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COBAEV 42 MINATITLAN

ALUMNO:

CARLOS MEDARDO BASURTO SANTIAGO.


“Lengua y comunicacion”
GRUPO: 104 SEM. 2023-B
TURNO: MATUTINO

COBAEV 42 MINATITLAN
ALUMNO:

CARLOS MEDARDO BASURTO SANTIAGO.


“HUMANIDADES”

GRUPO: 104 SEM. 2023-B

TURNO: MATUTINO
CIBER BULLYING. Cuando un niño o adolescente es molestado,
amenazado, acosado, humillado, avergonzado o abusado por
otro niño o adolescente, a través de Internet o cualquier
medio de comunicación como teléfonos móviles o tablets.
Cómo prevenir el ciberbullying
 Protege tu privacidad.
 Acepta solo las peticiones de amistad de conocidos.
 No tengas miedo a bloquear.
 Elige bien el contenido que compartes.
 Ignora los comentarios de haters.
 Compórtate tal y como eres en la vida cotidiana.
 Se consciente de que el ciberbullying es un delito.
pensamiento
El concepto de pensamiento hace referencia a procesos mentales, voluntarios o
involuntarios, mediante los cuales el individuo desarrolla sus ideas acerca del entorno, los
demás o él mismo. Es decir, los pensamientos son ideas, recuerdos y creencias en
movimiento, relacionándose entre sí.

Comportamientos
El comportamiento, por su parte, procede del término latín comportare, que significa
“resultado de llevar o cargar algo en compañía de alguien”. Puede ser consciente o
inconsciente, voluntario o involuntario y consiste en el conjunto de respuestas que ofrece
una persona en su relación con el entorno.

Reproducción
Se conoce como reproducción a una de las etapas del ciclo vital de los seres vivos, junto al
nacimiento, crecimiento y la muerte. Se trata de un proceso biológico mediante el cual
los organismos vivos crean nuevos organismos, más o menos similares a ellos mismos, perpetuando
así la especie y garantizando su supervivencia en el tiempo.

SEXO
El concepto sexo refiere a las características biológicas, anatómicas, fisiológicas y
cromosómicas de la especie humana, sobre todo relacionadas a funciones de la
procreación. Se suele diferenciar entre el sexo de mujer y hombre con sus
características sexuales: las primarias, es decir órganos genitales externos
(testículos, pene, escroto) e internos (ovarios, trompas de Falopio, útero, vagina); y
las secundarias, por ejemplo, vello facial y hombros más amplios en los hombres,
así como glándulas mamarias y caderas más predominantes, en mujeres.

Genero
El género es una categoría de análisis de las ciencias sociales, que refiere a una
clasificación de las personas, a partir de la diferencia sexual para asignar características,
roles, expectativas, espacios, jerarquías, permisos y prohibiciones a mujeres y hombres,
dentro de la sociedad. Esta distinción es una construcción social y cultural que restringe las
posibilidades y el desarrollo pleno de capacidades d generando un resultado
positivo

Valores esteticos
La estética es el estudio de la esencia y sustancia de las cosas hermosas y es la
parte de la filosofía que nos ayuda a entenderlas. Y en el arte como lenguaje se
estudia la estética como el vehículo para compartir el conocimiento de los
sentimientos, los proyectos y los valores en busca de la verdad y de la belleza

Qué son Valores estéticos: Como un tipo de valor, los valores estéticos
son criterios y referencias positivas generalmente compartidas por un grupo, que
definen a una persona, cosa o acción. Por otro lado, la estética se refiere a la
percepción de los sentidos y a la filosofía de lo que se considera bello.

