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Los conflictos en las fronteras colombianas con los países limítrofes han sido, a lo largo de la historia,
un tema de gran preocupación para los gobiernos colombianos.
Durante la década de los años 90, la preocupación fundamental respecto de este tema en particular se
concentraba esencialmente en las disputas con Venezuela para redibujar la línea de fronteras marinas, de
tal suerte que la zona de Los Monjes quede incluida dentro del mapa colombiano; sin embargo, la lucha
por incluirlo en el mapa colombiano nunca prosperó. (Vale decir que, de un tiempo para acá, las
reclamaciones sobre acuerdos limítrofes han dejado de ser prioritarias en las relaciones de Colombia con
los países vecinos).
En la actualidad ha surgido un nuevo problema relacionado con disputas en torno a la posesión de
determinado territorio, esta vez con Nicaragua, ello por la soberanía sobre el archipiélago de San Andrés
y Providencia.
En los últimos años, las diversas coyunturas de orden público vividas en Colombia (que en muchas
ocasiones han tenido a las zonas fronterizas por escenario) han hecho que los problemas de delimitación
de fronteras que pretenden redefinir la soberanía nacional sobre ciertos territorios pasen a un segundo
plano, ello para concentrarse en la resolución de tales problemas de orden público, pues el incremento de
la presencia de grupos armados en las fronteras de Colombia con Brasil, Venezuela y Ecuador ha hecho
que las relaciones con estas naciones se debiliten, afectando tanto las relaciones diplomáticas como las
comerciales (por ejemplo, las exportaciones hacia Venezuela han disminuido debido a la gran cantidad
de problemas de orden público acaecidos en la frontera que comparten Colombia y Venezuela).
Los límites fronterizos de la República Argentina se extienden a lo largo de unos 14.500 Km., de los
cuales unos 9.400 lindan con los países vecinos de Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia y Chile, en tanto
que los 5.100 restantes lo hacen con el estuario del Río de la Plata y el mar Argentino, que forma parte
del océano Atlántico. La delimitación de las fronteras no ha sido tarea fácil y, de hecho, hasta la firma y
aprobación del Tratado de los Hielos Continentales —proceso que tuvo lugar entre los meses de
diciembre de 1998 y junio de 1999—, ha sido motivo de conflictos, particularmente con Chile, país que
reclama, al igual que la Argentina y el Reino Unido, su soberanía sobre un sector de la Antártida, en
particular sobre la península Antártica. El siguiente texto se corresponde con un artículo aparecido en
enero de 1998 en el Anuario de Encarta y actualizado tras la aprobación definitiva del Tratado de los
Hielos Continentales en junio de 1999.
El Tratado de Límites de 1925 firmado con Bolivia representa la culminación de una serie de cuestiones
al respecto. La controversia se situó en la posesión del territorio de Tarija que la Argentina reconoció
como boliviano y Bolivia le cedió la puna de Atacama
Las cuestiones fronterizas con Chile recorrieron numerosas instancias. Por un acuerdo de 1899 quedó
definido el límite en el sector de la Puna, que Bolivia le había cedido a la Argentina y que estaba
ocupado por Chile luego de la guerra del Pacífico. El Tratado de Límites de 1881 intentó deslindar las
soberanías en el tramo de la cordillera de los Andes al sur de la Puna, estableciendo que el límite pasaría
por las altas cumbres que son divisorias de aguas; su interpretación y aplicación concreta en el terreno
fue el origen de numerosas controversias de las cuales queda una aún sin resolver.
Más recientemente, la Argentina y Chile tuvieron que resolver otros diferendos derivados de la
aplicación del Tratado de 1881. En 1984 firmaron el Tratado de Paz y Amistad que puso fin a la
cuestión sobre el canal de Beagle. En 1991, en un encuentro entre los presidentes de ambos países, se
resolvieron 22 diferendos menores, quedando pendientes dos: el de laguna del Desierto, en el que el
Tribunal Arbitral de Río de Janeiro reconoció la soberanía argentina en 1994, y el de los Hielos
Continentales.
La resolución de este último tuvo que esperar algunos años más: en efecto, después de que los
parlamentos de ambos países rechazaran la denominada "línea poligonal" acordada en 1991 por el
presidente argentino, Carlos Saúl Menem, y el chileno, Patricio Aylwin, se procedió a la elaboración, a
lo largo de 1998, de un nuevo documento que, finalmente, fue suscrito en el mes de diciembre en
Buenos Aires por los jefes de Estado de ambos países sudamericanos, a la sazón Carlos Saúl Menem y
Eduardo Frei Ruiz-Tagle.
ASIA:
Actualmente el único pais del sudeste asiático que mantiene fronteras terrestres cerradas con sus
vecimos es Birmania. Se puede entrar un día desde el norte de Tailandia, pero eso es un terrible
sucedáneo, pues debes volver por la noche. En realidad sólo visitas la localidad fronteriza, no puedes ir
mas allà.
