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RESUMEN
ABSTRACT
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Francisco Amighetti no se puede en- camino señalado por un puente que con-
casillar en una determinada postura duce hacia una nueva escalera que se mira
existencialista. En los textos plásticos y li- en el horizonte. Es el personaje autobio-
terarios de Francisco Amighetti se mues- gráfico que tiene frente a sí la escalera y la
tran las huellas discursivas del existencia- luz como esperanza de trascendencia.
lismo ateo y del existencialismo cristiano Los recuerdos alimentan su produc-
a través de un eclecticismo que caracteri- ción como vestigios del pasado, son el
za su producción. producto de su relación autobiográfica
En sus textos culturales emerge la con un contexto que ya no existe, por lo
preocupación por el ser humano enfren- tanto, son el signo presente de la reali-
tado ante su destino, asociando el con- dad ausente.
cepto de vida como un valor positivo que En algunos de sus textos, como en El ni-
se ve amenazado por el fantasma de la ño y la nube (1969) los niños pertenecen a su
muerte. Una preocupación latente en pasado, son el efecto signo de las imágenes
hombre contemporáneo como un eje recordatorias del ser humano enfrentado a
que caracteriza la producción artística de una circunstancia temporal, confrontada
Francisco Amighetti. con la situación del anciano, otra circuns-
Esta conmovedora búsqueda perso- tancia, muy personal que forma parte de la
nal, de la lucha de los seres humanos por construcción de su mismidad y que lo acer-
trascender la muerte se evidencia en el ca a la posibilidad de muerte.
texto plástico Carnaval Trágico (1950). En En El niño y la nube interesa el yo tras-
la cúspide de la escalera un personaje que cendental, toma la forma de cierta refle-
nos recuerda El Pensador de Rodin mira el xión racional con el fin de ubicarse en la
Carnaval trágico
Óleo sobre madera. 1950
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vida, por lo tanto, de una renovada bús- y proyectarlo sobre todo, sobre su propio
queda de la identidad de sí mismo. Esta destino. Se reitera aquí la búsqueda que
conciencia de sí nace en el enfrentamien- el hombre emprende de su Yo, la existen-
to del hombre con el mundo exterior. cia del hombre es la búsqueda del ser.
De alguna manera, El niño y la nube La mirada hacia el espacio infinito se
de su grabado enfrentan el estar ahí, de encuentra con la blanca nube, que se
Heidegger, con el pensamiento sobre el convierte en objetivo de su mirada. Al
mundo (Heidegger, El ser y el tiempo,53). respecto, Eduardo Cirlot realiza una lec-
Así, la reflexión del niño es una indaga- tura simbólica de la nube:
ción sobre sí mismo, un logro del hom-
bre mismo y de su enfrentamiento con el “La nube simboliza las formas como fenóme-
nos y apariencias, siempre en metamorfosis, que
medio que se le torna desafiante y avasa- esconden la identidad perenne de la verdad supe-
llador. La auto-conciencia emerge cuan- rior” (Cirlot, 1985:327)
do brota el “yo”. Por lo tanto, el niño re-
flexiona sobre aquello que va a hacer con El niño autobiográfico de su xilografía
el conocimiento adquirido en el mundo, se encuentra integra con su vínculo terre-
nal, está iluminado por la luz del sol, que
invade su cuerpo. La misma tierra bajo sus
pies provoca un sentido temporal al ilumi-
narse por el sol que se oculta en el hori-
zonte en un paisaje desolado, donde no
hay más compañía que la tierra, el cielo
azul y la nube que pasa situándose entre el
mundo terrenal y lo celestial. Con la narra-
ción autobiográfica que caracteriza sus es-
critos y sus grabados Amighetti manifiesta:
“Una parte de mi niñez fue asomarme al cie-
lo de los charcos después de la lluvia, o mirarlo en-
marcado en el rectángulo de la ventana, cuando
las golondrinas titubeaban orientándose en la tar-
de, o gozarlo en el infinito de sus dimensiones so-
bre los potreros iluminados.
respuesta a su existencia, porque ese ni- nube y el brillo de la luz, elementos simbó-
ño aspira a la posesión una identidad licos de la naturaleza que han sido contem-
personal que lo lleve a postular su propia plados a lo largo de la humanidad como
naturaleza y su destino. parte de la simbología mágica del cosmos
El niño que mira la nube en su radical como en las obras de Barlach, donde el ser
soledad se convierte en verticalidad dirigi- humano aparece solitario buscando lo divi-
da hacia el espacio superior. Es el niño que no en la mirada superior del cósmico, en
desea realizarse y concebirse en todas sus La noche estrellada y en Vocación.
posibilidades, reencontrarse a sí mismo en
su propia humanidad. Pareciera el motivo
central del intertexto de Max Scheller que
tiene como título El Puesto del hombre en el
cosmos (1972) y también, de uno de los
grandes amigos de Francisco Amighetti, el
filósofo Moisés Vicenzi, quien escribió su
ensayo El Hombre y el Cosmos (1961).