Belleza armonía comedia

Majestuosidad} perfeccion

La identidad sexual incluye la manera como la persona se


identifica como mujer o como hombre, o como una combinación
de ambos, y la orientación sexual de la persona.
Las orientaciones sexuales pueden ser: heterosexual (atracción a
personas de distinto sexo), homosexual (atracción hacia personas del
mismo sexo) y bisexual (atracción a personas de ambos sexos).
Frases LGTBI
 "Sé quien eres y di lo que sientes, porque a aquellos a quienes
les molesta no importan, y a quienes les importas no les
molesta" ...
 "Su amor no daña, tu odio sí" ...
 "Si no podemos poner fin a nuestras diferencias, contribuyamos
a que el mundo sea un lugar apto para ellas"

Vida de Cervantes
Daniel Eisenberg

La vida de Cervantes es bien conocida en sus líneas generales. En cualquier


enciclopedia se pueden encontrar los hechos salientes de su vida. Nació en 1547 en la
ciudad universitaria de Alcalá de Henares de un padre cirujano, cuya vida no fue
acomodada. Estudió con el humanista Juan López de Hoyos, en el «Estudio de Madrid».
Tras una riña cuyos detalles no conocemos, fue desterrado y se marchó a Italia, donde
sirvió a un cardenal. Sin volver a España, entró en la marina, y participó en la batalla de
Lepanto, en la cual fue herido y una mano destrozada. Fue preso por corsarios musulmanes,
y se quedó en el «baño» o prisión de Argel. (La palabra «baño» en este contexto no tiene
nada que ver con agua o limpieza; es transcripción de una palabra turca que quiere decir
«prisión».) Tuvo que esperar cinco años hasta que se reunieran los fondos para pagar su
rescate. De vueltas a España, tuvo una amante, una hija natural, publicó su primer libro, La
Galatea, y se casó. Su matrimonio fue estéril.
Por unos años sirvió como comisario de la Armada y recaudador de impuestos; por
estos trabajos pasó mucho tiempo en Andalucía, de donde eran sus ascendientes. Quedó
encarcelado tras la quiebra de un banco sevillano adonde había depositado fondos de la
corona. De allí hay años vacíos; sólo hay suposiciones sobre sus actividades hacia 1600. En
1604 le encontramos en la corte, Valladolid. Conoce éxito con la primera parte de Don
Quijote. Vuelve a Madrid, y consigue el apoyo financiero de un mecenas, el Conde de
Lemos. Dentro de pocos años publica el resto de sus obras: las Novelas ejemplares, Ocho
comedias y ocho entremeses, Viaje del Parnaso, la segunda parte de Don Quijote. Se muere
en 1616 casi con la pluma en la mano, corriendo para acabar Persiles y Sigismunda,
publicado póstumamente.
Estos escuetos datos son conocidos a todos aquellos que hayan tenido una mínima
introducción a la literatura castellana. Se encuentran en libros para el gran público, libros
escolares, en obras de consulta. Lo que falta, y lo que intento facilitar en este artículo, es la
perspectiva para entender estos datos.
Podemos comenzar con una noticia a veces molesta, pero ineludible. El éxito de
Cervantes en su vida era modesto. No fue tomado como un autor serio, ni como, digamos,
el igual de Lope. En contraste con autores más populares y reputados, cuyas biografías se
escribieron poco después de su fallecimiento y cuyos manuscritos se reunieron, tras su
muerte en 1616 Cervantes cayó rápidamente en un olvido. Sus manuscritos, sus obras
inacabadas o inéditas, se perdieron en la casi totalidad. Cuando, en el siglo XVIII, comenzó
el interés en él de nuevo, cuando un aristócrata inglés encargó a un valenciano, Mayáns, la
primera biografía de Cervantes, no hubo fuentes. No hubo escritos a que se podía acudir.
Lo que sí había eran muchos comentarios de Cervantes sobre su propia vida. Reunidas
sus obras publicadas -aun esto fue un reto en el siglo XVIII, cuando a nadie se le ocurrió
editar sus obras completas- leídos sus prólogos y dedicatorias, ya se veían puntos esenciales
