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Bitácora 5:

Jairo Flores C.

El piropo: psicoanálisis y lenguaje.


Jacques-Alain Miller

“El rasgo más notable del piropo, con su carácter indirecto, es, quizás, que no vacila en hacer
jugar el sinsentido con relación a la significación, y que ese sin sentido, curiosamente, atrae
significaciones mucho más amplias y frescas que las que la descripción pura y simple podría
proporcionar.”

“¿De qué está hecha la lengua? La lengua, cuando se sigue lo que dice la etimología, solo
está hecha de agudezas.”

“Lo que distingue fundamentalmente el lenguaje animal del humano es que el así llamado
lenguaje animal nunca es equívoco, mientras que esta equivocidad es constitutiva tanto de la
lengua española como de la lengua francesa y de todas las lenguas en que un pueblo condensa
las experiencias, se puede decir, individuales, que le interesaron.”

“Hay que estar tan alejado de la mujer como un positivista lógico para imaginarse que el
lenguaje tiene como función esencial describir de modo exacto la realidad.”
El lenguaje no es lenguaje sin equívocos, quizás, eso solo sea: equívocos. Así pues, el
lenguaje objetivo es la pesadilla de todo poeta que en su afán no sabe de su oficio ni de una
crítica asertiva y tan sencilla como decir: El lenguaje, sin pedirle nada, es alusión. El
psicoanalista, Jacques, intenta dilucidandonos la forma en que estudió y vió a Lacan. Jacques
para esto va a utilizar el piropo en tanto un tipo de agudeza. El piropo, por así decirlo, se
identifica por un cumplido “ofensivo”, una invitación que se da para ser rechazada, casi
como un gesto vacío. El carácter del piropo que parece una cosa muy insignificante en la
bastante, en un sin número de cosas que podemos hacer con el lenguaje, es la herramienta
para abordar al lenguaje. Así como en el piropo, el lenguaje corre una suerte semejante, por
no decir idéntica; llena de equívocos, fallos y malentendidos. Todo siempre por el Otro, El
gran otro. El lenguaje es su forma, hay que decirlo, esencial tiene, por requerimiento, que ser
ambiguo o equívocos, jamás en las redes de la correlación perfecta, algo casi parecido al
milagro con el que sueñas los positivistas lógicos, un lenguaje sin equívocos y suficiente para
un perfecta descripción de la realidad. El sentido también está en peligro, ya que no es más
que un gesto lúdico su sustento, el juego de los significantes, no vale la pena, por ende, hablar
de sentido sino como una forma de conjunto de agregado o faltas de significante en la
palabra. “el sin sentido es precisamente creador de significación”, aquello dice Jacques en el
texto, que es la descripción del lenguaje sin un trato especial o artificial; en el sinsentido se
encuentra los ofrecimientos más directo y llenos de explicites. El lenguaje es una agudeza,
repito, sancionada, si es lograda, por el Otro. Cuando nosotros hablamos desconocemos antes
de que se nos diga que dijimos, hay una brecha entre lo que quiero decir y lo que digo; el
significante no está a merced del significado, más bien, el significado es una abstracción,
espero se me pueda perdonar la sentencia. Esto es debido a la metáfora y a la metonimia
insalvable de nuestros discursos, el sentido nos rebalsa; así pues, hay una impáz entre lo que
queremos, sin sentido de comunicación, y hacemos. En el momento que se utiliza el lenguaje,
los dos grandes organizadores, metáfora y metonimia, captaron el mensaje, junto a otros
factores más, haciéndolo imposible de atribuir a una constatación como fin último del
lenguaje. El lenguaje, en última instancia, habla más que nosotros.

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