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Conferencia dictada en el «Coloquio teológico-filosófico 2005», Universidad Pontificia de México, 2 de
marzo de 2005.
1
Citado por H. VORGRIMLER, Entender a Karl Rahner. Introducción a su vida y su pensamiento, Barcelona
1988, 9. Al mismo Vorgrimler debemos la más reciente biografía de Rahner, en ocasión del centenario de su
nacimiento y los veinte años de su muerte: Karl Rahner. Experiencia de Dios en su vida y en su pensamiento,
Santander 2004, donde queda en evidencia la polémica entre sus detractores y apologetas. Valioso y claro
sigue siendo, para una visión inicial del teólogo alemán en lengua castellana, el trabajo de K.H. WEGER, Karl
Rahner. Introducción a su pensamiento teológico, Barcelona 1982.
2
K. RAHNER, Grundkurs des Glaubens. Einführung in den Begriff des Christentums, Freiburg-Basel-Wien
1984 [=GdG], 5. Citaré del original, por las deficiencias de la versión española, indicando entre paréntesis la
paginación correspondiente en la versión castellana: Curso fundamental sobre la fe. Introducción al concepto
de cristianismo, Barcelona 1984 (en este caso, 9).
Espíritu y Método. Dimensión mística de la teología de Karl Rahner 2
donde todos habían declarado que nada más se podía decir. Este interés juvenil me llevó al
estudio, en el primer ciclo teológico, a propósito de la sobrenaturalidad de la gracia en
Rahner y en Alfaro, dirigido por don Jesús Herrera.
También la obra de Rahner me acompañó en el camino de la maduración teológica
durante el segundo ciclo de estudios. Puedo mencionar en primer lugar a sendos profesores
en la Universidad Gregoriana, en cierta medida antagónicos en su valoración del autor, pero
ambos hondos conocedores suyos. Por una parte, Felix A. Pastor, de quien escuché la
hermosa descripción de Rahner como «el autor mágico que renovó todo lo que tocó, y tocó
prácticamente toda la teología»; y por otra parte, John M. McDermott, con quien estudié en
un seminario el Curso Fundamental, introduciéndome en un análisis lexicográfico casi
obsesivo en la búsqueda de las tensiones, paradojas, logros e inconsistencias del
planteamiento rahneriano. A ellos debo añadir aún a Luis F. Ladaria, cuya lectura de
Rahner, tal vez más serena pero no menos entusiasta, puede ser considerada ejemplar3.
Por último, el itinerario de la tesis doctoral sobre Schillebeeckx me llevó a coincidir
con Rahner en muchos momentos. Entonces escuché de mi asesor, Karl J. Becker, que
algún trato había tenido con su compatriota e incluso había colaborado con él en un trabajo
editorial4, una explicación que parecía dar la clave hermenéutica imprescindible: para
entender a Rahner hay que conocer su talante personal, su psicología, lo que él buscaba
interiormente. A estas alturas puedo reconocer, tanto en lo que he asumido como en el
distanciamiento crítico que he podido tomar en algún punto, que Rahner como teólogo ha
sido también un padre no sólo en elementos de contenido o de método, sino sobre todo en
el apasionamiento con el que es posible asumir la reflexión teológica sin quitarle por ello
nada al rigor científico, a la responsabilidad eclesial y a la honestidad intelectual. En esta
perspectiva, mucho se puede hablar sobre la infraestructura racional con la que actúa
Rahner en su elaboración teológica. Sin embargo, quisiera proceder en la siguiente
participación explicitando un aspecto que se encuentra aún más en la raíz de la teología de
3
Cf., por ejemplificar sus valoraciones J.M. MCDERMOTT, «Karl Rahner», en R. FISICHELLA (ed.), Storia della
teologia. 3. Da Vitus Pichler a Henri de Lubac, Roma-Bologna 1996, 735-749; ID., «Dialectical Analogy: The
Oscillating Center of Rahner’s Thought», Gr. 76 (1995) 675-703; ID., «Rahner on Two Infinities: God and
Matter», IPQ 28 (1988) 450-454; F.A. PASTOR, La lógica de lo inefable, Roma 1986, 233-235; L.F. LADARIA,
La Trinidad misterio de comunión, Salamanca 2002, 11-14; 98-106.
