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Alexa Paola López Garibay

08 de septiembre del 2022


Derecho internacional Privado
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ACTIVIDAD INTEGRADORA 1

La decisión de España posfranquista de evitar juicios penales masivos por las violaciones a
los derechos humanos del pasado reciente tuvo el propósito explícito de alentar un proceso
de reconciliación nacional que sin duda alguna contribuyó mucho al vigor actual de la
democracia española ¿porque en intento de reconciliación nacional de Chile no habría de
gozar la misma oportunidad? ¿Debe cualquier grupo externo descontento de los procesos
de reconciliación que están en curso, digamos en Sudáfrica tener las manos libres para
reacusarlos en sus propios tribunales o en los terceros países.
El término justicia de transición (transitional justice) hace referencia a «la variedad de pro-
cesos y mecanismos asociados con los intentos de una sociedad por resolver los problemas
derivados de un pasado de abusos a gran escala, a fin de que los responsables rindan
cuentas de sus actos, servir a la justicia y lograr la reconciliación. Tales mecanismos pueden
ser judiciales o extrajudiciales» (Naciones Unidas)
Es importante destacar que las medidas de justicia transicional no sólo resultan de
aplicación en sociedades en las que se está gestando la democracia –como sería España a
mediados de los años setenta–, sino que Estados con un sistema democrático asentado, al
menos desde un punto de vista formal –como la España actual– también pueden –y deben–
recurrir a ellas a fin de saldar cuentas con su pasado.
Tras el informe de Joinet sobre la impunidad de los autores de violaciones de los Derechos
Humanos, se suele entender que la justicia de transición se compone de tres dimensiones:
verdad, justicia y reparación (1997). Veamos en qué consiste cada una de ellas
El principio de justicia es un requisito básico para evitar la impunidad. La justicia im plica un
derecho de las víctimas a un proceso justo y eficaz donde, si procede, se castigue a su
opresor y, correlativamente, un deber del Estado de investigar concienzudamente las
violaciones de Derechos Humanos que se hayan cometido, perseguir a sus autores,
juzgarlos y, finalmente, condenarlos si se demuestra su culpabilidad.
En su informe, Joinet sugería la adopción de dos tipos principales de medidas a fin de
implementar adecuadamente el principio de justicia. En primer lugar, la concesión a la
víctima de la posibilidad de hacer valer sus derechos beneficiándose de un recurso justo y
eficaz (...) para que su opresor sea juzgado. Lo ideal es que la competencia para juzgar
recaiga sobre los tribunales nacionales y que se reserve excepcionalmente la competencia
a un tribunal internacional en aquellos casos en los que los primeros no puedan llevar a
cabo esa labor de manera imparcial. En segundo lugar, el relator especial recomendaban la
aplicación restrictiva de ciertas reglas jurídicas para impedir que favorecieron la impunidad
de los agresores. Así, la prescripción no debe regir en los crímenes contra la humanidad ni
ha de contar para la misma el período de tiempo donde no haya existido un recurso eficaz
(1997: §31); no cabe amnistiar a los responsables de violaciones de Derechos Humanos
«en tanto las víctimas no hayan obtenido justicia por la vía de un recurso eficaz y el derecho
de reparación en ningún caso puede verse afectado por la amnistía; tampoco es posible que
los autores de vulneraciones de derechos gocen de los derechos de «refugio político, asilo
territorial o diplomático o se amparen en el carácter político de sus crímenes a fin de evitar
la extradición

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