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INTRODUCCION A LA TEOLOGIA

Lección No. 1 del Curso de Teología Bíblica I


Introducción a la Teología
Teología, disciplina que trata de expresar los contenidos de una fe
religiosa presentados como un conjunto coherente de proposiciones. La palabra
se emplea para referirse a la fe cristiana aunque en algunos casos se utilice por
analogía para referirse a otros credos, pero fue el cristianismo el que le otorgó
su significado actual. Tiene un alcance más limitado que la fe, pues mientras la
fe es una actitud integral del individuo y engloba voluntad y sentimiento, la
teología trata de expresar en palabras los elementos de la creencia que están
contenidos en la fe de forma implícita o explícita.
Sin embargo, no toda expresión verbal de fe puede ser considerada
teología. Las primeras verbalizaciones de fe fueron ingenuas y mitológicas. La
teología surge de la reflexión sobre estas primeras manifestaciones ingenuas.
Por ejemplo, en el Nuevo Testamento el discípulo Tomás le dice a Jesús: "¡Mi
Señor y mi Dios!", pero se produjo un largo proceso de reflexión y especulación
entre esta sencilla confesión y la declaración teológica, efectuada por el concilio
de Nicea (325), de que Jesucristo es "uno en sustancia con el Padre". Este
ejemplo demuestra la tendencia a pasar del lenguaje concreto ('Señor') al
lenguaje conceptual ('sustancia').
Aunque la teología se ocupa de Dios, muchos teólogos mantienen que los
conceptos que se tienen sobre él son por definición insuficientes. En la
tradición judeocristiana, Dios es con frecuencia descrito en términos negativos,
como invisible e incorpóreo. Para que esta teología negativa no se convierta en
un verdadero agnosticismo, tiene que completarse con otros modos indirectos
de referirse a Dios (lo que implica analogía, simbolismo y metáfora) para que el
lenguaje de la teología no resulte conceptual en sentido estricto, conservando
en su lugar algunas imágenes de los tiempos preteológicos de la creencia
religiosa. Un exhaustivo análisis del lenguaje teológico es un preludio
imprescindible para la aventura teológica. Aparece un lenguaje que utiliza por
igual imágenes como conceptos y que es a la vez crítico y confesional.
Teología y ciencia: Teólogos tan diferentes como el italiano santo Tomás
de Aquino en el siglo XIII y el teólogo suizo Karl Barth en el siglo XX han
mantenido que la teología es una ciencia. Sin embargo, los dos se preocuparon
por subrayar que hay ciencias de muchos tipos. La teología parece una ciencia,
puesto que en el estudio de sus contenidos se aplican procedimientos
metodológicos, críticos e intelectuales, aunque difieren por completo de los de
las ciencias naturales y también de las humanas, ya que su objeto final, Dios, no
es accesible a la investigación empírica. Por lo tanto, el problema de establecer
un método riguroso de razonamiento sobre Dios es crucial en teología. Aquino
emprendió su sistema filosófico presentando cinco pruebas de la existencia de
Dios como base de todos sus demás argumentos. Barth, por otra parte, comenzó
con la revelación de Dios o su propia comunicación (la palabra de Dios),
pensando que sólo así se podría evitar el peligro de aproximarse a Dios como si
fuera un simple objeto de investigación. Los seguidores del método de Barth
sostienen que una ciencia debe empezar con determinados supuestos y que el
supuesto de un Dios que se comunica consigo mismo es el punto de partida más
adecuado para la teología; los que siguen el ejemplo de Aquino sostienen que la
integridad espiritual exige que el teólogo comience con la cuestión de si existe
Dios. Es claro que en ambos casos la teología ha de ocuparse tanto de los seres
humanos y de su capacidad como de Dios. De hecho, Barth ha dicho que la
teología debería llamarse con mayor propiedad 'teoantropología', ya que el tema
en cuestión no es Dios aislado, sino más bien lo divino y lo humano en la medida
en que se relacionan entre sí.
Fuentes de la teología: La aproximación racional tiene numerosos
partidarios, como Aquino, pero la llamada a la revelación como fuente de la
verdad religiosa (y por eso teológica) también ha sido notable en las tradiciones
cristiana, judía, islámica y en algunas orientales. Se rastrean estas religiones
hasta sus fundadores pioneros, que ofrecieron ideas nuevas y atractivas sobre
las cuestiones de Dios y el destino humano. Posteriores generaciones de
pensadores reflexionaron sobre el contenido de estas aclaraciones, formularon
sus implicaciones, aplicaron sus ideas a nuevas situaciones y examinaron y
criticaron las interpretaciones que se habían ofrecido en otras épocas. Las ideas
características de los fundadores, se utilice o no la palabra revelación, han
quedado grabadas en las estructuras de las diferentes religiones, y que sigan
pareciendo inagotables es un testimonio de la profundidad y riqueza de estas
ideas.
El papel de las Escrituras: Las religiones más desarrolladas del mundo
tienen escrituras o escritos sagrados. Se considera que éstas son obra de los
propios fundadores o de sus primeros discípulos. La Torá, atribuida durante
mucho tiempo a Moisés; el Nuevo Testamento, debido en su mayor parte a los
discípulos de Jesús; el Corán, que se atribuye a Mahoma, y las voluminosas
escrituras del hinduismo y el budismo constituyen todos ejemplos de la
transmisión de las revelaciones originales a través de documentos escritos. Las
escrituras poseen una categoría diferente según las diversas tradiciones. Entre
los cristianos, los judíos y los musulmanes se otorga a las escrituras una
autoridad —a veces como palabra real de Dios— que no tienen en el hinduismo o
el budismo. En el cristianismo, además, existen diferencias entre los
fundamentalistas, para quienes la Biblia es de inspiración divina, y los liberales,
que la consideran un testimonio humano falible de la revelación, pero no la
propia revelación. Sin embargo, las escrituras, cuando existen, constituyen una
fuente importante para la teología, incluso cuando se les aplican métodos críticos
modernos.
Tradición y experiencia: La tradición es otro medio de expresión y
transmisión de la revelación original. La tradición precede a la escritura, en el
sentido de que los relatos y las doctrinas de los fundadores se transmitieron de
forma oral antes de quedar escritos y adoptar una forma estable. Pero la
tradición también sigue a la escritura, ya que donde la escritura aparece confusa
o inconsistente, la comunidad de creyentes tiene que interpretarla, y se
desarrolla a veces todo un conjunto de interpretaciones junto con la escritura
original, e incluso puede escribirse de nuevo. Esto ha ocurrido tanto en el
judaísmo como en el islam, aunque en estas religiones el conjunto de la tradición
no tenga la misma categoría que las escrituras.
En la cristiandad, el catolicismo romano ha dado un importante valor a la
tradición como voz viva de la Iglesia. Los protestantes subrayan el principio de
dependencia en la autoridad de la Biblia en exclusiva, ya que la Biblia que se
lee y se enseña en el contexto de la Iglesia —en especial en la liturgia— es
imposible escucharla en la práctica sin alusiones a la interpretación tradicional.
Por último, la experiencia ha adquirido una importante influencia en la teología,
sobre todo en épocas modernas. El respeto a la autoridad de la escritura, la
tradición e incluso la revelación ha disminuido, y por lo tanto los teólogos
tienden a recurrir cada vez más a la experiencia viva, ya sea personal o de la
comunidad. El teólogo busca el significado de Dios no sólo en experiencias
religiosas como el misticismo y la conversión, sino también en la experiencia
cultural, social y política de la época.
Método teológico: No hay un único método de carácter universal
reconocido en teología. El método difiere de un teólogo a otro y depende en
gran medida del grado de importancia que se concede a las diversas fuentes.
San Anselmo, del siglo XII, es un buen ejemplo de teólogo que utiliza un método
de riguroso razonamiento lógico. En el Proslogium, Anselmo se propone probar la
existencia de Dios a partir del concepto de un ser perfecto, y en Cur Deus homo
sostiene que, dada la existencia de un Dios benevolente y de la maldad de la
humanidad, las doctrinas cristianas de encarnación y expiación pueden deducirse
por necesidad lógica. Pocos teólogos han sido tan rigurosamente lógicos como
Anselmo, pero casi todos han aspirado a la coherencia lógica. Sin embargo, una
minoría, incluidos el padre de la Iglesia del siglo II Tertuliano y el filósofo danés
del siglo XIX Sören Kierkegaard, han negado que la teología pueda concebirse
como un sistema racional y han afirmado que la experiencia humana de Dios
revela discontinuidad y paradojas.

