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todas y coinciden en márgenes mayores, a medida que ensanchan sus esferas

y abarcan más realidades vitales; las cuatro se completan y no han cerrado


aún el círculo de su realización.
A Gilberto Bosques Saldívar, el presidente Lázaro Cárdenas lo nombró
Cónsul General de México en Francia, cargo que desempeñó entre 1939 y
1944 con la encomienda de ayudar a los connacionales inmersos en el
conflicto de la segunda guerra mundial, y a republicanos españoles que huían
del franquismo y los judíos y personas en peligro ante la intervención de la
Alemania Nazi en aquel país[8].Así, durante su gestión logró liberar del
régimen fascista a miles de judíos, españoles, franceses, libaneses e italianos;
emitió alrededor de 40 mil visas a mujeres y hombres para migrar a México.
Su gran labor humanitaria es reconocida a nivel internacional, pues gracias a
él miles de personas encontraron refugio e iniciaron una nueva vida. Con su
misión personal, la cual cumplió con toda pasión y conciencia, hizo “deber de
la política exterior mexicana salvar a cuanto refugiado antifascista tocara las
puertas del consulado mexicano” [9]. Después de la caída del nazismo, fue
ministro extraordinario y plenipotenciario en Portugal (1945-1949) y en
Suecia y Finlandia (1949-1953). Además, fue embajador en Cuba entre 1953
y 1964[10].
Gilberto Bosques Saldívar falleció el 4 de julio de 1995 en la Ciudad de
México: tenía 102 años[11]. En 1988, su nombre había sido grabado con letras
de oro en el recinto del H. Congreso del Estado de Puebla, pero después de su
muerte el reconocimiento a su humanismo continuó, como muestra la
creación, en 2013, del Premio en Derechos Humanos “Gilberto Bosques”, en
ocasión de los cincuenta años del Tratado de Eliseo. Fue impulsado por las
embajadas de Francia y Alemania en México.

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