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Revista Iberoamericana de Teología

ISSN: 1870-316X
angel.sanchez@uia.mx
Universidad Iberoamericana, Ciudad de
México
México

López Bac, Ernestina


Teología de la creación desde el mundo indígena: “El sueño de Dios en la creación
humana y del mundo”
Revista Iberoamericana de Teología, vol. IX, núm. 17, julio-diciembre, 2013, pp. 87-101
Universidad Iberoamericana, Ciudad de México
Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=125248177004

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Ribet / Vol. IX / N° 17, julio-diciembre 2015, 87-102
Derechos reservados de la uia, ISSN 1870316X

Teología de la creación desde el mundo


indígena: “El sueño de Dios en la creación
humana y del mundo”
Ernestina López Bac
Maya Kakchikel, Guatemala

Resumen
Los pueblos indígenas nos enriquecen desde su cosmovisión, desde su antro-
pología y desde su teología, La teología, para los pueblos indígenas, es ante
todo experiencia de vida, antes que conocimiento o saber sobre Dios. A este
Dios se le descubre ante todo como dualidad: Madre-Padre que engendra y da
la Vida; es, también, quien nos forma y que ama la vida. Es, además, bueno y
compasivo, que hizo el cielo y la tierra, es un Ser que está detrás y más allá de
cada cosa que contemplan nuestros ojos. Dios es en todo. Así, desde los pue-
blos mayas y los demás pueblos originarios se experimenta a Dios como aquél
que es el principio de la Vida, el principio de la historia. Dios es origen de la
vida. Creador/Creadora, desde dentro de la vida de todos los seres. Es, por
tanto, quien nos creó. También es el dueño de la vida y de todo lo que nos re-
gala en la creación en la Madre Naturaleza.

Palabras clave: teología indígena, creación, dualidad, Dios: Padre-Madre, cos-


movisión.

Summary

E r n e s t i n a
Indigenous peoples enrich us from their world view from his anthropology
and from his theology; theology, for indigenous peoples, it is above all life ex-
perience, rather than knowledge or know about God. This God is discovered
primarily as a duality: Mother-Father begets and gives life; It is, also, who form
us and who loves life. It is also good and compassionate, who made heaven
and earth, is a being behind and beyond everything we contemplate through
our eyes. God is in everything. Thus, from the Maya peoples and other indige-
nous peoples God is experienced as one who is the principle of life, the begin-
L ó p e z

ning of the story. God is the origin of life. Male and Female Creator from within
the life of all beings. It is, therefore, who created us. It is also the master of life
and everything that gives us in the creation of Mother Nature.
B a c

Key words: indigenous theology, creation, duality, God Father-Mother, world-


view.

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R e v i s t a I b e r o a m e r i c a n a d e T e o l o g í a
Introducción

Antes de abordar el tema, creo necesario invitar a cada una/o de los lectores/as
a revisar nuestras actitudes en relación con el mundo indígena en el acontecer
diario: en el área de trabajo, en las relaciones sociales, culturales, políticas y
eclesiales; en el ejercicio de los derechos propios y, en especial, en la toma de
decisiones que se tienen al servicio del bien común.
Esto conlleva despojo y renuncia.1 Remito entonces a dejarnos cuestionar e
iluminar por el texto sagrado: “No te acerques. Quítate las sandalias de los
pies, porque el sitio que pisas es sagrado” (Ex, 3, 5). Lo referido es sobre el ca-
rácter sagrado del lugar. En nuestro caso nos acercamos a la cultura de los
pueblos indígenas y, por tratarse de relaciones que cada pueblo cultiva, esta-
blece y mantiene, podemos decir que cada cultura es un lugar sagrado porque
en cada una de ellas en su origen se cultiva una especí ca relación con quien es
el Origen y Dador de la Vida, es decir, Dios. Por lo tanto, el acercamiento a ella
no debe ser de cualquier modo: hay que quitarse las sandalias como gesto de
respeto.
El Documento de Aparecida en el No. 96 nos invita a sacar de nuestra men-
te y nuestro corazón lo que no favorece la sana convivencia de la intercultura-
lidad, de la que se habla y se pide hoy día, lo cual conlleva a una actitud de
unidad al interior de cada cultura para abrirse al diálogo con las demás cultu-
ras diferentes. Por ello, es necesario conocer y valorar el sentido de las relaciones
con Dios, con los otros/as y con la naturaleza que viven los pueblos de cultura
B a c

diferente. Sólo así podemos convivir en armonía y con gozo. Lo que leemos en
el Documento de Aparecida como: “descolonizar nuestro pensamiento, signi-
ca: sacar de la mente y del corazón el racismo y la discriminación que de al-
L ó p e z

guna manera brota en la convivencia diaria, quizás aprendida en la familia, en


la escuela, en la sociedad, etcétera”.
Esta actitud implica despojarnos, desnudarnos de prejuicios, muchos de ellos
inconscientes, que hemos ido acumulando frente al valor sagrado de las creen-
E r n e s t i n a

cias de los antepasados de los pueblos indígenas. De estas creencias emanan


sabiduría sobre las que podemos basar nuestras vidas y consultar nuestras de-
cisiones. Cuando hablamos de desnudarnos de prejuicios antiguos, y actuales,
debemos hacerlo en colectivo, como pueblo, como comunidad. Es un proceso
que nos permite vernos como en un espejo en la otra persona y con la ayuda

