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QUINTO DOMINGO DE CUARESMA

JESÚS NOS DA LA VIDA ETERNA EN EL BAUTISMO

«Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí,


aunque haya muerto vivirá; y todo aquel que está vivo
y cree en mí, no morirá para siempre»
OBJETIVO:

Descubrir desde el
ofrece el domingo V de Cuaresma en el Ciclo A, la VIDA ETERNA, para realizar una renovació n bautismal
durante la cuaresma y celebrarla en la Vigilia Pascual.

MATERIAL A UTILIZAR:

 Cirio Pascual
 Un cesto de basura
 Ambientació n por medio de un letrero con la frase: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree
en mí, aunque haya muerto vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para
siempre»
 2 papeletas de color amarillo y 2 de color oscuro para cada asistente

PARA TI CATEQUISTA:

Itinerario Bautismal en los Domingos de Cuaresma


Recordemos que las lecturas del domingo se dividen en ciclos: A, B y C. Cada año durante los domingos III,
IV y IV de Cuaresma se nos presenta una temática especial que nos recuerda el sentido de la Cuaresma en su
relación con la Pascua dependiendo del ciclo de lecturas dominical. En el ciclo A la temática es bautismal,
en el ciclo B es Pascual y en el ciclo C es de conversión. Y este año por ser ciclo A la temática es bautismal.
Y en este año escucharemos del Evangelio de san Juan, los textos de la samaritana (domingo III), de la
curación del ciego de nacimiento (domingo IV) y de la resurrección de Lázaro (domingo V); en ellos Jesús
se revela como el Agua viva, la Luz del mundo y la Resurrección y la Vida, trayéndonos a la memoria, y de
este modo renovándola en nosotros, la gracia del Bautismo, por la cual, iluminados por Cristo, fuimos
sepultados en su muerte redentora y hechos partícipes de su resurrección y su vida por el agua y el Espíritu
Santo. En conclusión, los tres signos que se nos hablaran son: el agua, la luz y la vida.
Por tal motivo, se nos recordará durante estos tres domingos que el día de nuestro bautismo morimos al
pecado pero que resucitamos para tener vida.
EXPERIENCIA HUMANA
Iniciamos nuestra sesió n hablando desde nuestra
experiencia humana de una realidad muy compleja: LA MUERTE. Preguntamos a
nuestros catequisandos: ¿Qué es la muerte? (se pueden dar respuestas desde diferentes
á mbitos).

Algunos Filó sofos han afirmado que “el hombre es un Ser para la muerte. La muerte es lo ú nico que
podemos esperar”.

En cambio, el Papa Benedicto XVI en sus enseñ anzas contrapuso la cultura de la muerte a la cultura de la
vida. La cultura de la muerte se da cuando el hombre
acepta las estructuras sociales que propician del
hombre, desde su nacimiento, su desarrollo y crecimiento, hasta la muerte. ¿Conocemos alguna
estructura que nos de muerte o nos esté llevando a vivir sin un sentido?

ILUMINACIÓN

LEEMOS EL PASAJE DE LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO (JN 11, 1-45)

Continua el catequista diciendo. Durante nuestro Camino hacia la Pascua nos encontramos en
estos domingos prepará ndonos para nuestro Bautismo. La Mayor celebració n Bautismal de la Iglesia es la
Vigilia Pascual. En la Vigilia Pascual encontramos los elementos que nos está n ayudando a vivir nuestra
espiritualidad cuaresmal: Agua, Luz y Vida Eterna. Al inicio de la Vigilia Pascual encontramos el elemento
de la luz en el lucernario, a la mitad de la Celebració n encontramos la bendició n del Agua y al final se nos
ofrece la Vida Eterna en la Eucaristía.
Para concluir estas catequesis hoy hablaremos de la VIDA ETERNA: fruto de nuestro bautismo.

En el Evangelio de este domingo encontramos la historia de Lá zaro. “Era de Betania pueblo de


Marta y de su hermana María” (Jn 11,1). É ste, junto con sus hermanas, eran amigos de Jesú s con quien
frecuentemente se hospedaba durante su predicació n, como nos narra San Lucas: María atendía a Jesú s
y Marta lo escuchaba sentada a sus pies.
La novedad de este pasaje es que Jesú s, estando predicando, recibe un recado sobre la
enfermedad de Lá zaro. Pareciera que con prontitud se dirigiría a Betania; sin embargo, la situació n es
distinta. Se niega asistir a curarlo, Cualquier lector puede preguntar, “si tanto le amaba, ¿por qué no va
inmediatamente? Dios tiene sus planes misteriosos “para manifestarse, como el dueñ o de la Vida” que
libremente la da mundo para su salvación. Este es el ú ltimo de los 7 milagros que presenta Juan, pues el
siete es signo de la plenitud; la plenitud de la acció n de Cristo en cumplimiento de la Voluntad de su
Padre dando la Vida al mundo.
Al llegar Jesú s a su destino, Lá zaro lleva cuatro días muerto. Hay un dicho entre nosotros que
afirma que “el muerto y el arrimado a los tres días apesta”. Cuatro días es el tiempo en que comienza la
descomposició n bioló gica de un cadá ver. De modo que Cristo, tiene que obrar un milagro má s grande
que dar la simple vida. Ahora tiene que resucitar a un muerto con un cuerpo ya descompuesto.
En este contexto María, hermana del fallecido, hace una confesió n de fe en la Resurrecció n de
todos los hombres en el ú ltimo día, a lo cual Jesú s añ adió : “Yo soy la Resurrección y la Vida, el que cree en
mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre ” (Jn 25-26).

