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CRIMEN Y CASTIGO

La historia comienza cuando Raskolnikov se ve abrumado por


la vida que lleva por lo que surge en él una idea maquiavélica.
Con el paso del tiempo va reconsiderando la idea de asesinar
con total frialdad a la vieja usurera, Alena Ivanovna.
El nudo de la historia continuará con la constante culpa que
atormenta la mente de Raskolnikov, también conocido como
Rodia.
La inspectora Porfiria Petrovna automáticamente se da cuenta
de la culpabilidad de nuestro protagonista. La escena final de
esta adaptación presenta la redención final de nuestro
protagonista y su regeneración moral gracias al amor que
encontró en un ser noble, bondadoso y sacrificado.
➢ PERSONAJES:

1. Rodión Raskolnikov – Panduro Urbina, Jaime


2. Praskovia Ivanovna (Casera) – Torre Otarola, Ximena
3. Sonia Semionovna – Yancari Rivas, Aylen
4. Semión Marmeladov – Serna Falcón, Sebastián
5. Alena Ivanovna – Rojas Rengifo, Araceli
6. Porfiria Petrovna – Alvarado Aponte, Kiara
7. Avdotia Romanovna (Dunia) – Carrera Loaiza, Kiara
8. Lizaveta Ivanovna – Quispe Iparraguirre, Alexandra
9. Nikolai Dmítrievich (Pintor) – Paredes Flores, Juan
10. Dimitri Razumijin –Chumpitaz La Jara, Juan
11. Joven 1 – López Olortegui, Rodrigo
12. Joven 2 – Valladolid Cotera, Tais
13. Joven 3 – Balbuena de la Cruz, Tatyana
14. Oficial de policía 1 – Díaz Elguedas, Diego
15. Oficial de policía 2 – Huarhua Jurado, Edison
16. Testigo (Desconocido) – Flores Huanca, Daniela
17. Narradores – Miñano Bravo, Mathias – Rojas Rengifo, Araceli
ACTO I
ESCENA 1: Raskolnikov discute con su casera
(Se percibe que alguien toca la puerta de Rodión Raskolnikov)
Praskovia: (tocaba reiterada y desesperadamente la puerta) ¡Raskolnikov! Abre la puerta
¡Raskolnikov, abre la puerta! (repitiendo). Sé que estás ahí, no es momento para hacerse el
loco.
Raskolnikov: (abriendo la puerta) Señora, si me pudiera espe…
Praskovia: (interrumpiendo a Rodia muy enojada) Mire joven, yo ya no puedo seguir
tolerando sus mentiras. (colocó con rudeza sobre la mesa unos papeles)
Raskolnikov: (con apatía) Mmm… ¿Y esto?
Praskovia: Para serle sincera, he dejado de confiar en su palabra así que mi abogado
procedió a realizar este contrato (dándole una pluma) que me garantizará el cumplimiento
de sus deberes como inquilino.
Raskolnikov: (observando el documento y a la casera extrañamente) Mmm…
Praskovia: (muy enojada) ¡Hey, reacciona! ¡No entiendo que no puedas darme ni un
céntimo! ¡¿Quién aguantaría tanto por parte de un inquilino?!
(Praskovia cierra la puerta bruscamente y Raskolnikov, observando vagamente el
documento, lo firma con desgana.)
Raskolnikov: (hablando a solas en su habitación) Lo sucedido con la casera por poco y me
saca de cuadro. Volvamos a lo que por días rondaba mi cabeza intensamente…acaso, ¿todo
crimen tiene un castigo?, ¿qué pasa si el crimen es moralmente correcto? Mmm…

ESCENA 2: Raskolnikov regresa a su casa, cuestionando si debe matar a la


usurera
Raskolnikov: (muy confundido y alterado) ¡Ya no puedo más, estas ideas siguen
apareciendo en mi cabeza…! ¡¿Qué hago, qué hago?! ¿Acaso realmente quiero hacerlo? ¿Es
mi verdadera naturaleza?... No, No No… ¡No!
(Inicia el primer musical: Solo)
Estoy harto de esto pues fingo que no sucede nada
Es otra noche que sigo agobiado y no puedo dormir
Mi cabeza palpita esa idea que me consume y me mata
Y yo sigo esperando aquel día para no más sufrir
Solo…
Aquí sin nada…
Ay, la vida, ay, la vida es injusta, no puedo aguantarla
Solo…
Esto me mata…
Si no mato a la vieja usurera no habrá nada de calma
Ahhh… (x2)

