremos ahora—, lleva a
considerar que el plazo de tres años concedido al beneficiario nesciente de su
cualidad, en sí, es razonable, porque constituye un lapso suficiente en la
dinámica actual de los negocios para ejercer cómodamente las pretensiones en
demanda de tutela judicial. Lo que significa, que no cabe excluir supuestos
extraordinarios que, en la rebelde complejidad del presente, imponga acoger
excepciones (arg. art. 3980, Código Civil, norma que también está involucrada
en el tema) y esta lectura realista no parece que sustraiga equilibrio al enfoque
global. Y ello es —y debe ser así— pues, de más en más, debe prevalecer la
interpretación que se guía por el criterio de las consecuencias valiosas que se
siguen de la pauta a aplicar y la coherencia con las demás disposiciones. En el
sentido indicado, y en caso de duda en torno al "momento" en que el beneficiario
toma conocimiento de la existencia del beneficio estipulado en su favor, habrá
de estarse "a la subsistencia del derecho y al plazo de prescripción más
dilatado"(82).
334
En consideración a estos principios, el legislador declara que el curso de la
prescripción anual en favor del beneficiario arranca con el conocimiento del
beneficio pero, en aras de preservar el equilibrio entre (a) el dies a quo específico
previsto en el art. 58-4, L.S. (conocimiento de la existencia del beneficio), y (b) la
inestabilidad o incertidumbre sobre si el derecho habrá de ser ejercitado una vez
conocido, se decide por el establecimiento de un plazo absolutamente razonable
de tres años computados desde la producción del siniestro (muerte del
asegurado). Y este término, es el límite legal impuesto a la "imposibilidad de
hecho" del beneficiario.
A manera de colofón, el plazo de prescripción en el seguro de vida en favor
del beneficiario conocedor de la existencia del beneficio es de un año computado
desde "que la correspondiente obligación es exigible".
Por el contrario, si el beneficiario ignora su condición, el curso de la
prescripción se inicia con el conocimiento de la existencia del beneficio, pero con
un límite de tres años desde que se ha verificado el siniestro(84).
En cualquier caso, corresponde al beneficiario del seguro colectivo de vida
demostrar —como carga de su propio interés—, que el plazo previsto por el art.
58, L.S. fue motivo de suspensión o interrupción(85).
335
Quiebra o concurso civil del asegurado
Art. 147.— La quiebra o el concurso civil del asegurado no afecta al contrato
de seguro. Los acreedores solo pueden hacer valer sus acciones sobre el crédito
por rescate ejercido por el fallido o concursado o sobre el capital que deba
percibir si se produjo el evento previsto.
1997. NOCIÓN
El seguro de accidentes personales integra la Sección II y se halla ubicado en
el Capítulo II referido a Seguros de personas. La materia de que trata (objeto del
contrato) es la protección de la persona humana, específicamente el cuerpo(1).
Cubre accidentes distintos de los laborales.
La ley omite definir qué es el accidente personal por lo que habrá de estarse
a la definición que suministra la póliza. Disponer de una noción del accidente
corporal es esencial pues determina la extensión de la garantía asegurativa, por
lo que, sin perjuicio de la definición predispuesta por el asegurador, cabe afirmar
que el seguro de accidente personal cubre toda lesión respecto de: "Todo evento
fortuito, súbito, imprevisto, violento e independiente de la voluntad del
asegurado, que origina su muerte, lesiones o enfermedad"(2). Las pólizas que
336
circulan en el mercado aluden a toda lesión del organismo provocada por la
acción derivada de una causa exterior e independiente de la voluntad del
asegurado o del beneficiario, o también, según una fórmula a menudo retomada
"un atentado corporal no intencional del asegurado y proveniente de una acción
derivada de una causa exterior"(3). Algunas de las pólizas con las que se opera
en el mercado asegurador definen al accidente como "toda lesión corporal que
pueda ser determinada por los médicos de una manera cierta sufrida por el
asegurado independientemente de su voluntad, por la acción repentina y violenta
de o con un agente externo". Y añaden: "Se consideran también como
accidentes: la asfixia o intoxicación por vapores o gases, la asfixia por inmersión
u obstrucción en el aparato respiratorio que no provenga de enfermedad; la
intoxicación o envenenamiento por ingestión de sustancias tóxicas o alimentos
en mal estado consumidos en lugares públicos o adquiridos en tal estado las
quemaduras de todo tipo producidas por cualquier agente; el carbunclo, tétanos
u otras infecciones microbianas o intoxicaciones cuando sean de origen
traumático; rabia, luxaciones articulares y distensiones, dilaceraciones y rupturas
musculares, tendinosas y viscerales (excepto lumbagias, várices y hernias)
causadas por esfuerzos repentinos y evidentes al diagnóstico".
Sin perjuicio de lo cual las pólizas que circulan en el mercado asegurador
aluden predominantemente a "toda lesión corporal que pueda ser determinada
por los médicos de una manera cierta, sufrida por el asegurado
independientemente de su voluntad, por la acción repentina y violenta de o con
un agente externo".
Sobre el particular, se tiene decidido "que el hecho de que la Cámara Federal
de Seguridad Social determinara presumiblemente que la muerte del asegurado
resultó la consecuencia de un 'accidente' laboral, es insuficiente para sostener
que dicha presunción es también hábil para acreditar la causa externa, violenta
y fortuita, ajenas a toda otra causa, que exige la póliza de seguro para acceder
a la indemnización perseguida por la viuda del asegurado"(4).
Le son aplicables al seguro de accidentes personales, las normas sobre
agravación del riesgo (art. 132, L.S.), cambio de profesión (art. 133, L.S.) y 143
a 147, L.S. correspondientes al seguro de vida. Se lo hace a través de una norma
imperativa:
Aplicación disposiciones seguro sobre la vida
Art. 149.— En el seguro de accidentes personales se aplican los artículos 132,
133 y 143 a 147 inclusive, referentes al seguro sobre la vida.
337
Lo que se cubre son las lesiones, la incapacidad total y permanente, la
incapacidad temporal, la muerte, producidos por accidente o por el hecho de un
tercero(5) así como los gastos médicos, farmacéuticos y quirúrgicos. De allí que
se haya decidido hacer lugar a la indemnización proveniente de un seguro contra
accidentes cuando por las características de las patologías sufridas el actor no
se cura de éstas, lo que dificulta que pueda superar un examen preocupacional
y no pueda realizar tareas que impliquen esfuerzos físicos(6). Quedan excluidos
los daños provocados por el asegurado o el beneficiario, dolosamente o por
culpa grave o los sufridos en empresa criminal (art. 152, L.S.). Ello significa que
la exigencia de la pérdida del derecho a percibir haberes por el damnificado como
requisito para la procedencia de la indemnización por incapacidad física prevista
en el contrato de seguro, debe ser entendida en el sentido de que aquélla para
ser tal, debe ser la causa de la privación de los ingresos habituales, sea en virtud
de laactividad laboral que originó la contratación del seguro u otra análoga(7).
338
2000. VARIEDAD Y VIGENCIA DE LAS GARANTÍAS
En la práctica las garantías son variadas:
a) La garantía deceso
El capital debido al beneficiario está fijado en la póliza, que limita en el tiempo
el plazo máximo entre el hecho accidental y el deceso que resulte del mismo.
Predomina en la mayoría de las pólizas que circulan en el mercado el plazo de
180 días.
339
En cuando a la vigencia de las garantías, predomina un texto en las pólizas
por las que se establece que se extiende "hasta que el asegurado cumpla 70
años de edad".
340
En cuanto a la declaración del riesgo, cabe señalar que el cuestionario
sometido al proponente recae especialmente sobre su profesión y sus
actividades deportivas habituales, las enfermedades preexistentes, los
accidentes anteriores, los seguros que hayan sido recientemente rescindidos
para el mismo riesgo. Rigen en toda su plenitud las normas y principios de la
reticencia y de toda falsa declaración.
342
pruebas o contiendas de carácter excepcional, de velocidad, resistencia o
seguridad en vehículos de cualquier tipo o mientras participe en viajes o
excursiones a zonas inexploradas o en la práctica de deportes riesgosos.
Carecen de cobertura los accidentes derivados de la navegación aérea no
realizada en líneas de transporte aéreo regular, ya sea en calidad de tripulante,
pasajero o mecánico. En el sentido indicado, se tiene decidido que "el accidente
derivado de la navegación aérea no realizada en líneas de transporte regular
constituye una causal de exclusión de cobertura cuya validez no puede ser
cuestionada"(16).
343
garantía del asegurador(17). Puede ser invocada la fuerza mayor cuando el
beneficiario ignoraba la existencia de un seguro a su favor otorgada por el
asegurado fallecido.
El término para efectuar la denuncia es el previsto por el art. 46, L.S. y la carga
incumbe, según el caso, al asegurado o al beneficiario.
344
2009. DESIGNACIÓN DE BENEFICIARIO. CAMBIO DE
BENEFICIARIO
2010. SALVAMENTO
Se consagra una carga de salvamento al establecerse que "el asegurado en
cuanto le sea posible, debe impedir o reducir las consecuencias del siniestro, y
observar las instrucciones del asegurador al respecto en cuanto sean
razonables" (art. 150, L.S.).
345
Sobre el particular, remitimos al lector a lo expresado acerca de los artículos
72 y ss., L.S.
346
decididas en el sentido más favorable al asegurado, cuya invalidez permanente,
irreversible y total haya quedado totalmente demostrada(20).
Existen pólizas donde se establece como condición para el cobro de las
indemnizaciones que la incapacidad haya continuado ininterrumpidamente
durante determinado tiempo. Se persigue a través de dicha cláusula que la
incapacidad se manifieste por un lapso suficientemente amplio para que permita
adquirir la certeza de su carácter permanente y no meramente transitorio(21).
En la actualidad predomina el criterio de que sean las pólizas las que
establezcan las escalas indemnizatorias en consideración a si la invalidez es
total o parcial. A esos fines se determina como invalidez total el "estado absoluto
e incurable de alienación mental, que no permita al asegurado ningún trabajo u
ocupación por el resto de su vida". Lo propio acontece con la fractura incurable
de la columna vertebral, así como también la amputación o por la inhabilitación
funcional total y definitiva del órgano o miembro lesionado. Los supuestos
mencionados son considerados como de invalidez total y permanente.
Sobre el particular, se tiene decidido que el elemento que define el grado de
incapacidad a los efectos del pago del seguro, no está dado por la estimación
matemática de la minusvalía, de alcance relativo por su propia naturaleza, sino
por la consideración de la dolencia concreta padecida por el actor y la proyección
de ella sobre sus posibilidades laborales(22).
347
2014. LA DELIMITACIÓN CAUSAL SUBJETIVA. EL DOLO Y
LA CULPA GRAVE DEL ASEGURADO
Lo dispuesto por el art. 152, L.S. constituye una aplicación de lo dispuesto por
el art. 70 para los seguros de daños y el art. 137, L.S. para el seguro de vida
individual.
Antes de ahora hemos afirmado que las delimitaciones causales subjetivas se
inspiran, predominantemente, en motivos morales o de orden público. Ello
presupone que se hallan contenidas en normas imperativas y, por tanto, no son
factibles de ser sustituidas en su aplicación por normas de autonomía que las
contradigan.
Sus supuestos se hallan regulados en normas legales imperativas, fundadas
en que proceden de una causa ilícita (dolo del asegurado o del beneficiario), en
la acentuada intensidad de la culpa incurrida (culpa grave del asegurado o del
beneficiario), o en la ilicitud de la actividad del asegurado o del beneficiario(23).
Por tratarse de hipótesis de delimitación causal subjetiva (perteneciente o
relativo al sujeto), queda acotada a la persona del asegurado o del beneficiario,
pues sólo a ellos se refiere el texto legal que, por naturaleza, es norma
relativamente imperativa, pues sólo es modificable por convención de partes
cuando lo sea en favor del asegurado (art. 158, L.S.).
En consecuencia, los supuestos de delimitación causal subjetiva (dolo o culpa
grave) no son factibles de ser extendidos a otro sujeto que no sea a los que se
refiere la norma jurídica(24).
La Ley de Seguros contiene, en el capítulo destinado a los seguros de daños
patrimoniales, una disposición (art. 70) que constituye un supuesto de
delimitación subjetiva del riesgo y que se expresa así: "El asegurador queda
liberado si el tomador o el beneficiario provoca el siniestro dolosamente o por
culpa grave...". Análogamente, en la Sección XI de la ley 17.418, donde se
disciplina el seguro contra la responsabilidad civil, se dispone: "El asegurado no
tiene derecho a ser indemnizado cuando provoque dolosamente o por culpa
grave el hecho del que nace su responsabilidad" (art. 114, L.S.).
Otro ejemplo de delimitación causal subjetiva, de fuente legal, lo constituye en
el seguro de mortalidad animal la pérdida del derecho del asegurado a ser
indemnizado si ha maltratado o descuidado gravemente al animal o por culpa
grave, especialmente si, en caso de enfermedad o accidente, no recurrió a la
asistencia veterinaria (art. 105, L.S.).
Otras hipótesis de delimitación causal subjetiva, de fuente legal, lo constituyen
"el suicidio voluntario de la persona cuya vida se asegura" (art. 135, L.S.); y en
el seguro sobre la vida de un tercero, si la muerte ha sido deliberadamente
provocada por un acto ilícito del contratante (art. 136, L.S.). Y finalmente para
los seguros de accidentes personales el art. 152 establece: "El asegurador se
348
libera si el asegurado o el beneficiario provoca el accidente dolosamente o por
culpa grave o lo sufre en empresa criminal".
En consecuencia de lo expuesto, es posible afirmar que el sistema legal
vigente admite la garantía aseguradora de hechos: (a) provenientes del
asegurado siempre y cuando no hayan sido provocados por dolo o por su culpa
grave, salvo convención en contrario para esta última (arg. art. 158-3, L.S.); (b)
de hechos de terceros (incluso de aquellos por los que el asegurado debe
responder) aun dolosos, en tanto constituyen caso fortuito para el asegurado.
Constituye una aplicación de lo hasta aquí expuesto, el fallo donde se decidió
que incurre en la causal de culpa grave contemplada en el art. 152 de la ley
17.148, "el beneficiario de un seguro por accidentes personales que decidió
soldar un tanque que contenía combustible en su interior —en el caso,
aproximadamente mil litros de gas oil—, dado que no se ajustó al proceder de
práctica para realizar la soldadura, dejando a un lado las más elementales
previsiones y precauciones que se imponen ante una tarea que conlleva un
importante riesgo de siniestralidad"(25).
349
2016. EL DOLO DEL ASEGURADO. ELEMENTOS
CONFIGURATIVOS. CASUÍSTICA
350
Se tiene expresado que la distinción entre la culpa leve, la definida por el
artículo 512, Código Civil, y la culpa grave está determinada por la relevancia de
los deberes objetivos de cuidado que se infrinjan o desconozcan, impuestos al
sujeto en su actuación concreta(36).
De allí que la distinción no depende de la existencia de mayor o menor número
de infracciones cometidas, sino por su intensidad(37), al ser la culpa grave un
concepto relativo (apreciable)(38) y cualitativo, más que cuantitativo.
La diferencia está dada entre la mayor o menor gravedad de la situación
creada.
Esa gravedad tiene como antecedente, como quedó expresado, el
incumplimiento del deber objetivo de cuidado, que deberá ser apreciado con rigor
y en concreto, considerando una jerarquía de valores, debidos a la comparación
entre el comportamiento humano medio del sujeto ordinario y reflexivo dentro de
la comunidad, con la conducta seguida por el agente.
Así parece entenderlo la Corte Suprema de la Nación al resolver que la culpa
grave, como causa legal de exoneración de responsabilidad de la aseguradora,
excede la regular graduación de negligencia —que es la que se encuentra
amparada en los contratos de seguro— y, por su magnitud, resulta cercana a la
intencionalidad en la producción del evento dañoso o, por lo menos, traduce una
actitud de grave despreocupación ante el eventual resultado perjudicial, aunque
éste no haya sido deliberadamente buscado por el sujeto(39).
