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TAREA 2

DSECSH14-2023

EQUIPO 9

PARTICIPANTES

Reymundi Sebastian
Rivero Romina
Scheiner Jeremías
Viel Isaac
La imagen planteada como punto de partida en este ejercicio, nos permite articular y reflexionar
diferentes conceptos del módulo, siguiendo las nociones planteadas en las clases. En este caso,
recurrimos a las nociones abordadas en la Clase 5: “Nuevas Geografías: De los territorios
nacionales a los territorios globales” de Raquel Gurevich, y a la Clase 6: “Hacer y enseñar Historia
hoy” de María del Carmen Correale.

Si nos detenemos a pensar esta imagen como sostiene Gabriela Augustowsky, cuando dice que
“mirar es una experiencia subjetiva”, admitimos que la interpretación nos remite a los saberes
previos en un acto de reconocimiento. Con esto, aceptamos que el conocimiento entra en juego
desde un primer momento en la identificación de las fuentes iconográficas, aboliendo con esta idea
la convicción positivista que sostenía la neutralidad en las fuentes, y particularmente en la escritura.
Por eso, nos encontramos hoy frente a un consenso generalizado que descree de la posibilidad de
objetividad en la investigación histórica. El hecho histórico es una reconstrucción realizada por
hombres que viven en un determinado momento histórico, que tienen determinados valores, ideas,
maneras de ver el mundo, sentimientos, etc. Es por eso que investigar historia hoy no es transcribir
sólo lo que las fuentes dicen. En la interpretación que hacemos de cada fuente se filtra una
determinada posición ideológica, política, etc. Retornando lo anterior, ante el ocaso del paradigma
positivista y de la preeminencia de la fuente escrita, en la actualidad un historiador trabaja con
distintas fuentes, entre las que se cuentan las imágenes fijas como la que estamos analizando aquí.

Lo interesante es que no sólo nosotros que observamos e interpretamos la imagen estamos


condicionados por nuestros valores, representaciones del mundo, etc, sino también quienes realizan
las imágenes, en este caso el fotógrafo que realizó esa instantánea. Una imagen busca comunicar
algo, expresar ciertas ideas, develarnos un aspecto, una esfera de nuestras sociedades que quizás no
queremos ver. Sobre todo, si pensamos en cierta tendencia a naturalizar o deshistorizar el paisaje y
la fotografía, como si se tratara de un recorte innegable de la realidad, y no una disposición humana.
En este sentido, es interesante lo que afirma Beceyro cuando dice: “(...) No hay, digamos, lecturas
naturales, sino exclusivamente, lecturas culturales donde cada espectador pone sobre el tapete
sistemas de valores, opiniones políticas, prejuicios y convicciones. (...)”

Habiendo explicitado las consideraciones que debemos tener al momento de analizar una fuente
iconográfica, intentaremos interpretar desde nuestra perspectiva la imagen que presenta el trabajo.

Debajo de la foto aparece la procedencia de la fuente y nos permite identificar que una de las
intenciones de la fotografía es mostrar los contrastes en las metrópolis de Brasil y Colombia. Si bien
son esos países los mencionados, podemos decir que esa fotografía podría sacarse en cualquier otro
país de Latinoamérica, donde la desigualdad económica se refleja urbanísticamente de manera
apabullante en la construcción de barrios cerrados en cercanía de barrios populares carentes de
recursos mínimos. Pero para poder realizar esta interpretación, es preciso dejar de lado una
geografía anclada en el pasado, que sólo nos muestra postales, paisajes inmutables o datos
naturalizantes. Tal como dice Gurevich, tenemos que pensar en una geografía social que aborde las
nuevas configuraciones de las sociedades, los territorios y las culturas en la actualidad. Y para eso
nos parece interesante rescatar la siguiente idea: “Los paisajes en la actualidad, tanto urbanos
como rurales, se hallan transfigurados por las fuerzas de la economía, la cultura y la política.
(…)”. Esta propuesta se ancla en el concepto de paisaje que propone Nogué: “(...) El paisaje es, en
buena medida, una construcción social y cultural, siempre anclado -eso sí- en un substrato
material, físico y natural. (…)”. Gurevich nos recuerda que en estas nuevas geografías, todo paisaje
es en realidad un recorte superficial del paisaje, como es la misma fotografía, íntimamente ligado a
la mirada. Lo que implica adoptar una metodología y una perspectiva de interpretación, que nos
permita advertir esta “mirada de la época”, o sea la forma de pensar estas relaciones espaciales en
un momento determinado. Se trata de analizar la construcción histórica de ese paisaje. Por eso, en
“Paisajes y Visualidad: geografías para mirar”, nos sugiere “(...) completar la información visual
con bancos de datos de documentación, fuentes y materiales diversos (...)”. (GUREVICH; 2017).

