turbios de alcohol en la cabalgata eyaculante que me aplasta en el
cemento fro de la pobla. Casi siempre todo es igual en la complicidad tirilluda de mis nupcias pobres. En ese momento el alcohol todo lo empantana, todo lo exagera, y el pozo etlico del sexo malandra estrangula el corazn como un beso ciego. Por eso escribo de mi
La tiniebla del amanecer sabatino me acompaa de regreso al
hogar. Vivo fuera del centro y mi carrete en Bellavista se alarg en copas y fumadas piteras de eufrico trasnoche. Pero es tarde, la vidriada mirada del alcohol estalla las luces en el parabrisas del colectivo; trato de no sucumbir a la modorra del sueo y no pasarme del paradero doce y despertar en San Bernardo, como tantas veces me pas y termin cagado de fro en un peladero esperando la primera micro de regreso a Santiago. Por suerte el chofer me conoce y con un grito avisa que llegu a mi destino. La periferia poblacional ilumina de azul marchito el sueo de la plebe; de seguro que a esta hora todos duermen en el habitar de los bloques, todos menos los chicos carreteros que, acomodados en las escaleras, siguen brindando con su caja de vino por la pequea alegra de su annimo penar. Un poco temeroso, saludo a la rpida y trato de pasar piola directo al tercer piso. Pero un duende despeinado me ataja diciendo: hola, Pedro, quers un copete? Y la verdad pienso que necesitaba ese ltimo sorbo para ver con cario la joven cesanta patria tirada a pata suelta en los peldaos orinados del bloque. Y de all la conversa y luego un pito y ms temprano que tarde aparece un pisco sin marca que me quema la garganta con ansiedad de borrarme, de terminar raja y revolcado con el ltimo chico que casi siempre se queda hasta el final. Ese infaltable compaero de la copa del olvido, cuando todo da lo mismo, cuando la felpa ertica de mi mano trepa el muslo y despliega su desesperado tantear. Siempre es igual, la noche boca abajo y los ojos del pndex
pueblo con este desenfado, porque conozco y bebo gota a gota la
emocin pelleja de su sexo roto. Y a esa hora, con el hielo del alba nevando el xido de los techos, en un minuto no supe ms, se me apag la tele y tratando de despertar, tirado en la escalera, me di cuenta de que todos los chicos se haban ido; en realidad, casi todos, pens con los ojos cerrados sintiendo un bulto tibio enroscado en mi pierna. Casi todos, dije, tanteando la muda sombra que entumida se apegaba a mi costado. Y era tan suave el pelaje arisco de su quiltra piel, y era tan velludo ese cuero canino que dorma a mi lado, que no pareca humano ese acezar animal que lama mis dedos en el estruje de la caricia. Y en realidad no era humano ese perro Cholo que en busca de calor buscaba mi compaa. Era ms que humana la orfandad negra de sus llorados ojos. Y estaba tan solo, tan infinitamente triste como yo esa noche perruna, que me sent generoso en la repartija de mi mano multiplicando fiebres. Me sent San Francisco de Asis lujuriosamente enamorado de su lobo. Y dej correr su cochambre arestiniento por mis yemas, por su estmago desnutrido de perro guata de pan, perro trasnochado, perro cunetero, perro sin amo y sin amor. Por eso archiv la moral ecolgica de Greenpeace, y le brind a mi Cholo una paja gloriosa que nunca una caricia humana le haba concedido. Y as se fue menendome la cola caninamente agradecido, y yo tambin le dije adis con la mano espumosa de su semen, cuando en el cielo una costra de zooflica humanidad amenazaba clarear.
Mariel Acosta Matos - Subversiones Lingüísticas Del Español: @, X, e Como Morfemas de Género Inclusivo y Otros Recursos Estilísticos en Publicaciones Anarquistas Contemporáneas. (2016)