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Ingobernables
de
Rafa Segura
Carla Chillida
Pepe Ruiz
Entra a escena una Free Tour guiando a varios turistas. Yarima interpreta a la
free tour.
Entra música.
A partir de este punto los textos de Yarima y del reparto se superponen. El reparto
habla a través de un micrófono.
Acaba la música.
Carla.— Todos odiamos a los turistas, todos odiamos sus pieles que-
madas al borde del cáncer, sus cercos de sudor después de haber
recorrido los principales monumentos de Sevilla a cuarenta grados.
Sus mesas llenas de paelleras individuales, sus calcetines con san-
dalias en el paseo marítimo. Todos nos hemos reído al ver cómo les
venden espectáculos de flamenco que no llegan a tristes sevillanas,
como les hacen creer que una paletilla es jamón de bellota, como
les cobran una salvajada por comer en un bar lleno de chorretones.
Reírnos de ellos es la única forma que encontramos de soportar su
presencia, de soportar el hecho de verlos deambular por las calles
con aspecto aturdido y ropa hortera.
M anu.— Nuestra risa es la del currante que consigue una baja fin-
giendo un hombro dislocado, la del funcionario que hace que la
pausa del café dure una hora, la de la madre que lleva a sus hijos
a merendar a Carrefour sin pasar por caja. Es decir, nuestra risa
es la del sujeto subalterno que obtiene una pequeña venganza, que
subvierte durante unos instantes la relación de dominación en la
que está inmerso.
M arga.— Todo turista es un colono. La relación con el turista es siem-
pre una relación jerárquica que sitúa al sujeto visitado en una po-
sición subalterna. La obligación del sujeto visitado es servir mesas,
limpiar habitaciones de hoteles y responder a las expectativas de
los turistas que esperan que los nativos cumplan con los estereoti-
pos que les han vendido sobre ellos.
R afa.— Su visita convierte la naturaleza en un lugar donde hacer trek-
king, la playa en un escenario de Instagram, la cultura en souvenirs
cutres, la comida en tapas. Los colonos no aceptan otro comporta-
miento que no sea el de cumplir todos sus deseos en el momento,
ni otro papel que no sea el de representar los estereotipos sobre esa
cultura.
1
Layla Martínez, Jodidos Turistas (Antipersona, 2017)
Carla, Manu y Flo juegan a las yengas. Cada uno construye una torre hecha
de maderas hasta que se destruyen por sí mismas. Mientras tanto, se proyectan
datos e imágenes referentes a la evolución de los últimos años en la arquitectura de
la ciudad. Existe un movimiento escénico con las maderas de las yengas. El texto
de a continuación es opcional, pero en cualquier caso deben decirse o proyectarse
los nombres de las empresas.
2
Atribuido a Buenaventura Durruti.
A partir de este punto los textos de Yarima y del reparto se superponen como en la
escena 1. El reparto habla con micrófono.
Yarima.— Pues aquí lo tenemos, este edificio de aquí se llama casa. Del latín
casa y domus. Una casa es una edificación destinada para ser habitada. Su
origen se remonta a los seres humanos más primitivos, cuando empezaron a
refugiarse en cuevas en busca de protección ante las inclemencias del tiempo
como la lluvia y el viento, o ante posibles intrusos humanos o animales.
M arga.— En este momento, Yarima Osuna está interpretando a una
agente inmobiliaria, a su personaje le llamaremos:
M anu.— Yarima Osuna.
M arga.— Es una agente inmobiliaria libremente subcontratada por
una libre empresa inmobiliaria que vende casas. Por cada venta
que realiza, Yarima Osuna cobra un porcentaje por parte de una
agencia inmobiliaria.
Flo.— Engel & Volkers.
R afa.— ¡Claro! Pero eso está genial, porque ella necesita trabajo, la
empresa necesita vender y la gente necesita casas. ¡Se hacen un
favor mutuo!
Yarima.— Una casa puede organizarse en una o varias plantas, según su es-
tructura. También puede disponer de sótano o semisótano y de una azotea o
una terraza como elementos complementarios. Si la casa dispone de terreno
suficiente, puede contar también con patio y jardín.
Carla.— El sueldo de la profesión de Yarima Osuna es muy variable:
existen acuerdos con las agencias de: «fijo + variable», «fijo + va-
riable + comisión», «fijo + comisión», «todo variable» o «todo comi-
sión». Yarima trabaja con el sueldo de «todo comisión».
M anu.— Cobra lo que se merece.
Yarima.— Encontramos pues, el fenómeno de la vivienda como un fenómeno
no estrictamente sinónimo al de la casa. Mientras que una vivienda hace
Escena física. Caen los tablones de madera de una casa que ha estado en todo mo-
mento en escena. De ella sale el reparto que mueve el esqueleto vacío de la casa. La
estructura vacía se mueve por el espacio y la gente entra y sale de ella.
