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Rosas y la suma del poder público

En gran medida, la Confederación rosista se consolidó gracias a un


inesperado conflicto entre Salta y Tucumán, sucedido a fines de 1834, que
hizo pensar en una nueva guerra civil. Justamente para evitarla, cuando
las noticias sobre las desavenencias entre ambas provincias llegaron a
Buenos Aires, el gobierno pro-vincial, invocando el Pacto Federal de
1831, designó a Facundo Quiroga para encontrar una salida pacífica.
El caudillo riojano cumplió con éxito su misión, pero al regresar a
Buenos Aires fue asesinado por un grupo armado en el norte de Córdoba
(doc. 6).
{ El asesinato de Quiroga conmovió a Buenos Aires:
Viamonte acusó a los unitarios del crimen y renunció a su cargo. Fue en
ese momento que la Sala de Repre-sentantes, por temor al regreso de la
anarquía, decidió aceptar las condiciones que reclamaba Rosas para volver
a la gobernación y le concedió la suma del poder público por un plazo de
cinco años. ¿Qué implicaba la. suma del poder público? Que Rosas
detentaba la capacidad para sancionar leyes, impartir justicia y castigar
a los infractores de la ley.
¡El restablecimiento del orden y de la paz fue el objetivo del segundo
gobierno de Rosas y, para lo-grarlo, consideró imprescindible no admitir
ninguna oposición. Bajo el calificativo de "unitarios", persiguió a
aquellos que no acordaban con su política y eliminó de la administración,
del ejército y de la iglesia a los disidentes. La causa de la federación
o federalismo se identifico con la de la nación, y la adhesión al régimen
se reflejó en la obligación de usar la divisa punzó, una cinta colorada
que se prendía a la ropa.
Doc. 6 Asesinato de Facundo Quiroga en Barranca Yaco. Óleo de Carlos
( Para mantener el orden, Rosas empleó a la Sociedad Popular Restauradora
(apodada Mazorca) que, formada por un grupo de federales totalmente
leales a su persona, se encargaba de vigilar y castigar a aquellos que no
cumplieran con las normas establecidas por el gobernado Sus reprimendas
podían ir desde un insulto en la calle o en la plaza pública, hasta una
golpiza o el envío a la cárcel. Por supuesto que la presencia de la
Mazorca, y el temor que despertaba en muchos de los moradores de Buenos
Aires, disuadió la realización de manifestaciones públicas en oposición
al rosismo. Asimismo, convenció a muchos de que lo mejor era exiliarse
del país.
Otro rasgo central del rosismo fue su influencia entre los sectores
populares; en la ciudad y en la cam-paña, los trabajadores, los ex
esclavos, los gauchos y los peones se transformaron en sus más ardientes
defenso-res: no solo asistían a las manifestaciones públicas en su apoyo,
sino que también participaban en los comicios electorales, que jamás
dejaron de efectuarse a lo largo de esos años.
Guerra a muerte a los unitarios
"He admitido con el voto casi unánime de la ciudad y de la campaña la
investidura de un poder sin límites [.], lo he considerado absolutamente
necesario para sacar a la patria del abismo de males en que la lloramos
sumergida ..].
Ninguno ignora que una fracción numerosa de hombres co-rompidos [.] ha
introducido en todas partes el desorden y la inmoralidad, ha desvirtuado
las leyes, generalizado los crímenes, garantido la alevosía y la
perfidia. El remedio a estos males no puede sujetarse a formas y su
aplicación debe ser pronta y expe-dita. [.) Que de esta clase de
monstruos no quede uno entre no-sotros, y que su persecución sea tan
tenaz y vigorosa que sirva de terror y espanto a los demás que puedan
venir en adelante ".
Proclama de Juan Manuel de Rosas leída en la ceremonia de asunción de su
segundo mandato. Buehos Aires, 13 de abril