ESCENA 3: Raskolnikov escucha la conversación de tres jóvenes en una


taberna
Raskolnikov: (gritando solo en la acera mientras va rumbo a una taberna) ¡¡¡¡¡AHHHH!!!!!
¿Por qué? ¿Por qué un hombre extraordinario como yo está aquí varado en la nada y sin
éxito?
(Ingresa y se sienta en una mesa de una taberna)
Raskolnikov: (sorprendido) No recuerdo haberlos visto alguna vez en mi vida… ¿Acaso
hablan de Alena?
Joven 1: […] Y sí, es una mujer única. En su casa siempre puede uno procurarse dinero. Casi
todos los estudiantes tenemos tratos con ella, pero… ¡qué miserable es!
Joven 2: (indignada) Da por lo que empeñas la cuarta parte de su valor y cobra el cinco y
hasta el seis por ciento de interés mensual. Basta que uno dejara pasar un día después del
vencimiento, para que se quedara con el objeto empeñado.
Joven 1: (echándose a reír) ¡Una mujer fenomenal!
Joven 2: (muy acalorada y enérgica) Si uno la matase y se apoderara de su dinero para
destinarlo al bien de la humanidad, ¿no crees que el crimen, el pequeño crimen, quedaría
ampliamente compensado por los millares de buenas acciones del criminal?
Joven 3: (enérgicamente) A cambio de una sola vida, miles de seres salvados de la
corrupción. Por una sola muerte, cien vidas. Es una cuestión puramente aritmética.
Joven 2: (con desprecio) Además, ¿qué puede pesar en la balanza social la vida de una
anciana esmirriada, estúpida y cruel? No más que la vida de un piojo o de una cucaracha.
Joven 3: (muy indignado) Y yo diría que menos, pues esa vieja es un ser nocivo, lleno de
maldad, que mina la vida de otros seres. Hace poco le mordió un dedo a Lizaveta y casi se
lo arranca […]
Narrador: Cuando escucha esto, Raskolnikov considera cristalizar la idea que
constantemente rondaba en su mente, ¿será la oportunidad que él tanto esperaba?

ESCENA 4: Raskolnikov mata a la usurera


Raskolnikov: Setecientos treinta pasos. ¡He llegado al fin! (Alza la cabeza para mirar bien el
edificio)
(Raskolnikov toca la puerta de la usurera)
Alena: ¡Oiga! ¿Quién es usted? ¿Qué desea?
(Abrió la puerta un poco al inicio y la cerró para quitar el cerrojo)
Raskolnikov: (con voz entrecortada) Raskolnikov estudiante. Vine a su casa hace como un
mes.
Alena: (sin dejar de mirarlo, con una expresión de recelo) Lo recuerdo, lo recuerdo
perfectamente. Entre, muchacho.
(Rodia entra a la vivienda de la anciana)
Ahora dígame, ¿qué desea usted?
Raskolnikov: (mostrándole un objeto) Vengo a empeñar esta pitillera de plata…
Alena: (muy enérgica) ¡Pero si todavía no me ha devuelto la cantidad que le presté! El plazo
terminó hace tres días.
Raskolnikov: (intranquilo) Le pagaré, tenga paciencia.
Alena: ¡Soy yo quien ha de decidir tener paciencia o vender el objeto empeñado!
(Rodia le entrega la pitillera y ella la examina)
¡Además viene usted a traerme una baratija! ¡¿Por qué tantos nudos?!
(Luchando por deshacer los nudos y dando la espalda a Raskolnikov)
Pero ¿cómo demonios has atado esto? ¡Es un enredo!
(Rodión sacó el hacha de debajo del abrigo, la levantó con las dos manos y, sin violencia,
con un movimiento casi maquinal, la dejó caer sobre la cabeza de la vieja)
Alena: (convulsionando lentamente) Arrrggh, arrrggh, arrrggh…
Raskolnikov: (quitándole monedas y unas llaves a la vieja) ¡Aggh! Bien, ahora iré a su
dormitorio y registraré absolutamente todo. ¡Me llevaré todo lo empeñado!
(Alguien se aproxima a la escena del crimen)
Lizaveta: (abriendo la puerta lentamente) ¡Alena! ¿Hermana estás ahí? Hoy he tenido un
día muy productivo en el puesto del mercado, además un comerciante me obsequió algo
muy hermoso que quiero mostrarte ahora porque…
(Encuentra el cuerpo de su hermana y gritando débilmente) ¡Ahhhhhhhh! ¡Qué es esto!
¡Alena! ¡Alena!
(Lizaveta y Rodión se miran sin decir ni hace absolutamente nada)
Raskolnikov: (muy nervioso y con la voz entrecortada) ¡¿Usted q..q..qué hace aquí?!
Lizaveta: (muy asustada y temblando) ¡Dios mío! Au..auxi…
(La voz de Lizaveta se apagó con el nuevo ataque propinado por Rodión)