Se puede observar un método bastante diferente entre los teólogos


protestantes de la Reforma y posteriores a ella, que han intentado
fundamentar la teología ciñéndose tan sólo a la Biblia. En su forma más cruda,
esto significaba una constante apelación a la Biblia para demostrar
afirmaciones teológicas. Sin embargo, con el desarrollo de los estudios bíblicos,
este tipo de teología se ha hecho mucho más sofisticada. En primer lugar, el
método consiste en establecer el texto bíblico a partir de los manuscritos y de
diferentes lecturas, sometiendo después este texto a un profundo examen para
tomar nota, por ejemplo, de consideraciones lingüísticas, fuentes literarias y
antecedentes históricos. En esto consiste el trabajo de exégesis, que aspira a la
comprensión, en la medida de lo posible, del significado que pretendió el
escritor. Los teólogos deben entonces continuar y preguntarse cómo ha ido
evolucionando el significado original del texto en el curso de la historia
doctrinal, y el significado que pudiera tener en la propia época y situación
cultural de los teólogos. Este paso afecta a la hermenéutica, ciencia de la
interpretación de textos. Hay quien afirma que la interpretación es en sí misma
un acto creativo e innovador y no tan sólo la transposición de significados de
un contexto antiguo a otro moderno. Además, una transposición que intentara
reproducir el significado exacto del texto original podría dar lugar a cambios
substanciales. El teólogo alemán del siglo XX, Rudolf Bultmann, abogó por un
método de 'desmitologización', en el supuesto de que el significado esencial del
Nuevo Testamento es una comprensión de la existencia humana que debe
desvincularse del lenguaje mitológico de la época en que se escribió. El
proyecto de Bultmann implicaba la traducción de este significado esencial en el
contexto del lenguaje de la filosofía existencialista moderna.
En apariencia similar a las teologías de fundamento bíblico de los
escritores protestantes son las de los escritores católicos, que han tratado de
desarrollar teologías fundadas en los pronunciamientos dogmáticos de la
Iglesia. Esto se realizó con cierta ingenuidad en los manuales más antiguos,
aunque se ha reconocido ahora que las cuestiones hermenéuticas son tan
relevantes para el dogma como lo son para la escritura, y que incluso los
dogmas más venerados necesitan una periódica reinterpretación que puede dar
lugar a la aparición de nuevas ideas.
Los teólogos poco dispuestos a comenzar con una apelación a los textos
autorizados, ya sean bíblicos o dogmáticos, comienzan su labor por el extremo
opuesto, analizando la experiencia humana y sus problemas, y preguntándose
después cómo la sabiduría tradicional podría iluminar o resolver estos
problemas. El teólogo alemán del siglo XX Paul Tillich ha utilizado la expresión
"método de correlación" para describir este procedimiento en teología. Él y
otros autores han hecho buen uso de la fenomenología en sus análisis de la
experiencia humana.
Los principales tipos de métodos teológicos pueden combinarse de
diferentes formas. Cada teólogo importante tiene un método único en sus
detalles, pero que sin embargo implica numerosos procedimientos similares a
los de otros teólogos. Es importante señalar que muchos procedimientos de la
teología son los mismos que utilizan los historiadores, los estudiantes de lengua
y literatura, los filósofos, y otros especialistas.
Las ramas de la teología: La palabra teología es utilizada a veces en
sentido amplio para significar no sólo el estudio de la doctrina, sino también los
estudios bíblicos y la historia de la Iglesia, como cuando se habla de la facultad
de teología de una universidad. Pero en general, teología significa teología
sistemática, que es la exposición ordenada de las creencias de una fe religiosa
en su conjunto. La teología sistemática cristiana se subdivide en la doctrina de
Dios (teología propia en sentido estricto); cristología, doctrina de la persona de
Cristo; soteriología, doctrina de la salvación; antropología, doctrina de la
humanidad; pneumatología, doctrina del espíritu; escatología, doctrina de las
'últimas cosas' o el final de los tiempos, y eclesiología, doctrina de la Iglesia. A
veces se añaden nuevas divisiones, aunque la teología sistemática subraya
siempre la unidad e implicación mutua de las diversas partes.
La distinción entre teología natural, que se basa en la razón y la
experiencia común, y la teología revelada ya ha sido apuntada. Por el mismo
motivo debería hacerse una distinción entre apologética —intento de exponer
las creencias religiosas mientras se atiende o se responde a las objeciones y
críticas— y dogmática, exposición ordenada de las creencias. Sin embargo,
algunos teólogos rechazan la apologética, ya que parece permitir a sus rivales
fijar el orden, argumentando que la mejor apologética es tan sólo una
exposición clara de la creencia.
La aparición y desarrollo de doctrinas religiosas es el tema de la teología
histórica, que tiene importantes implicaciones en la reflexión teológica actual.
En cierto modo menos dependientes de la aventura teológica son varias
disciplinas en las que las ideas procedentes de la teología sistemática se
aplican a diversos problemas especializados. En teología moral las ideas de fe
se aplican a cuestiones de conducta moral. A causa de la variedad de estos
problemas, la teología moral tiende a convertirse en una tarea interdisciplinar.
Cuando los problemas aparecen vinculados a aspectos institucionales y sociales
de la vida humana, se puede hablar de teología social e incluso de teología
política. La teología pastoral o práctica tiene que ver con el ejercicio del
sacerdocio en materias como el asesoramiento y la cura de almas.
Teología cristiana primitiva: Aunque la Biblia contiene abundante
material teológico, no es un manual de teología sistemática. La epístola de Pablo
a los romanos es quizá la propuesta más cercana a un tratado teológico en el
Nuevo Testamento; comenzando por la pecaminosa condición humana, Pablo
enuncia una doctrina de justificación por la fe y esboza un esquema de salvación
universal. La teología comenzó entre los griegos como una disciplina científica, y
la convergencia de la filosofía griega y la fe bíblica dio lugar al desarrollo de la
gran época de la teología patrística. Aunque el teólogo alemán Adolf von Harnack
lamentó la helenización del evangelio, casi todos los teólogos coincidieron con
Tillich en que la fe bíblica tenía que responder al reto intelectual de la filosofía
griega.
En Oriente, el escritor Orígenes (siglo III, escuela de Alejandría) fue quizá
el teólogo más influyente de la era cristiana primitiva: De principiis se ocupa de
los grandes tópicos de la teología, y Contra celsum, respuesta de Orígenes a
las críticas de un filósofo pagano, es un notable ejemplo de apologética. El
gran teólogo patrístico de Occidente fue san Agustín de Hipona. Su obra más
importante es De civitate Dei (La ciudad de Dios, 413-426), un considerable
estudio donde la historia humana se presenta como una batalla entre las
fuerzas del bien y del mal. Otro influyente tratado teológico de san Agustín es
De trinitate (400-416). Orígenes y Agustín escribieron también comentarios
sobre los libros de la Biblia, y los dos estuvieron muy influidos por la filosofía de
Platón. Fue durante el periodo patrístico cuando adquirieron formulación
definitiva las doctrinas cristianas más importantes.
La edad media: La siguiente explosión de actividad teológica se produjo
en la edad media. Ya se han mencionado Anselmo y su obra capital, pero la
figura sobresaliente de la teología medieval fue santo Tomás de Aquino. Su gran
Summa theologica (1265-1273), que llegó a los dos millones de palabras y quedó
inacabada a su muerte, es una detallada exposición teológica de las doctrinas
sobre Dios, la naturaleza humana y la recta conducta, así como la encarnación y
la salvación. Entremezcla con sutileza temas filosóficos y teológicos y ha ejercido
una influencia sin precedentes, en especial en la teología católica romana.
Aquino también escribió una obra apologética fundamental, la Summa contra
gentiles (1261-1264). Hizo un uso importante de la filosofía de Aristóteles, que
se estaba redescubriendo en aquella época.
La Reforma: La Reforma protestante del siglo XVI propició un regreso a la
Biblia y un tono en teología más práctico, ético, quizá menos especulativo, y por
lo tanto reflejó un intento de reducir el papel de la filosofía en la investigación
teológica. Martín Lutero no fue un filósofo sistemático, aunque su nueva doctrina
fue presentada con habilidad por su colega Melanchthon en su Loci communes
rerum theologicarum (1521). Sin duda, el teólogo más importante de la reforma
fue Juan Calvino, cuyo Christianae religionis institutio (1536) permanece como
un clásico de la teología sistemática de la Reforma. Calvino subrayó la soberanía
de Dios hasta el punto de elaborar una doctrina estricta de predestinación,
aunque intentara fundamentar todas sus doctrinas en la Biblia.
Teología moderna: Después de la Reforma se produjo un periodo de
estancamiento teológico, mientras las ortodoxias católica y protestante se
enfrentaban entre sí manteniendo posiciones muy rígidas. En los siglos XVII y
XVIII ambos campos se vieron amenazados por la aparición de la filosofía
racionalista y la ciencia empírica. El prolongado dominio de la teología como la
'reina de las ciencias' estaba concluyendo. A pesar de estas amenazas, el teólogo
alemán del siglo XIX, Friedrich Schleiermacher, resucitó la teología. La autoridad
de la ortodoxia había desaparecido, y la antigua teología natural había quedado
desprestigiada por dos filósofos del siglo XVIII, el escéptico inglés David Hume y
el idealista alemán Immanuel Kant. Por eso, Schleiermacher hizo un enérgico
llamamiento para que la experiencia viva de la comunidad de creyentes fuera
considerada como la nueva base de la teología. En su obra más importante, Der
christliche Glaube (1821-1822), la doctrina es tratada como la transcripción de la
experiencia. Con Schleiermacher, el foco de la teología parece desplazarse desde
Dios a la humanidad, y esta fue la realidad, en términos generales, de la teología
liberal que dominó el siglo XIX. Su desarrollo se vio interrumpido por la obra de
Karl Barth, cuya obra monumental, Die kirchliche Dogmatik (1932-1962),
significó un regreso a la filosofía bíblica. En la segunda mitad del siglo XX
coexistían varias escuelas teológicas. Importante entre ellas es la revitalizada
teología católica romana que surge del Concilio Vaticano II (1962-1965). Otras
escuelas utilizan los principios del filósofo inglés del siglo XX Martin Heidegger, e
incluso de Carlos Marx, para elaborar nuevas interpretaciones teológicas.
Teología y otras disciplinas: La compañera de diálogos más antigua de
la teología ha sido la filosofía. Sucesivas escuelas de filosofía han inspirado el
pensamiento teológico innovador, han ofrecido categorías para la aclaración de
las ideas teológicas y han interpretado el cambio de intereses de la sociedad.
La teología judeocristiana ha estado implicada de forma muy estrecha con
la historia, ya que en la tradición bíblica la historia es el medio de la revelación
y las afirmaciones históricas de fe tienen que ser probadas y analizadas como
otras afirmaciones. La psicología, la sociología y la antropología implican el
estudio de la religión y, aunque sus métodos y objetivos sean diferentes de los
de la teología, muchas veces ilustran sobre el proceso del desarrollo teológico.
La teología debe recurrir también a las ciencias naturales, por ejemplo, al
investigar de qué modo las doctrinas de creación y providencia se relacionan
con el mundo descrito por la ciencia. Por último, y a finales del siglo XX, los
filósofos cristianos han entablado el diálogo con las demás religiones
importantes, han fijado un territorio común y han analizado los elementos que
la diferencian.
Lección No. 2 del Curso de Teología Bíblica I
Canon Doctrinal del Concilio de las Asambleas de Dios

La Biblia es nuestra regla suficiente de fe y conducta. Esta Declaración de


verdades fundamentales tiene por objeto simplemente ser una base para la
confraternidad entre nosotros (v.g., que todos hablemos una misma cosa, 1
Corintios 1:10; Hechos 2:42). La fraseología que se usa en esta declaración no
es inspirada ni disputada, pero la verdad que se presenta se considera esencial
para un ministerio del evangelio completo. No se afirma que esta declaración
contenga toda la verdad bíblica, sólo que abarca nuestra necesidad tocante a
estas doctrinas fundamentales.

La doctrina del Concilio de las Asambleas de Dios consta de los siguientes


principios bíblicos fundamentales:
1. Las Sagradas Escrituras como la Palabra inspirada e infalible de
Dios, superior a la conciencia y la razón. (Divinidades): Las
Escrituras, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, son verbalmente
inspiradas por Dios y son la revelación de Dios para el hombre, la regla
infalible y autoritaria de fe y conducta (2 Timoteo 3:15, 16; 1 Pedro 2:2.)
2. El Único Dios verdadero, manifestado en tres personas: El Padre,
el Hijo y el Espíritu Santo como la Deidad adorable. (Divinidades):
El único Dios verdadero se ha revelado como el Eterno existente en sí
mismo "YO SOY", el Creador del cielo y de la tierra y Redentor de la
humanidad. Se ha revelado también encarnando los principios de relación
y asociación como el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. (Deuteronomio 6:4;
Isaías 43:10; Mateo 28:19; Marcos 12:29; Lucas 3:22).
LA DEIDAD ADORABLE

(a) Definición de vocablos. Los vocablos trinidad y personas, según se


relacionan con la Deidad, aunque no se encuentran en la Biblia, son
vocablos que están en armonía con ella, por lo tanto podemos
comunicar a los demás nuestro entendimiento inmediato de la doctrina
de Cristo respecto al Ser de Dios, según se distingue de "muchos dioses
y muchos señores". Por tanto podemos hablar debidamente del Señor
nuestro Dios, que es un solo Señor, como una Trinidad o como un Ser
de tres personas, sin apartarnos por ello de las enseñanzas bíblicas
(como ejemplo, Mateo 28:19; 2 Corintios 13:14; Juan 14:16,17).

(b) Distinción y relación en la Deidad. Cristo enseñó una distinción de


personas en la Deidad que expresó en términos específicos de relación,
como Padre, Hijo y Espíritu Santo, pero que esta distinción y relación,
en lo que a su forma se refiere es inescrutable e incomprensible, pues
la Biblia no lo explica (Lucas 1:35; 1 Corintios 1:24; Mateo 11:25-27;
28:19; 2 Corintios 13:14; 1 Juan 1:3, 4).

(c) Unidad del Único Ser del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: Por lo
tanto, de la misma manera, hay eso en el Padre que lo constituye
Padre y no Hijo; hay eso en el Hijo que lo constituye Hijo y no Padre; y
hay eso en el Espíritu Santo que lo constituye Espíritu Santo y no Padre
ni Hijo. Por lo que el Padre es el Engendrador; el Hijo es el
Engendrado; y el Espíritu Santo es el que procede del Padre y del Hijo.
Así que, por cuanto estas tres personas de la Deidad están en un
estado de unidad, existe un solo Señor Dios Todopoderoso y tiene un
solo nombre (Juan 1:18; 15:26; 17:11, 21; Zacarías 14:9).

(d) Identidad y cooperación en la Deidad: El Padre, el Hijo y el Espíritu


Santo no son idénticos en lo que respecta a persona; ni se les confunde
en cuanto a relación; ni están divididos en cuanto a la Deidad; ni
opuestos en cuanto a cooperación. El Hijo está en el Padre y el Padre
está en el Hijo en cuanto a relación. El Hijo está con el Padre y el
Padre está con el Hijo, en cuanto a confraternidad. El Padre no
procede del Hijo, sino el Hijo procede del Padre, en lo que respecta a
autoridad. El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, en cuanto a
naturaleza, relación, cooperación y autoridad. Por tanto, ninguna de las
personas de la Deidad existe ni opera separada o independientemente
de las otras (Juan 5:17-30,32,37; 8:17,18).

(e) El título Señor Jesucristo: El título Señor Jesucristo es un nombre


propio. En el Nuevo Testamento nunca se le aplica al Padre ni al
Espíritu Santo. Por tanto pertenece exclusivamente al Hijo de Dios
(Romanos 1:1-3,7; 2 Juan 3).

(f) El Señor Jesucristo, Dios con nosotros: El Señor Jesucristo, en lo que


respecta a su naturaleza divina y eterna, es el verdadero y unigénito
Hijo del Padre, pero en lo que respecta a su naturaleza humana, es el
verdadero Hijo del Hombre. Por lo tanto, se le reconoce como Dios y
hombre; quien por ser Dios y hombre, es "Emanuel", Dios con nosotros
(Mateo 1:23; 1 Juan 4:2,10,14; Apocalipsis 1:13,17).

(g) El título Hijo de Dios: Siendo que el nombre Emanuel abarca lo divino y
lo humano, en una sola persona, nuestro Señor Jesucristo, el título Hijo
de Dios describe su debida deidad, y el título Hijo del Hombre su debida
humanidad. De manera que el título Hijo de Dios pertenece al orden de
la eternidad, y el título Hijo del Hombre al orden del tiempo (Mateo
1:21-23; 2 Juan 3; 1 Juan 3:8; Hebreos 7:3; 1:1-13)

(h) Trasgresión de la doctrina de Cristo: Por tanto, es una trasgresión de la


doctrina de Cristo decir que el Señor Jesús derivó el título de Hijo de
Dios sólo del hecho de la encarnación, o por su relación con la
economía de la redención. De modo que negar que el Padre es un
Padre verdadero y eterno y que el Hijo es un Hijo verdadero y eterno
es negar la distinción y relación en el Ser de Dios; una negación del
Padre y del Hijo; y una substitución de la verdad de que Jesucristo fue
hecho carne (2 Juan 9; Juan 1:1,2,14,18,29,49; 1 Juan 2:22,23; 4:1-5;
Hebreos 12:2).

(i) Exaltación de Jesucristo como Señor: El Hijo de Dios, nuestro Señor


Jesucristo, después de limpiarnos del pecado con su sangre, se sentó a
la diestra de la Majestad en las alturas, sujetándose a El ángeles,
principados, y potestades. Después de ser hecho Señor y Cristo, envió
al Espíritu Santo para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla y
confiese que Jesucristo es el Señor para la gloria de Dios el Padre hasta
el fin, cuando el Hijo se sujete al Padre para que Dios sea todos en
todo (Hebreos 1:3; 1 Pedro 3:22; Hechos 2:32-36; Romanos 14:11; 1
Corintios 15:24-28).