1
Cf. Colosenses, 3, 9b-10; Efesios 4, 20.

88 Te o l o g í a d e l a c r e a c i ó n d e s d e e l m u n d o i n d í g e n a :
“El sueño de Dios en la creación humana y del mundo”
de los demás poder mostrar y reconocer las bellezas que cada quien lleva por
dentro.
Esta sabiduría de vida nace de la experiencia de Dios entendida como
Madre-Padre, Creador-Formador, Corazón del Cielo-Corazón de la Tierra,
Dios Familia, Comunidad, etcétera. Sabiduría que es siembra y semilla de
vida, anidada en el corazón del ser humano y de la Madre Naturaleza, que nos
atrevemos a a rmar que por siglos han vivido y cultivado los pueblos indíge-
nas en su proyecto de vida. Es el tema que compartimos con gozo y esperanza.
Hasta el día de hoy, esta sabiduría de vida la experimentan de diversas
maneras los pueblos indígenas; la portan en su corazón las ancianas y los ancia-
nos, abuelas y abuelos sabias/os; se encuentra también en los libros o documen-
tos sagrados, como el Popol Vuh, el Chilam Balam, el Rabinal Achí, el Memorial
de Sololá, los Códices y los Calendarios o Cuenta de los días vigentes hasta el día de
hoy –por citar sólo algunos–. Estos textos guardan la ciencia, la sabiduría y la
experiencia teológica milenaria, creencias y principios de vida en relación con
Dios, con los seres humanos, con los demás seres de la creación; su sentido de
la vida, del tiempo, del espacio, del más allá, de la fuerza de los difuntos, de los
antepasados y, ante todo, de la acción creadora y reveladora de Dios, de la que
se sienten responsables de guardar y anunciar las ancianas/os prolongadoras/es
en la vida de los pueblos de esta sabiduría milenaria.

Para los pueblos y las comunidades originarias, las cosas tienen un dueño,
de ahí su sacralidad, su respeto. Todo en la naturaleza tiene un dueño: el
agua, las piedras, los troncos, etcétera. La teología viene después. Lo pri-

E r n e s t i n a
mero es el libro de la Vida y en él hemos de ser contemplativos de esa Vida,
que no es otra sino Dios, Madre-Padre. Eso nos envuelve de Cosmos, de
Mundo. Se rompen las barreras religiosas…
Por eso a rmamos que los pueblos indígenas han vivido, viven a Dios y
han dado razón de su fe desde la época ancestral, aun cuando no llamaran
teología a esta experiencia y ciencia o saber sobre Dios, el ser humano y el
mundo.2
L ó p e z

2
El texto es una aportación de estos pueblos en la palabra de Atilano Ceballos Loeza,
maya yucateco. Es uno de nuestros hermanos mayores. Es director de la Escuela de
Agricultura Ecológica U Yits Ka’an, rocío que cae del Cielo, en Maní Yucatán, México;
y miembro del núcleo fundador de la Escuela de Agricultura Ecológica. En la actua-
B a c

lidad presta el servicio de director de la misma escuela. Sacerdote servidor de las


comunidades. Impulsa y acompaña los procesos teológicos de los pueblos originarios
del área mesoamericana y latinoamericana.

89
R e v i s t a I b e r o a m e r i c a n a d e T e o l o g í a
En este texto iremos tejiendo de forma simultánea la experiencia de vida de los
pueblos en los diversos aspectos del acontecer diario, con la ciencia y la sabi-
duría emanada de Dios y guardada en textos sagrados, mitos, ritos, leyendas,
historias, consejos, canciones, poemas y tradiciones antiguas heredados de
los antepasados. Nuestra re exión se inspira en esta experiencia y en el marco
teológico que ofrecen los libros sagrados que se mencionaron antes y que si-
guen vigentes en los pueblos mesoamericanos. Muchos otros textos sagrados
fueron arrebatados y quemados durante la invasión, pero su práctica teológica
quedó plasmada en el proyecto de vida de los pueblos transmitida de genera-
ción en generación.

La teología de la creación
en la vida de los pueblos indígenas

En relación con la experiencia dice mucho la manera en que los pueblos nom-
bran a Dios, pues esto es expresión del grado de intimidad, cercanía, compro-
miso y con anza en su trato y relación con Ella/Él, como también una manera
de hacer resaltar lo que contemplan en esa relación personal o comunitaria.
Es pertinente entonces entrar en lo profundo de esta experiencia de los pue-
blos para no quedarnos sólo en los nombres o en las apariencias que pudieran
exteriorizar.
Hemos dicho que la teología de los pueblos indígenas es ante todo expe-
B a c

riencia de vida antes que conocimiento o saber sobre Dios. Queremos subrayar esta
vida teologal de los pueblos, pero también sus conocimientos como un aporte
a la realidad que vivimos hoy, para juntos sacar ojos y corazón nuevos en la
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relación y trato con todo ser creado.


