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La guerra de Navarra[editar]

Artículo principal: Conquista de Navarra

Escudo de Carlos I de España en la muralla de Viana con las


armas de Navarra en lugar preferente en el blasón.
Aprovechando la Guerra de las Comunidades de Castilla con una parcial desmilitarización
del Reino de Navarra se produjo la tercera contraofensiva de los navarros para recuperar el
reino en 1521. En esta ocasión, Enrique II de Navarra con apoyo del rey francés Francisco I,
consiguió la recuperación en poco tiempo. Sin embargo la población humilde permaneció casi
enteramente pasiva, sin mostrarse leal a Carlos I pero sin mostrar apoyo a los legitimistas. En
cuanto a la aristocracia, muchos habían alentado los levantamientos que habían facilitado la
operación, pero los demás habían jurado lealtad a Carlos I. Por lo tanto los legitimistas
navarros dependían casi totalmente del apoyo militar y económico francés, lo que les dejaba
en una situación estratégica muy frágil. En breve plazo los errores estratégicos del general
francés André de Foix y la recomposición rápida del ejército español llevaron al desastre
militar en la batalla de Noáin.
Al carecer los legitimistas de apoyos sólidos entre el pueblo llano o las élites, la reconquista
española de casi toda Navarra fue muy rápida. Únicamente se mantuvieron focos de
resistencia en comarcas fronterizas como la zona del Baztán-Bidasoa produciéndose
históricos enfrentamientos y asedios como en el castillo de Maya, en la batalla del monte
Aldabe o en el asedio de la fortaleza de Fuenterrabía. Finalmente la vía diplomática,
concediendo una amplia amnistía, y la renuncia de la Baja Navarra, que no llegó a controlar
militarmente, llevó a conseguir el control de la Alta Navarra por el Emperador. Sin embargo, a
largo plazo el factor decisivo fue que los reyes de Francia renunciaron a respaldar el
legitimismo navarro como arma contra España.
La organización de la Monarquía Hispánica[editar]
Con el regreso del rey Carlos I a Castilla en septiembre de 1522, se emprendieron una serie
de reformas para integrar a las élites sociales en el gobierno y administración de la
Monarquía,47 que serían completadas por su hijo el rey Felipe II constituyendo el sistema
polisinodial de Consejos. La estructura del régimen polisinodial de los Consejos puede
hallarse en el Curia Regis que en 1385 se constituyó en el Consejo Real, o Consejo de
Castilla,48 con los cometidos de asesoramiento al rey, tramitación de asuntos administrativos
ordinarios y ejercicio de justicia. Debido al incremento y diversidad de asuntos a tratar, en
tiempos de los Reyes Católicos se había dividido el Consejo en secciones que se convertirían
en Consejos independientes,49 en 1494 se instituyó el Consejo de Aragón, en 1483 el Consejo
de la Inquisición, en 1498 el Consejo de Órdenes, y en 1509 el Consejo de Cruzada, pero
sería Carlos I quien dio el impulso al sistema de Consejos.50

Carlos I de España retratado por Tiziano, 1532-1533.