ESCENA 5: Raskolnikov recibe la visita de Dunia


Raskolnikov: (entrando a su cuarto muy nervioso) Ah… ¿ahora qué es lo que haré? Si
mantengo un perfil bajo por un tiempo tal vez no sospechen de mí.
(Tocan la puerta)
Raskolnikov: (susurrando) Ah, ¿Qu-quién será?, ¡mi ropa, tengo que quitarme mi chaqueta,
está llena de sangre!
(vuelven a tocar)
(Respira y exhala, luego apenas abre la puerta un poco) ¿Sí?
Dunia: (Asomándose por la abertura de la puerta) ¡Hermano! ¿Cómo has estado?
Raskolnikov: (muy sorprendido y abriendo toda la puerta) ¿Hermana, q-qué haces aquí?
¿Por qué no me enviaste una carta antes de venir?
Dunia: (muy emocionada y abrazando a Rodia) Porque yo quería contártelo en persona.
Hermano, estoy enamorada, me he comprometido con un buen hombre, él es un excelente
juez, así que espero puedas estar feliz por mí.
Raskolnikov: (mostrando un poco de irritación y soltándose de los brazos de Dunia) ¿¡Qué!?
Pero… ¿estás segura de lo que me dices?
Dunia: Sí, mi madre ya me dio su bendición. Solo venía a decírtelo, es una noticia muy
importante para mí.
Raskolnikov: (muy serio) A-ah, en lo personal no lo apruebo, pero si ya lo decidiste no puedo
hacer más.
Dunia: (profundamente decepcionada) ¿Es en serio? ¡Cómo puedes mostrarte tan
disgustado hermano!
(silencio incómodo)
Raskolnikov: (muy alterado) Si eso es todo por favor ya retírate, ahora estoy muy ocupado,
y el tiempo es lo que más me falta.
(Rodión despacha a su hermana de su habitación)
Dunia: (muy triste) Está bien, Rodia. Aquí te dejo un sobre que mamá te envía con mucho
cariño y amor.
(Pasa un sobre con dinero por debajo de la puerta de Raskolnikov)