De entrada, queremos decir que la teología india consiste en vivir en Dios,
con Dios y desde Dios. La persona está inundada por la presencia de Dios y
de su Espíritu. Dice la gente: “Dios está con nosotros desde el primer instan-
E r n e s t i n a

te de nuestra vida y podemos sentir su presencia en la casa, en el mercado, en


cada hermano, en la naturaleza; él camina con nosotros y en cada gesto o
en nuestro propio rostro se hace presente. Se hace también presente para acon-
sejarnos, consolarnos, animarnos; se alegra con nosotros, llora con nosotros,
nos pone en movimiento, nos fortalece”.
Su presencia es contemplada en la salida y puesta del sol, en cada amanecer
y atardecer; en los demás seres creados, como las plantas, los animales, las

90 Te o l o g í a d e l a c r e a c i ó n d e s d e e l m u n d o i n d í g e n a :
“El sueño de Dios en la creación humana y del mundo”
piedras, los troncos. De allí brota la actitud de alabanza, de respeto hacia Dios;
de respeto, cuidado y cariño hacia cada creatura.
Podemos apreciar en nuestros ancestros raíces muy profundas de esa re-
lación de respeto con Dios Creador y con lo que nos regala en la Creación.
Antes podíamos apreciar ese respeto a la naturaleza, a la tierra, a tal expre-
sión, pues para la época de siembra se pedía permiso a la tierra para el cultivo
y se le daba un pago utilizando lo que la misma produce.
Otro de los elementos importantes de la teología es el conocimiento sobre
los cambios de la naturaleza, una sabiduría innata. Sabiduría gratuita al servi-
cio de la comunidad. Muchas personas tenían, y aún tienen, el conocimien-
to para curar enfermedades naturales o sobrenaturales, oran invocando a los
santos, considerados como los que están cerca de Dios. Experiencias como és-
tas aún siguen vigentes hasta el día de hoy en muchos de los pueblos indíge-
nas de Mesoamérica. Se pide permiso para sembrar, para cosechar, para cortar
algún árbol, planta o or, para entrar en un espacio nuevo, o iniciar un trabajo.
Se pide permiso a Dios Madre-Padre, Corazón del Cielo-Corazón de la Tierra, al
corazón de cada persona para hablar; también a los antepasados y difuntos
se les pide permiso para compartir la palabra sabia que ellas y ellos dejaron
para la humanidad, etcétera. Todo nos habla del grado de respeto hacia Dios,
las personas y los demás seres.
Cada una de las personas, según la fecha de su nacimiento en el calendario
Maya, tiene la responsabilidad de cuidar la Vida, según el don o misión que
trae consigo. Algunas peronas tienen la misión de leer la sabiduría del calenda-
rio y se les llama lectoras de la Cuenta de los días; otras son consejeras u orien-

E r n e s t i n a
tadoras, o responsables de la salud, o sembradoras, etcétera.
La creación humana en el pensamiento de las abuelas y de los abuelos está
fundamentada desde la vivencia cosmogónica, además de otros elementos vi-
tales, como el tiempo, la espiritualidad, las ciencias y la vida misma, para
sentir el misterio de lo divino con lo humano y de lo humano con lo divino, a
partir de una relación cósmica. En la narración del Popol Vuh “los creadores
y formadores son los protagonistas de la creación”, ellos son los que van en
L ó p e z

busca de una plenitud humana tras tener varios intentos “fallidos”. En este
compartir, iremos intercalando algún breve comentario sobre el relato de la
Creación, que ofrece el libro sagrado.3

3
Popol Vuj viene de la raíz pop que quiere decir “petate” o “estera”. Sobre el petate se
B a c

sientan las mujeres en las reuniones de la comunidad. Signi ca “el libro del común, el
libro del pueblo, el libro del consejo”. Quiere decir “El libro del consejo” que contiene
el origen de la antigua historia del lugar llamado K’iche en Guatemala.

91
R e v i s t a I b e r o a m e r i c a n a d e T e o l o g í a
La creación de la gente de barro-lodo
Nuestras abuelas y abuelos fueron hechos de barro (tierra-lodo); pero se hu-
medecían dentro del agua, eran muy ojos y no se sostenían y, después de
hacer una consulta, los deshicieron (véase Popol Vuh de Enrique Sam Colop,
p. 11). En su primer intento utilizan el barro para su gran proyecto. Sin embar-
go, no lograron su objetivo porque esta creación no tuvo la capacidad de dar lo
que se le requirió. Su “humanidad” fue inconsistente, irregular, deforme, fácil
de derrumbarse y estropearse.

