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C apítulo XI

EL PROCESO DE MERCADO Y EL SISTEMA DE PRECIOS:


PREMISAS ECONÓMICAS
PARA EL ANÁLISIS DE RAZONABILIDAD1

“Solo quienes no están en su sano juicio osarían desafiar las leyes


físicas y biológicas. En cambio, son innumerables los que creen
poder ignorar las leyes económicas. Los gobernantes pocas veces
admiten que su poder se halle limitado por leyes distintas de
las físicas y biológicas. Jamás aceptan que los tan lamentados
fracasos son consecuencia de haber violado perentorias leyes
económicas”.
Ludwig von Mises, La acción humana: Tratado de Economía.

§ 82. Planteamiento general. — En este capítulo se expondrá


el núcleo central de la teoría económica de la Escuela Austríaca de Eco-
nomía sobre el proceso de mercado y los precios, para utilizarla como
presupuesto necesario para el análisis de razonabilidad de las distintas
medidas de abastecimiento y control de precios. Tal como se adelantó en
el capítulo VIII, la teoría económica, en efecto, es imprescindible para
analizar la razonabilidad de la regulación económica; de lo contrario, no
pueden conocerse cuáles serán las consecuencias imediatas mediatas y
a largo plazo de esta última.
La justificación de la elección de la Escuela Austríaca de Economía
excede las cuestiones jurídicas. A efectos enunciativos, basta con señalar
que la teoría austríaca:
1) está desarrollada sobre la base de una noción realista de la acción
humana, abierta a la creatividad, al error, la ignorancia y el descubri-
miento;

1
Este capítulo es una adaptación y ampliación de los autores del capítulo III
de Maqueda Fourcade, Santiago, Precios de Estado y precios de mercado. Estudio
sobre la razonabilidad de los controles de precios máximos, obra inédita, presentada
para completar los estudios de la Maestría de Derecho Administrativo, Universidad
Austral, 2012.
444 Tratado de la regulación para el abastecimiento

2) se enfoca en una concepción procesal, con tendencia coordinadora,


del mercado, y no en una situación estática e ideal de equilibrio;
3) no asume que la información y los recursos están dados, sino que
parte de que aquellos se ignoran y hay que descubrirlos y crearlos;
4) utiliza una metodología subjetivista y un formalismo no matemá-
tico sino verbal, ambos adecuados al objeto de estudio, que es la acción
humana en el mercado2, y
5) si bien no tiene como objetivo predecir, sino explicar según las
causas y efectos los fenómenos económicos, han sido los economistas de
la Escuela Austríaca quienes, por mayoría, pronosticaron las principales
crisis financieras y recesiones de la historia, incluyendo las de 19293 y
la de 20084, entre otras5.
Existe consenso en considerar a Carl Menger (1840-1921) como el
fundador de la escuela austríaca, junto con los aportes ulteriores de
Eugen von Böhm-Bawerk (1851-1914), Ludwig von Mises (1881-1973) y
Friedrich von Hayek (1899-1992)6.

2
Cfr. Cachanosky, Juan Carlos, “La ciencia económica vs. la economía mate-
mática”, Libertas, n° 3 (octubre de 1985) y 4 (mayo de 1986), Instituto Universitario
ESEADE, Buenos Aires.
3
Cfr. Mises, Ludwig von, “Economic Calculation In The Socialist Common-
wealth”, en Hayek, F. (ed.), Collectivist Economic Planning, George Routledge &
Sons, London, 1935, reimpresión Augustus M. Kelley, Clifton, 1975, pp. 87 a 130;
“Stabilization of the monetary unit”, The Causes Of The Economic Crisis, and other
essays before and after the Great Depression, Ludwig von Mises Institute, Auburn,
2006; y “Monetary stabilization and cyclical policy”, The Causes Of The Economic
Crisis, and other essays before and after the Great Depression, Ludwig von Mises
Institute, Auburn, 2006.
4
Cfr. Block, Walter, “Austrian Thymologists who predicted the housing bubble”,
LewRockwell.com, 22 de diciembre de 2010, consultado en http://www.lewrockwell.
com/block/block168.html el 15 de abril de 2012.
5
Sobre las principales diferencias entre la Escuela Austríaca y las escuelas
neoclásicas, cfr. Huerta de Soto, Jesús, “El methodenstreit, o el enfoque austríaco
frente al enfoque neoclásico en la ciencia económica”, Nuevos estudios de economía
política, Unión Editorial, Madrid, 2002.
6
Son obras centrales de la Escuela Austríaca: Menger, Carl, Principles of Eco-
nomics [1871], Ludwig von Mises Institute, Auburn, Alabama, 2007; Böhm-Bawerk,
Eugen von, Capital and Interest, Macmillan and Co., London, 1890; Mises, Ludwig von,
Human Action: A Treatise on Economics, Yale University Press, New Haven, 1949; en
castellano: La Acción Humana: Tratado de Economía, Unión Editorial, Madrid, 2007;
Hayek, Friedrich von, “Economics and knowledge” [1937], “The use of knowledge in
society” [1945], y “The meaning of competition” [1946], todos en Individualism and
economic order, The University of Chicago Press, Illinois, 1948; Rothbard, Murray,
Man, Economy, and State: A Treatise on Economic Principles; with Power and Mar-
ket: Government and the Economy. Scholar’s Edition [1962], 2ª edición, Ludwig von
Mises Institute, Auburn, Alabama, 2009; y Kirzner, Israel, Competition and Entre-
preneurship, University of Chicago Press, Chicago, 1973; en español: Competencia y
empresarialidad, Unión Editorial, Madrid, 1998.
El proceso de mercado y el sistema de precios 445

A continuación se expondrán brevemente las nociones que son ne-


cesarias para poder realizar el análisis de razonabilidad de los controles
de precios: la teoría de la acción humana, la teoría del mercado y la
teoría de los precios7. Como se verá, la teoría económica de la Escuela
Austríaca toma como punto de partida la noción de acción humana,
entendida como un comportamiento deliberado para pasar de un estado
menos satisfactorio a otro más satisfactorio8. De dicha noción se deducen
distintas proposiciones que conforman el núcleo de la praxeología9, que
es la ciencia que estudia la acción humana desde el punto de vista de
las implicancias formales de la acción10. Y, sobre la base de los teoremas
de la praxeología, la escuela austríaca pasa a analizar las implicancias
formales de la acción humana en el mercado11.