Por fin podemos constatar que se puede cruzar de Laos a Camboya por tierra, ya que no sólo es posible
cruzar para el viajero sino que además los temas de inseguridad ya no són preocupantes. Desde hace
algunos meses los trámites de entrada se hacen en el mismo punto fronterizo y no en Strung Treng como
hasta hace poco. Entre ese punto fronterizo y Stung Treng existe una distancia de una hora y media en
lancha, y era en este trayecto donde se daban más problemas de bandidaje y asaltos. Aún y así no te
libras de pagar 5 US$ al oficial laosiano y otros 5 US$ al camboyano, ni los 30 US$ que cuesta el
transporte... El único problema en Camboya es entender como un país con una renta per cápita tan baja
resulta tan caro para el viajero. El presupuesto se va casi siempre en desplazamientos por río, visados,
contribuciones obligadas e ilegales al oficial de turno, etc.
Otra sugerencia. Viajar por Laos en bici es un placer. Sobre todo si sales de la ruta Chiang Kong-
Vientiane y visitas en el sur lugares como el Volovan Plateau o Kong islands.
La Unión Europea se prepara para una histórica ampliación de sus fronteras con el ingreso, mañana,
de diez países que llevarán las fronteras políticas, económicas y sociales hasta las mismas puertas de
Rusia.
Los diez países que formarán parte de esta nueva Europa de los 25 son Chipre (la parte griega),
República Checa, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia, República Eslovaca y Eslovenia.
La nueva UE será un mercado de 450 millones de personas.
La ampliación genera nuevos desafíos en materia de comercio (pasará a ser un mercado de 450 millones
de personas), de monedas y de trabajo.
Pero los desafíos también son políticos, ya que la Europa de los 25 instala un nuevo equilibrio en las
relaciones entre la UE y Rusia. La incorporación de ocho de sus ex satélites comunistas a Europa
genera tensiones y desconfianzas mutuas.
Los rusos no han pedido ser europeos, pero la ampliación les genera problemas, que exigen de la UE una
nueva estrategia.
Las dudas ensombrecen las relaciones entre Bruselas y Moscú ante la progresiva eliminación de toda
forma de contrabalancear el poder acumulado en manos del presidente Vladimir Putin, después de su
abrumador triunfo en las elecciones de marzo.
Para los europeos, su comportamiento, la forma de conducir la guerra en Chechenia y la prisión del
multimillonario Mijail Jodorkovski son indicios que demuestran que Rusia ha elegido el autoritarismo
como modelo de gobierno.
Ante la ampliación europea, Rusia exige ahora la extensión de su acuerdo de asociación y cooperación,
que la liga a la Unión Europea, bajo ciertas condiciones. Un requerimiento que Bruselas ha considerado
una injerencia inaceptable.
Una línea que no coincide con la política sugerida por la Vieja Europa, que considera fundamental una
diplomacia "soft" para "no humillar a Moscú" y subestima las presiones que los rusos ejercen sobre los
bálticos.
Los rusos han comenzando a utilizar la discriminación contra los étnicos rusos en Letonia y Estonia para
presionar por sus derechos y cercar a sus ex dominados en Bruselas. El respeto por los derechos de las
minorías es una exigencia para ser parte de la UE y los rusos blanden esa carta con inteligencia. Esos
países no aceptan a los étnicos rusos como sus ciudadanos, aunque forman parte de su población.
La UE y Rusia firmaron un acuerdo el jueves pasado para responder a los problemas que la situación
geopolítica genera, especialmente con respecto al tránsito de mercancías por Kaliningrado y el
establecimientos de visas para períodos cortos para todos los ciudadanos involucrados.
Pero los países bálticos exigen una política dura y firme contra "las ambiciones imperialistas y
autoritarias" de Moscú, en nombre de la necesidad de democratizar el país y que no sea una amenaza
sobre ellos.
Moscú propone al Gobierno de Pekín negociar sus problemas fronterizos:
AFRICA: CONFLICTOS
África es un mundo de conflictos. Raro es el país sin fuertes tensiones sociales, políticas o étnicas, de las
que no está libre Sudáfrica, con su alto nivel de delincuencia, su apartheid económico, sus grandes
desigualdades, sus problemas de paro y de inmigración ilegal. En Zimbabue las tensiones arrancan de la
política opresiva del gobierno hacia la oposición, de la expropiación de propiedades agrícolas y de una
economía a la deriva. Nigeria está aquejada por conflictos étnicos y por maniobras políticas disfrazadas
de conflictos religiosos como es la declaración de la ley islámica en algunos Estados del norte. La
Comisión para la Reconciliación no ha logrado la comparecencia de algunos jerarcas militares
convocados ante ella y el gobierno lucha contra la corrupción con un éxito limitado.