La culpa grave será identificable en razón de que le sirve de antecedente un
comportamiento, actuación o conducta que crea riesgos de tal naturaleza, que
originan una evidente probabilidad de siniestros(40), a tal punto que si bien se ha
sostenido que bordea los dominios del dolo eventual, consideramos que se
diferencia de éste en que, en aquélla, el agente no conoce ni acepta
voluntariamente el resultado, ni le resulta indiferente(41).
351
CAPÍTULO LXII - SEGURO DE CAUCIÓN. GENERALIDADES
352
partes—, sino que lo que se asegura es el incumplimiento imputable al tomador
con relación a sus obligaciones frente al beneficiario, de modo tal que el siniestro
ocurre cuando el tomador no cumple con el pago del precio que debe al
comitente por su incumplimiento(4).
Resulta apto para garantizar los eventuales perjuicios que la medida cautelar
dispuesta pudiera ocasionar a su destinataria el seguro de caución emitido a la
orden del Tribunal, pues tal garantía se encuentra afectada a ese fin y habilita un
procedimiento que posibilita la percepción de la suma que se determine hasta el
importe indicado en la póliza(5).
Otra de sus finalidades es sustituir la caución real —dinero o títulos— en poder
del acreedor, de la que éste toma posesión en el caso de incumplimiento de la
obligación de hacer, automáticamente sin necesidad de acción judicial para su
cobro(6).
En efecto, el seguro de caución sustituye la caución real exigida en el contrato
cuya finalidad es indemnizar al acreedor de los perjuicios derivados del
incumplimiento total o parcial del obligado, y funciona como verdadera cláusula
penal que el propio asegurado y el tomador fijan anticipadamente como monto
del resarcimiento.
El objeto principal de los seguros de caución es garantizar, a favor de un
tercero, las consecuencias de los posibles incumplimientos del tomador,
vinculado con el beneficiario por un contrato anterior a la caución y del cual ésta
resulta accesoria.
El objeto principal del seguro de caución radica en garantizar a favor de un
tercero —beneficiario o asegurado—, las consecuencias de los posibles
incumplimientos del tomador, vinculado con el beneficiario por un contrato
anterior a la caución y del cual ésta resulta accesoria.
Así, el negocio jurídico es un verdadero contrato de garantía bajo la forma y
modalidad del contrato de seguro, razón por la cual le son aplicables las
regulaciones y principios propios de éste en todo aquello que no contradiga la
esencia de la relación jurídica dada por un contrato de garantía accesorio del
contrato principal garantizado(7).
De allí que se tenga expresado que "la garantía asumida por la aseguradora
a través del seguro de caución la obliga frente al asegurado beneficiario como
un deudor principal —arts. 699, 705, 715 y 2005 del Cód. Civ.—, pues de lo
contrario si se entendiera que el asegurador paga en igualdad de condiciones y
posibilidades que el tomador quebrado, aquélla perdería su razón de ser, cual
es precaverse de la insolvencia del deudor, sea cual fuere la causa de dicho
estado y, desde luego, evitar la concurrencia a un proceso falencial porque esa
es una forma de impedir la ejecutabilidad inmediata de la garantía"(8).
En el seguro de caución el asegurador se obliga, no a cumplir por el deudor
principal, sino a resarcir al acreedor de los daños y perjuicios que aquel
incumplimiento le hubiere producido(9).
Se trata de un verdadero contrato de garantía bajo la forma y modalidades del
contrato de seguro. Su objeto principal es garantizar a favor de un tercero —el
beneficiario— las consecuencias de los posibles incumplimientos del tomador,
353
vinculados por el beneficiario por un contrato anterior a la caución y del cual ésta
resulta accesoria.
En los seguros de caución, el contrato celebrado asume las mismas funciones
jurídico-económicas que la garantía que un determinado deudor otorga a favor
de un acreedor, a fin de asegurarle el cumplimiento de una futura obligación
pecuniaria.
El seguro de caución encuentra cauce normativo en lo dispuesto por la ley
20.091, en el párr. 2 del art. 7º, inc. b), y se caracteriza por la intervención de tres
sujetos, el tomador o proponente, el llamado asegurado y finalmente el
asegurador. El primero (tomador) asegura al acreedor (asegurado) para que en
el caso de no realizar la obra o cumplir con el suministro o servicio, reciba una
indemnización del asegurador(10). El seguro de caución tiene por finalidad reparar
los daños que se produzcan al asegurado en razón del incumplimiento en que
pueda incurrir el tomador por lo que, a diferencia del seguro contra la
responsabilidad civil, la persona que puede ser dañada en su patrimonio se
encuentra individualizada desde su origen.
354
"En efecto: tal como ha sostenido esta Sala en anteriores oportunidades, este
tipo de contratos se caracteriza por la intervención de tres (3) partes y la
necesaria conexión de dos (2) contratos, donde el asegurado ostenta la
condición de beneficiario de las pólizas emitidas y de acreedor de las
prestaciones asumidas en los contratos garantizados, en razón de lo estipulado
en las condiciones de las pólizas comprometidas.
"De su lado, respecto del objeto del seguro, cabe mencionar que las
obligaciones respaldadas por la caución pueden ser de variada índole, tal como
la construcción de obras públicas (tal es el supuesto de autos) o privadas, la
provisión de objetos o servicios, el cumplimiento de cargas fiscales, etc. De allí
que en el seguro de caución sea el empresario quien actúe como tomador o
proponente, para asegurar al acreedor (el asegurado) que en la hipótesis de no
realizar la obra o de no cumplir con el servicio o suministro, reciba una
indemnización del asegurador.
"En ese contexto, resulta obvio que los contratos garantizados —también
denominados "contratos principales" o "contratos base"— se erigen
en presupuestos necesarios del seguro de caución, en tanto originan el riesgo
sobre el que recae el interés asegurable, consistente en el aludido
incumplimiento de parte del empresario tomador del seguro. Es que, a diferencia
del resto de los seguros en general, el interés asegurable que se tiene en cuenta
al celebrarse el contrato, no es el del asegurado, sino el del tomador, que está
cubriendo las consecuencias de su propia conducta (o inconducta) y en su propio
beneficio, a fin de facilitar la 'contratación base'(16).
"En resumidas cuentas, el objeto principal de los seguros de caución es el de
garantizar a favor de un tercero las consecuencias de los futuros incumplimientos
del tomador vinculado con el beneficiario por un contrato anterior a la caución y
del cual el contrato de seguro es accesorio. El negocio jurídico aparece así —tal
como se adelantara— como un verdadero contrato de garantía, bajo la forma y
modalidades del contrato de seguro, por lo que le son aplicables las regulaciones
y principios propios de éste en todo aquello que no contradiga a la esencia de la
relación jurídica"(17).
355
a sus obligaciones frente al beneficiario. El negocio jurídico aparece así como un
verdadero contrato de garantía bajo la forma y modalidades del contrato de
seguro, donde el asegurador garantiza, como ya se dijo, el cumplimiento de las
obligaciones del tomador frente al beneficiario. Todo ello sin perjuicio de la
aplicación de regulaciones y principios propios del contrato de seguro, porque
así es la voluntad de las partes, en todo aquello que no contradiga a la esencia
de la relación jurídica que, se reitera, consiste en la celebración de un contrato
de garantía. En consecuencia, como todo contrato de garantía, es accesorio del
contrato principal o garantizado..."(18).
357
El seguro de caución es un típico contrato a favor de un tercero, pues tomador
y asegurado no se confunden en una misma persona(25).
358
2025. DEBER DE INFORMACIÓN
Sobre el particular, se tiene expresado que "En íntima conexión con el deber
de inalterabilidad de la situación de riesgo, propio de cualquier seguro de daños,
se añaden deberes específicos, tales como la comunicación al asegurador de
cualquier diferencia surgida con el asegurado o eventualidad que pudiera impedir
o entorpecer el cumplimiento del contrato garantizado..."(31).
En relación con el siniestro, el tomador del seguro deberá facilitar al
asegurador cuanta información le requiera respecto de la reclamación del
asegurado, no negociando, admitiendo ni rechazando acuerdos con él o terceros
respecto a las obligaciones garantizadas sin expreso consentimiento del
asegurador(32).
Si bien el asegurador puede requerir prueba al asegurado y la información
necesaria para determinar el origen y la medida o extensión exacta de los daños
en defensa de su interés y el de los demás asegurados, tal facultad cabe
ejercerla cuando resulte razonable y sin perder de vista las distintas obligaciones
y cargas que el contrato le impone al tomador(33).
359
asegurado. Ello porque la conducta del tomador o proponente no puede afectar
nunca al asegurado.
De allí que el seguro conserva su vigencia hasta tanto el deudor haya sido
liberado de su responsabilidad; y éste debe abonar los premios por todo el
período que se haya prolongado.
Las pólizas se emiten sin fecha de vencimiento y el asegurador puede facturar
sus primas por períodos no excedentes de un año, a pesar de que los trabajos
pueden insumir lapsos más prolongados(35).
360
2029. PROCEDENCIA DEL COBRO DE PRIMAS.
SUBSISTENCIA DE LA OBLIGACIÓN PRINCIPAL A CARGO
DEL ASEGURADOR
361
2031. EL SINIESTRO
La configuración del siniestro es diversa en cada una de las pólizas en uso
pero que, por definición legal, se concreta en un comportamiento negligente del
deudor-tomador del seguro respecto del contrato u obligación objeto de garantía
y que concluye con un incumplimiento imputable.
Generalmente se manifiesta por la reclamación por el asegurado de la suma
asegurada, límite de la indemnización del asegurador, sin que, de conformidad
con las reglas propias de los seguros de patrimonio, entren en juego las reglas
típicas del infraseguro y del sobreseguro.
Lo que se asegura es la inejecución atribuible al tomador con relación a sus
obligaciones frente al beneficiario, de modo tal que el siniestro ocurre cuando el
tomador no cumple con el pago del precio que debe al comitente por su
incumplimiento(41).
La circunstancia de que los contratantes acordaran que la exigibilidad del
débito de la aseguradora ocurriría luego de la excusión de los bienes del tomador
del seguro de caución, no impide interpretar que el término impuesto al
asegurado para dar aviso al asegurador del incumplimiento contractual en que
incurriera el tomador, opere mecánicamente a partir de la ocurrencia del
hecho(42).
Corresponde tener por cumplidos los requisitos contractuales por el asegurado
beneficiario de un seguro de caución, si está acreditado que requirió al tomador
que informara el plazo en el que cumpliría las obligaciones contractuales y luego
procedió a notificarle la rescisión del contrato, habiendo además notificado
dichas circunstancias al asegurador, pues no cabe más que lo razonable, ya que
la validez del contenido predispuesto depende de que se mantenga la
equivalencia en la relación negocial, satisfaciendo los recaudos de moralidad,
licitud y congruencia(43).
En un seguro de caución, la mera inejecución por parte del proponente implica
la configuración del siniestro, no resulta viable subordinar el cobro de la
indemnización a la previa acreditación del incumplimiento del tomador o —como
en el caso— a la verificación de la existencia de activo por parte del tomador en
la liquidación, so pena de controvertir la finalidad de dicho seguro al impedirse la
ejecutabilidad inmediata de la garantía que es su razón de ser(44).
La cláusula de las condiciones generales predispuestas de la póliza de
seguros de caución para concesiones de garantía de adjudicación, en cuanto
exige la previa excusión judicial de los bienes del concesionario a los efectos de
requerir el pago de las sumas garantizadas, desnaturaliza la finalidad propia de
dicho seguro consistente en la eliminación del riesgo de la mora del deudor
principal y el cobro inmediato de dichas sumas(45).
Pactado por las partes de un seguro de caución que cualquier hecho del
tomador que implique disminución o deterioro de su solvencia, habilitaría al
362
asegurador a librarse de la fianza asumida, corresponde dispensar a ésta de sus
obligaciones frente al beneficiario si el tomador incumplió con el pago de las
primas, pues ello evidencia una disminución de la citada solvencia, en los
términos de la regla contractual mencionada(46).
Es procedente la acción entablada por el asegurador para obtener el
reembolso de lo pagado al asegurado con motivo de un seguro de caución si la
ocurrencia del siniestro es imputable a la culpa del tomador que dejó de cumplir
sus obligaciones al pretender resolver el contrato de obra pública —en el caso,
alegó la ruptura de la ecuación económico-financiera— sin que concurrieran
ninguna de las causales que contractualmente lo facultaban para obrar en tal
sentido(47).
363
En el mismo sentido se tiene decidido que "Tratándose de un seguro de
caución contratado por la concesionaria del servicio postal, el Estado Nacional
puede ejecutar ante el incumplimiento de aquélla, pues subordinar, como
pretende la prestataria, el cobro de la garantía a la previa declaración judicial de
validez de 'la resolución dictada dentro del ámbito interno del ente estatal
asegurado, que establezca la responsabilidad del participante o adjudicatario por
el incumplimiento de las obligaciones a su cargo', desnaturalizaría la finalidad del
seguro de caución al impedir la ejecutabilidad inmediata de la garantía que es su
razón de ser"(53).
Si el asegurado omitió informar a la aseguradora que la tomadora del seguro
de caución había emitido un pagaré a favor de aquél, tal circunstancia no puede
invalidar el contrato de seguro(54).
Probado que la conclusión de las obras asumidas por los demandados fue
inmediatamente comunicada al asegurador a fin de hacerle saber el efectivo
cese del servicio de garantía, manteniéndoselo permanentemente informado con
anterioridad a dicha finalización sobre el grado de avance en la ejecución de
aquéllas, no es posible admitir que la aseguradora pueda válidamente cobrar
primas relativas a un riesgo que en definitiva no existió por cese de la
364
responsabilidad contratada, fundándose en la no devolución de las pólizas
respectivas por parte del tomador(57).
Tratándose de un seguro de caución, tomado por un contratista de obra
pública, la recepción definitiva de la obra —que extingue el contrato—, cancela
la garantía constituida por el contratista cesando, a su vez, las garantías
caucionadas emitidas por el asegurador —en el caso, se rechazó la demanda de
la aseguradora tendiente al cobro de primas—, toda vez que se extinguieron las
obligaciones del tomador cuyo incumplimiento cubre(58).
La extinción de las obligaciones del tomador frente al asegurado por la póliza
de caución implican que no se adeudan nuevas primas —en el caso, se rechazó
la demanda tendiente a lograr el cobro de las mismas—, toda vez que no existe
causa para su devengamiento, lo que no implica afirmar que las omisiones
atribuidas al tomador no hayan producido a la aseguradora un perjuicio
económico el que, de existir, debería ser analizado en el marco de una acción
resarcitoria(59).
La liberación de la cobertura de un seguro de caución puede obtenerse
mediante el acto de caucionar en efectivo las responsabilidades aseguradas, de
presentar otro seguro igual o más confiable, o bien, mediante la devolución de
las pólizas originales o expresión inequívoca de la caducidad del seguro por
parte de su beneficiario(60).
El tomador del seguro de caución debe, a fin de liberarse del pago de primas,
no sólo acreditar la existencia de un hecho extintivo en orden a las obligaciones
asumidas a su cargo, sino invocar y justificar tal extremo ante el asegurador. Si
omite solicitar el reintegro de las pólizas y devolvérselas a la aseguradora, es de
aplicación el adagio "nemo auditor propriam turpitudinem allegans"(61).
365
2037. LEGITIMADOS PASIVOS. INEXISTENCIA DE
LITISCONSORCIO
366
2039. PRESCRIPCIÓN
Ya hemos afirmado que las primas se calculan en función de períodos de
cobertura más o menos abreviados así como que cada período de cobertura da
lugar al devengamiento de una prima y, en caso de mantenerse el riesgo, a
medida que se suceden dichos períodos se devengan nuevos premios, hasta el
momento en que el asegurado es liberado del riesgo asumido. Lo expresado
incide en el cómputo del plazo de prescripción.
De allí que se sostenga que en el seguro de caución el transcurso del tiempo
sin liberación del asegurador determina el nacimiento de nuevas obligaciones
para el tomador, que no eran sino eventuales al momento de la contratación, por
ello, el plazo de prescripción de un año con que cuenta el primero para reclamar
el pago de las primas adeudadas por el segundo comienza a correr desde cada
facturación —art. 58, primer párrafo, ley 17.418—.
