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EL CORTARRAMAS Y YO.

Era una hermosa tarde de verano, allá en mi distrito de La Brea, rodeada de hermosas playas y
donde observamos el último atardecer de América latina. Mis padres y yo caminábamos por la
playa para admirar ese espectacular paisaje sin igual. Yo estaba feliz porque al día siguiente
iríamos a conocer un atractivo turístico de Negritos: el bosque petrificado. Me sentía muy
emocionado pues siempre había escuchado hablar de él pero nunca había ido.

Al día siguiente, me levanté muy temprano para alistar mis cosas y vivir una gran aventura.
Salimos a las nueve de la mañana, pues solo está a unos 10 minutos de Negritos. Al fin
llegamos al bosque petrificado y grande fue mi sorpresa al observar este impresionante lugar,
es como si el tiempo se hubiera detenido. Hay restos fósiles de árboles que datan de siglos
atrás.

Mientras caminábamos, observando estas maravillas, encontré un pajarillo de color gris


ceniza , de alas y cola más oscuro, con marcas blancas, además, tiene el pico
relativamente corto y poderoso, de punta algo redondeada y con bordes levemente
aserrados. Sí, se trababa del ave emblemática de mi provincia y mi distrito: El
cortarramas. Tenía el ala rota. En ese momento me di cuenta que su herida había sido
provocada por una piedra que le arrojaron.
Por suerte, cada vez que viajamos, siempre llevamos nuestro botiquín de primeros
auxilios. Con ayuda de mi padre, curamos sus heridas. En ese momento, recordé por
mis clases de historia, que esta ave se encuentra en peligro de extinción. Entonces,
decidimos llevarla a casa para cuidar de ella hasta que sanara su herida y pudiera
volar. Todos los días la alimentaba con hojitas y fruta. Con el trascurrir de los días me
fui encariñando con ella, pero sabía muy bien que no podía quedármela porque esta
ave cortarramas es patrimonio natural de nuestro país.
Finalmente, llegó el penoso día en que debíamos regresarla a su hábitat natural: el
bosque. Me sentía muy preocupado porque sabía que, haberla curado, no resolvía el
problema de la caza indiscriminada. Por ello, decidí promover su cuidado y
conservación a través de las redes sociales. Todos en mi colegio decidimos fomentar
una campaña de protección de nuestra ave representativa. Desde aquel momento me
sentí feliz y orgulloso de haber ayudado a cuidar la naturaleza.
Fin.

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