4
Cf. «Der Unterschied von Bischof und Priester im Weihedekret des Konzils von Trient und nach der
Kirchenkonstitution des II. Vatikanischen Konzils. Rückläufige oder fortschreitende Dogmenentwicklung»,
en K. RAHNER (ed.), Zum Problem Unfehlbarkeit. Antworten auf die Anfrage von Hans Küng, Freiburg 1971,
289-327.
Espíritu y Método. Dimensión mística de la teología de Karl Rahner 3
Rahner. Sobre la sugerencia del P. Becker, pretendo indicar cómo la vivencia espiritual de
la persona creyente Karl Rahner es, en realidad, la motivación originaria de todo su
quehacer científico.
2. Teología y mística
Con lo apenas dicho cabe eliminar la sorpresa de un planteamiento que a algunos
puede parecer imprudente. Teología y Mística es una dualidad que algunos llegan a
reconocer complementaria, pero cuyos límites deben quedar claramente determinados: un
término nos habla de reflexión, otro de experiencia. A una personalidad inclinada hacia lo
especulativo le suscita cierta desconfianza lo que puede sonar a un acercamiento dulzón
que prescinde del rigor intelectual. A alguien más dado a la vivencia espiritual le puede
ocurrir que lo teológico le suene a discurso vacío, sin repercusiones existenciales. Ánimos
más conciliadores pueden aceptar que se hable de la actitud espiritual del teólogo, o tal vez
de los contenidos de vida espiritual que se incluyen en una reflexión teológica, o bien de los
contenidos teológicos que están a la base de una espiritualidad determinada. En ninguno de
estos acercamientos, sin embargo, estaríamos llegando a nuestro tema en un nivel
fundacional. La pregunta que debemos formular nos lleva a la identidad de la teología y a la
identidad de la mística, y por lo tanto al ámbito común en el que ambas se encuentran, a
saber, la realidad de la fe y, en particular, del creyente concreto. De esta manera deseamos
ir más allá de un enfoque que sencillamente busque contenidos místicos en la teología de
Rahner o una determinada aplicación o sistematización de la mística en sus escritos, ya
sean teóricos, de predicación o de ejercicios espirituales, todos los cuales existen, de hecho,
en su producción. En realidad, podemos proceder de otro modo: encontrando la raíz común
de la teología y de los escritos místicos de Rahner en un nivel anterior, el del propio
posicionamiento –creyente– ante la existencia. El mismo autor nos lo sugiere, en la
alocución pronunciada en ocasión de un homenaje que se le hizo en la Universidad
Pontificia de Comillas, en la que decidió hablar de la fisonomía intelectual de Santo Tomás
de Aquino. Para él, dice Rahner:
5
K. RAHNER, «Significado actual de Santo Tomás de Aquino», en A. VARGAS MACHUCA (ed.), Teología y
mundo contemporáneo. Homenaje a K. Rahner en su 70 cumpleaños, Madrid 1975, 36-37.
6
H.D. EGAN, Karl Rahner. Mystic of Everyday Life, New York 1998. Al mismo Egan se debe el artículo sobre
Rahner en L. BORRIELLO-E.CARUANA-M.R. DEL GENIO-N.SUFFI , Diccionario de Mística, Madrid 2002,
1497-1499, así como el valioso estudio «“The Devout Christian of the Future Will… be a ‘Mystic’”.
Mysticism and Karl Rahner’s Theology», en W.J. KELLY (ed.), Theology and Discovery: Essays in Honor of
Karl Rahner, S.J., Milwaukee 1980, 139-158
7
Cf. H.D. EGAN, «“The Devout Christian of the Future Will… be a ‘Mystic’”…», 140-141, donde leemos:
«Rahner’s theological point of departure roots itself solidly in his own personal experience of God’s Self-
communication. Unlike those commentators who argue that Rahner’s pious and spiritual writings are the
overflow or application of his speculative theology, I contend that his philosophical and theological writings
have been radically influenced by his own Ignatian religious experiences. His philosophy and theology,
moreover, attempt to explicate what is intrinsic in these very experiences».
Espíritu y Método. Dimensión mística de la teología de Karl Rahner 5
8
A este propósito, agradezco al Dr. Erasmo Bautista el haber dirigido mi atención sobre el sólido trabajo de
O. MUCK, The Logical Structure of Trascendental Method, IPQ 9 (1969) 342-362. La alusión que Muck hace
al modo argumentativo de la «retorsión» aristotélica es presentada en otro contexto pero con intenciones
emparentadas por P. GILBERT, La simplicidad del principio. Prolegómenos a la metafísica, México 2000,
24-31. Para un distanciamiento crítico, cf. J.F.X. KNASAS, «Intellectual Dynamism in Transcendental
Thomism: A Metaphysical Assessment», en American Catholic Philosophical Quarterly 69 (1995) 15-28; ID.