ACTO II
ESCENA 1: Raskolnikov es citado a declarar en una comisaría
(Raskolnikov tiene pesadillas y despierta gritando)
Raskolnikov: ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡ALENA! ¡ALENA! (despierta repentinamente asustado, se
escucha el timbre)
Oficial 1: (enérgicamente) Señor Romanovich, abra la puerta soy oficial de policía.
Raskolnikov: (susurrando y temblando) ¡No puede ser, me encontraron! ¡¿Ahora, qué
hago?!
Oficial 2: (impaciente) Señor abra la puerta, sabemos que usted está allí.
Raskolnikov: (tartamudeando y nervioso) Ya, ya voy. ¿Sí, oficial?
Oficial 1: Señor, vengo a entregarle una demanda por el retraso del pago de alquiler. Tiene
que ir a la comisaria a declarar, por favor acérquese lo más antes posible, de lo contrario
tendremos que poner una orden de desalojo.
Raskolnikov: (más calmado) Oh, sí, iré lo antes posible. Me acercaré esta tarde a la
comisaria.
Oficial 2: Sí, por favor. Hasta pronto, señor Raskolnikov.
Raskolnikov: No se preocupen, hasta luego oficiales.
(Con mucha paranoia transita las calles rumbo a la comisaría)
(Raskolnikov llega a la comisaría donde es recibido por Porfiria Petrovna)
Petrovna: Buenas tardes, señor Raskolnikov.
Raskolnikov: Buenas tardes, inspectora.
Petrovna: (entregándole documentos) Firme estos papeles y podremos proceder con la
declaración.
(Raskolnikov firma lo solicitado)
Petrovna: (muy asombrada) ¿Cómo es posible que por un tema de arrendamiento usted
termine aquí? No lo entiendo, señor Raskolnikov.
Raskolnikov: (agitado y entrecortado) Lo que sucede es que…bueno…he tenido muchos
incovenientes, es decir, dificultades…problemas…problemas graves y...
Petrovna: (cortando a Rodia y mirándolo con sospecha) Oiga, espere… ¿graves?
Raskolnikov: (tartamudeando) Muuuy gr-gra… sí quie...quiero de…decir a…a…a…
Oficial 1: (entrando intempestivamente a la oficina) señora inspectora, hay una
actualización sobre el caso del asesinato de las dos mujeres, la necesitamos urgentemente.
Raskolnikov: (muy enérgico y nervioso) Mire, yo también tengo que irm…
(Raskolnikov cae estrepitosamente desmayado al piso)
Petrovna: ¡Primeros auxilios, por favor! ¡Tengo un hombre descompensado en mi oficina!
(Luego de unos minutos, Rodia despierta muy desconcertado)
Raskolnikov: (confundido) ¿Dónde estoy?
Petrovna: (observando fijamente a Rodia) Señor, usted se descompensó justo cuando
manifestaba que…
Raskolnikov: (cortando al inspector y apurado) Ya recordé todo, me tengo que ir…
(Rodia sale de la oficina de Porfiria)
Petrovna: (hablando para sí misma) ¿Ah?, ¡qué raro es ese hombre! No me da buena
espina. Y la verdad es que todo este embrollo empezó cuando se mencionó el…asesinato.

ESCENA 2: Raskolnikov recibe la visita de su amigo Dimitri


Raskolnikov: (respirando agitadamente) Uff… uff
Dimitri: Hasta que, por fin despiertas, querido amigo.
Raskolnikov: (desconcertado) ¿Q- que? ¿Dimitri? ¿Qué haces aquí Dimitri?
Dimitri: (amablemente) Pues haciendo lo que un amigo verdadero hace, Rodia.
Raskolnikov: (asustado y tartamudeando) ¿p-pero l-la… la policía?
Dimitri: Ahhhhhh, me enteré que fuiste a declarar a la comisaría por una denuncia
interpuesta por tu casera, sin embargo, allí te desmayaste. Luego de algunas horas apareció
tu nombre en una lista de investigación sobre el caso de la desaparición de Alena Ivanovna
y su hermana. ¡Qué tontería ponerte ahí solo porque la vieja tuvo algún préstamo contigo!
Raskolnikov: (aterrado) y-yo le empeñé un…
Dimitri: (calmando a su amigo) Tranquilo hombre… yo sé que no fuiste tú, además ya
detuvieron a un posible autor del crimen...
Raskolnikov: (confundido y asombrado) ¿Q-qué?
Dimitri: Sí, dicen que lo hizo porque la vieja le había hecho algo que lo enojo muchísimo y
pues, tú sabes, hay hombres que no saben controlar sus impulsos.
(preocupado) Cambiando de tema, ¿cuándo vas a volver a estudiar? No puedes dejar tus
estudios así porque así… a ti te gustaba mucho la justicia… por eso elegiste estudiar
Derecho.
Raskolnikov: (muy nervioso) b-bueno es-es que…
Dimitri: (cortando a Rodia, pero amablemente) No te preocupes, debes tener tus razones,
solo te digo que no puedes dejar tus estudios incompletos. Bueno, tengo que irme, espero
que te recuperes, ya sabes…tranquilo, cuídate mucho, Rodia.
(Dimitri abraza a Rodia y sale de su habitación)