Economía y finanzas en los tiempos de Rosas


Durante la Confederación, Buenos Aires mantuvo su predominio económico
con respecto a las provincias del interior. Para ello, Rosas conservó la
exclusividad de Buenos Aires como puerto de entrada de las mercaderías
extranjeras, el control sobre la navegación de los ríos y el manejo
exclusivo de los derechos aduaneros.
Sin embargo, la riqueza bonaerense se cifró también en la expansión de la
ganadería y en la exportación de sus derivados (cueros, sebo, tasajo y
lana, dirigidos a Francia, Bélgica, Gran Bretaña, Estados Unidos y
Brasil). Así, la base de la prosperidad económica se hallaba en su
campaña, ya que era en las estancias de la provincia donde se criaba
ganado bovino, del cual se extraian carne y cuero. La carne se salaba,
pues al no existir aún una forma de mantenerla fresca, esa era la única
manera en que podía durar un largo tiempo.
Los lugares donde se realizaba el proceso de salado se llamaban saladeros
(doc. 8). En su mayoría estaban ubicados cerca de la ciudad y era también
en ellos donde los huesos y las pezuñas de los animales se hervían para
producir grasa para velas y jabones. A partir de la década de 1840 se fue
desarrollando la cría del ganado ovino, del cual se extraía la lana que
era preparada para la venta en el exterior.
Rosas era muy consciente de las ventajas de la explotación ganadera. Por
eso había emprendido la campaña militar contra los pueblos originarios
luego de haber cumplido con su primer mandato. Asimismo, se manifestó
partidario de la propiedad privada y por
eso propuso la eliminación del sistema de enfiteu sis, implementado
durante la gobernación de Martír Rodríguez. Aumentó de este modo los
cánones de alquiler a quienes no compraran las tierras. En 1838 por
ejemplo, limitó el sistema de enfiteusis a las zonas más alejadas de
Buenos Aires y entregó tierras como premio por servicios prestados al
gobierno.
En relación con la política fiscal de Buenos Aires, desde el inicio de su
segundo mandato Rosas se propuso dos objetivos muy concretos: limitar los
gastos públicos y mejorar la recaudación impositiva. Pero en 1836 el
deseado equilibrio fiscal, es decir, la equiparación entre lo que
ingresaba y lo que salía de las arcas provinciales, no se alcanzó. Por
ello, el gobernador de cidió recurrir a la venta de tierras públicas para
paliar el déficit. Sin embargo, como la situación se repitió al ano
siguiente, tuvo que tomar otra medida. Esta consistió en cancelar gran
parte del presupuesto para las escuelas que se habían fundado durante la
gobernación de Martín Rodríguez, así como en reducir drásticamente el
dinero destinado a la Casa de Expósitos, a la Universidad de Buenos Aires
y a los dos hospitales que funcionaban en la ciudad. A partir de 1840, el
gobierno rosista debió afrontar otro problema: el aumento de los gastos
de guerra por conflictos in-ternos. La salida no fue muy afortunada, pues
se tomó la decisión de emitir moneda sin respaldo y esto generó
inflación.
Con respecto al sistema monetario de Buenos Aires, se basaba en la
coexistencia de papel moneda para las transacciones internas, metálico
para atesorar y documentos llamados letras de pago para el comercio
internacional. Para apuntalar este sistema, en 1836
Rosas reorganizó el Banco de la Provincia de Buenos Aires, que había sido
creado en tiempos de Martín Rodríguez.

Buscando la armonía económica:


la Ley de Aduanas
A comienzos de la década de 1830, entre los federales se desarrolló una
fuerte controversia económica.
Esta comenzó cuando Pedro Ferré, representante de Corrientes en las
negociaciones que culminaron en la firma del Pacto Federal, planteó una
serie de medidas para establecer un régimen económico proteccionista.
Entre las más relevantes se encontraban la protección arancelaria para
favorecer el desarrollo de la industria local y el mercado interno; la
habilitación de otros puertos en el Litoral para el comercio directo con
el exterior y la distribución entre las provincias de los derechos que
recaudaba la Aduana porteña en forma proporcional a su participación en
el comercio del país. No obstante, las medidas de Ferré no fueron
totalmente aceptadas, y Corrientes • quedó por un tiempo fuera del Pacto
Federal.
Aunque a lo largo de los años el gobernador de Buenos Aires rechazó
compartir los ingresos de la Aduana porte: ña, intentó por dos vías
compensar el desequilibrio entre su provincia y las del interior. Una era
el otorgamiento de subsidios a las provincias a fin de que pudiesen hacer
frente a su déficit fiscal. Pero esa política reforzaba aún más su
dominio sobre las provincias beneficiadas. Por otra par-te, a comienzos
de su segundo mandato, Rosas propuso la sanción de una Ley de Aduanas que
establecía el incremento de los aranceles de algunos productos
manufacturados extranjeros. Asimismo, prohibía la importación de aquellos
que se fabricaban en el país. La mayoría de esas
Doc. 9 Antes de la sanción de la Ley de Aduanas los ponchos que usaban
muchos de los gauchos de la campaña bonaerense eran fabricados en
Gran Bretaña. La ley sancionada por Rosas prohibió la importación de esos
artículos textiles.
importaciones eran productos industriales ingleses y objetos de lujo
elaborados en Francia.
De este modo, desde su implementación se gravaron con el 35% muebles,
espejos, calzado, carruajes, vino, aguardientes, guitarras, baúles,
látigos, frazadas y man-tas; con el 50%, cervezas, fideos y sillas de
montar, por ejemplo. Dentro de las prohibiciones se encontraban las
manufacturas de hierro y de latón, ponchos ((loc. 9), peines, cinchas,
lazos, bozales, rebenques y demás acce sorios para el caballo.
Igualmente, quedó prohibida la importación de cebada, porotos, arvejas y
otras legumbres; así como manteca, trigo, harinas, rejas de arado y otros
artículos que el país producía en cantidad necesaria. La entrada de
productos por vía terrestre era libre, con excepción del tabaco y la
yerba mate del Paraguay.
La Ley de Aduanas fue el intento más sistemático para armonizar los
intereses económicos de Buenos Aires con los del interior. Permitió la
reactivación de la agricultura, de las industrias del cuero, textil, de
metales, de maderas y vitivinicola. Además, fortaleció la imagen política
de Rosas como defensor de los intereses nacionales.
El proyecto económico federal
"El enfoque federal de los problemas económicos difería del unitario [].
El partido reconocía la existencia de intereses económicos divergentes en
las distintas provincias y se abstuvo de defender cualquier política
económica que supusiera uniformidad de desarrollo económico en todo el
país [.]. Libres de doctrinas abstractas, prácticos en sus mêtodos y
objetivos, se mantenían en estrechos contactos con la realidad econômica
y social. En la provincia de Buenos Aires [el federalismo buscaba la
continua expansión de la industria ganadera [...]. Postulaba la
incorporación de nuevas tierras y la expansión territorial hacia el sur
[.]. Además, prometía la expansión del comercio exterior y tampoco se
desinteresaba de la agricultura e industrias locales".
Burgin, Miron. Aspectos económicos del federalismo
argentino. Buenos Aires, Hachette, 1960.