Para una historia de la Escuela Austríaca de Economía, cfr. Mises, Ludwig von,
“The Historical Settings of the Austrian School of Economics”, reimpresión por Lud-
wig von Mises Institute, Arlington House, 1984; Cachanosky, Juan C., “La Escuela
Austríaca de Economía”, Libertas, n° 1 (octubre de 1984), Instituto Universitario
ESEADE, Buenos Aires; Huerta de Soto, Jesús, La Escuela Austríaca. Mercado y
creatividad empresarial, Editorial Síntesis, Madrid, 2000.
7
Para la exposición, se seguirá aquí la síntesis realizada por el profesor argen-
tino Gabriel Zanotti, quien ha también fundamentado los aportes de esta escuela en
una metafísica y antropología tomista y los ha ordenado epistemológicamente, demos-
trando también que sus postulados no son contradictorios con la doctrina social de la
Iglesia. Para una explicación de la coherencia de la escuela austríaca con la doctrina
social de la Iglesia y la filosofía cristiana, cfr. Zanotti, Gabriel, Economía de mercado
y Doctrina Social de la Iglesia, Editorial de Belgrano, Buenos Aires, 1985; “Ludwig
von Mises y la filosofía cristiana”, Estudios Públicos, 21 (1986); “Hayek y la filosofía
cristiana”, Estudios Públicos, 50 (otoño 1993); y Antropología filosófica cristiana y
economía de mercado, Unión Editorial, Buenos Aires, 2011.
Para una metafísica y epistemología de la praxeología, cfr. Zanotti, Gabriel,
Fundamentos filosóficos y epistemológicos de la praxeología, Libertas, n° 13 (1990),
Instituto Universitario ESEADE, Buenos Aires; nueva edición publicada bajo el mismo
título por UNSTA, San Miguel de Tucumán, 2004.
Para una epistemología de la economía, cfr. Zanotti, Gabriel, El método de la
economía política, Ediciones Cooperativas, Buenos Aires, 2004.
Para un desarrollo del núcleo central de la economía de la Escuela Austríaca,
cfr. Zanotti, Gabriel, La economía de “La acción humana”. (Un ordenamiento epis-
temológico de los teoremas de la economía según Mises), Unión Editorial, Madrid,
2009.
8
La noción de acción humana de la Escuela Austríaca puede fundamentarse
desde la filosofía tomista: cfr. Zanotti, Gabriel, Fundamentos. . ., ob. cit., pássim.
9
La deducción es “axiomático-deductiva” en sentido amplio. Cfr. Zanotti, Ga-
briel, Fundamentos . . ., ob. cit., p. 19.
10
Zanotti, Gabriel, Fundamentos . . ., ob. cit., p. 86.
11
La deducción es “hipotético-deductiva”, pues incorpora hipótesis adicionales
de tipo antropológico, sociológico e institucional. Cfr. Zanotti, Gabriel, El método
de la economía política, ob. cit., y La economía de “La acción humana”, ob. cit.,
pássim.
446 Tratado de la regulación para el abastecimiento

§ 83. La acción humana12. — La acción humana es comporta-


miento deliberado e implica el intento libre e intencional de pasar de una
situación menos satisfactoria a otra más satisfactoria13.

a) Estructura interna. 1) Fines y valor, medios y utilidad, ganan-


cias y pérdidas. De la descripción de la acción humana se deduce que
esta persigue fines elegidos como tales por el sujeto actuante, debido
a que percibe en ellos un determinado valor. Para lograr dichos fines,
la acción humana dispone de medios o bienes que estima útiles para
ello14. La ganancia del sujeto actuante es, así, la diferencia positiva que
existe entre la situación obtenida por la acción y la situación anterior
–cuyo valor es el costo–; si dicha diferencia es negativa, se dice que existió
una pérdida15.
2) Escasez. Debido a la necesidad de disponer de medios para lo-
grar los fines, los medios para satisfacer las necesidades son siempre
escasos. Esta escasez no se identifica necesariamente con la escasez de
carácter empírico, que se refiere a que la cantidad de un bien es insufi-
ciente para satisfacer las necesidades que existen sobre él. Esta escasez,
en cambio, es de tipo “praxeológico”, es decir, está ínsita en la descripción
de la acción humana. En efecto, si los medios no fuesen escasos, “todas
nuestras necesidades estarían plenamente satisfechas. Y si así sucediera,
no tendríamos ya nada de que carecer, en cuyo caso no podríamos pasar
más de la potencia al acto, que la satisfacción de las carencias implica. Y
si así sucediera, no habría acción en el sentido descripto”16.
3) Valoración. Debido a lo expuesto, toda acción implica una valora-
ción, entendida como una elección entre una y otra alternativa de acción
con respecto tanto al fin buscado –i. e., qué necesidad atender– como a
los medios utilizados.
4) Proceso de economización de fines y medios. Debido a la multi-
plicidad y mutabilidad de los fines perseguibles y de medios disponibles
para lograrlos, el sujeto actuante, al realizar la valoración de aquellos,

12
Se sigue aquí la exposición de los teoremas de la praxeología realizada por
Zanotti, Gabriel, Fundamentos . . ., ob. cit., cap. II. Cfr. también Mises, Ludwig von,
La acción humana, ob. cit., caps. IV-VII; Rothbard, Man, Economy, and State . . .,
ob. cit., cap. 1.
13
Cfr. Mises, Ludwig von, La acción humana, ob. cit., cap. I; Rothbard, Murray,
Man, Economy, and State . . ., ob. cit., cap. 1; Zanotti, Gabriel, Fundamentos . . ., ob.
cit., p. 43.
14
Aquí se está utilizando la palabra “bien” en sentido praxeológico y no onto-
lógico, para referirse exclusivamente a los medios que el sujeto considera aptos para
lograr el fin.
15
Como puede verse, la ganancia en sentido praxeológico no se identifica nece-
sariamente con la ganancia monetaria.
16
Zanotti, Gabriel, Fundamentos . . ., ob. cit., p. 45.
El proceso de mercado y el sistema de precios 447

prioriza cuáles necesidades atender. Esto implica darse a sí mismo, en


el momento de actuar, una escala de valores, en la que jerarquiza de
manera ordinal (primero, segundo . . .) los fines perseguidos. La acción
humana, en consecuencia, atiende siempre sus finalidades en función de
dicha priorización que realiza el sujeto actuante, empezando por el fin al
que se atribuye mayor prioridad, y siguiendo de acuerdo al orden esta-
blecido por sus valoraciones –que es intrínsecamente mudable–. Luego,
sobre la base de dicha priorización, aquel elegirá los medios destinados
a alcanzar dichos fines y satisfacer así sus necesidades. Este proceso es
denominado “proceso de economización”, que no se identifica con una
economización meramente materialista o monetaria17.
5) Carácter subjetivo del valor. El proceso de economización de fines
y medios implica también que el acto de valoración es subjetivo, pues el
sujeto actuante únicamente actúa en pos de un fin al que él le atribuye
valor. Por eso es que los medios son útiles para el sujeto actuante úni-
camente en la medida en que sean idóneos para lograr los fines que éste
se ha propuesto en su escala de valores18.

b) El problema del conocimiento disperso. Un elemento gnoseo-


lógico central a la acción humana es el dato de que ésta se encuentra en
una inevitable y permanente situación de conocimiento disperso19. Pri-
mero, porque está sujeta al error, debido a la limitación del conocimiento
humano con respecto a qué fines perseguir y qué medios elegir para con-
seguirlos. Segundo, porque se mueve en un contexto de incertidumbre,
dado que las acciones libres de las demás personas son intrínsecamente
impredecibles por el ser humano. Tercero, porque se mueve en un con-
texto de ignorancia, pues su conocimiento es limitado y no sabe qué es lo
que no sabe. Y cuarto, porque sin embargo está abierta a la posibilidad
de descubrimiento de nuevos cursos de acción propios y ajenos, presen-
tes y futuros20. En consecuencia, la acción humana “asigna libremente
medios que deben descubrirse a fines libremente elegidos, cambiantes y
que también deben descubrirse”21.
La acción humana conlleva intrínsecamente, por lo tanto, una noción
de racionalidad “en sentido amplio”, es decir, abierta a la posibilidad
de ignorancia y error y que por tanto “expresa con verdad y certeza la