Partiendo de esta noción de paisaje, podemos entender de qué manera los territorios en la actualidad
están modelados por los diferentes actores sociales, sobre todo por las empresas globales, por las
empresas inmobiliarias en este caso, que cada vez tienen mayor decisión que los Estados
Nacionales. Hoy en día los modelados territoriales responden al conjunto de decisiones que toman
los actores estatales pero sobre todo de mercado atendiendo a los “factores de atracción locacional”
que serían la presencia de tecnologías, mano de obra calificada, infraestructura, fuentes de energía.
El problema aparece cuando observamos que la distribución de estos factores es absolutamente
desigual lo que lleva a una dinámica acumulativa que tiende a la concentración de capital y a una
fragmentación territorial. Como se ve en la foto, estamos en presencia de un mundo globalizado y
fragmentado a la vez. De un lado, todos los recursos posibles, pero del otro un mundo de carencias,
de fragmentación y exclusión. Entender el paisaje como una construcción social y cultural nos
obliga a dar cuenta de estos contrastes socio-económicos en la urbanización y a historizarlos,
explicar de dónde proceden y cómo y en qué contexto los diferentes actores sociales fueron
forjando esta imagen plagada de contrastes. Se trata de buscar comprender también cómo la
configuración de estos territorios implicó la destrucción de ecosistemas naturales, como el caso de
los humedales en Nordelta para citar un claro ejemplo que da cuenta de todo lo que estamos
mencionando. Para esto, hay que alejarse de una interpretación del paisaje como algo puramente
natural y de postal, y entenderlo como una construcción social y cultural, anclada históricamente,
enraizada en un sistema económico, que genera desigualdades que se ven reflejadas en la
configuración de esos territorios.

Plantear el análisis de este tipo de imágenes en el aula permite poner en evidencia las
interpretaciones y conceptos que existen sobre la sociedad de nuestro tiempo. En este proceso de
indagación es posible encontrarnos con conceptos populares que ponen de manifiesto estas
tensiones socio-económicas en el paisaje. El contraste no sólo expresa esta fragmentación en
términos académicos “fragmentación”, sino que también tiene aparición “la villa” como expresión
de las realidades locales. Vale entonces indagar a los estudiantes ¿qué es una “villa”? ¿Qué define a
su comunidad más allá del espacio? ¿Desde cuándo se difunde este fenómeno? Estos problemas
permiten adentrarnos en el mundo de estos paisajes propios del siglo XXI, y sobre todo de nuestros
centros urbanos, tratando de desarrollar actividades que les permitan a los estudiantes explicar el
proceso histórico que hizo posible estas realidades. En las geografías del mundo contemporáneo se
combinan constantemente incrustaciones de múltiples escalas de análisis (local, regional, nacional,
mundial). En cada lugar del mundo, a partir de esas imbricaciones se generan, a su vez, nuevos
lazos sociales entre los actores sociales que participan en los diversos acontecimientos. La crisis de
2001, el corralito, la semana de los cinco presidentes y el FMI, aparecen como parte de una realidad
local unida a procesos macroeconómicos que los alumnos podrían conocer mejor, para comprender
y definir las relaciones políticas y económicas en el espacio y la sociedad. Se plantea una geografía
plenamente situada en el campo de las ciencias sociales, no desde una perspectiva retórica ni
formal, sino más bien atenta a las tensiones y las polémicas que pueblan la vida y la teoría social.
Esta posición connota el abandono de un escenario de postal, de acuerdos y relaciones inmutables,
de datos naturalizantes, de una mirada fija y atemporal que se traslada a situaciones propias del
mundo de la cultura y la sociedad. Una geografía social, entonces, estaría dispuesta y disponible
para tomar los principales temas y problemas referidos a las nuevas configuraciones de las
sociedades, los territorios y las culturas en la actualidad. Al mismo tiempo, tendría en la mira
enriquecer los saberes y las experiencias del ámbito socio-cultural contemporáneo, a fin de que
tanto los estudiantes como los docentes podamos contextualizar más reflexivamente nuestras
prácticas cotidianas y específicas.
BIBLIOGRAFÍA

CORREALE, C. “CLASE N°6: Hacer y enseñar historia hoy”; en FLACSO, DSECSH 14-2023;
Julio 2023.

GUREVICH, R. “CLASE N°5: Nuevas Geografías: de los territorios nacionales a los territorios
globales”; en FLACSO, DSECSH 14-2023; Julio 2023.

GUREVICH, R. “Paisajes y visualidad: geografías para mirar”; en Revista: Atelier Geográfico;


Vol. 11; N°2; Agosto 2017; P. 6-18; Universidade Federal Goiás; Goiânia 2017.

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