de su vida. Cervantes mismo nos refiere su servicio en Italia, su participación en la batalla
de Lepanto, su manquedad. Desde entonces, poco a poco, documento tras documento, se
han descubierto y reunido otras partes de su novelesca biografía. Apareció su partida de
bautismo, resolviendo un punto debatido en el siglo XVIII -su lugar de nacimiento-
definitivamente en favor de Alcalá de Henares. Por casualidad, un lector de la Topografía e
historia general de Argel publicada por Diego de Haedo descubrió en ella una detallada
descripción del cautiverio y heroísmo de Cervantes. En una antología poética de
circunstancias, apareció Miguel de Cervantes como el «amado discípulo» del maestro
erasmista Juan López de Hoyos. El Archivo de Indias proveyó un conjunto de testimonios
reunido por Cervantes sobre su cautiverio. En el Archivo de Simancas, se hallaron datos
sobre sus servicios como comisario y recaudador, hasta entonces desconocidos, y se
comenzó a buscar en los archivos de las ciudades y pueblos donde, según los documentos
oficiales, había comprado víveres para la Armada. Se encontraron también los testimonios
tomados en 1605 de los habitantes de la casa de Cervantes en Valladolid, cuando un noble
fue apuñalado en la calle y expiró en la cercana casa, a que fue llevado.
El cenit de este proceso de recuperación de datos fue la publicación de Documentos
cervantinos hasta ahora inéditos (1899-1902), del archivero Cristóbal Pérez Pastor. Con
este caudal se pudo elaborar la gran biografía documental de James Fitzmaurice-Kelly
(1913), y está en esta línea, valiéndose de sus propias investigaciones en archivos, la obra
de Luis Astrana Marín. En siete tomos, la más larga de todas las biografías cervantinas,
todavía no ha sido superada después de medio siglo.
Todos estos documentos, todo el material reunido informa mucho. Nos sirve, por
ejemplo, para conocer sus circunstancias económicas y para acabar con el mito de su
pobreza. Pero no nos dice qué tipo de persona era Miguel de Cervantes, si amaba a su
mujer, si era católico practicante, cuáles eran sus creencias políticas. Para todo esto no hay
más remedio que acudir a sus obras literarias, clase de fuente siempre peligrosa de usar. La
historia del capitán cautivo en Don Quijote I, del soldado preso en Argel, se supone -todos
los cervantistas lo suponemos- que refleja algo de lo que Cervantes vivió. Si aparecen
descritas ciudades italianas, por ejemplo en Persiles y Sigismunda y «El licenciado
Vidriera», sin que aparezca la descripción de un viaje por el sur de Francia, se concluye que
Cervantes viajó de España a Italia en barco y no por Francia. Son conclusiones que a veces
parecen fáciles y lógicas, pero fácilmente uno se encuentra en terreno movedizo. El capitán
cautivo recibió la ayuda de una mora, quien había aprendido las virtudes de «Lela Marién»
de una nodriza española. ¿También representa una experiencia cervantina? Del detallado
conocimiento de los libros de caballerías en Don Quijote, se puede suponer un contacto
directo y prolongado de Cervantes con ellos. De la admiración para Amadís de Gaula,
repetidas veces expresada, se puede igualmente incluir un aprecio de Cervantes para esta
obra. Pero pasar de allí a entender la verdadera actitud de Cervantes hacia estos libros,
decidir si era genuina la intención de acabar con su «máquina mal fundada», ha sido
disputado por los cervantistas durante décadas.
Llama la atención de los biógrafos la mediana posición de Cervantes en la España de
su tiempo. Aunque sí estudió las primeras letras, no pudo (¿o acaso no quiso?) estudiar en
una universidad. No sufrió hambre, y tuvo los recursos para una vida de clase media, y para
formarse una biblioteca. Pero no consiguió nunca una posición de prestigio, ni una vida
lujosa. No consiguió el puesto en las Indias que buscaba, y el Conde de Lemos llevó a un
