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ISSN: 0326-1301
ISSN: 1851-9636
info@analisisfilosofico.org
Sociedad Argentina de Análisis Filosófico
Argentina
DOI: https://doi.org/10.36446/af.2021.386
Marcello Ienca a
https://orcid.org/0000-0001-8835-5444
marcello.ienca@hest.ethz.ch
Roberto Andorno b
https://orcid.org/0000-0003-2070-8703
roberto.andorno@uzh.ch
a
Swiss Federal Institute of Technology Zurich (ETH), Dept. of Health Sciences and
Technology, Zurich, Switzerland
b
School of Law & Institute of Biomedical Ethics and History of Medicine, University
of Zurich, Zurich, Switzerland
Resumen
Los rápidos avances en neurociencia y neurotecnología abren un conjunto de
posibilidades sin precedentes en el acceso, colecta, diseminación y manipulación de
datos del cerebro humano. Estos desarrollos plantean importantes desafíos a los
derechos humanos que deben abordarse para evitar consecuencias no deseadas. Este
trabajo evalúa las implicaciones de los diferentes usos de las neurotecnologías en
relación a los derechos humanos y sugiere que el marco actual de derechos humanos
puede no ser suficiente para responder a estos desafíos emergentes. Después de
analizar la relación entre neurociencia y derechos humanos, identificamos cuatro
nuevos derechos que pueden ser de gran relevancia en las próximas décadas: el
derecho a la libertad cognitiva, el derecho a la privacidad mental, el derecho a la
integridad mental y el derecho a la continuidad psicológica.
*
El presente artículo fue publicado originariamente en inglés con el título “Towards
new human rights in the age of neuroscience and neurotechnology” en la revista Life
Sciences, Society and Policy, 2017, 13(5). La versión original está disponible en: https://
lsspjournal.springeropen.com/articles/10.1186/s40504-017-0050-1. Traducción de Abel
Wajnerman Paz, Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile, Chile.
**
Quedo muy agradecido con Marcello Ienca y Roberto Andorno por su amable
permiso para traducir el trabajo, que considero esencial a efectos del avance de la
discusión, profundización e implementación de los neuroderechos que se está dando
en Latinoamérica. A su vez, quiero expresar un especial agradecimiento a Roberto
Andorno por sus extensos y detallados comentarios, revisiones y actualizaciones de la
presente traducción (Nota del T.).
ANÁLISIS FILOSÓFICO 41(1) - pISSN 0326-1301 - eISSN 1851-9636 - CC: BY-NC - (mayo 2021) 141-185
142 MARCELLO IENCA - ROBERTO ANDORNO
Abstract
Rapid advancements in human neuroscience and neurotechnology open
unprecedented possibilities for accessing, collecting, sharing and manipulating
information from the human brain. Such applications raise important challenges
to human rights principles that need to be addressed to prevent unintended
consequences. This paper assesses the implications of emerging neurotechnology
applications in the context of the human rights framework and suggests that
existing human rights may not be sufficient to respond to these emerging issues.
After analysing the relationship between neuroscience and human rights, we
identify four new rights that may become of great relevance in the coming decades:
the right to cognitive liberty, the right to mental privacy, the right to mental
integrity, and the right to psychological continuity.
