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Papeles del Psicólogo

ISSN: 0214-7823
papeles@correo.cop.es
Consejo General de Colegios Oficiales de
Psicólogos
España

Pérez Álvarez, Marino


EL MAGNETISMO DE LAS NEUROIMÁGENES: MODA, MITO E IDEOLOGÍA DEL CEREBRO
Papeles del Psicólogo, vol. 32, núm. 2, mayo-agosto, 2011, pp. 98-112
Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos
Madrid, España

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=77818544001

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Artículos Papeles del Psicólogo, 2011. Vol. 32(2), pp. 98-11
http://www.cop.es/papele

EL MAGNETISMO DE LAS NEUROIMÁGENES:


MODA, MITO E IDEOLOGÍA DEL CEREBRO
Marino Pérez Álvarez
Universidad de Oviedo

El artículo confronta la tendencia cerebro-céntrica que invade la psicología, las ciencias sociales, las humanidades y la cultura popu
lar. Se abordan cuatro puntos. En primer lugar, se muestra el poder de las neuroimágenes y lo que dan de sí como presunta explica
ción de las actividades humanas. Frente a su seducción, se saluda el surgimiento de una neurociencia crítica, que examina la
condiciones y usos sociales de la propia neurociencia. En segundo lugar, se señala la avenencia del cerebro-centrismo con el indivi
dualismo y su tendencia interiorizante. Se desenmascara el posible uso ideológico del cerebro al servicio del liberalismo económico
señalando la asociación entre el “hombre neuronal” y el “espíritu del nuevo capitalismo”. En tercer lugar, se observa el auge de l
neurociencia en relación con el declive de las ciencias sociales y de las humanidades. Se reivindican las “tres culturas”: ciencias na
turales, sociales y humanidades, cada una competente en su terreno. Finalmente, se plantea la cuestión filosófica de fondo. Frente e
bucle dualismo-monismo del que no sale la neurociencia, se ofrece el materialismo filosófico, sobre la base de una ontología de tre
géneros que, para el caso, se concreta en cuerpo, conducta y cultura.
Palabras clave: Cerebro-conducta-cultura, Plasticidad cerebral, Monismo, Dualismo, Materialismo filosófico, “Tres culturas”.

The article confronts the brain-centered trend invading psychology, social sciences, humanities and popular culture. Four points ar
discussed. First, it describes the power of neuroimaging and how much it can be stretched to supposedly explain human activities. Fa
ced with its seduction, the emergence of a critical neuroscience, which examines conditions and social uses of neuroscience itself, i
welcomed. In the second place, the arrival of brain-centrism with individualism and its interiorizing tendency are pointed out. Th
possible ideological use of the brain at the service of economic liberalism is unmasked, showing the association between the “neuro
nal man” and the “spirit of the new capitalism”. In the third place, a boom in neuroscience is observed compared to the decline in so
cial sciences and humanities. The “three cultures”: natural sciences, social sciences and the humanities, each competent in its ow
terrain, are defended. Finally, the underlying philosophical question is posed. Philosophical materialism is offered to counter the dua
lism-monism loop from which neuroscience cannot escape, on the basis of an ontology of three genres which, for the case at hand
are specified as body, behavior and culture.
Key words: Brain-behavior-culture, Cerebral plasticity, Monism, Dualism, Philosophical materialism, “Three cultures”.

l cerebro se ha convertido en el centro de explica- de Antonio Damasio: Y el cerebro hizo al hombre (d


E ción de los asuntos humanos. De pronto, es como
si todo dependiera del cerebro y no fuéramos
2010), poco menos que una declaración bíblica.
La neurociencia ha llegado a ser la ciencia reina, co
más que “un montón de neuronas”, como decía Francis la complicidad de las ciencias sociales y de las human
Crick en 1994, al presentar la hipótesis revolucionaria dades, incluyendo la filosofía. La tarea de la neurocien
para el siglo XXI, según la cual “Usted, sus alegrías y sus cia, dice el texto de Kandel, Schwartz y Jassell (2001
penas, sus recuerdos y sus ambiciones, su propio sentido es explicar la conducta en términos del cerebro, cuya ú
de la identidad personal y su libre albedrío, no son más tima frontera es entender las bases biológicas de la con
que el comportamiento de un vasto conjunto de células ciencia y de los procesos mentales por los qu
nerviosas y moléculas asociadas” (Crick, 1994, p. 3). La percibimos, actuamos, aprendemos y recordamos. Den
neuro-revolución ya ha sido declarada, si nos creemos la tro de ella, la neurociencia cognitiva es la disciplina es
proclamación de Z. Lynch (2009). El papel creador del pecialmente ocupada en el estudio de los mecanismo
cerebro está dado por hecho ya en el mismo título de li- biológicos de la cognición, tratando de especificar la
bros recientes de importantes autores, como el de Micha- funciones psicológicas en términos neuronales.
el Gazzaniga: ¿Qué nos hace humanos? (de 2008) y el La neurociencia cognitiva es una tendencia creciente e
psicología (Spears, 2008). La tendencia consiste mayor
Correspondencia: Marino Pérez Álvarez. Facultad de Psicolo- mente en “pasar” los temas de la psicología por la má
gía. Universidad de Oviedo. Plaza Feijóo, s/n 33003 Oviedo. quina de neuroimagen. Un número monográfico d
España. E-mail: marino@uniovi.es 2008 de Current Directions in Psychological Scienc

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MARINO PÉREZ ÁLVAREZ Artículo

muestra como prácticamente todo los temas tradicionales pectos psicológicos no contaran, cuando son en realida
de la psicología (atención selectiva, memoria a corto y estos aspectos los que cualifican el trastorno y no prec
largo plazo, memoria declarativa, memoria no-declarati- samente las flamantes nauroimágenes.
va, reconocimiento de objetos, sistema conceptual, siste- No se trata sólo de que la neurociencia invade la ps
ma visual, etc.) son reelaborados en términos cología, la psiquiatría y, así, la psicopatología. La ten
neurocientíficos. Aunque es legítimo e interesante estu- dencia neurocientífica parece estar suplantando la
diar el interface entre neurociencia y ciencia psicológica, ciencias sociales y las humanidades, según prolifera
las cuestión por lo que aquí importa destacar es que lo neuro-disciplinas de todo tipo: neuro-economía, neuro
que compete a la psicología es entender el funciona- ética, neuro-estética, neuro-teología, neuro-política, neu
miento psicológico, no lo que ocurre en el cerebro. La ro-marketing, neuro-educación, neuro-cultura, etc. E
psicología estudia cómo funciona la mente, si se prefiere todos estos campos el cerebro parece tomar primací
a decir la conducta, no dónde funciona el cerebro. Co- acerca de temas que hasta entonces se entendían en s
mo dice Mike Page (2006), después de gran inversión contexto. Pero ahora las diversas disciplinas se apresta
de tiempo y dinero, los hallazgos neurocientíficos no su- a reescribirse en términos de las bases neuronales impl
ponen un avance en el conocimiento psicológico. cadas, como si así fueran más científicas y su saber s
Por su parte, la psiquiatría, a pesar de su pluralidad de confirmara de una vez.
escuelas (psicoanalítica, fenomenológica, interpersonal, El cerebro-centrismo se ha instalado también el la cultu
etc.), en esto como la psicología, parece estar cumplien- ra popular. El cerebro resulta familiar, como si se tuvier
do su vieja aspiración a entender los trastornos mentales trato directo con él, aun cuando es un órgano del que n
como trastornos del cerebro, bajo el impacto de la neu- se tiene experiencia, ni siquiera duele, lo que duele es l
rociencia (Insel, 2009). De hecho, se propone realinear cabeza, no las neuronas. Si por el cerebro fuera, se po
la psiquiatría con la neurología, con miras a su conver- dría intervenir quirúrgicamente sin anestesia. La revista
sión en una nueva disciplina como neurociencia clínica. de variedades y de suplemento dominical hablan del ce
Este entusiasmo de la psiquiatría no repara en el hecho rebro como un personaje más, relacionado, valga po
histórico repetido de que cuando un trastorno mental se caso, con la elección de pareja, la atracción sexual, l
explica por causas orgánicas desaparece de su campo tendencia a ir de compras, la autoestima, la meditación
para pasar a otra especialidad médica, por lo común la mindfulness, la solidaridad, la amistad, etc. El cerebr
neurología (Shorter, 1997). Si fuese así en todos los tras- compite con el Dalai Lama y Buda, cuando de bondade
tornos, según se empieza a ofrecer una cartografía cere- se trata. El descubrimiento de las neuronas espejo, un
bral para muchos de ellos (Insel, 2010), la psiquiatría especie de neuronas que se activan al ver a otros ha
biológica moriría de éxito, sin llegar probablemente a ciendo algo, ha sido una bendición para la cultura ma
reencarnarse como neurociencia clínica. La cuestión es gazine. La divulgación científica, tanto por parte d
que esta tendencia dominante de la psiquiatría está de- revistas especializadas como de libros, no se queda co
terminando en buena medida la propia tendencia de la ta en dar a entender que todo depende del cerebro, in
psicopatología. cluyendo la mejora de nuestras vidas. Así, por ejemplo
Así, en efecto, la psicopatología padece hoy un marca- un monográfico de Investigación y Ciencia (Scientifi
do sesgo neuro-céntrico, al hilo de la psiquiatría biológi- American) de 2003 titulado “Mejores cerebros. Como l
ca. Los fenómenos psicopatológicos son condiciones neurociencia te mejorará” habla de mejoras personale
humanas complejas, que requieren la consideración de de píldoras de la inteligencia, de regeneración y estimu
múltiples aspectos, entre ellos, los neurobiológicos, pero lación del cerebro, de leer la mente, de control del es
no su reducción a éstos. Sin embargo, la imagen que se trés, etc. Un libro sobre neuronas espejo (Iacobon
transmite es que la psicopatología se reduce a desequili- 2008) ya sugiere en el subtítulo que estas neuronas tie
brios neuroquímicos y circuitos defectuosos (Insel, 2010). nen que ver con la empatía, la política, el autismo, l
Esta imagen está prácticamente sostenida por neuroimá- imitación y el entendimiento de los demás. La divulga
genes, consistentes en puntos coloreados en un cerebro, ción neurocientífica ya es todo un género literario qu
como si los trastornos estuvieran allí y eso fueran en rea- no hace sino contribuir al cerebro-centrismo.
lidad. Lo cierto es que las neuroimágenes se ofrecen con ¿Los hallazgos y métodos de la neurociencia obligan
la presuntuosidad de que muestran la realidad de los repensar todo en términos del cerebro? ¿El mayor cono
trastornos, como si la experiencia subjetiva y demás as- cimiento que sin duda se tiene del cerebro, se correspon

