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ENSAYO
SIGNIFICADO DE LA EVALUACIÓN EN
EL ENFOQUE DE COMPETENCIAS
ALUMNOS :
JAVIER BRAVO MORALES
ELVIRA LIDIA CERAZO FLORES
AGOSTO – 2021
https://orcid.org/0000-0002-1130-2691
Correo electrónico
jbravom@epgunheval.edu.pe
Obras (1 of 1)
Fuente:0000-0002-1130-2691
Registro modificado por última vez 9 ago. 2021 1:41:15
I. INTRODUCCIÓN
El proceso de evaluación entonces debe ser considerado como parte del proceso de aprendizaje,
de manera que se puedan identificar los vacíos que hay entre lo que el estudiante actualmente
sabe y lo que debería hacer. Estos vacíos se convierten entonces en oportunidades de aprendizaje
para desarrollar esas habilidades y no son vistas como fallos del estudiante. La evaluación por
competencias es un proceso colaborativo, negociado entre el profesor y el estudiante y no es un
evento impuesto por el maestro.
En la evaluación por competencias a los estudiantes se les debe dar todas las oportunidades
necesarias para demostrar la habilidad y conocimiento en la competencia que se está evaluando.
En este caso la palabra evaluar en español no siempre permite determinar claramente la
naturaleza de este ejercicio en un modelo curricular por competencias. Quizá un término más
apropiado podría ser el de “ajustar” las condiciones, el método de enseñanza e incluso la manera
en que el estudiante ejecuta las acciones de manera que se pueda llegar a la profesionalización de
la competencia.
Algo muy importante de tener en cuenta es que competente no significa experto. Competente
significa que el candidato ha alcanzado suficiente habilidad y conocimiento para ejecutar la
actividad hasta cierto grado de calidad que es aceptable para el estándar o indicador de logro
contra el cual se está midiendo. En la vida real competencia significa alcanzar de la suficiente
habilidad y conocimiento para desarrollar la actividad o servicio hasta el grado que es aceptable
para la industria o el cliente.
II. ARGUMENTACION
Concepto
La evaluación del enfoque de competencias es un proceso de retroalimentación,
determinación de idoneidad y certificación de los aprendizajes de los estudiantes de
acuerdo con las competencias de referencia, mediante el análisis del desempeño de las
personas en tareas y problemas pertinentes. Esto tiene como consecuencia importantes
cambios en la evaluación tradicional, pues en este nuevo enfoque de evaluación los
estudiantes deben tener mucha claridad del para qué, para quién, por qué y cómo es la
evaluación, o si no está no va a tener la significación necesaria para contribuir a formar
profesionales idóneos. Es así como la evaluación debe plantearse mediante tareas y
problemas lo más reales posibles, que impliquen curiosidad y reto.
Referencias
Para Cronbach (1963), citado por Castillo Arredondo & Cabrerizo Diago (2010) la
evaluación consiste en la recolección de información para la toma de decisiones.
Lafourcade (1972) citado por Castillo Arredondo & Cabrerizo Diago (2010) señala que la
evaluación tiene como fin verificar en qué medida se han obtenido los objetivos
educacionales.
Lorenzana Flores, Ruth Isabel (2012) llevó a cabo una investigación titulada: La
evaluación de los aprendizajes basada en competencias en la enseñanza universitaria. Tesis
para optar al grado académico de Doctor en la Facultad de Arte y Educación Física.
Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán. República de Honduras, Honduras.
Según (Cano (2014); Castillo Arredondo & Cabrerizo Diago (2010); Delgado
García & Oliver Cuello (2009); Ortega Paredes (2015) y otros especialistas en evaluación
coinciden en mencionar que la evaluación de los aprendizajes se basa en un proceso que
debe ser guiado por prácticas intencionales sistémicas que permitirán perfeccionar los
estados de desarrollo de competencias.
