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Elementos necesarios:
- Vela
- Copia del Salmo para cada miembro del grupo
A. Parte teórica
1. Para entender la práctica religiosa judía
2. La oración de un pueblo.
Así era la vida del pueblo judío:
- El templo de Jerusalén centralizaba todo el culto y a él se peregrinaba con
relativa frecuencia.
- En los pueblos principales había sinagogas donde se reunían cada sábado para
escuchar la Sagrada Escritura.
- Los salmos surgen para ser usados en estas celebraciones de las sinagogas y
son, fundamentalmente, oraciones personales y colectivas.
Salmo 26
CONFIANZA ANTE EL PELIGRO
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?
El me protegerá en su tienda
el día del peligro; me esconderá en lo escondido de su morada, me alzará sobre
la roca; y así levantaré la cabeza sobre el enemigo que me cerca; en su tienda
sacrificaré sacrificios de aclamación: cantaré y tocaré para el Señor.
Este salmo se coloca en labios del rey para renovar la confianza en Dios cuando el
enemigo está asediando al propio ejército. Podemos rezarlo cuando estamos en
alguna dificultad. Su fuerte símbolo de entrada (el Señor es luz) y sus palabras te
consolarán y te llenarán de sentido cuando te encuentres en medio de las tinieblas y
la oscuridad.
- Hacemos el eco del salmo repitiendo las palabras que más nos hayan tocado el
corazón, repasamos en silencio el salmo y repetimos lo que más nos llegue, por
ejemplo, “no tiemblo…”, “espero gozar de la dicha del Señor en el país de la
vida…”, “Él no me abandonará…”
- En este momento nos acordamos de hombres y mujeres que, como Jesús,
sufren persecución injusta, por ejemplo nuestros hermanos en la fe que viven
en medio de sufrimientos en el Oriente Medio… Y ponemos el salmo en los
labios de estas personas, de los hombres y mujeres que sufren grandes
dificultades.
- Hacemos silencio, le damos gracias a Dios y apagamos la vela
Salmo 26
Cuando me asaltan los malvados para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen.
Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.
Una cosa pido al Señor,
eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando
su templo.
El me protegerá en su tienda
el día del peligro; me esconderá en lo escondido de su morada, me alzará sobre la roca; y así levantaré la
cabeza sobre el enemigo que me cerca; en su tienda sacrificaré sacrificios de aclamación: cantaré y tocaré
para el Señor.
No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones, Dios de mi
salvación.
No me entregues a la saña de mi adversario, porque se levantan contra mí testigos falsos, que respiran
violencia.
Salmo 26
Cuando me asaltan los malvados para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen.
Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.
No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones, Dios de mi
salvación.
No me entregues a la saña de mi adversario, porque se levantan contra mí testigos falsos, que respiran
violencia.