A los fines de la determinación del comienzo del cómputo del plazo de
prescripción de la acción otorgada al asegurador para reclamar el pago de las
primas adeudadas por el tomador, éstas no tienen carácter de cuota —art. 58,
segundo párrafo, ley 17.418—, porque si bien derivan de un mismo contrato, éste
no se mantiene idéntico a sí mismo durante toda su vigencia, sino que debe ser
sucesivamente renovado para que la cobertura se extienda a todos aquellos
nuevos períodos durante los cuales se mantendrá el riesgo asumido(68). En el
sentido indicado, se tiene decidido en un preclaro pronunciamiento con voto del
Dr. Pablo Heredia que "la solución que postula dar punto de arranque a la
prescripción anual (art. 58, primer párrafo, de la ley 17.418) en el momento en
que comienza cada período de cobertura (art. 30 cit.), se impone asimismo por
lo siguiente:
(a) En la especie, en las Condiciones de Cobertura que aparecen en el reverso
de la Propuesta suscripta por el demandado aparece la siguiente cláusula: '...El
premio del seguro deberá ser abonado por el proponente, con antelación al
comienzo de cada período en que se fracciona su vigencia...' (fs. 40 vta., cláusula
6ª —sobre de documentación reservada—).
Indudablemente, esta específica cláusula es perfectamente compatible con la
regla del art. 30 de la ley 17.418: '...las primas sucesivas se deben al comenzar
cada período de seguro'.
(b) Aun si la prima se considerase única, en la medida en que ella fue pagable
fraccionadamente en forma de cuotas, cada una de estas últimas se transformó
en una 'prima independiente'... y una situación especial se produce cuando la
prima única es pagadera fraccionadamente, pues se transforma en prima
independiente y, por tanto, devengada en forma sucesiva por el transcurso del
tiempo, frente a lo cual el curso de la prescripción se inicia desde que se
devengue cada prima. Es el caso... del seguro de caución en que el contrato se
formaliza por 'plazo indeterminado', debido a que su vigencia se extiende hasta
la liberación del asegurador. Esa indeterminación temporal no permite la
367
determinación de una prima única abarcativa de todo el plazo de vigencia del
contrato y, por ello, las primas se calculan en función de 'períodos de cobertura'
más o menos abreviados. De ello se sigue que cada período de cobertura da
lugar al devengamiento de una prima y que, a medida que se suceden los
períodos de cobertura, se devengan nuevos premios, hasta el momento en que
el asegurador es liberado..."(69).
En el mismo sentido se tiene decidido que corresponde rechazar la
prescripción opuesta por la aseguradora demandada por el cobro de los premios
por endosos relativos a un seguro de caución, pues aun cuando por motivos
operativos y financieros la prima se fraccione y se pague periódicamente en
fraccionamientos que constituyen sucesivas cuotas, los mismos constituyen
partes de un todo, es decir cuotas de una prima única, por lo que resulta aplicable
la regla del art. 58, L.S(70).
Bibliografía
BIBLIOGRAFÍA
A
ACUÑA ANZORENA, A., "Responsabilidad contractual por el hecho
de otro", JA, T. 53, sec. doctrina.
— "La ilicitud. Delitos y cuasidelitos", en Estudios sobre la
Responsabilidad Civil, Platense, La Plata, 1963.
AGUIAR, H., Hechos y Actos Jurídicos, Tea, Buenos Aires, 1950.
369
AGUIRRE, F., "Cláusulas de enfermedades preexistentes en el
contrato de seguro y los sistemas de capitalización y ahorro para
fines determinados".
AJA ESPIL, F., Constitución y Poder, Buenos Aires, 1987.
ALBALADEJO, M., Instituciones de Derecho Civil. Parte General y
Derecho de las Obligaciones, Bosch, Barcelona, 1972.
ALBANESES, S., "El derecho de los pacientes a recibir información",
en Daños. La responsabilidad civil por mala praxis profesional,
Depalma, Buenos Aires, 2000.
ALCONADA ARAMBURÚ, C. J.,Código de
Comercio Anotado, Arayú, Buenos Aires, 1974.
ALEGRIA, H., "Valor probatorio de los documentos en el moderno
derecho argentino", Revista de Derecho Privado y Comunitario,
nro. 13, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1997.
ALFARO ÁGUILA REAL, J., Las Condiciones Generales de la
Contratación, Civitas, Madrid, 1991.
— "La interpretación de las condiciones generales de los
contratos", La Ley, España, año VIII, nro. 1710, 1987.
ALONSO SOTO, R., El Seguro de la Culpa, Montecorvo, Madrid,
1977.
ALPA, G., "La tutela del consumatore nell'esperienza
francese", Rivista delle Società, nro. 1/2, Giuffrè, Milano, enero-
abril 1979.
ALSINA, H., Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal Civil y
Comercial, Cade, Buenos Aires, 1942.
ALTERINI, A. A., "Carga y contenido de la prueba del factor de
atribución de responsabilidad", en ALTERINI, A. A. - AMEAL, O. -
LÓPEZ CABANA, R. M., Temas de Responsabilidad Civil, Ciudad
Argentina, Buenos Aires, 1995.
— Contratos Civiles, Comerciales, de Consumo, Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1998.
— Desindexación de las Deudas, Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1994.
— "Formas modernas de contratación", La Ley, 1980-D.
— Responsabilidad civil. Límites de la reparación civil, Abeledo-
Perrot, Buenos Aires, 1976.
— Responsabilidad Civil, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1987.
ALTERINI, A. A. - AMEAL, O. J. - LÓPEZ CABANA, R. M., Derecho
de Obligaciones Civiles y Comerciales, Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 1995.
ALVIM, P., O Contrato de Seguro, Forense, Rio de Janeiro, 1986.
370
ALTERINI, A. A. - STIGLITZ, G. A. - LÓPEZ CABANA, R. L.,
"Protección del consumidor", La Ley, 1989-B.
AMEAL, O. J., en Código Civil y Leyes Complementarias Anotado,
Comentado y Concordado (BELLUSCIO, A. C., director -
ZANNONI, E., coordinador), Astrea, Buenos Aires, 1981.
ANAYA, J. L. - PODETTI, H. A.,Código de Comercio y Leyes
Complementarias, Omeba, Buenos Aires, 1967.
ANDORNO, L., "La responsabilidad civil y la obligación in solidum",
JA, sec. Doctrina, 1972.
—"La responsabilidad de los abogados", en Derecho de daños,
libro homenaje a Jorge Mosset Iturraspe, Larroca, Buenos
Aires, 1989.
ANGELI, G., La Riassicurazione, Giuffrè, Milano, 1966.
ANISI, D. y otros, "La sonrisa de Keynes", en La Larga Noche
Neoliberal. Políticas Económicas de los '80, Icaria, Barcelona,
1994.
ANTINOZZI, M., "Invalicabilità dei limite di massimale di poliza da
parte dell'assicuratore della responsabilità
civile", Assicurazioni, 1978-II, fasc. 6.
APPIANO, E. M., "Clausole vessatorie: una svolta storica (ma si
attuano cosi le direttive comunitarie?", Contrato e
Impresa, Cedam, Roma, 1996.
ARAUZ CASTEX, M., Derecho Civil. Parte General, Cooperadora de
Derecho y Ciencias Sociales, Buenos Aires, 1974.
ARCAGNI, J. C., "El contrato en el common law", en Contratos.
Teoría General (STIGLITZ, R. S., director), Depalma, Buenos
Aires, 1990.
ARECHA, M. - GARCÍA CUERVA, H. M., Sociedades
Comerciales, Depalma, Buenos Aires, 1983.
ARIZA, A., "El consumidor inmobiliario y la prescripción", La Ley,
2003-E.
ASCARELLI, T., "Sui c.d. coleggi arbitrali per la liquidazione del
danno", Assicurazioni, 1937-II-2.
— "Sul momento iniziale della decorrenza della prescrizione
nell'assicurazione resp. civ.", Assicurazioni, 1934-II.
ASTOLFI, M., "La polizza di assicurazione", Assicurazioni, año XXIX,
fasc. 3, mayo-junio 1962.
AUBRY, C. - RAU, C., Cours de Droit Civil Français, Cosse, Marchal
y Cía., Paris, 1871.
AULETTA, G., "Responsabilità dell'assicuratore della responsabilità
civile per condotta della lite e per rifuto di
transazione", Assicurazioni, 1949-II, fasc. 1.
371
B
BACIGALUPO, E., Estafa de Seguro. Apropiación
Indebida, Panedille, Buenos Aires, 1971.
BAEZA PINTO, S., El Seguro, act. por Achurra Larrain, J., Jurídica
de Chile, Santiago, 1994.
BALAGUER CALLEJÓN, M. L., El recurso de
inconstitucionalidad, Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, Madrid, 2001.
BALBÍN, C., Reglamentos delegados y de necesidad y urgencia, La
Ley, Buenos Aires, 2004.
BARASSI, L., Instituciones de Derecho Civil, Bosch, Barcelona,
1955.
BARBIER, E. - AGUIRRE CELIZ, J. M., "El contrato de seguro y la
extensión de la responsabilidad por su ejecución. Responsabilidad
de la Superintendencia de Seguros de la Nación", JA, 1999-II.
BARBATO, N., Culpa Grave y Dolo en el Derecho de
Seguros, Hammurabi, Buenos Aires, 1988.
— "Exclusiones a la cobertura en el contrato de seguro", ED, T.
136.
BARBERO, D., Sistema de Derecho Privado, Ejea, Buenos Aires,
1967.
BAUDRY LACANTINERIE, G., Delle Obligazioni, Vallardi, Milano,
1915.
— Précis de Droit Civil, Sirey, Paris, 1921.
BAZÁN, V., "Recurso extraordinario federal y control constitucional
de oficio", JA, 2003-A.
BAZZANO, C., Il Contratto di Assicurazione, Pirola, Milano, 1991.
BEAUCHARD, J., Droit de la Distribution et de la
Consommation, Thémis, Paris, 1996.
BELLUSCIO, A. C. (director) - ZANNONI, E. (coordinador),Código
Civil y Leyes
Complementarias, Comentado, Anotado y Concordado, Astrea,
Buenos Aires, 1981.
BENÍTEZ DE LUGO Y RAYMUNDO, L., Tratado de Seguros, Reus,
Barcelona, 1955.
BERGEL, S. D., "El documento electrónico y la teoría de la
prueba", Revista de Derecho Privado y Comunitario, nro. 13,
Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1997.
BERTOLDI de FOURCADE M. V. - BERGOGLIO de BEOUWER DE
KONING, M. T., "La antijuridicidad en la responsabilidad civil del
médico", La Ley, 1985-D.
372
BESSON, A., "Finalità e modalità del controllo
statale", Assicurazioni, año XXIX, fasc. 1/2, enero-abril 1962.
BETTI, E., Teoría General del Negocio Jurídico, R.D.P., Madrid,
1959.
— Teoría General de las Obligaciones, R.D.P., Madrid, 1969.
BIANCA, M., Diritto Civile, Giuffrè, Milano, 1987.
BIBILONI, A., Reforma del Código Civil. Anteproyecto, Kraft, Buenos
Aires, 1939/40.
BIELSA, R., Derecho Administrativo, La Ley, Buenos Aires, 1964.
— Principios de Derecho Administrativo, Depalma, Buenos Aires,
1995.
BIDART CAMPOS, G., Manual de la Constitución reformada, Ediar,
Buenos Aires, 2001.
BIGOT, J., "Assurance de responsabilité: les limites du risque
assurable", R.G.A.T., Paris, abril-junio 1978.
—Traité de Droit des assurances, LGDJ, París, 2002.
BLANDINO GARRIDO, Ma. A., "Control administrativo del contrato
de seguro: condición general que eleva la firma de la póliza a
requisito constitutivo", Revista de Derecho patrimonial, Aranzadi,
Madrid, 2001, nro. 7.
BOFFI BOGGERO, L. M., "Aspectos de la nulidad del acto jurídico
en el Código Civil argentino", en Estudios Jurídicos, Cooperadora
de Derecho y Ciencias Sociales, Buenos Aires, 1960.
— "El hecho jurídico complejo que genera el derecho a la
indemnización", Revista del Colegio de Abogados de La
Plata, T. X, nro. 20, enero-junio 1968.
— "Sistemas de responsabilidad civil en el Código argentino",
en Estudios Jurídicos, Cooperadora de Derecho y Ciencias
Sociales, Buenos Aires, 1960.
— Tratado de las Obligaciones, Astrea, Buenos Aires, 1979.
BOHEMER, G., El Derecho a través de la Jurisprudencia, Bosch,
Barcelona, 1959.
BONNARD, J., "Le mandat de justice dans les assurances de
responsabilité et de protection juridique", R.G.A.T., 1993-4, LGDJ,
Paris.
BONET, R. J., Compendio de Derecho Civil. Parte General, R.D.P.,
Madrid, 1959.
BORAGINA, J. C. - MEZA, J. A., "Naturaleza de la relación entre
abogado y cliente", en Revista de Derecho de daños,
Responsabilidad de los Profesionales, T. 2005-1, Rubinzal-
Culzoni, Santa Fe, 2005.
373
BORDA, G., Tratado de Derecho Civil. Contratos, Perrot, Buenos
Aires, 1990.
— Tratado de Derecho Civil. Parte General, Perrot, Buenos Aires,
1988.
BOSSERT, G., Régimen jurídico del concubinato, Astrea, Buenos
Aires, 2006.
BOURGOIGNE, Th., "Le controle des conditions générales et des
clauses abusives en droit belge", en GHESTIN, J., Les Clauses
Abusives dans les Contrats Types en France et en Europe, LGDJ,
Paris, 1992.
BOURTH, J., Dure de l'assurance de responsabilité et assurance,
R.G.D.A., nro. 3, 1998-2, LGDJ, Paris.
BREBBIA, R., Hechos y Actos Jurídicos, Astrea, Buenos Aires,
1979.
BRICKS, H., Les Clauses Abusives, LGDJ, Paris, 1982.
BROSETA PONT, M., El Contrato de Reaseguro, Aguilar, Madrid,
1961.
— Manual de Derecho Mercantil, Tecnos, Madrid, 1971.
BUERES, A. J., "La apreciación de la culpa en la responsabilidad de
los profesionales", en Revista de Derecho de daños, Daños
profesionales, nro. 8, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2000.
— Responsabilidad civil del escribano, Hammurabi, Buenos Aires,
1984.
— Responsabilidad civil de los médicos, Hammurabi, Buenos
Aires, 1994.
BUFFELAN-LANORE, Y., Essai sur la Notion de Caducité des Actes
Juridiques en Droit Civil, LGDJ, Paris, 1963.
BUONOCORE, V., "Contratti del consumatore e contratti
d'impresa", Rivista di Diritto Civile, anno XLI, 1995.
BUSSO, E.,Código Civil Anotado, Ediar, Buenos Aires, 1958.
BUSTAMANTE ALSINA, J., "La responsabilidad del Estado en el
ejercicio del poder de policía", La Ley, 1990-C.
— "La responsabilidad del Estado derivada del ejercicio del poder
de policía", en Derecho de Daños, La Rocca, Buenos Aires,
1989.
— Teoría General de la Responsabilidad Civil, Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1972.
C
CABALLERO SÁNCHEZ, E., "Panorámica de la contratación de los
seguros de grupo en España", en Studi in onore di Antígono
Donati, T. I, Assic., Roma, 1970.
374
CALAIS-AULOI, J., "Les clauses abusives en droit français",
ponencia presentada en el Primer Congreso Internacional sobre
"Cláusulas Generales Abusivas", Coimbra, 19/21 de mayo 1988.
— "La influencia del Derecho de Consumo sobre el Derecho civil
de los Contratos", R.T.D.C., nº 2, 1994
CALAMANDREI, P., Derecho Procesal Civil, Ejea, Buenos Aires,
1962.
CALZADA CONDE, M. A., El Seguro Voluntario de Responsabilidad
Civil, Montecorvo, Madrid, 1983.
CÁMARA, H., Derecho Societario, Depalma, Buenos Aires, 1985.
CANASI, J., Derecho Administrativo. Parte General, Depalma,
Buenos Aires, 1977.
CANDIAN, A., Instituciones de Derecho Privado, Uteha, México,
1961.
