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Se tienen registros de pandemias y plagas desde que el hombre comenzó a viajar y a explorar
sus alrededores. A pesar de que compartir herramientas, ideas, y bienes era beneficioso para
muchas sociedades, la propagación de las enfermedades de un grupo a otro tenía
consecuencias enormemente perjudiciales. Esto es especialmente cierto para países con
poblaciones no preparadas sin exposición previa a esa enfermedad. La Transferencia
Colombina es un ejemplo primordial de los riesgos asociados con compartir patógenos y
enfermedades, pero no es la única vez que una enfermedad ha sacudido al mundo.
Como se mencionó en un módulo anterior, durante la Edad Media, la peste negra sacudió a
Europa. A partir de 1347 y con una duración de alrededor de 350 años, esta gran pandemia fue
causada por la bacteria Yersinia pestis y se propagó mediante pulgas infectadas que
generalmente vivían en ratas u otros roedores comunes en los barcos y las viviendas en ese
entonces. La bacteria de la peste negra se transmitió fácil y rápidamente entre grandes
poblaciones de Europa. Se estima que mató de 20 millones a 75 millones de personas,
aproximadamente un tercio de la población de Europa en ese entonces (www.hartford.edu).
Durante el siglo diecinueve, el cólera se trasladó desde Asia a Europa y a los Estados Unidos
mediante barcos y trenes. Los esfuerzos de cuarentena se realizaron para intentar proteger a
las comunidades. Los barcos viajaban desde áreas en las que se creía que había cólera y no se
les permitía ingresar a ciertos puertos; a las personas marginales, como las prostitutas o los
pobres, se los obligaba a permanecer en aislamiento ya que se creía que era más probable que
transmitieran la enfermedad (Tognotti, 2013). Como pueden imaginar, esto condujo a un
tratamiento injusto y oportunidades de abuso de poder.
A pesar de que los esfuerzos de cuarentena de 40 días eran útiles durante el período de
incubación de la plaga, eran menos efectivos en el caso del cólera u otros brotes tempranos de
pandemia, como la viruela y la fiebre amarilla. La fiebre amarilla se transmite mediante la
picadura de un mosquito infectado, por lo que el aislamiento forzado de los individuos
enfermos no ayudaba a restringir la propagación de la enfermedad. Cuando la gran gripe
pandémica, “gripe española”, de 1918-1919 sacudió al mundo, los esfuerzos de cuarentena
llegaron demasiado tarde para evitar la propagación de la enfermedad. Esta gripe era fácil de
transmitir y extremadamente letal; las personas que luchaban contra la enfermedad morían
rápidamente, generalmente, dentro de horas de presentar los primeros síntomas. Las
escuelas, las iglesias y los empleadores limitaban o suspendían sus viajes y cualquier actividad
que causar la congregación de personas. Desafortunadamente, estos esfuerzos no eran
efectivos, y se estima que 50 millones de personas, y tal vez hasta 100 millones de personas,
murieron a causa de la gripe española alrededor del mundo (Taubenberger y Morens, 2006).
Durante el siglo diecinueve y comienzos del siglo veinte, los avances científicos y médicos
ayudaron a los funcionarios de Salud Pública a comprender los mecanismos de la propagación
de la enfermedad y los patógenos responsables. El aumento en los esfuerzos de vigilancia
fomentaron el desarrollo de organismos de Salud Pública, lo que facilitó el uso compartido de
datos y la comunicación. Estos avances en la Salud Pública, las lecciones de disturbios civiles
presentados por forzar a personas a “salas de enfermos” y una actitud social cambiante sobre
las personas infectadas con la enfermedad modificaron el uso de los procedimientos de
cuarenta y aislamiento durante futuros brotes.
Muchos países aún utilizan los procedimientos de cuarentena y aislamiento para ciertas
enfermedades o afecciones específicas. En los Estados Unidos y China, por ejemplo, los
animales y los productos agrícolas que ingresan al país pueden permanecer en cuarentena
hasta que se consideren libres de enfermedades o de plagas contaminadas. Si una persona
intenta ingresar elementos no aprobados o no seguros, podría enfrentar cargos penales. Las
enfermedades, como el cólera, la difteria, la tuberculosis, la peste, la viruela, la fiebre amarilla;
las fiebres hemorrágicas virales, como el Ébola; y los síndromes respiratorios agudos severos
pueden conducir al aislamiento o a la cuarentena de los individuos. Los esfuerzos por controlar
pandemias potencialmente masivas, como la epidemia de SRAS en 2002-03, la detección del
virus MERS-CoV en Oriente Medio en 2012 y en Corea del Sur en 2015, y el brote de Ébola en
África Occidental en 2014, enfatizan la necesidad de una comunicación continua y de esfuerzos
de vigilancia de múltiples organismos, países y expertos de la salud.