17
Cfr. Zanotti, Gabriel, Fundamentos . . ., ob. cit., pp. 48 y 49.
18
La subjetividad de la valoración en la acción humana (el “ser apetecido”) no
debe confundirse con la objetividad de la ética o la gnoseología (el “ser apetecible”
del ente), con las que no tiene contradicción. Cfr. Zanotti, Gabriel, Fundamentos . . .,
ob. cit., pp. 49 y 50.
19
Cfr. Hayek, Friedrich von, “Economics and knowledge” y “The use of knowledge
in society”, citados en nota 6, pássim.
20
Cfr. Zanotti, Gabriel, El método de la economía política, ob. cit., ps. 89 a 93.
21
Ídem, p. 92.
448 Tratado de la regulación para el abastecimiento

esencia de toda acción humana libre”22. Se aparta, así, de la noción de


conducta racional en sentido restringido (conocimiento pleno, maximi-
zación monetaria, eficiencia) que utilizan diversas escuelas económicas
actuales23.

c) El problema de la escasez. Además de la escasez praxeológica


antes señalada, el sujeto actuante se encuentra frente al drama de la
escasez empírica: los bienes para la satisfacción de sus necesidades no
sólo no son suficientes, sino que no están dados por la naturaleza “en
relación al ser humano”24. Esta escasez, así, es una “condición natural
de la humanidad”25 y, como se verá más adelante, para producir esos
bienes que no están dados surgen la asociación, la división del trabajo,
la propiedad, el mercado, los precios, el ahorro y la inversión26.

d) Los medios o “bienes”. 1. Clasificación de los bienes: Los


medios que utiliza el sujeto actuante para satisfacer sus finalidades son
denominados bienes de consumo, por ser su función o servicio satisfacer
dichas necesidades. Los bienes cuya función o servicio es producir un bien
de consumo, o producir otros bienes que producirán bienes de consumo,
son bienes o factores de producción.
Los factores de producción producidos por la acción humana son
denominados bienes de capital, mientras que los demás son denomina-
dos factores originarios de producción –el trabajo humano y los recursos
naturales–. La combinación de más de un factor de producción es ne-
cesaria para toda acción humana que tenga resultados fuera del sujeto
actuante. Los factores de producción que se combinan para producir un
determinado bien se denominan factores complementarios.
Los bienes de producción, según sus características, pueden ser
usados para la producción de más de una determinada clase de bien de
consumo o producción. Son bienes de producción completamente especí-
ficos los que, en cambio, sólo se pueden utilizar para producir una clase
de bien.

2. Valoración subjetiva de los bienes: El valor de los bienes es


otorgado subjetivamente, en función de su utilidad para satisfacer las

22
Ídem, p. 91.
23
Cfr. ídem, p. 90.
24
Zanotti, Gabriel, Antropología filosófica cristiana . . ., ob. cit., p. 50.
25
Ídem, p. 55.
26
Cfr. ídem, p. 57.
El proceso de mercado y el sistema de precios 449

necesidades del sujeto actuante27. En el caso de los bienes de produc-


ción, la valoración es dada en razón de su utilidad para producir otros
bienes. Sobre esto se volverá más adelante.

3. Utilidad marginal y productividad marginal: La utilidad otorgada


subjetivamente a cada unidad del bien de consumo está determinada por
la cantidad de unidades disponibles, en virtud de la ley de la utilidad
marginal: el valor que el sujeto actuante otorga a cada una de las uni-
dades de un bien formado por X unidades es mayor que el otorgado a
las unidades del mismo bien formado por X + 1 unidades y menor que el
otorgado a las unidades del mismo bien formado por X – 1 unidades28.
Cuando existen diversas unidades de un mismo bien, el sujeto ac-
tuante las asignará según su escala valorativa de los fines: la primera
unidad la destinará al fin primero en orden de prioridad, y así sucesi-
vamente. Cada unidad se valora en cuanto sirve para llegar a cada uno
de los fines. La última unidad es la “unidad marginal” y su utilidad, la
“utilidad marginal”. Si disminuye en una unidad la cantidad de unidades
disponibles, el sujeto actuante dejará de atender la necesidad que atendía
en última instancia, pues es la menos valorada en tanto satisfacía el fin
de menor orden y, por tanto, de menor valor. En consecuencia, como la
eliminación de cualquier unidad lleva al sujeto actuante a dejar de sa-
tisfacer la necesidad correspondiente a la unidad marginal, se concluye
que el valor de cada unidad es el valor de la unidad marginal, es decir,
la utilidad marginal. Por lo tanto, la utilidad de cada unidad desciende
si se incrementa el número de unidades, y se incrementa si desciende el
número de unidades.
La ley de la utilidad marginal de los bienes de consumo se aplica,
mutatis mutandi, a los bienes de producción, dando lugar a la ley de pro-
ductividad marginal: a medida que aumenta la cantidad de unidades de
un bien de producción, la “productividad marginal” de cada unidad tiende
a descender, pues las unidades adicionales serán destinadas a satisfacer
necesidades de producción menos prioritarias.

§ 84. El proceso de mercado. — Una vez analizada la dinámica


de la acción humana en sí misma, se la estudia en el mercado29. El eje de

27
La utilidad a la que aquí se refiere es a la utilidad o valor de uso en sentido
subjetivo, esto es, según la percepción y entendimiento del sujeto actuante al momento
de actuar. Se distingue, así, de la utilidad o valor de uso en sentido objetivo, que es
la relación que objetivamente existe entre el bien y sus efectos. Cfr. Mises, Ludwig
von, La acción humana, ob. cit., cap. VII.1.
28
Cfr. Zanotti, Gabriel, Fundamentos . . ., ob. cit., ps. 53 a 56.
29
Esto implica agregar al análisis consideraciones ajenas a la praxeología, que
funcionan como hipótesis auxiliares de tipo antropológico (perspicacia empresarial y
450 Tratado de la regulación para el abastecimiento

la Escuela Austríaca de Economía está en concebir al mercado no como


una situación estática de encuentro de oferentes y demandantes, sino
como un proceso dinámico que tiende a aquella sin alcanzarla30. Según
esta concepción, el mercado es “un proceso (es decir, una estructura di-
námica) de tipo espontáneo, es decir, no diseñado conscientemente por
nadie; muy complejo, pues está constituido por miles de millones de per-
sonas con una casi infinita variedad de objetivos, gustos, valoraciones y
conocimientos prácticos; de interacciones humanas (que básicamente son
relaciones de intercambio que en muchas ocasiones se plasman en precios
monetarios y siempre se efectúan según unas normas, hábitos o pautas
de conducta); movidas todas ellas por la fuerza de la función empresarial;
que constantemente crea, descubre y transmite información sobre fines y
medios, ajustando y coordinando de forma competitiva los planes contra-
dictorios de los individuos; y haciendo posible la vida en común de todos
ellos con un número y una complejidad y riqueza de matices y elementos
cada vez mayores”31. Conviene analizar a continuación el contenido de
dicha definición descriptiva.