R afa.— Había una vez… que en el corazón del bosque… vivían tres
cerditos que eran hermanos. Sin casa y sin nada, de un sitio a otro.
M arga.— Qué guay, en armonía con la naturaleza, sin propiedades.
R afa.— No, no, no era guay porque... no estaban seguros. Un lobo
siempre los perseguía para comérselos.
M arga.— De alguna cosa hay que morir, ¿no?
R afa.— No, no, somos los hombres los que nos comemos a los cerdos,
no los lobos.
M arga.— Entonces deberíamos tener miedo de los hombres, no de los
lobos.
R afa.— De todos, a todos, con todos… ¡Me estás liando! ¡Déjame
hablar…! (Empieza a sonar la guitarra.) Para poder escapar del lobo,
los tres cerditos decidieron construirse una casa.
Se introduce el silbido con la melodía del estribillo de la canción de los tres cerditos.
R afa.— El más pequeño, que era el más vago, decidió hacerse una
casa de paja.
M arga.— ¡Que guay! Con materiales reutilizables.
Estribillo.
R afa.— Por último, el más mayor, que era el más realista y el más
maduro de los tres, trabajaba duro en la construcción de su casa
hecha de cemento.
Silencio musical.
(Cantando)
Qui te por al llop feroç,
Llop feroç, Llop feroç
Qui te por al llop feroç
R afa.— Un día, el lobo, que iba recogiendo chatarra por los conte-
nedores, al ver al cerdito pequeño, lo persiguió hasta su casita de
paja. Al llegar a la puerta, el lobo, se detuvo y gritó: «Soplaré, so-
plaré y tu casa derribaré». Y el lobo empezó a soplar y soplar y
soplar, hasta que la casita de paja fue derrumbada.
(Cantando)
Passa per no treballar
i jugar, quan no cal.
Passa per no treballar...
Acaba la música.
Rafa come cemento. Aparece un audiovisual sobre un noticiero de los años setenta
sobre «la Solución Sur» de Valencia.
A la ciutat de València
A la ciutat de València
La Punta van afonar
De Campanar ja no parle
De Campanar ja no parle
I al Cabanyal podem dir–ho.
Alqueries barraques
de la insígnia major
És la història que es deixa
Fruit d’especulacions.
3
Riu Sec – Jota de l´Horta valenciana
I a l’horta de València
Volen fer més carrils
Sobre camps de calçotes
Alqueries camins.
Venent–nos mocadors
Els pobres llauradors
Fanecades senseres
Per a fer més cantons.
Movimiento escénico. Se esparce tierra sobre el escenario y Marga baila sobre ella.
Vienen entes trajeados y la aspiran o la soplan apartándola. Se llevan a Marga
mientras saca el cartel de «L´horta es vida». Se derrumbar las casas, se destruye
el territorio.
Entra Stephen Schwarzman, tipo James Bond, tipo empresario de éxito, tipo Vogue,
tipo Vanity Fair. Con luces y música glamurosas, rodeado de un cuerpo de baile sexista.
M arga.— Bua.
Aparecen Paparazzis.
4
Frase de Miguel Brieva, de «La gran aventura humana»
5
IDEM
6
IDEM
7
IDEM
La música glamurosa de despedida se fusiona con una serie de consignas que re-
suenan entre las maderas esparcidas por todo el espacio como un bosque con árbo-
les. Cada una de las consignas son repetidas las veces señaladas.
Consignas
L’horta es vida (4)
Revolució contra l’especulació (2)
Turisme mata barris (4)
Un desalojo, otra okupación (2)
Protegim el territorio, defensem l’habitatge (2)
AIRBNB, fora d’ací (4)
Especuladors, fora dels barris (2)
Volem vore l’horta, i no la terra morta (2)
Ni gent sense cases, ni cases sense gent (2)
Ens toquen a una, ens toquen a totes (4)
(cantando)
Movimiento escénico. Sale Yarima y tiene un dúo físico con El Madero. O por
llamarlo de otro modo: le da una paliza.
Barullo.
8
Colectivo Invisible
Barullo.
Barullo.
Los textos de Yarima y del Elenco se superponen como en las ocasionas anterio-
res. Rafa le cuenta la historia a Marga como en la escena de los tres cerditos.
R afa.— Pues resulta que Augusto Boal hizo una obra de teatro en
un pueblo. Al acabar, todos estaban inflamados de pasión revo-
lucionaria y le dijeron: «Augusto, nos ha flipado. Tenéis toda la
razón. Cogemos todos vuestros fusiles que salen en la obra y coge-
mos todos nuestros fusiles y vamos a casa del patrón. Entre todos,
entre vosotros y nosotros, le pegamos fuego a todo y acabamos con
esta injusticia.»
Yarima.— En este mismo momento están viendo a un elenco de tea-
tro discutir sobre el sentido del arte en su contexto polí-
tico y su capacidad transformadora. Pero este elenco no es
de verdad un elenco de teatro, sino que se trata del elenco ha-
ciendo de «El Elenco».