0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
10 vistas3 páginas
El Imperio bizantino perduró durante 10 siglos luego de la caída del Imperio romano de Occidente, gobernando desde Constantinopla sobre los Balcanes y Anatolia. Fue el continuador del Imperio Romano y el eje del comercio entre Oriente y Occidente hasta su caída ante los otomanos en 1453, marcando el fin de la Edad Media.
El Imperio bizantino perduró durante 10 siglos luego de la caída del Imperio romano de Occidente, gobernando desde Constantinopla sobre los Balcanes y Anatolia. Fue el continuador del Imperio Romano y el eje del comercio entre Oriente y Occidente hasta su caída ante los otomanos en 1453, marcando el fin de la Edad Media.
El Imperio bizantino perduró durante 10 siglos luego de la caída del Imperio romano de Occidente, gobernando desde Constantinopla sobre los Balcanes y Anatolia. Fue el continuador del Imperio Romano y el eje del comercio entre Oriente y Occidente hasta su caída ante los otomanos en 1453, marcando el fin de la Edad Media.
Se llamó Imperio bizantino al Imperio romano de Oriente que perduró
durante 10 siglos luego de la caída del de Occidente. Fue uno de los grandes imperios de la historia. Su nombre, que comenzó a usarse en el siglo XVI, proviene de Bizancio, la antigua ciudad sobre la que fue fundada su capital, Constantinopla. El Imperio bizantino se consideró a sí mismo el auténtico continuador del Imperio Romano y, durante su larga permanencia, fue el eje del comercio entre Oriente y Occidente. A partir del siglo XI comenzó un proceso de decadencia que se acentuó a partir de la ocupación de la ciudad por las tropas de la cristiandad romana durante la cuarta Cruzada. El fin del imperio, el 29 de mayo de 1453, cuando la ciudad cayó bajo el ejército del Imperio otomano, se considera generalmente como el fin de la Edad Media.
Origen del Imperio bizantino
En el 330 d. C., ante el avance de los pueblos germánicos sobre Italia, el emperador Constantino decidió trasladar la capital del Imperio romano y eligió para el nuevo emplazamiento la antigua ciudad de Bizancio, en la margen asiática del Bósforo. Allí construyó una nueva ciudad que, luego de la muerte del emperador, recibió el nombre de Constantinopla y se transformó en el centro del imperio. En el año 395, el emperador Teodosio dividió el Imperio romano en dos partes para facilitar su gobierno, Constantinopla pasó a ser la capital del Imperio romano de Oriente. En el 476 d. C, con la caída de Roma en poder de los germanos, el Imperio romano de Occidente se desintegró. El sector oriental, el Imperio romano de Oriente, en cambio, perduró hasta 1453. Ubicación del Imperio bizantino Durante la mayor parte de su historia, Imperio bizantino ocupó la península de los Balcanes y Anatolia, aunque tuvo distintas extensiones a medida que se conquistaban o perdían territorios. Alcanzó su máxima superficie durante el reinado del emperador Justiniano I (527-565) quién logro recuperar buena parte de los territorios del Imperio romano de Occidente.
Extensión del Imperio bizantino hacia el año 550.
Organización social La organización social del Imperio bizantino se caracterizó de la siguiente manera:
La sociedad bizantina era jerarquizada. El lugar más alto
en la sociedad lo ocupaban el emperador, su familia y la aristocracia gobernante. Existía también una amplia franja social compuesta por comerciantes, artesanos especializados y profesionales de distintas disciplinas (literatos, médicos, abogados, etcétera), que tenían riquezas y gozaban de comodidades. En una escala más baja estaban los pequeños comerciantes y agricultores. Finalmente, existían los esclavos que provenían del comercio y de las conquistas territoriales. La ciudad de Constantinopla estaba habitada además por colectividades de prósperos comerciantes como los venecianos y los genoveses que ocupaban barrios enteros y solían ejercer también funciones diplomáticas.
Religión del Imperio bizantino
La religión del imperio era el cristianismo. Los bizantinos pretendían ser los representantes del cristianismo original y mantuvieron conflictos permanentes con el papado instalado en Roma. En 1054, en el Cisma de Oriente y Occidente, la Iglesia católica apostólica ortodoxa se separó definitivamente de la Iglesia romana.