Es así como el niño autobiográfico,
que mira el espacio superior no puede vivir
sin orientarse en el mundo. Por lo tanto,
establece y presupone la reflexión sobre su
propia naturaleza y su destino. En otras pa-
labras, la preocupación por la existencia, el Ernest Barlach
valor, el sentido y la finalidad del mundo y Ronda de Estrellas. Litografía. 1919
de la vida humana que caracteriza el exis-
tencialismo como lo revela Walter Brugger:
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“Es cierto que un hombre puede volverse con No importa donde vaya, ni las puertas que
orgullo hacia su pasado, sobre todo si el presente cruce,
que vive y el futuro que presiente lo decepciona. y si mi viaje es corto o eterno,
Entonces se apoya en los recuerdos , los convierte aún en otros mundos recordaré las voces, las
en una defensa e incluso en un arma..” (Beauvoir, voces amigas.”
1983:442) (Amighetti, 1993:403)
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que aparece en el centro de la parte infe- destino, pero también se vincula con la
rior, señala el ocultamiento del drama propuesta existencialista del ser y la nada
existencialista cubierto por la máscara de de Sartre (1905-1980).
lo cotidiano. A pesar de su radical nihilismo, este
¿A dónde ir? (1993) es el título de uno texto plantea el deseo de permanecer jun-
de sus textos poéticos que pareciera ser la to a los ríos y escucharlos, el ¿porqué no es-
síntesis de su reflexión. ¿ A dónde ir en re- tar cerca de los seres queridos?. Sin duda,
corrido por el espacio temporal? Es el títu- un cuestionamiento que deviene del dis-
lo de la preocupación ontológica del ser curso del cristianismo presente en los tex-
construida en un mundo de representa- tos apocalípticos donde la resurrección de
ciones. Una pregunta que roe la existencia los muertos permitiría el reencuentro con
cotidiana de aquel que cuestiona su desco- sus seres queridos que se habían ido.
nocimiento con respecto a lo otro: Si bien el hombre reconoce la ausen-
cia y la nada, y a la vez se deja arrastrar por
¿A dónde ir? ella, asumiendo una actitud pasiva, de de-
¿A dónde ir, a dónde?
jarse llevar, todavía mantiene la esperanza,
He recogido el clamor de mí mismo así la búsqueda se mueve sin rumbo fijo.
y de otros, Es un camino de agua llamándonos, el
cuando, estatuas de carne cual nos remite al origen, que inevitable-
sentadas en los parques mente debe ser leído en los textos cultura-
se han anclado en su fuga.
les constitutivos de la cultura occidental,
Cuando, caminando en el mar,
en el cielo, en los caminos, por lo tanto, el texto original no será más
se acaba el mundo que una utopía, una búsqueda incesante
y el infinito es una muralla metafísica cruzada por múltiples discursos:
¿A donde ir, a donde?
dice el que nunca ha ido
a ninguna parte, y el que ha ido a todas...
(Amighetti, 1993:513)
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“Es la meditación sobre la muerte, la caduci- extensión indefinida del tiempo que se
dad de la vida, el dolor de abandonarla un día, la concreta irónicamente en el concepto de
angustia en la espera y esperanza de inmortalidad,
belleza como elemento trascendente:
y la necesidad de religión para soportar la existen-
cia. Contra los hombres que marchan “confiados
Distintos infinitos
como si marcharan por suelo firme”, en esa trági-
ca experiencia de su vida personal, quiere avisar a
¿Cuál será mejor:
otros hombres contra esa vacía “seguridad…” (Ma-
El momento efímero
ravall, 1987:156)
de la rosa
o la larga vida
El interdiscurso del existencialismo de la tortuga?
cristiano es notable en Autorretrato con
antepasados (1968), quienes ante la an- Las dos igualmente hermosas
son el himno
gustia y el temor acompañan al artista
en distintos infinitos.
