Está en la página 1de 3

EL PODER DE LA PALABRA

Cuando pensamos en el poder, debemos necesariamente remitirnos a su significado, una fuente aceptable

es la Real Academia Española [RAE], que, al ser consultada, arroja: “dominio, imperio, facultad y jurisdicción que

alguien tiene para mandar o ejecutar algo” (RAE, 2023), es decir, que el poder es aquello que se ejerce con el

propósito de lograr determinado resultado. Ahora, haciendo lo mismo para el termino “palabra”, acá tenemos que es

la “unidad lingüística, dotada generalmente de significado, que se separa de las demás mediante pausas potenciales

en la pronunciación y blancos en la escritura (RAE, 2023); sin embargo, el sentido de la “palabra” que usaré en este

ensayo está enfocada mas en el discurso, en el orden de la palabra usada con ciertos propósitos, mas cercano al

antiguo lógos del griego.

Hace 25 siglos exponía Platón que una parte del poder de la palabra es la persuasión, en parte persuade

en creer, en lo que se dice sin saber si esto es cierto o no, es así como creemos en lo que nos dice nuestra madre

cuando somos niños, pero cuando tenemos oportunidad buscamos la comprobación, el saber con base científica. La

primera, Aristóteles la denominó como la retórica y esta, es entendida como el arte de hablar persuadiendo, a veces

adulando, a veces convenciendo, a veces usando lo popular que dará resultado, de esto, saben bien los políticos,

que usan la retórica para conseguir los votos que tanto necesitan.

La palabra, esencialmente una ordenación de sonidos que usamos para expresar una idea, un concepto,

una afirmación, una negación, un recuerdo. Esto es poder, el poder necesario para expresar lo que pensamos y

lograr comunicarlo, y entre mejor se comunique, más respeto nos merece el que lo comunica. Es tal la dependencia

entre la palabra y el pensamiento que no hay uno sin el otro, es más resulta por lo menos molesto cuando quien

habla, lo hace huecamente, vacío, trivial, en una suma de sonidos sin que guarden una coherencia, una lógica y acá

volvemos al lógos griego.

La sociedad actual parece ubicarse únicamente en el presente, desligada del pasado y sin esperanza en el

futuro, esta instalación en el presente efímero, desconectado del pasado, pierde el sentido deudor con la tradición y

la gratitud con los antepasados, pero además al desconectar su actualidad con el futuro, pierde el sentido del deber

para con las generaciones venideras, se vuelve irresponsable, egocéntrica; por ello es magistral el modo en que los

personajes de Tolkien responden a la pregunta por la propia identidad: “Soy Aragon, hijo de Arator, heredero de

Isildur” 1. Un modo de respuesta conocido ya en la biblia, en el que destaca la identidad, la pertenencia a la familia o

a la tribu y a la tradición de los que estuvieron antes, a aquellos que enseñaron lo que se sabe y son referencia para

la conducta actual; un ejemplo más de lo poderosa que es la palabra al dotar de identidad y direccionar el futuro.

La palabra, tiene poder, el poder de lograr ciertos propósitos, es así como el pretendiente busca conquistar

y lograr la reciprocidad en los sentimientos de aquel por cuál se siente algo y es sabido con muchos ejemplos de

como lo logran, usando la palabra, palabra que en los términos correctos usa el sentido y el significado de los

1
términos para lograr los objetivos; claro a veces la misma palabra destruye lo edificado. Aún con la palabra puede no

dotarse de un significado exacto y común a ciertas sensaciones o sentimientos, por ejemplo, ¿amor? Se puede

pensar en el amor e incluso intentar definirlo, pero resulta muy probable que esa definición no denote los

sentimientos del amante por el amado.

Los políticos constituyen otro ejemplo de como se logra a través del discurso, es decir, la palabra, lograr

fines, en este caso políticos, en principio su elección, en segundo lugar, los fines generales del estado, que en

ocasiones pueden ser adecuados y otra vez no tantos, como ocurrió por ejemplo con el nazismo en la Alemania de

las décadas de los años 20, 30 y 40 del siglo pasado que termina convirtiéndose en un estado totalitario; a la luz de

lo que hoy sabemos, resulta por lo menos increíble que pudiera surgir un régimen como el nazi y sin embargo ha

surgido en una, sino la sociedad más culta de la Europa del siglo pasado, todo por una hábil manipulación de la

palabra que logró manipular ideológicamente a cada vez más alemanes hasta llegar a la indescriptible persecución y

muerte del pueblo judío. Hoy mismo vemos como estos estados totalitarios siguen estando presentes, por ejemplo,

en Venezuela o en El Salvador, la palabra usada para fines del estado al servicio de individuos ególatras y

manipuladores, que pueden evolucionar de estados a estados totalitarios.