Una vez sometido el levantamiento armado de los comuneros y asegurada la supremacía del
poder real, el gran canciller Gattinara propuso a Carlos I un Consejo Secreto de Estado que
tendría la supremacía sobre los demás Consejos y sería el eje regulador y supervisor de la
política global, en el que él mismo sería el presidente;51 para tal objetivo emprendió en 1522 la
racionalización de la administración española con la reforma de los Consejos existentes y la
creación del Consejo de Hacienda en 1523, pero el rey no quiso depender de un solo ministro
y tal proyecto de centralizar en un solo Consejo fue desestimado,52 por lo que la influencia del
Gran Canciller, que a fin de cuentas era un cargo de origen borgoñón,53 se fue eclipsando
frente a Francisco de los Cobos, y en consecuencia se mostró crítico por la planificación
administrativa colegiada y fraccionada54 que fue llevada a cabo en esos años de 1523-1529.
En 1524 se constituyó el Consejo de Indias y en 1526, el Consejo de Estado, no como lo
había ideado Gattinara sino como un consejo privado del monarca, de ahí que no tuviera
presidente ni residencia fija en época de Carlos. Los demás consejos se establecieron en
Valladolid, que se convirtió en la capital administrativa hasta 1561.55
Los Consejos estaban compuestos por personas escogidas personalmente por el rey
(cumpliéndose una serie de reglas no escritas a la hora de escogerlos) que, bajo la
presidencia del mismo rey o de algún representante suyo (la mayoría de las veces) discutían
sobre algún tema. El rey siempre tenía la última palabra, pero no es imposible comprender el
poder que acumulaban: primero, porque el Consejo era el lugar donde el rey pulsaba las
posiciones de diversas facciones nobiliarias, eclesiásticas o cortesanas. Segundo, porque en
épocas en las que el monarca no estaba capacitado (enfermedad, guerra, etc.), ellos eran los
verdaderos gobernantes en su área de acción. Tercero, porque, en aquella época, el poder
legislativo, ejecutivo o judicial no estaban estrictamente separados, por lo que los Consejos se
convirtieron en una especie de Tribunales de Apelación; cuarto, porque, ciertos Consejos
tenían unidas tareas mundanales y espirituales, por lo que solían tener las llaves del prestigio
social (Consejo de Órdenes, por nombrar el caso más claro), de importantes ingresos
económicos (Consejo de Cruzadas) o de clave política (Consejo de la Inquisición).
En este orden destaca la importante labor de los secretarios. Al margen de la Cancillería, que
desapareció con el fallecimiento de Gattinara en 1530, el rey despachaba con sus secretarios,
que de ordinario ocupaban las secretarías en los Consejos, puesto que al fin y al cabo, los
secretarios eran los encargados de trasladar al Rey las deliberaciones de los Consejos y de
trasladar a los miembros del Consejo las decisiones y resoluciones del Rey, lo que evitó una
parálisis en el gobierno, permitiendo que funcionara el sistema.56 No obstante, su poder iba
más allá de esto, pues se convirtieron en los verdaderos gestores de la voluntad Real: de sus
transcripciones dependía la exactitud con que el monarca percibía las declaraciones de los
miembros de los Consejos, aceleraban o retrasaban la entrega de las deliberaciones al
monarca, controlaban la correspondencia ordinaria y tomaban las decisiones preparando los
documentos para la firma y traficaban con la información privilegiada que tenían y con su
capacidad de acceso al monarca.57
Su reinado en América[editar]
Artículos principales: Conquista de México, Conquista del Perú, Conquista de
Colombia, Conquista de Venezuela y Conquista de Guatemala.

Imperio Español y el Imperio de Carlos V


Durante el reinado de Carlos I, la corona de Castilla expandió sus territorios sobre gran parte
de América:

• Hernán Cortés conquistó el Imperio mexica, en 1521, que daría lugar al Reino
de Nueva España
• Nuño de Guzmán conquistó el Imperio tarasco y los señoríos que formarían el
Reino de Nueva Galicia, a mediados del XVI
• Francisco de Montejo iniciaría el largo proceso de conquista de los mayas de
la península de Yucatán, en el siglo XVI
• Pedro de Alvarado conquistó a los territorios centroamericanos que darían lugar
al Reino de Guatemala,
• Francisco Pizarro conquistó el Imperio incaico que daría lugar al Virreinato del
Perú
• Gonzalo Jiménez de Quesada conquistó a los Muiscas y su confederación, en la
actual Colombia, fundando el Nuevo Reino de Granada.
• Los capitanes españoles Sebastián de Benalcázar y Francisco de Orellana,
partieron del Reino de Quito en busca del mítico El Dorado. Benalcázar fundó en
1534 la ciudad de San Francisco de Quito mientras que Orellana, tras
fundar Guayaquil, se internó en la Amazonía y descubrió el río Amazonas.
• Juan Sebastián Elcano dio la primera vuelta al mundo en 1522, terminando el viaje
que comenzó Fernando de Magallanes y sentando las primeras bases de la
soberanía española en los archipiélagos de las Filipinas y las Marianas.
Mediante la Capitulación de Madrid de 1528, el rey Carlos arrendó temporalmente la provincia
de Venezuela a la familia alemana Welser de Augsburgo, lo que dio paso a la creación
del Klein-Venedig, una de las gobernaciones alemanas en América.
El 24 de agosto de 1534, Diego García de Moguer, viaja en una segunda expedición hacia
el río de la Plata, con la carabela Concepción, pasa por la isla de Santiago de Cabo Verde,
luego al Brasil, donde desciende el estuario de los ríos Uruguay y Paraná y funda el primer
asentamiento de la ciudad de Santa María del Buen Aire. Posteriormente Pedro de
Mendoza concretó la fundación de Buenos Aires en la margen derecha del Río de la Plata,
siendo exterminados por los indígenas. Poco tiempo después Juan de Salazar y Gonzalo de
Mendoza fundaban Asunción que se convertiría en el centro motor de la conquista de la
cuenca rioplatense y Pedro de Valdivia fundaba Santiago de Chile. Todo esto contribuyó a
sentar el primer imperio global de la historia universal bajo el reinado de su sucesor, Felipe II,
donde se decía que «no se ponía el sol».

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