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I.

El desarrollo económico y la introducción de innovaciones

Para empezar, debemos reconocer como la innovación se ha convertido en uno de


los pilares fundamentales para mantener sostenible la economía actual, sin
desconocer como estas pequeñas economías emergentes, le aportan al PIB
alicientes, tendientes a mejorar los presupuestos anuales, aportando así, un
salvavidas a los gobiernos, y aportando a las regiones a través de la
descentralización, pequeños dividendos y avances tecnológicos, propiedad
intelectual y nueva normatividad. Es así como las pequeñas empresas que aportan
estudios y financiación, para poder sobrevivir a gran cantidad de competencias, que
existe en el mercado, es por ello que nacen innovadores para mejorar el desarrollo
económico y social. No es suficiente el dinamismo que el Estado y los grupos
empresariales emplean a diario, para hacer crecer la economía, en los diferentes
procesos productivos concretos. De ahí la importancia, cada vez mayor, de los
sistemas territoriales de innovación.

Ahora bien, abarcando un contesto macro, hay que tener en cuenta, actividades
reales combinan la utilización de insumos procedentes de los diferentes sectores
con lo que la recolección de información estadística sectorial no suele representar
de forma adecuada lo que ocurre en los diferentes sectores que combinan materias
primas, recursos naturales, insumos, maquinaria, instrumentos y servicios.

Las innovaciones tecnológicas han estado siempre en el origen de las revoluciones


de los procesos productivos. La incorporación de nuevas técnicas supone
modificaciones en los sistemas de fabricación, las cuales conducen a incrementos
de productividad y reducción de costos que, a su vez, repercuten favorablemente
en el potencial de demanda.

II. La transición hacia las formas de producción flexible

Como es bien conocido, la crisis económica que se desencadenó en los países


centrales a partir de los años setenta del siglo pasado, constituye el momento de
quiebra o agotamiento relativo del modelo de crecimiento de posguerra en dichos
países. Entre los factores básicos que impulsaron dicho modelo de crecimiento
figuran un régimen de acumulación caracterizado por una política económica de
corte keynesiano, orientada a la expansión de la demanda agregada y un sistema
de producción basado esencialmente en la gran empresa industrial, las economías
de escala internas a la empresa, la organización taylorista del trabajo y la
concentración de las actividades en torno a grandes ciudades o núcleos urbanos.

Al combinar los principios de la “organización científica del trabajo” con el incentivo


al consumo de masas, este régimen de acumulación intensiva posibilitó una
interacción positiva entre la transformación de las condiciones de la producción y
del consumo. Nace El modo de regulación (o conjunto de procedimientos y formas
sociales e institucionales capaces de garantizar la estabilidad de dicho régimen de
acumulación) países de la posguerra se ven atraído hacia este, implementando, En
la base tecnológica y energética de ese modelo de desarrollo, la disponibilidad de
un “factor clave” abundante y barato como el petróleo (Pérez, 1986) expandiéndose
(petroquímica, sector automotriz, construcción naval, construcción de carreteras y
otros)

En los países centrales, la crisis económica que se desató desde fines de los años
sesenta como consecuencia de la quiebra del modelo de desarrollo fordista (El
modelo fordista tiene como objetivo central lograr que los aumentos en la
productividad, resultado de la organización científica del trabajo, fueran
acompañados, por un lado, del crecimiento de las inversiones financiadas por las
ganancias y, por otro, del crecimiento del poder adquisitivo de los asalariados) pero
dicho modelo se derivó en situaciones de estancamiento con inflación, caída de la
productividad y agotamiento de los sectores industriales, todo lo cual llevó a las
grandes entidades bancarias a la búsqueda de colocaciones financieras en otros
mercados externos, a su vez, se desarrollan problemas de sobreendeudamiento
externo de los países en desarrollo.

Durante los años setenta los ritmos de crecimiento económico promedio en los
países en desarrollo fueron superiores a los del mundo desarrollado, aunque dicho
crecimiento, con la excepción de algunos nuevos países industrializados asiáticos,
seguía basándose en el viejo modelo primario exportador extensivo, de escaso valor
agregado interno, o en la aplicación de un modelo de industrialización sustitutiva de
importaciones con notable penetración de empresas transnacionales extranjeras y
orientado básicamente hacia los segmentos de mercado interno con mayor
capacidad adquisitiva.