La creación de la gente de madera


En un segundo intento los hicieron de madera, pero eran duros con las otras
cosas y seres de la creación, y se olvidaron de sus creadores. Los formadores
decidieron destruirlos y al acto de destrucción vinieron aves, animales, cacero-
las, comales y piedras de moler para sumarse al castigo y recordarles que
“mucho mal nos hacían…” (véase Popol Vuh de Enrique Sam Colop, p. 19). Aquí
utilizan la madera como otra renovada forma, pero tampoco tuvo éxito su pro-
yecto. Esta creación resultó ser lo opuesto a los seres de barro: rígidos y resis-
tentes a los dones recibidos. Fueron seres insensibles e incapaces para alabar y
agradecer.
Un tercer intento es la creación del hombre de Tzité y la mujer de Sibaque;4
una especie de combinación de la primera y segunda creación. Pero también
fueron incapaces, no pensaban ni hablaban con los progenitores (véase Popol
Vuh de Enrique Sam Colom, pp. 16-17).
B a c

La creación de la gente de maíz


En el cuarto intento aparecen las mazorcas blancas y amarillas. De la masa
L ó p e z

de maíz se modelaron sus brazos, sus piernas, su cuerpo y su pensamiento.


Hablaron, conversaron, anduvieron, tomaron las cosas. Dieron alabanzas y
E r n e s t i n a

4
El Tzité es el árbol de pito que produce una especie de frijol de color rojo que no es
comestible. Es un material ritual utilizado hasta el día de hoy para realizar las ope-
raciones matemáticas y poder ayudar a orientar la vida y la misión de las personas
a partir de la fecha de su nacimiento; algo así como la “calculadora” antigua de las y
los Aj Q’ij-Chamanes lectores/as de las Cuenta del Calendario Maya.
El sibaque (typha angustifolia) es el junquillo con que se elaboran los petates. Es una
planta de la familia de las tifáceas, muy usada para la fabricación de esteras llamadas
petates o tules. También se usa como pita para amarrar los tamales.

92 Te o l o g í a d e l a c r e a c i ó n d e s d e e l m u n d o i n d í g e n a :
“El sueño de Dios en la creación humana y del mundo”
tributaron gratitud a sus creadores y formadores por la plenitud de sus vidas.
“Fueron molidas las mazorcas amarillas, las mazorcas blancas; nueve molidas
le dio Ixmukane, comida fue la utilizada y junto con el agua de masa se origi-
naron las extremidades, la fuerza humana…” (véase Popol Vuh de Enrique Sam
Colop, pp. 112-116).
Y esto sí funcionó. Nuestras abuelas y abuelos no se olvidaron de sus crea-
dores, no fueron duros, sino tiernos y compasivos con el resto de los seres con
quienes compartieron la creación. Los pueblos indígenas en su relación con los
seres humanos lo consideran como “su otro yo” a quien mira y en quien se mira.
Con la Naturaleza alimenta una relación de respeto y cariño: “Tú me das vida,
yo te cuido y te acaricio en cada trabajo que realizo”, ella es corazón-vientre
de todo porque todo tiene vida; una relación de equilibrio y armonía.

Dios es Madre-Padre de la Vida

Dios para nuestros pueblos es Madre-Padre que engendra y da la Vida, que es


bueno y compasivo, que hizo el cielo y la tierra, es un Ser que está detrás y más
allá de cada cosa que contemplan nuestros ojos. Dios es en todo. Es Madre-Pa-
dre, quien nos formó, Madre-Padre que ama la Vida.
Es Madre que cuida, alimenta y protege a las personas y a los demás seres
con ternura en todo momento. Es Padre, el que da, el que vela, el sabio, el que
medita. Un único Dios quien es la razón y el fundamento de todo lo que existe.
Dios, Madre-Padre, de donde se genera y nace todo lo creado

E r n e s t i n a
Como Madre-Padre es alguien muy cercano y se coloca dentro de cada co-
razón. Para hablar de Ella/Él los pueblos lo hacen con lenguaje simbólico, se
valen de imágenes para decir todo lo referente a Dios, porque no le han visto,
ni le han tocado nunca, sino sólo con los ojos del corazón. Si le dan un nombre,
es porque así lo sienten, lo experimentan y se lo imaginan. Poner nombre,
en este caso, es como tocar su rostro, su corazón.
En los idiomas propios no le llaman Dios, sino que le dan nombres de acuer-
L ó p e z

do con cómo se comportan las personas con quienes se le compara, es decir, si


es alguien cercano o alguien conocido, como una mujer-mamá, un hombre-pa-
pá, un sol, un trueno, un animal signi cativo, etcétera.
B a c

Es Madre-Padre de la vida, de todo lo creado, el que da la respiración y el


pensamiento, la que da a luz a los hijos, el que vela por la felicidad de los

93
R e v i s t a I b e r o a m e r i c a n a d e T e o l o g í a
pueblos, el sabio, el que medita en la bondad de todo lo que existe en el
cielo, en la tierra, en los lagos y en el mar.5

