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Juan 5:16-29

Introducción
El libro de Juan escrito 95 años después de Cristo, escrito por el Apóstol con el mismo nombre se centra en relatar el
ministerio de Jesús en Judea y en Jerusalén. Busca dar detalles de la personalidad de Jesús para que todo aquel que leyera o
escuchara este evangelio crea en el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios y así creyendo pueda tener vida en su nombre.
Juan busca enfatizar que Jesús era el Cristo, el Mesías, el Hijo de Dios profetizado en el Antiguo Testamento y que ya había
venido en carne. Y busca en su narración testigos que lo confirmen:
Juan el Bautista cuando lo anuncia dice: “He aquí el Cordero de Dios”
Juan el Bautista después de bautizarlo dijo: “Yo le vi y doy testimonio de que aquel es el Hijo de Dios”
Cuando Andrés, discípulo de Juan el Bautista, decide seguir a Jesús le dice a su hermano Simón: “Hemos hallado al Mesías,
al Cristo”.
Cuando Jesús llamo a Felipe y este luego le dijo a su hermano Natanael: “Hemos hallado aquel que está escrito en la Ley de
Moisés, en la de los profetas, a Jesús, hijo de José de Nazaret”
Natanael al ver que Jesús lo había visto “debajo de la higuera” dijo: “Tu eres realmente eres el Hijo de Dios, tu eres el Rey
de Israel”.
Cuando la mujer samaritana y los hombres samaritanos escucharon a Jesús dijeron “Ya no creemos solo tu dicho que decía:
“me ha dicho todo lo que he hecho”, sino que nosotros mismos hemos visto y verdaderamente sabemos de que este es el
Salvador del mundo”
Pero a pesar de las señales y milagros, donde convirtió el agua en vino, a pesar de que sano a un paralitico en el estanque de
Betesda, ni porque sano al hijo del oficial del Rey en Cana de Galilea, los Fariseos, los saduceos, no creían en el. Y llego el
punto en que lo odiaban, y procuraban matarle porque había dicho que Dios era su Padre, haciéndose igual a Dios (Juan
5:18).
Jesús les responde a los judíos
Todo lo que el Padre hace, también hace el Hijo (Juan 5:19)
El ministerio de Jesús fue dirigido, planificado por el Padre, por medio del plan de redención. Jesús no vino hacer lo que él
quiso, vino a cumplir la voluntad del Padre que lo envió.
Jesús se hizo hombre, se hizo carne, se despojo así mismo tomando forma de siervo, hecho semejante al hombre. Con un
estuche hombre, con un cuerpo carnal Jesús NO podría hacer nada por sí mismo. Le hubiera sido imposible haber
transformado el agua en vino, le hubiera sido imposible hablar con autoridad, le hubiera sido imposible sanar al hijo del
oficial del rey y peor sanar al paralitico.
Como lo hizo? La única forma posible de que Jesús haya podido “ver” lo que hace el Padre es gracias al Espíritu Santo que
se poso sobre su cabeza en forma de paloma y dicen las escrituras que permaneció sobre él.
Dicen las Escrituras que Dios no da el Espíritu Santo por medida! Iglesia amada!. Usted también tiene el mismo Espíritu de
Dios morando y queriendo manifestarse en usted. Si Jesús vio señales del Padre, usted también las puede ver. Si Jesús vio
prodigios del Padre, usted también. Si Jesús vio milagros del Padre, usted también los puede ver.
Jesús dijo él cree en mi y en las cosas que yo hago, el también las hará y aun mayores cosas hará!
Porque el Padre ama al Hijo (Juan 5:20)
Jesús pudo ver las cosas del Padre, y pudo ver obras como consecuencia de su fidelidad, como consecuencia de su
obediencia al Padre que lo envió. Dicen las escrituras que el Padre lo exalto hasta lo sumo y le dio un nombre que es sobre
todo nombre, para que el nombre de Jesús se doble toda rodilla que este en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra y para
que toda boca confiese de que Jesús es el Señor.
Cada día, cada semana de la vida de Jesús desde su nacimiento, su muerte en la cruz hasta la ascensión al cielo, fueron actos
de obediencia al Padre. Por eso cada paso de Jesús en obediencia, el Padre le demostraba su amor, enseñándole,
permitiéndole ver su Gloria aquí en la tierra manifestada en señales, prodigios y milagros.
Dios también ama a usted y a mí, ama a todo aquel que aun no conoce del Salvador. Muchos piensan que las señales,
milagros quedaron para la iglesia primitiva. Yo creo que el mismo Dios de Abraham es mi Dios, creo que el mismo Dios que
levanto de entre los muertos a Jesús mora en mí y en su Iglesia.
Debemos creer que si andamos en plena obediencia al Padre, cuidando nuestros ojos, guardando nuestro corazón de la
contienda, del odio, de la envidia, perdonando siempre y amando al prójimo, y anhelando cumplir sus mandamientos. Usted
y yo, nuestros ojos podrán ver cosas que ojo no vio, y empezar a oír cosas que oído no oyó. Porque Jesús dijo “esto les tengo
preparado a los que me aman”.