en la cita impostergable. Amighetti no (Amighetti.1993:572)
sabe adonde va, sus ojos muestran una
oscuridad total, se encuentra ciego ante Amighetti se acerca en realidad al
su destino. Su doble se enfrenta al mun- problema del final de su conciencia. Por
do del más allá, el mundo solidario de lo tanto, la tortuga que vive sin cuestio-
los otros que conforman la sociedad de narse el problema, e igualmente la rosa
su sueño metafísico. sirven para cuestionar lo efímero de la
Una figura patriarcal con una mira- existencia. Ellas solo son el himno de
da inquisidora se apodera del espacio tres distintos infinitos que devienen de la
superior, ¿acaso un juez divino. Un Dios reflexión de la existencia, donde el infi-
representado como hombre?. Mientras nito principal es el infinito autobiográfi-
en la parte inferior, muestra tres perso- co ausente en el texto. El poema, lejos
najes integrados entre la solidaridad y de ser trágico exalta la vida, aunque se
el temor, el cual se hace patente en el plantea el problema de la muerte. Esta
personaje de la derecha. Al realizar la posibilidad de no ser, exalta su contra-
lectura del texto adonde ir, descubri- rio, el hombre valorando su existencia.
mos las polaridades que emergen del Una idea que se reafirma en su poema
mismo texto. Por un lado, la evidente Vine (1993), donde la naturaleza apare-
posición nihilista del ser humano que ce como escenario de días “preciosa-
se dirige a la nada, y por otro lado, ocul- mente largos”, como espacio temporal
tas en el texto las huellas discursivas del de un mundo soñado, un consuelo secre-
cristianismo que afloran sutilmente co- to de la ficción para atenuar los efectos
mo parte de la aventura metafísica que de un drama ontológico que también es
atañe a la constitución misma del hom- central en el discurso de los textos de
bre en la búsqueda de lo trascendental. Unamuno y que recoge la angustia de
Así, el texto de ficción crea su propio muchos seres humanos ante el fin de sus
doble, enfrentado a la realidad de su días (Unamuno.1966:35).
existencia. En el texto se encuentran las huellas
La ironía sobre la eternidad se pre- en un ser humano que reflexiona al res-
senta en el texto poético Distintos Infinitos pecto de su finitud y no encuentra una
(1993). Así, el mismo título plantea una respuesta única a su constante búsqueda.
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Al igual que Unamuno, Amighetti refle- y ranas, noches blancas, días largos que
xiona sobre la inmortalidad personal que lindan con el alba.
lo lleva al problema de la muerte. La in- Como contraste, los pájaros salvajes
tertextualidad de Amighetti con los tex- que anidan en la lluvia y la tormenta que
tos filosóficos de Unamuno se aclara presagian un espacio oscuro, se convier-
cuando el artista nos revela: ten en el espacio para la agonía.
El acercamiento a los elementos de la
“...Unamuno me enseñó a ser hombre, que es naturaleza presagia un alejamiento de los
la premisa de donde se parte para ser artista. La vínculos sociales, de palabras vanas del
Revista de Occidente fue mi universidad y la de va-
rias generaciones; se tradujeron obras surgidas en
mundo de la civilización a modo de críti-
otras latitudes, porque había que alimentarse de ca de la idea de progreso material. No es
lo universal, ya que crear no es sacar de la nada, si- una simple regresión de un ser humano,
no tener un gran poder de asimilación, como sino, parte de una construcción que le da
Goethe o Shakespeare.” sentido a su existencia.
(Amighetti, 1993:21)
Ese hombre se nos muestra asimilando
su presente, es el que se lee en el texto de
En el poema Vine, se evidencia la in- Borges (1899-1986) Jactancia de quietud
certidumbre y el temor de no tener clari- (1925), cuando nos dice “Mi humanidad
dad sobre el final de la existencia. La está en sentir que somos voces de una
eterna pregunta ¿Hacia dónde vamos?. misma penuria” y cuando en el mismo tex-
to nos revela “El tiempo está viviéndome”.
Vine
Ese discurso agónico es también re-
Vine a limpiar mis oídos paso del pasado, de lo no hecho, de sus
de palabras vanas relaciones, de su vínculo con la naturale-
y a escuchar en la noche za, de su identidad y de su cultura que
solamente
el canto de los grillos y las ranas.
también es la de los otros, es el que relee
Amighetti en Ars muriendi (1993), cubier-
Vine a limpiar mis ojos ta por el rumor de la lluvia, un signo que
en la sombra, aparece constantemente en su obra:
en estas noches blancas.
Ars muriendi
Vine a romper el ritmo de los días
que son, aquí, Todo suena a reloj y acabamiento:
preciosamente largos la lluvia persistiendo en su rumor,
y lindan con el alba. la vela con su pálido pétalo descendiendo.