Being and some Twentieth-Century Thomists, New York 2003, 93-128, especialmente 100-102.
9
K. RAHNER, Hörer des Wortes, München 1941. Como es sabido, este trabajo apareció en 1963 en una
segunda edición, reelaborada por Metz [tr.: Oyente de la Palabra, Barcelona 1967]. Actualmente es posible
un estudio comparativo de ambas ediciones gracias al trabajo de A. RAFFELT (ed.): K. RAHNER, Sämtliche
Werke 4, Solothurn-Düsseldorf-Freibur i. Br. 1997. Dígase lo mismo para Geist im Welt, Innsbruck 1939;
Kösel 19572 [tr.: Espíritu en el mundo, Barcelona 1963], presente ahora en Sämtliche Werke 2 Solothurn-
Düsseldorf-Freibur i. Br. 1996.
Espíritu y Método. Dimensión mística de la teología de Karl Rahner 7
10
Cf. «“¡Mira este corazón!”», en ET III, 331-340; «Algunas tesis para la teología del culto al corazón de
Jesús», en ET III, 341-362, y «Para una teología del símbolo», en ET IV, 261-294.
11
«Para una teología del símbolo», en ET IV, 264.
12
«Para una teología del símbolo», en ET IV, 275.
Espíritu y Método. Dimensión mística de la teología de Karl Rahner 8
otros»13. Es decir: la teología asume un concepto necesario que corresponde, por demás, a
la estructura de la realidad. Además, al reconocimiento de la estructura simbólica de la
realidad y del conocimiento de la fe corresponde un dinamismo que se explicita por medio
de la palabra. En efecto, dice nuestro autor en otro artículo sobre el mismo tema:
Se podría llamar teología trascendental a aquella teología que: a) se sirve del instrumental
de la filosofía trascendental; b) a partir de planteamientos genuinamente teológicos,
examina más explícitamente que antes, no sólo en general (como lo hace la tradicional
teología fundamental), las condiciones a priori en el sujeto creyente para el conocimiento de
verdades importantes de fe16.
El antecedente de este acercamiento metodológico lo tenemos en la propuesta de
una ontología de la potentia oboedientialis, realizada en su obra Hörer des Wortes. No se
13
«Para una teología del símbolo», en ET IV, 286.
14
«¡Mira este corazón!», en ET III, 331.
15
«¡Mira este corazón!», en ET III, 332.
16
«Teología trascendental», en Sacramentum Mundi VI, 611.
Espíritu y Método. Dimensión mística de la teología de Karl Rahner 9
No existe sólo el “en sí” puramente objetivo de una realidad, por una parte, y el concepto
claro y “distinto” de tal realidad, por otro, sino que existe también una unidad más
originaria –obviamente no en todos los casos, pero sin duda en el caso de la existencia
humana vivida– hecha de realidad y del “ser cabe sí mismo” de esta realidad, unidad que es
más intensa y más originaria de la que existe entre tal realidad y su concepto objetivante…
Tal unidad entre la realidad y su originario “ser cabe sí” en la persona está ya presente en la
libre autorrealización del hombre18.
De la misma manera que la estructura simbólica de la realidad se completó arriba
con la expresión –también simbólica– a través de la palabra, en los pasajes siguientes al que
acabamos de leer el autor complementa el tema hablando del lenguaje como el espacio
donde lo personal se vuelve comunicable y universal.
Ahora bien, al buscar a Dios en este esquema y su referencia al hombre, el dato de
la fe no se especifica de entrada, sino que se inquiere la misma constitución a priori del
sujeto. Lo que en el estadio simbólico era un cuestionamiento llevado al más radical nivel
ontológico, en el estadio trascendental es llevado al más radical nivel subjetivo. La
estructura radical descubierta será también condición de posibilidad para evidenciar el dato
teológico. Dios, como veremos más adelante, no aparecerá como un objeto conocido más,
sino como lo que determina radicalmente al hombre en su apertura al ser. La autoposesión
originaria del hombre resultará ser apertura radical al ser, posibilidad de conocimiento y
17
«Es gibt im Menschen unweigelich eine Einheit in Unterschiedenheit von ursprünglichem Selbstbesitz und
Reflexion». GdG 26 (32). El subrayado es del mismo Rahner.