Otro detalle de esta experiencia teológica de la creación es que siempre se habla


de Dios como par, como dualidad armónica. Por ello se le invoca como:
Tzakol-Bitol (creador-creadora), Alóm–Qaholom (procreadora-engendrador),
Ixmukane-Ixpiyakok (bisabuelo-bisabuela); lo llaman, lo invocan hasta el día de
hoy, Nana Tata, nuestra mamá-nuestro papá.
En el Popol Vuh cada vez que se habla de la Divinidad y de Dios, siempre
se hace referencia a un par que está unido, se complementa y discierne junto.
Es como decir que Dios está formado por una doble energía: una femenina y
otra masculina, pero que no es ni la una, ni la otra, sino la unión de ambas.
Expresa la concepción y la experiencia dual de la vida dentro de la cosmovi-
sión de los pueblos antes de la invasión, y sigue vigente en varios pueblos de
Mesoamérica.
Llegó aquí entonces la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gucumatz, en la
oscuridad, en la noche, y hablaron entre sí, se pusieron de acuerdo, juntaron
sus palabras y su pensamiento. Entonces se manifestó con claridad, mientras
meditaban, que cuando apareciera debía aparecer el hombre. Entonces dispu-
sieron la creación y crecimiento de los árboles y los bejucos y el nacimiento
de la vida y la creación del hombre. Se dispuso así en las tinieblas y en la noche
por el Corazón del Cielo, que se llama Huracán. (Cf. Popol Vuh de Adrián Re-
cinos, primera parte p. 51.)
B a c

Dios creador y formador


L ó p e z

Los pueblos mayas y los demás pueblos originarios experimentan a Dios como
aquél que es el principio de la Vida, el principio de la historia. Dios es origen de
la vida. Creador/Creadora, desde dentro de la vida de todos los seres. Es quien
E r n e s t i n a

nos creó. También es el dueño de la vida y de todo lo que nos regala en la crea-
ción en la Madre Naturaleza. Toda la creación que dejó Dios, Madre-Padre, en
los animales y en las plantas, es un conjunto de acompañamiento, de creci-
miento y desarrollo de nuestra vida.

5
Tomado del libro sagrado de los Mayas Popol Vuh, donde en el preámbulo se consi-
dera el marco teológico de todo el libro. Versión de Adrián Recinos.

94 Te o l o g í a d e l a c r e a c i ó n d e s d e e l m u n d o i n d í g e n a :
“El sueño de Dios en la creación humana y del mundo”
Dios creador y formador nos acompaña siempre, está presente en cada mo-
mento de la vida y uye del corazón de cada persona el agradecimiento cons-
tante; se le llama, se le invoca. Es así como se expresan las familias de estos
pueblos: “Lo estamos llamando, invocando, lo estamos respirando en el aire,
masticando en los alimentos que nos regala a través de nuestra Madre Tierra; en
cada momento sentimos que se hace carne de nuestra carne, sangre de nuestra
sangre. Percibimos esta acción creadora de Dios en la vida de todo ser humano
y en la Madre Naturaleza”.
Su obra creadora invita a mirar, a contemplar con los ojos del corazón en
cada ser, en cada acción que da vida. Brota entonces la alabanza, la reverencia,
la ofrenda agradecida con ores, incienso, cantos y danzas rituales para des-
pertar su corazón, despertar el corazón de la Madre Tierra y fortalecer el propio
corazón.
La fortaleza y la constancia que les acompaña en su actuar libre y esperan-
zador, es su actitud contemplativa y que ora en espera activa de cada amane-
cer, al encontrarse con Dios en vigilia, penitencia y oración, y esperar la salida
del sol puestos de rodillas en dirección a Dios. En el Popol Vuh leemos: “Ense-
guida salió el sol, alegráronse los animales chicos y grandes y se levantaron en
las vegas de los ríos, en las barrancas, y en la cima de las montañas; todos diri-
gieron la vista allá donde sale el sol”.6

Dios, Corazón del Cielo-Corazón

E r n e s t i n a
de la Tierra

Nuestros pueblos lo llaman y lo viven como corazón de todo porque Dios es y


está en todo lo que es Vida y da la Vida. Está al principio y al nal de todo:
donde nace y donde declina la vida; en el centro y en el corazón de la huma-
nidad, en el corazón de la Madre Tierra, en el corazón del mundo y de la his-
toria, y en el corazón de todo lo que nos trasciende. No hay nada que
L ó p e z

no esté envuelto, que no esté bañado de Dios. Por eso nada es profano; todo
es sagrado para nuestros pueblos, porque todo es de Dios y todo viene de
Dios.
B a c

6
Tercera parte del Popol Vuh, capítulo ix; versión, traducción y notas de Adrián Re-
cinos.

95
R e v i s t a I b e r o a m e r i c a n a d e T e o l o g í a
A Dios se vive y se le hace presente en todos los momentos del día; se le ve
en toda persona, en todas las cosas creadas: en una piedra, en las ores, en
la frescura y vitalidad de los ríos, de las montañas; en la fuerza de la luz y la
claridad del sol, de la luna, de las estrellas, de los astros. También se le reco-
noce y se le hace presente en la realidad de la vida personal, del pueblo y de
la comunidad; en lo pequeño, en lo sencillo; en la fuerza esperanzadora de cada
amanecer y anochecer; en el dolor, en el sufrimiento y en las luchas por una
mejor vida.
Vivir a Dios como Corazón del Cielo-Corazón de la Tierra es corazonar con
Dios, es hablar de corazón a corazón. Vivir a Dios es también diálogo, lucha y
sacri cio. De ahí que la Cruz para los pueblos se encuentra en cada hogar, está
en los recodos de todos los caminos en señal de espera y de nueva dirección
para ver claro hacia dónde llama Dios en el caminar. La Cruz entonces es en-
cuentro del Camino de Dios con el camino de la humanidad. Esta experiencia
de mutuo encuentro es la que permite armonizar el camino de los humanos
con el Camino de Dios; a la vez que pone en equilibrio y armonía con los de-
más seres del Universo.
Es en el sentido profundo de la Cruz Cósmica que se construye con ores,
maíz o frijol de los cuatro colores (rojo, negro, blanco y amarillo); o bien, con
piedras u otro tipo de ofrenda que llevan los grupos, el pueblo. Es expresión de
su caminar en dirección a Dios, de encontrar su voluntad en la historia o en la
realidad que se vive. Esta Cruz se construye en actitud orante al iniciar un en-
cuentro, un compromiso a favor de la vida del pueblo.
B a c