a) La función empresarial. El mercado nace como un proceso


impulsado por la función empresarial, es decir, por la “capacidad típica-
mente humana para darse cuenta de las oportunidades de ganancia que
surgen en el entorno actuando en consecuencia para aprovecharse de
las mismas”32. Este concepto, así, no es sino una forma de designar a la
acción humana con una nota adicional: la perspicacia en la consecución
de sus fines; es decir, el “darse cuenta”, con cierto grado de éxito, de las
oportunidades de ganancia33. Desde esta perspectiva, todas las personas

maximización de beneficios monetarios), sociológico (cooperación social y división del


trabajo) e institucional (libertad de entrada y salida al mercado). Cfr. Zanotti, Gabriel,
La economía de “La acción humana”, ob. cit., ps. 95 a 121.
30
Cfr. Kirzner, Israel, “Equilbrium versus Market Process”, en Dolan, Edwin
(ed.), The Foundations of Austrian Economics, Liberty Fund, 1976, parte 3, ensayo
1. Cfr., sobre las diferencias que puedan existir entre los autores con respecto a las
características de ese proceso, Sarjanovic, Ivo, “El mercado como proceso: dos visiones
alternativas”, Libertas, n° 11 (octubre de 1989), Instituto Universitario ESEADE,
Buenos Aires.
31
Huerta de Soto, Jesús, Socialismo, cálculo económico y función empresarial
[1992], Unión Editorial, Madrid, 2010, ps. 84 y 85.
32
Huerta de Soto, Jesús, La teoría de la eficiencia dinámica, en “Procesos
de Mercado: Revista Europea de Economía Pública”, vol. I, n° 1, Primavera 2004,
p. 26.
33
Se introduce aquí una hipótesis auxiliar de tipo antropológico, no demostrable
desde la praxeología: la “perspicacia” (alertness) empresarial, señalada por Kirzner,
Israel, Competencia y empresarialidad, ob. cit.. Cfr. Zanotti, Gabriel, Fundamentos . . .,
ob. cit., ps. 88 a 93, y El método de la economía política, ob. cit., ps. 58 a 61; Huerta
de Soto, Jesús, Socialismo . . ., ob. cit., p. 51.
El proceso de mercado y el sistema de precios 451

son empresarios34. La función empresarial de las personas es la que, junto


con su naturaleza, les demuestra la utilidad de la asociación y la división
del trabajo para atender la escasez: las personas coexisten, interactúan y
se asocian entre sí, a la vez que advierten que el trabajo realizado según
las aptitudes de cada una es más productivo que el efectuado solo por
una, lo que lleva a la asociación y a requerir un “conocimiento cada vez
más profundo, especializado y detallado”35, dividiendo el conocimiento y
el trabajo.

b) Surgimiento de los intercambios. En la sociedad organizada


con la división del conocimiento y el trabajo, la función empresarial da
lugar también al intercambio interpersonal. El intercambio está presen-
te en toda acción humana, pues ésta implica valorar más el beneficio
proporcionado por la acción que sus costos: intercambia costos por be-
neficios. En sociedad, el intercambio interpersonal surge a medida que
cada persona se especializa en un determinado conocimiento y actividad
y, por ello, produce más bienes de determinada clase. Ello lleva a que
cada unidad del bien le represente una utilidad marginal menor, por lo
que se mueva a valorar en mayor medida el bien que la otra persona ha
producido. Esta diferente valoración (se valora más una unidad del bien
de otra persona que una unidad del bien propio) lleva al intercambio,
en el que ambas partes se benefician pues reciben algo que valoran más
que lo que entregan36.
El descripto es el fenómeno del intercambio directo. Este presenta,
sin embargo, un gran problema en la coordinación de expectativas: para
que haya un intercambio, una persona que produce y ofrece el bien A
y quiere el bien B tiene que encontrar a una persona que produzca y
ofrezca B y quiera A. Esta situación es cada vez más difícil de producirse
a medida que se incrementa la división del trabajo. En consecuencia, la
vida en sociedad, movida por la función empresarial, da lugar espontá-
neamente al intercambio indirecto. En éste, las personas dan valor a un
medio de intercambio común, es decir, a un bien que adquieren no para

34
Cfr. Huerta de Soto, Jesús, Socialismo. . ., ob. cit., p. 51. Explica Benegas
Lynch (h.), Alberto, Fundamentos de análisis económico, 10ª edición, Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1990, ps. 118 y 119, que son tres los roles de los que participan todas
las personas en el mercado: i) consumidor; ii) dueño de factores de producción (al
menos, de su trabajo), y iii) empresario.
35
Huerta de Soto, Jesús, Socialismo. . ., ob. cit., p. 81. Se introduce aquí una
hipótesis auxiliar de tipo sociológico, no demostrable desde la praxeología: la asocia-
ción y la división del trabajo. Cfr. Mises, Ludwig von, La acción humana, ob. cit.,
cap. VIII; Zanotti, Gabriel, El método de la economía política, ob. cit., ps. 64 y 65 y
La economía de “La acción humana”, ob. cit., ps. 102 y 103.
36
Cfr. Mises, Ludwig von, La acción humana, ob. cit., cap. X; Rothbard, Murray,
Man, Economy, and State . . ., ob. cit., cap. 2.2; Zanotti, Gabriel, La economía de “La
acción humana”, ob. cit., ps. 37 y 38.
452 Tratado de la regulación para el abastecimiento

consumir, sino para adquirir otros bienes37. Esta mercancía destinada a


adquirir otras mercancías es el dinero o moneda38. Surgido el intercam-
bio indirecto, la función empresarial tiende también a la búsqueda de
beneficios monetarios39: con cierto grado de regularidad, a igual calidad
del bien, los compradores preferirán precios más bajos, y los vendedores
preferirán precios más altos40.

c) El desajuste de expectativas y el rol coordinador de la


función empresarial. Los intercambios se encuentran, sin embargo,
con un obstáculo inherente a ellos: el conocimiento disperso respecto a
los fines y medios que el propio individuo, y los demás, valorarán en el
presente y en el futuro. Si a ello se suma la subjetividad y mutabilidad
de dichos planes individuales, el resultado es el desconocimiento entre
las expectativas de oferentes y demandantes. Ese desconocimiento im-
plica el desaprovechamiento de una “oportunidad inexplorada de inter-
cambio mutuamente beneficioso”41; en otras palabras, es un desajuste,
descoordinación o desequilibrio de expectativas, que se manifiesta en
discrepancias de precios (price differentials)42. Así, v. gr., si el sujeto A
pretende obtener $ 1 a cambio de dar un determinado bien, mientras que
el sujeto B pretende pagar hasta $ 5 por dicho bien, pero ambos desco-
nocen las intenciones del otro, la discrepancia será de $ 4, manifestando
un desconocimiento mutuo de las expectativas de cada uno y, por tanto,
un supuesto de ineficiencia.
Sin embargo, frente a estas discrepancias la función empresarial
cumple un fundamental rol: mediante su perspicacia detecta esta discre-
pancia y la concibe como una oportunidad de ganancia. Ello la lleva a
adoptar creativamente nuevos fines y medios tendientes a aprovecharla

