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El juguete de navidad

Raulito era un niño de 9 años el cual deseaba con toda su alma tener un bonito juguete de
soldado para navidad, tristemente para él, su madre no suponía del dinero suficiente, debido a
su situación económica. Un día mientras paseaba con su madre con la calle vio al juguete que
tanto deseaba en una repisa.

-Mami, mami, ¡mira! es el juguete que tanto quiero- dijo Raulito emocionado.

-Lo siento Raulito, pero no tengo dinero para comprar eso- dijo su madre.

Después de ello, Raulito vio tristemente al juguete mientras se alejaba de la tienda rumbo a su
casa. A la hora de dormir Raulito pidió como deseo tener el soldado que tanto quería. De
repente, mientras el niño dormía, oyó como una voz misteriosa lo llamaba.

- ¡Eh tú, niño! - Exclamo la voz- ¿Me podrías ayudar?, Necesito urgentemente ayuda.

Raulito, muy confundido, se levantó de inmediato de su cama y al mirar debajo de esta misma,
no podía creer lo que veía. Ante él estaba, con vida, el soldadito que tanto había deseado. Con
una gran expresión de preocupación, el juguete se volvió a dirigir hacia él.

-Perdón que no me haya presentado. Mi nombre es Tom y estoy a su servicio- dijo el soldado.

-Un gusto Tom, yo soy Raúl- dijo el niño – Es increíble que estes aquí, siempre le he pedido a
mi pobre madre, que tu fueses mi regalo de navidad.

-La verdad, ese es un gran halago, pero ahorita necesito tu ayuda de manera urgente- dijo el
juguete con un tono serio.

-No entiendo, ¿En qué, un niño pobre como yo, te puede ayudar a ti? - dijo Raulito,
confundido.

-Verás, un malvado soldado, el general Todd, secuestro a mi amada Miriam- dijo Tom, muy
angustiado- y necesito que ayudes a encontrarlo, es un soldado de chaqueta roja, rubio y de
cara poco atractiva.

- Ahora que lo pienso- dijo el niño - Me parece haberlo visto en la tienda donde estabas, pero
en la parte de atrás.

- ¡Perfecto! - dijo el soldado – Entonces, ¿Qué esperamos? ¡Vamos a la tienda!

- Pero mi mamá se va a dar cuenta de que no estoy y además hace frio ahorita- dijo Raulito,
preocupado.

- No te preocupes - dijo el soldado con un tono seguro – conozco una manera.

Acto seguido el juguete, llevo al niño a la ventana de su cuarto y lo ayudo a bajar de esta sin
generar el más mínimo ruido. El niño y el soldadito de juguete caminaron por 5 minutos hasta
la tienda, la cual la encontraron cerrada.

- ¡Genial! - dijo Raulito – ¿Y ahora como vamos a entrar?

- No hay problema – dijo Tom – aquí tengo la llave.


Después el muñeco logro abrir con facilidad la puerta del local. Acto seguido ambos entraron a
la tienda donde se encontraron a otro juguete, un hombre de negocios, que vestía de un
elegante traje y un relojito el cual miraba de reojo.

- ¡Ah!, pero si es Robert – dijo Tom - ¡Robert!, viejo amigo un gusto en verte, necesito que nos
ayudes al niño y a mí a encontrar al general Todd, el cual se llevó a Miriam.

- Oh, hola Tom un gusto en verte- dijo el hombre de negocios – En realidad vi como ese
malvado ser se llevó a tu amada, intenté evitarlo, pero él era más fuerte que yo.

- No te preocupes Robert, sé que intentaste evitarlo, valoro tu esfuerzo- dijo Tom – Ahora,
¿Sabes hacia donde se fue?

- De hecho, vi cómo se iba hacia el callejón de allá- dijo Robert – Ten cuidado, ese sitio esta
lleno de ratas y juguetes como él.

- Lo hare, viejo amigo – dijo con tono tranquilo el soldado - ¡Gracias por tu ayuda!