En el idioma maya K’iche se le llama Warabal Ja: “Lugar donde Dios des-
cansa, donde sueña su proyecto de vida con la humanidad”, donde se expresa
la relación armónica entre Dios, humanidad y Naturaleza.
L ó p e z

Cruz cósmica
E r n e s t i n a

De oriente a Occidente camina Dios. De norte a sur camina la humanidad, y


en el centro ambos se encuentran, se abrazan. Dios se humaniza y, al mismo
tiempo, el ser humano se diviniza. A esta Cruz Cósmica también se le llama
Rumbos del Universo, Cruz o Altar.
La vida para el pueblo maya es un Altar. Cuando llegamos o nacemos a la
vida, ese día entramos a formar parte del Altar y cada uno de nosotros esta-
mos llamados a ser un Altar. Hay que conocer el día de nuestro nacimiento

96 Te o l o g í a d e l a c r e a c i ó n d e s d e e l m u n d o i n d í g e n a :
“El sueño de Dios en la creación humana y del mundo”
según el Calendario Maya –u otro calendario vigente en cada pueblo–, para
que trabajemos el don de nuestra vida, para que seamos buenos altares.7
La Cruz cósmica, Altar o Rumbos de la Tierra, representa a la humanidad y
al universo entero, el proyecto o sueño que tiene Dios, que revela unidad,
equilibrio, armonía y compromiso con Dios y nuestro pueblo. Cada esquina
está señalada por “un eje orientador” y un color determinado que in uyen en
los aspectos que muestran la acción de Dios en el mundo.8
Cada esquina representa la visión o la manera en que los pueblos indígenas
entienden a la persona, a Dios, al mundo, a la naturaleza y a los antepasados.
También son llamadas las cuatro esquinas, los cuatro caminos, Altar o Cruz
maya. Compartimos a continuación el signi cado de cada uno de estos cuatro
rumbos o caminos para recorrerlos juntos y tratar, así, de profundizar hacia
dónde nos conducen y qué sentido tiene para nosotros, y lograr ubicarnos y
sentirnos parte viva de este Altar.
El oriente es el lugar de Dios en toda la vida; se representa con el color rojo,
símbolo de la vida y del amanecer. Es el lugar donde nace el sol; es la direc-
ción divina hacia donde las personas, los animales y las cosas deben orientar
su vida en el amanecer de cada día.
El poniente es el lugar de la muerte, del descanso, de la desviación del ca-
mino de Dios. Es vivir una noche oscura y sin Dios. Se representa con el color
negro. El poniente representa la muerte de Dios en nuestra vida, en el mundo,
es también el lugar del descanso del sol.
El norte es el lugar que representa la vida de los antepasados en la espiri-
tualidad de los pueblos indígenas. Se representa con el color blanco, símbolo

E r n e s t i n a
de los huesos, de los muertos y de los antepasados. Comprender así la vida y el
mundo es una oportunidad para reconocer nuestras raíces y encontrarnos
en Dios. El color blanco representa la pureza, el aire como soplo de vida; es el
aliento de Dios Madre-Padre. Jesucristo es aliento de Vida, quien nos regala
su Aliento, su Espíritu.
L ó p e z

7
Esta idea es de Atilano Ceballos Loeza, maya yucateco, que desarrolló el tema “Los
Altares como espacios sagrados, espacios de vida, espacios de resistencia” en el XXII
Encuentro de Teología India Mayense realizado del 5 al 9 de noviembre de 2012 en
San Cristóbal de las Casas, Chiapas, en el municipio de Candelaria.
8
Trabajo realizado en la Parroquia de la Natividad de María en el municipio de Santa
B a c

María Chiquimula, departamento de Totonicapán, Guatemala, del P. Victoriano Cas-


tillo González s.j.