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Artículos EL MAGNETISMO DE LAS NEUROIMÁGENE

de con un mayor y mejor conocimiento de asuntos, valga EL PODER SEDUCTOR DE LAS NEUROIMÁGENES
por caso, como los trastornos psicológicos, el yo, la li- Ni que decir tiene que cada vez se sabe más acerca de
bertad, el amor, la ética, la economía, la justicia, la cul- funcionamiento del cerebro, de manera que no es de ex
tura, etc.? ¿No será, después de todo, el trañar su mayor protagonismo en relación con las activ
cerebro-centrismo una moda, un mito y una ideología? dades humanas. No se trata aquí ni de pasar por alto e
¿A qué se debe toda esta neuro-revolución?, ¿cómo he- enorme avance que supone la neurociencia, ni tampoc
mos llegado a esto? de entretenerse en señalar siquiera algunos de esto
¿Cómo se ha llegado a esto? No es fácil responder a avances. Una breve historia del conocimiento del cere
esta cuestión. Para empezar, no es una cuestión que bro puede encontrarse en González Álvarez (2010
sea auto-evidente, por así decir, que esté en el aire, Únicamente se va a reparar en uno de los varios méto
puesto que ya estamos inmersos en una atmósfera en dos para su estudio, probablemente el más usado y, e
la que el cerebro es el centro de referencia para todo todo caso, el más popular, como es la Imagen por Reso
(prestigio de la neurociencia, neuro-disciplinas de to- nancia Magnética funcional (IRMf).
do tipo, divulgación neurocientífica que impregna la La IRMf es un método no invasivo para el estudio de l
cultura popular). Es necesario disponer de un cierto estructura del cuerpo que se vale de la resonancia mag
planteamiento crítico, de manera que uno no se deje nética, mediante una serie de imanes, un generador d
seducir por la repentina atribución al cerebro de todo radiofrecuencia y un detector, acoplados a un ordena
lo que hacemos, sin tampoco estar al margen de la im- dor que procesa los datos y los transforma en imágenes
portancia de su conocimiento. No perder el sentido Se excusa decir que la IRMf supone una imponente sofis
común, sería un buen comienzo. Al fin y al cabo, es ticación científica y tecnológica. Quien es sometido a l
uno el que habla, no su cerebro (suponer que es el ce- resonancia está tumbado en una mesa deslizante qu
rebro el que hace las cosas en vez de nosotros sería entra en el “tubo” de una máquina donde permanec
un “síntoma psicótico”). Pensar un poco sobre lo que durante el tiempo de la prueba rodeado de potente
dicen realmente las neuroimágenes acerca de nuestras imanes. Cuando se estudian funciones psicológicas, e
vidas, sería una buena continuación. En virtud de qué participante realiza tareas a propósito del asunto en es
unos puntos coloreados sobre la silueta de un cerebro tudio, tales como ver imágenes que se proyectan en un
explican los asuntos de la vida, actitudes políticas, cre- especie de gafas con pantallas, atender a instruccione
encias religiosas, comportamientos económicos, deci- recibidas por auriculares o tomar decisiones sobre un te
siones éticas, relaciones interpersonales, respuestas clado ad hoc.
ante un escaparate, la depresión, etc. ¿De pronto, la ¿Qué mide la IRMf? Mide el flujo sanguíneo en el cere
tradición, las costumbres, la cultura, las formas de vi- bro detectado gracias al magnetismo de la oxigenació
da aprendidas y transmitidas, se reducen a puntos co- de la sangre. Se entiende que el mayor aporte sanguíne
loreados en el dibujo de un cerebro? ¿No seguimos es requerido por la actividad neuronal implicada en l
tratando directamente con las personas, en vez de con función que se está realizando en aquel momento (la tare
sus cerebros? experimental propuesta). Es interesante recordar que l
Con todo, responder a la cuestión de cómo se ha llega- IRMf viene a responder a una pregunta que se hacía W
do a esto requiere una mayor reflexión, más probable- lliam James en 1890. “Es muy probable que la sangr
mente del tamaño de un libro como se ha desarrollado acuda a cada región de la corteza de acuerdo con su ac
en El mito del cerebro creador. Cuerpo, conducta y cul- tividad, pero sobre esto no sabemos nada”, decía Jame
tura (Pérez Álvarez, 2011), que de la necesaria limita- entonces. “Casi no necesito decir —añadía James— qu
ción de un artículo. Por lo que aquí respecta, esta la actividad de la porción nerviosa es el fenómeno prima
reflexión se va a desplegar en cuatro puntos. En primer rio y el flujo de la sangre su consecuencia secundaria
lugar, se muestra el poder seductor de las neuroimáge- (Principios de psicología, p. 82), Así, pues, el flujo sangu
nes. En segundo lugar, se señala la avenencia del cere- neo se toma como indicador de actividad neuronal que,
bro-centrismo con el individualismo. En tercer lugar, se su vez, está asociada a la actividad psicológica. La ima
habla del declive de las humanidades y de las ciencias gen coloreada resultante mide en rigor flujo sanguíne
sociales. Finalmente, se pone de relieve el bucle dualis- que se supone está relacionado con actividad neurona
mo-monismo como tinglado filosófico de fondo. Cada correlativa a la actividad conductual en estudio (económ
uno de estos puntos lleva un apunte de su remedio. ca, ética, política, psicopatología, etc.).

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MARINO PÉREZ ÁLVAREZ Artículo

