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Ojos, que no les costaría pasarse por perlas negras.

Cabello, que sigue como río calmo su hermosa ondulación.


Ese ser de cierta mirada hostil que el soñador deja con cada palabra, que deseos de
abrazar fuerte su carne y morder sus suaves ???? incitan al placer de la culpa.
Ay… de todo aquel que piensa en volver a sus deseos o de estar con él en el pasto.

En el luminoso hilo de mi vigilia, palpando los picudos bordes del sueño. Soy estrangulado
por dos juicios de dedos fuertes, que me elevan hasta el cesar de sus fuerzas para llegar
con debilidad a la decisión. Que uno mata al otro y ambos están en busca de su suerte.
Terco iré en tono fruncido hasta las últimas dolencias de mis decisiones y muerto estaré con
cualquier azar que el amor condone. De una u otra manera solo me veré, si resbaló entre
manos de besos o alegrías o de descansos o des desvelos.

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