Características
De forma resumida podemos plantear que la evaluación por competencias tiene las
siguientes características:
Planeación de módulos
Matrices de la evaluación
Las matrices de evaluación de las competencias son matrices que nos permiten determinar
el nivel de logro de los estudiantes con respecto a las competencias propuestas para un
módulo, con referencia al producto o productos de dicho módulo. Se han desarrollado a
partir de las rúbricas de evaluación de logros.
Por otra parte, respecto al cambio de metodologías, algunas universidades poseen sus
propias guías metodológicas que nos ayudan a conocer las posibilidades de las diversas
propuestas metodológicas. Sin embargo, más allá de conocerlas (para lo cual nos puede
servir la aportación de Fernández, s/f) y de tener destrezas para ponerlas en práctica, para
ser realmente competentes en este campo deberemos tener también una actitud proclive al
aprendizaje activo por parte del alumnado y asumir la transición de nuestro rol de
instructores (aunque quizá ningún profesor ha sido nunca simplemente instructor) a nuestro
rol de facilitadores de aprendizajes. Trabajar por proyectos, con simulaciones, casos, PBL
(Aprendizaje Basado en Problemas), aprendizaje cooperativo, introduciendo portafolios,
wikis, blogs, prácticas de diversos tipos, mini-congresos o simposios, no es, en definitiva,
nada nuevo.
El componente Integración
a) Conocimientos
b) Saber hacer
c) Competencias
La pirámide de Miller nos puede ayudar a determinar qué se evalúa y la forma en que
evaluamos la autonomía.
Podemos ver que objeto de la evaluación se constata en la articulación de conocimientos,
saber hacer y competencias. Es necesario tener presente que tal articulación puede ser
concebida de diferentes maneras y con diferentes tipos de tareas. Esas tareas pueden
clasificarse de la siguiente forma:
• dividida
• integrada
• semi integrada
Las definiciones más comunes de criterio son aquéllas que lo describen como regla o norma
para saber lo que es verdadero o puede tomarse como cierto. Cuando el alumno tiene que
enfrentar una situación compleja, las decisiones quedan reforzadas por criterios explícitos,
los cuales, a su vez, son determinados por indicadores. La elección de los criterios es una
condición determinante para la calidad de la evaluación, siempre y cuando el
establecimiento de los mismos atienda a validez, justicia y objetividad.
Los criterios, a la larga, se convierten en indicadores sobre qué aprendizajes son los que se
deben conseguir al finalizar la unidad de aprendizaje. Por lo que es importante su referencia
a la consecución de los objetivos propuestos al principio, y expresados en términos de
capacidades a través de las evidencias de entrada.
Los criterios proporcionan información sobre los aspectos que hay que considerar, tanto
para el tipo de aprendizaje (conceptual, procedimental o actitudinal) y las capacidades que
se han de desarrollar, como para el grado o nivel de competencia alcanzado.
3) Independientes: Si un criterio determina una reacción en cadena con los demás, nos
quedaremos sin la verdadera información en torno a dónde están las dificultades reales.
4) Pocos: Los criterios deben ser pocos pues una propuesta muy larga haría inviable su
puesta en práctica como herramienta útil para orientar la planeación y la verificación de
resultados.
Estos indicadores podemos clasificarlos en dos tipos: cuantitativos, aquellos que son
numerables o cuantificables; y cualitativos, que no son cuantificables, los que se centran
más en la calidad que en la cantidad. Veamos algunos ejemplos.
Indicadores cuantitativos
Número de asistentes.
Número de intervenciones.
Recursos empleados.
Indicadores cualitativos
Y como todo no se puede prever, hemos de ser flexibles para poder evaluar también los
imprevistos que pueden surgir y que van a incidir en el desarrollo positivo o negativo del
proyecto.
Las evidencias
Se caracterizan por ser producciones o actuaciones que dan cuenta de qué sabe y/o puede
hacer el estudiante ante una situación en un contexto determinado, en relación con los
criterios de evaluación establecidos para evaluar el aprendizaje (RVM N.° 094-2020-
MINEDU).