Introducción
La revolución neurotecnológica
Durante mucho tiempo, los límites del cráneo han sido considera-
dos generalmente como la línea de separación entre la dimensión obser-
vable y la inobservable de los seres humanos vivos. De hecho, aunque
formas primitivas de neurocirugía utilizadas en las sociedades antiguas,
incluidos los procedimientos pseudocientíficos como la trepanación, po-
dían permitir la observación e incluso la manipulación (por ejemplo,
la eliminación selectiva) del tejido cerebral, los procesos neuronales y
mentales que se desarrollan en el cerebro y subyacen a las emociones,
el razonamiento y el comportamiento permanecieron por mucho tiempo
inobservables. En contraste, los avances modernos en la neurociencia y
la neurotecnología han permitido el desbloqueo progresivo del cerebro
humano y proporcionaron información sobre los procesos cerebrales, así
como sobre su relación con los estados mentales y el comportamiento ob-
servable. En 1878, Richard Canton descubrió la transmisión de señales
eléctricas a través del cerebro de un animal. Cuarenta y seis años des-
pués, se registró la primera electroencefalografía (EEG) humana. Desde
entonces, la revolución neurotecnológica ha tenido lugar dentro y fuera
de la clínica. En los años 1990, a veces llamada “la década del cerebro”,
el uso de técnicas de imágenes para estudios neuroconductuales aumen-
tó drásticamente (Illes, 2003). Hoy en día, mientras un amplio espectro
de tecnologías de neuroimágenes se ha vuelto clínica y comercialmente
disponible, el registro y la visualización no invasivas de patrones de ac-
tividad cerebral (a menudo asociados con la realización de tareas físicas
o cognitivas) se ha convertido en una práctica estándar. Por ejemplo, los
registros de EEG se están utilizando ampliamente para medir de forma
no invasiva la actividad eléctrica del cerebro y detectar fluctuaciones de
voltaje. Además, los derivados de la técnica de EEG, como los potenciales
evocados (EP, por las siglas en inglés1) y los potenciales relacionados con
evento (ERP), permiten promediar las respuestas del EEG a la presen-
tación y procesamiento de los estímulos, y así registrar las señales del
cerebro durante el desempeño de tareas sensoriales, cognitivas o moto-
ras específicas. Otra técnica, la resonancia magnética funcional (fMRI),
permite medir la actividad eléctrica del cerebro de forma indirecta, esto
es, utilizando las respuestas hemodinámicas (el flujo sanguíneo cere-
bral) como marcadores indirectos. Las técnicas actuales de fMRI pueden
localizar la actividad cerebral, representar gráficamente los patrones de
activación neuronal, y determinan su intensidad codificando por medio
1
En lo que sigue, todas las siglas refieren a los nombres en inglés (N. del T.).
2
Por ejemplo, el sitio web The Brain Stimulator ofrece un amplio surtido de
dispositivos tDCS, con precios que oscilan entre 60 y 200 dólares. Véase: https://
thebrainstimulator.net/shop/
una precisión del 94% (Armstrong et al., 2015). Esta tecnología, que
podría sustituir a corto plazo a las contraseñas y las huellas dactilares
como instrumento de autenticación para las cuentas personales, plantea
novedosos problemas de privacidad y seguridad.
A medida que la neurotecnología avanza y abre nuevas
oportunidades para el control y el seguimiento de la función cognitiva,
existe incertidumbre sobre cómo la ley debe actuar frente a tales
avances. En particular, sigue siendo discutible si las nuevas tendencias
en neurotecnología requieren una revisión o incluso una sustitución
de los conceptos jurídicos existentes en diversos niveles, entre ellos el
derecho civil (en especial, el derecho de daños), el derecho comercial
y la filosofía jurídica. Aunque cada vez se presta más atención en la
literatura a las aplicaciones de la neurotecnología emergente en el
contexto del derecho penal o al creciente uso de pruebas neurocientíficas
en los tribunales, poco énfasis se ha puesto en las implicaciones de los
avances de la neurociencia y la neurotecnología respecto de los derechos
humanos. Este componente descuidado del discurso del neuroderecho es
de particular relevancia, ya que la naturaleza universal del marco de los
derechos humanos podría proporcionar un sólido fundamento para este
emergente “derecho de la mente”.
Panorama general
La libertad cognitiva
El derecho a la privacidad
3
Discurso en el panel sobre “What If: Your Brain Confesses?”, World Economic
Forum - Annual Meeting, Davos, 20–23 de enero de 2016. Disponible en: https://www.