CAÑON, C. L., "La cláusula de dirección del proceso en el seguro de
responsabilidad civil. Responsabilidad que para el asegurador
puede tener su uso y abuso. Tipo de responsabilidad", R.D.S., año
2, nro. 5.
CAPPELLETI, M. - GARTH, B., "El acceso a la justicia", Revista del
Colegio de Abogados de La Plata, año XXIII, nro. 41.
CARBONNIER, J., Derecho Civil, Bosch, Barcelona, 1971.
CARIOTA FERRARA, L., El Negocio Jurídico, Aguilar, Madrid, 1956.
CARNELUTTI, F., Derecho Procesal Civil y Comercial, T. 1, Ejea,
Buenos Aires, 1971.
— Sistema de Derecho Procesal, Ejea, Buenos Aires, 1944.
CARRANZA CASARES, C., "Relevancia de las normas éticas en la
responsabilidad de los médicos", La Ley, 2004-E.
CAS, G., Derecho Procesal Civil y Penal, Ejea, Buenos Aires, 1971.
— La Défense du Consommateur. Les Pièges des Contrats,
Preses Universitaires de France, Paris, 1990.
CASSAGNE, J. C., Derecho Administrativo, Lexis Nexis, Buenos
Aires, 2001.
— "La limitación de derechos privados por razones de interés
público. (Policía y poder de policía)", en Cuestiones de Derecho
Administrativo, Depalma, Buenos Aires, 1987.
— "La responsabilidad del Estado por omisión", La Ley, 1989-C.
CASTÁN TOBEÑAS, J., Derecho Civil Español, Común y
Foral, Reus, Madrid, 1971.
CASSOTANA, M., "Il problema dell'interpretazioni delle condizioni
generali di contratto", en Le Condizioni di Contratto, a cura di
Massimo Bianca, Giuffrè, Milano, 1979.
375
CASTELLANO, G., Le Assicurazione Private, Unione Tipografica,
Torino, 1970.
— "Sulla prova del tempestivo pagamento del premio alla persona
legittimata a riceverlo", Assicurazioni, 1971-I.
CASTILLO, R. S., Curso de Derecho Comercial, Talleres Gráficos
Ariel, Buenos Aires, 1950.
CAZEAUX, P. N., "La mora", en Examen y Crítica de la Reforma
al Código Civil, T. II ("Obligaciones"), Platense, La Plata, 1971.
CAZEAUX, P. N. - TRIGO REPRESAS, F. A., Derecho de las
Obligaciones, Platense, La Plata, 1987.
CHAPUISAT, F., "La renonciation de l'assurer aux prérogatives du
Code des Assurances", R.G.A.T., 1993-3, Paris.
CHAZAL, J. P., "Le consommateur existe-t-il?", Recueil Dalloz, 1997.
CHIARLO, M., "La tutela del consumatore di servizi
assicurativi", Assicurazioni, año LXI, fasc. 1, enero-febrero 1994.
CHINOY, E., La Sociedad. Una Introducción a la Sociología, Fondo
de Cultura Económica, México, 1983.
CHIONDA, F., "Il principio de la indivisibilità del premio del contratto
di assicurazioni", Assicurazioni, 1945-46.
CHIOVENDA, G., Derecho Procesal Civil, Reus, Madrid, 1925.
CIFUENTES S., Código civil y leyes complementarias, comentado y
anotado, La Ley, Buenos Aires, 2003.
COLIN, A. - CAPITANT, H., Curso Elemental de Derecho Civil, Reus,
Madrid, 1941.
COLMO, A., De las Obligaciones en General, Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1961.
— Técnica Legislativa del Código Civil Argentino, Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1961.
COLOMBO, L. A., Culpa aquiliana. Cuasidelitos, Tea, Buenos Aires,
1947.
COMADIRA, J. R., "Algunos aspectos de la teoría del acto
administrativo", JA, 1996-IV.
COMPAGNUCCI DE CASO, R. H., "Responsabilidad civil y relación
de causalidad", en Seguros y Responsabilidad Civil, Astrea,
Buenos Aires, 1984.
CORTEZ, V., "Algunos aspectos sobre la inversión de la carga de la
prueba", Revista de Derecho Procesal Iberoamericana, Madrid,
1972.
COUTURE, E. J., Fundamentos del Derecho Procesal
Civil, Depalma, Buenos Aires, 1964.
— Vocabulario Jurídico, Depalma, Buenos Aires, 1976.
376
COVIELLO, N., Doctrina General del Derecho Civil, Uteha, México,
1949.
CREUS, C., Derecho Penal. Parte Especial, Astrea, Buenos Aires,
1991.
CUÑAT EDO, V., "La función de la proposición del seguro en nuestro
Derecho", Revista Española de Seguros, nro. 6, Madrid.
D
DANZ, E., La Interpretación de los Negocios Jurídicos, R.D.P.,
Madrid, 1955.
DE CASTRO Y BRAVO, F., El Negocio Jurídico, Civitas, Madrid,
1985.
— Las Condiciones Generales de los Contratos y la Eficacia de
las Leyes, Civitas, Madrid, 1975.
— "Limitaciones intrínsecas de la autonomía de la
voluntad", A.D.C., fasc. IV, Madrid, 1982.
DE CUPIS, A., "Assicurazione contro i danni: responsabilità dell'
assicuratore per la lite contro l'assicurate", Assicurazioni, 1951-I.
— El Daño. Teoría General de la Responsabilidad Civil, Bosch,
Barcelona, 1975.
DE GÁSPERI, L. - MORELLO, A. M., Tratado de Derecho Civil, Tea,
Buenos Aires, 1964.
DE GREGORIO, A., "Note sulla denuncia di aggravamento del
rischio (art. 1898, C.C.)", en Studi sulle Assicurazioni, Roma,
1963.
DE LOS MOZOS, J. L., El Principio de la Buena Fe, Bosch,
Barcelona, 1965.
DELGADO CORDERO, A. M., "Cláusula de sumisión expresa y
protección de los consumidores", Revista de Derecho Patrimonial,
Aranzadi, año 2001, nro. 1.
DEMARTIN MUÑOZ, A. J., "Las condiciones generales como parte
del contrato de seguro: interpretación judicial", Revista Española
de Seguros, nº 117, año 2004.
DEMOGUE, R., Des Obligations en Général, Rousseau, Paris, 1925.
— "L'obbligo di denunciare il siniestro", Assicurazioni, 1938-I.
DE RUGGIERO, R., Instituciones de Derecho Civil, 4ª ed., Reus,
Madrid.
DE RUGGIERO, R. - MARZI, F., Instituzioni di Diritto Civile, G.
Principato, Milano, 1972.
DE SOUZA RIBEIRO, J., "Clausulas contratuais gerais e o
paradigma do contrato", separata del vol. XXXV del suplemento
377
del Boletín de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Coimbra, Portugal, 1990.
DEVIS ECHANDÍA, H., Nociones Generales del Derecho Procesal
Civil, Aguilar, Madrid, 1966.
— Teoría General de la Prueba Judicial, Aguilar, Madrid, 1972.
DÍAZ, C., Instituciones de Derecho Procesal, Abeledo-Perrot,
Buenos Aires.
DIEZ, M. M. - HUTCHINSON, T., Manual de Derecho
Administrativo, Plus Ultra, Buenos Aires, 1985.
DÍEZ-PICAZO, L., Derecho de daños, Civitas, Madrid, 1999.
— "Eficacia e ineficacia del negocio jurídico", A.D.C., Madrid,
octubre-diciembre 1961.
— Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial. Introducción.
Teoría General del Contrato. Las Relaciones
Obligatorias, Tecnos, Madrid, 1983.
— "La autonomía privada y el derecho necesario en la ley de
arrendamientos urbanos", A.D.C., Madrid, 1956.
— La Doctrina de los Propios Actos, Bosch, Barcelona, 1963.
— La Representación en el Derecho Privado, Civitas, Madrid,
1979.
DI GUGLIELMO, P., "La autoproducción del siniestro en el seguro de
vida", Investigación del Seminario de Ciencias Jurídicas y Sociales
XV - Reforma al Código de Comercio. Facultad de Derecho de la
U.B.A., 1937.
DI PACE, P., "Il negozio di adezione nell'diritto privato", Riv. Diritto
Mercantil, 1941-I.
DOMÍNGUEZ GARCÍA, M. A., "Responsabilidad civil del empresario
por daños ocasionados por productos defectuosos en el marco de
la legislación especial en materia de uso y consumo", en Reforma
del Derecho Privado y Protección del Consumidor, Valladolid,
1994.
DONATI, A., Los Seguros Privados, Bosch, Barcelona, 1960.
— Trattato dei Diritto delle Assicurazioni Private, Giuffrè, Milano,
1952.
DONATI, M., "Salvataggio e custodia del relitti", Assicurazioni, fascs.
4/5, 1950-II.
— "Sulla gestione della lite da parte dell'assicuratore e sulle
responsabilità ne derivano", Assicurazioni, fascs. 2/3, 1949-II.
DONATO, A., "Il contratto di assicurazione nel Codice
Civile", Assicurazione, nro. 59, 1943, pág. 78.
DONISI, C., "In tema d'interpretazione delle condizioni generali de
polizza", Assicurazioni, año XLVI, fasc. 2, marzo-abril 1979.
378
DOSETTO, M., "In tema di responsabilità dell'assicuratore circa la
gestione della lite dell'assecurate", Assicurazioni, 1952-I.
DRAJER, I. M., "La denuncia tardía del siniestro", La Ley, 1989-C.
DUCLOS J., "L'opposabilite (essai d' una theorie generale)", LGDJ,
París, 1984.
DUGUIT, L., Traité de Droit Constitutionnel, Paris, 1923.
DURÁN Y LAGUNA, P., Una Aproximación al Análisis Económico del
Derecho, Comares, Granada, 1992.
DURANTE, A., L'Assicurazione di Responsabilità Civile, Giuffrè,
Milano, 1964.
— "L'avviso di siniestro", Assicurazioni, fascs. 5/6, 1975.
— "La buona fede e il contratto di
assicurazione", Assicurazioni, año XLVI, fasc. 3, mayo-junio
1979.
— "La mala gestio nell'assicurazioni di
responsabilità", Assicurazioni, fascs. 5/6, 1981.
E
EFRÉN OSSA, G. J. - JARAMILLO, J. C. I., Los Conflictos Bélicos
en el Derecho de Seguros, Temis, Bogotá, 1993.
ENNECCERUS, L., Derecho de las Obligaciones, Bosch, Barcelona,
1954.
ENNECCERUS, L. - KIPP, T. - WOLFF, M., Tratado de Derecho
Civil. Parte General, Bosch, Barcelona, 1981.
ESPERT SANZ, V., La Frustración del Fin del Contrato, Tecnos,
Madrid, 1968.
F
FAIREN GUILLEN, V., Doctrina general de Derecho Procesal. Hacia
una teoría y ley procesal generales, Barcelona, 1990.
FANELLI, G., "Conflitto d'interesse fra assicurato e assicuratore della
responsabilità civile", Assicurazioni, 1956-II.
— "Considerazioni sulla oneri nell'assicurazioni", en Saggi di
Diritto delle Assicurazioni, Giuffrè, Milano, 1971.
— "Considerazioni sull concetto giuridico di rischio nell'
assicurazione", en Saggi di Diritto delle Assicurazioni, Giuffrè,
Milano, 1971.
— "Delimitazione del rischio assicurato e limitazione della
responsabilità", Assicurazioni, 1948-II.
— "Diritto e tecnica delle assicurazioni", en Trattato di Diritto Civile
e Commerciale, T. I, Vol. XXXVI, Giuffrè, Milano, 1973.
379
— "La decadenza nelle assicurazioni", en Loggi di Diritto delle
Assicurazioni, Giuffrè, Milano, 1971.
— "Le assicurazioni", en Trattato di Diritto Civile e Commerciale, T.
I, Vol. XXXVI, Giuffrè, Milano, 1973.
FANELLI, G., "Liquidazione arbitrale della indennità: eccezioni della
compagnia sull'an debeatur; termine di prescrizione dell diritto dell'
assicuratti", Assicurazioni, 1945-6.
— "Note minime sulla condizione giuridica del terzo danneggiato
nell'ordinaria assicurazioni della responsabilità civile", en Saggi
di Diritto delle Assicurazioni, Giuffrè, Milano, 1971.
— "Pluralità di assicurazioni e pluralità di assicuratori", en Saggi di
Diritto delle Assicurazioni, Giuffrè, Milano, 1971.
— "Sui caractteri delle mutue a ripartizione", Saggi di Diritto delle
Assicurazioni, Giuffrè, Milano, 1971.
FARINA, J. M., Contratos Comerciales Modernos, Astrea, Buenos
Aires, 1997.
FAVARA, E., "Patto di gestione della lite nell'assicurazione
responsabilità civile ed invalicabilità dei limite massimale di
poliza", Assicurazioni, fasc. 6, 1974.
— "Sulla legitimitá constituzionale dell'art. 1901
C.C.", Assicurazioni, 1975-III.
— "Surrogazione legale dell'assicuratore ed obligo del
danneggiato assicurato di non pregiudicare la
rivalsa", Assicurazioni, año XLV, fasc. 3, mayo-junio.
FAYT, C.S., Nuevas fronteras del Derecho Constitucional. La
dimensión político-institucional de la Corte Suprema de la
Nación, La Ley, 1995.
FERNÁNDEZ, R. L.,Código de Comercio Comentado, Talleres
Gráficos Wolter, Buenos Aires, 1950.
— "Cláusula de caducidad en el contrato de seguro. Validez e
interpretación de las mismas", La Ley, T. 38.
FERNÁNDEZ COSTALES J., "En torno a la responsabilidad médica
y a la responsabilidad patrimonial por daños causados al
paciente", en DE ÁNGEL LLAGUES - IZQUIERDO TOLSADA
M., Estudios de Responsabilidad Civil en homenaje al profesor
Roberto López Cabana, Depalma, Buenos Aires, 2001.
FERNÁNDEZ SESSAREGO, C., Nuevas Tendencias en el Derecho
de las Personas, Universidad de Lima, Lima, 1990.
— "Protección a la persona", en Daño y protección a la persona
humana, La Rocca, Buenos Aires, 1993
FERRARINI, S., "Sulla indivisibilità del premio", Assicurazioni, fasc.
1, 1945/46.
380
FERRE-MOGHAN, M., De l'Obligation d'Information dans les
Contrats, LGDJ, Paris, 1992.
FERREIRA DA SILVA P., Pensar o direito, Almedira, Coimbra,
Portugal, 1991.
FERREIRA SINDE MONTEIRO, J., Responsabilidade por
Conselhos, Recomendaçoes ou Informaçoes, Coimbra, 1989.
FERRI, L., La Autonomía Privada, R.D.P., Madrid, 1969.
FIORINI, B., Derecho Administrativo, Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1976.
FIRGAU, K. Ch., "El contrato de seguro en la legislación
venezolana", en Revista Ibero-Latinoamericana de Seguros, Vol.
1, nro. 1, Bogotá, 1992.
FONTANARROSA, R., "Concepto y caracteres del contrato de
seguro", en Revista de Ciencias Jurídicas y Sociales de la
Universidad Nacional del Litoral, año III, nro. 23, 1938.
— Derecho Comercial Argentino, V. P. de Zavalía, Buenos Aires,
1974.
— "El régimen de las caducidades establecido en el artículo 36 de
la ley 17.418", R.D.S., año 1, nro. 1, La Plata, 1971.
— "La declaración del riesgo en el contrato de seguro. Reticencia
y falsa declaración", Revista del Colegio de Abogados de
Rosario, T. XIII, 1942.
FONTÁN BALESTRA, C., El Elemento Subjetivo del
Delito, Depalma, Buenos Aires, 1957.
FRÍAS CABALLERO, J. - CODINO, D. - CODINO, R., Teoría del
Delito, Hammurabi, Buenos Aires, 1992.
FRIEDMANN, W., El Derecho en una Sociedad en
Transformación, Fondo de Cultura Económica, México, 1966.
G
GALDÓS, J. M., "Responsabilidad del Estado por falta de servicio.
Pérdida de chances", La Ley, 1997-D.