(j) Igual honor para el Padre y el Hijo: Siendo que el Padre ha dado al Hijo
todo juicio, no es solo un deber de todos en el cielo y en la tierra
postrarse ante El, sino que es un gozo inefable en el Espíritu Santo
adscribir al Hijo todos los atributos de la deidad y rendirle todo el honor
y la gloria contenidos en todos los nombres y títulos de la Deidad
excepto los que denotan relación (ver los párrafos b, c y d), honrando
así al Hijo como se honra al Padre (Juan 5:22,23; 1 Pedro 1:8;
Apocalipsis 5:6-14; Filipenses 2:8,9; Apocalipsis 7:9,10; 4:8-11).

3. La Deidad del Señor Jesucristo y su encarnación sobrenatural.


(Cristología)

El Señor Jesucristo es el eterno Hijo de Dios. La Biblia declara:

(a) Su nacimiento virginal (Mateo 1:23; Lucas 1:31,35).

(b) Su vida sin pecado (Hebreos 7:26; 1 Pedro 2:22).


(c) Sus milagros (Hechos 2:22; 10:38).

(d) Su obra vicaria en la cruz (1 Corintios 15:3; 2 Corintios 5:21).

(e) Su resurrección corporal de entre los muertos (Mateo 28:6; Lucas


24:39; 1 Corintios 15:4).

(f) Su exaltación a la diestra de Dios (Hechos 1:9, 11; 2:33; Filipenses 2:9-
11; Hebreos 1:3).

4. Los ángeles como mensajeros y ministradores de Dios.


(Angeleología y Guerra Espiritual)

Éxodo 23:20; Jueces 2:1; Lucas 2:11; Hechos 7:38; Hebreos 1:14

5. La Creación divina del Universo y del hombre, la santidad original,


su caída y su redención. (Antropología)
Génesis 1:1,26; 2:17; 3:1-7; Romanos 5:12-21

La caída del hombre

El hombre fue creado bueno y justo; porque Dios dijo: "Hagamos al hombre
a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza". Sin embargo, el ser
humano por su propia voluntad cayó en trasgresión, incurriendo así no sólo
la muerte física sino también la espiritual, que es la separación de Dios
(Génesis 1:26, 27; 2:17; 3:6; Romanos 5:12-19).

6. La Salvación por medio de la fe en la obra redentora de Jesucristo.


(Soteriología)
Lucas 24:47; Juan 3:3,16; Romanos 10:13-15; Efesios 2:8; Tito 2:11

La única esperanza de redención para el hombre es a través de la sangre


derramada de Jesucristo, el Hijo de Dios.

(a) Condiciones para la salvación. La salvación se recibe a través del


arrepentimiento para con Dios y la fe en el Señor Jesucristo. El hombre se
convierte en hijo y heredero de Dios según la esperanza de vida eterna por
el lavamiento de la regeneración, la renovación del Espíritu Santo y la
justificación por la gracia a través de la fe (Lucas 24:47; Juan 3:3; Romanos
10:13–15; Efesios 2:8; Tito 2:11; 3:5–7).

(b) Evidencias de la salvación. La evidencia interna de la salvación es el


testimonio directo del Espíritu (Romanos 8:16). La evidencia externa ante
todos los hombres es una vida de justicia y verdadera santidad (Efesios
4:24; Tito 2:12).

7. La Santificación por la obra de Jesucristo, del Espíritu Santo y de


la Biblia. (Soteriología)
Juan 17:17; Romanos 12:1,2, 1 Tesalonicenses 5:23; Hebreos 12:14;
13:12; 1 Pedro 1:15,16

La santificación es un acto de separación de todo lo malo, y de dedicación a


Dios (Romanos 12:1, 2; 1 Tesalonicenses 5:23; Hebreos 13:12). La Biblia
prescribe una vida de "santidad sin la cual nadie verá al Señor" (Hebreos
12:14). Por el poder del Espíritu Santo podemos obedecer el mandato que
dice: "Sed santos porque yo soy santo" (1 Pedro 1:15, 16).

La santificación se efectúa en el creyente cuando este reconoce su


identidad con Cristo en su muerte y su resurrección, y por fe se propone
vivir cada día en esta unión con Cristo, y somete todas sus facultades al
dominio del Espíritu Santo (Romanos 6:1–11, 13; 8:1, 2, 13; Gálatas 2:20;
Filipenses 2:12, 13; 1 Pedro 1:5).

8. El Bautismo en el Espíritu Santo, como la Promesa del Padre, con


la señal física inicial de hablar en otras lenguas. (Neumatología)
Lucas 24:49; Juan 1:33; Hechos 2:4; 10:46; 1 Corintios 12:4, 10, 28;

Todos los creyentes tienen el derecho de recibir y deben buscar


fervientemente la promesa del Padre, el bautismo en el Espíritu Santo y
fuego, según el mandato del Señor Jesucristo. Esta era la experiencia
normal y común de toda la primera iglesia cristiana. Con el bautismo viene
una investidura de poder para la vida y el servicio y la concesión de los
dones espirituales y su uso en el ministerio (Lucas 24:49; Hechos 1:4, 8; 1
Corintios 12:1–31). Esta experiencia es distinta a la del nuevo nacimiento y
subsecuente a ella (Hechos 8:12–17; 10:44–46; 11:14–16; 15:7–9). Con el
bautismo en el Espíritu Santo el creyente recibe experiencias como la de ser
lleno del Espíritu (Juan 7:37–39; Hechos 4:8), una reverencia más profunda
para Dios (Hechos 2:43; Hebreos 12:28), una consagración más intensa a
Dios y dedicación a su obra (Hechos 2:42) y un amor más activo para
Cristo, para su Palabra y para los perdidos (Marcos 16:20).
El bautismo de los creyentes en el Espíritu Santo se evidencia con la señal
física inicial de hablar en otras lenguas como el Espíritu los dirija (Hechos
2:4). El hablar en lenguas en este caso es esencialmente lo mismo que el
don de lenguas (1 Corintios 12:4–10, 28), pero es diferente en propósito y
uso

9. La Sanidad Divina por la obra redentora de Cristo. (Cristología)

Isaías 53:4-5; Mateo 8:16,17; 1 Pedro 2:24

La sanidad divina es una parte integral del evangelio. La liberación de la


enfermedad ha sido provista en la expiación y es el privilegio de todos los
creyentes (Isaías 53:4, 5; Mateo 8:16, 17; Santiago 5:14–16).

10. El bautismo en agua por inmersión y la Cena del Señor como


ordenanzas de Cristo. (Eclesiología)
Mateo 28:19; Lucas 22:14-16; Romanos 6:4; 1 Corintios 11:23-26; 2 Pedro
1:4

(a) El bautismo en agua. Las Escrituras establecen la ordenanza del


bautismo en agua por inmersión. Todos los que se arrepienten y creen
en Cristo como Salvador y Señor deben ser bautizados. De esta manera
declaran ante el mundo que han muerto con Cristo y que han sido
resucitados con El para andar en nueva vida (Mateo 28:19; Marcos
16:16; Hechos 10:47, 48; Romanos 6:4).

(b) La santa comunión. La Cena del Señor, que consiste en la participación


de las especies eucarísticas –el pan y el fruto de la vid– es el símbolo
que expresa nuestra participación de la naturaleza divina de nuestro
Señor Jesucristo (2 Pedro 1:4); un recordatorio de sus sufrimientos y su
muerte (1 Corintios 11:26); y una profecía de su segunda venida (1
Corintios 11:26); y un mandato para todos los creyentes "¡hasta que él
venga!"

11. La Iglesia como el Cuerpo Místico de Cristo; Los


Ministerios divinamente ordenados y su misión evangelizadora.
(Eclesiología)
Mateo 28:19-20; Marcos 3:13,14;16:15-20; Romanos 1:1; Efesios
1:22,23; 4:11,12; Hebreos 5:4; 12:23

La Iglesia es el cuerpo de Cristo, la morada de Dios por el Espíritu


Santo, con el encargo divino de llevar a cabo su gran comisión. Todo
creyente, nacido del Espíritu Santo, es parte integral de la asamblea general
e iglesia de los primogénitos, que están inscritos en los cielos (Efesios 1:22,
23; 2:22; Hebreos 12:23).

Siendo que el propósito de Dios en relación con el hombre es buscar y


salvar lo que se había perdido, ser adorado por el ser humano y edificar un
cuerpo de creyentes a la imagen de su Hijo, la principal razón de ser de las
Asambleas de Dios como parte de la Iglesia es:

(a) Ser una agencia de Dios para la evangelización del mundo (Hechos 1:8;
Mateo 28:19, 20; Marcos 16:15, 16).

(b) Ser un cuerpo corporativo en el que el hombre pueda adorar a Dios (1


Corintios 12:13).

(c) Ser un canal para el propósito de Dios de edificar a un cuerpo de santos


siendo perfeccionados a la imagen de su Hijo (Efesios 4:11–16; 1
Corintios 12:28; 14:12).

Las Asambleas de Dios existe expresamente para dar continuo énfasis a


esta razón de ser según el modelo apostólico del Nuevo Testamento
enseñando a los creyentes y alentándolos a que sean bautizados en el
Espíritu Santo. Esta experiencia:

a. Los capacita para evangelizar en el poder del Espíritu con señales y


milagros (Marcos 16:15–20; Hechos 4:29–31; Hebreos 2:3, 4).

b. Agrega una dimensión necesaria a la adoración y a la relación con Dios


(1 Corintios 2:10–16; 1 Corintios 12–14)

c. Los capacita para responder a la plena manifestación del Espíritu Santo


en la expresión de frutos, dones y ministerios como en los tiempos del
Nuevo Testamento para la edificación del cuerpo de Cristo (Gálatas
5:22–26; 1 Corintios 14:12; Efesios 4:11, 12; 1 Corintios 12:28;
Colosenses 1:29).

Nuestro Señor ha provisto un ministerio divinamente llamado y ordenado


con el triple propósito de dirigir a la iglesia en: (1) la evangelización del
mundo (Marcos 16:15–20), (2) la adoración a Dios (Juan 4:23, 24) y (3)
la edificación de un cuerpo de santos, para perfeccionarlos a la imagen
de su Hijo (Efesios 4:11, 16).

12. La resurrección de los redimidos y el arrebatamiento de la iglesia


antes de la tribulación. (Escatología)
Romanos 8:23; 1 Tesalonicenses 1:10; 4:16, 17; Tito 2:13
La resurrección de los que han muerto en Cristo y su arrebatamiento junto
con los que estén vivos cuando sea la venida del Señor es la esperanza
inminente y bienaventurada de la Iglesia (1 Tesalonicenses 4:16, 17;
Romanos 8:23; Tito 2:13; 1 Corintios 15:51, 52).

13. La Segunda Venida visible de Jesucristo para establecer su Reino


Milenial en la Tierra. (Cristología)
Zacarías 14:5; Mateo 24:27,30; Romanos 11:26,27; 2 Tesalonicenses 1:7;
Apocalipsis 20.

La segunda venida de Cristo incluye el rapto de los santos, que es nuestra


esperanza bienaventurada, seguido por el regreso visible de Cristo con sus
santos para reinar sobre la tierra por mil años (Zacarías 14:5; Mateo 24:27–
30; Apocalipsis 1:7; 19:11–14; 20:1–6). Este reino milenario traerá la
salvación de Israel como nación (Ezequiel 37:21, 22; Sofonías 3:19,20;
Romanos 11:26,27) y el establecimiento de una paz universal (Isaías 11:6–
9; Salmo 72:3–8; Miqueas 4:3, 4).

14. El Lago de Fuego como castigo eterno para los impíos, Satanás y
los ángeles caídos. (Escatología)
Apocalipsis 19:20; 20:10-15

Habrá un juicio final en el que los pecadores muertos serán resucitados y


juzgados según sus obras. Todo aquel cuyo nombre no se halle en el Libro
de la Vida, será confinado a sufrir castigo eterno en el lago que arde con
fuego y azufre, que es la muerte segunda, junto con el diablo y sus
ángeles, la bestia y el falso profeta (Mateo 25:46; Marcos 9:43–48;
Apocalipsis 19:20; 20:11–15; 21:8).

15. El cielo como morada eterna de los salvos. (Escatología)


Juan 14:2; 1 Corintios 2:9-10; Apocalipsis 21:22
16. Los Cielos Nuevos y la Tierra Nueva. (Escatología)
1 Pedro 3:13; Apocalipsis 21:2

"Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra


nueva, en los cuales mora la justicia" (2 Pedro 3:13; Apocalipsis 21:22).

Tomado de los Estatutos del Concilio de las Asambleas de Dios de Colombia,


sancionados mediante resolución 1071 del 03 de julio de 2003, originaria del
Ministerio del Interior y de Justicia y puesta en vigencia por el Presbiterio
Ejecutivo el 05 de agosto de 2003.
Lección No. 3 del Curso de Teología Bíblica I
La Infalibilidad de las Escritura

Doctrina No. 2 de las Asambleas de Dios: Las Sagradas Escrituras


como la Palabra inspirada e infalible de Dios, superior a la conciencia y
la razón.
Las Escrituras, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, son
verbalmente inspiradas por Dios y son la revelación de Dios para el hombre, la
regla infalible y autoritaria de fe y conducta (2 Timoteo 3:15, 16; 1 Pedro 2:2.)

No existe ninguna razón lógica para que ésto no sea verdad. Después de
todo, los seres humanos, incluso con su predisposición a fallar, también son
capaces de algunas veces hacer lo correcto, especialmente si hay Alguien
infalible que les guíe.