A pesar de los avances en la Salud Pública y la medicina durante los últimos años, las
pandemias globales siguen produciéndose, y continuamos aprendiendo sobre la transmisión
de enfermedades infecciosas, sus factores de riesgo y métodos eficaces de prevención. Luego
de la Segunda Guerra Mundial, el desarrollo de vacunas se puso en marcha, se produjeron
campañas de vacunación para bebés y niños en edad escolar, y las enfermedades infantiles,
como la polio, el sarampión y la rubeola, se redujeron significativamente a lo largo de 1950 y
1960 (www.historylearningsite.co.uk). La investigación de los vectores y las enfermedades
transmitidas por vectores ha conducido a mejoras en los equipos de protección personal,
como los repelentes de insectos y mosquiteros. El uso de terapias antibióticas ha sido efectivo
contra múltiples causas de enfermedades. Los dispositivos médicos, como la resonancia
magnética (IRM), se han vuelto una alternativa más segura para las imágenes basadas en
radiación, y los procedimientos como trasplantes y cirugías láser son habituales
(https://explorable.com).
Uno de los avances científicos más importantes luego de la Segunda Guerra Mundial fue una
mayor comprensión del ADN. El ácido desoxirribonucleico es el material genético dentro de las
células de todos los organismos vivos, que incluyen a los humanos. El ADN contiene las
instrucciones biológicas críticas que un organismo necesita para desarrollarse, sobrevivir y
reproducirse, y eso hace a cada especie única (www.genome.gov). El trabajo de los científicos
de la Universidad de Cambridge, James Watson y Francis Crick, y de los investigadores de
King's College, Maurice Wilkins y Rosalind Franklin, condujo al descubrimiento en 1953 de la
estructura de doble hélice del ADN, una estructura que permite llevar información biológica de
una generación a la siguiente (www.pbs.org). La investigación de ADN en las últimas décadas
ha ayudado a demostrar cómo las bacterias, los virus, los priones, los parásitos, los vectores,
los huéspedes y el entorno pueden contribuir a la propagación de una enfermedad y generar
más descubrimientos de cómo tratar y prevenir la transmisión de enfermedades transmisibles
(www.nigms.nih.gov). También nos ha ayudado a aprender más sobre desórdenes genéticos y
enfermedades hereditarias.
Usos de la vigilancia
Mientras que se emplea generalmente para estudiar enfermedades infecciosas, los esfuerzos
de la vigilancia se han vuelto cada vez más útiles para estudiar otras afecciones, como
enfermedades crónicas, lesiones y exposición a peligros ambientales, y morbilidades y
mortalidades relacionadas con catástrofes naturales. Los datos de vigilancia pueden provenir
de los registros de pacientes, informes de laboratorio, delitos informados, índices de
accidentes automovilísticos, el clima y la temperatura, admisiones del departamento de
emergencias e, incluso, el número de medicamentos de venta libre o productos vendidos
durante una cierta cantidad de tiempo. Todas estas medidas pueden utilizarse para dar un
vistazo a la enfermedad y a las actividades en torno a ésta en la región o población.
La vigilancia no es solo una herramienta fundamental para recopilar datos en relación a los
índices de enfermedades o defunciones para una enfermedad o afección específica; también
puede medir qué comportamientos o factores pueden contribuir a la enfermedad y, por lo
tanto, conduce a recomendaciones para los esfuerzos de prevención. Los organismos de Salud
Pública utilizan los métodos de vigilancia para controlar la salud de la comunidad. Luego,
pueden utilizar los datos resultantes para crear estrategias seguras tanto para prevenir como
para responder a las amenazas de Salud Pública dentro de la población.
Los esfuerzos de vigilancia de la Salud Pública requieren una mirada aguda para los cambios
inesperados en el informe de casos y la capacidad de realizar análisis rápidos de datos. Para
garantizar que todos los organismos e investigadores compartan el mismo entendimiento, es
crítico crear definiciones claras para lo que constituye o no cada enfermedad en particular. A
pesar de que parece sencillo, esto puede ser desafiante cuando una enfermedad es poco
conocida para los epidemiólogos o los profesionales de la salud. Los expertos y líderes en el
ámbito de la Salud Pública deben unirse para determinar la definición ampliamente aceptada
de un “caso” de esa enfermedad y las herramientas de diagnóstico que deben utilizarse para
confirmarlo. Una vez que la enfermedad haya sido definida de esta forma, los pacientes
pueden describirse universalmente tanto como positivos o negativos para esta enfermedad
según las pautas. Luego, el caso debe registrarse usando un formato consistente para
proporcionar datos uniformes para todas las clínicas, regiones y países. La consistencia en el
formato de reporte de casos puede garantizar que los datos provenientes de una ubicación
puedan compararse con los datos provenientes de otra.