escritor de tercera clase, comparado con Cervantes, para ser su secretario en Nápoles. Sólo
después de la publicación de las Novelas ejemplares -su primer éxito que le rendía prestigio
literario- le fue posible económicamente dedicarse plenamente a la escritura.
A quien le parezca escandalosa esta realidad debe meditar el hecho de que Echegaray
fue el primer autor en lengua castellana, y Benavente el segundo, que ganaron el premio
Nobel de literatura. Son rarísimos los casos de autores populares e influyentes en vida y al
mismo tiempo, famosos y alabados en siglos posteriores. El autor innovador, el pensador,
siempre -necesariamente- está en conflicto con las creencias y valores de su tiempo. Quien
gusta al mercado, al gran público, no gustará a lectores de futuros siglos. «Bien sé lo que
son tentaciones del demonio, y que una de las mayores es ponerle a un hombre en el
entendimiento que puede componer e imprimir un libro con que gane tanta fama como
dineros, y tantos dineros cuanta fama», comenta Cervantes en el prólogo a la Segunda Parte
de Don Quijote.
Don Quijote no fue visto en su tiempo sino como una obra cómica que atacaba los
libros de caballerías. Unos pocos, sí, habrán percibido algo más, pero no cabe duda de que
ésta fue la reacción general. Las obras cómicas o «festivas» eran tenidas en poco. El
principio del entendimiento moderno de la complejidad y riqueza de Don Quijote, llegó en
el tardío siglo XVIII, y del extranjero.
Acaso los problemas de Cervantes en vida deben algo a su personalidad. Cervantes,
quien veía tanto que sus contemporáneos no veían, y quien sentía más que ellos la
corrupción tan prevaleciente en la sociedad y gobierno de su tiempo, puede haber sido una
persona algo altanera y de trato difícil. Se creía de la misma categoría de Homero y
Virgilio, y que escribía había escrito una obra que llegaría «al extremo de bondad posible».
Repasa los poetas españoles contemporáneos en su Viaje del Parnaso, que serviría para
entonces lo que es hoy reseñar muchos libros -ganar influjo, pero a costa de aislarse. Su
matrimonio fue un fracaso. Es posible que sufriera períodos de lo que hoy llamaríamos
depresión: había perdido el uso de la mano izquierda, destruida por un arcabuzazo, y pasó
cinco años detenido en Argel, sin que el rey, ni nadie, le indemnizara ni incluso ayudara, a
lo que sabemos, después de su vuelta a España. Según Lope, autor probable del prólogo
del Quijote de Avellaneda, Cervantes fue «tan mal contentadizo, que todo y todos le
enfadan».
Dada esta lectura entre líneas, he dejado por último los dos temas más sensibles, dos
temas que, hace un siglo, serían inconcebibles. Gracias sobre todo a Américo Castro,
sabemos que muchos de los intelectuales del Siglo de Oro, la gran mayoría de ellos,
formaron parte de la clase llamada -hoy, por falta de mejor nombre- los «cristianos
nuevos». Estas personas descendían de los judíos que eran los médicos, abogados, orfebres,
sastres y contables de la España cristiana hasta el reinado de Isabel la Católica. Entre ellos
hay figuras cristianas destacadas, de la categoría de Santa Teresa y fray Luis de León. No
se les califique de «judíos»; no lo eran. Algunos, o muchos, eran «mejores cristianos» que
los cristianos viejos. Pero ya que la supresión del judaísmo y las conversiones -forzadas en
su mayor parte, pero algunas genuinas- no acabaron con el problema social que estaba tras
la política religiosa hacia ellos, fueron víctimas de una discriminación legal y social. La
«limpieza de sangre», noción entre cuya descendencia figura el racismo de la Alemania
nazista, tenía que demostrarse mediante documentación. Sin las medidas discriminatorias,
calurosamente apoyadas por las capas menos afortunadas de la sociedad, los cristianos
nuevos hubieran podido controlar el país.