weforum.org/events/world-economic-forum-annual-meeting-2016/sessions/what-if-
your-brain-confesses
4
Ver https://ec.europa.eu/info/law/law-topic/data-protection_es
La ciencia ficción puede ser muy útil para anticipar los desafíos
que la ciencia y la tecnología pueden plantear en el futuro, así como
las posibles respuestas a los mismos. En una novela del universo Star
Trek escrita en 1990, el Capitán Kirk ha sido informado de que un espía
peligroso se ha unido subrepticiamente a uno de los grupos que están
visitando la nave espacial Enterprise. Kirk quiere desesperadamente
identificar al intruso y saber más sobre él y sus planes. Apelando a
uno de los miembros de su personal que tiene habilidades telepáticas,
Kirk quiere leer las mentes de todos los visitantes. Sin embargo, uno
de sus ayudantes le recuerda al capitán que, según la ley, “el derecho a
la privacidad mental es un derecho inalienable de todos los ciudadanos
de la Federación y no puede ser limitado sin el debido proceso legal”
(Mitchell, 1990). Además, “identificar al individuo culpable entre los
miembros de esos grupos implicaría (…) invadir la privacidad de un
número de personas inocentes” (Mitchell, 1990, p. 150).
El tipo de dilemas descrito en este escenario futurista, que se
sitúa en el siglo XXIII, puede convertirse en realidad mucho antes de
lo esperado. Desarrollos en las neuroimágenes como los mencionados
anteriormente han planteado preocupaciones sobre la ética y la legalidad
de la “lectura de la mente”. Es cierto que las tecnologías de imágenes
funcionales cerebrales no pueden realmente “leer” los pensamientos,
sino solo resaltar diferencias en patrones de actividad cerebral durante
diferentes tareas, lo cual permite inferir ciertas conclusiones acerca de los
pensamientos. Sin embargo, el hecho es que estas nuevas herramientas
son cada vez más capaces de determinar con un alto grado de precisión,
aunque de manera indirecta, ciertos datos del cerebro que pertenecen a
la esfera privada y merecen ser protegidos del escrutinio público.
En las sociedades modernas, las normas de privacidad y protección
de datos abarcan el uso y la divulgación de varios tipos de información
personal. Dado que los datos decodificados del cerebro de un individuo
pueden ser considerados como “información personal” –o “información
personalmente identificable”, como se llama en los EE.UU.–, no hay en
principio ninguna razón por la que tales datos no puedan ser cubiertos
por las regulaciones existentes sobre privacidad y protección de datos. Si
cada uno de nosotros tiene una “expectativa razonable de privacidad”5
5
La expresión “expectativa razonable de privacidad” fue acuñada por el Supremo
Tribunal de los EE.UU. en 1967 para distinguir los registros e incautaciones policiales
legítimos de los irrazonables a la luz de la Cuarta Enmienda que protege los derechos
de privacidad.
no solo los datos del cerebro consciente, sino también los datos que no
están (o solo parcialmente) bajo el control voluntario consciente. Por
último, garantiza la protección de la información del cerebro en ausencia
de un instrumento externo para identificar y filtrar esa información.
En resumen, el derecho a la privacidad del cerebro tiene como objetivo
proteger a las personas del acceso ilegítimo a su información cerebral
y prevenir la fuga indiscriminada de datos cerebrales a través de la
infoesfera.
Cabe mencionar que las violaciones de la privacidad mental pue-
den ocurrir también en ausencia de una intrusión directa en el procesa-
miento neuronal de la víctima. Por ejemplo, los datos del cerebro recogi-
dos para la investigación suelen almacenarse para su análisis en bases
de datos y repositorios externos de EEG. De manera similar, los datos
neuronales generados por las interfaces cerebro-computadora (BCI)
para consumidores son enviados a una aplicación conectada y pueden
ser almacenados en la nube u otra forma externa de almacenamiento
de datos. En cualquier caso, se puede acceder a estos datos también en
ausencia de la persona que los generó y sin intervenir sobre las señales
del cerebro de la persona.
6
“En el ejercicio de sus derechos y libertades, toda persona estará sujeta única-
mente a las limitaciones que se determinan por ley con el único fin de asegurar el
debido reconocimiento y respeto para los derechos y libertades de los demás y de
cumplir con las justas exigencias de la moralidad, el orden y el bienestar general en
una sociedad democrática” (DUDH, Artículo 29.2).