Así también el Hijo a los que quiere da vida (Juan 5:21)


El mundo sin Cristo vive en muerte, en condenación, una vida alejada completamente de Dios. El pecado creó una brecha
inmensa entre Dios y el hombre. Sin Dios no hay vida y la muerte era la condenación.
Pero las escrituras dice que Jesús vino a restaurar esa relación entre el hombre y el Padre. La Palabra de Dios dice que:
En Jesús estaba la vida y la vida era la luz de los hombres.
Era necesario que el hijo del hombre sea levantado para que todo aquel que en el crea no se pierda, mas tenga vida eterna.
A la samaritana le dijo: El que bebiere del agua que yo le daré no tendrá sed jamás. Porque el agua que yo le daré será en él
una fuente de agua de vida que salte para vida eterna.
Jesús dijo: el que cree en el hijo vera la vida, pero el que se rehúsa a creer en el hijo no vera la vida, sino que la ira de Dios
está sobre él.
Jesús dijo: el que cree en mi como dicen las escrituras, en su interior correrán ríos de agua de vida.
Jesús dijo el que tenga sed venga y le daré de beber de la fuente de agua de vida.
La vida plena es en Cristo Jesús, la vida completa es junto a Cristo Jesús, nuestra vida aferrada a Jesús es la que nos sustenta
día a día, necesitamos de Jesús cada minuto, cada segundo de nuestra existencia para poder resistir al diablo, vencer la
tentación, y así perseverar hasta el fin para ser salvos.
No se crea porque camina y ve, tiene vida. No se crea que porque habla y trabaja, tenga vida. Usted tiene vida si Cristo Jesús
y el Padre moran en usted. Si Cristo Jesús y el Padre se manifiestan en su vida.
Porque el Padre a nadie juzga, el juicio fue dado al Hijo (Juan 5:22)
Aunque el mundo vivía y vive en pecado no hay una palabra de juzgamiento hacia la humanidad. Dios no envió a su hijo al
mundo para condenar al mundo. Nunca se oyó ni se lee una palabra que juzgue al hombre.
Jesús no le dijo ningún epíteto a la samaritana, nunca dijo ladrón a nadie como al cobrador de impuestos, ni juzgo al
paralitico cuando sus discípulos se preguntaban que pecado había hecho este. Cuando iban a apedrear a la prostituta, les dijo
que tire la primera piedra el que esté libre de pecado. Jesús enseño porque miras la astilla del ojo de tu hermano y no ves la
vara que está en tu ojo.
El hombre juzga fácilmente, el hombre condena fácilmente al hermano, al prójimo. Juzgamos porque nos creemos perfectos,
juzgamos porque creemos que conocemos la ley. Y si juzgamos nos hacemos hacedores de la ley.
Jesús no tenía un corazón para juzgar, Jesús tiene un corazón misericordioso, dispuesto a perdonar al mayor de los pecadores
para estos tiempos de redención, de reconciliación.
Nosotros no somos jueces, todo juicio fue dado a Jesucristo. Este juicio tendrá su día y hora que ninguno conoce. Viva su
vida avanzando, edificando, sumando y no restando, ayude al caído, no lo vea de reojo, no tire leña al fuego, refrene su
lengua para juzgar, condenar o levantar falso testimonio a su hermano, porque el único con la autoridad del Padre para hacer
juicio es el Señor Jesucristo.