En el caso de Cervantes, no hay documentación directa de su descendencia de judíos y
de formar, por consiguiente, parte de la clase de cristianos nuevos. Pero las circunstancias
presentan un caso fortísimo. Su padre fue un cirujano; su abuelo un licenciado; su bisabuelo
un trapero. La familia de su mujer, un vacío sospechosísimo. El hecho de que ganara la
vida durante más de veinte años tratando con dinero, como comisario, recaudador de
impuestos, y (creo) como contable, es otro indicio. La recaudación de impuestos, trabajo
ingrato, era típicamente encargada a los judíos en la Edad Media castellana. Y en general el
fracaso de sus carreras -si no un fracaso total que le dejó en la miseria económica, sí
podemos decir que no tuvo acceso a los puestos que le correspondieron y que pudiera haber
ocupado mejor que sus inquilinos. Cervantes fue, entonces, una persona marginada, víctima
de discriminación, y con conciencia de formar parte de una clase reprimida. Será por algo
que Sancho Panza es enemigo de los judíos y se proclama cristiano viejo, y Don Quijote no
dice nada parecido y, en cambio, califica a Sancho de mal cristiano.
Tenemos, entonces, a un Cervantes bastante diferente del héroe de la nación que era
en, digamos, 1905. Representa los conflictos internos de una nación que había pasado por
paroxismos sociales e espirituales.
No acabaron con este tema los esfuerzos para ver a un Cervantes diferente. Durante las
últimas décadas del siglo XX se comenzó -primero en la periferia de los estudios
cervantinos, pero cada vez más centralmente- a hablar de la sexualidad de nuestro autor.
Concretamente, se propuso que Cervantes fuera homosexual, subrayando su amistad con un
renegado argelino conocido por deleitarse con mancebos.
Como ataque a un símbolo glorioso de la patria, la imagen de un Cervantes
homosexual sólo se puede comparar -y creo que en efecto es comparable- con la vagina de
Isabel la Católica que se penetra en Reivindicaciones del conde don Julián de Goytisolo.
Por algo es Arrabal, hombre con un odio hacia la España católica y consagrada, quien más
que nadie lo ha promovido.
Si Cervantes fuera homosexual o sodomita, no hubiera vuelto de Argel, donde la
libertad en conducta sexual era absoluta, a la pudibunda España de Felipe II. No era un
homosexual. Esto no quiere decir que no haya sentido atracciones homosexuales, y sabía
que otros fácilmente los sentirían también; acaso lo apoya la misma ausencia en sus obras
de jóvenes sin amores para una mujer. Alonso Quijano tenía un «mozo de campo y plaza»,
pero éste desaparece después del primer capítulo, y el escudero de Don Quijote es el feo y
casado Sancho.
Para nuestro autor, la amistad era más importante que la sexualidad; la sexualidad es
peligrosa y egoísta, mientras la amistad es desinteresada y benéfica. Según Cervantes, la
amistad más honda para un hombre era con otro hombre. Por eso es tan frecuente en sus
obras encontrar pares de amigos: Don Quijote y Sancho, Anselmo y Lotario, Rinconete y
Cortadillo, Diego Carriazo y Tomás Avendaño, Cipión y Berganza, incluso Rocinante y el
Rucio. Es «el autor de los dos amigos» por antonomasia. Pasarán siglos hasta que aparezca
otro autor quien valore en tanto la amistad.
Cervantes tenía bastantes amigos, como los poetas Pedro de Padilla, Gabriel López
Maldonado, y su maestro poético Pedro Laínez: todos ellos de la década de 1580. En los
años posteriores, si es que tuvo buenos amigos, no nos consta. Y el amigo de toda la vida,
el amigo íntimo de que gozan algunos de sus personajes, no lo encontró nunca. Era un
hombre aislado, solitario, lleno (como Don Quijote) de pensamientos varios y nunca
imaginados de otro alguno, rodeado de corrupción, víctima de discriminación. Sus amigos
eran sus libros y los lectores como nosotros, con quienes se comunica a través de sus
obras.Obras de Cervantes en orden cronológico

