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REPARTIDO Nº 2 – HISTORIA – 2º año Bachillerato - Prof.

Fernando de los Ángeles

“EL SIGLO XVIII: LA ILUSTRACIÓN”


EL SIGLO DE LAS LUCES
El siglo XVIII fue fundamentalmente renovador y de una gran efervescencia intelectual: los pensadores cuestionan el
pensamiento y las instituciones de la época (Antiguo Régimen) y proponen "nuevas ideas" en los órdenes intelectual,
político y económico. Este movimiento de ideas justifica o se vincula a una serie de revoluciones y transformaciones
políticas que sacuden los cimientos de la sociedad y nos introducen en el mundo contemporáneo: el triunfo del
parlamentarismo en Inglaterra (fines del siglo XVII), la independencia de las colonias inglesas de América, la
Revolución Francesa, la gesta napoleónica y la independencia de las colonias americanas de España y Portugal.
En el orden de las cosas, la revolución agraria y los comienzos de la Revolución Industrial en Inglaterra conducirán a
importantes cambios económicos y sociales que adquirirán mayor entidad en el siglo siguiente.
En el terreno cultural se afirma el racionalismo y las ciencias continúan avanzando. Debido a los escritos de Rousseau
y vinculado al individualismo de la burguesía, grupo social en franco ascenso, se introduce el subjetivismo en el arte,
tendencia que se mantendrá hasta nuestros días
MAZZARA, SUSANA, OTROS: Hoy y Ayer Historia del mundo Contemporáneo.

CONTRASTE ENTRE LAS IDEAS DEL ANTIGUO RÉGIMEN Y LAS “NUEVAS IDEAS”

Ideas del Antiguo Régimen “Nuevas ideas”


1. El poder de los reyes deriva de Dios 1. La soberanía reside en el pueblo
2. La monarquía debe ser limitada (Voltaire,
2. El poder de los reyes es absoluto Montesquieu)
3. Amplia tolerancia religiosa (Voltaire)
3. La religión oficial debe ser la única permitida.
4. Tres poderes en el Estado independientes
4. Todo el poder del estado en manos del Rey entre sí (Montesquieu)
5. El gobierno se basa en el consentimiento de
5. El gobierno se basa en la voluntad del Rey los gobernados (Locke)
6. Si el gobierno se hace tiránico, el pueblo tiene
6. La obediencia al gobierno debe ser completa
derecho a cambiarlo (Locke)
7. Todos los hombres son iguales en sus
7. La desigualdad entre los hombres es natural
derechos (Rousseau)
8. La voluntad del Rey es ley 8. La ley es la expresión de la voluntad general
(Rousseau)

LOS PENSADORES POLÍTICOS DE LA ILUSTRACIÓN


“[La] igualdad y libertad se fundamentan en las ideas ilustradas sobre la naturaleza y la razón, puesto que, si todos los
seres humanos se originan de la misma fuente, tienen que ser naturalmente iguales en el sentido de que todos poseen una
mente racional y, por lo mismo, pueden actuar en libertad, con la confianza de que sabrán establecer las normas necesarias
para disfrutar de una vida en común basada en el respeto de los derechos mutuos. Ambos conceptos reflejan el interés de
los pensadores de la Ilustración por demostrar que el Monarca no estaba dotado de poderes divinos, sino que era un hombre
como cualquier otro, cuyo poder político le había sido dado por y para el pueblo. Así, los pobladores tenían derecho a
reclamarle en caso de que no cumpliera con sus obligaciones o si restringía excesivamente las libertades, como ocurrió en
el caso de los reyes ingleses de la dinastía Estuardo.”

DELGADO de CANTÚ, Gloria G. (2010): “Historia Universal. De la era de las revoluciones al mundo globalizado”.

“Para comprender bien en qué consiste el poder político y para remontarnos a su verdades fuente, será forzoso que
consideremos cuál es el estado en que se encuentra naturalmente los hombres, a saber: un estado de completa libertad
para ordenar sus actos, y para disponer de sus propiedades y de sus personas como mejor les parezca, dentro de los límites
de la ley natural, sin necesidad de pedir permiso, y sin depender de la voluntad de otra persona […] Pero aunque ese estado
natural sea un estado de libertad, no lo es de licencia […] El estado natural tiene una ley natural por la que se gobierna, y
esa ley obliga a todos. La razón que coincide con esa ley, enseña a cuantos seres humanos quieren consultarla que, siendo
iguales e independientes, nadie debe dañar a otro en su vida, salud, libertad o posesiones […] y no puede suponerse que
exista entre nosotros una subordinación tal que nos autorice a destruirnos mutuamente, como si los unos hubiésemos sido
hechos para utilidad de los otros, tal como fueron hechos las criaturas de rango inferior para que sirvamos de ella”
J. Locke, “Dos trabajos del gobierno civil” de 1690