Por si fuera poco, la imagen coloreada o neuroimagen mo escuchar un cuarteto de violinistas oyendo el sonid
que se ofrece no es una instantánea del cerebro sino el de cada instrumento condensado en un ruido único des
promedio estadístico de muchas tomas, a menudo de pués de terminar el concierto, en vez de oír cómo lo
muchos sujetos, de manera que no representa en reali- músicos se acompasan unos con otros.
dad la actividad de alguien en particular, por así decir, Sin embargo, las neuroimágenes tienen, qué duda ca
la mente in fraganti. Por lo demás, la neuroimagen está be, un gran poder seductor, dando a entender más de l
tomada en un ambiente completamente antinatural para que hay, en este caso ofreciendo explicaciones neuro
las actividades estudiadas, como es uno tumbado en el biológicas de las actividades humanas, como si fueran l
tubo de una máquina rodeado de imanes, sin hacer otra razón y la causa de éstas. Las explicaciones neurocient
cosa que ver alguna imagen a través de unas gafas, oír ficas funcionan como la explicación fundamental, segú
instrucciones o frases por medio de unos auriculares o se habla de fundamentos neurobiológicos de la conduct
pulsar con los dedos algún botón de un teclado. Cuando y de bases neuronales de la conciencia, etc. Las neuro
nos presentan neuroimágenes relacionadas con cual- mágenes aúnan el poder de la ciencia y para el caso d
quier actividad humana, en realidad uno estaba metido la neurociencia con el poder de las imágenes en influir
en una máquina imaginando eso, no en una situación la gente. Se trata de imágenes que cuentan con el prest
real. gio de la ciencia y la prestidigitación de la técnica. N
¿Cómo interpretar las neuroimágenes? Hay un gran siendo las neuroimágenes más que correlatos cerebrale
trecho entre lo que mide la resonancia magnética y la de actividades conductuales, se prestan sin embargo
imagen ofrecida (Vul, Harris, Winkielman, y Pashler, relatos explicativos acerca del descubrimiento de las ba
2009). Aun siendo el flujo sanguíneo indicador de acti- ses neuronales y confirmación de tal o cual actividad
vidad neuronal, el flujo tiene un curso mucho más lento como si ésta ahora, por fin, obtuviera garantía científic
que el proceso neuronal, de modo que no hay puntuali- y carta de naturaleza. Cuando se presentan neuroimá
dad entre ambos. Asimismo, el flujo puede estar alimen- genes de tal o cual actividad, fácilmente se pasa por alt
tando más de una actividad neuronal, aparte de que que, en realidad, no añaden nada a lo que se sabía d
puede haber unas neuronas más eficientes que otras y tema, fuera de saber ahora donde tiene lugar el correla
que necesiten menos oxígeno. Tampoco se sabe cuántas to neuronal.
neuronas son necesarias para dar lugar a una unidad Estudios experimentales muestran la atracción seducto
de medida. Por otro lado, la IRMf detecta áreas activas, ra de las explicaciones neurocientíficas, por así decir, s
dando una imagen del cerebro más modular que distri- magnetismo. Se ha visto que explicaciones irrelevante
buida en redes funcionales, como seguramente funciona se juzgan más favorablemente si contienen jerga neuro
el cerebro, por lo que esta cartografía cerebral se ha vis- científica. Independientemente del estatus científico y d
to como una “nueva frenología” (Dobbs, 2005). En reali- su relevancia, las explicaciones neurocientíficas influye
dad, los estudios de neuroimagen no confirman nada en la gente, más allá de lo que la evidencia puede soste
acerca del supuesto origen biológico de los trastornos ner (Beck, 2010; Weisber, Keil, Goodstein, Rawson
mentales (González Pardo y Pérez Álvarez, 2008, cap. Gray, 2008).
8). Aun resuelto lo anterior, queda el problema funda-
mental de explicar la actividad de un campo por la de Neurociencia crítica
otro, en este caso una actividad conductual por su corre- Frente el cerebro-centrismo que domina los tiempos ac
lato o, como se dice, la mente por el cerebro. tuales, aquí representado por el poder seductor de la
La IRMf, según se considere, supone una gran aporta- neuroimágenes, se alza la neurociencia crítica. La neuro
ción al estudio del cerebro, en la medida en que ofrece ciencia crítica es un enfoque que trata de entender, ex
una cartografía funcional de áreas implicadas en unas u plicar, contextualizar y, cuando sea requerido, critica
otras actividades, o no gran cosa, toda vez que lo que los desarrollos en torno a la neurociencia social, afectiv
muestra son en realidad flujos sanguíneos tomados como y cognitiva, con el propósito de crear las competencia
indicadores de actividad neuronal asociada a actividad necesarias para abordar con responsabilidad los nuevo
conductual. A este respecto, de las IRMf no se puede de- desafíos y asuntos que surgen en relación con las cien
cir sino que son medidas burdas de la actividad que su- cias del cerebro (Slaby, 2010). Plantea cuestiones com
puestamente representan, más preciosas que precisas. Lo las siguientes. ¿Qué está sucediendo en la neurocienci
que ofrecen las IRMf, dice Dobbs (2005), es algo así co- contemporánea como para afectar a la sociedad de mo

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Artículos EL MAGNETISMO DE LAS NEUROIMÁGENE

do tan notable? ¿Responden estos efectos a hallazgos señalados de la neurociencia crítica, del 1) al 6), en e
que nos obligan a entender los asuntos humanos de otra laboratorio. Se entiende que los aspectos señalados pro
manera o estamos sobreestimando su impacto a cuenta porcionan razones para tener preocupaciones y precau
de otras importantes fuerzas del cambio social y cultural, ciones acerca de las cuestiones metodológicas, tale
tal como, por ejemplo, el desarrollo de la economía ca- como las maneras según se categorizan los sujetos, s
pitalista? ¿Cómo y vía qué canales interactúa la neuro- conciben las características humanas, lo que se conside
ciencia con las concepciones actuales del yo, la ra patológico y por qué razones, etc.
identidad y el bienestar? ¿Cuáles son los “estilos de pen- Un planteamiento crítico ha de ir “compensado” con u
samiento” predominantes que han emergido de las neu- planteamiento reconstructivo. Aun siendo la crítica un
rociencias y de las “neuro”-disciplinas? ¿Cómo está la contribución positiva, más razón tendrá en la medida e
neurociencia institucional y políticamente ligada con que ofrezca una alternativa. La alternativa al desenmas
agentes como las compañías farmacéuticas, las agencias caramiento de la moda, mito e ideología del cerebr
de financiación, los diseñadores de políticas, etc.? Cues- creador sería la reconsideración de las actividades hu
tiones de este tipo son suscitadas por la neurociencia crí- manas de acuerdo con el trinomio cuerpo, conducta
tica, tendentes a un uso más responsable de la cultura, donde el propio cerebro resulta tanto o más “va
neurociencia (Slaby, 2010). riable dependiente” que “variable independiente” (Pére
El término “crítica” se refiere aquí a un examen de las Álvarez, 2011). Según se ha argumentado en este libro
prácticas e instituciones científicas, así como de los con- la plasticidad cerebral revela la reorganización estructu
textos sociales dentro de los que éstas se dan, en vez de ral y funcional del cerebro al hilo de la conducta, habil
tomar sin más los “hallazgos” neurocientíficos, a menu- dades y formas de vida de la gente. Así, permítas
do neuroimágenes, como explicación acrítica de todo. decir, el mayor volumen del hipocampo no es lo que lle
Más en particular, se trata de establecer puentes entre el va a ser taxista en Londres, sino que es la habilidad re
análisis sociológico, filosófico y antropológico de la neu- querida y la práctica como taxista lo que cambia l
rociencia, en orden a examinar la manera en que los fe- estructura y función cerebral observada en los taxista
nómenos conductuales y sociales se estudian en los londinenses. La plasticidad cerebral permite entender lo
laboratorios, sobre todo, cuando los resultados se reifi- efectos de las condiciones de vida en el cerebro. Si un
can en términos biológicos y a analizar las condiciones vive de forma duradera en condiciones opresivas, estre
sociales y culturales que sustentan esta reificación. Para santes, sin esperanza o provocadoras de ansiedad, co
ello, la neurociencia crítica recurre a una variedad de mo dice Gergen (2010), es enteramente posible que la
disciplinas como las siguientes, de acuerdo con Choud- conexiones corticales estén alteradas. En términos d
hury, Nagel y Slaby (2009): 1) Análisis histórico de có- causa y remedio, continúa Gergen, mejor sería centrars
mo problemas particulares llegan a ser cuestiones para en los orígenes culturales que en los mecanismos cere
la neurociencia, tales como el cerebro criminal, el tras- brales. Si las condiciones culturales han producido la
torno de estrés postraumático, los adolescentes en riesgo alteraciones corticales, entonces cambiar las condicione
o mujeres empáticas, y cómo metodologías particulares de la vida de la persona parecería más beneficioso qu
se valoran por encima de otras más pertinentes. 2) Aná- la sedación farmacológica (Gergen, 2010, p. 803).
lisis técnico y conceptual de los procesos de investiga-
ción, incluyendo las metodologías de evaluación. 3) LA AVENENCIA DEL CEREBRO-CENTRISMO CON EL
Análisis etnográfico de los sitios de investigación, prácti- INDIVIDUALISMO
cas técnicas, conceptos, actividades profesionales, así El cerebro-centrismo, referido a la tendencia a explica
como de los investigadores y su formación y visión del las actividades humanas en términos cerebrales es hoy l
mundo, metodologías y estilos de pensamiento. 4) Estu- última frontera del individualismo y el mayor referent
dio del “compromiso público” de la ciencia en términos de la interioridad. El individuo ya no se define tanto po
del inter-juego de la neurociencia, los medios, la indus- el yo como por el cerebro y, así, se habla, por ejemplo
tria y la política. 5) Identificación y seguimiento de “ras- de hombre neuronal o de yo-sináptico si es que no de
tros” de las influencias económicas. 6) Análisis social y yo como ilusión creada por el propio cerebro. La memo
cultural de los contextos socio-políticos relevantes a la ria y los recuerdos se sitúan en el hipocampo y la con
ciencia actual, así como del contexto más amplio en el ciencia en el sistema tálamo-cortical, si es que no e
que se pone en práctica. 7) Integración de los aspectos microtúbulos intracelulares. La empatía y la comprensió