De esta manera, para algunos países en desarrollo, el acceso a esa financiación


“fácil” durante los años setenta, retrasó el enfrentar los cambios sustantivos que se
estaban dando en las nuevas formas de producción y organización empresarial en
los países centrales ante la quiebra del modelo de desarrollo fordista.

Sin embargo, a partir de los años setenta y durante la década siguiente, comenzaron
a presentarse cuestionamientos diversos a las prácticas fordistas. De un lado, hay
que citar el cambio de rumbo en la trayectoria del progreso tecnológico, con una
tendencia marcada hacia formas productivas más flexibles, esto es, con mayor
capacidad de adaptación por parte de la oferta productiva a la diferenciación y
fragmentación existentes en la demanda; un mayor compromiso respecto a la
calidad de los productos; y una organización técnica y de gestión de la empresa
mucho más eficientes, al poder vincular informáticamente todas las fases del
proceso económico en una misma unidad de tiempo real. De otro lado, se encuentra
la creciente pugna competitiva derivada de la mayor internacionalización y apertura
externa de las economías, junto al fuerte dinamismo exportador mostrado por Japón
y los nuevos países industrializados del Sudeste Asiático, entre otros competidores
presentes en el escenario internacional.

Igualmente, la intensificación de la presión sindical en favor de mejores salarios, en


especial en las grandes empresas, así como la quiebra del sistema monetario
internacional diseñado en (Bretton Woods, El principal objetivo de este sistema
fue poner en marcha un Nuevo Orden Económico Internacional y dar estabilidad a
las transacciones comerciales a través de un sistema monetario internacional, con
tipo de cambio sólido y estable fundado en el dominio del dólar.

Los acuerdos de Bretton Woods hacen referencia a las decisiones tomadas en la


convención que en julio de 1944 reunió a 44 países con el fin de establecer un nuevo
modelo económico mundial de posguerra donde se fijarían las reglas de las
relaciones comerciales y financieras entre los países más industrializados.

III. El contexto sistémico de la productividad y la competitividad

La introducción constante de innovaciones tecnológicas y organizativas en la base


productiva constituye, como se ha señalado, un elemento determinante del
incremento de la productividad y la competitividad. En realidad, es en los niveles
microeconómico y meso-económico donde se encuentran hoy los principales
desafíos de la revolución tecnológica y organizativa, La creciente globalización
económica, el grado de exposición externa de las diferentes economías y las
mayores exigencias de la pugna competitiva en los diferentes mercados, no hacen
sino acentuar la necesidad de innovaciones o adaptaciones en estos niveles.

IV. Los servicios de desarrollo empresarial

Información empresarial (Acceso a información relevante para el desarrollo de


actividades empresariales. Bases de Datos de interés empresarial. Servicios de
Atención Personalizada para micro y pequeñas y medianas empresas)

Capacitación en gestión tecnológica (Con el fin de mejorar la cualificación de la


empresa en la gestión de los procesos tecnológicos concretos).

Apoyo a la innovación productiva (Asesoría y realización de diagnósticos


especializados sobre innovaciones de producto y proceso; Conocimiento de
materiales, semillas, insumos, etc.; Diseño de producto; Imagen de marca;
Certificación, normalización y control de calidad; Análisis de impactos ambientales,
Envase y embalaje; Seguridad industrial, etc.)

Comercialización y apoyo a la exportación (Facilitar la información de mercados de


insumos y destino; Acceso a canales de comercialización y mercados externos a la
región; Capacitación en Comercio exterior; Organización de Ferias, etc.)

Cooperación empresarial y creación de empresas (Fomentar la cooperación entre


microempresas y pymes, alentar alianzas estratégicas empresariales y promover la
creación de nuevas empresas; Bolsas de subcontratación de empresas; Promoción
de redes de empresas; Creación de “viveros” o incubadoras de empresas; etc.).
Asesoramiento financiero (Asesorar a las Mipymes en el acceso al crédito,
diferentes productos financieros y realización de los proyectos de inversión)

V. Estrategias de desarrollo económico local: objetivos y políticas

La sustentabilidad ambiental y el logro de los equilibrios macroeconómicos básicos


son, por tanto, exigencias que obligan a tener en cuenta, de un lado, los previsibles
impactos de las diferentes actividades de producción o consumo en su relación con
el medio natural, así como la incorporación de una visión del medioambiente como
activo de desarrollo y; de otro, a prestar la atención debida al mantenimiento de un
marco de estabilidad macroeconómica, lo cual es condición necesaria, aunque no
suficiente, para el logro del crecimiento y el desarrollo económico.