“A pesar de que en una comunidad política sólida y bien construida, que actúa de acuerdo con su propia naturaleza, es decir,
para la salvaguardia de la comunidad, no puede existir sino un poder supremo único, el legislativo, al que todos los demás
se encuentran y deben estar subordinados, como tal poder legislativo es únicamente un poder al que se ha dado el encargo
de obrar por la consecuencia de determinadas finalidades, le queda siempre al pueblo el poder supremo de apartar o
cambiar los legisladores, si consideran que actúan de una manera contraria a la misión que se les ha confiado. En efecto,
todo poder delegado con una misión determinada y una finalidad, encuéntrase limitado por esta; si los detentadores de ese
poder se apartan de ella abiertamente o no se muestran solícitos en conseguirla, será forzoso que se ponga término a esa
misión que se les confió. En ese caso el poder volverá por fuerza a quienes lo entregaron; entonces, estos pueden confiarlo
de nuevo a las personas que juzguen capaces de asegurar su propia salvaguardia. De ese modo, la comunidad conserva
perpetuamente el poder supremo de sustraerse a las tentativas y maquinaciones de cualquier persona […] Ningún hombre
ni sociedad de hombres tiene poder para renunciar a su propia conservación y por consiguiente a los medios de conseguirla,
entregando ese poder a la voluntad absoluta y a la soberanía arbitraria de otra persona. Siempre que alguien trate de
colocar a los miembros de la sociedad en esa condición de esclavos, tienen ellos el derecho de salvaguardar un poder del
que en modo alguno pueden desprenderse […]”
J. Locke, acerca de la subordinación de los poderes a la comunidad política

“El hombre ha nacido libre, y en todas partes se halla entre cadenas. […] mientras que un pueblo se ve forzado a obedecer,
hace bien, si obedece; tan pronto como puede sacudir el yugo, si lo sacude, obra mucho mejor; pues recobrando su libertad
por el mismo derecho con que se la han quitado, o tiene motivos para recuperarla, o no tenían ninguno para privarle de ella los
que tal hicieron. Pero el orden social es un derecho sagrado que sirve de base a todos los demás. Este derecho, sin embargo,
no viene de la naturaleza; luego se funda en convenciones. [...] La sociedad más antigua de todas, y la única natural, es la de
una familia; y aun en esta sociedad los hijos solo perseveran unidos a su padre todo el tiempo que le necesitan para su
conservación. Desde el momento en que cesa esta necesidad, el vínculo natural se disuelve. Los hijos, libres de la obediencia
que debían al padre, y el padre, exento de los cuidados que debía a los hijos, recobran igualmente su independencia. Si
continúan unidos, ya no es naturalmente, sino por su voluntad; y la familia misma no se mantiene sino por convención. Esta
libertad común es una consecuencia de la naturaleza del hombre. Su principal deber es procurar su propia conservación, sus
principales cuidados los que se debe a sí mismo; y luego que está en estado de razón, siendo él solo el juez de los medios
propios para conservarse, llega a ser por este motivo su propio dueño. Es pues la familia, si así se quiere, el primer modelo de
las sociedades políticas: el jefe es la imagen del padre, y el pueblo es la imagen de los hijos; y habiendo nacido todos iguales
y libres, solo enajenan su libertad por su utilidad misma. Toda la diferencia consiste en que en una familia el amor del padre
hacia sus hijos le paga el cuidado que de ellos ha tenido; y en el estado, el gusto de mandar suple el amor que el jefe no tiene
a sus pueblos. [...] Si quitamos pues del pacto social lo que no es de su esencia, veremos que se reduce a estos términos: cada
uno de nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general; recibiendo
también a cada miembro como parte indivisible del todo. En el mismo momento, en vez de la persona particular de cada
contratante, este acto de asociación produce un cuerpo moral y colectivo, compuesto de tantos miembros como voces tiene
la asamblea; cuyo cuerpo recibe del mismo acto su unidad, su ser común, su vida y su voluntad. Esta persona pública que de
este modo es un producto de la unión de todas las otras, tomaba antiguamente el nombre de Civitas, y ahora el de República
o de cuerpo político, al cual sus miembros llaman estado cuando es pasivo, soberano cuando es activo, y potencia comparándole
con sus semejantes. Por lo que mira a los asociados, toman colectivamente el nombre de pueblo y en particular se llaman
ciudadanos, como partícipes de la autoridad soberana, y súbditos, como sometidos a las leyes del estado. Pero estas voces se
confunden a menudo y se toma la una por la otra; basta que sepamos distinguirlas cuando se usan en toda su precisión.”
Jean-Jacques Rousseau, “El contrato social, o sea principios del derecho político”