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MARINO PÉREZ ÁLVAREZ Artículo

dependen de las neuronas espejo. Ya no parece que se- condición humana ya no serían cambios sociales ni de
amos nosotros mismos los que simpatizamos y sentimos individuo, sino del cerebro. La cuestión es que las ex
con los otros, sino nuestras neuronas espejo. El cerebro plicaciones cerebro-céntricas llevan fácilmente por e
suplanta a la persona. Ser un cerebro en lugar de ser camino equivocado, cuando se hacen cosas por “mejo
una persona ha llegado a ser una figura de los tiempos rar” el cerebro, en vez de mejorar el mundo y cambia
actuales (Vidal, 2009). Lo que antes se suponía que ha- las condiciones y formas de vida de la gente. Ademá
cían las personas se atribuyen ahora al cerebro: el cere- de desviar la atención de las verdaderas condicione
bro piensa, decide, sabe, recuerda, conoce, miente, crea el cerebro-centrismo puede traer una nueva reflexiv
ilusiones, etc. Es el cerebro creador. dad patógena, convertido el cerebro, sus imágenes
Todo parece indicar que el cerebro se presta a encar- imaginaciones, en objeto de reflexión.
nar la tendencia individualista de la sociedad. Así, el ce- Por otro lado, el cerebro también se presta a sustenta
rebro no sólo es la sede del yo y base de la identidad la tendencia mentalista de la psicología cognitiva. E
sino que es fuente de reservas para el crecimiento perso- efecto, la tendencia mentalista del cognitivismo acab
nal y el desarrollo de las propias potencialidades (hay por aterrizar en el cerebro con la bandera de “neuro
un Dalai Lama en tu cerebro). Cambia tu cerebro y cam- ciencia cognitiva”, como se pronosticaba hace un cuart
biarás tu vida y el mundo, se dice. Las cosas que se ha- de siglo, a propósito de la entonces flamante revolució
cen para mejorar la vida, desde la meditación al cultivo cognitiva, en un artículo en esta misma revista titulad
de la amistad parecen ya más justificadas por lo que “Moda, mito e ideología de la psicología cognitiva” (Pé
cambian el cerebro que por sí mismas. El mundo, los de- rez Álvarez, 1985). La caída de la psicología cognitiv
más y las actividades que se realizan vienen a ser un en el mentalismo, se decía entonces, no tiene más futur
medio para entrenar tu cerebro. Con tu cerebro, te bas- que recalar en el cerebro, “encontrare con el cerebro”
tas: en él está inscrita tu historia, lo que eres, recuerdos, se decía. “De manera que el sistema nervioso fundamen
traumas, aprendizajes y en él está también el horizonte te (valide, dé consistencia o avale) a los procesos que n
de tu vida, la satisfacción contigo mismo, la autoestima, se sostienen por sí mismos”. Se refería a procesos cogn
la felicidad, la paz interior, el envejecimiento saludable. tivos interiores que se deducen de la propia conduct
Tus problemas y las soluciones están en tu cerebro. ¿No que tratan de explicar, tautológicamente. La investiga
están ahí los puntos coloreados indicativos de tu depre- ción de los procesos cognitivos en el cerebro, se decía
sión, ansiedad, obsesiones, etc. y no cambian éstos “no es nada reprochable, simplemente que dejaría d
cuando mejoras? En fin, el cerebro viene a ser la encar- ser psicología”, para convertirse en neurociencia cognit
nación de la individualidad y la culminación de la inte- va o algo así. La alternativa, entonces, como ahora, e
rioridad. El viaje al interior aterriza en el cerebro. estudiar la conducta de los sujetos como un todo en rela
En efecto, el cerebro-centrismo viene a culminar la ción con el ambiente (cuerpo, conducta y cultura). El te
tendencia interiorizante del individualismo, en la medi- ma de nuestro tiempo en psicología es confrontar est
da en que el cerebro es la última frontera y reducto del tendencia cerebro-céntrica (Gergen, 2010; Miller, 2010
mundo interior. No hay ya nada más profundo y per- Pérez Álvarez, 2011).
sonal dentro de uno que su cerebro. Siendo asuntos
psicológicos como la empatía, los celos, la envidia, la Desenmascaramiento ideológico
ansiedad, la depresión, etc., cosa del cerebro, el cere- Frente a la recepción acrítica de los hallazgos neurocien
bro es el objeto del examen y del cambio personal. La tíficos relacionados con las actividades humanas, com
comprensión de uno mismo ya no consistiría en el exa- si fueran la última palabra, se propone el desenmasca
men de la personalidad y modo de ser, de acuerdo con ramiento de la avenencia si es que no alianza entre lo
las vicisitudes y circunstancias de la vida, sino en la usos de la neurociencia y el individualismo con su ten
identificación de áreas y circuitos cerebrales, supuesta- dencia interiorista. El caso es que estas tendencias
mente responsables de nuestro comportamiento e incli- cuenta del cerebro pueden suponer un “pensamient
naciones. Por ejemplo, la profundidad de una único” que va en detrimento de las funciones y valore
depresión estaría localizada en núcleos profundos del atribuidos tradicionalmente al individuo y a la persona
cerebro (núcleo accumbens, etc.), según se toman como empezando por la capacidad de dirigir su vida y la res
objetivo de estimulación por parte de tratamientos cada ponsabilidad de sus actos, ahora asignados al cerebro
vez más prometedores. Los cambios para mejorar la una entidad impersonal.

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Artículos EL MAGNETISMO DE LAS NEUROIMÁGENE

Cabe preguntar, con Francis Fukuyama (2002), si ya rociencia como la política neoliberal enfatizan la deslo
somos posthumanos y entonces estamos en manos de la calización, la descentralización, la conexión en red, l
biotecnología: genoma, ingeniería genética, psicofarma- flexibilidad y la capacidad para adaptarse a circunstan
cología, neurociencia, etc. Lo cierto es que la biotecnolo- cias y demandas continuamente cambiantes. Es como s
gía, con todos sus avances, no sitúa al ser humano más el cerebro hubiera evolucionado para encajar con el ca
allá de sí mismo. Antes bien, pone de relieve lo humano, pitalismo flexible. Como si con el capitalismo se diera
demasiado humano, que es el hombre en los tiempos por fin, la adecuación entre el cerebro y la organizació
tecnológicos. La biotecnología viene a ofrecer un hori- del mundo. En este contexto, ya no es de extrañar que s
zonte de ansiada juventud, de supuesta felicidad, de po- hable de la “neurona de Wall Street” (Zimmer, 2011),
derío sobre las contingencias de la vida y de subterfugio propósito de una semejanza entre las redes de influenci
al “miedo a la libertad”. Si bien la libertad es un valor de los corredores de bolsa y las redes según funciona
ansiado y de hecho su consecución constituye a menudo las neuronas. Se trata de una especie de naturalizació
una lucha, lo cierto es también el “miedo a la libertad”, del liberalismo, a cuenta del cerebro según lo describe l
por la responsabilidad que implica, como ha mostrado neurociencia actual. La clásica asociación weberiana d
Erich Fromm en su célebre estudio. El culpable perfecto la ética protestante y el espíritu del capitalismo viene
es el cerebro, con la complicidad de los genes. ser ahora el hombre neuronal y el espíritu del nuevo ca
La biotecnología y en particular la neurociencia, con sus pitalismo (Malabou, 2007). Esta asociación supone qu
explicaciones reduccionistas donde los correlatos neuro- el liberalismo económico está inscrito en el “diseño” de
nales se convierten fácilmente en relatos conforme el cere- cerebro, como si la evolución del cerebro estuvier
bro nos hace como somos, etc., vienen a eximir de buena orientada a encontrar una sociedad acorde con su fun
parte de la responsabilidad de nuestras vidas, en particu- cionamiento. La metáfora de moda para dar cuenta de
lar, cuando se esperaría más capacidad de decisión y cerebro ya no es el ordenador sino el discurso del libera
autodominio. Asimismo, las explicaciones cerebro-centris- lismo económico.
tas llevan fácilmente, como se decía, por el camino equi- La cuestión es que una manera de describir el funciona
vocado, cuando se hacen cosas por “mejorar” el cerebro miento del cerebro que se vale de la metáfora del libera
de cada cual, en vez de mejorar el mundo y cambiar las lismo económico se toma como su forma natural, la cua
condiciones y formas de vida de la gente. La ideología termina a su vez por naturalizar la fuente de la metáfo
del cerebro viene a decirnos que la explicación y solución ra, en este caso, el propio liberalismo económico, com
de nuestros problemas, desde la “salud mental” a la bús- si éste fuera la forma natural hacia la que progresa l
queda de la felicidad, son cosa del cerebro (psicofarma- humanidad. Puesto que el genio y poder del cerebro n
cología, entrenamiento neuronal, etc.). Se trata más de está precisamente en causar sistemas económicos ni e
“perfeccionar” el propio cerebro que la persona, sin re- encajar con uno en particular, sino en permitir y habil
parar que es la persona quien lo tiene que hacer en todo tar las formas de vida que responden a la adaptació
caso. La cuestión es que tomar al cerebro como objeto humana y sus variadas formas de habitar, entre ellas l
puede ser un camino equivocado, porque deja intactas capitalista, gracias a la plasticidad cerebral, todo hac
las condiciones de las que dependen nuestros problemas pensar que el cerebro tiene aquí un uso ideológico, dan
(formas de vida, desorientación, consumismo, etc.). Es do cobertura y legitimidad natural a un determinado sis
para pensar que, con la focalización en el cerebro, se tema. De esta manera, el individuo queda subsumido e
quiere dejar a salvo la sociedad, con sus contradicciones el sistema, como si fuera su acomodación natural, su
y demás causas del malestar. puesta esa concordancia entre el funcionamiento neuro
La ideología del cerebro alcanza su máxima expresión nal y el espíritu del capitalismo. Los posibles y au
en la supuesta avenencia de la organización cerebral probables desajustes del individuo en relación con el sis
con el liberalismo económico (descentralización, deslo- tema, consistentes, por ejemplo, en depresiones, ansie
calización, conexión en red, etc.), como si, por fin, se dades, compulsiones, adicciones, esquizofrenias, etc
llegara a una sociedad (la actual) que encajara con la vienen a ser desajustes de la mecánica electro-químic
forma natural de funcionar el cerebro humano. Así, se del cerebro (desequilibrios neuroquímicos, circuitos de
observa una afinidad entre la literatura de la neurocien- fectuosos). Tanto la sociedad como el individuo queda
cia-punta y el discurso de moda de la política neoliberal exentos de responsabilidad. Los “efectos colaterales” de
y la gestión organizacional (Slaby, 2010). Tanto la neu- desajuste individuo-sistema son también cosa de ajust