ESCENA 3: Accidente de Tránsito


Narrador: Raskolnikov decidido a confesar todo, con tal de callar las voces de culpa en su
mente que lo atormentan, camina apresurado y tambaleante por las calles. Ya está por
llegar a su lugar de destino cuando llama su atención una multitud de personas aglomeradas
en la acera del frente. ¡Habían atropellado a alguien…a un borracho! Era el exfuncionario
del Estado Semión Marmeladov.
(Rodia se dirige al accidente e intenta pasar entre toda la gente)
Raskolnikov: (desesperado) ¡Permiso, permiso, yo lo conozco, sé dónde vive, ayúdenme a
llevarlo a su casa, no llegará al hospital en ese estado!
(Junto a Marmeladov yace Sonia, su hija)
Sonia: (muy apenada) ¡Ay Dios! ¡Ay Dios! ¡Qué desgracia! ¡Se está muriendo!
Marmeladov: (agonizando) M-mi culpa, c-culpa mía ha s-sido, y-yo…
Sonia: (llorando y muy desesperada) ¡No padre mío, ya sé qué intentas decirme! ¡Puedes
estar tranquilo, yo te perdono! ¡Te perdono todas las borracheras y todos tus errores! Ya
no gastes tus pocas fuerzas.
(Raskolnikov observaba atónito la triste escena)
Marmeladov: (sin fuerza) Hijita mía, que Dios no te desampare ante mi ausencia.
Sonia: (entre lágrimas) Ahora qué será de nosotros, cómo alimentaré a mis hermanos, cómo
sacaré adelante a nuestra familia…
Marmeladov: (mirando a Rodia) Ilustre caballero, lo recuerdo muy bien, gracias po…
(Raskolnikov se acerca a Sonia, luego del último respiro de Marmeladov)
Raskolnikov: (entregándole dinero en una bolsita) Señorita, yo conocí a su padre, tenga esto
que le ayudará a solventar algunos gastos.
Sonia: (gratamente sorprendida) ¡Gracias, mucha gracias joven! Disculpe, ¿Cómo conoció a
mi…
(Raskolnikov se retiró de la escena justo cuando Sonia quería entablar una conversación)

ESCENA 4: Raskolnikov acude a la comisaría


Narrador: Al día siguiente Rodia, retomó su empresa y, probablemente, el mínimo rastro
de humanidad que aún le quedaba, lo empujó directo a la oficina de la inspectora Porfiria
Petrovna.
(Rodia toca la puerta de la inspectora)
Petrovna: (Sorprendida) Adelante. Dígame, ¿qué lo trae por acá?
Raskolnikov: (moviendo las manos muy desesperado bajo la mesa) Estoy informado de que
está interrogando a todo los que habían empeñado algo a Alena Ivanovna y sucede que yo
le había empeñado algunas baratijas, pero de gran valor sentimental…
(Mirando al suelo y susurrando para sí) ¿Qué digo ahora, abre hecho bien en venir?
Petrovna: (muy atenta) Oh, por supuesto, no se preocupe señor…
Raskolnikov: Raskolnikov, Rodión Raskolnikov, inspectora.
Petrovna: Bueno, debe escribir una carta simple indicando las fechas en que fueron
empeñados los objetos, además del valor correspondiente a ellos.
(Luego de observar a Rodia minuciosamente) Rodia, Rodia Raskolnikov… ¡Ya sé de donde
recuerdo su nombre! Si mal no recuerdo, usted escribió un artículo para La palabra
periódica titulado “El crimen”.
Raskolnikov: (hablando para sí, aturdido) ¡Perdido, sin duda estoy perdido!
Petrovna: (sarcásticamente) ¡Ese sí es un gran artículo de investigación y divulgación
científica!
Raskolnikov: (extrañado y serio) Mire, aunque le parezca extraño, no recuerdo haber
publicado algo semejante.
Petrovna: (con buen humor) ¡Ja, ja, ja, ja! Es usted muy ocurrente. ¡Cómo se le ocurre
decirme eso! Bueno, señor Raskolnikov, mis más sinceras felicitaciones por su trabajo.
Narradora: Entendamos la preocupación de nuestro protagonista ya que en dicho artículo
Raskolnikov dividía al hombre en dos tipos: Tenemos a los seres ordinarios que viven
obedientemente y no tienen derecho a quebrantar las leyes, mientras que, por otro lado,
están aquellos individuos “extraordinarios” que sí están autorizados a transgredir las leyes
estipuladas por el hombre (cometer asesinatos, por ejemplo) por el solo hecho de ser
“extraordinarios” o “superhombres”.
Petrovna: (con un tono bastante receloso) Luego de leer su artículo, me pregunto si alguien
extraordinario fue quien mató a hachazos a Alena Ivanovna.
Raskolnikov: (nervioso y sorprendido) yo pensé que ya habían encontrado al culpable: un
pintor de brocha gorda que trabajaba en el edificio de Alena.
Petrovna: Sí, es muy extraño todo esto, sin embargo, tengo mis dudas sobre ese
sospechoso, ya que su actitud no concuerda con el modus operandi del crimen. No quiero
expandirme en detalles y abusar de su tiempo, ¿le parece si lo espero mañana a las once?
Trataremos de devolverle sus objetos empeñados.
(Raskolnikov sale de la comisaría)