Si la Vida es Cristo, la muerte es obra del pecado (Rm 6,23). El cuerpo descompuesto de Lá zaro,
nos habla de que el cuerpo está muerto por el pecado, pero el mismo Cristo vivifica nuestros cuerpos
mortales por el Espíritu Santo que se nos otorgó en el agua bautismal, como afirma Pablo, pues “en É l
hemos sido muertos al pecado y resucitados para vivir con Cristo”.
Esta muerte, obra del pecado, provoca que Cristo derrame lá grimas, no só lo por Lá zaro, sino por la
naturaleza humana caída. “Dios lloraba por que la naturaleza humana había despreciado la eternidad y
había llegado al mundo más bajo” (Potamio de Lisboa). La muerte de Lá zaro expresa para él toda la
miseria humana.
Esto mueve a Cristo a enfrentarse a la muerte y vencerla, anunciando el gran milagro de su propia
Resurrecció n y la de todos los hombres en el ú ltimo día, pues ordena con fuerte voz: “¡Lázaro, sal fuera!”
(Jn 11, 43). Esta voz, es la misma que habló en la creació n del hombre y sigue resonando en el corazó n de
los hombres cuando vivimos muertos en vida, entregados a los negocios de este mundo, al placer, al
poseer, sin vivir la caridad hacia los hermanos, donde lo que importa soy Yo y mis antojos.
Este grito nos lo dirige Cristo a nosotros que hemos recibido la Vida de Dios en el Bautismo, y
somos constantemente sepultados por el pecado y amortajados por las vendas de la muerte. Pues el
cristiano no está llamado a la muerte, está llamado a vivir plenamente en Cristo que se compadeció de
todos los hombres al dejarnos sus sacramentos por medio de los cuales nos conduce al estado del
hombre Resucitado.

«Nuestra vocación en cierto modo surge de la vida del Bautismo. Para nosotros
los cristianos, la palabra de vida se siente como voz que nos llama de la tumba:
“Sal Fuera” o como traduce la exégesis moderna: “Lázaro, ven conmigo”. San
Ignacio coloca el inicio de la vocación en la llamada a la vida desde la muerte,
del aislamiento a la comunión, de la tiniebla a la luz»
Marko Rupnik, La vida segú n el Espíritu.

EXPRESIÓN DE FE

En este quinto domingo de cuaresma, una vez má s se nos recuerda có mo seguir a Cristo es un
compromiso que dura toda la vida, en la cual debemos luchar sin interrupció n por reforzar y hacer má s
profunda la Vida que se nos dio en el Bautismo, se fortaleció en la confirmació n, se renueva en la
penitencia, se expande por las buenas obras y se alimenta de la Mesa de la Palabra y de la Eucaristía.
1. COMPROMISO:
Trabajando por equipos leemos el versículo de la Carta a los Gá latas 5, 19-25.
Entresacamos dos obras de la muerte y dos obras del Espíritu. Y anotamos las del Espíritu en dos
papeletas de color amarillo y las de la carne en papel oscuro.

2. CELEBRACIÓN:
Ahora ante el cirio Pascual, en un momento de silencio vamos colocando alrededor
del cirio las obras de la luz y rompiendo las papeletas de las obras de la carne las ponemos en un
cesto de basura.

Hola Jesú s, Perdó n por no esforzarme


amigo. Má s para estar a tu lado.

Hoy vengo a tus pies para pedirte perdó n. Todos los días son
Me pongo de rodillas Una batalla para mí,
Para pedirte, con todo el corazó n, Las distracciones,
Que me perdones por favor. Mi mente y el cansancio
Me alejan de ti
Sé que piensas que no debo hacerlo, Pero sé que tengo que poner de mi parte
Y no sé có mo empezar, Para no alejarme de ti.
Pero mi corazó n siempre estará inquieto
Y no me cansaré de pedirte perdó n. ¡Hoy es tan fá cil perderte de vista!
Perdó n, Jesú s.
Perdó n Jesú s, perdó n.
Perdó n por no ser testimonio,
Perdó n por dudar de ti, Por no ser esa luz en la vida de los demá s,
Me cuesta confiar todos los días, Sé que me das la oportunidad de guiar a otros
Aunque me demuestras Con mi vida y que casi siempre fallo,
En cada amanecer que eres Tú , Me cierro en mí mismo y no pienso en los
En cada milagro de mi vida. demá s.

¿Cuá nto he perdido la esperanza, Jesú s? Perdó n por pensar solo en mí y no,
Perdó name. En lo que tú puedes hacer con mi vida
En la vida de otro
Perdó n porque soy frá gil Perdó n, Jesú s.
Y lucho con mi cará cter
Cada vez que sale el sol. Perdó n por darte la espalda,
Me lleno de rabia Por todas las veces en que te ignoré
Y te culpo cuando Y no escuché tu voz
Las cosas no salen a mi manera Porque no era lo que quería escuchar.
¡Qué egoísta soy, Jesú s!
Perdó n por no tener la humildad de
A veces no soy capaz de ver que Tú Aceptar tu voluntad
Tienes un propó sito má s grande Y poner la mía primero.
Del que yo pueda imaginar.
Perdó n, Jesú s. Perdó n por herirte con mis actos
Mientras tú solo respondes con amor.
Perdó n, Jesú s, perdó n.

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