Antes que todas las leyes están las naturales, así llamadas porque se derivan únicamente de la constitución de nuestro ser.
Para conocerlas bien, ha de considerarse al hombre antes de existir las sociedades. Las leyes que en tal estado rigieran
para el hombre, ésas son las leyes de la naturaleza.
La ley que al imprimir en el hombre la idea de un creador nos impulsa hacia él es la primera de las leyes naturales; la primera
por su importancia, no por el orden de las mismas leyes. El hombre, en el estado natural, no tendría conocimiento, pero sí
la facultad de conocer. Es claro que sus primeras ideas no serían ideas especulativas; antes pensaría en la conservación de
su ser que en investigar el origen de su ser. Un hombre en tal estado apreciaría, lo primero, su debilidad, y sería de una
extremada timidez; si hiciera falta la experiencia para persuadirse de esto, ahí están los salvajes encontrados en las
selvas*, que tiemblan por cualquier cosa y todo les hace huir.
En ese estado, cualquiera se siente inferior; apenas igual. Por eso no se atacan, no se les puede ocurrir, y así resulta que
la paz es la primera de las leyes naturales.
Montesquieu, El espíritu de las leyes. Capítulo II. De las leyes de la naturaleza.

* Se refiere a los hombres encontrados en las selvas de Hanover y llevados a Gran Bretaña durante el reinado de
Jorge I

Actividad:
1. ¿Por qué los filósofos de la Ilustración consideraban necesario cambiar la creencia que se tenía en Europa sobre las
leyes de la naturaleza?
2. Describe las ideas de la Ilustración acerca de la libertad y la igualdad.
3. La libertad individual de las personas exige el establecimiento de leyes, ¿cómo justifican esta idea, Montesquieu y
Rousseau?
4. ¿En qué se basaba Rousseau al anteponer el sentimiento a la razón?
5. ¿Por qué Rousseau consideraba necesario para los seres humanos establecer un contrato social?

LOS PENSADORES ECONÓMICOS DEL SIGLO XVIII

SOBRE LAS NUEVAS IDEAS ECONÓMICAS: FISIOCRACIA Y LIBERALISMO.

“Fue en el siglo XVIII que la economía se convirtió en objeto de estudio. Se analizaron las diversas maneras de producir e
intercambiar bienes a lo largo de la historia y se presentaron propuestas concretas. Dos grandes corrientes se disputaron
los nuevos modelos económicos. Una en Francia, país predominantemente agrario todavía; otra en Gran Bretaña, donde
Inglaterra comenzaba a reconocerse como “el taller del mundo”
Lucila Artagaveytia, Cristina Barbero “Mundo, América Latina y Uruguay del siglo XV al XIX”

“Conformen crecen los problemas, (con el mercantilismo) surgen nuevas teorías económicas para interpretarlos y
solucionarlos. Los fisiócratas (por ejemplo) introducen una noción que se anticipa a las concepciones más modernas: la riqueza
de una nación – que según ellos está fundada en la tierra antes que en las fábricas- depende de la producción y circulación de
bienes, más que en la acumulación de oro y plata. Como el fenómeno económico es un fenómeno “natural”, dicen los fisiócratas,
lo lógico es dejar que actúen por sí mismas las leyes “naturales” sin aquella intervención del Estado que practicó Colbert. El
fisiócrata Gournay (…) acuna la célebre fórmula: laissez faire, laissez passer (dejar hacer, dejar pasar). Dejar hacer:
cancelar las limitaciones del intervencionismo y abrir el campo a la iniciativa individual; dejar pasar: abrir las puertas de las
naciones, suprimiendo las barreras aduaneras, de modo que se estimule y active la circulación de la riqueza”
W. Montenegro en “Introducción a las doctrinas político-económicas”.

LOS “FISIOCRÁTAS”

“III. Que el gobierno y la nación no pierdan jamás de vista que la tierra es la única forma de riqueza y que es la agricultura
quien la multiplica. Porque el aumento de riqueza asegura el de la población; los hombres y la riqueza hacen prosperar la
agricultura, atendiendo al comercio, animando la industria, aumentando y perpetuando la riqueza...
IV. Que la propiedad de los bienes raíces y la riqueza mobiliaria sean aseguradas a aquellos que sean sus legítimos
poseedores; porque la seguridad de la propiedad es el fundamento esencial del orden económico de la sociedad. Sin la
certeza de la propiedad, la tierra se quedaría inculta...
IX. Que una nación que tenga un gran territorio para cultivar y la posibilidad de ejercer un gran comercio de mercancías
en bruto, no confíe demasiado en el empleo del dinero y de los hombres en las manufacturas y en el comercio de lujo, en
perjuicio de los trabajos y gastos de la agricultura...
XXV. Que se mantenga la más total libertad de comercio, porque la política más segura de comercio interior y exterior, la
más exacta, la más provechosa a la nación y al Estado consiste en la plena libertad de concurrencia...”
François Quesnay. Tabla económica, 1758