Por otra parte, desde el punto de vista del empleo, cabe señalar el impacto de la
introducción de innovaciones tecnológicas en el sentido de provocar una
modificación de contenidos y cualificaciones de los recursos humanos, así como
una alteración sustancial de la organización del trabajo, las políticas orientadas a la
creación de empleo no pueden limitarse a seguir dependiendo de las políticas de
crecimiento económico, requiriéndose políticas proactivas específicas para la
generación de empleo productivo.

La importancia de la “flexibilización” de los sistemas productivos debe entenderse,


pues, como la capacidad de adaptación a los cambios surgidos de su entorno, lo
cual afecta a múltiples aspectos involucrados y no tan sólo a la simple reducción de
las plantillas de personal, la limitación salarial o la búsqueda de mano de obra más
barata, como suele plantearse en las visiones estrechas del pensamiento
conservador.

VI. El enfoque del desarrollo económico local

Cuando se habla de estrategias de desarrollo económico, el planteamiento


convencional suele visualizar, mayoritariamente, procesos secuenciales vinculados
a la industrialización, terciarización y urbanización, los cuales son asimilados al
avance de la “modernización”. El surgimiento de dichas iniciativas de desarrollo
económico local ha dependido esencialmente de los agentes territoriales, mediante
la concertación de esfuerzos diversos, son factores decisivos en estas iniciativas de
desarrollo local, para las cuales es también fundamental la concertación estratégica
entre los actores socioeconómicos locales (gobiernos provinciales y municipales,
asociaciones de empresarios, entidades financieras, centros de consultoría para
empresas, universidades e institutos.

El desarrollo económico local puede definirse, por tanto, como señala la


Organización Internacional del Trabajo, como “un proceso de desarrollo participativo
que fomenta los acuerdos de colaboración entre los principales actores públicos y
privados de un territorio, posibilitando el diseño y la puesta en práctica de una
estrategia de desarrollo común a base de aprovechar los recursos y ventajas
competitivas locales en el contexto global, con el objetivo final de crear empleo
decente y estimular la actividad económica” (Rodríguez-Pose, 2002).

A lo largo de las últimas décadas, la introducción de las nuevas tecnologías y la


incorporación de valor agregado de “conocimiento” a las diferentes actividades
económicas ha ido haciendo cada vez menos útil la clásica distinción entre sectores
económicos.

La existencia de capacidad empresarial innovadora a nivel local es, quizás, el


elemento más decisivo para liderar el proceso de desarrollo y movilizar los recursos
disponibles. La carencia de este componente fundamental para el desarrollo obliga
a su “construcción social”. De ahí la necesidad de estimular las actitudes creativas
e innovadoras desde la base misma del sistema escolar en relación con los
aspectos específicos del territorio y medio ambiente concretos.

En desarrollo económico local, se pueden distinguir varias dimensiones:

• Económica, en la cual, los empresarios locales usan su capacidad para


organizar los factores productivos locales con niveles de productividad
suficientes para ser competitivos en los mercados.

• Formación de recursos humanos, en la que los actores educativos y de


capacitación conciertan con los emprendedores locales la adecuación de la
oferta de conocimientos a los requerimientos de innovación de los sistemas
productivos locales.

• Socio-cultural e institucional, en la que los valores e instituciones locales


permiten impulsar o respaldar el propio proceso de desarrollo.

• Político-administrativa, en la que la gestión local y regional facilitan la


concertación público-privada a nivel territorial y la creación de “entornos
innovadores” favorables al desarrollo productivo y empresarial.

• Ambiental, que incluye la atención a las características específicas del medio


natural local, a fin de asegurar un desarrollo sustentable ambientalmente.

VII. La heterogeneidad del sistema económico mundial y la importancia de la


producción interna.

En el transcurso de las últimas décadas, las economías y sociedades de los países


desarrollados y en desarrollo vienen conociendo, a distinta escala y con diferente
intensidad, procesos de cambio estructural de amplitud y profundidad
considerables. Se trata de una nueva fase de reestructuración tecnológica y
organizativa que afecta tanto a las formas de producción, organización y gestión
empresarial, como a la propia naturaleza del Estado y regulación socio-institucional,
así como al funcionamiento eficiente de cualquier tipo de organizaciones, públicas
o privadas.

