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UNIVERSIDAD CRISTIANA EVANGELICA NUEVO MILENIO

Asignatura: Filosofía

Sección: 101

Catedrática: Licda. Miriam Marisol Ceballos Tabora

Estudiante: Keiry Anahí Alvarado Bautista

Núm. Cuenta: 123450207

Sede: Santa Rosa de Copan

Asunto: informe descriptivo sobre el marco de referencia filosófico

Fecha de entrega: 04.06.2023


Introducción

Si estás pensando que esta definición no hace otra cosa más que abrir nuevas interrogantes,
tienes razón, pues hay muchas formas de entender en qué consiste la sabiduría (y, por
supuesto, muchas formas de definir el amor).

Podrías decir, por ejemplo, que la sabiduría equivale a tener muchos conocimientos

sobre distintos temas o sobre uno en particular; pero quizás también se te ocurra que

la sabiduría consiste en tener la experiencia necesaria para realizar bien una práctica

y resolver los problemas que se presenten en ese ámbito. La sabiduría filosófica se

relaciona con estas dos nociones, pero de una manera muy particular.

La filosofía es, entre otras cosas, una actitud, una actividad, una tradición y una profesión, entre
otras cosas. La actitud filosófica comúnmente se caracteriza como una actitud crítica,
inquisitiva, anti dogmática, abierta al asombro, etc. Una actitud que se manifiesta tanto en el
ser, como en el saber. Pero no es lo mismo ser filósofo que hacer filosofía; y así como hay
muchas maneras de ser filósofo también hay muchas actividades que llamamos filosofía. Entre
estas, en este libro nos interesa la investigación filosófica
Marco Teórico

¿Qué es filosofía?

La filosofía es una disciplina que se ocupa de una serie de problemas teóricos y prácticos a
través de la crítica, la reflexión, la interpretación textual y el ejercicio de la razón en todas sus
formas. Los problemas de estudio de la filosofía se dan en torno al conocimiento, la existencia,
el lenguaje, el ser, la vida, el arte, la verdad, la razón, la teología y la mente, entre otros. Por
cada uno de estos problemas existe una rama específica que los aborda, como la metafísica, la
gnoseología, la estética, la lógica o la ética.

Al ser una disciplina problemática en sí misma, la filosofía es difícil de caracterizar. Cada filósofo
define su práctica filosófica según el problema al que se dedique. Sin embargo, al ser
considerada como madre de todas las ciencias, muchos filósofos abordan distintos problemas
y áreas de la filosofía. No es extraño ver que algunos filósofos incursionen incluso en áreas que,
en principio, son ajenas a la disciplina. Esto sucede con las matemáticas, la biología o
la bioética, por ejemplo.

¿QUIÉNES SOMOS?, ¿DE DÓNDE VENIMOS? Y ¿HACIA DÓNDE


VAMOS?

Dejando a un lado las trascendentales preguntas kantianas, probablemente las tres cuestiones
que más se asocian a la filosofía son “¿quiénes somos?”, “¿de dónde venimos?” y “¿hacia
dónde vamos”. Trío de dudas que bien pudiera resumirse también en el famoso “¿qué es el
hombre?” Para el cual, hoy más que nunca, carecemos de verdaderas respuestas.

En la época de Kant, sumida en un fijismo antropológico y biológico, las citadas preguntas


quedaban circunscritas a un ámbito más espiritual que físico. Si bien, con la aparición, primero,
del Hegelianismo y su concepción dialéctica de la realidad, y, después, del Darwinismo y su
Teoría de la evolución de las especies, la cuestión se complejizó para abarcar tanto la
problemática diacrónica como sincrónica. Ya no solo se trataba de entender qué era y podía ser
el hobre en su mejoramiento, sino que, además, tenía que enfrentarse, ni más ni menos, que al
vértigo de una realidad propia que era transitoria y estaba enclavada y supeditada a un proceso
de constante cambio que lo arrastra indefectiblemente con él.

El ser humano, no solo tenía que pensar dónde estaba y hacia dónde quería ir: tenía que dirimir
y aceptar hacia donde le llevaban ciertas leyes superiores y, en parte, desconocidas. Tal vez
hacia un futurible perfeccionamiento regido por un espíritu sabio y absoluto que confirme
nuestra actual idea de Humanidad, al modo hegeliano, spenceriana o kraussista. O, tal vez,
hacia un estancamiento y una decadencia que acaben con nosotros en la evolución de las
especies, porque nuestras cualidades vitales caigan en una obsolescencia adaptativa previsible
o porque provoquemos nuestra propia autodestrucción. Fuera como fuera, la temporalidad y la
transitoriedad se volvieron necesariamente un lugar común y un lugar de paso de cualquier
reflexión y filosofía, que llega hasta nuestros días. Una paradoja que no pudo menos que
levantar dudas sobre la esencia misma de un ser tan mortal individualmente como mudable
colectiva y biológicamente. Incógnitas existenciales que, hoy día, se tienden a obviar
proporcionalmente a su imposibilidad de ser respondidas.

El hombre había llegado a ser hombre, ahora lo era, pero antes no lo fue. Y aunque ahora sea
hombre, quién o qué puede saber qué le depararán los años, las décadas, los siglos, los milenios
y las eras geológicas venideras. Hubo eones de tiempo en que la vida existía sin bípedos
implumes, los cuales ya no son apenas sino una consecuencia tardía e insignificante del baile
cósmico: una variedad más o menos consciente de sí, pero quizá ni demasiado alejada de los
otros seres vivos, ni necesariamente destinada a un progresivo perfeccionamiento
trascendente, ni con la pervivencia garantizada (de él o sus obras) por la posesión del incierto
don de una peculiar mente y autopercepción propia.