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MARINO PÉREZ ÁLVAREZ Artículo

neuronal, en particular, estimulantes y tranquilizantes. neuronales”, “neuro-x”, siendo x la disciplina que sea
Todo ello, por lo demás, sin ser ajeno al “negocio” de la se da aun cuando las “bases neuronales” de las activ
patologización de la vida cotidiana (González Pardo y dades en cuestión no suponen un mejor y mayor conoc
Pérez Álvarez, 2008). miento respecto de las disciplinas “tradicionales” que la
estudian (aparte de conocer ahora, como se decía, lo
EL DECLIVE DE LAS HUMANIDADES Y DE LAS correlatos implicados que, por lo demás, alguno tení
CIENCIAS SOCIALES que ser). El hecho de que redes neuronales complejas
La ascendencia de la neurociencia con su prestigio y se- distribuidas se activen cuando una persona toma dec
ducción va a la par del declive de las humanidades y de siones éticas o del tipo que sean, no cambia nada res
las ciencias sociales, a juzgar no sólo por su pérdida de pecto de la cuestión ética o relativa al asunto de que s
atractivo para carreras profesionales sino por la prolife- trate. Ahora bien, si la atribución al cerebro de la dec
ración de neuro-disciplinas. Tal parece que las disciplinas sión (como si el cerebro decidiera) supone dejar de lad
humanistas y sociales tuvieran que ser validadas y confir- a la persona y eximir de su responsabilidad, entonces
madas por la neurociencia, para el caso, por neuroimá- que cambia algo, pero más en el orden ético y filosófic
genes reveladoras de las áreas implicadas en la actividad que en el neurocientífico. Ello plantea un problema étic
humana, como si ésta fuera cosa del cerebro. Puesto que y filosófico acerca de en virtud de qué se toma un órga
algún correlato neuronal tiene que haber de cualquier ac- no o una de sus partes como sujeto-agente de la acció
tividad humana (económica, política, religiosa, ética, es- humana. Llevadas al límite, estas cuestiones éticas y filo
tética, educativa, psicopatológica, etc.), su conversión en sóficas también serían cosa del cerebro, lo que supon
relato neurocientífico explicativo del fenómeno en consi- dría una especie de solipsismo cerebral, digno de un
deración está servido. Así, el correlato correspondiente, locura colectiva.
valga por caso, de una acción económica, política, reli- El declive de las humanidades y de las ciencias sociale
giosa, ética o de lo que sea, se presta a explicar tal fenó- no es, con todo, un efecto directo de la neurociencia, s
meno en términos del cerebro, pasando por alto a la no que deriva de un contexto más amplio de cambio
persona que es en realidad quien realiza la actividad. Se histórico-sociales que, por cierto, se habrían de estudia
pasa por alto no sólo a la persona, reducida al cerebro, en una perspectiva histórica y sociológica y no precisa
incurriendo en este caso en la falacia mereológica (con- mente en términos neuronales. Se refiere a la preponde
sistente en atribuir a una parte lo que es de un todo), sino rancia de las ciencias naturales y la organización de
que se pasan por alto las propias condiciones de posibili- mundo de acuerdo con los desarrollos tecnológicos. Est
dad de la persona, incluyendo su cerebro, que son la cul- preponderancia de las ciencias sobre las humanidade
tura y la sociedad, sin las cuales ni cerebro que valga se ha identificado en términos de las “dos culturas”,
habría. Se olvida o pasa por alto que el contexto cultural partir del opúsculo de Peter Snow de 1959, donde el au
y el medio social son realidades históricamente dadas, tor señalaba que el progreso venía de la mano de la cu
supra-individuales y preexistentes a cualquier cerebro tura científica y no de la humanista. El trasfondo de esto
que se estudie en una máquina de neuroimagen. Siendo cambios tiene que ver con la “gran transformación”, se
así, es ocioso reducir al cerebro y deducir de él lo que la gún la clásica obra homónima de Karl Polanyi de194
persona aprendió y llegó a ser gracias precisamente al (Polanyi, 1989), por la que el mercado y la productiv
contexto social-cultural. dad terminaron por organizar la vida humana, dejand
El caso es que el cerebro parece suplantar a la persona atrás las formas de vida comunitarias, aludiendo al cam
y la neurociencia se erige en reina de las ciencias con- bio de la comunidad a la sociedad de individuos que s
cernientes a las actividades humanas y, así, en garante constata a finales del siglo XIX (Nisbett, 2009).
de las humanidades y de las ciencias sociales. Las huma- De todos modos, la mayor transformación cultural coin
nidades y las ciencias sociales pierden su prestigio y au- cidente con el auge de la neurociencia viene de finale
tonomía en favor de la neurociencia. Aunque la del siglo XX, a partir de la década de 1980, de hac
neurociencia se ofrece como ciencia interdisciplinar, lo unos veintitantos años, prácticamente la última genera
cierto es que termina por tener prelación sobre las de- ción, la generación de Internet, Facebook, Prozac, Gra
más, en la medida en que se da a entender que ofrece Hermano y demás. Esta época ha sido identificada po
las “bases neuronales” de esto y aquello. Esta prelación, los sociólogos de “tiempos líquidos” (Bauman, 2007)
incorporada en las mismas expresiones usuales (“bases de “cultura-mundo” (Lipovetsky y Serroy, 2010). Es un

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Artículos EL MAGNETISMO DE LAS NEUROIMÁGENE

época en la que “algo anda mal” en los países occiden- pero se da la paradoja de su declive, constatado por l
tales, de acuerdo con el historiador Tony Judt (2010). La antedicha crisis silenciosa de la educación, su decrecien
filósofa Martha Nussbaum se refiere a una “crisis silen- te prestigio como estudios y carreras profesionales y,
ciosa” mundial en materia de educación (Nussbaum, lo que parece, su complejo al “pasar por la máquina
2010). La imagen de “tiempos líquidos” sugiere la licua- de neuroimagen sus saberes. La importancia de las hu
ción de las estructuras sociales y marcos de referencia, manidades y de las ciencias sociales se percibe en la re
que abocan a la incertidumbre, desorientación e incapa- cepción acrítica de las explicaciones neurocientíficas d
cidad para la lealtad y el compromiso. Como podría vol- las actividades humanas como si fueran cosa del cere
ver a decir Marx, “todo lo sólido se desvanece en el bro, dejándose seducir por neuroimágenes y, al fina
aire” en la sociedad de consumo. Por su parte, la idea por la imagen del ser humano como cerebro social, ce
de “cultura-mundo”, referida básicamente a la universa- rebro ético, hombre neuronal, yo-sináptico, yo neuroqu
lización de la cultura comercial, significa el triunfo del mico y, en fin, cerebro creador (Pérez Álvarez, 2011
mercado, la tecnociencia, los medios, el consumo, el in- Se trata de imágenes del hombre como si ya pertenecie
dividuo y, con ello, la aparición de una serie de proble- ra a una época posthumana. Sin embargo, nada de l
mas existenciales (identidad, creencias, crisis de sentido, que se atribuye al cerebro y espera de él deja de ser hu
trastornos de personalidad, etc.). Como dice Judt: “Hay mano, incluyendo su uso como exención de responsabil
algo profundamente erróneo en la forma en que vivimos. dad y explicación impersonal de asuntos personalment
Durante treinta años hemos hecho una virtud de la bús- concernidos.
queda del beneficio material: de hecho, esta búsqueda Dado este panorama, se reivindican la tradición huma
es todo lo que queda de nuestro sentido de un propósito nista y las ciencias sociales, a la par de la neurociencia
colectivo. Sabemos qué cuestan las cosas, pero no tene- En realidad, la neurociencia se habría de ver como u
mos idea de lo que valen. [...] El estilo materialista y producto más de la tradición humanista y de las ciencia
egoísta de la vida contemporánea no es inherente a la humanas. Frente a la hegemonía de la neurociencia,
condición humana. Gran parte de lo que hoy nos parece menudo enmascarada como ciencia interdisciplinar, s
“natural” data de la década de 1980” (Judt, 2010, p. reivindican las “tres culturas”, referidas a las ciencias na
17). En fin, la “crisis silenciosa” de la que habla Nuss- turales, las ciencias sociales y las humanidades, según l
baum consiste en la supresión de materias y carreras re- caracterización de Jerome Kagan (2009). Cada una d
lacionadas con las artes y las humanidades, en favor de las tres culturas implica un peculiar saber, con sus funda
una educación para el lucro y el crecimiento económico. mentos, objetivos, fuentes, etc., que no se puede reducir
El resultado, vine a decir Nussbaum, es la pérdida de la otras ni pasar por alto. Habitar solamente en una “cultu
capacidad de reflexión y pensamiento crítico, por lo que ra” supone perder de referencia saberes y conocimiento
ella ve la necesidad de las humanidades. imprescindibles para un cabal entendimiento de los asun
La suplantación del ciudadano por la figura del consumi- tos humanos. Como concluye Kagan (2009), al igual qu
dor, con la que se identifica la gente actualmente, viene a los tigres, los tiburones y los halcones, cada miembro d
ser la culminación y el colmo de esta transformación. La una de estas culturas es potente en su propio medio per
tendencia individualista e interiorista, antes señalada y a impotente en el de los otros (p. 275).
la que contribuye la neurociencia, es una manifestación de Aquí, la amonestación se dirige especialmente a lo
esta transformación. La propia neurociencia surge en el neurocientíficos poseídos de su propio saber y a los cien
contexto de la preponderancia de la ciencia en la organi- tíficos sociales y humanistas seducidos si es que no ab
zación de la vida y contribuye, a su vez, decisivamente a ducidos por la neurociencia, según se aprestan a valida
impedir el análisis y reconocimiento de la situación seña- sus saberes con neuroimágenes y a convertir los correla
lada, al reducir las actividades humanas a los procesos tos neuronales en relatos neurocientíficos de los asunto
cerebrales que tan seductoramente pone de relieve la tec- humanos que hasta ahora estudiaban sin echar en falt
nología de neuroimagen. los flujos sanguíneos en el cerebro (que tal son, en real
dad, los correlatos neuronales). Sería irónico que en est
Reivindicación de las tres culturas reivindicación de las “tres culturas” fueran los neurocien
En este contexto debido a la ciencia y la tecnología y tíficos quienes esperaran que los demás adoptaran s
donde prima el mercado y la productividad serían tanto “cultura”, siendo que los temas en cuestión (yo, concien
más necesarias las humanidades y las ciencias sociales, cia, actividades y comportamiento de todo tipo) constitu

