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La teoría Asiática es una explicación del poblamiento del continente americano planteada por
Alex Hrdlicka. El autor se basa en los rasgos mongoloides de los habitantes de América y en los
restos encontrados en el norte del continente que sugieren el paso de Asiáticos por el puente
de Beringia, en un periodo donde el hielo y la disminución del nivel del mar permitieron cruzar a
pie a nuestros antepasados en búsqueda de alimentos (quizás siguiendo a animales que también
buscaban alimento). Esta teoría planteaba en un primer momento solo la migración de los
asiáticos hacia América mediante barcazas con las que recorrieron la costa, pero
posteriormente se confirmó que también se realizó a pie, en el tan conocido "puente de hielo de
Beringia”. Otros argumentos para justificar la teoría de Hrdlicka son la "mancha lumbar" de
nacimiento que tienen en común americanos y mongoloides, además de los dientes en forma de
"pala", pómulos prominentes, cabello negro y lacio, etc. Esta teoría es también llamada teoría
monoracial de poblamiento americano y es la teoría más aceptada hasta el momento.
PRUEBAS:
La teoría del origen asiático fue argumentada por el checo-estadounidense Hrdlička, refutando
a Florentino Ameghino quien creía que América era la cuna de la humanidad. Hrdlička enfoca el
desplazamiento de grupos paleo-mongoloides desde el noreste asiático (Mongolia y Siberia).
Manifestó que estos grupos cruzaron el estrecho de Bering, punto más cercano entre ambos
continentes. A fines del periodo Pleistoceno se produjo un descenso notable del nivel del mar
de hasta cien metros, dejando así un espacio libre de agua de 1800 kilómetros de ancho entre
uno y otro continente. Así los primeros inmigrantes probablemente pudieron pasar a pie.
Hrdlička sustentó su teoría con pruebas antroposomáticas; es decir, la semejanza física entre
asiáticos e indígenas americanos: cabello lacio y negro, ojos semirasgados, piel cobriza, escasa
pilosidad, entre otras.
Por otra parte, sabemos que la llegada de estos hombres paleolíticos se produjo hace unos
40,000 años; sin embargo, Hrdlička por limitaciones de su tiempo, señalaba que estas
migraciones se habían producido hace solamente 12,000 años.
Durante gran parte de su vida académica, Hrdlička se dedicó al estudio del Homo Neandertales
en profundidad, y trató de demostrar que el Homo Sapiens venía del Neanderthal, por ende
todas las razas tenían un origen común situado en el Viejo Mundo. Como bien dijimos, Hrdlička
pensaba que el Homo Sapiens provenía del Neanderthal, especie que se había extendido
únicamente por África y Europa. Cuando comenzaron a migrar hacia otros sitios, fueron
construyendo distintos grupos geográficos que hoy en día delimitan las etnias que conocemos.
Esto sentaría las bases para desarrollar la teoría del origen único.
Esta teoría fue defendida por Aleš Hrdlička, quien sostenía que los primeros pobladores de
América fueron cazadores paleo mongoloides asiáticos que ingresaron por el Estrecho de
Bering, a fines de la glaciación de Wisconsin, del periodo Pleistoceno. Las oleadas migratorias
habrían ingresado por el valle de Yucón de Alaska, para después dispersarse por el resto del
continente. Hrdlička era partidario del origen mono racial (una raza) del indígena americano.
Según él, entre los amerindios (mayas, quechuas o patagones) hay un conjunto de caracteres
comunes que sugieren un origen común general. Este “aire de familia” se debería a que todos
descienden de un tronco común: el asiático mongoloide. Esta teoría inmigracioncita asiática se
apoyó básicamente en semejanzas antroposomáticas entre el hombre asiático y los amerindios:
cabellos lacios y oscuros, ojos con pliegue mongólico, pómulos anchos y salientes, dientes en
forma de pala, rareza de pilosidad en la cara. También señaló la famosa “mancha mongólica”, una
pigmentación verdosa congénita que tienen los asiáticos e indígenas americanos al nacer y que
desaparece con el paso de los años. Es importante recordar que Hrdlička era firme partidario
de un poblamiento reciente o tardío, para él las primeras bandas llegaron recién a fines del
Cuaternario (12 000 años a.C. aproximadamente).