Los cristianos jamás hemos afirmado que los escritores de la Biblia hayan
sido siempre muy rigurosos en todo lo que hicieron o dijeron. Simplemente
afirmamos que la Biblia está en lo correcto cuando afirma que Dios guió a todos
y cada uno de los escritores en la tarea de establecer permanentemente Las
Sagradas Escrituras, de tal manera que lo que tenemos el día de hoy es un libro
infalible. No cabe duda que el apóstol Pedro cometió durante su vida muchas
torpezas, pero tenemos la certeza que Dios no permitió que el mensaje de la
Biblia fuera corrompido por ninguna de sus torpezas.

En 2 Timoteo 3:16 se encuentra la más clara afirmación sobre el origen


divino de la Biblia. Allí se asevera que fue Dios y no simples hombres los que
escribieron Las Sagradas Escrituras:

Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir,
para corregir y para instruir en justicia.
Uno de los mejores conceptos acerca de la "inspiración" de la Biblia fue
expresado por Ryrie.
"Dios otorga una supervisión tan minuciosa sobre los autores humanos que,
aún usando su propia personalidad, logran elaborar y perpetuar, sin error Su
revelación para el hombre en las palabras de los escritores originales." (Chicago:
Moody Press, 1972). p.38).
No sabemos exactamente cómo fue que Dios cumplió con su cometido de
proveer una Biblia totalmente exacta, pero en 2 Pedro 1:21 se nos provee de luz
sobre el asunto:
"Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los
santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo."

La palabra inspirados ("impulsados" en el original griego), usada en este


versículo, también es usada en el pasaje de Hechos 27:15 para describir la forma
en que una gran tormenta impulsó fuera de curso el barco en donde iba el
apóstol Pablo cuando cruzaban el Mediterráneo. Es posible que las personas
dentro del barco hayan luchado desesperadamente por controlar el barco. Deben
haberse quejado, o chillado; pero fue la tormenta lo que determinó el curso del
barco y lo hizo llegar hasta la isla de Malta. De la misma manera, Dios ha
determinado lo que los escritores deberían escribir en Las Sagradas Escrituras y
los guió a plasmar exactamente el mensaje que El deseaba comunicar.

La Santa Escritura es la única regla suficiente, segura e infalible de todo


conocimiento, fe y obediencia salvadores (2 Ti. 3:15-17; Is. 8:20; Lc.
16:29,31; Ef. 2:20). Aunque la luz de la naturaleza y las obras de la creación y
de la providencia manifiestan de tal manera la bondad, sabiduría y poder de Dios
que dejan a los hombres sin excusa (Ro. 1:19-21,32; Ro. 2:12a, 14,15; Sal.
19:1-3), no son, sin embargo, suficientes para dar aquel conocimiento de Dios y
de su voluntad que es necesario para la salvación (Sal. 19:1-3 con vv. 7-11;
Ro. 1:19-21; 2:12a,14,15 con 1:16,17 y 3:21). Por tanto, agradó al Señor,
en distintas épocas y de diversas maneras, revelarse a sí mismo y declarar su
voluntad a su Iglesia (He. 1:1,2a); y posteriormente, para conservar y propagar
mejor la verdad y para un establecimiento y consuelo más seguros de la Iglesia
contra la corrupción de la carne y la malicia de Satanás y del mundo, le agradó
poner por escrito esa revelación en su totalidad, lo cual hace a las Sagradas
Escrituras muy necesarias (Pr. 22:19-21; Lc. 1:1-4; 2 P. 1:12-15; 3:1; Dt.
17:18ss.; 31:9ss., 19ss.; 1 Co. 15:1; 2 Ts. 2:1,2,15; 3:17; Ro. 1:8-15;
Gá. 4:20; 6:11; 1 Ti. 3:14ss.; Ap. 1:9,19; 2:1, etc.; Ro. 15:4; 2 P. 1:19-
21), habiendo cesado ya aquellas maneras anteriores por las cuales Dios reveló
su voluntad a su pueblo (He. 1:1,2a; Hch. 1:21,22; 1 Co. 9:1; 15:7,8; Ef.
2:20).

Bajo el nombre de la Santa Escritura, o la Palabra de Dios escrita, están ya


contenidos todos los libros del Antiguo y Nuevo Testamento, que son éstos:

Antiguo Testamento: Génesis, Exodo, Levítico, Números, Deuteronomio,


Josué, Jueces, Rut, 1º y 2º de Samuel, 1º y 2º de Reyes, 1º y 2º de Crónicas,
Esdras, Nehemías, Ester, Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantares, Isaías,
Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás,
Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías.
Nuevo Testamento: Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Hechos, Romanos, 1ª y
2ª de Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1ª y 2ª de
Tesalonicenses, 1ª y 2ª de Timoteo, Tito, Filemón, Hebreos, Santiago, 1ª y 2ª de
Pedro, 1ª, 2ª y 3ª de Juan, Judas y Apocalipsis. Todos ellos fueron dados por
inspiración de Dios para ser la regla de fe y de vida (2 Ti. 3:16 con 1 Ti.
5:17,18; 2 P. 3:16).

Los libros comúnmente llamados Apócrifos, no siendo de inspiración divina,


no forman parte del canon o regla de la Escritura y, por tanto, no tienen
autoridad para la Iglesia de Dios, ni deben aceptarse ni usarse excepto de la
misma manera que otros escritos humanos (Lc. 24:27,44; Ro.3:2).

La autoridad de la Santa Escritura, por la que ésta debe ser creída, no


depende del testimonio de ningún hombre o iglesia (Lc. 16:27-31; Gá. 1:8,9;
Ef. 2:20), sino enteramente de Dios (quien es la verdad misma), el autor de
ella; por tanto, debe ser recibida porque es la Palabra de Dios (2 Ti. 3:15; Ro.
1:2; 3:2; Hch 2:16; 4:25; Mt. 13:35; Ro. 9:17; Gá. 3:8; Ro.15:4; 1 Co.
10:11; Mt. 22:32; Lc. 16:17; Mt. 22:41ss.; Lc. 22:37; Mt. 26:54; Jn.
13:18; 2 Ti. 3:16; 2 P. 1:19-21; Mt. 5:17,18; 4:1-11).

El testimonio de la Iglesia de Dios puede movernos e inducirnos a tener una


alta y reverente estima por las Santas Escrituras (2 Ti. 3:14,15); y el carácter
celestial del contenido, la eficacia de la doctrina, la majestad del estilo, la
armonía de todas las partes, el fin que se propone alcanzar en todo su conjunto
(que es el de dar toda la gloria a Dios), la plena revelación que dan del único
camino de salvación para el hombre, y muchas otras incomparables excelencias
y plenas perfecciones de las mismas, son argumentos por los cuales dan
abundante evidencia de ser la Palabra de Dios (Jer. 23:28,29; Lc. 16:27-31;
Jn. 6:63; 1 P. 1:23-25; He. 4:12,13; Dt. 31:11-13; Jn. 20:31; Gá. 1:8,9;
Mr. 16:15,16). A pesar de ello, sin embargo, nuestra plena persuasión y
certeza de su verdad infalible y su autoridad divina provienen de la obra interna
del Espíritu Santo, quien da testimonio en nuestros corazones por medio de la
Palabra y con ella (Mt. 16:17; 1 Co. 2:14ss.; Jn. 3:3; 1 Co. 2:4,5; 1 Ts.
1:5,6; 1 Jn. 2:20, 21).

Todo el consejo de Dios tocante a todas las cosas necesarias para su propia
gloria, la salvación del hombre, la fe y la vida, está expresamente expuesto o
necesariamente contenido en la Santa Escritura; a la cual nada, en ningún
momento, ha de añadirse, ni por nueva revelación del Espíritu ni por las
tradiciones de los hombres (2 Ti. 3:15-17; Dt. 4:2; Hch. 20:20,27; Sal.
19:7; 119:6,9,104,128).

Sin embargo, reconocemos que la iluminación interna del Espíritu de Dios


es necesaria para un entendimiento salvador de aquellas cosas que están
reveladas en la Palabra (Jn. 6:45; 1 Co. 2:9-14), y que hay algunas
circunstancias tocantes a la adoración de Dios y al gobierno de la Iglesia,
comunes a las acciones y sociedades humanas, que han de determinarse
conforme a la luz de la naturaleza y de la prudencia cristiana, según las normas
generales de la Palabra, que han de guardarse siempre (1 Co. 14:26,40).

No todas las cosas contenidas en las Escrituras son igualmente claras en sí


mismas (2 P. 3:16) ni son igualmente claras para todos (2 Ti. 3:15-17); sin
embargo, las cosas que necesariamente han de saberse, creerse y guardarse
para salvación, se proponen y exponen tan claramente en uno u otro lugar de la
Escritura que no sólo los eruditos, sino los que no lo son, pueden adquirir un
entendimiento suficiente de tales cosas por el uso adecuado de los medios
ordinarios (2 Ti. 3:14-17; Sal. 19:7-8; 119:105; 2 P. 1:19; Pr. 6:22,23; Dt.
30:11-14).

El Antiguo Testamento en hebreo (que era el idioma nativo del pueblo de


Dios antiguamente) (Ro. 3:2), y el Nuevo Testamento en griego (que en el
tiempo en que fue escrito era el idioma más generalmente conocido entre las
naciones), siendo inspirados inmediatamente por Dios y mantenidos puros a lo
largo de todos los tiempos por su especial cuidado y providencia, son, por tanto,
auténticos (Mt. 5:18); de tal forma que, en toda controversia religiosa, la
Iglesia debe apelar a ellos en última instancia (Is. 8:20; Hch. 15:15; 2 Ti.
3:16,17; Jn. 10:34-36). Pero debido a que estos idiomas originales no son
conocidos por el pueblo de Dios, que tiene derecho a las Escrituras e interés en
las mismas, y se le manda leerlas y escudriñarlas (Dt. 17:18-20; Pr. 2:1-5;
8:34; Jn. 5:39,46) en el temor de Dios, se sigue que han de traducirse a la
lengua vulgar (es decir, común) de toda la nación a la que sean llevadas (1 Co.
14:6,9,11,12,24,28), para que morando abundantemente la Palabra de Dios
en todos, puedan adorarle de manera aceptable y para que, por la paciencia y
consolación de las Escrituras, tenga esperanza (Col. 3:16; Ro. 15:4).

La regla infalible de interpretación de la Escritura es la propia Escritura; y,


por consiguiente, cuando surge una duda respecto al verdadero y pleno sentido
de cualquier Escritura (que no es múltiple, sino único), éste se debe buscar por
medio de otros pasajes que hablen con más claridad (Is. 8:20; Jn. 10:34-36;
Hch. 28:23-25).

El juez supremo, por el que deben decidirse todas las controversias


religiosas, y por el que deben examinarse todos los decretos de concilios, las
opiniones de autores antiguos, las doctrinas de hombres y espíritus particulares,
y cuya sentencia debemos acatar, no puede ser otro sino la Santa Escritura
entregada por el Espíritu. A dicha Escritura así entregada, se reduce nuestra fe
en última instancia (Mt. 22:29,31,32; Ef 2:20; Hch. 28:23-25).
Lección No. 4 del Curso de Teología Bíblica I
La Existencia de Dios

A. Definición de Dios
1. La Biblia no define a Dios, sino que da por sentado que existe a través
del primer versículo “En el principio creó Dios...” Génesis 1: 1
2. La convicción de la creencia en Dios se basa:
a. En los inconversos
a.1 La naturaleza
a.2 Su conciencia
b. En los creyentes
b.1 La naturaleza
b.2 Su conciencia
b.3 La revelación por el Espíritu Santo
b.4 La Palabra de Dios.
b.5 La fe en la Palabra de Dios.
3. Definiciones de Dios:
a. Diccionario de la Lengua Española: Un ser sobrenatural, creador
del universo y con poder absoluto sobre él.
b. Definición básica: Un ser que es espíritu personal y eterno, el
cual es la perfección absoluta; Él es el único Dios que existe o
que existirá; Él se reveló a la humanidad a través de la Biblia, de
la naturaleza y finalmente por la persona de Jesucristo.”
4. Prueba bíblica de la existencia de Dios:
a. En su Palabra Dios se revela a sí mismo y describe el plan
que tiene para nuestro planeta.
b. Declaraciones de la Biblia:
b.1 Que Dios existe y crea todas las cosas. Génesis 1: 1.
b.2 Que es un Dios de amor que sustenta todas las cosas.
B. Siete teorías ateístas
1. Los ateístas son personas que han existido a través de todos los
tiempo y que niegan la realidad de Dios. Ateísmo viene de la palabra
griega a-theos que significa “sin Dios”. Friedrich Nietzche (1844-
1900) Filósofo alemán dijo “Dios ha muerto”

2. Teorías del ateísmo:


a. Ateísmo práctico de las personas que no reconocen a Dios y
viven como si Dios no existiera, aunque no lleguen a confesar
esta realidad.
a.1 Salmo 10:4 b “No hay Dios en ninguno de sus
pensamientos.”
a.2 Salmo 14: 1, 53: 1 “Dice el necio en su corazón no hay
Dios.”

b. Ateos teóricos: Son personas muy intelectuales que justifican su


ateísmo por medio de disertaciones y argumentos racionales.
b.1 Ateísmo dogmático: Afirma positivamente que Dios no
existe como un hecho científicamente incuestionable. Ej.
Marxismos
b.2 Ateísmo escéptico: Es el producto de una actitud filosófica
negativa y de una reacción pesimista ante los males del
mundo y de la vida. Consiste en un estado de duda e
irresolución y no de tomar la decisión de rechazar del todo
la existencia de Dios.
b.3 Ateísmo capcioso: Sostiene que no hay pruebas o
evidencias válidas de la existencia de Dios.

c. Agnosticismos: Del griego a-gnosis que significa no saber o sin


capacidad de conocer. Afirma que no existe base suficiente para
asegurar ni para negar la existencia de Dios.

d. Escepticismo: A diferencia de los agnósticos que afirman


rotundamente la imposibilidad de conocer a Dios, los escépticos
dudan de la existencia de Dios. Se presentan a ellos mismos con
una exagerada humildad para pretender conocer a Dios o probar
su existencia.
e. Deísmo: Sostiene la existencia de un Dios personal, infinito y
santo que creó al mundo, para luego abandonarlo para que se
gobernara por leyes naturales. Consideran innecesario que Dios
intervenga o se revele al hombre debido a que la creación está
dotada de fuerzas que la hacen autosuficiente. El conocimiento
que el hombre pueda tener de Dios se limita a las conclusiones y
deducciones que se reciba de su creación. Es en fin “una
religión de la naturaleza.”

f. Politeísmo: De las palabras griegas polis que significa muchos y


teso que significa Dios. Es una creencia que admite la existencia
de varios dioses. Esta era una de las características de las
religiones antiguas como la egipcia, griega, entre otras. Pero la
arqueología ha demostrado que la religión original del hombre
era monoteísta.

g. Materialismo: Señala que la materia es la única realidad y


sustancia que existe. No hace diferencia entre el espíritu y la
materia y asevera que el espíritu es una forma refinada de la
materia.

h. Panteísmo: La palabra está compuesto de los vocablos griegos


panta que significa todo y theos que significa Dios y significa
“todo es Dios”. Es un sistema filosófico o religioso que confunde
a Dios con su creación, la materia con el espíritu y al Creador
con sus criaturas.