Cultura y rosismo
Desde la Revolución de Mayo, las expresiones culturales de los habitantes
del campo y de la ciudad fueron cambiando. Así, por ejemplo, a las
tradicionales fiestas del calendario religioso se fueron sumando los
festejos cívicos. Las plazas de las ciudades y de los pequeños pueblos
comenzaron a ser el escenario de bailes, juegos y discursos compartidos
entre la población para conmemorar el aniversario del 25 de Mayo, de una
batalla o de la Declaración de la Independen-cia. Sin embargo, estas
fiestas eran una porción de las prácticas culturales de tono popular que
se desarrollaban en aquella época. La asistencia al teatro, reunirse en
pulperias para tomar una ginebra o matear alrededor de un fogón, cantar y
bailar al son de una guitarra (doc. 12) fueron otras expresiones de la
cultura popular durante el rosismo.
Las expresiones culturales populares tuvieron una contracara que emanó
directamente de los sectores. acomodados de Buenos Aires. Fueron estos
hombres y mujeres los que prefirieron continuar con la tradición de las
reuniones literarias, la redacción de materiales escritos, el debate de
ideas en las residencias o en ciertos cafés. Sin embargo, llegado el
momento tales prácticas se acotaron, pues Rosas consideró que se oponían
al espíritu federal y sus nociones de orden y uniformidad. Pero aquellos
que ante el peligro o las prohibiciones decidieron tomar el rumbo del
exilio continuaron practicándolas.
Doc. 12 Cielito. Obra realizada por Carlos Pellegrini en 1835.
La Generación de 1837
Uno de los grupos más relevantes que se formaron a la sombra de la
experiencia rosista fue la llamada Generación de 1837. Esta se encontraba
compuesta por un grupo de jóvenes formados en la Universidad de Buenos
Aires durante la década de 1820. Eran liberales influidos por el ideario
del Romanticismo y también por cierto nacionalismo. En sus comienzos,
estos jóvenes estaban muy interesados en cuestiones literarias y
estéticas, e incluso buscaron consolidarse como la élite cultural de
Rosas. Sin embargo, el Restaurador de las leyes los des-preció; así, esos
jóvenes derivaron su pensamiento hacia los problemas políticos del país y
terminaron por formar una asociación política contra Rosas.
Esteban Echeverría fue el líder de esta juventud ilustrada cuyas figuras
más destacadas fueron Juan Bautista Alberdi, Vicente Fidel López y Miguel
Cané. Marcos
Sastre habilitó la trastienda de su librería para las discusiones
literarias y surgió así el Salón Literario, que pasó del debate cultural
al político.
La Mazorca comenzó a vigilar sus actividades hasta que disolvió el Salón
por sus críticas al gobierno. En 1838, rechazados y decepcionados con el
orden rosis-ta, fundaron la Asociación de la Joven Generación Argentina,
que organizó la oposición a Rosas en el interior del país: Vicente Fidel
López actuaría en Córdo-ba, Domingo Faustino Sarmiento en San Juan y
Marco Avellaneda en Tucumán. Su objetivo principal fue liderar la
oposición a Rosas a partir de la síntesis de los postulados federales y
unitarios bajo el lema: "Mayo, progreso, democracia".
Rosas los persiguió, prohibió su asociación y los obligó a emigrar. En
Montevideo y Santiago de Chile maduraron su pensamiento y su acción
política contra lo que consideraban una dictadura. Buscaron en el pasado
los rasgos de la nacionalidad argentina y elaboraron un proyecto nuevo de
país, tratando de conciliar la realidad argentina con los modelos
europeos.

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