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MARINO PÉREZ ÁLVAREZ Artículo

yen el medio, el terreno y el tema de las otras. De hecho, capacidad de argumentación, sin quedar prendado d
los problemas metodológico, epistemológicos, éticos, fi- imágenes y relatos seductores (para el caso, neuroimá
losóficos que plantean las neurociencias no son precisa- genes).
mente de naturaleza neurocientífica, que se resuelvan, Una mayor formación en humanidades y en ciencia
valga por caso, con neuroimágenes, sino relativos a la sociales no va en detrimento de las ciencias naturales n
“cultura” de las ciencias sociales y de las humanidades. en particular de la neurociencia (aunque lo contrari
Si las humanidades constituyen toda una tradición y re- quizá sí, según ha resultado hasta ahora). Antes bien, l
presentan estudios clásicos, quizá se deba a que tratan neurociencia, con su interés en los asuntos humanos, n
temas y problemas, por así decir, “perennes”, anteriores sólo sería valorada en lo que merecen sus hallazgos sin
en todo caso a la neurociencia. ¿En virtud de qué la neu- que se beneficiaría de las otras dos “culturas”. Los neu
rociencia de los últimos años, con su nueva cartografía rocientíficos no debieran conformarse con citas orna
del cerebro, se erige en fundamento de todo? Baste re- mentales de filósofos y literatos, sino formarse en s
parar en que, por ejemplo, leer neuroimágenes no esta- saber y hacer pie en él. Comoquiera que sea, los neuro
ba previsto en el “diseño” cerebral, según la lectura es científicos van por detrás al estudiar en y desde el cere
un invento posterior del que depende el desarrollo de la bro lo que de hecho ya hace la gente y es relevante d
ciencia y para el caso de la propia cartografía del cere- por sí en el mundo de la vida. Así, por ejemplo, los artis
bro. Son instituciones sociales las que sostienen las cien- tas saben más de los asuntos humanos que lo que lo
cias, sin las cuales ni neurociencia habría. Como se dice neurocientíficos pueden deducir del cerebro. Proust
en El mito del cerebro creador: “si por un casual la es- otros artistas de la modernidad van por delante de l
critura desapareciera de la faz de la tierra, quién sabe si que la neurociencia pudiera decir del funcionamiento d
acaso los humanos tardarían otros seis mil años en rein- cerebro. Y esto que pudieran decir está por ver, mientra
ventarla, cuando un niño ahora la aprende en un par de que las construcciones artísticas están ahí (véase Proust
años. Entretanto no desaparezca, la escritura funciona la neurociencia, de Jonah Lehrer, 2010). Se agradece
como “trinquete evolutivo” que impide la vuelta atrás, libros divulgativos como el de Javier Tirapu (2008), com
pero no porque esté inscrita en el cerebro sino por estar binando las tres culturas: neurociencia, ciencia psicológ
institucionalizada formando ya parte del ambiente en el ca y humanidades (literatura, cultura y humor). Dado
que se desarrolla la vida de la gente.” (Pérez Álvarez, “complejo neurocientífico” que parecen sufrir mucho
2011). humanistas y científicos sociales, cabría decir, con ciert
Como posible salida de esta situación, Lipovetsky y Se- exageración, que es más inculto el neurocientífico qu
rroy hablan a favor de una nueva cultura general con ignore las otras dos “culturas” o simplemente sea vegeta
base en la cultura del sentido y de la historia, de manera riano de ellas que los humanistas y científicos sociale
que se recupere la distancia y la profundidad de la du- que no sepan de áreas y circuitos neuronales. Al fin y a
ración frente al exceso de presente y de información (Li- cabo, los tiburones de la neurociencia están cazand
povertsky y Serroy, 2010, p. 180). Asimismo, Judt piezas que forman parte del mundo de los tigres y de lo
propone una especie de “memoria histórica” que permi- halcones.
ta percibir el contraste entre el “mundo que hemos perdi-
do” desde la generación anterior y el malestar EL BUCLE DUALISMO-MONISMO
económico que vivimos ahora. En un plano político, Judt La cuestión filosófica de fondo por parte de la neurocienci
reclama el retorno del Estado como institución interme- es la huida del dualismo cartesiano para caer en el monis
dia “entre ciudadanos inseguros e indefensos, de una mo materialista. Mientras que el dualismo establece un
parte, e indiferentes órganos internacionales y corpora- distinción y separación entre la mente inmaterial (res cog
ciones que no responden ante nadie, de otra” (Judt, tans) y el cuerpo material (res extensa), el monismo elimin
2010, p. 185). Por su parte, Nussbaum (2010) hace una de las partes (la mente) para reducirla a la otra (en es
una defensa de las humanidades, mostrando su conve- te caso, el cerebro). “Enfrentados filosóficamente con
niencia para el mundo actual. Así, por ejemplo, la fami- dualismo, se dice en el texto de Kandel, Schwartz y Jesse
liaridad con el “diálogo socrático” permitiría el (2001), estamos obligados a encontrar una solución a
desarrollo del razonamiento y del pensamiento crítico, problema en términos de células y circuitos neuronales” (p
preguntando qué significan y de dónde vienen las cosas. 1318). Así, se da por sentado que todos los fenómenos an
La enseñanza socrática probablemente contribuiría a la tes adscritos a la mente son propiedades de la materia. Es