C. Pruebas racionales de la existencia de Dios


1. Argumento cosmológico (o etiológico): Del vocablo griego
cosmos que significa mundo. Se basa en la premisa que todo efecto
tiene su causa. La existencia de un mundo implica que tiene que
haber un Creador: Génesis 1: 1, Salmo 8: 3; 19: 1; Isaías 40: 12.

2. Argumento teleológico (orden y designio de la creación): De


los vocablos griegos telos que significa fin y logos que significa
discurso o conocimiento. Basado en la causalidad final o teleología
que es la doctrina de la finalidad o del propósito racional. Sostiene
que al observar el universo, tan ordenado y en perfecta armonía,
encontramos muestras claras de una inteligencia superior que lo
diseñó y programó. (Proverbios 3: 19, Salmos 104: 24; 94: 9, 10)

3. Argumento ontológico: Argumento formulado por Anselmo de


Canterbury en el S. XI y sostiene la tesis que la idea de perfección o
de un ser infinitamente perfecto, solo puede venir al hombre de parte
de Dios, el ser más perfecto que puede concebir la mente humana,
por lo tanto Dios tiene que existir.

4. Argumento moral (se basa en la naturaleza del hombre):


También conocido como argumento sicológico (porque lo rige la “voz
de la conciencia”), como argumento filosófico (por comprender a la
totalidad del hombre en sí) y también conocido como el argumento
antropológico. Como el argumento cosmológico, el argumento moral
se basa en el principio de causalidad. El hombre posee una
naturaleza moral y debe estar sujeto a ciertas leyes morales que la
recibió sin duda alguna de su Creador.

5. Argumento etnológico (basado en la creencia universal): Se


basa en el concepto de que toda la raza humana manifiesta una
conciencia de Dios la cual es manifestada en un culto a Dios.

6. Argumento histórico: Se basa en el argumento que un estudio de


la historia, sobre todo las narraciones bíblicas, comprueban que Dios
siempre ha intervenido en los acontecimientos para cumplir cierto plan
o propósito.

7. Argumento cristológico: Se basa en el hecho que Jesucristo,


durante su vida terrenal brindó evidencias del Padre a través de su
vida intachable, doctrina, milagros, su muerte y su resurrección.
Lección No.5 del Curso de Teología Bíblica
La Revelación de Dios

I. Concepto y necesidad de la revelación.


A. Concepto de revelación: Cuando se usa el término revelación
divina se infiere que el Dios Creador a través del Espíritu Santo se está
dando a conocer al hombre en su naturaleza, su carácter, su voluntad,
su gloria, su majestad y planes.
La palabra revelar viene del latín revelare que significa “quitar el velo”
y tiene sus expresión en hebreo con la palabra gala y en griego con la
palabra apokalypto.
Esta revelación se fundamenta en dos premisas
1. Dios comunica al hombre acerca de sí mismo, lo que ha hecho,
lo está haciendo , lo que va a hacer y lo que demanda de la
humanidad.
2. Al revelarse Dios al hombre, lo enfrenta con su propia persona y
le muestra su acercamiento voluntario.
B. La necesidad de la revelación: A menos que Dios se revelara al
hombre, era imposible para el hombre conocer a Dios. Todo esfuerzo
del hombre por conocer a Dios fuera de su auto revelación lleva a la
idolatría y a un culto equivocado.
II. Medios de revelación:
A. Revelación en la naturaleza: El primer medio a través del cual
Dios se revela a sí mismo es a través de las cosas creadas. Salmo 19:
1 – 3, Romanos 1: 20
El problema surge cuando el hombre confunde las cosas creadas con
el Creador y surge el panteísmo.
B. La conciencia humana: La revelación del concepto del bien y del
mal de un Dios moral ha sido transmitido a cada hombre a través de
su conciencia. Romanos 2: 14, 15. Este concepto es probado que
universalmente los hombre han hecho leyes que condenan los mismos
delitos tales como robar y matar.
C. La Biblia: A través de las Sagradas Escrituras Dios se ha revelado a
la humanidad como Hacedor del hombre, creador y sustentador de
todas las cosas, Salvador de la humanidad, que exige una respuesta
de todo hombre, de la cual depende su propio destino en la tierra y en
la eternidad.
D. Jesucristo: La revelación más completa acerca de Dios el hombre la
obtuvo a través de Jesucristo. Hebreos 1: 1, 2; Mateo 11: 27.
E. El Espíritu Santo: El hombre no puede recibir una correcta
revelación de Dios sino a través del Espíritu Santo de Dios. 1 Corintios
2: 11, 1 Corintios 12: 3.

III. Formas de revelación


A. Teofanías: Se llama teofanías a las diferentes manifestaciones
visibles de la majestad divina. Ver lista en las Págs. 35 y 36 del texto.
B. Revelación Directa: Revelaciones específicas a patriarcas, profetas,
apóstoles y otros. Ver lista en las Págs. 37 y 38 del texto.
C. Milagros: Los milagros son manifestaciones del poder, el amor y la
presencia de Dios y sirven para confirmar verdades espirituales.
D. Antropomorfismos: Se llama antropomorfismo el atribuir
cualidades humanas a Dios tales como reír, oír, tener manos y
conversar.

Lección No. 6 del Curso de Teología Bíblica


Los Propósitos de Dios

Introducción: Dios no hace nada sin sentido o sin objetivo alguno. Cada
criatura tiene un propósito de existir, aunque nosotros no lo entendamos

I. El propósito divino para el hombre:


A. Propósito de un camino de redención: Dios creó al hombre para
glorificar a Dios en la Tierra, deleitándose en su amor y obedecerle y
servirle en su libre albedrío. A pesar de que el hombre pecó, Dios
dispuso de un plan de reconciliación a través de Jesucristo. Algunos
aspectos que contemplan la revelación de Dios hacia el hombre son:
1. Dios es un ser personal, con afecto (Efesios 1:5), voluntad
(Efesios 1: 5, 9, 11) e intelectivo (Efesios 1: 11).
2. Dios tuvo en mente un diseño previo, ya antes de la fundación
del mundo se propuso la adopción de una familia de hijos en
Cristo Jesús ) Efesios 1: 5).
3. Este es un proyecto nacido del amor de dios (Efesios1: 5), en el
ejercicio de su soberana voluntad (Efesios 1: 5)
4. Fuimos predestinados para ser hijos de Dios (Efesios 1: 5)
5. Fuimos predestinados para ser como Jesucristo en toda nuestra
manera de ser, pensar, sentir y vivir (Romanos 8: 29).
6. Fuimos predestinados para la alabanza de su gloria (Efesios 1:
6).
7. El fin supremo del hombre es la gloria d e Dios (Efesios 1: 11,
12).
B. Propósito universal: Aunque para cumplir sus propósitos Dios escogió
a una familia y luego a una nación, el propósito de Dios es para toda
la humanidad. Génesis 12: 1 – 3.

II. Propósitos eternos e inmutables: Como Dios es eterno e inmutable,


así también son sus propósitos. Jeremías 1: 5, Efesios 1: 4; 3:11, 1 Pedro
1: 19, 20.

III. Formados libres de toda influencia: Todos los propósitos de Dios


fueron formados por Dios en su amor, omnipotencia y soberanía y no
influenciado por presiones externas, chantajes, amenazas y ni siquiera por
el hombre mismo.
Cuando la gente se pregunta: ¿Por qué creó dios un mundo que sabía se
iba a corromper? O ¿Por qué permitió el pecado y el sufrimiento? el teólogo
Myer Pearlman respondió lo siguiente:
A. Dios no es responsable del mal.
B. Dios es todopoderoso, y por lo tanto el mal existe por su permiso
C. Dios es tan grande que hace triunfar el bien sobre el mal.
D. Dios ha organizado el universo de acuerdo a leyes naturales, y estas
leyes insinúan la posibilidad de accidentes.
E. Se debe recordar que este no es el orden perfecto de las cosas.

IV. Respetan el libre albedrío del hombre: Dios creó al hombre con
inteligencia y con la capacidad de obrar conforme a su propia elección.

V. Propósitos activos y permisivos:


A. Propósitos activos son aquellas cosas que Dios hace en su acción
directa.
B. Propósitos permisivos son aquellas cosas que Dios permite que
sucedan.

Lección No. 7 del Curso de Teología Bíblica


Nombres de Dios

Introducción: Los nombres que las personas llevan en la actualidad no tienen tanta
importancia como en la época bíblica. Los nombres bíblicos mostraban alguna cualidad
o características de la persona. Asimismo Dios se ha identificado con nombres para
revelar alguna faceta de su personalidad, naturaleza, voluntad o autoridad.
I. Nombres de Dios en el Antiguo Testamento:
A. El: Significa poderoso y prominente dentro de un concepto de un
gobernante y resalta si poder sobre la naturaleza. Números 23:22. Se usa
también en forma compuesta como El Shaddai en Génesis 17: 1, El Olama
en Génesis 21: 33.
B. Elhoim: Es la forma plural del nombre El y es también mucho más usado.
Describe el poder creador y la omnipotencia de Dios. Génesis 1: 1,
Eclesiastés 12: 1.
C. El Elyom: Significa Dios altísimo y la palabra hebrea significa el más alto.
Génesis 14: 18, 19, 22; Salmo 78: 35.
D. El Shaddai: Este nombre se deriva de Shadad que significa “ser poderoso”.
Se le da el significado de Dios Todopoderoso, por recalcar la naturaleza
poderosa y exaltada de Dios. Este es el nombre como Dios se manifestó a
Abraham en Éxodo 6: 2.

E. El Olam: Palabra hebrea que significa algo oculto o escondido , pero


aplicado al nombre de Dios, significa “Dios Eterno”. Salmos 90: 2 “Antes
que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo,
Olam y hasta el siglo, Olam, tú eres Dios. Génesis 21: 33, Isaías 40: 28.

F. El Roeh: Significa el “Dios Visible” y se reveló así a Agar huye de Sarai.


E. Adonai: Se deriva de un vocablo hebreo que significa juzgar y gobernar, y
se traduce literalmente como “Señor”. Génesis 15: 8, 18:3,27,30, Éxodo 23:
17; Isaías 10:16 – 33.
F. Santo de Israel: Es el título preferido del profeta Isaías, aunque también
se menciona en Salmos y Jeremías.
G. El Anciano de días: Título dado usado por Daniel y describe a Dios en
su trono juzgando a los imperios. Daniel 7: 9-13, 22.
H. Jehová o Yavé: Es el nombre de Dios más usado en toda la Biblia y se
menciona 6,828 veces en 5,790 versículos del Antiguo Testamento y
prácticamente ha ido desplazando a los demás nombres de Dios. Se originó
con el tetragrámaton (vocablo griego que significa las cuatro letras) YHWh
que significa llegar a ser, suceder o estar presente. Los masoretas le
agregaron las vocales de Adonai. Es posible que Yavé se derive del verbo
hebreo Hayah que significa “ser”. Éxodo 3: 13, 14.
I. Compuestos con Jehová:
1. Jehová Yiré: Dios proveedor. Génesis 22: 14.
2. Jehová Nissi: Jehová es mi bandera o mi estandarte. Éxodo 17: 8-
15.
3. Jehová Shalom: El Señor es paz. Jueces 6: 24.
4. Jehová Tsidkenu: Jehová es nuestra justicia. Jeremías 23: 6;; 33:
16.
5. Jehová Shammah: Jehová está allí. Ezequiel 48: 35.
6. Jehová Rafa: Yo soy Jehová tu sanador. Éxodo 15, 26; Salmos
103.3.
7. Jehová Raah: Jehová es mi pastor. Salmo 23: 1.
8. Jehová Mikadiskin (M. Kaddesh o Mekaddaschem: Jehová
nuestro santificador. Éxodo 31: 13; Levítico 20: 6-8.
9. Jehová Melec: Dios es Rey. Éxodo 15: 18; Números 23: 21.
10. Jehova Sabaoth (O Sebaot): Jehová de los ejércitos. 1 Samuel 1:
3
II. Nombres de Dios en el Nuevo Testamento.
A. Theos: Corresponde a El Elhoim o El Elyon del Antiguo Testamento.
Mateo 1: 23.
B. Kyrios: Se deriva del vocablo que significa poder y significa Señor.
Juan 20:28, Hechos 2:36.
C. Pater: Padre, productor de todas las cosas y creador del hombre.