18
GdG 27 (33).
Espíritu y Método. Dimensión mística de la teología de Karl Rahner 10
dependencia radical. La epistemología teológica una vez más puede quedar enmarcada en
el soporte del cuestionamiento radical que se ha realizado. El método trascendental en su
acercamiento específico le da a Rahner la posibilidad de encontrar una coyuntura a su
propia búsqueda espiritual, pues el tema de Dios y el tema del hombre se encuentran en la
misma encrucijada del cuestionar radical humano, del dinamismo racional del hombre. Este
dinamismo empata con la tendencia a la plenitud humana y con el anuncio central de la
teología. Así, la dimensión específicamente teológica del método trascendental –en el que
se distingue de una filosofía trascendental, aunque utilice su instrumental– se ubica en la
perspectiva soteriológica:
Si la teología pregunta por la salvación del hombre (en cuanto consiste en la comunicación
de Dios mismo), y propiamente por nada más, o sea, si pregunta por el todo (consumado)
del hombre, y si este hombre es sujeto en el sentido estricto de la palabra y no una cosa
particular al lado de otras; entonces la salvación (con todos sus momentos) sólo se entiende
en tanto es comprendida como la salvación del sujeto como tal. Pero entender así la realidad
de la salvación no significa otra cosa que comprenderla trascendentalmente, es decir,
referida al sujeto trascendental (que es así “por naturaleza” y en virtud de la gracia se hace
más radical en esta constitución). Si en esa teología trascendental (por lo menos a primera
vista) se recurre con toda claridad a la filosofía trascendental, esto no le quita, sin embargo,
su carácter genuinamente teológico. Y no se lo quita ya por la sencilla razón de que la
reflexión teológica acerca de la “naturaleza” del hombre como condición de la posibilidad
de la gracia, pertenece a la teología misma, o sea, es teología, si bien una teología que tiene
parecido con la filosofía19.
métodos nos dejan ver es una conciencia sumamente desarrollada, un saber que reconoce su
propia fuente en el movimiento de un cuestionar que, por una parte, lo saca de sí abriéndolo
a todo y a sí mismo y, por otra, proviene de sí y vuelve a sí. El contenido de esta conciencia
es que existe una correspondencia, una participación, con la realidad en su conjunto;
también aquí se está en el mundo como parte de él y, a la vez, como algo distinto del
mundo, como quien toma distancia ante él y en esa misma distancia se llega a reconocer la
propia identidad, de modo que la apertura cuestionante es a la vez ubicarse por encima del
ser y reconocer la propia indigencia.
Creo, por otra parte, visto en sentido diacrónico, que el método trascendental del
segundo estrato es la consecuente concentración antropológica de una ontología que se ha
explicitado como crítica. La ontología del símbolo se convierte en búsqueda de las
condiciones de posibilidad de la aceptación de una virtual revelación. El método refleja el
deseo de cuestionar en su raíz más profunda, es decir, de elevar la racionalidad (la
posibilidad de cuestionar) hasta su sentido último. ¿Qué significa que el hombre cuestiona,
por qué cuestiona? Y entonces, la definición del hombre se plantea como pregunta
necesaria, exigida por el método. En este sentido, el camino seguido manifiesta la inquietud
que aparecía en el inicio: la cuestión antropológica –la pregunta por el hombre– implica la
cuestión teológica, y ello de tal manera que el se da a conocer la radicalidad de la
consistencia espiritual del hombre precisamente en su remitir al misterio de Dios, y en ello
al ser como totalidad. Pero esto lo podemos ver con claridad sólo entrando al tema del
sujeto que cuestiona.
Se podría definir al hombre como lo que surge cuando el decir-se de Dios, su Verbo, es
dicho amando en el vacío de la nada sin-dios; y es que Verbo abreviado de Dios se ha
llamado al Logos hecho hombre. La abreviatura, la cifra de Dios es el hombre, es decir, el
Hijo del hombre y los hombres que, en definitiva, son porque el Hijo del hombre había de
existir. Cuando Dios quiere ser no-dios surge el hombre22.
20
«Para una teología del símbolo», en ET IV, 289.
21
«Algunas tesis para la teología del culto al Corazón de Jesús», en EE III, 346.
22
«Para la teología de la encarnación», en ET IV, 143.