El que no honra al Hijo, no honra al Padre (Juan 5:23)


Ese mensaje a los fariseos, decían que honraban a Dios Padre pero no estaban creyendo y peor honrando al Hijo. Satanás le
dijo a Jesús en el monte, “si te postrares y me adorares, todo esto te daré”. Pero Jesús fue claro adora a Dios.
El hombre es nacido para adorar a Dios, pero en el caminar de la vida en pecado se distrae a adorar a otras cosas: sus hijos,
su trabajo, su negocio, el dinero, el conocimiento, la ciencia, otras personas, etc. Por eso si hay otra cosa que haya
conquistado tu corazón, antes que Dios, significa que tu adoración se ha desviado a otra cosa que no es Dios.
Pero Dios le dio la autoridad al hijo para darlo a conocer, el unigénito hijo del Padre, el le dio a conocer. Pero el mundo
honra y da alabanza a santitos, a figuritas, a amuletos, a aguas benditas, a angelitos. El único que merece la honra y la
alabanza del hombre es el Hijo y el Padre.
Cuando Juan recibe la revelación de Jesucristo por medio del ángel de todas las cosas que tendrían que venir pronto, donde
vio lo que sucedería, la tribulación, las plagas, la nueva Jerusalén, vio el trono de Dios, vio la gran ciudad sus ríos, sus
caminos, todo. Dicen las escrituras que Juan se postro a los pies del ángel para adorarlo y el ángel le respondió: “Mira,
levántate, no lo hagas porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas y de todo aquel que hace la voluntad de
esta profecía, y le dijo: adora a Dios”.

Resurrección de vida y de condenación (Juan 5:24-27)


El día de juicio vendrá pero junto esta viene la recompensa. El que cree en Jesús no vendrá a condenación, mas ha pasado a
vida eterna. Aquí Jesús enfatiza lo que había dicho en el versículo 5:21, y lo enfatiza diciendo “de cierto, de cierto os digo”.
Esto nos habla de que los muertos oirán sus Palabra y los que le oyeren vivieran. Estos son los tiempos de redención, son los
tiempos que Dios está preparando a su Iglesia para ser llevada a los cielos antes de la Gran Tribulación
.
Ya después de la gran tribulación, en el día postrero Jesús vendrá a hacer juicio final a las naciones y TODOS los que están
en los sepulcros oirán su voz, para los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida, mas lo que hicieron lo malo, a
resurrección de condenación.

Resurrección de vida y de condenación (Juan 5:28)


La esperanza de vida es esta: la vida eterna. Nos esforzamos cada día en buscar de Dios, en aferrarnos a Cristo, hacer su
voluntad aquí en la tierra.
Usted y yo, moriremos. Muchos de nuestros seres queridos morirán irremediablemente por una u otra causa. Pero los que
morimos en Cristo Jesús tenemos la promesa de que si hemos muerto, oiremos su voz, y en un abrir y cerrar de ojos, con voz
de trompeta seremos resucitados de entre los muertos.
El que hizo lo malo también será resucitado pero para condenación eterna. Y el que hizo lo bueno para resurrección de vida.
Jesús dijo “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mi, aunque este muerto vivirá”
Jesús dijo “Yo vivo, estuve muerto, pero vivo por los siglos de los siglos. Yo soy el alfa, el omega, el principio y el fin. El
que estuve muerto, ahora vivo, por los siglos de los siglos”
Jesús nos promete algo que ya hizo: levanto a Lázaro de entre los muertos, el mismo resucito de entre los muertos. Su
promesa es fiel y verdadera.

Conclusión
Es así como el autor del evangelio de Juan después de narrar la vida de Jesús, de sus señale y prodigios en Judea, Samaria y
Galilea. Ahora deja bien en claro quién es el camino, quien es la verdad y quien realmente da la vida al hombre.
Para que el hombre que este desviado conozca la verdad y pueda enderezar sus caminos. Si su corazón alaba, que alabe a
Cristo, y así honra al Padre. Que sepa que Jesús tiene el poder sobre la vida y la muerte, que sin el nadie somos, somos planta
estéril sin fruto.
Y si las dudas aun quedan dentro de los lectores judíos, le dice que el Padre mismo dio testimonio cuando fue bautizado y
dice “Los cielos fueron abiertos, y una voz en el cielo que decía: este es mi hijo amado en el que tengo complacencia”.
Finalmente, como iglesia recordemos que la misma autoridad que tuvo el Señor, nosotros como iglesia obediente a su
voluntad, también tenemos esa privilegio de ver el Reino de Dios manifestarse aquí en la tierra. Pero no para vanagloriarse
sino para ser testigos de él en todas las partes del mundo y así expandir el evangelio de Jesús aquí en la tierra.

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