Si pienso en años venideros,
Vine a escuchar es el recuerdo de las cosas pasadas
los pájaros salvajes el río suena a mi invierno…
que anidan en la lluvia y la tormenta, De toda esta colección de borrosas estampas
y se funden en la noche que giran en mi recuerdo con la lluvia,
en sus dos alas. regreso a este país
Vine al fin, que calienta mi soledad con su llama:
a buscarla entre su mundo. cerca del mar de Manrique,
(Amighetti, 1993:575) cerca del infinito negro
oigo la voz del agua
En este se muestra la relación con germinando las plantas
los elementos de la naturaleza, los cua- y desintegrando los seres.
les son estetizados en el vínculo: grillos Soy la pared vieja
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golpeada por el viento, donde han llorado las el retorno a la naturaleza, ya que él en
lluvias, el fondo era naturaleza. Una preocupa-
y tirita el invierno sin palabras.
ción eminentemente existencialista que
(Amighetti,1993:554)
marcan sus textos artísticos, los cuales
Es la conciencia de la vida vivida la que concuerdan con los planteamientos del
emerge del poema, una vida que conduce expresionismo. Un estilo artístico que
al mar de Jorge Manrique y el agua que co- desarrolla la angustia existencial como
mo signo del retorno a lo preformal con el principal motivo de su estética, un ar-
su doble sentido de muerte y disolución, te para tiempos de agitación y penuria
pero también está presente el signo del ab- que refleja un humanismo cargado de
soluto negro como referencia semiótica a tensión existencial y social.
la nada, que hemos reiterado. Si bien la producción de Francisco
El final de la vida, dialoga con los Amighetti, como la de los existencialistas,
textos de un pasado que vuelve en for- es una reflexión que parte de su mismidad,
ma contemplativa, un pasado vertido en esta se ha elabora de la diferencia, de la
el presente que hoy, nos coloca ante la otredad, lo cual le permite conformar su
incertidumbre de no encontrar respuesta propia identidad para interrogar al lengua-
para las eternas preguntas sobre el final. je, y a los signos del mundo para desarro-
Sus poesías y sus textos plásticos nos llar su pensamiento interior en torno a la
señalan el marco de un siglo que no ha existencia como una condición humana.
dejado de interrogarse desde Kant, Kier- Sus textos nos muestran que las rela-
kegaard, Nietzsche, Camus, Heidegger, ciones interdiscursivas con el existencia-
Unamuno, Ortega, Sartre y otros, sobre el lismo y el expresionismo son parte de la
final del ser. Pero lo hace en el contexto producción de sentido del artista ante la
del desarrollo cultural costarricense don- reflexión sobre la realidad humana, por
de dialogan Moises Vicenzi, Isaac Felipe lo tanto, nos revelan al humanista que
Azofeifa,Teodoro Olarte, Claudio Gutié- siempre fue Amighetti.
rrez y Rafael Angel Herra entre otros filó-
sofos costarricenses que compartieron la
docencia universitaria. Quedan las huellas Bibliografía
discursivas del existencialismo ateo y el
Amighetti, Francisco.(1989) Francisco Amighetti.
existencialismo cristiano que aún, en sus San José: Editorial Universidad de Costa Rica.
textos nihilistas, emerge, sutilmente en la
lectura de los fenotextos. Amighetti, Francisco. (1993) Obra Literaria. San Jo-
La lectura de los textos de Amig- sé: Editorial Universidad de Costa Rica.
hetti, atravesada por los acontecimien-
Brugger, Walter. (1958) Diccionario de Filosofía. Bar-
tos de un siglo, nos propone la tarea de celona: Editorial Herder.
interpretar su pensamiento ante lo in-
minente de su fin. El fin de una conti- Cirlot, Jean Eduardo. (1985) Diccionario de símbo-
nua construcción cultural que plantea los. Barcelona: Editorial Labor.
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Chiodi, Pietro. (1962) El pensamiento existencialista. Maravall, José Antonio (1987) Las transformaciones
México: Editorial Uteha. de la idea de progreso en Unamuno. Cuadernos
Hispanoamericanos. 440-41:(129-162), fe-
De Beauvoir, Simone (1983) La Vejez. México: Edi- brero-marzo.
torial Hermes.
Montero, Carlos Guillermo. Amighetti, 60 años de
Echeverría, Carlos Francisco. (1976) Francisco labor artística. Museo de Arte costarricense,
Amiguetti. El gran artista de Costa Rica. (San San José: Museo de Arte costarricense.
José CR): La Prensa Literaria Centroamerica.
1 marzo, Pag1. Marías, Julián. (1969) Historia de la filosofía. Ma-
drid: Editorial Revista de Occidente.
Heidegger, Martin. (1997). El Ser y el Tiempo. Méxi-
co. Fondo de Cultura Económica. Prini, Prieto. (1975) Historia del existencialismo.
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Machado, Antonio. (1995) Poesías Completas de
Antonio Machado. Madrid: Edición de Ma- Runes, Dagoberto. (1981) Diccionario de filosofía.
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