Espíritu y Método. Dimensión mística de la teología de Karl Rahner 13
Nótese una vez más, en este pasaje, la estructura simbólica. Dios se dice en lo
distinto de sí. Pero también se señala en una perspectiva descendente lo que más adelante se
especificará en una perspectiva ascendente: el hombre en su realidad más profunda sólo se
explica en su referencia a Dios.
2. El oyente de la palabra
La teología trascendental considera al hombre como un ser radicalmente abierto en
su interrogar a la totalidad del ser y, en ello, al misterio de Dios. La explicitación de sus
estructuras antropológicas constituyen, en este sentido, un primer grado de conciencia
metódica. En el siguiente pasaje las encontramos descritas:
El hombre, a pesar de la finitud de su sistema, está siempre situado ante sí mismo como un
todo. Él puede cuestionarlo todo… Toda respuesta es continuamente sólo el surgir de una
nueva pregunta. El hombre se experimenta como la posibilidad infinita, porque pone
necesaria y continuamente en discusión cualquier resultado alcanzado en la praxis y en la
teoría, lo coloca continuamente en un horizonte más vasto que se abre imprevisiblemente
ante él… El hombre no es la infinitud de la realidad en sí aproblemática y dada de modo
aproblemático; él es la pregunta que, vacía, pero real e inevitablemente surge ante él y que
no puede ser nunca superada por él ni satisfecha de manera adecuada23.
Esto constituye la estructura del sujeto, que es «apriorística, es decir, constituye una
ley anterior que determina lo que puede mostrarse al sujeto cognoscente y cómo lo puede
hacer», mirando «la totalidad del conocimiento espiritual del hombre en el cual existe
realmente tal autoposesión subjetiva cognosente, la reditio completa, el retorno perfecto del
sujeto a sí mismo, como dice Tomás de Aquino. Si nos preguntamos cuáles son las
estructuras apriorísticas de esta autoposesión, debemos decir: quedando firme el hecho de
que tal autoposesión es mediada por la experiencia espacio temporal de los objetos dados
sensiblemente, tal sujeto es radicalmente y de por sí la pura apertura hace todo, hacia el ser
en general»24.
Aquí cabe hacer un par de anotaciones. En primer lugar, que el elemento
constitutivo del método trascendental arriba señalado resulta ser, precisamente, la
conciencia del hombre que ha logrado expresar su conciencia originaria. Métodología y
antropología están unidos radicalmente. Por otro lado, dicha conciencia implica reconocer
que su tematización busca expresar algo común a todo hombre pero anclado en el individuo
23
GdG 42-43 (51).
24
GdG 30-31 (37).
Espíritu y Método. Dimensión mística de la teología de Karl Rahner 14
27
Cf. supra, nota 9.
Espíritu y Método. Dimensión mística de la teología de Karl Rahner 16
Cada acción moral de Jesús tenía valor reconciliador ante la justicia de Dios, en cuanto que
estaba ya íntimamente incorporada a la totalidad de una vida de sacrificio, cuyo punto
culminante fue el sacrificio voluntario en la Cruz al formar un gran todo único con la
muerte en Cruz. Y así cada acción, cada obra, cada disposición de ánimo de Jesús vivía de
su estar dispuesto a la Cruz, era una parte del camino hacia el ara del Calvario, y por eso
complacía al Padre29.
Vemos aquí la función salvífica concentrada en un mecanismo simbólico. La
totalidad de la acción de Jesús se expresa en cada acto. El acto específico, denso de
28
Sería interesante estudiar la común referencia metodológica de lo divino como alteridad en Rahner y en
Lévinas partiendo de su común dependencia de la fenomenología. Cf. M. PURCELL, Mystery and Method: The
Other in Rahner and Lévinas, Milwaukee 1998.
29
«Eucaristía y Pasión», en ET III, 170.
Espíritu y Método. Dimensión mística de la teología de Karl Rahner 17
30
«Para la teología de la encarnación», en ET IV, 140-141.