97
R e v i s t a I b e r o a m e r i c a n a d e T e o l o g í a
El sur se representa con el color amarillo, color de las ores, de la prima-
vera, lugar de los cantos, de la alegría y de la esperanza de los pueblos. En
cambio, el amarillo es símbolo de la fecundidad y de la madurez. También es
símbolo del nacimiento de la primavera, de la fecundidad de la tierra, de la
fecundidad de la mujer. Jesucristo nació de una mujer.
El centro es el lugar del Corazón del Cielo-Corazón de la Tierra. Se repre-
senta con el color azul para el Corazón del Cielo y verde para el Corazón de
la Tierra. En el centro se juntan el camino de Dios (oriente-poniente) con el
camino de la humanidad (norte-sur). El centro es el lugar donde se unen Dios
y la humanidad, cielo y tierra; lugar también donde Dios se hace humano y
donde los humanos nos divinizamos. El centro es el lugar de la armonía, de
la solidaridad, de la comunión. Es posible vivir con Cristo, la palabra verda-
dera; pues, en Él y con Él nos hacemos hermanos de verdad.
En clave indígena, la Cruz o Altar es un eje que nos permite orientar la
vida que tiene la humanidad y la naturaleza conforme al querer de Dios. Todo
nos invita a volver nuestra mirada, nuestros pasos y toda nuestra vida en di-
rección a Dios.
Desde esta perspectiva las abuelas y los abuelos sabios acuden a la organi-
zación, al consenso para luchar juntos por la defensa de la vida de los pue-
blos, de la Madre Tierra y del territorio, los cuales están atropellados por el
sistema político-económico dominante. Y cuando esto no sucede así, nuestros
pueblos, a través de sus ancianos/as sabios/as, nos invitan a volver la mirada
hacia Dios. Invitan a la oración, al sacri cio, al ayuno y a la reconciliación. In-
B a c

vitan a pedir perdón a la Madre Tierra, a la abuela Luna, al padre Sol, a la


lluvia, a los cerros, a las montañas, a los ríos, a las quebradas, al hermano-
hermana, a los difuntos y a Dios, origen y fuente de la comunión, de la ar-
L ó p e z

monía y el equilibrio.
Los otros pueblos enriquecen a los pueblos originarios con su sabiduría
heredada de sus mayores. Así, por ejemplo, los pueblos de la Biblia nos en-
señan este camino. En el libro del Apocalipsis encontramos los rumbos de la
E r n e s t i n a

tierra a la manera de como lo hacen los pueblos mesoamericanos: tres puertas


daban al poniente, tres al oriente, tres al norte y tres al sur. Haciendo un total
de 12 puertas, en alusión a los ancestros; lo que evoca la Cruz Cósmica de los
pueblos mayas.9

9
Cf. Apocalipsis, 21. 13.

98 Te o l o g í a d e l a c r e a c i ó n d e s d e e l m u n d o i n d í g e n a :
“El sueño de Dios en la creación humana y del mundo”
A modo de síntesis

La teología y la espiritualidad de los pueblos indígenas se sustenta en las cien-


cias, las matemáticas, la física cuántica, las ciencias físicas y humanas, o en la
ecología; esto es porque, fundamentalmente, la vida se desarrolla en un con-
junto de relaciones con todos los seres vivos y no vivos entre sí, y todos juntos
con el entorno, porque vivimos en una misma casa común: la Madre Tierra;
porque entre unos y otros nos ayudamos para sobrevivir, para la alimentación
y para la reproducción. Esto signi ca que todos somos hermanos, todos cons-
tituimos una comunidad de vida.
La experiencia y la propuesta teológica de los pueblos indígenas se mantie-
ne viva y se renueva con el compromiso de las nuevas generaciones, en la rela-
ción con otros pueblos y con otras espiritualidades.
Escuchemos la palabra de un grupo de jóvenes:10

Todos podemos hacer teología; se nos había hecho creer que sólo los gran-
des teólogos o las religiosas, religiosos y sacerdotes podían hacer teología,
pero ahora sabemos que todos hacemos teología, desde lo que cada uno
hace y desde donde nos movemos; las mujeres desde su casa, al hacer sus
tareas diarias, ahí encuentran a Dios y hacen su propia teología; los cam-
pesinos en su trabajo con mamá tierra hacen teología; o los catequistas al
dar sus temas hacen teología. Como jóvenes tenemos que aprender a es-
cribir nuestras experiencias profundas de Dios, ésas que nos dan vida y
pueden ser vida para otros.

E r n e s t i n a
La teología es motor de cambio cuando descubrimos a Dios en nuestra
vida. Dios quiere la trasformación de este mundo, Dios sueña con otro
mundo posible, la teología nos muestra ese mundo soñado por Dios y no-
sotros nos sumamos a él. Es poder hacer vida lo que decimos, lo que hemos
recibido. Todos, después de una experiencia profunda de Dios, decidimos
trabajar para hacer presente el Reino, para cambiar y ayudar a cambiar la
realidad en la que vivimos; por ejemplo, lo de San Miguel Ixtahuacán,11
L ó p e z

10
Testimonio de jóvenes participantes en el taller de Teología india desde las cinco crea-
ciones del Popol Vuh del 18 al 23 de abril de 2012.
11
San Miguel Ixtahuacán es un municipio del departamento de San Marcos, ubicado
B a c

en el occidente de Guatemala. La población está habitada por indígenas Maya Mam, en


cuyo territorio se instaló la empresa minera Montana exploradora (la mina Marlin) que
afectó la vida de la población que se ha dividido a favor y en contra de esta instalación.

