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Tema 2.

- Las relaciones jurídicas

TEMA 2
LAS RELACIONES JURÍDICAS

ÍNDICE
1. Concepto
2. Sujetos. Personas: físicas y jurídicas
3. La administración como persona jurídica

Concepto
Las relaciones sociales de los seres humanos se regulan por el ordenamiento jurídico,
constituyendo distintas relaciones jurídicas, que no son otra cosa <<que una relación de la
vida práctica, a la que el Derecho objetivo da significado jurídico, atribuyéndole
determinados efectos>>, o también <<aquellas situaciones en que se encuentran varias
personas entre sí, regulada por el Derecho, partiendo de un principio básico>>. Así, por
ejemplo la relación entre los agentes de la construcción que nace como consecuencia de un
hecho concreto, que es la construcción de un edificio.

Las relaciones jurídicas, son tantas y de tan variado contenido, que se clasifican siguiendo
diversos criterios; bien por su objeto (relaciones simples con un solo vínculo entre dos sujeto,
uno tiene el poder y el otro el deber y complejas que muestran una pluralidad de derechos y
obligaciones entre dos o más personas, siendo mas frecuentes estas últimas); por su contenido
(públicas, interviene un órgano de la administración y lo hace envestido de sus principios de
personalidad pública y privadas o civiles, entre particulares o entre éstos y el Estado cuando
lo hace como un particular); por la naturaleza del sujeto pasivo (determinada o hacia una
persona en particular o indeterminada, dirigido hacia una generalidad de personas.
Pero ciertamente lo importante de aquellas son los sujetos que la forman.

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Tema 2.- Las relaciones jurídicas

Sujetos de la relación jurídica. Personas Físicas y Jurídicas


La palabra persona puede entenderse en diversos sentidos: vulgar, filosófico y jurídico. En su
acepción vulgar, la palabra persona es sinónima de ser humano. Sin embargo, esta acepción
no sirve para el Derecho, ya que la historia demuestra que durante muchos siglos ha habido
clases de seres humanos que no tenían la consideración de personas, y porque en el mismo
Derecho moderno, aunque todos los seres humanos son personas, no todas las personas son
seres humanos.
Jurídicamente, se considera persona a todo ser a quien el Derecho acepta como miembro de
la comunidad jurídica. Tal aceptación, es la que nos interesa analizar porque conlleva el
reconocimiento de la aptitud para ser titular de relaciones jurídicas, o para ser titular de
derechos y obligaciones (capacidad).
Y dado que es a la persona, a la que el Derecho reconoce capacidad, por persona puede
entenderse todo ser capaz de derechos y obligaciones.
La cuestión está en que el Derecho moderno atribuye personalidad jurídica a todos los seres
humanos, como medida para que éstos realicen en la vida sus fines individuales, pero, ahora
bien, junto a estos fines individuales y temporales, que se extinguen con la vida del individuo,
existen en la sociedad fines colectivos que no pueden obtenerse sino por la reunión de
fuerzas, y fines duraderos que sobrepasan las generaciones y exigen una actividad sucesiva e
ininterrumpida. Es por ello que el Derecho se ha visto obligado a conceder personalidad a las
asociaciones e instituciones que se forman para la realización y consecución de fines sociales
y duraderos, a las que llama personas jurídicas para diferenciarlas de los seres humanos o
personas físicas. De ahí las dos clases de personas que existen en los sistemas jurídicos
modernos:
1) Las personas naturales llamadas también físicas o individuales, constituidas por los seres
humanos, que necesitan para actuar en la esfera del derecho estar dotadas de capacidad de
obrar atendiendo a la cual pueden ser capaces e incapaces.
2) Las personas jurídicas, también conocidas como ficticias, abstractas, incorporales, morales
o sociales, que están constituidas por todas aquellas entidades que se forman para la
realización de los fines colectivos y permanentes de los seres humanos y a las que el Derecho
objetivo reconoce capacidad para derechos y obligaciones.

La personalidad de las personas físicas


Aunque en ocasiones se usen como sinónimos y sean consecuencia el uno del otro, no deben
confundirse los conceptos de persona y de personalidad. Si persona es todo ser capaz de
derechos y de obligaciones, por personalidad ha de entenderse la aptitud para ser sujeto de
relaciones jurídicas. Gráficamente se es persona, si se tiene personalidad.
La personalidad es un atributo esencial del ser humano, ya que, como ser racionalmente
libre, le corresponde la capacidad de querer y de obrar para cumplir su fin jurídico.