37
La moneda permite también i) el ahorro (abstención del consumo) para la
futura inversión; ii) la adición del saldo en efectivo para un ulterior consumo; iii) el
uso no-monetario, en caso de tenerlo; y iv) el cálculo económico. Cfr. Mises, Ludwig
von, The Theory of Money and Credit [1912], Liberty Fund, Indianapolis, 1981, cap. 1;
Zanotti, Gabriel, La economía de “La acción humana”, ob. cit., ps. 45 y 46.
38
Cfr. Zanotti, Gabriel, La economía de “La acción humana”, ob. cit., ps. 44 y 45.
39
Se introduce aquí una hipótesis auxiliar de tipo antropológico, no demostrable
desde la praxeología y “esencialmente contingente a la conducta humana”: una versión
reducida del principio de maximización. Cfr. Zanotti, Gabriel, Fundamentos . . ., ob.
cit., ps. 87 a 89; El método de la economía política, ob. cit., ps. 61 a 63, y La economía
de “La acción humana”, ob. cit., ps. 107 a 121.
40
No es excepción a esta consideración el fenómeno de los bienes Giffen. Cfr.
Benegas Lynch (h.), Alberto, Fundamentos de análisis económico, ob. cit., ps. 202
y 203.
41
Kirzner, Israel, Competencia y empresarialidad, ob. cit., p. 229.
42
Cfr. Vihanto, Martti, “The Austrian theory of price: An example”, Finnish
Economic Papers, vol. 2, n° 1 (Primavera 1989), p. 85.
El proceso de mercado y el sistema de precios 453

y obtener un “beneficio empresarial puro”43, esto es, beneficio sin dis-


poner de medio previo alguno, sino obtenido desde la creatividad para
encontrar formas de coordinación de expectativas44. Las oportunidades
de ganancia funcionan así como incentivos para la coordinación45. En el
ejemplo dado, el sujeto C compraría el bien a A por $ 1 y lo vendería a
B por $ 5, obteniendo un beneficio de $ 4.
En consecuencia, la creatividad de la función empresarial se mani-
fiesta en la generación de un beneficio propio y en la generación de nueva
información sobre las preferencias subjetivas de los consumidores46. Esta
información es transmitida, a través del precio, a las partes del inter-
cambio y a los demás actores del mercado, lo que lleva a su vez a que
las partes ajusten y coordinen sus expectativas y sus conductas47. En
el ejemplo dado, el sujeto C continuaría aprovechando la oportunidad,
mientras que los sujetos A y B valorarían, respectivamente, en mayor y
en menor medida las unidades del bien en cuestión, y nuevos empresarios
buscarían obtener las ganancias de C. Esa actitud coordinada tendería a
reducir el margen de ganancia del sujeto C y, así, reducir la discrepancia
del precio incrementando la coordinación.
Así, tanto en su faz creativa como en su faz coordinadora, la función
empresarial permite la creación, descubrimiento y transmisión de infor-
mación sobre los fines y los medios perseguidos por el sujeto actuante y
por las personas con las que interactúa48. Más aún, la función empresa-
rial, “a la vez que coordina, crea nueva información que a su vez modifica
la percepción general de fines y medios de los actores implicados, lo cual
da lugar a la aparición de nuevos desajustes, que a su vez tienden a ser
descubiertos y coordinados empresarialmente”49.

d) Carácter competitivo de la función empresarial. La fun-


ción empresarial actúa siempre de manera competitiva: detectada una
oportunidad de ganancia, los empresarios actuarán con rivalidad para
aprovecharla antes que los demás, buscando satisfacer de la mejor ma-
nera posible los intereses de los consumidores. Una vez aprovechada

43
Cfr. Kirzner, Israel, “El descubrimiento empresarial y el proceso competitivo
del mercado: el punto de vista austríaco”, Journal of Economic Literature, vol. XXXV,
marzo de 1997, ps. 60 a 85; publicado en español como anexo a Competencia y empre-
sarialidad, Unión Editorial, Madrid, 1998, p. 282.
44
Cfr. Huerta de Soto, Jesús, Socialismo . . ., ob. cit., ps. 60 y 61.
45
Cfr. Kirzner, Israel, Competencia y empresarialidad, ob. cit., ps. 235 a 237.
46
Cfr. Huerta de Soto, Israel, Socialismo . . ., ob. cit., ps. 60 a 65.
47
Cfr. ídem, ps. 65 a 67.
48
Cfr. ídem, ps. 52 a 66.
49
Huerta de Soto, Jesús, “La teoría de la eficiencia dinámica”, ob. cit., p. 29.
454 Tratado de la regulación para el abastecimiento

totalmente, la oportunidad desaparece50. Empresarialidad y competencia,


por tanto, son dos caras de la misma moneda51.

e) El proceso de mercado como un orden espontáneo. El proceso


de mercado recién explicado, que impulsa la función empresarial y que
tiende a coordinar el conocimiento disperso de las personas, es un orden
espontáneo52. Se trata de una sucesión de innumerables intercambios
libres en búsqueda de “mejorar la situación personal, que no es igual a
egoísmo”53, que carece de plan central por persona humana alguna, que
se realiza a prueba y error y con conocimiento disperso, y que está en
permanente cambio. Sin embargo, pese a todo ello, siempre que se den
ciertas circunstancias institucionales (v. gr., protección de la propiedad
privada y la libertad económica), logra espontáneamente un resultado no
planeado globalmente por ninguna persona humana: tiende a coordinar
los planes contradictorios de las personas54, concentrar el conocimiento
disperso, coordinar las expectativas y por ende economizar recursos
escasos55.

f) Proceso de mercado y eficiencia. Finalmente, concebir el mer-


cado como proceso da lugar también a una concepción dinámica de la
eficiencia. Esta no es únicamente un problema técnico de maximización
de recursos dados (eficiencia “estática” o “contable”), sino más que nada
la “capacidad de un sistema económico para impulsar la creatividad y
la coordinación empresarial”56 en el descubrimiento de nuevos fines y
medios (eficiencia “dinámica” o “mercado-jurídica”), que engloba a la
eficiencia estática.
Desde aquel enfoque, la clave para la eficiencia es el conocimiento
de los medios y los fines propios y ajenos y de las condiciones del mer-

50
Cfr. Huerta de Soto, Jesús, Socialismo. . ., ob. cit., p. 78.
51
Cfr. Kirzner, Israel, Competencia y empresarialidad, ob. cit., p. 31.
52
La teoría del orden espontáneo puede fundamentarse desde la metafísica
tomista. Cfr. Zanotti, Gabriel, “Hayek y la filosofía cristiana”, ob. cit., pássim; “La
ciencia como orden espontáneo”, Libertas, 30 (mayo 1999), Instituto Universitario
ESEADE, Buenos Aires, cap. 3; El método de la economía política, ob. cit. pássim; y
Antropología filosófica cristiana . . ., ob. cit., cap. 3.
53
Zanotti, Gabriel, Antropología filosófica cristiana . . ., ob. cit., p. 71.
54
Cfr. Hayek, Friedrich von, “The pretense of knowledge”, A free market mon-
etary system and The pretense of knowledge, Ludwig von Mises Institute, Auburn,
Alabama, 2008, cap. II; Huerta de Soto, Jesús, Socialismo . . ., ob. cit., ps. 69 a 71.
55
Cfr. Zanotti, Gabriel, Antropología filosófica cristiana . . ., ob. cit., p. 57.
56
Huerta de Soto, Jesús, “La teoría de la eficiencia dinámica”, ob. cit., p. 66.
Cfr. Zanotti, Gabriel, La economía de “La acción humana”, ob. cit., p. 71, nota 3.
El proceso de mercado y el sistema de precios 455

cado57, y por eso la función empresarial coordinadora, en cuanto crea y


transmite información, es la causa impulsora de la eficiencia en el mer-
cado. Más aún, desde una perspectiva económico-política, la concepción
estática de la eficiencia no es útil, pues los fines, los medios, los costos y
los beneficios son subjetivos, cambian constantemente, y su conocimiento
está disperso en cada uno de los individuos del mercado: los recursos no
están dados58.