GALDÓS, J., "Daños a la persona", RC y S, 2005.
GALGANO, F., Diritto Civile e Commerciale, Cedam, Padova, 1990.
— Trasparenza e Legitimità delle Condizioni Generali di
Contratto, Scientifiche Italiane, Napoli, 1992.
GAMBIER, B., "Algunas reflexiones en torno a la responsabilidad del
Estado por omisión, a la luz de la jurisprudencia", La Ley, 1990-E.
GARCÍA AMIGO, M., La Cesión de Contratos en el Derecho
Español, R.D.P., Madrid, 1963.
— Condiciones Generales de los Contratos, R.D.P., Madrid, 1969.
381
— "Ley alemana occidental sobre condiciones generales", R.D.P.,
Madrid, mayo 1978.
GARCÍA DELGADO, D. R., Estado y Sociedad, Tesis, Buenos Aires,
1996.
GARCÍA TUÑÓN, A. M., "El modelo inglés de control de las cláusulas
contractuales injustas. La Unfair Contract Terms Act de
1977", Revista de Derecho Mercantil, Madrid, 1978.
GARRIDO, R. - ANDORNO, L., El art. 1113 del Código
Civil Comentado-Anotado, Hammurabi, Buenos Aires, 1983.
GARRIGUES, J., Contrato de Seguro Terrestre, Madrid, 1982.
— Contratos Bancarios, Madrid, 1975.
— Curso de Derecho Mercantil, Madrid, 1974.
— "El interés en el seguro", Revista Española de Seguros, nro.
233, Madrid, 1975.
GASPERONI, N., "Assicurazioni contro i danni", en Novissimo
Digesto Italiano, Utet, Torino, 1958.
— "Assicurazioni contro la responsabilità civile", en Novissimo
Digesto Italiano, Torino, 1964.
— "Il luego de pagamento del premio", Assicurazioni, 1945/46.
— "Le assicurazioni", en Trattato de Diritto Civile, Milano, 1966.
— "Questioni nella fase precontrattuale dell'assicurazione",
en Assicurazione Private, Cedam, Padova, 1972.
GELLI, M. A., "Relación de poderes en la Reforma Constitucional de
1994", La Ley, 1994-D.
GENOVESE, A., "Condizioni generali di contratto", en Enciclopedia
del Diritto, T. VIII, Giuffrè, Varese, 1961.
GESUALDI, D., "La prueba de la culpa en la responsabilidad
profesional", en Las responsabilidades profesionales. Homenaje
al Prof. Luis O. Andorno, Platense, La Plata, 1992.
GHESTIN, J., Les Clauses Abusives dans les Contrats Types en
France et en Europe (Actes de la table ronde du 12-XII-
1990), LGDJ, Paris, 1991.
— Traité de Droit Civil. Les Obligations. Le Contrat, LGDJ, Paris,
1988.
— Traité de Droit Civil. Les obligations. Les effets du
contrat, LGDJ, París, 1992.
GIANNATASIO, C., "Inefficacia della garanzia assicurativa (...)
rinuncia a farla valere", Assicurazioni, 1949-I.
GIORGI, J., Teoría de las Obligaciones en el Derecho
Moderno, Reus, Madrid, 1913.
382
GIRARD, P. F., Manuel élémentaire de droi romain, Arthur Rosseau,
París, 1918
GISBERT CALABUIG, J. A., Medicina Legal y Toxicología, 4ª ed.,
Salvat, Buenos Aires.
GOLDENBERG, I., "Estipulación en favor de tercero",
en Enciclopedia Jurídica Omeba, Vol. XI, Editorial Bibliográfica
Argentina.
— La Relación de Causalidad en la Responsabilidad Civil, Astrea,
Buenos Aires, 1984.
— "La solidaridad en materia de cuasidelitos", en Enciclopedia
Jurídica Omeba, Buenos Aires, 1974, Vol. I.
— La Voluntad Unilateral, Platense, La Plata, 1975.
GOLDEMBERG, I. - LÓPEZ CABANA, R. L., "Daño a la persona. De
la tesis de la inviolabilidad del patrimonio a la inviolabilidad de la
persona", en Daño y protección a la persona humana, La Rocca,
Buenos Aires, 1993.
GOLDSCHMIDT, J., Derecho Procesal Civil, Labor, Buenos Aires,
1936.
— Principios Generales del Proceso, Ejea, Buenos Aires, 1961.
GÓMEZ-MARTINHO, F., "La nulidad parcial de los negocios
jurídicos", en Estudios de Derecho Privado, Madrid, 1962.
GONZÁLEZ CALDERÓN, J. A., Curso de Derecho Constitucional,
Depalma, Buenos Aires, 1979.
GORDILLO, A., Tratado de Derecho Administrativo, Macchi, Buenos
Aires, 1999.
GOTTHEIL, J. - PALACIO, L., "Notas para una noción de carga
procesal", La Ley, T. 96.
GRECO, P., "Sulla indivisibilità del premio", Assicurazioni, nros. 5/6,
1943.
GUASP, J., Derecho Procesal Civil, Instituto de Estudios Políticos,
Madrid, 1968.
GUASTAVINO, E., Recurso extraordinario de inconstitucionalidad,
La Rocca, Buenos Aires, 1992.
H
HAGOPIAN, M., en BIGOT J., Traité de Droit des assurances, LGDJ,
París, 1992.
HALPERIN, D. A., "La ley de presupuesto y la responsabilidad del
Estado por el obrar de sus entidades descentralizadas", Periódico
Económico Tributario, La Ley, 3/5/1996.
383
— "La responsabilidad del Estado por el obrar de sus entidades
descentralizadas", Revista de Derecho Administrativo, año 3,
nro. 6.
HALPERIN, I., "Algunos aspectos de la prescripción en los seguros",
La Ley, T. 5.
— "Algunos problemas del seguro de la responsabilidad civil", La
Ley, T. 45.
— "Análisis de una crítica. A propósito de la ley 17.418 de contrato
de seguro", JA, 1968-III.
— Contrato de Seguro, Depalma, Buenos Aires, 1964.
— "Efectos de la suspensión del seguro y el pago siguiente de la
prima", La Ley, T. 5, sec. doctrina.
— "El concepto unificador del seguro", La Ley, T. 118.
— "El régimen de sanciones al asegurado en la nueva ley
argentina de seguros", R.D.C.O., año 2, 1969.
— "El seguro y los hechos de violencia colectiva", R.D.S., año 3,
nro. 8.
— "El seguro y los hechos de violencia colectiva", R.D.C.O., año
6, 1973.
— "Facultades del intermediario en la celebración del contrato de
seguro", La Ley, T. 46.
— "La acción directa del damnificado en el seguro de la
responsabilidad civil", R.D.C.O., año 3, nro. 16.
— "La cláusula de 'dirección del proceso' en el seguro de la
responsabilidad civil", La Ley, T. 12.
— "La responsabilidad del Estado por el obrar de sus entidades
descentralizadas", Revista de Derecho Administrativo, año 3,
nro. 6.
— Seguros, Depalma, Buenos Aires, 1983.
HARDY IVAMY, E. R., General Principles of Inssurance
Law, Butterworth, London, 1993.
HART, H. L. A., El Concepto de Derecho, Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 1986.
HEDEMANN, J. W., Tratado de Derecho Civil. Derecho de las
Obligaciones, R.D.P., Madrid, 1958.
HEGEL, G. F., Filosofía del Derecho, Juan Pablos, México, 1980.
HERZFELDER, F., "L'obligation de renseigner et de rendre des
comptes. Étude comparatif", Revue Internationale de Droit
Comparé, LGDJ, Paris, 1964.
HIGHTON, E. I., "La suspensión del juicio a prueba ('probation') y el
proceso civil", Revista de Daños, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe,
2002-3.
384
HILL PRADOS, M. C., El Reaseguro, Bosch, Barcelona, 1995.
HITTERS, J. A., La acción declarativa de inconstitucionalidad y el
control de constitucionalidad, ponencia presentada en el XXI
Congreso Nacional de Derecho Procesal, San Juan, 2001.
HORST SPEYER, C. J., "Convenio de reciprocidad entre
aseguradores de automóviles", R.D.C.O., 1968.
HUICI, H., "La responsabilidad del Estado por omisión", La Ley,
1993-D.
I
IRIBARNE, H. P., De los Daños a las Personas, Ediar, Buenos Aires,
1994.
J
JACOB, N., Les Assurances, Dalloz, Paris, 1974.
JARAMILLO, J. C. I., Estructura de la Forma en el Contrato de
Seguro, Temis, Bogotá, 1986.
— Distorsión del Reaseguro Tradicional, Pontificia Universidad
Javeriana, Bogotá, 1999.
— Relación civil médica. La relación médico-paciente: análisis
doctrinal y jurisprudencial, Colección Ensayos, Bogota, 2002.
JIMÉNEZ DE ASÚA, J., Principios de Derecho Penal. La Ley y el
Delito, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1990.
JOSSERAND, L., Derecho Civil, Bosch, Barcelona, 1951.
— El Espíritu de los Derechos y su Relatividad, Cajica, Puebla,
1946.
— Los Móviles en los Actos Jurídicos de Derecho Privado, Cajica,
Puebla, 1946.
JOURDAIN, P., "Le devoir de 'se' renseigner", Chronique, Dalloz,
Paris, 1983.
K
KELSEN, H., Teoría Pura del Derecho, Eudeba, Buenos Aires, 1985.
KEMELMAJER DE CARLUCCI, A., en Código Civil y Leyes
Complementarias, Comentado, Anotado y
Concordado (BELLUSCIO, A. C., director; ZANNONI, E.,
coordinador), Astrea, Buenos Aires, 1985.
— Daños causados por abogados y procuradores, JA, 1993, III-
714.
— La Cláusula Penal, Depalma, Buenos Aires, 1981.
385
— "Las normas deontológicas y la responsabilidad del abogado",
Revista de Derecho de daños-Responsabilidad de los
profesionales del Derecho (abogados y escribanos), Rubinzal-
Culzoni, 2005-1.
— "Responsabilidad del principal por el hecho del dependiente",
en BELLUSCIO A. (director),Código Civil y Leyes
complementarias, Astrea, Buenos Aires, 1984, T. 5.
KEMELMAJER DE CARLUCCI, A. - PARELLADA, C., El
Dolo, Hammurabi, Buenos Aires, 1992.
KRONMAN, A. T. - POSNER, R. A., The Economics of Contract
Law, Little Brown, Boston-Toronto.
L
LACASA GARCÍA, R., "Designación genérica de beneficiarios en un
seguro colectivo de vida", Revista Española de Seguros, nro. 197,
año 2001.
LADARIA CALDENTEY, J., Legitimación y Apariencia
Jurídica, Bosch, Barcelona, 1952.
LAFAILLE, H., Curso de Contratos, Ariel, Buenos Aires, 1928.
— Derecho Civil. Tratado de las Obligaciones, Ediar, Buenos
Aires, 1950.
— Derecho Civil. Tratado de los Contratos, Ediar, Buenos Aires,
1958.
LAMBERT-FAIVRE, Y., Assurances des Entreprises et des
Professions, Dalloz, Paris, 1979.
— Droit des Assurances, Dalloz, Paris, 1977.
— Droit des Assurances, Dalloz, Paris, 1995.
— "Il fatto dannoso garantito nelle assicurazioni della
responsabilità professionale in Francia", Assicurazioni, año
XLV, fasc. 1.
LAQUIS, M., Derechos Reales, Depalma, Buenos Aires, 1979.
LARENZ, K., Base del Negocio Jurídico y Cumplimiento de los
Contratos, R.D.P., Madrid, 1956.
— Derecho de las Obligaciones, R.D.P., Madrid, 1958.
LASARTE, C., "Sobre la integración del contrato: la buena fe en la
contratación (en torno a la sentencia del T.S. del 27-I-
1977)", R.D.P., LXIV, enero-diciembre, 1980.
LASCANO, D., Jurisdicción y Competencia, Buenos Aires, 1941.
LA TORRE, A., "Il punto sulla surrogazione
dell'assicuratore", Assicurazioni, fasc. 6, nov.-dic. 1978.
386
LEGA, C., "Note sull'assicurazione della responsabilità civile dei liberi
professionisti", Assicurazioni, mayo-junio 1973.
LEGA, C., L'assicurazione della responsabilità civile del medico
chirurgo con particolare riguardo del'articolo 2236 del Codice
Civile", Assicurazioni, enero-febrero, 1976.
LEGÓN, F., "Reaseguro y liquidación forzosa del reasegurado.
(Algunos perfiles actuales del tema)", separata de la Revista de
Derecho Comercial y de las Obligaciones, nro. 163/165, Depalma,
Buenos Aires, 1995.
LEHMANN, H., Tratado de Derecho Civil. Parte General, R.D.P.,
Madrid, 1956.
LEON, P., "Responsabilidad solidaria en lños cuasidelitos", Rev.
Jurídica de Córdoba, abrl-junio, 1947-II.
LEÓN ARCE, A. - MORENO LUQUE, C. - AZA CONEJO, M.
J., Derecho de Consumo, Forum, Oviedo, 1995.
LEONARDI DE HERBÓN, H., "La regla naeminen laedere en el
Derecho Constitucional", en ALTERINI, A.-LÓPEZ CABANA, R.
L., La responsabilidad, homenaje al Profesor Isidoro Goldemberg.
LE TORNEAU, P., "De l'allégement de l'obligation de renseignement
ou de conseil", Chronique, CXIX, Dalloz, Sirey, Paris, 1987.
— La responsabilité civile, Dalloz, Paris, 1976.
— La responsabilité des vendeurs et fabricants, Dalloz, París,
1999.
— Responsabilité civile professionelle, Dalloz, París, 2005.
LEVENE, R. (h.), Manual de Derecho Penal, Depalma, Buenos
Aires, 1976.
LLAMBÍAS, J. J., "La vida humana como valor económico", JA,
1974, sec. doctrina.
— "Personas damnificadas por homicidio", ED, T. 51.
— Tratado de Derecho Civil Argentino. Parte General, Perrot,
Buenos Aires, 1989.
LLAMBÍAS, J. J. - ALTERINI, A. A.,Código Civil Anotado, Abeledo-
Perrot, Buenos Aires, 1985.
LLERENA, B., Concordancias y Comentarios del Código
Civil Argentino, Peuser, Buenos Aires, 1901.
LLOVERAS DE RESK, M. E.,en BUERES, A. J. - HIGHTON DE
NOLASCO, E., Código civil y normas
complementarias, Hammurabi, Buenos Aires, 1999.
LOIUSEAU, G., "La rôle de la volonté dans le régimene de protección
et de son corps", Revue de Droit de MacGill, Canadá, 1992.
387
LOÑ, F., "Enfoque sistémico de la división de poderes después de la
reforma constitucional de 1994", La Ley, 1998-B.
LÓPEZ CABANA, R. L., "Responsabilidad civil del Estado derivada
del ejercicio del poder de policía", en Derecho de daños, La
Rocca, Buenos Aires, 1989.
LÓPEZ COBO, C., Los Límites Temporales del Seguro de
Responsabilidad Civil General, Nacional de Reaseguros, Madrid,
1995.
LÓPEZ DE ZAVALÍA, F. J., Teoría de los Contratos, V. P. de Zavalía,
Buenos Aires, 1971.
LÓPEZ HERRERA, E. Teoría general de la responsabilidad
civil, Lexis Nexis, Buenos Aires, 2006.
LÓPEZ OLACIREGUI, M., Acerca de la delegación legislativa, La
Ley, 1995.
LÓPEZ SAAVEDRA, D., "Seguro de responsabilidad civil bajo
condiciones 'claims made'", Revista de Derecho Privado y
Comunitario, Seguros 1, nº 19, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1999.
LÓPEZ SANTA MARÍA, J., Sistema de Interpretación de los
Contratos, Universitaria de Valparaíso, Valparaíso, 1971.
LÓPEZ ULLA, J. M., La cuestión de inconstitucionalidad en el
Derecho Español, Marcial Pons, Madrid-Barcelona, 2000.
LORENZETTI, R., "Contrato de seguro: la cláusula 'claims made'",
La Ley, 1998.
