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 SESIÓN 1

Fortunata y Jacinta – Benito Pérez Galdós

Iba [Fortunata] despacio por la calle de Santa Engracia y se detuvo un instante en una tienda a
comprar dátiles, que le gustaban mucho. Siguiendo luego su vagabundo camino, saboreaba el
placer íntimo de la libertad, de estar sola y suelta siquiera poco tiempo. La idea de poder ir a
donde gustase la excitaba, haciendo circular su sangre con más viveza. Tradújose esta
disposición de ánimo en un sentimiento filantrópico, pues toda la calderilla que tenía la iba
dando a los pobres que encontraba, que no eran pocos... Y anda que andarás, vino a hacerse la
consideración de que no sentía malditas ganas de meterse en casa. ¿Qué iba a hacer en su casa?
Nada. Conveníale sacudirse, tomar el aire. Bastante esclavitud había tenido dentro de las
Micaelas. ¡Qué gusto poder coger de punta a punta una calle tan larga como la de Santa
Engracia! El principal goce del paseo era ir solita, libre. Ni Maxi, ni doña Lupe, ni Patricia, ni
nadie podían contarle los pasos, ni vigilarla, ni detenerla. Se hubiera ido así... sabe Dios hasta
dónde. Miraba todo con la curiosidad alborozada que las cosas más insignificantes inspiran a la
persona salida de un largo cautiverio. Su pensamiento se gallardeaba en aquella dulce libertad,
recreándose con sus propias ideas. ¡Qué bonita, verbigracia, era la vida sin cuidados, al lado de
personas que la quieran a una y a quien una quiere!... Fijose en las casas del barrio de las
Virtudes, pues las habitaciones de los pobres le inspiraban siempre cariñoso interés. Las mujeres
mal vestidas que salían a las puertas y los chicos derrotados y sucios que jugaban en la calle
atraían sus miradas, porque la existencia tranquila, aunque fuese oscura y con estrecheces, le
causaba envidia. Semejante vida no podía ser para ella, porque estaba fuera de su centro natural.
Había nacido para menestrala; no le importaba trabajar «como el obispo» con tal de poseer lo
que por suyo tenía. Pero alguien la sacó de aquel su primer molde para lanzarla a vida distinta;
después la trajeron y la llevaron diferentes manos. Y por fin, otras manos empeñáronse en
convertirla en señora. La ponían en un convento para moldearla de nuevo; después la casaban...,
y tira y dale. Figurábase ser una muñeca viva, con la cual jugaba una entidad invisible,
desconocida, y a la cual no sabía dar nombre.
Ocurriole si no tendría ella «pecho» alguna vez, quería decir iniciativa..., si no haría alguna vez
lo que le saliera «de entre sí». Embebecida en esta cavilación llegó al Campo de Guardias, junto
al Depósito. Había allí muchos sillares, y sentándose en uno de ellos empezó a comer dátiles.

1. Realiza un resumen del texto


2. Indica el tema del texto
3. Comenta los rasgos y elementos del texto con ejemplos (comentario de texto)
4. Analiza morfológicamente las siguientes palabras: insignificantes y desconocidas
5. Analiza sintácticamente la siguiente oración:
Se detuvo a comprar dátiles pensativa un instante en una tienda
 SESIÓN 2

1. A continuación, vas a crear una lista con los conceptos de cada corriente: Galdós,
subjetividad, Espronceda, racionalismo, realidad social, Cadalso, sencillez en el
lenguaje, crítica social, evasión realidad, denuncia de la realidad, paisaje, moralidad,
personajes corrientes, misticismo, observación, libertad creadora, claridad, narrador
omnisciente, melancolía, didactismo, José Zorrilla, monólogo interno.

ILUSTRACIÓN ROMANTICISMO REALISMO


Racionalismo Subjetividad Galdós
Sencillez lenguaje Espronceda Realidad social
Crítica social Sencillez lenguaje Denuncia realid
Moralidad Evasión realidad Personajes corri
Claridad Paisaje Observación
Didactismo Misticismo Omnisciente
Cadalso Libertad creadora Monólogo int.
Melancolía
José Zorrilla

2. Analiza morfológicamente las siguientes palabras:

- Desterramiento - Tirachinas - Lucecitas


DES: md prefijo TIRA: lexema LUC: lexema
TERRA: lexema CHINAS: lexema EC: md, infijo
MIENTO: md, sufijo ITA: md, sufijo diminut
S: mf, nº plural
Sustantivo/parasintética sustantivo/compuesta sust/derivada

- Incapacidad - Ensombrecido - Acaramelados


IN: md prefijo EN: md prefijo A: md prefijo
CAPAC: lexema SOMBR: lexema CARAMEL: lexema
IDAD: md sufijo EC: md infijo AD: md sufijo
ID: md sufijo O: mf género masc
O: mf género masc S: mf nº plural
Sust/derivada Adj/parasintética Adj/parasintética
3. Analiza sintácticamente las siguientes oraciones:

- Ayer hizo bastante frío en toda la zona norte

Ayer: GAdv/CCT
Hizo: verbo (Oración impersonal)
Frío: GN/CD
En toda la zona norte: GPrep/CCL

- Luis se quejó de sus notas

Luis: GN/SUJ
Se quejó: núcleo PV
De sus notas: GP/C.Rég.

