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Licenciatura en Educación Secundaria con

Especialidad en Telesecundaria.
Alumno: Eleodoro Eugariban Díaz Ramírez
Curso CAM-ENSN Desarrollo de Competencias
Emocionales en Docentes de Educación Básica
UNIDAD XII DUELO
Actividad: actividad 12.1

7° Semestre, grupo “C”.


Es una chica de 17 años, sin antecedentes personales de interés, estudiante de 2º
de Bachillerato. Soltera, convive con sus padres. MC: remitida por su MAP por
“crisis de ansiedad en el instituto, valoración y tratamiento. Decidimos no medicar,
pero dejamos 3 comprimidos de alprazolam para eventual emergencia”. En la hoja
de enfermería se recogen síntomas como ahogo, temblores, sudoración y llanto
desde hace aproximadamente un año.

Entre todas las dudas existenciales que posee el hombre, la única que ofrece una
respuesta innegable es el tema de la muerte. Esta forma parte de nuestro
componente vital y no podemos considerarla como un riesgo, sino como una
certeza que transforma completamente nuestra vida. No obstante, hoy en día se
ha convertido en un tema tabú que obviamos con el fin de no sentirnos próximos a
ella, ya que sigue siendo una de las grandes preocupaciones para muchísimas
personas. Desde una óptica existencial, comprendemos el grado de inquietud e
incertidumbre alrededor de lo que sucede al final de la vida; sin embargo, las
soluciones no suelen pasar por abordar directamente esta realidad. Y es que
"aprendemos para sobrevivir a través de la cultura, las reflexiones y los
pensamientos, pero solemos educar pensando solo en la vida, sin considerar que
morir es nuestro fin inevitable, por lo que llegamos a ella normalmente sin estar
preparados"

Lo relaciona con la muerte de su abuela, de su abuelo y el instituto. En la primera


consulta (noviembre del 2013) relata diferentes ataques de pánico en el instituto
que han empezado hace un año. Dice tener mayor estrés por los estudios y haber
dejado de jugar al fútbol, su vía de escape, tras una operación en el 2012. Durante
la entrevista relaciona su estado de ansiedad y el ánimo depresivo con el
fallecimiento de su abuelo materno en abril del 2012 con el que mantenía una
relación muy estrecha, y el fallecimiento de su abuela materna en marzo del 2013.

Según refiere, el fallecimiento de su abuela trae consigo el recuerdo de la muerte


de su abuelo. Estaba muy unida a su abuelo, pasaban mucho tiempo juntos,
compartían aficiones, etc. Éste fallece a los 67 años de un infarto. Existen
diferentes factores a tener en cuenta en el proceso de duelo complicado de estos
serían: el hecho de que no haber podido despedirse, guardar las cenizas en casa
a la espera de llevarlas al lugar de nacimiento de su abuelo para esparcirlas,
guardar objetos de su abuelo (jersey, etc.)

Como recuerdo y pesadillas constantes en las que su abuelo no la reconoce, el


hermano de su abuelo se parece mucho físicamente a él. Esto provoca una
especie de temor o rechazo a relacionarse con esta persona por los recuerdos que
le trae un tema “tabú” en casa al ver a la madre de P. afectada por el fallecimiento
de sus padres.

Tras comentar la implicación emocional de estas pérdidas y de destacar la


importancia de los rituales de despedida, se le manda como tarea la carta
continua. En la segunda consulta en enero del 2014, P. se encuentra un poco
mejor, sólo ha tenido un ataque de ansiedad en mes y medio. Ha realizado la
carta. Se trabaja de nuevo con los rituales de despedida (realizar la carta, leerla al
esparcir las cenizas, etc.) y con la necesidad de no evitar al hermano de su
abuelo.

Probablemente nunca se pierden los recuerdos de una relación significativa.


Nunca podemos eliminar a aquellas personas que han estado cerca de nosotros, o
de nosotras, de nuestra propia historia. La disponibilidad del deudo para empezar
nuevas relaciones depende no de olvidar al fallecido, sino de encontrarle un lugar
apropiado en su vida psicológica, un lugar importante, pero que deja un espacio
para los demás. La vida está llena de nuevas posibilidades. Se puede de nuevo
disfrutar, se puede pensar en ser feliz y establecer nuevas relaciones.

La cuarta tarea se entorpece manteniendo el apego del pasado en vez de


continuar formando otros nuevos. Algunas personas encuentran la pérdida tan
dolorosa que se hacen la promesa de no volver a querer nunca más.

Es un proceso con altibajos porque, en ocasiones, en fechas señaladas, en


aniversarios, se dispara de nuevo el dolor, la impotencia, la tristeza que creíamos
superada. Para que esta cuarta tarea se pueda completar habrá que haber
realizado con éxito las tres anteriores. El final del duelo ocurrirá cuando
encontremos motivos para vivir, y podamos volver a vincularnos con aquello que la
vida nos ofrece, sin olvidar, ni dejar de amar a quien estuvimos unidos, unidas y
nos dejó.

Resolver un duelo es sentirse mejor, y para ello, como señalan requerirá la


atención del doliente, intención de cambiar, fuerza de voluntad y valor.
Consideraremos que un duelo está resuelto cuando la persona es capaz de
pensar en el o la fallecida sin dolor, lo que significa que consigue disfrutar de los
recuerdos, sin que estos traigan dolor, resentimiento o culpabilidad. Sin descartar
que pueda sentirse triste de vez en cuando, pero las acepta y además consigue
hablar de esas emociones con libertad.

Lo que parecía un posible trastorno de ansiedad esconde una reacción de duelo


complicado que se descubre a través del relato de no sólo muestra sintomatología
depresiva ante el fallecimiento de una figura de apego importante sino también
síntomas de ansiedad. En este caso, no ha presentado otro tipo de alteraciones de
conductas más comunes en la adolescencia como las comentadas anteriormente.
Muestra de que estamos ante un duelo no resuelto serían la reacción emocional
de en consulta al tratar el tema, las pesadillas recurrentes con su abuelo o la
reticencia que muestra a tratar con el hermano de éste que tanto le recuerda a él.
Además de no haberse despedido de él, lo cual influye negativamente por la
sensación de que quedan muchas cosas por decir, los rituales de despedida tras
el fallecimiento, tan necesarios para resituar al fallecido en la vida de la persona,
están sin realizar.

El tener una situación de silencio en casa por la situación de su madre no ayuda a


la expresión emocional de P. ni a encontrar un entorno seguro en el que ir
construyendo el significado de la pérdida. Estos hechos son muy importantes en
una correcta elaboración del duelo, y más en los adolescentes. El objetivo de la
intervención será crear ese espacio necesario de expresión emocional y
acompañar en el proceso de despedida.

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