— "La legitimación pasiva y el litisconsorcio en el proceso de
daños", La Ley, 1991-E.
— Responsabilidad civil de los médicos, Rubinzal-Culzoni, Santa
Fe, 1997.
— Tratado de los contratos. Parte general, Rubinzal-Culzoni,
Santa Fe, 1999.
M
MACHADO, J. O.,Código Civil Argentino, Europea, Buenos Aires,
1915.
— Exposición y Comentario del Código Civil Argentino, Lajouane,
Buenos Aires, 1899.
MALAGARRIGA, C., Tratado Elemental de Derecho Comercial, Tea,
Buenos Aires, 1952.
MALAMUD, D., "El asegurador en ejercicio de la acción prevista por
el artículo 80 de la Ley de Seguros puede recurrir a la declaración
testifical de su asegurado desinteresado", R.D.S., año 2, nro. 6.
MALEVILLE, M. H., "L'interprétation des contrats d'assurance
terrestre", R.G.A.T., LGDJ, Paris, 1996.
388
— "Polices d'assurance: les leçons de l'interprétation ou l'art de la
rédaction", R.G.A.T., LGDJ, Paris, 1993.
MANTOVANI, S., "In tema di gestione della lite da parte dell'assi-
curatore in sede penale", Assicurazioni, fascs. 3/4, 1963.
MANES, A., Tratado de Seguros. Teoría General del Seguro, Logos,
Madrid, 1930.
MANZINI, V., Tratado de Derecho Penal, Ediar, Buenos Aires, 1948.
MARIENHOFF, M. S., Tratado de Derecho Administrativo, Abeledo-
Perrot, Buenos Aires, 1992.
MARIN PAGEO, E., La cuestión de inconstitucionalidad en el
proceso civil, Civitas, Madrid, 1990.
MARTÍNEZ RUIZ, R., "Distinción entre acto nulo y acto anulable", JA,
1943-IV.
MARTY, G., "La rélation de cause a efett comme condition de la
responsabilité civile", Revue Trimestrelle de Droit Civil, nro. 10,
Paris, 1939.
MARTY, G. - RAYNAUD, P., Les Obligations, Sirey, Paris, 1988.
MASNATTA, H., El Factor de Comercio. Examen de la Preposición
Institoria y del Sistema de la Representación en el Derecho
Privado Argentino, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1961.
— Las Nuevas Fronteras del Contrato, Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 1965.
MAYAUX, L., "Assurances à prime variable", La Semaine Juridique,
nros. 19/20, 12-V-1999.
MAYO, J. A., en Código Civil y leyes complementarias, comentado,
anotado y concordado, BELLUSCIO, A. (director) - ZANNONI, E.
(coordinador), Astrea, Buenos Aires, 1984.
MAYO, J.A., "La apelación de la citada en garantía debe beneficiar
al asegurado, aun cuando este último no hubiera recurrido", JA,
1993-IV.
MAZEAUD, D., "La loi du 1er. février 1995 relative aux clauses
abusives: véritable ou simple réformatte?", en Droit et
Patrimoine, juin 1995, nro. 18.
MAZEAUD, H. y L., Lecciones de Derecho Civil, Ejea, Buenos Aires,
1969.
MAZEAUD, H. y L. - TUNC, A., Tratado Teórico y Práctico de la
Responsabilidad Civil Delictual y Contractual, Ejea, Buenos Aires,
1961.
MEDINA, G., "¿Se pesifican las obligaciones en mora? ¿debe
aplicarse retroactivamente la ley 25.561?", JA, 2002-II.
389
MÉNDEZ DE FASSI, C. L., "Forma y prueba", en Contratos. Teoría
General, T. I (STIGLITZ, R. S., director), Depalma, Buenos Aires,
1990.
MERCADO PACHECO, P., El Análisis Económico del Derecho. Una
Reconstrucción Teórica, Centro de Estudios Constitucionales,
Madrid, 1994.
MESSINA DE ESTRELLA GUTIÉRREZ, G. N., "Responsabilidad
civil de la Superintendencia de Seguros de la Nación por la
liquidación de las entidades aseguradoras: Daños a los
asegurados y a los terceros", RCyS, año 1, nro. 4.
MESSINEO, F., Doctrina General del Contrato, T. I, Ejea, Buenos
Aires, 1986.
— Manual de Derecho Civil y Comercial, Ejea, Buenos Aires,
1971.
— Trattato di Diritto Civile e Commerciale. Il Contratto in
Genere, Giuffrè, Milano, 1973.
MEZA CARBAJAL, L. A., El siniestro en el seguro de la
responsabilidad civil, Grijley, Lima, Perú, 1995.
MICHELI, G., Derecho Procesal Civil, Ejea, Buenos Aires, 1970.
— La Carga de la Prueba, Ejea, Buenos Aires, 1961.
MIGLIARDI, F., "Pago de la prima o premio en caso de rescisión del
seguro. Interpretación de las cláusulas del contrato", La Ley, T.
129.
MIKLITZ, H., "La loi allemande relative au régime juridique des
conditions générales des contrats du 9 decembre 1976. Un
résumé aprés 11 ans", Actas del Primer Congreso Europeo sobre
Cláusulas Generales Abusivas, Coimbra, Portugal, 19/21 de mayo
de 1988.
MIQUEL GONZÁLEZ J. M., "Algunos aspectos del control de
contenido de las condiciones generales en la ley española de
1988", en Revista Española de Seguros, nº 117, 2004.
MOLITOR, J. P., Les obligations en droit romain, Durand, París,
1866
MONTES, P., El Desorden Neoliberal, Trotta, Madrid, 1996.
MONTESQUIEU, Ch. L., Del Espíritu de las Leyes, Porrúa, México,
2000.
MORALES MORENO, A. M., El Error en los Contratos, Ceura,
Madrid, 1988.
MORANDI, J. C. F., "Consecuencias para el asegurador derivadas
de la dirección del proceso en el seguro de la responsabilidad
civil", R.D.C.O., nro. 31, 1973.
390
— Estudios de Derecho de Seguros, Panedille, Buenos Aires,
1971.
— "Evolución, estructura y causa del contrato de seguro", La Ley,
T. 110.
— "La carga de denunciar el acaecimiento del siniestro al
asegurador", JA, 1974-8, sec. doctrina.
MOREAU, J., Traité de Droit des Assurances. Entreprises et
Organismes d'Assurance (direction: BIGOT, J.), LGDJ, Paris,
1992.
MORELLO, A. M., "Desinterpretación del principio de congruencia",
La Ley, 2004-E.
— Dinámica del Contrato, Platense, La Plata, 1985.
— "El contenido complejo del proceso de daños con participación
de la compañía aseguradora", JA,1975-453.
— El Recurso Extraordinario, Platense/Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 1987.
— "Hacia una visión solidarista de la carga de la prueba. La
cooperación al órgano, sin refugiarse en el solo interés de la
parte", ED, T. 132.
— Indemnización del Daño Contractual, Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 1974.
— Ineficacia y Frustración del Contrato, Platense, La Plata, 1975.
— "Las reformas al Código Civil en materia de responsabilidad
extracontractual y su incidencia en el contrato de
seguro", R.D.S., año 1, nro. 1, La Plata, 1971.
— La Adecuación del Contrato. Por las Partes. Por el Juez. Por
los Árbitros, Platense, La Plata, 1994.
— "La cautela satisfactiva", JA, 1995-IV.
— La nueva etapa del recurso extraordinario. El
"certiorari", Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1990.
— "Nuevos perfiles de la responsabilidad del abogado",
en Responsabilidad por daños en el tercer milenio, Homenaje al
Prof. Atilio Anibal Alterini, Abeledo-Perrot, 1997.
— Prueba, Incongruencia, Defensa en Juicio (El Respeto por los
Hechos), Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1977.
— "Responsabilidad aquiliana o contractual", JA, 1965-V.
MORELLO, A. M. - SOSA, G. L. - BERIZONCE, R. O., Códigos
Procesales en lo Civil y Comercial de la Provincia de Buenos Aires
y de la Nación, Platense/Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1992/1993.
MORELLO, A. M. - SOSA, G. L. - BERIZONCE, R. - NOGUEIRA,
C., La justicia entre dos épocas, Platense, 1983.
391
MORELLO, A. M. - STIGLITZ, R. S., "El asegurador citado en
garantía y su legitimación procesal", DJ, 1992-1.
— "El contrato por adhesión a condiciones generales", Revista del
Colegio de Abogados de La Plata, año XXIII, nro. 41.
— "La doctrina del acto propio", La Ley, 1984-A.
— "Naturaleza del litisconsorcio conformado por el asegurado y el
asegurador en la pretensión deducida por el damnificado", JA,
1991-III.
MORELLO, A. M. - STIGLITZ, G. A., "Tutela jurisdiccional de los
intereses difusos", JA, 1985-IV.
MORELLO, A. M. - QUEVEDO MENDOZA, "Efectos generales de
determinadas sentencias de la Corte Suprema", JA, 2003-I.
MOISSET DE ESPANÉS, L., "Teoría de los actos propios y renuncia
tácita", La Ley, 1983-D.
MOSSET ITURRASPE, J., Contratos, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe,
1995.
— "De la causalidad a la causalidad en la responsabilidad médica
(lo desconocido y las causas subyacentes)",
en Responsabilidad de los profesionales de la salud, Revista de
Derecho de daños, Rubinzal-Culzoni, 2003-3.
MOSSET ITURRASPE, J., "El daño fundado en la dimensión del
hombre en su concreta realidad", Revista de Derecho Privado y
Comunitario, Rubinzal-Culzoni, 1999.
— Interpretación Económica de los Contratos, Rubinzal-Culzoni,
Santa Fe, 1994.
— Justicia Contractual, Ediar, Buenos Aires, 1978.
— La Frustración del Contrato, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1991.
— Límites a la Indexación. Ley 24.283, Rubinzal-Culzoni, Santa
Fe, 1994.
— "Los profesionales", en Revista de Daños, nro. 8, Rubinzal-
Culzoni, 2000.
— Mandatos, Ediar, Buenos Aires, 1979.
— "Responsabilidad civil del médico", en Seguros y
Responsabilidad Civil, Astrea, Buenos Aires, 1979.
— Responsabilidad por Daños, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1998.
MOURLON, M. F., Repetitions écrites sur le Code Civil, Garnier,
París.
MUNGARI, V., "Legittimità e trasparenza delle condizioni generali del
contratto di assicurazione", Assicurazioni, LVIII, fasc. 4/5, julio-
octubre 1991.
MUÑOZ, L., Contratos, Tea, Buenos Aires, 1960.
392
— Teoría General del Contrato, Cárdenas, México, 1973.
MUÑOZ PAREDES, J. M., El coaseguro, Civitas, Madrid, 1996.
— "La representación perocesal de la abridora en el coaseguro"
(Comentario a la sentencia del tribunal Supremo del 23 de junio
de 1999) en "Revista de Derecho Mercantil", Madrid, enero-
marzo, 2000, nro. 235.
MUÑOZ PAREDES, Ma. Luisa, "Perfil jurídico del seguro a primer
riesgo", revista Española de Seguros, nro. 108, octubre-diciembre,
Madrid, 2001.
MUÑOZ SABATÉ, L., Las Cláusulas Procesales en la Contratación
Privada, Bosch, Barcelona, 1988.
— Técnica Probatoria, Praxis, Barcelona, 1967.
N
NAVARRO, V., Neoliberalismo y Estado del Bienestar, Ariel,
Barcelona, 1997.
NICOLAS, V., en BIGOT, J. (direction), Droit des assurances. Le
contrat dássurance, LGDJ, París, 2002
NICOLAU, N., "Las obligaciones de derecho privado no vinculadas
al sistema financiero en el nuevo régimen de emergencia pública",
Sup. Emergencia Económica, ALTERINI, A. A. (dir.), La Ley, abril,
2002.
NIETO BLANC, E., "Ineficacia y nulidad", ED, 116.
NÚÑEZ, R., Manual de Derecho Penal. Parte Especial, Lerner,
Córdoba-Buenos Aires, 1976.
O
OBARRIO, M., Curso de Derecho Comercial, Científica y Literaria,
Buenos Aires, 1924.
ODERIGO, M. A., Código Penal Anotado, Ideas, Buenos Aires,
1946.
OERTMANN, P., Invalidez e Ineficacia de los Negocios
Jurídicos, R.D.P., Madrid, 1929.
ORGAZ, A., Estudios de Derecho Civil, Tea, Buenos Aires, 1948.
— El Daño Resarcible, Lerner, Buenos Aires, 1960.
— Hechos y Actos o Negocios Jurídicos, V. P. de Zavalía, Buenos
Aires, 1963.
— "La acción de indemnización en los casos de homicidio",
Depalma, Buenos Aires, JA, 1944-IV.
— La Ilicitud, Lerner, Córdoba-Buenos Aires, 1973.
393
OSSA GÓMEZ, G. J. - JARAMILLO, C. I., Los Conflictos Bélicos en
el Derecho de Seguros, Temis, Bogotá, 1993.
OTAMENDI, J., Derecho de Marcas, Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1989.
P
PACCHIONI, G., De los Contratos a Favor de Terceros, R.D.P.,
Madrid, 1941.
PAISANT, G., "Les critères d'appréciation du caractère abusif des
clauses", en Actes de la Journée d'étude du 21 mars 1997,
en L'Hebdomadaire de l'Institut National de la Consommation,
1977.
PALACIO, L., Derecho Procesal Civil, Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1988.
— Estudio de la Reforma Procesal Civil y Comercial, Abeledo-
Perrot, Buenos Aires, 1981.
PALMERO, J., El Cumplimiento por el Tercero, Depalma, Buenos
Aires, 1973.
PARELLADA, C., en BUERES, A. J.,Código Civil y normas
complementarias, Hammurabi, Buenos Aires, 1998, T. 2b.
PAVÓN, C., Teoría General de los Contratos, Valerio Abeledo,
Buenos Aires, 1929.
PAZ ARES, C., "La economía política como jurisprudencia racional
(aproximación a la teoría económica del
Derecho)", A.D.C., Madrid, 1981.
PEYRANO, J. W., "Carga de la prueba. Actualidad. Dos nuevos
conceptos: el de imposición procesal y el de sujeción procesal",
JA, 1992-IV.
— Compendio de Reglas Procesales en lo Civil y Comercial, Zeus,
Rosario, 1983.
— "Confirmación jurisprudencial de que también la medida auto-
satisfactiva puede ser la vía idónea para hacer justicia temprana
u oportuna", JA, 2001-II.
— "Doctrina de las cargas probatorias dinámicas",
en Procedimiento Civil y Comercial, Rosario, 1992.
— "Informe sobre las medidas autosatisfactivas", La Ley, 1996-A.
— "La medida autosatisfactiva: forma diferenciada de tutela que
constituye una expresión privilegiada del proceso urgente.
Génesis y evolución", JA, 1998-III.
— "Nuevos lineamientos de las cargas probatorias dinámicas",
ED, T. 153.
— "Más aportes para trazar el torso definitivo de la
autosatisfactiva", JA, 2002-III.
394
— "Régimen de las medidas autosatisfactivas. Nuevas
propuestas", La Ley, 1998-A.
— "Una especie destacable del proceso urgente: la medida auto-
satisfactiva", JA, 1999-III.
— "Valor probatorio de la conducta procesal de las partes", La Ley,
1979-D.
PEYRANO, J. W. - CHIAPPINI, J. O., "Desplazamiento de la carga
probatoria. Carga probatoria y principio dispositivo", Voces
Jurídicas, Mendoza, 1996.
— "Lineamientos de las cargas probatorias dinámicas", ED, T.
107.
PELÁEZ DEL ROSAL, M., La Competencia Territorial en el Proceso
Civil. El Acuerdo de Sumisión Expresa, Barcelona, 1974.
PELAGGI, A., "La reticenza dell'art. 1892, Cod. Civ. Nozione,
qualificazione giuridica", Assicurazioni, mayo-junio 1967.
PETIT LAVALL, M. V., "La renuncia al propio fuero como cláusula
abusiva en la contratación con consumidores", en Revista de
Derecho Patrimonial, Aranzadi, Madrid, 1999.
PIAGGIO, A., "Azar y certeza en el Derecho", ED, 110.