7
Convención Americana sobre Derechos Humanos, art. 8(2)(g): “Toda persona
acusada de un delito tiene el derecho (...) a no ser obligado a declarar contra sí mismo
ni a declararse culpable”; Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, art.
55(1)(a): “En lo que respecta a una investigación bajo este Estatuto, una persona: a)
No será obligada a incriminarse a sí misma o a confesar la culpa”. El apartado b) del
párrafo 2 del mismo artículo 55 añade que la persona sospechosa de haber cometido
un crimen tiene el derecho de “permanecer en silencio, sin que el silencio sea una
consideración en la determinación de la culpabilidad o la inocencia”.
8
Funke c. Francia, ECtHR 1993, A n° 256-A; John Murray c. Reino Unido, ECtHR
1996-I.
9
Corte Suprema de los Estados Unidos, Miranda c. Arizona, 384 U.S. 436 (1966).
10
Saunders c. Reino Unido, ECtHR 1996-VI, párrafo 69.
11
La expresión “Candidato de Manchuria” se refiere a “una persona que ha sufrido
(o se cree que ha sufrido) un lavado del cerebro que lo convirtió en un agente subversivo,
específicamente un asesino” (Oxford Dictionary). La expresión fue popularizada por
la película de 1962 El Candidato de Manchuria, adaptada de la novela de 1959 del
mismo nombre de Richard Condon.
12
Goodwin contra el Reino Unido ECtHR (2002) 35, 18 a 90.
Conclusiones
para hacer frente a los cambios disruptivos que generan las neurotec-
nologías en el ecosistema digital y evitar su mal uso o las consecuencias
negativas no deseadas de tales desarrollos. Además, dado el carácter
fundamental de la dimensión neurocognitiva, entendemos que esa res-
puesta normativa no debería centrarse exclusivamente en el derecho
civil (por ejemplo, en la reparación de los daños causados) sino también
a un nivel más fundamental, como es el de los derechos humanos.
En este contexto, hemos sugerido que las neurotecnologías emer-
gentes requieren una reconceptualización de los derechos humanos
existentes o incluso la creación de nuevos derechos. En particular, he-
mos argumentado que los nuevos riesgos colaterales asociados al uso
generalizado de la neurotecnología omnipresente, como el brain-hac-
king malicioso, así como los usos abusivos de la neurotecnología médica,
pueden requerir una reconceptualización del derecho a la integridad
mental. De hecho, aunque la integridad mental está protegida por la
Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea (artículo 3),
este derecho se conceptualiza como un derecho de acceso que protege
la salud mental y es complementario al derecho a la integridad física.
Sugerimos que en respuesta a las posibilidades de la neurotecnología
emergente, el derecho a la integridad mental no debe solo garantizar la
protección contra enfermedades mentales o lesiones traumáticas, sino
también contra intrusiones neurotecnológicas no consentidas que pue-
dan afectar la mente de las personas, especialmente si causan un daño
mental.
Además de esta reconceptualización, hemos argumentado que la
creación de derechos neuroespecíficos puede ser necesaria como una es-
trategia para afrontar posibles usos indebidos de la neurotecnología y
como una forma de protección de las libertades fundamentales asocia-
das a la toma de decisiones de los individuos. En este sentido, apoya-
mos el reconocimiento de un derecho negativo a la libertad cognitiva,
destinado a proteger a los individuos respecto del uso coercitivo y no
consentido de tales tecnologías. Además, como solución complementa-
ria, hemos propuesto el reconocimiento de dos derechos neuroespecíficos
adicionales: el derecho a la privacidad mental y el derecho a la continui-
dad psicológica. A ellos se agrega el derecho a la privacidad mental, que
aspira a proteger la información privada o sensible en las mentes de las
personas contra la colecta, almacenamiento, uso o incluso la eliminación
no autorizada de tales datos mentales. A diferencia de los derechos de
privacidad existentes, el derecho a la privacidad mental protege la in-
formación antes de cualquier externalización extracraneal (por ejemplo,
en formato verbal o impreso), así como al generador de dicha informa-
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