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CONDICION SUSPENSIVA Y RESOLUTORIA

En su mecanismo, en sus efectos y por la incidencia frecuente en el ámbito de los


negocios, merecen especial mención las condiciones suspensivas y resolutorias, ya que
toda condición o suspende el derecho o implica la resolución del negocio. Opera
la condición, por lo tanto, o en el sentido de erigirse como obstáculo a que la
declaración de voluntad produzca todos sus resultados jurídicos, o, por el contrario, para
imponer el cese de ellos, hasta entonces libremente desenvueltos (Da Silva Pereira,
2011, p. 472).

En cuanto a la condición suspensiva, encontramos fundamentalmente su mención en


las fuentes romanas, en dónde los efectos negociales se producen siempre y cuando se
verifique el evento condicionante. Así, en la compraventa celebrada bajo condición, el
contrato se considera como si nunca se hubiera realizado, sino se verifica la condición.
Es decir, la condición es aquella que hace depender la entrada en vigor del negocio al
verificarse o no el evento establecido. A manera de ejemplo, en la compraventa
podemos encontrar la emptio rei speratae, en dónde las consecuencias del contrato, y
más específicamente la entrega de la merce, se supedita a la elaboración o nacimiento
de la cosa, materia del contrato. Como en el partus ancillae, dónde la compraventa será
eficaz, sólo cuando la gestación haya tenido un buen final (Cruz Martínez, 2001, pp.
107-108).

En los negocios sujetos a condiciones resolutorias, por el contrario, la adquisición del


derecho se da inmediatamente y el negocio jurídico produce todos sus efectos. En
espera de la condición, la declaración de voluntad está en vigor desde el momento de su
emisión, y el titular puede ejercer en su plenitud el derecho creado, que se incorpora
desde luego a su patrimonio (adquisitio). Una vez que se cumple la condición, se
extingue el derecho, resolviéndose las facultades que lo componen, incluidas aquellas
que fueron instituidas en beneficio de terceros. La obligación es, desde luego, exigible,
pero una vez verificada la condición, las partes vuelven al status quo ante (al estado
anterior) (Da Silva Pereira, 2011, p. 475).

Un ejemplo propuesto por una doctrina nacional es alquilar un departamento a un


tercero, mientras no lo subarriende o pagarle los estudios a alguien, mientras salga
aprobado en todas sus materias. Se tratan de negocios cuya eficacia es inestable
(Espinoza Espinoza, 2008, p. 264).

En suma, en el caso de que un negocio jurídico esté sujeto a una condición suspensiva,
este producirá sus efectos a partir del momento en que la condición (hecho futuro e
incierto) se cumpla o verifique. Por el contrario, en el caso de que un negocio esté sujeto
a una condición resolutoria, el contrato surtirá la plenitud de sus efectos desde el
momento de su celebración, pero estos persistirán hasta el momento de la verificación
del hecho o acontecimiento futuro e incierto luego de lo cual cesarán.

Podríamos definir a la condición resolutoria como aquella disposición que al cumplirse


deja sin efectos las obligaciones y/o derechos que se desprenden del contenido
contractual sujetos a consecuencia de su inserción en el contrato. Para De La Puente y
Barboza, se podría considerar que, “según la parte a que afecte, y no, obstante, la
formulación predominante que se le dé como resolutoria o suspensiva, que toda
condición de una u otra especie posee aspectos suspensivos para una de las partes y
resolutorios para la otra. Pone el ejemplo del testador y el heredero en donde observa
que para el legatario eventual se estará ante una condición suspensiva, mientras que para
el heredero funcionará como condición resolutoria.

Falzea señala que, a diferencia de la condición suspensiva, las partes subordinan la


actualización del interés programado a la realización de un evento previsto;
entendiéndose que solo en ella se haya la verdadera pendencia, pues mientras no se
cumpla, no se sabe si producirá efectos o no. Mientras que en la condición resolutoria la
situación jurídica nace de inmediato, y solo existe incertidumbre acerca de si llegará a
desaparecer. Distinguiéndose la una de la otra en que, en el caso de la segunda,
aparecerá como hecho extintivo, cuya función está en relación con el permanecer de la
situación efectual.”