10
Artículos EL MAGNETISMO DE LAS NEUROIMÁGENE

ta postura monista materialista, se dice en el mismo pasaje La cuestión es que el dualismo no se supera con el mo
anterior, rompe con el dualismo. Sin embargo, como se nismo materialista: ni el monismo reductivo y eliminativ
sostendrá, el monismo no deja de ser una solución emba- de lo mental, ni el monismo dual o de doble aspecto mo
razada de dualismo. re Spinoza, si semejante monismo dualista tiene sentid
El error del dualismo es la separación entre dos realida- (Pérez Álvarez, 2011). Si el monismo materialista profe
des inconmensurables, supuesta una material o corpórea y sado por la neurociencia es una reacción al dualism
la otra inmaterial o incorpórea, de modo que no se enten- cartesiano, una nueva versión de dualismo surge com
derían sus influencias mutuas. Sería el “error de Descar- reacción al monismo.
tes”, según el ya célebre libro homónimo de Antonio Los descontentos con el monismo materialista reivind
Damasio original de 1994 (Damasio, 2001). Por su lado, can y reformulan el dualismo, que ciertamente sigue e
el monismo no carece tampoco de error. Su error es la pie. El dualismo no sólo perdura inadvertidamente de
adscripción de los atributos de una categoría a otra: de lado de los neurocientíficos que se refugian en el monis
propiedades de la mente o psicológicas a propiedades del mo, como se ha señalado, sino que es reivindicado, po
cerebro o físico-químicas. Su solución del problema del así decir, a mucha honra. La peculiaridad de este nuev
dualismo consiste, como se decía, en reducir una de sus dualismo es que proporciona evidencia experimental de
partes a la otra, la mente al cerebro. Se trata de un “error poder de la mente sobre el cerebro y formula esta deter
categorial” o “falacia mereológica”, consistente en este minación en base a la física cuántica (Schwartz, Stapp
caso en atribuir a una parte (el cerebro) propiedades de Beauregard, 2005). La evidencia experimental se refier
un todo, el organismo o sujeto que se comporta en un me- a estudios que muestran el efecto de la voluntad, el es
dio (Bennett, Dennett, Hacker y Searle, 2008). Por alusio- fuerzo y la auto-regulación consciente en cambiar res
nes, se podría hablar también de “error de Damasio”, en puestas emocionales ante sus estímulos “naturales”, po
la medida en que la adscripción de las propiedades de la ejemplo, respuestas ante estímulos aversivos o eróticos
mente al cerebro es en realidad su solución al “error de en el caso de pacientes obsesivo-compulsivos ante las s
Descartes”. Trata Damasio de superar a Descartes con tuaciones instigadoras de accesos obsesivos. Después d
Spinoza, en su otro libro En busca de Spinoza de 2003 poner en práctica el autocontrol requerido, cambian la
(Damasio, 2005), adoptando el monismo dual o de doble respuestas habituales de aversión o eróticas y, en su ca
aspecto de Spinoza, según el cual el pensamiento y la ex- so, obsesivo-compulsivas, ante los estímulos que las pro
tensión serían atributos de una misma sustancia, ya sea vocaban y estos cambios experienciales y conductuale
Dios o la Naturaleza. Spinoza le sirve a Damasio para, suponen cambios cerebrales constatados con neuroimá
unas veces, atribuir la mente (el yo, la conciencia, etc.) al genes. Esta determinación de la mente sobre el cerebr
cerebro y, otras, hacerla emerger de él, según es ambigua la entienden los autores citados de acuerdo con la físic
su posición, entre el reduccionismo, el monismo de doble cuántica. Supuesto el cerebro un sistema cuántico inde
aspecto y el emergentismo. terminado, consistente en infinitas conexiones posible
Aun cuando Damasio incorpora el cuerpo, particular- en cada momento, estaría a expensas de recibir determ
mente, en su libro de 2000 La sensación de lo que ocu- naciones por parte del “observador”, según la físic
rre (Damasio, 2001), lo que podría sugerir un cuántica entiende que la observación altera y “fija” de
planteamiento holista, más organísmico que orgánico, el terminadas conexiones. Aquí el observador es el propi
papel del cuerpo queda reducido a su representación en sujeto ejerciendo control a voluntad frente a las tenden
el cerebro. De nuevo, el cerebro vuelve a ser el lugar cias establecidas.
donde ocurre todo, una especie de “teatro cartesiano”, Reconocida la evidencia del poder de la voluntad y de
según la célebre expresión de Daniel Dennett en La con- autocontrol sobre las propias respuestas emocionales
ciencia explicada (Dennett, 1995), señalando el dualis- la regulación conductual, incluyendo los correspondien
mo que perdura entre los neurocientíficos, aun cuando tes cambios cerebrales, esta evidencia no justifica el dua
reniegan de él y juran superarlo. En un libro posterior (Y lismo. Si bien esta evidencia refuta el monismo y así s
el cerebro creó al hombre, de 2010), donde actualiza autoafirman los dualistas, el dualismo no se sostiene e
sus obras anteriores, Damasio no sale del bucle dualis- los términos del poder de una supuesta mente inmateria
mo-monismo, según ya empieza por preguntas presunti- sobre el cerebro, por decir el espíritu sobre la materia
vas del tipo cómo el cerebro hace o construye una [Si fuera así tendría sentido El secreto, una especie d
mente, etc. “magia simpática”, más o menos similar a la psicologí

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MARINO PÉREZ ÁLVAREZ Artículo

positiva, que habita en la tecnológica sociedad de la in- físico-corpóreo. La “materia de la que están hechos lo
formación.] Este dualismo victorioso frente al monismo sueños” no se define ni por la actividad cerebral ni po
presenta dos problemas. Con el señalamiento de estos los “materiales” de los objetos soñados, deseados o co
dos problemas se introduce aquí la alternativa filosófica diciados. Si se recuerda el final de la célebre película E
al bucle dualismo-monismo, ya bajo el epígrafe de Ma- halcón maltés, se podría estar de acuerdo en que ta
terialismo filosófico. material es la codicia y la ambición que llevó a encon
trar la estatuilla del halcón como el plomo del que result
Materialismo filosófico estar hecha. Ante la pregunta de qué está hecho el “pá
Para empezar, la mente del dualista cuántico es tan ma- jaro” por el que se matan buscándolo, el protagonist
terial como el propio cerebro al que determina, aun (H. Bogart en el papel de Sam Spade) responde shakes
cuando no se trata de una materia física-corpórea, pero perianamente: del material del que están hechos los sue
no porque la física cuántica hable de campos magnéti- ños (para el caso, codicia, ambición, etc.). El conflict
cos incorpóreos, sin masa, sino por la propia naturaleza entre unos recuerdos y otros, entre deseos enfrentados
de la voluntad y demás “fuerzas” psicológicas. La volun- entre una decisión y un hábito, como en los experimen
tad, el esfuerzo y la auto-regulación, por seguir con los tos aducidos por el dualismo cuántico, constituyen un t
términos introducidos, no dejan de ser fuerzas de algún po de realidad, por no decir, materialidad, cuya cart
tipo o género de materialidad. Estas fuerzas se habrían de naturaleza no la otorga la realidad físico-corpóre
de identificar como género de materialidad mental, psí- del organismo. Estas realidades psicológicas se define
quica, psicológica o conductual. Un género de materiali- más por su dimensión temporal y función operante qu
dad que ni flota ni está separado del cuerpo ni tampoco por la dimensión espacial del correlato neuronal implica
se reduce al género de la materialidad físico-corpórea do o de la mera topografía físico-métrica según se po
de éste. El hecho de que las conductas del sujeto influyan dría medir la expresión, reacción o acción conductua
en el cerebro (sea vía cuántica o no) pone de relieve su Las repercusiones psico-somáticas, así como los efecto
carácter material. Lo que ocurre es que la materia es plu- en el mundo, incluyendo los demás, constatan la mate
ral y heterogénea, no únicamente de género físico-cor- rialidad del género psicológico. Si no fuera material d
póreo como sostiene el monismo. En realidad, el qué y cómo la pretendida mente in-material iba a influ
monismo materialista de la neurociencia es fisicalismo. sobre la materialidad orgánica del propio cuerpo por n
Se trata de un materialismo vulgar, sin tener una Idea de mencionar los efectos sobre el mundo. El problema d
materia que se atenga a la pluralidad de ésta, con sus dualismo, como se decía, es que participa del mism
discontinuidades y co-determinaciones, sin reducirse to- prejuicio fisicalista del monismo, sin concebir la idea d
dos sus géneros a uno (monismo). El dualismo es, al me- materialidad de la “mente”, en todo caso encarnada co
nos, plural y así se corresponde mejor con la plural mo actividad de un organismo y empotrada en el mun
realidad. En este sentido, el dualismo supera al monis- do, embodied and embedded , según condensa est
mo. El problema del nuevo dualismo es que huyendo, en expresión inglesa (Haugeland, 1998).
este caso, del monismo fisicalista, tampoco reconoce la Un segundo problema del dualismo es que deja en
materialidad constitutiva de la conducta, a pesar de la aire la procedencia de la fuerza de voluntad, el esfuerz
patencia y potencia de la voluntad y demás fuerzas de la y la auto-regulación consciente o, si se prefiere, la men
acción y del autocontrol humano. El dualismo también te, como si estuvieran ahí, sin más, lo que el monista s
participa del prejuicio fisicalista, al suponer que la mate- aprestaría a tomar como emergencia del cerebro. Por l
ria es únicamente de género físico-corpóreo. que aquí respecta, la respuesta es tan obvia como fun
La materialidad de género psicológico se constata en damental, de modo que no se puede obviar. La ment
su propia pluralidad de contenidos consistentes, por humana consistente en toda una pluralidad de accione
ejemplo, en experiencias, recuerdos, sentimientos, emo- y reacciones está hecha de contenidos y formas que de
ciones, deseos, pensamientos, hábitos, codicias, ambi- rivan de la sociedad y la cultura de referencia. La ment
ciones, etc., a menudo en conflicto entre sí. Así, el dolor humana tiene su condición de posibilidad en la socieda
de apendicitis es tan material como el mismo intestino. El y la cultura, realidades supra-individuales y preexistente
tema o materia de una conversación es tan material co- a la mente individual que se considere. Ni que decir tie
mo las ondas sonoras y las actividades laríngeas y neu- ne que la sociedad y la cultura constituyen una realida
ronales implicadas, aunque de un género distinto al material que ni se reduce a la materia físico-química po