99
R e v i s t a I b e r o a m e r i c a n a d e T e o l o g í a
donde están comprometidos con la lucha en contra de las empresas mine-
ras, porque saben que es muerte para sus comunidades. Y es Dios el que
nos inspira para hacer eso. Cada uno en sus comunidades tiene diferen-
tes problemas, pidamos a Dios que nos haga partícipes de su proyecto.

Está tejida y sembrada en la cosmovisión y espiritualidad, en códices, este-


las, trajes, música, danzas, ritos y ceremonias, mitos, en su proyecto de vida
comunitaria, en sus estas y tradiciones; en el trabajo como caricia y relación
con mamá Tierra y demás seres; en el modo cómo se comunican con Dios, en
el idioma de cada pueblo; de parte de los líderes y autoridades, en el modo
de entregarse al servicio de la vida de la comunidad. En el testimonio marti-
rial de hombres y mujeres, niños, jóvenes, adultos y ancianos, por dedicarse
al cuidado y defensa de la vida de los seres humanos, de su cultura y de la
Madre Tierra.
La espiritualidad, la vida teologal de nuestros pueblos, ha sido la fuente de
recreación para poder resistir durante muchos años de represión, opresión y
muerte. Pese la noche oscura, de las tormentas de ayer, y las más crudas y so s-
ticadas de hoy, las abuelas/os siempre han buscado una alternativa de vida
que fortalezca su esperanza, para reforzar su organización en defensa de la
vida y encontrar un poco de alegría, un poco de miel para endulzar el corazón
en los tiempos difíciles donde hay amargura y muerte.
Aunque son muchos los procesos de aniquilación contra los pueblos indí-
genas, podemos repetir lo que varios de ellos a rmaron en ocasión de los 500
B a c

años de evangelización: “Cortaron nuestros frutos, podaron nuestras ramas,


quemaron nuestro tronco; pero nuestras raíces, no las pudieron arrancar”.
La quinta creación es la que cada persona deberá ejercer en la cotidianidad.
L ó p e z

Los hombres y las mujeres poseemos cada una de las cuatro creaciones, sobre
todo cuerpo, sabiduría y espíritu de la cuarta creación. La divinidad creadora
da a cada quien la oportunidad de buscar, cultivar y vivir la perfección, con
mística holista (armónica, sistémica e integral), en relación con todo lo que le
E r n e s t i n a

rodea. Lo fundamental es cuidarse de los fantasmas de Xibalbá12 (inclinación


al mal escondido en el inconsciente), ese misterio que está oculto detrás de la

La preocupación es por la contaminación del medio ambiente, sobre todo del agua
que ha provocado severas enfermedades de la piel.
12
Xibalbá en el texto del Popol Vuh quiere decir la “casa del miedo” o “lugar del miedo”;
se conoce también como “reino de la muerte”.

100 Te o l o g í a d e l a c r e a c i ó n d e s d e e l m u n d o i n d í g e n a :
“El sueño de Dios en la creación humana y del mundo”
piel de cada uno y que en cualquier momento desequilibra la existencia indivi-
dual y la relación con todo lo que nos rodea.
Si la humanidad y el planeta, nuestra Madre Tierra, están como están es
porque en el ser humano ha habido descuido y se ha dejado guiar por esos sen-
timientos agazapados en su interior.
Los jóvenes, mujeres y hombres que caminan con su pueblo y participan
en los encuentros de teología india en cada país llevan un proceso de forma-
ción y acompañamiento para fortalecer el compromiso de prolongar la sabi-
duría de cuidar la Vida. Por eso es vital que conozcan el Tzolkin o la Cuenta de
los días para redescubrir la espiritualidad de cada uno de ellos.
Es por lo aquí expuesto que invitamos a los pueblos indígenas y no indíge-
nas a reencontrarse con sus raíces ancestrales y redescubrir, o descubrir, la ri-
queza de la sabiduría que Dios, Madre-Padre, dejó en el corazón de todos los
pueblos. En especial a las generaciones jóvenes las invitamos a que se enamo-
ren del corazón de la cultura y espiritualidad de su pueblo, esto los ayuda a
vivir con esperanza en el presente, y a poner el fundamento, la piedra u hor-
cón, del futuro de su vida.
Para unirnos en agradecimiento a Dios, Madre-Padre, Corazón del Cielo-
Corazón de la Tierra, a las abuelas y a los abuelos de todos los pueblos, a nues-
tras compañeras y compañeros de camino en este servicio, a nuestros pueblos
por seguir compartiendo su experiencia de fe, a nuestras amigas y amigos que
nos animaron con su palabra sabia y cariñosa, al Departamento de Ciencias
Religiosas de la Universidad Iberoamericana de México que nos dieron la opor-
tunidad de tomar en cuenta nuestra palabra y experiencia teológica.

E r n e s t i n a
Y a usted lector/a que tendrá la oportunidad de leer estas páginas, gracias
por compartir con otros pueblos esta palabra sencilla, pero llena de cariño y
esperanza. Mi deseo es que sea una palabra profética para estos tiempos.
L ó p e z
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R e v i s t a I b e r o a m e r i c a n a d e T e o l o g í a

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