Dicha fase de reestructuración tecno-económica y organizativa constituye un


profundo proceso de cambio social, institucional y cultural, en el que hay que
identificar la introducción de innovaciones tanto incrementales como, sobre todo, de
carácter radical, que abren nuevos horizontes en lo relativo a los óptimos de
producción y funcionamiento competitivo, alentando la emergencia de nuevos
sectores y actividades económicas y el declive de otros sectores “

Así pues, los factores que, en último término, están removiendo radicalmente la
base productiva de los diferentes sistemas económicos territoriales, se refieren,
entre otros:
• Al tránsito hacia nuevas formas de producción más eficientes, que concretan
la actual revolución tecnológica y de gestión “posfordista”.
• La introducción de la microelectrónica, que ha posibilitado la vinculación de
las diferentes fases de los procesos económicos trabajando en la misma
unidad de tiempo real.
• La renovación incesante y rápida de productos y procesos productivos,
acelerando notablemente los ritmos de obsolescencia técnica y amortización
de los activos físicos.
• La existencia de cambios radicales en los métodos de gestión empresarial.
La identificación más precisa de la segmentación de la demanda y la
promoción de la diversificación productiva según la existencia de diferentes
nichos de mercado.
• La importancia de la calidad y diferenciación de los productos como
estrategia de competitividad dinámica.

VIII. La importancia de la pequeña empresa

En un contexto de mercados abiertos, las pequeñas empresas pueden ser


competitivas:

a) Si avanzan en su especialización, es decir, si concentran el conocimiento


productivo (tanto tecnológico como comercial u organizacional) en un rango
específico de problemas, logrando ventajas de costes y liderazgo innovador.
b) Si operan al mismo tiempo en un contexto de cooperación, esto es, aceptan
incrementar el coste vinculado a la especialización porque están seguras de
encontrar otras empresas poseedoras de una especialización
complementaria en el agrupamiento territorial de empresas.
c) Si las externalidades positivas de todo ello favorecen la cohesión del
“cluster”, evitando que las empresas actúen de espaldas al mismo, y
permitiendo la entrada de nuevas iniciativas y empresas eficientes e
innovadoras (Bianchi, 1996).
Es así, como la importancia y la mayor fragilidad del tejido de empresas de pequeña
dimensión en los diferentes sistemas locales, se hace necesario asegurar la
introducción de innovaciones tecnológicas y organizativas en los diferentes
territorios, para lo cual la elaboración de las políticas de formación profesional y de
innovación tecnológica deben ser necesariamente descentralizadas.

Para ello, la descentralización del Estado necesita incluir contenidos sustantivos en


términos de desarrollo económico, a fin de dotar a las políticas de horizontalidad,
selectividad, territorialidad y capacidad de concertación estratégica entre actores
sociales.

Pero no se trata, pues, en el diseño de las políticas públicas, de insistir solamente


en actuaciones meramente compensatorias o asistenciales, o de mejorar la
orientación de las ayudas hacia los grupos más desfavorecidos para asegurar que
las políticas redistributivas les lleguen efectivamente.

La globalización ha ayudado, pues, a un “redescubrimiento” de la dimensión


territorial ya que ha sido detonante de una redistribución general de la actividad en
el territorio, de un lado, al mismo tiempo que las diferentes actividades productivas
territoriales y sistemas locales de empresas perciben ahora con mayor nitidez la
exposición ante un escenario lleno de exigencias en términos de eficiencia
productiva y competitividad.

La internacionalización económica se refiere al conjunto de intercambios de


materias primas, productos acabados y semiacabados, servicios, dinero,
información, personas.

IX. Territorio y desarrollo

Todas las actividades productivas, ya sean de carácter primario, industrial o de


servicios, en los diferentes territorios, están obligadas a introducir los componentes
de innovación tecnológica y de gestión apropiados, para lo cual se requieren
adaptaciones sociales, institucionales y políticas, ya que el mercado no garantiza la
realización de tales procesos, siendo obligada la intervención inteligente para
facilitar los procesos de innovación y cualificación de los recursos humanos, Por
otro lado, las empresas no compiten en el vacío, sino en un determinado entorno
territorial, de cuya calidad y adecuación dependen de forma decisiva los niveles de
eficiencia productiva y competitividad de las actividades empresariales.

Así mismo, cuando el tejido empresarial está compuesto mayoritariamente por


pequeñas empresas y microempresas, el acceso a la oferta de servicios de
desarrollo empresarial no está en absoluto asegurado. Esto es, dicho mercado no
está “construido” territorialmente para este tipo de empresas, dificultando con ello
sus procesos de transformación y modernización.