Espíritu y Método. Dimensión mística de la teología de Karl Rahner 18
La unidad entre la trascendencia y su hacia dónde no puede en verdad ser concebida como
la unidad de dos momentos orientados del mismo modo el uno hacia el otro, sino sólo como
la unidad existente entre lo que funda y dispone libermente y lo que es fundado, como
unidad de la palabra originaria y de la respuesta que es hecha posible por la palabra…
Daremos a ese hacia dónde y de dónde de nuestra trascendencia el nombre de “el misterio
santo”… El hacia dónde de nuestra experiencia de la trascendencia… está siempre presente
como lo indenominado, indelimitable e indisponible… El horizonte infinito…, la apertura –
que nos sustenta– de posibilidades infinitas… no puede denominarse de nuevo con un
nombre que incluyera este hacia dónde entre las realidades que se captan ante él y desde
él… La anticipación de la trascendencia originaria se dirige, por tanto, a lo innominado, lo
cual, de por sí, es originariamente infinito32.
Ahora bien, a esta convergencia asimétrica entre la trascendencia y la realidad
fundante del misterio santo corresponde, a nivel histórico, otra convergencia: la de Cristo.
Si ya se ha reconocido en el movimiento descendente la realidad del Verbo encarnado,
también ha de ser posible –y este es, acaso, el malabarismo más genial y comprometido de
la teología de Rahner– plentear el acontecimiento Jesucristo en una perspectiva
trascendental. Y aquí construye la idea de un Salvador absoluto. En última instancia, ambos
convergen, y es necesario reconocer en la afirmación previa de Jesucristo la posibilidad de
plantear al Salvador absoluto. El Cristo en el que se cree, del que ya se ha hablado, al que
ya se ha reconocido, corresponde a la verificación historia de aquel a quien, una vez que se
busca desde la perspectiva trascendental, se plantea como Salvador absoluto. La tensión
31
GdG 67 (81).
32
GdG 67-71(81-85).
Espíritu y Método. Dimensión mística de la teología de Karl Rahner 19
Notas conclusivas
El camino que hemos seguido, intentando captar en pinceladas fuertes el talante
teológico de un autor, nos ha pintado una visión unitaria y dinámica del hombre y de la
acción de Dios a favor suyo. El doble acercamiento que hemos realizado desde la
perspectiva simbólica y trascendental converge tanto en los elementos metodológicos como
en la antropología y la teología que implica. En su diversidad de aproximaciones deja ver
un impulso fundamental que se identifica con la personalidad de Karl Rahner. Espíritu y
método, persona y ciencia, existencia y trascendencia, se han encontrado. La teología de
Rahner es mística en la raíz misma de la que surge, en la explosión personal, intransferible
como experiencia a la vez que pedagógica en el momento que se comparte por el lenguaje.
Cabe incluir aquí, como conclusión, una nota ante la frecuente denuncia de la
concentración antropológica del autor. Esta concentración es cierta, pero no es necesario
identificarla con un reduccionismo antropológico. Es, más bien, si lo hemos entendido,
resultado del reconocimiento –vuelto conciencia, por lo tanto momento derivado– de la
Espíritu y Método. Dimensión mística de la teología de Karl Rahner 21
dignidad enorme del ser humano. Ser humano que resulta referido a algo distinto y mayor
que sí, que se descubre ulteriormente como su propio fundamento. Refleja, sencillamente,
como buen discípulo remoto de la fenomenología, el movimiento espiritual personal de un
reconocimiento asombrado de la propia conciencia.
En esta misma línea podemos hacer una observación sobre la crítica realizada a
veces al método trascendental por anular el novum de Cristo. Una vez más, la denuncia
tendría valor si el método trascendental no fuera un momento crítico, y por lo tanto
derivado. Pero como ya lo hemos señalado, este carácter segundo de la perspectiva
trascendental responde a la urgencia vivida como inquietud personal de evidenciar la
consonancia entre la oferta irreductible de Dios al hombre y los anhelos más profundos de
todo hombre, incluyendo el hombre moderno. Los valores horizontales que se reconocen
dependen ulteriormente de alguien que ha sido capaz de formular con asombro y precisión
el misterio de Cristo. Rahner, en una línea que la tradición conoce en figuras como Agustín
de Hipona y Anselmo de Canterbury, es capaz de captar con asombro que el anuncio
cristológico que ha recibido tiene perfecta consonancia con las aspiraciones más profundas
de su corazón. Su cuestionamiento interior, profundo y radical, brota de la aparente
antinomia entre la fe y la vida, y no busca otra cosa que evidenciar la compatibilidad.