PICARD, M. - BESSON, A., Les Assurances Terrestres, LGDJ,
Paris, 1982.
PICOD, Y., Le Devoir de Loyauté dans l'Exécution du Contrat, LGDJ,
Paris, 1989.
— "L'obligation de coopération dans l'exécution du contrat", La
Semaine Juridique, Paris, 1988.
PICOD, Y. - DAVO, H., Droit de la consommation, Dalloz, París,
2005.
PIZARRO, D., "Una eximente controvertida en materia de accidentes
de automotores: el hecho concausal del tercero extraño en la
responsabilidad por el riesgo o vicio de la cosa (art. 1113 del
Código civil)", en Revista de Derecho de Daños, Rubinzal Culzoni,
1998.
PIZARRO, R. D. - VALLESPINOS, C. G., Instituciones de Derecho
Privado. Obligaciones, Hammurabi, Buenos Aires, 1999.
PIZZIO, J. P., Code de la Consommation, Montchrestien, Paris,
1996.
PLANIOL, M. - RIPERT, G., Tratado Práctico de Derecho Civil
Francés, Cultural, Habana, 1945.
PODETTI, J. R., Derecho Procesal Civil, Comercial y Laboral, Ediar,
Buenos Aires, 1954.
395
POLO, A., "Contrato de seguro y consecuencias que derivan de su
calificación como contrato de adhesión en punto a la interpretación
de sus cláusulas", R.D.P., T. XXVI, Madrid, 1942.
POTHIER, R. J., Tratado de las Obligaciones, Heliasta, Buenos
Aires, 1978.
PRIETO CASTRO, M., Derecho Procesal Civil, R.D.P., Madrid,
1964.
PUIG BRUTAU, J., Estudios de Derecho Comparado. La Doctrina de
los Actos Propios, Ariel, Barcelona, 1951.
— Fundamentos del Derecho Civil, Bosch, Barcelona, 1978.
PUIG PEÑA, F., Tratado de Derecho Civil Español, R.D.P., Madrid,
1958.
R
RAMELLA, A. E., "La mora: doctrina en torno al nuevo artículo 509
del Código Civil", La Ley, T. 140.
RAMOS MENDEZ, F., Derecho Procesal Civil, Barcelona, 1992.
REDENTI, E., Derecho Procesal Civil, Ejea, Buenos Aires, 1957.
REY IRAOLA, J. - LORENZO, L. H., "El pago del art. 109 por el
asegurador. Su alcance", R.D.C.O., año 5, nro. 30.
REYES LÓPEZ, Ma. J., "Condiciones generales de la contratación:
características de la nueva ley", en "Revista de Derecho
Patrimonial", Aranzadi, Madrid, 1998, año 1.
REZZÓNICO, J. C., "Estipulación en favor de tercero", separata de
la Revista Notarial, nro. 849.
REZZÓNICO, L. M., Estudio de las Obligaciones, Depalma, Buenos
Aires, 1961.
RICHARD, E. H., "De la póliza en el contrato de seguro, de las
transferencias y especialmente de los derechos de los acreedores
prendarios e hipotecarios del asegurado", R.D.C.O., año 1975.
RICHTER, M. S., "Sulla necesità dell'approvazione specifica per
escritto delle clausole di tacita prorroga o rinnovazione del
contratto", Assicurazioni, año XXXVIII, fascs. 3/4, mayo-agosto
1970.
RIPERT, G. - BOULANGER, J., Tratado de Derecho Civil, La Ley,
Buenos Aires, 1964.
RIVAROLA, M. A., Tratado de Derecho Comercial
Argentino, Compañía Argentina de Editores, Buenos Aires, 1938.
RIVERA, J. C., "El Derecho Privado Constitucional", Revista de
Derecho Privado y Comunitario, en Derecho Privado en la reforma
constitucional, Rubinzal-Culzoni, nro. 7, 1994.
396
— Instituciones de Derecho civil, Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1994.
— Instituciones de Derecho Civil. Parte general, Lexis Nexis,
Buenos Aires, 2004
ROCA SASTRE, R. M., Estudios de Derecho Privado. Obligaciones
y Contratos, R.D.P., Madrid, 1948.
ROCCO, U., Tratado de Derecho Procesal Civil, Temis-Depalma,
Bogotá-Buenos Aires, 1983.
ROITMAN, H., Agravación del Riesgo en el Contrato de
Seguro, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1973.
— Seguro de la Responsabilidad Civil, Lerner, Córdoba, 1974.
ROJAS, E., Estudios sobre el Suicidio, Salvat, Buenos Aires, 1984.
ROPPO, V., "La nuova disciplina delle clausole abusiva nei contratti
fra imprese e consumatori", en Diritto ed Economia
del'Assicurazione, Giuffrè, Milano, 1994.
ROSENBERG, L., La Carga de la Prueba, Ejea, Buenos Aires, 1956.
ROYO MARTÍNEZ, M., "Contrato de adhesión", A.D.C., Madrid,
1949.
RUIZ MUÑOZ, M., La Nulidad Parcial del Contrato y la Defensa de
los Consumidores, Lex Nova, Valladolid, 1993.
S
SACCO, R., Contratti in generale (Direto da Pietro Rescigno), Utet,
Bologna-Roma, 1988.
— "L'interpretazione", en Trattato de Diritto Privato, Vol. 10,
"Obbligazioni e contratti" (RESCIGNO, P., director), Utet,
Torino, 1982.
SAFONTAS, S., Cuasidelitos. Responsabilidad in totum, Jus,
Platense, La Plata, 1962.
SAGÜÉS, N., Derecho Procesal Constitucional, Astrea, Buenos
Aires, 1989.
SALANDRA, V., "Il contratto di adezione", Rivista Diritto Civile, 1928.
— "Gestione della lite e colpa
dell'assicuratore", Assicurazioni, 1938-II.
— "Questioni varie in materia nella assicurazione
infortuni", Assicurazioni, 1941-II.
— "Responsabilità dell'assicuratore per la gestione della
lite", Assicurazioni, 1942-II, fasc. 6.
— "Le modificazioni del rischio nell sistema del Codice
Civile", Assicurazioni, año XII-XIII, 1945-6.
397
SALAS, A., "De la diferencia entre prescripción extintiva y caducidad
o plazo preclusivo", JA, 1953-III-sec. doctrina.
SALAS, A. - TRIGO REPRESAS, F. A.,Código
Civil Anotado, Depalma, Buenos Aires, 1984.
SALLÉ DE LA MARNIÈRE, M., "La décheance comme mode d'extin-
ction d'un droit", Revue Trimmestrelle Droit Civil, Paris, 1933.
SALVANESCHI, L., L'interesse ad impugnare, Giuffrè, Milano, 1990.
SALVAT, R. L. - GALLI, E., Tratado de Derecho Civil Argentino.
Obligaciones en General, Tea, Buenos Aires.
SALVAT, R. L., Tratado de Derecho Civil Argentino. Fuentes de las
Obligaciones, Tea, Buenos Aires.
SALVAT, R. M. - ROMERO DEL PRADO, V. N., Tratado de Derecho
Civil Argentino. Parte General, Tea, Buenos Aires, 1951.
SALVESTRONI, U., "Principi o clausole generale, clausole 'abusive'
o 'vessatorie' e Diritto comunitario", Rivista del Diritto
Commerciale, año XCIII, primera parte, 1995.
SÁNCHEZ CALERO, F., Instituciones de Derecho Mercantil, R.D.P.,
Valladolid, 1984.
— "La delimitación temporal del riesgo en el seguro de
responsabilidad civil tras la modificación del art. 73 de la Ley de
Contrato de Seguro", Revista Española de Seguros, nro. 89,
1997.
— "La Ley de Contrato de seguro en la jurisprudencia del Tribunal
Supremo", Revista Española de Seguros, Madrid, 2005, vol. I.
— "Ley de contrato de seguro", en Comentarios al Código de
Comercio y Legislación Mercantil Especial, R.D.P., Madrid,
1984.
— Ley de Contrato de Seguro, Aranzadi, Madrid, eds. 1999 y
2001.
SÁNCHEZ SILVA, J. M., "Sobre la estafa del asegurado a la
compañía aseguradora", Revista Española de Seguros, 1987.
SANTORO PASSARELLI, F., Doctrinas Generales del Derecho
Civil, R.D.P., Madrid, 1964.
SANTOS BRIZ, J., La Contratación Privada, Montecorvo, Madrid,
1966.
— La Responsabilidad Civil, Montecorvo, Madrid, 1970.
— La Responsabilidad Civil. Derecho Sustantivo y Derecho
Procesal, Montecorvo, Madrid, 1986.
— Los Contratos Civiles. Nuevas Perspectivas, Comares,
Granada, 1992.
SATTA, S., Instituciones de Derecho de Quiebra, Ejea, Buenos
Aires, 1951.
398
SAUX, E., "La suspensión del juicio a prueba del proceso penal y su
prejudicialidad respecto de la acción resarcitoria civil", JA, 1995-II.
SAVATIER, R., Traité de la Responsabilité Civile en Droit
Français, LGDJ, Paris, 1951.
SCALFI, G., "L'assicurazione della responsabilità civile dei liberi
professioniste", Assicurazioni, XXXV, fascs. 4/5.
SCHÄFER, H. B. - OTT, C., Manual de Análisis Económico del
Derecho Civil, Tecnos, Madrid, 1991.
SCHALEV, G., "General contract terms in Israel", Actas del Primer
Congreso Europeo sobre Cláusulas Generales de los
Contratos, Coimbra, Portugal, 19/21 de mayo de 1988.
SCHIAVO, C., "Acciones preventivas promovidas por particulares
afectados por incumplimiento de la Superintendencia de Seguros
de la Nación", JA, 1997-IV.
SCHMIDT, R., "L'aggravamento del rischio assicurato provocato da
fattori giuridice operanti dopo il verificarsi del
siniestro", Assicurazioni, año XXXVIII, marzo-abril 1971.
— "Le critère de la qualification de 'simplicité' dans le droit des
contraté d'assurance", Études Offertes à Mr. le Prof. A.
Besson, LGDJ, Paris, 1976.
SCHUMACHER, W., "The law of general contracts terms in
Austria", Actas del Primer Congreso Europeo sobre Cláusulas
Generales de los Contratos, Coimbra, Portugal, 19/21 de mayo de
1988.
SCOGNAMIGLIO, C., en ROPO, V., Trattato del contratto II
(Regolamento), Giuffrè, Milano, 2006.
SCOGNAMIGLIO, R., Contratti in Generale, Zanichelli-Del Foro,
Bologna-Roma.
— Teoría general del contrato, Universidad Externado de
Colombia, Bogotá, 1996.
SEGOVIA, L., El Código Civil de la República Argentina, Coni,
Buenos Aires, 1881.
— Explicación y Crítica del Nuevo Código de Comercio de la
República Argentina, Ariel, Buenos Aires, 1933.
SERRA DOMÍNGUEZ, M., Comentarios al Código Civil y Com-
pilaciones Forales, T. XVI, Vol. 2, Ariel, Madrid, 1981.
— Estudios de Derecho Procesal, Ariel, Barcelona, 1969.
SIBURU, J. B., Comentario del Código de Comercio, Lajouane,
Buenos Aires, 1908.
SILVA MELERO, V., La Prueba Procesal, R.D.P., Madrid, 1963.
399
SOBRINO, W. A. R., "Derecho de seguros: la cláusula claims
made (una peligrosa inclusión en las pólizas de responsabilidad
civil)", JA, 1996-I.
— Seguros y responsabilidad civil, Universidad, Buenos Aires,
2003.
SOLER, S., Derecho Penal Argentino, Tea, Buenos Aires, 1951.
SOLER ALEU, A., El Nuevo Contrato de Seguro, Astrea, Buenos
Aires, 1969.
— Seguro de Automotores, Astrea, Buenos Aires, 1978.
SOURDAT, A., Traité Général de la Responsabilité, Marchal et
Billard, Paris, 1902.
SOTGIA, S., "Considerazioni sulla descrizione del riscchio nell'con-
tratto di assicurazione", Assicurazioni, año XXXVI, fasc. 2, marzo-
abril 1969.
— "Pluralità di contratti e coassicurazioni", Assicurazioni, fasc. 2,
marzo-abril 1974.
SPOTA, A. G., "El dependiente y el principal como obligados
indistintos en la responsabilidad por acto ilícito", JA, 1953- III.
— Instituciones de Derecho Civil. Contratos, Depalma, Buenos
Aires, 1979.
— Tratado de Derecho Civil. Parte General, Depalma, Buenos
Aires, 1953.
STANZIONE, P., Le Clausole Onerose nelle Assicurazioni
Private, Giuffrè, Milano, 1970.
STARCK, B., Droit Civil. Obligations, Litec, Paris, 1972.
— Droit Civil, Litec, Paris, 1986.
STARCK, B. - ROLAND, B. - BOYER, L., Obligations. Contrat, Litec,
Paris, 1995.
STAUDER, B., "Las cláusulas abusivas en el derecho suizo.
Situación actual y perspectivas", Revista Europea del Derecho del
Consumo, 1991-1.
STEINFELD, E., "Concepto de siniestro en el seguro de la
responsabilidad civil", R.D.S., año 2, nro. 6, 1972.
— "Daño intencional del tercero sobre bienes asegurados", La
Ley, T. 143.
STIGLITZ, G. A., Daños y Perjuicios, La Rocca, Buenos Aires, 1987.
— "El deber de seguridad en la responsabilidad por productos
elaborados", La Ley, 1985-D.
— "Gestación del consentimiento. Oferta y aceptación",
en Contratos. Teoría General, T. II (STIGLITZ, R. S., director),
Depalma, Buenos Aires, 1993.
400
— Reglas para la defensa de los consumidores y usuarios, Juris,
Rosario, 2000.
— "Responsabilidad civil por incumplimiento contractual",
en Contratos. Teoría General, T. I (STIGLITZ, R. S., director),
Depalma, Buenos Aires, 1990.
— Tutela Procesal de Derechos Personalísimos e Intereses
Colectivos, Platense, La Plata, 1986.
STIGLITZ, G. A. - GANDOLFO de STIGLITZ, A. C., Juicio por
accidentes de automotores, Juris, Rosario, 1999.
STIGLITZ, R. S., "Aplicación inmediata de la ley y el seguro contra la
responsabilidad civil sin límites", JA, 1975, sec. doctrina.
— "Autocombustión y fermentación. Su distinción. Gastos de
salvamento", R.D.C.O., año 6, nros. 31/36, junio 1973.
— Autonomía de la Voluntad y Revisión del Contrato, Depalma,
Buenos Aires, 1992.
— Caracteres Jurídicos del Contrato de Seguro, Astrea, Buenos
Aires, 1978.
— "Cargas. Caducidad. Diferencias con la prescripción,
en Contratos. Teoría General, T. I (STIGLITZ, R. S., director),
Depalma, Buenos Aires, 1990.
— Cargas y Caducidades en el Derecho de Seguros, Platense, La
Plata, 1973.
— "Causales de interrupción del plazo del asegurador para
pronunciarse sobre los derechos del asegurado", La Ley, 2006-
A, 13.
— "Citación en garantía del asegurador y obligación concurrente
de éste con la de su asegurado", JA-1977-I (en coautoría con el
Dr. F. A. Trigo Represas).
— Cláusulas Abusivas en el Contrato de Seguro, Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1994.
— "Cláusulas abusivas en las relaciones de consumo", JA, 2005-
I-1403.
— "Comentarios sobre el anteproyecto de ley de seguro
obligatorio de responsabilidad civil automotor", R.D.S., año 3,
nro. 7.
— "Conflicto entre condiciones generales del contrato de seguro y
las normas relativamente imperativas", JA, 1989-III.
— "Contenido del contrato", en Contratos. Teoría General,
Depalma, Buenos Aires, 1990.
— Contrato de Seguro, La Rocca, Buenos Aires, 1988.
— "Contrato de seguro y prescripción liberatoria", RCyS, 2003-
120.
401
— "Contrato por adhesión a condiciones generales", La Ley, 1982-
B.
— Contratos Civiles y Comerciales, Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1999.
— Contratos por Adhesión. Cláusulas Abusivas y Protección al
Consumidor, Depalma, Buenos Aires, 1985.