Para Betti, la condición es resolutoria “cuando está destinada a resolver la regulación de


intereses prescrita, a hacerla cesar con su realización y, mientras pende, el negocio a que
afecta produce todos los efectos propios de su tipo, pero no gozan estos de carácter
definitivo e irrevocable”. Para Vidal Ramírez, la condición es resolutoria “cuando del
acontecimiento futuro e incierto se hace depender de la eficacia ya nacida del negocio
(…)”

En resumen, la condición será resolutoria cuando el acontecimiento futuro e incierto


haga depender la desaparición de la eficacia –efectos- ya nacida del negocio. El negocio
existe y despliega todos sus efectos desde antes de que la condición se realice, y solo le
queda la incertidumbre sobre la anulación de estos efectos

De la misma manera, debemos tener presente que la condición resolutoria, como la


suspensiva, es parte integrante e inseparable de una sola declaración y no deberá ser
vista como un negocio accesorio al principal y distinto del mismo. En ese sentido,
“cuando tenga lugar la resolución de un negocio por verificarse la condición, no hay un
negocio nuevo que destruye los efectos del anterior, sino un retroceso de derechos,
(…)”. En efecto, al cumplirse la condición, cesarán los efectos del negocio jurídico
celebrado, pero se mantendrá como tal, sin que se deba declarar la inexistencia del
mismo, en tanto, aún existe pero ya devino en ineficaz

Características de la condición resolutoria

La Exposición de Motivos del Código Civil, así como la clasificación señalada por
Vidal Ramírez, sostienen que la condición resolutoria se caracteriza por ser un hecho
futuro e incierto y haberse establecido de manera arbitraria por las partes contratantes.

En base a dichas características, estructuramos las definimos de la siguiente manera:

a) Hecho futuro:- El hecho debe ser futuro en tanto asegurará la incertidumbre objetiva
de la condición. En palabras de León Barandiarán, “si bien un hecho futuro por sí solo
basta para caracterizar la condición, la incertidumbre del suceso deber ir acompañada de
su carácter de futuro.”45 En efecto, Messineo define el hecho futuro como “un
acontecimiento que todavía no se ha verificado y se ignora si se verificará alguna vez; a
su verificación, es decir a que sobrevenga, subordinan las partes la eficacia del contrato
(condición suspensiva), o bien, respectivamente, la cesación de la eficacia del contrato
(condición resolutoria)”.
Para De La Puente y Barboza, el hecho no puede haber ocurrido en el pasado o
presente, en tanto considera que en esos casos no se estaría frente a una condición en
estricto, sino ante un presupuesto del acto. Afirma también que el evento futuro asegura
el carácter objetivo de la incertidumbre la cual es elemento sustancial para que se
configure la condición.

Por otro lado, autores como Doral y Del Arco, así como Galgano sostienen que dicha
futuridad puede concebirse también como la verificación futura de un hecho ya
sucedido, pero del cual no se tiene todavía noticias al momento de la celebración del
acto

Con relación a este punto, nos parece muy interesante lo que señalan los autores líneas
atrás, puesto en el caso que se analizará más adelante, las partes sujetaron el vínculo
contractual que las unía a la expedición de una sentencia de un órgano jurisdiccional
(Tribunal Constitucional) la que podría afirmar o desestimar si se cometió o no la
vulneración de derechos alegada y que al confirmarse, dicha vulneración deberá cesar y
retrotraer las cosas a su estado anterior. En ese sentido, en algunos casos y con el debido
examen de los hechos, podríamos encontrarnos frente a condiciones que necesariamente
no tienen como características ser futuras sino que podrían estar basadas en hechos del
pasado e igual configurarse la condición y dotar de ineficacia el negocio jurídico
pactado.

b) Hecho incierto: Deberá ser contingente en el sentido de poder verificarse o no.


Según Espinoza Espinoza, “es incierto el hecho del cual – con instrumentos de
conocimiento y los datos de la experiencia razonablemente disponibles a las partes- no
se está en grado de decir con seguridad si se producirá o no (aunque una segura
previsión podría obtenerse por técnicas de conocimiento más sofisticadas, a las cuales
las partes no tienen conocimiento). Además, “la incertidumbre no se puede referir a la
producción del hecho (en sí cierto), sino a los modos o medidas de éste .

Siguiendo a Messineo, “el acontecimiento que constituye la condición debe ser


objetivamente incierto.”

c) Hecho establecido arbitrariamente: El hecho debe ser libremente pactado por las
partes, sin que medie limitaciones que aquellas a la que se encuentra sometida la
autonomía de la voluntad. Se trata de una restricción a la eficacia del acto jurídico y que
solo es posible en los actos modales. De La Puente y Barboza , resaltan que el libre
arbitrio de las partes para acordar una condición resolutoria esté limitado por el artículo
171º del Código Civil en el que se señala que “la condición resolutoria ilícita y la física
o jurídicamente imposible se consideran no puestas.