§ 85. Los precios. — La noción de “precio” surge intrínsecamen-


te ligada al intercambio: es la “razón o tipo de intercambio” (rate of
exchange)59. Es lo que se da a cambio de lo que se recibe. Desde esta
perspectiva, hay precio tanto en los intercambios intrapersonales como en
los intercambios interpersonales, tanto directos como indirectos60. En los
intercambios indirectos, los precios se expresan en unidades monetarias;
son precios monetarios.

a) Formación de los precios. Es la desigualdad en las valoracio-


nes subjetivas, determinada por la ley de la utilidad marginal y por las
disponibilidades existentes de los bienes, lo que motiva el intercambio:
cada parte valora subjetivamente más el beneficio de lo que recibe que el
costo de lo que entrega a cambio. El precio implica, así, una valoración en
común (communis aestimatio, en la terminología escolástica61) de ambas
partes: el precio de venta mínimo esperado por el oferente debe ser menor
o igual al precio de compra máximo esperado por el demandante62. Los
precios reflejan así de forma objetiva y cardinal las preferencias subjeti-

57
Cfr. Cordato, Roy, “The Austrian Theory of Efficiency and the Role of Govern-
ment”, Journal of Libertarian Studies, vol. IV, n° 4 (Otoño 1980), p. 397.
58
Cfr. Rothbard, Murray, “Toward a Reconstruction of Utility and Welfare
Economics”, On Freedom and Free Enterprise: The Economics of Free Enterprise, May
Sennholz (ed.), Van Nostrand, Princeton, 1956, pássim; reimpresión en Rothbard,
Murray, The Logic of Action One: Method, Money, and the Austrian School , Edward
Elgar, London, 1997, pássim; Rothbard, Murray, “The Myth of Efficiency”, The Logic
of Action One: Method, Money, and the Austrian School, Edward Elgar, Cheltenham,
1997, ps. 266 a 273; Cordato, Roy, “The Austrian Theory of Efficiency . . .”, ob. cit., pás-
sim; Huerta de Soto, Jesús, “La teoría de la eficiencia dinámica”, ob. cit., pássim.
59
Mises, Ludwig von, La acción humana, ob. cit., p. 395.
60
Esta concepción amplia de “precio” es reflejada en la segunda acepción de esa
palabra en el Diccionario de la Real Academia: “Esfuerzo, pérdida o sufrimiento que
sirve de medio para conseguir algo, o que se presta y padece con ocasión de ello”.
61
Cfr. Zanotti, Gabriel, Economía de mercado y Doctrina Social de la Iglesia,
Editorial de Belgrano, Buenos Aires, 1985, p. 59; Rothbard, Murray, “New Light on
the Prehistory of the Austrian School”, en Dolan, Edwin (ed.), The Foundations of
Modern Austrian Economics, Sheed and Ward, Kansas, 1976, ps. 52 a 74.
62
Cfr. Zanotti, Gabriel, La economía de “La acción humana”, ob. cit., ps. 38
y 39.
456 Tratado de la regulación para el abastecimiento

vas y ordinales de los sujetos actuantes que actúan en el intercambio63:


es un “encuentro de expectativas” que sintetiza el conocimiento disperso
de aquellos64.
Al reflejarse en precios monetarios, son las escalas de valores de las
personas involucradas en el intercambio las que determinan hasta cuánto
están dispuestas a dar a cambio de una unidad del bien ofrecido, y vice-
versa. El entrecruzamiento de dichas preferencias establece el margen
en que se realizará, o no, el intercambio. Dicho margen es el rango de
precios probables entre el precio de venta mínimo esperado por el oferente
y el precio máximo esperado por el demandante. Si el primero es menor
o igual al segundo, habrá intercambio efectivo, al precio que se acuerde
según la información de las partes y sus habilidades de negociación.
El ingreso de más oferentes y/o demandantes al proceso de negocia-
ción da lugar a la competencia entre unos y otros, acotando el margen
en torno a las valoraciones en común que existan entre los oferentes y
demandantes efectivos que menos estén dispuestos a pagar a cambio. Así,
respecto de todo precio pueden distinguirse entre oferentes y demandan-
tes marginales, supra-marginales y sub-marginales. Suponiendo que el
precio de Y es X: i) los demandantes marginales son aquellos cuyo precio
de compra máximo es menor o igual que X, mientras que los oferentes
marginales son aquellos cuyo precio de venta mínimo es mayor o igual
que X; ii) los demandantes supra-marginales son aquellos cuyo precio
de compra máximo es mayor que X, mientras que los oferentes supra-
marginales son aquellos cuyo precio de venta mínimo es menor que X; y
iii) los demandantes sub-marginales son aquellos cuyo precio de compra
máximo es menor que X, mientras que los oferentes sub-marginales son
aquellos cuyo precio de venta mínimo es mayor que X 65.

b) Dinámica del precio, la oferta y la demanda. El precio, la


demanda y la oferta se influyen mutuamente entre sí, dando lugar a las
relaciones que se explican a continuación.

1. Relación “precio/oferta” y “precio/demanda”: Si el precio aumen-


ta, la oferta tiende a aumentar y la demanda tiende a disminuir; y si
el precio disminuye, la oferta tiende a disminuir y la demanda tiende a
aumentar66. La razón está en principio de “maximización monetaria” que
integra la función empresarial: “el comprador tiende a preferir el precio

63
Cfr. Cachanosky, Roberto, “Por qué Moreno genera ineficiencia”, La Nación,
diario del 18/1/2012.
64
Cfr. Zanotti, Gabriel, La economía de “La acción humana”, ob. cit., ps. 38
y 39.
65
Cfr. ídem, p. 40.
66
Cfr. Zanotti, Gabriel, La economía de “La acción humana”, ob. cit., p. 40.
El proceso de mercado y el sistema de precios 457

más bajo frente a igual calidad del bien y el vendedor el precio más
alto”67. En consecuencia, ante una baja del precio, los demandantes sub-
marginales ingresarán al mercado, mientras que los oferentes marginales
saldrán de él, bajando por tanto el precio del intercambio.
Mutatis mutandi, ante una suba del precio, los oferentes sub-margi-
nales ingresarán al mercado, mientras que los demandantes marginales
saldrán de él, subiendo por tanto el precio del intercambio.