ACTO III
ESCENA 1: Raskolnikov conversa con Sonia, el pintor se inculpa
Raskolnikov: (susurrando mientras camina por alguna calle) Ese inspector resultó ser más
listo de lo que pensaba… debería tener cuidado con él.
(Raskolnikov es perseguido por alguien desde hacía buen rato)
Desconocido: (por detrás de Rodia y muy indignado) ¡Asesino! ¡ASESINOO!
Raskolnikov: (aterrado) ¿Q-Qué-Qué sabe ese hombre, me habrá visto matarlas?
(Luego de ese evento, Raskolnikov decide ir a visitar a Sonia)
Raskolnikov: (luego de tocar la puerta y siendo recibido por Sonia) Oh, Sonia, ¿cómo no ha
enloquecido con la vida que lleva? ¿Cómo sacará adelante usted sola a su familia?
Sonia: (cogiendo el rosario que tenía en el cuello) No… eso no pasará, estoy segura que Dios
nos protegerá, Dios no lo consentirá. Yo rezo mucho todos los días, pidiéndole a Dios perdón
por mis malos actos.
Raskolnikov: ¿Usted lee la Biblia?
Sonia: (vivamente y luego algo conmocionada) Sí, siempre la tengo en mi mesa, me la regaló
una vendedora, Lizbeth. La mataron hace poco a hachazos, pobrecita…. Era una mujer muy
amable. Ahora está con Dios, sé que él la recompensará por sus buenos actos.
Raskolnikov: (muy emocionado) Eres increíble, debo confesar que… me siento atraído por
la bondad, la pureza y la humildad de tu alma. Ahora sé que…me he enamorado de ti, Sonia.
(Sonia quedó absorta con lo dicho por Rodión y este se retiró sin más)
Narrador: Al día siguiente, a las once de la mañana en punto, Raskolnikov se dirige al
despacho de la inspectora Porfiria Petrovna.
(Rodión es recibido en la comisaría por Petrovna quien le extiende el brazo)
Raskolnikov: (muy turbado en su ánimo) Sé que sospecha de mí como responsable del
crimen de Alena Ivanovna y su hermana Lizbeth.
Petrovna: (muy sarcástica) Mi señor, pero ¡qué cosas dice!
(Dándole un vaso de agua) Se le ve pálido, beba un poco de agua. Cree que, si sospechara
de usted, ¿procedería de esta forma?
Narradora: Raskolnikov sabía que en el momento que esa puerta trasera se abriera sería su
fin, solo un testigo pondría fin a todo. Cuando Porfirio procedió a ponerse de pie, alguien
abrió la puerta principal e ingresó al despacho. Era aquel pintor de brocha gorda y, detrás
de él, el desconocido que acusó a Rodia el día anterior.
Pintor (Nikolai): (muy desequilibrado y alterado) ¡Soy culpable! ¡Fui yo el que mató a Alena
y a su hermana Lizbeth, lo hice con un hacha! ¡Dios me reveló mi culpa en un sueño! ¡Ahora,
necesito expiar esta abominable acción!
Petrovna: (evidentemente confundido) ¿Quién es usted? Dígame, ¿por qué dice eso? ¡No
comprendo NADA!
Pintor (Nikolai): (fuera de sí y de rodillas en el piso tomándose el rostro) ¡Fui yo! ¡Fui yo!
¡Fui yo! ¡Fui yo! ¡Fui yo!
Petrovna: (esposando a Nikolai, el pintor) Temo que tendrá que acompañarme por aquí,
por favor.
Desconocido: (luego de observar atónito toda la escena se dirige a Rodia) Señor, señor,
discúlpeme, ayer le dije algo muy grave, me dejé llevar por mis suposiciones sin ninguna
prueba, pensando que usted…