Esta teoría, también conocida como "multi-racial", es planteada por Paul Rivet y no se oponea la
de Hrdlicka, sino que cuestiona su planteamiento "monoracial" postulando que el poblamiento de
América se debió también a viajes tardíos realizados por pueblos de Oceanía, los cuales
manejaban buenas técnicas de navegación y por lo tanto, habían llegado a nuestro continente
pasando por las islas del océano pacífico, llegando finalmente al continente. Entre los
argumentos para justificar esta teoría se encuentra la similitud cultural y lingüística e incluso
física entre los pueblos Maoríes y los pueblos de los Andes Centrales (principalmente de
influencia Quechua-Incaica)
Paul Rivet (Wasigny, 7 de mayo de 1876 - París, 21 de marzo de 1959) fue un etnólogo francés.
Creador de la teoría oceánica sobre el origen del poblamiento americano, según la cual, la
población nativa americana es el resultado de migraciones procedentes de Asia, Australia,
Polinesia y Melanesia.
Las oleadas estuvieron separadas por distintos espacios de tiempo, aportando caracteres
asiáticos, australianos y melanesio-polinesios.
Elaboró su teoría con múltiples evidencias como: rasgos biofísicos (estatura, color de piel, etc.),
datos culturales y datos lingüísticos, tanto de los asiáticos, como de los americanos y polinesios
con el objetivo de encontrar correspondencias que le permitieran reconstruir las posibles rutas
migratorias que habrían seguido los primeros hombres americanos. Sus críticos sostienen que
fueron insuficientes los datos arqueológicos considerados.
Mongoloide
Los primeros en ingresar a América serían los asiáticos, a través del Estrecho de Bering;
separados en el tiempo, los diversos grupos aportarían elementos pre-mongólicos y mongólicos
propiamente dichos, evolucionando física y culturalmente en forma diferente.
Australianos
En segundo lugar, hicieron su arribo los elementos australianos, demostrado, según Rivet, por
grandes similitudes físicas entre los cráneos de los patagones y de los australianos, del
predominio del grupo sanguíneo 0 en ambos grupos y del común uso de producciones culturales
como la cerámica, los mantos de pieles animales, las chozas circulares de ramas, el uso de
troncos ahuecados como canoas, parecidas ceremonias religiosas, etc.
Pero es en el aspecto lingüístico donde Rivet pone mayor énfasis, demostrando que existen
analogías entre las lenguas patagónico-fueguinas y las australianas, mencionando vocablos
similares para los mismos objetos.
La tercera oleada que arribó a América, según Rivet, aportó el elemento melanesio-malayo-
polinesio, extendido en el Nuevo Mundo y que presenta mayores analogías antropológicas,
culturales y lingüísticas.
Vale mencionar el tipo dolicocéfalo, común a algunos grupos indígenas americanos y melanesios;
el predominio del grupo sanguíneo 0; el uso de armas comunes como el atlatl o propulsor,
cerbatanas, mazos, arcos y hondas; la utilización de morteros de madera, redes, mosquiteros;
la ejecución de instrumentos musicales como la trompeta de concha, la flauta de caña, el
tambor de madera y membrana de cuero; idénticas técnicas de navegación con piraguas dobles,
balsas de cañas; la preparación de bebidas alcohólicas con semillas, el cultivo de tubérculos
como la batata; la amputación de los dedos en señal de luto, etc.
Poblamiento temprano según Canals FrauThor Heyerdahl, afirmaba la teoría que los polinesios
eran originarios del Nuevo Mundo. Para probar su teoría, se enfrascó en un exitoso viaje de
América a la Polinesia en una nave, la Kon-Tiki, construida con materiales propios de los pueblos
prehispánicos. Sus conclusiones se basaban en las diferencias notables entre los pueblos
polinesios y sus vecinos melanesios, micronésicos, malayos y mongoles, diferencias que eran
insignificantes con respecto a los grupos amerindios. Con estos elementos concluyó que los
polinesios, diferentes de sus vecinos y culturalmente más afines a los pueblos americanos,
necesariamente debieron salir del Nuevo Continente.