Hay también países con conflictos armados más o menos antiguos, más o menos activos, pero siempre
latentes y peligrosos. El gobierno del Chad se enfrenta a una rebelión armada en el norte. Costa de
Marfil y el Congo-Brazaville intentan procesos de reconciliación sin éxito, por empeñarse en excluir a
importantes agentes de la vida política. Eritrea y Etiopía siguen sin resolver sus problemas de fronteras.
Continúan armándose con un despilfarro de unos recursos que necesitan angustiosamente para su
desarrollo. El Polisario y Marruecos, con las espadas en alto, en el Sahara Occidental, vician además las
relaciones entre Marruecos y Argelia enturbiando las de España. En Argelia continúan las matanzas y la
rebelión bereber sigue en pié de guerra. Senegal no termina de resolver el problema independentista de
Casamance ni las Comores el separatismo de Anjuan. En la República Centroafricana se suceden los
motines en los cuarteles y los intentos de golpe de estado y, lo que es peor, no se han resuelto los
problemas sociales y económicos que los ocasionan. Guinea-Bissau, democracia reciente, tiene al
parlamento enfrentado con el presidente y a éste con el sistema jurídico, mientras que el pueblo exige
entendimiento y moderación. El gobierno de Guinea Ecuatorial no ha logrado integrar a la oposición
que, en el exilio aunque inoperante, permanece expectante.
El mayor conflicto armado actual de África es el de la R. D. del Congo: la “primera guerra mundial de
África”. En ella están envueltos, por una parte y en contra del gobierno, Uganda Ruanda y Burundi más
los grupos rebeldes a quienes apoyan. A su vez, Ruanda y Burundi se ven aquejados de conflictos
endémicos internos. Son dos dictaduras militares de etnias minoritarias que intentan solucionar sus
problemas cada cual a su manera; Burundi compartiendo el poder con los opositores hutus; Ruanda
intentando convencer a todo el mundo de que el problema no existe, a la vez que controla el país con
mano de hierro y proyecta el problema allende sus fronteras dándose razones para invadir la R. D. del
Congo. Uganda sufre sus propios movimientos de resistencia armada interior y manipula las elecciones
para contener a la oposición. El gobierno congoleño, que tampoco es legítimo, está apoyado por Angola,
Zimbabue y Namibia. Hay en curso un proceso de reconciliación que comporta el desarme de las
milicias, un diálogo ínter congoleño (que está en proceso aunque progresa lentamente) y una retirada de
los ejércitos extranjeros a la que se opone Ruanda. Entretanto, todos se dedican a expoliar los inmensos
recursos y riquezas del país.
Angola, además de estar implicada en la guerra de la R. D. del Congo, mantiene una guerra civil desde
hace unos treinta años con la UNITA. La sociedad civil y la Iglesia piden una solución pactada pero el
gobierno se resiste ya que UNITA aprovechó un acuerdo anterior para reorganizarse y rearmarse.
UNITA estaría dispuesta a entablar conversaciones de paz; pero el gobierno no parece dar una respuesta
clara y pretende que la guerra está prácticamente terminada ya que, según ellos, UNITA sólo tiene
tropas “residuales”. Esto no le impide lanzar ataques mortíferos sobre el territorio controlado por el
gobierno.
El conflicto de Sudán es otra de las guerras endémicas y olvidadas, que ha hecho ya más de dos millones
de muertos y varios millones de desplazados y refugiados. Comenzó en 1955 y dura desde entonces con
una interrupción de diez años entre 1972 y 1982. Se han celebrado innumerables conversaciones de paz
que el gobierno utiliza para ganar tiempo y así fortalecer su posición. Esta contienda ha sido presentada
como un conflicto religioso y, sin duda, la introducción de la ley islámica tuvo mucho que ver con el
relanzamiento de las hostilidades en 1982. Con todo, sus causas son también de índole económica y
política. El gobierno fundamentalista islámico está cometiendo atrocidades sobre todo con la población
de los territorios ricos en petróleo con la complicidad de las compañías petrolíferas que exigen seguridad
para continuar sus prospecciones y explotación. Con el dinero del petróleo, el gobierno financia la
guerra potenciándola. A causa de los intereses ligados al petróleo, la Unión Europea se está dejando
convencer de los avances democráticos del gobierno de Jartum, que, por otra parte, tolera y hasta
promueve la esclavitud como medio de debilitar a sus adversarios.
La situación de Somalia es igualmente trágica y confusa. Desde 1990 se debate entre la desintegración y
la recomposición. Actualmente se compone de un Estado autoproclamado independiente, Somalilandia.
Sin estar reconocido funciona bastante bien. Puntlandia se declara región autónoma y el Estado central
no termina de imponerse a los señores de la guerra. Un cierto número de estos señores campan más o
menos a sus anchas. El gobierno central pide ayuda a la comunidad internacional para no caer en la
desintegración total.