— "Contratos. Parte general", en Reformas al Código
Civil (ALTERINI, A. A. - LÓPEZ CABANA, R. M., directores),
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1993.
— "Contratos con cláusulas predispuestas. Su naturaleza
contractual. (Prevalencia de las normas relativamente
imperativas sobre las condiciones generales de los contratos
por adhesión)", La Ley, 1988-E.
— "Declaración emitida sin seriedad en etapa de ejecución de
contrato (Pronunciamiento del asegurador acerca del derecho
del asegurado)", La Ley, 1981-A.
— Derechos y Defensa del Consumidor, La Rocca, Buenos Aires,
1994.
— "El deber de información y los vicios del consentimiento",
en Los vicios de la voluntad, Parte II, Publicación de la
Biblioteca de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias
Sociales de Buenos Aires, La Ley, abril del 2006.
— "El deber de información y los vicios del consentimiento", La
Ley, 2005-C, 1444.
— "El deber del asegurador de pronunciarse en relación al
siniestro en el que participa el 'conductor autorizado'", La Ley,
2005-D, 1242; RCyS, nro. VII, julio del 2005, pág. 13 y La Ley
Litoral, año 9, nro. 8, pág. 785.
— "El dolo y la culpa grave del asegurado", JA, 1985-IV.
— "El 'momento' del siniestro en el seguro contra la
responsabilidad civil", JA, 1986-III.
— "El proceso de daños promovido por la víctima con intervención
del asegurador", ED, 203-956.
— "El régimen normativo que regula el seguro obligatorio
automotor y el planteo de inconstitucionalidad", JA, 2004-IV-
877.
— "El seguro contra la responsabilidad civil y el 'momento' del
siniestro", RCyS, 2004-379.
— El Siniestro, Astrea, Buenos Aires, 1980.
— "El siniestro en el seguro contra la responsabilidad civil", La Ley,
1986-D.
— "Franquicia y descubierto obligatorio", La Ley, 2007-E, 1141.
402
— "Inconstitucionalidad del régimen normativo que regula el
seguro obligatorio automotor", La Ley, 2004-F, 1214.
— "Intervención procesal del asegurador citado en garantía", JA,
1987-IV.
— "Introducción a las conclusiones sobre seguro de
responsabilidad civil obligatorio", en las Jornadas Nacionales de
Derecho de Seguros, Villa María, Córdoba, 1979, Nuevo
Foro, nros. 10/11, Lomas de Zamora, 1980.
— "La determinación del riesgo y su oponibilidad a terceros: la
cuestión en el seguro contra la responsabilidad civil", JA, 2003-
IV-885.
— "La distorsión del contrato de reaseguro. El fronting", JA, 2005-
IV-1241.
— "La doctrina del acto propio", en Contratos. Teoría General, T.
I, Depalma, Buenos Aires, 1990.
— "La franquicia en el autotransporte público de pasajeros en el
pensamiento de la Corte", JA, 2007-IV-745.
— "La franquicia exorbitante en el seguro contra la
responsabilidad civil", La Ley, 2006-E, 142.
— "La franquicia y su oponibilidad a terceros", RCyS, 2004-318.
— "La inoponibilidad como un supuesto de ineficacia del negocio
jurídico. A propósito del plenario 'Obarrio'", JA, 2007-I-1047.
— "La inversión convencional de la carga probatoria y los hechos
del hombre con potencialidad catastrófica a través de la
'cláusula de interpretación'", R.D.S., año 2, nro. 5, 1972.
— "La póliza. Condiciones particulares y generales",
R.D.C.O., año 13, nro. 16, 1980.
— "La prescripción y los seguros de personas", DJ, 2004-1-967.
— "La prueba del contrato de seguro", La Ley, 1979-C.
— "Las exclusiones de cobertura", JA, 2003-IV-876.
— "Medidas autosatisfactivas. Seguro obligatorio y acción directa
de la víctima contra el asegurador del responsable civil", en
R.D.C.O. 2003, nro. 204, pág. 9512.
— "Mora del asegurador en el plazo para pronunciarse sobre el
derecho del asegurado y para efectivizar el pago", La Ley, 1991-
B.
— "Mora del asegurador y límite de la suma asegurada", La Ley,
1989-D.
— Objeto, Causa y Frustración del Contrato, Depalma, Buenos
Aires, 1992.
— "Objeto y causa del contrato", en Contratos. Teoría
General (STIGLITZ, R. S., director), Depalma, Buenos Aires,
1990.
403
— "Oponibilidad de la franquicia al pasajero transportado", JA,
2005-I-786.
— "Oponibilidad del contrato de seguro a los terceros
damnificados", La Ley, 2006-F, 973.
— "Productores y agentes del asegurador. La preposición
institoria. La ratificación del mandato. El mandato aparente", La
Ley, 1980-C.
— "Pronunciamiento del asegurador. Plazo. El silencio y sus
alcances", DJ, 2007-3-295.
— "Reglas de interpretación de los contratos predispuestos", La
Ley, 1987-D.
— "Renuncia tácita a la caducidad", R.D.S., año 2, nro. 6.
— "Renuncia tácita a los efectos de la mora", DJ, 2004-3-626.
— "Requerimiento por el asegurador de informaciones
complementarias. Contenido y límites. Prueba de la
preexistencia", R.D.C.O., nro.36, año 2003, pág. 764.
— "Rescisión unilateral e incausada y seguro colectivo.
Responsabilidad del tomador", JA, 2003-III-792.
— "Reticencia. Prueba tasada. Relación causal", DJ, 2003-3-381.
— "Seguro colectivo de vida", RCyS, 2006-107.
— "Seguro colectivo o de grupo", La Ley, 2003-E, 1220.
— "Seguro contra la responsabilidad civil y aspectos sustanciales
y procesales del juicio de daños con intervención del
asegurador", RCyS, 1999.
— "Seguro de vida y suicidio", RCyS, 2004-238.
— "Seguro obligatorio de responsabilidad civil
automotor", R.D.S., nro. 2, La Plata, 1971.
— "Seguro contra la responsabilidad civil profesional", en Revista
de Derecho de daños, 2005-1-91.
— "Suspensión por falta de pago del premio y rehabilitación del
contrato de seguro", JA, 2000-III.
— "Un antecedente sobre la ilicitud de la cláusula 'claims made'",
La Ley, 2003-F, 372.
STIGLITZ, R. S. - STIGLITZ, G. A., "Causales de interrupción del
plazo del asegurador para pronunciarse sobre los derechos del
asegurado", La Ley, 2006-C.
— Derechos y Defensa del Consumidor, La Rocca, Buenos Aires,
1994.
— "Intervención del asegurador en el proceso que por reparación
de daños promueve la víctima contra el asegurado", R.D.S., año
1, nro. 1.
404
— "Intervención procesal del asegurador citado en garantía", JA,
1987-IV.
— "Mora del asegurador y límite de la suma asegurada", La Ley,
1989-D.
— "Naturaleza de las cláusulas predispuestas. La teoría general
del contrato y las soluciones concretas", JA, 1989-I.
— Responsabilidad Precontractual, Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 1992.
— Seguro Automotor Obligatorio, Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1993.
— Seguro contra la Responsabilidad Civil, Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1994.
STIGLITZ, R. S. - COMPIANI, M. F., "La franquicia en el transporte
automotor de pasajeros: cuando la irrazonabilidad de su cuantía
veda su oponibilidad al damnificado", JA, 2006-III.
— "La viabilidad de la declaración de oficio de la
inconstitucionalidad de la franquicia en el seguro de transporte
automotor de pasajeros", La Ley, 2006-B.
STIGLITZ, R. S. - HITTERS, J. C., "El abuso en las nuevas técnicas
de contratación. Cláusulas que limitan la facultad de oponer
excepciones y que establecen la prórroga de la competencia
territorial", La Ley, 1984-D.
STIGLITZ, R. S. - MALLO RIVAS, A., "Control del Estado sobre la
actividad aseguradora. Limitación de la libertad ambulatoria del
fallido y de sus administradores", La Ley, 1981-C.
STIGLITZ, R. S. - MORELLO, A. M., "Inoponibilidad al tercero
damnificado de la culpa grave del conductor no asegurado",
R.D.C.O., 2004-B.
STIGLITZ, R. S. - STIGLITZ, G. A. - STIGLITZ, R. M., "Reglas
secundarias de conducta", en Contratos. Teoría General, T. I
(STIGLITZ, R. S., director), Depalma, Buenos Aires, 1990.
STIGLITZ, R. S. - TRIGO REPRESAS, F. A., "Citación en garantía al
asegurador y obligación concurrente de éste con la de su
asegurado", JA, 1977-I.
STOLFI, G., Teoría del Negocio Jurídico, R.D.P., Madrid, 1959.
STUART MILL, J., A System of Logic, 7ª ed., 1935.
T
TANZI, S.-NUÑEZ, E., "Acción directa", en Enciclopedia de la
responsabilidad civil, , T. A-B, Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1996.
TERÁN LOMAS, R. A. M., Derecho Penal, Astrea, Buenos Aires,
1980.
405
TETTEMBORN, A. M., "Le droit des consommateurs", en Droit
Anglais (JOLOWICZ, J. A., director), Dalloz, Paris, 1986.
TEYSSIE, B., Les groups de contrats, LGDJ, París, 1975.
TOBÍAS, J., "La relación de causalidad en la responsabilidad civil
médica", en RC y S, 2003.
TOMMASEO, F., "Sulle clausole di gestione della lite nei contratti
d'assicurazione", Assicurazioni, año XLIX, fascs. 3/4, mayo-
agosto 1982.
TORRES LÓPEZ, J., Análisis Económico del Derecho, Tecnos,
Madrid, 1987.
TRANCHINI, M., "Clasificaciones de los contratos", en Contratos.
Teoría General, T. II (STIGLITZ, R. S., director), Depalma, Buenos
Aires, 1993.
TREITEL, G. H., The Law of Contract, Sweet && Maxwell/Stevens
&& Sons, London, 1991.
TRIGO REPRESAS, F. A., "El pago con subrogación del asegurador
y la depreciación monetaria", en Estudios de Derecho Privado en
Homenaje al Doctor Pedro León, Academia Nacional de Derecho
y Ciencias Sociales de Córdoba, 1976.
— "Pérdida de chance de curación y daño cierto, secuela de mala
praxis", La Ley, 1986-C.
— Responsabilidad civil del abogado, Buenos Aires, Hammurabi,
Buenos Aires, 1991.
— "Responsabilidad civil del abogado", en Daños profesionales,
Revista de Derecho de daños, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe,
2000.
— Responsabilidad Civil de los Profesionales, Astrea, Buenos
Aires, 1978.
— "Subsistencia del perjuicio como requisito del resarcimiento del
daño patrimonial", en Temas de Responsabilidad Civil en Honor
al Dr. Augusto M. Morello, Platense, La Plata, 1981.
— Tratado de la responsabilidad civil, La Ley, Buenos Aires, 2004.
TRIGO REPRESAS, F. A. - STIGLITZ, R. S., El Seguro contra la
Responsabilidad Civil Profesional del Médico, Astrea, Buenos
Aires, 1983.
TRIMARCHI, P., Istituzioni di Diritto Privato, Giuffrè, Milano, 1979.
TUCCI, I., "Sospensione dell'assicurazioni per mancato pagamento
di una nata di premio", Assicurazioni, 1968-II.
— "Sulla interpretazione del patto di gestione della lite en relazione
alle spece per resistere el terzo
dannegiato", Assicurazioni, fascs. 6/7, 1967-II.
406
U
ULMER, P., "Diez años de la Ley alemana de las Condiciones
Generales de los Contratos: retrospectiva y perspectivas",
A.D.C., T. XLI, fasc. III, Madrid, 1988.
URÍA GONZÁLEZ, R., Derecho Mercantil, Madrid, 1972.
— El Seguro Marítimo, Bosch, Barcelona, 1940.
— "Reflexiones sobre la contratación mercantil en serie", Revista
de Derecho Mercantil, II, Madrid, 1956.
V
VARANGOT, C. J., "Convenio de reciprocidad entre aseguradores
de automóviles frente a terceros", La Ley, T. 125.
— "Liquidación administrativa de tipo concursal", ED, T. 32.
VÁZQUEZ FERREYRA, R. A., "Los presupuestos de la
responsabilidad profesional", en Las responsabilidades
profesionales-Libro homenaje al Dr. Luis O. Andorno, Platense, La
Plata, 1992.
— "Un fallo legal, justo y moralizador en materia de honorarios de
los funcionarios intervinientes en la liquidación judicial de una
aseguradora", JA, 1996-I.
VÉLEZ MARICONDE, A., Acción resarcitoria, Lerner, Córdoba,
1965.
— "Responsabilidad civil médica y relación de causalidad", JA,
1996-II.
VERGARA, L., "Fundamentos a favor y en contra de la pesificación
de las obligaciones en mora", Sup. Especial Emergencia
Económica, ALTERINI, A.A. (Dir.), La Ley, abril 2002.
VIDELA ESCALADA, F. N., La Teoría de la Causa, Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1985.
VIGURI PEREA, A., La Protección del Consumidor y Usuario en el
Marco de los Contratos de Adhesión. Análisis Comparado del
Derecho Angloamericano, Comares, Granada, 1995.
VILLEGAS BASAVILBASO, B., Derecho Administrativo, Tea,
Buenos Aires, 1951.
VIRET, B., "Les clauses d'exclusion en droit suisse de contrat
d'assurance", Revue Générale des Assurances Terrestres, LGDJ,
Paris, 1994.
VITERBO, C., El Seguro de la Responsabilidad Civil, Depalma,
Buenos Aires, 1944.
— "Ilicitud de las cláusulas contractuales sobre acortamiento de la
prescripción", en Ensayos de Derecho Comercial y
Económico, Tea, Buenos Aires, 1948.
407
VIVANTE, C., Derecho Comercial, T. 14, Vol. 1 ("Del contrato de
seguro"), Ediar, Buenos Aires, 1952.
VON TUHR, A., Derecho Civil. Teoría General del Derecho Civil
Alemán, Depalma, Buenos Aires, 1947.
W
WAYAR, E. C., "Mora por incumplimiento contractual", en Tratado de
la Mora, Ábaco, Buenos Aires, 1981.
WEILL, A. - TERRÉ, A. F., Droit Civil, Dalloz, Paris, 1980.
WEINGARTEN, C. - SOLIGNAC, N., "Intermediación asegurativa y
responsabilidad de la Superintendencia de Seguros", La Ley,
1991-D.
WIEACKER, F., El Principio General de la Buena Fe, Civitas, Madrid,
1977.
WIERZBA, S. - CZERNIZER, D., "La cláusula claims made en los
seguros contra la responsabilidad médica: la experiencia
argentina", RCyS, 2002.
WOODROFFE, G., "General contracts terms", Actas del Primer
Congreso Europeo sobre Cláusulas Generales de los
Contratos, Coimbra, Portugal, 19/21 de mayo de 1988.
Z
ZANNONI, E., Concubinato, Depalma, Buenos Aires, 1970.
— El Daño en la Responsabilidad Civil, Astrea, Buenos Aires,
1982.
— Ineficacia y nulidad de los actos jurídicos, Astrea, Buenos Aires,
2004.
— "La obligación", Revista Jurídica de San Isidro, 1984.
ZAVALA de GONZÁLEZ, M., Resarcimiento de daños
(Presupuestos y funciones del Derecho de daños), Hammurabi,
Buenos Aires, 1999.
ZAVALA DE GONZÁLEZ, M. - MAYO, J., en BUERES, A. J. -
HIGHTON DE NOLASCO, E.,Código Civil y normas
complementarias, , T. 3-A, Hammurabi, Buenos Aires, 1999.
— "La tutela inhibitoria contra daños", RCyS, 1999-1.
ZAVALA RODRÍGUEZ, C. J., "Análisis de algunos aspectos de la ley
17.418 (Seguros)", JA, 1968-II.
—Código de Comercio Comentado, Depalma, Buenos Aires,
1979.
— "La obligación", Revista Jurídica de San Isidro, 1984.
— "Régimen de los agentes auxiliares del seguro", ED, T. 53.
408
409