- El conjunto local tuvo sus ocasiones en el ocaso del primer tiempo

El conjunto local: GN/Suj


Tuvo: núclo PV
Sus ocasiones: GN/CD
En el ocaso del primer tiempo: Gprep/CCT

- A todos nos regaló la abuela un número de lotería.

A todos: GPrep/CI
Nos: CI
Regaló: núcleo PV
La abuela: GN/Suj
Un número de lotería: GN/CD

- La especie humana muestra pruebas de hibridación durante el periodo de gestación

La especia humana: GN/Suj


Muestra: núcleo PV
Pruebas de hibridación: GN/CD
Durante el periodo de gestación: Gprep/CCT
 SESIÓN 3

1. Localiza la corriente y el autor al que pertenece cada texto y señala las


diferencias entre ambos textos tomando como referencia sus características:

Texto 1

Sin apartar la vista del paquete, me puse a pensar en la relación que existía entre las noticias sueltas que
oí de boca del Sr. Cascajares y la escena leída en aquel papelucho, folletín, sin duda, traducido de alguna
desatinada novela de Ponson du Terrail o de Montepin. Será una tontería, dije para mí, pero es lo cierto
que ya me inspira interés esa señora Condesa (personajes corrientes), víctima de la barbarie de un
mayordomo imposible, cual no existe sino en la trastornada cabeza de algún novelista nacido para aterrar
a las gentes sencillas. ¿Y qué haría el maldito para vengarse? Capaz sería de imaginar cualquiera
atrocidad (narrador omnisciente) de esas que ponen fin a un capítulo de sensación. ¿Y el Conde, qué
hará? Y aquel mozalvete de quien hablaron, Cascajares en el coche y Mudarra en el folletín, ¿qué hará,
quién será? ¿Qué hay entre la Condesa y ese incógnito caballerito? (monólogo interior) Algo daría
por saber...

Esto pensaba, cuando alcé los ojos (observación), recorrí con ellos el interior del coche (lugares
concretos y reconocibles), y ¡horror! vi una persona que me hizo estremecer de espanto. Mientras estaba
yo embebido en la interesante lectura del pedazo de folletín, el tranvía se había detenido varias veces para
tomar o dejar algún viajero. En una de estas ocasiones había entrado aquel hombre, cuya súbita presencia
me produjo tan grande impresión. Era él, Mudarra, el mayordomo en persona, sentado frente a mí,
con sus rodillas tocando mis rodillas (descripción objetiva de la realidad). En un segundo le examiné
de pies a cabeza y reconocí las facciones cuya descripción había leído. No podía ser otro: hasta los más
insignificantes detalles de su vestido indicaban claramente que era él.

Texto 2

Había pasado una hora, dos, tres; la media noche (noche) estaba a punto de sonar, y Beatriz se retiró a su
oratorio. Alonso no volvía, no volvía, cuando en menos de una hora pudiera haberlo hecho.

-¡Habrá tenido miedo! (misticismo) -exclamó la joven cerrando su libro de oraciones y


encaminándose a su lecho, después de haber intentado inútilmente murmurar algunos de los rezos que la
iglesia (edificios característicos) consagra en el día de difuntos (tradición popular) a los que ya no
existen.

Después de haber apagado la lámpara y cruzado las dobles cortinas de seda, se durmió; se durmió con
un sueño inquieto, ligero, nervioso (misticismo)

Las doce sonaron (noche) en el reloj del Postigo. Beatriz oyó entre sueños las vibraciones de la
campana, lentas, sordas; tristísimas, y entreabrió los ojos. Creía haber oído a par de ellas pronunciar su
nombre; pero lejos, muy lejos, y por una voz ahogada y doliente. El viento gemía (naturaleza) en los
vidrios de la ventana.

-Será el viento -dijo; y poniéndose la mano sobre el corazón, procuró tranquilizarse. Pero su corazón
latía cada vez con más violencia (lenguaje sencillo). Las puertas de alerce del oratorio habían
crujido sobre sus goznes, con un chirrido agudo prolongado y estridente (desmesura).
Primero unas y luego las otras más cercanas, todas las puertas que daban paso a su habitación iban
sonando por su orden, éstas con un ruido sordo y grave, aquéllas con un lamento largo y crispador.
Después silencio, un silencio lleno de rumores extraños, el silencio de la media noche, con un murmullo
monótono de agua distante; lejanos ladridos de perros, voces confusas, palabras ininteligibles; ecos
de pasos que van y vienen, crujir de ropas que se arrastran, suspiros que se ahogan, respiraciones
fatigosas que casi se sienten, estremecimientos involuntarios que anuncian la presencia de algo que
no se ve y cuya aproximación se nota no obstante en la oscuridad (belleza de la noche, lo oscuro)

Beatriz, inmóvil, temblorosa, adelantó la cabeza fuera de las cortinillas y escuchó un momento. Oía
mil ruidos diversos; se pasaba la mano por la frente, tornaba a escuchar: nada, silencio.

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