Nivel microeconómico (de la actividad productiva y empresarial), así como


intermediar desde el nivel mesoeconómico para el diseño de políticas e
instrumentos y, sobre todo, para impulsar la creación de la institucionalidad local
para el desarrollo económico de forma concertada con los diferentes actores
sociales territoriales. Adicionalmente, el desarrollo exige también alentar la
capacidad social de concertación estratégica entre actores sociales en el nivel
metaeconómico a fin de dotar a dicha estrategia de una orientación integrada y
actuar también en el cambio de los valores culturales para asegurar la creatividad y
el emprendimiento en los diferentes ámbitos locales.

X. Economía Naranja

La economía naranja es un modelo de desarrollo enfocado en la diversidad


cultural y la creatividad, para incentivar la creación, producción y distribución de
bienes y servicios culturales y creativos, que se pueden proteger por los derechos
de propiedad intelectual.

De esta manera las empresas del sector cultural como las artes escénicas, visuales,
el turismo, patrimonios culturales, educación, gastronomía, artesanías, medios
digitales, diseño, publicidad, editoriales, la música, el cine, la televisión, video y
radio, entre otros, pueden optar por los múltiples beneficios que cuenta el modelo
de desarrollo economía naranja.

Por esta razón, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estableció el concepto


de economía naranja, que agrupa las actividades económicas fundamentadas en la
producción y distribución de bienes y servicios de carácter cultural y creativo, con el
objetivo de proteger la propiedad intelectual, desarrollar el potencial económico del
sector y generar condiciones rentables y dignas para quienes lo conforman.

En Colombia, la economía naranja está integrada por tres categorías: artes y


patrimonio, industrias culturales y creaciones funcionales y nuevos medios y
software de contenidos. Todas ellas, según Procolombia, apalancaron el
crecimiento del sector cultural 5.5 % anual entre 2005 y 2017, y generaron 23 %
más de empleos que el sector minero energético en 2017.

Colombia actualmente ocupa el puesto 63 a nivel mundial y el número 5 a nivel


Latino América, seguido de Chile, Costa Rica, México e Uruguay. Según el ranking,
el país se destaca por su desarrollo tecnológico en los servicios gubernamentales,
sostenibilidad ambiental, herramientas facilitadoras de apoyo al financiamiento,
utilización de tecnologías de punta entre otras. Sin embargo, cuenta con debilidades
en su sistema educativo, apoyo a industrias creativas en las pequeñas empresas,
inversión en proyectos de investigación, desarrollo de patentes, entre otras. (Cornell
University, INSEAD, & WIPO, 2018).

Con respecto al panorama actual de este sector, el Gobierno nacional instituyó el


Viceministerio de Creatividad, que hoy está pensando en políticas, programas,
marcos regulatorios e incentivos económicos para emprendedores. También está
buscando que estas propuestas sean viables, generen empleos formales, paguen
impuestos y aporten al producto interno bruto (PIB) del país.

Ahora bien podemos contextualizar de lo anterior, que los gobiernos aprenden de la


globalización y descentralización, estrategias económicas para amortiguar los
déficit fiscales, apuntándole a nuevas propuestas desde el desarrollo económico
local, es así como toma fuerza la economía, pero esta viene antecedida por un
trabajo intenso alrededor del concepto de la innovación, recordemos que es (esa
capacidad humana de crear cosas nuevas y diferentes para resolver una necesidad)
De esa manera se crea un ambiente benévolo para que el arte y la cultura se
empezaran a mezclar con la tecnología, la inteligencia artificial, los nuevos
materiales, la biología. En definitiva, lo que resulta de esto es una gama de
posibilidades económicas para la región.

Las cifras en Colombia son positivas respecto a la economía naranja, durante el


2019 alrededor de 250 empresas exportaron servicios por un total de 238 millones
de dólares con la oferta de software y servicios, y de audiovisuales y contenidos
digitales con destinos como Estados Unidos, Argentina y Uruguay (Cámara de
Comercio de Bogotá, 2020). De acuerdo con el DANE (2019) el 52,7% del valor
agregado total generado por la Economía Naranja corresponde a las actividades
económicas de inclusión parcial, y el 47,3% corresponde a las actividades de
inclusión total.