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Las personas físicas tienen capacidad jurídica desde que nacen <<el nacimiento determina la
personalidad>> (artículo 29 del Código civil), siempre que se cumplan una serie de
condiciones1.
A modo de prueba, el nacimiento requiere ser probado mediante su inscripción en el Registro
Civil.
Con la muerte se determina la extinción de la personalidad e igualmente ha de ser inscrita en
el Registro Civil.

Capacidad jurídica y capacidad de obrar en las personas físicas


Capacidad es sinónimo de personalidad, implica poder ser sujeto de una relación jurídica.
Pero esta aptitud en que consiste la personalidad o capacidad jurídica, se despliega en dos
manifestaciones, una que sería la aptitud del sujeto para la mera tenencia o goce de los
derechos, denominada simplemente como personalidad, capacidad jurídica o de derecho y la
otra, que es la aptitud para ejercitar los derechos y que se conoce con el nombre de
capacidad de obrar o capacidad de ejercicio.
La capacidad jurídica o personalidad, supone una posición estática del sujeto, mientras que la
capacidad de obrar denota una idea dinámica. La primera es la aptitud para ser titular de
derechos y obligaciones, mientras que la segunda, reconoce la aptitud para realizar actos con
efectos jurídicos.
La capacidad jurídica, es igual para todos, mientras que no todos los hombres tienen
capacidad de obrar, ni se da en ellos en el mismo grado ya que se necesita inteligencia y
voluntad. Por ello está integrada por varias categorías:
1) Capacidad de obrar plena: que la tienen las personas que alcanzan la mayoría de edad (18
años) y además se encuentran en plenas facultades mentales.
2) Capacidad de obrar limitada: como en el caso del menor emancipado se trata de
situaciones que permiten actuar en determinados ámbitos, sin tener acceso a otros hasta que
alcance la plena capacidad de obrar.
3) Incapacidad: que es la que tienen aquellas personas que no cumplen uno u otro requisito
exigido en la capacidad de obrar.
Las incapacidades son restricciones a la capacidad de obrar que obligan a retardar o
suspender (limitada o ilimitadamente) la aptitud para realizar actos jurídicos, remediando su
defecto mediante la representación (caso típico de incapaces lo son: los menores de edad y
las personas que padecen algún tipo de enfermedad mental, que son asistidos jurídicamente
por medio de tutores que complementan la capacidad que les falta).

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30 del C.c No obstante y a pesar de ser persona por el nacimiento y desde éste, el Derecho no considera como tal al
nacido, es decir, no le atribuye personalidad, sino sólo después de veinticuatro horas de vida. No es que se sea
persona a partir de las veinticuatro horas, o porque hayan transcurrido dichas horas desde el nacimiento, sino que
sólo después de vivir veinticuatro horas admite el Derecho que sea persona desde que nació.

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Las personas jurídicas


Son aquellas entidades creadas para la consecución de fines que, por su importancia o
duración, superan la capacidad del individuo aislado y a las que el derecho objetivo reconoce
capacidad para derechos y obligaciones. Por tanto el Derecho les reconoce su personalidad
con la idea de que puedan desarrollar y cumplir los fines.
Esto no significa que toda agrupación de personas, tenga la condición de persona jurídica. Se
requiere el cumplimiento de unos requisitos.
Para que exista una persona jurídica es indispensable que concurran dos elementos: el
primero, que aparezca una entidad independiente de sus elementos componentes, incluso de
las personas físicas que la forman y el segundo, que a esa entidad le sean reconocidos
derechos u obligaciones.
De esta forma cuando una mera organización o agrupación de personas pasa a ser considerada
persona jurídica, dispone tanto de capacidad jurídica como de obrar, con el fin de que pueda
desenvolverse con absoluta normalidad en sus relaciones jurídicas.
Por último y al igual que las personas físicas, las jurídicas se extinguen y lo hacen cuando
faltan los elementos que concurrieron a formarlas (desaparición de la entidad que le sirve de
base o bien revocación del reconocimiento de su personalidad), aunque la extinción no
provoca su desaparición automática, sigue subsistiendo durante el llamado período de
liquidación, para finalizar las operaciones pendientes y preparar el patrimonio para su destino
final.

Fomento de Construcciones y Contratas

Acrónimo FCC

Tipo Sociedad Anónima

Industria Construcción y servicios

Fundación 1900

Sede C/ Balmes, 36, 08007 - Barcelona,

Ingresos 12.700 millones de euros (2009)

Beneficio neto 307 millones de euros (2009)

Presidenta Esther Alcocer Koplowitz

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La sociedad está controlada en su totalidad por Esther Koplowitz (54%).