Lección No. 8 del Curso de Teología Bíblica


El Ser de Dios

I. ¿Puede ser definido el ser de Dios?


A. Definición de ser según el Diccionario Práctico de la Lengua Española:
Esencia y naturaleza. Vida, existencia. Cualquier persona, animal o
cosa. Dios no puede ser clasificado en persona, animal o cosa.
B. No podemos explicar a Dios, sino creerlo y describirlo basados en dos
premisas:
1. Dios existe. Esta premisa incluye la fe. Hebreos 11: 6.
2. Dios se reveló de manera adecuada a nosotros por medio de su
Palabra. Este premisa se construye sobre evidencias que Dios
ha presentado en la Biblia y que muestran diferentes
características del su ser divino.
II. La esencia del ser de Dios: La esencia del ser de Dios se hace más
comprensible en la medida que vemos los atributos de Dios. Dios se
revela en la Escritura y a nuestras vidas por medio del Espíritu Santo
III. Dios como un ser absoluto: . Dios es un ser absoluto (independiente,
ilimitado y sin resistencia alguna) perfecto en todo su ser. El ser absoluto
también se refiere a que excluye toda relación de su parte. El ser absoluto
también expresa auto existencia, unidad y supremacía.
III. ¿Se puede conocer el ser de Dios?
A. Conceptos del conocimiento de Dios a través de los tiempos:
1. Iglesia primitiva y reformada: “Es imposible admitir algún grado
de conocimiento del ser de Dios.
2. Martín Lutero distinguía el Dios escondido del dios revelado; pero
aun así, al Dios revelado se le conoce en su inaccesible
ocultación.
“Después de contar que Dios ha escogido al rey pagano Ciro para
«doblegar las naciones» y realizar su designio de salvación,
Isaías exclama con sorpresa: «Es verdad: tú eres un Dios
escondido, el Dios de Israel, el Salvador»; Vereabsconditus tu es
Deus (Is 45, 15). Este texto fue un referente constante para
Lutero. Le hizo pensar que el carácter oculto de Dios no era un
atributo más, sino su actividad principal, porque Dios es siempre
un Dios que se esconde. Nadie le puede encontrar si Él no
quiere. Precisamente por eso es un Dios vivo, personal y también
temible”
3. Calvino aseveraba que era incomprensible la esencia del ser de
Dios, por estar fuera del alcance humano; pero no negaba la
posibilidad de conocer acerca de su naturaleza.
B. La Biblia asevera que Dios es conocible en algunos aspectos:
1. Jesús oró al padre en Juan 17: 3 “Y esta es la vida eterna: que te
conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien
has enviado.”
2. Juan escribió en 1 Juan 5: 20 “Pero sabemos que el Hijo de Dios
ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es
verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo.”
C. La Biblia también asevera que Dios no puede ser conocido en otros
aspectos:
1. Job 11: 7 – 9 “Descubrirás tú los secretos de Dios?¿Llegarás tú a
la perfección del Todopoderoso? Es más alta que los cielos;
¿qué harás? s más profunda que el Seol; ¿cómo la conocerás?
Su dimensión es más extensa que la tierra, más ancha que
el mar.
2. Pablo 1 Corintios 11: 7 – 9 “Porque en parte conocemos, y en
parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo
que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como
niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui
hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo,
oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco
en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. “

Lección No. 9 del Curso de Teología Bíblica


Atributos de Dios- Parte I

Introducción:
A. Atributo divino: Toda perfección que caracteriza a Dios.
B. Clasificación en absoluto y relativos:
1. Absoluto: Los atributos que pertenecen a Dios independientes de
todas las relaciones con los seres creados.
2. Relativos: Los atributos que pertenecen a Dios y que están
relacionados con los seres creados.
C. Clasificación en naturales y morales:
1. Naturales: Los atributos que pertenecen a la naturaleza de Dios.
2. Morales: Los atributos que pertenecen al carácter moral y
relaciones.
D. Clasificación en comunicables e incomunicables:
1. Comunicables: Los atributos que pueden ser comunicados a
otros.
2. Incomunicables: Los atributos que no pueden ser comunicados a
sus criaturas.
E. Clasificación en inmanentes y transmisibles:
1. Inmanentes: Los atributos que pertenecen al ser íntimo de Dios.
2. Transmisibles: Los atributos que pasan a sus criaturas.
I. Los Atributos de Dios:
A. Personalidad:
1. Como un Dios personal (que posee características que solo una
persona puede tener), su personalidad manifiesta ira (Éxodo 32:
9, 10), voluntad (Mateo 6: 10), intelecto (Isaías 43: 17),
sentimientos como el amor (Juan 3: 16 y Romanos 5: 8) entre
otras.
2. Como una persona Dios tiene: Autoconciencia, autodeterminación y
conciencia moral.
a. Autoconciencia: Capacidad de una persona de conocerse a
sí misma como el sujeto permanente de todas las
experiencias propias y de ver la diferencia que entre el
individuo y sus experiencias. Dios tiene una perfecta
conciencia de sí mismo al afirmar “Yo soy el que son” en
Éxodo 3: 14 y al mismo tiempo conoce a todo el mundo
que le rodea y su relación con Él.
b. Autodeterminación: Capacidad de determinar, libres de
toda influencia, el propio curso a seguir. Otros pueden
influir en mayor o menor grado en una persona, pero él es
que determina su acción. Dios toma el control absoluto de
sus decisiones, libre de toda influencia. Escoge lo que cree
conveniente para llevar adelante sus propósitos, ejerciendo
libremente su voluntad y autodeterminación.
c. Conciencia moral: Capacidad de diferenciar entre lo bueno
y lo malo y la obligación de hacer lo bueno y evitar lo malo.
Como persona Dios también manifiesta su conciencia moral
al diferenciar perfectamente lo bueno de lo malo y
manifestándolo su concepto a través de las Escrituras y
exhortando al hombre a aceptarlos. En Dios no hay lugar
para el mal, sino para todo aquello que es bueno.
B. Dios es espíritu:
1. Espíritu: Ser que no posee cuerpo físico (incorpóreo) por no
estar compuesto de elementos materiales tangibles (inmaterial).
2. Juan 4: 24 “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en
verdad es necesario que adoren.“ Dios no está sujeto a las
condiciones de vida natural, ni a las limitaciones que por tener
cuerpo sufren los seres humanos: él es incorruptible (inmortal) y
no es perceptible a través de los sentidos naturales. Juan 1: 18,
Éxodo 33:20.

C. Existencia propia (autoexistencia): Dios existe por sí mismo, Él no


depende de nadie, la base de su existencia se encuentra en sí
mismo. Dios no fue creado, siempre existió y vive y sustenta la
vida del universo y en sí mismo posee la fuente de esa vida.
Juan 5: 26.

D. Omnisciencia: Dios conoce y comprende todas las cosas y su


conocimiento es perfecto, no tiene que reflexionar, razonar ni
aprender en forma gradual. Él conoce el fin de todas las cosas desde
el principio, sin predeterminar los eventos, respetando el libre albedrío
del hombre. Hebreos 4: 13.
E. Omnipresencia: Dios está presente en todas partes. No lo limita la
distancia ni el espacio. Salmo 139: 7 – 10.

D. Omnipotencia: Dios posee poder infinito y lo emplea cuando ejecuta


su voluntad y ejerce pleno control y soberanía sobre todo lo que ha
hecho o va a hacer. Génesis 7: 1, Éxodo 15: 7, Deuteronomio 3:24.

E. Voluntad (Libre albedrío): Dios prepara todos sus planes y los lleva a
cabo cuando quiere y como quiere según su sabiduría y sus propósitos
usando su poder ilimitado. Isaías 14: 24; 46: 9, 10 y Salmo 33: 11.
1. Algunas clasificaciones de la voluntad divina incluye:
a. Según la obligatoriedad:
a.1 Voluntad decretada o establecida cuando decreta todo
lo que va a suceder y la que siempre se cumple.
a.2 Voluntad preceptiva o didáctica cuando no obliga;
pero sí manda a sus criaturas los deberes que le
corresponden.
b. Según la participación del hombre para obedecerla:
b.1 Voluntad activa cuando Dios lleva a cabo sus planes
sin participación del hombre.
b.2. Voluntad permisiva cuando la voluntad de Dios
necesita de la participación según el libre albedrío del
hombre.
2. Algunas características de la voluntad de Dios:
a. Es buena, agradable y perfecta. Romanos 12:2.
b. Trae satisfacción al hombre. Salmo 143: 10
c. Debemos orar para que se cumpla. Mateo 6: 10; 1 Juan 5:
14.
d. Es para salvación y busca mantener y cuidar al más débil
de sus hijos. Mateo 18: 14, Santiago 1: 18.
e. No es impuesto, sino que requiere rendición. Lucas 22: 42.
f. Debe obedecerse. Juan 5:30, 6: 38.
g. Tiene propósitos determinado. Efesios 1: 11.

Lección No. 10 del Curso de Teología Bíblica


Atributos de Dios- Parte II

F. Sensibilidad: La sensibilidad se puede describir como la capacidad de


percibir sensaciones y de responder a muy pequeñas excitaciones,
estímulos y causas. La sensibilidad de Dios incluye las formas más
sublimes de sentimientos y manifiesta los deseos racionales y morales
de Dios. Entre los atributos de la sensibilidad divina tenemos:
1. Santidad: Etimológicamente santo significa apartado o separado.
Es la absoluta pureza moral de Dios por lo que Él no puede ser
tentado (Santiago 1.13), no puede pecar (Job 34: 10), ni tolera
el pecado (Isaías 59:2).
2. Justicia: Se refiere a dar a cada uno lo que le pertenece o lo que
le corresponde. La justicia divina es la base legal de gobierno de
Dios sobre sus criaturas. El gobierno divino incluye el proceso
de establecer sus leyes (acción legislativa) y la obligación del
hombre a obedecerlas (obligatoriedad) o la consecuencia de ser
disciplinado, castigado o juzgado (acción punitiva) y en su
aplicación Dios es imparcial.
3. Amor: El amor es la esencia de Dios y siempre amará a sus hijos
y a sus criaturas en un forma incondicional. Una descripción del
amor sería “interés, esfuerzo y búsqueda del bien supremo de
una persona por otra. El amor de Dios es un afecto racional y
voluntario, en armonía con la justicia divina.

G. Infinitud
H. Inmutabilidad
I. Soberanía
J. Sabiduría
K. Unidad
Lección No. 11 del Curso de Teología Bíblica
La Trinidad – Parte I

A. Un poco de historia:
1. Tertuliano: Fue el primero en formular la doctrina y utilizar el
vocablo “trinidad” fue Tertuliano alrededor del año 200 d. C. Su
doctrina adolecía de una excesiva importancia al Padre, de tal manera
que terminó aceptando el concepto de Arrio que niega la deidad del
Hijo y del Espíritu Santo.
2. Concilio de Nicea: Año 325 d. C. en el que se declara que el Hijo es
igual en esencia que el Padre.
3. Concilio de Constantinopla: Año 381 d. C. se afirma oficialmente
que el Hijo es engendrado del Padre y que el Espíritu Santo procede
del Padre y del Hijo, sosteniendo la divinidad de la tercera persona de
la Trinidad.
4. Agustín de Nipona (354-430 d C): En su obra “De Trinitate” (400-
416) en el occidente formuló su doctrina de la trinidad basado en la
unidad de Dios.
5. Juan Damasco (c. 675-749 d. C): Expuso en el oriente una fiel
exponencia de la doctrina.
6. El Credo de Atanasio: El Credo se corresponde con el estado del
desarrollo teológico en tiempos del Concilio de Calcedonia (451) se
define con la idea: “Adoramos a un Dios en la trinidad, y la trinidad en
la unidad, sin confundir las personas, ni separar la sustancia, puesto
que la persona del Padre es una y la del Hijo otra, y al del Espíritu
Santo otra…De manera que el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el
Espíritu Santo es Dios. Y sin embargo, no hay tres Dioses, sino un
solo Dios.”

B. Presentación de la doctrina
1. Conceptos básicos:
a. Dios es uno.
b. Fuera de Él no hay otro Dios.
c. Hay una distinción de personas: El Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo.
d. La idea básica de la trinidad es “tres en uno”. Un Dios en cuanto
a sustancia, pero tres personas en cuanto a la divinidad.
2. Conflicto básico: La doctrina de la Trinidad ha sido duramente
atacada porque, aunque está revelada en toda la Biblia, el término no
aparece en ella.

C. El misterio de la Trinidad: En la vida del creyente hay momentos en que


tenemos que acepta por fe en la Palabra de Dios. Así ocurre con la doctrina
de la Trinidad, nunca podríamos comprender como es un solo Dios en tres
personas.