Cuando los funcionarios de la Salud Pública llevan a cabo una vigilancia activa, formulan
deliberadamente preguntas que se relacionan con las definiciones y los síntomas del caso para
intentar hallar nuevos pacientes cuyos datos aún no se hayan registrado. Dado que el reporte
de la enfermedad es realizado por personal capacitado y calificado, que conoce lo que debe de
buscar, la calidad de los datos de vigilancia es buena. Sin embargo, este tipo de vigilancia es a
menudo más costosa y demandante.
Los mejores esfuerzos son una combinación de vigilancia activa y pasiva. Dentro de estos tipos
principales de vigilancia, se utilizan métodos específicos para padecimientos o enfermedades
en particular.
La vigilancia centinela se lleva a cabo cuando se eligen fuentes específicas sobre datos de
enfermedades a fin de minimizar el tiempo y los costos de las tareas de vigilancia. (Fuente:
http://reliefweb.int/map/ghana/ghana-hiv-sentinel-surveillance-pregnant-women-2002-2006)
Cuando se selecciona una instalación de salud como sitio para una vigilancia centinela, la OMS
recomienda atenerse a las siguientes normas:
La vigilancia sindrómica utiliza la recopilación de datos en tiempo real, donde se realiza una
alerta sobre los pacientes que presentan estos síntomas y se informa a una agencia de Salud
Pública que hará el seguimiento para evitar cualquier incidencia de una enfermedad de
declaración obligatoria o un brote. (Fuente:
http://www.cdc.gov/Mmwr/preview/mmwrhtml/su5301a3.htm)
Los tipos de datos de vigilancia varían según los países, el propósito de los datos y las
instalaciones que elaboran los informes. A nivel local, cuando un prestador de servicios
médicos trata enfermedad de declaración obligatoria, se espera que utilice un formulario de
reporte de caso homogéneo para registrar la información pertinente sobre el paciente. El
prestador luego debe enviar ese formulario a la agencia de Salud Pública local de forma
oportuna. En ocasiones, este proceso se realiza por medios electrónicos, aunque también se
sigue llevando a cabo de forma manual o por teléfono móvil.
A nivel regional y nacional, los programas de informes de vigilancia de Salud Pública se enfocan
en las tasas de trastornos y enfermedades en poblaciones más grandes. Esto es importante
para comparar la salud de las poblaciones entre diferentes áreas o con otros países. Por
ejemplo:
A nivel global, las redes de vigilancia de Salud Pública se utilizan para comparar conjuntos de
datos nacionales y supervisar los aumentos en los casos de enfermedades que podrían
alcanzar los niveles de pandemia. Compartir datos de vigilancia sobre enfermedades
infecciosas y crónicas, malformaciones congénitas, lesiones, trastornos mentales y
comportamientos de riesgo, como el alcoholismo o el tabaquismo, puede resultar muy
beneficioso en la predicción de posibles brotes, áreas para la implementación de políticas,
brechas entre el diagnóstico y el tratamiento y la ubicación exacta de la inequidad en materia
de salud.
Por ejemplo, la gripe es una enfermedad transmisible presente en casi todos los países del
mundo. Tiene la capacidad de cambiar o mutar y, por lo tanto, se convierte en una
enfermedad potencialmente peligrosa. Dado que no todas las cepas de la gripe provocan la
misma morbilidad o mortalidad, el contar con datos de vigilancia acerca de las clases que
circulan en un área puede contribuir a que los hospitales estén preparados para recibir a
pacientes nuevos o informar a los especialistas en gripe sobre qué cepas incluir en la vacuna
del próximo año.
FluNet es una herramienta global que permite el acceso a información sobre datos de gripe en
todo el mundo y en tiempo real a profesionales de la Salud Pública, proveedores de atención
médica y público en general. Es el resultado del esfuerzo conjunto entre los programas
nacionales de vigilancia de gripe y vigilancia centinela y el Sistema Global de Vigilancia y
Respuesta a la Gripe (GISRS, Global Influenza Surveillance and Response System).
Otro programa de vigilancia a nivel global es la Encuesta Global sobre el Tabaco y los Jóvenes
que se realiza en escuelas para conocer cuántos estudiantes consumen tabaco, cuándo
comenzaron, cuánto fuman y si han intentado dejarlo.
Resumen
A lo largo de los años, el hombre ha estado expuesto a enfermedades. La expansión del
territorio humano y la exploración de la tierra llevó a la colisión entre personas, ideas, bienes,
animales, herramientas y patógenos. Cuando las pandemias que resultan de esto cruzaron las
fronteras ferozmente, la dinámica de la población humana cambió para siempre, al igual que
nuestros esfuerzos por evitarlas.