2. Relación “oferta/precio” y “demanda/precio”: Si la oferta aumenta


y/o si la demanda disminuye, el precio tiende a bajar. La razón está en la
ley de la utilidad marginal. Por un lado, el aumento de la oferta señala
que el bien tiene una menor utilidad marginal para el oferente, por lo
que su precio de oferta será menor, lo que incentivará a los demandantes
sub-marginales a ingresar. Por otro lado, la disminución de la demanda
indica que el bien tiene una menor utilidad marginal para el deman-
dante, por lo que éste estará dispuesto a ofrecer menos dinero a cambio,
excluyendo a los oferentes marginales del mercado. En ambos casos, el
ingreso de los demandantes sub-marginales y la salida de los oferentes
marginales permitirán que el precio finalmente acordado sea menor.
Mutatis mutandi, si la oferta disminuye y/o la demanda aumenta, el
precio tiende a subir. Ello así, pues en ambos casos la menor cantidad
de unidades del bien implica una mayor utilidad marginal por unidad
del bien para el oferente y para el demandante, lo que lleva al ingreso
de oferentes sub-marginales y a la salida de demandantes marginales,
permitiendo que el precio finalmente acordado sea mayor68.

c) Funciones de los precios en el proceso de mercado. Dado que


el precio es un “encuentro de expectativas entre oferente y demandante”69,
el sistema de precios sintetiza el conocimiento disperso de las partes y
cumple importantísimos roles en el proceso de mercado: i) permite el
cálculo económico; ii) permite que los ciudadanos actúen como si “po-
seyeran mucho más conocimiento del que realmente tienen”70 sobre las
valoraciones y disponibilidades del bien, y iii) permite a los empresarios
detectar oportunidades de ganancia, competir para aprovecharlas y así
coordinar las expectativas de los actores del mercado.

67
Ídem, p. 36.
68
Cfr. Zanotti, Gabriel, La economía de “La acción humana”, ob. cit., ps. 40
y 41.
69
Ídem, ps. 38 y 39.
70
Thomsen, Esteban, “Precios e información”, Libertas, n° 11 (octubre de 1989),
Instituto Universitario ESEADE, Buenos Aires.
458 Tratado de la regulación para el abastecimiento

1. Presupuestos necesarios para el cálculo económico: En la pro-


ducción de bienes es necesario administrar y ordenar el uso de los facto-
res de producción, pues estos no son perfectamente sustituibles ni cada
uno de ellos es absolutamente específico71. Realizar esto implica estimar
cuáles beneficios y cuáles costos tendrá cada intercambio (i. e., mediante
el cálculo económico), esto es, “cuáles son o serán las valoraciones de la
demanda” y “cuáles son los precios de los factores de producción”72. De
lo contrario, no se podrá prever si la administración reportará una ga-
nancia o una pérdida.
Sin embargo, las valoraciones del sujeto actuante son insuficien-
tes para ese objetivo, pues son subjetivas, ordinales y heterogéneas. La
moneda, en cambio, es el “común denominador aplicable a todas las
magnitudes”73 que permite el surgimiento de precios monetarios, y es-
tos son los que otorgan al empresario un criterio objetivo, cardinal y
homogéneo para decidir “en qué cometidos conviene emplear mejor los
medios existentes para que no quede insatisfecha ninguna necesidad
más urgentemente sentida por haber sido aquéllos invertidos –es decir,
malgastados– en atender otra de menor interés”74.
Por eso los precios monetarios son necesarios para combinar los
factores de producción del modo “menos costoso posible para acercarlos
a los bienes y servicios demandados por los consumidores, para obtener
ganancia monetaria”75.

2. Sustituto de información: Los precios permiten a las personas


actuar como si estuvieran informadas sobre las valoraciones y disponi-
bilidades del bien al que el precio se refiere. Dado que los precios son
determinados por las valoraciones subjetivas de una cantidad indeter-
minada de demandantes y oferentes, funcionan como sintetizadores de
conocimiento disperso: “Fundamentalmente, en un sistema en el que el

71
Cfr. Mises, Ludwig von, La acción humana, ob. cit., p. 251.
72
Zanotti, Gabriel, La economía de “La acción humana”, ob. cit., p. 42.
73
Mises, Ludwig von, La acción humana, ob. cit., p. 260.
74
Mises, Ludwig von, La acción humana, ob. cit., p. 252. De este razonamiento
se deduce que el cálculo económico es imposible en el socialismo y que, por tanto, el
socialismo como sistema económico es imposible. Cfr. Mises, Ludwig von, “Economic
Calculation In The Socialist Commonwealth” [1920], en Hayek, Friedrich (ed.), Col-
lectivist Economic Planning, George Routledge & Sons, London, 1935, reimpresión
Augustus M. Kelley, Clifton, 1975, ps. 87 a 130; Mises, Ludwig von, La acción humana,
ob. cit., cap. XXVI; Zanotti, Gabriel, La economía de “La acción humana”, ob. cit.,
ps. 88 a 90. Cabe destacar que esta función esencial de los precios no es planteada
por Cabanellas de las Cuevas, Guillermo, Regulación jurídica del comercio interior:
abastecimiento y control de precios, 2ª ed., Heliasta, Buenos Aires, 1999, ps. 57 a 67,
quien implícitamente asume como posible la planificación central socialista sobre la
base de las explicaciones de Oskar Lange.
75
Zanotti, Gabriel, La economía de “La acción humana”, ob. cit., p. 42.
El proceso de mercado y el sistema de precios 459

conocimiento de los hechos relevantes está disperso entre muchas perso-


nas, los precios pueden actuar para coordinar las acciones separadas de
distintas personas de la misma manera como las valoraciones subjetivas
ayudan a los individuos a coordinar las partes de sus planes”76. Por lo
tanto, el sistema de precios es un mecanismo de transmisión de infor-
mación.
Un ejemplo puede ilustrar mejor esta función. Si disminuyen las can-
tidades de un factor de producción (v. gr., petróleo), tenderá a disminuir
la producción y por ende la oferta del bien que produzca (v. gr., combus-
tible líquido). Al disminuir la oferta del combustible líquido, tenderá a
aumentar su precio, lo que i) llevará a los consumidores a economizar
el bien, pues les indicará que debe consumirse en menor cantidad y ser
destinado a satisfacer necesidades más urgentes, e ii) incentivará a los
empresarios a aumentar su producción. Los consumidores economiza-
rán un bien que conviene economizar, y los empresarios aumentarán la
producción de un bien cuya producción los consumidores quieren que se
incremente, sin que la mayor parte de ellos “sepa nada sobre la causa
original de estos cambios”77.

3. Incentivo para la función empresarial coordinadora: Finalmente,


debido a su función informativa, los precios permiten que el proceso de
mercado espontáneamente acerque y coordine las expectativas de oferta
y demanda78. Esta proposición bien puede considerarse como el “teorema
fundamental del proceso de mercado y de la economía política”79. En
efecto, en virtud del conocimiento disperso, el mercado se presenta en
desequilibrio o desajuste. En este sentido, las discrepancias de precios
“traducen las situaciones de ignorancia en el mercado en oportunidades
de ganancia, y así proveen el estímulo para su eliminación”80.
De este modo, los precios permiten a la función empresarial, guiada
por la búsqueda de beneficios, “darse cuenta de la situación de desajus-
te o descoordinación [de que se trate] para que surja, de inmediato, la
oportunidad de un beneficio empresarial puro”81. Al advertir, gracias a
los precios, la oportunidad de ganancia, el empresario actúa y obtiene
beneficios empresariales, a la vez que crea y transmite información82,
aumentando la coordinación de las expectativas de oferta y demanda83.