Después de ello, el soldadito y el niño, caminaron hacia el callejón que estaba en la esquina de
la tienda. El lugar era sombrío y lúgubre, en dicho callejón se podían avistar una gran cantidad
de juguetes desechados y rotos. Raulito se sintió mal por los juguetes al verlos tirados en el
basurero. Después de caminar por un rato ambos fueron sorprendidos por un soldado de
chaqueta roja, el cual agarraba a una muñequita de trapo la cual pedía auxilio

-Veo que trajiste a un niño a hacer tu trabajo- exclamo el juguete con tono burlón

- ¡Suéltala Todd! Esto se termina ahora – exclamo Tom enojado

- ¿Y tú? - le dijo a Raulito- no eres más que un niño pobre al cual no le pueden comprar nada
para navidad, ¡jajaja!

Cuando Raulito, de la ira, se disponía en patear al muñeco, este saco una espada filosa y lo
amenazo con rebanarlo si daba un paso más.

- ¡Deja al niño y pelemos como soldados – dijo el soldado enfurecido

Se libró una feroz batalla entre ambos muñecos. Los dos blandían su espada con brutalidad y
se daba golpes entre ellas mientras los dos oponentes se miraban con sumo odio.
Aprovechando la distracción de Todd, el niño se dispuso a rescatar a la delicada muñeca de
trapo la cual se dirigió a él.

- ¡Muchas gracias joven niño por salvarme! – dijo la muñeca – Ahora, por favor, ayuda a mi
amado.

Sin embargo, cuando Raulito se disponía a ayudarlo, se vio sorprendido por dos soldados de
chaqueta roja

- ¡Alto ahí mocoso! - grito uno – Devuélvenos a la chica y no saldrás herido.

-Haz caso niño- dijo el otro – yo que tu no me meto con él.

- ¡Jamás! – exclamo Raúl – no voy a dejar que le hagan daño a esta pobre muñeca de trapo.

- Bueno, en ese caso – dijo el primero- no nos dejas de otra.


De repente, el primero, el cual le faltaba un ojo y llevaba un parche, blandió su espada y
empezó a atacar, de manera casi inmediata, Raulito agarro una ramita que había por ahí y
arremetió contra el muñeco y tuvo una batalla feroz, en la cual con esfuerzo logro tumbarlo y
enviarlo a un tacho cercano, el otro soldado exclamo:

- ¡Ahora veras, mocoso!

Ambos tuvieron una gran batalla, aunque el niño logro derrotarlo de manera más rápida.
Mientras tanto los soldados, seguían teniendo una feroz batalla, en la cual, Tom perdía terreno
y se veía superado por su rival.

- ¿Unas últimas palabras, Thomas? - Exclamo el malvado muñeco

- Si, ¡Feliz Navidad! - dijo Tom

De repente al voltear, Todd vio como Raúl con la espada improvisada le daba un gran golpe, el
cual lo envió hasta la otra esquina. Raulito se acercó de manera amenazante hacia el general,
dispuesto a patearlo

- ¡Por favor, ten piedad, dejare ir a la muñeca, pero no me hagas daño – exclamo el general
asustado

- Bien – dijo Raúl – pero no te atrevas a dañar a los dos o te las veras conmigo

Entonces el general y sus soldados se dispusieron a huir como cobardes. Luego de esto el
soldado, su amada y Raulito se dispusieron a ir a su casa. Ya en su habitación los juguetes se
dispusieron a despedirse del niño

- ¡Adiós Raúl! Gracias por tu ayuda y ten una Feliz Navidad – dijo Tom

- ¿Te volveré a ver? – dijo Raulito triste

- Algún día nos veremos, tú no te preocupes – dijo Tom tranquilo

Ambos juguetes bajaron de la ventana y se perdieron en la noche. Al día siguiente Raulito se


dispuso a celebrar la navidad con su madre. Sin embargo, se llevó una gran sorpresa cuando
esta última le dio un inesperado regalo, cuando lo abrió, no lo podía creer. En una caja allí se
encontraban Tom y su amada, de la emoción Raulito abrazo a su mama y se dispuso a jugar
con sus nuevos juguetes.

Fin.

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