Por ello, se deben seleccionar aquellas evidencias de aprendizaje que han exigido a los
estudiantes una actuación compleja, integral y articulada de las competencias y sus
capacidades en la situación de aprendizaje. En otras palabras, permiten determinar el
desarrollo de algunos de los diversos recursos contenidos en una competencia
(capacidades) en un tiempo determinado, por lo que deben ser relevantes y plantear una
actuación compleja.
• construidas
• plausibles
• integradoras
Lo planteado nos conduce a aseverar que las evidencias no son neutrales ni perennes. El
hecho de que no sean perennes determina que se dé una relación entre quienes las proponen
a la hora de hacer un programa o módulo formativo, y quien hace la programación para
tomarlas como referente en el acto compartido de la instrucción.
Las evidencias son accesibles cuando se han elaborado atendiendo a facilidades de acceso,
de manera tal que puedan llegar a todos sin sobreesfuerzos y con autonomía.
Las evidencias son potentes cuando tienen el poder de favorecer la creación, la reflexión, y
con ello lograr activación e intensidad, alejadas de la simple repetición mecánica: es por
eso se dice que las evidencias son el referente que establece la base, no la camisa de fuerza
ni el proceder conductual o algorítmico. Las evidencias siempre tienen un fuerte
compromiso con la heurística, que equivale a las probabilidades, por eso se afirma que una
de las mayores metas a las que nos enfrentamos los profesionales es a la validación e
incorporación de hallazgos en la práctica.
Este rasgo es esencial para el proceso de instrucción donde se da la acción compartida entre
el maestro y el alumno. Cuando señalamos que las evidencias son plausibles, nos referimos
a que son recomendables, no rígidas, porque tal rigidez nos devolvería de “golpe y porrazo”
al conductismo más rancio. La plausibilidad se constata en el hecho de que, si bien en la
etapa preinstruccional se sugieren determinados criterios, indicadores y evidencias, todos
sabemos que, en el proyecto compartido, o sea, en la clase, tanto los alumnos como los
maestros aportan nuevas evidencias o modifican otras, para enriquecer así todo un proceso
renovado en función de realidades concretas.
Esta perspectiva flexible favorece el contrarrestar una de las limitaciones que han tenido los
modelos racionales para la formación de competencias. Estos modelos que también han
sido identificados como modelos de estructura ingenieril o racional, centrados en la
persona, parten de considerar que la persona más competente es aquella que goza
cuantitativamente de más atributos. En función de ello surge la tendencia a considerar que
la competencia debe ser subdividida o descompuesta en elementos menores, mesurables,
que se irán adquiriendo por formación o por experiencia, pero al enfatizar en lo
objetivamente observable para aplicar el conjunto de atributos a una gama amplia de
actividades, empobrecen, de alguna manera, la libertad de acción y el análisis de la
flexibilidad de un individuo.
La evaluación integradora permite establecer las distancias o cercanías entre lo que debió
ser enseñado por estar planteado como "curriculum prescripto" y lo efectivamente
construido en el aula como "curriculum vivido". Es aquí donde la responsabilidad ética del
docente se evidencia en este "transparentar la propia práctica". En este particular momento,
el alumno también pone en valor su propio proceso de construcción de conocimiento,
compartiendo la responsabilidad por los resultados.
III. CONCLUSIONES:
Existe una relación significativamente fuerte entre el uso coherente de las Funciones de la
Evaluación y el Logro de las Competencias Específicas en los Estudiantes
REFERENCIAS
Agüero, J. C. (2016). Evaluación formativa y aprendizaje por competencias en la asignatura
de dibujo y diseño gráfico de los estudiantes de la escuela de Ingeniería Industrial de la
Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la USMP en el 2015. Universidad San Martín de
Porres.
http://www.edutecne.utn.edu.ar/tesis/evaluacion_diagnostica_universitari a.pdf