 La Numancia (1582)
 El trato de Argel (1582)
 La Galatea (1585)
 El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha (Primera parte editada en
1605, segunda parte en 1615)
 Novelas Ejemplares (1613)
o Novela del Casamiento Engañoso
o La Gitanilla
o El amante liberal
o La española inglesa
o Riconete y Cortadillo
o Licenciado Vidriera
o La fuerza de la la sangre
o El celoso extremeño
o La ilustre fregona
o La de los perros Cipón y Berganza
o Novela de la Señora Cornelia
o Novela de las Dos Doncellas
 Viaje al Parnaso (1614)
 Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados (1615)

Comedias:

o El gallardo español
o Los baños de Argel
o La gran sultana doña Catalina de Oviedo
o La casa de los celos
o El laberinto de amor
o La entretenida
o El rufián dichoso
o Pedro de Urdemales

Entremeses:

o El juez de los divorcios


o El rufián viudo llamado Trampagos
o La elección de los alcaldes de Daganzo
o La guarda cuidadosa
o El vizcaíno fingido
o El retablo de las maravillas
o La cueva de Salamanca
o El viejo celoso
William Shakespeare
(Stratford on Avon, Reino Unido, 1564 - id., 1616) Dramaturgo y poeta
inglés. Solamente con sus versos hubiera ya pasado a la historia de la
literatura; por su genio teatral, y especialmente por el impresionante
retrato de la condición humana en sus grandes tragedias, Shakespeare es
considerado el mejor dramaturgo de todos los tiempos.

William Shakespeare

Tercero de los ocho hijos de John Shakespeare, un acaudalado comerciante


y político local, y Mary Arden, cuya familia había sufrido persecuciones
religiosas derivadas de su confesión católica, poco o nada se sabe de la
niñez y adolescencia de William Shakespeare. Parece probable que
estudiara en la Grammar School de su localidad natal, si bien se desconoce
cuántos años y en qué circunstancias. Según el dramaturgo Ben Jonson,
coetáneo suyo, William Shakespeare aprendió «poco latín y menos griego»,
y en todo caso parece también probable que abandonara la escuela a
temprana edad debido a las dificultades por las que atravesaba su padre,
ya fueran éstas económicas o derivadas de su carrera política.

Sea como fuere, siempre se ha considerado a Shakespeare como una


persona culta, pero no en exceso, y ello ha posibilitado el nacimiento de
teorías según las cuales habría sido tan sólo el hombre de paja de alguien
deseoso de permanecer en el anonimato literario. A ello ha contribuido
también el hecho de que no se disponga en absoluto de escritos o cartas
personales del autor, quien parece que sólo escribió, aparte de su
producción poética, obras para la escena.

La andadura de Shakespeare como dramaturgo empezó tras su traslado a


Londres, donde rápidamente adquirió fama y popularidad en su trabajo
para la compañía Chaberlain's Men, más tarde conocida como King's Men,
propietaria de dos teatros, The Globe y Blackfriars. También representó,
con éxito, en la corte. Sus inicios fueron, sin embargo, humildes, y según
las fuentes trabajó en los más variados oficios, si bien parece razonable
suponer que estuvo desde el principio relacionado con el teatro, puesto que
antes de consagrarse como autor se le conocía ya como actor.

Su estancia en la capital británica se fecha, aproximadamente, entre 1590


y 1613, año este último en que dejó de escribir y se retiró a su localidad
natal, donde adquirió una casa conocida como New Place, mientras invertía
en bienes inmuebles de Londres la fortuna que había conseguido amasar.