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Artículos EL MAGNETISMO DE LAS NEUROIMÁGENE

más que está compuesta de cuerpos, objetos y cosas, ni ción de Gilbert Ryle de 1949 (Ryle, 2005), se especific
es un producto de la mente humana puesto que la reali- mejor que nada en términos de disposiciones conduc
dad social y cultural precede a cualquier mente de que tuales y conductas dadas en el ámbito público, ello tan
se trate y es su condición de posibilidad, como se decía. to por razones lógicas como pragmáticas. L
La fuerza de voluntad y el autocontrol en el que el dua- materialidad del género psicológico ya ha sido apunta
lismo cifra el poder de la mente suponen una sociedad da antes. En cierta manera, el problema de la mente s
que pone en juego esos valores, las estrategias, la edu- solucionría si en su lugar se hablara de persona
cación y el entrenamiento que implican, una serie de “Cuando se nos exige pureza lógica, —dice Ryle— de
“instituciones mentales” (Gallagher y Crisafi, 2009). Lo bemos seguir el ejemplo que nos ofrecen los novelista
que se quiere decir es que tan real y material son estas biógrafos y escritores de diarios personales, que habla
instituciones sociales como las actividades de los sujetos de personas que, únicamente, hacen o experimenta
experimentales y sus cerebros, si bien cada realidad de cosas.” (Ryle, 2005, p. 192). El paso siguiente serí
acuerdo con su propio género de materialidad. acudir directamente a Skinner.
Como diría Hamlet a Horacio, hay más entidades ma- M3 o materia de objetividades abstractas refiere real
teriales en el cielo y la tierra que las soñadas por el mo- dades supra-individuales, preexistentes a cualquier ind
nismo materialista. La idea de materia, según se viene viduo, desde conceptos e ideas como las de la
argumentando y de acuerdo con el materialismo filosófi- matemáticas a las producciones culturales e institucione
co, distingue tres géneros o tipos de materialidad: mate- sociales, incluyendo la “moral dentro de mí”, que mara
ria física, materia psicológica y materia de objetividades villaba y aterraba a Kant tanto o más que el cielo estre
abstractas. Se trata de tres géneros que no están aisla- llado. Los autores de referencia (Bueno, Popper, Penrose
dos pero que tampoco emanan unos de otros y que jun- toman las matemáticas como modelo de objetividad abs
tos conforman el mundo. Estos tres géneros, con tracta, pero las producciones culturales e instituciones so
antecedentes en la tradición escolástica —Mundo, Alma, ciales forman parte igualmente de las realidade
Dios—, son designados por Karl Popper como Mundo 1 incluidas en M3. Aun cuando M3 consiste en producto
(mundo de las cosas físicas), Mundo 2 (mundo de la humanos, tienen objetividad y autonomía respecto de lo
mente) y Mundo 3 (mundo del conocimiento objetivo y individuos concretos que contribuyeron a su “descubr
de las producciones culturales) (Popper y Eccles, 1977; miento” y construcción. Así, por ejemplo, los teorema
Popper, 1994) y por Roger Penrose como Mundo físico, de Tales, Pitágoras y Euclides ya no dependen de ello
Mundo mental y Mundo platónico (Penrose, 1996; como sujetos psicológicos, si es que acaso siquiera fue
2006). Por su parte, el materialismo filosófico propuesto ron productos de sus “mentes” y no surgieron de un cur
por Gustavo Bueno los denomina respectivamente M1, so de prácticas culturalmente extendidas. De hecho, s
M2 y M3, a fin de evitar sustancialismos metafísicos que imponen como conocimiento objetivo a todo aquel qu
pudiera sugerir el término “mundo” (Bueno, 1972; trabaja en aritmética y geometría. Tales teoremas no so
1990). ni psicológicos ni culturales sino, por así decir, imperso
M1 o materia física refiere las entidades que constitu- nales, atemporales y universales (objetivos), como el co
yen el mundo físico, desde las partículas subatómicas, nocimiento científico. Asimismo, el lenguaje, las norma
moléculas, “intestinos”, cuerpos y cosas como, por ejem- sociales, las formas de vida, las llamadas “institucione
plo, la estatuilla del “halcón maltés”, hasta los planetas, mentales”, etc., sin dejar de ser productos humano
astros, estrellas y, en fin, el “el cielo estrellado sobre mí”, constituyen, a la vez, condiciones de posibilidad del ser
que diría Kant. En la escala del mundo fenoménico, el humano, incluyendo el desarrollo y el funcionamiento de
referente de M1 es el cuerpo humano en relación con los propio cerebro.
demás cuerpos y objetos cotidianos. En relación con la El materialismo filosófico se opone a cualquier monis
neurociencia, M1 refiere principalmente neuronas, molé- mo, que diera prioridad a un género de materia sobr
culas asociadas y circuitos neuronales. los otros dos, sea el reduccionismo físicalista, el reduc
M2 o materia psicológica refiere experiencias como, cionismo psicológico (panpsiquismo, espiritualismo
por ejemplo, el “dolor de apendicitis”, eventos mentales idealismo) o el esencialismo según alguna versión d
y actividades conductuales, entre ellas, las que llevaron platonismo (como la de Penrose), así como al dualism
a recuperar el “halcón maltés”. De todos modos, el con- de cualquier tipo. Por ejemplo, no se pueden compren
cepto de lo mental, de acuerdo con la clasica disquisi- der las realidades psicológicas (M2) sin considerar e

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MARINO PÉREZ ÁLVAREZ Artículo

mundo objetivo, histórico-cultural (M3). M2 no sólo inte- REFERENCIAS


ractúa con M1, según sostiene el dualismo, sino también Baltes, P. B., Reuter-Lorenz, P. A., & Rösler, F., ed
con M3. A su vez, M3 (ideas, conocimiento científico, (2006). Lifespan development and the brain: Th
proyectos, instituciones, sistema educativo, escritura, etc.) Perspective of biocultural co-constructivism. Cambrid
únicamente puede actuar sobre M1 (carreteras, aero- ge, UK: Cambridge University Press.
puertos, aceleración de partículas, intervenciones quirúr- Baltes, P. B., Rösler, F.. & Reuter-Lorenz, P. A. (2006
gicas, resonancia magnética, cocinar, etc.) a través de Prologue: Biocultural co-constructivism as a theoretica
M2 (sujetos operatorios, no ciertamente a través de sus metascript. En P. B. Baltes, F. Rösler, F. y P. A. Reute
“mentes” sino de sus acciones y reacciones, en fin, con- Lorenz (Eds.), Lifespan development and the brain
ductas). The perspective of biocultural co-constructivism (pp. 3
Así, pues, no uno, ni dos, sino tres serían los géneros 39). Nueva York: Cambridge University Press
de materialidad que componen el mundo antrópico, de Bauman, Z. (2007). Tiempos líquidos. Vivir en una épo
acuerdo con una co-determinación mutua. Un ejemplo ca de incertidumbre. Barcelona: Tusquets.
de co-determinación entre los tres géneros, de especial Beck, D. M. (2010). The appeal of the brain in the popu
relevancia aquí, se encuentra en la teoría del co-cons- lar press. Perspectives on Psycological Science, 5
tructivismo bio-cultural propuesta por Paul Baltes y cola- 762-766.
boradores (Baltes, Rösler y Reuter-Lorenz, 2005). La idea Bennett, M., Dennett, D., Hacker, P. y Searle, J. (2008
es que el cerebro, la conducta y la cultura constituyen La naturaleza de la conciencia. Cerebro, mente y len
una continua, interdependiente y co-productiva transac- guaje. Barcelona: Paidós.
ción y recíproca determinación, y esto tanto en una es- Bueno, G. (1972). Ensayos materialistas. Madrid: Taurus
cala evolutiva (co-evolución) como ontogenética a lo Bueno, G. (1990). Materia. Oviedo: Pentalfa.
largo de la vida (co-constructivismo). Los géneros M1, Choudhury, S., Nagel, S. K. y Slaby, J. (2009). Critica
M2 y M3 se concretan ahora en cerebro, conducta y cul- neuroscience: linking neuroscience and society th
tura. Aun cuando sería más apropiado hablar del cuer- rough critical practice. BioSocieties, 4, 61-77.
po, se refiere al cerebro porque resulta más polémico Crick, F. (1994). La búsqueda científica del alma. Un
para enfrentar el cerebro-centrismo del que se partía en revolucionaria hipótesis para el siglo XXI. Madrid
este trabajo. Como muestran las diferentes contribucio- Debate.
nes al libro de Baltes y colaboradores (Baltes, Reuter-Lo- Damasio, A. (2001). El error de Descartes. La emoción
renz y Rösler, 2005), referidas a distintos dominios la razón y el cerebro humano. Barcelona: Crítica.
(lenguaje, escritura, emoción, música), edades (desde el Damasio, A. (2001). La sensación de lo que ocurre
desarrollo neuroevolutivo al envejecimiento) y contextos Cuerpo y emoción en la construcción de l
culturales (sociedades analfabetas, letradas, actividades conciencia. Barcelona: Debate.
profesionales, sistemas tecnológicos), el cerebro, la con- Damasio, A. (2005). En busca de Spinoza. Neurobio
ducta y la cultura están intimamente entrelazados y se logía de la emoción y los sentimientos. Barcelona
influencian uno a otro de modos acumulativos. Más con- Crítica.
cretamente, por lo que aquí importa destacar, el cerebro Damasio, A. (2010). Y el cerebro creó al hombre. Ba
mismo es una variable dependiente, algo que es con-for- celona: Destino.
mado por la conducta y la cultura, algo que no funciona Dennett, D. (1995). La conciencia explicada. Barcelona
en el vacío ambiental, sino que en todo momento está Paidós.
sujeto a constricciones y disponibilidades (Li, 2008). Co- Dobbs, D. (2005). Fact or phrenology? Scientific Amer
mo dicen, Baltes y colaboradores, las condiciones cultu- can Mind, Abril, 24-31
rales del ambiente son tan importantes para el desarrollo Fukuyama, F. (2002). El fin del hombre. Consecuencia
del cerebro como la presencia de oxígeno (Baltes, Rösler de la revolución tecnológica. Barcelona: Ediciones B.
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