Accionista Derechos de voto Sociedad Participación Control


B-1998, S.L. 47,031% 83,927%
Azate, S.A. 6,798% 100%
Esther Koplowitz 53,956% - 0,097% -
Ejecución y Organización de Recursos, S.L. 0,027% 100%
Dominium Desga, S.A. 0,003% 100%
Royal Bank of Scotland 3,402% The Royal Bank of Scotland PLC 3,402% 100%

Caja España-Duero 2,44%

Participaciones
Empresa Participación
Realia 30,023%
Global Vía Infraestructuras 50%

Filiales
Empresa Participación
Cementos Portland Valderrivas 69,785%

FCC Construcción, con una experiencia acumulada de más de 110 años de historia, es el área de Infraestructuras del
Grupo FCC, uno de los grupos líderes de Europa en construcción, servicios medioambientales y agua, con una cifra de
negocio que supera los 11.000 millones de euros. La compañía aporta al Grupo FCC el 55 % de su facturación.

En 2012, FCC Construcción obtuvo un volumen de negocio de 6.148 millones de euros, de los cuáles el 68% proviene
de mercados internacionales, principalmente Europa y América.

Sus actividades abarcan todos los ámbitos de la ingeniería y de la construcción. Es un referente en la ejecución de
obras civileS, de edificación, industriales y en proyectos en régimen de concesión en todo el mundo.

Ha sido pionera en desarrollar su modelo de negocio de una manera rentable y sostenible, apostando por el
desarrollo local con el apoyo de todas sus capacidades empresariales en todos los lugares en los que FCC
Construcción está presente, contribuyendo a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

La administración pública como persona jurídica


No resulta fácil definir lo que se entiende por administración pública y menos cuando no se
pretende realizar un análisis profundo.
Desde sus inicios, la aparición de la administración ha generado permanentes e innumerables
debates, pero no solo por su irrupción en el panorama jurídico sino por la importancia que
supone su presencia, hasta el punto de conseguir por sí misma la elaboración de una rama del
derecho (derecho administrativo).
Los orígenes de la administración pública, hoy día ya superados, se remontan a la revolución
francesa, cuando se reconoce al Estado como persona jurídica y se le identifica como
administración pública, una única persona capaz de ostentar diversas funciones, entre ellas,
la de administrar. Actualmente artículo 97 de la CE da al traste con esa concepción y
recupera para el Gobierno el ámbito político y su función de gobernar, perfilándose así los
rasgos que definen y diferencian al Gobierno de la administración, estableciendo la

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subordinación de la administración a la acción política del Gobierno, por eso, la


administración pública forma parte del Estado.
La administración tampoco representa al Estado, sino que es una organización instrumental al
servicio de aquel, sometida al derecho y al control jurisdiccional de los Tribunales de
Justicia.
Pero entonces ¿qué es la administración?. Es una institución en la que se integran aquellas
entidades a las que el derecho otorga una cualidad jurídica peculiar y encomienda la gestión
de fines de interés general, bajo la sumisión a la Ley y al derecho.
Y sirve a los intereses generales porque la razón de su existencia es precisamente esa, porque
se crea para poder dar cabida al cumplimiento de los servicios públicos que el Estado está
obligado a ofrecer a la sociedad, tales como la sanidad, la educación, la seguridad, o la
creación de infraestructuras o la adquisición de viviendas, entre otros, es decir, cumplir con
unas obligaciones constitucionales a las que se compromete el Estado y que precisamente
lleva a cabo a través de las diferentes administraciones públicas.
De esta forma la administración es un sujeto de relaciones jurídicas, capaz de actuar como
una persona de la que emanan actos y declaraciones, que se vincula por contrato, y que
responde con su patrimonio de los daños que causa y que debe cumplir dos funciones
claramente definitorias de su condición y que son: la de representación y la de gestión.
Pero al tratase de una persona jurídico-pública toda vez que se relaciona jurídicamente con
otro sujeto, la relación se extrae del ámbito privado para enmarcarse en el derecho público,
especialmente en el derecho administrativo garantizando de ese modo el logro de los
intereses públicos que amparan la actividad de la administración.
Por ello, la administración está dotada de una capacidad de actuación que no le es propia a
las personas privadas. Esto es debido a que permanece sujeta a unos principios generales que
impulsan su actuación y que son: la objetividad y la eficacia. Y para el logro de este fin debe
apoyar su actuación en <<principios de eficacia, jerarquía, descentralización,
desconcentración y coordinación>>. Estos, son principios de organización ya que las funciones
encomendadas a la administración son de tal volumen que para un mejor logro y desarrollo de
los objetivos se produce una desmembración de la institución, ordenándola de distintas
formas (entes territoriales, no territoriales..), siempre con la idea de gestionar mejor la
consecución de los fines propuestos. No obstante e independientemente del número de
administraciones que exista, solo existe una que actúa con personalidad jurídica única.
Los principios de eficacia y eficiencia permiten a la administración actuar con agilidad en el
logro de sus objetivos y por eso lleva aparejada la asignación de medios materiales,
económicos y personales (funcionarios). La eficacia debe ser el arma con la que debe contar
toda administración, sin esta, la consecución del fin resultaría en exceso complicado, incluso
difícil de conseguir. No obstante, la eficacia en términos empresariales, se traduciría en una
buena gestión, capaz de obtener mayores beneficios económicos, lo que en términos