Con todo, me parece que aquí sigue quedando la mayor dificultad de un método tan
personal que ha podido ser reconocido como místico. Para Rahner, la experiencia
trascendental termina por identificarse con la gracia. ¿No es la sobrenaturalidad reconocida
como existencial un reduccionismo de la gracia? Creo que el reduccionismo es real, pero
una vez más podemos ubicarlo en el planteamiento y la inquietud muy personal del autor:
la comunicación de Dios al hombre no puede considerarse un segundo piso que soluciona la
antinomia entre gracia y naturaleza, sino el nivel más profundo que constituye la realidad y
la realiza como libertad. La dificultad se quiere solucionar en un esquema antropológico
cristológico que reconoce la libertad del hombre creciendo no al alejarse de Dios, sino al
acercarse, de modo que libertad y gracia tienden también a identificarse, dependiendo en
última instancia del reconocimiento asombrado de la gracia en su propia existencia. La
visión unitaria de la historia de la salvación es la búsqueda de la unidad profunda de su
propia identidad, anclada en Dios. Una asimilación unitaria con Dios muy cercana a la de
los místicos tradicionales. Acaso en este sentido podemos dejar su propuesta en el ámbito
Espíritu y Método. Dimensión mística de la teología de Karl Rahner 22
del asombro teológico ante la propia profundidad, a la que se responde con gratitud y
confianza.
El carácter extremadamente personal de la obra de Rahner, con todo y la influencia
que ha tenido, resulta así su gloria y su límite. Es indiscutible que los malos entendidos en
su lectura y las aplicaciones erradas de su sistema en muchos casos se han debido al hecho
de asumir su método sin su equilibrio teológico 36; o, acaso habría que decir mejor, sin el
equilibrio interior, sin haber aceptado el cuestionamiento radical de la fe y de la existencia.
En todo caso, la vivencia espiritual desarrollada, el sensus fidei formado, es requisito para
una buena teología; como para una buena vida de fe.
Una advertencia previa a la última palabra de este trabajo. Nuestro planteamiento ha
pasado por alto necesariamente temas centrales de la teología de Rahner, como su doctrina
de la revelación y la dimensión eclesial de la fe. Sin embargo, esto se explica si
consideramos que nuestro eje de rotación ha sido el método y los dos polos fundamentales
que pone en relación. Revelación y eclesialidad entrarían en el marco de la
autocomunicación de Dios al hombre, el primero, y el segundo se desgloza en el tema de la
historia de las libertades.
Por último, concluyamos insistiendo en el reconocimiento de un estilo
marcadamente personal en la teología de Rahner. Aunque muchos otros asuman su
influencia, difícilmente encontraremos otros escritos como los suyos. Si la Teología es –y
metodológicamente tiene que ser– consecuencia de la fe, la vivencia personal de fe de K.
Rahner –y la posible influencia personal de esa viviencia al compartirse– es lo que
descubrimos en su trabajo: él se ha interrogado sobre su fe. De hecho, su búsqueda
poderosamente especulativa de un fundamento es lo que ha llevado a algunos autores a
clasificar a nuestro autor como un eminente teórico. A este respecto, coincido con Egan en
señalar que esta manera de proceder no se debe a un talante poco práctico o alejado de la
realidad, como el que a veces encontramos en algunos supuestos teóricos, más cercano a lo
lunático que a lo verdaderamente reflexivo, sino al talante reflexivo de un hombre
profundamente comprometido con lo cotidiano de su tiempo. Pero ello no le quita la
densidad a su teoría. La idea no es lo alejado de la vida sino su explicitación consciente, su
formulación, su expresión. En este sentido Rahner hace siempre filosofía dentro de su
36
Cf., por mencionar una constatación reciente, F.A. PASTOR, «Arcani Disciplina. Sobre el pensamiento
teológico de Juan Luis Segundo», en Gr. 83 (2002) 551.
Espíritu y Método. Dimensión mística de la teología de Karl Rahner 23
teología, y podemos compartir con él la pasión por utilizar los instrumentos de la razón
humana y de la palabra para la profundización de la manifestación de Dios. Esto forma
parte de una de las vetas más ricas de la tradición teológica, precisamente la que formuló la
teología como fides quaerens intellectum37.
37
En muchas ocasiones contrastada con una teología afectiva, más ligada a la experiencia y a lo existencial.
Paradójico, porque precisamente Anselmo, el autor de la frase, es en este sentido exquisitamente cordial, en la
línea de una teología agustiniana; el mismo Rahner vincula lo racional y lo afectivo a través de la formulación
consciente de lo vivido. Piénsese, en este sentido, en la insistencia de la gracia como experiencia.