“Que el soberano y la nación nunca pierdan de vista que la tierra es la única fuente de riqueza, y que es la agricultura quien
las multiplica. De la misma manera, el aumento de las riquezas asegura el de la población; los hombres y las riquezas hacen
prosperar la agricultura, extienden el comercio, estimulan la industria, acrecientan y perpetúan las riquezas (…).
Que se asegure a sus legítimos poseedores la propiedad de los bienes muebles e inmuebles, ya que la seguridad de la
propiedad es el fundamento esencial de orden económico de la sociedad. Sin la certeza de la propiedad, el territorio
permanecería sin cultivar.”
François Quesnay. Máximas generales. 1767

“El terrateniente, al hacer contrato con el cultivador, le paga lo menos posible, fija los salarios del jornalero, que no tiene
más que vender su trabajo, y prefiere al que lo hace más barato, ya que puede elegir entre gran número de trabajadores.
Por la competencia que uno hace al otro, éstos se ven obligados a bajar el precio.
En cualquier clase de trabajo no puede dejar de suceder, y, de hecho, así ocurre que los salarios del trabajador tengan
como límite lo que les es indispensable para procurarse su subsistencia.”
Robert Turgot. Reflexiones sobre la formación y distribución de las riquezas. 1767

“(…) ¿Cuáles son las riquezas de un Estado? ¿Quién da valor a las tierras, sí no el número de los habitantes? (…) ¿Sí el
trabajo es la auténtica riqueza, sí el dinero no es más que el signo, el país más rico no es aquél donde exista más trabajo?
¿No es aquél donde los habitantes más numerosos se procuran empleo unos a otros? (…)”
Robert Turgot “Cuestiones importantes sobre el comercio”

“(…) la clase industriosa se subdivide en dos órdenes: el de los empresarios manufactureros, patrones, fabricantes,
poseedores todos de grandes capitales, que valorizan haciendo trabajar por medio de sus adelantos; y el segundo orden,
compuesto de simples artesanos sin más bienes que sus brazos, que sólo avanzan por su trabajo diario y que no tienen más
provecho que su salario (…). (…) La clase de los cultivadores se divide, como la de los fabricantes en dos órdenes de
hombres, el de los empresarios o capitalistas que realizan todos los adelantos y el de los simples obreros asalariados”
Robert Turgot. Reflexiones sobre la formación y distribución de las riquezas. 1767

LIBERALISMO ECONÓMICO

“En este punto, y como campeón máximo del laissez faire, laissez passer se hace presente el liberalismo económico o teoría
de la libertad económica, fundada en la libre iniciativa individual movida por el deseo de lucro; en la libre competencia,
reguladora de la producción y de los precios y en el libre juego de las “leyes económicas naturales” o del mercado. El más
grande expositor o “padre” del liberalismo económico fue Adam Smith, filósofo y economista […] Su obra fundamental […]
“La riqueza de las naciones” […] trata del nuevo fenómeno que se anuncia en la vida de Europa: el capitalismo”
W. Montenegro en “Introducción a las doctrinas político-económicas”.

Según Adam Smith

• Interés egoísta
• Apetito de lucro
• Libre iniciativa privada
• Libre competencia o concurrencia
• Ley de la oferta y la demanda
“El conjunto y el juego de estos factores fundamentales es lo que constituye el “mercado” capitalista. Las leyes de ese
mercado son las “leyes naturales” […] porque esas leyes actúan natural y libremente, sin necesidad de intervención alguna
por parte del Estado. El fenómeno es esencialmente dinámico. No hay puntos muertos. La producción tiende a subir mientras
hay demanda y, por ende, mientras los precios son relativamente altos. Cuando la oferta se hace mayor que la demanda, los
precios tienen que bajar y con ellos disminuye la producción. Este descenso continúa hasta que la oferta vuelve a ser menor
que la demanda. Al surgir la escasez, el consumidor está dispuesto a pagar más por aquello que quiere adquirir. Eso hace
subir los precios nuevamente y sube la producción. Los salarios y hasta la población aumentan o decrecen al ritmo de este
constante movimiento de flujo y reflujo. Y ¿cuál es el papel del Estado? De no intervención. Sostenían los liberales puros
que cualquier intromisión en el juego de las leyes económicas naturales […] no haría sino alterar su funcionamiento. Al
Estado le corresponderá, cuando más la tarea de vigilar la seguridad exterior de la nación y la de los individuos (el “Estado
gendarme”) y la de efectuar ciertas tares de beneficio común” a las que no concurren la iniciativa privada.
W. Montenegro en “Introducción a las doctrinas político-económicas”.

1- Explica los planteamientos fundamentales del liberalismo económico y establezca las diferencias entre
el Mercantilismo y la Fisiocracia.

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