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administrativos se traduce en la obtención de fines públicos ya que El Estado no tiene


capacidad empresarial reconocida.
Los principios de objetividad y transparencia, deben ofrecer una imparcialidad en el ejercicio
de las funciones, clave en la actividad administrativa, ya que aunque se trata de personas
jurídicas, la voluntad establecida en la defensa de los intereses generales no puede estar
puesta en los intereses particulares de quienes deciden. De ahí que el control sobre la
neutralidad de las decisiones sea siempre básico en la actividad administrativa.
Por ello, todos estos principios no hacen mas que reforzar la idea de que frente a los
privilegios que ciertamente tiene la administración es con toda frecuencia, menos libre que
los particulares (por ejemplo no puede contratar abiertamente a cualquier empresa
constructora para la ejecución de una obra, sino que debe ajustar su interés a un minuciosos
procedimiento en el que el resultado final sea la adjudicación a aquel que objetivamente este
mas cualificado). En definitiva, no puede actuar de igual forma que los particulares, cuyas
relaciones se rigen por el principio de voluntad de las partes (artículo 1255 C.c.), sino que
permanecen sometidas al procedimiento establecido en las leyes administrativas.
Entre las competencias de la administración está la de dictar actos administrativos.
Actualmente es uno de los instrumentos más utilizados por aquella en sus relaciones con los
administrados.
Diríamos que la administración ostenta la posibilidad de resolver y decidir por si misma, de
tal manera que ante un conflicto entre la administración y los administrados se abre
inicialmente un proceso administrativo donde la propia administración cuenta con los medios
necesarios para resolver conflictos sin necesidad de acudir a la vía judicial ordinaria. Solo en
el supuesto de no estar de acuerdo con lo establecido por aquella, se podrá recurrir al
procedimiento judicial ordinario.
Hablar de acto administrativo de forma genérica supone olvidar que existe un variado elenco
de actos tales como los decisorios externos (por los que se define una situación jurídica
individualizada), los resolutorios (que pone fin a un procedimiento administrativo, contra el
que se puede recurrir), los favorables (otorgan un derecho o lo reconoce); los de gravamen
(disminuyen o reducen el patrimonio del administrado imponiéndole una carga o gravamen,
como las ordenes de ejecución que dicta un ayuntamiento para que el titular del inmueble
realice las obras de conservación y mantenimiento).

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BIBLIOGRAFÍA

 BELADIEZ ROJO, MARGARITA: “validez y eficacia de los actos administrativos”. Marcial Pons. Madrid, 1994.
 COSCULLUELA MONTANER, LUIS: “Manual de derecho administrativo". Civitas. Madrid 2010.
 GARCÍA DE ENTERRIA, EDUARDO Y FERNÁNDEZ, TOMÁS- RAMÓN: “Curso de derecho administrativo”. Civitas.
2008.
 GARRIDO FALLA, FERNANDO: “Tratado de derecho administrativo”. Volumen I. Tecnos. Madrid 2005.
 GONZALEZ PEREZ, JESÚS Y GONZALEZ NAVARRO, FRANCISCO: “Comentarios a la Ley del Régimen Jurídico de las
Administraciones Públicas y Procedimiento Administrativo Común (Ley 30/1992, de 26 de noviembre)". Civitas.
Madrid 2007.
 PAREJO ALFONSO, LUCIANO: “Lecciones de derecho administrativo”. Ed. Tirant lo Blanch. Valencia 2010.
TEXTOS LEGALES
 Constitución española de 1978.
 Ley 30/1992, de 26 de noviembre del Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y Procedimiento
Administrativo Común.

 Ley 7/19985, de 2 de abril, reguladora de las bases del Régimen Local.

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