En sí, y hasta donde sabemos, los humanos no son ya más que una variante zoológica
relativamente reciente y sofisticada, con virtudes y defectos a nivel adaptativo, del amplio árbol
de la vida en la Tierra, pero con un futuro tan frágil como el de cualquier otro ente viviente.
Ramas o frutos otoñales de una realidad mayor que bien podría buscar estadios sucesivamente
superiores de expresión, puestos cada vez más en duda tras los fracasos de siglos pasados para
lograr grandes relatos explicativos o emancipadores de la realidad y el hombre. Realidad que de
habitual suele ser versátil pero pragmática, donde la simplicidad organizativa y funcional suele
primar sobre la complejidad en sus formas.

Cómo decía Nietzsche, en Verdad y mentira en sentido extra-moral:


“En algún apartado rincón del universo, desperdigado de innumerables y centelleantes sistemas
solares, hubo una vez un astro en el que animales astutos inventaron el conocer. Fue el minuto
más soberbio y más falaz de la Historia Universal, pero, a fin de cuentas, solo un minuto. Tras
un par de respiraciones de la naturaleza, el astro se entumeció y los animales astutos tuvieron
que perecer. Alguien podría inventar una fábula como esta y, sin embargo, no habría ilustrado
suficientemente, cuán lamentable y sombrío, cuán estéril y arbitrario es el aspecto que tiene el
intelecto humano dentro de la naturaleza; hubo eternidades en las que no existió, cuando de
nuevo se acabe todo para él, no habrá sucedido nada. Porque no hay para ese intelecto
ninguna misión ulterior que conduzca más allá de la vida humana”.

Si hay que hacer caso a los expertos científicos, como recientes investigaciones han puesto de
manifiesto, el homo sapiens sigue evolucionando. Sigue generando cambios y transformándose
en su aclimatación al medio. Empero, evolución se dice de muchas maneras. Y si, ciertamente,
hay una evolución con minúsculas, a nivel macro, biológico, o siquiera social, ¿podemos estar
seguros de que realmente existe una evolución en los aspectos tradicionalmente considerados
desde la perspectiva antropocéntrica como progreso?, ¿es posible que la evolución se produzca
a todos los niveles, siendo el universo una máquina de crear dioses, como apuntaba Henri
Bergson?, ¿tal vez la técnica y la tecnología abrirán la puerta a una nueva humanidad que
trascenderá en el eterno retorno de lo nuevo y diferente a esta nuestra tal como nosotros
hemos sucedido y dejado atrás a otras especies?, ¿sí? O, más bien, ¿hay que aceptar
posmodernamente que hemos llegado al final de la historia de Fukuyama y no ha sido para
bien?, o, peor, ¿estamos involucionando a pasos agigantados como especie y como cultura,
mientras se dan esos simples ajustes al medio-ambiente, en camino directo a la extinción sin
dejar rastro duradero?
“¿Quiénes somos?, ¿de dónde venimos? y ¿hacia dónde vamos?”. Tres preguntas de una
vigencia absoluta que quizá estén detrás de la época, injusta y alienante concepción
antropológica y social del mismo hombre. Trío de cuestiones que, por supuesto, no por
intempestivas han desaparecido del inconsciente colectivo por mucho que hogaño suelan
ignorarse. Las cuales, por supuesto, también, siguen remitiendo a una necesidad inherente al
hombre que no cesará de buscar saber “¿qué es el hombre?” Máxime en este tiempo de retos y
grandes encrucijadas que están y se las esperan, para unos animalillos semi-inteligentes que
están tan cerca de tocar los cielos y las estrellas, en lo material, y están tan al borde de
consumir ese planeta sobre el que se desarrollan como de quemarse ellos mismos en su propia
hoguera de las vanidades.
Conclusiones

• La filosofía es una disciplina que se ocupa de una serie de problemas teóricos y prácticos
a través de la crítica, la reflexión, la interpretación textual y el ejercicio de la razón en
todas sus formas.
• Los problemas de estudio de la filosofía se dan en torno al conocimiento, la existencia, el
lenguaje, el ser, la vida, el arte, la verdad, la razón, la teología y la mente, entre otros.
• Por cada uno de estos problemas existe una rama específica que los aborda, como la
metafísica, la gnoseología, la estética, la lógica o la ética.
• Sin embargo, al ser considerada como madre de todas las ciencias, muchos filósofos
abordan distintos problemas y áreas de la filosofía.
• Dejando a un lado las trascendentales preguntas kantianas, probablemente las tres
cuestiones que más se asocian a la filosofía son “¿quiénes somos?”, “¿de dónde
venimos?” y “¿hacia dónde vamos”.
• Trío de dudas que bien pudiera resumirse también en el famoso “¿qué es el hombre?”
Para el cual, hoy más que nunca, carecemos de verdaderas respuestas.
• Si bien, con la aparición, primero, del Hegelianismo y su concepción dialéctica de la
realidad, y, después, del Darwinismo y su Teoría de la evolución de las especies, la
cuestión se complejizó para abarcar tanto la problemática diacrónica como sincrónica.
• Realidad que de habitual suele ser versátil pero pragmática, donde la simplicidad organizativa y
funcional suele primar sobre la complejidad en sus formas.

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