CONDICION IMPOSIBLE O ILICITA

Para una doctrina italiana, la condición ilícita resulta equiparada en gran parte, aunque
no totalmente, a la condición imposible. A decir verdad, la condición imposible excluye
la voluntad. Decir “quiero si mi asno vuela”, es un chiste que equivale: “no quiero”. Por
eso, la llamada condición imposible no es, sustancialmente, una verdadera condición
(Barbero, 1967, p. 581).

Una doctrina brasileña entiende que el evento, del cual depende la eficacia del negocio,
debe ser posible, de lo contrario es invalidado por su naturaleza misma, razón por la
cual, todos los autores, sin la necesidad de una cita individual, declaran que, en
principio, imponer una condición imposible a un acto negocial, cualquiera sea la
naturaleza de la imposibilidad, debería tener como consecuencia la ineficacia de la
declaración de voluntad (Da Silva Pereira, 2011, pp. 477-478).

Un sector de la doctrina nacional hace alusión a que la validez de la disposición


condicional está estrechamente vinculada a su adecuación con los límites que señala el
ordenamiento. No se permiten las condiciones ilícitas o las que no sean física o
jurídicamente posibles. Si no es difícil identificar los supuestos de imposibilidad física o
jurídica, sí es necesario discernir lo que conviene a la ilicitud. Es un concepto tan
amplio como difuso que obliga a dedicarle unas líneas y su precisión está dada en buena
medida por el concepto que se tenga del Derecho (Lohmann Luca de Tena, 1994, p.
304).

Como hemos podido apreciar, ambos tipos de condiciones son equiparables en sus
efectos ya que excluyen la voluntad del declarante y sin la presencia de manifestación
de voluntad alguna no cabría concebir un negocio jurídico.
Los conceptos de posibilidad física y jurídica de un bien así como la finalidad lícita son
profundizados dentro de los elementos esenciales del negocio jurídico, los cuales se
encuentran regulados en el 140 del CC.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ARBERO, Doménico (1967). Sistema del Derecho Privado, Introducción, Parte


Preliminar-Parte General. Tomo I, Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa-
América.

BETTI, Emilio. Teoría General del Negocio Jurídico, Revista de Derecho Privado,
Madrid, 1943, pp. 395 y 396.

CRUZ MARTÍNEZ, Mario (2001). “Algunas reflexiones sobre la condición”.


En: Boletín Mexicano de Derecho Comparado, nueva serie, año XXXIV, n. 100,
enero-abril, pp. 101-164.

DA SILVA PEREIRA, Caio Mário (2011). Instituições de Direito Civil, Vol. 1,


Introdução ao Direito Civil, Teoria Geral de Direito, de acordo com o Código
Civil de 2002. Revista e atualizada por Maria Celina Marin de Moraes, Rio
Janeiro: Forense.

DE LA PUENTE y LAVALLE, Manuel y BARBOZA BERAÚN, Eduardo. Cláusula


resolutoria expresa y condición resolutoria. En Editora Jurídica Grijley E.I.R.L., Lima,
2007, p. 33-34.

ESPINOZA ESPINOZA, Juan (2008). Acto Jurídico Negocial. Análisis


Doctrinario, Legislativo y Jurisprudencial. Lima: Gaceta Jurídica.

FALZEA, Angelo. La condizione e gli elemnti dell’atto giuridico. Giuffrè, Milano,


1941, pp. 79-80
LOHMANN LUCA DE TENA, Juan Guillermo (1994). El Negocio
Jurídico. Lima: Grijley.

RAMIREZ VIDAL, Fernando. Op cit., 260

VIDAL RAMIREZ, Fernando. Teoría General del Acto Jurídico. Cultural Cuzco S.A.,
Lima, 1985, p. 252-254. 45

BARANDIARÁN, León, citado por Vidal Ramírez en el libro: Teoría General del Acto
Jurídico. P. 253. 46

MESSINEO, Francesco. Doctrina general del contrato. En Ediciones Jurídicas Europa-


América, Buenos Aires, 1952, T. II, p. 196. 47

DE LA PUENTE y LAVALLE, Manuel y BARBOZA BERAÚN, Eduardo, Op Cit., pp.


34-35.

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