Los líderes religiosos son también otro ejemplo de como usar la palabra, en este caso para convencerles

de la existencia de una deidad y del actuar bajo la moral de esa religión, sopena de un castigo en esta o en otra vida;

resulta extraño para nosotros pensar en un practicante de la fe musulmana que bajo argumentos teológicos le

convencen de volarse en pedazos mediante una bomba en un sitio lo suficientemente lleno de personas inocentes y

que ese hecho malo por sí mismo procura un fin bien en sí mismo, sin embargo la palabra, en ese contexto logra sus

propósitos. La fe cristiana tampoco escapa a ejemplos de este tipo en el que por acción u omisión han muerto

millones de personas en nombre de Cristo, basta con recordar el encuentro de los dos mundos en 1492 que terminó

con la casi aniquilación total de los habitantes de América. De hecho, es tan poderosa la palabra en la religión

cristiana, que en la biblia se indica “palabra de Dios”.

SEMILLAS DE PAZ

La paz, fácil nombrarla, difícil alcanzarla. Pareciera ser que los seres humanos estamos programados,

destinados al conflicto, desde pequeños nos enfrentamos a realidades conflictivas que en ocasiones nos llevan a

tratar de resolver estos conflictos con violencia, y esto pareciera repetirse a lo largo de la vida y sin importar las

circunstancias o actividades que desarrollamos; en parte puede deberse a la constante competitividad que busca

que seamos los mejores, que “salgamos adelante” sin importar que lastimemos a otros y ello, sumado con la poca

capacidad de frustración nos lleva a ser intolerantes con el fracaso, con el fracasado; en esta reflexión plantearé una

serie de semillas que se deberían regar y mantener en condiciones adecuadas para que el futuro sea un futuro en

paz.
1. Semilla 1, educación ética. Desde el jardín infantil debemos ser educados bajo un marco ético, esto es, que

seamos capaces de preguntarnos y responder si nuestras acciones son buenas o malas. Esto debe ser

permanente, en cada grado incluso hasta la universidad.

2. Semilla 2, ejemplo en la casa. Nada lograremos si nuestros padres no predican con el ejemplo, nos dicen

que no se debe mentir, pero entra una llamada de alguien con quien no quiere hablar y nos indican “diga

que no estoy”, aparte de practicar una doble moral, nos dan un mensaje confuso.

3. Semilla 3, diálogo. Esta herramienta permite la comunicación reconociendo la otra persona y teniendo en

cuenta su punto de vista, se deben conseguir acuerdos, no imposiciones.

4. Semilla 4, equidad. Las oportunidades deben ser para todos, no solo los privilegiados, si continuamos así,

estas brechas se van a profundizar.

5. Semilla 5, educación crítica. No solo debe ser ética la educación, sino que debe tener un componente que

nos permita evaluar y pensar con criterio propio, para que no nos dominen con la publicidad, por ejemplo.

6. Semilla 6, control de las pasiones. Aquellas cosas que deseamos no deberían tomar el control sobre

nosotros, somos nosotros quienes debemos tomar el control de ellas. Si nos apasionamos no pensamos,

actuamos impulsivamente.

7. Semilla 7, cultura de la legalidad. Actualmente pareciera que estamos en una cultura del atajo, del llegar

rápido a los resultados, deberíamos tener una cultura ética y legal, cosa que se pueda evitar la corrupción.

8. Semilla 8, política recuperada. La política debe buscar el bien común, el bienestar de todos, pero quienes

se dedican a ella solo buscan su bien particular, nosotros ya perdimos la fe en ellos, hay que recuperar la

política.

9. Semilla 9, el campesino. Por último y no por ello menos importante, no podemos olvidar que ellos nos

alimentan, la población campesina se está envejeciendo y los jóvenes campesino migran a la ciudad o se

meten a grupos armados en busca de un mejor vivir, debemos como país preocuparnos por esto, sino, no

vamos a comer o comeremos muy caro y no alcanzará el dinero.

También podría gustarte