La obra de Shakespeare
La publicación, en 1593, de su poema Venus y Adonis, muy bien acogido en
los ambientes literarios londinenses, fue uno de sus primeros éxitos. De su
producción poética posterior cabe destacar La violación de Lucrecia (1594) y
los Sonetos (1609), de temática amorosa y que por sí solos lo situarían entre
los grandes de la poesía anglosajona.
Con todo, fue su actividad como dramaturgo lo que dio fama a
Shakespeare en la época. Su obra, en total catorce comedias, diez
tragedias y diez dramas históricos, es un exquisito compendio de los
sentimientos, el dolor y las ambiciones del alma humana. Tras unas
primeras tentativas, en las que se transparenta la influencia de Christopher
Marlowe, antes de 1600 aparecieron la mayoría de sus «comedias alegres» y
algunos de sus dramas basados en la historia de Inglaterra. Destaca sobre
todo la fantasía y el sentido poético de las comedias de este período, como
en El sueño de una noche de verano; el prodigioso dominio del autor en la
versificación le permitía distinguir a los personajes por el modo de hablar,
amén de dotar a su lenguaje de una naturalidad casi coloquial.
A partir de 1600, Shakespeare publica las grandes tragedias y las llamadas
«comedias oscuras». Los grandes temas son tratados en las obras de este
período con los acentos más ambiciosos, y sin embargo lo trágico surge
siempre del detalle realista o del penetrante tratamiento psicológico del
personaje, que induce al espectador a identificarse con él: así, Hamlet refleja
la incapacidad de actuar ante el dilema moral entre venganza y
perdón; Otelo, la crueldad gratuita de los celos; y Macbeth, la cruel tentación
del poder. Afín a este grupo pese a su tema «romano» es Antonio y Cleopatra,
plasmación de la pasión desenfrenada entre el general Marco Antonio y la
reina egipcia Cleopatra.
En sus últimas obras, a partir de 1608, cambia de registro y entra en el
género de la tragicomedia, a menudo con un final feliz en el que se entrevé
la posibilidad de la reconciliación, como sucede en Pericles; esta nueva
orientación culmina en su última pieza, La tempestad, con cuyo estreno en
1611 puso fin a su trayectoria. Quizá cansado y enfermo, dos años después
se retiró a su casa de Stratford, donde fallecería 23 de abril de 1616 del
antiguo calendario juliano, usado en aquel tiempo en Inglaterra. Otro gran
genio de la historia de la literatura universal, Miguel de Cervantes, falleció en la
misma fecha del actual calendario gregoriano, ya adoptado por entonces en
España.
Shakespeare publicó en vida tan sólo dieciséis de las obras que se le
atribuyen; por ello, algunas de ellas posiblemente se hubieran perdido de
no publicarse (pocos años después de la muerte del poeta) el Folio,
volumen recopilatorio que serviría de base para todas las ediciones
posteriores.
1. Enrique VI, 1.ª parte (1589-1590)
2. Enrique VI, 2.ª parte (1590-1591)
3. Enrique VI, 3.ª parte (1590-1591)
4. Ricardo III (1592-1593)
5. La comedia de los errores (1592-1593)
6. Tito Andrónico (1593-1594)
7. La fierecilla domada (1593-1594)
8. Los dos hidalgos de Verona (1594-1595)
9. Trabajos de amor perdidos (1594-1595)
10. Romeo y Julieta (1594-1595)
11. Ricardo II (1595-1596)
12. El sueño de una noche de verano (1595-1596)
13. El rey Juan (1596-1597)
14. El mercader de Venecia (1596-1597)
15. Enrique IV, 1.ª parte (1597-1598)
16. Enrique IV, 2.ª parte (1597-1598)
17. Mucho ruido y pocas nueces (1598-1599)
18. Enrique V (1598-1599)
19. Julio César (1599-1600)
20. Como gustéis o Así es si así os parece (1599-1600)
21. Noche de reyes (1599-1600)
22. Hamlet (1600-1601)
23. Las alegres comadres de Windsor (1600-1601)
24. Troilo y Crésida (1601-1602)
25. Bien está lo que bien acaba o A buen fin no hay mal principio (1602-1603)
26. Medida por medida (1604–1605)
27. Otelo (1604-1605)
28. El rey Lear (1605-1606)
29. Macbeth (1605-1606)
30. Antonio y Cleopatra (1606-1607)
31. Coriolano (1607-1608)
32. Timón de Atenas o La vida de Timón de Atenas (1607-1608)
33. Pericles, príncipe de Tiro (1608-1609)
34. Cimbelino (1609-1610)
35. Cuento de invierno (1610-1611)
36. Enrique VIII (1612-1613)
37. La tempestad (1611-1612)
38. Los dos nobles caballeros (1612-1613)

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