76
Hayek, Friedrich von, “The use of knowledge in society”, ob. cit., p. 85. La
traducción es propia.
77
Ídem, p. 86.
78
Cfr. Zanotti, Gabriel, La economía de “La acción humana”, ob. cit., p. 41.
79
Ídem, p. 41, nota 8.
80
Thomsen, Esteban, “Precios e información”, ob. cit., pássim.
81
Huerta de Soto, Jesús, Socialismo . . ., ob. cit., p. 61.
82
Cfr. ídem, ps. 63 a 67.
83
Cfr. Kirzner, Israel, Competencia y empresarialidad, ob. cit., cap. I.
460 Tratado de la regulación para el abastecimiento

§ 86. La intervención estatal en el proceso de mercado. — El


análisis precedente del proceso de mercado y los precios asumió dos hi-
pótesis institucionales: la libertad de entrada y salida y la ausencia de
restricciones sobre la propiedad privada. Ahora bien, ¿cómo funcionan
esos procesos ante la intervención estatal en los intercambios?
Como se dijo antes, la propiedad privada, la libre entrada al mercado
y la moneda son los elementos que permiten la formación de los precios,
que actúan como síntesis del conocimiento disperso, permiten el cálculo
económico y guían la función empresarial para la coordinación de las
expectativas de oferta y demanda. Por eso, toda medida gubernamental
de intervención sobre esos presupuestos (propiedad privada y libertad
económica, libre entrada al mercado, moneda y precios), contribuirá a
dispersar aún más el conocimiento disperso, disminuyendo la coordinación
entre oferta y demanda y, por lo tanto, generando des-economización de
recursos (en términos de eficiencia dinámica).
Este es el teorema general del mercado intervenido, sin perjuicio de
las particularidades de cada medida de intervención. En otras palabras,
al afectar los presupuestos para la tendencia a la coordinación del proceso
de mercado, la intervención impide o disminuye dicha coordinación84. Se
produce así ineficiencia dinámica, pues se aleja al mercado, que ya está
des-coordinado, de la mayor coordinación que lograría guiado por la fun-
ción empresarial85, aunque otras razones políticas de mayor importancia
que la eficiencia puedan justificarlo86.
Finalmente, debe señalarse que para que exista libertad de entrada
y salida y ausencia de restricciones sobre la propiedad privada, como pre-
supuestos del sistema de precios y el proceso de mercado, aquellas deben
ser respetadas. Y en un Estado de Derecho eso sólo puede asegurarse en
la medida en que exista una justicia independiente que así lo garantice
ante violaciones por parte de los particulares o las propias autoridades es-
tatales. En efecto, dicha libertad y la propiedad se instrumentan a través
del establecimiento de reglas (constitucionales, legales y reglamentarias)
que deben ser aplicadas por organizaciones distintas de quienes están
sujetos a ellas y, en su caso, resuelvan los conflictos que se produzcan
con motivo de su aplicación (justicia independiente).

§ 87. Aclaración sobre el análisis que se realizará en los


siguientes capítulos. — Es necesaria una última aclaración. Las
“predicciones” que se realizan en los capítulos siguientes tienen carácter

84
Cfr. Zanotti, Gabriel, La economía de “La acción humana”, ob. cit., p. 71.
85
Cfr. Cordato, Roy, “The Austrian Theory of Efficiency. . .”, ob. cit., p. 400.
86
Cfr. Kirzner, Israel, Market Theory and the Price System, Van Nostrand Co.,
Princeton, 1963, p. 309; Zanotti, Gabriel, La economía de “La acción humana”, ob.
cit., p. 71, nota 3.
El proceso de mercado y el sistema de precios 461

global y general, y simplemente describen un patrón de conductas que


serían incentivadas por la regulación que en concreto se analice. Son, en
palabras de Hayek, pattern predictions, que no buscan predecir cuantita-
tivamente el efecto que tendrá una medida en una determinada situación
histórica o realizar predicciones singulares y específicas87. El grado o
magnitud en que tales predicciones generales se verifiquen en un caso
concreto dependerá de sus circunstancias y, en particular, de los distintos
factores –muchas veces desconocidos, impredecibles o no susceptibles de
medición– que influyan en las conductas de las personas. Por ejemplo,
al decir que los controles de precios máximos generan desabastecimiento,
no se está diciendo cuánto desabastecimiento se generará y, más aún,
si ese desabastecimiento será advertido como tal por los operadores del
mercado, o si en cambio será ocultado por otras acciones privadas o
estatales que lo neutralicen. Lo único que se predice es que habrá un
abastecimiento relativamente menor que el que habría existido de no
haber mediado dichas restricciones.

§ 88. Conclusiones de este capítulo. — 1) El mercado es un pro-


ceso social que se da espontáneamente como fruto de las interacciones
humanas de intercambio, guiadas por su intrínseca empresarialidad en
la búsqueda de beneficios monetarios y no monetarios.
2) En condiciones institucionales de libertad económica y respeto de
la propiedad privada, ese proceso social tiende a crear, descubrir y trans-
mitir información sobre los fines queridos por las personas y los medios
utilizados, “ajustando y coordinando de forma competitiva los planes
contradictorios de los individuos; y haciendo posible la vida en común
de todos ellos con un número y una complejidad y riqueza de matices y
elementos cada vez mayores”88.
3) Los precios son una relación intersubjetiva implicada por los
intercambios. En condiciones institucionales de libertad económica y
respeto de la propiedad privada, reflejan las expectativas comunes en-
tre las partes del intercambio y, así, sintetizan el conocimiento disperso
reinante en la sociedad.
4) En tales condiciones, los precios cumplen importantísimos roles
en el proceso de mercado: i) permiten el cálculo económico; ii) permiten
que los ciudadanos actúen como si “poseyeran mucho más conocimiento

87
Cfr. Zanotti, Gabriel, El método de la economía política, ob. cit., pássim. Se ha
intentado resumir en un párrafo los lineamientos generales de la Escuela Austríaca
sobre una cuestión compleja y debatida en la economía, desarrollados especialmente
por Hayek en “Degrees of explanation” [1955] y “The theory of complex phenomena”
[1964], ambos publicados en Hayek, Friedrich von, Studies in philosophy, politics
and economics, 1967; en castellano: Estudios de filosofía, política y economía, Unión
Editorial, Madrid, 2013.
88
Huerta de Soto, Jesús, Socialismo . . ., ob. cit., ps. 84 y 85.
462 Tratado de la regulación para el abastecimiento

del que realmente tienen”89 sobre las valoraciones y disponibilidades del


bien, y iii) permiten a los empresarios detectar oportunidades de ganan-
cia, competir para aprovecharlas y así coordinar las expectativas de los
actores del mercado.
5) Toda medida gubernamental de intervención que incida sobre
los presupuestos de la tendencia coordinadora del proceso de mercado
(i. e., propiedad privada y libertad económica, libre entrada al mercado,
moneda y precios), contribuirá a dispersar aún más el conocimiento
disperso, disminuyendo la coordinación entre oferta y demanda y, por lo
tanto, generando des-economización de recursos (en términos de eficiencia
dinámica).

89
Thomsen, Esteban, “Precios e información”, ob. cit., pássim.

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