ESCENA 2: Raskolnikov le confiesa el crimen a Sonia


(Raskolnikov se encuentra en la casa de Sonia)
Raskolnikov: (con voz temblorosa) Sonia, necesito contarte algo... pero necesito saber si me
seguirás amando después de todo lo que te diré.
Sonia: (preocupada) Rodia, ¿qué sucede? Estás asustándome…
Raskolnikov: (toma asiento y junta las manos) Solo prométeme que me amarás, por favor.
Sonia: (con mucha dulzura) Hey, mi amor por ti no se podría terminar, aunque lo intente.
Raskolnikov: (muy nervioso y con la voz entrecortada) Bueno, y-yo he co-co-metido...un a-
a-a-sesinato. Ma-maté a una anciana usurera y a su hermana. El peso de la culpa me está
consumiendo, no puedo seguir callando, no puedo seguir ocultándotelo, no a ti.
Sonia: (conmocionada y con ganas de llorar) Rodia, ¿cómo... cómo pudiste hacer algo así?
Raskolnikov: (con lágrimas en los ojos y desesperado) Fue un intento fallido por demostrar
mi superioridad, mi teoría de que algunos individuos pueden trascender la moralidad
común en pro de una mejora en la sociedad.
(Abatido y mirando el suelo) ¿Crees que aún tengo esperanza?
Sonia: (levantando el rostro de Rodia con ternura) Sé, lo siento aquí en mi corazón, que aún
hay esperanza para ti. Yo considero que debes buscar la redención y confesar tu crimen.
(Tomando su rosario y mirando al Cielo) Rodia, yo no puedo juzgarte, eso déjaselo a nuestro
Señor.

ESCENA 3: Raskolnikov confiesa el crimen


(Inicia el segundo musical: Confiesa todo mi amor)
Sonia: Quiero que te acuerdes de mí
Que me tengas en tu mente siempre
Quiero que te acuerdes de mí
Por favor, no calles, sé valiente
Quiero que te acuerdes de mí
Ya que esto me está oprimiendo
Aunque parezca una locura
debes confesar todo esto
Sé que no podré acusarte
por eso pido que confieses tú
Yo nunca podría acusarte
por eso pido que confieses tú
Sé que esto puede dañarte
Y puede arruinarte aún más
Por eso dilo tú
Porque yo nunca te podré acusar
Por eso dilo tú
Porque yo nunca te podré acusar
Raskolnikov, Raskolnikov
Ya no ocultes este crimen, por favor.
Raskolnikov, Raskolnikov
Contarlo todo es la solución.
Raskolnikov, Raskolnikov
no lo ocultes ya, no me causes más dolor…
(Raskolnikov y Sonia se encuentran en la comisaría y se dirigen a la oficina de Petrovna)
Petrovna: (muy sorprendida hacia Rodia) ¿Qué quiere usted? ¿Por qué entra y sale ahora?
Raskolnikov: (pálido y apoyándose en el escritorio) Fui yo…
Petrovna: (alarmada) ¿Usted fue qué? ¿Se siente mal?
(Rodión estaba a punto de desvanecerse)
¡Traigan agua y una silla, por favor! Siéntese.
Raskolnikov: (ya más calmado y entregado) Inspectora Petrovna, fui YO quien asesinó a
hachazos a Alena Ivanovna y a su hermana.
(Petrovna se toma el rostro una y otra vez)
Petrovna: (con un tono serio) Era lo que necesitaba, justo lo que necesitaba escuchar para
poner fin a mis sospechas. Aquella publicación…sus constantes desvaríos y episodios
enfermizos en esta localía…realmente, no me sorprende su confesión señor Raskolnikov.
(Sonia y Rodión se entrelazan en un abrazo que parece eterno)
Raskolnikov: (Tomando de las manos a Sonia) Sonia, ahora me siento en paz y mirándote a
los ojos quiero decirte que… ¡Te amo, gracias a tu amor mi alma perdida se salvará!
(Luego de unos segundos, dos oficiales esposan a Rodión y se lo llevan)
Narradora: Ha pasado un año y medio desde que Rodia está en prisión, su vergüenza no lo
provocaban los grilletes, ni la cabeza rapada. Le habían herido cruelmente en su orgullo, y
era el dolor de esta herida lo que lo atormentaba.
Aquí empieza otra historia, la de la lenta renovación de un hombre, su paso gradual de un
mundo a otro y su conocimiento escalonado de una realidad totalmente ignorada: la
compleja naturaleza que carga consigo el hombre.

FIN

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