A nivel político local, regional y nacional se apoyan iniciativas de creación de estas


empresas, contando con el respaldo de instituciones como Bancóldex, INNPULSA
Colombia y Fondo emprender. Dentro de los argumentos que se resalta para que
se incentive la economía naranja se encuentra el de dejar de depender de productos
como el café y el petróleo, además que se visibiliza un impacto positivo en el
proceso del desarrollo de la nación (Gutiérrez, 2018). En el marco de la Ley naranja,
se promueve la cultura como un instrumento para potencializar el sector económico
y con ello movilizar la nación hacia resultados asertivos.

De acuerdo con los reportes de la Economía Naranja del DANE (2020, 2021 y 2022)
este sector se conforma por actividades como arte y patrimonio, industrias
culturales, creaciones funcionales, nuevos medios y desarrollo de software, en el
reporte del DANE (2020) la composición de valor agregado de estos subsectores o
actividades fueron de un 42% de las industrias culturales que predominares son
creaciones funcionales con un 34% y las artes y patrimonio con un 23%. Para el
año 2019 solo el 1.8% de las empresas colombianas estaban insertas en la
economía naranja, de estas el 89% se dedica a la actividad de prestación de
servicios. Siguiendo el reporte del DANE (2020) para el periodo de 2020 -2021
predominó la producción de investigaciones creativas con un 95% asociadas al arte,
la arquitectura y el diseño. Así mismo la composición del valor agregado de cada
área cambia con respecto a años anteriores, ya que predominan las creaciones
funcionales con un 45% seguido de artes con un 29% y las industrias culturales que
en periodos anteriores tenían el mayor porcentaje de valor agregado, baja para este
periodo a una 25%. Las creaciones funcionales corresponden con las actividades
asociadas a medios digital y desarrollo de software.

Los tipos de financiación de los diferentes negocios, especialmente de los


micronegocios que superan el 80% de participación dentro del sector se financian a
través de entidades bancarias. Alrededor del 70% a 80% de las empresas acuden
a entidades financieras y se observa una constante en el último lustro, la población
artesana recibe créditos de entidades financieras para el desarrollo de sus
actividades, solo el 10% recurre a cooperativas, y otro porcentaje menor acude a
oras entidades o familiares. Si bien se reconocer asociaciones de artesanos en el
país solo algunas regiones como el Cesar han fortalecido las organizaciones para
la cooperación y la financiación de sus miembros (DANE, 2022).

Para finalizar, debemos añadir que la economía naranja se ha consolidado como un


sector potencial que ha impulsado el gobierno presente a fin de generar nuevas
alternativas de empleo en un mundo globalizado que está dando relevancia al
conocimiento, la investigación, la cultura y la identidad. Si bien las industrias
culturales siempre han sido parte de la economía nacional, aún es incipiente su
desarrollo y fomento con respecto a otros sectores que contribuyen
significativamente en el PIB.

El desafío consiste, entonces, en proceder a la adaptación de las instituciones


susceptibles de asumir estas responsabilidades y alentar la construcción de
entornos innovadores territoriales sobre la base de la concertación de actores
públicos y privados.

Así mismo, debemos manifestar la necesidad de que la economía naranja incluya


en sus principios los debidos controles para materiales creativos, teniendo en
cuenta los derechos de autor y propiedad privada, normatividad para blindarlos de
daños o robos, sabiendo que son temas relativamente nuevos, se debe crear pronta
legislación acorde a las regiones, no es lo mismo el autor de una obra en una ciudad,
que aquel, que lo produce en un pueblo o caserío, o con las compañías extranjeras
al querer explotar las industrias naranjas, como el patrimonio cultural o el turismo,
con el propósito de que no se llegue a incurrir en violaciones e inequidades, de esto
nace la obligación del gobierno no solo de impulsar la economía a toda costa, si no
de vigilar que aquellas pequeñas empresas no mueran en el intento, teniendo en
cuenta que, los impuestos, la Dian, los parafiscales y toda piedra que los
innovadores encuentre en el camino, sea superada con la ayuda de los sectores
económicos, por esto se debe crear mejores políticas para el pequeño empresario.
Bibliografía

El enfoque de Desarrollo Económico Local -Francisco Alburquerque.pdf

Cornell University, INSEAD, & WIPO. (2018): The Global Innovation Index 2018:
Energizing the World with Innovation. Ithaca, Fontainebleau y Geneva. World
Intellectual Property Organization (WIPO), & Confederation of Indian Industry (CII).

Gutiérrez, D. (2018). Economía Naranja y Oportunidades de negocio. Fundación


Universitaria Área Andina.

DANE. (2022). Quinto reporte de la economía naranja. Departamento Administrativo


Nacional de Estadística.

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