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Carta a los nuevos maestros

Acudir a la llamada del otro

Los niños cuando comienzan la escuela necesitan tener una seguridad


emocional y racional. Los maestros debemos conseguir convertir el miedo a lo
desconocido en un ansia de aprender, de descubrimiento.
Los alumnos tienen que sentir que todas las personas que intervienen en su
mundo lo están invitando a conocerlo
Por eso debemos recordar que educar es un camino lleno de incertidumbre,
altibajos y aunque nos trae muchas alegrías, también nos presenta situaciones
y momentos de sinsabores, tenemos que reconocer que a veces el educador
tiene que trabajar con las uñas y hasta tiene que aportar de su bolsillo para
poder tener el material suficiente para poder laborar o llevar alegría al corazón
de sus pequeños. Muchos cuentan con el apoyo del gobierno o la institución
donde laboran, otros simplemente con el apoyo de su comunidad o colegio y el
apoyo de los padres de los niños.
Nosotras como maestras tenemos que tener en mente que un día tendremos el
título en nuestras manos, pero no se trata de ser el maestro más inteligente, ni
el más simpático, ni siquiera se trata de pretender aquellos rectores
administrativos que eres el mejor. Se trata de tener esa acción con los niños de
poder llevarlo al buen camino por qué en la etapa de la niñez el niño aprende
de lo que tú le enseñas.
Cada generación de Nuevos debe crear un espacio propio en un mundo ya
viejo y construido. El paso de cambiar de un mundo al otro no se puede hacer
solo, de la necesidad de conectar estos dos mundos lleva a la tarea de educar.

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