Esquimales
Bajas Culturas: Primera invasión paleolítica que entró por Beringia, y se extendió por América.
El resultado fue la gran diversidad racial y antropológica del aborigen americano. Los rasgos
mongoloides, de pómulos salientes y ojos oblicuos, están presentes a lo largo de todo el
continente. Sin embargo, las tallas varían ampliamente, desde los altos patagones que llegan a
superar 1,90 m. de estatura hasta los diminutos changos del Perú cuya talla puede ser tan baja
como 1.45 m. También hay variaciones en las características del cráneo y conformación de la
nariz, así como en el color de la piel y los cabellos. Desde el punto de vista lingüístico la
diversidad es aún mayor, lo que hace muy difícil la clasificación por familias lingüísticas.
El antropólogo portugués Antonio Méndez Correa (Mendes Correia) plantea que el poblamiento
americano se debió a viajes realizados desde Australia por pueblos australianos que bordearon
la costa antártica para poblar desde el sur el continente, también por un puente similar al de
Bering y con barcazas. Ahora bien, la teoría australiana no estaba sustentada por hallazgos de
restos arqueológicos. Sin embargo, presentó una posible ruta de poblamiento.
Esta teoría se basa en las similitudes culturales entre los habitantes de Tierra del Fuego y la
Patagonia y los indígenas australianos. Otros argumentos que utiliza el autor para justificar su
teoría son el tipo de sangre similar en estos pueblos, características físicas y el uso de algunas
herramientas en común, como el búmeran (boomerang) y las boleadoras.
Geográficos:
Antonio Méndes planteó en su teoría migratoria que el grupo de islas situadas al sur de
Australia fueron empleadas como un puente natural para completar la primera fase del viaje, en
la que los aborígenes australianos habrían cubierto la distancia entre Australia y la Antártida.
Posteriormente, luego de haber arribado al bloque antártico, el grupo ingresó a la parte sur del
continente americano por el Cabo de Hornos. Finalmente, en la última parte de su jornada, se
desplazaron hacia la Tierra del Fuego y la Patagonia.
Antroposomáticos:
Otro de los fundamentos de apoyo usados por Méndes para desarrollar su teoría australiana
fueron las semejanzas raciales entre los australoides y los aborígenes sudamericanos. El
antropólogo lusitano ubicó estas similitudes entre las tribus americanas de fueguinos,
patagones, tehuelches y alacalufes, entre otros.
Entre estas similitudes, destacaban los grupos sanguíneos, la forma craneal dolicocéfala
(alargada) y la abundante pilosidad corporal y facial. También se hallaron coincidencias en los
cabellos negros rizados u ondulados y su resistencia al frío (adaptabilidad a climas extremos).
Lingüísticos:
Cultural-Etnológicas:
Este fundamento se desprende del descubrimiento de objetos comunes entre las etnias de
Australia y América. El uso de bumeranes y de hachas de piedra como armas ofensivas fue otro
de los rasgos usuales utilizados para justificar la teoría.
Asimismo, había ritos religiosos coincidentes e instrumentos musicales comunes que se usaban
con el mismo fin.
Específicamente, tuvieron que seguir el camino a través de un puente formado por las islas de
Tasmania, Auckland y Campbell.
Plantea que los australoides habrían navegado en balsas hasta Tasmania, atravesando las islas
Auckland hasta la Antártida, aprovechando un “óptimun climáticus” para luego asentarse en
Tierra del Fuego y Patagonia.
PRUEBAS:
Desde ese punto en adelante, se dedicó a buscar la ruta más factible que pudieron haber
utilizado los australianos.
Habiendo hallado esa ruta, aseguraba que el origen del aborigen americano se encontraba en un
solo lugar: Australia. No obstante, estudios antropológicos posteriores determinaron que
existían hacia el norte de América otros grupos americanos con características diferentes
tanto de los suramericanos como de los australianos.
Esto sirvió para explicar las diferentes novedades arqueológicas que se fueron encontrando
después. También fue la base de la teoría migracionista o aloctonista. Esta última es una de las
dos teorías más aceptadas para explicar el origen del humano americano.