D. Ilustraciones y analogías: Algunas veces para poder explicar un


concepto espiritual muy difícil de explicar siempre ayuda usar una parábola
como hacía Jesús, una ilustración o una analogía. A continuación
presentamos algunas ilustraciones que pueden ayudarnos a comprender la
doctrina de la Trinidad:
1. De la naturaleza inanimada:
a. El agua y sus estados líquido, sólido y gaseoso.
b. La electricidad genera movimiento, luz y calor.
2. De la naturaleza animada:
a. El trébol de tres hojas.
b. Un árbol con raíz, tronco y ramas.

3. De la naturaleza humana:
a. Cuerpo, alma y espíritu.
b. El alma compuesta de intelecto, sentimientos y voluntad.
4. Relaciones humanas:
El gobierno es uno pero se maneja a través de tres órganos:
Ejecutivo, legislativo y judicial.
5. Un triángulo: La más acertada y aceptada de las ilustraciones, por lo
que el triángulo equilátero tiene tres lados y tres ángulos iguales.
E. Pruebas bíblicas de la Trinidad en el Antiguo Testamento: En el
texto del Antiguo Testamento hay evidencias inductivas y analíticas de la
trinidad:
1. Elohim: Este nombre plural de Dios aparece con verbos en plural
como:
a. Génesis 1: 1, 2 “1En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2Y
la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban
sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la
faz de las aguas.”
b. Génesis 1: 26 “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a
nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…”
c. Génesis 11: 7 “Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su
lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero.”
d. Deuteronomio 6: 4, 5 “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová
uno es. 5Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de
toda tu alma, y con todas tus fuerzas.”
“Oye, Israel: Jehová nuestros Dioses, Jehová es una unión.”
2. El Mesías:
a. Isaías 48: 16 En este pasaje el Mesías dice: “ 16Acercaos a mí, oíd
esto: desde el principio no hablé en secreto; desde que eso se
hizo, allí estaba yo; y ahora me envió Jehová el Señor, y su
Espíritu.”
b. Isaías 61: 1 “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque
me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los
abatidos…”
Lección No. 12 del Curso de Teología Bíblica
La Trinidad – Parte II

F. Pruebas bíblicas de la Trinidad en el Nuevo Testamento: La Iglesia


neotestamentaria heredó el concepto del Dios que es uno; pero vivió la
experiencia del conocimiento del Hijo de Dios, Jesucristo y finalmente el
descenso de la tercera persona del Dios Trino, el Espíritu Santo en el
Aposento Alto y su manifestación operando dentro de los creyentes cuando
hablaban en otras lenguas y su poder manifestado en obras y prodigios.
Del texto del Nuevo Testamento podemos deducir lo siguiente:
1. Que el Padre manda a su Hijo al mundo:
a. Juan 3: 16
b. Gálatas 4: 4
2. Que el Padre y el Hijo envían al Espíritu Santo
a. El Padre:
a.1 Juan 14: 26 “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien
el Padre enviará en mi nombre.”
a.2 Gálatas 4: 6 “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros
corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba,
Padre!
b. El Hijo:
b.1 Juan 15: 26 “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo
os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede
del Padre, él dará testimonio acerca de mí.”
b.2 Juan 16: 7 “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo
me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría
a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.”
3. Que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se comunican entre
ellos:
a. El Padre se comunica con el Hijo: Marcos 1: 11 “Y vino una voz
de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo
complacencia.”
b. El Hijo se comunica con el Padre: Mateo 11: 25 “En aquel
tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del
cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y
de los entendidos, y las revelaste a los niños.”
c. El Espíritu Santo se comunica con el Padre. Romanos 8: 26 “Y de
igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues
qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el
Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.
27
Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del
Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los
santos.”
4. Pasajes en donde se mencionan las tres personas de la
Trinidad:
a. En el anuncio del nacimiento de Jesús: Lucas 1: 35.
b. El bautismo de Jesús: Lucas 3: 21, 22.
c. Salutación de Pedro: 1 Pedro 1: 2.

5. La Trinidad puede observarse claramente en los pasajes


siguientes:
G. La obra de la Trinidad:
1. La Trinidad en la Creación:
a. El Padre es el Creador: Génesis 1: 1 “En el principio creó
Dios los cielos y la tierra.”
b. El Hijo es el Verbo de Dios: Juan 1: 1 - 3 “En el principio era
el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era
en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y
sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.”

c. El Espíritu Santo es el ejecutor de Dios: Génesis 1: 2


“Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.”
2. La Trinidad en la Redención:
a. El Padre es el que planeó la redención:
a.1 Génesis 3: 15 “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y
entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la
cabeza, y tú le herirás en el calcañar.”
a.2 Juan 3: 16, 17 “Porque de tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que
en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17Porque no
envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo,
sino para que el mundo sea salvo por él.”
b. El Hijo es el que redime: Hebreos 5: 8, 9 “Y aunque era Hijo, por
lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido
perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos
los que le obedecen…”
c. El Espíritu Santo perfecciona la obra de la redención: 1 Pedro 1:
1, 2 “Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la
dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia,
elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del
Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de
Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.”

H. Conceptos erróneos acerca de la Trinidad:


1. Unitarismo. Autor: Arrio, obispo de Alejandría en el S. IV Dios es
una unidad, uno en esencia y persona. Este concepto descarta la
doctrina de un Dios trino y niega la deidad de Jesucristo y del
Espíritu Santo.
2. Triteísmo: Asevera que no es un solo Dios, sino tres dioses
iguales en todos sus atributos.
3. Modalismo o Unitarismo: Asevera que Dios es uno y que el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son modos o manifestaciones de
ese Dios, se promueve como la doctrina de la trinidad de
manifestaciones.
4. Testigos de Jehová: Ellos niegan la divinidad de Cristo y la
personalidad del Espíritu Santo al que llaman el poder de Dios.
5. La Teología Liberal conocida como Iglesia Jesús Sólo:
Consideran a Jesús como a Dios y al Padre y al Espíritu Santo como
títulos u otros nombres de Jesús.

Lección No. 13 del Curso de Teología Bíblica


El Padre en el Antiguo y Nuevo Testamento

La voz padre (latín pater, griego pater, sánscrito pitar, hebreo ab, arameo
abba) la tratamos aquí únicamente en su contexto y significación teológicos; y
aun esto, refiriéndonos no a Dios en cuanto que, por su acto creador y por su
providencia, puede ser llamado padre de los hombres, sino a Dios en el misterio
de la vida trinitaria, es decir, a la primera Persona de la Trinidad.

A. El Padre en el Antiguo Testamento:


1. En el Antiguo Testamento. El vocablo padre es aplicado a Jehová
numerosas veces a lo largo de todo el A. T. No es por lo demás exclusivo de la
religión judía, sino que se encuentra en otras muchas religiones, anteriores o
contemporáneas. En ellas tiene, con frecuencia, un sentido físico-ontológico, en
cuanto que se afirma que Dios da la vida, hace nacer a los hombres, que están
por eso de algún modo emparentados con Dios; idea que en ocasiones se tiñe de
panteísmo. Otras, la afirmación de la paternidad divina se vincula a su cuidado
amoroso sobre los hombres: Dios en cuanto dador de bienes. Conviene notar
que en Israel la idea de paternidad divina reviste una particular pureza, estando
libre de todo tinte panteísta, etc. La religión de Israel se centra en el concepto
de Alianza, por el que el pueblo elegido contrae y actúa especiales relaciones con
Jehová, las cuales muchas veces quedan determinadas por la relación de
paternidad. En Israel, el contenido del vocablo padre viene determinado en
primer lugar por la relación familiar que funda: al padre se le reconocen todos
los derechos de autoridad, y, en ocasiones, ciertos derechos exclusivos de culto.
Yahvé se relaciona con Israel como con un hijo, a quien da la vida y el sustento;
a quien llena de beneficios, corrige y castiga. Yahvé es Padre de un modo
especial de su pueblo: «¿No es Él, por ventura, tu padre y tú su heredad?» (Dt
32,6). «No desprecies, hijo mío, la corrección de Jehová y no lleves a mal su
corrección. Porque Jehová reprende a quien ama, como un padre a su hijo
amado» (Proverbios 3,11-12). «Con todo, oh Jehová, tú eres nuestro padre.
Nosotros somos la arcilla y Tú maestro alfarero. Somos la obra de tus manos»
(Is 64,7). Israel, por sus profetas, ponía ya toda su confianza en Jehová,
llamándole Padre: «...porque yo soy un padre para Israel, y Efraim es mi
primogénito» (Jeremías 31: 9)

Pero el sentido más íntimo y más profundo de esta paternidad se ha


derramado en la oración del justo de los Salmos. Dios es, sobre todo, padre del
justo y del humilde; los pobres, los anawim, encuentran en Jehová su refugio:
«Él me dirá: Tú mi padre, mi Dios y la roca de mi salvación» (Ps 88). Y ya
cercanos los tiempos mesiánicos, En efecto, esta gloria del Israel de Dios, que
los impíos echan en cara al justo, no le sería quitada. Isaías preludiaba todo ello
cuando, exaltando la paternidad de Jehová sobre la de Abraham y Jacob,
exclamaba: «Oh, haznos sentir tu piedad, porque Tú eres nuestro Padre. Que
Abraham ya no nos reconoce; e Israel no se acuerda ya de nosotros. Tú Jehová
eres nuestro Padre y nuestro redentor, tal es tu nombre desde siempre» (Isaías
63, 15 - 16).

a. Como Padre del pueblo judío: Siempre el nombre Yahvé tiene una
connotación de Padre, pero no como padre de individuos o de la
humanidad, sino de Israel como el pueblo escogido y pueblo del pacto.
a.1 Éxodo 4: 22, 23 “Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es
mi hijo, mi primogénito. Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo,
para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir; he aquí yo voy
a matar a tu hijo, tu primogénito.”
a.2 Deuteronomio 1: 31 “Y en el desierto has visto que Jehová tu
Dios te ha traído, como trae el hombre a su hijo, por todo el
camino que habéis andado, hasta llegar a este lugar…”

b. Como analogía: En los Salmos la palabra “padre” se utiliza como


analogía de un padre terrenal:
b.1 Salmo 68: 5 “Padre de huérfanos y defensor de viudas es Dios en
su santa morada.”
b.2 Salmo 103: 13 “Como el padre se compadece de los hijos, Se
compadece Jehová de los que le temen.”

B. El Padre en el Nuevo Testamento:


1. En el Nuevo Testamento. En el A. T., en suma, encontramos una
amplia revelación de la paternidad divina con respecto a los hombres, que
constituye una como preparación de la revelación de la paternidad divina
intratrinitaria, pero ésta todavía no es explícitamente anunciada: es privilegio del
N. T. la revelación de la Trinidad. Cristo ha llamado Padre a Dios; y lo ha hecho
de un modo único. Además del término griego ordinario, el N.T. nos ha
conservado tres lugares en que se emplea la misma palabra aramea que usó
Cristo: «Abba» (Mc 4,36; Rom 8,15; Gal 4,6). Esto quiere decir que en la
primitiva tradición quedó bien grabado este recuerdo; y que nos hallamos aquí
con un auténtico logion (dicho de Cristo) conservado además en la forma más
primitiva que es la de Marcos «Abba, Padre, todo te es posible; aparta de mí
este cáliz...» (Mc 14,36). S. Pablo, en los lugares citados, recoge la misma
expresión, porque de ese modo ponía en evidencia la relación tierra. En general,
si se considera el estilo de las invocaciones de Jesús, se advierte que su forma
ordinaria es «Padre...» cuando realiza la resurrección de Lázaro (lo 11,41); en la
oración sacerdotal de la última Cena (lo 17); en las ocasiones difíciles (lo 12,27);
en los momentos de exaltación («Yo te confieso, oh Padre...», Mt 11,25; Lc
10,21); en la oración del huerto (Mt 26,39 y paralelos); en su primera invocación
de la cruz (Lc 23,24); y en sus últimas palabras sobre la tierra: «Padre, en tus
manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,46). A la vez Cristo se refiere a la
paternidad divina con respecto a los hombres a los que Dios llama y elige
hablando de ella con rasgos y acentos indelebles para sus oyentes, que
recogieron aquellos recuerdos cuidadosamente. El Padre es el alto ejemplo que
imitar en todo: hay que ser perfectos como Él sólo lo es (Mt 5,48; Lc 6,36); hay
que obrar el bien como el Padre (Mt 5,45); perdonar como Él (Mt 6,15). Es del
Padre de quien recibimos la única recompensa verdadera (Mt 6,4); aunque al
obrar en el secreto de nuestro corazón, no seamos vistos de los hombres (Mt
6,6.17). Este Padre celestial es descrito por Jesús con los rasgos más
impresionantes: todo misericordia para con el hijo pródigo (Lc 15,11-32). Pero
sobre todo, Jesús ha presentado con rasgos únicos su Providencia: hace salir el
sol... manda la lluvia... viste los lirios... da de comer a los pájaros... «vuestro
Padre sabe que necesitáis de todas estas cosas» (Mateo 6,25-34; Lucas 12,22-
31); por eso basta pedirlas; y si nosotros, siendo malos, las concedemos a los
demás, mucho mejor lo hará el Padre celestial (Mateo 7,11; Le 11,13).

Pero nos quedaríamos en la superficie de esos textos si los refiriéramos sólo


a la paternidad divina propia de la creación y la providencia, o si viéramos en
ellos una simple prolongación de los textos proféticos: Cristo nos inicia y revela
misterios sobrenaturales. La relación en que Él se encuentra con D. P. es
radicalmente nueva y trascendente con respecto a cualquier otra relación. Él es
el Hijo unigénito (lo 1,18; 3,18; 1 lo 4,9), que conoce perfectamente al Padre (Mt
11,27; lo 10,15) y forma una sola cosa con Él (lo 10,22 ss.). Se nos introduce así
en el misterio de la vida íntima de Dios, que se completa con la revelación y
anuncio del Espíritu Santo. Y esa revelación de la vida misma de Dios revierte
sobre nosotros. Porque el Hijo unigénito de D.-P. se ha hecho hombre, y nos
hace participar de su filiación. El Padre envía al Hijo y al Espíritu Santo (lo 5,37;
14,16.26; 15, 26), y viene con Ellos para hacer su morada en nosotros (lo
14,23). Lazos nuevos nos ligan con el Padre celestial, con quien, en Cristo,
adquirimos una nueva realidad de familia, superior a la de la tierra (Mt 12,50; Me
3,35; Le 8,21). No basta con gloriarse con tener por padre carnal a Abraham (Mt
3,9; Le 3,8; lo 8,39), sino que Dios, al enviar a su Hijo al mundo, extiende a
todos los hombres la llamada a una nueva filiación, y «nadie viene al Hijo si no
es atraído por el Padre» (lo 6,44).

S. Pablo vuelve repetidas veces sobre el misterio de la paternidad divina. En


sus escritos, con gran frecuencia -aunque no siempre- el apelativo Dios (o
Theos) es usado para referirse a la primera Persona; otras veces utiliza el
nombre de Padre o los de Dios y Padre a la vez. Así, en la forma ordinaria de
saludar, al comienzo de sus epístolas: «Gracia y paz para vosotros, de parte de
Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo» (Rom 1,7; 1 Cor 1,3; 2 Cor 1,2; Gal
1,3; Eph 1,2; Philp 1,2; Col 1,2; Philm 3). Así, muchas veces en relación con
Cristo, a quien le proclama Hijo del Padre: «... para que unánimes honréis al
Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo...» (Rom 15,6). «Bendito sea el Dios y
Padre de Nuestro Señor Jesucristo, el Padre de las misericordias y Dios de toda
consolación...» (2 Corintios 1,3; 11,31; Efesios 1,3; Col 1,3). Esta antigua
costumbre cristiana de unir el nombre de Padre al de Dios aparece también en
fórmulas primitivas usadas por las epístolas de Pedro (1 Pet 1,3) y de Juan (1
Juan 1,3; 2 Juan 3,9); y hasta en la Epístola de Santiago: «. .. ante el Dios y
Padre, ésta es la religión limpia e inmaculada...» (Santiago 1,27).

De Dios-Padre se afirman naturalmente todos los atributos divinos, así, p.


ej., la unidad IV, 7): «...no hay sino un solo Dios; porque, aunque sean muchos
los que, ya en el cielo, ya en la tierra, se llamen dioses, ya que son muchos los
dioses y muchos los señores, pero, para nosotros, Dios es único: el Padre, de
quien todo procede y por quien fuimos hechos, y un Señor, Jesucristo, por quien
todo, y nosotros mismos, fuimos hechos» (1 Corintios 8,6). «Un Señor, una fe,
un bautismo, un Dios y Padre de todos...» (Efesios 4,6). De este Dios, que es
Padre, se predican todos aquellos actos que están al origen del orden natural y
sobrenatural. Así, la Creación, al modo expresivo como lo hace Santiago: «...toda
donación perfecta y todo don excelente viene de lo alto y desciende del Padre
luminoso; quien, no sufre cambio alguno, ni siquiera la sombra de una variación.
Él ha querido darnos el ser por su Palabra realizadora, para que seamos las
primeras entre sus criaturas» (Santiago 1,17). «Por ello doblo las rodillas ante el
Padre, de quien procede toda familia en el cielo y en la tierra» (Efesios 3,15).
Los principales actos y atributos de este Dios-Padre los expresa así S. Pablo:
«Sabemos que, con aquellos que le aman, Dios colabora en todo para el bien de
ellos; con aquellos, decimos, que Él ha llamado según su designio. Porque a los
que antes ha discernido, también los ha predestinado a reproducir la imagen de
su Hijo, para que sea el primogénito entre una multitud de hermanos; y a los
que ha predestinado, también los ha llamado, y a los que ha llamado, también
los ha justificado; y a los que ha justificado, también los ha glorificado»
(Romanos 8,28-30).

En todo el N. T. se pone de manifiesto que en Cristo los hombres hemos


sido puestos en una nueva relación con Dios, a través de un nuevo nacimiento
que tiene que realizar el Espíritu (Io 1,12; 3,5). Pero es S. Pablo quien mejor ha
puesto de manifiesto la filiación adoptiva, en la que se alcanza maravillosamente
la actuación unitaria de las tres divinas Personas. Dos textos paralelos a Rom
8,28-30 dicen igualmente de una forma sumamente expresiva: «... habéis
recibido un espíritu de hijos adoptivos que nos hace gritar: Abba! ¡Padre! El
Espíritu en persona se une a nuestro espíritu para atestiguar que nosotros somos
hijos de Dios...» (Rom 8,16-17). «Cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios
envió su Hijo nacido de una mujer, y sujeto a la ley, para conferirnos la adopción
filial. Y la prueba de que vosotros sois hijos está en que Dios ha enviado a
nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que grita: Abba, Padre! » (Gal 4,4-6).

Las conclusiones que podemos sacar de lo expuesto son: 1) Cristo ha


introducido un modo nuevo y absolutamente original de llamar Padre a Dios, que
determina fundamental y necesariamente nuestras relaciones religiosas con Él;
2) La paternidad divina, tanto en relación con Cristo, como en relación con los
hombres, no queda reducida a vagos contenidos ético-morales, según la
conocida interpretación de Harnack; sino que penetra, tanto el ser crístico, como
el cristiano, aunque de modo diferente; dando, según Guardini (v.), una in-
existencia nueva, que en Cristo es una filiación única y natural y, en los hombres,
es una filiación de adopción en el Espíritu Santo; 3) En Cristo, en suma, se dan
tres misterios fundamentales, que Él nos revela con su palabra: el de la vida
trinitaria, ya que Él es el Hijo eterno de D.-P.; el de la encarnación, ya que ese
Hijo se ha hecho hombre; Jesús de Nazaret es realmente el Cristo, el Hijo de
Dios Padre; el de nuestra filiación adoptiva, ya que el Hijo de Dios Padre se ha
hecho hombre para hacernos participar de la filiación:
a. los evangelios sinópticos:
a.1 El uso general de Jesús: Padre era el término favorito de Jesús
para referirse a Dios, logrando, según W. T. Conner, los
siguientes logros:
a.1.1 “Hizo de la paternidad la idea dominante en la
relación de Dios con los hombres.”
a.1.2 “Puso una nueva cualidad ética en la idea de la
paternidad según aplica a Dios.”
a.1.3 “Hizo de esto un concepto viviente según se aplica a la
relación entre el adorador y Dios.”
a.2 La palabra que usó Jesús:
a.2.1 Abba fue a palabra aramea que Jesús empleó para referirse
al Padre en Marcos 14: 36 “decía: Abba, Padre, todas las
cosas son posibles para ti…”
a.2.2 Pater fue la palabra griega que más usó Jesús para
referirse al Padre en Mateo 6:4, 6 y 18; “vuestro
padre” en Mateo 5: 45, 6:1, 15b.
b. Epístolas de Pablo: Pablo frecuentemente se refería a Dios como el
Padre adoptivo de los creyentes.
b.1 Dios Padre: 1 Tesalonicenses 1:1, 2 Tesalonicenses 1:2,
Gálatas 1:1 entre otras.
b.2 Dios vuestro Padre: 1 Corintios 1:3, 2 Corintios 1:2,
Romanos 1:7, entre otras.
b.3 Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo: 2 Corintios 1:3,
Efesios 1: 3.
b.4 Dios, el padre de nuestro Señor Jesucristo en Colosenses 1:
3.
c. Escritos juaninos: El apóstol Juan siempre se refería a Dios como
Padre de Jesús.
c.1 Evangelio de Juan:
c.1.1 El Hijo en relación con el Padre: El Hijo (Logos) en cuanto a
que estuvo con el padre en el principio, es el único Hijo del
Padre y que tiene su ser en el Padre.

c.1.2 El Padre en relación con el Hijo: El Padre da el “verdadero


pan del cielo” (6:32), el Hijo está presente con el Padre
(16:32), Padre ama al Hijo y le muestra todas las cosas que
Él mismo hace 3:35ª; 5:20ª).

c.1.3 Creyentes y discípulos en relación con el Padre y el Hijo:


Los que han sido dados al Hijo por el Padre llegarán al Hijo,
creerán en él y tendrán “vida eterna” (6: 37, 40)
c.2 Primera Epístola de Juan: Se destaca la relación Padre-Hijo,
como en el caso de la presencia eterna del hijo en el padre
(1:2b), en el envío del Hijo por le Padre (4:14) y en la negación
y confesión (2:22b, 23)

Lección No. 14 del Curso de Teología Bíblica


El Padre y su Relación con el Creyente

UN PADRE BUENO Y PERFECTO

Dios padre nos ama tanto así como ama a su hijo, Jesucristo.

Desde que es una verdadera declaración podemos tener un nuevo y ansioso


pensamiento o una actitud rebelde hacia Él? Porque nuestro padre celestial nos
ama tanto así como el amor que tiene para su único hijo él no dejará que
queramos cualquier cosa buena en Su voluntad divina. El cuidará de nosotros en
la manera más posible (Salmos 23:1; Efesios 1:3). Es absolutamente seguro
poner nuestra confianza en un Padre perfecto.

"Así como un padre tiene la compasión sobre sus hijos, entonces El Señor
tiene la compasión sobre los que le temen. Por que Dios mismo conoce nuestras
marcas, el es atento que solamente somos polvo" (Salmo 103:13-14).

Jesús vino para revelar al Señor Dios como un Padre de amor y bondad
(Juan 14:7-9; Mateo 11:27). Solamente esta en la revelación de Dios por el
Señor Padre esta totalmente desarrollado. El titulo "Padre" es un rasgo que se
distingue en el Nuevo Testamento en la enseñanza de Jesús, especialmente en el
evangelio de Juan. El revela a Jehová el Padre como Padre. El no es el Padre de
todo hombre, pero solo a todo aquel viene a él por medio de Jesucristo." Nadie
viene al padre sino es por mi" (Juan 14:6). Hay una distinción entre Dios como
nuestro creador y como padre al creyente.

Dios es un Padre bueno y perfecto (1 Juan 3:1-2; Juan 10:15; 14:2; Efesios
3:14; Filipenses 2:11).

Hemos sido adoptados y puestos como Sus hijos adultos en Su familia. El


nos escogió a ser sus hijos, por lo tanto permitamos a él a cuidar de las
responsabilidades como un Padre cuidadoso.

Como un padre amoroso El siempre toma un cuidado mas grande de Sus


hijos(Mateo 6:24-26; 30-33).
Dios en si mismo se ha revelado como un Padre verdadero, lleno de amor y
misericordia. Respondo yo a él como uno de sus hijos?

El Padre da lo mejor a sus hijos (Mateo 7:11; Lucas 11:13). El aun nos da
su reino (Lucas 12:28-32). El contexto como el capitulo seis de Mateo habla de
todas nuestras necesidades. Nuestro padre celestial nos quiere dar más allá de
lo que estamos dispuestos a recibir.

Ya que esto es verdadero de nuestro Padre por que tenemos que temer en
venir a él con audacia y pedirle? Por que temer en que él puede fallar en darnos
a nosotros todo lo mejor? Si el falla en ver todas las necesidades de sus hijos
entonces su integridad seria un juego. El protegerá su nombre por que ello
revela su carácter perfecto. El siempre puede dar de una buen manera en
donde su nombre sea glorificado.

Haré algo para hacer que otros dudaran de la integridad y confianza valiosa
de mi Padre Celestial? Nuestras actitudes sospechan de nuestra fidelidad de
nuestro Padre. Por que desafiaríamos el líbelo de nuestro padre celestial cuando
nosotros nunca hecharíamos ninguna sospecha a nuestro padre terrenal?

Nuestra responsabilidad es confiar en un Dios cariñoso, Nosotros por una


vida como Sus hijos actuando como si hubiésemos sido abandonados sin Padre
quien cuida de nosotros. El es valioso a nuestras confidencias y absoluta
confianza.

¿Has tomado tú de tu tiempo para encontrarse con Su padre Celestial?


¿Conoces tu el espíritu de adopción" que grita" Abba, Padre"? Qué trágico que
muchos de sus hijos están atrapados por el Espíritu de esclavitud.

¿Estoy yo dispuesto dar a conocer todos mis cuidados a mi Padre celestial?


¿Por que querré yo sostener todos mis temores, ansiedades, y egoísmo y aun
cuando él ya conoce mis profundas necesidades? El está listo a conocerlas en la
manera más posible.

Una de las necesidades grandes que tenemos es la seguridad. El creyente


en Jesucristo es eternamente seguro por que allí hay un doble apretón alrededor
de el creyente (Juan 10:28-30). Jesús nos enseña que no existe nadie más nos
puede arrancar de las manos de mí Padre: mí padre y yo somos uno."

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