Desde diferentes vías, los científicos que estudiaron los hallazgos de Florentino, confluyeron
que este estaba equivocado ya que los seres humanos no se habrían originado en las pampas, ni
tampoco habían convivido con la megafauna, los cuales abundaban la llanura durante el
Pleistoceno.
TEORIA NO CIENTIFICA
TEORIA BIBLICA
Esa raza, distinta, que se les presentaba por primera vez, habitando una extensa parte del
mundo, rodeada de animales y vegetales, en muchos casos diferentes a los que ellos conocían,
hablaba lenguas extrañas, con costumbres y ritos desconocidos, eran los antípodas, los
hombres de los que había hablado San Agustín, que, según él, no podían existir, porque
provendrían de otra creación que la de Adán.
Los teólogos tuvieron que tratar de poner en concordancia con los textos sagrados los nuevos
descubrimientos, originándose una interminable disputa sobre el origen del hombre americano,
aun no concluida.
Otros han visto a América en aquella región que en la Sagrada Escritura figura con el nombre
de Ophir, a donde enviaba Salomón sus naves a buscar las maderas y piedras preciosas
necesarias para la construcción del Templo, región tan lejana que las naves empleaban tres años
de viajes.
VIKINGOS
Los investigadores pudieron llegar a esta conclusión gracias a un suceso cósmico: una tormenta
solar que llegó a la Tierra el año 992 y que dejó una señal de radiocarbono visible en los anillos
de todos los árboles milenarios del planeta. Esos anillos permitieron a los autores deducir que
fueron talados 29 años después de la tormenta.
Al margen de lo que aparece recogido en las sagas, resulta imposible resolver el entuerto sobre
la llegada de vikingos a las costas norteamericanas sin recurrir a la arqueología. En el año 1960
arqueólogos daneses dieron en la población de L' Anse aux Meadows (isla de Terranova) con los
restos de una casa de origen vikingo. Gracias a las excavaciones realizas en la zona se
encontraron otras viviendas, así como varias piezas que no corresponden a ninguna población
indígena y que están datadas mediante pruebas de carbono 14 en torno al 1010 a.C. «La
evidencia arquitectónica y arqueológica se ve fuertemente apoyada por la datación por carbono,
y esta evidencia nos obliga a concluir que los vikingos llegaron a América del Norte», afirma
Logan en su obra.
Desde entonces no se ha vuelto a encontrar resto alguno de una colonia vikinga, aunque la
comunidad científica confía en que se hallaran nuevos restos de poblaciones en el futuro.
Recientemente, en el año 2016, la arqueóloga espacial Sarah Parcak descubrió un probable
asentamiento vikingo, esta vez ubicado en un promontorio en Point Rosee, en el occidente de la
isla. Sin embargo, los estudios posteriores han acabado descartando esa posibilidad.
MITOS
La hipótesis solutrense sobre el poblamiento de las Américas afirma que las personas de
Europa pueden haber estado entre los primeros pobladores de las Américas.12 Sus defensores
notables recientes incluyen a Dennis Stanford del Instituto Smithsoniano y Bruce Bradley de
la Universidad de Exeter.3 Esta hipótesis contrasta con la ortodoxia arqueológica
predominante de que el continente norteamericano fue poblado por personas de Asia, ya sea
por el puente terrestre de Bering (es decir, Beringia) hace al menos 13.500 años,4 o por el
viaje marítimo a lo largo de la costa del Pacífico, o por ambos.
El poblamiento de América por la ruta del Atlántico es la teoría del origen de los pueblos
indígenas americanos desde Europa, antes de la llegada de Cristóbal Colón. Es controvertida y
criticada por historiadores y lingüistas, sin embargo, pruebas genéticas de fines del siglo XX,
como la presencia del haplogrupo X (ADNmt), puede ser un indicio de migraciones desde Europa
de hace unos 13 000 años a. C.
En ese momento ya estaba en curso el poblamiento de América por la ruta del Pacífico. En
muchas regiones de América ya existían asentamientos humanos y grupos poblacionales
provenientes de Asia y de los que se tienen registros, como la cultura Clovis, la Paccaicasa, la
de las cavernas de Tulum, y la Monte Verde I.